I

^VIILDIĴU

(Plasmapara uiticola Berlesey De Toni.)

Origen y pr^pagación de la enfermedad.

El agente de esta enfermedad es un hongoque parece haber existido siempre en Améri-ca del Norte, donde hizo fracasar las prime-ras tentativas de cultivo de las vides europeasintroducidas por Ios primitivoa colonos. Es-tudiado científicamente en 1837, época en quefué descrito por Schweinitz, ha recibido des-d^e entonces diversas denominaciones hastala actual de Pla,smopa^ra viticolu^, con que fuédesignáda por Berlese y De Toni.

Hasta el año 1878 el parásito no apareceen Europa, y a Francia corresponde Ya pri-mácía de su visita, sin duda provocada porla introducción masiva de pies americanos

para la reconstitución de los viñ^edos filoxe-rados.

Uurante los dos primeros años, la enferme-dad se presenta al final de ]a vegetación ysus ataques quedan limitados a los primiti-vos focos ; pero, a partir de 1880, adquieretal difusión que se da a conocer en todos lospaíses vitícolas continentales, y un año des-pués se observa también en las regiones me-diterráneas de Europa, Asia y Africa.

En España fué descubierto este hongo, porPlanchon, el año 1880, en viñas de las cer-canfas de Barcelona. Se difundió bien próntopor las provincias catalanas, y cinco añosmás tarde se registraban ya sus estragos enlas plantaciones de Alava, Logroño, Zarago-za y baja Navarra. Antes de expirar el pri-mer decenio de su aparición en España, se.denunció la enfermedad en las provincías deValladolid y Cuenca, así como se ^observa-ron algunos pequeños brotes en Alicante, Se^-villa y Cádiz (Jerez) . Hoy podemos afirmarque el parásito ha tomado carta de natura-leza en la microflora española y aiecta conc^rácter endé7nico grandes zonas de viñedó,donde las medidas preventivas constituyenactualmente una práctica más del cul^ivo dela vid ; además, algunos años de caracterls-ticas climatológiCas propicias suele manifes-tarse la enfermedad en extensas comarcas vi-tfcolas, causando verdaderos estragos, a losc^uq no es ajena la inex^eriencia de los ^rp-

pios víticultores, quienes carecen de los cono-címientos precis^os para el diagnóstico y tra-tamiento de] "mild^eu", tan bien aprendidos,por su desgracia, en los parajes que sufrenanuales ataques de la criptógama. Buen ejem-plo nos ofrece la invasión registrada en LaMancha el afio 1940, a cuya acentuada vír.u-lencia hubo de agregarse la falta de prepara-ción de los viticultores, poco avezados a de-fenderse de un parásito que rara vez sufrensus plantaciones.

El térmíno "mildeu" es una castellaniza=ción, según la Academia Espafiola, de la pa-labra inglesa "mildew" (moho), Incorporadoal léxico vi^lgar de nuestro idioma con elnombre de "mildiu", como en Francia "^mil-diou", consideramos inútil todo intento de in,-troducir los de "falso oidio"; "peronospora",etcétera, qus algunos patólogos han aconse-jado; en nuestra modesta opinión, establece-ríamos el de "moho algodonoso de la vid",mejor que "niebla" o"añublo" adoptados enalgunas comarcas vitícolas para designar estaenfermedad, pues con pureza idiomática seespecifican algunas características del Plars-mápurra viticot^a. ^

Eatudio botánico del hongo.

En primer término diremos que la causade esta enfermedad no es la niebla, el sol uqtro^ factores ^xternos, como ifod^vía pr^en

algunos viticultores de comarcas poco afec-tadas por el "mildeu", confundiendo así lascircunstancias favorables o adv^ersas al des-arrollo del mismo con su etiología. El agenteproductor de la enfermedad es un hongo, mi-croscópica planta que vive y evoluciona a ex-pensas de los órganos verdes (especialmentehojas y frutos) de la vid, en cuyos tejidospenetran sus filamentos----micelia-para ab-sorber los jugos, valiéndose para.ello de^ loschupadores que emite en laŝ células de aqué-11os ; algunas veces aparecen al exterior unosdiminutos tallitos--canidiófaras-que sopor-tan las semillas^-contdios-, encargadas, co-mo en lae plantas superiores, de multiplicarel hongo; esta es, en síntesis, la somera des,-cripción del Pl^mopara vitic^^la, sin prejuz-gar otras formas de reproducción que sucin-tamente reseñaremos después.

Para estudiar el desarrollo del hongo, ae-guiremos el orden natural de su ciclo eva-lutivo, partiendo de la espora invernant2 uoo^para.

Oospara$.-Se forman en el interior de to•dos los tejidos invadidos por el hongo, sobretodo en las hojas, cuando la vegetación de lascepas está deteñida (septiembre a noviembre) .Se encuentran esp^ecial^mente en las pequeñasy numerosas manchas de "mildeu", teñidas depardo, verde o a^marill^ento, que dan a las ho-jas agostadas un aspecto de mosaico. Lasvo^poras ^on cuerpos de forma redondeada,

1S

Fig. 1.-Seccíón de una hoja de vid atacada por el"mildeu". En su interior se dibuja con trazo negro eímiceiio del hm^go, cuyos conbdibJoros aparecen a] exte-rior sobre la cara lnferíor de la hoja. 141uy aumentado.

constituídos por una capa exterior relativa-mente gruesa e incol^ora que recubre a otramás delgada, de color rojizo, envolvente a suvez de una masa gran•utosa.

Estas esporas atraviesan el invierno den-tro de los órganos de la viña donde se hanformado, o en el suelo, y, merced a la espe-cial estructura de sus cubiertas, resiaten tan-to las alternativas de humedad y sequía comolas bajas temperaturas. Así pueden soportarlas inclemencias de la estación invernal, ase-gurando la conservación del "mildeu" de unoa otro aña

Las lluvias del comienzo de la primaveray la natural elevación de temperatura hacenque ]as esporas durmientes germinen espon-táneam•znte; la rapidez de su evolúción estáiigada al factor térmico, pues, . aunque co-mienza por lo general a los 11-12°, sólo al-canza su óptirno entre 20-25°. Bajo estas con-diciones se hiende la membrana externá de laoo^spara y emite de uno a tres filamentos si-nuosos, flexibles y de variable longitud, cuyasextremidades se ensanchan en f^orma ovoidea,constituyendo los m.aor,aconidios.

Macrocanidios. - Aparecen principalmentesobre el borde de los fragmentos de hojasabandonadas en el suelo, y cuando terminansu de,^sarrollo forman un tabitlue q^ue los se-para de los filamentos. Son trasportados porel viento y la Iluvia sobre las h^ojas tiernasde las cepas, y entonces germinan, dividién-

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"----'.. !^l ^^ »-^ l^`'..^`,.-^`-i (.``1,

Flg. 2.-En eyte corte transversal de ls hoja ee obeer-van cuatro oosporas del hongo productor del "mildeu".

Muy aumentado.

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dose su contenido en numerosos y pequeñísi,-mos corpúsculos, que salen al exterior a tra-

.-3, De las oos poras se forman, en primave-croconidios. 4, Distíntas fases del desarrollode éstos. Muy aumentados. (De Ravaz.)

vés de una papila abierta en el vértice delmcteroGani^dio: son las zoospora.s.

Zoos1^aras.-Adoptan formas de pera o ri-ñón y están provistas de dos p^estaflitas (fla-gelos), insertas lateralmente, que les sirven

para nádar durante qŭince a treinta minutosen las gotas de agua depositadas sobre lashojas; después se inmovilizan y redondean,pierden las pestañas, y^1 cabo de varias hq-ras comienzan a emit"ir un tubo germinativoque, si está cerca de algunos de los innume-rables estomas de las hojas, penetra a tra-vés de su orificio (ostiolo) y, réuni¢ndose sucontenido en un inflamiento situado inmedia-tamente debajo del punto de penetración, en-vía un chupudor sobre la célula más próxima;posteriormente se alargá e1 tubo fArmandoun filamento (micel2o) que se ramifica entrelos espacios intercelulares.

Mticel^io,--Está constituído por un filamentocontinuo, pero ra^mificado, que penetra entrelas células de los tejidos invadidos, absorbien-do l^os jugos de ésta mediante los chupa^ares,especie de mamelones que emite sobre las cé-lulas vecinas en su recorrido; estos abulta,-mientos presionan las membranas de ellas,las que invagina, producíendo la impresiónde que están sumergidos dentro de las célu-las; pero, en realidad, no penetran en el in_terior de éstas. A través de la superficilos ch^u^padores-en íntimo contacto comembranas celulares-tiene lugar lación de las materias solubles q^ue conlos órganos atacados, de Ios cuales se alta el parásito ; a consecuencia de versevado de sus jugos, los tejidos invadido^desecan y mueren.

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ia ^ --

Canidióforos.-Cuando el nai^celio adquiereun de> arrollo conveniente, el hongo produce-si al propio tiempo las eondiciones de me-

Fig. 5.-Las zoosporas'se forman en el interfor de iosmac^•oconid{os, y cuando salen al exterior son los agen-tes de la primera invasión del "mildeu" en primavera.

Muy aumentados. (De Ravaz.)

dio son favorabl^es-los órganos de fructifica-ción característicos de la prímavera y vera-

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no: son los canidiófarcn.4, que prirrfero se en-cuentran apelotonados debajo de los estomasy surgen después al exterior, en número va-riable de •uno a veinte, a través de aquéllos,

F1g. B.-A través de los estomas de laa hojas penetranlos tubns germínativos que emíten las xoosporas, conta-

minando asi a las cepas. Muy aumentados.

apareciendo por el haz de las hojas, peroprincipalmente por su envés; también puedenobservarse en los restantes órganos herbá-ceos de la vid.

Completamente desarrolladas, estas fructi-ficaciones tienen el aspecto de pequeñísimasarborescencias hialinas, con ramificacionesalternantes de distinto orden (primario, s•e-

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cundario, etc.). Las últimas terminan en treso cuatro puntas, sobre cada una de las cualesse inserta un coni^di,o. El tamaño de los conzi-d^ófaros es muy variable-un cuarto a unmilímetro-, y desde los más grandes y ra-mificados, quE se for^man en una atmósferamuy húpneda, hasta la completa ausencia defructificaciones, existe una serie de tipos in-termedios en correlación con los factores ám-bientales. Cuando la temperatura y estadohigrométrico son favorabl^es, los filamentos _están bien desarrollados (primavera) ; se re-ducen por regla general en el otoño y no apa-recen cuando soplan con insístencia vientossecos, ^

Conidios.-Según hemos dicho anterior-mente, en las últimas ramíficaciones de losc^ontidááfaroa se insertan unos pequeñfsirrmscorpúsculos, semejantes en forma a los m,cc-croGanidios ya descritos ; los hay de diversostamaños (0,412 a 0,040 mm.). que g^uardanrelación inversa con las dimensiones y gradode división de los filamentos que los portan.Según su grosor, enci^erran un número varia-ble de zoo^poras, que salen al exterior, cuandose separan los conirlZOa de los c^oni^diófo^ro^s, através de un orificio o abertura practicado enla extremidad opuesta a los puntos de ínser-cián de aquéllos. .

Los coni^dias pueden ser transportados lejosp^r los vlentos húmedos, y son aptos, por tan-to, para mantener y extender la enfermedad

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a grandes distancías. Una vez las zoosparas eniibei^tad, penetran por ]os estomas y provocanuna nueva invasión de "mildeu" con formarción de mvicelio, oo^rzirliófo7•os, coni,dios y otra

Fíg. 7.-Aparato veg etativo del "mildeu" ( micedio) des-arrollado en ]a pulpa de un grano. Muy aumenta.do.

serie de zoosparu s, cu,ya evolución repite el ci-clo descrito, que por l^o genez•a: se sucede va-

^ rias veces désde el comienzo de la primaveraa finales de verano.

Como resumen de cuanto anteced^e y utili-zando el posible paralelismo fisiológico entrelos hongos y plantas superiores, vamos a sin-1;etizar en las si'guientes líneas, con simple

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finalidad divulgadora, desprovista de rigorcientífico, la biología del Plasrllop.u,rcl, viticola.

1.^ La conservación de la especie tiene

Pig. 8.-Aparato re productor de] Plasmopara viticola(cenodtbJoros y can{dios), que aparecen, generalmente,sobre loa ŭrganoa invadidoa cuando las condicionea desmblentt+ aon frivorables. Muy aumentado. (De Ravaz.)

