Hearn Lafcadio - Kokoro

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    E OS Y NO ION S DE L VID

    INT RIOR J PONES

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    La lmpara carece de malicia.L. H. Kakora Kimiko ).En 1890 la revista arper sWeekley enva a Lafcadio

    Hearn aJap n con el propsito de escribir una seriede artculos sobre el lejano extico pas. El 4 deabril llega al puerto de Yokohama unas semanasdespus, dado su carcter difcil, neurtico obsti-nado, rompe con su editor. Y, simblicamente, conel mundo occidental: Lafcadio Hearn permaneceren Jap n hasta el da de su muerte.Ya en el pas, viaja a Matsue, donde ha conseguidotrabajo enseando ingls en una escuela secundariay donde experimentar a fondo la brutalidad delinvierno japons ese invierno del pas de la nievedonde se desarrolla la famosa novela de YasunariKawabata) y, una vez ms, la soledad del gaijinextranjero).

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    cha de fideos localizada a la orilla del lago Shinji,diciendo: Ante m, el vasto lago dormita apaciblemente; el sol se empieza a poner, y una asombrosagama de eX9uisitos matices surge sobre las aguas yen el cielo. . .Se trata de un amor correspondido, pues Matsueam6 y ama con veneraci6n a Lafcadio Hearn. Unavisita turstica hoy da, lo demuestra: cualquier chiquillo nos llevara al lugar donde estuvo la escuelaen que ense Hearn, a la casa donde vivi6 despusde contraer matrimonio, o al afamado Museo Lafcadio Hearn situado al lado de su casa. El Museo oYakumo-Kinen-Kan (recordemos que Hearn abandonar su ciudadana britnica para adoptar lanacionalidad japonesa, cambiar su nombre propiopor el de Yakumo Koizumi - Yakumo significaocho nubes y al terminar su existencia muere deun ataque de coraz6n el19 de septiembre de 9 4 ~ser enterrado en el cementerio pblico Zoshigayade Tokio, despus de dar instrucciones en el lechode muerte a su hijo mayor, Kazuo, nacido en 1893,en las que le pedir que ponga mis huesos en unatinaja que cueste unos tres s y me haga enterrar enalgn santuario en lo alto de una colina ), fue construido en 1936 con el dinero recaudado entre susadmiradores: pequeo, modelado segn el MuseoGoethe de Weitnar, contiene libros y manuscritosde Hearn, algunas prendas de vestir suyas (entreotras, ropa interior empercudida de lana) y fotos enlas que se ve a Hearn col sus discpulos. En stas,todos miran como azorados a la cmara, menosnuestro autor: a los diecisis aos Hearn perdi lavista del ojo izquierdo durante una refriega con unoscompaeros de clase, por lo cual, con el tiempo, elotro ojo l que llain6 mi ojo ciclpeo - se hizocada vez ms protuberante, afendolo todava msde lo que era y hacindolo sentirse toda la vidadesfigurado.Hearn siempre vivi6 consciente de su pequea

    v

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    estatura, su desagradable apariencia fsica y un pro-fundo sentimiento de abandono y desarraigo, no deltodo ajeno a su infancia y a su aspecto exterior: peroen Matsue, y ms adelante en los dems lugares deJapn donde vivi Kumamoto o Kyushu, Kob,Tokio), Hearn se sinti, flsca y espiritualmente,acogido: su pequea estatura era promedio enJapn; nadie lo perciba como bien parecido o feosino sencillamente como gaijin en su caso parti-cular, un extranjero enamorado de]apn). De todasmaneras, la mujer japonesa de su poca estaba pocointeresada en la apariencia de los hombres: su entre-namiento domstico la llevaba aJreocuparse conexclusividad de la posicin soci del marido, sucapacidad de mantener a una familia Hearn llegaraa hacerse cargo, en un momento dado, de diezparientes de su esposa) y su eminencia intelectual yartstica. Hearn posea, directa o indirectamente,estas facultades.De modo que finalmente Lafcadio Hearn tena unsitio propio: y as, la conversin fue completa. Sunuevo) pas pona punto final a una serie de trasla-dos, viajes, expulsiones y explosiones de ndolefamiliar y personal que, la postre, acortaran suvida muri a los 54 aos). Lafcadio Hearn, en susltimos catorce aos se radicara en Japn, dedi-cando todos sus esfuerzos a divulgar su nueva expe-riencia intelectual y emotiva).Al igual que otros escritores y eruditos como Pie-rre Lot, Rudyard Kipling, Arthur Waley, MauriceDekobra, William Plomer, John Morris, FoscoMarain, Ruth Benedict, Edwn O. Reischauer,James Kirkup, Eugen Herrgel, Trevor Ling, ManW. Watts y el extraordinario traductor del japonsal ingls) Edward G. Seidensticker, Hearn vivirapara mediar con su obra entre Japn, Occidente,.tareaque en su caso produjo un vasto panorama lite-rario y cultural, recogido en once libros sobreJapnentre otros: Kokoro; xoti n Retrospectives; G ea

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    nings in Buddhll Fields; In Gbostly jllplln; jllplln AnAttempt lit nterpretlltion; A j apanese Miscel/any; Kotto; yKwidan: Stories IInd Studies Straeg Things en los quetraduce poesa y prosa, canciones populares y narra-ciones provenientes del folklore local, hace perio-dismo literario o expone su amor, quizs excesivo y,sin duda polticamente parcalizado, por su pas deadopcin: libros en los cuales abunda en su propen-sin por lo ideal, lo esotrico y fantasmagrico oescribe sobre santuarios, templos, gentes y la vidacotidiana japonesa de finales de siglo. UnJap6n queen 8Bse vio obligado a abrir sus puertos al comer-cio de Occidente, cuando el Comodoro Perry de lamarina de guerra estadounidense entr6 con sus des-tacamentos navales para acabar con el feudalismodel shogunadoTokugawa que dur dando tumbos,hasta 1867 , iniciando el actual perodo de occiden-talizaci6n que implicara la centralizaci6n del podery la creaci6n de ministerios pblicos de comercio,educacin, finanzas, ejrcito, etc., similares a los deOccidente. A partir de aquel momento, la nsular-dad japonesa se empieza a desbaratar, introducin-dose todo un sistema nuevo de comunicacionesferrocarriles, telgrafos , bancos y maquinariaindustrial que reemplazar la mano de obra de la quehasta aquel entonces y milenariamente haba depen-dido el pas y todo ello, en menos de cincuentaaos .Ese Nuevo Jap6n no ser del agrado de Hearn,necesitado de valores culturales arraigados y tradi-cionales: su desilusi6n, en este sentido, fue enorme;y la compens escribiendo sobre el Viejo Japn loscolegiales usan todava sus libros como textos esco-lares para aprender ingls con sus pescadores, susvendedores y msicos ambulantes, sus geishas y suamor por la impermanencia, el budismo, la fllosoflazen, las relaciones rituales y formales entre amigos,cnyuges y familiares o sitios como Matsue, con suro Ohashi, cuyo lecho an hoy da los pescadores

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    araan con largas y estrechas embarcaciones quedisponen de cestas suspendidas de largos palos debamb para recoger el pescado. Matsue, con sunegro castillo feudal (hoy museo de artefactos de lapoca Meiji; 1868-1912: armaduras samurai, utensilios para el ceremonial del t, aperos de labranza,fotografas y muecas) construido en 1611 y en elcual residieron trece generaciones de soberanos.Matsue, aquel poblado en el que todas las tardes, alregresar de su trabajo escolar, Lafcadio Hearn vestasu quimono japons y fumando la clsica pipa largajaponesa iniciaba su tarea literaria de divulgaciny amor.Matsue vino a representar el conflicto nacional ypersonal que a finales del siglo XIX acosara a todauna nacin y a uno de sus ms extravagantes residentes: el choque de dos culturas que Hearn simbolizara diciendo: No se oye ningn ruido; slo el trinar de los pjaros y el canto de las srni (cigarras); devez en cuando, llega el solitario ruido del agua alzambullirse una rana como en el viejo haiku deBash), asall afuera, canta el Nuevo Japn consus telgrafos, sus peridicos y vapores. LafcadioHearn optar por lo interior, preado de l apacible paz de naturaleza o los sueos del siglo XVI .De igual modo que preferir or la voz de la cigarraclsica japonesa conocida como ur zmi o cigarrade aceite, por su canto chisporroteante querecuerda el aceite al hervir en una freidora:

    Ano ko dTsuyu ga noch ka? Aburazmi.( Quiere decir esa vozque el roco cobr vida? iNo, es la aburazmil ).

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    no quiero c min r me digo onningn objetivo serio en menteL. R. Kokoro ( Genio de la civilizacin japonesa ).Beongcheon Yu lo llam una figura marginal yaislada diciendo que suscita una multiplicidad deimgenes: para muchos fue un romntico sensual,

    un soador itinerante, un cosmopolita desarraigado,un expatriado voluntario, un escapsta .asustadzo,un amante desalmado, un amigo desvergonzado, un, traidor indigno (Beongcheon Yu. n pe ods bert and Thought Lafcadio Hearn Wayne :ltate Univ.Press, Detroit, 1964). Otros lo consideranun simpletraductor, periodista y folklorsta, crtico literario,profesor de literatura, viajero internacional, bohemio incomprendido o un mero divulgador de cosasjaponesas e incluso misionero budista. Se leba com-.parado, a m juicio exageradamente, con Poe, Baudelare y los hermanos Grimm. El propio Yu planteala cuestion de si Hearn es un escritor uorteamer-'cano, ingls o japons. En su momento su reputaci6n alcanz cotas muy altas y una notoredadinternacional que dur6 hasta mucho despus de muerte. Sin embargo, hoy da casi nadie recuerda, nimucho menos lee, a Lafcadio Hearn (la bibliograHa,incluidas numerosas tesis doctorales en distintosidiomas, abunda).Quin fue Lafcadio Hearn o Patrck LafcadioRearn? Inscrito Patrck Hearn (naci6 el 27 de juniode 1850) adopt el extra apelativo Lafcado enrecuerdo de su lugar de nacimiento, la isla e u ~(Levkas) situada en el archipilago jonio: el ~ c h l i z Qdel nombre de pila puede tener un valor SI blil=Qque implique la aceptacin de una madre de orgengriego y la negacin de un padre de origen angloirlands. En todo caso, su madre fue Rosa Antonia

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    Cassimati, maltesa oriunda de la isla de Cerigo, quecas con Charles Bush Hearn, cirujano del ejrcitode la reina Victoria. De esa unin, nacieron los her-manos George y Patrick y tiempo despus un her-mano menor DanielJames) que emigrara a EstadosUnidos, hacindose granjero. El padre, de quien Laf-cado Hearn no tena un recuerdo grato, acab poranular aquel matrimonio y la madre, luego de residiren Dubln 1851) con la rgida familia protestanteHearn Charles tuvo que servir primero en las Mti-lIas y despus en la guerra de Crimea), regres1854) a las islas jonias, donde contrajo segundasnupcias con un abogado griego Cavallini), paranunca ms volver a ver a sus tres hijos. Rosa, lamadre, acabara loca, y el padre se casara de nuevo1857) con una mujer que fallecera de malariaen la India.Lafcado Hearn se cri virtualmente con una taabuela, Sarah Brenane, en cuyo hogar el nio que apartir de los siete aos nunca volvi a ver a supadre), hipersensible, recibi una sobredosis de reli-giosidad inculcada por la prima jane , amiga deSarah que, sin proponrselo, dejara en Hearn unaaversin permanente por el cristianismo . Ka-thleen Webb. Lofcadio earnandhisGerman CrinesPeter Lang Publishing. New York. 1984.)Hearn estuvo luego a pupilo en colegios catlicosde Rouen 1862) y Ushaw Inglaterra, 1867) oviviendo en la mayor pobreza, como cuando en1868 se vio obligado a residir en la casa de una ex-sirvienta de su ta abuela. Su inopia, su rebelda ico-noclasta e incapacidad para dedicarse a un trabajofijo hicieron que sus parientes lo enviaran en 1869 alos Estados Unidos. Despus de una corta estanciaen Nueva York viaj a Cincinnati donde finalmenteconsigui su primer empleo como reportero para elincmati Enqtlirer su sensacionalismo periodstico,con base en el ocultismo, lo macabro y los proble-mas sociales, lo convirti en un escritor popular.

