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HORACIO EN NICARAGUA O LA LENGUA CULTA DE SALOMON DE LA SELVA Salomón de la Selva (1893-1959) es el nombre de un poeta. Un poe- ta con el paladar educado por el modernismo. S)omón, además, fue hombre de vocaciones y «evocaciones», pero su poesía es una empre- sa de nuestro tiempo. Tuvo su palabra la disciplina dcl bilingúismo (español e inglés) y la del modelo horaciano. Porque Salomón era de- voto de Horacio; y. en esa devoción, le precedieron pocos poetas his- panoamericanos: Batres Montúfar, Bello, Caro, Pombo y Olmedo; todos ellos traductores y alguno, como Caro, comentador del lírico de Venusa. Es natural, pues, que la poesía de Salomón de la Selva sea obra de artífice, poesía depurada basta el refinamiento. Allí se amansa la palabra, se labra la palabra y se hace arquitectura de la palabra. Pero Salomón no puede ser estudiado en la medida de la perfec- ción, porque lo perfecto no se mide, ni tiene notas diferenciales para objetivarse. Y, en este sentido, ¿quién no ha sido alguna vez injusto con nuestro poeta? Se quiso ver su poesía como una figura geomé- trica, y se perdió de vista su humanidad, que sólo calando en el estilo puede recuperarse para la crítica. Porque el estilo es la expresión hu- mana por excelencia, una expresión en claroscuro, como el hombre mismo, con sus virtudes y con sus defectos. De aquí que hagamos, en estas páginas, un ensayo estilístico sobre ese «objeto de arte» que es la «Evocación de Horacio», de Salomón de la Selva. Se trata de una estilística de las fuentes; pero no con la ligereza del «careo», ni a fin de buscar «aires de familia», sino para tomar las dimensiones de los modos expresivos, por ese verdadero sistema métrico de la compa- ración de estilos.

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HORACIO EN NICARAGUAO LA LENGUA CULTA DE SALOMON DE LA SELVA

Salomónde la Selva(1893-1959)es el nombredeun poeta.Un poe-ta con el paladareducadopor el modernismo.S)omón, además,fuehombrede vocacionesy «evocaciones»,pero su poesíaes una empre-sa de nuestro tiempo. Tuvo su palabra la disciplina dcl bilingúismo(españole inglés) y la del modelohoraciano.PorqueSalomónera de-voto de Horacio; y. en esadevoción, le precedieronpocospoetashis-panoamericanos:Batres Montúfar, Bello, Caro, Pombo y Olmedo;todosellos traductoresy alguno, como Caro, comentadordel lírico deVenusa.Es natural, pues,que la poesíade Salomónde la Selva seaobra de artífice, poesíadepuradabastael refinamiento.Allí se amansala palabra, se labrala palabray se hacearquitecturade la palabra.

Pero Salomónno puedeser estudiadoen la medidade la perfec-ción, porquelo perfecto no se mide, ni tiene notasdiferencialesparaobjetivarse.Y, en este sentido, ¿quiénno ha sido alguna vez injustocon nuestro poeta?Se quiso ver su poesíacomo una figura geomé-trica, y se perdióde vista su humanidad,que sólo calandoen el estilopuederecuperarsepara la crítica. Porqueel estilo es la expresiónhu-mana por excelencia,una expresión en claroscuro, como el hombremismo, con sus virtudesy con sus defectos.De aquí que hagamos,enestaspáginas,un ensayoestilístico sobre ese «objeto de arte» que esla «Evocaciónde Horacio»,de Salomónde la Selva. Se trata de unaestilísticade las fuentes;pero no con la ligerezadel «careo»,ni a finde buscar «airesde familia», sino para tomar las dimensionesde losmodos expresivos,por ese verdadero sistema métrico de la compa-ración de estilos.

