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Breve análisis acerca de la construcción de identidad femenina realizada en la obra La última niebla de María Luisa Bombal
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Nicole Riquelme Pérez Prof. Elena ÁguilaSeminario de Narrativa Chilena22 de septiembre de 2015
La construcción del sujeto femenino en La última Niebla
La última Niebla es una novela que relata en primera persona la interioridad de una
mujer que se ha casado con su primo quien hace menos de un año ha enviudado y aún
continua enamorado de su difunta esposa. La obra, va revelando la consciencia de la
protagonista, lo que siente, imagina, piensa, etc, además de su experiencia luego de
comenzar a vivir en su nuevo hogar. Pero, mayoritariamente se nos narra las sensaciones
más que acciones de esta. Asimismo, nunca sabemos de la vida anterior a su matrimonio,
qué hacía, dónde vivía, pero sí se afirma que hubiese sucedido si ésta no se hubiese casado.
De este modo, al avanzar en la lectura se observa que la construcción de la identidad
femenina se realiza siempre a partir del hombre y, de la experiencia de ella con este. La
mujer existe, en cuanto el hombre la considera, la descubre y la asimila como un otro
existente. A partir del siguiente análisis de la obra, se espera evidenciar de qué modo este
propuesta se manifiesta.
En primer lugar, es posible identificar que la relación de la protagonista con su
esposo es una relación de dueño-poseído, puesto que, cualquier decisión tomada no es
consultada, sino, arbritariamente instaurada por el marido. Esto se deja observar cuando
ambos reflexionan acerca del matrimonio, ya que se ve que ha sido un acuerdo por
conveniencia, pero una decisión tomada por él “–¿Sabes que has tenido una gran suerte al
casarte conmigo? –Sí, lo sé –replico, cayéndome de sueño. –¿Te hubiera gustado ser una
solterona arrugada que teje para los pobres de la hacienda?” (15). Aquí, el esposo se
expresa como un individuo superior, quien voluntariosamente decidió favorecerla
desposándola. Asimismo, esta mujer no es capaz de decidir sobre sus propias acciones ni su
cuerpo, como lo es decidir cómo sujetar su cabello “Mi peinado se me antojaba, entonces,
un casco guerrero que, estoy segura, hubiera gustado al amante de Regina. Mi marido me
ha obligado después a recoger mis extravagantes cabellos; porque en todo debo esforzarme
en imitar a su primera mujer que, según él, era una mujer perfecta” (18). En esta misma
cita, también es posible afirmar que la protagonista reflexiona acerca de su cuerpo en
relación con lo que los hombres perciben de ella, no sólo de su marido, sino también de lo
que quizás hasta al amante de Regina podría gustarle. Del mismo modo, sucede la primera
noche que la protagonista decide salir caminar, puesto que esta, le debe solicitar permiso a
su marido y, esperar su aprobación “–Me ahogo. Necesito caminar. ¿Me dejas salir?” (24).
Por otro lado, la relación que establece la protagonista con su supuesto amante desde un
principio resulta ser parecida, puesto que, ella dentro de esta continúa en un lugar de
subordinación donde las acciones no dependen de su voluntad, sino que es guiada u
obligada, como ella menciona, por este desconocido “Ando, pero ahora un desconocido me
guía. Me guía hasta una calle estrecha y en pendiente. Me obliga a detenerme” (25). Por lo
tanto, esta nueva relación, no deja de ser violenta, en la cual, el imperioso deseo de ser
poseída la somete y vuelve a establecerla como un individuo inferior, que espera,
expectante la acción de otro sujeto, pero que no es capaz de actuar, de realizar un quiebre
según sus propios própositos, más bien su quehacer se construye a partir de la presencia del
hombre y de su actitud con ella.
En segundo lugar, relacionado con lo anteriormente mencionado, los espacios en los
que se mueve la figura femenina dentro de la novela también nos permite determinar cuál
es la identidad que se construye de esta misma. Podemos afirmar que, las mujeres
pertenecen a una clase acomodada, por tanto, su rol escapa del clásico esteréotipo de la
mujer como dueña de casa, encargada de la crianza de los hijos y de las labores domésticas,
por el contrario, más bien su rol es pintoresco, puesto que, funcionan como un adorno, un
acompañante o agregado de las situaciones. Uno de los casos más destacados es el de
Regina, quien toca el piano, pero su música termina por ser sólo ambiental“ Detrás de ella,
su marido y el mío fuman sin escucharla” (19). Regina y el piano se muestran como
elementos decorativos y no como parte de la reunión, de la cual solo participan los
hombres. De la misma forma sucede con la protagonista, quien se mueve en diferentes
espacios de su hogar, sin embargo, es fuera de este donde adopta su personalidad florece.