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    Se casa a los 25 aos, en 1875, con una mulataliberta de piel clara llamada Althea o Mattie Foleysu verdadero nombre est sin aclarar; esta relaciny poca de la vida de Hearn estn narradas con lujode detalles en el Youg Heern de O. W. Forst), uninconsiderada nula en Ohio, segn las leyes segregacionistas de la poca. Unos meses despus se separan pero el escndalo que persigue le hace perdersu empleo: trabaja luego para el Commercill4 traducea Gautier y a Flaubert sus cuentos cortos) y fnal-.mente, en 1878, se marcha a New Orleans comoreportero del [tem donde destacapor su inters en lacultura crole. Durante unos aos 18IH-87) fungecomo director literario del Times-Democret traduciendo textos de Lot, Zola, Maupassant, Daudet Nerval. En 1882 publica su primer libro, Cleopatra NightJ and Other FantfJJ C Romances traduccin decuentos de Gautier. Se edita su segundo libro en 884 Strange LetweJfrom Strange literature, coleccinde versiones suyas de leyendas y cuentos folklflcosegipcios, esquimales, rabes, finlandeses, hindes,judos y polinesios. La etapa NewOrleans producirpor igual La Cuiline Crale 1885) y una coleccin deproverbios de los negros de Lusitania tituladaGhomboZlJbeJ(1885). Su viaje en 1887 a las AntlasMenores francesas, donde vivi varios aos, produjosu mejor obra sobre temtica no japonesa: Two YearJin the French WeJt [ndieJ 1890). .1890 es el afio, como dijimos, en que Hearn viaja aJWn,.contratado por Harper Brothersnocomomero observador sino como alguien que lleva a cabosu vida diaria entre lagente del pueblo y piensacomo ellos . Carta del 26 de noviembre de 1889citada por Edward L Tnker;: Lafcadio Heam s Ame-rican DaY .) .

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    La influencia espiritual budista

    impide apegarse y utilizar materialesduraderos . H. o oro ( Genio de la civiliza-ci6n japonesa )

    Un gran escritor? No. Su estilo postromntico, aveces lacrim6geno y sentimentaloide, lo impide.y entonces, a qu leerlo y traducirlo?Su obra, pese a los defectos, constituye unapugna, una intimidad y, sobre todo, una ambienta-ci6n espiritual. Hearn encontr6 en elJap6n de fina-les de siglo un pas cuyo eje giraba hacia lamodernidad industrial y tecnocrtica pero que peseal giro conservaba intacta su energa espiritual, elentresijo de una quietud y de una prctica de laquietud.EnJap6n, Lafcadio Hearn vio finalmene un signi-ficado pertinente a su inquietud, su paranoia, sudesasosiego occidental). Ese significado, que lo -poniz, hizo de l un hombre ms efectivo consigomismo y con su cultura occidental). Lo llev6 a unadesaceleraci6n, un asentamiento, un monasticismolaico que lo convirti6 en estudioso, copista, divulga-dor, espritu reflexivo: un ser humano preciso, miluminoso: su purga y su iluminaci6n quedaronimplcitas en su obra japonesa. Es hermoso ir ntu-yendo este proceso durante el acto de la lectura,encontrando bajo el manto superficial de un estilepostromntico y lacrim6geno que no super6, urprofundo substrato espiritual.

    Jos KozerNueva York, 22 marzo 1986

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    L F DIO HE RN

    RE OS Y NO IONES DE L VID

    INTERIOR J PONES

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    Traductor oss KOZER

    Maqueta diseo y produccin: Equipo Miraguanoe Ediciones MiraguanoHermosilla 104 Telf. 401 69 9028009 MadridISBN: 84 8S639 74 XDepsito legal: M. 3S.ISS 1986Printed in Spain Impreso en EspaaImprenta FARESO S. A.Paseo de la Direccin28039 Madrid

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    La miscelnea que compone esta obra trata, msque de exterior, de la vida interior japonesa. Portal motivo, titulo este libroKKR corazn). Lapalabra, representada por el ideograma anterior, sig-nifica a un mismo tiempo entendimiento pero ensentido afectivo; nimo; valor; resolucin; senti-miento; cario, y asimismo, intimidadde significadocomo cuando decimos en castellano el meollo

    Kob, 15 de septiembre de 1895

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    mi mi oMNOMORI NO USHIGPoeta estudioso patriota

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    PITULO UN EST ION DE TRENES

    Sptimo da del sexto mes; ao vein-tisis de la era MeijiAyer un telegrama despachado en Fukuoka anun-ciaba que haban cspturado a un peligroso criminalque llegara en el tren de ll doce del da para ser juz-gado en umamoto n polica de Kumamotohaba viajado a Fukuoka para traerlo custodiadoHace cuatro aos un poderoso ladrn se meti denoche en una casa situada en la calle de los Lucha-dores y luego de aterrar y maniatar a sus ocupantesdesapareci llevndose unabuena cantidad de obje-tos de valor La polica le sigui sagazmente la pistalogrando capturarlo en un perodo de veinticuatro

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    horas antes de que pudiera deshacerse del botn.Cuando lo llevaban a la estaci6nde polica consigui6romper los grilletes y desenvainando la espada delagente que lo haba detenido, lo mat, pudiendo asescapar. Luego, no se tuvieron ms noticias de suparadero hasta la semana pasada.Sucedi6 entonces que un detective de Kumamotoque por casualidad visitaba la crcel de Fukuoka,reconoci6 entre los forzados un rostro 'iue llevabagrabado en el cerebro hacia cuatro aos , 'Quin esese hombre? pregunt6 a un carcelero. Unladrn , fue la respuesta, est fichado con elnombre de Kusab' . El detective se acerc6 al presoy le dijo a bocajarro: No eres Kusab. NomuraTech, se requiere tu presencia en Kumamoto pasesinato. El reo lo confes6 todo.Fui a ver llegar al asesino a la estaci6n de trenes,junto con una enorme muchedumbre, Esperaba very or estallar la furia; tambin anticipaba un posibleconato de violencia. El agente de polica asesinadoera un hombre muy querido; sin duda sus propiosfarniliares estaran entre la multitud; y la multitudde Kumamoto no se caracterizaprecisamente por sudocilidad. Por igual, pens que me iba a encontrarcon numerosos policas de guardia. Todas mis previ-siones resultaron infundadas.

    El tren irtI1mpl6en.una escena caractersticade -dos y ajli tteo premura Yaltoroto de los pasajeros12

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    calzados con susg tto 1 - el grito de los chiquillosvendiendo peridicos japoneses o la tpica limonadade Kumamoto. Tuvimos que esperar casi cincominutos detrs de la barrera. Por fin apareci elpreso a quien un sargento de polica sac a empujones por una portezuela e r un hombre corpulento, de aspecto feroz, con la cabeza inclinada y losbrazos atados a la espalda. El preso y el polica sedetuvieron delante de la portezuela; la gente se adelant como un slo hombre a contemplar elespectculo- pero todo aquello en el mayor silencio. Entonces omos gritar a un guardia, lSughara San iSugihara 0-Kibi Dnde estn?

    Una mujer de aspecto insignificante que se encontraba de pie a mi lado con un chiquillo a la espaldarespondi, Hai (2) al mismo tiempo que seabra paso entre la multitud. Era la viuda de la vctima; el nio que llevaba a cuestas era su hijo. Conun gesto de la mano el guardia hizo retroceder a lamultitud, creando un espacio alrededor del preso yde su acompaftante. En ese espacio se coloc lamujer con el nifto, frente al asesino. Haba un silencio de muerte.Por fin habl el guardia dirigindose, no a la mujersino al n o Habl en voz baja aunque con tal claridad que me fue posible or cada una de susslabas:- Pequeo, ste es el hombre que mat a tupadre hace cuatro aftas. Todava no habas nacido;an estabas en el vientre de tu madre. Por culpa de

    este hombre ahora no tienes un padre que te ame.Mralo -entonces el guardia, metiendo la manobajo la barbilla del preso, le oblig a alzar la vistaimralo bien, pequeo No tengas miedo. Es doloroso; pero es tu obligacin. iMraloPor encimadel hombro de la madre el chiquillo sequedo mirando receloso y azorado; y al instante se13

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    puso a sollozar; luego fluyeron las lgrimas; no obstante, obediente al mandato recibido mantuvo fija lamirada -mirando, mirando- sin quitar un momento los ojos de aquel rostro crispado que tenadelante.Daba la impresinde que la multitud haba dejadode respirar.