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196 EDUARDO ZEPEDA-HENRIQUEZ ALH, 1 (1972)

Comparemos,pues,la estructuradel poemade Salomóncon la deaquella «Epístolaa Horacio», de MenéndezPelayo, que se adentraen el mismo universopoético,es decir, en el universohoraciano.Nosenfrentamosa dos escritorescultos cuya actividad creadoraluchabapor el derechode conquistade la expresión;a dos poetas cuya len-gua seguía su curso de arriba abajo, pero no inventando palabras,sino cosechándolasen la sabiduríaliteraria, para intensificaríasdentrodel fenómenolingúistico. Así se explican los abundantescultismosenlos poemasde ambos autores, sin aplicar un criterio positivista alproceso fonético; criterio que sólo consideralas vocesde origen po-pular. y que,por tanto, cercenael estudio del lenguaje.En Salomónde la Selva hay cultismos típicamentegongorinos,como «cerúleo», otérminos quepasaronintactos del latín a nuestralengua,como «rictus»,o tecnicismoscontemporáneos,como «libido». Y en MenéndezPelayo,a su vez, se encuentrancultismos que no pudo eliminar el idiomacomún, y que todavía figuran en el léxico oficial con la graciosacon-notación de «poéticos»,como «níveo» y «ecuóreo».

Esoscultismosse enmarcanadecuadamenteen el «culturalismo»deestos dos cantoshoracianos,salpicadosde alusioneshistóricasy mito-lógicas, con el claro propósito de recrearel ambiente en que vivióel poetavenusino.Y, curiosamente,Salomóny MenéndezPelayocoin-cidieron —acasopor partir del mismo punto—— en muchosde los nom-bres propios que mencionan;nombres de divinidades,de personajes,de las amadasde Horacio y de ciudades:Afrodita. Alceo, Glícera,Gracias.Juno, Júpiter,Lice, Lidia, Mecenas,Mitilene, Ofelo, Píndaro.Roma, Safo, Tebas,Tibur, Venus y Virgilio. Pero resulta aún máscurioso que los dos escritoresusen la misma técnica enumerativadenombres propios.

Otro procedimiento«culturalista» empleadopor ambos,es el deintercalar en sus versos citas latinas tomadas de los poemasde Ho-racio, como el «Non omnis moriar. . - » y el «Odi profanumvulgus.. - »—en Salomón—, y como el «Eheufugaces...» y el «Otium Divos...»——en don Marcelino—. Este recursodetieneen forma intermitente lacirculación del poema, y quizá hasta la comunicaciónen que consistela poesía;pero es eficaz para darle al mismo poemasabor de época.aunqueno, precisamente,de ordenni de clasicismo.Por lo demás,setrata de un recurso que se ha intensificadoen la poesíade nuestraépoca,desde Pound.

«Culturalistas»son también las deliberadasreminiscenciaspoéticasque aparecenen un canto y en otro. Así hallamosen la «Evocación»,de Salomónde la Selva, estos versos inspirados, respectivamente,en

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versos darianosde «Phocásel Campesino»y de «Yo soy aquel queayer no más decía»:

en este mundode dolo y espanto...

Su juventud, ¿fue juventud la suya?

Lo mismo significan, en ambasobras, las alusionesa motivos ho-racianoso al autorde la «Vida Retirada»,el poetaespañolmás de-voto de Horacio:

Para la naveen que viajó Virgilio entonóHoraciola más pura plegaria:

¡Devuélvemelosanode la ateniensecosta,que es la mitad de mi alma!

(«Evocación> de Horacio)

o volar con la navede Virgilio,que hacía las playas áticas caminay guardala mitad del alma tuya.

(«Epístolaa Horacio»)

Y he aquí la amablesombrade fray Luis:

Hijo del campoprefería el campo,lejos, lejos del mundanal ruido.

(«Evocación...»)

Así León sus rasgos peregrinosen el mo/deencerrabade Venusa...

(«Epístola...»)

Y el colmo del instrumentalde una poesíaculta es hablar en elpoema, precisamente,de los instrumentoslíricos mismos, a pesar deque aquí sea natural por tratarsede Horacio. el poetamás exigenteen el uso de esosmediosde expresión.Veámosloen el nicaragilense:

Pero en lo de hacer versospara que el metro fuera numeroso,las asonantesdiscretas

y la cesurapuestade tal modoquediera al bloquede palabras peso...

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198 EDUARDO ZEPEDA-HENRIQUEZ ALH, ‘(1972)

O en MenéndezPelayo:

Vengan dáctilos, yambosy pirriquios,caldeadosen tu 1ragua creadora.

por quien los áureos venusinosmetrosen copiosoraudal se precipitan...

