17
1.- ¿Qué repercusiones tiene el trauma sobre la vida del individuo? Generalmente se denomina Trauma psicológico a cualquier experiencia que amenaza profundamente el bienestar(o incluso la vida) de un individuo o la consecuencia de esa experiencia en la vida emocional del individuo. La respuesta de la persona al suceso traumático envuelve de miedo intenso, sentido de incapacidad de ejercer el control u horror (o, entre niños, la reacción debe envolver comportamientos agitados o desorganizados. Los comportamientos traumáticos se generan por efectos de aprendizajes; es decir se aprenden en circunstancias dolorosas. Como breve esquema lo explicaríamos así: Un individuo siente miedo frente a determinado estímulo, por ejemplo; miedo a ver un mandil blanco; como consecuencia de haber tenido una consecuencia negativa en un hospital; en las manos de alguien que llevaba el mandil de ese color. Esa misma persona puede sentir placer si es que la asociación hubiera sido agradable en principio. 2. ¿Qué hace que una persona sea propensa o vulnerable a sufrir un trastorno por estrés postraumático, sí por ejemplo,

Hoja de Trabajo Numero 18. Traumas

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Traumas psicologicos,

Citation preview

1.- ¿Qué repercusiones tiene el trauma sobre la vida del individuo?

Generalmente se denomina Trauma psicológico a cualquier experiencia que

amenaza profundamente el bienestar(o incluso la vida) de un individuo o la

consecuencia de esa experiencia en la vida emocional del individuo.

La respuesta de la persona al suceso traumático envuelve de miedo intenso,

sentido de incapacidad de ejercer el control u horror (o, entre niños, la reacción

debe envolver comportamientos agitados o desorganizados.

Los comportamientos traumáticos se generan por efectos de aprendizajes; es

decir se aprenden en circunstancias dolorosas.

Como breve esquema lo explicaríamos así: Un individuo siente miedo frente a

determinado estímulo, por ejemplo; miedo a ver un mandil blanco; como

consecuencia de haber tenido una consecuencia negativa en un hospital; en las

manos de alguien que llevaba el mandil de ese color. Esa misma persona puede

sentir placer si es que la asociación hubiera sido agradable en principio.

2. ¿Qué hace que una persona sea propensa o vulnerable a sufrir un

trastorno por estrés postraumático, sí por ejemplo, dos personas de la

misma edad y del mismo sexo, presencian el mismo evento estresante?

Las personas que desarrollan este trastorno no pueden integrar lo sucedido en su

memoria. Es decir, el trauma no ha llegado a formar parte de su pasado, sino que

continúa permaneciendo presente en su vida psíquica. Los recuerdos no se

modifican con el paso del tiempo ni pierden su carga emocional, como suele

suceder normalmente, sino que permanecen con la misma viveza y sensación de

realidad a pesar del paso del tiempo, “como si hubiera sucedido ayer”. Los

síntomas son:

Reexperimentación. Consiste en volver a revivir en su mente lo sucedido, a

través de pensamientos, recuerdos o imágenes mentales relacionadas con el

trauma que aparecen en su mente sin que pueda controlarlo cuando se encuentra

en un estado de alerta o cuando la víctima está expuesta a situaciones que le

recuerdan el trauma. También tienden a revivirlo en forma de pesadillas que

escenifican el trauma o bien expresan lo que siente la víctima, aunque no guarden

relación directa con lo sucedido, como cuando sueñan que son sepultados por una

enrome masa de agua durante un maremoto. A veces se producen flashbacks,

durante los cuales tienen la sensación de estar viviendo de nuevo todo lo que

pasó. También pueden sentir sensaciones físicas parecidas a las que sintieron

entonces. Estas reexperimentaciones van acompañadas de emociones intensas

como pánico y rabia, sensación de gran peligro (con ansiedad), deseo de escapar

o deseo de defenderse atacando a alguien. También pueden reaccionar ante los

recuerdos mediante síntomas físicos, como agitación, temblores, sudoración,

taquicardias. Aunque la situación traumática continúa presente a lo largo del

tiempo, su significado puede cambiar.

Reexposición compulsiva al trauma. De un modo que no logran explicar,

tienden a buscar situaciones que les recuerdan el trauma vivido. Por ejemplo, las

mujeres que han sido maltratadas en la infancia tienden a convivir con hombres

maltratadores, las niñas que han sufrido abusos sexuales tienen más

probabilidades de dedicarse a la prostitución o los niños que han sido maltratados

en la infancia tienen más probabilidades de ser maltratadores en la edad adulta.