    De ptbnto.vi retorcerse las facciones del preso; lovi hincarse de rodillas pese a los grilletes y golpendose la cara contra el polvo del suelo comenz aexpresar su ronco remordimiento con tanta pasinque el corazn se encoga:- Perdn iperdnl [perdname pequeo Loque hice no fue por odio sino porque estaba loco demilldo, deseoso de huir. Malvado, he sido un malvado; grande y execrable es el dado que hiceQuieto morir; me alegrari morir Por eso,pequeo mo, ten piedad lperdaamell nUlo sigui llorando. en silencio. El guardiaoblig al tembloroso erim n l a ponerse de pie; gente' se hizo aun lado para dejarlo pasar, acompaado del sargento. De repente, la multitud apiil.adase puso a sollozar. Y al p ~ preso con elbronceado sargentode polida que10.acompaftaba f\i testigo de algo .que nunca m$ haba visto antes -algoque a pocos hombres les es dado ver-, que quizsjams volver a ver: las lgrimas de un polca ja-pons. '

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    La multitud empez a ralear; me qued un ratocavilando sobre el significado de la extraa escenaque acababa de presenciar Ejemplo de justicia infle-xible aunque compasiva; una escena que obligaba areconocer un crimen en funci6n de sus resultadosms patticos y simples Me encontraba delante delremordimiento ms desesperado que s6lo peda serperdonado a la hora de la muerte Me encontrabadelante de una multitud quizs la ms peligrosadel Imperio cuando se enfureda realmente com-prensiva verdaderamente conmovida y satisfechaante la vergenza y contricin manifestadas por criminal; una multitud inflamada no de clera sinodel peso insoportable de un pecado; gente buenaque reconoce con la mayor sencillez todas las difi-cultades de la vida y la debilidad de la naturalezahumanaSin embargo lo ms significativo del episodiodesde un punto de vista oriental era reconocer quela exhortaci6n al remordimiento se hada apelandoal sentimiento de paternidad del criminal ese amorpotencial a los nios que en gran medida formaparte integral del carcter japonsCuentan que Ishikawa Gornon el ms famoso delos ladrones japoneses entr6 una vez de noche a unacasa decidido a matar y robar pero al encontrarsecon el rostro risueo de un nio que levantaba hacial los brazos se sinti6 como hipnotizado y se puso ajugar con la criatura olvidando su cometidoNo me cuesta ningn trabajo aceptar la veracidadde este relato Un ao tras otro los registros policia-cos revelan la compasi6n que muchos criminalesprofesionales sienten por los nios Hace s6lo unosmeses los peridicos locales se hicieron eco de unasesinato atroz l masacre que unos ladrones lle-varon a cabo en una casa o Descuartizaron a peda-zos siete personas que dornan; sin embargo lapolica hall un nio ileso llorando en un charco desangre; la evidencia demostraba suficientemente

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    PITULO GENIO DE LIVILI Z ION J PONES

    Sin perder un solo navo o una sola batallaJapnderrot al poder chino fund una Corea nuevaampli su territorio y acab por transformar todo elpanorama poltico de Oriente. Asombroso desde elpunto de vista poltico el hecho resulta asom-broso an a nivel psicolgico; pues es consecuenciade una vasta interrelacin de capacidades que en elextranjero nunca se le ha reconocido a esta razacapacidades sea dicho de paso de ndole muy ele-vada. El psiclogo moderno reconoce uela llamadaadopcin de la civilizacin occidental en un breve17

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    perodo de treinta aos no lmplica necesariamenteun conjunto de rganos nuevos ni de valores antesinexistentes en la mentalidad japonesa. El psiclogosabe que no es posible hablar de un cambio repen-tino de hbitos mentales o morales en un pueblo.Estos cambios no se efectan en el lapso de unageneracin. La civilizacin se transmite mucho mslentamente y se necesitan siglos para que ciertosmecanismos psicolgicos cristalicen.Desde esta perspectiva, Japn es pas msextraordinario del mundo; 1 ms maravilloso deeste episodio de ..occidentalizaci6n es que el cere-bro de esta raza haya podido encajar tan tremendogolpe. No obstante, por inusitado que parezca, tene-mos que plantearnos el verdadero sentido de estefenmeno dentro de un marco histrico. El mismoimplica la reestructuracin parcial de todo un meca onismo de pensamiento existente. Sin duda, una alte-raci6n fundamental que para millares de intrpidosmuchachos signific la muerte. Adoptar la civiliza-cin occidental no fue tan fcil como muchos insi-nuaron con nimo infantil. Por 1 visto, los reajustesmentales que se llevaron a cabo a un precio que anest sin determinar, s6lo dieron buenos resultadosen aquellos asuntos en Jos que de todos modos laraza japonesa siempre ha destacado y mostradoposeer una capacidad especial. Me refiero a los apa-ratos inventados por la industria occidental que hanfuncionado admirablemente bien en manos japone-sas, han producido resultados excelentes justo enaquellos oficios en los que Jap6n ha demostradosecularmente su artesala y su tcnica. Por consi-guiente, no se puede hablar de una transformacin,se trata simplemente de antiguas facultades queahora avanzan por canles nuevos y amplios;Este hecho puede constatarse en las profesionescientficas. En diversos rW 8 de la ciencia comomedicina, ciruga 1os mejores crujaaos del mundoson japoneses), qumica ymcroscopaobservamcs

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    que los adelantos se adaptan al temperamento japons con la mayor naturalidad; en estos campos lalabor de los japoneses cuenta con el reconocimientointernacional. Tambin en la guerra y la diplomaciahan demostrado su inventiva; lo cual es natural, enun pueblo que a travs de la historia se ha caracterizado por.su enorme capacidad militar y poltica. orotra parte, no encontramos nada que destacar enaquellos campos alejados del verdadero espritunacional. Por ejemplo, en sus estudios sobre msica,artes visuales y literatura occidentales da la impresinde que han perdido lamentablemente el tiempo 1 .

    Nuestra vida emocional se ve profundamenteatrada por estas manifestaciones artsticas; por elcontrario, no penetran demasiado hondo en elmundo emotivo japons. Todo pensador serio reconoce que no es posible conseguir la transformacinemocional del individuo mediante la educacin.Sera absurdo podo tanto pensar que el temperamento de una nacin oriental pudo haber sido transformado en un breve espacio de treinta aos,simplemente por contacto con las ideas occidentales. vida afectiva, mucho ms elemental y pro- funda que la vida intelectual, no puede alterarse degolpe mediante una simple modificacin del medioambiente, de igual modo que los reflejos que surgenen la superficie de un espejo no lo alteran. odo lo

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    que pn ha realizado milagrosamente bien sealcanz sin que mediara ningn tipo de transformacin; quienes imaginan que esta nacin vive mscerca de nosotros que hace treinta aos ignoran por.completo ciertos fenmenos cientficos de peso.La inteligencia limita el verdadero entendimiento.Esposible alcanzar un nivel de comprensin y simpata. Podemos pensar que entendemos a un japons o a un chino; pero ms all de un cierto puntolos aspectos ms simples de la vida emotiva limitanla comprensin, hablo de aspectos del desarrollo enque a la larga el no y hombre coinciden. Los sentimientos orientales ms complejos se componen deuna combinacin de experiencias, raciales e individuales, que earecea de un correspondencia exactaen el mundo occidental, por lo que no pueden conocerse a fondo. Poeguales motivos, y pese a la intencin, los japoneses no pueden llegar a comprender alos europeos.Ya que es imposibl;e que el hombre occidentalreconozca, intelectual o emocionalmente (urdimbreque considero inseparable) los verdaderos maticesde la vida japonesa, resulta por igual imposibleponer de lado de la conviccin occidental de que encomparacin con la suya la vida japonesa es muypequea. Es delicada; contiene potenciales de delicadeza de un raro inters y valor; o bien es t reducida que por contraste la vida occidental parece casisobrenatural. Sin embargo, slo podemos juzgaraquello que podemos ver y medir. En tal sentido;qu contraste emocional e intelectual entre Occdente y .Orente Contraste menos visible que el delas frgiles calles de m r de la capital japonesa yla tremenda solidez de iaJquier avenida de Pars oLondres. Si comparamos los sueos, aspiraciones ysensaciones tal y como se ponen de manifiesto enOriente y Oc;cidente, o si comparamos un catedralgtica con un templo ShintlJ, un per de Verdi ouna triloga de Wagner con el espectculo presea-

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    rado por un geish o un poema pico europeo conun poema japons, lqu abismo insalvable de emo-ciones, poder de magnacn y capacidad de snte-sis artsticaEntre nosotros, la msica es en 10esencial un artemoderno; pero si mirarnos hacia el pasado vernosque nuestro poder creador cambiaba entonces muypoco; muy poco, sin duda, en la poca clsica de lamagnificencia romanas con sus anfiteatros de mr-mol y aquellos acueductos que unan numerosasprovincias; y muy poco en la poca clsica griegacon sus divinas esculturas y su incomparable lite-ratura.

    Esto nos lleva al tema de otro hecho extraordna-rio que guarda relacin con el inusitado desarrollodel podero japons. nde encontrar las manifes-taciones ms visibles de ese inmenso y nuevo pode-ro puesto al servicio de la produccin y la guerra?Pues en ningn sitio odo aquello que nos pasadesapercibido en la vida afectiva e intelectual japo-nesa nos elude por igual en la vida industrial ycomercial, iuna cuestin de tamao tierra sigueen las mismas manos de antes; las transformacionesimplantadas por la dinasta Meiji apenas ha modifi-cado su aspecto. Los sistemas ferroviarios y de tel-grafos, los puentes y tneles son miniaturas quepueden pasar fcilmente desapercibidos, perdin-dose en el verdor inmemorial del paisaje. En todas

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    las ciudades excluyendo los puertos trancos con suspequeas colonias de extranjeros apenas encontra-mos una calle cuyo aspecto sugiera la presencia deideas occidentales. Podemos viajar ms de trescen-tos kilmetros por el interior del pas buscando envano huellas de una civilizaci6n nueva. En ningnlugar encontrarnos empresas comerciales en que laambicin produzca grandes almacenes o industriascuya enorme maquinaria repose bajo amplias superfces techadas. Igual que hace diez siglos una cu-dad japonesa no es. que un reducido plramo debarracas y cobertzos de madera; sin duda un lugarpintoresco igual de frgil que las linternas de papeLEn esas c i u d a d e l ~ omos ni ruido alboroto el

    t ~ i c o es l i g e r o / ~ e s t r ~ p i t o s o , sin el v;tigo de larapidez. En el itiImJ.o ToYib podemos disfrutar lapaz del c a m p o . e ~ t a ausencia de manifestacionesvisibles o audid vas l:1ue reflejen el nuevo poderrecin i n a u g u r a d Q . p . J ~ p 6 r i , que ya no slo amenazalos mercados ocltident4s Sino tambin con modifi-car el mapa del Lejano Oriente produce una ex-traa s e n s a c i n q u ~ c ~ me inclinara a llamar fan-tasmagrica. Parecl4l sensaci6n a la que nosembarga cuando luego de haber escalado en silencioki16 metros de la ladera de una montafta fmaImentellegamos a un santuario Shinto en el que nica-mente encontramos vaco soledad un pequeaestructura desierta de tIl dera cuyo aspecto fant -rico rrumpe @ettrre asascuas milenarias de lsQmbra. El.vigW:japons :como la pujanza de su

    a n ~ a . f e no requieren manifestaciones materiales;fotmlU1 parte integral del acervo y la energa con quecuenta;todagran nacn; s diramos el Espritu del Baza.Mientras meditaba sobre estos asuntos me vino ~la memoriael recuerdo de una gran tiudad; una cu