... 23 . _.

lugar a través del invierno me^iante,P^p^o^rus; de ellas nacen los macroconidtos originan ]as primeras zaospa^as q^'^ec-túan la contaminación inicial dé'r^a^ cepaŝ .at",.

'comi^enzo de la siguiente primaYex,^: -^'^^s^formas reproductoras sirven de eMÍ^c^^^ p^;raproducir ]a primera invasión.

2°. La zQospora forma el micelio, aparatovegetativo del hongo, que se desarrolla en elinterior de los tejidos de la vid y emite unaespecie de raícillas {ckzupcadares), con las cua-les absorbe el parásito aus alimentos.

3° Del micelio arrancan los órganos defructificación (corriidiófaros), qúe suele^n apa-recer al exterior de las partes atacadas. EAosAevan los ^com^dios, y de éstos salen las nue-vas zaasparas; origen de la siguiente inva-sión ; durante la primavera y verano puede re-petirse varias veces esta parte del ciclo, sinque suelan aparecer las oosparaa ni formasreproductivas de ella^, derivadas.

4° A final de verano empiezan a formar-se en algunas de las manchas de "mildeu"las esporas durmientes u oosporas que, gene-ralmente en el suelo donde caen las hojas de-secadas; pasan el invierno en estado latentehasta el comienzo de la primavera, repitiendola parte de ciclo consignada en el aparta-do 1.°

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Caracteres de la enfermedad v sus daños.

Salvo los caraidióforos, cuando están biendesarrollados y son abundantes, los restantesórganos y formas reproductoras del hongo 0se desarrollan en el interior de ]os tejidos dela vid o, dado su microscópico tamaño, e^ca-

Fig. 9.---En el interior de los contidios (izqulerda de laflgura) se formsn laa zoosporas (a la derecha) que conatituyen los eiementoa Propagadores de la enfermedad.

Muy aumenta.dna.

pan a la vista del óbservador; por esta razón,los viticultores sólo pueden reconocer la en-fermedad a través de las aiteraciones que in-troduce en las partes iñvadidas; es decir,cuando ya la tienen en sus cepas, pues lo qllemuchos consideran como primeras manifes-taciones de la invasión-manchas blanqueci-nas en las hojas-son, por desgracia, el (^nalde la evolución del parásito, la que tiene lugar

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en el interior de los tej ídos de la vid y, pa^tanto, no es visible para nosotras. De aquí l:^absaluta necesidad de identificar el procesopatológico mediante el seguro reconocimiEn-to de sus primeras manifestaciones externas.

El "mildeu" sólo ataca a los órganos aéreosy jugosos-todavía verdes-d^e las cepas; l^^ssarmientos agostados y las partes leñosas soninmunes; pero no se crea por esto que única-mente las hojas, como es muy freouente, seanlos únicos afectados, pues lo mismo puedepresentarse sobre los brotes, inflorescenciasy frutos; seguidamente describimos los sinto-mas de la enfermedad en cada una de ellos.

,ALTEItACIONES DE LAS HOJAS.

Las hojas tiernas son fácilmente infesta-das por el parásito, y es frecuente observ:irque las situadas en las extremidades de losbrotes son ínvadidas por completo, pués, en lostejidos jóvenes el micelio suele extenderse conrapidez a varios centímetros de distancia desu punta de penetración. Los diversos esta-dos de desarrollo del parásito han recibidodenominaciones especiales : su entrada en losórganos atacados se lla^ma contamin^,ció,n; sedenomina vncubacitSn al tiempo que dura el'desarrollo del mice^>!io en el interior de los t^e-jido^ sin señal exterior visible; es decir, quedurante estas dos primeras fases del parási-to e^ v}t^ç^tltor ignora toda^fa la exiatencia

?5 .

de la enfermedad; pero, bien pronto, en laspartes dañadas se destacan manchas visibles

Fi^. L0.-Hoja de vid cun las típicas "manchas de ace'-te', prlmeras manifestaciones dej "mildeu". (De Arraud.)

de diversas apariencias según el desarrollo dela hoja y proceso de la infección•

Cuaz^do el limbo está en vías de crecimien-

to y los tejidos son blandos y aouosos, el hon-go se extiende en su interior originando man-chas redondeadas que pueden alcanzar hastalos tres centímetros de diámetro, y, si el des-arrollo no es muy rápido, se observa bienmarcada una primera fase denominada"mancha de aceite", cuyo color, más claro ytransparente-amarillo o verde-amarillento,con borde esfu^mado semejante a la gota deaceite que se extiende en el papel-, contras-ta con el fondo verd^e intenso del follaje. Enla parte central de la cara superior de lasmanchas se encuentrañ zonas parduscas, quecorresponden a los tejidos más alterados, yen ;el envés de la hoja surg^en los co+^.idiófo-ra^s;^formando una especie de cortfsimá borrao vello blanco de nieve (polvillo dé azúca,r) .

El crécimiento de la mancha se deY,iene,adopta cor^torno irregular, y^la parte circuns-crita toma un tinte amarillo cada vez má.s 'in-tenso, pardea y se deseca. Si las condicionesde medio son muy favorables al parásito(tiernpo templado, húmedo y hojas jóvenes)puede aparecer en la cara inferior del limboel polvillo blanco sin que los tejidos inter-nos sean bastante dañados para manifiestar-se la mancha de aceite ; en caso contrario,muchas veces ni se aprecian los cootidióforae.La primera señal exterior (manchas o borrablanca) ^narca al principio de la fase del hon-go denomixlada cvpwrir,lán o i►nvcusión, aunĉuando este último término es impropio a to-

za ^

das luces porque su nombre indica el períodoque se inicia al comienzo de la cantamin^-c i:c»z.

Así son las típicas alteraciomes que experi-

Ftg. I1.-^obre la cara inferior (envés) de las hojas seobaervan, a1 las condíciones climhticas aon proplcias,

unas manchas blancas. (De Arnaud.)

mentan las hojas bajo la acción del "mildeu",pero en muchas ocasiones, segúri la clase ^de

._ 2g -

cepa, estado de la vegetación y circunstan-cias ambieniales, se presentan modificacio-nes profundas de esta clásica sintamatología.Sobre las vides de uvas tintas tintoreras,cuyo follaje enrojece frecuentemente en elotoño, las manchas de "mildeu" se presentancantorneadas por tma ancha faja roja-víolá,cea esfumada exteriormente. Además, en al-gunas variedadea pueden aparecer con^diófo-rae en el haz de las hojas y, sobre todo, a lolargo de los nervios principales.

Cuándo los tejidoa son menos'aptos parael desarrollo del parásito, el aspecto de lasmanchas cambia ostensiblernente; á„st oeuri`eque, t^,nto en las hojas adultas de casi todas1^ variedades (ataques de fin de verana) ,,como en las jóvenes de las cepas resistentea,el desarrollo del micelio ^es pronto detenidopor la espesa red de nerviecillos, que consti-tuyen barrera íñfranqueable, y S,e formantan sólo pequeñas, pero muy numerosas, man-cbas parduscas de 1-2 mm. de diámetno, en-tremezcladas con zonas de tejido sano verde-amarillento; la hoja adopta entonces un di-bujo especial-`.`mosaico"-, y en estas man-chitas se forman, generalmente, ]as o^araainvernantes. •

Con las manchas propias de esta enferme-dad pueden confundirse la "erinosis", produ-cida por un ácaro, y el "oidio" ; de la diferen-ciación con éste nos ocuparemos más ade-lante.

su

La primera se distingue fácilmeute porqueel haz de las hojas pr^esenta abultamientosen forma de agallas, mientras permanece pla-

Flg. 12.-Aepecto del polvillo blanco que aparece en elenvés de las hojas, constltuSdo por ]os conidibjoros del

hongo. f De Arnaud. )

no en el "mildeu", y la borra del envés estáformada por peios de un blanco más sucioque los conidióforos; además, aquéllas no acu-san las típicas manchas de aceite. Por último.toda duda desaparece colocando las hojas en-tre. papel o tela mojada a la temperaturade `LO-24°; una noche es suficiente para queaparezcan los síntomas del "mildeu".

s daños que sufren las h^ojas son frecuen-te^ te muy graves. Continuando el hongosu ión destructora, las manchas aumentall

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de tamaño y se unen, llegando a ocupar granparte de la superficie del limbo; los tejidos sedesecan y se desprenden las zonas invadidas.Si sólo existen algunas manchas aisladas, los

^ oE ^ ^AiC` O^4

^Fig. 13.-En algunas varíedades d© ce zas tintoreraa la ^,manchas del "mildeu" son, por excepc^ón, de color roj z

r,^^^, ^

vloláceo. (De Arnaud.) * Y', r

efectos son poco importantes; pero, muchasveces las hojas quedan inutilizadas para cum-plir su función asimiladora y hasta caen alsuelo completamente s^ecas, perdiendo enton,-ces las cepas gran parte de su follaje. Lasvides cuya vegetación activa se pi•olonga lar-

^ s2 ^

gro tiempo son particularmente sensibles, y,por el contrario, las variedades muy suscep-tibles a los ataques primaverales del "mildeu"adquieren, oon posterioridad, especial resisten-cia, motivada por la detención sufrida en eldesarrollo de sus órganos aéreos, como resul-tádo de la temprana invasión de "mildeu".

ALTERACIONES DE LOS BAbTES.

^ Los brotes tiernos .pueden ,también se^ ata-cados por el "xnildeu" ; pero, como son másresistentea que las hojas, sólo. suelen aufrirdaños importantes en los períodos de i^ten-sas invasiones; a medida que ellos comienzana endurecerse va aumentando su resistencia,y cuando se lignifican-"agostamiento"-sonprácticamente inmunes, al menos por infec-ción directa.

Las partes terminales de los brotes jóve-nes son las más intensamente atacadas por elhongo, apreciándose en ellas ún color oscuroy, más tarde, los conidió f aros cuando la at-mósfera es muy húmeda. Sobre 1os sarmien-tos gruesos, los nudos son más afectados quelos meritallos, y en éstos sólo se manifiestanbandas o estrfas longitudinales, parduscas, deaspecto verrugoso y algo saliente, pero sinformación de manchas blancas al exterior; losentrenudos invadidos adquieren, por último,cierta consiatencia esponjosa y se désecan,

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Fig. 14.-A y B, cara superior e inferior de una ho1a devid con las caracteristicas manffestaciones de las ]nva-slonea otoñales de "mildeu"; C y D, brotes atacados porel hongo y cubiertos por el polvillo blanco de sua coni-dfóJoros; E, t[pícae alteraciones de los sarmientos her-

báceos producldas por la enfermedad. (De Arnaud.)

v^o j

pudiendo romperse fácilment•e el sarmientopor los nudos más dañados.

ALTERACIONES DE LA3 INFLORESCENCIAS.

Sobre el pedúnculo y sus ramificaciones seforman manchas longitudinales de contornosmaI definidos; los tejidos se oscurecen y to-

' man .un tinte.s•^mejante ai de judías verdescocidas, que más adelante pardea. EI miceliopuede extenderŝe a todo el raspón; pero, aunen el caso de quedar localizado, llega a oca-sionar.la degecación completa de la inflores-cencia; en esta últirna forma se asemejánlos dáños a los producidos por los ataques delas "polillas" (Polychrosis bofi^ra^na y Cl^siaámbzguella), si bien huellas de sus mor-deduras y tos hilos sedá que tejen estosins^ectos son suficient para distinguirlos enla generalidad de los casos.

Las flores presentan análogas alteracionesy los con.idió foros aparecen más fácilmenteque sobre el pedúnculo y cabilIos, donde no

• suelen obs^arvarse.

ALTERACIONES DEL FRUTO.

Sobre el escobajo verde, la enfermedad tie-ne análogos síntomas y efectos a tos descri-tos anteriormente aI tratar de las infiores-cencias. '^ El "mildeu" en los granos se manifiesta

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Fig. 15.-"Mildeu gris" ( ^re2^-rat) en Ins racimos jóvenes.Aun:enYado. (De Arnaud.)

- sa -- •

bajo dos formas tan distintas, aparentemente,que en tiempos pasados se consideraban comoenfermedades díferent^es (grey-rot y brown-rot, de los americanos).