Y adiviértáse,de nuevo,que estudiamossemejanzasen los procedi-mientos,y no parecidosliterales. Los dos poetasse movieron en unasola órbita de inspiración, y éstatenia que imponerlessus leyes. Norealizamos,pues, una caceríade imitaciones,sino de usos y elemen-tos compartidos en función estilística. Al contrario, la vieja críticavería los siguientesendecasilaboscomo un descubrimientopara cantarvictoria:

que el blando tirso irresponsableManden

<Salomónde la Selva)

su leve tirso la Bacanteagita.

(MenéndezPelayo)

Pero la ciencia de la literatura sabeque el fácil método del cotejoliteral no conducearesultadospositivos,que sonpropiosde la investi-gación rigurosa.

Fijados ya los cultismos y el «culturalismo» de estos poemas,con-viene ahoraanalizar la unidad ordenadoraque es el verso. La «Evo-cación»salomónicafue compuestaen metros tradicionalesy de anda-

dura discursiva.Allí destacanlos versosde oncesílabasy los de siete;mientras que la «Epístola»,de MenéndezPelayo, está escrita única-mente en los primeros. Y, en Salomón, surgena trechosversos ro-tundos, que son casi siempreendecasílabosbimembres:

¡Ardan los templos, viólesea las virgenes!

Por eso, la ruptura del unitario endecasílabose vuelve caracterís-tica en la «Evolución de Horacio», y lo mismo aconteceen el poemade don Marcelino. Copiemosalgunasmuestras:

de dulce risa (y)/de canora charla...

(De la Selva)

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de torpe mano,¡de inventiva ruda

(Menéndez)

pais de esclavos,¡población chismosa.. -

(De la Selva)

mentepelasga,/corazónromano...

(Menéndez)

la mancilla secreta,¡el dolor intimo...

(De la Selva)

el vuelo audaz,¡la sentenciosaflecha...

(Menéndez)

que peina al aire (y)/le da voz cd viento...

(De la Selva)

dio vida a supensar,/normaa su canto...

(Menéndez)

Y, entre paréntesis,observenpor última vez los coleccionistasdereminiscenciasque el verso cuarto de Salomón trata de imitar éstedel «Polifemo», de Góngora:

peinar el viento, fatigar la selva.

Pero en Salomón, como en don Marcelino, no sólo hay endecasí-

labos bimembrados.sino también trimembrescon asíndeton,que tie-nen el efecto de apresurarel verso. Y ese recursoestálleno de inten-cionalidad, porque, cuando nuestin poeta quiso dar la sensacióndelas cosasvolanderas,de aquellasque no puedenser fijadas en la me-moria, escribió este versode aceleradopaso:

lo actual, lo conocido, lo palpado...

O esteotro, que nosda la imagen itinerante, dinámicade Ulises y.a la vez, la velocidadde su pensamiento:

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sagacidad, astucia, ¡inteligencia.’

Y MenéndezPelayo hizo lo mismo, al presentar,en rápido des-file, a los personajesde Roma, como una fugaz «presentaciónen so-ciedad»:

filósofos,augures,cortesanas...

Mas no se agotó allí esatécnica,puestoque,en ambospoemas,ha-liamos otra forma de trimembración,que ya no recurre a la sintaxisenumerativa:

y la lluvia,¡de todos/reblandece.

(De la Selva)

Horacio,¡¿lo creerás?,¡gravesdoctores...

(Menéndez)

Puesbien, la doblepausadel endecasílabotrimembredestaca,en losúltimos ejemplos, la función de cada vocablo o su valor de sentidoen la unidad oracional,conformelo advirtió el poetanicaragúense:

y la cesura puestade tal modoque diera al bloque de palabras peso...

Así, en adelante,el propio Salomón nos dará la pauta de nuestroestudio. El es quien dice igualmente:

lar aliteraciones elegantes,lustrosaslas anáforascomoel brillo de plata tres vecesrepetidode las hojas del álamo...