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    dad amurallada que llega al cielo y es procelosacomo e mar. Primero aparece el recuerdo de suestruendo; despus se perfila su visin: un abismo,con una calle situada entre montaas que son casas.Me veo cansado pues anduve muchas horas entreprecipicios de mampostera, sin pisar tierra en n n nmomento s lo lajas y acompaado nicamentepor los estrpitos del trueno. Bajo interminablessuperficies pavimentadas yacen cavernas y senosinconmensurables: formaciones situadas debajo deotras formaciones cuyas calzadas las construyeron elagua, e vapor y el fuego. A ambos lados contemplofachadas de altas torres acribilladas por hileras deventanas; escarpadas arquitecturas que bloquean esol. Encima, el plido riachuelo azul de cielo apa-rece entrecortado por un laberinto de hilos dearaa, infinita red de alambres elctricos. En la man-zana de casas a la derecha habitan nueve mil sim slos inquilinos del edificio de enfrente pagan unalquiler anual de un milln de dlares. Con sietemillones de dlares apenas se pudo completar lafabricacin de las moles superpuestas de mamposte-ra que veo en la plaza lejana, y hay kilmetros ykilmetros de estas moles. Las escaleras de acero ycemento, bronce y piedra, con sus costosas balaus-tradas, cortan pisos y pisos superpuestos que ah seencuentran desde tiempo inmemorial; ningn pielas viola. Los hombres suben y bajan en ascensoresmovidos por fuerza hdrulca, vapor o electricidad;imposible depender de uno mismo dado e vrtigoque produce la altura y l\> inconmensurable de la dis-tancia. Tengo un amigo que paga cinco mil dlaresde alquiler por unas h ~ t i o n e s situadas en el pisocatorce de una monsjruosa edificacin no muylejana; mi amigo jamis ha puesto un pie en las esca-leras. Por pura curosdad me echo a andar; noquiero caminar, me digo, con ningn objetivo serioen mente: los espacios son demasiado vastos, etiempo demasiado valioso para empearlo en tan

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    dilatado esfuerzo los hombres viajan de un distrito aotro y de la casa al trabajo en barcos de vapor Lasalturas son demasiado extremas para que la voz laspueda alcanzar; las mquinas se encargan de dar yobedecer 6rdenes Los mandos abren puertas leja-nas; basta con pulsar un bot n para que cien habita-ciones se iluminen y se calienteny toda esta masa gigantesca es dura lgubremuda; la enormidad del poder matemtico aplicadoa fines utilitarios de solidez y permanencia Estasleguas de fabricaciones suntuosas almacenesestructuras comerciales edificios plausibles o fabu-losos no son hermosas sino siniestras Deprime lasimple sellliaci6n de enormidadque las condbi esavida sin simpata; esa prodigiosa manifestacl6n deun poder despiadado Estas son las lucubracionesarquitect6nicas de la nueva era industrial Imposibledetener el ruido ensordecedor de las ruedas entre elestrpito de los cascos y los pies Para hacer una pre-guntahay que ponerse a gritar en el odo de nuestrointerlocutor; ver comprender y moverse en esteambiente sobrecargado exige una enorme experien-cia El recin llegado se siente consternado como side repente se encontrara en medio de una tempes-tad o de un cicl6n Y sin embargo aqu reina elorden

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    Las monstruosas calles atraviesan nos unen pasa-jes martmos con puentes de piedra o de acero

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    Hasta donde la mirada alcanza reina una confusinde mstiles una telaraa inabarcable de jarcias queimpiden ver una costa formada por acantilados demampostera. Los rboles de un bosque son menosespesos las enramadas de bosque menos densas quelos mstiles y las arboladuras de este laberinto des-mesurado. Y sin embargo reina el orden.

    En trminos generales los occidentales construi-mos para perdurar; los japoneses para desaparecer.En apn construyen pocas cosas con miras a suduracin. Las sandalias de esparto se desgastan yreponen en las diversas etapas de un viaje; los ropo-nes se fabrican con tiras mal ajustadas que luego sedesbaratan para lavar; los ocupantes de un hotelcomen siempre conpalillos nuevos; las ligeras arma-zones s i ji sirven a un mismo tiempo de ventanas yparedes reempape ndose dos veces al afio; las este-ras se cambian en otoo he aqu unos cuantosejemplos fortuitos entresacados de las mil y unanimiedades de la vida diaria que ilustran el conten-tamiento con que los japoneses revisten su sentido

    de impermanencia.Cmo se construye la casa tpica japonesa? Alsalir por la maana veo cruzando la esquina de lacalle que atraviesa ma a unos hombres empla-zando palos de bamb en un baldo. Al regresocinco horas despus veo que ya levantaron el entra-mado de una casa de dos pisos. A la m ii nsiguiente las paredes estn casi terminadas purotrenzado y barro. Para la tarde se ha puesto e tejado.A la maana siguiente veo que ya colocaron todo elesterado y al mismo tiempo han repellado casapor dentro. En cinco das la obra queda terminada.Por supuesto que se trata de. una construccinbarata; llevara ms tiempo acabar una casa mejor.

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    Sin embargo las ciudades japonesas se componenmayormente de este tipo de edificaciones. Son igualde baratas que de sencillas.

    No recuerdo cundo le por primera vez sobre laposibilidad de que la curvatura que aparece en elalero de los techos chinos preserve inconsciente-mente el recuerdo de las tiendas de campaa de lastribus n6madas. Esta idea me obsesonmucho des-pus de haber olvidado desconsideradamente ellibro donde la encontr; y cuando por primeravezen Izumo la curiosa estructura de los viejos templosShintO con sus. extraos saledizos curvos en l remate de los aleros o en el caballete de los tejadosrecord con renovada intensidad la sugerencia deaquel olvidado libro que apuntaba la posibilidad deque estas forlIllLStuyieranun origen ms bienreciente. Aden:ds de Iatradld6n arquitect6nica pri-mitivahay quellomar en consderacn otros facto-res para tratar deexplcar el origen n6mada de losjaponeses. As en toda la.cultura japonesa encontra-mos una ausencia total lo que podrlamos llamatsolidez; y un evidente sentido de transitoriedad sub-raya casi todos.los aspectos de la vida exterior deeste pueblo excluyendo por razones ms queobvias la antiqulJlma.indumentaria campesina y laforma de sus aperos de labranza. Y ello sin pararmientes en que incluso en su relativamente breve.perodo de historia documenUlda.]ap6nha contado

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    con ms de sesenta capitales en su mayor partetotalmente desapercibidas: en t sentido podramosafirmar que en general cada ciudad japonesa sereconstruye en el plazo de una generacin Podramos excluir algunos templos y algunas poderosasfortificaciones; por 16 dems durante los aftas devida de un ser humano ciudad tpica japonesa vealterada su substancia e incluso su forma. En partedebido a los incendios terremotos y dems causasnaturales; no obstante 10que mejor explica esa irreprimible mutabilidad es el hecho de que las casas nose construyen para perdurar. Lagente no tiene casasancestrales. La estructura ms venerada por osjaponeses no es la casa natal sino la sepultura; y enJap n nada es permanente salvo los sepulcros y ellugar donde estn emplazados .los viejos santuarios.El mismo pas es tierra inestable. tos ros cambiande curso las riberas de contorno las llanuras denivel; las cumbres volcncas aumentan de tamao ose desploman; tos de lava o derrumbamientossepultan los valles; surgen y dessparecen lagos.Incluso se dice que la Insuperable f

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    De hecho s610los dioses permanecen; rondan sussantuarios por las altas cumbres difundiendo en lasgrutas y a la hora del crepsculo una suerte de cons-ternacin religiosa intangible quiz por careceresos dioses de substancia y forma. Rara vez los san-tuarios caen en el mismo olvido en que caen lasviviendas construidas por el hombre. No obstanteello es necesario reconstruir los templos Shint

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    mite alcanzar el eterno reposo; he aqu la esencia delbudismo, a todas luces en armona con los aspectosms antiguos de la raza. Aunque el pueblo nunca seinteres demasiado por comprender la profundafilosofa de aquella fe importada, no cabe duda que.la doctrina de la transitoriedad influy marcada-mente, a travs de los aos, en el carcter nacional.Aquella doctrina aclaraba y consolaba; imparta unadosis nueva de valor para sobrellevar las dificultadesde la vida, fortaleciendo la caracterstica pacienciade la raza. Incluso en el arte japons cuya evolu-cin es ms, cuya creacin se rigi por el budismo ela doctrinade la transitoriedadha dejado sus huellas.:El budismo ensea que la naturaleza es un sueo,una ilusin, una fantasmagora; tambin explicacmo captar las efmeras impresiones de ese sueo,interpretndolas en funcin de la ms alta verdad.Esta enseanza se asimil profundamente con eltiempo. Los creyentes han ideado parbolas de sig-nificado eterno basadas en el esplendor de los capu-llos que se abren a la luz de la primavera, o en elvuelo de las cigarras, la muerte reflejada en la hoja-rasca grana del otoo la belleza fantasmal de lanieve o la ilusoria fluctuacin de s olas y las nubes.Incluso las calamidades incendios inundaciones,terremotos, pestilencias han servido de admoni-cin para recordar a los fieles la doctrina de la Desa-paricin Eterna.Todo loque existe enel Tiempo hadeperecer. Los bos-ques lasmontai/as existenparaperecer. Todas lascosas toca-das de deseo nacen en el Tiempo.l ol y /o /11I1 elmismo Sakra rodeado desu sguitotodos ellos sin excepcin perecern; ni uno solo perdurar.n elprincipio /os cosas eran inmutables; alfinal se sepa-rarn enuevo: lascombinacionesproducen diversas substan-ciaspues en lanaturaleza nohaynad {uniforme ni cons/Qnte.Todas las cosas compuestas han de envejecer; las cosas com-puestas son transitorias. Induso; una semIlla de ssamo nocontiene nada que seaperm6Uente ensucomposicin. Todo es

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    pocas palabras pues es menos independiente por-que el carcter particular de su civilizacin desgastala facultad natural de vivir sin mquinas ni grandescapitales acumulados Esta vida artificial implicatarde o temprano una prdida de movilidad e inde-pendencia As antes de mudarse el hombre occi-dental tiene que sopesar y atender a muchasrazones El japons por el contrario deja sencilla-mente el lugar que le desagrada y se marcha sin lamayor dificultad al lugar que atrae Nada puedeimpedrselo La pobreza no es un obstculo sino unestmulo Desembarazado no trae impedimenta oslo la que puede descartar en pocos minutos Lasdistancias no le preocupan La naturaleza hadotado de pies perfectos que le permiten andar confacilidad de ochenta kilmetros diarios; su sis-tema digestivo est qumicamente adaptado aextraer los nutrientes necesarios de diferentes l -mentos que el europeo considera incomestibles; porigual su constitucin fisica hace caso omiso delcalor el fro y la humedad pues vive acostumbrado ano recargar el cuerpo de ropas insalubres habi-tuarlo a la molicie ni al calor de las parrillas decocina y los braseros descartando asimismo la cos-tumbre de llevar calzado de cuero

    pino que la naturaleza de nuestro calzadoimplica mucho ms de que en general supone-mos El calzado de por s ya implica ciertas trabas alalibertad individual Su propio precio indica; peroes su forma caracterstica la que simboliza infinita-mente mucho ms Esta ha deformado el pie occi-dental modificando su estructura original inutili-zndQlo para las tareas sealadas por la evolucinPero estas consecuencias anatmicas no se circuns-criben al pie Todo 10que limita directa o indirecta-mente el aparato de locomocin a la vez transmitesus efectos al resto del cuerpo o cabra decirincluso que el dao es mayor? Tal vez nos sometemosa las convenciones absurdas de la civilizacin

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    actual por habernos sometido durante demasiadotiempo a la dictadura de los zapateros. Puede queciertas deficiencias de nuestro sistema poltico,tico-social y religioso estn en parte relacionadascon la costumbre inveterada de llevar calzado decuero. Someter u ~ o a restricciones inclina a lalarga a someter tambien la mente a diferentes restricciones.

