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Arquidiócesis de Guadalajara, A.R. Hoja parroquial Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106 1 Jesucristo: Rey del Universo H oy celebramos la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo; es el último domingo del tiempo ordinario, y el próximo do- mingo ya será Adviento: co- menzará la preparación a la Navidad. Cristo se negó siempre a que lo hiciesen rey, y pro- curó deshacerse de los parti- darios demasiado entusiastas que querían servirse de Él para llegar al poder. Él no se declaró rey más que cuando esta afirmación no causaba ningún peligro. Estaba solo, prisionero, para que nadie pudiera tomarla en el mal sen- tido: «Mi reino no es de este mundo. Yo he venido para dar testimonio de la verdad, y todos los que están a favor de la verdad, escu- chan mi voz y son de mi Reino». En otra ocasión, dijo: «Los reyes de la tierra andan sobre los pueblos y se hacen llamar sus bienhechores; pero yo no, yo estoy en medio de ustedes como el que sirve. Si alguno quiere ser el primero entre ustedes, que se haga el último de todos y el esclavo de todos». Con esto, todo queda claro en la mentalidad cristiana. Cristo es el Rey del mundo, porque ha amado tanto al mundo que le ha dado su vida para vivifi- carlo y su cuerpo para alimentarlo. Él ha muerto para poder, a través de todas las generaciones, renovar su sacrificio y saciar el hambre del mundo. Cristo es nuestro Rey porque Él es el único que nos ama totalmente. Es probablemente el único que daría, hoy, una vez más, su vida por nosotros. Es el único que justifica plenamente nuestra existencia y por el que vale la pena seguir viviendo. Esta Fiesta ilumina nuestra con- dición de cristianos. No busquemos las distinciones ni los títulos; no esperemos agradecimientos ni res- peto; no contemos con los éxitos ni las felicitaciones. No hemos venido a dominar, a ser señores, sino a ser esclavos, a servir. Cambiarían nuestras parroquias, nuestras obras, nuestras familias y nuestra sociedad, si aquellos que quieren ser los primeros se hicieran los servidores y los últimos de todos. Un cristiano es, ante todo, un responsable, uno que se siente responsable, uno que, ante una debilidad, ante un pecado o una trai- ción, se dice únicamente: “Si yo fuese mejor, los demás serían menos malos. Si de verdad quiero que cambien, tengo que empezar por amar- los mejor y por servirlos un poco más; tengo que empe- zar por cambiar yo mismo”. Siempre sufrimos la ten- tación de creer que lo que resulta eficaz en este mundo, es la violencia, el dinero, la mentira y la fuerza. Sentimos la tentación, nosotros, los amigos de Cristo, de dirigirle a Él la misma invitación que le dirigieron sus ene- migos: “Baja de la cruz, desciende triunfante, desciende terrible y ya verás cómo todos creemos en ti”. Pero, permaneciendo clavado en la cruz, Jesús continúa revelando del modo más maravilloso la infi- nita paciencia, la infinita potencia del amor de Dios; mirándonos con una mirada llena de lágrimas y de sangre: es como Él está seguro de poder algún día conmover lo mejor que hay en nosotros y conseguir que nos pongamos libremente, afectuo- samente, de rodillas. N.º 48 • J ESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO, Ciclo B • 25 de Noviembre de 2012

Hoja Parroquial - 25 de Noviembre de 2012 - Num. 48

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Boletín Semanal de la Arquidiócesis de Guadalajara

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Page 1: Hoja Parroquial - 25 de Noviembre de 2012 - Num. 48

Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

Hoja parroquial Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes.

INDA-04-2007-103013575500-106

1

Jesucristo: Rey del Universo

Hoy celebramos la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo; es el

último domingo del tiempo ordinario, y el próximo do-mingo ya será Adviento: co-menzará la preparación a la Navidad.

