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Imagina que tienes doce años y que cuando tu tío, un

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Imagina que tienes doce años y que cuando tu tío, un famoso escritor denovelas de misterio, muere en extrañas circunstancias te conviertes en laherederadesucasa,desudineroydetodoslosderechosdesuslibros.Esoes lo que le ocurre a Stephanie, la protagonista, al inicio de esta novela.Desde ese momento, unos desconocidos la atacan con la intención deconseguir “la llave” que sospechan que ella ha heredado. Es en esemomento cuando aparece Skulduggery Pleasant, un curioso personaje,amigoíntimodesutío.Esundetectiveprivadoymagoconunapeculiaridad:estámuerto,enconcretoesunesqueletorevividograciasalamagia.Apartirde aquí, Stephanie se adentra en un mundo lleno de magia y criaturassobrenaturales(trolls,vampiros,etc).

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DerekLandy

SkulduggeryPleasantSkulduggeryPleasant-01

ePubr1.6Titivillus11.02.15

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Títulooriginal:SkulduggeryPleasantDerekLandy,2007Traducción:XohanaBastida

Editordigital:TitivillusePubbaser1.2

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Estelibroestádedicadoamispadres,JohnyBarbara.Amipadre,porsuapoyoextrañamenteconstanteysufeinconmovible.

Amimadre,porlacaraquepusocuandolecomuniquélasbuenasnuevas.Osdeboabsolutamentetodo.Ynosé,talvezinclusoseaposiblequehaya

llegadoatomarosciertocariño…

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STEPHANIE

ArepentinamuertedeGordonEdgleysorprendióatodoelmundo, empezando por él mismo. Estaba en su estudioescribiendo la séptima palabra de la vigésima quinta frase delúltimocapítulodesunuevolibro,tituladoYlaoscuridadlloviósobreellos,yalsegundosiguienteestabamuerto.«Unasensiblepérdida»,alcanzóapensarsumenteantesdeapagarse.

A su funeral asistieron sus familiares y conocidos, pero no muchos amigos.Gordonnoeraunafiguraespecialmenteapreciadaenelmundoeditorial;aunqueloslibrosqueescribía—historiasdehorror,magiayprodigios—lograbanasomarsealalista de los libros más vendidos con cierta regularidad, Gordon poseía el irritantehábitodeinsultaralagentesindarsecuentayluegoreírsedesucaradesorpresa.Noobstante, fueenel funeraldeGordoncuandosusobrina,StephanieEdgley,vioporprimeravezaldesconocidodelabrigocastaño.

Estabadepiealasombradeungranárbol,alejadodelosdemásasistentes,conelabrigoabrochadohastaarribaapesardelcalorquehacía.Llevabalamitadinferiordelacaratapadaporunabufanda,yapesardequeStephanieestababastantelejos,pudoverqueentresusombrerodealaanchaysusenormesgafasdesolasomabanvariosmechones de pelo revuelto y encrespado. Stephanie se quedó mirando intrigadaaquellaestrafalariafigura,yalcabodeunosminutos,comosisehubieradadocuentadequeloobservaban,elhombreechóaandarentrelasfilasdelápidasydesapareció.

Alacabarelfuneral,StephanieysuspadresfueronalacasadeGordonpasandoporunantiguopuenteyrecorriendounaestrechacarreteraqueseabríapasoporunmardebosques.Cuandollegaron,lapesadaeimponenteverjalosesperabaabiertadepar en par, como si estuviera dándoles la bienvenida. Era una finca enorme, conmuchastierrasyuncaseróntangrandequecasiresultabaabsurdo.

En el salón de la casa había una puerta disimulada tras una estantería. Depequeña, a Stephanie le gustaba pensar que nadie más que ella conocía aquellapuerta,nisiquieraelpropioGordon.Eraunpasadizosecretocomolosdeloslibros,yStephaniesiempreestabainventandohistoriasdecasasencantadasytesorosocultosen lasqueescapabaporaquelpasadizo,dejandoatónitosa losvillanos imaginariosporsumisteriosayrepentinadesaparición.Perocuandoentraronenlacasaaqueldía,Stephanievioquelapuertadelpasadizosecretoestabaabiertayqueporellapasabagentesinparar.Laentristecióqueaquelpequeñoprodigiomágicodesaparecieradesuvidaderepente.

Todoelmundobebía téycogíapequeñossándwichesde lasbandejasplateadasque había repartidas por el salón, y Stephanie observó que más de uno mirabaalrededor con admiración. El principal tema de conversación era el testamento:Gordonnuncahabíademostradoungranamorpornadie—nisiquierahabíasidounhombreespecialmenteafectuoso—,asíqueeraimposibleadivinaraquiéndejaríasu

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considerablefortuna.StephanievioentrelagenteasutíoFergus,elúnicohermanoque le quedaba ahora a su padre. Era un hombrecillomuy desagradable, con unosojillosacuososqueseibantiñendopocoapocodecodiciamientrasdeambulabadeacápara allámoviendo la cabezacongestopesaroso, recibiendo solemnemente lascondolenciasdelosdemásasistentesysisandoalgúnqueotroobjetodeplatacuandopensabaquenoloveíanadie.

LaesposadeFergus,unamujerderasgosafiladosymalcarácterllamadaBeryl,semovíadecorrilloencorrilloconunacaradeafliccióndelomenosconvincenteenbuscadealgúncotilleojugoso.Sushijas,dosgemelasdequinceañosllamadasCaroly Crystal, tan avinagradas y rencorosas como sus padres, la seguían ignorandoostensiblementeaStephanie.Eran rubiasdebotey rechonchas,e ibanvestidasconunasropasqueresaltabantodosycadaunodesusmichelines;noseparecíannadaaStephanie,que teníaelpelonegroyeraaltaparasuedad,delgaday fibrosa.Sinohubierasidoporsusojos,castañoscomolosdeella,nadiehubierapodidoadivinarque las gemelas eran sus primas.AStephanie aquello le gustaba; de hecho, era loúnicoquelegustabadeellas.Sediolavueltaparanoversusmiradasatravesadasysussusurrosmaliciososydecidiódarunavueltaporlacasa.

Lospasillosdelacasadesutíoeranlarguísimosyestabanllenosdecuadros.Elsuelo era demadera pulida hasta resplandecer, y la casa entera despedía un aromaantiguo. No es que oliera a moho, sino que era un olor… sabio, por así decirlo.Aquelíos suelos y paredes habían vistomuchas cosas a lo largo de los años; paraellos,Stephanienoeramásqueunsusurropasajero,unapresenciavolátil.

GordonhabíasidountíoestupendoparaStephanie:arroganteeirresponsable,sí,perotambiéninfantilymuydivertido,siempreconunbrillogamberroenlosojos…EnmuchasocasionesenlasquetodoelmundopensabaqueGordonhablabaenserio,Stephanieeratestigodelosguiñosysonrisasdecomplicidadquelehacíacuandonolo miraba nadie. Siempre había sentido que lo comprendía mejor que casi nadie,inclusodeniña.Admirabalainteligenciayelingeniodesutío,ysudespreocupaciónpor loquelagentepudierapensardeél.Habíasidounbuentío,yStephaniehabíaaprendidomuchodeél.

StephaniesabíaquesumadreyGordonhabíanllegadoasalirjuntosalgúntiempo(«tonteamosunpoco»,enpalabrasdesumadre),perocuandoGordonlepresentósunovia a su hermano pequeño, los dos sufrieron un flechazo instantáneo. Gordonsiempre estaba refunfuñando porque, según él, la madre de Stephanie no habíallegadoadarlemásquealgúnbesitoenlamejilla,perocuandoaquelloocurriósupohacerseaunladoconeleganciaysiguióviviendosuvida;dehecho,habíatenidounbuennúmeroderomancestórridosconmujeresguapísimas.Legustabadecirquesuhermanoyélhabíanhechoun tratocasi justo,peroqueen realidadélhabíasalidoperdiendo.

Stephaniesubióalprimerpiso,abriólapuertadelestudiodeGordonyentró.Enlasparedesseveíanlasportadasdesuslibrosmásvendidosyunsinfíndediplomasy

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depremios.Aunladohabíaunaenormeestanteríaatestadadelibroscontodaclasede biografías, relatos históricos, monografías científicas y gruesos tomos depsicología,mezcladosconnovelasbaratasdetapasajadas.Enunodelosestantesmásbajoshabíaunmontóndefolletos,revistasliterariasyanuarios.

Stephanie,pasófrentealosestantesenlosquereposabanlasprimerasedicionesdetodosloslibrosdesutíoyseacercóalescritorio.Sequedómirandolasillaenlaquehabíamuertosutíoytratódeimaginarseloquehabríapasado,cómosehabríadesplomadoGordonsobreelescritorio.Yentoncesunavozsuavecomoelterciopelosecolóensuoído:

—Almenos,murióhaciendoloquemáslegustaba.Sobresaltada, Stephanie se dio la vuelta y vio que el desconocido del funeral

estabaapoyadoenelmarcodelapuerta.Nosehabíaquitadolabufandanilasgafasdesol,yentrelaunaylasotrasseguíanasomandolasmismasguedejasdeantes.Elhombretambiénllevabaguantes.

—Sí—contestóStephanie,sinsaberbienquédecir—.Esunconsuelo.—TúdebesdesersobrinadeGordon,¿verdad?Ydadoquenoestásrobandoni

rompiendonada,supongoqueserásStephanie.Stephanie asintió, aprovechando para observarlo más detenidamente. Entre la

bufandaylasgafasnoasomabaniuncentímetrodecara.—¿Eraustedamigo suyo?—lepreguntó,pensandoqueparecíaaltísimoymuy

delgado,aunqueelabrigohacíadifícildistinguirsufigura.—Sí,éramosamigos—contestóelhombreasintiendoconlacabeza.Stephaniese

dio cuentadeque el restode su cuerpo estaba extrañamente inmóvil—.Lo conocíhacemuchos años a la salida de un bar de NuevaYork, justo cuando acababa depublicarsuprimeranovela.

Stephanietratódedistinguirlosojosdelhombre,peroeraimposible:loscristalesdesusgafaserannegroscomoelalquitrán.

—¿Esustedescritortambién?—lepreguntó.—¿Yo?Quéva,nosabríanipordóndeempezar.Peroalmenospodíaimaginarme

queloeraatravésdeGordon.—¿Esquelegustaríaserescritor?—Claro,comoatodoelmundo.—Nosé,nocreoquetodoelmundoquieraescribir.—Ah,vaya.Entoncesdebodeserunbichoraro,¿noteparece?—Bueno,entreunascosasyotrasmetemoquesí—contestóStephanie.—Gordon siempre estaba hablando de ti, ¿sabes? Le gustaba alardear de la

sobrinatanestupendaquetenía.Tutíoerauntipoconunagranpersonalidad,ymedalaimpresióndequetúhassalidoaél.

—Lodiceustedcomosimeconociera.—Constante, inteligente,mordaz, reticentea tratarconnecios…¿Te recuerdaa

alguien?

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—Sí,claro:amitío.—Muy interesante—dijoelhombre—.Porqueesas fueron laspalabrasexactas

queutilizóélparadescribirte.Losdedosenguantadosdeldesconocidodesaparecieronbajosuchalecoysacaron

unbarrocorelojdebolsilloenganchadoaunadelicadacadenadeoro.—Tedeseosuerte,Stephanie,decidasloquedecidashacercontuvida.—Muchasgracias—repusoStephanie,algoconfundida—.Yo también ledeseo

muchasuerte.Elhombrepareciósonreír,aunqueeraimposibledistinguirsuboca,yluegosedio

lavueltaysemarchó.Stephaniesequedóallíplantada,sinpoderapartar lamiradadel lugar enelquehabía estadoapoyado. ¿Quién sería?Ni siquiera lehabíadichocómosellamaba.

Stephaniesedirigióalapuerta,salióalpasilloybajóatodaprisalasescaleras,preguntándosecómopodíahaberdesaparecidotanrápidoeldesconocido.Alllegaralenormevestíbuloseabalanzósobrelapuertadeentradaylaabrió,justoatiempodever cómo un enorme coche antiguo de color negro se alejaba por la carretera. Sequedómirándoloporunmomentoyluegovolviódemalaganaalsalónparareunirseconsuparentela.AlentrarenlahabitaciónviocómoFergussemetíauncenicerodeplataenelbolsillodelacamisa.

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ELTESTAMENTO

OSEdgley llevabanunavidabastante tranquila.LamadredeStephanietrabajabaenunbanco,supadreteníaunaempresade construcción y Stephanie era hija única, así que la familiallevaba una vida de cómoda rutina. Sin embargo, en lo másprofundodelamentedeStephaniesonabaunavocecillaqueledecíaquesuvida teníaqueconsistir enalgomásqueaquello,

algomásdeloqueelpueblecitocosterodeHaggardpodíaofrecerle.Lomaloeraquenoacababadesaberenquépodíaconsistiraquel«algomás».

Stephanie acababa de terminar el curso, y la llegada de las vacaciones era unverdadero alivio para ella. No le gustaba ir al instituto. Le resultaba difícilrelacionarseconsuscompañeros,noporquelecayeranmal,sinoporquesimplementenoteníanadaencomúnconellos.Además,lecaíanmallosprofesores.Nolegustabaqueexigieranrespetoalosalumnossinhaberhechonadaparaganárselo.AStephanieno le importaba hacer lo que lemandaran, siempre y cuando le dieran una buenarazónparaello.

Habíapasadosusprimeroscincodíasdevacacionesayudandoa supadreen laoficina, contestando las llamadas y ordenando carpetas. Gladys, la secretaria quehabíatrabajadoconsupadredurantelosúltimossieteaños,habíadecididoqueestabahartadelnegociodelaconstrucciónysehabíalanzadoalmundodelasperformancesartísticas.Stephanie se sentíavagamentedesconcertadacadavezque laveíapor lacalle:leresultabauntantoextrañoverla,asuscuarentaytresaños,interpretandounadanzacontemporáneaquepretendíaserunanuevaversióndeFausto.GladyssehabíahechountrajeparalaocasiónquesimbolizabalaluchainternadeFausto,yparecíaque ya no sabía salir a la calle sin él puesto. Cuando pasaba a su lado, Stephanieprocurabapasarinadvertidaparanosaludarla.

Cuandonoestabaenlaoficinadesupadre,Stephanieibaalaplayaparanadarunratoo se encerraba en su cuarto a escucharmúsica.Eldíadel entierrodeGordon,estabaensuhabitaciónintentandoencontrarelcargadordelmóvilcuandosumadrellamóalapuertayentró,aúnvestidaconlaropaoscuraquehabíallevadoalfuneral.Stephanie,sinembargo,sehabíahechounacoletaysehabíapuestosusvaquerosydeportivasdecostumbrealosdosminutosdellegaracasa.

—AcabadellamarelabogadodeGordon—dijolamadredeStephaniecontonodesorpresa—.Dicequetenemosqueestarpresentescuandoleaeltestamento.

—Ah,vaya—dijoStephanie—.¿Quécreesqueoshabrádejadoenherencia?—Puesnosé,mañanaloveremos.Tútambiéntienesquevenir.—¿Yo?—repusoStephaniefrunciendoelceño—.¿Porqué?—Creoquetunombreestáenlalistadeasistentes,peronosémás.Saldremosa

lasdiez,¿vale?—Peroesquemañanatengoqueayudarapapáenlaoficina.

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—Notepreocupes,hallamadoaGladysylehapedidoqueseocupeelladuranteunashoras.Ellahaaccedido,siempreycuandoledejemosllevarpuestosudisfrazdecacahuete.

Alamañanasiguientesalieronalasdiezycuarto,quinceminutosdespuésdeloprevisto. La culpa había sido del padre de Stephanie, que no daba demasiadaimportanciaa lapuntualidad.A lahoradesalir sehabíapuestoadeambularpor lacasa con lamirada perdida; parecía como si se le hubiera ido algo de la cabeza yestuvieraesperandoaquevolvieraaocurrírsele.Cadavezquesumujerledecíaqueseapurase,élsonreíaydecíaquesí,ycuandoStephanieysumadreyapensabanqueibaaentrarenelcocheconellas,sedabalavueltayvolvíaapasearseunratoporlacasa.

—Estoyseguradequelohaceapropósito—dijolamadredeStephanie.Estabanlas dos en el coche con el cinturón puesto, preparadas para arrancar. El padre deStephanieaparecióenlapuertadelacasa,seencogiódehombros,semetiólacamisaenlospantalones,hizoademándesaliryvolvióaquedarseparado.

—Yocreoqueestáesperandoaquelevengaunestornudo—dijoStephanie.—No, está pensando —respondió su madre. Luego sacó la cabeza por la

ventanilla—.Desmond,¿quétepasaahora?ElpadredeStephanielamiróconcaradedesconcierto.—Creoquesemeolvidaalgo—dijo.Stephaniese inclinóhaciadelanteparaverlomejory luegolesusurróalgoasu

madre.Ellaasintióyvolvióasacarlacabeza.—¿Ytuszapatos,corazón?ElpadredeStephanieagachólacabezaparamirarselospies:nollevabamásque

loscalcetines,ycadaunoeradeuncolor.Levantólavistaconcaradehaberencontradoloquebuscaba,leshizoungesto

conelpulgarlevantadoyvolvióaentrar.—Quéhombreeste—dijolamadredeStephaniemeneandolacabeza—.¿Sabes

queunavezperdióuncentrocomercial?—¿Queperdióqué?—Ah,¿notelohabíacontado?Fueelprimercontratoimportantequeconsiguió.

Construyóuncentrocomercialprecioso,ycuandoestaballevandoalclienteaverlo,seolvidódedóndeestaba.Estuvodandovueltasconelcochedurantecasiunahorahasta que vio a lo lejos un edificio que le sonaba. Puede que sea un ingenieroestupendo,peroteaseguroquehastaunapescadillaesmásespabiladaqueél.EnesonoseparecenadaaGordon,desdeluego.

—Noteníanmuchoqueverelunoconelotro,¿verdad?LamadredeStephaniesonrió.—Nocreasquelascosasfueronsiempreasí—dijo—.Cuandolosconocíestaban

siemprejuntos.Lostreshermanoseraninseparables.—¿Fergustambién?Nomelopuedocreer.

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—Sí,Fergustambién.Perocuandotuabuelamuriócadaunosefueporsulado,yGordonempezóajuntarseconunagentemuyrara.

—¿Quéquieresdecirconesode«rara»?—Bueno, tal vez tu padre y yo fuéramos demasiado convencionales para

apreciarlos—dijolamadredeStephanieconunarisita—.Tupadreestabamontandolaempresadeconstrucciónyyoseguíayendoalauniversidad;éramosunaparejadelomásnormal.PeroGordonsenegabaasernormal,ysupandadeamigosnosdabaunpocodemiedo.Nuncasupimosenquéandabanmetidos,peroestábamossegurosdequenoeranada…

—Nadanormal,¿noeseso?—Exactamente.Yalquemásleasustabaaquelloeraatupadre.—¿Porqué?ElpadredeStephaniesaliódelacasaconloszapatosyapuestosycerrólapuerta

deentrada.—PuesporqueseparecíaaGordonmásdeloquelehubieragustado.Almenos,

esocreoyo—dijolamadredeStephanieenvozbaja,justocuandosupadreentrabaenelcoche.

—¡Listo!—dijo,conairedeestarorgullosodesímismo.Lasdossequedaronmirandocómoseabrochabaelcinturónydabaalallavede

contacto.StephanieledijoadiósconlamanoaJasper,unvecinitodeochoañosconorejasdesoplillo,mientrassupadresalíamarchaatrásalacarretera,metíalaprimerayseponíaencamino,esquivandopormuypocouncontenedor.

AlcabodeunahoraStephanieysuspadresentraronlaoficinadelabogado,queestabaenDublín;llevabancasiveinteminutosderetraso.Lasecretarialesindicóquesubieranporunaescaleradesvencijadaquedesembocabaenundespachominúsculo,con un ventanal que daba a una pared de ladrillo.Hacía calor, tanto que resultabaincómodo. Fergus y Beryl ya estaban allí, mirando sin disimulo sus relojes paramostrar lomucho que los irritaba el retraso de sus parientes. Quedaban dos sillaslibresenlasquesesentaronlospadresdeStephaniemientrasellasequedabadepieenelfondodelaestancia,elabogadolosmiróatodosatravésdelosresquebrajadoscristalesdesusgafas.

—¿Podemosempezarya?—dijoBerylentonocortante.Elabogado,unhombrecilloapellidadoFedgewickconelporteyeleganciadeuna

pelotasudorosa,intentósonreírsinmuchoéxito.—Todavíafaltaalguien—dijo,provocandounamiradadeindignadoasombroen

Fergus.—¿Cómoquefaltaalguien?—exclamó—.Nopuedehabernadiemás:nosotros

dos somos los únicos hermanos de Gordon. ¿Quién tiene que venir? No será elrepresentantedealgunaentidadbenéfica,¿verdad?Nomefíonadadelasentidadesbenéficas.Siempreestánintentandosacartealgo.

—No,noesningunaentidad—dijoelseñorFedgewick—.Esunindividuo,yya

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noshabíaavisadoconanterioridaddequellegaríaalgotarde.—¿Cómosellama?—dijoelpadredeStephanie.Elabogadomirólacarpetaque

teníaabiertasobrelamesa.—Laverdadesqueesunnombreuntantoextraño—dijo—.Lapersonaalaque

estamosesperandosellamaSkulduggeryPleasant.—¿Quiénnaricesseráese?—preguntóBerylcon irritación—.Elnombresuena

a…Fergus,¿aquésuenaesenombre?—A bicho raro, querida —contestó Fergus, mirando fijamente al señor

Fedgewick—.Noseráunbichoraro,¿verdad?—Pues la verdad es que no sabría decirle—contestó el abogado, mientras su

sonrisa fallida sedeshacíabajo lasmiradas incendiariasdeFergusyBeryl—.Perollegaráenseguida,yaverán.

Fergusfruncióelceño,convirtiendosusojillosendosranuras.—¿Cómopuedeustedestartanseguro?—preguntó.Fedgewicksequedósinsaberquédecir,yjustoentoncesseabriólapuertayel

hombredelabrigocastañoentróeneldespacho.—Siento llegar tarde—dijo, cerrando lapuerta a sus espaldas—.Me temoque

teníaqueocuparmedeasuntosinaplazables.Todossequedaronmirándolo,fascinadosporsubufanda,susguantes,susgafas

desolylamatadepeloqueasomababajoelsombrero.Hacíaundíaespléndido,ynoparecíalógicoqueaqueldesconocidofueratanabrigado.Stephanieexaminóelpelodetenidamente:atancortadistancianisiquieraparecíapelodeverdad.

Elabogadocarraspeó.—Dígame,¿EsustedSkulduggeryPleasant?—Paraservirle—contestóelreciénllegado,conunavozprofundaqueStephanie

podríahabersepasadoescuchandoundíaentero.Stephanie observó a sus padres. Sumadre parecía desconcertada, pero aun así

había sonreído al desconocido amodode saludo; su padre, sin embargo, lo estabamirandoconunaexpresióndesuspicaciaqueStephanienolehabíavistonunca.Alcabodeunmomentovolvióaadoptarsuexpresiónhabitual,lesaludóconungestoysediolavueltaparamiraralseñorFedgewick.FergusyBerylseguíanfulminandoalreciénllegadoconlamirada.

—¿Lepasaalgoenlacara?—preguntóBeryl.Fedgewickvolvióacarraspear.—Bien, ahora que estamos todos, podemos ocuparnos de lo que nos ha traído

aquí. Bien, bien. Como supondrán, estamos reunidos para leer el testamento deGordonEdgley,quefuerevisadoporúltimavezhacecasiunaño.Gordonfueclientemíodurante los últimosveinte años, y en todo ese tiempo llegué a conocerlomuybien. Por esome gustaría transmitirles a ustedes, su familia y…y amigo,mimásprofundo…

—Sí,sí,estupendo—lo interrumpióFergusconunaspaviento—.¿Podríausted

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ahorrarse lascondolencias,por favor?Vamosyaconmediahorade retraso,¿sabe?¿Nopodríairustedalgrano?¿Aquiénlehadejadolacasa?¿Yelchalet?

—¿Yeldinero?—intervinoBeryl,inclinándosehaciadelante.—Ylosderechosdeautor—siguióFergus—,¿quiénsequedaconellos?Stephaniemiróde reojo aSkulduggeryPleasant.Elmisterioso amigode su tío

estaba apoyadoen laparedcon lasmanos en losbolsillos,mirandoatentamente alabogado. Bueno, al menos eso parecía, aunque con aquellas gafas oscuras podríahaberestadomirandoacualquierpartesinqueellaseenterara.Stephanievolvió lavista hacia el señor Fedgewick, que había cogido una hoja de papel y estabaempezandoaleerlaenalto.

—«Ami hermano Fergus y su bella esposaBeryl»—leyó,mientras Stephaniehacía esfuerzos por contener una sonrisa— «les dejo mi coche, mi barco y unregalo».

FergusyBerylpestañearon,atónitos.—¿Elcoche?—exclamóFergus—.¿Yelbarco?¿Paraquéquieroyounbarco?—¡Perosiodiaselmar!—dijoBerylcasigritando—.Temareasencuantopones

elpieunaembarcación.—¡Puesclaroquememareo!¡YGordonlosabíaperfectamente!—Además,yatenemoscoche—añadióBeryl.—¡Eso,yatenemoscoche!—repitiósumarido.Berylsehabíainclinadotantoqueestabacasitumbadaenlamesadelabogado.—Yeseregaloquediceusted—dijo,bajandoamenazadoramentelavoz—,¿esel

dinerodeGordon?El señorFedgewick tosió connerviosismo, sacó una cajita de un cajóny se lo

ofreció a Beryl y a Fergus. Ellos se quedaronmirándola un buen rato y luego seabalanzaronsobreellaalmismotiempo—StephanieobservócómoseladisputabanamanotazoshastaqueBeryllogróhacerseconellaylaabrió.

¿Quées?—dijoFergusconvoztrémula—.¿Eslallavedeunacajafuerte?¿Esunnúmerodecuenta?¿Quées,mujercita?DíseloaFergus,anda.

Beryl estaba demudada y le temblaban las manos. Pestañeó con fuerza paracontener las lágrimas y luego dio la vuelta a la caja para que todos vieran sucontenido. Sobre su forro aterciopelado reposaba un broche del tamaño de unposavasos.Fergussequedómirándolopasmado.

—Nisiquieratienepiedraspreciosas—dijoBerylconvozahogada.FergusabriólabocacomounpezapuntodeasfixiarseysevolvióhaciaFedgewick.

—¿Quémásnoshadejado?—dijoenunsusurrohistérico.ElseñorFedgewickintentósonreírdenuevo.—Suamorfraternal,supongo…Deprontoseoyóungemidoahogado,yaStephanielellevóunmomentodarse

cuenta de que venía de Beryl. El abogado volvió a concentrarse en el testamento,ignorandolasimplorantesmiradasdeFergusydesumujer.

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—«AmibuenamigoyguíaSkulduggeryPleasant,ledejoelsiguienteconsejo:tucaminonoesdenadiemásquetuyo,ynoesmideseodesviartedeél;peroavecesnuestro peor enemigo somos nosotros mismos, y la mayor batalla que podemosluchar es la que nos enfrenta a la oscuridad interior. Se aproxima una tormenta:recuerdaqueaveceslaclaveparallegarabuenpuertoestáoculta,perootrasvecesseencuentrajustamenteantenuestrosojos».

Todos se quedaron mirando al señor Pleasant, incluida Stephanie. Desde laprimeravezquelohabíavistosehabíadadocuentadequehabíaalgodiferenteenél,algoexótico,misterioso,inclusopeligroso.EncuantoalpropioSkulduggery,mirabaalsuelosindecirnada.Nohizonadamás,niexplicócuáleraelsignificadodeaquelextrañomensaje.

—¿Ves,Beryl?—dijoFergus,dandounapalmaditaenlarodilladesumujer—.Noshatocadouncoche,unbarcoyunbroche.Noestátanmal,teniendoencuentaquenospodríahabertocadoalgúnconsejoestúpido.

—Cállate,¿quieres?—dijoBerylconungruñidoquehizoaFergusacurrucarseenlasilla.

ElseñorFedgewicksiguióleyendo.—«ADesmond,miotrohermanoyelquemássuertetuvodelostres,ledejoen

herenciaasumujer,porquecreoquetalvezleguste».Stephanieviocómosuspadressemirabanconunasonrisa tristeyseagarraban

lasmanos.—«…Yyaquehas logrado robarme lanovia»—siguió leyendoel abogado—

«talvezquierasllevarlaalchaletquetengoenFrancia,asíquetelodejoenherenciatambién».

—¿Cómo,quesevanaquedarconelchalet?—gritóBeryl levantándosedeunsalto.

—Beryl,porfavor…—implorósumarido.—¿Perotúsabescuántovaleesechalet?—berreóBeryl,mirandoalospadresde

Stephaniecomosifueraaabalanzarsesobreellos—.¡Anosotrosnostocaunbrocheyaellosunchalet!¡Ysolosontresdefamilia,mientrasquenosotrostenemosaCarolyaCrystal!¡Nonosvendríanadamaltenerunpocomásdeespacioparaloscuatro!¿Por qué tienen que quedarse ellos con el chalet, a ver?—Beryl tiró la cajita delbrocheendirecciónasucuñado—.¡Cámbiamelo!

—SeñoraEdgley,hagaelfavordevolverasentarseonopodremoscontinuar—dijoelabogado.

Beryl lo miró de hito en hito con los ojos desorbitados, pero acabó portranquilizarseysesentó.

—Muchasgracias—dijoelseñorFedgewickconcaradeestarexhausto.Luegosehumedecióloslabios,sesubiólasgafasyvolvióamirareltestamento—.«Sidealgomearrepientoenestavida,esdenohabertenidoningúnhijo.HayocasionesenquemiroalaproledeBerylyFergusysientoestafaltacomounagranfortuna,pero

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en otras ocasiones es una pena queme rompe el corazón.Y así, por último, amisobrinaStephanie…».

Los ojos de Stephanie se abrieron de par en par. ¿Cómo? ¿Es que ella iba aheredar también?¿Noera suficienteconqueGordon leshubieradejadoel chalet asuspadres?

—«…quierodecirlequeelmundoesmásgrandedeloqueellasupone»—siguióleyendoFedgewick—«ytambiénmásterrible.Laúnicariquezaposibleenélesserfielaunomismo,yelúnicoobjetivoquemerecelapenaperseguiresaveriguarquiénesunomismodeverdad».

Stephanie se daba cuenta de que Beryl y Fergus la estaban fulminando con lamirada,perointentónohacerlescaso.

—«Hazquetuspadressesientanorgullososdeti,yhaztambiénquesealegrendetenertebajosutecho;porquetedejoenherenciamicasacontodassustierras,midineroylosderechosdemislibros,paraquetomesposesióndeellocuandocumplasdieciochoaños.Porúltimo,megustaríaaprovecharestaoportunidadparadecirosqueamimodoosquieromuchoatodos,inclusoaaquellosquenomecaenespecialmentebien.Estovaporti,Beryl».

Fedgewicksequitólasgafasylevantólavista.Stephaniesediocuentadequetodosteníanlosojosclavadosenella,ynosupo

quédecir.FergushabíavueltoaponercaradepezapuntodeasfixiarseyBeryl laseñalabaconundedolargoynudoso,intentandorecobrarelalientoparadecirlealgo.Sus padres lamiraban anonadados.El único que parecía ser capaz demoverse eraSkulduggeryPleasant,queseacercóaellayletocósuavementeunbrazo.

—Felicidades —dijo, avanzando hacia la puerta para salir del despacho. Encuantolapuertavolvióacerrarse,Berylrecobrólavoz.

—¿AELLA?—berreó—.¿LetocatodoAELLA?

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UNANIÑASOLA

QUELLAtarde,StephanieysumadrecogieronelcocheparairalacasadeGordon.Elviajesoloduróuncuartodehora,ycuandollegaronlamadredeStephanieabriólapuertadelacasaydiounpasoatrás.

—Ladueñaprimero—dijo,haciendounajocosareverencia.Stephanieentró.Nollegabaaasimilarqueaquelcaserónfuera

suyo: era una idea demasiado grande, descabellada. Oficialmente, sus padresadministraríanlaherenciahastaquecumplieradieciochoaños;peroaúnasí,¿cómopodía ser propietaria de una casa? ¿Cuántos chicos de doce años poseían unavivienda?

No,eraunaideademasiadoabsurda,exagerada,rocambolesca.ComotodaslasdeGordon,claro.

Lasdosrecorrieronlacasa,queestabasilenciosayenpenumbra.Stephanietuvolaimpresióndeverlaporprimeravez,ysediocuentadequemirabalosmuebles,lasalfombrasyloscuadrosconotrosojos,preguntándosesiverdaderamentelegustaban,siellahabríaelegidoelmismocolorolamismatapicería.

Gordonteníabuengusto,esohabíaquereconocérselo,y lamadredeStephaniedijo que había muy pocas cosas que cambiaría si tuviera que hacerlo. Algunoscuadroseranunpocoextravagantesparasugusto,peroenconjuntoladecoraciónerasobriayelegante,y teníaunairedistinguidoquecasababienconuncaseróncomoaquel.

Aúnnohabíandecididoquéhacerconlaherencia.LadecisiónfinalquedabaenmanosdeStephanie,perosuspadresdebíanpensartambiénenelchalet.Aquellodetenertrescasasentrelostresparecíaunpocoexagerado.ElpadredeStephaniehabíasugeridovenderelchalet,peroasumadreledabapenadesprendersedeunacasatanbonitacomoaquella.

TambiénhabíanhabladodelosestudiosdeStephanie,yellaestabaseguradequeaún tendríaqueoírmuchomássobreel tema.EncuantohabíasalidodeldespachodelseñorFedgewick,suspadreshabíanempezadoainsistirenquenodejaraquetodoaquelloselesubieraalacabeza.Decíanqueloquehabíapasadonosignificabaquepudiera dejar los estudios, y que tenía que ir a la universidad; que debía serindependienteyabrirsecaminoporsísola.

Stephanie lesdejóhablar,moviendodevezencuandolacabezaymurmurando«sí, por supuesto» cada vez que tenía que decirlo. No se tomó la molestia deexplicarlesqueyaestabaconvencidadeello;quequeríairalauniversidadyabrirsecaminoenelmundoporqueestabaconvencidadeque,sinolohacía,nuncapodríaescapar de Haggard. No pensaba tirar su futuro por la borda solo porque fuera aheredaralgodedinero.

Sepasarontantotiempoenelpisodeabajoquecuandollegaronalasescalerasya

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eran lascinco.Decidieronqueyaerasuficienteporaqueldía,salieronde lacasayfueron hasta donde habían dejado el coche. Mientras montaban, algunas gotas delluvia comenzaron a salpicar el parabrisas. Stephanie se abrochó el cinturón y sumadregirólallavedecontacto.

Elcochegorgoteóunpoco,gimióotropocoyluegosequedócallado.LamadredeStephanielevantólavistaparamirarla.

—VayaporDios.Lasdossalierondelcoche,seacercaronalcapóylolevantaron.—Bueno,—dijolamadredeStephanie—,almenoselmotorestáensusitio.—¿Sabesalgodemotores?—Nadadenada.Paraeso tengounmarido,¿sabes?Loshombresse inventaron

paraarreglarmotoresycolgarestantes.Stephaniepensóquenopodíaolvidarsedeaprender algodemecánicaantesde

cumplir losdieciocho.Encuantoa losestantes, laverdadesque ledabanbastanteigual.

LamadredeStephaniesacóel teléfonomóvildelbolsoy llamóasupadre.Loencontró trabajando y, según le dijo, no podría recogerlas antes del anochecer.Volvieronameterseenlacasa,lamadredeStephaniellamóaunmecánicoylasdossepasarontrescuartosdehoraesperandoaquellegara.

Cuandolagrúaentróalfinporlaverja,elcieloteníauncolorplomizoyllovíaacántaros. Se acercó por el paseo de entrada salpicando agua lodosa, y lamadre deStephanie se cubrió la cabeza con la chaqueta y salió corriendopara hablar con elmecánico.Stephanievioqueen la cabinade lagrúahabíaunperrazodescomunal,queobservabaa sudueñomientras este examinaba elmotordel coche.Al cabodeunosminutossumadrevolvióaentrar,caladahastaloshuesos.

—Dice que no puede hacer nada aquí —dijo, retorciendo la chaqueta paraescurrirla—,yquetienequeremolcarnuestrocochehastaeltaller.Parecequenolellevarámuchotiempoarreglarlo.

—¿Vamosacaberlasdosenlagrúa?—Puedessentarteenmisrodillas.—¡Mamá!—Bueno,puesentoncespuedosentarmeyoenlastuyas.Loqueprefieras.—¿Nopuedoquedarmeaquí?LamadredeStephanielamiró,sorprendida.—¿Túsola?—Mamá, por favor…Elmecánico dice que lo arreglará enseguida, y amíme

gustaríaecharotrovistazoalacasa.—Nosé,Steph…—¡Anda,mamá!Alfinyalcabo,noseríalaprimeravezquemequedosola.Te

prometonorompernada.LamadredeStephanieseechóareír.

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—Bueno,vale.Estarédevueltaenunahoramásomenos,¿deacuerdo?Horaymedia,comomucho.Llámamesinecesitasalgo—dijo,dándoleunbesoenlamejilla.

Luegosaliócorriendoyentródeunsaltoenlacabinadelagrúa,dondeelperrazola recibió con alborozo y abundantes babas. Stephanie se quedómirando cómo elcochesealejabaalomosdelagrúahastadesaparecerenladistancia.

Ahora que se había quedado sola, decidió explorar un poco el piso de arriba.SubióporlasescalerasyfuedirectaalestudiodeGordon.

El editor de su tío, un tipo llamadoSeamusT.SteepedeAreLightBooks, leshabía llamado aquella mismamañana para darles el pésame y preguntarles por elúltimo libro de Gordon. La madre de Stephanie le había dicho que buscarían eloriginal para ver si estaba terminado y que, si lo estaba, se lo enviarían. El señorSteepeestabadeseosodepublicarlo;nolecabíadudadequeentraríadellenoenlalistadelosbestsellersparaquedarseenella largotiempo.«Loslibrospostumossevendenestupendamente»,habíadicho,comosilamuertedeGordonnohubierasidomásqueunaastutaestrategiadepromoción.

Stephanie abrió el cajón del escritorio y encontró un montón de foliospulcramenteimpresos:eraeloriginal.Losacóconcuidadoylodejósobrelamesa,procurandonomancharelpapel.Enlaprimerapáginasoloseveíaeltítulo,impresoengruesasletras:

Ylaoscuridadlloviósobreellos.Eraunbuenmontóndepáginas,ylaletraeramásbienmenuda;ellibroresultante

seríamuygrueso, como todos los deGordon.Stephanie había leído casi todos suslibros,yaunquealgunavez lehabíanresultadounpocopretenciosos,engeneral lehabíangustadomucho.Sutíoescribíasobrepersonasconhabilidadesasombrosasalas que les ocurrían cosas terribles y extrañas, que acababan por producirlesinvariablemente una muerte horrible y estrambótica. Hacía tiempo que StephaniehabíadetectadounesquemarecurrenteenloslibrosdeGordon:primeroretratabaunhéroe noble y fuerte, y a lo largo del relato lo iba sometiendo sistemáticamente acastigos brutales que acababan por eliminar toda su arrogancia y suficiencia,convirtiéndolohacia el finaldel libroenunapersonahumildequehabía aprendidounagranlección.Y,paraacabar,sutíomatabaaesoshéroesdelaformamásridiculaposible.

AStephanie leparecíaoír larisillagamberradeGordoncadavezquellegabaaaquellasescenas.

Dio la vuelta a la hoja del título, la colocó cuidadosamente junto al original yempezó a leer. No pensaba leer mucho; pero antes de darse cuenta ya estabaenfrascadaenelrelato,ajenaaloscrujidosdelaviejacasayalrumordelalluvia.

Cuandoelmóvilsonó,Stephaniepegóunsaltoenlasilla.Llevabaleyendodoshoras.Seacercóelteléfonoalaoreja:erasumadre.

—Hola,corazón—ledijo—.¿Vatodobien?—Sí,mamá.Estabaleyendo.

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—¿NoestarásleyendounodeloslibrosdeGordon,verdad?Steph,todostratandemonstruos terribles y cosas horrorosas, y de gente perversa que hace cosas aúnmásperversas.¡Vasatenerpesadillas!

—No,mamá,notepreocupes,estabaleyendoel…eldiccionario.Nohacíafaltaverlacaradesumadreparadarsecuentadesuescepticismo.—¿Eldiccionario?¿Deverdad?—Sí, mamá—respondió Stephanie—. ¿A que no sabías que existe la palabra

«torloroto»?—Eresaúnmásraraquetupadre,¿losabías?—Losospechaba…Yelcoche,¿qué?¿Lohanarreglado?—No, por eso te llamo. No logran ponerlo en marcha, y la carretera se ha

inundado.Voy a coger un taxi para llegar lomás lejos que pueda y luego veré sipuedoacercarmeandandopararecogerte.Peromevaallevardoshorasporlomenos.

Stephanie no podía dejar escapar aquella oportunidad. Desde muy pequeñapreferíaestarsolaqueacompañada,yentoncesseleocurrióquenuncahabíapasadolanoche lejosde suspadresyqueyaerahoradeprobar.Seríacomosaborearunapizquitadelibertad;aStephanieyalecosquilleabalalenguaanteaquellaperspectiva.

—Nohacefaltaquevengas,mamá.Estoyperfectamente.—Stephanie,nopiensodejarquepaseslanochetúsolaenunacasaextraña.—No es una casa extraña, es la casa de Gordon, y te aseguro que estoy

perfectamente.Notienesentidoqueteempeñesenllegarhastaaquíestanoche;estálloviendoacántaros.

—PeroSteph,nomellevaríamuchorato…—Tellevaríasiglos.¿Dóndeestácortadalacarretera?LamadredeStephaniehizounapausaantesdecontestar.—Enelpuente.—¿Enelpuente?¿Ypiensasvenirandandodesdeelpuentehastaaquí?—Bueno,simedoyprisa…—Mamá,noseastonta.Llamaapapáparaquepasearecogerteytelleveacasa.—¿Estássegura,corazón?—Estoymuyagustoaquí,deverdad.Notepreocupes.—Bueno,vale—accediósumadredemalagana—.Aprimerahoradelamañana

pasaré por allí para recogerte, ¿de acuerdo? Por cierto, vi algo de comida en losarmariosdelacocina,asíquesitieneshambretepuedescocinaralgo.

—Muybien.Nosvemosmañana,entonces.—Llámanossinecesitasalgoositesientessola,¿vale?—Vale.Buenasnoches,mamá.—Tequieromucho,Steph.—Sí,yalosé.Stephanie apagó el teléfono y sonrió de oreja a oreja. Luego se lometió en el

bolsillo,apoyólospiesenlamesa,searrellanóenlasillaysepusoaleerdenuevo.

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Cuandovolvióalevantarlamirada,yaerancasilasdoceyhabíadejadodellover.Pensóque,siestuvieraensucasa,llevaríaunbuenratometidaenlacama.Pestañeóparaquitarseelpicordeojosydecidióiralacocinaparacenaralgo.Peseatodossuséxitosyaloextravagantedesusgustos,Gordonhabíasidountipobastantenormalenmateriadecomida,yStephanieseloagradeciómentalmente.Elpanestabaalgorancioy la frutademasiadomadura,pero tambiénhabíagalletasycereales,yen lanevera encontró una botella de leche que no caducaba hasta el día siguiente.Stephaniesepreparóuntentempiéyfueacomérseloalsalón,frentea la tele.Pasórápidamenteporunoscuantoscanales,seacomodóenelsillón,yestabaempezandoaamodorrarsecuandosonóelteléfonodelacasa.

Stephanie lomiró con recelo. Estaba en unamesita, justo al lado de su codo.¿Quién sería? Fuera quien fuera, no debía de haberse enterado de la muerte deGordon, porque nadie podía ser tan tonto como para llamar sabiendo que estabamuerto,yaStephanienoleapetecíanadadarlelamalanoticia.Podíansersuspadres,perosieranellos,¿porquénolallamabanalmóvil?

Stephaniedecidióque,comonuevadueñadelacasa,teníalaresponsabilidaddecontestarasupropioteléfono,asíquelevantóelauricularyseloacercóalaoreja.

—¿Diga?Silencio.—¿Diga?—repitióStephanie.—¿Quiénes?—dijounavozmasculina.—Perdone,¿conquiénquiereustedhablar?—¿Quiénes?—volvióadecirlavoz,ahoraentonocolérico.—SiquierehablarconGordonEdgley,sientomuchodecirlequeha…—Sí,yaséqueEdgleyestámuerto—dijoelhombreen tonocortante—.¿Y tú

quiéneres?¿Cómotellamas?Stephanietitubeó.—¿Porquémelopregunta?—contestóalfin.—¿Quépintastúenesacasa?¿Porquéestásahí?—Siquiereustedllamarmañana…—¡No,noquierollamarmañana!Escúchamebien,mocosa:sifastidiaslosplanes

demi señor, se va a enfadar bastante, y te aseguro que no es bueno enfadar amiseñor.¿Loentiendes?¡Yahoradimecómotellamas!

Stephaniesediocuentadequeleestabantemblandolasmanos.Hizounesfuerzoportranquilizarseyenseguidasintiócómosunerviosismodesaparecíadejandopasoalaira.

—Mire,nopiensodecirleminombreporquenoesasuntosuyo—contestó—.Siquiere hablar con alguien en especial, haga el favor de llamarmañana a una horarazonable.

—Nomehablesasí,mocosa—siseóelhombre.—Buenasnoches—dijoStephanieconfirmeza.

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—Tehedichoquenomehables…Stephaniecolgó,dejandoalhombreconlapalabraenlaboca.Derepente,laidea

depasarlanocheallísolahabíaperdidocasitodosuatractivo.Pensóenllamarasuspadres,peroenseguidasereprendióasímismaporsertaninfantil.Nohabíaningunanecesidaddepreocuparlosporunacosatanpoco…

Alguienestabaaporreandolapuertadeentrada.—¡Abre!—gritó lavozdel teléfono.Stephaniese levantósinapartar lamirada

delrecibidor.Alrededordelapuertadeentradahabíaunmarcodecristalesmeriladoquedejabaadivinarunasiluetaoscura—.¡Abrelapuerta,malditasea!

Stephaniereculóhastallegaralachimenea,conelcorazónenlagarganta.Aqueltiposabíaperfectamentequeellaestabadentro,asíqueeraabsurdodisimular;perotal vez, si se quedaba muy quieta, al final se cansara de aporrear la puerta y semarchara.Ahorasoltabamaldiciones,yaporreaba lapuertacon tanta fuerzaqueelllamadorrepiqueteabasolo.

—¡Déjemeenpaz!—gritó.—¡Queabraslapuerta,tedigo!—¡No!—chillóStephanie,disimulandoelmiedoquesentía—.¡Voyallamarala

policía!¡Voyallamaralapolicíaahoramismo!Losgolpescesarony la sombradesapareció.Stephanie sepreguntósi lohabría

logradoasustar,yentoncesseacordódelapuertatrasera.¿Estaríacerrada?Sí,claro,teníaqueestarlo,nopodíaestarabierta.Peronoestabasegura,nodeltodo.Agarróunatizador de la chimenea, y estaba a punto de descolgar el teléfono cuando oyó ungolpeenlaventana,justoasulado.

Pegó un grito y saltó hacia atrás. Las cortinas estaban descorridas, y por laventanasoloseveíalamásnegradelasoscuridades.

—¿Estás sólita?—dijo el hombre.Ahora su voz era burlona, como si quisieraponerlanerviosa.

—¡Vete! —exclamó Stephanie, levantando el atizador para que el hombre loviera.Elseechóareír.

—¿Quépiensashacerconeso?—¡Romperte la cabeza!—berreó Stephanie, notando cómo elmiedo y la furia

bullíanensuinterior.Elhombrevolvióareírse.—Soloquieroquemedejesentrar—dijo—.Ábremelapuerta,mocosa.Déjame

pasar.—Lapolicíavienedecamino.—Eresunamentirosilla,¿verdad?Stephanieseguíasinvernadaalotroladodelaventana,ysinembargoelhombre

parecíaverlotodo.Sevolvióaacercaralteléfonoyagarróelauricularconrabia.—Nohagaseso—dijoelhombre.—Voyallamaralapolicía.—La carretera está cortada, mocosa. Si llamas, romperé la puerta y te mataré

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horasantesdequellegueningúnpolicía.ElmiedodeStephanieseconvirtióenterror,dejándolapetrificada.Estabaapunto

dellorar;lonotaba,sentíalaslágrimasacumulándoseensuinterior.Llevabaañossinllorar.

—¿Quéquieres?—dijo,escrutandolaoscuridad—.¿Porquéquieresentrar?—Noesqueyotengamayorinterésporentrar,mocosa,esquemehanmandado

querecojaalgodeesacasa.Simedejaspasar,echaréunvistazo,cogeréloquemehanencargadoymeiré.Notocaréniunpelito,de tu lindacabecita, te loprometo.¡Peroábremelapuertaahoramismo!

Stephanie agarró el atizador con ambas manos y negó con la cabeza. Habíaempezadoallorar,ylaslágrimaslecorríaninconteniblesporlasmejillas.

—No—dijo.Entonces pegó un grito: un puño acababa de atravesar la ventana, regando la

alfombra de fragmentos de cristal. Stephanie retrocedió al ver cómo el hombre seencaramabaal alféizar clavandoenellaunamirada iracunda, sinhacer casode loscortesqueleestabanhaciendoloscristales.Enelprecisoinstanteenquesupietocólaalfombra,Stephaniesaliódisparadahaciaelrecibidor,seabalanzósobrelapuertayempezóaforcejearconelcerrojo.

Dosmanosleaferraronloshombros,yStephaniegritóalnotarcómoelhombrelalevantabaenviloy la llevabahaciael interiorde lacasa.Pataleó,estampándoleuntalónenlaespinilla;elhombresoltóungruñidoyaflojóelagarrón,yStephanieseretorcióintentandopegarleconelatizadorenlacara.Peroélseloarrebatóantesdequelegolpearay laagarródelcuelloconunamano,dejándolasinaliento.SinqueStephaniepudierahacernadaparaevitarlo,elhombrelametiódenuevoenelsalón.

Una vez allí, la tiró sobre un sillón y se inclinó sobre ella. Stephanie forcejeó,peroleresultóimposibledesasirse.

—Bien, bien—dijo el hombre, con la boca contorsionada enunadesagradablesonrisa—,¿porquénomedaslallaveyteahorrastodoesto,mocosa?

Y justo en ese momento, la puerta de entrada salió disparada y SkulduggeryPleasantseabalanzóenelvestíbulo.

El hombre pegó un alarido, soltó a Stephanie y enarboló el atizador, peroSkulduggerylepegóunpuñetazotanbrutalqueloderribóylehizodarunavoltereta.Sin embargo, antes de que Skulduggery llegara a su lado el hombre ya estaba denuevoenpie.

EldesconocidocargócontraSkulduggeryylehizoperderelequilibrio.Losdoscayeron de espaldas en el sofá, y el sombrero de Skulduggery salió disparadorevelandounacabezablanca.

Los contendientes se levantaron sin dejar de forcejear, y el hombre dio unmanotazo que mandó las gafas de Skulduggery al otro lado de la habitación.Skulduggery respondióagachándoseparaaferrarlepor lacinturayderribarlodeungolpe de cadera. El hombre cayó al suelo con un golpe sordo y se quedó por un

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momentomaldiciendoenelsuelo,peroderepenteseacordódeStephanieysepusoenpieparaagarrarla.Ella se levantódeunsaltoy justoantesdequeelhombre laatrapara, Skulduggery apareció tras él y lo derribó de una zancadilla. El hombregolpeóunamesitabajaconlabarbillaalcaerypegóunaullidodedolor.

—¿Creéis que podéis detenerme?—gritó, intentando levantarse.Las rodillas letemblaban—.¿Nosabéisquiénsoy?

—Niidea,oiga—respondióSkulduggery.Elhombrelanzóunescupitajosanguinolentoylomiróconunamuecadesafiante.—Puesyosíqueséquiénerestú—dijo—.Miseñormehahabladomuchodeti,

detective,ytediréquevasatenerqueesforzartebastantemássiquieresdetenerme.Skulduggeryseencogiódehombros,extendióunbrazoy,paragranasombrode

Stephanie, en su mano apareció una bola de fuego. Se la lanzó al hombre y esteempezóaarderdeinmediato;peroenvezdegritar,echóhaciaatráslacabezaysoltóunarisotadasalvaje.Estabaenvueltoenllamas,peronoparecíanquemarlo.

—¡Más!—gritó,sindejardereír—.¡Damemás!—Bueno,siinsistes…EntoncesSkulduggerysesacódelachaquetaunapistoladeaspectoanticuadoy

abrió fuego, aguantando el retroceso del arma con mano firme. La bala dio a suadversarioenunhombrohaciéndolochillar.Elhombresetambaleóintentandollegarhastaelumbral,agazapadoparanoserunblanco fácily tancegadopor las llamasqueinclusochocócontraunapared,ysalió.

Todoquedóencalma.Stephanie se quedó mirando el hueco de la puerta, intentado explicarse lo

inexplicable.—Enfin—dijoSkulduggeryasusespaldas—,estonoesalgoqueseveatodos

losdías,¿verdad?Stephanie se dio la vuelta. Al salir disparado hacía un rato, el sombrero de

Skulduggery había arrastrado consigo todo el pelo. En medio de la confusión, loúnicoquehabíapodidodistinguirStephanieeraunacabezablancacomolanieve,asíquecuandosediolavueltaesperabaencontrarseaalguiendepielmuyclara,talvezunalbino.Peroloquevionoteníanadaqueverconunalbino.Sinsuseternasgafasyconlabufandadesenrollada,estababienclaroqueSkulduggerynoteníanicarne,nipiel,niojos,nicara.

Loúnicoqueteníaeraunacalavera.

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LAGUERRASECRETA

KULDUGGERYguardólapistola,fuehastaelvestíbuloyseasomóporelhuecodelapuertaparaescudriñarlaoscuridaddelanoche.Trascomprobar que no había ningún bonzo rondando por los alrededores,volvióaentrar,levantólapuertagruñendoporelesfuerzoylacolocóensulugar,dejándolaapoyadaenelmarco.Luegoseencogiódehombrosy entró de nuevo en el salón, donde Stephanie seguía mirándolo

pasmada.—Sientolodelapuerta—dijoSkulduggery.Stephanienologrócerrarlabocaparacontestarle.—Pagaréelarreglo,notepreocupes.Stephaniemiraba,conlosojosabiertosdeparenpar.—Esunapuertadebuenacalidad,¿sabes?Muyrobusta.ConvencidodequeStephanieno estaba en condicionesdehacernadamásque

mirarloconlabocaabierta,Skulduggeryvolvióaencogersedehombros,sequitóelabrigo,lodoblópulcramenteylodejóenelrespaldodeunasilla.Luegoseacercóalaventanarotayempezóarecogerfragmentosdecristal.

Ahora que se había quitado el abrigo, Stephanie se daba cuenta de loextremadamentedelgadoqueestaba.Sutrajeestabamuybiencortado,peroaunasícolgabaentornoasucuerpodándoleunaspectountantoinforme.Mientrasrecogíalostrozosdecristal,unamangaselesubióunpocoyStephaniedistinguióuntrozode hueso entre el puño de la camisa y el guante. Skulduggery se puso en pie y lamiró.

—¿Dóndepongoloscristales?—Nosé—dijoStephaniemuybajito—.Esustedunesqueleto.—Sí, es verdad—repuso él—.Creo queGordon tenía un contenedor pequeño

juntoalapuertadeatrás.¿Lostiroahí?Stephanieasintióconlacabeza.—Vale—logródeciralcabodeunossegundos,mientrasSkulduggerysalíadela

estanciaconlasmanosllenasdecristales.Stephanie llevaba toda la vida deseandoque ocurriera algo fuera de lo normal,

algoquelasacaradelmonótonomundoenelquevivía;yahoraquesudeseoparecíacumplirse, no tenía ni idea de cómo reaccionar. Las preguntas se agolpaban en sucabeza,tratandodeponerseenprimerlugar.Preguntas,preguntasymáspreguntas.

SkulduggeryentródenuevoenelsalónyStephanielehizolaprimera:—¿Encontróustedelcontenedor?—Sí,sinproblemas.EstabadondelodejabasiempreGordon.—Ah,estupendo.—Stephaniepensóque,sisuspreguntashubierantenidorostro,

estaríanmirándolaconexpresiónde incredulidad,ehizounesfuerzoporpensardemaneracoherente.

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—¿Ledijistetunombre?—preguntóSkulduggery…—¿Cómo?—Quesiledijistecómotellamabas.—No,noquise…—Bienhecho.Siseconoceelauténticonombredealgo,setienepodersobreello.

Peroinclusoelnombrequeteponentuspadres,comoStephanie,porejemplo,puedeservirparahacerlo.

—¿Parahacerqué?—Paraquequien lo sepa tenga influencia sobre ti,paraquepuedanobligartea

hacerloquequieran.Siesetipohubierasabidocuáleratunombreycómousarlo,nolehabríahechofaltanadamás.Daunpocodemiedopensarlo,¿verdad?

—¿Qué está pasando?—preguntó Stephanie—. ¿Quién era ese hombre? ¿Quéquería?¿Yquiénrayosesusted,porcierto?

—Yo soy yo—respondió Skulduggery, recogiendo su sombrero y su peluca yponiéndolosenunamesitacercana—.Encuantoaltipoese,notengoniidea.Nolohabíavistoenmivida.

—Perolehapegadountiro.—Exacto.—Ylehalanzadounaboladefuego.—Tienestodalarazón.Stephanieteníalaspiernastrémulasylacabezaledabavueltas.—SeñorPleasant,esustedunesqueleto.—Ah,sí,ahíestálacosa.Sí,comobiendices,soyunesqueleto.Llevoyaunos

cuantosañossiéndolo.—¿Meestoyvolviendoloca?—Esperoqueno.—Entonces,¿esustedreal?¿Existedeverdad?—Supongoquesí.—Osea,quenoesseguroqueexista.—Bueno,tengolarazonablecertezadequeexisto.Aunquesiemprepuedoestar

equivocado,claro.Podríaserunahorriblealucinación,unproductodemimente.—¿Quieredecirquetalvezseaustedfrutodesupropiaimaginación?—Bueno, cosas más raras se han visto. Y se siguen viendo con alarmante

regularidad,porcierto.—Estoesrarísimo.Skulduggerymetiósusenguantadasmanosenlosbolsillosdelpantalónyladeóla

cabeza. No tenía globos oculares, así que Stephanie no hubiera sabido decir si laestabamirandoono.

—¿Sabesqué?Tu tíoyyonosconocimosenuna situaciónnomuydiferenteaesta.Aunqueél estababorracho, claro,yestábamosenunbar,yélmeacababadevomitarencimadeloszapatos.Asíquesupongoque,enrealidad,lascircunstanciasdeaquelencuentronoseparecentantoalasdeeste…Enfin,loquequierodecires

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queGordonsemetióenunlíoyyoleechéunamano,ydespuésdeesollegamosaserbuenosamigos.Buenísimosamigos.—SkulduggeryexaminóaStephanieconlacabeza inclinada—. No es por nada, pero parece como si estuvieras a punto dedesmayarte.

Stephanieasintiólentamente.—Laverdadesquenuncamehedesmayado,perocreoquetieneustedrazón.—¿Quieresquetesostengaalcaer,oprefieres…?—Sinoleimportasostenerme…—Notepreocupes,nohayproblema.—Gracias.Stephanielededicóunadébilsonrisa,yentoncessusojossenublaronysesintió

caer. Lo último que vio fue que Skulduggery Pleasant se abalanzaba desde el otroladodelahabitaciónparasostenerla.

Cuandosedespertó,estabatumbadaenelsofáytapadaconunamanta.Lasalaestaba en penumbra, iluminada únicamente por dos lamparillas situadas en lasesquinas.Stephanielevantólacabezayobservólaventanarota:ahoraestabatapadacon tablas claveteadas.Enel vestíbulo seoíaunmartilleo.EncuantoStephanie sesintióconfuerzas,sepusolentamenteenpieysaliódelcuartodeestar.