La aliteraciónes unafigura del «significante»;sinembargo,el juegode letras ———de repeticiónde letras— en que consiste,tiene una inten-ción evocadora,porque el estimulo externo modifica la sensibilidaddel poeta, y esa modificación se traduce fonéticamente.Así se com-prendeel valor psíquico de la onomatopeya;y así se explican estosversos de Salomónde la Selva:

fragor de sílabascomoel golpear de los divinoscascossonandoen su cerebro con estruendo.

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El versoinicial constade dosconsonantesvibrantesy de tres oclusi-vas, en total, cinco consonantesque indican aspereza;y el segundoyel tercero,de ocho cadauno. El esquemade esasconsonanteses el si-guiente:

r-g-r-d-bk-g-p-r-d-d-k-kd-r-br-k-tr-d

Pero la onomatopeyaseacentúaen el último verso,debidoa los gru-pos br. tr, así como se intensifica en el versoprimero por el esdrú-julo «sílaba».Igual técnicaapareceen estosendecasílabosde MenéndezPelayo, en los cualesla acentuaciónde la voz «número» y el grupoconsonánticotr reproducenla durezadel sentidopoético de los versos:

En torrente de númerossonoros...que los corcelesdel rugiente trueno...

En cambio,veamosel alejandrinode Salomónque sigue:

enuna suavedanzatodos sus movimientos...

Esta vez, el verso está formadocasi totalmentecon consonantesfricativas (s, z), que dan el roce de la «danza»,y con nasales(m, n),quecierran los «movimientos»de las mujeresal aliñar las mesasparala cena,como dice el poeta. Y he aquí un verso de don Marcelino,paraleloen el procedimiento,aunquecon el matiz de la «1» fricativa(lateral):

y dancencual tas ninfas desceñidas...

Pasemosahoraa la aliteraciónvocálica,a travésde un endecasílaboque Salomónencendióen las nochesde Mérida de Yucatán:

antesque brille la primera estrella.

Se tratade un versoluminoso,logrado a fuerzade vocalesclaras,ex-clusivamente:

a-e-e-r-e-a-i-e-a-e-e-a

Pero hay otro verso con repeticiónde la vocal oscura«o». la cualquedaanuladapor las nueve «aes»que alumbran el mismo:

inés claras que las blancasllamas de los hachones...

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Y el recursode las vocalesclaras fue usadotambiénpor MenéndezPelayo:

antesqueenciendael ánimadel vate..a-e-e-ie-a-e-a-í-a-e-a-e

Por el contrario, el efecto sombrío se muestraen Salomóncon elempleode vocalesoscuras(o, u), como en estealejandrinodondetodoquedavelado:

en orgullo y pudor oculto, el sentimiento...

Asimismo, en la Epístola de don Marcelino:

ajadoy roto, polvorosoy sucio,...

Despuésde tan refinadatécnica,no es extrañoque en el poetani-caragúensey en el españolescaseela aliteraciónmás usual,aquellaqueseda generalmenteentredos palabrascon ciertossonidosvocálicosyconsonánticosiguales, como en este endecasílabode Salomón de laSelva, que,a la vez, tiene rima interna:

Visión y revisión de pesadilla

Ello quiere decirque el virtuosismo de Salomóny el de don Mar-celino eran de buenaley, y, sobretodo, en armoníacon el del poetaal que cantaban.

El estudiode la anáfora,por su parte, resulta menos fecundo enlos dos autores.La anáforafue el punto de apoyode la poesíalíricaen la Edad Media, especialmente,en los trovadoresprovenzales,comoBertránde Dom, cuyas enumeracionesbélicaso amatoriassuelenreía-cionarseen virtud del referido procedimiento.Y Salomón mencionó.precisamente,al poetalemosín, aludiendoal cantoXXVIII (vv. 112-142) de La Divina Comedia,y recordandoa Pound.La anáfora,pues,se añadea la enumeraciónpara dar continuidada la idea poética. amanerade común denominadorde los miembros numerados.Pero,cuandola anáforase reducea una partículagramatical,esostérminoscarecende verdaderaunidady sólo se acumulan,como originados porunavisión primaria del universo.Así sucedeen los versosde Salomónde la Selva, como en este «contra»anafórico:

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contrael libidinoso, contra el desaseado,contrael impenitente,el holgazány el fatuo,contrael adúltero, contra el sicofante,contra toda insolenciay toda irreverencia y rodo incesto,...

