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Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=74703112 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Francisco Mendiola Galvàn Reseña de "Imágenes del racismo en México" de Alicia Castellanos Guerrero (coord.) Alteridades, vol. 16, núm. 31, enero-junio, 2006, pp. 138-143, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa México ¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista Alteridades, ISSN (Versión impresa): 0188-7017 [email protected] Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa México www.redalyc.org Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto

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Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal

Sistema de Información Científica

Francisco Mendiola Galvàn

Reseña de "Imágenes del racismo en México" de Alicia Castellanos Guerrero (coord.)

Alteridades, vol. 16, núm. 31, enero-junio, 2006, pp. 138-143,

Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa

México

¿Cómo citar? Fascículo completo Más información del artículo Página de la revista

Alteridades,

ISSN (Versión impresa): 0188-7017

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Imágenes del racismo en México

Imágenes del racismoen México*

RESEÑADO POR FRANCISCO MENDIOLA GALVÁN**

Dedico esta presentación al antropólogo

Marco Antonio Martínez Benavides

donde quiera que se encuentre

este tema en México y su relacióncon las nociones de indio, indígena,raza o etnia como formaciones his-tóricas de las relaciones de poder(pp. 246 y 310), de igual maneraconsidero trascendente explorar losvínculos construidos social y cul-turalmente en el campo de la éticay la estética del racismo en su ar-ticulación dominante-dominado.

Pero no quiero continuar sinagradecer a la antropóloga socialLorey Servín Herrera su deferenciapara con mi persona al habermeinvitado como comentarista de esteimportante libro, esto a pesar deque ella sabe que yo no soy especia-lista en el tema, por lo que me asu-mo como un lector común y corrien-te, aunque sin duda interesado envarios de los campos que la antro-pología mexicana estudia, siendouno de ellos, precisamente, el delracismo en sus expresiones de dis-criminación, segregación, rechazoy xenofobia, entre otras tantas cua-lidades negativas de nuestro mun-do contemporáneo.

Además de ser un profano enmateria de racismo, cometí en prin-cipio un error (tal vez por defor-mación profesional como investi-gador) del cual me percaté desde elmomento de comenzar a escribirestas líneas, no obstante, ese apa-rente desacierto me permitió des-cubrir una gran virtud en este libro.Explico primero mi error y despuésla buena cualidad que le encuentro:durante su lectura me preocupépor establecer conexiones de mane-ra recurrente con distintas fuentesbibliográficas que directa e indirec-tamente se relacionan con el temadel racismo, situación que me hizoolvidar, durante la revisión de sus360 páginas, que lo que yo debíahaber hecho era casi exclusivamen-te ubicar los elementos principalesque me permitieran en lo generalcomentar las esencias del trabajo,es decir, que durante el trayecto fuiconstruyendo un andamiaje pormedio de referencias y reflexionesanotadas al margen del mismo y enfichas de trabajo y, de manera si-multánea, fui señalando en otrosartículos y libros las ideas que apo-yaban o contradecían a las de lapublicación coordinada por AliciaCastellanos. Queda claro que esono estuvo del todo mal, pero hastadespués tuve conciencia de que loanterior serviría más para la ela-boración de un ensayo o una ponen-cia, sin embargo, debo decir que ca-pitalicé la situación en mi favor alcombinar algunas de las ideas cen-trales del trabajo con las de otrasfuentes para un futuro ensayo. Detal modo que ese relativo error mepermitió encontrar una gran virtuden la obra: su lectura me fue llevan-do amablemente a un intenso yfructífero diálogo entre su conteni-do, con el de otros autores y conmigo

Un primer acercamiento

Debo confesar que acepté comentareste libro por diversas razones queen su conjunto se relacionan con elhecho de que el racismo en Méxicome interesa desde hace algunosaños, tan es así que he estado re-cabando información bibliográficay testimonios sobre un fenómenosociocultural como es el del antichi-languismo-chilanguismo; tambiénme centro en las expectativas queofrece la antropología al aportarnuevos y mejores elementos quepermitirán algún día desterrar lasprácticas y discursos racistas ennuestro país, sobre todo aquellosque se dirigen hacia los indígenas.Ante la polisemia del término racis-mo, reconozco que experimento lanecesidad de comprender con pro-fundidad, siguiendo a Francisco Pi-neda autor de uno de los capítulosde esta publicación, ciertas vertien-tes en el marco de la violencia dis-cursiva del racismo así como delas formaciones imaginarias sobre

* Alicia Castellanos Guerrero (coord.), Imágenes del racismo en México, UAM/Plaza y Valdés, México, 2003.** Arqueólogo, investigador de tiempo completo del Centro INAH-Chihuahua.