SkulduggeryPleasantestabaenelvestíbulo,tratandodeencajarlosgoznesdelapuerta.Sehabíasubidolamangaizquierdaparamaniobrarconmáscomodidad,ysele veía un trozo de antebrazo… o más bien de cúbito, como pensó Stephanie deinmediatorecordandoloquehabíaaprendidoelcursoanteriorenclasedeBiología.Aunquetalvezfueraelradio,olosdosauntiempo…Skulduggerymascullóalgo,yluegoreparóensupresenciaylasaludóalegremente.

—¡Ah,yatehasdespertado!—Hasarregladolaventana—dijoStephanie,decidiendoqueeraabsurdollamar

deustedaunesqueleto.—Sí, bueno, almenos lahe tapado.Gordon tenía algunas tablas en lapartede

atrás,yyohehecholoquehepodidoconellas.Perometemoquenoestoyteniendotantoéxitoconlapuerta;esmuchomásfácilderribarlasquevolverlasaponerensusitio.¿Cómotesientes?

—Bien.—Loquenecesitasesunabuenatazadetécalienteconunmontóndeazúcar.Skulduggeryseapartódelapuertae indicóaStephaniequeloacompañaraala

cocina.Alllegar,Stephaniesesentóalamesamientrasélcalentabaelagua.—¿Tieneshambre?—preguntóSkulduggerycuandoelaguayahervía.Stephanie

negóconlacabeza—.¿Quieresleche?AhoraStephanieasintió.Skulduggeryechóenlatazaunchorrodelecheyunas

cuantas cucharadas de azúcar, lo revolvió rápidamente y puso la taza en la mesa.Stephaniediounsorbo:estabamuycaliente,perolesupoagloria.

—Gracias—le dijo a Skulduggery, quien contestó encogiéndose levemente de

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hombros. La ausencia de cara hacía que en ocasiones fuera difícil interpretar susgestos,peroStephaniedecidióquehabíaqueridodecir«denada».

—Loquehicisteantesconlapuertaylaboladefuego,¿eramagia?—Sí.Stephanieexaminómásdetenidamenteasunuevoamigo.—¿Cómopuedeshablar?—¿Perdón?—¿Cómo puedes hablar?Mueves la boca al hacerlo, pero no tienes lengua, ni

labios,nicuerdasvocales.Yademás,noeslaprimeravezqueveounesqueleto;enelcolegiome han enseñado dibujos ymaquetas y esas cosas, y sé que lo único quemantiene los huesos unidos es la piel y los ligamentos. ¿Cómo es posible que tushuesosnoseseparen?

Skulduggeryvolvióaencogersedehombros,ahoraconalgomásdeenergía.—Graciasalamagia.Stephanielomirófijamente.—Parecequelamagiasirveparatodo.—Nolosabestúbien.—¿Ylasterminacionesnerviosas?¿Sientesdolor?—Sí,peroesonoesmalo.Alfinyalcabo,siteduelealgoesqueestásvivo.—¿Peroestásvivodeverdad?—Hombre,técnicamenteno,pero…—Ycerebro,¿tienes?—preguntóStephanie,tratandodeveralgoatravésdelas

vacíascuencasdeSkulduggery.Elseechoareír.—Notengocerebroniórganosvitales,perotengoconsciencia—dijo,empezando

arecogerlamesa—.Adecirverdad,estacalaveranisiquieraeslamía.—¿Qué?—Queesdeotrapersona.Lamíamelarobaron,yluegoganeestaenunapartida

depóquer.—¿Yquésesientellevandounacalaveraquenisiquieraeslatuya?—Bueno, me las apaño con ella. Al menos, hasta que logre recuperar la de

verdad.¿Tepasaalgo?Tienescaracomodeasco.—No, solo es que… ¿no resulta extraño? Debe de ser como ponerse unos

calcetinesusadosporotrapersona.—Unoseacostumbraatodo.—¿Ycómoesqueeresunesqueleto?¿Nacisteasí?—No, cuando nací era normal y corriente. Tenía piel, órganos, toda la pesca.

Hastateníaunacaraquenoresultabadeltododesagradable,modestiaaparte.—¿Quétepasó?Skulduggerycruzólosbrazosyseapoyóenelbordedelaencimera.—Memetíenlíosmágicos.Poraquelentonces,enlostiemposenqueyoestaba

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vivo,porasídecirlo,habíaalgunaspersonasdelomásdesagradablecirculandoporahí.Elmundohabíacaídoenunaoscuridaddelaquetalveznohayallegadoasaliraún.Eraunaguerra,¿sabes?Unaguerrasecreta,peroguerradetodosmodos.HabíaunmagollamadoMevolentqueeraelpeordetodos,yqueposeíaunejércitopropio.Todoslosquerehusamosunirnosaélnosencontramosderepenteconvertidosensusenemigos.Perologramosimponernos:alcabodeltiempo,trasmuchosañosdelucharen aquella guerra oculta que nos traíamos entre manos, empezamos a aventajarleclaramente.Susaliadosseestabanderrumbando,suinfluenciasedesvanecía,sobreélse cerníaunaderrota inminente.AsíqueMevolentdecidióasestarunúltimogolpedesesperadoatodosloslíderesdenuestrobando.

Stephanielomiraba,perdidaenlosmaticesdesuvoz.—Yo caí en una ingeniosa trampa tendida por su lugarteniente —continuó

Skulduggery—. No sospeché nada hasta que ya era demasiado tarde. Y ellugarteniente de Mevolent me mató, acabó conmigo. Mi corazón dejó de latir unveintitrés de octubre, lo recuerdo perfectamente. Luego sus secuaces clavaron micuerpo en una estaca y lo quemaron para que lo viera todo elmundo.Me usaroncomoadvertencia,ylomismohicieronconloscuerposdetodoslosadversariosqueibanmatando;y,paramienormehorror,sutácticafuncionó.

—¿Aquéterefieres?—Aquello hizo que se volvieran las tornas. Nuestro bando empezó a perder

terreno yMevolent se hizo fuerte de nuevo. Aquello era más de lo que yo podíasoportar,asíquevolví.

—¿Cómoquevolviste?—Bueno, esunpococomplicado.Aunquemorí, nunca lleguéamarcharmedel

todo.Habíaalgoquemereteníaaquí,quemeobligabaamirarloqueestabapasando.Nuncalehabíaocurridonadaasíanadie,queyosupiera,ysigosinsaberdenadieaquienlehayasucedidolomismoqueamí.Peroelhechoesqueamímepasó.Asíque,cuandolacosasepusodemasiadocrudaparamicapacidaddeaguante,despertéconvertidoenunsacodehuesos.

Ylodigoensentidoliteral,porquelosesbirrosdeMevolenthabíanmetidomishuesosenunsacoyloshabíantiradoaunrío.Enfin,asídesimplefuelacosa.

—¿Yentoncesquépasó?—Recompusemishuesos conbastantedolor, salí del ríopara reunirmeconmi

bandoyalfinallogramosvencer.YunavezquederrotamosaMevolent,mequitédeenmedioymepuseatrabajarpormicuenta,porprimeravezenunoscuantossiglos.

Stephanieparpadeó.—¿Unoscuantossiglos,dices?—Bueno,fueunaguerralarga.—Elhombredeantesdijoqueerasdetective.—Sí,debíadeconocermedeoídas—dijoSkulduggery,enderezandounpocola

espalda—.Ahoramededicoaresolvermisterios.

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—¿Deverdad?—Ysoymuybueno,nocreas.—Entonces,¿quéestásinvestigandoahora?¿Elparaderodetucabeza?Skulduggery se quedó mirándola, y si hubiera tenido párpados seguramente

habríapestañeadounascuantasveces.—Bueno,seríaagradablevolveraencontrarla,pero…—Entonces,¿nolanecesitaspara…nosé,paradescansarenpaz?—Adecirverdad,no.—¿Porquételaquitaron?¿FuetambiénMevolent?—¡No,no!—respondióSkulduggeryconunarisita—.Elnotuvonadaquever.

Ocurrióharáunosdiezoquinceaños:estabadurmiendotranquilamentecuandounaespecie de duendes me la birlaron. La desprendieron limpiamente de la columnavertebral,yyonomedicuentahastalamañanasiguiente.

Stephaniefruncióelceño.—¿Ynonotastenada?—Yatehedichoqueestabadormido.Omeditando,másbien.Cuandomedito,no

veo,oigonisientonadaexterno.¿Hasintentadohacerloalgunavez?—No.—Esmuyrelajante.Seguroquetegustaría.—Perdona,peroestábamoshablandodecuandoperdistelacabeza.—Nolaperdí—dijoSkulduggery,poniéndosea ladefensiva—.Melarobaron,

quenoeslomismo.Stephanie recobraba las fuerzas amarchas agigantadas. No podía creer que se

hubieradesmayado;eraalgocomodeseñoramayor,deancianita.—Has tenido una vida muy extraña, ¿no? —dijo, volviendo a mirar a

Skulduggery.—Sí,supongoquesí.Yaúnnohaterminado.Bueno,supongoquetécnicamente

sí,pero…—¿Noechasnadademenos?—¿Dequé?—Decuandoestabasvivo.—Laverdadesque,encomparacióncontodoslosañosquellevosiendoasí,el

tiempo en que estuve técnicamente vivo fue un momentito de nada. Ni siquierarecuerdoconclaridadcómoerateneruncorazónquemelatieradentrodelpecho,asíquedifícilmentevoyaecharlodemenos.

—Entonces,¿noañorasnada?—Bueno, supongoque…supongoqueechodemenoselpelo.Echomemenos

tocarlo,ysentirloahí,amontonadoencimadelacabeza.Sí,esoesloquemásechodemenos.

Skulduggery se sacó un reloj del bolsillo, lo miró y levantó la cabezarápidamente.

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—¡Estardísimo!Tengoqueirme,Stephanie.—¿Irte?¿Adonde?—Me temo que tengo mucho que hacer. Primero he de averiguar para qué

enviaronaquíalsimpáticocaballerodeantes,yluegoquisierasaberquiénloenvió.—¡Peronopuedesdejarmesola!—dijoStephaniesiguiéndoloalsalón.—Síquepuedo—replicóél—.Nopasaránada,yaloverás.—¡Lapuertadeentradaestárota!—Ah,sí.Bueno,nopasaránadasiempreycuandonoentreningúnmalhechorpor

lapuertadeentrada—dijoSkulduggeryempezandoaponerseelabrigo.Stephanieseabalanzósobresusombrero,loagarróyselollevóalaespalda.—¿Es que vas a usar mi sombrero como rehén?—preguntó Skulduggery con

expresióndeincredulidad.—O te quedas aquí para protegerme por si viene alguien más, o me dejas ir

contigo.Skulduggerypegóunrespingo.—Venirconmigonoseríaespecialmenteseguroparati.—Quedarmeaquísolatampoco.—Pero puedes esconderte —dijo él, haciendo un ademán que abarcó toda la

estancia—.Tienesmuchosrinconesenlosqueocultarte,seguroquehayunmontóndearmariosenlosquecabesperfectamente.Tambiénpuedesmetertedebajodeunacama; te sorprenderías si supierascuántagenteolvidamirarbajo lascamascuandobuscaaalguien,hoyendía.

—SeñorPleasant…—LlámameSkulduggery,porfavor.—Skulduggery, esta nocheme has salvado la vida. ¿Vas a dejar que todos tus

esfuerzos queden en nada dejándome aquí sola a merced del primer asesino quellegue?

—Huy, me parece que tienes una actitud de lo más derrotista. Mira, una vezconocí a un chaval un poco mayor que tú. Me dijo que quería ayudarme en misinvestigaciones,resolvermisteriosincreíbles.Estuvodándomelalatamuchotiempo,insistiendo sin parar para que le dejara; y al final se salió con la suya y lo aceptécomoayudante.

—¿Ycorristeismuchasaventurasemocionantes?—Yosí.Elnopudo,porquemurióresolviendonuestroprimercaso.Unamuerte

horrible,porcierto,delomáspringoso.Quedóesparcidoportodaspartes.—Bueno, yo no tengo ninguna intención de morirme en el futuro próximo.

Además,tengoalgoqueélnotenía.—¿Asaber…?—Tusombrero.Llévamecontigooempezaréapisotearlo.Skulduggery se quedó mirándola con sus grandes cuencas vacías, y luego

extendiólamanoparacogerelsombrero.

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—Luegonodigasquenoteavisé.

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CHINASORROWS

L coche de Skulduggery Pleasant era un BentleyContinentalRde1954.Solosehabían fabricadodoscientosochocochesdeaquelmodelo,que teníaunmotordecuatrolitros ymedio con seis cilindros. Skulduggery lo había idoequipando con las últimas novedades: cierre centralizado,climatizador, sistema de navegación por satélite… EldetectivelehabíaexplicadotodoaquelloaStephaniecuando

ella le había preguntado qué tipo de coche era aquel. En realidad, a Stephanie lehabríabastadoconqueledijera:«UnBentley».

Paraevitareltramoinundado,sealejarondelacasaporunacarreterasecundariaquerodeabalafincapordetrás,cuyaexistenciaStephaniedesconocía.Skulduggeryledijoquehabíaidomuchoporallíyseconocíatodoslosrecovecosdellugar.Alcabode un rato pasaron junto a un poste indicador que ponía «Haggard», y por unmomentoStephaniepensópedirleaSkulduggeryqueladejaraencasa.Perodesechólaideadeinmediato:siseibaahoraacasa,noharíamásquedarlevueltasatodoloqueleacababadepasar.Teníaquesabermás,necesitabaveraúnmáscosas.

—¿Dóndevamos?—preguntó.—Alaciudad.Hequedadoconunaviejaamigaquetalvezpuedaarrojaralgode

luzsobrelosacontecimientosdeestanoche.—¿PorquéfuisteacasadeGordon?—¿Cómo?—Me refiero a esta noche. No es que no te lo agradezca, ¿pero cómo es que

andabasporallí?—Ah—dijoélmeneandolacabeza—.Yasabíayoquemepreguntaríasestotarde

otemprano.—¿Ybien?¿Vasacontestar,ono?—Metemoqueno.—¿Porqué?Skulduggerylamiródereojo,oalmenosvolviólacabezaunpardecentímetros

ensudirección.—Cuanto menos sepas de todo este asunto, mejor. Eres una jovencita

estupendamente normal, y después de esta noche vas a volver a tu estupenda vidanormal.Notevendríanadabienmeterteenestelío.

—Peroesqueyaestoymetida.—Perotalvezpodamossolucionarlo.—Peroesquenoquierosolucionarlo.—Peroseríalomásconvenienteparati.—¡Peroyonoquiero!—Perotalvez…

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—¡Novuelvasaempezarotrafrasecon«pero»!—Esverdad.Perdona.—Skulduggery, ¿cómoquieresquemeolvidede todoesto?Hevistomagia,he

vistofuego,¡tehevistoati!Yluegomehashabladodeunaguerradelaquenuncamehabíandichonadaenelcolegio…Meheasomadoaunmundoqueni siquierasabíaqueexistía.

—¿Ynoquieresvolveratumundonormal?Esbastantemásseguro,¿sabes?—Noencajoenél.AhoraSkulduggerygirólacabezatotalmenteysequedómirándola,conelcráneo

inclinadohaciaunlado.—Quécurioso:esoesjustamenteloquedijotutíocuandonosconocimos.—Las historias que escribió —dijo Stephanie, llevada por una repentina

inspiración—,¿sonciertas?—¿Suslibros?No,niunosolo.—Ah.—Loqueocurreesqueestáninspiradosenhistoriasreales,modificadasportutío

paraquenadieseofendiera tantocomoparamatarlo.Eraunbuenhombre,¿sabes?Buenodeverdad.Entrelosdosresolvimosmuchosmisterios.

—¿Enserio?—Totalmente.Puedesestarorgullosadehabertenidountíocomoél…También

esverdadqueestabasiempremetiéndomeenpeleas,porquecadavezquelollevabaaalgúnsitioseponíaatomarelpeloalagente.Perofuerontiemposdivertidos,muy,muydivertidos.

Alcabodeunratolaslucesdelaciudadaparecieronenelhorizonte,yprontolaoscuridadquehabíarodeadoelcochehastaentoncesfuereemplazadaporunaneblinaanaranjada que se reflejaba en el pavimento húmedo.La ciudad estaba tranquila ysilenciosa, y casi no había nadie por la calle. Skulduggery metió el coche en unpequeñoaparcamientoalairelibre,apagóelmotorysevolvióhaciaStephanie.

—Espérameaquí,¿vale?—Vale.SkulduggerysaliódelcocheyStephaniesequedóquietadurantedossegundos.

Pero no había llegado hasta allí para quedarse sentada al margen de losacontecimientos;teníaqueverquémássorpresasledeparabaaquellanoche.Abriólaportezuelaysaliódelcoche.Skulduggerylamirófijamente.

—Stephanie,medalaligeraimpresióndequenorespetasmiautoridad.—Esquenolarespeto.—Yaveo.Enfin,quéselevaahacer.Skulduggery se caló el sombrero y se enrolló la bufanda, pero no se puso la

peluca ni las gafas de sol. Luego apretó el mando del coche y los seguros de laspuertasbajaronconunpitido.

—¿Yaestá?

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Skulduggerylevantólavista.—¿Cómodices?—¿Notienesmiedodeque te robenelcoche?Estanoesexactamente lamejor

zonadelaciudad.—Tienealarma.—¿Noprefieres…no sé, lanzarleunhechizoo algo así, paraprotegerlode los

ladrones?—No.Laalarmaquetieneesdemuybuenacalidad.SkulduggeryechóaandaryStephanieseapresuróparanoquedarseatrás.—Osea,quesíquelanzashechizos,¿verdad?—Solo a veces. Ultimamente procuro no depender demasiado de la magia.

Prefieroarreglármelasusandoloquetengoaquídentro—dijoSkulduggerydándosegolpecitosenlacabezaconeldedo.

—Ahídentronotienesmásqueaire.—Sí,claro—respondióSkulduggeryentonountantoirritado—.Perotúsabesa

quémerefiero,¿no?—¿Quémássabeshacer?—¿Dequé?—Demagia.Enséñamealgomás,anda.SiSkulduggeryhubieratenidocejas,nocabedudadequelashabríaenarcado.—¿Quépasa,queunesqueletovivientenoteparecelosuficientementemágico?

¿Aúnquieresvermáscosas?—Sí—respondióStephanie—.Dameunaclasemagistral,porfavor.—Bueno, supongo que no te hará ningún daño —repuso Skulduggery

encogiéndosedehombros—.Verás,haydos tiposdemagos.Losadeptospracticanuntipodemagia,yloselementalespracticanotro.Losadeptossonmásagresivos,ysustécnicastienenunefectomáspotenteeinmediato.Loselementalescomoyo,sinembargo, preferimos ir por un camino más largo y sosegado, y tratamos deperfeccionarnuestrodominiodeloselementos.

—¿Domináisloselementos?—Bueno, tal vez dominar sea una palabra un poco fuerte. En realidad no los

dominamos, sino que nos limitamos a manipularlos. Influimos en ellos, por asídecirlo.

—¿Yquéelementosson?¿Terefieresaesodelatierra,elviento…?—…elaguayelfuego.Exacto.—Aver,enséñamelo.Skulduggeryinclinódenuevolacabeza.—Deacuerdo—dijoentonosocarrón.Luegoextendiólamanoderechaylapuso

frentealacaradeStephanie.Ellafruncióelceño,sintiendounfríorepentino,ysediocuenta de que le estaba cayendo una gota de agua por la cara. En menos de unsegundoteníaelpelotanempapadocomosiacabaradedarseunbaño.

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—¿Cómo lo has hecho? —preguntó, moviendo enérgicamente la cabeza parasacudirseelagua.

—¿Túquécrees?—Nosé.¿Hascondensadolahumedaddelaire?Skulduggerysequedómirándola;parecíaunpocoimpresionado.—¡Síseñora!—dijo—.Elprimerelementoquemanejamoseselagua.Noesque

podamos separar las aguas delmarRojo ni nada por el estilo, pero tenemos ciertamanoconella.

—Enséñameotravezelfuego—lepidióStephanieconimpaciencia.Skulduggery chasqueó sus dedos enguantados, produciendo varias chispitas;

luegoformóuncuencoconlamanoylaschispassereunieronenelhueco,formandouna llama queSkulduggery sujetó ante símientras caminaban.El calor aumentabapormomentos,yStephanienotócómoelpeloseleempezabaasecar.

—¡Tomaya!—exclamó.—Impresionante,¿eh?—respondióSkulduggery,haciendoungestobruscoconla

mano que hizo salir a la bola de fuego disparada por los aires. La bola pegó unallamaradaysedesvaneció.

—¿Ylamagiadetierra?—preguntóStephanie.Skulduggerysacudiólacabeza.—Nocreoquetegustaramuchoverla,yesperoquenuncatengasquehacerlo.El

poderdelatierraespuramentedefensivo,ysolodebeusarsecomoúltimorecurso.—Yentonces,¿cuáleselmáspoderoso?¿Elfuego?—Bueno, ese es el más vistoso y el que más llama la atención; pero te

sorprenderíasaberloquepuedehacerunpocodeairesisabescómodesplazarlo.Elairequesedesplazanodesaparece,sinoquesevaaotrolado.

—¿Meloenseñas?Habíanllegadoalfinaldelaparcamiento,yestabanfrentealmurodeladrilloque

lo limitaba. Skulduggery flexionó los dedos y volvió a extenderlos bruscamente,dirigiendo la palma abierta hacia el muro. El aire pareció moverse en ondasconcéntricas y un trozo de muro salió despedido. Stephanie se quedó mirandoasombradaelagujero.

—Estosíquemola—dijo.Losdoscontinuaronandando,aunqueStephanieseguíavolviéndoseparamirarel

murodevezencuando.—¿Ylosadeptos,quésabenhacer?—preguntóalcabodeunossegundos.—Bueno, hace unos años conocí a uno que podía leer los pensamientos. Y

también había una mujer que podía cambiar de forma y convertirse en cualquierpersonadelantedetusnarices.

—Entonces,¿quiénessonmásfuertes,loselementalesolosadeptos?—Dependedelmago.Losadeptospuedentenermuchostrucosescondidosenla

manga,muchas habilidades distintas; eso, a veces, les permite vencer hasta almás

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poderosodeloselementales.Haocurridoenmásdeunaocasión.—Esemagodelquehablabas,elmásmalvadodetodos,¿eraadepto?—Curiosamente,no:Mevolenteraelemental.Esraroencontrarelementalesque

sedesvíentantoporlassendasoscuras,peroavecesocurre.HabíaunapreguntaqueStephaniellevabaunratodeseandohacer,perosehabía

contenidohastaentoncesporquenoqueríaparecerdemasiadoansiosa.AhorametiólospulgaresenlastrabillasdelosvaquerosymiróaSkulduggeryconcarainocente,comosiacabaradeocurrírselelaidea.

—¿Ycómosesabequiénpuedehacermagia?¿Puedehacerlatodoelmundo?—No,enrealidadhaypocagentequepueda.Losquepuedensuelencongregarse,

demodoqueelmundoestállenodepequeñascomunidadesmágicasesparcidasaquíyallá.Soloen Irlandae Inglaterrahaydieciochobarrioshabitadosúnicamentepormagos.

—¿Sepuedesermagosinsaberlo?—Sí,claro.Haypersonasquevivenunavidaaburridayconvencionalsinsaber

que tienenunmundoasombrosoen lasyemasde losdedos.Muchossemuerensintenerniideadelograndesquepodríanhabersido.

—Meparecemuytriste.—Puesamímehacebastantegracia.—No sé por qué, la verdad. ¿A ti te gustaría no ser consciente de lo que eres

capazdehacer?—Notendríaniidea,asíquemedaríaigual—dijoSkulduggerydeteniéndose—.

Hemosllegado.Stephaniemiróhaciaarriba:estaban juntoaunruinosobloquedepisoscon las

paredespintarrajeadasylasventanasagrietadasymugrientas.Skulduggerysubiólosescalones de hormigón que conducían al portal y entró seguido de Stephanie. Alfondohabíaunaescaleradesvencijadaquelosdosempezaronasubir.

Elprimerrellanoestabamuysilenciosoyolíaahumedad.Enelsegundoseveíanretazos de luz que asomaban entre las puertas y el suelo, despejando un tanto laoscuridadreinante.Enunodelosapartamentoshabíaunatelevisiónencendida.

Al llegar al tercer piso, Stephanie supo de inmediato que era allí donde sedirigían.Aquelrellanoestabalimpio,noolíaanadayteníaluz.Eracomosihubieranentradoenunedificiototalmentediferente.StephaniesiguióaSkulduggeryhastalamitaddelpasillo,ysediocuentadequeenlaspuertasnohabíanúmerosniletrasdeningunaclase.Luegosequedómirando lapuertaa laqueSkulduggeryacababadellamar:eralaúnicaqueteníaunaplaca.«Biblioteca»,ponía.

—Una cosamás—dijo Skulduggerymientras esperaban—. Por muchas ganasqueteentrendehacerlo,noseteocurradecirlecómotellamas.

Lapuerta se entreabrió antesdequeStephaniepudierapreguntarnadaypor elhueco se asomóunhombredelgadoconunos enormes anteojos redondos.Tenía lanarizaguileña,ysupelocrespoestabaenfrancoretroceso.Ibavestidoconuntrajede

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cuadros y unapajarita. Se quedómirandounmomento aStephanie; luegohizoungestoconlacabezaendirecciónaSkulduggeryyabriólapuertadeltodo.

Al entrar, Stephanie se dio cuenta de la razón por la que las puertas no teníannúmeros: todas daban a la misma estancia. Los dueños de aquel lugar habíaneliminadotodoslostabiquesparainstalarestanteríasenlasquereposabanunsinfíndelibros.Habíadecenasdemiles,enunamarañadeestanteríasqueseextendíadeunlado a otro del edificio. Mientras Skulduggery y ella seguían al hombre de losanteojosporaquellaberinto,Stephanievioquehabíamásgenteenlabiblioteca.Eranpersonasconcentradasenlalecturaymedioescondidasentrelassombras,personasconalgoindefiniblequelashacía…raras.

En medio de la biblioteca había un espacio despejado, como un claro en unbosquedelibros,yallílosesperabalamujermáshermosaqueStephaniehabíavistoensuvida.Teníaelpelonegrocomoaladecuervo,ylosojosdeunazulpalidísimo.Sus facciones eran tan delicadas queStephanie temió que se rompieran si sonreía;entonces lamujer sonrió, y Stephanie sintió una calidez tan acogedora que por uninstantedeseóquedarsealladodeaquellamujerparasiemprejamás.

—Déjaloya—dijoSkulduggery.La mujer dirigió la mirada hacia él y su sonrisa tomó un matiz juguetón.

Stephanieseguíamirándolaembobada.Sentíaelcuerpo tanpesadoy torpónque loúnicoquedeseabahacerenlavidaeraquedarseallídepie,enelprecisolugarenelqueestaba,ycontemplarlabellezaenestadopuro.

—Tedigoquelodejes—insistióSkulduggery.LamujerseechóareíryvolvióamiraraStephanie.

—Huy, lo siento —dijo, y Stephanie sintió como si un velo de neblina selevantara de su mente. Se tambaleó, repentinamente mareada, pero Skulduggeryestabaalertaylasujetóponiéndolelamanoenlaespaldaparaquenosecayera—.Losiento mucho, de verdad —repitió la mujer haciendo una pequeña reverencia—.Siempremeolvidodelefectoquecausoenlagente.Laprimeraimpresióneslamásvivida,yasesabe…

—Parecequeteolvidasdeesepequeñodetallecadavezqueconocesaalguien—dijoSkulduggery.

—Sí,soyunadespistada.Enfin,¿quéselevaahacer?SkulduggerysevolvióhaciaStephanie,refunfuñando.—Noteavergüences;todoelmundoseenamoradeChinalaprimeravezquela

ve.Perocréeme,elefectoesmenorcuantomáslaconoces.—Sí, esmenor—intervino la tal China—, pero nunca llega a desaparecer del

todo.¿Verdad,Skulduggery?Eldetectivesequitóel sombreroyobservóaChinasindignarsecontestara su

pregunta.ChinamirósonrienteaStephanieyleofrecióunatarjetadevisita.Eradecolorhuesoysoloteníaimpresounnúmerodeteléfono.Elconjuntodesprendíaunadelicadaelegancia.

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—Llámamecuandoquieras,sobretodosiencuentrasalgúnlibrouobjetoquemepuedainteresar.Skulduggerylohacíaamenudo,peroahorahacemuchoquenomellama.Metemoqueesoyaesaguapasada,yevidentementenomuevemolino…¡Ay,pero qué despistada soy! Se me ha olvidado presentarme. Yo me llamo ChinaSorrows,querida.¿Ytú,cómotellamas?

Stephanie estaba a punto de decirle su nombre cuandoSkulduggery la fulminócon la mirada. Entonces recordó el consejo que le había dado antes de entrar yfruncióelceño,porquesentíaelimpulsocasiirreprimibledecontarleaaquellamujertodocuantoquisierasaber.

—No te hace falta saber su nombre—intervino Skulduggery—. Lo único quetienesquesaberesqueestabaencasadeGordonEdgleycuandounhombreentróporla fuerza. Estaba buscando algo. ¿Qué podría tener Gordon para que alguien locodiciaratanto?

—¿Nosabesquiénera?—Elnoeranadie;loimportanteesquiénloenvió.—¿Yquiénteparecequeloenvió?SkulduggerysequedócalladoyChinasoltóunarisita.—¿YaestásconSerpinedenuevo?Peroquerido,segúntú,Serpineeselculpable

decasitodosloscrímenesdelmundo.—Esqueloes.—Bueno,¿yporquévienesavermeamí?—Porquetúsiempreteenterasdecosas.—¿Ah,sí?—Lagentehablacontigo.—Bueno,esquesoyunapersonaextremadamenteaccesible.—El caso es que me pregunto si habrás oído algo, algún rumor, alguna

murmuración…enfin,cualquiercosa.—Nadaquepuedaservirtedeayuda.—Peroentonces,¿hasoídoalgo?—Loúnicoqueheoídoesunatontería,unabobadatanabsurdaquenisiquiera

mereceelnombrederumor.PareceserqueSerpinehaestadoindagandoacercadelCetrodelosAntiguos.

—¿Paraqué?—Dicenqueloestábuscando.—¿Cómoqueloestábuscando?¡PerosielCetroesuncuentodeviejas!—Teavisédequeeraunatontería.Skulduggery se quedó callado un momento, como si estuviera almacenando

aquellainformaciónparaexaminarlaluegoconmásdetenimiento,yluegovolvióalpuntodepartida:

—Bueno,¿yquécreesquepodríatenerGordonparaqueSerpine,oquienfuera,locodiciaratanto?

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—Cualquier cosa—respondióChina—.El buenodeGordon tenía vocacióndecoleccionista,comoyo.Peronocreoqueesasealapreguntaadecuada.

Skulduggerysequedópensandounmomento.—Ah,claro—dijoalcabo.Stephanielosmiródehitoenhito.—¿Sepuedesaberdequéhabláis?—La pregunta adecuada —respondió Skulduggery— no es qué podría tener

Gordonparaquealguienquisiera robarlo, sinoquépodría tenerquenopudiera serrobadohastaqueélhubieramuerto.

—¿Esquehayalgunadiferencia?—Hayobjetosquenadiepuedecogersinpermiso,posesionesquenopuedenser

robadas—leexplicóChina—.Enesoscasos, sudueñodebeestarmuertoparaqueotrapersonapuedahacerusodelospoderesdelobjeto.

—Sioyesalgoquemepuedainteresar,¿melodirás?—ledijoSkulduggery.—¿Y tú qué me darás a cambio? —contestó China, volviendo a esbozar una

sonrisamaliciosa.—¿Tevaleconlasgracias?—Tentador,muytentador.—Bueno,puesentoncesaverquétepareceesto—repusoSkulduggery—.Hazlo

porunamigo.—¿Unamigo?Despuésdetodosestosañosydetodoloquehapasado,¿meestás

diciendoquevuelvesasermiamigo?—MereferíaaGordon.ChinaseechóareírmientrasSkulduggerysedabalavueltayseinternabaentre

lasestanterías,seguidodeStephanie.Salierondelabibliotecayvolvieronpordondehabíanvenido.

Stephaniesolosedecidióahablarcuandoyahabíanllegadoalacalle.—AsíqueesaeraChinaSorrows—dijo.—En carne y hueso —respondió Skulduggery—. Una mujer poco digna de

confianza,porcierto.—Perotieneunnombremuybonito.—Ya te dije antes que los nombres danpoder.Todos tenemos tres nombres: el

nombreconelquenaces,elqueteponenyelqueadoptas.Todaslaspersonas,seanquienessean,nacenconunnombre.Túteníasunnombrealnacer.¿Loconoces?

—¿Esunapreguntacontruco?—¿Sabescómotellamas?—Sí,claro.StephanieEdgley.—No.—¿Cómoqueno?—Eseeselnombrequetepusieron,elnombrequetuspadreseligieronparati.Si

unmagodecualquiertipoquisierahacerlo,podríausaresenombreparainfluirenti,

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para obtener un cierto grado de control sobre tus actos. Podría obligarte a que televantaras,tesentarasotequedarascallada…enfin,esetipodecosas.

—¿Cómosifueraunperro?—Sí,algoporelestilo.—¿Estásdiciendoquesoycomounperrillofaldero?—En absoluto—repuso Skulduggery. Luego se quedó callado unmomento—.

Bueno,laverdadesquesí.—Ah,muchísimasgracias.—El caso es que, además, tienes otro nombre: el de verdad, el auténtico. Un

nombreúnicoqueteperteneceatiyanadiemásqueati.—¿Cuálesesenombre?—Nolosé.Ytútampocolosabes,almenosnoconscientemente.Esenombrete

dapoder,perotambiénpodríaproporcionaraotraspersonasunpoderabsolutosobreti.Sialgúnmagoloconociera,podríaobligarteaserleleal,aamarlo,aentregarletuvidaentera;tuvoluntadindividualquedaríaanuladaporcompleto.Esaeslarazóndequemantengamosocultosnuestrosverdaderosnombres.

—¿Yquépasaconeltercernombre?—Eselnombrequeadoptas,ynadiepuedeusarloparahacertedañooinfluiren

ti.Setratadeladefensamáselementalcontraelataquedeunmago.Elnombrequeadoptasbloqueaelaccesoalnombrequetehanpuesto,loprotege,yporesoestanimportanteelegirloconacierto.

—EntoncesSkulduggeryeselnombrequetúadoptaste,¿no?—Exacto.—¿Nodeberíaadoptarunnombreyotambién?Skulduggerysequedópensativounmomento,peroreaccionóenseguida.—Si vas a acompañarme en este asunto, la respuesta es que sí. Puede que te

vengabienhacerlo.—¿Ymevasadejarqueteacompañe?—Depende.¿Necesitaspedirpermisoatuspadres?Stephanie pensó un momento. Sus padres querían que encontrara su propio

caminoen lavida, se lohabíandicho infinidaddeveces.En realidad,aldecirlosereferíanacosascomolasasignaturasoptativasdelinstituto,sucarrerauniversitaria,sufuturotrabajo…Erabastanteposibleque,aldeciraquello,nohubierantenidoencuentaunfuturollenodeesqueletosvivientesysubmundosmágicos.Sihubieransidoconscientesdeaquello,talvezlahubieranaconsejadodeformadiferente.

—Másbienno—dijoalfin,encogiéndosedehombros.—Bueno,puesconesomevale.Yahabíanllegadoalcoche.Skulduggeryysunuevasociasemontaron,ycuando

seincorporabanalacarretera,Stephanielomiró.—¿QuiéneseseSerpinedelquehablabaisantes?—NefarianSerpineesunode losmalos.AhoraqueMevolentnoestá, supongo

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quepodríamosconsiderarlocomoelmalvadooficial.—¿Quélehacesertanmalo?Duranteunossegundossehizounsilenciosolorotoporelronroneodelmotor.—Serpine es un adepto—dijo Skulduggery al fin—. Era el lugarteniente más

preciadodeMevolent.AntesChinahadichoqueGordonyella teníanvocacióndecoleccionistas, ¿te acuerdas? Bueno, pues Serpine también la tiene. Coleccionamagia: ha torturado, mutilado y asesinado a mucha gente para hacerse con sussecretos.Hacometidoatrocidadessinnombreparadesvelaroscuros ritos,enbuscade un ritual único que él, y otros fanáticos como él, llevan buscando desde hacesiglos.Cuandoestallólaguerrasecreta,Serpineteníaunarmainfalible;hoyendíaesunmagollenodesorpresas,peroaunasísigueutilizándolaporquelaverdadesqueresultaimposibledefendersedeella.

—¿Enquéconsiste?—Enpocaspalabras,consisteenlamásatrozdelasmuertes.—¿Peromata a la gente así, sinmás? ¿Nodispara conun armani nada por el

estilo?—Loúnicoquehaceesextendersurojamanoderechahaciasusenemigos,y…

enfin,semuerenatrozmente.Esunatécnicadenecromancia.—¿Quéesnecromancia?—Esunamagiademuerte, unavariedadparticularmentepeligrosade lamagia

adepta.NotengoniideadecómollegóaaprenderlaSerpine,peronocabedudadequelohizoaconciencia.

—¿YquétienequeverelCetrocontodoesto?—Nada,nadaenabsoluto.—Bueno,¿peroquées?—Es un arma con un poder destructivo incontenible, o más bien lo sería si

existiera. Se trata de una barra demetalmás omenos tan larga como tu fémur…Ahoraquelopienso,creoquetengoundibujoporaquí.

Skulduggery se detuvo junto a la acera, salió del coche y abrió el maletero.Stephaniemiróalrededor:nuncahabíaestadoenaquellapartedelaciudad.Lascallesestabanvacíasysilenciosas,yalgomáslejosseentreveíaunpuentequeatravesabaun canal. En menos de un minuto Skulduggery volvió al coche, colocó un libroencuadernadoencuerosobreel regazodeStephanieyarrancódenuevo.Stephanieabrióelbrochedemetalquemanteníaellibrocerrado.

—¿Quéesesto?—preguntó,hojeándolo.—Sonnuestrosmitos y leyendasmás populares—dijoSkulduggery—.Acabas

depasarlahistoriadelCetro.Stephanie volvió atrás y encontró un dibujo en el que un hombre con los ojos

muy abiertos alargaba la mano para agarrar una vara dorada con una gema negraengastadaenlaempuñadura.ElCetroresplandecía,obligandoalhombreaprotegerselosojosconlaotramano.Enlapáginaopuestahabíaotrodibujoquemostrabaaun

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hombre enarbolando el Cetro, rodeado de figuras agazapadas que miraban endirecciónopuesta.

—¿Quiéneseste?—Es un Antiguo. Según nuestras leyendas, los Antiguos fueron los magos

originales, los primeros que aprendieron a manejar el poder de los elementos einventaronhechizos.Vivíanajenosalmundodelosmortales,noestabaninteresadosen él; tenían gustos y costumbres propias, e incluso dioses propios. Al cabo demuchos años decidieron que también querían tener destinos propios, así que serebelaroncontrasusdioses,queeranunosseresbastantedesagradablesllamadoslosSinRostro,ylucharoncontraellosenlatierra, loscielosylosocéanos.Perocomolos Sin Rostro eran inmortales, ganaban todas las batallas, hasta que losAntiguosconstruyeron un arma lo suficientemente poderosa como para expulsarlos de laTierra:elCetro.

—Parecequeconocesbienlahistoria.—Tal vez la costumbre de contar cuentos alrededor de una hoguera resulte

pintorescahoyendía,peroeraelúnicoentretenimientoqueteníamosantesdequeseinventaraelcine.Enfin,lacosaesquelosAntiguoslograronecharalosSinRostro,mandarlosdevueltaallugardelquehabíanvenido.

—¿Quérepresentaestedibujo?¿Eselmomentoenquemataronasusdioses?—Sí.ElpoderdelCetroestabaalimentadoporelansiadelibertadqueteníanlos

Antiguos,lafuerzamáspoderosaqueteníanasualcance.—Entonces,¿setratadeunafuerzaliberadora?—Ensuorigen,sí.LoquepasaesqueunavezquelosSinRostrodesaparecieron

ydejarondedecirlesloqueteníanquehacer,losAntiguosempezaronalucharentreellosusandoelCetro,yestohizoqueseimpregnaradeodio.

El coche avanzaba por calles bordeadas de farolas cuya luz se reflejabaintermitenteenlacalaveradeSkulduggery,creandounritmohipnótico.

—ElúltimoAntiguo—prosiguióeldetective—,trashaberdesterradoatodossusdiosesymatadoatodossusamigosyfamilia,sediocuentadeloquehabíahechoytiróelCetroalasprofundidadesdelatierra.Elsueloselotragó,ynuncasehavueltoasaberdeél.

—¿Yquéhizoentonces?—Yoqué sé. Se echaría una siesta, supongo.Es una leyenda, una alegoría; no

pasódeverdad.—Entonces,¿porquéSerpinepiensaqueelCetroexiste?—Esoes justamente loqueme tiene intrigado.Serpine,comoMevolent,creea

piesjuntillasalgunosdenuestrosmitosmásoscuroseinquietantes.Estáconvencidode que el mundo era un lugar mejor cuando los Sin Rostro lo dominaban. Peroaquellos seres no eran especialmente amantes de los humanos, ¿sabes? Además,exigíansumisiónabsoluta.

—Eseritualquellevasiglosbuscando,¿sirveparatraerlosdevuelta?

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—Túlohasdicho.—Tal vez Serpine crea que si el Cetro sirvió para expulsarlos, también podría

hacerlosvolver,¿noteparece?—Lagentecreetodotipodecosasrarassiformanpartedesureligión.—Y tú, ¿qué opinas? ¿Crees que existieron de verdad los Antiguos, los Sin

Rostroytodasesascosas?—Yocreoenmí,Stephanie,yconesomebasta.—Entonces,¿teparecequeelCetroexisterealmente?—Lodudomucho.—¿Yquérelaciónguardatodoestoconmitío?—Niidea—dijoSkulduggery—.Silosupiéramos,noseríaunmisterio.De pronto el coche se llenó de luz y empezó a sacudirse, y el aire se llenó de

chirridosygolpesmetálicos.Stephaniesezarandeóapesardelcinturóndeseguridad,golpeólaventanillaconlacabezayviocómolacalleseinclinabacadavezmás.Depronto cayóen la cuentadeque estabandandounavueltade campana.OyócómoSkulduggerymaldecía,sesintióingrávidaporunmomentoyluegoseestrellócontraelsalpicadero.

Elcochesebalanceóunpardevecesantesdequedarseinmóvil.Stephanieestabapasmada mirándose las rodillas, consciente pero demasiado conmocionada parapensar.En su cabeza sonóunavocecilla: decíaque teníaque levantar lavista, quedebíamirarhaciaarribaparaverquéestabapasando.ElBentleyestabainmóvilysumotorhabíaenmudecido,peroalgomásalláseoíael ronroneodeotromotor.Unapuertadecocheseabrióysecerróenseguida.«Levantalavista,Stephanie».Pisadas,pisadas de alguien que se acercaba corriendo. «Levanta la vista ya mismo».Skulduggery a su lado, inmóvil. «Levanta la vista, Stephanie, vienen a por ti.LevántalaYAMISMO».

Porsegundavezaquellanoche,unamanorompióelcristaldelaventanajustoalladodeStephanie.Elhombrequelahabíaatacadoenlacasalaagarróylasacódelcochedeuntirón.

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UNHOMBREDESHECHO

ENÍAla ropaquemadayhecha jirones,perosupielnoparecíahabersufridolosefectosdelaboladefuegoquelohabíaenvueltoenlacasadeGordon.Stephanieleviolacaraa la luz de los faros amarillos del Bentley, su expresióndistorsionadaporelodioylaira,yluegolaperdiódevista

por unmomentomientras el hombre la levantaba en vilo y la estampaba contra elcapódelcochequehabíachocadocontraeldeSkulduggery.Elhombreleestrujóelcuelloconlasmanos,hincándolelospulgaresenlagarganta.

—Sinomedasesacondenadallave,morirásaquímismo—siseó.Stephanie le agarró lasmanos intentandohacerle aflojar supresa.La cabeza le

dabavueltasylepalpitabanlassienes.—Porfavor—susurró,haciendounesfuerzoporrespirar.—Meestáshaciendoquedarmal—mascullóelhombre—.¡Miseñorvaapensar

quesoyunestúpidosinosoycapazdequitarleniunallaveaunamocosa!Lacalleestabavacía.Noseveíanmásquetiendasynegocios,cerradoshastael

díasiguiente.Nohabíanadiequepudieradespertarseyoírla.Nadielaibaaayudar.YSkulduggery,¿dóndeestaba?

Elhombrelalevantóenviloyvolvióaestamparlacontraelcapócontodassusfuerzas. Stephanie dio un grito de dolor y el hombre se inclinó sobre ella,presionándoleahoralagargantaconelantebrazoderecho.

—Tevoyaromperelcuello,niñata—siseó.—¡Nosédequéllavemehablas!—dijoStephaniedandoboqueadas.—Sinolosabes,nomesirvesdenadaypuedomatarteyamismo.Stephaniemirólasfaccionescontraídasdelhombreydecidiócambiardetáctica:

envezde intentarapartarle lasmanos, lehincóeldedopulgarenelagujeroque lehabía hecho la bala en el hombro. El hombre chilló y se tambaleó soltandomaldiciones,yStephanieaprovechóparaapartarserápidamenteyecharacorrerhaciael Bentley. Skulduggery estaba dentro, intentando salir; pero la puerta se habíadeformadoconelimpactoylehabíadejadolapiernaatrapada.

—¡Vete!—ledijoaStephanieatravésdelhuecodelaventanilla—.¡Corre,vete!Stephaniemiróhaciaatrás,viounafiguraqueseabalanzabahaciaellayseapartó

del coche empujándose con las manos. El impulso hizo que resbalara en el suelomojado, pero logró ponerse en pie enseguida y echó a correr El hombre saliódisparadotrasella,agarrándoseelhombroherido.

Stephanieseagachóparaesquivarotraarremetida,yaprovechóparaagarrarunafarolaygirarsobresímismaapartándosedelatrayectoriadelhombre,quecayódebrucesimpulsadoporlainercia.Aprovechandosuventaja,Stephanieechóacorrerendirecciónopuesta,pasójuntoalosdoscochesysiguióavanzandosindetenerse.Lacalleerademasiadolargayanchaparapensarendespistaralhombre,asíquetorció

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porlaprimerabocacallequevioyseabalanzóporunoscurocallejón.Oíaalhombrecorrertraselladandozancadasqueleparecíanmuchomásrápidas

quelassuyas,peronoseatrevíaamiraratrásporquenoqueríaqueelmiedoqueleestaba dando alas se convirtiera en pánico y la dejara paralizada. Estaba todo tanoscuroqueStephanienodistinguíaloquehabíaunmetromásalládesucara.Pensóquesihubieraunapareddelante,nisiquieralaveríahastaestamparsecontra…

Unapared..En el último momento giró el torso y amortiguó el golpe con las manos,

aprovechandoelimpulsoparatorcerenángulorectosinperderdemasiadavelocidadyseguircorriendojuntoalmuro.Elhombredebíadeverinclusomenosqueellaenlaoscuridad,porquedeinmediatooyócómogolpeabalaparedysoltabauntaco.

Aciertadistancialaoscuridadseaclaraba:eraelfinaldelcallejón.Porlacalleenla que desembocaba pasó veloz un taxi. El hombre avanzaba a trompicones, yStephanie pensó que lo había conseguido. Solo tenía que acercarse corriendo a laprimerapersonaquevieraparaqueelhombreladejaraenpaz.

Salió disparada del callejón pidiendo ayuda a gritos, pero el taxi habíadesaparecido y la calle estaba desierta. Stephanie volvió a gritar, esta vez dedesesperación. Su sombra se extendía ante ella, cortando la luz anaranjada de lasfarolas;deprontoaparecióotrasombrapordetrásyStephaniesetiróhaciaunladoparaevitaralhombre,quepasócomounaexhalaciónsinpoderagarrarla.

Al fondo de la calle se veía un reflejo: era el canal que recorría la ciudad.Stephanie echó a correr hacia allí, consciente de que el hombre volvía a ganarleterreno.

Deprontonotóelrocedesusdedosenelhombro.ElhombrecerrólamanojustocuandoStephaniellegabaalbordedelcanal,peroellalogrótirarsealaguaantesdequelafrenaradeltodo.Alcaeroyóunchillidodepánicotrasella,ysediocuentadequehabíaarrastradoalhombreconsigo.Entonceselaguahelada losenvolvióa losdos.

ElfríodejóaturdidaaStephanieduranteunmomento,perologrósobreponerseycomenzó a patalear. Levantó los brazos y empezó a dar brazadas como si quisieraagarrar el agua que había sobre ella para arrastrarla hacia abajo, igual que habíahechomilesdevecesenlaplayadeHaggard.Yacasiestabafuera,yapodíadistinguirlaslucessobresucabeza.

Emergió jadeante, miró alrededor para ver qué era de su perseguidor y lo viodebatirse frenético. Por un instante pensó que el hombre no sabía nadar, peroenseguidasediocuentadequelepasabaalgopeor.Elagualehacíadaño,corroíasupielcomoelácidoydesprendíatirasdecarnedesucuerpo.Losgritosdelhombresefueron haciendo cada vez más guturales, y Stephanie se quedó mirando cómo sedeshacíahastaquedartotalmentesilenciosoeinconfundiblementemuerto.

Stephanie empezó a nadar, intentando esquivar los trocitos de hombre queflotabanenelagua.Teníalasmanosylospiesentumecidosporelfrío,perosiguió

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nadandosindetenersehastadejaratráselpuentedesdeelquesehabíatirado.Cuandoyaestababastantelejos,agarróelbordedelcanalyseaupóhastasalirdel

agua.Empapadaytemblorosa,cruzólosbrazossobreelpechoyechóacorrerhaciaelBentleyatodalavelocidadquelepermitíansusdeportivasencharcadas.

CuandollegóalBentleyloencontróvacío.Mientrasloobservaba,oyóunruidoyseocultóenlassombras:erauncamión,cuyoconductoraminorólamarchaalverlosdoscochesaccidentadosperovolvióaacelerarcuandocomprobóquenohabíanadieenlascercanías.Stephaniesiguióesperandoenelmismositio.

Algunosminutosmástarde,SkulduggerysaliódelcallejónporelquehabíahuidoStephanie hacía un rato. Iba caminando a buen paso, y examinaba la calle conatención mientras se acercaba al coche. Stephanie avanzó hasta entrar en la zonailuminada.

—Hola—dijo.—¡Stephanie!—exclamóSkulduggery,abalanzándosesobreella—.¿Estásbien?—Sí, solo he ido a darme un baño —dijo ella, intentando no castañetear los

dientes.—¿Quéhapasado?¿Dóndeestáesetipo?—Huy,portodaspartes—contestóStephanie,ateridaporlabrisaqueatravesaba

susropasempapadas—.Sehadisueltoenelagua.—Sí,esascosasocurren—dijoSkulduggeryasintiendoconlacabeza.Extendió la mano abierta y Stephanie notó cómo se iba secando rápidamente,

mientras la humedad que salía de sus ropas formaba una nubecilla y se quedabasuspendidasobresucabeza.

—¿Notepareceraro?—preguntó.Skulduggery movió la mano; la nube se apartó volando y se deshizo en un

minúsculochaparrónaciertadistancia.—La magia adepta puede salirle cara a quien la practica. Como has podido

comprobar, tu perseguidor había conseguido ser inmune a los efectos del fuego, yparecía sentirse muy orgulloso de ello. Pero, desafortunadamente para él, estehechizo tenía lacontrapartidadeconvertirelaguaenunasustancia letal.Detrásdetodogranhechizosiemprehayunapegaoculta.

SkulduggerychasqueólosdedoshaciendoaparecerunaboladefuegoyStephanieempezóaentrarencalor.

—Megustaesetruco—dijo—.Algúndíatienesqueenseñarmeahacerlo.Luego se acercó al Bentley, abrió la puerta del copiloto con considerable

esfuerzo, retiró los cristales rotos del asiento, montó y se abrochó el cinturón.Skulduggeryseacercóporelotrolado,secolóporlaventanillarotaylogróencajarsetras el volante.Al girar la llave de contacto elmotor carraspeó y se quejó por unmomento,peroenseguidavolvióacobrarvida.

Stephanie estaba agotada física y mentalmente; los brazos y las piernas lepesaban, y se le cerraban los ojos. Se sacó el teléfono móvil del bolsillo:

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milagrosamente, el agua del canal no lo había estropeado. Apretó una tecla y lapantallaseiluminó,mostrandolahora.Stephaniesoltóungemidoymiróhaciafuera:elhorizonteempezabaailuminarseconlasprimeraslucesdelalba.

—¿Quétepasa?—dijoSkulduggery—.¿Teduelealgo?—No, pero si no vuelvo pronto a casa de Gordon voy a tener problemas.Mi

madreiráarecogermedentrodeunrato.—Noparecesmuyfeliz.—Esquenoquierovolveralmundodesiempre,amividaenunpueblollenode

vecinosfisgonesyparientesantipáticos.—¿Prefieresvivirenunmundoenelqueteatacandosvecesenunasolanoche?—Séquesuenaabsurdo,perosí,loprefiero.Aquípasancosas,almenos.—Hoy iré a visitar a un amigo, alguien que quizá nos pueda prestar ayuda. Si

quieres,puedesvenirconmigo.—¿Lodicesenserio?—Creoquetienesbuenolfatoparaestetipodetrabajo.Stephanieasintió,encogiéndosedehombros.—¿Y qué hay de lamagia?—preguntó, procurando disimular el alborozo que

sentía.—¿Aquéterefieres?—¿Meenseñarás?—Nisiquierasabemossierescapazdehacermagia.—¿Ycómopuedoaveriguarlo?¿Hayalgunapruebaquepermitacomprobarlo,o

algoasí?—Sí, hayuna.Si te cortan la cabezay tevuelve a crecer, esquepuedeshacer

magia.—Estásvolviendoatomarmeelpelo,¿verdad?—Efectivamente.—Bueno,entonces,¿meenseñarás?—Nosoymaestro,soydetective.Esaesmiprofesión.—Ah,vale.Peroesquemegustaríatantoaprender,ytúlohacestanbien…—Nosetenotanadaquemeestáshaciendolapelota.—Bueno,sinoquieresenseñarme,nopasanada.Siemprepuedopedirleayudaa

China,¿no?Skulduggeryvolviólacabezaparamirarla.—Chinanoteenseñaríanadadenada,porqueloúnicoquelamueveessupropio

interés.Talvezalprincipionotedescuentadeelloycreasqueteestáhaciendounfavor,peronodebesconfiarnuncaenella.

—Vale,deacuerdo.—Estupendo.Entoncesvasahacermecaso,¿verdad?—Sí,porsupuesto.NadadeconfiarenChina.—Muybien,mealegrodequetehayaquedadotanclaro.

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—Osea,quemevasaenseñartú,¿no?Skulduggerysuspiró.—Meparecequetratarcontigovaaserunatortura.—Sí,esodicentodosmisprofesores.—Laverdad,noséporquémemetoenestoslíos—mascullóSkulduggerypara

sí.SkulduggerydejóaStephanieencasadesutío,yalcabodemediahoraapareció

elcochedesumadreporelembarradocaminoStephanielasaludódesdefueradelacasaparadesviarsuatencióndelapuertadeentrada,queseguíaapoyadaenelmarco.

—Buenosdías,corazón.¿Quétalestás?—dijosumadrecuandoStephanieentróenelcoche.

—Muybien.—Puestienesunacarafatal.—Muchasgracias,mamá.Lamadre deStephanie se echó a reírmientras giraba el volante para salir a la

carretera.—Perdona.Perodime,¿cómohasidolanoche?Stephanietitubeóyseencogiódehombros.—Tranquila—respondió.

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SERPINE

EFARIANSerpineteníavisita.Avanzó por los corredores de su castillo, pasando junto a

decenas de Hombres Huecos que le hacían profundasreverenciasalverlo.Delejosparecíanreales,perovistosdecercano eranmás que toscas imitacionesde seres humanos.Su pielquebradiza como el papel era una mera cáscara inexpresiva,

infladaporunaacumulacióndegasesinmundos.Lasúnicaspartesmacizasdesucuerpoeranlospies,queresonabansobreelpavimentodepiedra,y lasmanos,cuyopesolesobligabaacaminarperpetuamenteencorvados.

CuantomásseacercabaSerpinea la salacentraldel castillo,másabundaban losHombresHuecos.Eranunascriaturassimplesquesolohacíanloquese lesordenaba,ynohabíansabidoquéhacerconelvisitante.Serpineentróen laenormesalay lamultituddeHombresHuecosseabrióasupaso,dejandounpasilloencuyoextremohabíaunhombrevestidoconuntrajeoscuroquesevolvióparasaludarlo.

—SeñorBliss—dijoSerpineeducadamente—.Creíquehabíamuerto.—Sí,yotambiénlooídecir—respondióBliss.Eraunhombreelegante,robustoymusculoso,

tan alto como Serpine; pero mientras que Serpine tenía el pelo negro y los ojos de unresplandeciente verde esmeralda, él era calvo y tenía los ojos delmás pálido de los azules-.Dehecho, yomismome encargué de iniciar el rumor. Pensé que de esemodo la genteme dejaríadisfrutarenpazdemijubilación.

—¿Ylohaconseguido?—Desafortunadamente,no.Serpine hizo un gesto con el brazo para indicar a losHombresHuecos que se retiraran y

condujoasuinvitadoaunasalacontigua.—¿Puedoofrecerlealgodebeber?—preguntóacercándoseaunaparador—.¿Oesdemasiado

temprano?—Hevenidoporunasuntodetrabajo—repusoBliss—.MeenvíanlosMayores.Serpinesevolvióparaencararlo,esbozandounasonrisa.—Ah,losMayores.¿Cómoestán,porcierto?—Preocupados.—¿Ycuándono?Serpineseacercóaunsillónqueestabafrentealaventana,sequedódepieporunmomento

observandoelsolquepugnabaporsaliryluegosesentóconlaspiernascruzadas,mirandoaBlisspara indicarle que continuara. La última vez que habían estado los dos en lamisma estancia,habíanpasadohorasintentandomatarseelunoalotromientrasunhuracándevastabaeledificioa su alrededor. Serpine se dio cuenta de que Bliss no se había querido sentar porque estabarecordandoaquellaescena;evidentemente,desconfiabadeél.

—LosMayores me han convocado porque hace cinco días perdieron a dos de sus hombres:ClementGaleyAlexanderSlake.

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—Créamequelosientotantocomoellos,perometemoquenohevistojamásaningunodelosdos.

—Los Mayores les habían encomendado que… observaran discretamente esta fortaleza decuandoencuando.

—¿Eranespías?—No, en absoluto; eran meros observadores. Los Mayores creyeron que sería prudente

supervisaraunoscuantosseguidoresdeMevolentparaasegurarsedequenadieseapartabadeloestipuladoenlatregua,yustedsiemprefueelprimerodeesalista.

Serpinesonrió.—¿Ycreequehetenidoalgoqueverconsudesaparición?Ahorasoyunhombrepacífico.Mis

díasdeluchahanacabado;solomemuevelaseddeconocimiento.—Laseddesecretos.—Qué siniestro suena eso en su boca, señor Bliss. En cuanto a la desaparición de los

«observadores»,esperoqueaparezcandenuevosanosysalvos,yquelosMayorestenganquepedirledisculpasporhaberlesacadodesuretiroalafuerza.

—Aparecieronayer.—¿Ah,sí?—Muertos.—Quéterriblecontratiempo.—Suscuerposnoteníanningunamarca,niunasolaindicacióndequépodíahaberlosmatado.

¿Lesuena?Serpinesequedópensativounmomento.Luegoenarcóunacejaylevantólamanoderecha,que

teníacubiertaconunguante.—¿Creenquelohehechoconmimano,quefuiyoquienmatóaesoshombres?Porfavor,¡pero

si llevo años sin usar este poder!Cuando aprendí a usarlo pensé que era algomaravilloso, peroahora lo considero como una maldición, un recordatorio constante de los muchos errores ytransgresionesquecometícomoseguidordeMevolent.Nomeimportareconoceranteusted,señorBliss,queestoyprofundamenteavergonzadodeloquehehechoenmivida.