Cristo se negó siempre a que lo hiciesen rey, y pro-curó deshacerse de los parti-darios demasiado entusiastas que querían servirse de Él para llegar al poder. Él no se declaró rey más que cuando esta afirmación no causaba ningún peligro. Estaba solo, prisionero, para que nadie pudiera tomarla en el mal sen-tido: «Mi reino no es de este mundo. Yo he venido para dar testimonio de la verdad, y todos los que están a favor de la verdad, escu-chan mi voz y son de mi Reino». En otra ocasión, dijo: «Los reyes de la tierra andan sobre los pueblos y se hacen llamar sus bienhechores; pero yo no, yo estoy en medio de ustedes como el que sirve. Si alguno quiere ser el primero entre ustedes, que se haga el último de todos y el esclavo de todos». Con esto, todo queda claro en la mentalidad cristiana.

Cristo es el Rey del mundo, porque ha amado tanto al mundo que le ha dado su vida para vivifi-carlo y su cuerpo para alimentarlo. Él ha muerto para poder, a través de todas las generaciones, renovar

su sacrificio y saciar el hambre del mundo.

Cristo es nuestro Rey porque Él es el único que nos ama totalmente. Es probablemente el único que daría, hoy, una vez más, su vida por nosotros. Es el único que justifica plenamente nuestra existencia y por el que vale la pena seguir viviendo.

Esta Fiesta ilumina nuestra con-dición de cristianos. No busquemos las distinciones ni los títulos; no esperemos agradecimientos ni res-peto; no contemos con los éxitos ni las felicitaciones. No hemos venido a dominar, a ser señores, sino a ser esclavos, a servir.

Cambiarían nuestras parroquias,

nuestras obras, nuestras familias y nuestra sociedad, si aquellos que quieren ser los primeros se hicieran los servidores y los últimos de todos. Un cristiano es, ante todo, un responsable, uno que se siente responsable, uno que, ante una debilidad, ante un pecado o una trai-ción, se dice únicamente: “Si yo fuese mejor, los demás serían menos malos. Si de verdad quiero que cambien, tengo que empezar por amar-los mejor y por servirlos un poco más; tengo que empe-zar por cambiar yo mismo”.

Siempre sufrimos la ten-tación de creer que lo que resulta eficaz en este mundo, es la violencia, el dinero,

la mentira y la fuerza. Sentimos la tentación, nosotros, los amigos de Cristo, de dirigirle a Él la misma invitación que le dirigieron sus ene-migos: “Baja de la cruz, desciende triunfante, desciende terrible y ya verás cómo todos creemos en ti”.

Pero, permaneciendo clavado en la cruz, Jesús continúa revelando del modo más maravilloso la infi-nita paciencia, la infinita potencia del amor de Dios; mirándonos con una mirada llena de lágrimas y de sangre: es como Él está seguro de poder algún día conmover lo mejor que hay en nosotros y conseguir que nos pongamos libremente, afectuo-samente, de rodillas.

N.º 48 • Jesucristo, rey del universo, Ciclo B • 25 de Noviembre de 2012

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Lectura del libro del profeta Daniel 7, 13-14Yo, Daniel, tuve una visión nocturna: Vi a alguien

semejante a un hijo de hombre, que venía entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano de muchos siglos y fue introducido a su presencia. Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino. Y todos los pueblos y naciones de todas las lenguas lo servían. Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido. Palabra de Dios.

Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 1, 5-8Hermanos míos: Gracia y paz a ustedes, de parte de

Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos, el soberano de los reyes de la tierra; aquel que nos amó y nos purificó de nuestros pecados con su sangre, y ha hecho de nosotros un reino de sacerdotes para su Dios y Padre. A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.

Miren: Él viene entre las nubes, y todos lo verán, aun aquellos que lo traspasaron. Todos los pueblos de la tierra harán duelo por su causa.

“Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que ha de venir, el todopoderoso”. Palabra de Dios.