Una posible explicación es que estas personas tienen la sensación de haber

fracasado ante dicha situación y buscan revivirla para intentar controlarla y salir

indemnes de ella.

Evitación y embotamiento. Debido al malestar que sienten ante los recuerdos,

tratan de evitar cualquier situación, persona o conversación que pudiera

recordarles el trauma. Cuando van por la calle temen que pueda volver a repetirse,

de modo que algunos pueden llegar a desarrollar agorafobia. Conforme pasa el

tiempo, son cada vez más las cosas que les recuerdan lo sucedido, debido a que

se van estableciendo asociaciones entre unas y otras; empiezan a sentirse

acosados por lo sucedido pero, paradójicamente, cuando más tratan de huir más

parecen perseguirles los recuerdos. Esta huida llega a dar lugar a un

embotamiento de los sentidos, en un intento de dejar de sentir cualquier cosa para

no sentir más dolor emocional. Las emociones, sean positivas o negativas, llegan

a ser una amenaza, de modo que dejan de sentirlas, se distancian del resto de las

personas, incluidas sus familias, parejas o amistades, el mundo exterior empieza a

perder su viveza y se transforma en algo frío y distante que no les produce

ninguna reacción especial. Se sienten vacíos por dentro, como muertos en vida y

pierden el interés en cosas o actividades con las que antes disfrutaban

Hiper vigilancia. Reacciona intensamente ante estímulos irrelevantes. El sonido

del teléfono, cualquier golpe inesperado, una palmada en la espalda, etc. los hace

sobresaltarse bruscamente. Se encuentran en un constante estado de alerta,

percibiendo mundo de un modo hostil y amenazante. Tienen problemas para

dormir, irritabilidad, nerviosismo y estallidos violentos. El continuo estado de

activación los distancia tanto de sus emociones como de sus sensaciones

corporales.

También existen síntomas secundarios. Estos síntomas se producen como

consecuencia de los anteriores.

Agresividad y rabia. Esto se da hacia los demás o hacia sí mismos, debido a su

necesidad de defenderse, al hecho de no poder controlar sus síntomas y al estado

de alerta en que se encuentran.

Culpa y vergüenza. Suelen aparecer cuando empiezan a pensar que deberían

haber hecho algo, que si no hubiesen hecho tal o cual cosa tal vez lo habrían

evitado. En parte, esto es debido a una necesidad de control: si se consideran

responsables pueden pensar que hay algo que pueden hacer para evitarlo si

vuelve a suceder, que no están totalmente a la merced de su agresor. De hecho,

este es un mecanismo de protección bastante extendido que a veces lleva a las

personas a culpar a la víctima para poder seguir pensando que puede evitarse,

que a ellos o a sus seres queridos no les pasará algo así porque sabrán impedirlo.

Pero lo cierto, es que muchas veces es imposible controlar el comportamiento de

otras personas.

Problemas para relacionarse. Les resulta difícil volver a confiar en los demás. Su

embotamiento emocional puede impedirles sentir cercanía emocional hacia otras

personas. Su necesidad de estar en guardia y defenderse puede impedirles

dejarse llevar en situaciones íntimas con sus parejas, pues eso requeriría bajar la

guardia, lo cual puede dejarlos a merced de ese mundo que perciben como hostil,

un lugar en el que pueden pasar cosas terrible, pero no a los demás, como suele

creer la mayoría de las personas, sino a ellos mismos, sin previo aviso y sin que

puedan hacer nada para evitarlo. Pueden acabar aislándose del resto de las

personas y del mundo.

3. Mencione 5 acontecimientos que pueden generar un trauma.

 1. Acontecimiento traumático simple:

Peligroso, perjudicial, amenazador, a menudo imprevisto y abrumador para

casi todo el mundo. Desastres naturales: inundaciones, terremotos...

Desastres accidentales: coche, tren, explosión, accidente químico, avión,

incendio...

Desastres de diseño humano intencional: bombardeo, atentado terrorista,

violación, agresión, disparos...

2) Trauma repetido, prolongado:

Natural. Exposición a la radiación, enfermedad...

Ejecución humana intencional: abuso sexual, maltrato doméstico,

prisioneros...

3) Exposición indirecta:

Especialmente en el caso de los niños.

Hijos de supervivientes

Exposición a la experiencia traumática de alguien muy cercano, o cercanía

situacional al propio lugar del suceso.

4) Traumas Tipo I:

Hechos traumáticos simples.

Experiencias traumáticas aisladas.