No es. desdeluego, una enumeración«caótica»,pero, aunqueestéreferida a algo queHoracio pudiera significar, la preposiciónanafóri-ca no tiene fuerzade gravedadhumana.Y en la Epístolade don Mar-celino hay ejemplos de este tipo de anáforapuramenteacumulativa,como en los siguientesversos, dondeel polisíndetonse vuelve recursoanafórico:

y el besoesquivede la castaesposa,y el pueblo aparte que su paso impide,y a los tormentosinmutable torne

Pero,en esto, el poemade MenéndezPelayoaventajaa la «Evoca-ción» salomónica;ya que,asimismo,se encuentraen aquél la enume-ración homogénea,a basede repetir un verbo, palabracon el máximocontenidohumano:

Canta la paz, la dulcemediania.

cantade amor, de vinos y de juegos,cantade gloria, de virtudescanta.

Porque,con ese «canta(tú)» anafórico, la voz —o el espíritu— deHoracio unifica las intuicionesfragmentarias.

Y continúa el poema de Salomón, como trazando las líneas denuestroestudio:

y el sustantivoúnico,el adjetivo insustituibley el verbo clave y corona de la frase,...

Acotemos, con fines de estadísticaliteraria, una parcelaconside-rable en una obra y en otra: cien versos del comienzode la «Evo-cación de Horacio»,y los cien finales de la «Epístola»de MenéndezPelayo. El recuentoy el análisis del vocabulario en esos fragmentosrepresentativos,nos da el resultadoque esperábamos:la adjetivaciónes numerosaen ambospoemas,debido seguramentea la vocaciónre-nacentistade susautores.Porqueel Renacimiento,en poesía,se carac-

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terizó por trasladara la función adjetival la cargaintuitiva del nombre.Puesbien, los elementosconceptualesde los dos poemassólo adquie-ren verdaderorelieve por medio del adjetivo; los sustantivosdesfilanmorosamente,y el «tempo lento» del período poético se percibe contoda claridad.

En lospoemasde Salomóny de don Marcelino, las cosastienenatri-butos, y los nombresde las mismasse enriquecen,pero tal vez a costade enrarecersela sustantividad.En esos dos cantos horacianos, laadjetivacióndilata la frasey duplica el valor emocionaldel sustantivo.De aquí que los estilos de ambos escritoressean abundantes,y queno tenganla frescuraprimitiva del nombredesnudo,sino el calor dela elaboracióncualitativa, que no es, precisamente,la cuantitativadela economíapoética de Horacio.

Másde medio centenarde adjetivos,a lo largo de cien versos,con-finna lo dicho. Pero Salomón y MenéndezPelayo sólo coincidieronen tres adjetivosnadanovedosos:«cosaligera» (De la Selva), «ligerasninfas» (Menéndez),«dulce mirto» (De la Selva), «dulce mediania»(Menéndez),«bronce duro» (De la Selva), «dura Lyce» (Menéndez).Y adviértaseque los adjetivos del priínero se refieren a lo material,mientras que los del segundocalifican lo específicamentehumano,ensu proyección real o en la imaginaria. Además,casi ningunode esosadjetivos es visual, como «lustrosas»,«oscuras»y «áurea»,en Salo-món; o como «níveo»y «radiante»,en don Marcelino.

La ubicaciónadjetivalnos abreotra dimensiónde estudio.A veces,el poeta nicaragúenseempleódos o tres adjetivos para modificar unsólo sustantivo,con lo cual se subrayala abundanciadel estilo «broncedurable y elevado», «bronce duro y firme», «cosa ligera, alada ysacrosanta».Y el mismo procedimientose halla en el poetaespafiol:«vaga, mortal melancolía», «mundo enfermo y decadente»,«¡Ven,libro viejo, ven, roto y ajado!»Sin embargo,Salomón,a diferencia deMenéndezPelayo,colocó otras veceslos adjetivos a ambos lados delnombre:

al dulce mirto líricojunto el amargolaurel trágico.