EVANGELIO Lectura del santo Evangelio según san Juan 18, 33-37

En aquel tiempo, preguntó Pilato a Jesús: “¿Eres Tú el rey de los judíos?”. Jesús le contestó: “¿Eso lo preguntas por

tu cuenta o te lo han dicho otros?”. Pilato le respondió: “¿Acaso soy yo judío? Tu pueblo y los

sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?”. Jesús le contestó: “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí”.

Pilato le dijo: “¿Con que Tú eres rey?”. Jesús le contestó: “Tú lo has dicho. Soy rey. Yo nací y vine al mundo para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz”. Palabra del Señor.

ANTÍFONA DE ENTRADAAp 5, 12; 1,6Digno es el Cordero, que fue inmolado, de recibir el

poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. A Él la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.

SALMORESPONSORIALdel Salmo 92, lab. lc-2. 5

R. Señor, Tú eres nuestro rey.

Tú eres, Señor, el rey de todos los reyes. Estás revestido de poder y majestad. R. Señor, Tú eres nuestro rey.

Tú mantienes el orbe y no vacila. Eres eterno, para siempre está firme tu trono. R. Señor, Tú eres nuestro rey.

Muy dignas de confianza son tus leyes y desde hoy para siempre, Señor, la santidad adorna tu templo. R. Señor, Tú eres nuestro rey.

ACLAMACIÓNANTES DELEVANGELIOMc 11, 9. 10

R. Aleluya, aleluya.¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que lle-ga, el reino de nuestro padre David! R. Aleluya, aleluya.

ANTÍFONA DELA COMUNIÓNSal 28, 10-11En su trono reinará el

Señor para siempre y le dará a su pueblo la bendición de la paz.

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Llegará el Adviento...

Como el siguiente domingo inicia el Adviento, podemos afirmar que la

Navidad está “a la vuelta de la esquina”; por esta razón, las casas, plazas, aveni-das, tiendas, etc., ya se encuentran ador-nadas con una gran cantidad de luces. El tiempo pasa muy rápido, y en un “abrir y cerrar de ojos” llegará el Adviento como preparación para celebrar el Nacimiento de Jesús en nuestra historia. De hecho, este tiempo nos recuerda que Dios habita entre nosotros y que vale la pena que nos dejemos transformar por Él.

Nadie que se diga seguidor de Cristo puede olvidarse de la Navidad porque es la celebración de su nacimiento en el mundo. En medio de tantos mensajes negativos que constantemente nos están bombardeando, resulta significativo que la Iglesia nos hable del Adviento como un tiempo para dejar a un lado todo aquello que nos impide valorarnos y valorar a quienes nos rodean, esto es, a nuestros seres queridos y a las personas con las que diariamente convivimos.

Adviento es esperanza, amor, fe,

entrega, decisión, paz... Sin embargo, los avances que alcancemos en este tiempo litúrgico deben impactarnos para toda la vida, porque no sólo debe-mos ser buenos durante el Adviento. La Virgen María se preparó para ser la Madre de Jesús ejercitándose, de manera especial, en la humildad con la que visitó a su prima Isabel para con-tarle que Dios la había escogido como mensajera y portadora del Verbo Encar-nado (Jesús).

El Adviento debe marcar un antes y un después en nuestra vida, es decir: tenemos que empezar a renunciar a todas aquellas actitudes negativas que nos impiden vivir enamorados de Quien es el amor. Al encontrarnos con Jesús, empezamos a vivir un verdadero Adviento que terminará cuando Él nos llame a sus presencia, diciéndonos: «Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del reino» (Mt 25, 34).

Que la Santísima Virgen María, Nuestra Madre, nos ayude a prepararnos para recibir a Jesús como se merece.