Cuando los hombres salen de caza, la protagonista no describe ninguna acción más que
estar atenta a la llegada de ellos, para que así se termine con el silencio y la monotía del
hogar. Sin embargo, todo cambia cuando esta se encuentra fuera de casa, ya que es ahí
donde esta experimenta indicios de autoexploración, autoconocimiento y/o
autoconfirmación. Así se manifiesta luego de visitar a una muerta y siente una desesperada
necesidad de abandonar el lugar y correr para poder gritarse a sí misma: “¡Yo existo, yo
existo y soy bella y feliz!” (17), o en su jardín cuando se sumerje en el estaque y afirma:
“No me sabía tan blanca y tan hermosa. El agua alarga mis formas, que toman proporciones
irreales. Nunca me atreví antes a mirar mis senos; ahora los miro” (20). Finalmente, el viaje
que realiza a la ciudad se transforma en el punto de quiebre, donde logra revelar su
necesidad de sentir y ser deseada. A pesar de ser un sueño, en la representación del amante
se refleja cuál es el sentimiento que la ha hecho sentir lánguida, ahoga y aprisionada todo
este tiempo. En este sentido, la mujer se mueve en dos espacios, el hogar y el jardín que
también podemos relacionarlo con lo que esta fuera de lo establecido, fuera de las normas.
Por ello, es allí donde experimenta, en mayor medida sus visiones con el amante o sus
arranques de erotismo, puesto que, es el lugar donde se escapan o no tienen alcance el
dominio de su marido. Es lugar de liberación de su cosciencia, de su propio deseo.
Ciertamente, no podemos afirmar que la novela propone una reivindicación de la
mujer como sujeto social hacia un desplazamiento activo, pero sí es viable vislumbrar en
ella una reflexión entorno a la realidad de la época. En ella, no se crítica explicítamente el
lugar que ocupa la mujer dentro de ese contexto, sin embargo, se evidencia una experiencia
femenina que no es cómoda, como lo es la falta de independencia y autonomía de su cuerpo
y actuar. En este sentido, es preciso recordar que esta novela fue escrita un año antes de que
en Chile las mujeres tuviesen acceso a votar, por lo tanto, el cuestionarse cierta pasividad
dentro del acontecer femenino para la época resulta potente. De la misma forma, la obra
manifiesta un cuestionamiento a estereotipos asignados a la imagen masculina. Esto se
evidencia cuando el esposo de la protagonista llora y, en torno a esta situación ésta
reflexiona “Me aparto de él, tratando de persuadirme de que la actitud más discreta está en
fingir una absoluta ignorancia de su dolor. Pero en mi fuero interno algo me dice que ésta
es la actitud más cómoda. Y entonces, más que el llanto de mi marido, me molesta la idea
de mi propio egoísmo” (15). En esta cita, la narradora manifiesta una conscienca sobre una
falta de actitud para quebrar con cierto statu quo existente, sin embargo, ello requiere
acción, desorden, algo que la expulsaría de una zona de confortabilidad en que se
encuentra. Del mismo modo, la forma en ambas mujeres encuentran salida o escape a su
realidad de subyugadas es limitada, ya que ambas encuentran en otro hombre una
liberación. Si sólo consideramos el aspecto sexual, del cual esta cargada esta liberación y lo
percibimos como la ruptura de ciertas normas morales establecidas del contexto de
enunciación se puede interpretar como un acto de rebelación, sin embargo, el sólo buscar
un amante no invita a la verdadera desadaptación de las circunstancias, sino que un
mantenimiento de estas.
En conclusión, La última Niebla nos propone construcción de identidad femenina
que responde, en gran medida, a una época en particular, donde la mujer como individuo
social se encuentra desplazado y con poca actividad. Por tanto, en la obra ambas mujeres se
configuran como sujetos en relación de la presencia masculina, puesto que, este representa
la autoridad y dominio. La mujer se acepta como sujeto inferior, que guarda silencio y, que
en la clandestinidad encuentra una complacencia de sus verdaderos deseos, sin embargo,
este accionar, no quiebra verdaderamente con su situación de exclusión.