Hechos repentinos inesperados y devastadores.

Duración limitada.

Desastres naturales, accidentes de coche.

Los hechos se recuerdan con detalle.

Mayor probabilidad de síntomas de idea intrusiva, evitación y síntomas de hiperactividad.

Recuperación rápida más probable.

5) Traumas Tipo II:

Traumas variables, múltiples, crónicos y permanentes.

4. Realice un cuadro comparativo del trastorno por estrés postraumático y

el trastorno por estrés agudo. Guíese por el siguiente cuadro:

TRASTORNOS POR ESTRES

ESTRÉS POSTRAUMATICO ESTRÉS AGUDO

Episodios de reviviscencias, en

donde el incidente parece estar

sucediendo de nuevo una y otra vez.

Sensación subjetiva de embotamiento,

desapego o ausencia de reactividad

emocional

Recuerdos reiterativos y

angustiantes del hecho.

Reducción del reconocimiento de su

entorno (por ej. estar aturdido)

Pesadillas repetitivas del hecho. Desrealización (por ej. experimentar al

mundo externo como algo extraño)

Reacciones fuertes y molestas a

situaciones que le recuerdan el

hecho.

Despersonalizacion (por ej. no sentirse

uno mismo)

Insensibilidad emocional o sentirse

como si no le importara nada.

Amnesia disociativa (por ej. incapacidad

para recordar un aspecto importante del

trauma)

5.-Mencione los síntomas y trastornos asociados del TEPT.

El trastorno por estrés postraumático o TEPT es un trastorno mental clasificado

dentro del grupo de los trastornos de ansiedad. Se caracteriza por la aparición de

síntomas específicos tras la exposición a un acontecimiento estresante,

extremadamente traumático, que involucra un daño físico o es de naturaleza

extraordinariamente amenazadora o catastrófica para el individuo.

¿Cuáles son los síntomas del TEPT? 

Los síntomas del TEPT se agrupan en tres tipos:

1. Episodios reiterativos de volver a vivenciar el trauma:

o Recuerdos insistentes del acontecimiento

o Flashbacks: es la vivencia del trauma estando despierto

o Pesadillas

o Reacciones emocionales y físicas exageradas a situaciones

evocadoras del trauma

2. Entumecimiento y embotamiento emocional:

o Evitación de las actividades, lugares, pensamientos o

conversaciones que se relacionan con el trauma

o Pérdida de interés

o Despego por los demás

o Emotividad restringida o ausente

3. Incremento de la alerta:

o Dificultad para dormir

o Irritabilidad y estallidos de ira o miedo

o Hipervigilancia, sobresalto

¿Cuáles son las posibles complicaciones? Además de los síntomas ya

mencionados, el TEPT puede dar lugar a ataques de pánico, comportamientos de

evitación de múltiples situaciones, depresión, pensamientos suicidas, abuso de

alcohol y otros tóxicos, sentimientos de soledad, sentimientos de desconfianza

hacia los que le rodean e ira. Además, es importante prevenir la posible

discapacidad, que como consecuencia de lo ante

6. Mencione los síntomas y trastorno asociados de TEA.

Los TEA aparecen antes de los tres años de edad y duran toda la vida, pese a que

los síntomas pueden mejorar con el tiempo. Algunos niños con TEA dan señales

de que presentarán problemas futuros a los pocos meses de nacidos. En otros

niños, los síntomas podrían no manifestarse sino hasta los 24 meses o después.

Algunos niños con TEA parecen desarrollarse normalmente hasta alrededor de los

18 a 24 meses de edad, cuando dejan de adquirir nuevas destrezas o pierden las

que ya tenían.

Una persona con TEA puede ser que:

No reaccione cuando la llaman por su nombre, hacia los 12 meses de edad

No señale objetos para mostrar su interés (señalar un avión que está volando),

hacia los 14 meses

No juegue con situaciones imaginarias (por ejemplo, dar de “comer” a la

muñeca), hacia los 18 meses

Evite el contacto visual y prefiera estar sola

Tenga dificultad para comprender los sentimientos de otras personas o para

expresar sus propios sentimientos

Tenga retrasos en el desarrollo del habla y el lenguaje

Repita palabras o frases una y otra vez (ecolalia)

Conteste cosas que no tienen que ver con las preguntas

Le irriten los cambios mínimos

Tenga intereses obsesivos

Aletee con las manos, meza su cuerpo o gire en círculos

Reaccione de manera extraña a la forma en que las cosas huelen, saben, se

ven, se sienten o suenan

7. ¿Por su experiencia y conocimiento, cuándo creería pertinente referir a un

paciente (que ha presenciado un evento traumático) a consulta psiquiátrica?