Blisslomiródehitoenhito.AunqueSerpineestuvoapuntodeestropearlotodoechándoseareír,alfinalsecontuvoylogrómantenersusocarronaexpresióndeinocencia.

—Gracias por su cooperación—dijoBliss, disponiéndose a salir—.Tal vez vuelva dentro depoco,sitengoalgunapreguntamásquehacerle.

SerpineesperóaqueBlissestuvieraenelumbralparahablardenuevo.—Debendetenermiedo.Blisssedetuvo.—¿Porquélodice?—Lohanmandadoausted,Bliss.¿Porquénohanmandadoaldetective?—SkulduggeryPleasantestáocupadoconotrainvestigación.—¿Deveras?¿Nopensaronquemandándoloaustedlograríanintimidarme?—Pensaron que querría escucharme. Esta tregua solo durará el tiempo que las dos partes

firmantesquieran.LosMayoresquierenquedure.

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—Meparecemuysensatoporsuparte.Blisslomirócomosiestuvieraintentandoleerlelospensamientos.—Ten cuidado, Nefarian —dijo, tuteándolo de pronto—. Puede que no te guste lo que

encuentresalfinaldelcaminoquehasemprendido.Serpinesonrió.—¿Seguroquenoquieresbeberalgo?—No,debocogerunavión.—¿Vasaalgúnsitioagradable?—TengounareuniónenLondres.—Esperoquetevayabien.Yatomaremosalgojuntosenotraocasión,entonces.—Sí,talvez.Blissinclinóunpocolacabezaenseñaldeadiósysefue.

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ABOMINABLE

TEPHANIEsemetióenlacamaencuantollegóasucasaynosedespertóhastapasadaslasdosdelatarde.Allevantarse,fuealcuartodebañosinhacerruidoysediounaducha.Ledolíatodoelcuerpo,teníalas rodillas llenasdecortesyheridasque lehabíahechoelhombrealarrastrarla por la carretera, estaba salpicada de cardenales y nomovíabienelcuello.

Cerróelgrifo, salióde laducha,sesecóyseenfundóunosvaqueros limpiosyuna camiseta de manga corta. Bajó descalza las escaleras, metió la ropa del díaanteriorenlalavadora,echódetergenteylapusoalavar.Luegocomióalgo,ysolocuandohubohecho todas estas cosas se permitió pensar en lo quehabía pasado lanocheanterior.

«Bueno,oseaqueocurriódeverdad»,sedijoparasusadentros.Luegosecalzó,saliódesucasayechóaandar, sintiendoelcalordelsolen la

cara.Llegóhastaelfinaldelacalle,pasójuntoalantiguoembarcaderoyempezóasubir la cuestahacia la calleMayor.Todoparecíanormal: niños jugandoal fútbol,montando en bici y riendo; perros corriendo de acá para allá, meneando la cola,vecinos de cháchara… En suma, el mundo funcionando como Stephanie siemprehabía pensado que funcionaba. No había esqueletos vivientes. Ni magia. Nihomicidasenpotencia.

Deprontocayóenlacuentadelomuchoquehabíacambiadosuvidaenunsolodía, y de sus labios escapó una carcajada histérica.Había pasado de ser una chicaperfectamente normal en un mundo perfectamente normal a ser el objetivo deasesinos solubles en agua, y la ayudante de un esqueleto detective que estabainvestigandoelasesinatodesutío.

Stephanie pegó un respingo. ¿Cómo que el «asesinato» de su tío? ¿De dóndehabíasacadoeso?Gordonhabíamuertoporcausasnaturales,oalmenosesohabíandicholosmédicos.Stephaniefruncióelceño,pensandoqueaquellosmédicosvivíanenunmundoenelquenohabíaesqueletosquehablabanysemovían.Peroaunasí,¿porquéselehabíaocurridoaquello?¿QuélehabíahechopensarqueGordonhabíasidoasesinado?

«Hayobjetosquenadiepuedecogersinpermiso,posesionesquenopuedenserrobadas»,habíadichoChina.«Enesoscasos, sudueñodebeestarmuertoparaqueotrapersonapuedahacerusodelospoderesdelobjeto».

Estabaclaro:elhombrequelahabíaatacadoylapersonaquelehabíamandadohacerloqueríanconseguiralgo.Lodeseabantantoqueestabandispuestosamatarlaparaapoderarsedeello.

Ysitantasganasteníandeposeerlo,¿ibanaesperaraquesutíomurieradeviejoparairabuscarlo?

Stephanie sintió un escalofrío. Gordon había sido asesinado. Alguien lo había

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matado, y nadie estaba haciendo nada al respecto. Nadie hacía preguntas a lossospechosos,nadietratabadeaveriguarquiénhabíasidoelculpable.

MenosSkulduggery.Stephanie entrecerró los ojos. Claro, Skulduggery sabía que su tío había sido

asesinado.Siaúnnolosospechabacuandosehabíanvistoporprimeravez,lohabríadeducidoenlabiblioteca.YpuedequeChinatambiénlosupiera,peroningunodelosdos le había dicho nada. Tal vez pensaran que sería demasiado fuerte para ella, osimplementequenoeraasuntosuyo.Alfinyalcaboeraalgoquehabíasucedidoensumundo,noeneldeStephanie.PeroGordonerasutío.

Stephanieoyóqueuncochesedeteníaasusespaldas.Lagenteempezóamirarla,asíquevolviólavistaatrásyvioqueeraelBentley.

Lapuertadelconductorseguíaconlaabolladuraquelehabíahechoelotrocochelanocheanterior,yelparabrisasestabasurcadodegrietas.Faltabanloscristalesdetresventanillas,yelcapóteníaunrayóntremendoenelladoizquierdo.Elronroneodel motor había sido sustituido por un inquietante traqueteo que cesó de pronto.Skulduggery,ataviadoconsusombrero,subufandaysusgafas,intentósalir,perolapuertasenegabaaabrirse.

—Loquemefaltaba—mascullóStephanie.Skulduggery se inclinó hacia atrás, levantó la rodilla, abrió la puerta de una

patadaysaliódelcochecolocándosebienelabrigo.—Buenastardes—dijoalegremente—.Haceundíaprecioso,¿verdad?—Nosestámirandotodoelmundo—susurróStephaniecuandolotuvocerca.—¿Deverdad?Ah,puessí,tienestodalarazón.Bueno,quelesaproveche.Qué,

¿estáslista?¿Podemosirnosya?—Depende—contestóStephanie,hablandoenvozbajaysindejardesonreír—.

¿Cuándopensabasdecirmequemitíomurióasesinado?Skulduggerytitubeóduranteuninstante.—Vaya,veoquehasestadoatandocabos.Stephaniesemetióenunestrechocallejónparaevitarlaspenetrantesmiradasde

los chismosos de Haggard. Skulduggery dudó un momento, pero enseguida laalcanzócondoszancadas.

—Teníaunabuenarazónparanodecírtelo,Stephanie.—Medaigual—respondióella,dejandodesonreírahoraquenolaveíanadie—.

AGordonloa-se-si-na-ron,Skulduggery.¿Cómopudisteocultármelo?—Esteesunasuntopeligroso.Elmundoenelquevivoespeligroso,¿sabes?Stephanieparóenseco,peroSkulduggerysiguióandandohastaquesediocuenta

dequeibasoloysediolavueltaenredondo.Stephanielomirabafijamente,conlosbrazoscruzados.

—Sicreesqueesdemasiadoparamí…—dijo.—No, me has demostrado de sobra que eres capaz de aguantarlo—respondió

Skulduggeryconvozrepentinamentecálida—.Yacuandoteconocímedicuentade

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queeresjustoeltipodepersonaquenuncarehuiríaelpeligroporpuracabezonería.Poresomepropusemantenertealejadadeél.Entiéndeme,Stephanie:Gordoneramiamigo, y pensé que debía intentar que su sobrina preferida no corriera muchosriesgos.

—Yalosestoycorriendo,asíquenohacefaltaquetepreocupespormantenermealejadadeellos.

—Sí,esoparece.—Entonces,¿novolverásaocultarmenada?Skulduggerysepusolamanoenelpecho.—Quememuerasilohago.Telodigodecorazón,Stephanie.—Vale,estamosenpaz.SkulduggeryasintióylosdosecharonaandardenuevohaciaelBentley.—Aunquenosécómopuedesdecírmelodecorazón,siyanotienes.—Esverdad.—Yademás,técnicamenteyaestásmuerto.—Sí,esotambiénesverdad.—Lodigosoloparaquequedetodobienclaro.—¿Cómoes?—preguntóStephanie,yamontadaenelBentley.—¿Cómoeselqué?—Eltipoalquevamosaver.¿Cómosellama?—AbominableBespoke.Stephaniemiró a Skulduggery para asegurarse de que no le estaba tomando el

pelo,peroenseguidasediocuentadequeeraimposibleadivinarloporsuexpresión.—¿Ycómopuedeocurrírseleanadieadoptarelnombrede«Abominable»?—Haynombresdetodotipoparagentedetodotipo.Abominableesmisastre,y

ocurrequealmismotiempoesunodemismejoresamigos.Fueélquienmeenseñóaboxear.

—Bueno,¿ycómoes?—Un tipo decente, honorable y honesto, y más divertido de lo que esta

descripción podría hacerte pensar. Además, no es que la magia le entusiasmedemasiado…

—¿Quenolegustalamagia?¿Perocómopuedenogustarle?—Simplementenoleinteresa.Legustamáselmundoqueconoceatravésdelos

librosylatele,elmundoenelquehaypolicíasyladrones,culebronesydeportes.Sipudieraelegir,yocreoquepreferiríavivirenelmundoconvencional,porqueenélpodríahaberidoalaescuela,teneruntrabajocorrienteyser…bueno,normal.Peronuncahatenidoesaopción;enrealidad,supongoquelaspersonascomoélnotienenopciones.

—¿Porquéno?Skulduggeryvacilóuninstante,comosiestuvierapensandoenlamejormanera

deexpresarlo,yluegoledijoqueAbominableerafeodenacimiento.

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—Noesquetengaunaaparienciapocoagradableocarentedeatractivo—dijo—.Es que es verdadera y auténticamente feo. A su madre le echaron un mal de ojocuando estaba embarazada de él, y Abominable nació con la cara surcada decicatrices. Su familia lo intentó todo para arreglarlo: hechizos, pociones,encantamientos,conjuros,cremasmúltiplesyvariadas…peronoconsiguieronnada.

Según Skulduggery, cuando Abominable era pequeño les decía a todos susamigos que había heredado el amor por el boxeo de su padre y la afición por lacosturadesumadre.Enrealidad,erasupadrequienandabasiempreavueltasconlosdobladillos y las jaretas, mientras que su madre era una campeona de boxeo singuantes que se podía jactar de haber conseguido veintidós victorias consecutivas.Skulduggery lahabíavistoboxearunavez: teníaunganchodederechaconelquehabría podido arrancar la cabeza de sus contrincantes. De hecho, se decía que lohabíahechoenunaocasión.

Fuera como fuese, Abominable creció en contacto directo con aquellas dosdisciplinas;ycomopensóqueyaeralobastantefeoparameterseaboxeador,decidióprobarsuertecomosastre.

—Yyomealegrodequelohiciera—rematósurelatoSkulduggery—.Coseunostrajesdelomáselegante.

—¿Yparaquévamosaverlo?¿Paraquetehagauntrajenuevo?—Másbienno.Verás,sufamiliahareunidoalolargodeltiempounacolección

únicadecuadros,dibujosy libros sobre losAntiguos,provenientesde todaspartesdelmundo.Entreelloshayunpardelibrosrarosquenospuedenserdegranayuda.TodoloquesesabesobreelCetroestábasadoenmitosmedioolvidados;peroestoysegurodequeesosdoslibros,ytalvezalgunacosamásdelacolección,nospuedendarunadescripciónbastantedetalladadeloqueseconocesobreelCetro,indicarnosquésepuedehacerconélycómodefendersedesupoder.

Skulduggery detuvo el coche y los dos salieron. Estaban en un barrio sucio ydescuidado, lleno de gente que caminaba apresuradamente sin mirar siquiera aldestrozadoBentley.Unaviejecitapasó juntoaellosarrastrando lospiesysaludóaSkulduggeryconlacabeza.

—¿Estamosenunadeesascomunidadessecretasdelasquemehablasteayer?—preguntóStephanie.

—Tú lo has dicho. Intentamos que las calles tengan un aspecto poco acogedorpara que los viandantes normales no tengan la tentación de detenerse y echar unvistazo.

—Pueslohabéisconseguido,desdeluego.—Aestasalturasyadeberíashabertedadocuentadequenosepuedejuzgarlas

cosas por su aspecto. Este barrio, a pesar de todas sus pintadas, desconchones ycochambre, es el sitio más seguro que te puedas imaginar. Si abres la puerta decualquieradelascasasquenosrodean,teencontrarásconunauténticopalacio.Lasaparienciasengañan,Stephanie.

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—Intentarénoolvidarlo.Skulduggery se detuvo frente a un local que hacía esquina. Stephanie miró

perplejalafachadadelestablecimiento.—¿Esestalasastrería?—preguntó.—LasastreríaBespoke,efectivamente.—Peronotieneningúncartel,ynisiquierahayprendasderopaenelescaparate.

¿Cómovaasaberlagentequeestoesunasastrería?—Abominable no necesita hacerse publicidad. Tiene una clientela muy

específica, y no le vendría nada bien que algún paseante despistado entrara en suestablecimientojustocuandoestátomandolasmedidasparahacerleuntrajenuevoaunhombre-pulpodeochobrazos.

—¿Deverdadexistenhombres-pulpo?—Huy,poraquívivenmuchísimos—repusoSkulduggeryagarrandoelpicaporte.—¿Deverdad?—¡Puesclaroqueno,Stephanie!¿Cómopuedescreertesemejantetontería?AntesdequeStephaniepudieratirarsealcuellodeSkulduggery,élabriólapuerta

delasastreríayleindicóquelosiguiera.Alentrar,Stephaniesequedóasombradadelo limpia, luminosaynormalqueparecía lasastrería.Esperabaencontrarotracosa,aunquenosabíaqué;talvezquelosmaniquíescobraranvidaeintentarandevorarla,oalgoasí.Peroellocalinclusoolíabien.Resultabareconfortante.

AbominableBespoke salió de la trastienda, y al ver aSkulduggery sonrió y seacercó para estrecharle la mano. Era un hombre corpulento, con toda la cara y lacabeza surcadas de profundísimas cicatrices. Skulduggery se dio la vuelta parapresentarleaStephanie,yseencogiódehombrosalverlaformaenqueellamirabaaAbominable.

—Discúlpala,siempreestáconlabocaabierta.Sequedaasícadavezqueconoceaalguiennuevo.

—Notepreocupes,yaestoyacostumbrado—respondióAbominablesindejardesonreír—.¿Quiereustedchocarloscinco,señorita,oprefiereempezarporalgomásfácilcomodecir«hola»?

Stephaniesesonrojóyextendiólamanorápidamente.LasmanosdeAbominablenoteníancicatrices,yparecíanmuyfuertes.

—¿Tienesnombre?—preguntóAbominable.—Todavíano—admitióStephanie.—Pues piénsate bien si realmente quieres tener uno. Esta vida no es adecuada

paratodoelmundo.Stephanie asintió con un movimiento lento de cabeza, sin saber bien adonde

queríairapararAbominable.Ellamiródearribaabajoantesdeseguirhablando.—¿Habéistenidoalgúnproblema?—Algunoqueotro—repusoSkulduggery.—Entonces tal vez seamejor que os proporcione un atuendo adecuado—dijo

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Abominable,sacándoseunblocpequeñodelbolsilloyempezandoagarrapatearenél—.¿Tienesalgúncolorfavorito?—lepreguntóaStephanie.

—¿Cómodices?—Paralaropa.¿Tienesalgunapreferencia?—Creoquenoentiendo…—Mi trabajo no solo consiste en hacer trajes elegantes de corte exquisito. En

ocasiones,silascircunstanciaslorequieren,aceptoencargosespeciales.—Y la circunstancia es que tienes que conservar el pellejo hasta que todo esto

hayapasado—intervinoSkulduggery—.Abominablepuedehacerteuntrajecómodo,quenoresultedemasiadoformal,yquemuyposiblementetesalvelavida.

—Asíeslamoda:cuestióndevidaomuerte—dijoAbominableencogiéndosedehombros, con el lápiz preparado para seguir escribiendo—.Bueno, volviendo a lonuestro,¿tienesalgúncolorfavorito?

—Yono…noestoyseguradepoderpagarlo…—Notepreocupes,loapuntaréenlacuentadeSkulduggery.Hala,desmelénate.Stephanieparpadeó.Pasardequesumadrelecompraralaropaaaquelloera…en

fin,eraalgoinesperado.—Nosé,noestoymuysegura.¿Quétepareceelnegro?Abominableasintió,garrapateandoensubloc.—El negro nunca falla —dijo. Luego miró a Skulduggery—. Voy a cerrar la

tiendaparaquepodamoshablarenserio.Mientras esperaban a que volviera, Stephanie y Skulduggery se pusieron a

curiosearporlatrastienda.Teníalasparedescubiertasdeestanteríasaltísimas,llenasderollosdetejidodetodotipocuidadosamenteordenados.Enelcentrodelaestanciahabíaunamesadetrabajo,yenlapartetraserahabíaotrapuerta.

—¿Vaahacermeropaamedida?—susurróStephanie.—Efectivamente.—¿Ynotienequemedirmeparaeso?—Conunaojeadalebasta.Atravesaron la puerta trasera, que daba a un pequeño cuarto de estar, y

Abominableentróalcabodeunmomento.StephanieySkulduggerysesentaronenunestrechosofámientrasAbominableseacomodabaenunabutacafrenteaellos,conlospiesfirmementeapoyadosenelsueloylasmanosentrelazadas.

—Contadmequépasa.—Estamos investigando el asesinato de Gordon Edgley —respondió

Skulduggery.—¿Asesinato?—dijoAbominabletrasunabrevepausa.—Sinduda.—¿YquiénquerríamataraGordon?—CreemosquefueSerpine.Debíadeestarbuscandoalgo.—Skulduggery, amigo mío —dijo Abominable frunciendo el entrecejo—,

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normalmente, cuando quieres que te ayude te pasas por aquí para recogerme, mellevas a donde sea y luego los dos nos peleamos contra quien haya que pelearse.Nuncame habías explicado lo que pasaba hasta ahora. ¿Por qué lo estás haciendohoy?

—Porqueahoranecesitootrotipodeayuda.—Entonces,¿notengoquepegaranadie?—No,soloqueremosquenosayudesaaveriguarquéandabuscandoSerpine.—Comprendo—dijoAbominablemeneandolacabeza.—¿Enserio?—Bueno,laverdadesqueno—repusoAbominabledeinmediato—.Noentiendo

nada.¿Quéqueréisquehagaporvosotros?—Creemos que Serpine está buscando el Cetro de los Antiguos —intervino

Stephanie,ySkulduggerysehundióenelasientodelsofá.—¿Queestábuscandoelqué?—dijoAbominablerecuperandolasonrisa—.Estás

debroma,¿no?Mira,noséloqueelbuenodeSkulduggerytehabrácontado,peroelCetronoexiste.

—Serpinenopiensa lomismo.CreemosqueelCetro tienealgoquevercon lamuertedemitío.

—Siento mucho que haya muerto —dijo Abominable—, lo siento de veras.SiemprerespetéaGordon.Sabíaquelamagiaexistía,ysinembargonocayóensusredes.Noqueríahacermagia,secontentabaconobservarlayescribirsobreella.Paraesohacefaltaunafortalezadecarácterqueesperoquehayasheredado.

Stephanienocontestó.MiródereojoaSkulduggery,peroélnohizoademándevolversehaciaella.

—Sin embargo —siguió diciendo Abominable—, decir que su muerte guardarelación con una leyenda que se ha transmitido de generación en generación,cambiandounpococoncadanarrador,noesmásqueundisparate.Gordonmuriódeunataquealcorazón.Eramortal,ysemurió;esalgoquelessucedealosmortales.Dejémosloenpaz.

—CreoquemitíosabíadóndeestáelCetro,talvezinclusolotuvieraensupoder.YahoraSerpinesabedóndeestáyporesoquierelallave.

—¿Quéllave?—La llave del lugar en el que está el Cetro, supongo. No lo sabemos con

seguridad; lo que sí sabemos es que ya ha intentado matarme dos veces paraconseguirla.

Abominablenegóconlacabeza.—Estenoestumundo,niña.—Ahorasoypartedeél.—Acabasdeasomarteyhasvistomagos,hechizosyunesqueletoandante.Estoy

segurodequeteloestáspasandoengrande,peronotienesniideadeloquehayenjuego.

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Skulduggeryseguíacallado.Stephaniesepusoenpie.—¿Sabesqué?Tienesrazón,paramíestoesunaaventura.Esoesloquemeestás

queriendo decir, ¿no?Bueno, pues es verdad.Estome parece una gran aventura yestoyfascinada,emocionadayfelizdeestarmetidaenella.Hevistoagenteincreíblehaciendocosasincreíbles,ymelohetenidoquecreer—dijo,endureciendolamirada—.Peronotepermitoquepiensesniporunsegundoquetodoestoessolounjuegoparamí.Mitíomehadejadounafortuna,mehadejadotodocuantopuedodesear,yesoesestupendo;perolomaloesqueestámuerto.Asíqueahoravoyadevolverleelfavor,voyaaveriguarquiénlomatóyvoyahacertodoloquepuedaparaasegurarmedequenosesaletranquilamenteconlasuya.Tienequehaberalguiendelladodemitío,yyopiensoestarahí.

—¡Esto es absurdo! —exclamó Abominable inclinándose hacia delante—. ¡ElCetroesuncuentodeviejas!

—Puesyocreoqueexiste.—¡Puesclaroque te locrees!Hasaterrizadodeprontoenunmundoextrañoy

piensas que aquí puede ocurrir cualquier cosa, pero esto no funciona así, ¿loentiendes? Tu tío se metió en esto y, si he de creer lo que dices, murió por ello.¿Tantasganastienesdequetepaselomismo?Estásjugandoconfuego.

—Esloquehacetodoelmundoporaquí—respondióStephanie.—Estonoestátranscurriendocomoyoesperaba—intervinoSkulduggery.—Existen normas para este tipo de cosas—le contestó Abominable, haciendo

casoomisodeStephanie—.Hay razonespor lasquenopodemosdecirle a todoelmundoloquepasaporaquí,yestachicaesunejemploperfectodeello.

Stephanie notó cómo la embargaba la ira. Se dio cuenta de que si hablaba enaquelmomentose lequebraría lavoz,asíqueseabalanzóhacia lapuertasindecirnada,atravesólatienda,abriólapuertaysalióalacalle.Lafuriadabacoletazosensuinterior,obligándolaaengarfiarlosdedos.Detestabaquenolatratarancomoaunaigual, que lamiraranpor encimadel hombroyque se empeñaran enprotegerla.Ytampocoleentusiasmabaqueladejarandeladoenlasconversaciones.

Skulduggerysalióde la tiendapocodespués,conelsombreropuestodenuevo.SeacercóaStephanie,queestabaapoyadaenelBentleyconlosbrazoscruzadosymirabafijamenteunagrietaquerecorríalaacera.

—Bueno,nohaidotanmallacosa—dijoSkulduggery.AlverqueStephanienocontestaba,seencogiódehombrosysiguióhablando—.¿TehecontadocómoconocíaAbominable?

—Nomeinteresa.—Puesentoncesnada.Losdossequedaroncalladosmientrasel silencio flotabaentreamboscomoun

retazodebruma.—Noes que seaunahistoriamuy interesante, la verdad—dijoSkulduggery al

cabo—.Aunquesalenpiratas.

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—Melarefanfinfla—repusoStephanie—.Qué,¿vaaayudarnos,ono?—Adecirverdad,Abominablenocreequeseamuybuenaideaquetú…enfin,

quetúintervengasenesteasunto.—¡Nomedigas!—repusoStephanieconsarcasmo.—Dicequesoyunirresponsable.—¿Ytúcreesqueloeres?—Bueno,enelpasadomehecomportadodeformabastanteirresponsablealguna

vezqueotra.Nomeextrañaríanadaestarhaciéndolodenuevo.—¿Creesqueestoyenpeligro?—Porsupuesto.Serpinecreequelallavequebuscaestáentupoder.Encuantose

enteredequiéneresodedóndeestás,mandaráaotroesbirroaporti.Estásmetidaenunasuntoextremadamentearriesgado,ynocreasqueexageroniunápice.

—Bueno, pues entonces voy a decirte claramente lo que pienso. Mira,Skulduggery, no puedo salir de esto ahora.No puedo volver ami vidamonótona,aburrida y vulgar; no podría hacerlo aunque quisiera. He visto demasiadas cosas.Estoymetidaenesto,¿sabes?Hanmatadoamitío,hanintentadoacabarconmigo,ynovoyadejartodoestoasícomoasí.Esoesloquepienso.

—Vale,mehasconvencido.—Entonces,¿porquéestamosaquíparadoscomodospasmarotes?—Mehasquitadolapalabradelaboca—repusoSkulduggery,abriendolapuerta

delBentley.Losdossemontaron,Skulduggerydioalallavedecontactoyelcochecobróvidaconuntraqueteo.Eldetectivecomprobólacolocacióndelespejointerioryluegosevolvióparamirarlosdosdeloslados,peronopudohacerloporqueyanoexistían.Encogiéndosedehombros,aceleróysalióalacarretera.

—AsíquenovaadejarnosversucolecciónsobrelosAntiguos,¿noeseso?—preguntóStephaniealcabodeunrato.

—Abominableesunabuenapersona,unamigoexcelenteyunagranayudasisedecideaapoyarte,perotambiénestercocomounamula.Estoysegurodequeenunoscuatrodías,cuandohayatenidotiempodepensárselobien,cambiarádeopiniónynosenseñará todo cuanto queramos ver. Hasta entonces, no tenemos ningunaoportunidad.

—¿YnoestaránloslibrosquenecesitamosenlabibliotecadeChina?Skulduggeryhizounruidoextraño,mezcladerisaygruñido.—Chinallevaañosdetrásdeellos,peroestánbienguardadosenunlugaralque

nisiquieraellapuedeacceder.—¿Ytúsabesdóndeestán?—Sí,claro.EnlaCripta.—¿Enunacripta?¿Yquétieneesodeespecial?—Noestánenunacripta,Stephanie;estánenlaCripta.Setratadeunaseriede

cámarassubterráneasquehaybajoelMuseoMunicipaldeDublin.Estánmuybienvigiladas,yalosquelascustodiannolesgustanmucholosintrusos.

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Stephaniesequedópensandounminuto.—¿Estás seguro de que Abominable cambiará de opinión en cuatro días? —

preguntóluego.—Sí,normalmenteeseeseltiempoquelelleva.—Peronosotrosnopodemosesperartanto,¿verdad?—Verdad.—Asíquesolonosquedaunaopción,¿nocrees?—Pordesgracia,estásenlocierto.—Tenemosqueecharunvistazoaesacolección.Esnecesario.—Sabíaqueseteibaadarbienesto—dijoSkulduggerymirándoladereojo—.

Encuantotevimedicuentadequeteníasinstintoparaestetipodetrabajos.—EntoncesvamosacolarnosenlaCripta,¿no?Skulduggeryasintiódemalagana.—Esometemo.ElMuseoMunicipal deDublin estaba en uno de los barriosmás lujosos de la

ciudad.Eraunenormeedificiodemetaly cristal, rodeadodeunexuberante jardínqueseinterponíaentreélylosedificiosmáspróximos.

Stephanie y Skulduggery aparcaron frente al museo para realizar lo que eldetective denominó «una prospección preliminar»; no iban a colarse en la Criptatodavía,peroteníanquehacerseunaideadelosobstáculosalosqueseenfrentaban.Llevabansolounosminutosesperandocuandovieronsaliralostrabajadoresdiurnosyamediadocenadeguardasdeseguridad:elmuseoacababadecerrar.Entonces,unhombreyunamujervestidosconmonosazulessubieronlaescalinata,entraroneneledificioycerraronlapuertaasusespaldas.

—Vaya—dijoSkulduggery,conlavozamortiguadaporlabufanda—.Metemoquetenemosunproblema.

—¿Unproblema?—repusoStephanie—.Porqué,¿poresosdosquehanentrado?¿Quiénesson?

—Sonlosvigilantesnocturnos.—¿SolohaydosguardasenelMuseoporlanoche?—Bueno,esquenosonexactamenteguardas.—Entonces,¿quéson?—Sonalgoinfinitamentepeor.—Skulduggery,tejuroquesinomedasunarespuestaclara,voyatraeralperro

másgrandedelmundoylevoyamandarquehagaunagujeroyteentierreenél.—Qué ideamásencantadora,querida—dijoSkulduggery.Luegohizoun ruido

quesonócomosiestuvieratragandosaliva,aunquenoteníasalivanigargantaconlaquetragarla—.¿Nohasvistocómosemovían?

—Sí,caminabandeunaformaespecial,comosisedeslizaran.¿Yqué?¿Esquesonbailarines?¿Quépasa,que losvigilantesde laCripta sededicanabailarballetporlasnoches?

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—Son vampiros —repuso Skulduggery—. La Cripta está guardada por dosvampiros,amiguita.

Stephaniesacólacabezaporlaventanillaymiróalcieloostensiblemente.—Elsolestábienalto,Skulduggery.Esdedía.—Nolesimporta.—¿Ah, no?—dijo Stephanie frunciendo el ceño—.Creí que la luz del sol los

convertíaenpolvo,losquemabaoalgoasí.—Para nada. Los vampiros se ponenmorenos con el sol, como tú y como yo.

Bueno,comotú;yomásbienmeblanqueo.—Entonces,¿lesdaigualeldíaquelanoche?—No,laluzdelsollosciegayaminorasuspoderes.Duranteeldía,losvampiros

soncriaturasmortalesatodoslosefectos;alcaerlanoche,suspoderesresurgen.—Noteníaniidea.—Puesasíes.YlosencargadosdelaCriptaconfíansucuidadoporlanocheados

deellos.Sonlosguardasmástemiblesqueexisten.—Silaluzdelsolnoleshacecasinada,supongoquelascruceslesimportaránun

rábano,¿no?—Lamejorformadedeteneraunvampiroesdispararleunascuantasdocenasde

balas; y dado que no queremos hacer daño a nadie, es obvio que tenemos unproblema.

—Pero tiene que existir alguna manera de esquivarlos… ¿No podríamosdisfrazarnosdeempleadosdelalimpieza,oalgoasí?

—Sería inútil: los vampiros no distinguen entre sus aliados y sus presas. Sonincapaces de resistir la sed de sangre, delmismomodoque las polillas no puedenresistir la atracciónde las luces.Sonasesinos, los asesinosmás eficientesy letalesquehaysobrelafazdelatierra.

—Daunpocodemiedo.—Sí,losvampirosnosueleninspirarmuchaternura.—Parecequevamosatenerqueinventaralgoverdaderamenteastuto,¿no?Skulduggerysequedópensativounmomentoyluegoseencogiódehombros.—Bueno,esoesalgoquenosemedaprecisamentemal.

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ELTROLLDELPUENTEDEWESTMINSTER

KULDUGGERY dejó a Stephanie en su casa y ella se metió deinmediato en la cama.Mientras se ibaquedandodormida, enLondresuna chica se agachaba para escrutar la oscuridad que había bajo suspies.

—¡Hola!—dijo—.¿Hayalguienahí?Lachicaagachólacabezaysequedóescuchando.Loúnicoquese

oíaeraelrumorquehacíanlasoscurasaguasdelTámesisalcorrer.Mirósurelojyluegoechóunvistazoalrededor.Solofaltabansieteminutosparalamedianoche,yenelpuentedeWestminsternohabíanadiemásqueella.Perfecto.

—¡Hooola!—volvióaexclamar—.¿Estásahí?Quierohablarcontigo.Ahorasíquerespondióunavoz:—Aquínohaynadie.—Puesamímeparecequesí—dijolachica.—No—repusolavoz—.Nadiedenadie.—Amímeparecequehayuntroll,¿sabes?Ymegustaríahablarconél.De la oscuridad surgió una carita arrugada, con enormes orejas y una mata

erizadadepelonegro.Lacriaturasequedómirandoalachicafijamente,conlosojosmuyabiertos.

—¿Quéquieres?—preguntóeltroll.—Hablarcontigo—repusolachica—.MellamoTanithLow,¿ytú?Eltrollsacudióenérgicamentelacabeza.—No,no.Yonodigonombre.—Ah,claro—dijoTanith—.Esquelostrollssolotenéisunnombre,¿noeseso?—Sí,eso,unnombre,unosolo.Yonodigo.—Peroyopuedo intentaradivinarlo, ¿noesasícomo funciona lacosa?Ysi lo

adivino,¿quépasa?Eltrollsonrió,dejandoentreverunmontóndedientesafiladosyamarillos.—Siloadivinas,vives.—¿Ysinoloadivino?—¡Tecomo!—exclamóeltrollconunarisillacloqueante.—Suenadivertido—repusoTanith,sonriendo—.¿Aquéhorasuelesjugaraese

juego?—Alasdoce,cuandodanlasdoce,síseñora.Cuandosoyfuerrrte.—Yentoncessalesdedebajodelpuenteyjuegasconelprimeroquepase,¿noes

así?—Tres intentos—respondió el troll, asintiendo con la cabeza—. Tres intentos

tienen losque jueganconmigo.Siadivinassiguesviva,ysi fallas, ¡amipanza!—canturreó.

—¿Quieresjugarconmigo?

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Lasonrisaseborródelacaradeltroll.—Nohayfuerrrzatodavía—dijo—.Hayqueesperar,síseñora.Doceenpunto,

entoncessí.—Pero no tenemos por qué esperar, ¿no te parece?—repuso la chica con un

mohín—.Yoquierojugarahoramismo.¿Quéteapuestasaquesoycapazdeadivinartunombre?

—¿Aqueno?—¿Aquesí?—¡Queno!—dijoeltroll,sonriendodenuevo.—Venga,salytedemostraréquesísoycapaz.—Sí,sí,ajugaraljuego.Tanithechóotraojeadaalrelojmientraseltrolltrepabaporelpretil:faltabandos

minutosparalasdoce.Luegomiróaltroll:erabajito—sololellegabahastalacintura—,susbrazosypiernaseranlargosyfinos,teníalatripahinchadacomounodreysus dedos estaban rematados por uñas córneas y puntiagudas. El troll se quedómirándolaconunasonrisillaexpectante,manteniéndoseaunacautelosadistancia.

Tanithseabrióunpocoelgabányledevolviólasonrisa.—Huy,quétrollmásguapo—dijo—.¿EreselúnicotrolldeLondres?—Unico, sí señora —respondió él en tono satisfecho—. ¡A jugar ahora! Si

adivinassiguesviva,ysifallas,¡amipanza!¡Venga,venga,venga!—Vamosaver…—dijoellaavanzandounpaso.Eltrolllamirócondesconfianza

y retrocedió hasta pegarse al pretil. Tanith se detuvo—. ¿Te llamas quizás…Zuecohueco?

Eltrollsoltóunarisotada.—¡No,no,Zuecohuecono!¡Dosfallosmásyamipanza!—Vaya,estoesmásdifícildeloquepensaba—dijolachica—.Juegasmuybien

aestejuego,¿no?—¡Elmejorsoy,sí!—Nohahabidomuchagentecapazdeadivinartunombre,¿verdad?—¡Nadiedenadiedenadie!—dijoeltrollconuncloqueo—.¡Venga,venga!—¿Tellamasquizás…GurriatoBisoñete?El troll pegó un brinco y se puso a bailar, dando gritos de alborozo. Tanith

aprovechóparaacercarseunpocomás.—¡NiGurriatoniBisoñete!—exclamóeltrollentregrandescarcajadas.—Uf,parecequeseestáponiendofea lacosa—dijoTanith,adoptandocarade

preocupación.—¡Unamásyamipanza!—¿Ytehascomidoasíamuchagente?—Sí,meloscomo,ñamñam.—Teloszampasdeunbocado,¿noeseso?Elloschillaneintentanescapar…—¡Peroyolosatrapo!Suenanlasdoceymepongograndeyfuerrrte,¡ymelos

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zampoatodostoditos!Semueven,seretuercen,¡mehacencosquillitasenlapanza!—Uf,entoncesmásmevaleaprovecharmiúltimaoportunidad—dijoTanith—.

Veamos.¿Tellamas…Rumpelstinskin?Eltrollseechóareírcontantasganasquesecayódeculo.—¡No,no!—consiguiódecirentrerisotadayrisotada—.¡Todosdicenlomismo

ytodosfallan!Tanithseacercóunpasomásylasonrisadesapareciódesucara.Lahojadesu

espadaresplandeciócuandolasacódesugabán,peroeltrollreaccionóatiempoyseechóalsueloparaesquivarla.

Tanith soltó una maldición y volvió a atacar, pero el troll se agachó y pasócorriendojuntoasuspiernas;cuandoacababadesobrepasarla,Tanithsediolavueltaenredondoylesoltóunapatadaqueloderribó.Eltrollsepusoenpierápidamenteylamiró,siseandoyescupiendoensudirección.Tanithseacercólentamentey,cuandoestabaapuntodellegarasualtura,unclamorresonanteinundóeltibioairenocturno.EraelBigBen.

Yestabadandolasdoce.Tanitharremetióespadaenristre,peroerademasiadotarde.Eltrollbrincóhacia

atrásconungruñidodealegríayempezóacrecerrápidamente.—Porras—susurróTanith.Losmiembros del troll comenzaron a llenarse de músculos, tan abultados que

parecíacomosilapielfueraaestallarbajosupresión.Tanithvolvióaembestir,peroeltrollseapartódeunsaltoycuandovolvióaposarlospiesenelsueloyaeratanalto como ella. Sin embargo, no se detuvo ahí: su pecho y su cuello siguieronensanchándose,mientras gruñía con tono cada vezmás grave y amenazador. Solocuandosushuesosempezaronacrujirdejódecrecereltroll,yparaentoncesyaeradosvecesmásaltoqueTanith.

Ella empezóadarvueltas alrededordelmonstruo, con la espadacaída junto alcostado.Suplanoriginalnoincluíaenfrentarseauntrollhechoyderecho.

—Eres una tramposa —dijo el troll. Ahora su voz era un profundo gruñidogutural.

—Ytúeresuntrollmuytravieso—repusoella.—Tevoyacomer.Tevoyazampardeunbocado,síseñora.Tanithlededicóunasonrisafugaz.—Acércateeinténtalositeatreves.Eltrollrugióyseabalanzósobreella.Apesardesutamañoeramuyrápido,pero

Tanithestabapreparadaysehizoaunlado.Justocuandoeltrollpasójuntoaella,lelanzó una estocada que rasgó elmuslo delmonstruo; él siseó de dolor y lanzó suenormepuñohaciaatrás,golpeándolaenlaespalda.Tanithcayóalsueloyeltrollsediolavueltaenredondo,dispuestoaaplastarlaconelpuño;peroellarodósobresímisma,seirguióapoyándoseenunarodillaylevantólaespadajustoatiempoparaherirleenelbrazo.

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EltrolltrastabillóyTanithaprovechóparalevantarse.—Tevoyamasticar—gruñóeltroll—,tevoyahacerpedacitos,síseñora.—El juego pierde la gracia cuando tu contrincante sabe defenderse, ¿verdad,

troll?—Esmijuego,mío—siseóeltroll—.Mipuente,mío.Tanithsonrió.—Peroestassonmisreglas.Mías.El troll volvió a rugir y la embistió, pero Tanith aguantó a pie firme. Con un

mandoblelecercenólosdedosdelagarraizquierda,yeltrollretrocedióaullandodedolor.Tanithsaltósobreél, leplantólospiesenelpechoylanzóunmandoblecontodassus fuerzas; lahojade laespada resplandecióa la luzde las farolasmientrasatravesaba limpiamenteel cuellodelmonstruo, cortándole lacabeza.El cuerpodeltrollsetambaleópesadamenteyTanithsedioimpulsohaciaatrásparaapartarse.Unsegundomás tarde, el enormecuerpo tropezóconelpretil, se inclinóhaciaatrásycayóenelrío.

Tanith se agachó para recoger la cabeza, y estaba acercándose al pretil cuandooyóunruidodepisadas.Sediolavueltayviounhombre;aunqueeralaprimeravezqueloveía,loreconocióalinstante.Eraalto,calvo,teníalacarallenadearrugasysusojoserandeunazul resplandeciente, el azulmáspálidoqueTanithhabíavistojamás.SeapellidabaBliss.

ElhombreseñalólacabezaqueteníaTanithenlamano.—Tehasarriesgadomucho.—Noeslaprimeravezquematountroll—respondiólachicaentonorespetuoso.—Merefieroalriesgodeservista.—Teníaquehacerlo.Estetrollhamatadoamuchagenteinocente.—Peroesoesloquehacenlostrolls,¿nocrees?Nopuedesculparleporhacerlo

quelanaturalezahadispuestoquehiciera.Tanithnosupoquédecir.ElseñorBlisssonrió.—Noesmiintenciónamonestarte—dijo—.Tuacciónhasidonobleyaltruista,y

esoesdignodeadmiración.—Gracias.—Noobstante, hededecir queme tienesdesconcertado.Hacevarios añosque

observo tus progresos, y es raro encontrar un mago que se centre tanto en elenfrentamientofísicocomotúlohashecho,inclusoentrelosadeptoscomotú.Ysinembargo,noparecesbuscarpoder.

—Soloquieroayudaralagente.—Sí,esoesloquemedesconcierta.—Mi madre me contaba historias de la guerra cuando era pequeña —repuso

Tanith—.Tengoentendidoquetambiénustedllevóacabomuchasaccionesaltruistasporaquelentonces.

ElseñorBlissvolvióasonreíramablemente.

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—Enlasguerrasnoexisten losactosheroicos.Sonsimplementecosasquehayquehacer;lashistoriasdehéroesseinventanmástarde.Pero,encualquiercaso,noestoy aquí para filosofar—dijo, clavando enTanith sus azulísimosojos—.Se estágestandouna tormenta, señoritaLow.Seaproximanacontecimientosqueamenazanconvolverlastornasdelpoderenestemundo,yesomehahechoabandonarmiretiroyveniraquíabuscarla.Necesitoaalguienconsuscapacidadesysuperspectivadelavida.

—Noestoyseguradeentenderlo,señorBliss.—NefarianSerpineestáapuntode romper la tregua.Si fracasoenmiempeño,

volveremosaentrarenguerra.Necesitosucolaboración,señoritaLow.—Seráunhonorayudarle.—Tenemosmuchoqueaprenderelunodelotro—respondióBlisshaciendouna

levereverencia—.EmprendacaminohaciaIrlanda,señoritaLow,yprontovolveréaponermeencontactoconusted.

TanithasintióysequedómirandocómoBlisssealejaba.LuegotiróalTámesislacabeza del troll, escondió la espada bajo el abrigo y echó a andar en direcciónopuesta.

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LACHICADENEGRO

la mañana siguiente, una música ensordecedora despertó aStephanie. Su padre había tratado de sintonizar una emisora denoticiasenelequipodemúsicayhabíarotoelbotóndelvolumenen el intento; ahora, en vez de una sosegada locutora hablandosobre el estadodel tráfico, loque seoía eraLacabalgatade lasvalquiriasatodovolumen.Elmandoadistanciadelequipohabía

desaparecido tras el respaldo del sofá hacía ya tiempo, y el padre deStephanie noteníaniideadecómoapagarelequiposinél.Lamúsicahacíaretumbarelsueloylasparedesdelacasa;eraimposibleescapardeella.Cuandosumadrecortóporlosanodesenchufandoelequipo,Stephanieyaestabatotalmentedespejada.

LamadredeStephanie seasomóa sucuartoparadespedirsey salióde lacasajunto a sumarido.Stephanie se enfundóunosvaquerosyunacamisetay,mientrasesperaba la llegada de Skulduggery, se puso a pensar qué nombre podría adoptar.Skulduggerylehabíaexplicadoquelaadopcióndeunnuevonombreestablecíaunabarreraalrededordelantiguo;así,siStephanie>elegíallamarse,porejemplo,«CristalRotundo»—algoqueno teníaninguna intencióndehacer—,elnombre«StephanieEdgley»quedaríainstantáneamenteprotegidoantecualquierhechizodecontrol.Sinembargo,mientrassiguieradisponiendoúnicamentedelnombrequelehabíanpuestosuspadres,seríavulnerable.

Stephaniepensóque,sihabíadeelegirunnuevonombre,tendríaqueseralgoqueno le avergonzara en el futuro.Debía ser algo con clase y que, además, le hicierasentirse cómoda.Skulduggery le había habladode gente que elegía nombres comoSónicooFénix,ydelomalquepodíanllegaraquedaraquellosnombres«molones».Le contó que, en cierta ocasión, le habían presentado a una señora gordita ydesaliñada que sonreíamostrando unos dientes llenos de trocitos de espinaca, y lehabíandichoquesellamabaCentella.Aquelnombrenolepegabanada,ylomismolepasabaalhombrebajitoygordoquehabíadecididollamarseSónico.

Entoncessonaronunosgolpecitosenlaventana.Stephanielevantólavista,vioaSkulduggeryencaramadoenelalféizaryselevantóparaabrirle.

—Pensaba que las chicas erais ordenadas —dijo el detective examinando lahabitación.

Stephanieempujóconelpieunasbragasparaocultarlasbajolacama,haciéndoselasorda.

—¿Estáscómodo?—Heestadosubidoenpeorestejados,puedescreerme.—Mispadresestáneneltrabajo,¿sabes?Podríashaberentradoporlapuerta.—Laspuertassonparagentesinimaginación.—¿Estás seguro de que no te ha visto nadie? Solome falta que pase por aquí

algúnvecinoyteveaencaramadoamiventana.

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—No te preocupes, he tenido mucho cuidado. Mira, te he traído esto —dijoSkulduggerydándoleuntrozodetiza.

—Ah,muchasgracias—dijoStephanie,perpleja.—Acércatealespejo.—¿Cómo?—Queteacerquesalespejodetucuartoydibujesenélestesímbolo.Skulduggery le dio una pequeña tarjeta en la que había dibujado un ojo

atravesadoporunalíneaserpenteante.—¿Paraquésirveesto?—Tevaaayudar,yaloverás.Venga,dibújalo.Stephanieseacercóalespejodelacómodafrunciendoelceño.—No, ese no vale—dijoSkulduggery—.Tiene que ser de cuerpo entero. ¿No

hayningunoentucuarto?—Sí,tengounoaquí—respondióStephanie,abriendolapuertadesuarmario.Dibujóenelespejoelsímbolodelatarjetaconeltrocitodetiza,aunquenotenía

niideadeporquéloestabahaciendo.Cuandoacabó,seacercóaSkulduggeryparadevolverle la tizay la tarjeta;él se lasguardóenelbolsillo, ledio lasgraciasysequedómirandoelespejo.

—Habla,figura;siente,figura;piensa,figura;sé,figura.—SkulduggerysevolvióhaciaStephanie—.¿Puedesborrarelsímboloconlamano,porfavor?

—¿Peroquépasa?¿Quéhashecho?¿Mehasembrujadoelespejo?—Sí.Yahora,¿puedesborrarelsímbolo?—¿Pero para qué rayos sirve? —preguntó una vez más Stephanie, mientras

limpiabalasmarcasdetizaconlamanga.—Yaloverás.¿Llevasreloj?—No, seme estropeó hace poco. Fui a nadar y nome lo quité. Pensé que era

sumergible.—¿Yloera?—Evidentemente,no.¿Paraquéquieressaberlahora?—Nomeinteresalahora.Tocaelespejo,anda.Stephanieentrecerrólosojos.—¿Paraqué?—Tútócalo.Stephanietitubeóunsegundomás,perodecidióhacerlecaso.Extendióelbrazoy

tocólevementeelespejoconlasyemasdelosdedos;luegoapartólamano,perosureflejonolohizo.Stephaniesequedómirandoasombradacómoelreflejopestañeabacomosiacabaradesalirdeuntrance,dejabacaerelbrazoymirabaasualrededor.Entonces,muylentamente,saliódelespejo.

—Madremía…—dijo Stephanie, retrocediendo—.Madremía…—repitió, sinsaberquémásdecir.

Skulduggerylamirabadivertidodesdelaventana.

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—Tesustituiráencasamientrastúnoestés;asínosedaráncuentadetufalta.Stephanienopodíaapartarlosojosdelreflejo.—¡Soyyo,repetida!—Paranada.Soloesunacopiadetufigura,unaimagen:caminacomotú,habla

comotúysecomportacomotú.Enprincipio,deberíasersuficienteparaengañaratuspadresoacualquierconocidoconelquesetope.Cuandovuelvas,semeterádenuevoenelespejoytetransmitirátodoslosrecuerdosquehayaalmacenadomientrastúestésfuera.

—Entonces,¿podréestarendossitiosalavez?—Exacto.Tuimagennopuedepasarmuchoratocongentequeteconozcabien

porque empezarían a darse cuenta de que pasa algo raro y, evidentemente, nuncaengañaríaaunmago;peroparaloquetúnecesitasahoramismo,esperfecta.

—Mola—dijoStephanie,examinandosuimagenmásdecerca—.Dialgo.Elreflejoledevolviólamirada.—¿Quéquieresquediga?Stephanieseechóareíryluegosetapólabocaconlamano.—¡Suenasexactamenteigualqueyo!—dijoentrelosdedos.—Claro.—¿Cuálestunombre?—MellamoStephanie.—¿Peronotienesunnombrequeseasolotuyo?Skulduggerynegóconlacabeza.—Recuerdaquenoesunapersonadeverdad,Stephanie.Notienepensamientos

nisentimientospropios;sontodoscopiasdelostuyos.Estuimagen,nadamás.Y,porcierto, debes tener en cuenta algunas instrucciones de funcionamiento: tu imagensiemprellevarápuestalaropaquetúllevescuandolohagasaparecer,asíquenotepongasnadaque lleveun textoo logotipo,porqueaparecerádel revés enella.Tencuidadoconelrelojylosanillosopulseras,porquetuimagenlosllevaráenlamanoopuesta.Apartedeeso,nohaymuchomásquedecir.

—Mola.—Venga,tenemosquemarcharnos.StephaniesevolvióyescrutóaSkulduggeryconelceñofruncido.—¿Estássegurodequenadiesedarácuenta?—Notepreocupes.Tuimagenprocurarámantenersealejadadelagenteyevitará

mantenerconversacioneslargas.Yaunquetuspadreslaacorralaranylaacribillaranapreguntas,loúnicoquesacaríanenclaroesqueestásunpocorara.

Stephaniesemordióellabioyluegoseencogiódehombros.—Bueno, supongoque es bastante improbable que se den cuenta de que no es

másquemireflejo.—Llevo siglos moviéndome en el terreno de lo improbable, ¿sabes? Bueno,

¿podemosmarcharnosya?

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—Sí,vámonos.—¿Quieresquesalgamosporlapuerta,oporlaventana?—Laspuertassonparagentesinimaginación—dijoStephanieconunasonrisa.Seencaramóenelalféizaryvolvió lacabezaparaecharunúltimovistazoasu

imagen:estabadepieenmitaddelahabitación,completamenteinmóvil.—Adiós—ledijo.—Adiós —respondió la imagen, ensayando una sonrisa que resultó más bien

inquietante.SkulduggerycogióaStephanie a cuestasy saltó,desplazandoel airebajoellos

paraamortiguarlacaída.Aterrizaronsuavementeylograronllegarhastaelfinaldelacallesinquelosvieraningúnvecino;perocuandollegaronalembarcadero,Stephaniesequedóheladayparóenseco.

—¿Ser puede saber qué es ese trasto? —le dijo a Skulduggery, que seguíacaminandotranquilamente.

—Esmicoche—contestóelesqueleto,apoyándoseenélconlosbrazoscruzados.Labrisamarinalealborotólasgreñasqueasomabanbajoelaladesusombrero.

StephaniemiróalternativamentealcocheyaSkulduggery.—¿QuéhapasadoconelBentley?—preguntó.Skulduggerylaobservóconlacabezaladeada.—Esposiblequenotedierascuenta,peroestabaligerísimamenteabollado.—¿Ydóndeestáahora?—Eneltaller.—Estupendo.Sí,mepareceestupendoqueelBentleyestéeneltaller.Perosigo

teniendolamismadudaquealprincipio:¿sepuedesaberquérayoseseso?ElcochecontraelqueseapoyabaSkulduggeryeraunutilitarioamarillochillón

conlosasientosdecolorverdefosforito.—Esmicochederepuesto—dijoelesqueleto,muysatisfechodesímismo.—¡Eshorrible!—Adecirverdad,medaexactamenteigual.—¡Claro,porquevasdisfrazado!¡Nadiesevaadarcuentadequeerestúelque

vamontadoenesecacharro!—Bueno,puedequetengaspartederazón…—¿YcuándoestarálistoelBentley?—Esoeslobuenoquetienevivirenunmundollenodemagiayprodigios:hasta

lareparaciónmáscomplicadallevamenosdeunasemana.Stephanielofulminóconlamirada.—¿Una…semana?—Bueno, tal vezmenos.Puedeque tarden seis días, incluso cinco.No sé, a lo

mejor no les lleva más de cuatro… Puedo llamar al taller y decirles que estoydispuestoapagarelextradeurgencia…

Stephanieseguíamirándoloconlamismaexpresión.

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—…Talvezestélistopasadomañana…—rematóSkulduggery,envozcadavezmásbaja.

Stephanieagachólacabeza,derrotada.—¿Deverdadtenemosqueirporahímontadosenestatartana?—Tómatelocomounaaventuramás—exclamóSkulduggery.—¿Ysinolohago,qué?—Puessinolohaces,vasadeprimirteunabarbaridad.Confíaenmí,Stephanie.

¡Venga,móntatedeunavez!Skulduggery entró en el coche de un salto; Stephanie, por su parte, fue

arrastrandolospieshacialapuertadelcopilotoysedejócaerenelasiento.MientrasrecorríanlascallesdeHaggard,Stephanietratódeencogersetodoloposible,muertade vergüenza. En ciertomomentomiró hacia atrás: en el asiento trasero había unpaqueteenvueltoenpapelmarrónyatadoconunacuerda,yasuladoreposabaunabolsadelonanegra.

—¿Quéeseso,Skulduggery?¿Sonlasherramientasparacolarnosen laCripta?¿Esahídondevamos?

—La respuesta a tu primera pregunta es que sí: esa bolsa contiene todo lonecesarioparaunbuenroboconescalo.Ylarespuestaalasegundapreguntaesqueno. Antes de introducirte en el apasionante mundo de la delincuencia, voy apresentartealosMagosMayores.

—Lodeladelincuenciasuenabastantemásapetecible.—Yloes,aunquenocreasqueaprueboningúntipodedelito…salvocuandosoy

yoquienloscomete,claro.—Por supuesto. Y entonces, ¿por qué no nos ponemosmanos a la obra ahora

mismo?¿ParaquétenemosqueiraveraesosMagosMayores?—Parece que ha llegado a sus oídos que estoy exponiendo a una inocente

jovencitaatodotipodepeligros,yquierenecharmeunsermón.—Puesdilesquenosemetandondenolesimporta.—Bueno,meencantaquetengastantocuajo…—¿Tantoqué?—…perometemoquenotevaaservirdemuchoconlosMagosMayores.Una

cosaquedebesrecordarcuandohablesconellosesqueson…—Ya,sonmagosmuuuyancianos,¿no?—Exactamente.—Fíjate,loheadivinadoyosólita.—Todaunahazaña,querida.—¿Yporquétienesqueiradarlesexplicaciones?¿Esquetrabajasparaellos?—Enciertomodo,sí.Ennuestromundo,losMayoresdictanlasleyesyhaygente

quelasimpone;peronosomosmuchoslosquenosdedicamosainvestigarlosdelitoscontraesasleyes.Nocreasquepasanmuchascosas:soloalgúnasesinato,algúnroboqueotro,dosotressecuestrosalaño…Enfin,lonormal.Y,aunqueyotrabajopor

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libre, la verdad es que son los Mayores quienes me proporcionan casi todos miscasos…ymisingresos.

—Demodoque,sitequierenregañar…—…tendréqueaguantarlaregañina.—¿Yporquétengoqueiryotambién?¿Nosoyyolapobreniñitainocenteala

queestásechandoaperder?—Eseeselquiddelacuestión:noquieroqueteveancomounaniñitainocente.

Quieroquecompruebenlorebelde, insubordinadaytozudaquepuedesllegaraser.Talvezasímecomprendan.

—Espera,espera…¿sabenquevoyaircontigo?—No,perolesencantanlassorpresas.Bueno,casisiempre.—Talvezseamejorquemequedeesperándoteenelcoche.—¿Enestecacharro?—Uf,tienesrazón.—Stephanie, losdos sabemosqueestánpasandocosasmuy serias;peroparece

comosilosMayoresnoquisieranadmitirquesupreciosatreguacorreseriopeligro.—¿Yporquéibanacreermeamí,sinotecreenati?—Porqueamímeconocendemasiado.Sabenbiencuálesmipasado,ypueden

pensarquememueveninteresespropios.Además,loscuentosdehorrorsiempredanmásmiedosiloscuentaunaseñorita.

—Yonosoyningunaseñorita.Skulduggeryseencogiódehombros.—Ya,peroereslomásparecidoquetengoamano.Peroaquellanoera laúnica sorpresaqueSkulduggery le teníapreparadaaquel

día.Enciertomomento,semetióenelaparcamientodeunagasolinerayleseñalóelpaqueteenvueltoenpapelmarrón.

—¿Quéeseso?—preguntóStephanie.—¿Atiquéteparece?—Mepareceunpaquete.—Exactamente.—¿Peroquétienedentro?—Sitelodigo,lequitaréalpaquetesurazóndeser.Stephaniesuspiró.—¿Ycuálessurazóndeser,Skulduggery?—Ocultarloquetienedentroparaquetellevesunasorpresaalabrirlo.—Avecesmeponesdelosnervios—mascullóella,inclinándosehaciaatráspara

agarrarlo.Elpapelcedióbajosusdedos—.¿Esmitrajenuevo?—Nopiensodecirniunapalabra.—¿Ya lo ha terminado Abominable? Vaya, pensé que ni siquiera me lo haría,

despuésde…denuestradiscusión.Skulduggery se encogió de hombros y empezó a canturrear para sí. Stephanie

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volvióasuspirar,cogióelpaquete,saliódelcoche,entróenlagasolineraysedirigióa los servicios.Unavezencerradaenelde señoras,desató lacuerdadelpaqueteyabrióel envoltorio.Efectivamente, era su traje.Eradelnegromásnegroquehabíavisto en su vida, y estaba hecho de una tela diferente a todas las que Stephanieconocía.

Se cambió rápidamente, notando lo bien que se le ajustaban las prendas, y seacercó al espejo para verse. Los pantalones y la blusa —una prenda larga y sinmangas, cerrada por delante con unos pasadores plateados— le quedabanestupendamente, y las botas se le ajustaban a los pies como si llevara añosponiéndoselas.Pero loquecompletabaverdaderamenteelconjuntoera lachaqueta.Eralarga,casicomoungabán,ylesentabacomounguante;sutelaeratannegraquecasi brillaba. Stephanie pensó dejar su ropa vieja en el servicio, pero enseguidadesechólaidea,envolviólasprendasconelpapelmarrónysaliódelagasolinera.

—¡Sorpresa!—exclamóSkulduggerycuandolavioentrardenuevoenelcoche—.¡Eraeltraje!