En los granos pequeños, la invasión puedetener lugar directamente o por penet^acióndel miceti.o que se desarrolla en el raspón.En éllos, las eflorescencias blanquecinas apa-recen fácilmente ; pero, como están espacia-das y se asíentan sobre el color pardusco delos tejidas atacados, adopta el conjunto uncolor grisáceo (grey-rot), que nosotros pode-mos denomínar "podredumbre" o, mejor,"nKldeu gris" del racimo.

Cuando los granos exceden del tamaño deun guisante, se ven, invadidos únícamente porintermedio de sus cabillos, ya que sus porosquedan cerrados y sólo puede penetrar elmiceli,o a través de aquéllos. .Una vez dentrodel ^rano, el tubo gei•minativo se extiendemá.s o menos'rápidamente a lo largo de los ha-ces, formando líneas jaspeadas de distintas to-nalidades que, combinadas con el co'.or verdedel fruto, dan a estas manchas un tinte lívido,caracterfstico de las primeras manifestacionesde la enfermedad ; después se colorean enverde `pardysco, con viso rojizo o achocolata-do, cada vez más oscuro, pero sin que apa-rezcan los blancos canidiófaros propios delos granos jóvenes ; de acuerdo con la sin-tomatología indicada, se denomina a estamodalidad "podredumbre" o "mildeu pardo"

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(bro«^n-rot) del racímo. Más adelante, losgranos afectados se deprimen-sobre todocercl del cabillo-, se arrugan y caen ai me-

,, tr ^t"F,?^, t x ^:', ^ ,.^̂r. ^:'g^,^^^^^c^:^^,."^^i^*^'^^^V^,:, ^.. • ^; w

Fíg. 16.-Modalídad parda ( brotvn-rot) aue adopta e!"mildeu" en sus ataques a los racimos ya desarrollados.

(De Arnaud.)

nor golp^e. A partir del "envero", las uvasson práctica^mente inmunes, pero como lospedunculillos o raspón pueden ser invadidos

en oual.quier época, la desecación del frutotiene lugar por acción indirecta hasta el mo-mento de la madur•ez.

La impartancia relativa de una u otra for-ma de la enfer•medad varía con los factoresclimáticos. En las primaveras húmedas de lasregiones templadas pueden presentars^e fre-cuentes invasibnes del "mildeu ^•ris" en losgranos r.ecién formados ; pero, durante el ve-

: rano, son más raros los ataques de "mildeupardo", sobre todo en las regiones vitícolas

- del interior, caracterizadas por extrema se-quedad.

Las alteraciones de los granós pueden con-fundirae eon otras lesiones causadas poragentes distintos. Aparte del "oidio", que tra-

,- taremos más adelarite, existen otras enferme-"`F dades o accidentes cuyos caracteres distinti-

vos son los siguientes : La "padredumbre,. ^ris"^\(B^atrrytia ei^terea) forma, sobre los

desecad,os, canzdióforos, que se di-an ordinariamente del "mildeu" poror griááceo más oscuro. Las manchas

loĉa,lizadas y deprimidas ("golpe de sol") que^ apa^ecen en los granos, se asemejan mucho

a las producidas por Ql "mildeu pardo" cuan-do éstas invaden tan sólo una parte de susuperficie; únicamente se diferencian en queel "golpe de sol" afectá un punto cualquieradel grano y la alteración de los t•eiidas es su-perficial, mientras que el "mildeu" atacamás profundamente a la pulpa y la mancha

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comienza a formarse en ]a proximidad delcahillo. Por ^íltimo, una confusión mayor tie-ne lugar cun e] "escaldado" d•el raci^mo porefeĉto del ^ sol, y para diferenciarlo del "mil-deu pardo" hace falta oasi sienípre acudir ale^amen microscópico; cuando los granos noestán completamente desecados es fácil dis-tinguir a simple vista uno y otro, pues ei "es-caldado" se presenta "de golpe", después deun perSodo de altas tempex•aturas o vientoscálidos, y afectando principalmente la parteterminal del racimo. cuvos ^ranos adauiereII ó^ +ceuna coloración pardo-negruzca con tinte v' ° "^^láceo, en tanto el "mildeu pardo" no se obs ^- ĵva localizado, su proceso no eŝ tan rápido ^eI color de las partes invadida•s es pardo-v •- '^ ^

•rdoso.EI "mildeu" dei racimo ^es la forma más^^+`'onc^ ^^`

aguda que puede revestír la enfermedad,pues bien la totalidad de aquéí-si la inva-sión tiene lugar en el pedúnculo-o solamen-te los granos afectados, se desecan, lo quesupone graves pérdídas de cosecha, Cuandoel parásito invade las hojas, si bien los dañosson m•enos i^mportantes, la defoliación consi-guiente puede alcanzar tal intensidad que elfruto se resienta por la escasez de materiasnutritivas e{aboradas en eT follaje, y enton,-ces ni adquiere aquél su tamaño normal nialcanza completa madurez; igual. efecto semanifiesta en 1os sarmientos, pues tampocoéstas logran almacenar sufieientes reservas

_... .}p . __

para asegurar la brotación del siguiente año,y las cepas manifiestan notoria debilidad enla primavera.

Influencia de los factores climáticos en eldesarrollo del "mildeu".

El clima ejerce cierta influencia sobre lareceptividad de las cepas y, sobre todo, latiene decisiva en el desarrollo del parásito.Dos factores básicos : temperatura y hume-dad, intervienen directamente en los diversosestados de evolución del hongo; para su es-tudio, seguiremos el proceso de las distintas

•invasiones en relacióri con la biología delagente.

INVASIÓN INICIAL.

Desde últimos de marzo-zonas cálidas delsur de España---en adelante, puede tener lu-gar el pri^mer ataque del "mildeu", Para elloson precisas tres condiciones: existencias deooepora,s, lluvias y temperatura adecuada.En los terren^os encharcados, aquéllas evolu-cionan cuando la temperatura excede algunoad#as los 11° ; por esta razón, los inviernos llu-viosos seguidos de primaveras con abundan-tes precipitaciones hacen temer invasiones,tempranas e intensas del pará^ito. Ppr regía

gen^eral, al comienzo de la primavera suelenregistrarse copiosas lluvias, siendo muy fre-cuentemente, por tanto, que la temperatura yrelativa sequedad del invierno regulen la in-tensidad de la primera invasión ; naturalmen-te que la falta de precípitaciones primavera-les anulan o retrasan los atadues del hongo.

Las zoosparas procedente de l^os macrac^^^ni-dios invaden, principalmente, las hojas bajasde las cepas enclavadas en los sitios más cá-lidos y húmedos (hondon^das y laderas orien-tadas al Mediodfa) ; la pri^mera infección pro-duce escasos dañ^os y casi siempre pasan des-apercibidos, pero las escasas mancha$ q.ue seforman son mangnífica siembra para el fu-turo.

IINVASIONES SUCESIVAS.

Si la primera y quizá la segunda d^e éstasrevisten escasa importancia, sus daños vanaumentando en las siguientes hasta que lasequedad del verano detiene los avanc^s del"mild^au" ; la segunda quincena de mayo ytodo el mes de j unio es la época más peligro-sa para las intensas invasiones del parásito.A continuación reseñaremos la influencia delos factores termopluviométricos sobre los di-versos estados del hongo.

Los oanidios pueden producir zoosparasentre 6 y 30°, invirtiendo unas veinte ha-^,s ^ dicl^,as temperatúra.s límites, tiempo

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que va reduciéndose hasta llegar a ser decuarenta minutos a los 2d^ (óptimo térm`co) ;pero todavía no es suficiente esta condición,y precisan encontrarse en una gota de aguapara que :a germinación tenga lugar; en con-secuencia, sin precipitaciones pt^evias no evo-lucionan los coni^dios, y de aquí el nombre de"lluvias de contaminación" con que se des'.g-nan aquellas precursoras de las invasiones de"mildeu". A este respecto, es convenienteaclarar un concepto algo confuso; los ata-ques del parásito también se registran conintensidad en regi,ones vitícolas del Sur, ca-raeterizadas por las escasas o nulas precipi-tacionés primaverales, pero que, en cambio,padecen, a consecuencia de su emplazamien,-to y elevadas temperaturas, frecuentísimasnieblas y rocíos. Por último, es un'hecho ob-servado en los modernos estudios cómo la •in-fección se agrava si días antes de la llu-via de contarninación se registra otra prepa-ratoria, que hace más sensible las cepas alos ataques del hongo.

La penetración del tubo germinativo de laszoospo^rus en los tejidos de la vid-cantami-^nacián^-tiene lugar por los poros (estomas),y como éstos son unas 300 veces más nume-rosos en la cara inferior de las hojas, a tra-vés de ellas se verifica generalmente la infec•ción de los órganos foliáceos. Cuando el aguapersiste bastante iiiempo sobre éstos, laszoosporas germinan y emiten su tubo al cabo

de cíerto tiempo, variabie con la temperatu-ra (90 minutos a 20^) .

A1 iniciarse el desarrollo del micelio en elínterior de los tejidos, comienza el períodode la enfermedad denominado i.ñcubaczán, in-visible pc^r completo hasta que se manífies-tan las típicas "manchas de aceite", seguidasfrecuentemente •en las hoTas, y algunas vecesprecedidas, de la formación de manchas blan-cas (car^i^dióf,mros).

El período de in,cubacián es v^iriabie y suduración está. íntimamente re:acionada conlas condiciones loca;es, naturalPZa de la eepay desarrollo del órgano afectada Como pro-media, y con carácter general, pu^den admi-tirae los siguient^es datos : últimos de abrily primera quincena de mayo (quince a die-ciocho días), período que puede ampliarse enuna semana durante las priinaveras frías;segunda mitád de mayo a final de junio (sie-te a quince días) ; julio y agosto (cinco a sie-te días). Según las observaciones de Ravaz,durante los meses de junio a septiembre elp^eríodo de incubación en hojas jóvenes noexcede de ^una semana, y es muy irregularpara los órganos más viejos.

AI término del periodo de in.cubar,ión apa-recen Ías "manchas de aceite", poniéndoseentonces de manifiesto al exterior la existen-cia del "mildeu". Sobre las hojas, la duraciónde estas manchas es muy variable e ínclusopuede ser nula, pues en los órganoŝ jóvenea

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y bajo una atmósfera húmeda, los .contidiófo-ros llegan a formarse antes que los téjidosinvadidos muzstren señales de alteración;así se observa también sobre los granos jóve-nes, donde algunas veces las fructificacionesdel paxásito aparecen previamente a las mo.dificaciones de color por efecto del desarrollointerior del m^ce^lio. Normalmente, las man-chas pueden durar algunos días, y cuando lahumedad ambiente no exced^e de1 70 por 100perduran varias semanas sin que fructifiqueel hongo, que continúa víviendo en el interior 'de los tejid^os. , ^

En las hojas, los ca^xi^diófqr,os aparecen, sa-'.bre todo, en la cara inferior; pero, si las con-'dicionés atmosféricas son muy favorables,'.también se observan ^en ciertas variedades'de cepas sobre la base del haz. Las man-chas blancas necesitan para formarse unelevado grado higrométrico y temperaturabenigna; ambos factores influy^en conjunta-mente en la fructificación del parásito, .con-^ forme vamos a reseñar seguidamente. A 13°,los coni^dióforos surgen en un. período deveinticuatro horas, que va reduciéndose azr►edida que el factor térmico se eleva, para ,alcanaar el mínimo de ocho horas correspon- 'dientes a 18-22°; a temperaturas supériores,crece diclio período y asciende hasta catorcehoras a los 30°; una vez rebasado este límite,las manchas blancas no aparecen. El óptimode humedad ^elai;iva está comprendido entre

ŝ6 S° ' 7nwatén 7^ y1••r.ds Ts,wM ^ 3.^wrun ddi:^Ia ^ lof rvi;oLr-

:wfs.wó^v 3^su1•+aiin Atsriaúq , ^wfss^:áp 3^wv.iattál ^*ieia^

Fig. 17.--CYráflca de las invasionee de "mildeu" en la comarca del Panadés. (Fetación de Víticultura y)^no-logfa de Víllafranea.)

95-100 por 100, invirtiendo entonces de di^eza doce horas ; entre 85 y 90 por,100, las fruc-tificaciones del parásito son escasas y tardande dos a cuatro días en manifestarse; peroouando e: grado higrométrico desciende a75-SO por 100, ap•enas se observan los órga-nos aéreos del "mildeu".