    El japons medio l tcnico competente capazde superar sin esfuerzo a cualquier trabajador occidental de su especialidad est felizmente liberadode sastres y zapateros. Da gusto contemplar sus pies,la salud de su cuerpo, su libertad de nimo. Si deciderecorrer mil kilmetros prepara el viaje en cincominutos. Su equipo completo de viaje no cuestamsde setenta y cinco centavos; todo su equipaje cabe enun pauelo, ondiez dlares puede viajar duranteun afta sin tener que trabajar, o dependiendo simplemente de su capacidad de trabajo o de desplazamiento; puede por igual viajar como peregrino 2 .Podra aducirse que un salvaje hace 10 mismo. Sinduda es as, pero japons medio es un hombreculto que vive desde hace por 10menos mil aos enun ambiente de refinamiento y civilizacin. Esa flexibilidad, de la mano de su tradicin, explican laamenaza que el obrero japons representa hoy dapara los fabricantes occidentales.

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    Nos hemos acostumbrado demasiado a asociaresta capacidad de desplazamiento independientecon la vida de nuestros mendigos y vagabundos ypor ello es que no comprendemos su verdadero sg-nificado. Por igual, la asociamos con asuntos desa-gradables: el desaseo y los malos olores. Sin em-bargo, como bien ha dicho el Dr. Chamberlain, lamultitud japonesa es la ms considerada del mun-do . Un vagabundo japons, si dispone de unos cn-timos se baa a diario con agua caliente o de locontraro se bfia con agua fra En su hatillo traepeines, mondadientes, navajas de afeitar y cepillo dedientes. Nunca se permite ser desagradable. AIlle-gar a su destino puede fcilmente transformarse enun invitado de modales exquisitos que viste con sen-cillez impecable (3) ..Es evidente que a capacidad de vivir sin muebles,sin impedimenta con un mnimo de ropa limpiahace que la raza japonesa nos' aventaje en la luchapor la vida; y pone por igual en evidencia algunospuntos dbiles que caracterizan nuestra civilizaci6n.Esta capacidad nos invita a reflexionar sobre la dis-paratada noci6n de nuestras necesidades cotidianas.No podemos vivir sin carne ni sin pan y mantequilla;necesitamos ventanas de cristal; dependemos paratodo del fuego; nos es imprescindible llevar som-brero camisa blanca y ropa interior de lana; botas yzapatos; tenemos que disponer de bales, carteras,cajas, bastidores, colchones, sbanas y mantas: justotodo lo que descarta un japons, permitindole vivirmejor. Pinsese por un momento en el costo desor-bitado de una prenda de vestir occidental tan impor-tante como la camisa blanca La misma camisa delino, la llamada marca del caballero , es en si unaprenda de vestir intil. No es c6moda ni protege delfro. Su moda es una reliquia de otras pocas en quese consideraba un lujo de clase; hoy no nos hace fll lty su uso recuerda el de esos intiles botones que vancosidos a la manga de los abrigos.

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    vLa falta de monumentalidad en lo que a los gran-des logros conseguidos por Japn se refiere,demuestra el modo caracterstico en que opera sucivilizacin. Si bien es cierto que este funciona-miento no es eterno, por lo menos hasta la fecha halogrado un xito sin precedentes.Japn produce sinlo que en un sentido amplio llamamos entre nostroscapital; se ha transformado en un pas industrial sin

    volverse, en lo esencial, mecnico ni artificial. Suinmensa produccin arrocera se cultiva en millonesde pequesimos cuadros de labranza; por igual lacra del gusano de seda se lleva a cabo en millones dehogares marcados por la pobreza; el t se recoge eninnumerables parcelas de tierra. Si visitramosKyoto para encargar un producto de cualquiera deJos mejores fabricantes de porcelana del mundoreconocidos en Londres y Pars muchomsque en elmismo Japn nos causara un gran asombro ver quela fbrica de porcelana en cuestin no es ms queuna casucha de madera en la que no se dignara avivir un granjero norteamericano. El mayor fabri-cante de jarrones cloisonne, capaz de pedir doscien-tos dlares por una vasija de cinco pulgadas de alto,elabora su milagrosa loza fina en un edificio de dospisos que con toda probabilidad no tiene ms deseis cuartos. Las.mejores fajas de seda obi hechas enJapn, famosas en todo el Imperio, se tejen en hoga-res construidos apenas con quinientos dlares.Incluso las textileras mecanizadas l excelencia desus tejidos arruinado a textileras extranjeras demucha ms capacidad apenas son ms grandes,salvo honrosas excepciones. En su mayora se tratade largos talleres de uno o dos pisos, de gran claridade igual de caros que construir entre nosotros unaserie de establos de madera. Sin embargo, estostalleres fabrican sedas que se venden en todo elmundo A veces, preguntando por el ruido de las

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    maquinarias damos con una de estas fbricas, quecasi no se distinguen de los viejos y s iki o sea, delos antiguos edificios japoneses que albergan algunaescuela , a menos que sepamos leer los ideogramaschinos que adornan la entrada de sus jardines. Enap n existen pocas factoras y cerveceras; pese aubicarse cerca de las colonias extranjeras se consideran incompatibles con el paisaje.Nuestros adefesios arquitectonicos as como laBabel de nuestras maquinarias surgieron de la concentracn de enormes capitales puestos al serviciode la industria. Tales acumulaciones no ocurren enel Lejano Oriente; de hecho, el capital industrial esinexistente. Si en el curso de varias generacionessurgieran en ap n parecidos consorcios de dinerono resulta lificil suponer la construcci6n de parecidos adefesios. No obstante, hasta la fecha, la fabricaci6n de edificios de dos pisos en los centroscomerciales ms importantes del pas ha dado malosresultados; adems, es probable que los seismoscondenen para siempre a ap n a construir con sencillez. propia tierra parece rebelarse contra laimposici6n de una arquitectura occidental y ocasionalmente incluso se oponea la construccinde nuevasvas de comunicaci6n levantando y retorciendo losrieles del ferrocarril.

    Tanto la industria como el gobierno siguen suscaminos, sin consolidarse. S6 el Trono es inmuta-36

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    someter el volumen total de sus cuarenta millonesde habitantes al rasero de ciertas ideas representadaspor sus dirigentes del mismo modo que el vientonivela las aguas y las arenas. Este sometimiento con-formista participa de una tradicin que en lo esen-cial est condicionadapor un raro altruismo y una feirreprochable. La ausencia relativa de todo tipo deegosmo individual en el carcter nacional ha sal-vado al Imperio permitindole a un gran pueblocomo el japons preservar su independencia pese alas dificultades con que tropieza. En este sentidoJapn tiene todo que agradecer a sus dos grandesreligiones creadoras y perservadoras de un podermoral: las creencias i n t ~ ensean al individuo apensar primero en l Emperador y el pas y luego enla familia y la persona; El Budismo por su parteensea a aceptar el sufrimiento resistir el dolor yreconocer la ley eterna de la desaparicin de lascosas amadas y de la tirana de las cosas odiadas.En nuestros das la propensin al endurecimientoes evidente; existe el riesgo de una movilidad ten-dente a un tipo de integracin burocrtica seme-jante a la que como se sabe produjo el ulteriordebilitamiento de China. Los resultados morales dela nueva educacin son inferiores a los avancesmateriales. Apens podr acusarse a los japonesesdel siglo prximo falta de individualidad en unsentido puramenteegosta Incluso el componenteestudiantil ya refleja un concepto nuevo del vigorintelectual basado en la agresividad y la egolatra.La transitoriedad dice un autor japons olvi-dando las. eneeanzas budistas es la esencia denuestra vida en el sentido de que a menudo vemospersonas que ayer eran ricas y hoy son pobres. Elloproviene de la competenca .entre los seres huma-nos de acuerdo con las leyes de la evolucin. Esta-mos expuestos a esa competencia. Tenemos queenfrentarnos aelJa aunque no sintamos inclinacinalguna a hacerlo. Con cul espada combatir? Pues

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    con la del conocimiento, forjada por la educacin . resumidas cuentas hay dos modos de cultivar elYo. Uno conduce al desarrollo excepcional de cier-

    tas cualidades nobles mientras que del otro mejorsera no decir nada. Sin embargo, el primer camino,desgraciadamente, no es el que el nuevo pn hacomenzado a recorrer. Confieso estar entre quienespiensan que el corazn humano, incluso al nivel dela historia de una raza, tiene infinitamente muchoms valor que el intelecto que, tarde o temprano,podr responder infinitamente mejor a los cruelesenigmas planteados por la Esfinge de la Vida. Sigopensando que los antiguos japoneses estaban mscerca de solucionar esos enigmas porque reconocanla grandeza de la belleza moral como algo mayor quela grandeza intelectual. Y, a modo de conclusin,quiero citar un pasaje de Ferdinand Brunetere,quien en un ensayo sobre la educacin dice:

    Todas nuestras medidas docentes sern intilessi no nos esforzamos por inculcarles a los hombreslas palabras admirables de Lamennais: La sociedadhumana se basa en la mutu correspondencia osacrificio del hombre por el hombre o de un hombrepor todos los dems; el sacrificio es la esenciamisma de una sociedad verdadera. Esto es lo quevenimos desaprendiendo desde hace casi un siglo;39

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    resulta pues necesario volver a estudiar esta cuestinpara refrescarnos la memoria. Sin ese estudio, no vaa haber sociedad ni educacin, a menos en sen-tido de que el objetivo de la educacin es moldear hombre a la sociedad. Hoy en da el individualismoes mayor enemigo de la educacin y por consi-guiente de todo el orden social. ofue siempre as;pero a eso hemos llegado. No siempre ser as; peroahora lo es. Si no luchamos por acabar por completocon este enemigo o cual implica ir de un extremoa otro acabaremos por favorecer a la familia, lasociedad, la educacin y la nacin a expensas de unverdadero individualismo.