—Skulduggery,estáscomounacabra.VeinteminutosmástardelosdosentrabanenelMuseodeCera.Eraunedificio

viejoydestartalado,ylacalleenlaqueestabahacíajuegoconsuaspecto.StephaniesequedócalladamientrasSkulduggerypagabalasentradasyechabaaandarporlasoscuras salasdelmuseo,entremaniquíesdepersonajes realese imaginarios.Habíavisitadoaquelmuseounpardevecesenexcursionesdel colegio,peronoentendíapara qué había querido ir Skulduggery. Los dos remolonearon en una sala paradesprenderse de un grupo de turistas que iba justo delante de ellos, y cuando sequedaronsolos,Stephaniesedecidióahablar:

—¿Quéestamoshaciendoaquí?—VisitarelSantuariodelosMayores—contestóSkulduggery.—¿EsquelosMayoressonfigurasdecera?—Me encanta venir a este museo —dijo Skulduggery por toda respuesta,

quitándoselasgafasdesol—.Mepermiterelajarme.El detective se quitó el sombrero, la peluca y la bufanda. Stephanie miró

alrededorconnerviosismo.—¿Notedamiedoqueteveaalguien?—Enabsoluto.—Bueno,¿yporquénovamosdeunavezaveralosMayores?—Magníficaidea.Skulduggeryseacercóalapareddelasalayempezóarecorrerlaconlosdedos.—¿Dónde estará?—masculló—. Estos idiotas no hacenmás que cambiarlo de

sitio…Elgrupode turistasvolvióaaparecerporelotro ladode lasalayStephaniese

abalanzóparaocultar aSkulduggery.Peroerademasiado tarde:ya lohabíanvisto.Un niñito americano se aparto del grupo y fue directo hacia Skulduggery, que se

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habíaquedadototalmenteinmóvil.—¿Yestequiénes?—preguntóelniñofrunciendoelceño.Stephanietitubeó.Todoslosmiembrosdelgrupolaestabanmirando,incluidoel

guíaturístico.—Pues es… —dijo, exprimiéndose el cerebro en busca de una explicación

convincente—…SammyelEsqueleto,elpeordetectivedelmundo.—Nuncahabíaoídohablardeél—dijoelniño,tocandoelbrazodeSkulduggery.

Luegoseencogiódehombrosyseacercóaotrafigura,mientraselgrupoproseguíasuvisita.Cuando seperdierondevista,Skulduggeryvolvió la cabezaparamirar aStephanie.

—¿Cómoque«elpeordetectivedelmundo»?Stephanieseencogiódehombrosprocurandocontenerlarisa;Skulduggerysoltó

ungruñidosocarrónyluegovolvióaacercarsealapared.Traspalparlaunpocomás,parecióencontrarelpuntoqueestababuscandoyapretóconlosdedos.Untrozodeparedsedeslizóaunlado,revelandounpasadizosecreto.

—¡Ahíva!—exclamóStephanie—.¡AsíqueelSantuarioestáaquí!Cuandoeramáspequeñavineunpardeveces,ynisiquierasemeocurriósospechar…

—Quebajotuspiesseextendíaunmundollenodemagiayprodigios,¿noeseso?—Exacto.Skulduggerylamiróconlacabezainclinada.—Serámejorquetevayasacostumbrandoaesasensación,querida.EldetectiveentróenelpasadizoeindicóaStephaniequelosiguiera.Encuanto

pasaron, la pared volvió a cerrarse a sus espaldas. Ante sí tenían una escaleradescendente, iluminada por antorchas que titilaban en sus soportes, y cuanto másavanzabanmásbrillantesehacíalaluz.

Al bajar el último escalón se encontraron en el resplandeciente vestíbulo delSantuario. Todas las superficies eran de mármol pulido y madera barnizada, yStephaniepensóque, sinohubiera sidopor la faltadeventanas,podríahaber sidoperfectamente la sede de una empresa de alta tecnología. En la pared de enfrentehacíanguardia doshombres con lasmanos agarradas tras la espalda. Ibanvestidosconlargastúnicasdecolorgris,yllevabanunoscascosconviseraquelesocultabanelrostro.Teníanamarradasalaespaldaunaespeciedeguadañas,conunahojacurvadeaspectotemiblesujetaaunastildeunmetroymedio.

Entre ellos apareció un hombre menudo vestido de traje, que se acercó aSkulduggeryyStephanie.

—Llegas temprano,detective—dijomirandoaSkulduggery—.ElConsejoaúnnosehareunido.Podéisquedarosenlasaladeespera,siasílodeseáis.

—Laverdadesquepreferiríaenseñarleunpocotodoestoanuestrainvitada,sinotienesningúninconveniente.

Elhombrepestañeó,confundido.—Me temo que el acceso a nuestras instalaciones está estrictamente limitado,

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comobiensabes.—SoloquisieramostrarleelDepósito—dijoSkulduggery—.Enrealidad,loque

quieroesenseñarleelLibro.—Enesecaso,podéisir.Aunque,enmicalidaddeadministradordelSantuario,

tendréqueacompañaros.—Esosedaporsupuesto.Eladministradorhizounalevereverencia,dio lavueltaenredondoyles indicó

que lo siguieran por uno de los pasillos.Mientras caminaban pasaron junto amáshombresvestidosdegris;aunqueStephanieempezabaaacostumbrarsea tratarcongente queno tenía cara ni expresión, había algo en aquellos hombresque la poníanerviosa. Por mucho que Skulduggery fuera un esqueleto, era inconfundiblementehumano;sinembargo,aquellospersonajes,aunquenoeranmásquehombresconlascarasocultas,resultabanmuchomássiniestrosqueél.

—¿Quiénessonestostipos?—lepreguntóaSkulduggeryenunsusurro.—Se llaman Hendedores —bisbiseó Skulduggery—. Son una combinación de

guardas de seguridad, policía y ejército. Unos tipos peligrosos, puedes creerlo; estodaunasuertequeesténdenuestrolado.

Stephanieprocurónomirarlosmientrasavanzabaporlospasillos.—¿Dóndevamos?—preguntó,intentandocambiardetema.—Quiero enseñarte el Libro de losNombres—respondió Skulduggery—.Hay

quiendicequeesobradelosAntiguos,perolaverdadesquenadiesabequiénlocreónicómo.Contiene losnombresde todas laspersonasvivasquehayen laTierra:elnombrequelesponen,elnombrequeadoptan,siesqueadoptanalguno,ysunombreverdadero.Cadavezquenaceunniño,enlaspáginasdelLibroapareceunnombrenuevo.Ycadavezquemuerealguien,sunombreseborra.

Stephanielomiróasombrada.—Entonces,minombreverdaderoestaráenelLibro,¿no?—Claro.Yelmío,yeldetodoelmundo.—¿Yesonoespeligroso?Sialguienseapoderaradeél,podríahacerseelamodel

universo.—Stephaniesequedócalladaunossegundos—.Laverdadesquemesientounpocoridiculadiciendoestascosas.

Eladministradorvolviólacabezaparamirarla,sindejardeandar.—NisiquieralosMayoresestánautorizadosaabrirlo—dijo—,porqueelpoder

del libroesde talmagnitudquepodríacorromperacualquiera.Sinembargo,hastaahora han sido incapaces de encontrar el modo de destruirlo: no se rompe ni sequema,ynadade loque lehanhechoparecehaberleafectado.Si las leyendasqueatribuyen su creación a los Antiguos son ciertas, sería lógico pensar que solo losAntiguospuedendestruirlo.Encualquier caso, losMayores sehanhechocargodeprotegerloymantenerlolejosdemiradasindiscretas.

Eladministradorsedetuvofrenteaunapuertadedoshojas,hizounaspavientoylaspesadaspuertasgiraronsobresusgoznes.FrenteaellosseextendíaelDepósito,

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una enorme sala salpicada de columnas de mármol que albergaba algunos de losartefactos más extraños e inusuales del mundo. Los tres fueron pasando junto ahileras y más hileras de estanterías y vitrinas, en las que reposaban objetos tanestrambóticosque resultabacasi imposibledescribirlos.Eladministrador les señalóunodelosmásraros:eraunacajabidimensionalqueconteníamaravillascapacesdesaciarhastaalaspersonasmásacostumbradasalosprodigios,peroquesoloexistíasisemirabadesdeunángulodeterminado.Alllegaralcentrodelasala,sinembargo,aStephanielesorprendióelcontrasteconelabigarramientodelresto:estabatotalmentevacío,salvoporunpedestalenelquereposabaunlibro.

—¿EseseelLibrodelosNombres?—Sí,muchacha,esees—respondióeladministrador.—Penséqueseríamásgrande.—Tieneeltamañoadecuado.Nimás,nimenos.—¿Ynoimportaqueestéasí,alalcancedetodoelmundo?—No es tan vulnerable como podrías pensar. Cuando lo trajeron aquí, los

Mayores dedicaron algún tiempo a pensar en las medidas de seguridad másadecuadas.Protegerlototalmenteparecíaimposible:alfinyalcabo,losguardassonvulnerables,lascerradurassepuedenabrir,losescudossepuedenpenetrar…

—¿Yentoncesdecidierondejarloahí,sinmás?—Enrealidad,diseñaronelmásingeniosodelosmétodos.Sebasaenlafuerzade

voluntad.—¿Cómo?—ElLibroestáprotegidoporlavoluntaddelosMayores.Stephaniemiróaladministrador,incrédula:aquelloparecíaunabroma.—Puedescomprobarloportimisma—dijoél—.CogeelLibro.—¿Yo?—Sí,tú.Nadieteharádaño.Stephanie miró a Skulduggery de reojo. El no le hizo ningún gesto, así que

decidióvolversehaciaelLibroyecharaandar.Mientrascaminabaibarecorriendolasalaconlosojos.Seleocurriópensarque

podía haber alguna trampilla y de inmediatomiró al suelo. ¿Qué forma tendría lafuerza de voluntad? Tuviera la forma que tuviera, esperaba que no fuera nadadoloroso, como una bala o algo así. Empezó a enfadarse solo de pensar en lo queestabahaciendo;parecíaabsurdometersedecabezaenunatrampaporsupropiopie.¿Yparaqué?¿Parademostrarunaafirmaciónquenisiquierahabíahechoella?¡Perosi ella no albergaba ningún deseo de coger el libro! No, aquello era totalmenteabsurdo.

Volviólamiradaatrásyvioqueeladministradorlaobservabaplácidamente.Eraobvioqueestabaesperandoaquela trampafuncionara,aqueapareciera loquesindudateníaqueapareceranteellaparaimpedirlecogersuqueridolibro.Stephaniesedetuvo.Puessitantoqueríaaquellibroeladministrador,quelocogieraélsolito.Se

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dio la vuelta en redondo y volvió al punto de partida. El administrador se quedómirándola.

—Nolohascogido—dijo.Stephaniehizounesfuerzoporcontestarleeducadamente.—Puesno.Perosiustedlodice,mecreeréqueestábienprotegido.—Sinembargo,cuandoempezasteacaminarqueríascogerlo,¿verdad?—Sí,supongoquesí.—¿Yporquénolohiciste?—Cambiédeopinión.—Dejastedequerercogerlo,¿noeseso?—Sí,claro.¿Yqué?—Enesoconsiste lavoluntaddelosMayores.Pormuchasganasquetengasde

apoderartedeeseLibro,cuantomásteacerquesaél,menosquerráscogerlo.Daigualque loquierascogerpara ti,porque tehanordenadoque locojasoporque teva lavidaenello.ConcadapasoquedeshaciaelLibro,tuindiferenciahaciaélaumentará,seasquienseasy tengas lospoderesque tengas.NisiquieraMeritoriuspudo llegarhastaélcuandoselopropuso.

Stephaniesequedómirándolomientrastratabadeasimilarsuspalabras.—Esimpresionante—dijoalcabo,sinpoderloevitar.—Sí,¿verdad?—contestóeladministrador,ladeandounpocolacabezacomosi

hubieraoídoalgo—.ElConsejoyaestá listopara recibiros.Pasadporaquí,sisoistanamables.

SkulduggeryyStephanieentrarontrasélenunasalaovaladaconunagranpuertaenel extremoopuesto.La salaestaba iluminadaporun fococenitalquedejaba lasparedesenpenumbra.

—LosMayoresosrecibiránenunmomento—dijoeladministrador,alejándoseconpasoquedo.

—Siemprehacenlomismo—dijoSkulduggerycuandosefue—.Lesgustahaceresperaralagente.

—Sí,eldirectordemiinstitutohacelomismo.Yocreoqueesunaformadedarseimportancia.

—¿Yfunciona?—No.Sololograparecerimpuntual.Lapuertaquehabía alotro ladode la sala se abrióparadarpasoaunhombre

mayor. Su pelo y su barba, que llevaba cortos y muy cuidados, eran totalmenteblancos,yeramuyalto,másaúnqueSkulduggery.Llevabauntrajedecolorgranito;mientraslemirabacaminar,Stephaniesediocuentadequeasuderechasemovíanunassombrasextrañasqueparecíancambiaryestirarseasupaso.Pocoapoco,delasesquinasdelasalafueronsaliendootrosretazosdesombraqueseunieronalamasaprincipal. De pronto, la sombra se elevó del suelo y pareció solidificarse en unafiguravestidadenegro:eraunamujerentradaenaños,quesiguiócaminandojuntoal

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anciano.Amedidaque se fueronacercandoaStephanieySkulduggery, supaso sehizomáslento.Entoncesunatercerapersonasematerializóalotroladodelhombrealto.Parecíaalgomásjovenquelosotrosdosyllevabauntrajeazulceleste,conlachaquetaapuntodereventarporsunotablepanza.

StephanieylosMagosMayoressemirarondehitoenhito.—Skulduggery—dijo el hombre alto con voz profunda y resonante—, se diría

quelosproblemastepisanlostalones.¿Nocrees?—Bueno,yonolodescribiríaasí—respondióSkulduggery—.Esmásbiencomo

silosproblemasseacomodaranantemíyesperaranmillegada.Elhombrealtosacudiólacabeza.—¿Esestatunuevasocia?—Efectivamente,estaes.—¿Nohaadoptadoningúnnombre?—No.—Bueno,algoesalgo—dijoelhombrealto,dirigiendolamiradaaStephanie—.

Joven,mellamoEachanMeritoriusysoyelGranMagodeesteConsejo.JuntoamíestánMorwennaCrowySagaciusTome.Dime,elhechodequenohayasadoptadoningúnnombre,¿significaquenovasaintervenirennuestrosasuntosmuchotiempomás?

—Noestoysegura,laverdad—dijoStephanie,conlabocaseca.—¿Loven?—intervinoSkulduggery—.Esdelomásrebelde.—Has atravesado situaciones muy arriesgadas—siguió diciendoMeritorius—.

¿Nopreferiríasvolveralaseguridaddetuvidanormal?—¿Quéseguridad?—Tambiénesinsubordinada…—dijoSkulduggery.Stephanieretomóelhiloantesdequeelhombrealtopudieraseguirhablando:—Lo que quiero decir es que, en mi vida normal, mañana mismo podría

atropellarmeuncoche.Tambiénesposiblequemeatraquenestamismanoche,oquecaiga enferma dentro de una semana…. Nadie está seguro en ningún sitio, enrealidad.

Meritoriuslamirólevantandounaceja.—Nodigoquenoseacierto,peroentuvidanormalnotendríasquevértelascon

magosqueintentanasesinarte.LostresMayoreslaobservaron,aguardandoconinteréssurespuesta.—Sí, tal vez—admitió ella—.Perono creoqueme fuera posible olvidar todo

estosinmás.Skulduggerysacudiólacabezacongestodedesesperación:—…Ytercacomounamula.MorwennaCrowtomólapalabra.—Detective, no es la primera vez que apelas al Consejo para tratar de una

supuestaamenazaalatregua.

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—Enefecto.—Ysinembargo,nuncahassidocapazdeaportarpruebaalguna.—Lachicaqueveisjuntoavosotroseslapruebavivientedeello.Lahanatacado

dosveces,yenambasocasionessuatacantebuscabaunallave.—¿Quéllave?—preguntóSagaciusTome.Skulduggerytitubeó.—¿SeñorPleasant?—insistióTome.—EstoyconvencidodequeelatacanteestabaalasórdenesdeSerpine.—¿Quéllave,detective?—SiSerpineestáordenandoasushombresqueataquenaciviles,setratadeuna

claraviolacióndelatregua,yelConsejotieneque…—SeñorPleasant,¿quésuponeustedqueabreesallave?Stephaniemiródereojoel rostro impenetrabledeSkulduggeryycreyódetectar

unacrecientefrustraciónensusgestos.—En mi opinión, Serpine desea esa llave para llegar hasta el Cetro de los

Antiguos—dijoalfineldetective.—Nuncasécuándoestásdebromaycuándono,Skulduggery—dijoMeritorius

esbozandounasonrisa.—Ya,melodicemuchagente.—¿AcasonosabesqueelCetroesunaleyenda?—Sí,soyconscientedequeesaeslaopiniónmásgeneralizada.Perotambiénsé

queSerpinehaintentadoaveriguarcosassobreél,ycreoquetalvezGordonEdgleylotuvieraensupoder.

—NefarianSerpine es ahora nuestro aliado, detective—dijoSagaciusTome—.Vivimosentiemposdepaz.

—Vivimos en tiempos demiedo—repusoSkulduggery—, y parece como si elmiedo a trastornar el orden establecido nos impidiera hacer las preguntas quedeberíamosestarhaciendo.

—Skulduggery—intervinoMeritorius—, todossabemos loquehizoSerpineenel pasado. Todos conocemos las atrocidades que cometió en nombre de su señorMevolent,ytambiénparaconseguirsuspropiosfines.Peromientraslatreguasigaenpie,nopodemoshacernadacontraélsinotenemosunmotivofirme.

—Haordenadoaunodesushombresqueatacaraamisocia.—Notienespruebasdeeso.—¡HaasesinadoaGordonEdgley!—Tampocohaynadaquelopruebe.—¡EstáintentandohacerseconelCetro!—Sí, con un cetro que ni siquiera existe —remató Meritorius sacudiendo

tristementelacabeza—.Losientomucho,Skulduggery.Nopodemoshacernada.—Encuantoalachica—añadióMorwenna—,teníamoslaesperanzadequeno

sevierademasiadoimplicadaentodoesteasunto.

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—Novaadecirlenadaanadie—dijoSkulduggery,casienunsusurro.—Talvez,perosiavanzaunpasomásennuestromundo,talvezleseaimposible

salir de él. Queremos que lo pienses muy detenidamente, detective. Que seasconscientedeloqueesosignifica.

Skulduggeryasintiósindecirnada.—Graciasporpresentarosantenosotros—dijoMeritorius—.Podéismarcharos.Skulduggery se dio la vuelta y salió de la sala seguido de Stephanie. El

administradorseacercóaellosconpremuraparamostrarleselcamino.—Nohacefalta,sésalirsolo—gruñóSkulduggery,yelhombrecilloretrocedió.Stephanie y Skulduggery recorrieron el camino de vuelta pasando ante los

Hendedores, que seguían tan inmóviles como las figuras de cera del museo, yllegaronalaescalera.AlllegararribaSkulduggeryvolvióaataviarseconsudisfraz;luegolosdosatravesaronelmuseo,salieronalacalle,ycasihabíanllegadoalcocheamarillocuandoSkulduggerysedetuvoyvolviólacabeza.

—¿Quépasa?—preguntóStephanie.Skulduggery no contestó y Stephanie miró alrededor, llena de aprensión. En

apariencia estaban en una calle normal, llena de transeúntes normales que hacíancosasnormales.Bueno, lacalzada teníaalgúnqueotrosocavóny legente ibamásbiendesaliñada,peroporlodemásnohabíanadaespecialmenteraro.

Y entonces lo vio: era un hombre alto, calvo y robusto, de edad indefinida. Seacercaba hacia ellos tranquilamente, como si tuviera todo el tiempo delmundo, yStephaniesequedójuntoaSkulduggeryesperandoaquellegaraasualtura.

—Buenosdías,Pleasant—dijoelhombrecuandoestuvofrenteaellos.—Buenosdías,Bliss—respondióSkulduggery.Stephanieobservóalhombre:parecíairradiarpoder.Elmoviólacabezayclavó

enStephaniesuspálidosojosazules.—Túdebesdeserlachicaqueestállamandolaatencióndetodoelmundo.Stephanie se quedó callada.No sabía quédecir, y aunque lo hubiera sabido, le

habría fallado la voz al decirlo.Había algo en el señorBliss que le dabaganasdeacurrucarseyromperallorar.

—Cuánto tiempo sin verte,Bliss—dijoSkulduggery—.Oí decir que te habíasretirado.

StephaniepensóquelamiradadelseñorBlissestaballenadepaz,peronoeraunapazreconfortante.Noeraunapazquelahicierasentirsesegurayarropada;eraotrotipodepaz,unapazqueparecíaprometerelfindeldolor,elfindelplacer,elfindetodo.MiraralseñorBlisseracomomiraralvacío,unvacíosinprincipionifin.Eracomocaerenelolvido.

—LoMayoresmehanpedidoquevuelva—dijoBliss—.Parecequelasituaciónseestáponiendountantoturbia,despuésdetodo.

—¿Cómoeseso?—Los dos hombres que estaban encargados de vigilar a Serpine aparecieron

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muertoshaceunosdías.Estátramandoalgo,algodeloquenoquierequeseenterenlosMayores.

Skulduggerysequedómirándolosindecirnada.—¿PorquénomehadichonadadeestoMeritorius?—preguntóalfin.—Latreguaestáprendidaconalfileres,Pleasant.Cualquiertrastorno,pormínimo

quesea,puedeecharlaaperder;ytúeresconocidoportuaficiónacausartrastornos.LosMayorespensaronquemiintervenciónseríasuficienteparadisuadiraSerpinedesuempeño,perotemoquehaninfravaloradosuambición.Aunasí,siguenempeñadosenqueunanuevaguerranobeneficiaríaanadie.Yademás,senieganacreeren laexistenciadelCetrodelosAntiguos.

—¿Túsícreesqueexiste?—preguntóSkulduggery,conunimperceptibletemblorenlavoz.

—Sí,claro.Nosésitendrátodoslospoderesquelasleyendasleatribuyen,peronomecabedudadesuexistenciamaterial.Fuedescubierto recientemente,enunasexcavacionesarqueológicas.TengoentendidoqueGordonEdgleyllevababuscándoloalgúntiempo,comopartedesusinvestigacionesparaescribirunlibrosobrelosSinRostro,ycreoquepagóunasustanciosasumaparahacerseconél.Meimaginoqueverificaría su autenticidad, y una vez verificada, se daría cuenta de que no podíaquedarseconélnidárseloanadie.GordonEdgleypodíatenermuchosdefectos,peroeraunbuenhombre;debiódepensarquesielCetroteníaelpotencialdestructivodelque todoshemosoídohablar, era unobjetodemasiadopeligrosoparaquenadie loposeyera.

—¿Sabesquépudohacerconél?—dijoStephanie,recuperandolavozalfin.—No.—¿Pero de verdad crees que Serpine está dispuesto a declarar la guerra? —

preguntóSkulduggery.Blissasintióconlacabeza.—Sí;creoque,paraél,latreguayanotieneningunautilidad.Supongoquelleva

esperando algún tiempo a que llegue el momento adecuado para acumular poder,descubrir los secretos que le faltan e invitar a losSinRostro a que vuelvan a estemundo.

—¿CreeenlosSinRostro,señorBliss?—preguntóStephanie.—Sí.Meenseñaronacreerenellosdeniñoynuncahedejadodehacerlo.Hay

quien se ríe de ellos, hayquien toma sus leyendas como fábulasmoralizantes, hayquienselascuentaasushijosantesdedormir.Peroyocreoenellos.Creoque,enelpasado, los seres humanos estuvieron dominados por unos seres tanmaléficos quehasta sus propias sombras huían de ellos.Y creo que han estado todo este tiempoesperandoelmomentodevolverparacastigarnospornuestrastransgresiones.

SkulduggeryladeólacabezayobservóaBlisscongestocrítico.—SilesdijerasestascosasalosMayores,seguroqueteharíancaso.—No.Estánatadosdepiesymanosporsuspropiasnormas.Hereunidotodala

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informaciónquemehasidoposible,yacabodetransmitírselaalaúnicapersonaquetalvezsepaquéhacerconella.Ahoratododependedeti,Pleasant.

—Sitrabajarasconnosotrostodoseríamásfácil—dijoSkulduggery.ElseñorBlissesbozóunalevesonrisa.—Sitengoqueintervenir,loharé—repuso,dándoselavueltayechandoaandar.Stephanie y Skulduggery se quedaron mirándolo un momento y luego se

montaron en el coche amarillo. Skulduggery arrancó, y ya llevaba conduciendounratocuandoStephaniesedecidióahablar.

—Daunpocodemiedo.—Sí,esquecasinuncasonríe.Blisseslapersonaconmásfuerzafísicaquehay

sobrelafazdelaTierra.Sufuerzasobrepasatodaslasleyendas.—Osea,querealmentehayquetenerlemiedo,¿no?—Puessí,bastante.Skulduggery siguió conduciendo en silencio. Stephanie dejó pasar un par de

minutosantesdehablardenuevo.—¿Enquépiensas?—Enunmontóndecositasingeniosas—respondióSkulduggeryencogiéndosede

hombros.—Entonces,¿estássegurodequeelCetroesreal?—Tienetodalapintadeserlo.—Puestedebesdehaberquedadodepiedra,¿no?¡Miraquedescubrirderepente

quelosdiosesexisten!—Ah, pero eso no es seguro. Aun cuando el Cetro fuera real, su verdadera

historia podría habersemezclado con leyendas. El hecho de que exista no implicanecesariamentequelosAntiguoslousaranparaexpulsaralosSinRostro.

—Quécurioso,nuncahubierapensadoqueunesqueletovivientepudierasertanescéptico.Bueno,entonces,¿quéhacemosahora?

Skulduggeryhizounapausayluegosepusoahablaranimadamente:—Veamos:hayqueaveriguarloquenecesitamos.Tenemosqueaveriguarloque

necesitamos y cómo conseguirlo, y también lo que necesitamos conseguir paraconseguirloquenecesitamos.

—Creoquelohepillado…—dijoStephanielentamente.Elcochepasósobreunbacheypegóunbote—.Huy,no.Semehavueltoairdelacabeza.

—Necesitamos que losMayores se pongan en acción, y para eso necesitamosalguna prueba de queSerpine ha roto la tregua.Necesitamos encontrar elCetro, ytambiénaveriguarcómodestruirlo.

—Vale,entendido.¿Pordóndeempezamos?—Porlaprueba.LaconseguiremoscuandoencontremoselCetro.—¿Ycómolovamosaencontrar?—Encontrandolallave.—¿Ycómovamosadestruirlo?

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—Ajá—dijoSkulduggery—,paraaveriguaresonosvaahacerfaltacometerunpequeñodelito.

—¡Por fin! —exclamó Stephanie con una sonrisa—. Creí que nuncaempezaríamosadelinquir.

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ELPEQUEÑODELITO

KULDUGGERYyStephanie observaron desde el coche cómo losdos vampiros subían la escalinata y entraban en elMuseoMunicipal,enfundadosensusmonosazules.Ibancharlando,yteníanunaspectodelo menos intimidatorio. Unos minutos más tarde los trabajadores delmuseoylosguardasdelturnodedíaempezaronaabandonareledificio.Cuandosalierontodos,Skulduggeryestiróelbrazohaciaatrásycogió

labolsanegra.—¿Vamosaentrarya?—preguntóStephaniemirandoalcielo—.Aúnesdedía.—Sí,yprecisamenteporesonopodemosesperar.Dentrodeveinteminutos,en

esemuseohabrádosvampiroshechosyderechos.Megustaríaentrar,averiguarcómopodemosdestruirelCetroysalirantesdequeesoocurra.

—Ah,mepareceunabuenaidea.—Noesbuena:esbuenísima.Los dos salieron del horrendo coche amarillo, cruzaron la calle, entraron en el

jardíndelmuseoyatravesaronelcéspedhastallegaraunárbolaltoquehabíaenlaparte de atrás. Trasmirar a todas partes para asegurarse de que no los veía nadie,Skulduggery se echó la bolsa al hombro y empezó a trepar. Stephanie saltó hastaagarrarunaramabajaytrepótrasél.Llevabaañossinhacerlo,perosiemprelehabíaresultadotanfáciltreparalosárbolescomocaersedeellos.Elárbolteníalasramaslargasygruesas;algunasdeellasllegabanmuycercadeltejadodelmuseo,cuyapartecentralestabarecorridaporunahileradeclaraboyasqueseelevabansobrelastejas.Stephanieseencaramóenunaramayobservóconcuriosidadelespacioquequedabaentreelárbolyeltejado.Parecíademasiadoanchoparasaltar.

—¿Estássegurodequequieresirsolo?—preguntó.—Sí.Necesitoquetequedesaquífueraporsialgosaleterriblementemal.—¿Quépuedesalirterriblementemal?—Nosé,unasquinceodieciséiscosasquenomevoyaponeraenumerarahora.—Nosabescuántomereconfortaoírte—mascullóStephanie.Skulduggery maniobró cautelosamente para ponerse en pie sobre la rama más

larga y empezó a recorrerla agachado; parecía increíble que pudiera conservar elequilibrio. Sin embargo, el tejado seguía estando demasiado lejos. De improviso,Skulduggeryseabalanzóhaciadelantedandounsaltoyextendió losbrazosantesíparaprovocarunatremendaráfagadeairequelollevóenvolandashastalomásaltodeltejado.

Stephanie se prometió a sí misma que algún día conseguiría aprender a haceraquello.

—Elmuseo está equipado con losmásmodernos sistemas de seguridad—dijoSkulduggeryabriendolabolsanegra—.Perolasalarmasdelassalasexterioresnuncase conectan para que puedan pasar los vampiros, así que cuando llegue a la sala

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central,tododeberíairvientoenpopa,comoaquelquedice.—¿Quiéneselquelodice?—Puesnosé.Algúnmarino,supongo.Skulduggerymetiólamanoenlabolsa,sacóunarnésdeescaladayselopuso.—¿Quéteestabadiciendo?—Niidea.—Ah,sí,teestabaexplicandomiastutoplan.Tengoquellegarhastauncuadrode

control que hay en la pared de la derecha. Desde ahí puedo desconectar todas lasalarmas. No puedo pisar el suelo porque tiene sensores, así que tendré quearreglármelasparahacerlosuspendido;peroesonodeberíasuponerningúnproblemaparaalguientanágilyhabilidosocomoyo.

—Tienesunaltoconceptodetimismo,¿verdad?—Altísimo.Skulduggery ató un fino cable alrededor de un conducto de ventilación que

sobresalía del tejado, aseguró el otro extremo al arnés con un nudo corredizo y seacercóaunadelasclaraboyas.Stephaniefruncióelceño.

—¿Piensasbajarporahí?—Sí,esovaaserlomásdivertidodetodo.—Vale, pero tendrás que abrir la claraboya, ¿no? ¿Eso no va a hacer que salte

algunaalarma?—Sí,bueno,unapequeñita—respondióSkulduggerymuysegurodesí.Stephanielomiróboquiabierta.—¡Peroesquetodoelmundovaaenterarse,aunqueseapequeñita!—Notepreocupes.Esunaalarmitadenada,nisiquierahaceruido.Solodispara

unpilotoenlacomisaríadelbarrio.Bueno,másbienlodisparaba.Dalacasualidaddeque,antesderecogerteestamañana,paséjuntoalacomisaríajustoenelmomentoenquesucajade transformadoressufríauncortocircuito.Parecequesu interior sellenó misteriosamente de agua. Creo que los policías estaban asombrados; desdeluego,teníancaradeestarlo…

—¿Ytodotuplandependedequenohayanlogradorepararlaaveríaaún?—Sí,másbien—dijoSkulduggerytraspensárselodossegundos—.Peroseguro

quesalebien.Eldetectiveobservóduranteunmomentoelsolponienteyluegosevolvióhacia

Stephanie.—Sioyesgritos,seránmíos—ledijo.Skulduggery pasó lamano sobre la claraboya y la cerradura se rompió. Luego

cogióelmandodelarnés,abrióunadelashojasysemetióporelagujero.Stephanieobservó cómo desaparecía y enseguida empezó a oír el leve siseo del arnésdeslizándoseporelcable.

Se apoyó contra el tronco del árbol y se dispuso a observar por si veía algo…raro.Stephaniefruncióelceñoalpensaraquello,porqueyanoestabanadasegurade

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quéera«raro»yquénoloera,yjustoenesemomentooyóunruidorasposo.Levantólavistabuscandoelorigendelruido.

La lazada de cable que había atado Skulduggery alrededor del conducto deventilaciónseestabadeslizandohaciaarriba.

Stephanieviohorrorizadacómoseacercabacadavezmásalbordedel tubo.Seacordó de los sensores del suelo y pensó que, si Skulduggery se caía, haría saltartodas las alarmas y los vampiros tardarían bien poco en encontrarlo.Y aunque noteníaniunagotadesangre,Stephanieestabaseguradequelosvampirosencontraríanotrasformasdecastigarsuosadía.

ElcablesubióunpocomásyStephaniepensóquenoteníaopción.SeencaramóalaramadesdelaquehabíasaltadoSkulduggeryyempezóadeslizarseagatas.Lamadera crujió bajo su peso y Stephanie hizo un esfuerzo por no sentirse gorda,recordandoqueSkulduggerynoteníamásquehuesos.

Anteellaseabríaelabismo.Eraunabismoabismal,unseñorabismo.Stephaniesacudiólacabezapensandoquenoibaasercapaz.Asíeraimposible

llegaral tejado.Sihubierapodidocogercarrerilla, aunpodríahabérseloplanteado;pero saltar desde el bordedeuna ramaque cedíabajo supeso…no, nopodía ser.Stephanie cerró los ojos, esforzándose por desterrar aquellos pensamientos de sumente. No tenía otra opción; no tenía sentido preguntarse si podía o quería saltar.Skulduggerynecesitabasuayuda,ylanecesitabaenaquelprecisoinstante;loúnicoque cabía preguntarse era qué haría una vez que hubiera saltado, porque tenía quehacerlo.

Ylohizo.Saltóestirándosecuantopudo,viendodereojocómosemovíaelsueloalláabajo,

ycuandoestabaapuntodealcanzarelaleroempezóacaer.Sumanoderechatocóelcanalón y se cerró en torno a él, lo que cortó bruscamente la caída haciendo queStephanieseestrellaracontraelmuro.Elgolpeestuvoapuntodeobligarleasoltarlamano, pero enseguida encontró un asidero para la mano izquierda y pudoestabilizarse.Mástranquila,empezóaizarseapulsohastaquelogrópasarunbrazosobre el alero, y entonces se alzó apoyándose en el codo. Ya estaba, lo habíaconseguido.

Elcablevolvióadeslizarse.Estabacasialfinaldelconducto;uncentímetromásySkulduggeryestaríaperdido.Stephanieseabalanzósobreel tuboy tiródelcableparabajarlo,peronopudo.Sepusoenpieytratódehacerloretrocederpresionandoconlabota;elcablenosemovióniunmilímetro.Miróasualrededorenbuscadealgo que le sirviera de ayuda, vio la bolsa y la abrió sin perder un segundo. Soloconteníaotrotrozodecable.

Stephanieloagarróysepusoderodillasparaengancharloalalazadaqueestabaapunto de salirse del tubo. Su padre le había enseñado a hacer todo tipo de nudoscuandoerapequeña,yaunqueyanoseacordabadesusnombres,sabíaperfectamentecuáleraelmásadecuadoparaaquellaocasión.

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Despuésdeatarelnuevotrozodecablealalazada,miróasualrededorenbuscadealgúnasideroalqueamarrarelotroextremo.Frenteaellahabíaotraclaraboya;Stephanieselevantódeunsalto,enroscóelcablealrededordesubasedecementoyloacabódeatarjustoenelmomentoenquelaprimeralazadasesalíadelconductodeventilación.Elcablequedóflojoduranteunafraccióndesegundoyluegosetensóconunchasquido,peroaguantósinromperse.

Stephanie volvió a la claraboya por la que había entrado Skulduggery y miróhacia abajo. Su amigo estaba suspendido en el aire, intentando mantenerse enposiciónhorizontalparano tocar el suelo tras la repentinacaída.Conservabaen lamanoelmandodelarnés,peronopodíamanejarloporqueteníaqueestirarlosbrazosparaequilibrarse.

Stephanieviosobreeltejadootromandoquetambiénparecíaestarconectadoalarnés.Loagarró,apretóunbotónqueponíaARRIBAySkulduggeryempezóasubirconunsuavezumbido.

Cuandohabíasubidolosuficienteparanocorrerpeligro,levantólacabeza,vioaStephanieylasaludóconlamano.Yateníalasmanoslibres,asíqueagarróelmandoymaniobróhastasituarsejuntoalcuadrodecontrolquehabíaenlapared.Bajóunoscuantos interruptores, apretó el mando a distancia y se posó en el suelo condelicadeza.Nosaltóningunaalarma.

Skulduggerysedesabrochóelarnés, levantólacabeza,miróaStephanieporunmomento y le indicó con lamano que bajara. Stephanie sonrió de oreja a oreja yapretó su mando a distancia para que el arnés subiera. Cuando llegó arriba se loabrochó,metió laspiernas en el agujerode la claraboyay empezó adescender.AlllegaralsueloSkulduggeryleayudóaquitárselo.

—Supongoqueunpocodeayudanomevendríamal,alfinyalcabo—susurró.Stephanielededicóotrasonrisa.

Por dentro el museo era despejado y espacioso, y sus paredes estabaninterrumpidasaquíyalláporgrandespanelesdecristal.Lasalacentralestaballenade cuadros y esculturas, dispuestas cuidadosamente de forma que no diera laimpresióndeestarnimuyllena,nimuyvacía.Seacercaronalagranpuertadelasalayescucharonconatención.Skulduggeryabrióunadesushojas,asomólacabezaparainspeccionary luegole indicóaStephanieconuncabeceoquelosiguiera.Losdossalieronsigilosamentecerrando lapuertaasusespaldasyempezarona recorrer losblancospasillos,doblandoesquinasyatravesandoarcadas.Stephaniesediocuentadeque Skulduggerymiraba al exterior cada vez que pasaban junto a una ventana: seestabahaciendodenoche.

Porfinllegaronaunpequeñovestíbuloalejadodelospasillosprincipales.Enélseabríaunapuertademaderamaciza,reforzadaconunacuadrículadetirasdemetalatornilladas.SkulduggerylepidióaStephanieenunsusurroquevigilarayseacercóalapuertamientrassesacabaalgodelbolsillo.

Stephanie se agazapóy escrutó las sombrasdel pasillo, que cadavez eranmás

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espesas.Volvió lacabeza:Skulduggeryestabamanipulando lacerradura.Stephaniemirólaventanaqueteníajustoallado.Elsolyasehabíapuesto.

Entoncesoyópasosyretrocedióunpoco.Elhombredelmonoazulacababadeaparecerpor la esquinadelpasillodeenfrente.Caminaba tranquilamente, comounguarda de seguridad normal y corriente en un centro comercial cualquiera. Parecíadistraído,aburrido,despreocupado.StephanienotóqueSkulduggerysecolocabatrasella,peronodijonada.

Depronto,elhombresellevólamanoalvientreysedoblócomoabrumadoporalgún dolor. Stephanie pensó que le habría gustado estar más cerca, porque si lesalíancolmillosapenasibaapoderverlodesdedondeestaba.Elhombreseirguióyenderezó la espalda, y los crujidos de sus huesos al recolocarse resonaron en elpasillo.Yentonceslevantóunamano,seagarróelpeloyempezóatirar.

Stephaniereprimióunrespingo.Elvampiroacababadequitarselapiel,elpeloylaropadeunsolotirón,yloquehabíadebajoeraunserpálidoycalvocongrandesojos negros que se deshacía de los restos de su funda humana con movimientosfelinos. No hacía falta acercarse para verle los colmillos —eran enormes yamarillentos, con los filos irregulares—, y Stephanie se alegró de estar a ciertadistancia. Aquel vampiro no se parecía nada a los que había visto en la tele. Losvampirosdelaspelículaseranhombresatractivos,ataviadosconlevitaygafasdesol;losdeverdaderananimales.

LamanodeSkulduggeryseposóensuhombroy tiró suavementeparahacerlaretrocederunpoquito.Justoentonceselvampiromiróensudirección,yluegosediolavueltaysealejóporelpasilloenbuscadealgunapresa.

StephaniesiguióaSkulduggeryhastalapuertayentrótrasél.Encuantocerraronlapuerta,Skulduggery se irguióy empezó ahablar en tononormal;Stephanie, sinembargo,noseatrevióahacerningúnruido.EldetectiveindicóaStephaniequelosiguieraporunasescalerasdescendentes,iluminandolosescalonesconunallamaquehizoaparecerenlapalmadesumano.Cuantomásbajaban,másfríohacía.Porfinllegaronaunpasillodeaspectovetustoyllenodepuertas,ycaminaronhastallegarauna que tenía grabados un escudo y un oso; parecía un emblema heráldico.Skulduggery alzó lasmanos, agachó la cabeza y se quedó inmóvil durante casi unminuto.Lacerraduraseabrióconunchasquidoypudieronentrar.

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VAMPIROS

KULDUGGERYchasqueólosdedosylasvelasquehabíarepartidaspor la estancia se encendieron. Estaba todo lleno de cosas: enormespilasdelibros,artefactosraros,esculturas,cuadros,grabados…inclusohabíaunaarmadurajuntoaunadelasparedes.

—¿TodoestotienequeverconelCetro?—susurróStephanie.—MásbienconlosAntiguos,engeneral—respondióSkulduggery

—,peroseguroquehayalgorelacionadoconelCetroporalgunaparte.Laverdadesque no esperaba encontrar tantos trastos. Por cierto, no hace falta que hables tanbajito.

—Esqueenelpisodearribahaydosvampiros.—Estas cámaras están selladas.Antes rompí el sello de cierre, pero el sello de

sonido sigue intacto. ¿Sabes que hay que romper los sellos de cierre cada vez quequieresentrarenunsitio,yluegohayquevolveraponerlosalsalir?Nomeexplicoporquéno instalaránunacerraduraencondiciones; teaseguroqueamí,almenos,me impediría el paso mucho más que un sello. Bueno, hasta que me decidiera aderribarlapuerta,claro.

—¿Quésonlossellosdesonido?—dijoStephaniesindejardesusurrar.—¿Quequéson?Mira,siunapuertatieneunodeesossellos,podríasgritarcon

todastusfuerzasynoteoiríanaunquetuvieranunaorejapegadaalamadera.—Ah, bueno—respondió Stephanie, aunque siguió hablando en vozmás bien

baja.Losdosemprendieronlabúsqueda.Algunosdelos librosnarrabanlosmitosde

losAntiguos;otrosdescribíansusleyendasdesdeunpuntodevistamásdescriptivoyanalítico, y había bastantes escritos en una lengua que Stephanie no entendía.Algunos tenían las páginas en blanco, pero Skulduggery parecía capaz de leerlos,porqueledijoaStephaniequesoloconteníandatossinimportancia.

Stephanieempezóaexaminarunmontóndecuadrosenmarcadosquehabíajuntoa una pared.Muchos de ellosmostraban a distintos personajes que enarbolaban elCetro en actitud heroica. Cuando ya había examinado casi lamitad, elmontón sederrumbóyStephanieseagachópararecogerloscuadroscaídos;entoncessefijóenunoquehabíaquedadojustodelantedeella.EraelcuadroqueaparecíareproducidoenellibrodeSkulduggery,elquemostrabaaunhombrequealargabaunamanoparaagarrar el Cetro mientras se protegía de su resplandor con la otra. Pero lo queStephanie tenía ante sí era la escena completa, no el pequeño rectángulo del libro.Skulduggerysevolvióparamirarlamientrasellaempezabaacolocarloscuadrostalcomo los había encontrado. Cuando acabó se acercó a la armadura, que tenía elescudoyelosograbadosenelpeto.

—¿Estoesunemblemaheráldico?—preguntó.—¿Cómodices?—respondióSkulduggery levantando lavista—.Ah, sí.Como

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nopodemosconservarnuestrosapellidos,nosservimosdelosemblemasheráldicosparanoperderlalíneafamiliar.

—Ytú,¿notienesemblema?Skulduggerysequedócalladounmomento.—Sí,tuveuno.Peroyanolouso.—¿Porquéno?—Decidíabandonarlo.—¿Porqué?—Eresunachicamuypreguntona,¿noteparece?—Cuandoseamayorquierotrabajardedetective,comotú.Skulduggery levantó la mirada, vio que Stephanie lo observaba sonriente y se

echóareír.—Tencuidado,Stephanie.Puedequeeloficiodedetectiveteparezcadivertido,

peroteaseguroquemehahechopasarlasdeCaín.—¿Quetehahechopasarqué?—Esunaviejaexpresión.Significaquemehametidoenmuchosproblemas.—Yentonces,¿porquénodicesquetehametidoenproblemasyyaestá?¿Por

quétienesqueusartodoelratopalabrasquenoentiendo?—Deberíasleermás.—Leodesobra.Loquedeberíahaceressalirmás.Skulduggery levantóunacajitaparaexponerlaa la luzde lasvelasyempezóa

examinarlaportodosloslados.—¿Quéeseso?—preguntóStephanie.—Unacajarompecabezas.—¿Ynopodríasjugaralosrompecabezasmástarde?—Los rompecabezas están hechos para que alguien los resuelva. Es su raison

d’être..—¿Suqué?—Suraisond’être.«Razóndeser»,enfrancés.—Ydale.¿Esquenopuedesdecirsimplemente«razóndeser»?¿Porquétienes

quecomplicartantolascosas?—Loquequierodeciresquedejarunrompecabezassinresolverescomodejar

unacanciónsincantar.Escondenarloalainexistencia.—Mira, todos los díasmi padre intenta resolver el crucigrama que viene en el

periódico. Lo empieza, y al cabo de un rato acaba inventándose palabras absurdaspararellenarlascasillasenblancohastaquesecansaylodeja.Sidejasenpazesacajaymeayudasabuscar,prometodartetodoslosperiódicosviejosquehayatiradospormicasa.

—Esquenoquierobuscarmás.Stephaniesequedómirándoloasombrada.—Yluegodicenquelosjóvenessomospococonstantes.

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—¿Nohasvistonadaextrañoenelcuadroqueestabasmirandoantes?—¿Encuál?Miréunmontón.—EldelhombrequequiereagarrarelCetro.—¿Quépasaconesecuadro?—¿Novistenadafueradelonormalenél?Stephanievolvióaacercarsealmontónyfueretirandoloscuadrosdeunoenuno

hastallegaralcuadroencuestión.—¿Bueno,qué?¿Quétienederaro?—Descríbemelo.Stephanieapartólasdemáspinturasparaverloconmásclaridad.—Aver…HayunhombrequequierecogerelCetro,yelCetroresplandece.Ya

está.—¿Novesnadaextrañoenelhombre?—Pues no, la verdad—dijo Stephanie, frunciendo el ceño en un esfuerzo por

concentrarse—.Bueno,talvez…—¿Talvezqué?—ElCetrobrilla tantoque elhombre seprotegedel resplandor conunamano,

peroalmismotiempotienelosojosmuyabiertos.—¿Yqué?—PuesquesielCetrobrillaratantísimo,deberíatenerlosentrecerrados.Aunque

estonoesmásqueuncuadro,claro.—¿Nohaynadamásquetechoque?Stephanieescrutólaescena.—Sí,lassombras.—¿Quépasaconellas?—Quetienedos.—¿Yqué?RecuerdaqueelCetroesmágico.Talvezsuluzproduzcadossombras

envezdeunaporalgunaextrañarazónmágica.—PeroesquenolasproducelaluzdelCetro.Tienenunángulodistinto.—Yentonces,¿quépuedecausarlas?—Algunaotraluz.Dosluces,paraserexactos.—¿Ycuáleslaprincipalfuentedeluzquetenemosenelmundo?—Elsol,¿no?—Ysieselsol,¿quéhorapuedeserenlapintura?—Bueno,lasombraquehayasuspiesindicaqueesmediodía,porqueelsolestá

enelcénit.Sinembargo,sihacemoscasoalasombraquehayasusespaldas,esporlamañanaoporlatarde.

—Elige:¿porlamañana,oporlatarde?—¿Yyoquésé?Elsolestátrasél,asíquepodríaserporlamañana.—Demodoqueelcuadroquetienesenlasmanosretrataaunhombrequetrata

deagarrarelCetroylovetodo,enunmomentoqueestantopasadocomopresente,

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¿noeseso?—Sí,supongoquesí.¿Yestoquétienequeverconlacajarompecabezas?—¿Quiénlopintó?Stephaniesefijóenlaesquinainferiorderecha.—Nohayningúnnombre.Solohayun emblema, un leopardo condos espadas

cruzadas.Skulduggery levantó la caja rompecabezas para mostrarle el adorno que tenía

labradoenlabase:eraunleopardocondosespadascruzadas.—Bueno—dijoStephanieponiéndoseenpie—,bastayadeadivinanzas.—Ese cuadro nos dice que su pintor, o la familia del pintor, nos puede revelar

algodelpasado;aesoenmiprofesiónselellama«pista».Laspistasformanpartedelos misterios, y los misterios son rompecabezas. Y en las manos tengo una cajarompecabezas.

Skulduggeryrecorrióconlosdedoslasuperficiedelacajayladeólacabezaconaire de concentración. Rodeó la caja con ambas manos y apretó sus costados,rotándolos sutilmente hasta que algo hizo un pequeño chasquido. Sonó un ruidito,como si se hubiera puesto enmarcha unmecanismo, y la tapa de la caja se abriómostrandounaespeciedediamanteazul.

—Vaya,vaya—dijoSkulduggery.Stephanieseacercóparamirarlodecerca.Eldiamanteeraalgomásgrandeque

unapelotadegolf.—¿Quées?—Es una Piedra Eco —respondió Skulduggery—. Es difícil encontrarlas.

Normalmentelasusanpersonasmoribundas:lasponenjuntoasucamadurantetresnochesseguidas,ydeesaformalapiedraquedaimpregnadadesupersonalidadysusrecuerdos. Se suelen entregar a los seres queridos para consolarlos, o para que leshaganpreguntasquepuedanhaberquedadosincontestar;enfin,esetipodecosas.

—¿Cómofuncionan?—Noestoyseguro,laverdad.Eslaprimeravezquetengounaenlasmanos.—

Skulduggeryapretó laPiedraEcocon layemadeldedoyestaempezóabrillar.Elesqueleto ladeódenuevo la cabeza,muy satisfecho consigomismo—.¿Hasvisto?Soyungenio,nolopuedonegar.

—¡Perosisololahastocado!—Ya,perohasidountoquegenial.Stephaniesuspiró.Asípasaronvarios segundoshastaque,depronto,unancianoapareció frente a

ellos.Stephanieretrocedió.—Noteasustes,muchacha—dijoelanciano.Ibavestidoconunatúnica,yensus

ojosbrillabaunaexpresiónamable—.Novoyahacerteningúndaño.Hevenidoparacontestaratuspreguntasydartetodalainformaciónqueprecisesparatu…—lavozdelhombreseapagó.HabíavistoaSkulduggery—.¡Vaya,quéextraño!Veoquees

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ustedunesqueleto.—Enefecto.—Eslaprimeravezenmividaqueveo…Aunqueyanoestoyvivo,claro…¡En

cualquiercaso,unesqueletovivienteyademásparlanteesalgoquenosevetodoslosdías!

—Sí,soyuntipomuyespecial—dijoSkulduggery—.Yusted,¿quiénes?—MellamoOisin,yestoyaquíparacontestaratodasvuestraspreguntas.—Mepareceestupendo,porquenecesitamosunascuantasrespuestas.—¿Ycómodiceustedqueselasarregló?—¿Qué?—Paraconvertirseenesqueleto,digo.Jamáshabíaoídohablardenadaparecido.—Bueno,esunalargahistoria.Oisinsacudiólamanoparacambiardetema.—Ah,puesnomelacuente.LasPiedrasEcosolofuncionanunrato,luegotienen

quereposarparacargarsedenuevo.Nodispongodemuchotiempoparacontestarasuspreguntas.

—Bien,puesvamosaello.—Sí,vamos.Detodasformas…¿ledoliómuchoquedarsesincarne?—Esto… señor Oisin, no quisiera ser maleducado, ¿pero no debería usted

responderpreguntas,envezdehacerlas?Oisinseechóareír.—Sí,hedeadmitirquelacuriosidadmepuedeaveces—dijo—.Pero,porotra

parte, no hay quien conozca como yo las historias de losAntiguos, así que puededecirseque soyunportavozbastante adecuado.Mejorqueel restodemiscolegas,creedme.Enfin,antesdeempezar,¿podríaisdecirmeenquésigloestamos?

—Enelveintiuno—respondióStephanie.—¿Elveintiuno?—repitióOisin,alborozado—.¡Vaya,vaya!Asíqueesteesel

aspecto que tiene el futuro, ¿eh? Pues no sé, me parece un poco… oscuro ydesordenado. Siempre pensé que tendría más luz, ¿sabéis? Bueno, ¿y qué le hapasadoalmundoentodosestossiglos?

—¿Quiere…quierequelecontemostodoloquehaocurridodesdequesemurió?—Hombre,todono.Sololosacontecimientosmásdestacados.Porcierto,¿enqué

idiomaestoyhablando?—Eninglés—respondióStephanieperpleja.—¡Ah,québien!¡Eninglés!Nuncahabíahabladoeningles.¿Quétalsuena?—Nosé…bien,supongo.¿EsquelaPiedratraducetodoloquedecimos?—Sí,todo.Laverdadesquemehabríavenidodeperlasenmisviajes…¡Habría

dejado impresionadas a todas las señoritas! —Oisin soltó una risilla, pero seinterrumpió enseguida—.Aunque nunca viajémuy lejos; bueno, la verdad es quenuncaviajé.Nomefíode losbarcos,¿sabéis?Si lanaturalezahubieraqueridoqueviajáramosporelagua,noshabríaprovistodealetas.

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—¿Podríamos preguntarle una cosa? —dijo Skulduggery—. No quisiera serdescortés,perosi laPiedraseapagaantesdeque tengamos tiempodepreguntar loquenecesitamossaber…

Elancianodiounapalmadaysefrotólasmanos.—¡Puesclaro,muchacho!¡Vengaesapregunta!—¿SabeustedmuchosobrelosAntiguos?—Sí,mucho.Dehecho,mioficioconsisteenreunirdocumentosquedanfedesu

existencia.Esungranhonor,aunquemedejamuypocotiempoparaviajar.Laverdadesquetampocoloharíaaunquepudiera,peroesagradablesaberquesepuedeelegir,¿nocreéis?

—Sí,claro…Enfin,nosgustaríaquenoshablaradelCetro.Quisiéramossaberhastadóndellegasupoder.

Oisinasintió.—LosAntiguoscrearonelCetroparadestruir,yesoesloquehace.Nohaynada

quenoperezcaantesuresplandor.—¿Nohayningunadefensaposibleanteél?Oisinnegóconlacabeza.—Supoder no se detiene ante escudos, hechizos ni barreras.No hay nada que

detengaelCetro,ytampocohaynadaquelodestruya.—¿Ydedóndesacasufuerza?—preguntóStephanie.—Deunagemanegraquetieneengastadaenlaempuñadura.Esagemaescapaz

decanalizartodalaenergíaquerecibe.—Ylagema,¿sepuededestruir?—Me lo he preguntadomás de una vez, la verdad—dijoOisin enarcando las

cejas—. Sémás sobre ese Cetro de lo que ha sabido nadie desde la época de losAntiguos;másquecualquierademiscolegas,desdeluego.Y,sibiennohayningúndocumento que hable de un punto vulnerable en él, algunas traducciones de textossugierenquelagemapuededestruirsedesdedentro.

—¿Cómo?—preguntóStephanie.—Pueslaverdadesquenolosé.—¿QuiénhizoelCetro?—dijoSkulduggery.Oisinseenderezóycomenzóarecitarmuyufano:—«LosAntiguoscrearonelCetroparadisponerdeunarmaconlaqueexpulsara

sus dioses.Durante un año entero se afanaron en la oscuridad, ocultos delmundo,paraque losdiosesnovieran loqueestabancreando».—Oisinvolvióasuposturanormalylessonrió—.Esunacitadeunodelosprimerostextosqueencontré.Miscolegasestabanmuertosdeenvidiapormihallazgo;talvezfueraporesoporloquenoqueríandejarmeserelportavoz.

Stephaniefruncióelceño.—¿EsquenoeraustedelqueteníaqueestarenlaPiedraEco?—Lo sometimos a votación, y yomevoté amímismo.Fue el único voto que

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recibí; pura envidia, estoy seguro. Todos decían que hablo mucho, que pierdo eltiempo. Así que robé la Piedra yme fui por ahí con ella unos cuantos días, paraimpregnarla conmi consciencia.Cuandovolví, ya nopudieronhacer nada.Y aquíestoy…—Oisin sonrió, y de pronto su cuerpo se volvió casi transparente—. Ah,parece que se me acaba el tiempo—dijo, dejando de sonreír—. Si tenéis algunapreguntamás…

—¿Quiéncreólagemanegra?—preguntóSkulduggeryrápidamente.—Seguiré citando el texto que descubrí, si no os importa: «Los Sin Rostro

crearon la gema, y la gema cantaba para ellos cada vez que un enemigo seaproximaba.PerocuandoseacercaronlosAntiguoslagemacallóynocantóparalosSinRostro,yasílosSinRostronosupierondesudesaparición».

—Demodoquesusistemadeseguridadteníaunpuntodébil—dijoStephanie.—Sí, eso parece —respondió Oisin. Su figura palideció aún más; el anciano

levantó una mano y miró a través de ella—. Esto está empezando a ponermenervioso.

—ElCetrohavueltoaaparecer—dijoSkulduggery.Oisinlevantólacabezarápidamente.—¿Qué?—Lo encontraron hace poco, pero luego alguien volvió a esconderlo.Tenemos

queaveriguardóndeestá.—Vaya, vaya —exclamó Oisin—. Si se apodera de él alguien con malas

intenciones…—Seráhorrible,losabemos.Oisin,¿cómopodríamosencontrarlo?La imagen del anciano se borró durante un instante y luego reapareció con un

parpadeo.—Niidea,muchacho.¿Quiénlohaescondido?—Mi tío—dijoStephanie—.Sediocuentadeque teníademasiadopoderpara

quenadieloposeyera.—Por lo que dices, debe de ser un hombre sabio. En mi opinión, un hombre

verdaderamente sabiodevolveríaelCetroal lugarenelque lohalló.Ysino fueraposible,lollevaríaaalgúnlugarparecido…

Skulduggeryseenderezódeimproviso.—¡Yasé!—exclamó.EnlacaradeOisinvolvióaaparecerunasonrisa.—¿Oshesidodeayuda?—Sí,Oisin.Yasédóndeestá.Teloagradezcomucho.Oisinasintióconairesatisfecho.—Sabía que sería capaz de hacerlo. Sabía que podía contestar a vuestras

preguntas sin charlar demasiado. Ya se lo dije a mis colegas justo antes de lavotación:«Mirad»,lesdije,«soyperfectamentecapazde…».

OisinsedesvanecióylaPiedraEcodejódebrillar.

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StephaniemiróaSkulduggery.—¿Ybien?—EstoysegurodequeGordonsiguióelejemplodelúltimoAntiguoymetióel

CetroenlasentrañasdelaTierra.Tienequeestarenlascuevas.—¿Quécuevas?—BajolacasadeGordonhayunamarañadecuevasypasadizosqueseextiende

varioskilómetrosalaredonda.Esunatrampamortalinclusoparaelmáspoderosodelosmagos.

—¿Porqué?—Enesascuevasvivenseresquesealimentandemagia.Nohayenelmundoun

esconditemásseguroparaelCetro;hubieradebidoocurrírsemeantes.AsíquebajolacasadeGordonseextendíaunmundodemagiayprodigiosdel

queStephaniejamáshabíasabidonada.Pocoapocoseibadandocuentadelocercaque había estado de lamagia hasta entonces; de hecho, la hubiera descubierto sindificultad si hubiera sabido dóndemirar.Era una sensación extraña. Pero, como lehabíadichoSkulduggeryalentrarenelSantuario,máslevalíairseacostumbrandoaella.

Skulduggerycerrólamanoentornoalacajarompecabezasylatapavolvióasusitio,ocultandolaPiedraEcodenuevo.

—TalvezOisinpuedadarnosmásinformaciónútil—dijoStephanie—.¿CuántotardalaPiedraencargarse?

—Comounaño.Stephanieparpadeó.—Ah,vale…Bueno, talvezseaunpoco tardeparaentonces,¿no?En fin,aun

así,seguroquepuedeservirdeayudaamuchagente.Cualquieraqueestéinteresadoen…enestudiarlahistoria,cualquierhistoriadordeesos,estaríaencantadodehablarconél,¿nocrees?