Una vez superados los prejuicios contra la psiquiatría, ¿qué síntomas o

experiencias aconsejan acudir a un psiquiatra?.; Una persona que presente en

alguna ocasión algún síntoma psiquiátrico no debe necesariamente ir al psiquiatra.

Muchos síntomas psiquiátricos son normales en algunos momentos o situaciones,

son autolimitados y no ocasionan al paciente un deterioro funcional significativo.

Por ejemplo, la ansiedad ante los exámenes que no impide prepararlos ni llevarlos

a cabo, la tristeza tras el fallecimiento de un ser querido que no bloquea el

desarrollo de las actividades cotidianas, o las alucinaciones fugaces sin otros

síntomas acompañantes que se producen justo al quedarse dormido o en el

momento de despertarse (denominadas respectivamente alucinaciones

hipnagógicas e hipnopómpicas), pueden ser motivo de consulta al médico de

cabecera, pero no suelen requerir atención especializada. Sin embargo, en

determinadas situaciones hasta las emociones normales pueden; hacerse más

graves o duraderas de lo normal y desbordar a un individuo y, en ese caso, podría

sin duda beneficiarse de un tratamiento psiquiátrico.

Otra razón podría ser que la gente con la que se convive esté sistemáticamente a

disgusto o infeliz cuando lo trata, circunstancia que puede darse en varios

trastornos de la personalidad, en los trastornos hipomaníacos (en los cuales se

está siempre excesivamente eufórico y con tendencia al enfado si lleva la contraria

a los planes o ideas propias) o en el denominado trastorno por hiperactividad y

déficit de atención en niños que se muestran constantemente inquietos, no

atienden en clase y “sacan de quicio” a padres y maestros.

Justifica también una visita al psiquiatra haber experimentado las denominadas

crisis de angustia o ataques de pánico (las personas que padecen estas crisis

acuden generalmente antes al médico de cabecera o a las urgencias del hospital);

tener miedo a realizar actividades que el resto de la gente desarrolla sin

problemas como ir a grandes almacenes, ir en metro, etc.; tardar demasiado

tiempo en desarrollar ciertas actividades y repetirlas constantemente a lo largo del

día (lavarse las manos o ducharse); tener problemas importantes y persistentes

con la alimentación o con el sueño; pensar seriamente en el suicidio como

alternativa a una situación o a los problemas propios; consumir drogas o alcohol

en exceso; experimentar vivencias angustiosas y extrañas que no se explican

bien; oír cosas que los demás no parecen oír, o ver cosas que los demás no ven,

etc.

Por último, puede que tras acudir numerosas veces al médico general con la

convicción de padecer una enfermedad importante, o sufriendo fuertes dolores u

otros síntomas, éste no encuentre ninguna causa conocida que permita explicarlos

y considere necesaria la intervención de un psiquiatra (lo cual no significa que los

dolores o los síntomas no existan, ni que el médico piense que el paciente está

“loco”) sino que interviene factores psicológicos o sociales que podrían ser mejor

atendidos por un psiquiatra.

8. ¿Por qué son importantes los fármacos en el tratamiento del trastorno por

estrés agudo y trastorno por estrés postraumático?

Los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) son un tipo de

medicamento antidepresivo. Estos pueden ayudarlo a sentirse menos triste y

preocupado. Parecen ser útiles, y para algunas personas son muy eficaces. Los

ISRS incluyen citalopram (Celexa), fluoxetina (Prozac), paroxetina (Paxil) y

sertralina (Zoloft). Por tanto su importancia en el tratamiento del trastorno por

estrés agudo y postraumático son de mucha importancia ya que con ellos las

personas no curan del todo sus penas o sensaciones pero si momentáneamente,

un efecto secundario podría ser el consumirlas con mucha más frecuencia cada

día mas. Los productos químicos en el cerebro afectan la forma en que se siente.

Por ejemplo, si usted tiene depresión puede que no tenga suficiente cantidad de

una sustancia química llamada serotonina. Los inhibidores selectivos de la

recaptación de la serotonina ayudan a elevar el nivel de serotonina en el cerebro

.

Existen otros medicamentos que se han utilizado con cierto éxito. Hable con su

médico acerca de qué medicamentos son apropiados para usted.

9. Investigue un caso de trastorno por estrés postraumático o trastorno por

estrés agudo; sí ha tenido la experiencia, puede colocar ese caso.