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    C PITULOU C NT NTE MI PUERTna mujer con sus misen 1 , acompaiiada de unmuchacho de siete u ocho aos, se present a cantardelante de mi casa. Vesta traje aldeano, con una toa-lla azul amarrada a la cabeza. Era fea; su rostropicado de viruelas aumentaba su fealdad natural Elmuchacho traa un fajo impreso de baladas.Los vecinos comenzaron a apiarse en el patio a laentrada, en su mayora madres jvenes y nieras conchiquilines a la espalda, aunque por igual hubieraviejos y viejas entre los presentes, los inky jubila-dos del vecindario. ambin los conductores ejin-rikish el ricksh w o ricksber chino dejaron sus esta-cionamientos situados a una cuadra para venir a

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    escuchar a la mujer; al rato ya no caba un alma en elpatio.La mujer se sent en un escaln a la entrada yluego de afinar ls mis n toc unos acordes de acompaarniento; los presentes se sintieron hechizados;atnitos, estuvieron mirndose fijamente mientrassonrean.De los feos labios desfigurados de la mujer brotentonces el trmulo milagro de una voz joven, profunda, indescriptiblemente conmovedora en supenetrante dulzura. Mujer o ensalmo de los bosques? pregunt alguien. Unamujer, pero una grandsima cantante. Su modo de taer el s mis ndejara arrobada a la g ish ms consumada; aunque jams se oy6 cantar a una g ish ni nuncahabamos odo interpretar una canci6n como sta.Cant como s6lo puede cantar una campesina conritmos guturales tal vez aprendidos de las cigarras ylos ruiseores silvestres y con tonos, semitonos ycuartos de tono jams transcritos al lenguaje musical de Occidente.Mientras cantaba el pblico empez6 a llorar ensilencio. Yo no lograba discernir la letra de la composicin; pero sent que su voz me llenaba el coraz6n con la tristeza, la dulzura la pacenca de la vidajaponesa: era una voz dolorida que buscaba algo inexistente. A nuestro alrededor parec fandrse yvibrar una ternura invisible; en m se suscitaron aladas sensaciones de lugares y pocas olvidadas que seentremezclaron con entimientos profundamenteirreales, sentimiento que no podran relacionarsecon ningn lugar o tiempo localizados en la me-moria.Entonces me di cuenta que la cantante era ciega.Al terminar la cancin le rogamos que entrara acasa donde empezamos a hacerle preguntas. En otrapoca, su vida fue bastante acomodada, y de nifiahaba aprendido a tocar el samis n El chiquillo erahijo suyo. Su marido estaba paralizado. La viruela la

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    haba dejado ciega. Se senta fuerte y era capaz derecorrer grandes distancias. Si el muchacho se can-saba 10llevaba a cuestas. Poda mantenerlo, al igualque al esr.0so postrado, porque siempre que cantabala gente e daba comida y unos cntimos... Esa era suhistoria. Le dimos algn dinero y la comida; despusse march precedida por su hijo.

    ,Compr un ejemplar de la balada que haba inter-pretado, en la que se narraba un pacto suicida queocurri hace poco:Dolorosa tonada deTamayon y. Takejiro, compueJtaporTa1eenara Yon de la Cuarta Prfectura, Nmero Catorce,

    Nippon-baJhi, Distrito Sur, GiudaddeOJa ea La cancinestaba evidentemente impresa sobre un plancha demadera; contena dos pequeas ilustraciones. Enun se vea a un muchacho y un muchacha lamen-tndose. En la otr especie de florn aparecanuna escribana, un lmpara que daba una luz morte-cina, una carta abierta, poco de incienso quemn-dose en un taza y un { arr6n con Jhi1eimi es plantasagrada que emplea e ceremonial budista para ren-dir tributo a los muertos. El extr o texto en letracursiva semejante a signos taquigrficos perpendi-culares produjo la siguiente traduccin:_ En la Primera Prefectura de Nichi-Hommachi, enOJa/ea la a amda i hdolor de est relato) Jhinjul43

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    Tamayon, diecinueve aRos, mirarla era enamorarse,como le aconteci al joven trabajador Takejiro':Por dos vida.s f u ~ r s hacen voto solemne Oh dolor deemer a unagetSMEn losbrazos setatan a Cola deDragn y el ideograma' mb' viven sinpreocupaciones...Pero lnopuedepagar cincuenta y cinco yenpara liber-tarla Oh corazn acongojado de TakejirolHacen un pacto suicida pues no se podrn casar eneste mundo...

    Los amigos de Tamayonprometen traerincienso y floresIPiedad, puesfueron como roaoTamayon alza la copa de vino colmada dellfquido quebeben quienes se comprometen a morir...''Oh escndalo delos amantes suicitlas -IPiedad, porsusvidas dilapidadas .En pocas palabras un relato bastante ordinario ycompuesto por unos versos novedosos. La espln-dida ejecuci6n del relato se deba a la voz de lamujer. Mucho despus de haberse ido su voz parecaflotar todava a mi lado dejando en mi interior unaestela tan inigualable de dulzura tristeza que me viobligado a tratar de comprender el secreto de aque-llos acordes mgicos.

    or eso transcribo estas meditaciones: na canci6n una meloda cualquier msicaimplica en genera una evoluci6n de sentimientos44

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    primarios expresados con naturalidad la evolucinde un discurso espontneo de dolor jbilo o pasincuyas palabras se expresan mediante tonos. Al igualque los idiomas varan este lenguaje de tonos encombinacin vara por igual. De al que ciertas melodas que a los occidentales no nos conmuevenen absoluto cautiven ntimamente a una raza cuyasemociones y cuya vida espiritual difieren de lasnuestras como el color azul difiere del amarillo...Pero a qu se deben las hondas emociones que suscit en rr u extranjero- aquel canto orientalque ni siquiera podra aprender aquel canto tradicional ejecutado por una mujer ciega del pueblo?No cabe duda de que la voz de la cantante poseaciertos atributos que hicieron vibrar en m toda unasuma de experiencias que va ms all de las experiencias de una raza; aquella voz roz algo tan hondocomo la misma vida humana y algo tan antiguocomo el propio conocimiento del bien y del mal.Hace veinticinco aos en una noche de verano oa una muchacha dar las buenas noches a un transente en un parque londinense. Fue todo lo que obuenas noches . Nunca supe quin era la muchacha: ni siquiera le pude ver la cara; y nuncams volva or aquella voz. Sin embargo despus de pasar cienestaciones todava recuerdo aquelt buenas nochesque suscitara en rr una incomprensible doble emocin de placer y dolor; placer y dolor; sin duda quenada tenan que ver conmigo con mi propia exstenca sino con previas existencias y soles apagados.En verdad hechizo que produce una voz oda enuna sola ocasin no puedeprovenir de este mundo.Tiene que surgir del sitio de las vidas olvidadas queno tiene fin. No cabe duda de que jams hubo en mundo un par de voces que tuvieran precisamente lamisma calidad No obstante la expresin de los afectos contiene una ternura de timbre que es comn alas miradas de voces de la humanidad. Incluso lamemoria ancestral concede al recin nacido el sent-

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    do particular de ese tono tan amado Memoriaancestral que sin duda explica de igual modo conocimiento de los tonos diversos de simpatadolor y piedad Y as la cancin de una ciega escu-chada en esta ciudad del Lejano riente pudo reavi-var incluso en la mente de un occidental emocionesmucho ms profundas que las de un simple indivi-duo; suscitar una vaga muda conmocin de doloresignorados borrosos impulsos amorosos de genera-ciones olvidadas Los muertos nunca mueren deltodo ormitan en los ms oscuros entresijos de uncorazn fatigado o de un cerebro que jams des-cansa y as en ciertas ocasiones el individuo depronto experimenta un sobresalto que surge del ecode una voz que hace rememorar

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    CAPITULO 4NOT S E I RIO E VI J

    ren Osaka-Kyoto15 de abril de 1895.. Somnolienta en un vagn de tren imposibilitadade recostarse un japonesa se llevar la manga delquimono al rostro antes de ponerse a dormitar. En elvagn de segunda en que viajo hay tres mujeres sent s l lllal lado de otra descabezando un sueo;los rostros cubiertos por la manga izquierda del quimono. se mecen al unsono con el vaivn del trencomo si fueran suaves lotos que un corriente hiciera vacilar. El uso de la manga izq ierd puede

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    ser fortuito o instintivo; probablemente sea instin-tivo, pues la mano derecha es la que mejor sirve paraaferrarse a una agarradera o al asiento delantero decualquier vehculo en caso de que haya un frenazorepentino . Se trata de un espectculo a la vez her-moso y divertido en particular, hermoso , ejemplode la gracia refinada con que procede una japone-sa: siempre del modo ms delicado y menos egostaque se puede concebir. Algo, incluso, pattico, portratarse tambin de una actitud de pena y, en ocasio-nes, de fatigosa imploracin. Y todo ello productode un entrenamiento que considera como un debermostrar siempre ante el mundo un rostro feliz.Hecho que me recuerda un caso.Siempre tuve la impresin de que un sirviente queestuvo con nosotros muchos aos era el ms feliz delos mortales nvariablemente se echaba a rercuando le dirigan la palabra y siempre pareca estarencantado con sus quehaceres; pareca vivir ajeno alos pequeos sufrimientos de la vida. Pero en unaocasin pude observarlo cuando se crea a solas y mesorprendi el cariz que mostraba su rostro despreve-nido. No era el mismo rostro. Lo recorran profun-das arrugas de dolor y rabia que hacan parecerveinte aos ms viejo. Tos suavemente para anun-ciarme. Inmediatamente, aquel rostro se suaviz,iluminndose como en un milagroso rejuveneci-miento. Milagro, sin duda, de eterno control desin-teresado.

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    Kyoto 16 de abril.

    Las maderas de la pequea habitacin del hotelque ocupo estn abiertas; instantneamente el solde la maana plasma en las s Aj ms all del rastrode los dorados rectngulos que aparecen sobre elsuelo la sombra precisa de un peral no muy alto.No hay pintor vivo n siquiera japons quepueda superar aquella silueta Un replandor azuloscuro reluce sobre un fondo amarillo; la maravi-llosa imagen arroja incluso tonos ms fuertes o msdbiles segn la variable distancia a que se encuen-tren las invisibles ramas del rbol. Medito sobre laposible influencia en el arte japons del uso delpapel en la iluminacin y decorado de las casas. enoche un hogar japons con todas las s jcerradas parece una gran linterna de papel: una lin-terna mgica repleta de sombras interiores reteni-das. edia las sombras que caen sobre las s jvienen del exterior; a primera hora cuando losrayos del sol caen de soslayo pueden ser maravillosascomo sucede ahora mismo en esta habitacinsimada sobre un jardincillo de belleza remota.

    Nada tiene de absurdo el antiguo relato griegoque fija los orgenes del arte en un primer intentoinocente de dibujarsobre una pared la silueta delamado. Es muy probable que todo el sentimientoprimero del arte y de lo sobrenatural surgiera ensus inicios del estudio de las sombras. Aqullas quelas shoj reflejan son tan notables que de ah podra-mos inferir ciertas facultades pictricas nada primi-tivas n nada fciles de explicar que los japonesestienen desarrolladas al mximo. Hay que tomar enconsideracin entre otras cosas la calidad del papeljapons que refleja las sombras mucho mejor que elcristal esmerilado asf como el carcter particular deesas sombras. La vegetacin occidental apenas49

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    puede propocionar siluetas tan delicadas como la delos jardines de rboles japoneses que despus desiglos de esmerada atencin alcanzan ese aspectoencantador que tanto los aproxima a la naturaleza.Hubiera querido que papel de estas s i ji fuesecomo una placa fotogrfica sensible a la primeraimpresin gozosa que despide un sol rasante.Empiezo a lamentar su deformacin: la bella siluetareflejada en el papel ha empezadoa difuminarse.

    Kyoto 16 de abril.