Existe una indudable correlacián entre lasmanifestaciones externas de la enfermedad ylas condiciones atmosféricas-especialmeñtehumedad-, que vamos a resumir:

1° Cuando después de aparecer las "man-chas de aceite" sobrevienen lluvias o rpcíos,se manifestarán los ^cani^úiófaros al cabo decierto tiempo, variable con la humedad pro•porcionada por dichas precipitaciones y tem-peratura ambiente.

2° Si el período húmedo se pres^nt^L dedoce a veinticuatro horas antes que se apre;cien las "manchas de aceite", simultáneamen-te con éstas aparec2rán los ca^xi^dióforos.

3.° En el caso de que las lluvias, nieblasA rocfos acaezcan dos o tres días antes de] mo-mento en que normalmente se manifestarfanlas "manchas de aceite", y contando con tem-peratura conveniente, aparecex•án las fructi-'ficaciones del hongo sin previa presentación'de aquéllas; esta variante es harto rara, pues^exige ún tiempo cálido y muy lluvioso.

4.° Si al presentarse las "manchas de;acefte" el tiempo se mantiene seco, loa órga-

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nos aéreos no aparecerán hasta que una ]lu-.via o rocío aporten la humedad necesaria.

Combinand^ el conjunto dQ los factores cli-máticos (temperatura media desde abril aagosto, volumen de precipitaciones, días delluvia y humedad relativa), el IngenieroAgrónomo Sr. Fábregues ha establecido, paralas distintas provincias vitíco^as de nuestranación, la siguiente escala de may^or a meno^propensión a los ataques del "^mildeu" : 1rSantander ; 2, Ovied^o ; 3, Bax•celona ; 4, Pon=tevedra, La Coruña ; 5, Gerona ; 6, Tarragana; 7, Navarra; 8, Lugo, Alava; 9, Orense;10, León; 11, Logroño; 12, Huesca, Balearea(Mallorca) ; 13, Alicante; 14, Cástellóñ;. 15^Jaén; 16, Badajoz, Valencia, Zaragoza; 17,Almería, Córdoba; 18, Murcia; 19, Cáceres;

• 20, Cádiz, Granada ; 21, Lérida, Palencia, S^villa; 22, Madrid, Valladolid; 23, Albacete;

° 24, 'laga; 25, Salamanca, Toledo; 26, Gua-^ dalajar ; 27, Huelva ; 28, Ciudad Real, 'Za-

'^^o. `^^nora (1) ^ .!^b +`'rs' yi

ti/ c^M - 64RL'' previsión c(el "mildeu". ^

Hasta ahora no eaisten tratamientos cur^-;tivos de esta enfermedad, y los viticultoreasólo pueden defenderse de sus ataques apliwĉando m^adidas preventivas. En consecuencia,'

(1) En eata eacala se observan ciertas anomaliae,'perfectamente expltcables dadae las variantea clímAtl•;cae localea dentro de cada provincía.

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si fuera posible conocer con cierta antelaciónlos períodos de contaminaciones, podríamosorientar la lucha coiltra é: parásito con ab-soluta eficacia y gran economía. Para conse-guir tan interesante objetivo es necesario co-nocer profundamente la biología del hongoy factores climáticos locales. De la pri-mera part•^ se poseen hoy los principales da-tos d^2 interés práctico ; p^ro los segundos nopermiten, en el actual estado de los conoci-mientos meteorológicos, anticipar sus varia-ciones con anticipación superior a las veinti-cuatro horas. A este respecto aecordamos lafrase de un iiustr•e pató.ogo : En un wiñe^do

' kt intems^^zd de los cctaquea del "mildau" esregulada ,^aor la lluvia. No se pu,ede preverf^lluvia. Po^• tanto, no se y^ue^de prevc^nvr la'^te^2^sida^d ^e las a.taques. Semejante silogis^es actualmente irrefutable.

No obstante, se ha conseguido un granavance a este respecto ^merced a las Estacio-nes de Aviso que funcionan en algunas regio-ne^ vitícolas de otros países. Basándose enla biología del hongo, cuyo desar^•ollo siguénanualmente en el campo y:aboratorio, unidoa los datos estadísti ĉos de muchos afxos y pre-visión d•el tlempo, dentro de lo posible, el per-sonal especializadísimo de dichos Centros,.conocedor. tambié^de las condiciones loca,les,publica una serxe periódica de consejos quepermiten a los víticultores orientar sus tra-

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tamientos bajo s2guras normas, con evidenteahorro y notable eficacia.

El agricultor, por sí solo, algo puede haceren este sentido, sobre todo si miramos ei em-pirismo actual, basado más que nada en lascostumbres locales para fijar la época y nú-mero de los tratamientos. Existe un aparatodenominado polímetro, cuyás observacionespermiten determinar con sencillea los mo-mentos de mayor peligro de "mildeu". ,

El modelo que d^ascribimos consta de untermómetro de mercurío e higrómetro de ca-bello instalados en la misrna montura. El pri-mero lleva dos escalas; pero para los viticul-tores sólo es necesaria la d^e ia izquierda, queseílala la temperatura en centígrados.

Las indicaciones del higrómetro vienenmarcadas mediante una aguja que gira sobreun cuadrante con dos escalas : la inferior sefia-la la humedad relativa del ambiente, y la dearriba está calculada en grados centígradosque, restados de la lectura del .termómetro,nos da el punto de saturac'ión, o sea la tem-peratura a la cual se condensará en lluvia,niebla o rocío el vapor acuoso de la atmós-fera; si dicha temperatura está próxima a laregistrada y es suficiente para la germina-ción de los cani^dios y zoosgwras, cabe pensarsobrevengan en la noche siguiente las condi-ciones precisas para a ŝeg^ar la contamina-ción de las cepas, si previamente existen gér-menes de "mildeu".

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Aclararemos estas nociones con l^os ejem-plos que muestran las insertas fotografíasdel aparato. En la figura de la izquierda el

Fig. 18.-Polín^etro en dos posiciones distintas de la agu-ja indícadora. IDe Ve]IandoJ

termómetro marca 20,5" y el higrómetro 13.La diferencia es, pues, de 7,5° ,y, por tanto,el pelígro de invasión no ex;iste, porque elpunto de saturación de la humedad ambi^en-te es demasiado bajo para que el parásitotenga probabilidades de evolucionar. A la

V(D (

derecha tenemos otra poaicibn deI polfine-tro; el termómetro marca 23° y la aguja se-ñala 4,5° en la escala superior. EI punto desaturación será 18,5° (diferencia de las doslecturas anteriores), y comq a dicha tempe-ratura se inicia el óptimo de desarrollo delhongo, la contaminación es inminente y sedeben adoptar sobre la marcha los trata-mientos adecuados para prevenir la enfer-medad.

Se procurará instalar el aparato en plenocampo, pero al abrigo de cualquier construc-ción rústica cercana aI viñedo oon objeto depreservarlo del sol y la intemperie. A partirde primeros de abril y hasta final de agosto,las observaciones deben registrarse diariamen-te, efectuándolas una hora antes de la puestadel sol.

Métodos de lucha.

Tres sist^emas generales se ofrecen a pri-mera vista para combatir esta enfermedad :destrucción de los gérmenes invernantes ;tratamientos curativos y medios para preve-nir sus ataques.

DESTRUCCION DE LAS OOSPOAAS

Este procedimiento tiene por objeto cor-tar el ciclo biológioo del parásito, destruyen,-

do para ello los órganos de jas cepas que seencuentren atacados a final, .de otoño, ,puesen éstos se forman los gérr^teaes "que per-petúan la especie a través del `ixlrvierno. ^a^t^seductor mél.odo carece de efioácia práĉtíca,pues es materialmente imposible re¢oger to-das las hojas atacadas que se desprenden delas cepas y dispersan ; por otra parte, tam-poco conseguiríamos gran cosa en el supues-to anterior, pues únicamente se evitaríanalgunas de las primeras invasiones, ya quedespués los coni^Lr;os formados en otros vi-ñedos se diseminan a grandes distancias ypueden contaminar las plantáciones donde sedestruyeran en el otoño las hojas caídas.

TRATAMIENTO CURATIVO

Este sistema de lucha se encuentra actual-mente, por desgracia, en la esfera de lasplausibles tentativas, sin alcanzar resultadosprácticos con ninguna de las dos orientacio-nes que se ha dado a este problema. Una esla aplicación de productos que, obrando poracción interna en la cepa, deatruyan el pará-sito o inmunicen los tejidos; hasta ahora nose conocen resultados positivos de las expe-riencias realizadas, p^ero sí puede afirmarŝeque la alosis cu^rativa susceptible de matar eIparásito está generalmente muy próxima allimite de toxicidad para la planta, debiendo

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añadirse a tal escollo la dificultad de la téc-nica operatoria, pues, si el tratamiento ha desurtir efecto, precisa que obre inmediata-Ynente, extremo muchas veces incompatiblecon la lentitud de difusión en el seno de lasplantas de las sustancias criptogamicidas.

Otro camino a seguir es el empleo de pro-ductos de acción ^externa que actúen sobre elparásito; pero, como el tratamiento sólo pue-de aplicarse cuando se observan síntomas dela enfermedad-la oantamina,ción no puedepreverse-, resulta que entonces el miceliose ha d@sarrollado en el interior de los tej i-dos, y ta^mpoco se salvarían destruyend^oaquél; esto sin considerar que las fórmulasaconsejadas con tal objeto atacan también alos órganos invadidos y provocan mayoresdaños que el propio "mildeu" ; ciertas mate-rias colorantes experimentadas para trata^rnientos externos parece que tienen relativaacción sobre el micelio, pero nada pu^ede con-cretarse actualmente en tan interesante pun-to. Tan sólo cabe atacar las fructificacionesdel hongo (cani^dió faras), evitando así unanueva contamina.ción del viñedo ; ahora bien,las manchas blancas arrancan del micelio, yabien desarrollado, y aunque las suprimamosde momento, aquél volverá a retoñar-valgala frase-si las condicione ŝ atmosféricas sonfavorables, sin haber logrado otra cosa queun gasto inútil.,

MEDIOS PREVENTIVOS

Vemos, por tant,o, que ninguno de los dosprimeras sistemas conducen a resultadosprácticos, y sólo nos resta acudir a los me-dios preventivos, únicos que hasta la fechaestán sancionados por una prolongada prác-tica de indiscutible eficacia. Se fundamentanen la aplicación de las sales de cobre, si bienrepresentan análogo papel anticriptogámicoalgunas de níquel y cadmio; la cal por sí solaejerce cierta acción protectora, pero es de-masiado débíl para confiar en sus efectos.

T^rat.,2mi^t^s ^cúppricos.

A Milladert cupo la gloria de encontrar lasolución del gravísimo problema planteado ala viticultura eur^opea por las ya endémicasinvasiones de "mildeu". En 1878 comenzóeste sabio el estudio del Plasmo^para viticola,y cuatro años después no escapaba a susgrandeá dotes de investigador unas observa,-ciones aparentemente triviales : las cepasembadurnadas con sulfato de cobre y cal, con^objeto de evitar los robos, aparecían bastan-te protegidas de los ataques de "xnildeu".

Estudiando también Millardet la influen-cia de diversas sales metálicas sobre los c^o-ni^clios del hongo, se vió sorprendido al ob^er-var que la evolución de áquéllos tenfa la-^ar aórmalmente ea a^ua destilada y, en

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cambio, era imperfecta o quedaba suspendi-da con el agua de cierto pozo; ^el análisis deésta reveló que contenía 5 mgr. de cobre porlitro, cuyo metal procedía de una vieja bom-ba abandonada.

Ambos hechos sugieren el mismo vulgarcomentario : la casualidad, palabra con que sepretende desvalorizar al fruto difícilmenteconquistado por el trabajo tenaz. Recordemosa esté reapecto la frase de Ravaz :"Fué el re-lámpago que revela a los investigadores quelo merecen, la verdad, hasta entonces envuel-ta en ^a oscuridad".

Toxicida,d del coirre paura el "mibde^u".

Ias semillas del hongo germinan única-mente en el seno del agua; pero si contie-ne la proporción conveniente de cobre, aqué-llas paralizan su actividad y, en consecuen-cia, la contaminación de las cepas no tie-ne lugar; por tanto, si cubrimos los órga-nos atacables con alguna sal de dicho metal,las gotas de lluvia, rocfo o niebla la disuel-ven y extienden, formando asf una capa pno-tectora que impide ia penetración del pará-sito.

