Ignacio, Profeta Para Nuestro Tiempo

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  • 8/12/2019 Ignacio, Profeta Para Nuestro Tiempo

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    IGNACIO, PROFETA PARA NUESTRO TIEMPO

    Jos M Rambla, SJ

    l no quiso. Son las ltimas palabras de la Autobiografa. Palabras banales, como las quetantas veces repetimos a lo largo de un da, de paso. Como una conversacin cortada. As,con la mayor naturalidad del mundo, Ignacio nos ha dejado. Slo se ha detenido connosotros el tiempo imprescindible para contarnos su peregrinacin, invitarnos a repetirla ynada ms. No fuese que su imagen grabada en nuestras retinas nos impidiese ser nosotrosmismos. Porque, mientras el convaleciente de Loyola estaba subyugado por los santos y susgestas, desconoca su propio camino... Ahora, pues, despus de escuchar y contemplar al

    peregrino Ignacio1, con nuestros ojos y nuestro corazn inundados por su testimonio, cmopodemos nosotros recorrer nuestro propio camino tan distinto del suyo?

    En efecto, el hombre de hoy, dispuesto a dominar todo el universo, es tan distinto de aqulque apenas empezaba a descubrir el horizonte de nuestro planeta! Europa ya no es el centrodel mundo conocido; la cultura occidental, que durante el siglo XVI todava era casi unmonolito, ofrece ahora el aspecto de un mosaico inmenso y polcromo; los desequilibriossociales y econmicos de la humanidad son ms escandalosos y manifiestos; a cuatro siglosde distancia de Trento, la iglesia del Vaticano II ha iniciado, aunque tmidamente, unverdadero cambio histrico; las ciudades que conoci ligo han vivido el impacto de la

    industrializacin y la secularizacin; las rutas de Europa, aunque no son caminos de unidad,ya no son escenario de guerras...

    Cmo prolongar, pues, en la sociedad actual el mensaje que nos comunic el peregrinohace ya ms de cuatrocientos aos? Cul es la leccin actual de la santidad de Ignacio?

    1. Hallar a Dios en el corazn de la vida

    Siempre buscando a Dios, peregrino de Dios. As se nos presenta Ignacio al terminar elrelato. Ciertamente, aqu radica el ncleo de su testimonio: Dios es el centro absoluto y elsentido pleno de los hombres. Un mensaje de fe claro e impresionante. Sin embargo, estaenseanza sola no constituye nada especifico con respecto al mensaje que nos han

    1 Ignacio se llamaba a si mismo el peregrino. La Autobiografa recibe tambin el nombre de El relato delperegrino.

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    comunicado todos los santos. Qu es lo que sobresale en el testimonio de fe de Ignacio deLoyola?

    Ante todo, que podemos encontrar a Dios en medio de nuestras vidas y no al margen de

    ellas. El peregrino experiment a Dios en la gran diversidad de situaciones que vivi: en laquietud y en el movimiento, en el silencio y en la conversacin, en la oracin y en el estudio,en la soledad y en medio de los hombres, en la paz y en la turbacin, en el xito y en lapersecucin. No es necesario crear un espacio propio para Dios. El nos sale al encuentro ynosotros podemos encontrarle y experimentarle en medio de nuestra vida y en lascircunstancias ms diversas. Dios-en-medio-de-la-vida es una buena noticia para quienesvivimos atrapados en la espesa red de la sociedad actual, sobre todo la urbana e industrial.

    Dios est entre nosotros y, sin embargo, hay que buscarlo. Quien cree haberle hallado ya,est muy lejos de El. Desde el momento en que Iigo tuvo el primer encuentro con el Seor,no ces nunca de buscarle. Hemos de buscar a Dios porque, a pesar de que se encuentra entodas las encrucijadas de la vida, nuestro corazn no siempre es transparente a supresencia. Hay que descubrir, pues, al Dios-con-nosotros mediante el cambio constante deactitudes y comportamientos. Buscar a Dios es una llamada a la conversin. Es ms, hayque buscar al Dios presente porque sobrepasa todas las ideas que nos hacemos de El, losproyectos elaborados para responder a sus interpelaciones e incluso los xitos delcompromiso cristiano. Hay que estar siempre dispuestos a ir ms all del punto conseguido

    en el seguimiento de Cristo; de lo contrario, todas las cosas se convierten en dolosencubridores del verdadero rostro de Dios. Hay que trascender siempre todas las realidadescon las que trabajamos por el Reino de Dios para confiar ltima y nicamente en El.