La consideraciónde esos adjetivos que flanquean al sustantivo,nos lleva a un análisis del adjetivo antepuesto,es decir, del epíteto,que representaunacualidadesencialdel nombre,para resaltaría,y nouna cualidad atribuida solamente,como el puro adjetivo. El epítetosuponeun análisis,y el adjetivo una síntesis.Puesbien, don Marce-lino usó, aproximadamente,el doble de epítetosque Salomónde la

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Selva.Lo cual indica que la poesíade aquéles más analítica, y. portanto, más elaborada.He aquí algunasmuestrasde los epítetos deSalomón: «tiernashojas».«marmóreomonumento».«áureamoneda...»Y de MenéndezPelayo son éstos: «plácidas corrientes», «nupcialeslechos»,«escarpadosmontes»,«amenosbosques»,«radiantesol», «añe-jo vino», etc. Todas esas asociacionesresultan triviales, porque lodestacadopor el epiteto es lo esencialdel sustantivo,lo quepropendea repetirse,esto es, a vulgarizarse.

Peroexiste una clasede epítetoque,a pesarde su trivialidad, con-serva su potenciacreadora.Nos referimosal que tiene función metafó-rica, traslaticia, y que no abundaen los dos poetas.Así Salomón.cuando escribió «lustrosas las anáforas»,quiso expresar que esasfiguras literarias eran como superficies.por el lucimiento de las unasy el brillo de las otras. Don Marcelino, a su vez, dijo «níveo toro»,es decir, como la nieve, por su color; y «rugientetrueno»,como unleón, por su ruido. Y el menor uso que Salomón hizo del epíteto.respectodc MenéndezPelayo.nos da la medidadel tiempo que separaa ambosautores,porque ello indica que el nicaragúense«rompió lacadenaepitetal» —como diría Sobejano—,para buscar su propia pa-labra dentro de un nuevo espíritu.

Si, respectodel epíteto, hay diferencia adjetiva entre un poeta yel otro, también existe una diferenciade maticesen lo que se refierea las formasde elocución. Ya el primer verso de cadauno de estospoemasnos introduce en la forma elocutiva de los mismos; formadominadapor la exposiciónlírica, pero con acento narrativo, en Sa-lomón, y descriptivo,en don Marcelino, por lo que la «evocación»tiene de biografía poética. y la «Epístola», de poética bibliografía.Veamosel verso inicial de aquélla:

Horacio no era sentimental.Horacio.. -

Ese verbo conjugadoen pretérito imperfecto, precedidode nega-ción, descubrela yeta narrativa del poema salomónico, que hizo aHoracio contemporáneonuestro.Por su parte, la «Epístola»de Me-néndezPelayo empiezade este modo:

Yo guardo con amor un libro viejo...

Y eselibro sólo pudo serobjeto de la exposicióny la descripción,o de ambasformas a un tiempo, ya que don Marcelino lo guardabacon «amor»;palabrafundamentaldel verso, que el poetadestacódebi-

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damente.al hacerque se posaraen la misma el acento rítmico prin.cipal.

Pero los extremosse tocan, y esosprimerosversos nos llevan a lasola solución de los dos poemas.El poeta nicaragiiensey el españolse sumergieron,durantetodo el trayectode sus cantos horacianos,enuna atmósferade pura evocación,en esecírculo del ideal clásico, queallí termina abriéndosea una auténticavivencia —solución de conti-nuidad y verdaderasolución, a la vez—: la vivencia cristiana.PorqueSalomón,acasoinspiradoen aquello del alma «naturaliterchristiana»,de Tertuliano, vio en Horacio al vate que vislumbrabalos misteriosdel cristianismo:

Roma prefiguraen la visión que de ella tiene Horaciola encarnacióndel VerboenSu criatura...

Y ya MenéndezPelayohabíallegado al mismocruceo cruz de pe-regrinos. por el bautismodel lírico de Venusa:

Pero otra lumbreantes enciendael ánima del vate.El vierta añejo vino en odres nuevos,y esa forma purísima, pagana,labre con mano y corazóncristianos.

No les podemospedir más a dos poetasque subierondesdeuna«salutación»a la fonna, hastauna «salvación»en el espíritu, en laraíz de lo humano.

EnuARr,o ZEPEDA-HFNRIQUEZBiblioteca Nacional de Nicaragua