    De toda la peculiar belleza de Japn no hay nadams hermoso que subir a las cumbres dedicadas alculto o la quietud: esas Sendas que conducen a Nin-gn Sitio yesos Peldaos que Ilevan a Nada. .Por lo visto su peculiar encanto s basa en encanto de lo espontneo efecto de una artesanaque hace juego con las ms delicadas ambentaco-nes de luz forma y color de la naturaleza unencanto que se desvanece en das lluviosos; pero quenunca deja de maravillar por SU armona .En ocasiones el ascenso se inicia por una empi-nada avenida empedrada de.casi un kilmetro .delargo que est flailqueada por umbrosas alamedas.

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    Llegamos a una larga fila de escalones que subiendoentre verdes tinieblas desemboca en una terrazaalta, sombreada de rboles aosos y corpulentos;otros escalones conducen entonces a otras terrazas,todas en sombra. n fatigoso ascenso, sin duda,hasta que por fin, pasada una tor 1) gris, surgenuestro objetivo: un pequeo santuario de madera,descolorido y vaco: un m y ShinW. El golpe quenos sacude, en el umbro silencio de aquella altura,luego del sublime y largo trayecto recorrido, brotade la esencia misma de lo espectral; alucinante, porsurgir del vaco.Hay muchedumbres inabarcables que aguardan a.aqullos que anhelan parecidas experiencias budstaso Podra, por ejemplo, sugerirle al lector unavisita de los terrenos de Higashi Otani, situados enKyoto. na gran avenida conduce al atrio de untemplo que da a una terraza amurallada a la que sellega subiendo una escalera con peldaos de cincuenta pies de ancho; masivos, cubiertos de musgo yflanqueados por una magnfica balaustrada. Laescena recuerda los alrededores de cualquier jardnde delicias de la poca del ecamerdn Al llegar a laterraza, slo vemos una cancela que de pronto nosrevela un cementerio Quiso indicar aquel jardnero-arquitecto budista que toda ostentacin, todopoder y belleza acaban siempre en el silencio?

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    IVKyoto, 19-20 de abril

    Dedico casi tres das completos a la ExposicinNacional, tiempo apenassuficiente para dilucidar elcarcter y significado generales de la exposicin.Industrial, a grandes rasgos, pero sin dejar de deleitar en casi todos sus aspectos, gracias a la genialincorporacin de los artstico a la gamavariada de laproduccin en masa. El comerciante extranjero, ocualquier observador que sea ms perspicaz que yo,encontrar en todo esto significados ms siniestros:en concreto, la amenaza ms formidable que jamshaya planteado Oriente a la industria y el comerciooccidentales. En comparacin con Inglaterra ,escribi un coresponsal del Times de Londres, paratodo ellos cobran la cuarta parte de nosotros. La historia de la invasin japonesa de Lancashire es msvieja que la historia de la invasin de Corea o deChina. Sin duda una conquista pacfica, un procesoindoloro de depauperacin que virtualmente haculminado... La exposicin de Kyoto es otra prueba del inmenso desarrollo de la empresa industrial japonesa... Un pas cuyos trabajadorescobran un promedio de tres chelines semanales, ycuyos gastos ordinarios son proporcionales a susueldo, podr en condiciones generales de igualdaddestruir a aquellos cOlp-petidores t ~ y s costos seancuatro veces mayores que los que tillfiejan las tarifasjaponesas . Por visto, elji f tSlll b:dustrial anticiparesultados inesperados. ./

    El precio de entrada a la exposicUm es tambin unasunto importante. Cinco escasossrnl No obstante,incluso a este precio, va a ser posible recaudar unasuma fabulosa tan grande es la matea de pblico .A diario llegan a la ciudad multitudes campesinas n su mayora vienen a pie, como si acudieran enperegrinacin-o No cabe (luda que para estas.rIadas

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    el trayecto es un peregrinaje por tratarse de un festival cuya inauguracin consagra la construccin deuno de los ms grandes templos ShnshPienso que en lo artstico la muestra es inferior ala de la Exposicin de Tokio de 1890. Hay algunaspiezas excelentes pero ms bien son rocas. Tal vezello sea evidencia del afn naciona por canalizartoda su energa y talento en direccin a las ganancias; vemos que en aqullos ramos ms vastos en losque el arte y la industria se combinanp rejemplola cermica esmaltados marquetera y bordado-las muestras son costosas y de la mayor excelencia.Cuento con la mayor franqueza que el alto preciode ciertos artculos en exhibicin sugiri a un amigojapons la siguiente socarronera: Si China adoptael modelo industrial occidental nos va a desbancar at s en el mercado mundial.Puede que en productos baratos respond. Nohay raznalguna que justifique queJapn tenga quedepender totalmente de la fabricacin de artculosbaratos. A mi juicio Jap6n podra confiar ms en lasuperioridad de su arte y su buen gusto. El genioartstico de un pueblo posee un valor particular contra el que toda competencia basada en la mano deobra barata es intil. Un ejemplo evidente entre lospases occidentales es el de Francia. Su riqueza noest basada en la capacidad de vender ms baratoque sus vecinos. Sus productos son los ms caros delmundo: negocia con artculos de lujo y belleza. Sinembargo sus productos se venden en todos los pases civilizados del mundo por ser los mejores en suclase. Por qu no podr Japn convertirse en laFrancia del Lejano Oriente?El punto dbil de la exposicin de arte es el dedi d ~ a los leos -leos a la manera e u r ~ b : :Nada impide a los japoneses pintar marav alleo aplicando sus propios mtodos de expresinartstica. Sin embargo los ensayos realizados conmtodos occidentales slo han producido media-

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    nas, incluso en aquellos trabajos que exigen conexclusividad la presencia de un pincel realista. Uncuadro ideal al leo, segn cnones occidentales, noest todava al alcance de los japoneses. Tal vez msadelante descubran por s mismos un nuevo caminohacia la belleza, incluso en la pintura al leo, y adapten sus mtodos a las necesidades particulares delgenio de la raza; hasta la fecha sin embargo no hayindicios de tal cosa.Una tela que representa a una mujer completamente desnuda contemplndose en un espejo decuerpo entero produjo una desagradable impresin.La prensa japonesa exigi que retiraran el cuadro, ala vez que expresaba unos juicios nada favorables alarte occidental; Sin embargo, aquella tela era obrade un pintor japons. Sin duda una chorrada; noobstante, le haba fijado, audazmente, el elevadoprecio de tres m dlares.Permanec un rato junto al cuadro a fm de estudiar su. efecto sobre la gente aldeanos en suinmensa mayora-o Lo miraban azarados, se echaban a rer desdeosamente, soltaban alguna exclamacin ofendida y se alejaban a mirar los kt kemo lOen realidad mucho ms valiosos y dignos de contemplacin pese al bajo precio entre diez y cincuentayet de venta. Los comentarios en {eneral iban diriSidos contra las ideas extranje.ras delbuen gustoaquel retrato fue hecho conmentalidad europea . Anadie se le ocurri pensarque se trataba de una obrajaponesa. De representar a una mujer japonesa,dudo que la gente hubiera tolerado siquiera supresencia.

    Ahora bien, todo el desprecio que se puso demanifiesto ante aquel cuadro no era injustificadG.Laobra careca de ideal; Representaba, con la mayorsencillez, a una mujer desnuda, reflejando una situadn en la que a ninguna.mujer le gustara dejarsever. El retrato de una mujer simplemente desnuda,por bien ejecutado que est, no puede considerarse

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    como un arte sipor el mismo queremos dar a enten-der un ideal En el realismo de aquel cuadro radicabasu carcter ofensivo El desnudo ideal puede serdivino lms divino de los sueos con que el hom-bre expresa sobrehum no o Sin embargo unapersona desnuda no es en ningn sentido divina Ladesnudez ideal no precisa vestimenta alguna pues suencanto estriba en la armona de unas lneas que nose han de velar ni interrumpir El cuerpo humanoreal y vivo carece de una geometra divina Pre-gunta: Puede justificarse una desnudez gratuita enla que el pintor no hace nada por despojarla de todoresiduo real o individual?Hay texto budista que considera verdadera-mente sabio a quien vel s SflSdesprovist s eindividu -lid d Esta percepcin budista es la que define laverdadera grandeza del arte japons

    vSurgeronsunos pensamientos:La desnudez divina abstraccin de la belleza idealestremece el ojo extasindolo deleitndolo sin quepor ello falte una buen dosis de melancola Pocasobras de rte estremecen porque son muy pocaslas que se ctr n a la perfeccin Sin embargo haymrmoles y gemas que extasan como tambin

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    extasian, ciertos bocetos basados en su observacin;por ejemplo, los grabados que publicara la Sociedadde Diletantes. Mientras ms se contemplan, mayorel asombro, pues no hay all rasgo que, parcial ototalmente, no supere en belleza a cualquierrecuerdo personal. Por eso, se consider6 por muchotiempo que el secreto de este arte era algo sobrena-tural; y, en verdad, el sentido de belleza que comu-nica es ms humano ultraterreno por as decir;como si estuviera ms all de vida presentesobrenatural, en cuanto sensaci6n inalcanZable.En qu consiste este estremecimiento?Hace recordar, misteriosamente, y es a todas lucessemejante, a la sacudida psquica que sentimosdurante la primera experiencia amorosa. Plat6nexplic6 el estremecimiento que la belleza producediciendo que era como el vago recuerdo del Alma9ue de pronto retorna al Mundo de las Ideas Divinas. Quienes ven reflejados ac alguna imagen orecuerdo de las cosas de all, se sienten como estre-mecidos por el trueno y, de algn modo, participandel xtasis. Schopenhauer llam6 al primer estreme-cimiento amoroso Voluntad del Alma de la Raza. Elpositivismo spencerianodeclara ya en nuestra pocaque. la poderosa de las pasiones humanas, almanifestarse por primera vez, precede de modo abso-luto a cualquier experiencia personal. As, pensa-miento antiguo ymoderno tnetllfisicay ciencia-concurren; reconocen que la primera sensacin pro-funda de belleza que el individuo experimenranotiene nada personal.No debera sostenerse una verdad parecida en loque al supremo estremecimiento artstico se refiere?m ideal humano que expresa el arte supremo, sindudaguarda relaci6n con la experiencia Inmemorialde algo sagrado que subyace la vida afectiva del con-templador, algo que ste ha heredado de innumera-bles antepasados.ISin duda innumerables

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    entorno Transformaron la desnudez en algo divino;y todava nos obligan a sentir hoy da esa divinidadcasi como ellos mismos la sintieron Puede que loconsiguieran por estar dotados como dijera Emer-son de sentidos perfectos Y no evidentemente por-que eran bellos como sus estatuas o hay serhumano que pueda serlo S6lo una cosa est clara;los griegos vislumbraron y fijaron con la mayorpureza su ideal compuesto de innumerables millo-nes de recuerdos; y como si fuera una gracia ances-tr llo supieron volcar en ojos y prpados garganta ymejillas boca y mentn cuerpo y piernas y brazosLos mrmoles griegos son testigos de que no hayindividualidad que podamos considerar absoluta deque la mente es un compuesto de m s como el cuer-po lo es de clulas