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mismo, todo en torno a un temacomplejo y tan delicado como el delracismo en México. El efecto parti-cularmente bueno que experimentéal acercarme al conjunto de estaobra se da gracias a la manera enque se estructuró y manejó la in-formación contenida en sus seis ca-pítulos escritos al modo de grandesartículos científicos. Sus análisis ydiscusiones se ven apoyados por lacasuística sociocultural de deter-minados espacios urbanos en losque el carácter multiétnico y pluri-cultural hace de las relaciones in-terétnicas un mundo complejo enel cual se encuentran acentuadoslos discursos y las prácticas racis-tas hacia los indígenas. La temá-tica es abordada con rigor desde laóptica de la antropología, siemprecon un alto sentido de responsabili-dad y bajo una ética a toda prueba.En resumidas cuentas, el libro atra-pa al lector desde el principio y noes para menos ante una temáticacon la que convivimos cada día enun ir y venir de acciones, discursos,conflictos y discusiones sobre la de-fensa de los derechos indígenas;por último, su significado y el sen-tido mismo que se le imprimió altrabajo desembocan en un espacioreflexivo que engrana con la deter-minación de que el racismo no de-bería existir más en México, firmeconvicción que se traduciría en evi-tar denigrarnos como observadoresy actores del racismo. El mensajede Imágenes del racismo en Méxi-co es claro: no más insensibilidadal dolor que se genera al rechazar alindígena, al otro, al diferente, al quemenos tiene. No atentemos contranuestra propia dignidad al guardarsilencio frente al racismo, porqueel silencio, como dice Francisco Pi-neda, “aunque no habla, tambiénsignifica” (p. 273).

En esta idea de soñar con aniqui-lar el racismo de nuestras relacio-nes sociales, debe tenerse concien-cia de que el peso de la historia es

enorme para pensar que, en la in-mediatez de nuestra existencia, elracismo en México vaya a desapa-recer pronto. Libros como el queahora tengo la grata oportunidadde comentar cumplen un trascen-dente papel en el ámbito de su fun-ción social: entregar a la comuni-dad, en un acto de reciprocidad, losresultados de investigación; la co-munidad es precisamente la quecontribuye con el sostenimiento delas tareas académicas sustantivas,de tal manera que los estudio-sos de lo social tienen la obligaciónde difundir o divulgar sus conoci-mientos. Imágenes del racismo enMéxico trasciende por sus resulta-dos más allá del dato interesante eilustrativo de ese fenómeno, puesbrinda elementos que permitirántransformar y finalmente desterrar–a la par de otras investigaciones–las prácticas y los discursos ra-cistas en contra de los indígenasy de las minorías en el ámbito mis-mo de las culturas subalternas, yeso es también porque llegamos acomprender que el fenómeno estu-diado se manifiesta por medio deeste libro que funciona como un es-pejo en el cual la sociedad se ve re-flejada histórica y culturalmenteen el marco de sus relaciones pa-sadas y presentes, lo que confirmaque el racismo, como lo señala Ali-cia Castellanos, es un “comporta-miento colectivo” (p. 135).

Por otra parte juzgo necesariotomar en cuenta que hay visionesracistas además de reduccionistas,las cuales no hacen más que repro-ducir y legitimar negativamente for-mas de opinión y de relación con laotredad, que permanecen arraiga-das en el consciente y en el incons-ciente colectivos y, peor aún, en lasprácticas y discursos. El libro de Elmexicano enano de Óscar MonroyRivera (1968) es un ejemplo del re-sultado histórico de confundir pau-tas de conducta sociocultural conideales occidentales que pretenden

imponerse desde falaces críticashacia indígenas y mestizos bajo elpueril anhelo de transformar su idio-sincrasia, actitudes que para nues-tro infortunio se siguen observan-do desde el ángulo del análisis delracismo:

Este enano indígena, es un indio que

no vale siquiera la polémica de que sí

hay razas superiores en verdad y ra-

zas inferiores. No es cuestión de fi-

losofías cuando lo vemos vivir su

vida [sic.]. Es un canalla exquisita-

mente inferior. Es un parásito que

no vale ni todo junto con su huacal

y su sombrero, sus huaraches y su

mugre, un solo peso de esfuerzo, de

ese esfuerzo que pretende realizar

cualquier institución con miras de

beneficiarlo. Es un auténtico dege-

nerado que cuando no duerme con

su mujer, se acuesta con sus propias

hijas, o con las hijas de sus hijas...