    Un maravilloso mensaje de esperanza. Dios no est lejos de nosotros, se encuentra enmedio de nuestra vida, movida y a menudo desconcertante. Una llamada que nuncaenmudece: hay que buscarle cambiando nuestro corazn, no identificando a Dios conninguno de nuestros actos o ideas, superndolos continuamente.

    2. Rescatar la accin

    En Ignacio, Dios y el hombre se convirtieron en una experiencia inseparable y nica.Ayudar a las almas fue la traduccin de su deseo de servir al Seor. Y esta mstica delservicio transfigur la accin de un hombre singularmente activo y marcado por el anhelo dehacer cosas grandes. De este modo, se deshicieron de golpe dos tensiones: de una parte la

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    tensin entre la fidelidad a Dios y la tarea en favor de los hombres; de otra, la tensin entreel peso interior necesario para una vida verdaderamente humana y la accin exigida paratransformar el mundo. Porque en la historia de la espiritualidad cristiana la accin ha sidomarcada duramente por la sospecha durante mucho tiempo. Los peligros de la accin, la

    hereja de la accin, el activismo y otros temas parecidos han llenado muchas pginas de laliteratura religiosa. Ciertamente, muchos han salido malparados en la accin: en ella hanperdido el norte de sus vidas; se han vaciado de la interioridad que da consistencia alhombre; incluso, creyendo ayudar a los dems, tal vez se han perjudicado a s mismos. Lareaccin dej una serie de consecuencias: mientras ms alejados del mundo -es decir, de lasociedad- mejor; la soledad y el silencio son los caminos privilegiados para todo buencristiano; los laicos, en cambio, que han de ensuciarse las manos con las cosas de la tierrason cristianos menos perfectos... No todo ha sido siempre as, claro. Jess -si nos fiamos delevangelio- fue un gran hombre de accin. Pero la huella de la mencionada reaccin, nutridade lejanas influencias neoplatnicas que todava sobreviven, es evidente. Sin embargo, elhacer no deteriora la accin, sino la falta de amor. San Pablo nos lo recuerdainsistentemente. Pueden llevarse a cabo las cosas ms espectaculares y generosas sin amor.Y todas estas cosas, hechas sin amor, no valen nada. Sin embargo, haba que rescatar laaccin. En esta lnea, Ignacio fue un profeta singular. Consigui unir en su existencia elamor a Dios y al hombre, alcanzando la transformacin de la actividad (viajes, estudios,relaciones humanas, accin apostlica) en servicio al hombre y trabajo por el Reino de Dios.La mayor gloria de Dios es el mayor bien universal.

    Ciertamente, Ignacio es un profeta de particular significacin para nuestro tiempo, para losque vivimos y luchamos en una civilizacin marcadamente antropocntrica, agitada por laaccin ms intensa. El peregrino nos recuerda que, con la mirada orientada a los hombres yen medio de una actividad a veces vertiginosa, tambin podemos seguir a Cristo, y debemosseguirle, situndonos ante los hombres con la actitud que Cristo tuvo ante los hombres desu tiempo: descubrir las grandes posibilidades y las grandes esperanzas ocultas en el centrode la humanidad, escuchar sobre todo el clamor de los pobres y de los oprimidos, que nos

    urge a tomar un compromiso decidido y generoso para la liberacin de sus esclavitudes,identificar la voz de Dios que resuena en el clamor de nuestra sociedad y, por consiguiente,dirigir toda nuestra energa y accin hacia la liberacin. Como hizo Jess, trabajar paraconseguir que el hombre, la humanidad, llegue a una vida verdaderamente plena. Medianteeste compromiso podremos vivir nuestra relacin con los hombres como un sacramento dela presencia de Dios y nuestra accin como servicio y lucha por el Reino de Dios. Un camino

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    de humanizacin de nuestra actividad, a menudo mecnica e impersonal, y tambin deteologizacin de nuestro humanismo, a veces completamente cerrado.