Este es el fundamento del único medio delucha practicable, cuyo carácter exclusiva-mente prr'eve+nti^vo exige sea aplicado antesque sobrevengan las condiciones climáticas

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-humedad, sobre todo-necesarias para laevolución de los gérmenes del hongo.

Veamos ahora la dosis tóxica de las salesde cobre; de ellas, la más usada es el sulfa-to, cuyas disoluciones han sido ensayadas pormuchos investigadores sobre los gérmenes de"mildeu", observándose que si la progorcióndel sulfato de cobre es elevada, no aparecenzooporas, y algo lnás reducida, éatas n^o tar-dan en morir. Los límites de toxicidad esta-blecidos, como resultado de múltiples estu-di^os, son muy variables y oscilan entre 0,5-1millonésima, fijados por Venezia y D. $ui, yuna cienrnilésima, según Branas y Dulec (1).

Naturalmente que estos datos son de inte-rés teórico, pues los compuestos cúpricoscontenidos en los caldos usuales se encl^en-tran en forma muy poco soluble, en nadacomparables a las disoluciones de sulfato decobre ensa,yadas en el laboratorio a que :ln-tes nos referíamos. Sin embargo, los traba-jos de Hockenyos demuestran que la propor-ción de cobre disuelto en los caldos cupro-cálcicos recién preparados se mantiene entre9 y 400 diernnillonésimas, y esto prueba quela cantidad de ^rletal disuelto está comprendi-da en las d^osis tóxicas consignadas anterior-mente, apa,rte de la acción criptogamicida quepueda corresponder a los compuestos prácti-

(1) Millardet aeflalaba laa doeíe de 2-S díezmíllonéei-mas, y Ravaz decu^líĉó, aprgal}^padamente, esta propor-ç16n,

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camente insolubles que se forman en los cal-dos usualmente empleados.

Pro^aĜuctos ^nilden^ci^das,

Entre los muy diversos ensayados, su efi-cacia y baratura han seleccionado a las salesde cobre; de ellas, actualmente se empleanel sulfato, acetato y oxicloruro, las dos pri-meras utilizadas desde hac^e muchos años yla última recientemente introducida, en algu-noa países, con objeto de paliar su déficit decobre. Desde luego, el consumo de sulfatocúprico supera ^en mucho a los restantes pro-ductos cítados, y puede decirse que, hasta fe-cha muy reciente, ha sido el mildeucida ex-clusivamente empleado en España.

Fórmulas clásicas.

Bajo esta denominación agrupam^os todasaquellas que han sido consagradas por mu-chos años de constantes resultados, eliminan-do la primitiva "agua celeste" y la disoluciónsimple de sulfato de cobre, ya abandonadaspor completo; la primera resulta algo másGara y, además, puede originar quemadurasa.l forzar ]a ooncentracián, p^ero tiene las si-guientes ventajas : no mancha el fruto, per-m}te preparar,un líquido madre para diluir-lo posteriormente, y ahorra sulfato de cobre;^as ^im^ies disQluciones de esta sal en agua

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carecen de la rriás elemental adherencia, susdaños son seguros a poco que se fuerce la do-sis y obligan a efectuar los tratamientos se-manalmente.

Va^mos, pues, a ocuparnos únicamente de]os caldos cúpricos (cálcico y sódico), disolu-ciones de acetato de cobre y polvos para tra-tamientos en seoo.

Caldo bomdelés o eupro-cálcico.-Es el másusado en España, y la gran mayoría de losviticultores sólo conocen esta fórmula, a loque ha contribuído no poco la facilidad deproporci^anarse la cal necesaria para prepa-rarlo.

Los dos productos que integran este caldogon el sulfato de cobre y la cal viva. El .pri-mero constituye el elemento que actúa sobreel hongo e impide que sus gérmenes se des-arrollen y penetren en los tejidos de las ce-pas; peno, si lo empleáramos solo con agua,podría originar graves quemaduras en la v^e-getación, y de aquí el uso de la cal, que inter-

^ viene como elemento neutralizante de la aci-dez de aquél para evitar sus efectos; comolas reacciones que tienen lugar entre estosproductos s^on bastante más complicadas queesta elemental explicación, propia de la fina-lidad divulgatoria dei presente trabajo, omi-tiremoa el análisis de las comUin:^ciene;, quí-micas originadas en el seno del caldo borde-lés; y sólo direm,os que se fm•msi un sulfaio^etracúprico cuando por cada kilogra^o de

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sulfato de cobre se agregan 1^68,5 gra. de óxi-do de calcio puro; entonces habría desapare-cido toda la acidez debida al sulfato de co-bre y se tendría un caldo químicam^ente neu-tro; a medida que se incorpora más cal, seva formand^o sulfato pentacúprico hasta que,superada la dosis de 180 gramos, se obtienencompuestoa de adición y un caldo francamen-te alcalino. Como resumen de lo expuesto re-sulta que pueden prepararse tres tipos de cal-do bordelés : ácido, neutro y alcalino, segúnque a cada kilogramo de sulfato de cobre seincorpore 168,5; 168,5 a 180 gramos o mayorcantidad de cal viva quf^micamente pura.

Veamos ahora las características respecti-vas de unos y otros. Según recientfsimos ea-tudios del Ingeniero Agrónomo Sr. Mes-tre (C.), resulta que los caldos ligerazner+ácidos, recién preparados, aparte de contenermayor cantidad de cobre soluble, mojan me-jor, y su adherencia es superior a la propiade los caldos neutr^os, aunque a^go m^s bajaque los alcalinos. Son de color verde esme-ralda y se conocen porque tiñen de rojo elpapel azul de tornasol.

Los caldos alcalinos son los corrientementeusados por los viticultores. Presentan mayorfinura que los otros tipos, contienen más can-tidad de cobre soluble que los neutros y seadhieren mejqr, si bien su mojabilidad es in-ferior a la de aquéllos ; pero tan favorablescaracterfsticas las pierden pronto, y em lqs

caldos que se aplican después de algún tiem-po de preparados se observa notable dismi-nución de cobre soluble. Los caldos franca-mente alcalinos son de un bello color azul,tanto más intenso cuanto mayor exceso decal contienen, y se reconocen fáci!mente por-que tiñen de rosa el papel de fenoltaleína, cen azul el rojo de tornasol.

Los caldos denominados neutros para nues-tro objeto, pues químicamente son ligeraznen-te alcalinos^, ofrecen una amplia gama. Estoscaldos mojan en forma análoga al tipo ácido,pero son menos adherentes, y contienen, re-cién preparados, pequeñas ca.ntidades dé cabre soluble. Cuando se emplea un ligero exce-so de cal sobre la mínima indicada. son de to-nalidad azulada y tiñen de éste color el papelrojo de tornasol, pero no reaccionan con el defen9ltaleina.

Mucho se ha debatido sobre la preferenciade uno u otro tipo de caldos, y existen opi-niones a favor de todos ellos. Los ácidos sehan reco^nendado por su acción tóxica másenérgica, en momentos que hacen temer intensas invasiones, en tanto los básicos sonaconsejables en otras circunstancias clíznato-18gicas, considerando a su favor la mayor ad-herencia y economfa de cobre. Si bien, segúnlos trabajos de Mestre, los caldos ligerarnenteácidos reúnen las mej^ores condicionea en or-den a sus caracterfsticas físicoqufmicas, ladificultad que supondrfa a los viticultores pre-

pararlos debidamente, porque exigen para ha-cerlo bien el uso de dos clases de indicadores,nos hace aconsejar el empleo de los caldosprácticamente neutros; que unen a su inocui-dad respecto a las h^ojas de la vid-dondeprovocan importantes quemaduras, con tiem-po húmedo, los tipos ácidos o fuertem^ente al^-calinos-la propiedad de ir solubilizándose másrápidamente que en los caldos básícos, baj^ola acción de los agentes atmosféricos, el de-pdsito de cobre insoluble que contienen. Portanto, el efecto protector queda mejor garan-tizado con i^os caldos neutros, pues en ellosse acelera la formación de cobre activo quetiene inmediatos efectos fungicidas sobre losconi,di^os del "miideu".

De este tipo de caldos nos ocuparemos tansólo en el curso de esta divulgación, y opor,-tunamente indicaremos las normas precisaspara prepararlos con la cantidad de cal con-veniente que evite exceso de alcalinidad.

Fó^rmn,^la ^del ,cal.Go bar^delés.-Sus elemen-tos componentes son el sulfato de cobre y lacal viva.

Mucho se ha debat?do respecto a la propor-ción de sulfato de cobre más conveniente, queoscila corrientemente entre 1 a 3 kilogramospor 100 litros de agua. Desde luego es exce-siva, y supone un gasto inútil, la dosis má.•xima indicada, adoptada rutinariamente poralgunos viticultores, que muchas veces pre-tenden subsanax así 1as defícieucia^ de tra-

tamientos anteríores. Nunca deben preparar-se caldos que sobrepasen el 2 por 100 de sul -fato de cobre, y hoy, ante la escasez de esteproducto, es del mayor interés reducir ]a do-sis a 1-1,5 por 100, pues es mucho más im-portante mantener constantemente protegi-das las cepas-sobre todo en las regiones oañ^os Iluviosos-mediante tratamientos repe-tidos con caldos de menor riqueza, que çonsu-mir la misma cantidad de sulfato de cobreen pulverizaciones muy especiadas ; las llu-vias, rocíos, etc., y el crecimiento de las ho,-jas y granos, lavan y desprend^en todos :oscaldos, sean ricos o rebajad^os, pues la mayorpersistencia en los órganos de las cepas seconsigue con otra clase de productos queninguna relación guardan con las sales decobr^e.

l.a cal que se utiliza pára la preparacióndel caldo bordelés es el óxido de ca:cio (calviva) y nunca debe usarse la ya apagada,porque ésta se carbonata con el tiempo y for-ma grumos al desleirla en agua. La cantidadde cal viva necesaria es de 1S0 gramos porcada kilogramo de sulfato de cobre, si ellafuera químicamente pura, pero como el pro-ducto coxnercial dista mucho de reunir talescaracterísticas, es necesario emplear mayorcantidad; ahora^ bien, para estar a cubiertode las grandes impurezas que contienen mu-chas cales mal preparadas, y teniendo encuenta su baratura, puede aceptarse sin in-

conveniente la znitad del peso de sulfato decobre, cifra que tiene la ventaja de ser fácil-mente recordada.

En resumen ; la fórmula del caldo bordeléses la siguiente : ,

$ulta,to de cobre ............... 1 a 2 kg.Cal víva en terrón .......... L2 a 1 "Agua .................................100 litroe. ^

Hasta ahora han venido aplicándose estoacaldos al 1,5-2 por 100, y así es de aconse-jar; pero, en las actuales circunstanciaa d^e-ben prepararse con un kil^ogramo de sulfatode cobre, elevando esta dosis hasta el 1,5 por100 para comarcas o años muy húmedos.