Cuando uno pasa por situaciones de peligro vital extremo (accidente de coche,

atraco con violencia, explosión terrorista, etc.) es relativamente fácil desarrollar el

trastorno por estrés postraumático, antes denominado "neurosis de guerra". La

característica principal es la reexperimentación frecuente de los hechos

traumáticos acompañados de un malestar considerable.

El caso de Juan: Aquello fue un infierno.� �Juan es camionero de profesión. Nunca había tenido ningún accidente de

consideración hasta el verano pasado. Conducía su camión en un trayecto

habitual cuando una rueda se reventó en mitad de una curva. El camión perdió su

estabilidad y cuando quiso darse cuenta, Juan estaba dando vueltas de campana

envuelto en llamas. Afortunadamente fue rescatado a tiempo y le trasladaron a un

hospital cercano. Tras varias horas de operación, lograron salvarle las piernas,

aunque debería hacer rehabilitación durante muchos meses. No estaba claro si

volvería a poder conducir. En un primer momento no parecía que le fueran a

quedar secuelas psicológicas del accidente, pero pasados unos meses comenzó a

tener una serie de sueños angustiosos en los que recordaba las vueltas de

campana y el fuego. Luego también le venían estas imágenes estando despierto y,

pese a que intentaba no centrar la atención en ellas, le resultaba imposible apartar

esas imágenes de su mente. Por otro lado, Juan evitaba cualquier conversación

relacionada con los accidentes, no deseaba volver a montar en coche e incluso le

resultaba penoso venir a la clínica en taxi. Cualquier cosa que le recordara el

accidente le hacía sentirse realmente mal.

El trastorno

Los seres humanos a veces tenemos que hacer frente a hechos trágicos como los

accidentes de tráfico, los atracos, las violaciones sexuales o los maltratos físicos

de otras personas. Con menos frecuencia, afortunadamente pero más de la que�

debiera, también tenemos que afrontar ser secuestrados, o sobrevivir a la sinrazón�

de la guerra (con sus combates violentos, torturas, campos de prisioneros, etc.).

La exposición a hechos de esta naturaleza, en los que uno ha visto peligrar su

vida, puede provocar lo que denominamos el trastorno por estrés postraumático.

Este trastorno consiste en la reexperimentación de los hechos traumáticos (el

accidente, la violación o la paliza casi mortal) mediante pesadillas repetitivas o

recuerdos diurnos involuntarios y repetitivos de la tragedia a la que sobrevivimos.

Cualquier cosa que nos recuerda el trauma sufrido, de forma directa o por

asociación de ideas, suele desencadenar un estado de ansiedad intensa (por

ejemplo, pasar por una calle que nos recuerda al lugar donde nos violaron). Por

otro lado, las tragedias en las que percibimos que son responsables otras

personas (atracos, violaciones, maltratos) pueden dar lugar a trastornos aún más

graves y duraderos.

Trastorno por estrés agudo

Este trastorno es exactamente igual que el trastorno por estrés postraumático

salvo en una característica: la duración de los síntomas. En el trastorno por estrés

postraumático la duración del cuadro de ansiedad es superior a un mes, mientras

que en el trastorno por estrés agudo su duración es inferior.

10. ¿Cómo abordaría el caso que expuso en el inciso no. 9?

Lo ideal sería no tener accidentes, ni sufrir malos tratos, violaciones u otros

acontecimientos en los que podamos ver nuestra vida en peligro. Pero,

obviamente, eso no depende completamente de nosotros.

Una vez que se ha producido el trauma, lo importante es tener en cuenta que la

vida tiene que seguir y que hay que mirar de frente a los recuerdos y a las

pesadillas y a todo cuanto nos pueda recordar el trauma. Está demostrado que

intentar no pensar, no recordar o evitar todo lo que pueda hacernos pensar en el

trauma sufrido sólo puede complicar las cosas. Necesitamos un tiempo para

recuperarnos físicamente si hemos sufrido lesiones. También necesitamos un

tiempo para recuperarnos de los daños emocionales y psicológicos que hemos

sufrido. Lo que parece claro es que antes o después conviene exponerse

adecuadamente a los recuerdos perturbadores hasta llegar a no sentir la

necesidad de evitarlos para mantenernos tranquilos. La vida nunca puede ser

igual tras una violación sexual, por ejemplo, pero cuando se puede mirar de frente

al agresor y a todos los recuerdos como algo que ocurrió, que fue desagradable,

pero que ya pasó, entonces la vida sigue. La negación de los hechos sólo

empeora las cosas.