—Sí,peroesquenopodemosdecirleanadiequelohemosencontrado.—¿NopuedescontárseloaAbominable?Estoyseguradequenosperdonaríaque

noshayamoscoladoensucámarasiledijéramosloquehemosdescubierto.—Nocreo,Stephanie.Mira,enestacámaraestánguardadaslasposesionesdesu

familia,¿sabes?Essagrada.Colarseaquíesalgoimperdonable.—¿Qué? ¡Pero si dijiste que era una especie de almacén!Nome habías dicho

nadadequefueraunsitiosagrado.—Ahoratalvezempiecesacomprenderporquémeresultatandifícilconservara

misamigos.Skulduggeryvolvióadejar lacajadonde lahabíaencontrado.Stephanieseguía

mirándolopasmada.—¿Hemos hecho algo irreverente?—preguntó—. ¿Es como si nos hubiéramos

puestoabailarsobrelatumbadealguien,oalgoasí?—Esunpoquitopeorqueeso—admitióSkulduggery—.Escomosihubiéramos

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abierto la tumba, hubiéramos sacado a su ocupante, le hubiéramos desvalijado yluegohubiéramosbailadoencima.Yodiríaque«irreverente»esunpocosuave.

—Tienes razón, Skulduggery —repuso Stephanie mientras los dos echaban aandar—.Estoyempezandoacomprenderporquéteresultatandifícilconservaratusamigos.

Skulduggery hizo un aspaviento y todas las velas de la estancia titilaron hastaapagarse. Stephanie abrió la puerta y asomó la cabeza: el pasillo estaba vacío ysilencioso.Saliódelacámara,ySkulduggerylasiguióycerrólapuerta.

Recorrieronsigilosamenteelpasillo,subieronlaescaleraysalieronporlapuertademaderaymetal.Luegofuerondesandandoelcaminoquehabíanseguidoaquellatarde.Lopeoreradoblarlasesquinasdelospasillos,porquecadavezquelohacíanesperaban darse de bruces con un vampiro. Cuando ya estaban cerca de la salacentral,Skulduggerylevantóunamano.

Frenteaellos,agazapadoenmediodelpasillo,estabaunodelosvampiros.Stephanie se quedó sin aliento. La criatura estaba de espaldas y no parecía

haberlosvisto,asíqueretrocedieronlentamentesinhacerruido.EstabandoblandolaesquinacuandoStephanievioalgoconelrabillodelojoquelehizoaferrarelbrazodeSkulduggery.

Elsegundovampiroseacercabaaellosdesdeelotrolado.Sinsaberquéhacer, seocultaron trasunacolumna;estabanatrapados.Enfrente

de ellos había un corredor que conducía a otra sección delmuseo, pero Stephaniepensóqueauncuandolograrancruzarelpasillosinservistos,nolesserviríadenadahuirporallí.Suúnicavíadeescapeeraelarnésqueseguíacolgadoenlasalacentral;pero las posibilidades de llegar hasta a él sin que los vampiros los despedazaranparecían disminuir cada segundo que pasaba. Skulduggery tenía su magia y supistola,peroStephaniesabíaquenoseríacapazdemantenerarayamuchoratoaunacriaturadeaquellas,ymuchomenosados.

Entonces Skulduggery se volvió hacia ella. Levantó el dedo índice, señaló aStephanieyluegoalsuelo:«quédateaquí».Luegoseapuntóasímismoyalcorredordeenfrente:«yomevoy».

Stephanie abriómucho losojosy empezóanegar con la cabeza, pero ahora eldedoestabaenverticalfrentealabocadeSkulduggery,apoyadocontralosdientes:«cállate».Stephanienoquería,noestabaenabsolutodeacuerdo,perotambiénsabíaquenoquedabaotraopción.

Skulduggery le entregó la pistola, se despidió de ella con un brusco cabeceo yluegosaliódisparadohaciaelcorredor.

Elvampiroqueveníadedetráslovioyechóacorrerdeinmediato.Eldedelantesediolavueltaysaltócomoimpulsadoporunresorte,yStephanieseocultólomejorquepudotraslacolumnacuandopasófrenteaellaparaunirsealacazadelintruso.

Stephaniesaliódesuesconditeyechóacorrerhacialasalacentral,sintiendoelsorprendente peso de la pistola en lamano. Sus pisadas resonaban en los oscuros

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pasillos,peroya ledabaigual; loúnicoquepodíapensareraqueteníaquesalirdeallídeinmediato.Doblabalasesquinassindudar,conscientedequeelpeligroestabaasusespaldas,ycadavezquelohacíasepermitíamirarhaciaatrás.

Soloveíapasillosvacíos;aúnnohabíanadapersiguiéndola.Aún.Yacasihabíallegadoalasalacentral:unoscuantosgirosmásyentraríaenella.

Guardó la pistola en un bolsillo interior del gabán, pensando que, cuando llegara,necesitaría ambas manos para abrocharse el arnés. Dobló la siguiente esquina ypatinóhastadetenerse.

No,no,nopodíaser.Stephanie se quedó mirando la pared que había frente a ella con los ojos

desorbitados.Aquellaparednopintabanadaallí.Debíadehaberseequivocado.Sehabíaequivocadodepasilloenaquelmuseode

lasnarices,yahoranosabíadóndeestaba.Sehabíaperdido.Diolavueltaenredondoysaliódeaquelcallejónsinsalida,aguantandolasganas

de gritar de rabia. Fue deshaciendo el camino que había recorrido, atisbando portodaslasarcadasypuertasqueencontrabaparatratardedistinguiralgunareferenciaquelesirvieradeayuda.Enlapenumbratodoslospasillosparecíaniguales.¿Porquénohabíaningúncartel?¿Quéclasedemuseoeraaquel,sincartelesindicadores?

A cierta distancia vio un pasillo que cruzaba en perpendicular el que estabarecorriendo.¿Seríaporallí?Stephanierememoróelcaminoquehabíanseguidodesdelasalaprincipalhasta lapuertademaderayhierro,y luego intentó imaginarloa lainversa. ¿Habrían torcido en aquel punto? Se maldijo por no haber prestado másatención,porhabersedejadollevarporSkulduggery.Sí,debíandehabervenidoporaquelpasillo.Todoslosquequedabanasusespaldasparecíandesembocarenlapareddeantes,asíquenohabíaotraopción:teníaqueserporallí.

Estabaadiezpasosdelnuevopasillocuandoaparecióunvampiroalotro lado.AntesdequeStephanie tuviera tiempode agazaparse, la criatura clavó losojos enella.

Stephanieestabaadiezpasosdelpasillo,yelvampiroaunostreinta.Pensóquenopodíaretroceder;silohacía,quedaríaacorralada.Teníaqueavanzar,nohabíamásremedio.

Sinpensárselomás,saliódisparadahaciaelpasillo;elvampirotardóunafracciónde segundo en imitarla y se acercó a grandes saltos. Estaba muchomás lejos delpasilloqueella,peroaaquelpasollegaríaantes.Seabalanzaronelunosobreelotro,y cuando el vampiro saltó para apresarla, Stephanie se tiró al suelo y dejó que elimpulsolahicieraresbalar,sintiendocómosuatacantepasabasobresucabeza.Logróponerseenpiesinfrenaryentróenelpasilloperpendicularhaciendounregate.Lohabíaconseguido.

Algomásalláviounaestatuaquelesonaba:porfinhabíaencontradoelcaminocorrecto.Soloteníaquedarunoscuantosgirosmásyestaríaenlasalacentral.

A sus espaldas resonaban los veloces pasos del vampiro. Le estaba comiendo

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terreno,porqueStephanieteníaquefrenarencadaesquina,mientrasqueelvampirorebotaba contra la pared de enfrente y salía disparado en diagonal hacia la nuevadirección.

Cadavezloteníamáscerca.Stephanie se abalanzó por la puerta de la sala central y vio a Skulduggery de

frente, en pleno salto para atacar al vampiro que la perseguía. Los dos cayeronagarradosalsuelo.

—¡Sal de aquí ahoramismo!—gritóSkulduggery, sacudiéndose al vampiro deencimaconunapatada.

Stephanieagarróelarnés,apretóelbotóndesubidayelarnésempezóaelevarsetanbruscamentequeapuntoestuvodearrancarlelosbrazosdecuajo.Lasubidafuedemasiadorápidaparadarletiempoaagarrarsebien,ycuandoelarnésllegóhastaeltope, se le escapó de entre los dedos. Stephanie logró aferrarse al borde de laclaraboya con unamano, intentando desesperadamente controlar el balanceo de sucuerpo.

Consiguióagarrarse tambiénconlaotramanoyseelevóapulso,apretandolosdientesporelesfuerzo.Alfinsacólacabezaypudorespirarel tibioairenocturno;pasóunbrazoporelbordedelaclaraboya,seaupóycayósobreeltejadointentandorecobrarelalientoSindetenerseniunmomento,volvióaacercarsealaclaraboya,seasomóyviocómosaltabaelvampiro.

Stephaniepegóunchillidoycayódeespaldas,mientraselvampiroatravesabalahojadelaclaraboyaquehabíaquedadocerradayaterrizabaencuclillas,envueltoenunalluviadecristales.Stephanieaúnnohabíatenidotiempodelevantarsedeltodocuandoelvampiroseabalanzósobreella.

Stephanieseacurrucóenunintentodeprotegerse,notandocómolasgarrasdelacriaturarecorríanlaespaldadesugabán;nolograronrasgarlatela,peroelzarpazofuetanfuertequevolvióaderribarlasobreeltejado.Elvampiroaterrizóalotroladoy giró sobre sí mismo enseñando los dientes. De los colmillos le goteaba saliva.Stephanieyélsemirarondehitoenhito.

Duranteuninstantesequedaronlosdosinmóviles,yluegoStephaniesepusoagatas lentamente.Elvampirosiseósindejardemirarlaa losojos.Stephanieplantólos pies en el tejado hasta quedar agachada, dándose cuenta de que el vampiroatacaríaencuantohicieraalgúnmovimientobrusco.Recordólapistolaqueteníaenelbolsillo,peronohizoademándecogerla.

Se incorporó con mucha lentitud, manteniendo los ojos bien abiertos para nopestañearyprocurandonohacernadaquepudieradesencadenarelataque.Enderezólaspiernas sin incorporarsedel todoydiouncautelosopasohacia la izquierda.Elvampirolaimitó.

Susojosdealimañaexpresabanclaramenteeldeseodedestrozarla,deaniquilarlaporcompleto.Stephaniehizounesfuerzopormantenerlacalma.

—Tranquilo,bonito—dijosuavemente.Elvampirolanzóunzarpazoalaireysus

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garrasentrechocaronconunsuavechasquido.HacíaunmomentonohabíanlogradotraspasarelgabándeStephanie,aunqueelzarpazohabíasidotanfuertequeundolorpunzantelerecorríalaespalda.Sinohubierasidoporlateladelaqueestabahechosutraje,aquelgolpelahabríamatado.

Elvampiroseacercó.Stephaniehizoademánderetroceder,peroencuantomovióunpie,elvampiroseagazapópreparándoseparasaltaryStephanietuvoquequedarseinmóvildenuevo.Silaatacabadesdeaquelladistancia,estaríaencimadeellaantesde que pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando. El monstruo siguióaproximándoselentamente,acorralandoasupresa.

Deprontoestallóotraclaraboyaytodoempezóamoversemuydeprisa.Elprimervampirodejódemirarlaalosojosysaltósobreella,peroStephanieya

habíaempezadoamoverseylasgarrasdelacriaturasolohendieronelaire.Elotrovampiro acababa de aterrizar en el tejado y se acercaba a toda máquina, así queStephaniecogiócarrerillaysaltódeltejado.

Suspiernaschocaroncon las ramasdelárbolyde repenteseencontrócayendobocaabajoentreelfollaje.Fuerebotandodeunaramaaotra,girandosobresímismaacadanuevochoqueygritandosinpodercontenerse.Unadelasramaslegolpeólascostillasdejándolasinresuello,peronodetuvosucaída.Depronto,Stephaniedejódeencontrarobstáculosyporuninstantenosintiómásqueelrocedelairequesalíaasuencuentro,hastaqueelsueloseabalanzósobreellagolpeándolelaespalda.

Stephanie se quedó tumbada en la hierba, intentado recobrar el aliento. Miróhaciaarribayvioelárbol,elmuseo,elcielo…yalgoquebajaba.Erandosbultos,dosfigurasquesedejabancaerdesdeelalerodeledificio,justosobresucabeza.Losvampirosaterrizaronyseabalanzaronsobreella.

Entonces la ventana que había a su izquierda pareció reventar desde dentro, ySkulduggerysaliódespedidoentre lospenetrantespitidosde laalarma.Alaterrizarextendióunamanohaciendotemblarelairequeteníadelante,yunodelosvampirossalió despedido hacia atrás. El otro siguió corriendo sin detenerse; Skulduggery lelanzó una llamarada, pero el vampiro saltó sobre ella y aterrizó golpeando con lospieselpechodeSkulduggery.Losdoscayeronalsuelo,yenesemomentoelcuerpodeStephanieempezóaobedecerladenuevo.Selevantó,aúnsinaliento.ElvampirolanzóunzarpazoquerasgólacamisadeSkulduggery,yeldetectivesoltóungritodedolor.

Stephanie rodeóelcuellodelvampirocon losbrazosy tiródeélcon todassusfuerzas. La criatura siseó y se llevó las manos a la espalda para atraparla, peroStephanieseapartóantesdequelaalcanzara.Skulduggeryaprovechóparasentarseyapoyóunamanocontraeltorsodelvampiro;estesaliódisparadocomosilehubieragolpeadounabaladecañón,golpeó lapareddeledificioconuncrujidosiniestroycayóalsueloconvertidoenunguiñapo.EntoncesStephanieagarróaSkulduggerydelbrazoparaayudarleaincorporarseylosdosecharonacorrerhaciaelcoche.

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LAMANOROJA

UÉtalteencuentras?Stephanieseencogiódehombrosyelmovimiento

estuvoapuntodearrancarleunquejido.Ledolíatodoelcuerpo.

—Bien—dijo.Skulduggerylamiródereojosindejardeconducir.—¿Teduelealgo?¿Tienesalgunaherida?—No,soloalgúnqueotromoratón.Estoybien,enserio.Notepreocupespormí.—Stephanie,acabasdecaerdesdeloaltodeunedificio.—Sí,perolasramashanamortiguadolacaída.Todasycadaunadeellas.—¿Ynotehanhechodaño?—Hombre,digamosquehubierapreferidoqueestuvieranalmohadilladas….—Hasestadoapuntodenocontarlo,¿sabes?—Sí,peroestoyviva.—Ya,peropodríasnoestarlo.—Sí,peroloestoy.—Vale,esonotelopuedonegar,perotambiénesciertoquetehassalvadoporlos

pelos.Esteasuntoyamehahechoperderaunamigomuyquerido,ynoquisierapornadadelmundoperderaotra.

Stephanielomiró.—¿Meestásqueriendodecirquesentiríasmuchomimuerte?—Bueno,tantocomomucho…—Puessimeenseñasalgodemagia, talveznomehagatantodañolapróxima

vezquenosmetamosenunadeestas.—Acabasdedecirquenotehabíashechodaño.—¿Estásdebroma?Hecaídodesdeloaltodeunedificio,¡porsupuestoqueme

hehechodaño!—Stephanie…—Dime,Skulduggery.—Avecesteponesverdaderamenteapestosa.—Sí,yalosé.Bueno,¿dóndevamos?—Vamosaversipodemosencontrarlapuertadelascuevas,yluegopensaremos

encómoencontrarlallavequelaabre.Media hora más tarde estaban frente a la casa de Gordon. Stephanie salió del

cochelomejorquepudoysiguióaSkulduggery,queyaestabapasandoporlapuertadeentrada.

El sótano estaba frío y oscuro, y la solitaria bombilla que pendía del techoplagadode telarañasnoservíadegranayuda.Elsueloestaba invadidode trastosychatarraquesehabíanidoacumulandoalolargodelosaños,ydevezencuandose

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oíaunrebullirderatasenlosrinconesmásoscuros.AStephanienoledabanmuchomiedolasratas,peroaunasíprocurómantenerseenlazonailuminada.

Skulduggery no tenía tantos reparos, y se puso a examinar las paredesescrutándolascuidadosamentepalmoapalmo.Decuandoencuandodabagolpecitosconlosnudillos,murmurabaparasíyseguíaconsuinspección.

—¿Crees que esto es como la entrada del Santuario?—preguntó Stephanie—.¿Estásbuscandoalgúnpasadizosecreto?

—Meparecequevesdemasiadaspelículasdecasasencantadas.—Peroestásbuscandounpasadizo,¿no?—Bueno,sí—admitióSkulduggery—.Peroesunameracoincidencia.Stephaniesesubióunpocolamangaderecha,vioqueteníaunafeamagulladura

yvolvióataparseelbrazoantesdequeSkulduggerylaviera.—¿CreesquefueGordonquienconstruyóelpasadizo?—No, estaba incluido en los planos originales de la casa. Hace unos cuantos

siglos,enestacasavivióunmago.—¿Yfueélquienconstruyóelpasadizoquellevaalascuevas?¿Nodijisteantes

queesascuevassonunatrampamortalparalosmagos?—Sí,esodije.—Yentonces,¿paraquéqueríahacerseunatajo?¿Tantontoera?—No,erasimplementemalvado.Legustabameterasusenemigosenlascuevas

paraquelascriaturasdedentrodieranbuenacuentadeellos.—Ah,quéhistoria tanencantadora.Ahoraentiendoporquémi tíocompróesta

casa.—Yaves.Stephanie se acercó un poco: Skulduggery se había quedado inmóvil, con una

mano posada en la pared. La movió levemente y Stephanie distinguió una levehendiduraqueresultabainvisibleaprimeravista.

—¿Hasencontradolacerradura?—Sí.Es unade esas cerraduras a la vieja usanza; para abrirla nobasta conun

hechizo,hacefaltalallave.¡Malditasea!—¿Ynopuedesromperla?—Sí,podría,peroentoncesdejaríadefuncionarynopodríamosabrirlapuerta.—Merefieroasipuedesdesmontarlayabrirlapuertaporelagujero.—Esofuncionaríasilapuertaestuvieraenelmismolugarquelacerradura,pero

normalmentelascosasnosontansencillas.—Bueno,puesentonceshabráqueencontrarlallave.—Sí,habráqueencontrarla.—NocreoqueseaunadelasquehayenlosllaverosdeGordon,¿verdad?—Meextrañaríamucho.Lallavequenecesitamosnoesnadaconvencional.—Entonces,¿tendremosqueresolverunrompecabezasparaconseguirla?—Talvez.Quiénsabe…

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Stephaniegimió.—¿Peroporquénohaynadasencilloaquí?—Todos los problemas tienen soluciones sencillas. El misterio reside en la

distanciaquemediaentreelproblemaylasolución.Sedirigierona lasescaleras,apagaron la luzysalieronde lamohosaoscuridad

del sótano.Al entrar en la sala de estar vieron un hombre vestido con un traje deaspectoanticuado,casiVictoriano,quesedabalavueltapararecibirlos.

El desconocido tenía el pelo negro y los labios finos, y sumano derecha, queparecía desollada, brillaba sanguinolenta. Antes de que Stephanie pudiera sentirsorpresasiquiera,viocómoSkulduggerysesacabalapistoladelbolsilloyempezabaadisparar.Elextrañosehizoaunladoagitandolamanoderecha.

Stephanie no pudo distinguir qué hacía exactamente, pero debió de funcionar,porquenolealcanzóniunabala.

—¡Corre!—gritóSkulduggery,pegándoleunempellónquelasacódelaestancia.Stephanietrastabilló,viendoporelrabillodelojoquealgosemovíaasulado,y

al darse la vuelta vio que otro hombre se abalanzaba sobre ella. Tenía un aspectoextraño;supielysurostroresultaban irreales,comosiestuvieranhechosdepapel.Stephanieintentódarleunpuñetazo,peroeracomogolpearunabolsallenadeaire.Sinembargo,cuandoelhombrelagolpeóasuvez,lohizoconunpuñosólidoqueseestrelló contra la cara de Stephanie. Se tambaleó mientras aquel ser trataba deagarrarla, pero en ese momento Skulduggery apareció y lo lanzó al otro lado delpasillo.

Por la puerta de entrada aparecieron tresmás. Stephanie echó a correr por lasescalerasmientrasSkulduggerylecubríalaretirada.Cuandoestabaamediocamino,se dio la vuelta y vioque el hombredel traje anticuado acababade aparecer en laentrada.Gritó para avisar a Skulduggery y él se dio la vuelta, pero era demasiadotarde:delamanoizquierdadelhombrehabíaempezadoamanarunvaporpurpúreoquefluyóhaciaSkulduggery,loenvolvióysiguiófluyendohastaalcanzardenuevolamanodelhombre.Skulduggerycayóde rodillas intentando levantar lapistola,yacabóporaterrizarcuanlargoera.

—Lleváoslo —dijo el extraño, haciendo desaparecer la niebla púrpura. TreshombresdepapelagarraronaSkulduggery,queestabainconsciente,yloarrastraronhacialasalida.

Elextrañosevolvióhaciaelúnicoesbirroquequedabaenlaentrada.—Mataalachica—leordenó,yluegosediolavueltaysaliódelacasa.Stephaniellegóalpisodearribadedoszancadas,oyendolaspisadasdeaquelser

en los primeros escalones. Semetió de cabeza en el oscuro estudio deGordon, locerródeunportazoyempujóhaciaunladolaestanteríaquehabíajuntoalapuerta,derribándolayllenandoelsuelodelibros.

Lapuertaseabrióunpardecentímetrosysetopóconlaestantería.Elhombredepapelempezóaaporrearlaconfuerza.

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Stephanie se acercó a la ventana, la abrió ymiró hacia abajo; aunque hubieralogradoaterrizarsinromperselaspiernas,habríacaídoantelasnaricesdelhombredelamanoroja.Retrocedió,buscandoconlavistaalgoquepudieraservirledearma.

Losempellonesdelserdepapelempezaronamoverlaestantería,ylapuertaseabrióunpoco.Stephaniesemetióbajoelescritorioysequedóallíagazapada.Losporrazos continuaron, y cuando Stephanie asomó la cabeza vio que el ser habíalogradometerunbrazoentrelapuertayelmarcoyestabatanteandolapared.Luegoaparecieronelhombroylacabeza,yStephanievolvióaocultarse.

Conunúltimoempellón,elseracabódeabrirlapuertaypasósobrelaestantería.Stephanieesperóunpoco,seasomóconteniendolarespiraciónyviocómoelhombredepapelseacercabaalaventana,apoyabalasmanosenelalféizarysacabaeltorso.

Stephaniesepusoenpiedeunsaltoyseabalanzósobreél.Elserlaoyóeintentódar la vuelta, pero antes de que pudiera hacerlo, Stephanie cargó sobre él. Laspesadas manos del ser de papel resbalaron hasta quedar suspendidas en el aire,arrastrandoasudueñotrasellas.Stephanieseagachó,leagarróunapiernayempujópara acabar de tirarlo. El ser intentó darse la vuelta para aferrarse de nuevo alalféizar;peroerademasiadotarde,ycayóconuncrujirdepapelarrugado.

ElextrañodelamanorojalevantólacarayfulminóaStephanieconlamirada.Luegomoviólamanoydeellasalióunreguerodenieblapúrpura;Stephanielogróapartarse justo antes de que la ventana estallara. Los fragmentos de cristal legolpearonlaespalda,peronotraspasaronsugabán.

Sequedóinmóvilenelsueloprotegiéndoselacabezaconlasmanosyenseguidaoyóelruidodeuncochequearrancaba.Entoncesselevantó,esparciendounalluviadecristalesy trozosdemaderaastillada,y llegóa laventana justoa tiempodevercómouncochegris salíapor laverja.Elhombrede lamano rojadebíadehaberladadopormuerta.

Stephaniesesacódelbolsillounatarjetaarrugada,seacercóalteléfonoymarcóel número que había escrito en ella.Apenas habían comenzado los pitidos cuandoalguiencontestó.

—Necesito ayuda —dijo Stephanie sin más preámbulos—. Han atrapado aSkulduggery.

—Dimedóndeestás—respondióChinaSorrows—.Enviaréaalguienparaqueterecoja.

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MAGIAELEMENTAL

HINASorrowslamirabasinmoverunmúsculo.Estabasentada, con las piernas cruzadas y las manos sobre losbrazos del sillón. Los ruidos nocturnos de la ciudad nopenetraban en su casa; a Stephanie le dio la sensación deque estaban completamente solas, como si solo quedaranellas dos sobre la faz de la Tierra. Se quedó mirando a

China,esperandosureacción.Elpisoeraenormeyquedabajustoenfrentedelabiblioteca.Alllegar,hacíaya

unrato,Stephaniehabíasubidolasescalerasdedosendosyhabíaentradoallíporindicacióndelhombredelapajarita,queeraquienhabíaidoarecogerla.Noqueríaperderniunsegundo:Skulduggeryestabaenpeligro,yhabíaquerescatarlocuantoantes.Ya.

Chinasedecidióahablarporfin.—¿CómopuedessaberqueeraSerpine?—¿Qué? —exclamó Stephanie, exasperada—. ¡Pues claro que era Serpine!

¿Quiénibaaser,sino?Chinaencogiódelicadamentesusdelicadoshombros.—Tenemosqueasegurarnosdequeeraélynootro.—¡Estoytotalmentesegura!ChinalaobservóyStephaniebajólavista,avergonzándosedesertanimpaciente.

Sentía un gran dolor tanto físico comomental; pero estaba segura de que todo searreglaría, porque había llegado a un lugar seguro y China se ocuparía de todo.Esperaría a que tomara una decisión, por mucho tiempo que le llevara; porque siChinalodecía,seguroqueSkulduggeryestabaperfectamente.

Yaunquenoestuvierabien,tampocoeraparatanto.Chinasabíaquéeralomejorparatodos,ysidecidíaquehabíaqueesperar,esperaríafelizmentejuntoaella.

«No», pensó Stephanie de pronto. «Me está hechizando, no es normal que yopienseestascosas».LevantólamiradaconesfuerzoyvioqueenlosojosdeChinaaparecíaunlevebrillodesorpresa.

—¿Quépiensashacer?—preguntóStephanie.Chinasepusoenpieconungrácilmovimiento.—Notepreocupes,querida,yomeocuparédetodo—dijo—.Ytúdeberíasirtea

casa;tienesunaspectoespantoso.—Prefiero quedarme —respondió Stephanie, sintiendo cómo la sangre se le

agolpabaenlasmejillas.—Talveznosllevealgúntiempoultimarnuestrosplanes.¿Estásseguradequeno

prefieresesperarenunentornomásfamiliar?AStephanienolegustaballevarlelacontrariaaChina,peronoseibaamarchara

sucasamientrasSkulduggeryestuvieraenpeligro.

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—Prefieroquedarme—repitiósuavemente.—Muy bien—repuso China con una leve sonrisa—. Ahora debo marcharme,

perovolveréencuantotengaalgunanoticia.—¿Puedoircontigo?—Metemoqueno,niña.Stephanieasintió,procurandoquenosenotaralodecepcionadaqueestaba.China salió del edificio acompañada del hombre de la pajarita. Stephanie se

quedóunratoesperandoensucasa,peroaunqueyaeran las tresde lamañana,nolograbarelajarse.Enelpisonohabíatelevisión,yelúnicolibroescritoenunalenguaquepodíaentendererauna libretadedireccionesencuadernadaencueroquehabíasobreunamesita.

Saliódelacasayentróenlabiblioteca.Juntoalaentradahabíaunhombreconuna máscara de porcelana blanca enfrascado en la lectura. Stephanie recorriólentamentelashilerasdeestanterías,leyendolostítulosquehabíaenloslomosdeloslibros para entretenerse. Se le ocurrió que tal vez pudiera encontrar alguno que leenseñara alguna cosa útil; así no estaría tan indefensa la siguiente vez que seenfrentara a Serpine, o a cualquier otro enemigo. Si tuviera aunque solo fuera unpocodepoder,podríaayudaraSkulduggery.

Recorrióunahilerahastaelfinalyluegootra,internándosecadavezmásenaquellaberinto.Pormásquelointentaba,nolograbaaveriguarcómoestabanorganizadosloslibros;noestabanordenadosalfabéticamenteportítulooautor,nisiquieraestabanagrupadosportemas.Parecíanestardispuestostotalmentealazar.

—Parecesperdida.Stephaniesediolavueltayvioquesuinterlocutoraeraunachicaquecolocaba

unlibroensusitio.Supelorubioestabaalborotadoyerabastanteguapa,aunquesumiradaresultabauntantodura.Ibavestidaconunatúnicasinmangasquedejabaversusnervudosbrazos.Porelacento,parecíaserdeInglaterra.

—Estoybuscandounlibro—dijoStephanieconvozvacilante.—Puesteencuentrasenelsitioadecuado.—¿Sabessihayporaquíalgúnlibroquehabledemagia?—Todosloslibrosdeestabibliotecatratandeello—repusolachicarubia.—Merefieroaalgúnmanualparaaprendermagia.Necesitoaprenderalgo,loque

sea.—¿Nohasencontradoanadiequequieraenseñarte?—Todavíano.Ynosécómoestánordenadosloslibrosaquí.LachicarubiaexaminódetenidamenteaStephanieantesdeseguirhablando.—MellamoTanithLow—dijo.—Ah, encantada.Me temoqueno puedodecirtemi nombre.No te lo tomes a

mal.—No te preocupes. Mira, los libros están ordenados según su nivel de

conocimientos.Estosdeaquísonmuydifícilesparaunanovata,perodoshilerasmás

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allápuedequeencuentresloqueandasbuscando.Stephanie le agradeció el consejo y Tanith echó a andar, desapareciendo en el

laberintodeestanterías.Alllegaralpasilloquelehabíaindicado,Stephanieempezóarevisar los títulos de los libros. Guía introductoria para la caza de monstruos;Doctrinasmágicas; Historia de lamagia hasta hoy, Los tres nombres…Stephanieagarróesteúltimoyempezóahojearlo.Llegóalcapítulodedicadoalos«NombresdeAdopción»,queocupabaunasdoscientaspáginas,y repasó losencabezamientosdelasdistintassecciones.Pasólaspáginassaltándosepárrafosenteros,enbuscadealgoquelellamaralaatención.Lomásútilqueencontrófueunconsejo:«Elnombrequeadoptesdebeajustarseati,debedefinirteydeberesultartefamiliardeantemano»..

Stephaniedevolvióellibroalaestantería,pensandoquemenosdabaunapiedra,y siguió repasando los lomos de los libros. No tardó mucho en encontrar lo quebuscaba: era un libro tituladoMagiaelemental. Lo agarró, lo abrió por la primerapágina y empezó a leer. Era exactamente lo que andaba buscando. Miró a sualrededor en busca de una silla y cuando la encontró, se sentó con las piernasdobladassobreelasientoyemprendiólalectura.

Suteléfonomóvilestabaenequilibriosobreelbrazodelasilla.Stephanieapretóel puño derecho, intentando imaginarse que el espacio que quedaba entre ella y elteléfonoestabacompuestoporunaseriedeelementosconectadosentresí.Simovíaelprimero,estemoveríaalsegundoyestealtercero,yasíhastallegaralteléfono.Seconcentró,abriólamanolentamenteyextendiólosdedoscomohabíavistohaceraSkulduggery.

Nada.Stephaniecerróelpuñoylointentóotravez:elteléfonosiguióinmóvil,igualque

lascincuentavecesquelohabíaintentadoanteriormente.—¿Quétalteva?StephanielevantólosojosparamiraraTanithLow.—Haselegidounobjetodemasiadopesadoparaempezar—dijoTanith—.¿Por

quénolointentasconunclip?—Porquenotengoninguno—respondióStephanie.Tanithlecogióellibrodelregazoylocolocóabiertosobreelbrazodelasilla.—Usaesto—dijo.—Ellibropesatodavíamásqueelteléfono—dijoStephaniefrunciendoelceño.—Nomerefieroallibro.Intentamoverlapágina.—Ah,vale.Stephanie volvió a concentrarse, flexionó los dedos y luego abrió lamano. La

páginasiguióensusitiosinestremecersesiquiera.—Hacefaltatiempo—dijoTanith—.Ypaciencia.—No tengo tiempo —respondió Stephanie con rabia—, y nunca he sido

especialmentepaciente.Tanithseencogiódehombros.

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—También es posible que no puedas hacermagia—dijo—.Una cosa es saberqueexiste,yotraessercapazdehacerla.

—Sí,yaveo.—Tehashechounseñormoratón.Stephanie se miró el brazo: la manga del gabán se le había subido

inadvertidamente.—Sí,tuveunproblemilla—dijo.—Yquelodigas.¿Ledistesumerecido?—La verdad es que no—admitió Stephanie—. Aunque la mayor parte de los

moratonesmeloshizounárbol,asíque…—Hastaahorameheenfrentadoaadversariosdetodotipo—dijoTanith—,pero

nuncamehaatacadounárbol.Eresunachicamuyvaliente.—Gracias.Tanith se metió la mano en el bolsillo y sacó un trozo de piedra porosa y

amarillenta.—Cuandopuedas,prepárateunbañoydisuelveestoenelagua.Enunosminutos,

losmoratonesdesaparecerán.Stephaniecogióelregalo.—Gracias—dijo.Tanithseencogiódehombros.—No quisiera asustarte —dijo—, pero no me parece el mejor momento para

empezaraaprendermagia.Estánpasandocosasmuyextrañas.Stephaniesequedócallada.NosabíanadadeTanith,eignorabacuántosbandos

podía haber en el conflicto que se avecinaba. No pensaba confiarse a unadesconocida.

—Graciasporlapiedra—dijosimplemente.—Nome las des—respondió Tanith—. Las guerreras tenemos que ayudarnos

entrenosotras.Stephanieentreviounafiguraquepasabatraslasestanterías:eraelhombredela

pajarita.Chinadebíadeestardevuelta.—Tengoqueirme—dijo,levantándosedelasilla.Cuando entró en el apartamento vio que China la esperaba, de espaldas a la

puerta.—¿SelohasdichoalosMayores?—preguntóStephaniecuandollegóasulado.—Leshemandadoelrecado—contestóChinasinvolverse.—¿Queleshasmandadorecado?¿Así,sinmás?—Noteatrevasaponerendudamisactos,niña.Stephanielafulminóconlamirada.—Preferiríaquedejarasdellamarme«niña».Chinasediolavuelta.—Yyopreferiríaqueadoptarasunnombre;asínomeveríaobligadaallamarte

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así.—¿EsquenovamosarescataraSkulduggery?—¿A rescatarlo?—dijo China con una suave carcajada—. Sí, claro, podemos

montar en nuestros caballos y salir en su busca entre toques de clarín y flamantesestandartes.¿Creesqueesasícomofuncionanlascosas?

—Skulduggerymeharescatadoenmásdeunaocasión.—Sí,yanoquedancaballeroscomoél.¿Nocrees?—Nobastacon«mandarrecado»,China.TienesquehablarconMeritorius.Dile

que sinSkulduggerynopodremosconseguir elCetro,dilequeSerpinedestruirá elmundosinolodetenemos,¡dileloquetedélagana,peroarréglatelasparaquelosMayoresnosayuden!

—¿Yentonces,qué?LosMayoresponenasusHendedoresenacción,convocanasus aliados y vamos todos alegremente a hacer la guerra, ¿no es eso?Niña, tú notienes ni idea de lo que es la guerra. Crees que es algo grande y heroico, elenfrentamiento del bien contra el mal. Pero no es así. La guerra es un asuntodelicado.Requiereprecisiónycalma.

—Notenemostiempoparalacalma.—Esonoesverdad.Nodisponemosdemuchotiempo,perotenemosalgo.—Entonces,¿estásesperando?¿Aqué?—No puedo dejar que estalle el caos a mi alrededor sin estar bien preparada.

Siempre he preferido coleccionar y observar a participar directamente; deboconfirmar que mis recursos y mi postura están bien seguros antes de que lasincertidumbresdelaguerranosengullan.

—¿Y Skulduggery, qué? ¡Cuando decidas que es el momento adecuado paradecirleatodoelmundoqueSerpineeselmalodelapelícula,puedequeSkulduggeryestémuerto!

PorelrostrodeChinacruzóunasombraapenasperceptible.—Entodoslosconflictoshayalgunabaja.Stephaniesintióqueelodiolainvadía.Sindecirnada,sediolavueltaysedirigió

alapuerta.—¿Dóndevas,niña?—¡Voyahacerloquetienesmiedodehacertúmisma!—No,novasahacerlo.LapuertasecerródegolpeantesdequeStephaniepudieraalcanzarla,yellagiró

sobresustalones.Chinaavanzabahaciaella,conunaexpresióndecalmatotalensudelicadorostro.

—Notienesderechoameternosatodosenunaguerra—dijoChinasuavemente—.¿Quiéneres túparadecidir cuándohemosdeentablar la lucha?¿Quiéneres túparadecidircuándodebemosmorir?

—Soloquieroayudaramiamigo—dijoStephaniedandounpasoatrás.—Skulduggerynoestuamigo.

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—Nosabesdequéestáshablando—respondióStephanieentrecerrandolosojos.—Ytúnosabesdequiénestáshablando,niña.EnelinteriordeSkulduggeryhay

una furiaqueni siquiera te imaginas.Suodioesde tal intensidadquenocreoquepuedasnisoñarlo.Ahoramismo,Skulduggeryestáenel lugarenelquemásdeseaestar.

—Estásloca.—¿Notehacontadocómomurió?—Sí—dijoStephanie—.LomatóunsiervodeMevolent.—LomatóNefarianSerpine—dijoChina—.Peroanteslotorturóparadivertirse,

lopusoenridículoylodespojódetodossuspoderes.Yluegoloseñalóconeldedo.¿SabíasqueaSerpinesololehacefaltaseñalaraalguienconesamanorojaquetieneparamatarlo?Teapuntaconeldedo,yestásmuerto.

StephanierecordólaspalabrasquelehabíadichoSkulduggery:«lamásatrozdelasmuertes».Enaquelmomentonosehabíadadocuentadequelodecíaporpropiaexperiencia.

—¿Yquémequieresdecirconesto?—dijoentonodesafiante.—CuandoSkulduggeryvolvió, reemprendió la lucha conun solopropósito.Su

obsesiónnoeraderrotaralasfuerzasdelmal,sinovengarsedellacayodeMevolent.EntoncesMevolentfuederrotado,perojustocuandoSkulduggeryestabaapuntodeobtenersuvenganza…

—Sefirmólatregua—dijoStephanielentamente.—Sí, y de pronto su enemigo se convirtió en un ciudadano respetable.

Skulduggeryhapasadolargotiempoacariciandoideasdevenganza,ytenporseguroquepondráenriesgotodoloquetengaasualcancecontaldehacerlasrealidad.

—Medalomismo,China.Skulduggeryhasidoelúnicoquesehamolestadoeninvestigarelasesinatodemitío,elúnicodetodosvosotrosalqueparecepreocuparleverdaderamenteloqueestápasando,elúnicoquemehasalvadolavida.

—Sí,perotambiénlahapuestoenpeligro.Cadacosabuenaquehahechoportihaquedadoanuladaporotramala.Noledebesnada,niña.

—Nopiensoabandonarlo.—Notieneselección.—¿Cómovasaimpedirmequeleayude?—preguntóStephanieentonoretador.—Simplementevoyapedirtequetequedesaquísinhacernada.—Larespuestaes«no».—MiqueridaStephanie…Stephaniesequedóhelada.—Siempre he sabido tu nombre, niña —dijo China, observándola—. Tu tío

hablabamuchodeti.Stephanieseabalanzóhacialapuerta,peronopudollegaraella.—Stephanie —dijo China suavemente. Stephanie notó cómo sus brazos caían

laciosjuntoasuscostadosysediolavuelta—.Nolecuentesestoanadie.

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Stephanie notó cómo las palabras entraban dentro de ella y supo que iba aobedecer por mucho que la enfureciera. No podía hacer otra cosa. Asintió con lacabeza, sintiendo cómo las lágrimas le anegaban los ojos, y China respondióesbozandosuexquisitasonrisa.

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LASALADETORTURA

Alunaestabaaltaenelcieloylasestrellastitilaban.Eraunanochepreciosaparaeldolor.Serpinedescendióalasfríasyhúmedasprofundidadesdesufortaleza

yavanzóagrandeszancadasporloscorredoresdepiedra,conunasonrisaasomándolealrostro.Alfinllegóaunapuertademaderaysedetuvoconlamanoposadasobrelafalleba:queríasaborearaqueldeliciosomomento.

Alcabodeunminuto,Serpinelevantólafallebayentró.—Bien,bien,aquíestamosdenuevo—dijoalentrarenlasala.SkulduggeryPleasantlevantó

la cabeza, la única parte del cuerpo que podía mover: Serpine había lanzado un hechizoinmovilizante sobre los grilletes que lomantenían sujeto a la silla.Sinpodermoverseni lanzarhechizos, el detective observó cómo su captor cerraba la puerta.Serpine se dio la vuelta y siguióhablando:

—Lavidaes cíclica,¿nocrees,Skulduggery?Estamospredestinadosarepetirnosunayotravez.Una vezmás, tu vida depende de queme apiade de ti; perome temo que sigo siendo tandespiadadocomolavezanterior.

—Y también tan charlatán—dijo eldetective—.Penséqueya tehabrías cansadode lanzardiscursoscomolosmalosdelaspelículas,Nefarian.

Serpinesonrióyseacomodóenunasillademadera.Estabanenunasalapequeñaconparedesdepiedra,iluminadaporunasolitariabombillaquependíadeltecho.

—Esodeserunciudadanorespetablenoibaconmigo.Peroatinohacefaltaquete lodiga,¿verdad?Lesavisastedeellounayotravez,ynotehicieroncaso.PobreSkulduggery,debedesermuydesagradablequelosMayoresnotetomenenserio.

—Creoqueesporquesiempreestoysonriendo.—Sí,talvezseaporeso.Ay,Skulduggery,Skulduggery,¿quévoyahacercontigo?—Podríasdesatarme,porejemplo.Serpineseechóareír.—Talvezmástarde.Silohagoahora,puedequeempecemosapeleamos.—Déjamequetehagaunapregunta,Serpine.Supongamosporunmomentoqueelmundoes

talcomotúloves,quetodoestádesquiciadoylosSinRostroexistendeverdad.Cuandoloshagasvenir,¿quéesperasdeellos?¿Quetedenunapalmaditaenlacabeza?

—Laformaenquemisamosyseñoresdecidanrecompensarmisserviciosdependesolodeellos.Noosoaventurarningunasuposición.

—Lapuertaestácerrada,Nefarian.Soloestamostúyyo,charlandotranquilamente.Dime,¿quéesperassacarenlimpio?

Serpineseinclinóhaciadelante.—La satisfacción de estar junto a ellos cuando arrasen elmundo para expurgar lamancha

impuraqueeslaHumanidad.Ycuandotodoacabe,meextasiarécontemplandosuterriblegloria.Skulduggeryasintió.—Ya.Laverdadesquenoheentendidonada.

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Serpinesoltóunacarcajada.—Vasacaer,Nefarian—continuóSkulduggery.—¡Nomedigas!—Vasapegarteunbuenporrazo,yyoestaréahíparaverlo.Dehecho,seréyoquienteempuje.—Nosésituspalabrassonlasmásadecuadasparaunhombrequeestáatadoaunasilla,a

mercedde suenemigo.¿Oyanoeresunhombre?¿Quéeresahora,unacosa?¿Unfenómeno,quizás?

—Vanaveniraporti.—¿Ah, sí? ¿Quiénes,Meritorius y su pandilla?Por favor, Skulduggery, no seas ingenuo.

Estándemasiadoocupadosintentandonoofendermeinnecesariamente.—Yano.Puedequeesténahoramismoenelumbraldelcastillo,preparándoseparaentrar.Serpineselevantóycaminóhastasituarsedetrásdesuprisionero.—Medaenlanarizquenovanasercapacesdereunirsuejércitocondemasiadarapidez.Los

Mayoresnuncahansidoespecialmenteeficientes…No,miviejoenemigo,creoqueporelmomentoestamostúyyosolos.Ytútienesalgoquemeinteresa.

—¿Unestiloimpecable,quizás?—Lallave—dijoSerpine,volviendoacolocarsefrentealdetective.—Nosédequémehablas.Serpinehabíaempezadoamoversuavementesumanoizquierda,comoundirectordeorquesta.—Estáclaroquenomevasaproporcionarvoluntariamentelainformaciónquenecesito,asíque

talvezhayaquerecurrirunpoquitoalatortura.—¡Hombre,comoenlosviejostiempos!—contestóeldetective.—Sí, recuerdo aquellos sombríos días de otoño durante los que me entretuve cortándote en

trocitos,haciéndotechillaravoluntad…—Unespectáculoadecuadoparatodalafamilia,¿verdad?—Tal vez pienses quemis posibilidades han quedadomuymermadas en lo que a tortura se

refiere, dado que ya no tienes piel que cortar. Sin embargo, durante este tiempo he aprendidoalgunostruquitosquequizástegusten.

Serpineempezóamoverlosdedoscomosisedespidiera,apuntandoalasillaenlaquehabíaestado sentado. Con un siniestro crujido, la madera empezó a hincharse y contraersealternativamentecomosirespirara.Skulduggerysequedómirándolasinpoderevitarlo.

—Sipuedohacerleestoa lamaderade lasilla—dijoSerpine, saboreandoaquelmomento—,piensaloquepodríahacercontushuesos.

Deprontoelcrujidoaumentódevolumenylasillasehizopedazos.Serpineseacuclillódelantedeldetective.

—¿Ybien,Skulduggery,dóndeestáahoratuviejoairedesafiante?¿Dóndehanquedadotuspullasytusbravatas,tusheroicasfraseshechas?¿Novasadecirmeque«meempleeafondo»?

—No,laverdadesqueibaapedirtequemetorturesconcuidado.Hoyestoyunpocosensible,¿sabes?

Serpinesepusoenpie,abriólamanoizquierdaylapusofrentealacaradeSkulduggery.—Estaestuúltimaoportunidad.Dimedóndeestálallave,detective.

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—Vale.Serpineenarcóunaceja.—¿Deverdad?—No,eraunabroma.Empléateafondo,anda.EntoncesSerpineseechóareír,moviólosdedosySkulduggeryempezóagritar.

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LOQUEENCIERRAUNNOMBRE

TEPHANIEsumergióelcodoenellavabodelabiblioteca.Lohabíallenadodeagua,habíaechadoenellauntrozodelapiedraqueTanithLow le había dado y la piedra se había disuelto, llenando el agua deburbujasyelairedeunoloracre.Fueraloquefueraaquellasustancia,funcionaba, porque los moratones de Stephanie comenzaron adesvanecerse.

Stephanie se secó con una toalla inmaculada, quitó el tapón del lavabo y serecostócontralapared.

Aunquesucuerpoestabacansado,sumentenodejabadedarvueltasespoleadapor la ira.Seguía furiosaconsigomismapornohabersidocapazdedesobedeceraChina. Y además, ¿cómo podía China hacerle aquello, cómo podía dejar aSkulduggeryabandonadoasusuerte?Skulduggeryconfiabaenella…

«No, eso no es verdad», pensó Stephanie. Skulduggery no se fiaba de China.Habíasido lapropiaStephaniequienhabíaacudidoaChinaantesdemolestarseenbuscar a los Mayores o a Abominable, y tal vez fuera demasiado tarde pararemediarlo.Ytodoporsuculpa.

Stephanie recordó que Tanith Low la había llamado «guerrera» y esbozó unasonrisaamarga.NosabíaporquélohabríadichoTanith;perofueraporloquefuera,sehabíaequivocado.Nohabíanadadeguerreroenella.Semetíadecabezaentodotipodeproblemassinpensárselodosveces,sindetenerseareflexionarniunsegundo.Y no era por valentía o heroicidad, sino por pura estupidez. Porque no queríaquedarse atrás, porque no quería esperar. Iba dando bandazos sin plan ni tácticapreconcebida,yasíleiba:pasabalasdeCaín.

De pronto Stephanie lo vio claro. Abrió los ojos de par en par y enderezó laespalda,sintiendocómolaenergíavolvíaafluirporsusmiembros.

ElhechizoconelqueChinalahabíaaprisionadoacababaderomperse.TeníaqueencontraraAbominablecuantoantes.Comonoseacordabadedónde

estabasusastrería,necesitabaladirecciónparallegarhastaallí,ysoloseleocurríauna forma de conseguirla. Salió del servicio y recorrió la biblioteca, comprobandoqueyahabía amanecido.Luego atravesó el rellanoy llamóa la puerta del pisodeChina.Noobtuvorespuesta,asíquevolvióallamar.

China no estaba. Stephanie examinó la puerta: parecía perfectamente normal.Tampoco recordaba haber visto nada raro al otro lado, ningún cerrojo o cadena deseguridad.Podíaestarselladaconmagia,ysiloestabayapodíaolvidarsedeabrirla,pero no le parecía que lo estuviera. Skulduggery le había dicho que aquel tipo dehechizo teníaque renovarsecadavezque se cerraba lapuerta,y aStephanieno leparecíaqueChinaestuvieradispuestaaperdereltiempoenaquellascosas.

Diounpasoatrás.Eraunapuertanormalycorriente,másbienendeble.Sabíaquepodíahacerlo:eraaltayfuerte,yaquellapuertaeraloúnicoqueseinterponíaentre

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ellaylapersonaquepodíaayudarlaasalvaraSkulduggery.Teníamuchapotenciaenlas piernas; llevaba años nadando, y eso le había desarrollado los músculos. Suspiernaseranfuertes,lapuertaerafrágil.Podíahacerlo,teníaquehacerlo.Teníaquesalvarasuamigo.

Subotaseestrellócontralapuerta.Pegóunapatada,otra,otramás.Suspiernaseranfuertes.Nopodíafracasar,yladesesperaciónledabanuevasfuerzas.Lapuertaeraendeble,yacabóporceder.

Stephanieentrócorriendoyfuederechaalamesitaenlaquehabíavistolalibretadedirecciones.Estabavacía.¿Dóndeestaríalalibreta?

Miró a su alrededor. China la había cambiado de sitio. ¿Por qué? ¿Dónde lahabría metido? ¿Habría adivinado que Stephanie entraría a buscarla? No, eraimposiblequeselohubieraimaginado.Entoncesdebíadehaberlacambiadodesitioporalgunaotrarazón,poralgúnmotivoperfectamentenormal.Lahabíaguardado…¡Claro,debíadehaberlaguardadoensusitio!

¿Cuálseríaelsitiomáslógicoparaguardarunalibretadedirecciones?Stephanie se acercó al escritorio y empezó a revolver en los cajones. Papeles,

cartas… ni rastro de la libreta. Se incorporó y recorrió la estancia con la mirada,consciente de que China podía aparecer en cualquier momento. Examinó lasestanterías:nada.¿Dóndepodíaestar?

Entróeneldormitorioyviodeinmediatolalibreta,queestabasobrelamesilla.Laagarrósinperderniunsegundo,buscólapáginadela«B»yrecorriólosnombresconeldedo.Allíestaba:SastreríaBespoke.Memorizóladirección,volvióadejarlalibretaenlamesillaysediolavueltaparamarcharse.

—Hola, querida —dijo China acercándose a ella. Stephanie retrocedió condesconfianza—.Acabodeverlodefuera.¿Esquenotegustabamipobrepuerta?Enfin,¿hasrotoalgomásaquídentro?¿Algúnflorero,unataza,quizás?

—No,sololapuerta.—Bueno, supongo que tendré que agradecerte que no te hayas ensañado. ¿Y

bien?¿Encontrasteloquebuscabas,niña?Stephanieapretólospuños.—Nomellamesasí.Chinaseechóareír.—Querida,cuandomemirasconesacarallegasadarmemiedo.—¿Has hecho algo para ayudar a Skulduggery, o sigues demasiado ocupada

ayudándoteatimisma?—EscuriosalalealtadqueinspiranuestroqueridoseñorPleasant,¿nocrees?—

dijoChinaenarcandounaceja—.Todoslosqueloconocenlecobranafectoyquierenlucharjuntoaél.Tendríasquehaberestadoaquídurantelaguerra;eraalgodignodeverse.

—Laverdadesquenologroentendercómohaspodidotraicionarloasí.Porprimeravezdesdequelaconocía,Stephanieviounbrilloaceradoenlosojos

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deChina.—Yonolohetraicionado,niña.Talvezlehayafallado,peronolohetraicionado.

Para traicionaraalguien tienesquehaceralgocontraél,yyomehe limitadoanohacernada.

—Vieneaserlomismo.—Veo que no te interesan las sutilezas semánticas —dijo China, volviendo a

sonreír—.No,claroqueno.Eresunachicamuysincera,¿verdad?—Mevoy—dijoStephanie,echandoaandarhacialapuerta.—Sincera,peronoespecialmenteinteligente.Stephanie,sébuenaydetenteahora

mismo,¿quieres?Stephaniesequedóinmóvil.—Admirotuvalentía,niña,telodigodecorazón.Perotalcomoestánlascosas,

montarunaoperaciónderescateparaliberaraSkulduggeryesdemasiadoarriesgado.Tenemosmuchoqueperder.Y ahorave a sentarte a aquel rincón comounabuenachica,anda.

Stephanieasintióysiguióavanzandohacialapuerta.—¡Detente!—exclamóChina—.Hedichoquevayasalrincón.Stephanie agarró el picaporte y volvió la cabeza. China lamiraba con el ceño

fruncido.—No lo comprendo —dijo China—. ¿Cómo puedes hacerlo? ¡Stephanie,

contesta!—Nome llamo Stephanie—repuso Stephanie—.Y si quieres retenerme en tu

casaserámejorquememates,porquenopiensoquedarme.ElrostrodeChinavolvióaadoptarsuexpresiónplácidadecostumbre.—Notengoningunaintencióndematarte,querida—dijo,esbozandounasonrisa

—.Asíqueporfinhaselegidounnombre.—Efectivamente.Ymemarchoahoramismo.—Bueno,puedequetengasalgunaposibilidaddesalvarle,alfinyalcabo.Antes

deirte,¿meharáselhonordepresentarte?—Cómo no —dijo Stephanie, volviéndose para salir del piso—. Me llamo

ValquiriaCaín.Abominableabriólapuerta,vioaStephanieylasaludóconuncabeceo.—Sientolodeayer—dijo—.Heestadopensando,ymehedadocuentadeque

notengoningúnderechoadecirteloquepuedesynopuedeshacer;perocréemesitedigoquelohiceportu…—TienenaSkulduggery—lointerrumpióStephanie.

—LohaatrapadoSerpine.Aparecióayerconunoscuantoshombresdepapel,nosatacóysellevóaSkulduggery.HayquedecírseloalosMayores.

Abominableesbozóuna sonrisa tentativaparaver siStephanie se ladevolvíayadmitíaqueleestabagastandounabromapesada.Stephanienoseladevolvió.

—Séquepiensasquenodeberíametermeenestelío—dijoStephanie—.Nomeimporta:estuopinión,yyolaacepto.Perovamosaolvidarnosdelasopinionespara

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concentrarnosenloshechos.Yloshechossonestos:SerpinetieneprisioneroaSkulduggery.Harotolatregua.

CreequeelCetroexiste,yhademostradoqueestádispuestoamatarparahacerseconél.Hayquedetenerlo,yparaellonecesitotuayuda.

—¿Perotúlohasvisto?¿HasvistocómoSerpinesellevabaaSkulduggery?—Estabaallí.—Bueno,talveznofueratanmalaideaquedecidierasacompañaraSkulduggery,

alfinyalcabo.Abominable fue a buscar su coche, ymientras se dirigían hacia el Santuario a

todavelocidadStephanie le fue explicandodetalladamente loquehabíapasado.Elcocheteníaloscristalestintados,peroaunasíAbominablesehabíatapadoelrostroconunabufandayunsombrerocaladohastalascejas.

ElMuseodeCeraestabaaúncerrado,asíquesecolaronpor lapuerta traserayrecorrieronatodaprisalassalasenpenumbra.

AlllegaralpasilloquedabaaccesoalSantuario,Abominablepalpólaparedhastaencontrar elmecanismo de apertura, lo apretó y la pared se deslizó hacia un lado.Stephanieseabalanzóporlaabertura,bajólasescalerasdedosendosyentróenelvestíbulo del Santuario casi trotando, y el administrador salió enseguida a suencuentroconcaradeindignación.

—Losiento—dijo—,perometemoquenoestánustedescitados.—QueremosveraMeritorius.—No se debe molestar innecesariamente a losMayores. Debo solicitarles que

abandonenelSantuariodeinmediato.—Se trata de una emergencia —dijo Abominable, llegando a su altura. El

administradornegóconlacabeza.—SideseanhablarconlosMayores,deberánsolicitaraudienciapor loscanales

decostumbre—dijo.Stephanieyahabíatenidobastante,asíqueloapartóaunladoyechóaandara

grandeszancadashaciaelpasillocentral.Deprontoviounaráfagagrisporelrabillodel ojo; un instante después, frente a ella había un Hendedor que le apuntabadirectamentealcuelloconsuguadaña.

Sequedóhelada;asualrededorempezaronaacrecentarselosmovimientosylasvoces, pero Stephanie y el Hendedor parecían estar petrificados. Oyó cómoAbominable amenazaba al administrador y a los Hendedores; oyó cómo eladministrador protestaba y conminaba a Abominable a marcharse. AbominablealzabacadavezmáslavozyprontoempezóagritarlefuriosoalHendedorquebajarala guadaña, pero el Hendedor siguió inmóvil y silencioso como una estatua.Stephaniepodíaversupropiaimagenreflejadaenlaviseradesucasco.Noseatrevíaamoverniunmúsculo.

Envistadequelasituaciónestabaapuntodeestallar—ydelseriopeligroquehabríacorridoenesecasolacabezadeStephanie—,eladministradorcedióyaceptó

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preguntarle a Meritorius si estaría dispuesto a recibirlos. Miró al Hendedor,indicándoleconunmovimientodecabezaqueseretirara;elHendedorretrocedióyvolvió a enfundar la guadaña en la vaina que pendía de su espalda, con un solomovimientoquepodríahabersidounpasodebaile.

Stephaniereculólentamenteconlamiradaclavadaenél.PeroelHendedorestabaimpertérrito,comosinohubierapasadonada.

Abominable y ella se quedaron en el vestíbulo mientras el administrador sealejabaapasorápido,yno tardaronmuchoenoírunaszancadasqueseacercaban.EachanMeritoriusentróenlaestanciaymiróaAbominableconexpresiónlevementesorprendida.

—Bienvenido, señor Bespoke —dijo acercándose a él—. Ultimamente, losacontecimientosnodejandesorprenderme…

—Bienhallado, Gran Mago—dijo Abominable mientras se daban la mano—.TengoentendidoqueyaconoceaValquiriaCaín.

—Ah,demodoquehasadoptadounnombrepor fin—dijoMeritoriusconunamiradadedesaprobación—.EsperoqueelseñorPleasantsepaloquehace.

—Skulduggeryestáprisionero—barbotóStephanie—.HasidoSerpine.—Porfavor,noempecemosconlomismodesiempre.—Escierto—intervinoAbominable.—¿Hasvistocómoocurría?Abominabletitubeó.—Bueno,enrealidadnolohevistodirectamente,pero…Meritoriussuspiró.—Skulduggery Pleasant es un detective excepcional, y nos ha servido de gran

ayuda en muchas ocasiones. Pero en lo tocante a Nefarian Serpine, me temo queSkulduggerypierdesuacostumbradaimparcialidad.

—¡PeroesqueSerpinelotieneprisionero!—insistióStephanie.—Muchacha,mecaesbien,yentiendoqueSkulduggery tehayacogidocariño.

Poseesunasinceridadcasi temible,yesaesunacualidaddignadeadmiración.Sinembargo,noestásfamiliarizadaconnuestraculturaycostumbres,ysoloconocesunaversiónmuysesgadadenuestrahistoria.Serpineyanoeselsiniestropersonajequefueensudía.