Para este enano indígena, no es eficaz

ni el misionero ni el maestro, no sir-

ven la cultura ni la bondad; no fruc-

tifica en él ni la piedad ni el amor.

Su presencia es la humillación, el

fracaso y la vergüenza más grande

de nuestra actual historia, vivida

sin dignidad ni pundonor (Monroy,

1968: 135-136).

Muchos rastros de este tipo depensamiento, como el de este crio-llo, permanecen en la actualidad endistintos niveles de la práctica ydel discurso. Son sesgadas inter-pretaciones de aire racista que bus-can avalarse a través de viejas ideascomo las del padre dominico Betan-zos, quien en 1533, afirmó que: “nohay razón para predicar el Evan-gelio porque los mexicanos no sonseres humanos [...] Que el indio deMéxico pertenece al reino animal,no es posible aplicarle la definiciónde hombre; animal rationalis, serdotado de raciocinio y de bondad”(cit. por Monroy, 1968: 130). ¿CuálMéxico y cuáles mexicanos para laetapa colonial si era el tiempo de

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construcción en el que surgía laNueva España? Ignorancia prístinade un personaje ciego por el odioque engendra el racismo, ese queagrede la cultura y el fenotipo indí-genas (bajo de estatura, moreno,de rasgos faciales toscos, flojo, sucio,etcétera). De cualquier manera ésaes la tónica esencial del racismocontemporáneo, manifestada feno-ménicamente de manera distintaa la del racismo de la época colo-nial del cual históricamente se des-prende el que ahora sufren la ma-yoría de los indígenas en nuestrotiempo.1

Es por todo esto que el libro deImágenes del racismo en México esun grito desesperado de denuncia,las finas herramientas del análisisque el oficio de antropólogo usa loproyectan con sensibilidad y ele-gancia, con valentía y absoluto con-vencimiento de que es urgente y ne-cesario llegar al fondo de una crudarealidad que ya no debe seguir ocul-ta; tiempos en los que se reconoceen público que en México: “no hayuna discriminación abierta pormotivos de raza o de clase, pero ladiscriminación velada se practicaa diario en diferentes ámbitos dela vida social y sus efectos estána la vista de todos” (Serna, 2004: 47-48). Algunas de esas causas y efec-tos se abordan por los autores deeste libro bajo las directrices gene-rales marcadas por la coordinaciónde la obra que, si bien es unitaria,halla su riqueza en la diversidad delos planteamientos y en la mismaarticulación y complementariedadentre cada uno de los seis capítulosque la conforman. Con la intenciónde ser específico y de resaltar elvalor de este esfuerzo editorial, des-taco y comento los puntos que meparecen los más relevantes de cadauna de sus aportaciones.

De lo que trata el libroy su relevancia

En el primer capítulo de este traba-jo, titulado “Punto de partida”, Ali-cia Castellanos expone los alcancesy las características del libro, justifi-cando desde un inicio la necesidadde atender por medio de un traba-jo exploratorio el tema del racismo,el cual, dice, ha sido tabú durantemucho tiempo. Siempre fue primor-dial constatar y describir la vigenciadel racismo así como conocer susniveles de difusión, sus relacionescon la otredad, los espacios y situa-ciones en las que él tiene lugar y lasrepercusiones en la identidad yen la cultura étnicas. El énfasis seha puesto en el reconocimiento delracismo en sus bases sociales ysimbólicas así como en sus fuentesideológicas y culturales, que con-fluyen en la convicción de que existeincompatibilidad entre la diferen-cia étnico-cultural y fenotípica y elprogreso, el desarrollo y la culturadominante, punto de partida que,junto con la desvalorización e infe-riorización, fomenta la marginacióny la desaparición cultural de los in-dígenas (p. 15).