    VIKyoto 21 de abril

    Acaban de completarse los ms nobles modelos dearquitectura religiosa de todo el Imperio; la granCiudad de los Templos acaba de enriquecerse condos construcciones que probablemente jamshayan sido superadas en los diez siglos de su existen-cia Una regalo del Gobierno Imperial; la otradel pueblo58

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    El regalo del gobierno es el Dai Kioku Den edifi-cado para conmemorar el gran festival en honor deKwarnmu Tenn quincuagsimoquinto emperadorde Japn y fundador de la Ciudad Sagrada. El Da-Koku Den est dedicado al Alma de este Empera-dor: por consiguiente se trata de un templo Shintlll ms grandioso de sus templos. Sin embargo suarquitectura no es Shnt sino ms bien un facsmil aescala del antiguo palacio de Kwarnmu Tenn Lareaccin nacional ante un edificio que pese a sumagnificencia se aparta de la arquitectura tradicio-nal de los santuarios as como l profundida po-tica del sentimiento de reverencia que sugiri suconstruccin s610 puede ser comprendida a fondopor quienes saben que Japn a los efectos prc-ticos todava se rige por el culto de los muertos.Por encima de la belleza de los edificios del Dai-Kioku Den e incluso estando en la ciudad ms anti-gua del Japn interesa hacer notar el asombro queproducen; parece que contaran al cielo con cadauna de sus arqueadas Ifneas rematadas por tejadospuntiagudos la historia de otra edad ms fabulosa.Los elementos ms impresionantes del conjunto anivel intrnseco son las puertas de entrada com-puestas de dos pisos y cinco torres verdaderosensueos chinos diramos o Sorprende l mismocolor de l construccin que atrae tanto como laforma en particular porJa elegante utilizacin delverde caparrosa en los tejados policromos. Sin dudala augusta Sombra de Kwammu Tenn podr rego-cijarse con esta encantadora evocacin del pasadolograda mediante una especie de nigromanciaarquitectnica.El regalo del pueblo a Kyotll es todava ms gran-dioso. Se trata del glorioso Higashi Hongwanji templo Shinshii oriental de Hongwan . El lectoroccidental podr hacerse una idea de su aspecto sipiensa que cost ocho millones de dlares y que seemplearon diecisiete os en su construccin. Cer

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    tos edificios japoneses ms baratos superanostensiblemente en tamao; no obstante quien estfamiliarizado con la arquitectura budista sagrada deJap6n reparar de inmediato en la dificultad de construir un templo de ciento veintisiete pies de alturaciento noventa y dos pies de profundidad y ms dedoscientos pies de largo. Dada su peculiar confguraci6n y en concreto dado su tejado de vastas e irrefrenables curvas el Hongwanji parece mucho msgrande de que es u aspecto montaoso produce esta impresi6n . Nos encontramos con unaconstrucci6n que en cualquier pas se consideraraprodigiosa. Sus vigas son de cuarenta y dos pies delargo y cuatro pies de grueso; los pilares tienen unacircunferencia de nueve pies. Se colige el aspecto dela decoraci6n interior si tan s6lo se piensaque pintarla flor de loto que aparece reproducida en los biombos situados tras el altar mayor cost diez mil dlares. La obra en su casi totalidad se hizo con lacalderilla recaudada entre campesinos que trabajande sol a sol con indomitable tesn pensar que hayquien dice que budismo est extinguindoseMs de cien mil campesinos presenciaron lasolemne inauguraci6n. La multitud se sent6 sobrenumerosas esteras colocadas en el patio mayor. Ahla vi aguardar a que dieran las tres de la tarde. Aquelpatio era un hormiguero humano. Sin embargoaquella hueste numerosa esper bajo un sol de justicia sin probar bebida a que las siete comenzaranlas ceremonias. En un rinc6n del patio mayor mellam6 la atencin un grupo de unas veinte muchachas todas de blanco y tocadas de unos curiososgorros igualmente blancos ; por curiosidad pregunt quienes eran. Uno de los presentes me respondi6: Como toda esta muchedumbre debeesperar muchas horas se teme que algunos se pongan malos. Por consiguiente han habilitado ungrupo de enfermeras profesionales para asistir a losenfermos. Igualmente ah tiene camillas y camille-

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    ros listos para entrar en accin. Y numerososmdicoso pude dejar de admirar tanta paciencia y fe. ocabe duda de que los campesinos aman profunda-mente este maravilloso templo en ltima instanciadirecta o indirectamente creacin suya. ohayaspecto por pequeo que sea de su construccinque no haya sido realizado como un acto de amor;las poderosas vigas que revisten el techo fueron aca-rreadas desde lejanas laderas de las montaas deKyoto empleando cables construidos con el pelo del s madres budistas y de sus hijas. Uno de esoscables preservado en el templo tiene ms de tres-cientos sesenta pies de largo y casi tres pulgadasde dimetro.Derivo una enseanza de la fundacin de estosmagnficos monumentos expresin del senti-miento religioso nacional: los valores ticos y laprosperidad van a crecer a un mismo ritmo. Lapobreza explica de momento la aparente decaden-cia del budismo. Sin embargo viene una poca dedesarrollo material. Ciertos elementos formales delbudismo estn condenados a desaparecer; ciertassupersticiones Shnt morirn. En su lugar resurgi-rn la verdad y las esencias con ello aumentando sudifusin; esas esencias enraizarn. ms a fondo en corazn de la raza fortalecindolo y preparndolopara estar a la altura de esa vida ms compleja ymucho ms dura que se avecina.

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    VIIKob 23 de abril.

    Entr varias veces a la exposicin pesquera deHygo emplazada en un jardn junto al mar llamado Waraku-en; es decir Jardn de la GozosaPaz . Su disposicin recuerda los viejos jardinesartificiales japoneses y no desmerece de su nombre.Aunos pasos se encuentra la gran baha con sus barcos pesqueros faenando y el blanco despliegue delos veleros deslizndose bajo el esplendor de la luz.Al fondo ocultando el horizonte la distancia irisade malva las majestuosas crestas de la cordillera.Vi estanques de formas curiosas llenos de claraagua salina en que .nadaban hermosos peces multicolores. Visit el acuario con sus insospechadasvariedades de peces escurrindose tras el cristal:peces con forma de cometas de papel peces que recordaban la hoja de una espada o que parecan haberse adornado con S lS propias entraas; vi lindospeces de color mariposa retozando como si sus aletas fueran bailarinas que hicieran ondular las mangas de sus blusones.Vi toda clase de modelos de barcas redes anzuelos trampas y linternas recubiertas de mimbre parapescar de noche. Vi grabados que representan diversas modalidades de pesca yvi modelos y cuadrosqueilustran la caza de la ballena. Vi uno terrible; unaballena agoniza t ~ en ~ r e d g i g a ~ t e s c aentre botes a punto de v o 1 t e ~ e n J l J l torbellino deespuma roja y un hom b t d E s n u ~ o q .ue va montadosobre el lomo del m O Q . S t r u o ~ o e l l ~ c e o una figurasolitaria que d e s ~ c ; a : c n t t l l : e l c l e ~ ~ y que hinca ellargo acero en animal461 q u ~ lnota como unafuente chorro de sangre;..A milado unos padresjaponeses explican aquella escena su hijo; oigodecir a la madre:Cuando la ballena e ~ t 4 apulitQ de morir habla;

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    le pide socorro al Divino Buda i amu mid13HtJuLuego fui a visitar otra seccin del jardn dondehay ciervos domesticados, un oso dorado en sujaula, pavos reales en una pajarera y un simio. gente dio de comer pastelillos a los ciervos y al oso,intent animar a un pavo real a que abriera la cola ala vez que atormentaba cruelmente al simio. Mesent a descansar un rato en la galera de cristal deuna casa de recreo cercana a la pajarera; la familiajaponesa que haba estado contemplando el cuadroque representa la caza de la ballena vino a sentarse ami lado; al rato o que el muchacho deca:Padre, en el bote va un pescador muy, muy viejo.Por qu no entra al Palacio del Dragn-Rey de losMares, como hizo Urashima?El padre contest: Urashima captur una tortuga que no era realmente una tortuga sino la Hijadel Dragn-Rey. Fue entonces que su bondad se viorecompensada. Pero el viejo pescador del cuadro noha apresado ninguna tortuga, y en cualquier caso,est ya mur viejo para casarse. Por eso, no entraral Palacio.El chiquillo se puso luego a mirar las flores y lasfuentes, aquel mar baado por el sol con sus lelasblancas y las montaas malvas en la distancia; entonces, dijo de repente:Padre, cree Ud que puede haber un sitio mshermoso que ste en el mundo?El padre s O ~ I c a ~ o ~ e n t e Yya a punto decontestar oy qu el chiquillo lanzaba un grito yponindose de pie juntabasus manecillas en seal dejbilo porque el pavo real haba abierto de prontoen todo su esplendor.Ja cola. La gente se acercapresuradamente a la pajarera. Por eso nunca llegua or la respuesta del padre a tan linda pregunta.Sin embargo, luego pens que hubiera podido responder:Hijo, este lugar es muy bello. El mundo est

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    C PITULOMONJ DEL TEMPLO MID

    1Cuando el Seor del marido de O Toyo uprimo lejano de aqul a quien la familia dopt porpuro mor lo hizo venir a la capital su esposa nose inquiet en lo ms nnimo por el futuro. Simple-mente se sinti triste. Era la primera vez que se sepa-

    raban desde el da en que se celebraron sus nupcias.En todo caso O Toyo contaba con la compaa desus padres y sobre todo por amarlo ms cos quejams negara a confes rse de la de su hijo. Ade-ms siempre andaba muy atareada. Haba un n -nidad de quehaceres domsticos que atendermucha ropa que bordar en seda y algodn.65

  • 8/13/2019 Hearn Lafcadio - Kokoro

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    Una vez al da, a una hora determinada, 0 Toyo leaderezaba al marido ausente, en su habitaci6n favorita, unas colaciones impecablemente servidas enexquisitas bandejas laqueadas; menudas racionescomo las que se ofrendan por las nimas de los antepasados y los dioses 1 . Estas colaciones eran servi s en el ala oriental de la habitaci6n y a sus pies secolocaba el cojn votivo. Se servan en el ala orientalporque el esposo haba partido en esa direcci6n.Antes de retirar la comida O-Toyo levantaba siempre la tapadel cuenquilIo de sopa para ver si el vaporse haba acumulado en la superficie laqueada. Dicenque si se forma vapor bajo la tapa con que se cubre lacomida ofrecida, es seal de que el ausente est bien.En caso contrario, ha muerto indicio de que sualma parti6 en busca de alimento o O-Toyo vio quetodos los das el cuenco apareda humedecido porgotas espesas de vapor.El nio constitua su mayor felicidad. Tena tresaos y le encantaba hacer preguntas que realmentesolo los dioses pueden contestar. Si el nio querajugar 0 Toyo dejaba a un lado las labores para jugar.Si quera descansar, lo sosegaba contndole historia