—Yoestabaallí—dijoStephanie,esforzándosepormantenerlacalma—.SerpinevinoconunoscuantoshombresdepapelysellevóaSkulduggery.

Meritoriussequedópensativounossegundos.—¿Hombresdepapel,dices?—Bueno,esoparecían.Meritoriusasintiólentamente.—Claro, Hombres Huecos. Son los esbirros de Serpine, unos seres terribles

rellenosdeodioypestilencia.—¿Mecreéisahora?¡Tenemosquerescatarlo!

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—GranMago—dijoAbominable—,miamigoestáenpeligro.Séquenodeseasqueestoocurra,perolociertoesquela treguaseharoto.Serpineylosmagosquedecidan ponerse de su lado van a acumular poder tan rápido como puedan. LosMayoresdebenactuarsintardanza.

—¿Basándonosenqué?—preguntóMeritorius.¿Enlapalabradeunamuchachaalaqueapenasconozco?

—Noestoymintiendo—afirmóStephanie.—Perotalvezestésequivocada.—Noloestoy.SerpinequiereelCetro,ypiensaqueSkulduggerypuedellevarlo

hastaél.—ElCetronoexistemásqueenlasleyendas,porloque…—ElCetroexistedeverdad—leinterrumpióStephanie—.Ytambiénesverdad

queSerpinedeseaconseguirlo,yquematóalosdoshombresquelovigilabanparaquenolosupieraishastaqueyanopudierahacersenadapararemediarlo.

Meritoriustitubeó.—SeñoritaCaín,siestáustedequivocadayatacamosaSerpineahora,podemos

provocarelestallidodeunaguerraparalaquenoestamospreparados.—Losiento—repusoStephanieconvozsuave,notandolaaprensiónquebrillaba

enlamiradadelGranMago—.Créamequelosiento,perolaguerrayahaestallado.Elclipreposabainmóvilenlamesa.Stephanieseconcentró,flexionólosdedosy

luegoabriódegolpelamano,intentandoconvencersedequeelairenoeramásqueunaseriedeelementosconectadosentresí.Elclipnosemovió.Stephanieledioungolpecito con el dedo para asegurarse de que no se había quedado enganchado aalgún saliente imperceptible; acababa de comprobar que no era así cuandoAbominableentróenlaestancia.

—Nosvamosya—dijo—.¿Estásseguradequequieresvenir?—Totalmente—respondióStephanie,guardándoseel clipenunbolsillo.Luego

señaló lapuertapor laquehabía entradoAbominable—.¿Quéhayahí fuera? ¿UnbatallóndeHendedores?

—Noexactamente.—¿Cuántosvienen,entonces?Abominablelamiróalosojos.—Dos—dijoalfin.—¿Dos?TienenunejércitodeHendedoresasuservicio,¿ynosconcedendos?—Resultaríamuysospechosoquenosacompañaranmás—explicóAbominable

—.MeritoriustienequeponerseencontactoconMorwennaCrowySagaciusTomeparaconvencerlosdequeesnecesarioentrar enacción.Hastaque lohaga,nuestramisiónderescateesestrictamenteextraoficial.

—Por favor, confírmame que son tan buenos guerreros como me dijoSkulduggery.

—Sus uniformes y guadañas son capaces de rechazar casi todos los ataques

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mágicos,ypocosguerrerossontanletalescomoellosenlaluchacuerpoacuerpo.—¿Cómoque«cuerpoacuerpo»?—exclamóStephaniefrunciendoelceño—.¿Y

quépasacon lasbolasdefuegoyesascosas?¿Quéson losHendedores,adeptosoelementales?

Abominablecarraspeó.—Pues ni lo uno ni lo otro, la verdad. La magia puede corromper a algunas

personas y los Hendedores deben tener una imagen de imparcialidad absoluta, demodoque…

—¿Meestásdiciendoquenotienennadademagia?¿Nadadenada?—Bueno, algo tienen, pero solo sirve para mejorar su habilidad como

combatientes.Sonmuyfuertesyextremadamenterápidos.—¿Ycómopiensanarreglárselasconeso?¿Vanaponerseacorreralrededorde

Serpinehastaquesemareeycaigaredondo?—Si todo sale según nuestros planes, Serpine ni siquiera se enterará de que

estamosallí.—¿Quéoportunidadestenemosdequeesoocurra?Abominable lamiró,yporunmomentopareciómuysegurodesímismo.Pero

soloporunmomento.—Nomuchas—admitióalfin,apartandolamirada.—Exacto.—Pero Bliss se ha ofrecido a ayudarnos —dijo Abominable, animándose de

nuevo.—¿Vaaacompañarnos?—preguntóStephanie,sinsabersi legustabamuchola

idea.—No,élno.Perovaamandaraalguienparaquenosayude.Seremoscinco,el

númeroidealparapasardesapercibidos,agarraraSkulduggeryysalirpitando.Vaaserpancomido.

LapuertaseabrióyMeritoriusaparecióenelumbral.—Vuestrovehículoestáfuera—dijo.AbominableyStephaniesubierontraséllasescalerasdelSantuarioysalierondel

MuseodeCeraporlapuertadeatrás,juntoalaquehabíaunafurgonetaaparcada.EncuantoMeritorius pisó la calle, dosHendedores salieronde entre las sombras y semontaron en la furgoneta, sacando las guadañas de sus vainas antes de subir.Stephanie deseó que no hubiera muchos socavones por el camino, porque corríapeligrodeacabarconvertidaenunpinchomorunoantesdellegarsiquieraalcastillodeSerpine.

Entoncessalióasuencuentrootrapersona.Stephanielareconoció:eralachicadeconlaquehabíahabladoenlabibliotecadeChina.

—Esta es Tanith Low —dijo Meritorius—. Tanith, estos son AbominableBespokeyValquiriaCaín.

—Yanosconocemos—dijoTanith,saludandoaStephanieconuncabeceo.Dela

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cinturalependíaunaespadametidaenunafundadeesmaltenegro,llenademuescasyrasguños.

—¿TeenvíaBliss?—preguntóAbominable.—Sí.Dicequetalvezpuedaservirosdeayuda.—Todounelogio,viniendodeél.—El señor Bliss desea que este asunto se resuelva lo antes posible —repuso

Tanith—.Hastaqueloconsigamos,estoyavuestradisposición.—Bien,puesmanosalaobra.TanithsesubióalafurgonetaseguidadeAbominable,quiensepusoalvolante.—Buenasuerte—ledijoMeritoriusaStephanieantesdequemontara.—Gracias.Meritoriusseencogiódehombros.—Vasanecesitarla.

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ESTUPENDORESCATE,SÍSEÑOR

OSmiembrosdelequipoderescatesalierondelafurgonetaysealinearonenelarcén,observandoelmuroquecircundabalos terrenos de Serpine. Era unas tres veces más alto queStephanie;alotroladoseextendíaunazonaboscosa,ymásalláestabaalcastillo.

Stephaniepensódeprontoquesisumisiónfracasaba,seríaelfindetodo.SerpineconseguiríaelCetroylosSinRostrovolveríanalmundo.EldestinodelaTierraenteradependíadeunesqueletoyde lascincopersonasquesedisponíanarescatarlo.

—¿QuéharemossitenemosqueenfrentarnosaSerpine?—preguntó,procurandoquesuvoznotraslucieraelmiedoquesentía.Teníaqueserfuerte;noqueríaquesuscompañerospensaranqueeraunasimplemocosadedoceaños—.Alfinyalcabo,noesseguroquelogremosentrarysalirsinquenadiesedécuenta,¿verdad?¿Tenemosalgúnplanporsinosvemosobligadosaenfrentarnosaél?

—Algún plan… —dijo Abominable con expresión pensativa—. Pues no, laverdadesqueno.

—Yointentarématarloconmiespada—dijoTanith,deseosadeayudar.—Vale—repuso Stephanie—.Magnífica idea. ¿Y qué pasa con sus hombres?

¿Nocreéisqueestaránesperándonos?—SerpineconocelacalmaconlaquelosMayoressuelendeliberarantesdellegar

a ninguna conclusión—dijo Tanith—. Estoy segura de que no se espera nada tanprecipitadoeimprudentecomoloquevamosahacer.

—Así aprenderá a no subestimar a los estúpidos como nosotros —añadióAbominable.

—De acuerdo—dijo Stephanie—. Solo quería asegurarme de que lo tenemostodoprevisto.¿Qué,empezamos?

Sindecirunapalabra,losHendedorescogieroncarrerilla,saltaronlimpiamenteelmuroydesaparecieron.

—Chulitos…—mascullóAbominable.Luegopusolosbrazosencruzylosbajó,manteniéndolosestirados;unaráfagadevientosurgiódelanadayloelevóhastaquepudoagarrarlapartesuperiordelmuro.

—¿Teayudo?—preguntóTanithvolviéndosehaciaStephanie.—Sinoteimporta…Tanithsepusoencuclillasyentrelazólosdedosformandounsoporte.Stephanie

apoyó en él unpie, contó hasta tres y se impulsóhacia arriba ayudadaporTanith.Alcanzólapartesuperiordelmurosinproblemas;Tanithteníamuchafuerza,másdelo que parecía. Abominable la ayudó a encaramarse, y luego bajó y se quedóesperándola. Stephanie agarró el borde delmuro, fue descendiendo hasta tener losbrazos totalmente estirados y se dejó caer. Sus botas tocaron el suelo enseguida,

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aplastando un lecho de hojas y ramitas secas. Un segundo más tarde, Tanithaterrizabaasulado.

Elbosquecilloeramuyespeso,yamedidaqueseinternabanenél,elambienteseibaoscureciendo.Elsolponientepenetrabaaduraspenasentreelfollaje,yempezóarefrescar tanto que Stephanie agradeció llevar puesto su gabán. Los Hendedoresavanzabansinhacerningúnruido.Enelbosquecilloreinabaunsilencioabsoluto,tanabsolutoquenoeranatural.Nocantabaningúnpájaro,noseoíaniunrumorentrelamaleza.Resultabasobrecogedor.

Porfinllegaronal límitedelbosqueyseagazaparon:frenteaellossealzabalapartetraseradelafortaleza.Aunladoseabríaunapuerta,frentealacualmontabaguardiaunapatrulladeHombresHuecos.

—Loquefaltaba—mascullóAbominable—.¿Cómorayosvamosapasarsinquenosvean?

—Tenemosquedistraerlos—dijoTanith.—¿Seteocurrealgo?TanithsevolvióhacialosHendedoressindecirnadayAbominablecomprendió

deinmediatoloqueestabapensando.—¡Peronovanapoderhacerlesfrente!—protestó.—Nonosquedaotroremedio—respondióTanith,convozátonaperofirme.Los Hendedores inclinaron la cabeza hacia Tanith y asintieron. Luego se

escabulleronentre lamalezayseperdierondevista.StephaniesequedóesperandoconTanithyAbominable.

—Noresistiránmuchorato—dijoAbominable.—Serásuficienteparaquenoscolemossinservistos—repusoTanith.—Nomereferíaaeso.Acabasdeenviarlosaunamuertecierta.—Ellos tienen que hacer su trabajo, y nosotros el nuestro —dijo Tanith sin

mirarlo—.¿Quieressalvaratuamigo,ono?Abominablenocontestó.—Eh,mirad—susurróStephanie.LosHombresHuecoshabíanempezadoacorreryprontonoquedóningunoenla

explanada.—¡Vamos!—exclamóTanith.Salieron del bosque y echaron a correr a toda velocidad hacia el castillo.

StephaniemiróhacialaderechamientrascorríayvioalolejosalosdosHendedores,queaguardabanespaldaconespaldaelataquedelcorrodeHombresHuecosqueseestrechabaentornoaellos.

Por fin llegaron al castillo. Tanith se acercó a la puerta, colocó la palma de lamano sobre la cerradura y giró la muñeca; la cerradura crujió, rompiéndose pordentro,ylapuertacedióanteTanith.Lostresentraronsigilosamenteyentornaronlapuertaasusespaldas.

Avanzaron,procurandonointernarsedemasiadoenelfríocorazóndelafortaleza.

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Al fin encontraron una escalera que bajaba y emprendieron el descenso; Tanithencabezabaelgrupo,conlaespadaenlamanoderechaylavainaenlaizquierda.ApocospasosdeellaibaStephanie,seguidadeAbominable.

Despuésdemuchobajarllegaronalossótanos,omásbienalasmazmorras.Aldoblarunaesquina,Tanithsedetuvoyalzóunamano.LostresobservaroninmóvilesalHombreHuecoquecaminabapesadamenteaciertadistanciayreemprendieronlamarchaencuantoseperdiódevista.

Algo más allá comenzaba una hilera de pesadas puertas de hierro; Tanith seacercóalaprimera,apoyólaorejay,trasescucharunossegundos,lediounempujón.Seoyóungemido,perolaceldaestabavacía:habíansidolasbisagrasherrumbrosas.

Abominablehizolomismoenlapuertasiguiente,revelandootraceldavacía.TanithyAbominablesemiraronconexpresiónsombría,yStephaniecomprendió

deinmediatoloqueestabanpensando.—Deberíamosdividirnos—susurró.—Deningunamanera—dijeronAbominableyTanithcasialunísono.—Sitardamosdemasiado,losHombresHuecosvolveránamontarguardiaenla

puertaynopodremossalirdeaquí.—Bueno,vale,perotúvienesconmigo—susurróAbominable.Stephanienegóconlacabeza.—Notepreocupespormí.Pegarélaorejaalaspuertas,ysioigoalgoosllamaré

enseguida.Simetopoconalgunodelosmalos,osenteraréisenseguida.Notenemosotraopción.

Tanith yAbominable lamiraron con expresión de duda, pero no dijeron nada.LuegoTanithseacercóalapuertasiguiente,AbominableechóacorrerhaciaelfondodelpasilloyStephanievolviópordondehabíanvenido.Apocosmetrosencontróotrahilera de puertasmetálicas y fue apoyando la oreja unos segundos en cada una deellas. Nada. Fue internándose cada vez más, dejándose llevar por los tortuososcorredoresqueseabríananteella.Prontosediocuentadequerespirabaporlaboca,y notó en la garganta el regusto nauseabundo del aire. El piso había empezado ahumedecerse,ydevezencuandoseveíancharcosdeaguaputrefacta.Laspuertasyanoerandemetal sinodemaderamediopodrida.Lasantorchas sujetasa losmurostitilabancreandosombrasbailarinasenlosmuros.

De pronto Stephanie vio algo que se movía frente a ella, y estaba a punto deagazaparsecuandosediocuentadequeeraAbominable.Le saludócon lamanoyempezóaexaminarlaspuertasquemáscercatenía.Abominablehizolopropioporelotro lado,ycuandoestabanapuntodeencontrarse,Stephanieoyóunsuavesilbidoque salía deuna celda.Frunció el ceño, tratandode recordar siSkulduggerypodíasilbar.Sinonecesitabatenerlabiospararespirarohablar,¿porquéibaanecesitarlospara silbar? Sin embargo, a Stephanie no le sonaba la música. Le indicó aAbominablequeseacercara;alllegaralapuerta,Abominableescuchóduranteunossegundosyasintióconlacabeza.

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—LachicadeIpanema—susurró—.EsSkulduggery,seguro.Levantó tres dedos, luego dos, luego uno, y los dos se abalanzaron sobre la

puerta,queseabriósindificultad.Skulduggerylevantólavistaydejódesilbar.—Ah,hola—dijo—.Yasédóndeestálallavedelascuevas.Stephanie cerró la puerta mientras Abominable examinaba los grilletes que

aprisionabanaSkulduggery.—Sondeprimeracalidad—dijo.—Sí, sabía que te gustarían. El metal está reforzado por un hechizo

inmovilizador.—Bienpensado.Tardaréunmomentitoenabrirlas,¿vale?—Notepreocupes,nomevoyairaningúnsitio.—¿Cómoestás?—preguntóStephanie.—Bueno,nomehatratadomal—contestóSkulduggerymeneandolacabeza—.

Aexcepciónde las torturas, claro.Laverdadesquemehadado tiempodepensartranquilamente,yyasédóndeestálallave.

—Esomeparecióoírtedecirantes.Abominable se puso en pie y los grilletes cayeron al suelo. Skulduggery se

levantódelasilla.—¿HavenidoMeritorius?—preguntó.—No,estáhablandoconlosotrosMayoresparaponerlosalcorrientedetodo—

respondióAbominable.—Vaya.Entonces,¿habéisvenidosolos?—Bueno,solosno.TambiénestáTanithLow.Skulduggeryseencogiódehombros.—Deboadmitirqueoslashabéisapañadodemaravillahastaahora.—¿NolehabrásdichoaSerpinedóndeestálallave,verdad?—dijoStephanie.—Nolopodríahaberhechoaunquehubieraquerido.Mehedadocuentadedónde

está hace solo unosminutos; la verdad es que no era tan complicado, ¿sabes? Lateníamosdelantedelasnarices.

—Ya hablaremos de eso más tarde —le interrumpió Abominable—. Ahoratenemosquemarcharnos.

—¿Habrápelea?—Esperoqueno.—Vaya.Tengoganasdepelea.—Bueno,sialfinallahay,talvezestotesirvadeayuda—dijoStephaniedándole

supistola.—Muchasgracias;laheechadodemenos.¿Mehastraídobalas?—¿Balas?Puesno…Skulduggeryrespiróhondo.—Magnífico—dijoluego,colocándoselapistolaalcinto.—¡Vámonos!—exclamóAbominableechandoaandarhacialapuerta.

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Los tres salieron al corredor y echaron a andar a paso ligero; al doblar unaesquina, unos cuantosHombresHuecos se detuvieron en seco frente a ellos y losobservaronconmiradavacía.Eltiempopareciódetenerse.

—Fabulosorescate,síseñor—dijoSkulduggery.Cuando los Hombres Huecos se abalanzaron sobre ellos, Skulduggery y

Abominable entraron en acción.Skulduggery empezó a repartir codazosypatadas,retorciendotodaslasmuñecasybrazosqueteníaasualcance.Abominabledanzabacomounboxeador,derribandocontremendospuñetazosatodoelqueseacercaba.

StephanievioquealgosemovíaaespaldasdelossilenciososHombresHuecosyprontodistinguióaTanith,queseacercabaa todavelocidad.Deprontodioungirobrusco,empezóasubirporlaparedyalllegaraltechosiguiócorriendobocaabajo.Stephanielamiróboquiabierta:noteníaniideadequeTanithpudierahaceralgoasí.

Desde aquel punto privilegiado, Tanith se abalanzó sobre losHombresHuecospegando mandobles a diestro y siniestro y rebanándoles las coronillas. En unossegundos, todos los Hombres Huecos quedaron convertidos en unos guiñaposmalolientes.

Tanithsedejócaerydiolavueltaenelaireparaaterrizardepie.—Porallívienenmás—dijo—.Talvezseamejorquenosmarchemos—añadió,

untantoinnecesariamente.Los cuatro llegaron al final de la escalera sin encontrar más adversarios; pero

cuandocorríanhacialasalida,frenteaellosseabrierondospuertasenormesdelasqueempezóasalirunahordadeHombresHuecos.

Skulduggery y Abominable se adelantaron chasqueando los dedos, y de susmanos cayeron sendas bolas de fuego. Stephanie vio cómo hacían aspavientos,manipulandolasllamashastaqueunamuralladefuegoseinterpusoentreelloscuatroylosHombresHuecos.

TanithsevolvióparamiraraStephanie.—Gabán—ledijo.—¿Qué?Sindecirnadamás,TanithagarróelcuellodelgabándeStephanie,seloquitóde

untirónysecubriólacabezaconél.Luegoechóacorrerhaciaunaventana,saltóylaatravesóenvueltaenunanubedecristales.

—Tomaya—murmuróStephanie.Se acercó a la ventana y se aupó para salir por el agujero. Tanith estaba

poniéndoseenpiealotrolado.—Gracias—dijoTanithdevolviéndoleelgabán.—¡Cuidado,quevamos!—gritóAbominable.Stephanie se hizo a un lado para dejar paso a Skulduggery yAbominable, que

saltabanporlaventana.Abominableibadebajoyeldetectiveparecíaflotarsobreél,comounapareja de acróbatas desquiciados.Losdos cayeron a un tiempo, rodaronsobrelahierbaysepusieronenpiesimultáneamente.

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—Vámonosvolando—dijoSkulduggery.Mientras corrían hacia los árboles, Stephanie vio a uno de los Hendedores. A

juzgarporlacantidaddejironesdepapelquehabíaesparcidosporlahierba,losdosdebíandehabermostradounaferozresistencia,peroalfinallosHombresHuecossehabían impuesto por pura superioridad numérica. El Hendedor reposaba inmóvilsobrelahierba:estabamuerto,ynoseveíanirastrodelotro.

Al fin llegaronalbosquecillo,peronoaminoraronelpasoporque losHombresHuecossehabíaninternadoenlamalezatrasellos.

Abominable llegó al muro en primer lugar, extendió las manos abiertas haciaabajoysaliódespedidoalotroladoporunaráfagadeaire.

Tanith se limitó a seguir corriendo y, cuando parecía estar a punto de darse debrucescontraelmuro,pegóunsaltitoysiguiócorriendoenvertical.

Stephaniellegóacontinuación;antesdequepudierapedirleaSkulduggeryquelediera impulso con las manos, se encontró con que su amigo le había rodeado lacintura con un brazo y se elevó junto a él, sintiendo el viento en la caramientraspasabansobreelmuro.AterrizaroncontalgraciaysuavidadqueStephanieestuvoapuntodeecharseareír.

Loscuatrosemetieronenlafurgoneta.Abominablearrancóysalióalacarretera,yelcastillosefuehaciendocadavezmáspequeñoasusespaldas.

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DENOCHE,ENELTEJADO

OR el aire nocturno flotó una risotada, y Skulduggery sevolvióhacia ladirecciónde laqueprovenía.EstabansubidoseneltejadodelasastreríadeAbominable,yasuspiesDublintitilaba preparándose para dormir. Stephanie observó a sualrededor: tejados, avenidas, callejones estrechos… Por lascalles pasaban coches, y de vez en cuando algún transeúnte.

Skulduggerysediolavueltaylamiró.—ConqueValquiriaCaín,¿eh?—¿Teparecequesuenaridículo?—No, todo lo contrario: es perfecto.Valquirias,mujeres guerreras que guiaban

hastaelparaísoalosmuertosenelcampodebatalla.Untantomorboso,aunquemetemoquenosoyelmásindicadoparajuzgarlo.Alfinyalcabo,estoytécnicamentemuerto.

Stephaniesequedómirándoloydejópasarunmomentoantesdeseguirhablando.—Ytú,¿quétal?—dijoalcabo—.¿Tehicieronsufrirmucholastorturas?—Laverdadesquenofuenadadivertido.Creoquealcabodealgunashoras,a

Serpinenolecabíayadudadequeyonoconocíaelparaderodelallave.Todoloquehizodespuésfueporpuradiversión.Porcierto,¿tehedadolasgraciasporhaberidoarescatarme?

—Notepreocupes,nofuenada.—Nodigasbobadas.Gracias,Valquiria.Stephaniesonrió.—Denada.—TuamigaTanithestabaunpocoseriaenelcaminodevuelta,¿nocrees?—CreoquesearrepientedehaberusadoalosHendedorescomocebo.—Yohabríahecholomismo—dijoSkulduggery—.LosHendedoresestánpara

esetipodecosas.Essutrabajo.—Sí,esomismodijoella.—Ya,perounacosaesentenderloyotramuydistintaaceptarlo.HastaqueTanith

noloacepte,metemoquevaatenerunascuantaspesadillasalrespecto.Encualquiercaso,esunaguerrera.Losuperará,seguro.

—Esunaluchadoraexcelente.—Desdeluego.—Siyo empezara a entrenar ahora, ¿crees quepodría luchar comoella cuando

llegaraasuedad?—Noveo por qué no. Sesenta años de entrenamiento constante son suficientes

paraconvertiracualquieraenunamáquinadepelear.—¿Qué?—¿Cómoque«qué»?

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—¿Sesentaaños?¿CuántosañostieneTanith?—Mejuegoelcuelloaquetienesetenta,porlomenos.Stephanielomiróconlabocaabierta.—Bien—dijocuandologróreaccionar—,yaeshoradequemeexpliquescómo

conseguísvivirtantotiempo.—Dietasana,ejerciciodiario…—Skulduggery…—…buenoshábitos…—¡Hazelfavor!—Bueno,vale.Esporlamagia.—¿Esquelosmagossoisinmortales?—No, inmortales no. Ni mucho menos. Envejecemos, lo que pasa es que lo

hacemos más lentamente que el resto de los mortales. Usar la magia con ciertaregularidadrejuveneceelcuerpo,lomantienejoven.

—Entonces, si empezara a aprendermagia ahora, ¿seguiría teniendo doce añosdurantemuchotiempo?

—Bueno, te llevaría algún tiempo llegar al nivel que permite retardar elenvejecimiento. Pero después de eso, seguirías siendo joven durantemuchos añosmásdeloquetecorresponderíaenbuenaley.Séqueesdemalaeducaciónrevelarlaedaddelasdamas,peroChinanacióelmismoañoqueyo.¡Aunquehedereconocerque lo llevamuchomejor!—Skulduggeryseechóa reír,peroparóalverel rostroimpasibledeStephanie—.Lodigoporqueyosoyunesqueleto…

—Sí,lohabíapillado.—¿Yporquénoteríes?—Porquenomehahechogracia.—Ah.—Entonces,¿quépiensashacerconella?—¿ConChina?Nada,Stephanie.Nohizomásqueloquecabíaesperardeella.El

escorpióndelcuentopicóalaranaporqueerasunaturaleza.Esimposibleescapardelapropianaturaleza.

—¿Ycuálestunaturaleza,Skulduggery?—Extrañapregunta—respondióél,ladeandolacabeza.—ChinamecontócosasacercadetiydeSerpine.Dijoquesolobuscasvengarte

deél.—Y tú te preguntas hasta dónde estoy dispuesto a llegar para conseguir esa

venganza,¿noeseso?Tepreguntasquéestoydispuestoasacrificarcontaldehacerlepagarquemeasesinarahacecientosdeaños.

—Sí.Skulduggerysequedócalladounmomento,semetiólasmanosenlosbolsillosy

luegoempezóahablar.—HayalgoqueniChinaniyotehemoscontado.Verás,yonofuielúnicoque

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cayóenlatrampadeSerpine.Stephaniesequedócallada,esperandoaqueSkulduggerycontinuarasurelato.—Eraunatrampaexquisita,algoverdaderamenteastuto.Verás,Valquiria,quienes

tienden trampas comparten algo con los prestidigitadores: si quieren tener éxito,debensercapacesdedesviar laatención.En toda trampabienhecha,hayalgoqueabsorbelaatencióndelavíctimamientrasloverdaderamenteimportanteocurreasusespaldas.Enmicaso,nisiquieramedicuentadequehabíacaídoenunatrampahastael mismo final. Serpine me conocía bien, ¿sabes?, y podía prever cuál sería mireacciónanteciertosestímulos.Porejemplo,sabíaperfectamenteque,siasesinabaamimujeryamihijoantemisojos,echaríamanodemidagasinsospecharsiquieraquelaempuñaduraestabaemponzoñada.

Stephanielomiróatónita,peroSkulduggeryseguíaoteandoelpanorama.—Serpinesabíaqueenesemomentonisiquierapensaríaenrecurriralamagia—

siguió diciendo Skulduggery—. Sabía que mi ira me llevaría a intentar un ataquefísico,queestaríatanfuriosocomoparatratardematarloconmispropiasmanos.Enelprecisoinstanteenquecerrélosdedosentornoalaempuñaduradeladagamedicuenta demi error. Pero ya era demasiado tarde, claro, y no pude hacer nada.Nocreas que me asesinó de inmediato; tardó una temporada en rematarme. Moríodiándolo, y cuando volví, aquel odio seguía conmigo.—Skulduggery se volvió ymiró a Stephanie—. ¿Me preguntabas cuál es mi naturaleza? Te lo diré: es algooscuroyretorcido.

—Noséquédecir—repusoStephaniesuavemente.—Esdifícildeciralgodespuésdeoírunahistoriaasí,¿verdad?—Bastante.—Sí,enelterrenodelasbatallitastrágicassoyinsuperable.Losdos sequedaron callados.Aunque la noche eramásbien cálida, allí arriba

hacíafresco.PeroaStephanienoleimportaba.—¿Yahora,qué?—preguntóalcabodeunrato.—LosMayoresyasehanpuestoenpiedeguerra.Encontraránvacíalafortaleza

de Serpine, porque no creo que se quede a esperarlos después de esto, así que sepondrán a buscarlo de inmediato.Supongoque también empezarán a apresar a susantiguosaliadosparaevitarquevuelvanaorganizarse.

—¿Yquéhacemosnosotros?—ConseguirelCetroantesqueSerpine.—¿Dóndeestálallave?—preguntóStephanie.Skulduggerysediolavueltaylamiró.—Gordonlaescondió.Tutíoeraunhombremuyastuto:pensabaquenadiedebía

poseer el Cetro, pero ocultó la llave de tal forma que, si verdaderamentenecesitábamos acceder a él, si las cosas se ponían tan feas como para tener queencontrarlo,podríamosconseguirlacondosotresdeduccionesdetectivescas.

—Ya,¿perodóndeestá?

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—¿TeacuerdasdelconsejoquedejóGordonparamíensutestamento?—Sí,decíaqueseavecinabaunatormenta.—Y tambiéndecía que, a veces, la clavepara llegar a buenpuerto está oculta,

perootrasvecesseencuentrajustamenteantenuestrosojos.—¿Sereferíaalallavedeverdad?Entonces,¿estáantenuestrosojos?—Loestabacuandoelabogadopronuncióaquellaspalabrasensudespacho.—¿LatieneFedgewick?—No,yano.Laentregóaquelmismodía.Stephanie se devanó los sesos tratando de recordar todo lo que había pasado

aquellamañanaydeprontorecordólaextrañacerraduraquehabíaenelsótanodesutío.Noeramuygrande,desdeluegonomásquelamanodeSkulduggery…

—¿Eselbroche?—preguntó,levantandolavista.—Exacto.—¿MeestásdiciendoqueGordonentregóaFergusyBeryllallavequedaacceso

alarmamáspoderosaqueexiste?—dijoStephanieatónita—.¿Porqué ibaahacereso?

—¿Setehabríaocurridobuscarlaensucasa?Stephanieconsiderósupreguntayluegoempezóasonreír.—Osea,queGordondejóaFergusyaBerylsuposesiónmásvaliosayellosni

siquieralosaben.—Gracioso,¿nocrees?—Desternillante.—Bueno,puesahorasolotenemosqueirasucasaycogerla.Stephanieasintiósindejardesonreír.Depronto,lasonrisaseborródesucaray

sacudiólacabezaenérgicamente.—¡Yonovoy!—Vasatenerquehacerlo.—Niseteocurra.—Solotienesquehacerlesunapequeñavisita…—¿Porquénopuedescolartetúensucasa?TecolasteenlaCripta,¿no?—Esoeradiferente.—¡Sí, claro, había alarmas y vampiros por todas partes! Esto serámuchomás

fácil.—Haymomentosenlosquenohacefaltarecurrirasolucionesdrásticas.—¡Estenoesunodeesosmomentos!—Valquiria…—¡Nopiensoiravisitarlos!—Notenemosotraopción.—¡Peroesquenuncavoyasucasa!Vanasospecharalgo,seguro.—Mira, ser detective no siempre consiste en enfrentarse a torturas, intentos de

asesinatoymonstruosvarios.Avecesseponeverdaderamentedesagradable.

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—¡Peroesquemecaenfatal!—gimióStephanie.—Eldestinodelmundotalvezdependadequetedecidasavisitaratustíos.StephanievolviólacabezaymiróaSkulduggeryporelrabillodelojo.—¿Eldestinodelmundo?—Valquiria…—Bueno,vale.Iré.—Asímegusta.Stephaniesecruzódebrazossindecirnada.—¿Estásdemorros?—lepreguntó

Skulduggery.—Sí.—Ah,vale.

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ELEXPERIMENTO

LHendedor yacía sobre lamesa, sujeto con correas.Por los tubostransparentes que penetraban en su piel pasaban diversos fluidos queiban a parar a la silenciosa máquina que había tras él. La máquinaextraíatodoloquenoeranecesarioylosustituíaporoscuridadlíquida,porpócimasquemezclabanlacienciaconlamagia.LaanodinacaradelHendedor no mostraba expresión alguna. Había dejado de debatirse

hacíamásomenosunahora;eltratamientoestabaempezandoasurtirefecto.Serpine entró en la zona iluminaday losojosdelHendedor sedirigieronhacia él.Estaban

vidriosos, y en sumiradavacíayanoquedabanadade la fierezaqueSerpinehabía encontradocuando losHombresHuecos le habían quitado el casco.Daba igual queSkulduggeryPleasanthubieraescapado:Serpinehabíaconseguidounnuevocautivo,ysabíamuybienquéhacerconél.

Había llegado el momento. Serpine levantó la daga que tenía en la mano para que elHendedor la viera. Ninguna reacción: ni recelo, ni miedo, ni reconocimiento siquiera. Aquelhombre,aquelsoldadoquehabíapasadotodasuvidaobedeciendociegamenteasussuperiores,ibaaentrarahoraenlamuertetanciegocomohabíavivido.«Unaexistenciapatética»,pensóSerpine.Asióladagaconambasmanos,laelevócuantopudoyluegolabajóconfuerza.LahojadeladagasehundióenelpechodelHendedorylomató.

Serpine sacó la daga, la limpió y la dejó a un lado. Aun cuando aquello funcionara, eraevidentequehacíanfaltaalgunoscambios,modificaciones, ligerasmejoras.ElHendedornoeramásqueunapruebapreliminar,al finyalcabo,unmeroexperimento.Sisalíabien,habríaqueconcentrarseenrefinarelproceso.Notardaríamuchoencomprobarlo:unahora,comomáximo.

SerpineesperójuntoalcadáverdelHendedor.Enelalmacénnoseoíaningúnruido.Habíatenidoquemarcharsedelcastillo,perohacíatiempoqueloteníatodoprevisto.Además,noseríapormuchotiempo;encuestióndedías todossusenemigosestaríanmuertosynoquedaríanadiecapaz de enfrentarse a él. Entonces podría invocar de nuevo a los SinRostro, una hazaña queMevolent,suantiguoseñor,nuncahabíalogradollevaracabo.

Serpine enarcó las cejas. ¿Habría sido un efecto óptico, o se había movido realmente elHendedor? Lo examinó más de cerca para comprobar si el pecho se movía al ritmo de larespiración,buscandoalgunaseñaldevida.Peronohabíaninguna.Intentótomarleelpulso,peronotenía.

YentonceselHendedorabriólosojos.

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UNAMALDICIÓNDEFAMILIA

TEPHANIE se coló en su habitación por la ventana y vio que suimagenlaesperabaaoscuras,sentadasobrelacama.

—¿Deseasreanudartuvida?—lepreguntóelreflejo.Stephanie se limitó a asentir con la cabeza; le resultaba muy

desconcertantemantener una conversación consigomisma.La imagense levantó, caminóhasta el espejo, entróy sedio lavuelta.Stephanie

tocóelcristalytodoslosrecuerdosquesudoblehabíaacumuladoduranteaqueldíaentraron en su mente en tropel. Se quedó mirando cómo las ropas de la imagencambiabanhastaconvertirseenlasquellevabaellapuestas.Prontonofuemásqueunsimplereflejo.

Stephanie despertó a la mañana siguiente con la conciencia de que tenía quellevar a cabo una desagradable tarea.Ya vestida con sus vaqueros y una camiseta,consideró un momento si sería conveniente invocar de nuevo a su imagen, perodecidiónohacerlo.Aquelreflejoleponíalacarnedegallina.

Por fin se convenció de que no podía retrasar más el mal trago y se puso encaminohacialacasadesustíos.Alllegarllamóaltimbre.Elsolbrillaba,lospájaroscantabanyStephanie hizoun esfuerzopor sonreír. Sin embargo, su sonrisa no fuecorrespondidacuandolapuertaseabrióysuprimaCrystalasomólacabeza.

—¿Quéquieres?—preguntóconexpresiónsuspicaz.—Nadaenespecial.Esquemeapetecíapasarmeavisitarosparaverquétalestáis

—respondióStephaniealegremente.—Estamos bien. Tenemos una filfa de coche y una porquería de barco. ¿Y tu

casita,quétalestá?—Crystal —dijo Stephanie—, comprendo que estés enfadada por lo de la

herencia,perolaverdadesyotampocoséporquéGordonmedejótodoaquello.—Porquetepasabaslavidahaciéndolelapelota—repusoCrystalentonomordaz

—.SiCarolyyohubiéramos sabidoque solohacía faltahablar conély reírle lasgracias,lohabríamoshechotambién.

—Perosiyonosabía…—Hicistetrampa.—¡Esonoesverdad!—Teaprovechaste.—¿Yo?¿Perocómopodíayosaberqueibaamorirse?—Lo sabías—repusoCrystal—. Sabías que semoriría tarde o temprano, pero

empezaste a trabajártelo tan pronto que no nos dejaste ninguna oportunidad a losdemás.

—¿Peroavosotrosnooscaíafatal?—No hace falta que te caiga bien alguien para quedarte con sus cosas—dijo

Crystalconelmismotonomordazdeantes.

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StephanieintentóreprimirlasganasdeborrarlasonrisitasuficientedeCrystaldeun puñetazo, y cuando estaba a punto de sucumbir a la tentación, su tía Berylaparecióenelumbral.

—Stephanie—dijosutía,atónita—,¿quéhacestúaquí?—Leapetecíapasarseavisitarnosparaverquétalestamos—respondióCrystal.—Ah,muyamable.Crystalaprovechólaoportunidadparamarcharsedeallísindeciradiós,asíque

StephanieseconcentróenBeryl.—¿NollevaspuestoelbrochequeteregalóGordon?—¿Eseadefesio?No,nomelohepuestonimelopiensoponer.Porfavor,¡pero

sinisiquierabrilla!Cuandolasjoyasnobrillan,esevidentequesonbaratijas.—Vaya,quérabia.Sinembargo,desdedondeyoestabaparecíabonito.¿Nocrees

quequedaríabienconlosjerséisquesiemprellevas?—Ayertevimos—dijoBerylinterrumpiéndola.—¿Ah,sí?—Sí.Ibasenuncocheamarillofeísimo,conesetalSkulduggeryPleasant.ElestómagodeStephanieparecióvolversedel revés,perohizounesfuerzopor

adoptarexpresióndeperplejidad.—Debéis de haberos confundido—dijo, conuna risita tonta—.Ayer estuve en

casatodoeldía.—¡Qué bobada! Pasasteis justo a nuestro lado y te vimos claramente. Y a él

también.Porcierto,ibacubiertodepiesacabeza,comoeneldespachodelabogado.—Puesnoerayo.EnlacaradeBerylaparecióunasonrisitauntuosa.—Mentirespecado,¿nolosabías?—Sí,algohabíaoído…—¡Fergus,ven!—gritósutíadándoselavuelta.EltíodeStephanieaparecióenelumbral.Desdehacíaalgúntiemposepasabalos

díasencasa:habíasufridouna«gravecaída»eneltrabajo,yhabíademandadoalaempresa para la que trabajaba por la «debilidad permanente» que le causaban laslesiones recibidas.Sinembargo,aStephanieno leparecióespecialmentedebilitadocuandoseacercóalapuerta.

—Fergus, Stephanie dice que no era ella quien iba en el coche con ese talPleasant.

—¿Nosestásllamandomentirosos?—preguntóélconcarademalaspulgas.—¡Qué va!—exclamó Stephanie con una risilla—. Solo digo que debisteis de

confundirmeconotrapersona.—Stephanie, querida, deja de hacerte la tonta—dijo Beryl en tono severo—.

Sabemosperfectamentequeerastú.Ylaverdadesqueresultamuytristeveraunachiquillainocentecómotúcaerenlasgarrasdeesagente.

—¿Quégente?

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—Esosbichosraros—dijoFergusconunamuecadedesdén—.Losconocemosde sobra. Gordon siempre estaba juntándose con ese tipo de gente, gente con…secretos.

—Además,¿porquése tapa lacara?—intervinoBeryl—.¿Esque tienealgunadeformidad?

—Notengoniidea—respondióStephanie,pugnandoporocultarsuindignación.—Nosepuedeconfiarenesagente—afirmóFergus—.Llevoviéndolostodala

vida,observandosus idasyvenidas,pero jamáshequerido tenernadaqueverconellos.Nuncasesabequiénessonenrealidad,oaquésórdidosasuntossededican.

—PuesamíesePleasantnomepareciómal—dijoStephanie,procurandosonarindiferente—.Dehecho,mecayóbastantebien.

Berylsacudiólacabezacontristeza.—Stephanie,túnoloentiendesporquenoeresmásqueunaniña.—¡Perosinisiquierahablasteisconél!—respondióStephanie,encrespándose.—Alosadultosnonoshacefaltahablarconlosdemásadultosparasabersison

defiarono.Converlapintaquetienennosbasta.—Asíquenoosfiáisdelagentequeesdiferentedevosotros,¿noeseso?—Denosotrosydeti,querida.—Mispadressiempredicenquenohayquejuzgaralagenteporsuaspecto.—Bueno—repusoBerylconunmohín—,sicreenquepuedenpermitirseviviren

laignorancia,alláellos.—Mispadresnosonunosignorantes.—Nohedichoquelofueran.Solohedichoquevivenenlaignorancia;noeslo

mismo.Stephaniehabíallegadoallímitedesucapacidaddeaguante.—Tengoganasdehacerpis—dijodeimproviso.Berylpestañeó,confundida.—¿Cómodices?—Quetengoquehacerpis.¿Osimportaquevayaalbaño?—Bueno…supongoque…—Gracias.Stephanieentróenlacasapasandoentresusdostíosysubiódeprisalasescaleras.

Entróenelbaño,ycuandoestuvoseguradequeBerylnohabíasubidotrasella,secolóeneldormitorioprincipalyfuederechaaljoyeroquereposabasobrelacómoda.Eraunmamotretocondecenasdecompartimentosllenosdebaratijasdemalgusto,chillonasybrillantes.Elbrocheestabaenuncompartimentocontapacorrederaquehabíaenlapartedeabajo,juntoaunpendientedearodesparejadoyunaspinzasdedepilar.Stephanieselometióenelbolsillo,cerróeljoyeroysaliódelahabitación.Luegoentródenuevoenelbaño,tiródelacadenaybajólasescalerasdedosendos.

—¡Muchas gracias!—exclamó alegremente. Cuando Beryl abrió la boca paraseguirconlaconversacióndeantes,Stephanieyaestabaabriendolaverjadeljardín.

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Stephaniesesentóenunade lasrocasdelextremonortede laplayaparahacertiempohastaquellegaraSkulduggery.Laradiohabíapronosticadolluvia,perohastaelmomentolamañanaerasoleadayenelcielonoseveíaningunanube.Enlarocacontiguahabíaunaconchamuybonita,yStephaniesintiódeprontounintensodeseodeposeerla.

La concha se movió. El aire no había hecho ondas alrededor de la mano deStephanie,peronolecabíadudadequelaconchasehabíamovido,yeraimposibleque la hubieramovido la brisa. El corazón de Stephanie se aceleró, pero no quisolanzar lascampanasalvuelo.Talvez lehubiera salidodechiripa.Solopodíaestarseguradequeeracapazsivolvíaahacerlo.

Stephanieseconcentróenlaconchaylevantólamano,pensandoqueelespacioquehabíaentrelaconchayellaeraunaseriedeobjetosconectadosentresíquepodíaempujar.Susdedosseestiraronlentamenteyentoncessílosintió,sintiócómoelairese solidificaba y cedía ligeramente ante su palma. Empujó y la concha saliódespedida.

—¡Tomaya!—exclamó, levantandolosbrazos.¡Habíahechomagia!Seechóareír,alborozadaantelaidea.

—Parecescontenta.Stephaniesevolviócontantarapidezqueestuvoapuntodecaerdelarocayvio

que su padre se acercaba sonriente. Notando que se ponía colorada, sacódisimuladamenteelteléfonodelbolsilloenelquelollevabaylolevantóparaquelovierasupadre.

—Esqueherecibidounmensajeconbuenasnoticias.—Ah,bueno—dijosupadre,sentándosejuntoaella—.¿Quierescontármelas?—Casimejorno—respondióStephanie,mirandoasualrededorcondisimuloy

rezandoporquenoaparecieraelcocheamarillodeSkulduggery—.¿Cómoesquenoestáseneltrabajo?

Supadreseencogiódehombros.—Esta tarde tengo una reunión importante, y cuando me fui de casa por la

mañanasemeolvidóalgoesencial.Asíquemeheescapadopararecogerloalahoradelalmuerzo.

—¿Quéseteolvidó?¿Losplanosdealgúnedificio,oalgoasí?—Algoasí—respondiósupadreasintiendoconlacabeza—.Bueno,laverdades

queno.Semeolvidóponermeloscalzoncillos.Stephanielomirófijamente.—Bueno,esquecuandomevestíestabapensandoenmiscosas.Yamehapasado

más de una vez, ¿sabes? Normalmente me da igual, pero es que estos pantalonespicanmucho,y…

—¡Nomelocuentes,papá!¡Prefieronosaberlo!—Sí,perdona.Enfin,lacosaesquetehevistoalpasaryhepensadoquetalvez

pudiéramoscharlarunpoquito.Cuandoerasmáspequeñatesentabasaquíamenudo

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y te quedabas mirando el mar, y yo siempre me preguntaba en qué estaríaspensando…

—Enunmontóndecositasingeniosas—respondióStephanieautomáticamente.Supadresonrió.—Tumadreestápreocupadaporti,¿sabes?—dijoalcabodeunrato.Stephaniesevolvióhaciaél,sorprendida.—¿Sí?¿Porqué?—Bueno,últimamentenoeresladesiempre—respondiósupadreencogiéndose

dehombros.«Vaya,asíquehannotadoladiferenciaentremiimagenyyo»,pensóStephanie.—Estoybien,papá.Deverdad.Essolo…yasabes,elprincipiodelaadolescencia

yesascosas.—Sí,claro,medoycuenta.Tumadremehaestadohablandodeello,deloqueos

pasaalaschicascuandoosvaishaciendomayores…Peroaúnasíestamosunpocopreocupados,hija.DesdequeGordonmurió…

Stephanieprocuróquenosenotarasualarma.«Demodoquenomelodicesoloporlaimagen»,pensó.

—Sé que os queríais mucho—continuó su padre—. Sé que os llevabais muybien,yquecuandomurióperdisteaunbuenamigo.

—Sí,supongoquesí—repusoStephanieenvozbaja.—Ytampocoqueremosimpedirquetehagasmayor;esalgoinevitable.Teestás

convirtiendoenunajovenestupenda,yestamosmuyorgullososdeti.Stephanieesbozóunatorpesonrisa,evitandomiraralosojosdesupadre.Sí,era

verdadquelamuertedeGordonlahabíacambiado;peroelcambioeramuchomásdrásticode loquesuspadres sepodían imaginar.Habíaemprendidounaevoluciónque la había convertido en Valquiria Caín, una evolución que la llevabainexorablemente hacia su destino, fuera este el que fuera. Su vida entera habíacambiado,habíacobradopropósito.

Ytambiénhabíaempezadoacorrerunosriesgosquejamássehubieraatrevidoaimaginar.

—Perotambiénestamospreocupadosporti,hija.—Notenéisporqué.—Nopodemosevitarlo,Stephanie.Alfinyalcabo,somostuspadres…Cuando

tengascuarentaañosynosotrosestemosenelasilo,seguiremospreocupándonosporti.Esunaresponsabilidadquenoacabanunca.

—Uf,mepreguntoporquélagentetienehijos.Supadresoltóunasuaverisita.—Sí,tienesrazón.Peroalmismotiempo,nohaynadamásbonitoquevercómo

crecéis.Aunquetambiénesverdadquetodoslospadresdeseanquesushijosdejendecrecercuandolleganaunaciertaedad.Peroesoesimposible…

«Anoserquehayaalgodemagiacerca…»,sedijoStephanie.

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—Porcierto,haceunratollamóBerylporteléfono—siguiódiciendosupadre—.Dijoquehabíasidoaverlos.

Stephanieasintió,deseandoqueBerylnohubieranotadoaúnladesaparicióndelbroche.

—Sí,derepentemedieronganasdepasarmeporallíparaverquétalestaban.Nosé,escomosilamuertedeGordonmehicieravalorarmásalafamiliaquenosqueda.Creoquedeberíamoshacerunesfuerzoporrelacionarnosmás.

Supadrelamiróconcaradeasombro.—Ya… Bueno, me alegro mucho de que seas capaz de decir estas cosas,

Stephanie,meparecemuy loable.Esto…¿nopretenderásquevayayoavisitarlos,verdad?

—No.—¡Uf,menosmal!AStephanienolegustabamentirle.Añosatráshabíadecididoserlomássincera

quepudieraconsuspadres;perolascosashabíancambiado,yahoraStephanieteníasecretosquenolespodíaconfesar.

—¿YquémasdijoBeryl?—preguntó.—EstabaconvencidadehabertevistoayerconSkulduggeryPleasant.—Sí,esomismomedijoamí—dijoStephanieconel tonomásdespreocupado

quefuecapazdeadoptar—.Nomeloexplico,laverdad.—Dicequeteestásjuntandocongenterara.—Tendríasqueoírla,papá.Dicecosashorriblesdeél,yesoquenoloconocede

nada.Debedepensarquemehemetidoenunasecta,oalgoasí…—¿Lohashecho,Stephanie?Stephaniemiróasupadre,anonadada.—¿Qué?—MetemoqueBeryltienebuenasrazonesparapensarlo—dijosupadreconun

suspiro.—¡Peroesoesunalocura!—Bueno,esquehayunavenadelocuraennuestrafamilia.Stephanie se dio cuenta de que en los ojos de su padre había una expresión

extraña,unaespeciederechazoteñidoderesignación.—Recuerdoamiabuelo,tubisabuelo—siguiódiciendoelpadredeStephanie—.

Eraunhombremaravilloso,ycuandoéramosniñosloqueríamosconlocura.Fergus,Gordonyyononoscansábamosdeescucharlashistoriasfantásticasquecontaba.Sinembargo, mi padre no le hacía mucho caso. Le había oído contar todas aquellashistoriascuandoeraniño,yalcrecersediocuentadequenoeranmásquetonterías;pero mi abuelo se negaba a dejar de creer en ellas. Mi abuelo creía… creía quenuestrafamiliaeramágica.

Stephanieabriólosojosdeparenpar.—Decía que lamagia se había transmitido de generación en generación, y que

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descendíamosdeungranmagollamado«ElUltimodelosAntiguos».Stephaniedejódeoírel rumordelmar,dejódever laplayayelresplandordel

sol; en aquelmomento, lo único que existía para ella eran las palabras que estabaescuchando.Supadrehizounapausayluegoreanudóelrelato:

—Parecequeesashistorias,esafe,hapervividoennuestrafamiliadurantesiglos.No sé cómo ni cuándo comenzó, pero parece como si siempre hubiera estado connosotros.Ydevezencuando,algúnmiembrodelafamiliahadecididocreerseesasfábulas. Gordon fue uno de ellos; parece mentira que un hombre tan racional einteligentecomoélpudieracreerenlaexistenciademagia,hechizosygentequenoenvejecía jamás.Creoque creía a pies juntillas lamayor parte de las historias queescribió.

Yesohizoquesemetieraencosas…pocosanas,quesejuntaracongentequeleseguíalacorrienteycompartíasulocura,gentepeligrosa.Esunaenfermedad,Steph.MiabuelolapadecíayGordontambién,ymeespantapensarquepuedescontagiarte.

—Yonoestoyloca.—No digo que lo estés; pero ya sabes lo fácil que es dejarse llevar por las

historias, convencerse de que lo que se desea creer es cierto. Cuando yo era másjoventambiéncreíaenello,yconmásintensidadqueelpropioGordon.Perodejédehacerlo:toméladecisióndevivirenelmundoreal,denoconsentirmeamímismocaerenaquello,enaquellamaldición.Gordonmepresentóatumadre,meenamorédeellaydecidídejarloatrás.

—Entonces,¿creesqueGordonpertenecíaaunasecta?—Sí,aunaespeciedesecta.Stephanierecordólaexpresiónquehabíaaparecidoenlacaradesupadrecuando

había visto a Skulduggery en el despacho del señor Fedgewick.Era una expresióndesconocidaparaStephanie,unamezcladesospecha,desconfianzayhostilidadquehabíadesaparecidoenunafraccióndesegundo.Ahoraloentendía.

—¿Ycreesqueyomehemetidoenesasecta,papá?ElpadredeStephanieriósuavemente.—No,laverdadesquenolocreo.PeroloquenosdijoBerylmepreocupó.Estos

últimosdíashevistoentusojosunamiradaperdidaquenuncahabíavistoenellos.Nosécómoexplicarlo;cuandotemiroahora,veoqueeresminiñadesiempre.Sinembargo,últimamentemehadadolaimpresióndeque…Nosé,dequeestásenotraparte.

Stephanienoseatrevióaresponder.—¿Porquénohablasconalguien,Steph?Estaríabienquelecontarasaalguienlo

que te pasa. No digo que me lo cuentes a mí; yo no soy más que un charlatándespistado.Peropodríashablarcontumadre,¿no?Sabesquepuedesconfiarenella,ytambiénenmí.Siempreycuandononosocultescosas,sabesquepuedescontarconnosotrosparaloquesea.

—Sí,papá.Losé.

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ElpadredeStephaniesequedómirándolaalosojosyporunmomentoparecióapuntode echarse a llorar, pero enseguida rodeóa suhija conunbrazoy lediounbesoenlafrente.

—Tequieromucho,¿sabes?—Sí,losé.—Buenachica.Yahoratengoqueirmealtrabajo…—Nosvemosluego.ElpadredeStephanielamiróconunasonrisa,sepusoenpieyechóaandar.Stephaniesequedósentadaenlaroca.Siaquelloeracierto,silaleyendafamiliar

eraverdad,aquelloera…era…Laverdadesquenosabíaniloqueera,peroparecíaalgo importante, algo de peso. Pensando en aquello, se levantó y caminó hasta lacarretera,ycuandoSkulduggeryllegóensuhorrendococheamarillolecontótodoloquehabíadichosupadre.

ElseñorBlissexaminóelbrocheporamboslados.—¿Estássegurodequeestaeslallave?Iba vestido de negro; Skulduggery llevaba un traje azul oscuro de raya

diplomáticaqueAbominablehabíarematadoaquellamismamañana,unainmaculadacamisa blanca y una corbata azul. Estaban los tres al pie de la torreMartello, unaruinacentenariaqueselevantabaenloaltodelosacantiladoscontiguosaHaggard.Muchosmetrosmásabajo,elmarbatíalasescarpadasrocas.

—Segurísimo—dijoSkulduggery—.¿Novescómolaagujadelbrochesedoblahaciaatrás,formandounaespeciedeasidero?Eslallavequeandamosbuscando.

Stephanie intentó no dejarse intimidar por la presencia deBliss, pero no podíaevitarapartarlavistacadavezqueéllamiraba.AlenterarsedequeelseñorBlissibaa entrar con ellos en las cuevas no había protestado, pero tampoco había pegadosaltosdealegría.

—Gracias por llamarme —dijo el señor Bliss devolviéndole el broche aStephanie.

—Laverdadesquenecesitamostodalaayudaquepodamosconseguir—admitióSkulduggery—,aunquehededecirquemesorprendióqueaceptaras.

—Serpinesehahechomuypoderoso,másdeloquetodoelmundocree.—Sediríaquetienesmiedodeél.Blisssequedócalladounossegundos.—Yanosientomiedo—dijoalcabo—.Cuandosepierdelaesperanza,elmiedo

desaparecetambién.Perorespetosupoderyloqueescapazdehacer.—Si consigue el Cetro antes que nosotros, vamos a sufrir en nuestras propias

carnesloqueescapazdehacer.—Puesyosigosinentenderlo—intervinoStephanie—.SiconsigueelCetro,no

habránadiequelopuedadetener.¿PerocómovaausarloparatraerdevueltaalosSinRostro?

—No lo sé—respondióSkulduggery—.En teoría, solohaydospersonas en el

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mundoqueconocenel ritualnecesario.Siyo fueraSerpine,nosabríani siquieraaquiénamenazar.

ElseñorBlissnegóconlacabeza.—No,Serpinenopiensaamenazaranadie.Ajuzgarporsuspalabras,considera

elCetrodelosAntiguoscomounpasointermedio,unaherramientaparaconseguirloqueestábuscando.

—¿Yquéestábuscando?ElseñorBlisssequedómirandoelmarsindecirnada.—Noloentiendo—dijoSkulduggery—.¿Esquehasestadohablandoconél?—Sí,estamañana—contestóelseñorBlissconuntonoextraño,comoresignado.

Stephanieentrecerrólosojos:algoibamal,terriblementemal.Diounpasoatrás,peroSkulduggeryestabademasiadoembebidoenlaconversaciónparadarsecuenta.

—¿Estuviste con él?—preguntó el detective acercándose a Bliss—. ¿Estuvisteconélynointentasteapresarlo?

—Los límitesde supoder sondesconocidosparamí,ynuncaempiezobatallasquenoestoysegurodeganar.Erademasiadopeligroso.

—¿Dóndeestá?¡LosMayoresloestánbuscando!—Notienenporqué.Eliráasuencuentroenelmomentoadecuado.—¿Paraquéosvisteis?—Serpineteníaalgoquedecirme.Yoloescuché.—¿Dequéestáshablando?—Yasabíalodelascuevas.Loúnicoquelefaltabaeraconseguirlallave.SkulduggeryyBlisssemirarondehitoenhito.Stephaniesediocuentadequesu

amigoestabajustamentealbordedelacantilado.BlissposólamanoenelpechodeSkulduggeryy,antesdequeStephaniepudiera

gritar siquiera, lo empujó. Skulduggery salió despedido hacia atrás y se perdióinmediatamentedevista.EntonceselseñorBlisssevolvióhaciaella.

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LASCUEVAS

TEPHANIEechóacorrer.Miró hacia atrás sin detenerse, pero Bliss había desaparecido.

Entonces una sombra pasó veloz sobre ella, y cuando Stephanie sevolvióparaseguircorriendo,setopódebrucesconBliss.Lamanodelhombre hizo un movimiento repentino, como una serpiente en plenoataque, y Stephanie se quedó sentada en el suelo sin el broche que

sujetabaunsegundoantes.Miróhaciaelacantilado,esperandoqueSkulduggeryaparecieradeunmomentoa

otropara salvarla.Perono apareciónadie.El señorBliss introdujo el broche en elbolsillodesuamericana.

—Selovasadar,¿verdad?—dijoStephanie.—Sí.—¿Porqué?—Esdemasiadopoderosoparaenfrentarmeaél.—¡Peronohaynadiemásfuertequetú!Siosunístodosparaperseguirlo…—Megusta jugarsobreseguro,señoritaCaín.Si fuéramos todos trasél, talvez

pudiéramosderrotarlo;perotambiénesposiblequenosesquivaraynosdevolvieraelgolpe cuando menos lo esperásemos. Seria una situación demasiado impredecibleparamigusto.Laguerraesunasuntodelicado,ydebetratarseconprecisión.

Stephanie frunció el ceño: aquellas palabras, aquellos ojos de un palidísimoazul…

—TambiénChinanostraicionó—dijoalfin,cayendoenlacuenta—.Debedesercosadefamilia.

—Losasuntosdemihermana,ysusmotivaciones,notienennadaqueverconlosmíos.

—¿TambiénsehaaliadoconSerpine?—No,queyosepa—contestóBliss—.Aunquepuedequeteestémintiendo.Eslo

malo que tienen estos asuntos de aliados y enemigos: uno nunca puede estarverdaderamentesegurodequiénesquiénhastaelmomentofinal.

Bliss echó a andar hacia su coche y Stephanie contempló impotente cómo elbrochesealejaba.

—¡Lodetendremos!—gritó.—Hacedloquetengáisquehacer—dijoelseñorBlisssinmiraratrás.Luegose

montóenelcoche,arrancóydesapareciópor lapistade tierraque llevabahacia laciudad.Stephaniesequedómirandoelcochehastaquenofuemásqueunanubecilladepolvo,yluegobajócorriendoelestrechosenderoquellevabaalpiedelacantilado.