El estudio seleccionó los espa-cios urbanos, los cuales contienenun carácter y una composición mul-tiétnica y pluricultural que los hacenser representativos en términos delas relaciones étnicas, eligiéndose,bajo esos criterios, siete ciudades:Cancún, Mérida, San Cristóbal deLas Casas, Oaxaca, Huejutla, Ciu-dad de México y Chihuahua, todascon presencia indígena. Pregunto:¿por qué los indígenas en las ciuda-des y su relación con el racismo?,porque esos son los espacios enlos que con intensidad se gestan lasrelaciones interétnicas a partir dela identidad/alteridad, además

de que los indígenas son las princi-pales víctimas del racismo, sobretodo ahora cuando se observa queel movimiento indígena en Méxicose fortalece cada vez más (p. 18).En este “Punto de partida”, la auto-ra se ve preocupada por asentarcon claridad los recursos teórico-metodológicos que sirven para lacomprensión de los distintos ni-veles de racismo ante el examen delos discursos y las prácticas que enese sentido son dirigidas hacia losindígenas: prejuicios, discrimina-ción, segregación y violencia (p. 27).Finalmente, para Alicia Castellanosdescubrir la naturaleza del racis-mo oculto se convierte en un reto,ese que está al ondear la banderade la igualdad de todos y entretodos, como recurso ideológico pre-ferido por el Estado mexicano conel cual busca legitimar, por ejem-plo, sus políticas indigenistas (cf.p. 28).

Considero también que el desa-fío, en el inicio de los estudios quecontribuyen con el conocimientodel racismo hacia los indígenas enMéxico, está en sensibilizar a la po-blación no indígena y aún más alos que se hallan en las esferas delpoder, esto con el ánimo de conven-cerlos de que continuar con su dis-curso y su proceder seguirá lesio-nando las fibras sensibles de losherederos originales de nuestra his-toria y cultura nacionales.

De la misma Alicia Castellanoses el segundo capítulo que lleva portítulo “Imágenes racistas en ciuda-des del sureste”. A mi modo de veruno de sus puntos centrales –desa-rrollado en medio de la casuísti-ca utilizada en este artículo–, esaquel del estereotipo como cons-trucción del otro, cuyas diferenciasse convierten en algo intrínseco, detal manera que se homogeneiza y

1 Alicia Castellanos en este mismo libro afirma que: “La raíz colonial del racismo latinoamericano hacia los pueblos indiosy afromestizos es indiscutible, ya que las categorías sociorraciales siguen vigentes, instrumentadas desde las nuevas for-mas de dominación” (p. 26).

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reduce al grupo a rasgos que distor-sionan su identidad (p. 37). Lo an-terior se relaciona con la interiori-zación biológica y cultural de losindígenas, segregándolos, eliminán-dolos, asimilándolos, integrándo-los y civilizándolos, aspectos todosque legitiman en el pasado y en elpresente su explotación y exclu-sión. Son varios los casos sobre re-beliones y alzamientos, Guerra deCastas y revueltas que nos hablande los espacios convulsos en el pa-sado. El dato histórico es invalua-ble para Castellanos, cuya virtudes la de proyectarlo armónicamentehacia el presente, para demostrarque los indígenas rebeldes de ayerson los migrantes de hoy, continua-mente desplazados por el modeloneoliberal (cf. pp. 38 y 51).

La oscilación como recurso me-todológico entre la historia y lo sin-crónico hace de este ensayo la ex-plicación más clara y diáfana de loque es el racismo en el sureste: des-de los tiempos en los que se “bestia-liza, barbariza y salvajiza a los re-beldes, y se difunden como cuali-dades intrínsecas para justificarsu deportación y eliminación” (p.58), todo lo cual sucedió en la Gue-rra de Castas en Yucatán, pero tam-bién con los chamulas en Chiapasy con los yaquis en Sonora. Ahorason los coletos e indígenas en cons-tante tensión en San Cristóbal deLas Casas, así parece que el tiempose detiene, que no existe, porque lasegregación continúa: la superiori-dad/inferioridad entre los grupos,esas desigualdades estructuralesque limitan a los indígenas sin quelas mentalidades racistas y por de-más etnocéntricas se hayan trans-formado ni un ápice. En cambio,los indígenas, a partir de 1994, semuestran más orgullosos de serlo(p. 68). Esa idea de raza en el ima-ginario social no desaparece y espara la autora la creencia de la su-perioridad/inferioridad de las cul-turas y pueblos (p. 71). Revísense