Gloria a Dios en el Cielo,y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor.Por tu inmensa gloriate alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos;te damos gracias, SeñorDios, Rey celestial,

Dios Padre todopoderoso.Señor Hijo único, Jesucristo,Señor Dios, Cordero de Dios,Hijo del Padre.Tú que quitas el pecado del mundo,ten piedad de nosotros;Tú que quitas el pecado del mundo,atiende nuestra súplica;

Tú que estás sentadoa la derecha del Padre,ten piedad de nosotros,porque sólo Tú eres santo,sólo Tú, Señor,sólo Tú, Altísimo Jesucristo,con el Espíritu Santo,en la gloria de Dios Padre. Amén.

C

En este Año de la Fe, aprendamos de memoria el Credo y recitémoslo como

oración todos los díasCredoCreo en un solo Dios,Padre todopoderoso,Creador del Cielo y de la tierra,de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor Jesucristo,Hijo único de Dios,nacido del Padre antes de todos los siglos:Dios de Dios, Luz de Luz,Dios verdadero de Dios verdadero,engendrado, no creado,de la misma naturaleza del Padre,por Quien todo fue hecho;que por nosotros, los hombres,y por nuestra salvación, bajó del Cielo, y por obra del Espíritu Santose encarnó de María, la Virgen,y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificadoen tiempos de Poncio Pilato;padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras;y subió al Cielo, y está sentadoa la derecha del Padre;y de nuevo vendrá con gloriapara juzgar a vivos y muertos,y su Reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo,Señor y dador de vida,que procede del Padre y del Hijo;que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.Confieso que hay un solo Bautismopara el perdón de los pecados.Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

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1° Participar en la Santa Misa para vivir un encuentro personal con Dios: “Una participación regular en la Misa refuerza la propia fe a través de las Escrituras, el Credo, las oraciones, la música sagrada y la homilía, recibiendo la Comunión y formando parte de una comunidad de fe”.

2° Confesarse. La Confesión “llama a abrir nuestra vida a la potencia de la gracia sanadora de Dios. Perdona las heridas del pasado y da fuerza para el futuro”.

3° Conocer la vida de los santos ayudará a los fieles a tener ejemplos válidos de cómo vivir una vida cristiana a través de diferentes formas como la docencia, el trabajo misionero, la caridad o la oración.

4° Leer la Biblia a diario ofrece un acceso directo a la Palabra de Dios, que narra la salvación de los hombres; “no se puede prescindir de la Biblia para un sano crecimiento durante el Año de la Fe”.

5° Leer los documentos del Concilio Vaticano II para llevar adelante su trabajo de renovación en el campo de la celebración de la Misa, del papel de los laicos, del ecumenismo y en el diálogo interreligioso.

6° Leer el Catecismo de la Iglesia Católica, que recoge los dogmas de fe, de la doctrina moral, de la oración y de los Sacramentos de la Iglesia Católica, y sirve como “un verdadero recurso para crecer en la comprensión de la fe”.

7° Participar en la parroquia para que “los carismas de todos ayuden a construir la comunidad”. Dar acogida, acompañar musicalmente la liturgia, hacer las lecturas y dar Catecismo, son sólo algunos de los papeles en los cuales ayudar en la vida parroquial.

8° Ayudar a los necesitados es algo fundamental: “La Iglesia pide a los católicos hacer donaciones de caridad y socorrer a los más necesitados durante el Año de la Fe, porque en el pobre, en el marginado y en el vulnerable, se encuentra Cristo personalmente”.

9° Invitar a los amigos y conocidos a asistir a Misa: “Una invitación personal puede realmente marcar la diferencia para alguno que se haya alejado de la fe o se sienta un extranjero dentro de la Iglesia. Todos conocemos a alguien así, por lo que es hermoso llevarlos e invitarlos amigablemente”.

10° Encarnar las Bienaventuranzas en la vida diaria para crecer en la humildad, la paciencia, la justicia, la misericordia, la transparencia y la libertad... “Son precisamente el ejemplo de fe vivida que acerca al Año de la Fe”.

Mons. Ricken, Obispo de Green Bay (Wisconsin), AciprensA.

Diez consejos para Vivir el Año de la Fe

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