    3. Un cristiano de bsqueda

    Hemos visto antes cmo puede vivirse el encuentro con Dios en el curso movido ycambiante de los mltiples acontecimientos, en el corazn de la vida. En consecuencia, elcristianismo ha de ir interpretando constantemente los signos de los tiempos, la palabra deDios inscrita -aunque no inequvocamente- en el movimiento de la historia. Un magisterioeminente de esta bsqueda evanglica lo encontramos en la vida y en la palabra del

    peregrino. Desde Loyola hasta su estancia definitiva en Roma, Ignacio recorriininterrumpidamente el itinerario de un explorador de los signos de Dios en la historia: quhay que hacer para servir al Seor? a dnde debernos ir? cmo reunir compaeros paraayudar a las almas? cmo prepararse mejor para este fin? es necesario fundar una nuevaorden religiosa? Poco a poco, el peregrino va comprendiendo que el cristianismo no es unaforma de vida esttica o una posesin tranquila, sino ms bien un camino, una bsqueda, unseguimiento. Y hoy ms que nunca, podemos aadir.

    En efecto, por lo que se refiere a nosotros, la aceleracin de la historia, la fragmentacin dela cultura, el pluralismo eclesial, la inculturacin exigida por la evangelizacin, etc., nosurgen a buscar nuevas vas, estructuras diferentes, formulaciones actuales para ser fieles a

    la llamada de Dios en la sociedad de hoy. Sin embargo, esta creatividad continua slo puedeinspirarse en el Espritu de Cristo que conduce a la verdad completa y sigue hablando alas iglesias. De aqu se deduce la importancia fundamental de un aprendizaje de lacreatividad en la fidelidad, del seguimiento en la historia, de la personalizacin de la fe en laescucha de la palabra de Cristo. El discernimiento evanglico -la forma fundamental debsqueda, segn la enseanza neotestamentaria- tiene, pues, una funcin no slo bsicacomo siempre, sino un relieve ms fuerte en un cristianismo que quiere ser ms personal,adulto y pluralista. Cuando el cristiano ha escuchado la palabra de Dios, cuando ha captado

    el eco de los clamores de los hombres (sobre todo, de los pobres y oprimidos), cuando haparticipado en el dilogo comunitario y ha bebido de las fuentes ms vivas de la Iglesia, anno tiene la respuesta personal a la pregunta: qu es preciso hacer? Pero entonces, en loms profundo de la persona, en el corazn, puede brotar la palabra definida y clara. Esto esel discernimiento. Este discernimiento, sin embargo, no es solamente una exigencia de losindividuos. Tambin la comunidad cristiana, cuyos miembros se han avezado aldiscernimiento, tiene que recorrer este camino de bsqueda evanglica para responder a los

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    interrogantes e interpelaciones de la sociedad en la que se encuentra inserta. Ignacio,paciente e incansable explorador de caminos personales y comunitarios, se convirti por finen maestro clsico de discernimiento cristiano.

    4. Una espiritualidad integradora

    Un primer vistazo al mundo occidental puede producir una impresin positiva. La ciencia, latcnica, el progreso y el bienestar han creado un estado de autosatisfaccin y un optimismovital. No resulta nada difcil descubrir zonas oscuras en este panorama pretendidamenteluminoso: la soledad, la falta de sentido en la vida, el dolor moral, la frustracin... y elprecio pagado por los dems (los pobres, los marginados, los pueblos oprimidos, etc.).Incluso la resplandeciente imagen del mundo occidental se va resquebrajando con lasacometidas de la crisis econmica y el callejn sin salida en el que se encuentran losintentos realizados para lograr una convivencia nacional e internacional verdaderamentehumana. Sin embargo, teniendo en cuenta estos lmites, no puede negarse que eldinamismo -el tic, quiz?- optimista todava dura. Se trata de una especie de talantepositivo para con el mundo: experimentarlo todo, afirmarlo todo, unirlo todo. Nosencontramos, ms bien, ante una actitud que ante un resultado conseguido. Algo as comoun optimismo oficial. Ciertamente, una postura negativa y de renuncia en relacin a nuestromundo y ante los quehaceres de la tierra no encaja con el espritu moderno de occidente. Lafuga mundi, an admitiendo una significacin teolgica cristiana, no es del gusto del hombre

    actual.