simplemente algunos diarios, porejemplo, el 26 de enero de 2005 sepublicó en la primera plana de El He-raldo de Chihuahua una foto cuyopie dice: “Isabel Gardea quiere sernutrióloga y luchar contra la desnu-trición de su raza”, Isabel es rará-muri y pertenece a la “raza tarahu-mara”, raza como dicotomía de lasuperioridad/inferioridad tasadapor el blanco, por el no indígena.También está la exaltación estereo-tipada del indígena en los muralesque adornan y reafirman las gran-dezas de la historia nacional, paraeso el indígena sí es útil, porque esla representación de la raíz ances-tral que contribuye a crear un sen-tido de comunidad nacional y re-gional interna y externamente (cf.p. 82). Es la falsa fachada que bienadorna al país pero que de manerasimultánea desangra a sus indí-genas tras las bambalinas del teatronacional. Son los indígenas, paraCastellanos, los sujetos más exclui-dos, deshumanizados en aras dejustificar el condenarlos a las re-laciones asimétricas con el poder ysus demás actores (p. 91) y el es-tereotipo permanece, porque con-viene que al turismo se le muestreun pasado indígena glorioso, porejemplo, la civilización maya, esaque nos asombra por sus zonasarqueológicas donde el turismo seregodea, pero hoy, en la Ruta Maya“los pinches indios apestan”, no asísu folclore y sus tradiciones regio-nales: jarana y comida yucatecas,y es como dice Alicia Castellanos:“...pasado y presente estereotipa-dos en un solo tiempo, telescopiadosen un tiempo único” (p. 95). Antes,la cultura maya, ahora, los mayas,mayeros, mayitas, nacos, toscos,los indígenas carentes de cultura(p. 94). Castellanos reafirma que ladiversidad sociocultural de esasciudades son un valor no reconoci-do como patrimonio para el desa-rrollo humano, pero sí para el tu-rismo y no para los indios (cf. 134).

Imágenes formadas por los estereo-tipos y las relaciones interétnicas,permanentes imágenes racistas enespacios urbanos en donde el tiem-po se detiene.

En el capítulo “Discriminaciónlaboral y segregación espacial enciudades del sureste mexicano”,de Dolores París Pombo, destacanaspectos que enumero y comentocon brevedad. La aportación poseeun carácter sociológico muy rele-vante en el manejo de variables demigración y ocupación de los espa-cios urbanos en los cuales la desi-gualdad socieconómica está ligadadirectamente a lo que la autora lla-ma pertenencia étnica, es decir, que“indígena significa casi siempre serpobre” (p. 144). Después de expo-ner los datos que reflejan las condi-ciones desfavorables en términosde discriminación laboral y estrati-ficación socioespacial para los indí-genas de ciudades del sureste comoson Mérida, Oaxaca y San Cristóbalde Las Casas, fijé mi atención enalgo que París designa como el ar-gumento estético de ciertos mesti-zos en relación con las “manchasde pobreza” que afean la ciudad (p.173). Este “argumento” se relacionacon la estética entendida de mane-ra kantiana, en el sentido de bellezaexcelsa vinculada con el placer delo agradable; la estética es produc-ción de efectos emotivos de signifi-cado sensibles (Mandoki, 1992: 244y 246) de tal modo que, bajo estaidea, lo feo, lo grotesco y lo sucioresultan ser estéticos: los espaciosocupados por vendedores ambu-lantes indígenas en las ciudadespor lo general se califican con adje-tivos como los arriba citados, sinembargo, su estética se encuentraal mismo nivel que la que poseenlos espacios de las residencias endonde viven las clases dominantes.Esta visión erradica la diferencia,relativiza los adjetivos y sensibilizaa quien asume que existe un valorpara cada uno de los espacios vivos

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del conjunto urbano, con ello, lasposibilidades de que el racismo sevea atenuado se hallan muy cercade ser una realidad, aunque el ra-cismo hacia los indígenas que habi-tan los espacios y territorios en lasciudades no desaparezca del todo,entonces, fuera de todo cliché, esuna cuestión de enfoque.