«Quenolehayapasadonada,porfavor»,repetíaparasí.«Porfavor,porfavor,quenolehayapasadonada».

Cuandollegóalfinabajo,escrutólosafiladospicosdelasrocastemiendoverde

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un momento a otro un montón de huesos destrozados. Pero no había rastro deSkulduggeryenlasrocas,asíqueStephaniedirigiólamiradaalmar.Lohizojustoatiempoparavercómoemergíaelcráneodesuamigo.

—¡Skulduggery!—gritó,sintiendounaoleadadealivio—,¿estásbien?Skulduggerynocontestó.Estaba surgiendoenverticaldel agua,ynodijonada

hastaestardepiesobrelasolas.—Sí,estoybien—dijoentoncesechandoaandarhacialaorilla.Stephaniehabía

visto tantas cosas extrañas a lo largo de los últimos días que ya apenas nada lasorprendía,perolavisióndeSkulduggerycaminandotranquilamentesobreelagualasorprendióconsiderablemente.Eldetectiveibabalanceándoseconlasolas,peroporlodemásparecíaconservarelequilibriosindificultad;cuandosaliódelmaryposólospiesenelcamino,sobresutrajeaparecióunanubedevaporquesalióvolandoysedisolvióenlasolas.Ensusropasnoquedóseñalalgunadelpercance.

—Claro, por eso Serpine no mandó ningún hombre tras nosotros —dijoSkulduggery con amargura—. Nos dejó marchar para que encontráramos la llave,sabiendoquecontabaconuninfiltradoquenoslaquitaríasindificultad.Es…esuntramposo,esoesloquees.

—¿Hay alguien en el mundo que no esté dispuesto a traicionarte a la menorocasión?—preguntóStephanieconsornacuandoempezaronasubirporelsendero.

—Cierraelpico,anda.—Yporcierto,muchasgraciasporcontarmequeBlissyChinasonhermanos.—Denada.—Silohubierasabido,podríahaberteavisadodequenoeradefiar.—Debo admitir que la traicióndeChina nomepilló por sorpresa, pero esto…

Blissnuncahacenadasinreflexionarcuidadosamentesobresusconsecuencias.—SupongoquehallegadoalaconclusióndequeSerpinellevatodaslasdeganar.—Sí,talvez.—Bueno,¿quéhacemos?NopodemosdejarqueSerpinesehagaconelCetro.Si

loconsigue,nohabránadiequepuedadetenerlo.—¿Algunapropuesta?—Propongoirpormitrajedefaena,sacaramireflejodelespejo,meternosenlas

cuevastrasSerpineyconseguirelCetroantesdequeélloencuentre.—Mepareceunplanexcelente.Hala,manosalaobra.***CuandoSkulduggeryyStephaniellegaronalacasadeGordonseencontraroncon

unrelucientecocheplateadoaparcadofrentealafachada.Lapuertadeentradaestabatirada en el recibidor una vez más. Skulduggery entró en primer lugar, pistola enmano;trasélibaStephanie,todavestidadenegro.Inspeccionaronbrevementeelpisodeabajoyenseguidasedirigieronalsótano.

Lallaveestabaenlacerradurasecretaylapuertadelpasadizoestabaabierta:eraun agujero que se abría en el suelo revelando una empinada escalera de piedra.

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SkulduggeryyStephanie emprendieron la bajada, hundiéndose cadavezmás en lapenumbra. Durante unos minutos caminaron envueltos en tinieblas, hasta quellegaronal finalde la escalera; allí se abríaun estrecho túnel excavadoen la roca,algomásiluminado.Laluzproveníadedocenasdeagujeritosquellegabanhastalasuperficie, diseñados especialmente para atrapar la luz del sol y llevarla hasta lasprofundidades.

Eltúneldesembocabaenunacuevacondossalidas.—¿Pordóndevamos?—susurróStephanie.Skulduggeryextendióunbrazoyabriólamano.Sequedóunmomentoabsortoy

luegoasintió.—Hayungrupoquevahaciaelnorte.—¿Estásleyendoelaire?—preguntóStephaniefrunciendoelceño.—Sí,detectolosmovimientosquelodesplazan.—¿Yquéhacemos,irtrasellos?Skulduggerysequedópensativo.—NocreoquesepandóndeestáelCetro—dijoalcabodeunmomento—.Enmi

opinión,hanelegidoesecaminoalazar.—Entonces mejor vamos por el otro, ¿no? Así tal vez tengamos alguna

posibilidaddeencontrarloantesqueellos.—Si lográramos encontrarlo sin que se dieran cuenta de que estamos aquí,

podríamos cerrar el túnel al salir y dejarlos atrapados mientras avisamos a losMayores.

—¿Yentonces,quéhacemosaquíplantadoscomodospasmarotes?Sinmás dilación, se internaron en el túnel de la izquierda caminando rápida y

sigilosamente.Stephanie sedio cuenta enseguidadeque el laberintode cuevas erainmenso,peroSkulduggeryleaseguróquepodríaencontrarelcaminodevueltasindificultad. Aquí y allá, los puntitos de luz se convertían en grandes rayos que sereflejaban en las rocas y penetraban en la oscuridad circundante. El suelo y lasparedesestabansalpicadosdeextrañasplantasysetas,peroSkulduggeryleadvirtióaStephaniequeprocuraranoacercarsedemasiadoaellos.Hastaloshongospodíanserpeligrososenaquellascuevas.

LlevabancaminandounosdiezminutoscuandoStephaniedistinguióalgoquesemovíafrenteaellos.AgarróaSkulduggerydelbrazo,señalandohaciadelante,ylosdosretrocedieronhastaquedarocultosporlassombras.

Ante ellos se erguía una criatura magníficamente terrible. Medía más de dosmetrosdealto;suanchotorsodenotabasufuerza,ysuslargosbrazosparecíancasideformes por los bultos de losmúsculos. Susmanos eran grandes como platos, yestaban rematadas por largas garras de aspecto siniestro. Su rostro era perruno,parecidoaldeundóberman,ydelapartetraseradelacabezalecaíaunalargacrinqueseuníaalaenmarañadapelambredesushombros.

—¿Quéeseso?—musitóStephanie.

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—Eso, mi querida Valquiria, es lo que técnicamente se conoce como «unmonstruo».

Stephaniemiróasuamigo.—Notienesniideadeloquees,¿verdad?—Sí,acabodedecírtelo:esunmonstruoterrible.Yahoracállateantesdequenos

oigayvengaacomernos.Losdosmiraronensilenciocómodesaparecíaporuncorredorlateral.—Propongonoirporahí—dijoStephanie.—Magníficaidea—repusoSkulduggery,echandoaandarhaciadelanteagrandes

zancadas.El camino que tomaron estaba cortado por un derrumbe, de modo que

retrocedieronyeligieronunlargotúnel.Aquíyallásemovíanpequeñassombrasqueseescabullíanasupaso,yeneltechosonabaunrumorcomodelevesaleteos;peroaStephanie no le importaba, siempre y cuando aquellas criaturas no se abalanzaransobreellos.EnciertomomentoSkulduggeryseagachóparacogeralgodelsuelo.Eraunpolvorientoenvoltoriodechocolatina.

—Mira,unapista—dijo.Stephaniemiróelenvoltorio.—¿Gordon?—Vamosporbuencamino.Siguieron andando, escrutando el piso por si encontraban algún otro rastro de

Gordon.Al cabodeotros cincominutos,Skulduggery sedetuvoy sedio lavueltaconlamanoextendida.

—Nossiguen—susurró.Era loúltimoquedeseabaoírStephanie.Aguzó lavistaparaexaminar el túnel

que se extendía a sus espaldas.Era largoy recto, y a pesar de la penumbra, podíaverseconbastanteclaridadunlargotrecho.Stephanienodistinguiónadaextraño.

—¿Estásseguro?—preguntóenvozbaja.Skulduggerynocontestó.Ahorateníalosdosbrazosextendidos:conelizquierdo

leíalasondasdelaire,yconelderechosujetabalapistola.—Deberíamoscaminarhaciaatrásporsiacaso—susurró.SepusieronaandardeespaldasmientrasStephanieempezabaaoírunrumoralo

lejos,unleveecoqueseibahaciendomásfuerte.—Talvezdebiéramosirunpocomásdeprisa—dijoSkulduggery.Los dos aceleraron el paso. Stephanie no hacía más que mirar el suelo para

asegurarse de que no había ningún obstáculo que pudiera hacerla tropezar, peroSkulduggeryparecíasercapazdecaminarhaciaatráscontantafacilidadcomohaciadelante.

Prontosehizoevidentequeelruidolocausabaalgunacriaturaquetrotabaenposdeellos,yStephanienotardómuchoencomprobarqueelmonstruoderostroperrunogalopabahaciaellosagranvelocidad.

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—Bueno—dijoSkulduggery—,creoqueahoradeberíamoscorrer.Los dos se dieron la vuelta y empezaron a correr tan deprisa como pudieron.

Skulduggerygiróeltorsoydisparóseisbalasenrápidasucesión;todasellasdieronen el blanco, pero la criatura no aminoró el paso. Sin dejar de correr, el detectivevolvióacargarlapistolaarrojandolasvainasvacíaseintroduciendonuevasbalasenlarecámara,ycuandoacabócerrólapistolaconunmovimientodemuñeca.Eltúnelempezóaensancharseylasalidaaparecióanteellos.

—Siguecorriendo—dijoSkulduggery.—¿Quévasahacer?—Niidea—contestóeldetective,echandounamiradaporencimadelhombro—.

Algunaestupidez,metemo.Skulduggery se detuvo en seco y Stephanie siguió corriendo hasta alcanzar el

finaldel túnel,quedesembocabaenunavastacavernainterrumpidaporunabismo.Deltechocaíanlargasenredaderasquependíansobreelvacío.

Stephaniemiróhaciaatrás, justoa tiempoparaverelencontronazode labestiaconSkulduggery.LapistolasaliódisparadacuandoSkulduggerygolpeóelsuelo,yelmonstruo aprovechó elmomento para aferrarle un tobillo.Dando un paso atrás, lacriaturatrazóunamplioarcoconelbrazoyestrellóaSkulduggerycontralapareddeltúnel. El hombro del detective golpeó el suelo al caer; pero la criatura no habíaterminado,yStephanieviopetrificadacómovolvíaaestrellara suamigocontra lapared opuesta. El monstruo rugió, dando un brusco tirón, y Skulduggery saliódespedidohacialasprofundidadesdeltúnelmientraselmonstruomirabaperplejolapiernaesqueléticaquesujetabaentrelasgarras.

Lacriaturadiounrugidodefrustración,peroenseguidalevantóelhocicocomoimpulsadoporunresorte:acababadeoleraStephanie.

—¡Corre!—gritóSkulduggerydesdeeltúnel,mientraslacriaturadejabacaersupiernaysalíadisparadahaciaStephanie.Elladiolavueltaenredondoyechóacorrer.Suúnicaescapatoriaparecíaserelabismo,asíquesedioimpulsoysaltó.

Cuandoempezabaacaerseagarródesesperadamentealaenredadera,tratandodeencontrar un buen asidero. Sus dedos se cerraron en torno a una rama gruesa yresbaladizaysucaídasedetuvobruscamente,aunquelainerciaprovocóqueiniciaraunlentobalanceo.Miróhaciaabajo:elfondodelabismoseperdíaenunaoscuridadtotal de la que emanabaun aire viciadoy frío.Cuando estaba a punto de llegar albordeStephanieseretorció,esquivandopormuypocolasgarrasdelmonstruo.Esterugiófuriosoylanzóotrozarpazo,peroStephanieyahabíaempezadoabalancearsehaciaatrás.

MiróhaciaSkulduggeryyviocómosearrastrabaporelsuelodeltúnel,agarrabasu pierna —que conservaba puestos el zapato y el calcetín— y se sentaba paraintroducirlaen lapernera.LapiernaparecióencajarensusitioySkulduggeryhizoalgunos movimientos de prueba para comprobar su firmeza. Cuando estuvosatisfecho,agarrólapistola,selevantóyseacercópordetrásalacriatura,queseguía

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gruñendo y lanzando zarpazos hacia Stephanie. Por suerte, ella había dejado debalancearseyestabafirmementeagarradaalaenredadera,sintiendocómoloslatidosdesucorazónseibantranquilizandopocoapoco.

Miró al monstruo a los ojos intentando despistarlo para que no advirtiera lallegadadeSkulduggery,peroenciertomomentoeldetectivegolpeóunguijarroconelpieyalertóalacriatura.

Skulduggery extendió la mano, pero no ocurrió nada. Stephanie recordó que,según el detective, en aquellas cuevas vivían seres que se alimentaban de magia.Parecíaqueacababandetoparseconunodeellos.

—Maldición—dijo Skulduggery, y sin perder ni un segundo disparó un tiro abocajarroyembistióalmonstruohaciéndoleretrocederunpaso.

Unpasomás,ylacriaturacaeríaalabismo.ElmonstruolanzóuntremendomanotazoqueledioaSkulduggeryenlaespalda,

haciéndolo caer de rodillas. Pero el detective volvió a levantarse de inmediato y,poniéndose de puntillas, lanzó un puñetazo que apenas rozó la barbilla de suadversario.Luegoseagachóparaesquivarotrozarpazo,bailandocomounboxeadoryaprovechandoparagolpeardevezencuandoelpechodelmonstruoconlaculatadelapistolaantelaindiferenciadeeste.

Stephanie frunció el ceño y examinó la enredadera de la que estaba colgada.Teníalaimpresióndequesehabíamovido.Volvióamirarhaciaarriba:Skulduggeryacababadeagarrarlacrindelacriaturaconlamanoizquierdaysaltabahaciaarriba,golpeandolacaradelabestiaconlaculatadelapistola.

Elmonstruorugióydiounpasoatrás,metiendolapatatraseraenelabismo.Sequedóenequilibriosobrelaotrapataporuninstante,ySkulduggeryaprovechóparasaltarhaciaatrás;aquelempujefuedefinitivo,ylacriaturasaliódespedidahaciaatrásconunaullidodeterrormientrasSkulduggerycaíadandotumbosjuntoalborde.

—Bien,bien—dijoSkulduggery,sacudiéndoseelpolvodeltraje—.Unproblemamenos.

—Creo queme estoymoviendo—dijo Stephanie, notando ya sin duda que laenredaderaestaba tirandodeellahaciaarriba.Skulduggery seacercóalbordey seasomóunpoco,intrigado.Deprontolevantólacabeza.

—Stephanie,esonoesunaenredadera.—¿Qué?—respondióella,observandoeltalloqueteníacogido—.¿Yentonces,

quées?—Stephanie, balancéate hacia mí —dijo Skulduggery en tono apremiante—.

Venga,empiezaabalancearte.¡Dateprisa!Stephanie se dio impulso con las piernas y comenzó a columpiarse, cobrando

cada vezmás impulso,mientras la planta seguía tirando suavemente de ella haciaarriba.

—¡Ahorasuéltate!—dijoSkulduggery,extendiendolosbrazosparaagarrarla.Stephaniemiróhaciaabajorecordandoelaullidodelmonstruoypreguntándosesi

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habríallegadoyaalfondo,ycuandoelsiguientebalanceolaaproximóalbordedelabismosesoltóyempezóacaerhaciaSkulduggery.

Sin embargo, en mitad del salto el tallo del que había estado agarrada dio unlatigazoyseenroscóalrededordesumuñeca,reteniéndolaconunbruscotirónqueapuntoestuvodearrancarleelbrazo.Skulduggerytratódealcanzarlaperonopudo,yStephanieempezóasubiratodavelocidad.

—¡Ayúdame!—gritó.Skulduggery soltó una maldición. Pero la enredadera se elevaba demasiado

deprisa,llevándoseconsigoaStephaniesinqueélpudierahacermásquemirarcómodesaparecíaenlastinieblas.

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ELCETRODELOSANTIGUOS

A enredadera tiró de Stephanie hasta llegar a una repisarocosa y luego empezó a arrastrarla hacia dentro. Stephanieintentódesenredarel tentáculoque lerodeabalamuñeca,perode inmediato surgieron de la penumbra varios tentáculosmásque se le enroscaron con fuerza alrededor del brazo. Estiró lamano libre y agarró el borde de la cornisa, pero no consiguió

nada:laenredaderatirabacondemasiadafuerza,yprontolaobligóasoltarseysiguióarrastrándolaporelresbaladizopiso.

AlospocossegundosStephanievioalgoextrañofrenteaella.Eraunamasagrisdeaspectocarnoso,unaexcrecenciaquehabíacrecidotranquilae inadvertidamenteenaquelrincónoscuro.LostentáculosllevabanaStephaniehaciasucentro,dondeseabría impaciente una enorme boca llena de saliva viscosa y dientes afilados comonavajas.

Stephanie tanteó con la mano libre y encontró una piedra que tenía el bordebastante afilado. La empuñó como si fuera una daga y la dejó caer con todas susfueras,seccionandounodelostentáculos.Deprontonotóqueteníaelbrazolibreyechóacorrerhaciaelabismo,peroenmitaddeunazancadalostentáculosrestanteslegolpearonlaspiernasyladerribaron.Stephaniesedebatió,perosoloconsiguióquelacriaturalaagarraraconmásfirmeza.

Habíatentáculosportodaspartes.Elcuerpogelatinosodeaquellacosa,fueraloquefuera,latíacadavezmásfuerte

amedida queStephanie se acercaba a ella.No se veían ojos por ninguna parte; lacosasoloteníatentáculosyboca.Locualqueríadecirqueseguiabaporeltacto.

Stephanie hizo un esfuerzo por dejar de debatirse. Acallando su instinto desupervivencia,logrórelajartodossusmúsculos;aunquelacosasiguióarrastrándolaalamismavelocidad, los tentáculosque laaferrabanseaflojaronunpoco.Losotrostentáculos se habían detenido antes de llegar a ella, pero estaban muy cerca. Siintentabaescapar,volveríanaatraparlaenunabrirycerrardeojos.

Entoncesestiróelbrazoylanzólapiedra,quedioenuntentáculoyrebotóhaciaun lado.Los tentáculos libres sintieron la presencia de otra víctima y se retrajeronhacialassombrasparatantearensubusca.Stephanierespiróhondo,acercólasmanosalostobillosy,cuandosintióquelostentáculossehabíanrelajadolosuficiente,losagarróysedesasiódeuntirón.

Se levantó y echó a correr; pero en vez de hacerlo hacia atrás, como antes, seabalanzóhaciadelantedirigiéndosedefrentea labocadelacosa.Cuandoestabaapunto de llegar, dio un salto, plantó el pie algomás arriba del lugar en el que seabrían las voraces fauces de la criatura, resbalando casi en su carne húmeda yviscosa,yseimpulsóhaciaarriba,estirandolosbrazosparaagarrarseaunacornisarocosaque sobresalíaporencima.Seaupó tan rápidocomopudo,mientras la cosa

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retorcíalostentáculosbuscandofrenéticamenteasupresa.Sindetenersepara recobrarelaliento,Stephaniesepusoenpieyechóacorrer

rápidamente por el oscuro pasillo que se abría frente a ella, preguntándose cómorayosselasarreglaríaparaencontraraSkulduggery.Porsumentesecruzólaideadeque tal vez se quedara encerrada en aquellas cuevas para siempre, pero sacudió lacabezaparadesembarazarsedeella.«Además,noseríaparasiempre»,pensó.«Auncuandolograraescapardelasgarrasdelosmonstruos,acabaríapormorirdesedalcabodeunosdías».

Stephanie sequedóasombradaaldarsecuentade labarbaridadqueacababadepensar.

Sinembargo,intentóalejartodossusmiedos,dudaseideaspesimistas—¿omásbien realistas?—y aminoró el pasomientras reflexionaba sobre elmejormodo deencontraraSkulduggery.Entoncesviounaluzfrenteaella.

Stephanie se deslizó sin hacer ruido hasta llegar a una cornisa que recorría lapartesuperiordeunapequeñacaverna.AsomólacabezayvioqueabajohabíaunadocenadeHombresHuecos,yquela luzproveníadelquinquéquesosteníaunodeellos.Blissnoparecíaformarpartedelaexpedición;peroSerpinesíquehabíaido,yestaba de pie frente a una piedra con la parte superior aplanada como una mesa.Sobre la piedra reposaba un cofre de madera cerrado con un enorme candado. AStephanieselesubióelcorazónalagarganta:Serpinelohabíaencontrado.

Miróhaciaabajo.Elsuelodelacavernanoestabademasiadolejos,aunpardemetroscomomucho.Nolequedabaotraopción:teníaqueintentarlo.

LosHombresHuecosestabandeespaldasaella,yStephaniepudodeslizarseporelbordedelacornisaydejarsecaersinquenadielaviera.Seagazapóenelsuelodelacaverna.La luzdelquinquéno llegabahastadondeestaba,ycuandounode losHombresHuecos sedio lavueltay examinó loquehabía a sus espaldas, suvacuamiradapasó sobre ella sin advertir supresencia.Stephanie esperó aquevolviera aapartarlavistaparaempezaramoverse.

Laoscuridadquereinabaenlosbordesdelacuevaeratanabsoluta,ysusropastannegras,quepodríaescabullirsehastael ladomismodesusenemigossinque lavieran. Semovió con extremada lentitud, intentando no hacer ruido al respirar. SucorazónpalpitabatanfuertequeestabaseguradequeSerpinepodríaoírlosiprestabaatención,pero,porsuerte,estabademasiadoabsortoenelcofre.

Sindejardemoverse,viocómoSerpinetocabaelcandadoconelrojoíndicedesu mano desollada. El metal se llenó de herrumbre y se abrió con un chasquido.Serpinesevolvióaponerelguanteconunasonrisaenelrostro,abrióelcofreysacóelCetrodelosAntiguos.

Demodoqueexistía,alfinyalcabo.Elarmamáspoderosadetodas,elarmaquehabíanusadolosAntiguosparaderrotarasusdioses,existía.Elpasodelosañosnohabíamermadosuresplandecientebelleza,yporunmomentoparecióemitirunlevezumbido,comosiestuvieraentonándoseconsunuevodueño.Elarmamáspoderosa

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delmundo,yestabaenmanosdeSerpine.—Alfin—siseóél.Deprontoelairede lacavernase inundódeunextrañocántico,yStephaniese

dio cuenta de que salía de la gema negra que había en la empuñadura del Cetro.Serpine se dio la vuelta en el mismo instante en que Skulduggery Pleasant seabalanzabaporlaentradadelacaverna.

Skulduggery hizo un aspaviento que hizo saltar por los aires a los HombresHuecosyembistióaSerpinesindetenerse.ElCetrosaliódespedidoycayóalsuelo.Serpinelanzóunpuñetazo,peroSkulduggeryseagachóparaesquivarloyseacercóunpocomásaél.Conunmovimiento repentino, aferróelhombrodeSerpiney leasestóungolpedecaderaqueloderribó.

Stephanie se escabulló entre las sombras, intentando localizar el Cetro. LosHombresHuecosempezabanalevantarseysedirigíanlentamentehaciaelcentrodelacavernaparapresentarbatalla.

Skulduggery chasqueó los dedos y lanzó una bola de fuego hacia Serpine, queestabademasiadocercaparaesquivarla;labolalegolpeóenplenopecho,ylasllamasloenvolvieronal instante.LosHombresHuecos sedetuvieronen secomientras suamodabavueltas sobre símismo, convertido enuna antorchahumana; unade suspatadasdiodellenoenelCetro,quesaliódespedidohacialazonaenpenumbra…

…ysedetuvomuycercadeStephanie.LamanodeSkulduggery se abrióbruscamente;Serpine saliódespedido, chocó

contralaparedopuestayresbalóhastaquedartiradoenelsuelo.Skulduggeryapagólas llamas con un ademán despreocupado y Serpine se quedó tendido donde habíacaído, con las ropas humeantes y la piel carbonizada. Estaba lleno de terriblesquemaduras.

—Seacabó—dijoSkulduggery—.Hoy tehaalcanzado tupasado,Serpine.Hallegadoeldíadetumuerte.

Yentonces,increíblemente,sonóunacarcajadaySerpinesesentó.—Estoduele,¿sabes?—dijo.AntelamiradaatónitadeStephanie,susquemadurassefuerondesvaneciendoy

el pelo comenzó a crecer sobre las ampollasdel cráneo, hasta que en el cuerpodeSerpinenoquedóniunasolamarca.

Serpine extendió la palmade lamano, creóunanubedevaporpúrpuray se laarrojóaSkulduggery,derribándolo.Luego,elvaporseconvirtióenunfinotentáculoque serpenteó entre las sombras, encontró el Cetro y lo atrapó cuando Stephanieestaba a punto de agarrarlo. Skulduggery se rehizo, pero ya era demasiado tarde:Serpinesehabíapuestoenpieylomirabasonriente,conelCetroenlamano.

—Noséquéhacer—dijoSerpinemientrasStephaniesecolocabasigilosamenteasusespaldas—.¿UsarelCetroparadestruirte,paraconvertir tusmíseroshuesosenceniza,odejarteaquíencerradoparaquetepudras?Hedeadmitirquedejarteaquípuede ser más satisfactorio a largo plazo, ¿pero qué le voy a hacer? No puedo

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resistirmeaunasatisfaccióninstantánea.Soyasídesuperficial.Stephanie arremetió contra él, golpeándolo con un hombro en la espalda justo

cuandolagemadelCetroempezabaarelampaguear.Elrayonegroserpenteóporelaire,pasandoaescasoscentímetrosdeSkulduggeryyconvirtiendoenpolvolaparedderocaquehabíaasusespaldas.SerpinesediolavueltayagarróaStephanie;ellalogolpeó con todas sus fuerzas, pero sólo consiguió arrancarle un gruñido, y justoentoncesnotóqueSkulduggeryvolvíaaentrarenacciónporlaondulanteráfagadeairequepasófrenteaella.Serpinesaliódespedidoalotroladodelacaverna,peronosoltóelCetro.

SkulduggeryhizounademánhacialosHombresHuecos,quesalierondespedidoshacia atrás, y luego aferró con su mano enguantada la muñeca de Stephanie y laarrastró hacia la salida de la caverna. Iba tan deprisa que Stephanie solo tuvo quedejarsellevar.

El detective se orientó por los corredores sin la menor vacilación, y en unosminutosllegaronalaescaleradepiedraylasubieronatodaprisa.Alfinllegaronalsótano;Skulduggeryextendiólamanohacialacerradura,lallavesalióvolandohaciasumanoyelsuelosecerróconunestruendosordo.

—¿Creesquelapuertalograrádetenerlo?—preguntóStephanie.—TieneelCetro—contestóSkulduggery—.Nohaynadaquepuedadetenerlo.Como si la realidadquisieraprobar suspalabras, el suelo comenzóa agrietarse

bajosuspies.—¡Muévete!—gritóSkulduggery.Losdossubieroncorriendolasescaleras,yal

llegar arriba Stephanie miró hacia atrás justo a tiempo de ver cómo el suelo seconvertíaenunanubedepolvoconunsusurrofantasmal.

Echaronacorrerpor lacasacon losHombresHuecospisándoles los talones,ycuandoya habían logrado salir yStephanie estaba a tres pasos del coche amarillo,unodelosHombresHuecoslaagarródelhombro.

Stephanie se revolvió, le hincó los dedos en la cara y tiró hacia abajo. Por elagujero escapó una vaharada de aire pestilente y el Hombre Hueco se tambaleó,agarrándose la cabeza. Luego pareció deshincharse de golpe y quedó tirado en elsuelo como un trapo, que los pies de sus hermanos aplastaron hasta dejarloirreconocible.

OtrodeellosarremetiócontraStephanie,peroellaleplantócara,leestampóuncodoenelcuelloytiróhaciaarribahaciendopalanca.Sequedómirandocómocaíayentonces vio algo por el rabillo del ojo: era Tanith, que corría hacia ellosdesenvainando la espada. Al llegar a la altura de los Hombres Huecos, empezó alanzarmandoblesquehacían resplandecer lahojade suespadaal solde la tardeydeshacíanasusadversarioscomosifueranconfeti.

Delacasasurgióunrayonegroqueconvirtióelcocheamarilloenunpuñadodepolvo, y Serpine apareció en el umbral. De pronto algo ardiente pasó junto a lamejilladeStephanie:Skulduggeryestabalanzandounaandanadadebolasdefuego.

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Serpineapartó laprimeraconunaspavientoy retrocedióal interiorde lacasaparaevitarlasdemás.

Stephaniesolofueconscientedelruidodelotrocochecuandolooyódetenerseasus espaldas. La puerta del coche se abrió y Tanith envainó su espada, empujó aStephaniealinteriorymontótrasella.Elcochevolvióaponerseenmarcha.

Cuando Stephanie logró incorporarse, vio que Skulduggery lanzaba una últimaboladefuegoysetirabadecabezahacialaventanilladelcoche,queestabaabierta.El detective aterrizó sobre Stephanie; el coche dio un bandazo, y Stephanie notócómo un codo esquelético se estampaba contra su cabeza. Otro bandazo, ySkulduggerycayóhaciaelotrolado.Porlasventanillasseveíanpasarárbolesatodavelocidad.EstabanfueradelalcancedeSerpine.

Atravesaron la enorme verja que marcaba el límite de la finca de Gordon.Skulduggeryseincorporóalfin.

—Bueno,laverdadesqueestonoshavenidoperoquemuybien.Delasientodelcopilotosalióunavozconocida:—Undíadeestosmevoyacansardesacartelascastañasdelfuego,¿sabes?Stephaniemiróhaciadelante:enelasientodelconductorsesentabaelhombrede

lapajarita,yasuladoChinaSorrowssonreíaserenaydelicadamente.—Noséquéharíassinmí,Skulduggery—dijoChina—,enserio,nolosé.

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LAPERSPECTIVADEUNAMUERTEHORRIBLE

OSMayoresnoestabannadasatisfechos.Eachan Meritorius y Sagacius Tome conversaban en voz

baja al otro lado de la Sala del Consejo. Meritorius estabatranquilo, pero muy serio; en cuanto a Tome, estaba blancocomolatizayparecíaaterrado.

StephaniesesentójuntoaSkulduggery.FrenteaellaestabaTanithlimpiandosuespada.Stephanievioqueteníaalgoenelpelo.

—Oye, Tanith —susurró. Tanith levantó la mirada—. Tienes algo en el pelo.Parece una hoja, o algo así.—Stephanie se señaló la cabeza para indicarle dóndeestaba.

—Ah,gracias—repusoTanithllevándoseunamanoallugarquehabíaindicadoStephanie.Tanteóunpocohastaencontrarelobjetoextraño,tiróparaquitárseloyloexaminóconel ceño fruncido.Se lo acercóunpocomás a la caraparaobservarlomásdetenidamente,ydeprontolodejócaersobrelamesaconunamuecadeasco—.¡Puaj!

—¿Quées?—¡UntrozodepieldeHombreHueco!Stephaniepalideció.—Uf,quégrima.—¡Y lo teníapegadoalpelo!—gimióTanith, enviandoel trozodepiel alotro

ladodelamesadeunmanotazo.Stephanieseapartóparaquenolarozarayvolvióamandarloalotroladodela

mesa, y Tanith se echó a reír, entrando en el juego. Justo entonces, la mano deSkulduggery se posó bruscamente sobre el trozo de piel y el detective las miróalternativamentealasdos.

—Parecéis dos niñas chicas —dijo en tono severo—. Nos enfrentamos a unpeligroinimaginableyavosotrassóloseosocurreportaroscomoniñaschicas.

—Perdón—dijoStephanie.—Losiento—dijoTanith.MorwennaCrowyChinaSorrowsentraronenlasala,seguidasinstantesdespués

porAbominableBespoke.—¿Hanencontradoalgo?—preguntóSkulduggeryponiéndoseenpie.—Los Hendedores han registrado todos los escondrijos y guaridas de los que

tenemosnoticia,peronohanencontradonirastrodeSerpine—respondióMorwenna.—El rumordeque tieneelCetrosevaextendiendo—añadióChina—.Sedice

queestácongregandodenuevoasusantiguosaliados.MeritoriusyTomeseunieronalgrupo.—Con que vuelva uno solo, el equilibrio de poder quedará destruido —dijo

Meritorius—.Nossuperaránenfuerza.

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—Tenemos que quitarle ese Cetro—dijo Tanith—, y darle a probar su propiamedicina.

—No es posible —contestó China—. Aun cuando pudiéramos acercarnos losuficientesinquelagemanegraleavisara,nopodríamosusarlo.AhoraSerpineessudueño,ynadiemáspuedeutilizarelCetromientrasélestévivo.

—Bueno,puesentonceshabráquematarlo—dijoTome.MeritoriusmiróaSkulduggery,yesteasintióeintervinoeneldebate:—Pordesgracia,mataraSerpinevaasermásdifícildeloqueparece.Dehecho,

ahora mismo debería estar muerto. No herido ni agonizante, sino muerto. Sinembargo,logrócurarsedealgúnmodo.

Stephaniefruncióelceño.—Entonces,¿nopuedemorir?—Nohaynadiequenopuedamorir—repusoSkulduggeryvolviéndosehaciaella

—.Es el único consuelo que nos queda.Aún no he encontrado nada que no hayapodidomatarsimelohepropuesto,ynopiensodejarqueSerpinesealaexcepciónaesaregla.

—Tenemosque atacarlo ahoramismo—dijoMorwenna—, antes dequepuedaconsolidarsupoder.

—¿Cómo vamos a hacerlo, si ni siquiera sabemos dónde está? —exclamóSagaciusTomeentonoirritado.

—Bueno, tal vez sepamos dónde ha estado—dijo Skulduggery—.Ayer por lanocherecibíunallamadadeuncaballeroquemesuministrainformacióndecuandoen cuando. Parece ser que hay un almacén en la calleDenholm, cerca delmuelle,frentealcualsehavistociertococheplateadoenlosúltimostiempos.Hiceunpardellamadas yme cercioré de que todos los edificios de esa calle están ocupados porempresas indudablemente respetables… salvo una nave, un almacén que estáalquiladoauntalHowardL.Craft.

—¿Yquéquieresdecirconeso?—preguntóTomeconelceñofruncido.—ElnombreL.CraftsuenamuyparecidoalapellidoLovecraft.HowardPhilip

LovecrafteraunescritorquecreóunaseriedecuentosconocidoscomolosMitosdeCthulhu, historias sobre unos dioses oscuros que deseaban dominar la Tierra.Algunos historiadores sostienen que Lovecraft basó sus fabulaciones, al menos enparte,enlasleyendasdelosSinRostro.

Tomehizounamuecadedesdén.—¿Esa es la única pista que tienes? ¿Un seudónimo que tal vez Serpine haya

adoptado? ¡No tenemos tiempo para esas vaguedades! Tenemos que actuarbasándonosenloquesabemos.

—Bueno,¿yquésabemosexactamente?—preguntóMorwenna—.SabemosquetieneunplandesquiciadoparatraerdevueltaalosSinRostro,peroignoramoscómoseproponehacerlo.

—BlissdijoqueelCetronoeramásqueunaherramienta,unpasointermedio—

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intervinoStephanie.—Estaesunaconversacióndeadultos—dijoTomeexasperado—.Hazelfavor

decallarte,niña.—¡Nolallamesniña!—exclamaronTanithyChinaalunísono.Poco acostumbrado a recibir regañinas de nadie que no fuera unMayor, Tome

farfulló algo ininteligible mientras su rostro se congestionaba. Stephanie ocultó lasonrisaquepugnabaporasomarasurostrobajounamáscaradeserenaindiferenciaymiróhaciaTanith,queleguiñóunojo.

—SielCetroesunpasointermedio—dijoSkulduggeryhaciendocasoomisodeTome—,supongoquelousaráparatratardeconseguir ladescripcióndelritualquenecesitallevaracabo.

—Bueno,puesentoncesdebemosimpedírselo—dijoMeritorius—.Skulduggery,el Consejo de Mayores te pide disculpas por no haber contado contigo cuandoencontramosmuertos a losmiembros del equipo de vigilancia. También queremosdisculparnospornohaberescuchadotusadvertencias.

—Daigual:estoysegurodequeSerpinehabríatenidoalgúnplanalternativo—respondióSkulduggery—.Esoesloquehacequeseatanpeligroso.

—Sí,talvez.Encualquiercaso,metemoquerecaeentiyenlaseñoritaCaín,asícomoenaquelloscuyaayudarecabes,elaveriguarcuálserásupróximomovimiento.Sientomuchocargarteconestagranresponsabilidad,perometemoquelosmiembrosdelConsejodeMayoresvamosaestarmuyocupadospreparándonosparalaguerraabierta.

—Nos pondremosmanos a la obra de inmediato—dijo Skulduggery haciendounalevereverencia.

—Gracias.Skulduggery se enrolló la bufanda alrededor de la cara, se caló el sombrero y

mirólascarasseriasquelorodeaban.—¡Venga,animaos!—exclamóentonoalegre—.Total,todosvamosateneruna

muertehorrible,asíqueesmejornopreocuparnos.¿Noosparece?Stephanielediolarazónconentusiasmoeinmediatamentepensóque,siaquello

le parecía razonable, debía de estarse volviendo un poco loca. Sumida en estascavilacionessiguióaSkulduggery,quesalíadelasala.

El Bentley los esperaba a la salida del Santuario, resplandeciendo como si sealegraradehaber recuperado su antiguabelleza.Stephanie entróy sehundió en elmullido asiento. El Bentley olía bien, olía a coche bonito. El coche amarillo, sinembargo,noolíanadabien.Teníaunolormásbien…amarillento.

—Me alegro de que lo hayan arreglado ya—le dijo a Skulduggery cuando eldetectiveentróenelcoche—.Losmecánicoshanhechomaravillas,laverdad.Lohandejadocomonuevoensolodosdías.

Skulduggeryasintió.—Mehacostadounafortuna.

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—Lavale.—Mealegrodequepienseseso.Tambiénmealegrodecomertanpoco.Bueno,

másbiennada.Stephaniesonrióysequedóobservándolo:Skulduggerymirabaalfrentesindecir

nada.Duranteunossegundos,elsilencioreinóenelcoche.—¿Quépasa?—preguntóStephaniealfin.—¿Cómo?—Estáspensandoenalgo.—Siempre estoypensandoen algo.Pensar esmimayor afición; semedamuy

bien,¿sabes?—Peroseteacabadeocurrirunaidea.—¿Cómolosabes?—Porqueinclinaslacabezadeunmodopeculiarcadavezqueseteocurrealguna

idea.Aver,desembucha.—Acabodecaerenlacuentadealgo—dijoSkulduggery—.Cuandoestábamos

enlacaverna,lagemaavisóaSerpinedemillegada;sinembargo,noleavisódequetúandabascerca.

Stephanieseencogiódehombros.—Tal vez nome considerara como una amenaza—dijo—, ¿cómo iba a hacer

dañoyoaSerpine?—Esonotienenadaquever,Stephanie.¿Sabes?Creoquehemosencontradoun

puntodébilenelarmamáspoderosadelmundo.—¿Cuál?—¿TeacuerdasdeloquenoscontóOisin,aquelmagotansimpáticodelaPiedra

Eco? Dijo que la gema negra cantaba a los dioses cada vez que se acercaba unenemigo,peroquecallócuandolarobaronlosAntiguos.

—¿Ydóndequieresiraparar?¿CreesquelagemametomóporunaAntigua?—Bueno,sihacemoscasoatupadre,esmuyposiblequeloseas.—Entonces,¿estásempezandoacreerquetodasesashistoriassonalgomásque

cuentoslegendarios?—Bueno,tratode…tratodemantenermeabiertoatodaslasposibilidades.Loque

sigosinentender,sinembargo,esporquéGordonnomehablóde lahistoriade tufamilia. Eramos amigos desde hacía muchos años, y en más de una ocasión nospasamosdíasenteroshablandosobrelosAntiguosylosSinRostro.¿Porquénomediríanada?

—¿Implica algomás el ser descendiente de losAntiguos? ¿Qué… qué efectostiene?

—¿Terefieresaquésignifica?—Sí.—Significaqueeresespecial.Significaqueestáspredestinadaameterteenestas

cosas,avivirestavida.

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—¿Túcreesqueloestoy?—Sinduda.—Tal vez fuera por eso por lo que no quiso decirte nada. Gordon solo quería

observardesdefuerayescribirsobreello;nodeseabaparticipar.Skulduggerylamiróconlacabezaladeada.—Eresdemasiadosabiaparalojovenqueeres,Valquiria.—Túlohasdicho—respondióella.

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PROYECTOSDEASESINATO

LISSobservódesdelaRocaZarpacómoseaproximabaSerpine.LaRocaZarpa se asemejaba a una mano ciclópea que sobresalía de la cima de lamontaña,conlapalmahaciaarribaylosdedosentrecerradoscomosiquisieraatraparalsol,quebrillabaenuncielorojocomolasangre.

Serpine trepó a la palma de la mano con facilidad y Bliss se inclinólevementeanteél.Enrespuesta,Serpineselimitóaesbozarunasonrisa.

—¿Lotienes?—preguntóBliss.—Porsuerteparati,sí.—¿Paramí?—MiqueridoBliss,sihubierasalidodeesascuevassinelCetroenmipoder,¿quéseríaahora

deti?EstaríasencerradoenlasmazmorrasdelSantuario,impotenteyesperandoaserjuzgado.Pero en vez de eso estás aquí conmigo, en los albores de un mundo nuevo. Puedes estarmeagradecido.

—Parecesolvidarque,sihubierassalidoconlasmanosvacías,tútambiénestaríasenunadeesasmazmorras…

Serpine se quedómirándolo.En tiempos había considerado aBliss como su igual; pero esohabíacambiado.

...miseñor—rematóBlisssufraseentonorespetuoso,agachandolacabeza.Serpinevolvióasonreíry sedio lavueltaparaescrutarelvallequeasomabaentre losdedos

comogarfiosdelaroca.—¿Estanpoderosocomoafirmanloshistoriadores?—preguntóBliss.—Lo que imaginaron los historiadores palidece comparado con la realidad. Ahora somos

invencibles.—¿YlosMayores?Serpinevolviólacabeza.—Tengounplanparaocuparmedeellos.Sonabsolutamentepredecibles,yesaserálacausade

sumuerte.ElpropioMeritoriusquedaráreducidoaunpuñadodepolvo.Nohabránadaquenospuedadetener.

—TalvezlosMayoresseanpredecibles—respondióBliss—,peronopodemosdecirlomismodeSkulduggeryPleasant.Skulduggeryesastuto,fuerteyextremadamentepeligroso.

—Notepreocupesporeldetective.Tambiéntengounplanparaél.—¿Sí?—SkulduggeryPleasant siempreha tenidounpuntodébil: se encariñaconpersonasque son

muyfácilesdematar.Enelpasadofueronsumujerysuhijo.Ahoraesesachicaquevaconél,esatalValquiriaCaín. Skulduggery solo es peligroso cuando piensa con claridad; y sabes tan biencomoyoquelairalociega.

—¿Entonces,quévamosahacer?—Yahehechoalgo,Bliss.Heenviadoaalguienqueharáqueeldetectiveseciegue.Enmenos

de una hora,ValquiriaCaín estarámuerta y SkulduggeryPleasant dejará de ser un problema

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paranosotros.

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ELHENDEDORBLANCO

TEPHANIE y Skulduggery entraron enDenholmStreet cuando laluzdeldíaempezabaaretirarsedeDublin,incapazderesistirelempujede la noche. El Bentley llegó a la altura del almacén y se detuvo;AbominableyTanithyaesperabanfrentealapuerta.

—¿Hay alguien dentro?—preguntó Skulduggery, comprobando sisupistolaestabacargada.

—No me parece —respondió Abominable—, aunque puede que esténdisimulando.SiBlissoSerpineestándentro,vamosanecesitarrefuerzos.

—Noestán—dijoSkulduggery.—¿Cómopuedessaberlo?—preguntóStephanie.—Serpine ha usado este lugar para hacer algo, algo tan complicado y extraño

comoparadespertarsuspicacias.Teníaquesaberque lagentesospecharíayquealfinal el rumor llegaría a mis oídos, así que estoy seguro de que se fue en cuantoterminó.

—Entonces,¿quépintamosnosotrosaquí?—Soloesposiblesuponerloquevaahacertuadversariosisabesloquehahecho

antes.Seacercarona lapuertademetal,yTanithpegó laorejaa lachapaysequedó

escuchando.Alcabodeunossegundosposólamanosobrelacerradura,peroestaveznolarompiósinoquelaabrióconunchasquido.

—¿Cómoesquetúnosabeshacereso,Skulduggery?—susurróStephanie—.Esmásrápidoqueforzarlacerradura,ymássilenciosoqueecharlapuertaabajo.

Skulduggerymeneólacabezacongestotriste.—¿Es que no te basta con un esqueleto viviente? ¿Qué hace falta para

impresionaralosjóvenesdehoyendía?Stephaniesonrió,yestabaapuntodecontestarcuandoTanithabriólapuertade

unempujón.Loscuatroentraronenfila.Lapuertadabaaunaoficina,uncuchitriloscuroconunamesayun tablerode

corcho por todomobiliario.Era evidente que en aquel lugar no se había llevado acaboningunaactividad legaldesdehacíamucho tiempo.En laparedopuestahabíaotrapuertayunaventanaquedabanalalmacén.Stephanieseacercóalaventanayatisboentrelamugrequelacubría.

—Parecevacío—dijo.Skulduggery se acercó a un cuadro de luces, pulsó algunos interruptores y las

lucesdeltechoseencendieronconunparpadeo.Entraronenelalmacén:lasvigasdeltechoestabanllenasdepalomasquepiaban,arrullabanyrevoloteabandeunladoaotro,asustadasporelrepentinoresplandor.Caminaronhastaelcentroparaexaminarloqueparecíaunamesadeoperacionesllenadeinstrumentosquirúrgicos.StephaniemiróaSkulduggery.

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—¿Quéteparece?—lepreguntó.Skulduggerytitubeóantesdecontestar.—Empecemospor lomásobvio:muchosdeestosaparatosparecen indicarque

aquísehallevadoacabounaespeciedetransfusión.Tanith levantó una probeta para examinar su contenido a la luz de los

fluorescentes.—Notengoniideademedicina,perojuraríaqueaquínoseharealizadoninguna

investigaciónmédica—dijo.—¿Magia,pues?—preguntóAbominable.—¿Sepuedeinyectarlamagia?—preguntóStephanie,perpleja.—Bueno, se pueden inyectar fluidos con propiedades mágicas —contestó

Skulduggerycogiendolaprobeta—.Antesdequeexistierantodosestosaparatostansofisticados, el proceso era mucho más rudimentario, pero los resultados eran losmismos.

—¿Ycuáleseranlosresultados?—El paciente salía de la operación convertido en alguien distinto… o en algo

distinto.PeroloquetenemosqueaveriguarahoraesquéseproponíaSerpineconestaoperaciónconcreta.¿Quémodificacioneshabrátratadodeobtener?

—¿Yquiénseríasupaciente?—Pacientes,enrealidad.—¿Cómo?—Hay dos juegos de agujas, dos bolsas de transfusión…Todo está duplicado,

comosiSerpinehubierallevadoacabodosoperacionesdistintas.Vamosacogerunamuestra para llevarla al Santuario, y allí la analizaremos e intentaremos averiguarparaquésirve.Peroantesdeeso,deberíamosecharunvistazoporaquí.

—¿Quétenemosquebuscar?—preguntóStephanie.—Pistas.Stephanie vio la cara de escepticismodeTanith y tuvo que contenerse para no

soltarunarisita.Skulduggery y Abominable empezaron a caminar lentamente por la nave,

escrutando los aparatos quirúrgicos, lamesa de operaciones y la zona circundante.StephanieyTanithsequedaronjuntas,mirandoalsueloysinsaberbienadondeir.

—¿Quéaspectotienenlaspistas?—susurróTanith.Stephanievolvióacontenerlarisa.—Nosé.Yoestoybuscandounahuellaoalgoparecido.—¿Hasencontradoalguna?—No.Aunquetalvezseaporqueaúnnomehemovidodeaquí.—Tal vez debiéramos caminar un poco y hacer como si supiéramos lo que

estamoshaciendo.—Meparecebuenaidea.Lasdoscomenzaronacaminarlentamentesindejardemiraralsuelo.

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—¿Quétaltevaconlamagia?—preguntóTanithsindejardesusurrar.—Conseguímoverunaconcha.—¡Felicidades!Stephanieseencogiódehombrosconmodestia.—Solofueunaconcha.—Eslomismo.¡Bienhecho,Stephanie!—Gracias.¿Cuántosañosteníascuandolograstehacermagiaporprimeravez?—Nimeacuerdo.Mispadreseranmagos,mihermanomayorsiempreandabaa

vueltasconalgúnhechizo.Mecriéhaciendomagia.—Nosabíaquetuvierasunhermano.—Sí,esmuysimpático.Mellevaunoscuantosaños.Ytú,¿tieneshermanos?—No,soyhijaúnica.Tanithseencogiódehombros.—Siemprehequeridotenerunahermanapequeña.Mihermanoesestupendoylo

quiero un montón, pero siempre he pensado que me gustaría tener una hermanapequeñaconlaquehablar,alaquecontarmissecretos.

—Amítampocomeimportaríatenerunahermana.—¿Ycreesqueesposible?—Bueno,nocreoquemispadressemolesten.Alfinyalcabo,yatienenunahija

perfecta;nocreoquepuedanaspiraranadamás.ATanithseleescapóunacarcajadaquedisimulóconunatos.—¿Habéisencontradoalgo?—dijoSkulduggery.Tanithsediolavueltaconexpresiónseria.—No,losiento.Penséquehabíavistoalgo,peroalfinalresultósermás…más

suelo.Stephanieseagarróloshombrosparaquenosenotaralarisaflojaquelesacudía

laespalda.—Ah,vale—dijoSkulduggery—.Bueno,seguidmirando.Tanith asintió, se dio la vuelta y le dio un codazo a Stephanie para que se

estuvieraquieta.StephaniesetapólabocaconlamanoymiróhaciaotroladoparanoverlacaraderisareprimidaqueteníaTanith.

—Eresunaborrega—musitóTanith.Aquello fuedemasiadoparaStephanie,quenopudocontenersemásysedobló

sobresímismasoltandounascarcajadasqueresonaronportodoelalmacén.Tanithseapartóylaseñalóconeldedo.

—¡Mira, Skulduggery,Valquiria no se está portando como una profesional!—dijo.

Perotampocoellapudoreprimirlascarcajadasyacabóderodillas,muertadelarisa.SkulduggeryyAbominablelasobservaron,perplejos.

—¿Quélespasa?—preguntóAbominable.—Nosabríadecirte—respondióSkulduggery.

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LosdosmiraronunavezmásaStephanieyTanith.—Mujeres—dijeronluegoacoro,meneandolacabeza.StephaniesesecólaslágrimasysediolavueltaparamiraraSkulduggery,yen

ese momento algo cayó del techo y aterrizó junto al detective sin ningún ruido.Stephaniesequedóhelada.

—¡Detrásdeti!—gritó.Skulduggery se dio la vuelta en redondo empuñando la pistola,mientras todos

observabanpetrificadosalhombrequehabíajuntoaél.LlevabaununiformeidénticoaldelosHendedores,perodeunblancoresplandeciente.

—Retírate—dijoAbominablemientrasStephanieyTanithcorríanhaciaellos—.TrabajamosparaelConsejodeMayores.Retírate.

ElHendedorBlanconosemovió.—¿Quéquieres?—dijoSkulduggery.Pasóun segundo interminable, y luego elHendedorBlanco levantóunbrazoy

apuntódirectamenteaStephanie.—Yanoshasdichobastante—exclamóSkulduggeryvaciandoelcargadordesu

pistolasobreél.Cuatrodisparosledieronenelpechoydosenlacabeza;elHendedorBlanco se estremeció con cada impacto, pero las balas no lograron penetrar en suuniforme,ylasdosdelacabezarebotaronenelcascodejandodosarañazososcurossobreelfondoblanco.

—Malditasea—mascullóSkulduggery.StephanieretrocediómientrasSkulduggery,TanithyAbominableestrechabanel

cercoentornoasunuevoadversario.ElcascodelHendedorocultabatotalmentesumirada,peroStephanieteníalaseguridaddequelaestabamirandodirectamentealosojos.

LaprimeraenatacarfueTanith,queamagóunapatadabajaysubiólapiernaderepente.ElHendedornosedejóengañaryrechazóelgolpesindificultad,mientrasAbominableseacercabaaélpordetrás.EntonceselHendedorrespondióaTanithconotrapatadaqueledioenplenovientre,einmediatamenteseagachóparaesquivarunpuñetazodeAbominable.Este, furioso, le lanzóuna lluvia degolpes; elHendedoraguantóimpertérritoygolpeóaAbominableconelcantodelamanoenunladodelcuello. Abominable se tambaleó y fue sustituido por Skulduggery, que apuntó alHendedorconlamanoabiertahaciendoondearelaire.

Sin embargo, lejos de salir despedido por la ráfaga, el Hendedor atravesó lasondasdeairesininmutarse.«Eseluniforme»pensóStephanie.Sinarredrarselomásmínimo, Skulduggery lanzó un puñetazo, pero el Hendedor le agarró el brazo yaprovechóelimpulsoparahacerleunallave.

Skulduggery logró aterrizar de pie y lanzó una rápida patada a la rodilla delHendedorqueloderribó;luegoloagarródelbrazoyledevolviólallave.

Sin embargo, cuandoelHendedor estaba en el aire, apoyóen el suelo lamanolibreydiounarápidavolteretalateralquelohizosalirdelalcancedeSkulduggery.

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PorunmomentolostrescompañerosdeStephaniesequedaroninmóviles,estudiandocuidadosamenteasuoponente.

Tanithmetiólamanobajosugabánydesenvainólaespada.Abominablesequitólachaqueta,ySkulduggeryguardósupistolaparatenerlasmanoslibres.

—Notienesporquéhaceresto—dijoSkulduggery—.DinosdóndeestáSerpine,cuéntanossusplanes.Podemosayudarte.NovasatocarleniunpeloaValquiriaCaín,peroestamosdispuestosaayudarte.

Por toda respuesta, elHendedor se echó lamano a la espalda y desenfundó suguadaña.

Skulduggerygruñó,contrariado.ElHendedoratacóantesdequeningunopudiera reaccionar,usando laguadaña

como una pértiga para elevarse y pegar dos patadas simultáneas a Skulduggery yAbominable. Los dos salieron despedidos hacia atrás, y Tanith ocupó su puestoblandiendolaespada.ElHendedorretrocedióehizogirarlaguadañaparadetenerlosgolpes.

A cada choque de las dos armas saltaban chispas, y la ferocidad del ataque deTanitheratalqueelHendedornoadvirtiólapresenciadeAbominablehastaquenofuedemasiadotarde.LosfuertesbrazosdeAbominablelorodearon,aprisionándoloyhaciéndoletirarlaguadaña.

Tanith se acercópara rematarlo;peroentonces lapiernadelHendedor se elevótan rápidamente que, por unmomento, se asemejó a una borrosamedia luna, y eltacóndesubotaseestrellócontralamuñecadeTanith.Ellasiseódedolor,dejócaerlaespadayseagarrólamuñecaconlaotramano.

ElHendedorbajóel talóny lohincóen laespinilladeAbominable,echandoalmismotiempolacabezahaciaatrásparaaplastarlelanarizconelcasco.Luegolanzólosbrazoshaciaarriba,librándosedelabrazoqueloaprisionaba,yseabalanzóhaciadelante apoyando los brazos en el suelo y golpeando la cara de Abominable conambasbotasalgirar.

Abominable cayó de espaldas; elHendedor se sostuvo sobre lasmanos por uninstanteysepusoenpiealverqueSkulduggeryvolvíaalacarga.

EldetectivehizosurgirdosbolasdefuegoenlaspalmasdesusmanosyselaslanzóalHendedor.Las llamasnoprendieronensublancouniforme,pero la fuerzadel golpe hizo que se tambaleara y le impidió defenderse de Skulduggery, que lelanzóunrápidopuñetazoyunganchodederechaenrápidasucesión.Aldetectivenopareció afectarle demasiado golpear directamente el casco, y Stephanie notó consatisfacciónqueelHendedorsetambaleabaantesuspuñetazos.

Sinembargo, tardópocoen recobrarseyprontoestuvieron losdos inmersosenuna vorágine de patadas, puñetazos, codazos y rodillazos. La sucesión de paradas,llavesycontrallaveslosobligabaadarvueltascontinuamenteelunoentornoalotro,enunacomplejaybrutalcoreografía.

—¡Stephanie,saldeaquí!—gritóSkulduggeryenmediodelarefriega.

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—¡Nopiensodejarteaquísolo!—¡Tienesquehacerlo!¡Nosésipodréconél!TanithrecogiósuespadadelsueloyagarróaStephaniedelbrazo.—Tenemosqueirnos—dijofirmemente,yStephanieasintió.Salieroncorriendopordondehabíanentrado,yalentrarenlaoficinaStephanie

miróhaciaatrásyviocómoelHendedorhacíaungiroyderribabaaSkulduggerydeunapatada.Sindetenerseniuninstante,elHendedormetióelpiebajoelastildesuguadaña,lalevantóylaempuñóenunsoloygrácilmovimiento,yselanzótrasella.

Stephaniesaltóaloscurocallejón.Encuantoestuvofuera,Tanithcerrólapuertade golpe, posó lamano sobre ella ymasculló algo que a Stephanie le sonó como«resiste».Sobrelasuperficiedemetalseextendióunapelículabruñida.

—Estolodetendráporelmomento—explicóTanith.LasdoscorrieronhaciaelBentleymientraselHendedoraporreabalapuertadel

almacénsinlograrromperlaniabrirla.Alcabodeunmomento,losgolpescesaron.Cuandollegaronalcoche,TanithmiróaStephanie.—¿Tienestúlallave?—dijo.Enesemomentoestallóunaventanaenloaltodelafachada,casijuntoaltecho,y

el Hendedor aterrizó acuclillado en mitad del callejón, envuelto en una lluvia decristales.Sininmutarse,sepusoenpie,descruzólosbrazosylevantólacabeza.

Tanith se interpusoentre elHendedoryStephanie,blandiendo la espadacon lamanoizquierdaymanteniendoelbrazoderechopegadoalcuerpoparaprotegerlo.ElHendedorcomenzóatrazarlentoscírculosconsuguadaña.

EntoncesSkulduggeryyAbominablesaltaronpor laventanarota,ymientraselHendedorsedabalavueltaalarmadoporelruido,Abominableembistiócontraélylosdoscayeronenredadosalsuelo.

—¡Ponedelcocheenmarcha!—berreóAbominable.Skulduggerypulsóelmandoadistancia;elcocheemitióunpitido,lossegurosse

abrieronylostresentraronenéldeunsalto.Elmotorcobróvidaconunrugido.—¡Vámonos,Abominable!—gritóSkulduggery.Abominable propinó un puñetazo al Hendedor y se puso en pie, pero su

adversariolediounapatadaeneltobilloquelehizotropezar.Lahojadelaguadañabrilló: elHendedor la había impulsado con un giro demuñeca, estrellando el astilcontralamandíbuladeAbominableyhaciéndolecaerderodillas.

—¡Abominable!—chillóStephanie.Skulduggeryabriólapuertadelcocheehizoademándesalir,peroAbominable

levantólamiradayleindicóconungestoquenolohiciera.—¡Novoyadejarteaquí!—gritóSkulduggery.ElHendedorseacercóaAbominableconlaguadañapreparadaparaasestarleun

golpemortal.—Tenéisquehacerlo—dijoAbominablesuavemente.Luegoagachólacabeza,cerrólosojosyapretólospuños.CuandoelHendedor

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comenzóamoverlaguadaña,aStephanieleparecióqueelsueloatrapabalasrodillasdeAbominableycomenzabaaextenderse,convirtiendoenhormigónsuspiernas,sutorso,susbrazosysucabezahastaquesucuerpoenteropareciópetrificarse.Todoelprocesoduróloquetardólaguadañaenabatirsesobreél;yasí,cuandoelHendedorintentó decapitarle, solo logró desprender una esquirla del cuello. Stephanie se diocuenta instintivamente de lo que había hecho Abominable: había usado el últimopoder elemental, el de la tierra, aquel poder que Skulduggery había descrito comopuramentedefensivo,elquesolohabíaqueusarcomoúltimorecurso.