    De aqu, pues, el inters que tiene una espiritualidad integradora - mundana, me atrevera adecir- como la de Ignacio. Todo, todas las cosas son palabras clave en su lenguaje bienmeditado. El peregrino, despus de un tiempo de lucha y de purificacin hasta llegar a darmuerte a todo lo que sofocaba la accin constructiva y creativa de Dios, obtuvo una miradatan profunda del mundo y capt tan cuidadosa y positivamente su sentido que le parecantodas las cosas nuevas. Ms tarde, ense a buscar y a encontrar a Dios en todas las

    cosas, abriendo un panorama cautivador entre la negatividad del huir de todo y laingenuidad del todo est permitido. Una espiritualidad verdaderamente sinttica, que abarcatodo lo que no se resiste al impulso animador del Espritu. Esta manera de vivircristianamente supone, en primer lugar, una contemplacin del mundo desde la perspectivade la fe, integrando en una mirada y en un movimiento nico y armnico el conjunto de lasrealidades de la existencia humana, lo material y lo espiritual, lo humano y lo divino, estemundo y la vida futura. Y exige tambin relacionarse con el mundo partiendo de unas

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    disposiciones nuevas y con un corazn nuevo: promoviendo todo lo que lleva a la vida ytransformando todo lo que necesita ser renovado. Una espiritualidad que derriba los murosque aslan y dividen para integrarlo todo en una visin y un dinamismo histrico queconduce a aquella consumacin hacia la cual orienta el Espritu, cielos nuevos y tierra

    nueva. Mensaje alentador y fuente de esperanza en una poca en la que, en el esfuerzopara transformar la sociedad, las iniciativas ms altas y los espritus ms generosos parecenirremediablemente condenados a la oscuridad de una humanidad malherida por las lacrasms dolorosas y las injusticias ms crueles.

    5. El corazn ardiente

    Como un espritu generoso e inflamado de Dios se nos presenta ligo al principio de surelato. Todava es un novicio que suea, llevado de una generosidad de nio. Le queda unlargo camino de maduracin. Transcurren los aos e Iigo aprende el discernimientoevanglico, reconoce su propio camino en la llamada a ayudar a las almas, se lanza a formarun grupo de compaeros de Jess y, finalmente, los largos tanteos, despus de superarinnumerables obstculos, se concretan en la fundacin de la Compaa de Jess. Ignaciodetenta ya la responsabilidad ms alta del grupo, y con mirada amplia y profunda dirige elgrupo cada da ms numeroso de compaeros. El soador de Loyola, el peregrino por tierrasdel mundo, se encuentra ahora totalmente ligado a su despacho de general, fecundo enplanes y hundido en un mar de papeles. Sin embargo, no se ha apagado el fuego encendido

    en su corazn, las lgrimas fluyen continuamente de sus ojos, la devocin no se aleja nuncade su espritu. Un corazn ms inflamado que cuando en Loyola se dejaba arrastrar por sussantos, pero tiernos sueos. La vida cristiana es ms que una teora, una moral o uncompromiso, y mucho ms que una organizacin: es una pasin ardiente. Leccin queIgnacio aprenda poco a poco y que expres en los Ejercicios Espirituales, verdadera escuelade amor. Dejarse abrazar por el amor de Dios y aprender a convertir toda la vida enamor y servicio constituye la sntesis de los Ejercicios Espirituales. Y las ltimas palabrasde este librito que Ignacio leg a los dems como participacin en el don que l mismo haba

    recibido son: amor divino.

    Tal vez en nuestra sociedad tan intercomunicada, pero annima y fra, los cristianospodramos colaborar con el calor de un amor que tambin en la Iglesia se apaga bajo lascenizas de un pensamiento gris, de una fra planificacin o, incluso, de un compromisoangustiado. Porque sin el ardor de una pasin cristiana podramos caer resecados por elpensamiento o reventados por la accin. Nos hace falta un espritu ilusionado y un corazn

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    ardiente. Las exigencias rigurosas de la vida cristiana y las pesadas consecuencias de unaaccin dura y de una lucha firme en nuestra sociedad injusta pueden embotar finalmente lasensibilidad de los cristianos y amortiguar la fogosidad del amor. Sin embargo, quienconsiga vivir de manera personal la presencia seductora de Cristo, mientras siente como una

    bienaventuranza el seguimiento en el combate por el Reino de Dios y la identificacin con El,experimentar la vida cristiana como una relacin amorosa, clida y entusiasmadora. Aquelperegrino era loco por Nuestro Seor Jesucristo, se recordaba an en Montserrat muchosaos despus del paso de Iigo por la santa montaa. Porque slo la relacin personal conCristo -ms amarlo y seguirlo, en lenguaje ignaciano- comunicar a nuestras vidas unsentido lleno de vivacidad y un ardor que nos convertir en luz y estmulo para los dems.

    En el camino de la historia actual, que tratamos de construir siguiendo a Cristo, la presenciadel Seor no tiene un signo ms convincente que la experiencia renovada de los discpulosde Emas: No estaba ardiendo nuestro corazn?.