El capítulo “Visiones y discursossobre los rarámuri en la ciudad deChihuahua”, de Loreley Servín He-rrera y Aída Isela González, plasmay ofrece una serie de percepcionesque actores no indígenas expusie-ron sobre los actuales rarámuri enla ciudad de Chihuahua. Consideroque este artículo es de gran tras-cendencia por ser pionero en el cam-po de los estudios sobre racismoen el norte de México; los datos queproporciona son sumamente útilespara comprender con mayor pro-fundidad las formas de relaciónintercultural entre indígenas y noindígenas, cruzándose con ello elsignificado de los aspectos que en-cierra la migración rarámuri a laciudad. Los estereotipos y las idea-lizaciones del chabochi (mestizo uhombre blanco) hacia los rarámu-ri han comenzado, a través de esteestudio, a deconstruirse: el simplehecho de elaborar y aplicar entrevis-tas a una pequeña muestra de ac-tores no indígenas –que no por ser

pequeña deja de ser relevante entérminos de que son las primerasentrevistas que se hacen sobre elsentimiento urbano acerca de losrarámuri– no sólo no pone en entre-dicho el uso excesivo del emblemade “nuestros tarahumaritas” queen diversos objetos quedan plasma-dos (placas vehiculares, propagan-da, premio Teporaca, etcétera) sinoque también ha comenzado a en-frentar a los actores no indígenas auna realidad cuya vertiente es porcompleto desconocida en este con-texto urbano y que es la del racismoy la discriminación hacia los “indí-genas chihuahuenses”. A decir deServín y González, la convivenciaurbana entre rarámuris y no in-dígenas ha generado “sentimien-tos encontrados: por una parte seles considera como población que essímbolo representativo y de orgullochihuahuense, y por la otra, se lesetiqueta como población reaciapara incorporarse al ‘progreso oc-cidental’ ” (p. 186). Visiones y dis-cursos se expresan bajo afirmacio-nes tales como “cultura atrasada”,“raza inferior”, “flojos”, “sucios yfeos tanto por su fisonomía comopor el color de su piel”, lo que aludeno sólo a la estética occidental dela belleza en contraposición a lafealdad de esos estereotipos, sinotambién, y aún más grave, al sen-

tido de proyección racista por partede quienes no son rarámuri; estosúltimos no dejan de ser vistos enun vaivén de extremos como meno-res de edad desamparados: “nues-tros inditos”, “comadritas”, “compa-dritos” o “gobernadorcillos” hastallegar a los calificativos de “indioshuevones o pata rajada” (pp. 192 y200). No obstante, también se palpauna naciente conciencia sobre elracismo hacia los rarámuri, y unreconocimiento de la inexistenciade un modelo educativo intercultu-ral dentro del sistema de educaciónpara estos indígenas (p. 208). Paracompletar el cuadro y continuar enun futuro con estas aproximacio-nes, considero necesario conocerla voz del indígena rarámuri, puesél es la víctima principal del racis-mo, de igual manera es importantepreguntarse cuántos tipos o quéniveles de racismo y discriminaciónexisten en el estado de Chihuahua,tomando en cuenta que hay dis-tintos contextos culturales, urbanosy rurales (sierra, frontera y desier-to) donde los rarámuri se desplazany viven.

Francisco Pineda escribe el ca-pítulo “La representación de ‘indí-gena’. Formaciones imaginarias delracismo en la prensa”. Es un ensayomuy fino que desenmascara loshilos más ocultos del racismo hacia