Frepa.ración del ca,ldo bordelés.-En unavasija cualquiera, que no sea de hierro nicinc, se marca con una señal el volumen co-rrespondiente a 100 litros; se vierten 50 deagua y en un cesto ^o saquito de arpillera secoloca el sulfato de cobre, previamente pesa-do; se sumerge aquél en el líquido, pendien-te de un travesaño apoyado en los bordes delrecipiente, de modo que el producto quedebañado por las capas auperiores del agua.Operand^o así, la disoiución del sulfato de co-bre se efectúa con relativa rapidez, porqueel agua, a medida que va saturándose de sul-fato, adquiere mayor peso y bajará al fondode la vasija, siendo sustitufda por nuevos vo-lúmenes de líquido claro que llegan a las ca-pas superiorea y Continúan disolviendo el

product^o. Terminada esta pa^te^ de^'7^,^.^eparración, se retira el cesto o s^quitoi'^! ^éq^n u^.palo se agitará perfectamente el `,,^ont.^nid'opara homogeneizar el líquidá;,^. " ` ^ ;

En vasija aparte se prepar^- }i^, lec^lá:c^8 ,de cal del siguiente modo: se ^A1o^ca;;la^ ^a3viva y se va vertiendo lentamenté^--dé uno ados litros de agua, hasta que se apague porcampleto; debe evitarse el exceso de agua,aunque se prolongue algún tiempo la opera-ción, puea de esta manera conseguiremos que-de finamente pulverizada. Después se incor-poran lentamente 50 litros de agua, remo-vieñdo muy bien oon un palo para batir lalechada. ,

Si en la disolución de sulfato de cobre mo-jamos un papel azul de tornasol, éste tornarŝen seguida color rojo, como corresponde a laacidez del liquido, y sólo volverá a su primi-tivo tono cuando todo el sulfato de cobre sehaya transformado en otros compuestos ; enese momento el caldo será prácticamenteneutro, aunque no lo sea desde el punto devista químico por las dificultades de eĵecurción con tan grandes volúmenes. Así, pues,ya tenemos la norma a seguir para obtenerun caldo bordeiés de garantfa,

Sobre lqs 50 litros de la primera vasija sevierte por partes, y muy lentamente, la lecha-da de cal, filtrándola al propio tiempo a tra-vés de un tarniz de malla espesa o, mejor, deun trozo de arpillera, para separar las.impu-

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rezas de la cal ; a medida que se va agregan-do ]a ]echada, hay que remove^• const^rcte yené•rqicamc^nte la disolución de suifato de co-bre; pero teniend^o buen cuidado de suspen-der de vez en cuando la incorporación de lalechada-sobre todo cuando el color verdosodel líquido va tomando viso azulado-paraagitar mucho el caldo y probar c^on el papelde tornasol. En el momento que éste recups-ra su primitivo color azul, que se habrá en-rojecido en las anteriores pruebas, no se aña-de más lechada, procediendo a rellenar conagua hasta. la señal de los 100 litroa marcadaen la vasija, al propio tiempo que se remue-ve enérgicamente para homogeneizar la mez- 'cla; asf tendremos un cald^o bordelés de co'orazul verdoso y con ligera reacción alcalina,pero prácticamente neutro para nuestro ob-ieto.

f,^ 'í^.5i continuáramos agregando lechada, el.azul se hará más intenso y el caldo se

vertirá en francamente alcalino.Por muchos se ha venido aconsejando como

indicador el papel de fenoltaleína-blanco enlos líquidos ácidos y rosa intenso en los alca-linos-; pero, aunque el momento del virajese aprecie quizá con mayor claridad, tiene elgrave inconveniente de que su uso sólo nospermite preparar caldos francamente básicos, •míentras el de tornasol azul nos señala eI co-mienzo de la fase neutra. Este último papel se

a,dqniere ein dificultad en farmacias y drorguerias.

Condiciones de um buen caldo bordelés.--No debe contener impurezas de la cal nigrumos de ésta, para evitar las obturacioneade los pulverizadores que hacen perder untiempo precioso en los tratamientos, muchasvecea de verdadera urgencia..

Fl.•caldo .debe mojar bien lps óggqno^ delaa cepas para cubrirloa con una capa protec-tora qus impida la germinaci;ó^ de las eego^-rsa del h^ango; es decir, debe reunir doe coti-diai^uuea: nrajabilidad y recubximi^anto.^ Una vs^^extendidae laa got^s del caldo, éa-tas deben peraistir e1 mayar tiempo posipara garantirnos de au protección y ah ' ^^tratamientns ; en una palabra : suficieni^^ G`^herencia a las órgaz^os de las çepas.' Los caldos neutros---más o menos

noe^--y .eataa. últix^aos afrece^, satisfaepoder mojante y adhçrente aobre las hoja

^orec*granoa jávenes.; pe^ro no asf ^n el fruto ade.lan^ad^, espeeial^te a pe^rtir d;el "e^,ve^ó' ►.Par esta . raaán se acu^de a1 uao de cier#,^productvs que prals^ngan aq persistencia sq-br,a .laa cepas.

•Mo,^mnteg y cr^cthere+atee.-Tienen diatintasfinalidades. Los prociuctos denvminadas mo-jantes diaminuyen 1$ iensi$n ^supezficial deio^a lfquidos y hacen• que éstQs se extienalan^jor para cubrir bfen loa ó^rganos,^v^geta-^..^earii^ando. tamb^én las pérdidas pur gntea.

v^o b

Visto el papel que desempeñan, se compren-de au limitada intervención en el caldo bor-deiéa, ya que únicamente tienen cierta indi-cación en los tratamientos de verano, con o}a-jeto de mojar bien los racimos de fruto ade-Iantado.

Imporiancia muy distinta revisten los ad-herentea, pues aseguran la persistencia delcaldo en loa órganos de las cepas, lo que per-mite espaciar tos tratamientas, y adem&a ga=rs^ntizan ^una ^ mejor protección de aquéllos aIno deaprenderse tan pronto las gotas del cal-do; por último, oon et uso de estos productoees posible reducir la dosis de sulfato de co-bre. Desde luego, no son indispensables enlos primeros tratamientos, aunque siempreconvenientes; pero sf de absolutá necesidadmás avanzada la vegetación. Existen buenosproductos comercíales, cuya referencia qmí-timos,^ y también se utilizan con este objetolá caseína, caseinato de calcio, leche descre-mada, melaza, aceite de linaza y otros varios.

Vamos a indicar tan sólo la forms ae pre-parar el caldo bordeléa adherente al caseinatode ealcio, que en circunatanĉiaa normalea esel más indicado, y con ^una emulsián de resi-nató sódico, cuyos componentes no son difí-cilea de obtener.

EI caaeinato de calcio se emplea a dosis de-14U graraos por hectolitro de calda, Sn pre-paración es muy aencilla, pues basta desleir-lo en dos litros de agua y, una vez bien batí-

do, se incorpora el caldo ya preparado, agirtando enérgicamente.

Ante la dificultad de encontrar dicho praducto, puede utilizarse otro adherente querinde buenos resultados, si bien resulta algoengorroso de preparar. La fórmula modifica-da es la aiguiente :

Reeina ..................................... 2.4Q0 grsatos.Carbonato sódico (aosa. aolvay) 600 'Aceite de oliva ....... ................. 1/2 litro.Agua ............................ ........... 70 lltros.

Se funde la resina con el aceite y despuésse retira del fuego para agregar el carbona-to por partes y agitando enérgicamente. Unavez incorporado por completo, se vuelve a ca-lentar y se diluye la mezcla con el agua, man-teniendo el calor hasta conseguir un caldohomogéneo ; de esta forma se utilizan cuatrolitros por heCtolitro de caldo bordelés ya pre-parado, removiendo fuertemente al verterlossobre aquél. En las experiencias de laborato-rio efecttiadas con este adherente y otro abase de colofonia y sosa Solvay, hem^oa enrcontrado notorias ventajas a favor del pri-mero, que adhiere y retiene mayor cantidadde cobre en las superficies mojadas; parece,sin embargo, que tiene el inconveniente deenvolver las partículas de los compuPStos deoobre y dificultar su solubilización.

Ca,ldo bargoñmz. o cu7rro-sálico:--En él sesustituye, la cal del caldo bordelés por carbo-

- ^ -

nato sódico (sosa Solvay) . Sus componenteeactivos son el carbonatA de oobre y un sul#a-to básico de dicho metal. Es un caldo máshomogéneo, que evita las obstrucciones délos pu^verizadores; pero ofrece mayor ries-go de praducir daños a ia vegetación y es me-nos adherente que, el bordelés. Por eatas razanea, unídas a la facilídad de encontrar la cal,ae ha extendido mucho máa et ,uso del caldobordeléa en España. •

La fórmula del caldo borgoñón es la si-guiente:

$ullato ds cobre .......... ...... 1 a 2 kg.Carbottato eódico {eoea 301-

vay) .................................. i5o a 800 gr.Agua ............................ ....... 1001[troe.

Se prepara en la forma indicada anteriar-mente, sustituyendo la cal por el carbonatosódico, sín otra variante qtle diŝolver éste enios 60 litros de agua, en lugar de hacer la le.chada de cal. Puede aumentarse su adhereu^cia incorporando 60 gramos de caseína a unadfsalución de carbonato sódico (50 gramos enlitro), removiendo enérgicamen'te; por últi^mo, se vierte todo sobre el caldo ya prepa-rado. ^

eatdpa con otras satea de cobre.-SSIo nvaocuparemos del' acetato neutro de cobre, que,con el nombre francés de "verdet", ae hausado algo en el sur de Francia. El productocomercial extrasevo llega a contener hasta el

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34 por 100 de cobre, mientras el sulfato de,este metal sólo tiene el 25 por 100, •lo quepermite reducir la dosis de acetato; pero, encambio, su precio es más elevado. Ta^lnbiénse emplea el "verdet gris" (acetato básico decobre) , de riqueza análoga al sulfato, que tie-i^e ^1a desventa,ja de no ser ^^oluble y, portanto, exige ponerlo cuarenta y ocho horasen maceración con agua para conseguir unabuená suspensión. Tanto uno como otro prq-ducto son muy venenosos.Las ealdos con acetato neutro de cobre se

preparan disolviendo de 3/4 a 1 1i4 kilogra-mos de esta sal en I00 litros de agua. Son li-geros, adherentes y tienen la propiedad deno manchar los órganos tratados, .por lo cualse han empleado en los viñedos de fruto se-lecto para mesa.

Para aumentar su persistencia en las ho-jas se puede utilizar la gelatina, que se di-suelve en un litro de agua caliente y despuésse incorpora sobre el caldo ya preparadó, agi-tgndo f^erternente con un palo para ht^^na-gerieizar el líquido.

PoLvas ^cúpricos.-Es indudable que el em-"pleo de los caldos ofrece verdaderas dificulta-tles; por el gran consumfl de . agua que, ^éno+casiones, es preciso transportár a` larga8diataneias. Por. otra parte, los tratamisntb^13qaidos penetran medianamente en loe raci-móa, y tarnpoco se Sja^t bien sobre los granoa

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ya desarrollados. Estos ineonvenientes que-dan subsanados con el empleo de los polvoacúpricos, que, además, tienen la ventaja desu rápida distribución en el viñedo, muy ne-cesaria en los casos de eactrema ^urgencia.Sin embargo, las fórmulas clásicas de polvoscúpricos no garantizan eficacia comparable alos caldos, debidq a dos razones fundamenta-les: las partículas de cobre no forman capacontinua sobre los órganoa tratados y son rá-pidamente arrastradas por las lluvias y vien-tos; así se ha comprobado en los casos de in-tensas invaŝiones, y su inferioridad respectoa los caldos cúpricos ha quedado bien mani-fiesta. En consecuencia, su empleo sólo tie-ne indicación como complemento de aquéllosdurante la floración, en los últimos trata-mientos de los racimos o cuando se utilicenmezclados al azufre para combatir tambiénel "oidio".

Los productos comerciales suelen fabricar-se mediante reacción de la sal cúprica concarbonato sódico en frío o caliente, obtenién-dose-carbonato básico de cobre y sulfato te-tractiprico, que, una vez desecados, contienenhasta el b4 por 100 de cobre. También se pre-paran con los . precipitad^os de los caldos cú-prico$ (cálcicos, sódicos y amoniacales).

Teniendo en cuenta la escasa aplicaci®n delos polvos cúpricos antiguos, únicamente in-

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dicaremos dos tipos de fórmulas que puedenser preparadas por los viticultorea :

8ulfato de cobre ............... 1 parte en peso.Cal víva en tenóa ..... ....... 9 " " "

Se apaga la cal con la menor cantidad deagua y se deja enfriar. Aparte se disuelve-en tan poca agua como se pueda (6 a 6 ve-ces su peso^-^-el sulfato de cobre y, cuandola caI sté co^mpletamente frfa, se va vertien-do so^re ella muy lentamente la solución ^desulfato cúprico, sin cesar de agitar para evi- -tar se eleve la temperatura sobre los 60°.Una vez incorporada toda aquélla, se deja se-car la pasta y se pulveriza lo mejor posible,cerniéndola después por un tamiz de finasmallas. Se suelen ^utilizar estos polvos m,ez-clados con la. mitad de su peso de azufre.

Hace años se usó bastante otra fórmulaesteatita cúprica) a base de sulfato de co-bre y talco, cuyas ventajas principales re^-siden en la gran adherencia y finura que pro-porciona este último producto, todo lo cualle hace ser preferido desde el punto de vistaterapéutico. Una dosificación conveniente ésla siguiente :

Tslco ......... ......... :........... 98 parter en peso.Bullato da cobre 7 " " "

Para prepararla se incorpora la disoluciónde sulfató de cobre, obtenida con la menor

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tantidad de agua, sobre ei talco, agitan.do bien hasta lograr su máxima homog^e,-neidad ; se deja secar en sitio ventilado y sepulvériza lo más finamente pasible, Para lostratamientos mixtos puede mezclarsé estepolvo con el b0 por 100 de azufre.

Modernamente se ha vuelto a conceder im-portancia a las tratamientos en seco, perosustituyendo las primitiuas fórmulas por los^alvos de ^arbonato y oxicloruro de cabre,cuyos Productos comercf alea contienen4del 3Óal 50 por 100 y el 1!6 por Y00, respectina-i^ez^te, de cabre. E^ las e^perienciaa ei?ectua-i^ p4r nueatro^ compañeros Urc^uijo y Ro-^ígvez Sardiña se ha comprobado son másefrcaces estas espolvoreos que el propio caldobordelés, permitiendo una reduccibn en elniimero de tratamientos; sin embargo, en las

, actuales circunstancias no es posible aconse-^ar su empleo porque supone mayor consumod^ cobxe que con Ins caldos cúpricos.

^árm^las redruci^da^.

La escasez de cobre y los gastós cada d!amayores que supone el tratamiento del "mil-deu", inc4rporado ya, por desgracia, a lasprácticas cultt^rales del viñedo. ea la<mayorfade las'"reĝione`^, ha,n orientadv 1o^tt tra^bajns debuen númexo, de invéŝtigadores, y fruto de`^u labor ea un conjunto"de fórmulas c^n ean-°^ic^áés réducidas dé aquel ^ietal, bYéri éea

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utilizando otras sales o médiaríte la adiciónde diversos productos a los clásicos compo-nentea de los caldos cúpricos ant^guos. Deei^tre ellas, destacamos tres que han hechosus pruebas en España con positivo resul-tado.

Oxiclm-umo de cob^re.-Actualmente va ex-tendiéndose el uso del oxicloruro de cobre,elemento aetivo de muchos c•ompuestos anti,-cripto^ámicos que con distintos nombres co-meréiaYes expende el comercio, El prod;ucto1;^nfcamente puro contiene el 55 por 100. deéobré; pero, por ^o g^neral, se expend^e, conr^queza , de 26-18 por 1b0. El ^oatiçloruro .puedeemplearae en suspensián acuo^a, sin afíadirlec^l, a la dosis de L lcilogz^ásno por 100 litrosde agua; pero, según Mestre, se mejoran 1ascaracterfsticas de estos caldos preparándolosoonforme indica la siguiente fórmula :

Oxicloruro de cYbre (18-18 por 100de ríqueza,) ................................ 1 kg.

gulíato de aiñmína ..................... 1 " ^Cal; haste. ligera alcalínidad.Agua ............................................. 100 litros.

Con este producto se ahorra aproximada-mente un 30 por 1'+00 de cobre.

Caldo M^nozzi.-Se prepara lo mismo queun caldo bordeléa corriente, sin otra modifi-vación que sustituir la mitad deI 'sulfato decobrA por igual cantidad de sulfato de hierro,agregaildo la cal hastá que el papel de i!enol-talefna adquiera coloración rosada. -

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Fstos caldos deben emplearse francamentebásic^os, porque contienen mayor cantidad decobre soluble que los ácidos; además, mojan ^mejor y pérsiaten más tiempo sobre el follajede las cepas. .

La fórmula es la síguiente :

Sulfato de cobre ............ 500 a 1.000 gramoe.SUlfato de hierro ..:...... b00 a 1.000 "

.......Cal viva en terrón 600 a 1.Op0 "Agua ............................. LOO lítroq.

Las experiencias en Galicia y Cataluña conel caldo de Menozzi, a base de 1 kilogramode aulfato de cobre, han rendido resultadosanál^gos--si bien algo inferiores--a los ob-tenidos con el caldo bordelés al 2 por 100, éx-cepto algunos años de primavera muy llu-viosa; el caldo Menozzi supone una economíadel b0 por 100 en cobre y casi análoga deprecio. ,

Cal^do sulfocú^p^ico.=Inspirada en la fór-mula Hoc, los ingenieros agrónomos .señoresUrquijo y Itodríguez Sardiña han ensayadootra con resultado análogo al obtenido en lostratamientos de caldo bordelés. La dosifica-ción es como aigue:

Sulfato da cobre ............ 600 a 1.000 gramoe. .Caldo tulfock,lcíco ( 26-30^ ^

..................... 760-1.600 c. c.Beaumé) ^Cal, hasta neutralizar:Agua ............................. 100 ►itror.

Se disuelve el sulfato cúprico en la mitadde agua, y el caldo sulfocálcico se diluye enunos pocos litros, incorporándolo seguida-mente a la disolución de sulfato; a esta mez-cla se afiade la lechada de cal, preparada enla mismá forma y con iguales precaucionesque indicábamos para el caldo bordeléa. Unavez conseguida la alcalinidad del caldo, serellena con agua hasta los 100 litros.

Tanto eata fórmula como el caldo Menozzipueden emplearse con b00 gra^rnos de sulfatode cobre en las comarcas menos húmedas, re-servando la dosis doble para las regiones oprimaveras lluviosas. ^

Omitimos la referencia de otms caldos cí^-pricos (Martini, Caaale, . etc.) porque los en-sayos efectuados en España no son todavfaconcluyentes.

EJECUCION DE LOS TRATAMIENT03

En las líneas anteriores hemos esbozadóel fundamento del método de lucha paracombatir el "mildeu", así como también de-jamos consignada la fórmula más convenien-te. Ahora no^ restá ocuparnos del Rnodo deutilizar el caldo, punto el más importan-te, pŭss la inmensa mayoría de los fraca-sos es debida a la defectuosa aplicación, bienporque los tratamientos se realicen a des-tiempo, sean poco riumerosos a, simplemente,se ejecuteñ mal. •

._ 7g ^

^poea y núrnero de los irratamientos.

Es, sin género de duda, el punto débil delmétodo actual de defensa contra el "mildeu",porque es imposible señalar las fecltas apro-ximadas para . efectuar los tratamientos,que dependen de múltiples variantea : biolo-gfa del^ hongo, circunstancias climatológicaedel a^o, com^rca, emplazamiento del vifledo,variedad cle laa eepaa y aistema de cultivo;es. derci^r, ^erdaderas característícas locales y3^asta particulares de cada plantación: Natu-ralmente qué en laŝ regiones viticolas donde8ufreri ^de modo endémico esta enfermedad,la inveterada costumbre de efectuar todoelos a^sos .estos tratamientos hace que, por logeneral, acierten, pues tales cost^tmbres noson otra cosa que el fruto de continuadaaobservaciones de los fenómenos meteorológi-ços habituales; esto no quiere decir que con-cedamos el menor valor a esas prácticas, tanfrecuentes, por deagracia, que se basan úni-camente en el desarrollo vegetativo de lascepas, sin considerar otros factores, o estánreguládas por el santoral'. Por ptra parte, enlos años de meteorologfa anormal fallan tanelementales reglas y sobrevieneri verd^der.osdesastres, como sucedió en 1915 y se ha re-petido hace tres años en La Mancha, Conobjeto de evitar semejantes coritingencias,trataremos de razonar los fundamentos del

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aiatema de lucha para deducir de ellos unasnormas, generales, lo más, precisas posibles,pero dotadas de la suficiente elasticidad queexige su amplia aplicación.

En primer lugar, insistiremos en que lostratamientos son exc.lusivamente preventi-voa y carecen de efecto sobre el micelio queae desarrolla .dentro de los tejidos.

Para que la contaminación tenga lugargon indiapensables trea condiciones :, existen-eia de gérmenes del hongo, temperatura yptteeipitaEianes o conden.saEiones aeuo^e{lluvia, niebla o rocío), Conrms^ quiera qile, igp^imera e.s positiva, casi aiempre; en la znaya-rfa de las comarcaa vitfcolss, at^n Loa otrosfactores climáticos quienea regulan las inva,-siones. Ahora bien, la temperatura es más^que suficiente en la generalidad d^e l08 casospara permitir la germinación de las esporasdel paxásito, y t^n sólo al comienzo de la pri-mavera puede difieultar ^u desarrollo; en coa-^ecuencia, únicamente las lluvia$ determin^n^ períodoa críticos de contagio, y al d^cir^uvia inclufmos también nieblas y roefos^ ^

En ias gotas de agua germinan las eapo-ras; pero ai aquéllas contienen ŭna mfnimaproporción de sales de eobre, 1^, evolución ñotiene 'lugar y el micelio no se forma dentrqáe 1,^.4 ór;gano$; luego ya tenemos la clave•^rl:problema que plantea el tratamiento del "mil-d^t'• :^&^ tiradiapens^able que ^uarulo la l,luv^8ob^^v:^c^, encuent•re las h.ojas, brotea y m-

cimos de la,s cepa,e cubierto^s par los ^rr^n^.es-to,s cúpricos. Según esto, el problema aparen-temente queda resuelto, pues bastará aplicarlos tratamientos poco antes de que ocurranlas precipitaciones acuosas; de esta manerase -ahorrarían algúnos que innecesariamentese practican por rutina y, en todo momento,quedará garantizada la inmunidad de las ce-•pas.

Actualmente no es posible predecir el tiem-po con plazo superior a las veinticuatro ho-ras, y 7nenos aún pueden pronost;carse fe-nómenos meteorológicos muy localizados, quedependen, incluso, de la orografía de una -cuenca o comarca; por tanto, no cabe a losviticultorea guiarse por este procedimiento.Mucho mejor sistema es atender a las indi-caciones del polámet^ro, aparato que hemosdescrito en lfneas precedentes ; pero su pre-cio y manejo aólo tiene indicación en fincasde importancia. Vemos, pues, que hoy no sediapone de los elementos precis^os para efe^tuar Ios tratamientoa contra el "mildeu",cumpliendo eatrictamente las indicacionesque suministra el análisis racional del méto-do de lucha.

Existe otro procedimiento indicador basa-do en los perfodos de diseminaĉión de los co-n^idvae del hongo. Según hemos dicho, los ^co-nidió foros llevan múltiples esporas que elvierito y la lluvia esparcen por el viñedo; lue^-go, ai antes de que ellas puedan disemínarse

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cubriéramoa los órganos de las cepas con 1aŝsales de cobre, estarían éstos - protegidps dela poaible contaminación si sobrevienen ^lu-vias o rocíos; así eliminamos.la inseguridadde la predicción del tiempo ; pero, e}^, camkaio,quizá se prodigasen los tratamientoa, pó'rc^uealgunas siembras de gérmenes pudie^an re-sultan infértiles-valga la expresión-de nosobrevenir lluvias que provocasen au eva-lución.

Para prever los períodAa de aparición decani^io^s con tiempo suficiente, pueden seguir-ae dos métodos : Si en las hojas se observaalas típicas "manchas de aceite", no es aven-

' turado auponer que, en condiciones normalea,antss de una semana aparecerdn loa con^alió-f oras y, por tanto, se hace preciso iniciar ae-guidamente un tratamiento para evitar quelas esporas de éstos provoquen una nuevacont^minación ; éste es el aŝpecto sencillo delproblema; pero, en los casos de intensos ata-quea, laa condicionea de medio aon tan favo-rables que las eflorescencias blancas aparecende pronto sin la previa formación de "man-chas de aceite" ; entonces, Z cómo prever lasinvasiones Y Bastará para ello recoger losgérmenea del parásito mediante embudos deboca ancha colocadoa sobre frascos, semejan-tes a rudimeñtarios pluviámetros, a los cua-lea irán a parar dichaa esporaa juntamen-te con las aguas de lluvia o r^o^ío, y si aqué,-llas germina.n dentro de loa recxpientea, tam-,

bién lo harán sobre las hojas, anunciando unnuevo brote de la enferm^edad que debe pre-venirse con^ el inmediato tratamiento.

El acoplamiento acertádo de ambos proce-dimientos es hasta ahora el único medio ra-.cional para aplicar el método preventiva con-tra el "mildeu", y por ello algunos países tie-nen establecido Servicios de Avisos que, ba-sándoae en las observacionea meteorológicss;evolución del parásito, estadíaticas, . da1x^culturales, etc., indican eon suficiente anticirpaci8n la$ ^ épocas de peligro para que los vi-ticultorea puedan aplicar oportunamente 10^3t^tamientos; por este medio, además de laefieacía, se consigve economiya,r gaskos y ahá-rrar cobre, hoy tan eacaso.