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los indígenas en la información dela prensa y que es descubierto me-diante el análisis del discurso y dela semiótica de la cultura, enten-didas éstas como las herramientasque permiten observar y conocerde manera específica los procesossocioculturales y políticos desde laperspectiva de las significaciones(p. 234). El autor se valió de 769recortes de prensa de El Heraldode Chihuahua, del Novedades deQuintana Roo y de El Diario de Yu-catán, para obtener fragmentos conrepresentaciones racistas de lospueblos originarios de cada uno deestos estados (p. 230). Los aspec-tos teórico-metodológicos son concerteza complejos, tanto como loes la afirmación de que “Para de-construir el discurso del racismohay que trabajar sobre los códigosdel poder, porque el discurso ra-cista habla menos del referente, lapoblación racializada, que de lasrelaciones de poder codificadas ra-cialmente; dice más del racista ysus mitos que de aquello que dicetratar” (p. 234), así que es reco-mendable su cuidadosa lectura,tomando en cuenta todas y cadauna de las terminologías, categoríasy conceptos que el autor define ydesmenuza finamente como son,por ejemplo, las del “indio” del pre-sente y sus resonancias simbóli-cas del pasado, utilizando de modomagistral el caso de los apaches enChihuahua; así también las deindio, indígena, raza y etnia, com-prendidas éstas como formacioneshistóricas de las relaciones de po-der; y más específicamente raza eindio, como una sola noción en tér-minos de la “etnización” de la fuerzade trabajo. El autor aplica en elanálisis del discurso racista histó-rico y presente ejes tales como losde ajeno/propio; inferior/superior

y atraso/progreso y obtiene unainformación de prensa relaciona-da con una declaración de un exfuncionario en donde se indica quela colaboración de los tarahuma-ras con los narcotraficantes poneen peligro los valores y la culturade esta etnia.2 El análisis de la notaperiodística permite a Pineda ubi-car a ese antiguo coordinador comoun “custodio de los valores y de lacultura rarámuri”, rasgo centralde lo que es la “imagen del indígenacomo inferior y el funcionario comosuperior” (pp. 280-281). Por últimodebo señalar que la aportación deFrancisco Pineda es incuestionableal ser un faro de luz que indica lospuntos en donde se hallan las for-maciones imaginarias del racismoen México y en los que él ofrece ex-plicaciones sobre los estereotiposdeformadores de la identidad in-dígena.

El último capítulo del libro se ti-tula “Relaciones interétnicas en laciudad de México”, de la pluma deCristina Oemichen. Su escrituraes fresca y transparente al abordarla persistencia étnica de los maza-huas que viven en la capital denuestro país y en la que se entablanvínculos con la sociedad receptoray se analiza con ello las relacionesinterétnicas. La identidad indígenaes ocultada por los propios actoresmazahuas para evitar así la discri-minación por parte de quienes noson indios. Oemichen explica queesto “se debe a que la categoría in-dígena comporta identidad nega-tiva que resta posibilidad de vida asus portadores y los inhabilita parala plena aceptación social” (pp. 323-324). Los mazahuas buscan pasarinadvertidos –sin muchas veces lo-grarlo– porque tratan de evitar servíctimas de la discriminación, esaque segrega al otro y que le niega

sus derechos. Finalmente esto esracismo, mezclado, a decir de la au-tora, con el clasismo, ya que las re-laciones interétnicas en la Ciudadde México se imbrican con las declase (p. 326). El Distrito Federal,como una gran urbe pluriétnica ymulticultural, ofrece una gran com-plejidad para el campo del análisisde las relaciones interétnicas, perotambién su diversidad étnica conlle-va una fuerte discriminación de lascolectividades culturales “origina-rias” y por lo tanto una lucha deno-dada por los espacios urbanos.

Un comentario final

Como lo he señalado, este libro esuna aportación fundamental parael conocimiento del racismo en Mé-xico, sin embargo, considero quedebe trabajarse incluyendo la mira-da y la voz de los indígenas, dejandoasí que ellos, en lo posible, interpre-ten lo que nosotros decimos que esracismo o lo que entendemos pordiscriminación, así tal vez dejemosde reproducir relaciones de domi-nación y exclusión. Son ellos, comovíctimas del racismo, quienes tie-nen la última palabra.

Bibliografía

MANDOKI, KATYA

1992 “El poder de la estética”, enArte y Coerción, Primer Colo-quio del Comité Mexicano deHistoria del Arte, Institutode Investigaciones Estéticas-Universidad Nacional Autó-noma de México, México, pp.243-251.

MONROY RIVERA, ÓSCAR

1968 El mexicano enano, EditorialDiana, México.

SERNA, ENRIQUE

2004 “Los cobradores”, en Nexos,año 26, vol. XXVI, núm 322,octubre, pp. 47-50.

2 Declaración emitida en el año 2000 por el señor Lorenzo Nateras Navejas, en ese entonces titular de la Coordinación Estatalde la Tarahumara (Coordinadora de la Tarahumara).

Boris Marañón
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