Como en la práctica es imposible que losviticultores lleguen a establecer e interpre-tar, con sus escasos medios, un servicio deavísos pxopio, siempre resultará que han de^pra^cticar los tratamientos de modo empírico;pero, aun contando con ello, vamos a corlcre-tar alguna.s normas más eficientes que las^áimples costumbres locales basadas en la ferclta"del 'año. Con el conocimiento de los fun^damentos cientfficos ya expuestl^s^y estas rergla^ generales, los productores paeden irla+^adoptanda a aus casos particulaxes y vicisitu^des aiqualea:

^ 1°^^1 tratamiento del "mildeu" ea exd7^,=avvamente ^rreventivó. .^^:° Ji es^ cierto que la enfermedat^ eauaa

graves daSoa en el follaje, son aún 7nuchomayores cuando ataca a los granos, porqueva directamente contra la futura cosecha; déaquí la máxíma importancia que el viticuitordebe prestar a la defensa de los racimos.

3.° El primer tratam:ento debe efectuar-se al comienzo de la vegetación, en el momen-to que los pequeños racimos se destacan yade las hojitas circundantes; la pulverizacións^e dará a todas las partes herbáceas de lascepaa, peró con particular insistencia sobrelos raeimitos, que deben quedar completa-mente, c^,biertoa por el caldo, tanto el ext,^-rior como los bótones florales interiórea, pe-dunculillós y raspón.

4° Unos diez dfas antes de que las fla-res de la vid comiencen a"descapotar" (des-prendfmientó de las corolas) se efectuará unsegundo tratamientq, seguido de otro una vezterminada por completo la floración. Estaspulverizacionea, lo mismo que la primera,han de aer generales a toda la veĝetación delas cepaa, poniendo especial cuidado en ba#iarperfectamente los racimos.

6° Los tres tratamientos indicados aonlos fundamentales de la lucha contra el "mil-deu", ' pues se efectúan durante la prima,ve-ra, ^poca de mayor peligro por las freeuen-tes llúvias y tierno estado de la, vegetación.No obatante, puede ocurrir alg^tnos a^fíos enlaa comarcas de clima s^co que aquélras notengan lugar, y entonees quizá ae habrán ej^e-

vtn ^ 6

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• zoI'tgs. 13 y 20.-13, Cepa sin tratamiento. 20, Idem contres pulverizaciones de caldo bordeléa. (De Oliveras.)

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cutado inútilmente ; en cambio, no es rarosobrevengan precipitaciones a causa de tor-mentas locales de verano, se formen nieblasintensas sobre los viñedos de los valles, o losrocíos-tan frecuentes en el litoral-mojenlos órganos de las Cepas, todo lo cual nos diceque en la mayoría de los casos ser'a necesa-rio continuar los tratamientos.

6.° Para las restantes pulverizaciones noes posible establecer ^más norma que la derealizar^as inéxcusablemente siempre que eltiempo amenace lluvia o se observen nieblasy rocfos, no suspQndiéndose la operación aun-que aquélla sobrevenga-salvo si es muy^ in-tensa-, pues ^ el tratamiento efectuado enmedio de un período lluvioso puede evitaruna nueva contaminación de las cepas. Na-turalmente que las pre^cipitaciones acuosaslavan y arrastran las sales de cobre--cuyapermanencia sobre los órganos no será yade quince a dieciséis días, como es lo nor-mal-, y por tanto habrá de repetirse el tra-tamiento cuando desaparezcan sús depósitossobre aquéllos o, a 1o sumo, con intervalo deuna semana mientras persistan las lluvias ;además, en esos períodos la vegetación se des-arrolla rápidamenté y es necesario proteger,-la contra las probables invasiones que encon-trarfan desnudas las partes en crecimiento.

7.° En los tratamientos contra el "mil-deu" debe aplicarse norqnalmente el catdobo^delés ^^+ro al 1-1,5 por 10U, reforzándo-

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lo hasta el 2 por 100 cuando se trate de co-marca o aSo lluvioso ; además, es del mayorinterés que se prepare con adherentes, sobretodo en el segundo caso.

Para.elamente al caldo bordelés, deben losviticultores ir ensayando en pequeñas parce-las o filas de plantas las fórmulas reducidasde Menozzi y sulfo-cúprica anteriormente ex-pueatas.

8° En las presentea circunstancias y ac-tual estado de los ensayos en curao, sólo acon-$ejamos la práctica de espolvoreos en los si-guientes casos : Peligro de ataque durante lafloración, momento en qúe núnca deben apli-carse pulverizaciones. Tratamíento de raci-mos en las variedades de fruto apiñado, cúan-do por el desarrollo de los granos no puedapenetrar bien el caldo en su interior; y comocomplementario de las pulverizaciones--in-tercalado en ellas-para recubrir rápidamen,-te la obra nueva de la vegetación. Para losespolvoreos debe preferirse el oxicloruro ycarbonato de cobre.

9° CoTno hemos visto, el número de tra-^tamientos fundamentales para prevenir losataques de "mildeu" son tres; pero general-mente se efectúan dos más: uno, quince dfasdespués del primero, y el otro tres semanasmás tarde del último de squéllos; es decir,cinco pulverizaciones que podemos denomi-nar normales, pues en las regiones o años deelevada pluviosidad este número oacila entre

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seis y ocho, Ilegando excepcionalmente hastadoce. Tampoco es raro que, en algunas comar-cas vitícolas, se efectúe una pulverización de ^,-pues de la par•ada vegetativa para ayudar alagostamiento de los sarmientos-"curar lamadera"-, que tiene, además, la ventaja deprevenir las contaminaciones de últirnos deverano, en las que se forman las esporas in-vernantes.

10. Coadyuvando al efecto de los trata-mientos cúpricos, existen ciertas prácticasculturales: limpiar el suelo de malas hierbas;usar con prudencia de los abonos nitroge^-nados ; armar altas las cepas, para facil'itarsu interior ventilación, y despampanar lossarmientos bajos, suprimiendo el exceso defollaje.

Frá,ctica ^de los #ratami^eratos.

Como hpmos dicho, para prevenir la enfer-medad es^ preciso cubrir los órganos herbá-ceos de las cepas con el caldo bordelés, cuyocobre impide la germinación de las esporas delhongo; ahora bien, la penetración del pará-sito en las hojas tiene lugar por su cara ia-#erior, luego a primerá vista pareĉe que bás-^a,rá mojar ésta. Sin embargo, su exclusivotratamiento se ha mostrado poco eficaz; por-que las germinaciones se producen sobre elenvés merced a los conirdios arrastrados de lacara superior por la lluvia, lAS que son trans^-

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portados a los mismos puntos donde tamb^énse acumulan las gotas del caldo bordelés quese han extendido antea; en consecuencia, elagua cargada con los produ^tos cúpricosacompaña a los conidios y puede impedir sudesarrollo. Por tanto, no es suficiente bañartan sólo el envés de las hojas y deberán efec-tuarse los tratamientos en la forma que des-pués explicaremos.

Según expusimos anteriormente, el caldobordelés debe revestir por completo l.os •órga-nos verdes de las cepas (racimos, brotes yhoias), de modo que forme una cubiertaprotectora, y nada más lejos de tal pr^opí►sitoque esa media docena de grandes gotas de lí-quido azuladó con que muchos viticultoresmanchan las hojas, pará tranquilidad de suconciencía únicamente, porque su efecto mil-deucida es nulo bajo todos los aspectos. Lacontumacia en tan garrafales defectos, queinutilizan y hasta desacreditan un métodode lucha sancionado por largos años de prác-tica, es lo que pretendemos evitar con los si-guientea conaejos :

1 p En primer lugar, hay que removermuy bien el caldo an^es de llenar los apara-toa pulverizadores y, si éstos no disponeñde agitador automático, será necesario, enloa ^modelos de mochila, que el obreno efectúefrecuentes baztiqueos.

2.° Es indispensable que toda la vegeta-ci¢n anual de las cepa$ quede materialmente

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cubierta por el caldo; para conseguirlo, lapulverización debe ser lo más fina posible,con objeto de que el líquido forme una ver-dadera niebla y se economice el sulfato decobre.

3° Es una buena práctica pulverizar lascepas por un solo lado primeramente, conobjeto de dar tiempo para que el caldo seseque antes de mojar la otra parte de lasmismas, máxirpe si se sulfatan las filas con-tiguas marchando en direcciones opuestas,pues así son más fáciles de observar las su-perficiea tratadas defectuosamente y, ade-más, se obtiene cierta economía de lfquido.

4° A1 efectuar la pulveriza^ción convienesostener la lanza de los aparatbs en posiciónperpendicular a las filas de cepas, rnovién-dola repetidamente de derecha a izquierda yde delante hacia atrás, tanto por la parte su=perior de la cepa como invirtiéndola despuéspara dirigir el chorro de abajo arriba. La.distancia de la boquilla a las partes que se sul-fatan es variable con la presión del aparato,pero en los pulverizadores de mochila y pa-lanca debe ser de ^unos 30 centímetros.

5.° Es fundamental bañar perfectamentelos racimos, y como éstos suelen estar más omenos prótegidos por el follaje, hay que po-ner aquéllos al descubierto y pulverizarlosdirectament^e.

6.° Aunque pueden usarse las sulfatado-ras de palanca, sobre la que actúa el obrero

mientras realiza el tratamiento, son muchomejores los pulverizadores de presión previa,que retínen las s^guientes venta,ias : Perfec-ción del trabajo; alguna economfa de líquido(10 por 100, aproximadamente), y la inap^re-ciable soltura de movimientos que proporci^o-na al dejar libre una mano del obrero paraseparar el follaje, permitiendo asf bañar bienlo^ racimos y partes cubiertas de la vegePta-ción. Hasta ahora nos hemos referido a losaparatos de mochila que van s^obre la espal-da de los operarios; pero, en el último cap^-tuío de esta divulgación, volveremos sobre elbema para fijar algunas caracteiafst:cas im,-portantes de Ios distintos tipos. ^

7° Para esparcir los productos pulveru-lentos deben ut:lizarse exclusivamente los es-

^^^^;^, olvoreadores (de mochila, carretilla, etc.),^pscribiendo los antiguos fuelles azufrado-

cuyo gasto es notablemente superior.

Muy variable es el consumo de caldo bor-delés s^egún el número de tratamientos, mar-ev dé plantación, vegetación de las cepas, tipode pulverizador empleado y hasta prácticaQperatoria seguida. Indicamos a continuaciónatgunos datos recogidos en diversas regionesvitfcolas.

En el viñedo riojano, con marco de 1,90metros (2,800 cepas por hectárea), el Inge-

__ gg .-

niero Agrónomo Sr. Martínez Zaporta obtu-vo el siguíente consumo de caldo bordelés :

_♦ .____ _ __._.^^UatiUMOI^a CALUU RORDYLK.B

TRATA NIEN COS Por 1.000cepaR.

Por hectá-rea.

Primera dulfatada .....................Litrna,

BO

l{lrne

224

BeBunda idem ............................ 176 4D0Tercera idem (racimoe) .••.•.•••••• l00 280Tercera ídem (folla^e) ............. 4b0 1.280

Cuarta idem .............................. 910'

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García de los Salmones, en viñedos de.varra ((3.086 plantas por hectárea), ha c^robado el siguiente gasto de caldo cúpri

TRATAMIENTOS Por 1.000aepaR.

Por heat^-roa.

Ldtrw. Libroa.

Primero ...................................... 107 3336egundo ....:............. ................... 250 77bTercero ...................................... 383 1.20^Cuarto ......................... . ' ............ 416 910

Tor^r, imv nI. s#o ......... 1.181 8.b@1

Según Cañizo y González de Andrés (1), el

(1) Luaha contra las piagaa. Calendario F4topatolbgi-oo. Bección de Publicaeiones, Pren.sa y Propaganda deíMiulMterlo de Agricultura, Madrid.

consumo medio de caldo cúprico puede fijar-se en 450 litr^os por hectárea con 1.500 cepas.Utilizando aparato de palanca, un hombrepuede Ilegar a tratar 1.000 cepas diarias; ele-vándose este número a 1.500-2.000 piantas,cuando se emplean pulverizadores de presiónprevia.

Como ejemplos de cultivos especiales, men-cionamos los datos obteñidos en una viña deAbarán (Murcia) formada en espaldera detrea hilos y marco de 3;33 por 2,20 metros.El conaumo medio de líquido por hectárea seeleva a 343 litros, aiendo 83 áreas el coeficien-te de trabajo, diario de 1os obreros.