El Hendedor Blanco se quedó mirando fijamente a Stephanie mientrasSkulduggerymetíalamarchayarrancabaatodavelocidad.Yasísefueron,dejandoallíalHendedor…yaAbominable.

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LAÚLTIMABATALLADE…

ACHAN Meritorius esperaba pacientemente junto a laCatedraldeDublínobservandocómolagenteibadeunladoa otro, atareada en sus asuntos. En ocasiones se sentíaculpableporocultaralasmasaslaexistenciadelamagia,yseconvencíadequelagentenormalaceptaríasinreservassupasmosabellezasiseledabalaoportunidaddehacerlo.Peroluego volvía a sus cabales, y se daba cuenta de que la

humanidad ya tenía bastantes cosas de las que preocuparse para añadir a ellas laexistencia de una subcultura que muchos podrían considerar como una amenaza.Como miembro del Consejo de los Mayores, su trabajo consistía en proteger almundoconvencionaldelasverdadesqueaúnnoestabapreparadoparaconocer.

AlcabodeunratoaparecióMorwennaCrow,consusoscurosropajesondulandosobrelahierba.SeguíatanpulcrayelegantecomoeldíaenqueMeritoriuslahabíaconocido.

—NoespropiodeSkulduggeryPleasantllegartantarde—dijoMorwenna.—Sagaciusdijoqueparecíaapuradocuandohablóconél—repusoMeritorius—.

Talvezhayatenidoalgúnproblema.Morwenna se asomópor la esquinade la catedralparamirar labulliciosa calle

queseextendíaalotroladodelabarandilla.Laluzambarinadelasfarolasformóunhaloentornoasurostro,dándoleunaspectocasiangelical.

—Nome gusta concertar citas al aire libre—dijo—.Aquí estamos demasiadoexpuestos;creoqueSkulduggerydeberíasermáscuidadoso.

—SiSkulduggeryeligióestelugar,hadebidodeserporalgo—repusoMeritoriussuavemente—.Mefíodesucriterio.Es lomínimoquepuedohacer,despuésde loquehapasado.

LosdossedieronlavueltaparasaludaraSagaciusTome,quehabíaempezadoamaterializarseasulado.

—Sagacius—dijoMorwenna—, ¿te dijo Skulduggery por qué quería citarnosprecisamenteaquí?

ElrostrocadavezmássólidodeSagaciusteníaunaexpresiónnerviosa.—No,Morwenna—dijocuandosehubomaterializadoporcompleto—.Solome

pidióquemeaseguraradequelosdosestabaisjuntoalacatedralalahoraconvenida.—Espero que no sea para ninguna tontería —dijo ella—. Ultimamente no

tenemostiempoqueperder:Serpinepuedeatacarencualquiermomentoylugar.MeritoriusobservóextrañadocómoSagaciusesbozabaunasonrisatriste.—No sabes la razón que tienes—dijo Sagacius—. Y, por cierto, me gustaría

aprovechar esta oportunidad para deciros que vuestra amistad me ha deparadomomentosmuygratos.

—Aúnnoestamosmuertos,Sagacius—dijoMorwennaechándoseareír.

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Sagaciuslamirófijamentemientrassusonrisasetransformabaenunamueca.—Enrealidad,Morwenna,síqueloestáis.En aquel momento apareció un corro de Hombres Huecos y Sagacius se

desvaneció en el aire. Meritorius ni siquiera había tenido tiempo de asimilar sutraicióncuandovio aparecer aSerpine empuñandoelCetro; fue elpuro instinto loquelehizoconjurarunescudoprotectorquecristalizóelaireentornoaMorwennaya él, pero cuando la gema brilló, su rayo negro atravesó el escudo como si noestuvieraallí,yluegosolohubo…

…lanada.***

EladministradorseabriópasoaempellonesentrelamultitudqueesperabafrentealTeatroOlimpia,despertandouncorodegritosiracundos.Setambaleó,perologrórecobrarelequilibriosindetenerseysiguiócorriendo.Devezencuandolanzabaunarápidamiradaporencimadelhombro.

No parecía haber nadie siguiéndolo. Tenía la impresión de que nadie lo habíavisto, pero no estaba seguro.CuandoNefarian Serpine apareció, él estaba junto alcoche.HabíavistocómoMeritorius seconvertía enunanubedepolvoyceniza,ycómoelrayonegrofulminabaaMorwennaCrowcuandoellaseabalanzabasobresusenemigos.

Alverlo,eladministradorseagazapóllenodeterror.Tomeloshabíatraicionado,loshabíatraicionadoatodos.Seapartódelcocheyechóacorrer.

TeníaquevolveralSantuario.Debíaavisaralosdemás.

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SINDESCANSO

TEPHANIE se acercó almostrador y pagó la gasolina que estabaechandoSkulduggeryalBentleyconeldineroqueacababadedarleeldetective.Mientrasesperabaaque ledevolvieranelcambio, sequedómirando las hileras de chocolatinas y trató de recordar cuándo habíasido la última vez que había comido chocolate. Siempre le apetecíacomer chocolate cuando las cosas iban mal, pero últimamente el

chocolatenoerasuficiente.Todoibamal:Tanithestabaherida,Abominablesehabíaconvertidoenestatua,y

tenían un enemigo más: el Hendedor Blanco. Stephanie estaba empezando apreguntarseporquésemolestabanenseguirluchando,aunquenuncaseloconfesaríaaSkulduggery.Suamigoparecíapensarquecompartíaconélaquellaactituddenorendirseniabandonarjamás,peroestabaequivocado.LaúnicarazónporlaquenoleconfesabasudesalientoeraquelegustabalaimagenqueSkulduggeryteníadeella,yno quería decepcionarlo. Sin embargo, la Valquiria Caín que Skulduggery creíaconocereramuchísimomásfuertedeloqueStephanieEdgleyllegaríaaserjamás.

Stephanie salió y vio que Skulduggery volvía a colocar la manguera de lagasolina en el surtidor.Tanith había ido al servicio para curarse lamuñeca con unpocodepiedramágicacomolaquelehabíadadoaStephanie.

Ahora que estaba a solas con Skulduggery, Stephanie no supo qué decir.Skulduggery aseguró el tapón del depósito y se quedó inmóvil. Con su sombrerocalado hasta las cejas y su bufanda en torno al rostro, cualquiera hubiera podidotomarloporunmaniquí.

—Lo siento—dijo al fin Stephanie. Skulduggery se volvió hacia ella—. Si nohubierasidopormí,Abominableestaría…estaríaaquíahoramismo.Tuvoqueusarelpoderdelatierrapormiculpa.¿Cuántotiempoestaráconvertidoenpiedra,másomenos?—preguntó,tratandodecontrolareltemblordesuvoz.

Skulduggerysequedópensativounossegundos.—Laverdadesquenotengoniidea,Valquiria.Eselpodermásimpredecibleque

tenemos.Lomismopuede estar petrificado un día que unmes o un siglo.No hayformadesaberlo.

—Loheestropeadotodo.—Esonoescierto.—ElHendedoribaapormí.Abominabletuvoque…—Abominable no tuvoque hacer nada—la interrumpióSkulduggery—.Eligió

hacerloporquequiso.Ytampocofueculpatuya;Serpineordenóasuasesinoquetemataraparahacermedañoamí.Esloquehacesiempre.

—Lemandóquefueraapormíporquesabíaqueyoseríaincapazdedefenderme.Sabequetúmecuidas,sabequesoytupuntodébil.

Skulduggeryladeóunpocolacabeza.

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—¿Queyotecuido?¿Esesoloquepiensas,queestoyhaciendodeniñera?—¡Esqueeslaverdad!Noséhacermagia,noséluchar,nopuedolanzarbolasde

fuegonicorrerporlasparedesyeltecho.¿Enquépuedoayudarte?¡Soydébil!Skulduggerymeneólacabeza.—No,no lo eres.Talvezno sepasmagiani técnicasde combate, perono eres

débil.Serpinetesubestima; todos lohacen,dehecho.Eresmuchomásfuertedeloquepiensan,inclusomásdeloquepiensastúmisma.

—Megustaríaquetuvierasrazón.—Yosiempretengorazón,querida.Stephanieoyóelpitidodeun teléfonomóvil,yalmirara sualrededorvioque

Tanithhabíasalidodelservicioysedirigíahacia lossurtidores.Llevabalamuñecavendada, y Stephanie pensó que las propiedadesmágicas de su piedra curativa yaestaríanempezandoasurtirefecto.Tanithcaminabaconelteléfonopegadoalaoreja,y a Stephanie no le gustó la expresión que iba tomando su cara a medida queescuchabaasuinterlocutor.Alfincolgósindespedirse.

—Skulduggery—dijosuavemente—,¿notieneselmóvilencendido?—No,selehaacabadolabatería.—EladministradordelSantuariollevaunratointentandohablarcontigo.—¿Hapasadoalgo?—preguntóStephanie.—LosMayores—dijoTanithconvozátona—.SagaciusTomeloshatraicionado

yahoraestánmuertos.Stephaniesetapólabocaconlamanoparasofocarungrito.—TomehaestadotodoeltiempocompinchadoconSerpine—continuóTanith—.

Es un traidor, igual que Bliss. Hay traidores por todas partes. Skulduggery, ¿quévamosahacer?

Stephanie se quedó mirando a su amigo, deseando con todas sus fuerzas quepropusieraunnuevoplan,algunaingeniosatácticaquelespermitierasalirvictoriososylesaseguraraunfinalfeliz.PeroSkulduggerysequedócallado.

—¿Mehasoído?—exclamóTanith,conlavozanimadaporunafuriarepentina—.¿Estásescuchándome?¿Esquenoteimportaloquepase?Ahoraquelopienso,talvezno.Talvezestésdeseandomorirotravezparareunirtecontumujerytuhijo,¡pero óyeme bien! Nosotras no queremos morir, ¿te enteras? Ni Valquiria ni yotenemoslamenorintencióndemorirnosahora.

Skulduggerysiguióimpertérrito,mudoeinmóvilcomounmaniquí.—¿AcasocreesquetenemosalgunaposibilidaddevenceraSerpine?—preguntó

Tanith—. ¿Aliado como está con Tome y Bliss, y con ese Hendedor? ¿Crees quetenemoslamásmínimaposibilidaddehacerlesfrente?

—Entonces, ¿qué propones que hagamos?—dijo al fin Skulduggery, con vozfirmeycalmada—.¿RetirarnosydejarqueSerpinesehagaaúnmásfuerte?¿Dejarleque siga reclutando nuevos aliados tranquilamente, dejarle que abra la puerta paraquelosSinRostrovuelvanaentrarenelmundo?

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—¡Peroesqueestáganando!¿Aúnnotehasdadocuenta?¡Serpineestáganandoestaguerra!

—Deningúnmodo.—Esabsurdodecir que alguien«estáganando»o«estáperdiendo»unaguerra.

Lasguerrassolosegananosepierdencuandoacaban;loúnicoqueexisterealmenteeslavictoriaoladerrota.Existenlostérminosabsolutos,yloquehayentreellosestásiempre por determinar. Serpine solo habrá vencido cuando no quede nadie parahacerlefrente.Hastaentonces,loquetenemosentremanosesunabatallaabierta.Lasguerrassoncomolasmareas¿sabes?Tanprontoempujanenunadireccióncomoenlaotra.

—Todoesonosonmásquelocuras…Skulduggery se volvió hacia Tanith tan repentinamente que, por un momento,

Stephaniepensóqueleibaadarunabofetada.—Acabo de ver cómo un amigo muy querido se convertía en estatua Tanith.

MeritoriusyMorwennaCrow,dosdelaspocaspersonasalasquerespetabaenestemundo, han sido asesinadas. Así que tengo que darte la razón cuando dices quenuestrosaliadosestáncayendocomomoscas;peronadiehadichoqueestofueraaserfácil.Siempresupimosqueíbamosatenerbajas.

Y¿Sabesquéeslohayquehacercuandoesoocurre?Pasarsobreellasyseguiradelante,porquenotenemosotraopción.Escúchamebien:voyadeteneraSerpinedeuna vez por todas. Todo el que quiera ayudarme será bienvenido. Y los que noquieranpuedenmarcharsetranquilamente,porqueelresultadovaaserelmismo:voyaderrotaraSerpine,ynohaymásquehablar.

Skulduggery entró en el Bentley y arrancó. Tras un momento de titubeo,Stephanieabriólapuertadelcopilotoysemontó.MientrasseabrochabaelcinturónobservódereojoaSkulduggeryperoél teníalamiradaclavadaenelparabrisas.Alcabodeunos tressegundoseldetectivemetió laprimera,ycuandoelcocheestabaempezandoamoverseTanithsecolóenelasientodeatrás.

—Nohayporquétomárselotodotanalatremenda—murmuróyStephaniehizounesfuerzoporsonreír.Skulduggerysalióalacarreterayempezóaacelerar.

—¿Dóndevamos?—preguntóStephanie.—¿Es que nome has oído?—respondió Skulduggery con su tono socarrón de

costumbre—.VamosaderrotaraSerpine,acabodehacerundiscursoalrespecto.Hasidoundiscursomuybueno,paraquelosepas.

Tanithseinclinóhaciaél.—¿Ysabesdóndepuedeestar?—Desde luego. Me vino a la cabeza hace un momento, mientras llenaba el

depósito.—¿Quétevinoalacabeza?—ElCetro.¿ParaquéquiereelCetroSerpine?Stephanieentrecerrólosojosparapensarmejor.

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—Porqueeselarmamáspoderosadelmundo.—¿Peroquécreesquepretendehacerconél?—Pues… conseguir el ritual que le hace falta para traer de vuelta a los Sin

Rostro,¿no?ConelCetropuedeamenazaraquienes loconozcanparaobligarlesaqueselorevelen.

—No.—¿Nocreesquelovayaausarparaaveriguarcómoeselritual?—El Cetro tiene un poder demasiado brutal, poco manejable. ¿Qué pasaría si

Serpineamenazaraconlamuertealaúnicapersonadelmundoqueconoceelritual,yesapersonaprefirieramorirarevelárselo?¿QuépodríahacerSerpineentonces?No,nopuede ser.Serpine soloquería elCetroparamatar a losMayores; sabíaquenoteníapodersuficienteparahacerloporsísolo.

—¿YcreesquemataralosMayoresleayudaráaconseguirelritual?—Noestamoshablandoúnicamentedelritual.¿QuépasasimatasalosMayores?—Pareceelcomienzodeunchiste.—Valquiria,hazelfavor…—Nosé.—Síquelosabes,solotienesquepensarunpoco.¿QuépodríaobtenerSerpine

matandoalosMayores?—¿Desanimarasusenemigos?¿Hacerquecundaelpánico?¿Despejarunpoco

elaparcamientodelSantuario…?Skulduggery lamiró fijamenteyen lamentedeStephanie sehizounaclaridad

repentina.—Ay,madre…—musitó.—Pretende hacerse con el Libro de los Nombres —dijo Skulduggery—.

NecesitabaelCetroparamataraMeritoriusyaMorwennaCrow,ydeshacerdeesemodo el hechizo que lo protegía. Con él en su poder, no le hará falta amenazar anadieparaquehaganloquedice:loúnicoquetendráquehacerespedírselo.Durantetodoestetiempo,suverdaderoobjetivohasidoelLibro.

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LAMATANZA

UANDO llegaron al Museo de Cera, las calles deDublinestabantansilenciosasquelaciudadenteraparecíacontenerelaliento.Lasestrellasseocultabantrasunmantodenubes,ycuandolostrescompañerossalierondelBentleyyseaproximaronalapuertatraseradeledificio,empezóacaerunacopiosa lluvia.Másalláde laverjadelmuseose

veía una calle por la que pasaban coches salpicando agua lodosa y algún que otrotranseúnteconlacabezagacha.Skulduggerysedirigiórápidaycautelosamentehacialapuertadelmuseo,queestabaabierta,yStephanieyTanithsiguieronsuspasos.

Stephanie esperaba encontrarse con el fragor de una batalla, y la sorprendió losilencioso que estaba el museo. Empezaron a recorrer las salas en dirección a lapuertaoculta,peroamediocaminoSkulduggeryaminoróelpasohastadetenerse.

—¿Quépasa?—susurróStephanie.Skulduggeryvolviólacabezalentamenteyescrutólaoscuridad.—Noesquequieraalarmaros,perometemoquenoestamossolos.En ese preciso instante, los Hombres Huecos salieron de entre las sombras y

arremetieroncontra ellos sin apenasun sonido.Estaban rodeadosde aquellos seressinmentepropia,sincorazónpropio,sinalma.

Tanith se internó entre sus filas lanzando mandobles precisos y destructivos,arrebatando una novida a cada golpe. Skulduggery chasqueó los dedos einstantáneamenteunoscuantosHombresHuecosrompieronenllamasyempezaronadar ciegas vueltas sobre sí mismos, obligando a Stephanie a retirarse. El fuegotraspasólapieldeaquellosseres,inflamandoelgashediondoquelesdabavida,ylosHombresHuecossederrumbaronenunaúltimallamarada.

UnodelosquehabíanlogradoescapardelasllamasseabalanzósobreStephanieyellalorecibióconunpuñetazoenplenacara,notandocomosusnudillossehundíanen la piel inflada. El contestó con otro puñetazo, pero Stephanie se agachó paraesquivarloyluegoarremetiócontraélcomohabíavistohaceraSkulduggerytantasveces.Ledioungolpedecadera,segiróamediasyelatacantecayóderribado.Nofuenigrácilnibonito,perofuncionó.ElHombreHuecopugnóporlevantarse,peroStephanieloagarródeunamuñeca,tiródeellapresionándoleelpechoconunpieydesprendióelbrazodeltorsoconundesgarrón.

MientraselHombreHuecosedeshinchabaasuspies,Stephaniecayóenlacuentadeque todovolvíaaestar silencioso.MiróaSkulduggeryyaTanith,queparecíanllevarunratoobservándola.

—Nohaestadomal—dijoTanithlevantandounaceja.—Era el último que quedaba—afirmó Skulduggery—. Y ahora, vamos por el

platofuerte.LapuertasecretadelSantuarioestabaabiertadeparenpar,comounaheridaenla

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pared. En el umbral yacía unHendedormuerto. Stephanie titubeó unmomento, yluegopasósobreelcuerpoyempezóabajarlasescalerastrassusamigos.

Lamayormatanza parecía haberse producido en el vestíbulo del Santuario. Elsueloestabaalfombradodemuertos:ningúnherido,nadieagonizante,solocadáveres.Algunosparecíanhaber sidodespedazados,otrosno teníanningunamarca,yhabíalugaresenlosqueloúnicoqueseveíaeranmontoncitosdepolvoesparcidosporelsuelo:eraelrastroinconfundibledelCetro.Stephanietratódepasarsinrozarningúncuerpoconlospies,perohabíatantosamontonadosqueeraimposiblenotocarlos.

En ciertomomento pasó junto al administrador. Estaba acurrucado en el suelo,conlosdedosengarfiadosporlosúltimosestertoresdelamuerte.Surostroteníalaexpresióndequiensufreundolorinsoportable:habíacaídovíctimadelamanorojadeSerpine.

Skulduggeryseacercóalaentradadelcorredorqueseabríaa la izquierdayseasomóparaasegurarsedequeestabavacío.Tanithloadelantóconlaespaldapegadaa lapared,y cuandoestuvo seguradequenohabíanadieenel siguiente tramo, lehizo un gesto con la cabeza y Skulduggery se adelantó a su vez. Así siguieronavanzando,internándoseenlasentrañasdelSantuario.

«Parece que se ha acabado eso demeternos de cabeza en los peligros», pensóStephanie.EraelúnicoindiciodequeTanithySkulduggeryhabíanempezadoatenermiedo.

Stephanieavanzótrasellos.Conlasmanosempapadasdesudorylabocaseca,ledabalaimpresióndequelaspiernasibanafallarleencualquiermomento.Nopodíaevitarpensarensuspadres.Simoríaaquellanocheenel interiordelSantuario,¿sedarían cuenta? Seguramente, su reflejo seguiría manteniendo su vacua pantomimahasta que sus padres empezaran a comprender poco a poco que aquella cáscara,aquellamáscaraquellevabanuntiempotomandoporsuhija,nisiquierapodíasentirafectodeverdad.Sedaríancuentadequenohacíamásquedisimular,mantenerlasapariencias, pero no llegarían a saber que aquello no era ella, que solo era unamáscara.Ypasaríanelrestodesusvidascreyendoquesupropiahijanolosquería.

No,Stephanienoqueríahacerlespasarporaquello.Siseguíaavanzandomoriría,no le cabía lamenorduda.Lomás razonable seríadarse lavuelta enaquelmismomomentoyecharacorrer.Ellanopintabanadaallí, aquelnoera sumundo.Ya lohabíadichoAbominablecuandolohabíaconocido:Gordonhabíaperdidolavidaporaquellalocura.¿Nobastabaconeso?¿Teníaquemorirellatambién?

Stephanienolooyó.Nooyósuspasos,nisiquieracuandoyaestabatancercaquepodríahaberleacariciadolamelenaconsoloestirarlamano.Nolovioporelrabillodelojo,nisiquieradistinguiósusombraounreflejoenlaspulidasparedes,porquesinoqueríaservisto,nohabíaformadeverlo.Perocuandoseacercóaellapudosentirsupresencia,sintiócómoelairesedesplazabayleacariciabalevementeeldorsodelasmanos,ynisiquieratuvoquevolverlacabezaparasaberqueestabaallí.

Se tiróenplanchaal suelo,ySkulduggeryyTanithmiraronhaciaatráscuando

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Stephanieselevantódeunsaltoasulado.ElHendedorBlanco losmiraba fijamente, silencioso comoun fantasmay letal

comolapeste.TanithsediolavueltajustoatiempodeveraValquirialevantarsedeunsaltoyal

HendedorBlancoinmóviltrasella.—Valquiria—dijoentonobajoyfirme—,pontedetrásdemí.ValquiriaavanzócaminandohaciaatrásyelHendedorBlanconohizoademánde

detenerla.—Yo lo entretendré —dijo Tanith sin apartar los ojos de su adversario—. Id

vosotrosporSerpine.Desenvainó la espada y oyó cómo se alejaban los pasos apresurados de

Skulduggery y Stephanie. El Hendedor Blanco se llevó la mano a la espalda yempuñósuguadaña.

Tanithdiounpasohaciaél.—Yo te ordené que distrajeras a los Hombres Huecos del castillo de Serpine,

¿verdad?EresunodelosHendedoresqueMeritoriusnosasignó.ElHendedornocontestó,nisemoviósiquiera.—Quierodecirtequesientomucholoqueteocurrió.Peroeraalgonecesario.Y

tambiéntequierodecirquesientomucholoquevaaocurrirteahora.Sinembargo,tambiénestoesnecesario.

ElHendedorcomenzóahacer lentosmolinetesconlaguadañayTanithlevantóunaceja.

—Venga,acércatesiteatreves—dijo.ElHendedor arremetió contraTanith enarbolando suguadaña,peroellaparó el

golpeysaltólanzandounrápidomandoble.Elretrocedió,girósobresímismoysuarmapasósobrelacabezadeTanithconunsilbido.Tanithgolpeóconsuespadalahoja y el astil de la guadaña, y la hoja de la guadaña golpeó la espada y la vainalacadaqueTanithseguíaaferrandoconlamanoizquierda.

Tanithseagachóenunintentodepillarlodesprevenido:cuantomásseacercaraalHendedor,másdificultadestendríaélparamanejarlaguadaña.

El Hendedor fue parando sus golpes, veloz como el rayo; pero estaba a ladefensiva, y Tanith sabía que alguno de sus ataques acabaría por alcanzarlo. Depronto,laespadadeTanithsehincóenelcostadodesuadversario;éldesprendióunamanodelastildesuarmayapartódeunvelozempellónaTanith,quesaliódespedidahaciaatrás.AhoraelHendedorestabafueradelalcancedesuespada;peroTanithviocómo lasangrecomenzabaaempaparsublancouniformey lesonrió.Entonces, lasangreseoscureciódeprontoylamanchapasóenuninstantedelrojoalnegro.

La sonrisa de Tanith se desvaneció justo en el momento en que la sangre delHendedordejabadefluir.

Tanithretrocedió,notandounapuertaasusespaldas,ylaabriódegolpemientraselHendedoravanzabahaciaella.

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La sala en la que entró estaba llena de jaulas, y en cada una de ellas había unhombreounamujer.Tanithsediocuentaalinstantededóndeseencontraba:eranlasmazmorrasdelSantuario.Laspersonasquehabíaenaquellasjaulaseranlahezdelosmagos, criminales tan siniestros y trastornados que los Mayores habían decididoretenerlos allí, en el mismo Santuario. Las jaulas neutralizaban sus poderes y almismotiemposatisfacíansusnecesidadescorporales,manteniéndolosalimentadosysaludables.Así,nohacíafaltaquelosHendedoresentraranparallevarlescomidaniagua, y la única compañía que tenían los prisioneros eran sus compañeros de lasjaulas contiguas. Y dado que sus vecinos solían ser tanmaniáticos y egocéntricoscomoellosmismos,estarenlasmazmorrasdelSantuarioeracomoencontrarseenelmismísimoinfierno.

ElHendedorbajólasescalerasmientrasTanithlehacíafrente;cadavezquelashojasdesusarmasseencontrabansalíaunanubedechispas.

Los prisioneros lo observaban todo, confundidos en un primer momento: losHendedoreseransuscarcelerosypor tantosusenemigos,peroaquelHendedor ibavestido de blanco, y además aquellos criminales detectaban algo en él que loidentificabaconellos.EnseguidaempezarontodosavitorearleyagritardealborozomientrasTanithreculabaantesusembates,rodeadadeenemigos.

Alpararunode losgolpes, lamuñecamagulladadeTanithcedió.ElHendedoraprovechóelmomentoylealcanzóelvientreconlapuntadelahoja,haciéndoleunlargodesgarróndelqueempezóamanarsangre.Tanithhizounamuecadedoloryretrocedió ante su vertiginosa arremetida, consiguiendo a duras penas contener susgolpes.

Losprisionerosreíanysilbaban,sacandolosbrazosentrelosbarrotesparatirarledelpeloyarañarla.Unodeelloslaagarródelbordedelgabán;peroTanithsediolavueltarápidamenteysedesprendiódelaprenda,tirandolaespadaylavainaalairemientras sacaba losbrazosde lasmangasyatrapándolosdenuevoantesdequesuadversariolaalcanzara.

ElHendedor lanzóunnuevogolpequeTanithparócon lavaina,aprovechandoparatirarunmandobleconlaespada;perosuadversarioreaccionó,desvióelgolpeconungirodemuñecaycontinuóelmovimientohastaalcanzaraTanith.

Ella retrocedió,yalhacerlo tropezóysecayó.Peroencuanto tocóelsuelo,seagazapóydiounavolteretahaciaatrás,ycasiinstantáneamentelahojadelaguadañasehincóenelpuntodelsueloenelqueestabaunmomentoantes.

Los prisioneros aullaron de risa mientras Tanith se daba la vuelta y echaba acorrer, seguida muy de cerca por el Hendedor. Cuando llegó a la pared, siguiócorriendosindetenerseyprontoestuvocabezaabajo,intercambiandomandoblesconsu enemigo. Él tuvo que recular, abrumado por el esfuerzo de defenderse de unaadversariaqueleatacabadesdearriba.

ElHendedor lanzóungolpequeTanithdesvió, aprovechandoparagolpearle lamano izquierda con la vaina. El Hendedor soltó el astil de su guadaña por un

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momento;Tanithsedejócaer,dándoselavueltaantesdellegaralsuelo,ylearrebatóla guadaña al Hendedor antes de que este pudiera recobrarse. Luego le lanzó unarápidapatadaquelohizotambalearseyloatravesóconsuespada.

LosprisionerosenmudecieronmientraselHendedordabaunpasoatrás.TanithdioimpulsoalaguadañayenterrósuhojaenelpechodelHendedor.El

cayóalsueloderodillas,empapandoelsueloconsunegrasangre.Tanith lomiróypudosentir cómo laobservabaa travésde laviseradelcasco,

hastaquetodosucuerpoparecióaflojarseysucabezacayóvencidahaciadelante.Losprisionerosmurmuraron,decepcionadosporelfinaldelapelea.Tanithagarró

laempuñaduradesuespadaytiróparasacarladelcuerpodelHendedor,recogiódelsuelolavainayechóacorrerhacialasescaleras.

En aquel momento se oyó un gran estrépito proveniente de algún lugar delSantuario—el Depósito, seguramente—, lo que hizo que se apurara todavía más.Perocuandollegóalúltimoescalónsedetuvoenseco:unodelosprisionerosacababadesoltarunacarcajada.

Se dio la vuelta y vio horrorizada que el Hendedor Blanco estaba de pie,sacándose la guadaña del pecho. «Es imparable», pensó. «Es imposible detenerlo,igual que aSerpine».Giró y echó a correr hacia la puerta, que estaba a un par demetros, pero cuando salía de la estancia sintió un golpe repentino que la dejó sinaliento.

Tanithsedetuvoperplejayleordenóasucuerpoquesemoviera,perosucuerposenegóaobedecer.Entoncesmiróhaciaabajoyvioquedesupechosobresalía lapuntadelaguadaña.

Se dio la vuelta, maldiciéndose a sí misma, y vio que el Hendedor subía laescalera.«Unlanzadordeprimera»,pensó,echándosecasiareír.Nosentíaelbrazoderecho, y su espada cayó al suelo.ElHendedorya estaba a su lado, agarrando elastil de laguadaña.Trazóuncírculo en tornoa ellaobligándola agirar,mirándolacomosiquisieraexaminarsudolor,recordarcómoera.

Luego retorció el astil y Tanith cayó de rodillas. Cuando el Hendedor sacó laguadaña de su cuerpo, Tanith resolló y miró hacia atrás: su sangre escarlata semezclabaenlahojaconlanegrasangredesuenemigo.Suconscienciaempezabaaapagarse,ysupoquenoibaapoderdefendersemuchomás.

ElHendedor levantó la guadaña.Tanith lomiró, preparada paramorir, pero deprontosediocuentadequesuadversarioestabaalotroladodelumbral,enelpasillo.Consusúltimasfuerzas,seabalanzóhaciadelanteycerrólapuerta;luegoapretólapalma contra ella y susurró «resiste». Una película bruñida se extendió sobre lapuertajustocuandoelHendedorcomenzabaaaporrearla.

Tanithseapoyócontralapuerta.Habíafracasado.HabíaretardadoelavancedelHendedor,peronohabíalogradodetenerlo,yahoraSerpinepodíadisponerdenuevodesuesbirro.

Hizounúltimoesfuerzopormantenerseenpie;perohabíallegadoallímitedesu

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resistencia, y fue resbalando lentamente hasta caer al suelo. Los prisioneros laobservaron alborozados desde sus jaulas, y cuando la sangre de Tanith empezó aempaparsublusacomenzaronasusurrar.

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MUERTEENLASPROFUNDIDADESDEDUBLÍN

L Hendedor Blanco los miraba fijamente, silenciosocomounfantasmay letalcomolapeste.—Valquiria—dijoTanith,—pontedetrásdemí.

StephanieretrocedióhastallegaralladodeSkulduggery.—Yo lo entretendré —dijo Tanith—. Id vosotros por

Serpine.Tanith desenvainó la espada y el Hendedor empuñó la

guadaña.Stephanienotóuntoqueenelbrazo:eraSkulduggery,queleindicabaquedebían

marcharse.Echóacorrertrasél.—Tendrás que intentar hacerte con el Cetro —susurró Skulduggery mientras

trotabanporelcorredor—.Túpuedesacercartesinquecante,yono.Noesqueseaungranplan,peroaveceslosplanessimplessonlosmejores.

Lapuerta delDepósito apareció frente a ellos.Aminoraron el paso, y entoncesSkulduggeryagarróaStephaniedelosbrazosylediolavueltaparamirarlaalacara.

—Escúchame,Valquiria.Siestosalemal,sinologramossorprenderlo,quieroquete vayas. Me ocurra lo que me ocurra, quiero que salgas corriendo de ahí, ¿meentiendes?

Stephanietragósaliva.—Sí.Skulduggerytitubeóunmomentoyluegosiguióhablando.—Serpineutilizóamimujeryamihijoparaatacarmeamí,yparahacerlo los

tuvoquematar.Asesinóamifamiliaehizoqueaquellamuerterecayerasobremisespaldas.Valquiria,sihoymueres, tumuerteserá tuyaysolotuya.Afróntalacomomejorteparezca.

Stephanieasintió.—Yahora,ValquiriaCaín,tediréquehasidounauténticoplacerconocerte.—Lomismodigo—respondióella,levantandolavistaparamirarlo.«Situviera

labios,estaríasonriéndome»,pensó.Losdosseescabulleronhastalaenormepuerta,queestabaabiertadeparenpar.

StephaniedistinguióaSerpineenelcentrodelaestancia,deespaldasaellos.LlevabaelCetroenunamano,ysedirigía lentamentehaciaelLibrode losNombres.AsuladoestabaSagaciusTome,tambiéndeespaldasalapuerta.

—NoveoaBliss—musitóStephanie,ySkulduggerymoviólacabezaindicandoquetampocoélloveía.

Stephanietomóaliento,entróenelDepósitoycomenzóacaminarsigilosamentehacia la izquierda.Al llegar trasunapesadavitrina llenadeartefactos, sedetuvoyechóunaojeada.Serpinehabíadejadodeandar,yporunmomentoStephanietemióque hubiera detectado su presencia. Pero sus temores eran infundados, porque

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SerpinesacudiólacabezayretrocedióhastadondeestabaSagaciusTome.—Siguesiendodemasiadofuerte—dijo.—Pues ya no va a debilitarsemás—repuso Sagacius Tome—. Pensé que con

MeritoriusyMorwennamuertos, labarreradesaparecería.Peroyonopuedoretirarmipropiacontribuciónalhechizo;paraello,tendríaquecelebrarunaceremoniaenlaqueellostambiénparticiparan.

Serpinelevantóunaceja.—Entonces,talveznohubiéramosdebidomatarlos—dijo.—¡Nofuiyoquienlosmató!—sedefendióTome—.¡Fuistetúquienlohizo!StephanieseagachómientrasSerpinesoltabaunacarcajada.—Talvezfuerayoquienlosconvirtióenpolvo,Sagacius,perotúlestendistela

trampa.Losembaucaste,lostraicionaste.SagaciusseencaróconSerpineyloseñalócongestoindignado.—¡Nofuiyoquienprovocósumuerte!Fuesupropiadebilidadloquelosllevóa

laperdición,suspropiascarencias.Teníanensusmanosunpoderinmenso,perosecontentabanconquedarsesentadostranquilamentesinusarlo.

—Nuncasemehabíaocurridopensarquefuerastanambicioso….—No, nadie lo pensaba. Todos decían que yo era una nulidad. No era el más

sabio,nielmásfuerte;noeranada.Esopensabatodoelmundo.Losé,siemprelohesabido. Pero la gente lleva siglos subestimándome, y ya es hora de que todos seinclinenantemipoder.

Stephaniesepusoagatasyempezóareptar.Asualrededorreinabalapenumbra,ySerpineySagaciusestabandemasiadoentretenidosparamirarensudirección;perosi sequedabaenpieyaellosse lesocurríavolverseeraposibleque lavieran,yaStephanienoleapetecíacorrerriesgosinnecesarios.

—Vanapagarporello—dijoTome—.Sí,todoslosquedudarondemipodervanapagármelas.Susangrecorreráporlascalles.

—Qué dramático —dijo Serpine levantando la mano. Stephanie vio cómo elLibro se elevaba y quedaba suspendido sobre el pedestal por unmomento. LuegoSerpinesoltóungruñidodeimpacienciayvolvióadejarlocaer.

—¡Yatehedichoquenovaafuncionar!—exclamóTome—.Nopodráscogerlopormásquelointentes.DaiguallocercaquetengaselLibro,porquenosetratadeunabarrerafísicasinomental.¿Noloves?

Ahora Stephanie estaba tan cerca que casi no se atrevía a respirar. Se habíaocultado tras una columnaque había junto a ellos, y la voz deSerpine sonaba tancercanaqueledabalaimpresióndequeleestabahablandoaloído.

—Entonces,loquemeestásqueriendodeciresquelapresenciadelúltimodelosMayores, que eres tú, es suficiente para mantener una barrera tan fuerte que meimpideaccederalLibro.¿Noeseso?

—Sí,esoes.¡Peronoesculpamía!¡Yohehecholoquehepodido!—Porsupuesto,porsupuesto.Peroaúnquedaunacositamásquepuedeshacer

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paraayudarmearesolverestepequeñoproblema.—¿Dequéhablas?—preguntóTome,enuntonorepentinamenteamedrentado—.

¿Quéhaces,Serpine?ApuntaaotroladoconelCetro.Teestoydiciendoqueapuntesaotrolado…

Unresplandoroscurocruzóelaireydeprontosehizoelsilencio.Alcabodeunosinstantes,Stephanieoyóunruidodepasosyseasomóparaechar

unvistazo.Serpinecaminaba lentamentedeespaldasaella, totalmenteconcentradoenelLibro.Stephanienoibaatenerunaoportunidadmejorqueaquella.

Saliósigilosamentededetrásdelacolumna,haciendocasoomisodelmontoncitodepolvoquehabíaasuspies.Sitratabadeacercarsemás,Serpineladescubriríasinremedio;laoiríaolasentiríadealgúnmodo,Stephanieestabasegura.Peroestabatancerca,yélsujetabaelCetrocontantodescuido…

Stephanieentrecerrólosojosydiounpaso.Serpinelaoyóysediolavuelta,peroaStephanienoleimportó.EstabatotalmenteconcentradaenelCetro,queempezabaabrillaramenazador.Cerróelpuñoderecho,abriólosdedosderepenteempujandoelairequehabíaantesupalmayelairesemovióenondasconcéntricas.LaráfagallegóhastalamanodeSerpineylearrebatóelCetro,quesaliódespedidoychocóconlaparedopuesta.

Serpine soltó un siseo de furia, pero en aquel momento el Cetro comenzó acantar:Skulduggeryhabíaentradoenjuego.Stephanieviocómosaltabay,enmitaddelsalto,salíadisparadohaciadelanteporunaráfagarepentina.Enunabrirycerrarde ojos, el detective llegó hasta Serpine y chocó contra él haciéndole perder elequilibrio.

Losdoscontendienteschocaronconelpedestal,quesetambaleóhaciendocaerelLibro.Skulduggeryfueelprimeroen levantarse;agarróaSerpinede lapechera, lotirócontraunacolumnaylesoltóunpuñetazoenplenacara.

Serpine tratódecontraatacar,peroSkulduggery loagarróde lamuñeca,avanzóparacolocarsebajosubrazoy luegosedio lavuelta tirandocon todassus fuerzas.Serpineaullódedolor,mientrasunsonorocrujidoresonabaenlaestancia.

Serpineextendiólaotramanointentandocrearunanubedevaporpúrpura,peroSkulduggeryleapartóelbrazoylegolpeóunladodelcuelloconelcantodelamano.Serpineresollóysedesplomó,mientrasSkulduggerysehacíaaun ladoparaevitarqueloarrastraraensucaída.

—Siempre has sido un pésimo luchador —dijo—. Claro, no te hacía falta,¿verdad? Tenías lacayos que lo hacían por ti. ¿Dónde están tus lacayos ahora,Nefarian?

—Ya no los necesito —masculló Serpine—. No necesito a nadie. Te voy adestruiryomismo,voyaconvertirtushuesosenpolvo.

Skulduggeryinclinólacabeza.—Anoserquetengasunejércitoderepuestoescondidobajoesalevitatanmona

quellevas,lodudomucho.

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Serpine se levantó como pudo y se abalanzó contra Skulduggery, pero este lorecibióconunapatadayunpuñetazoenelhombroquelehicieroncaernuevamentederodillas.

Stephanie buscó elCetro con lamirada: tenía que hacerse con él antes de queSerpine lograra recobrarse. Estaba incorporándose cuando se dio cuenta de que elLibro de los Nombres reposaba abierto a su lado. Se quedó mirándolo, y en esemomento, las columnas de nombres empezaron a modificarse ante sus ojos.Stephaniedistinguiósupropionombre,perocuandoibaamirarlomásdecerca,oyóqueSkulduggerygruñía.

Serpine seguía de rodillas, pero ahora sus labios semovían.Estabamirando laparedquehabíatrasSkulduggery,delaquesurgíandecenasdemanosqueagarrabanaldetectiveyloarrastrabanhaciaatrás.Serpinesepusoenpie,envueltoenuncorodecrujidosychasquidossordos:eraelruidoquehacíansushuesosalrecomponerse.

—¿Dóndeestánahoratusingeniosaspullitas,detective?Skulduggery se debatió, intentando librarse de la docena de manos que lo

aferraban.—Tienes lasorejasdesoplillo—logródecirantesdeque lasmanos lohicieran

desaparecerenelinteriordelmuro.Serpine miró a su alrededor, vio a Stephanie y se dio cuenta de lo cerca que

estabadelCetro.Extendió la mano rápidamente y un fino hilo púrpura salió disparado hacia el

Cetro y se enroscó en él. Luego Serpine tiró hacia atrás, y el Cetro empezaba aelevarsecuandoStephaniesaltóylogróagarrarlo.

Lospiesseledespegarondelsuelo;peroteníaelCetrobiencogido,yalcabodeunmomentoelhilopúrpura se rompióyStephanievolvióacaer.Entoncesoyóungran estrépito, levantó la vista y vio que una vitrina se dirigía hacia ella a todavelocidad.Tratódeesquivarla,peroyaeratardeylavitrinalediodelleno.

Stephaniesoltóungrito,dejócaerelCetroyseagarróunapierna:lateníarota.Cerrólosojosparacontenerlaslágrimasdedolor,ycuandovolvióaabrirlosvioqueBlissentrabaenlasala.

—¿Dóndeestabas?—preguntóSerpinefurioso.—Tuveproblemas.Sin embargo, pareces habértelas arregladobastante bien sin

mí.Serpinelomiróconlosojosentornados.—Porsupuesto.Peroaúnquedaunaenemigadelaquehayqueocuparse.BlissmiróaStephanie.—¿Vasamatarla?—¿Yo?No.Erestúquienlavaamatar.—¿Cómo?—Siquieresobtenertupartedelocosechadoestanoche,tendrásqueensuciarte

unpocolasmanos.

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—¿Meestáspidiendoquemateaunaniñadesarmada?—preguntóBlissentonoincrédulo.

—Considéralo como una prueba de tu compromiso hacia nuestros amos yseñores.Notendrásningúninconveniente,¿verdad?

Blisslomiróconfrialdad.—¿Tienesalgúnarmaquepuedausar,opretendesquelamateapalos?Serpinesemetiólamanobajolalevita,sacóunadagayselatiróaBliss,quienla

agarróalvueloylasopesóporuninstante.AStephanieselesecólaboca.Blisslamirósindecirnada,soltóunsuspiroyechóelbrazoatrásparalanzarla

daga.Stephaniehizounamuecayvolviólacabeza……yentoncesoyócómoSerpinesereía.Stephanie miró hacia delante: la daga no la había tocado, ni siquiera le había

pasadocerca.Envezdeello,estabaenlasmanosdeSerpine,quelahabíaatrapadojustoantesdequesehincaraensuojoizquierdo.

—Yalosabíayo—dijoSerpine.Blissseabalanzósobreél,peroSerpinesequitóelguantedelamanoderecha,la

levantóyBliss sederrumbóconunalarido.Serpine loescuchógritarduranteunossegundosybajólamano.Blissresolló.

—Estoysegurodequemequieresmatar—dijoSerpineacercándoseaél—.Estoysegurodequequerríasdescuartizarmecontuspropiasmanos,yestoysegurodequetufuerzalegendariatepermitiríahacerlosinfatigartedemasiado.Perocontéstameaesto,Bliss:¿dequésirveunafuerzalegendariasinotepuedesacercarlosuficienteparausarla?

Blissintentóponerseenpie,perosusrodillascedieronyvolvióacaeralsuelo.—Estoy intrigado—continuóSerpine—.¿Porqué tanto teatro?¿Porqué tehas

tomado tantasmolestias, para qué has querido llegar a este punto? ¿Por qué no telimitastealucharjuntoatuqueridodetective?

Blisssacudiólacabezaaduraspenas.—Noestabasegurodequepudiéramosdetenerte—dijo—.Teconozcomuybien,

Serpine… siempre tienes ases en la manga. Eres demasiado peligroso, demasiadoimpredecible.NecesitabaquetehicierasconelCetro.

Serpinesonrió.—¿Paraqué?Blissrespondióasusonrisaconotra,aunquebastantemáspálidaydesencajada.—PorquecuandotuvieraselCetroentupoder,tusaccionesseríanpredecibles.—Ah,¿demodoquepredijistemiinvulnerabilidad?Asímegusta.—Nohaynadieinvulnerable—susurróBliss.—Bueno, desde luego tú no lo eres —respondió Serpine encogiéndose de

hombros.LevantólamanoderechayvolvióaapuntaraBliss,yStephanievioconhorror

cómo este se retorcía presa de un dolor intolerable. Sus alaridos fueron subiendo

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gradualmentedeintensidad,ycuandoparecíaqueyanoibaaaguantarmás,Serpinedejódeapuntarle,leobligóaincorporarseymientraslososteníaparaquenocayera,acumulóvaporpúrpuraenlospuños.Blisssaliódespedidohaciaatrás,chocócontraunas estanterías que había al otro extremo de la sala, cayó al suelo y se quedóinmóvil.

SerpineseacercódenuevoaStephanie.—Disculpa la interrupción —dijo, agarrándola de las solapas del gabán y

levantándolaenvilo.LapiernarotadeStephanieoscilabaenelaire,produciéndoleundolortanabrumadorquenodejabasitioparaningunaotrasensación—.¿Cómolohashecho?¿CómohaslogradoacercartetantoalCetrosinquemeavisara?¿Poseesalgunamagiadesconocidaparamí?

Stephanienodijonada.—Señorita Caín, pormucho que trates de ocultarlo puedo ver elmiedo en tus

ojos.Noquieresmoriraún,¿verdad?No,claroquenoquieres.Tienes toda lavidapor delante. Si no te hubieras metido en mis asuntos, si no te hubiera dado porhusmearen lamuertede tu tío,no teestaríaocurriendoesto.Tu tíoeraunhombremuyobstinado,¿sabes?Simehubieraentregadolallavecuandoselapedí,túnoteencontraríashoyenestapeligrosasituación.Peronolohizoyesoretrasómuchomisplanes,mecausómuchasmolestiase inconvenientes.Porculpadetu tíohamuertomuchagente.

LacaradeStephaniesecontrajoenunaexpresióndeodio.—¡Noteatrevasaculparamitíodelosasesinatosquehascometidotú!—Yonoqueríaquetodoestoocurriera;noqueríaningúnconflicto.Loúnicoque

quería era eliminar a los Mayores para conseguir el Libro. ¿Te das cuenta de losencilloquehubierapodidosertodo?Yenvezdeeso,meveoobligadoavadearunríodecadáveres.Todasesasmuertescaensobrelasespaldasdetutío.

ElodioquesentíaStephanieseconcentróensuinteriorhastaconvertirseenunaespeciedenodulofrío.

—Pero fíjate bien, Valquiria: tú no tienes por qué morir como ellos. Puedessuperar todo esto, puedes vivir. Veo algo especial en ti, ¿sabes? Creo que podríagustarteelmundonuevoqueseavecina.

—Medaqueno—dijoStephanieenvozbaja.SerpinesonrióafablementeyacercósucaraaúnmásaladeStephanie.—Puedessobrevivir…simedicescómopudisteacercartetantoalCetrosinque

meavisara.Afaltadearmascon lasqueatacarlo,Stephanie le lanzóunescupitajo.Serpine

suspiróy la arrojó contra una columna;Stephanie se estrelló contra ella y cayódeespaldasalsuelo.

Las imágenes empezaron a desvanecerse ante sus ojos, y le pareció como si eldolorquesentíaestuvieramuylejos.CuandoSerpinevolvióahablar,aStephanielediolaimpresióndequelohacíaatravésdeunmuro.

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—Noimporta.Estoyapuntodeconvertira todos loshabitantesde laTierraenmisesclavos,yentoncesyanohabrásecretosparamí.Ningunamagiaestaráocultaamisojos.YcuandoretornenlosSinRostro,recompondránelmundoyloconvertiránenunlugardemagnifícenteoscuridad.

Serpinepasó juntoaella,peroStephaniesolopudodistinguirunavagasombraque atravesaba su campo visual. Tenía que reaccionar, tenía que salir de aquellaespeciedetrance.Eldolor…sí,teníaqueconcentrarseeneldolordesupiernarota.Ahoranoeramásqueunasensaciónlejana,peroteníaquedejarquelainundara.

Stephanie se concentró en su pierna, sintiendo conscientemente los latidos ypinchazos. Cuanto más notaba el dolor más se despejaba su mente, hasta que elsufrimiento volvió a inundarla comouna cascada incontenible. Stephanie tuvo quemorderseellabioparanogritar.

Levantó la vista: Serpine se acercaba al Libro. Stephanie estiró el brazo paraagarrarelbordedeunavitrinayseincorporó,apoyándoseenlapiernasana.Miróasualrededor enbuscade algoqueusar comoarma; solovioun frasco llenodeunlíquidoverde,asíque locogióy lo lanzócon todassus fuerzas.El frascogolpeóaSerpineenlaespaldaysehizopedazos,mientrasellíquidoseconvertíaenvaporysedisipabaenelaire.Serpinesediolavuelta,furioso.

—Miquerida señoritaCaín,me temoque tu insistenciava a acabar por traerteproblemas—dijo,levantandosurojamanoderecha.

En ese momento, el Cetro reanudó su canto detrás de Stephanie. Skulduggeryaparecióatravesandoeltechoycayóalsuelodeespaldas.

—Ah,parecequeestoydevuelta—dijo,sinveraúnasuadversario.—Sí,esoparece—contestóSerpine,propinándoleunpuntapiéenelcostadoque

hizogruñiraSkulduggerydedolor.El detective apoyó las manos en el suelo para levantarse, pero Serpine se las

apartó de una patada, le agarró la calavera y le pegó un rodillazo en la sien.Skulduggeryvolvióacaerbocaarriba.

Serpine miró a Stephanie y luego clavó la mirada en algo que había a susespaldas. Ella se dio la vuelta, vio el Cetro e hizo ademán de cogerlo, pero untentáculo púrpura se enroscó en su cintura y tiró de ella hacia atrás haciéndolaaterrizar sobre supierna rota.Stephanie soltóun chillido, sintiendoque el dolor laatravesabacomouncuchillo.

SerpineatrapóelCetroconeltentáculopúrpura,selollevóalamanoizquierdaysediolavuelta.LagemacomenzóaemitirsunegroresplandorhaciaSkulduggery,yeldetectiveselanzóalsuelomientrasunenormetrozodeparedsedesintegrabatrasél.

Aúnrodando,sacólapistolaydisparóuntiroqueledioaSerpineenelpecho.—Veo que sigues usando tu juguetito —dijo Serpine en tono jocoso—. Qué

pintoresco.Skulduggery se había puesto en pie y trazaba lentos círculos a su alrededor,

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mientrasSerpinesosteníaelCetrojuntoasucostado.—No te saldrás con la tuya —dijo Skulduggery—. Al final siempre hemos

logradovencerte.—Ah,miviejoenemigo,estavezesdiferente.Lascosashancambiado.¿Quién

vaaplantarmecaraahora?Noquedanadie,¿noloves?¿Teacuerdasdecuandoerasunhombre?Unhombredeverdad,noesteadefesioquetengoantemí.¿Teacuerdasdecómoeranlascosasentonces?Teníasunejércitoqueterespaldaba,contabasconhombresdeseososdelucharymorirporvuestracausa.Nosotrosqueríamostraerdevuelta a los Sin Rostro para adorarlos como los dioses que eran, y vosotrospretendíais cerrarles las puertas para que esta plaga que es la humanidad, estaapoteosis de lo vulgar, pudiera vivir y multiplicarse. Bien, pues ya ha tenido suoportunidad:loshumanoshanvividoysehanmultiplicado,yahoraleshallegadolahoradedesaparecer.

EldedodeSkulduggeryvolvióaapretarelgatilloydelpechodeSerpinebrotóunchorrodesangrenegra,perolaheridasecerródeinmediato.Serpineseechóareír.

—Mehascausadotantosproblemasalolargodelosaños,detective,quecasimedapenaterminarcontigo.

Skulduggeryinclinólacabeza.—¿Noteestarásrindiendo,verdad?—lepreguntóaSerpine.—Creoqueinclusovoyaechartedemenos.Sitesirvedealgo,puedespensarque

lamuerte es lomejor que te puede pasar en estemomento. No creo que te gustemuchoelmundounavezquemisamosyseñoresseocupendeél.

—¿Y cómo piensas matarme? —dijo Skulduggery dejando caer la pistola ylevantando los brazos—. ¿Con tu juguete, o conunode los nuevos trucos que hasaprendido?

Serpinesonrió.—Sí,heenriquecidomirepertorio;mealegrodequetehayasdadocuenta.—Ytambiénhasestadojugandoahacernecromanciadenuevo,¿verdad?—Desde luego. ¿Te gusta el Hendedor que tengo de mascota? Toda familia

respetabledeberíaposeeruno.—Es un tipo duro de pelar—repuso Skulduggery—. He intentado matarlo de

todaslasmanerasqueconozco,peroélsigueysiguecomosinada.—Sí,hayunantiguoproverbionecrománticomuyadecuadopara laocasión—

dijoSerpinesoltandounacarcajada—.Diceasí:«nosepuedematar loqueyaestámuerto».

—¿Esunzombi?—preguntóSkulduggeryladeandolacabeza.—No, en absoluto; no se me ocurriría asociarme con uno de esos pobres

desgraciados.MiHendedorpuederepararseasímismo,restablecerse,curarse.Esunprocesodifícildedominar,peroyomismosoylapruebademiéxito.

—¡Claro!—exclamóSkulduggeryenuntonorepentinamentedistinto—.Paraesoeranlosaparatosmédicosdelalmacén.HicisteunapruebaconelHendedorparaver

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sifuncionaba,¿verdad?Yluegoteloaplicasteatimismo.—Yaerahoradequelograrasdeduciralgoportimismo,grandetective.—Podrás llamarlocomoquieras,Nefarian,pero tuHendedornoesmásqueun

zombiytútambién.Serpinesacudiólacabeza.—¿Asique tusúltimaspalabrasvan a ser esospatéticos insultos?Meesperaba

másdeti,Skulduggery.Algomásprofundo,unpoema,quizás—dijo,levantandoelCetro—.Enfin,detective:elmundoseráunpocomenosextrañosinti.Soloqueríaquelosupieras.

Stephanie dio un grito mientras Skulduggery se abalanzaba hacia delante ySerpine se echaba a reír; el Cetro relampagueó y su rayo negro se dirigiódirectamentecontraSkulduggery,peroparaentoncesélhabíalogradohacerseconelLibro de los Nombres y lo sostenía ante sí a modo de escudo. El rayo golpeódirectamenteelLibro,convirtiéndoloenunanubedepolvo.

—¡NO!—aullóSerpine—.¡NOOO!Stephanie miró asombrada cómo los restos de aquel libro que ni los mismos

Mayores habían sido capaces de destruir se deslizaban por entre los dedos de suamigo. Skulduggery aprovechó para avanzar entre la nube y arremeter contraSerpine;elCetrocayóalsueloysealejórodando,mientrasSerpineagarrabaelcuellodeSkulduggery.

—¡Lohasarruinadotodo!—siseó—.¡Todo,patéticoadefesio!Skulduggery le dio un puñetazo en la cara que obligó a Serpine a soltarle el

cuello, y luego volvió a la carga con un golpe que hizo balancearse la cabeza delmago.SerpinecontraatacóconungolpedevaporpúrpuraquehizosalirdespedidoaSkulduggery.

Eldetectiveaterrizódecostado, rodósobre símismopara incorporarsey logróponersede rodillas justo en elmomento enque el tentáculopúrpuradeSerpine seenroscaba en torno al Cetro. Cuando Serpine lo tenía casi al alcance de la mano,Skulduggery creó una ráfaga de aire que rompió el tentáculo e hizo desviarse alCetro.

EldetectivehizoaparecerunaboladefuegoyselalanzóaSerpine,quienlogródesviarla a duras penas. La bola chocó contra la pared causando una pequeñaexplosión;Serpinesiseódenuevoytratódealejarse,perounanuevaráfagadeairelogolpeó de inmediato y lo arrojó contra la pared, donde quedó suspendido.Skulduggerylomirabadesdeelotroladodelaestanciaconelbrazoextendidoylamanoabierta.

—Tevoyadestruir—gruñóSerpine,consusverdesojosresplandecientesporelodio—.¡Yatedestruíunavez,yvoyahacerlodenuevo!

Serpine se debatió, intentando levantar el brazo derecho. Skulduggery loaprisionóconmásfuerzacontralapared;estaballegandoallímitedesuresistencia,

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perosuenemigoseguíaaguantando.AlfinSerpine logrómover lamanoderechayapuntóaSkulduggeryconsusrojosdedos.

—Muere—masculló.Skulduggeryinclinólacabezaunpoco,peroporlodemássiguióimpertérrito.La

caradeSerpinesecontrajoenunaexpresióncolérica.—¡Muere!—gritó.Eldetectiveniseinmutó.—Bueno, parece que al fin has encontrado algo que esa mano tuya no puede

matar—dijotranquilamente.Entonces algo semovió en el umbral ySerpine soltóuna risotada salpicadade

espumarajos:elHendedorBlancoacababadeentrarenelDepósito.—Demodoqueeresinmuneamipoder,¿eh?Daigual:esaguadañateatravesará

los huesos. Cuando el Hendedor acabe contigo quedarás convertido en pedacitos,detective.¡Hendedor,ataca!

Pero el Hendedor no se movió, y la confianza de Serpine comenzó adesvanecerse.

—¡Quelomates,tedigo!ElHendedor esperó inmóvil unos segundosmás, y luego se dio la vuelta y se

marchó.Serpinesoltóunaullidodefrustración.—Hasperdido,Nefarian—dijoSkulduggery—.Hastatusesbirrosteabandonan;

ellos también reconocen tu derrota. Nefarian Serpine, te detengo por asesinato,intento de asesinato y conspiración, y también… a ver, déjame que piense… sí,tambiénporensuciarelSantuario.

SerpineescupióendirecciónaSkulduggery.—Jamáspodrás vencerme, detective. Siempre podré encontrar alguna formade

hacertesufrir.YentonceslosverdesojosdeSerpineseposaronenStephanie,queseguíatirada

enelsuelo.—Nolohagas—dijoSkulduggery.PeroSerpineyaestabaextendiendolamano

—.¡No,Serpine!Stephaniegritómientrassucuerpovibraba,azotadoporeldolormásintensoque

había sentido en su vida. Serpine retorció los dedos y el dolor se intensificó,convirtiendoelgritodeStephanie enunalaridoque se fue apagandopocoapoco.Stephanieseacurrucó,sintiendoquealgofríosalíadesuvientreyseextendíaporsucuerpo;agradecíaaquelentumecimientoqueanulabaeldolor,queseextendíaporsusmiembros,queseleenroscabaalrededordelcorazónysefiltrabaensumente.Ahorayanosentíacasinada,solopercibíaimágenesvagasdeSerpineySkulduggeryyunavozdistantequedebíaserladeSkulduggerydiciendosunombre,peroquetambiénsedesvanecíarápidamente.Yanosentíadolor,nooíaningúnsonido.

Parpadeó levemente: Serpine sonriente. Skulduggery extendiendo la mano que

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teníalibre.Yalgoquesemovíaporelairemuylentamente.ElCetro,eraelCetro;yahoraestabaenlamanoenguantadadeSkulduggery,y

susdedossecerrabanentornoaél.YSkulduggerylevantabaelbrazoyapuntabaconel Cetro a Serpine, y la gema negra empezaba a brillar. Era un brillo oscuro, unapequeñaybellatiniebla,yentonceselaireseagrietó.

La frialdad se había adueñado de ella, todo su ser estaba entumecido, y losúltimos fragmentos de lo que había sido Stephanie empezaban a disiparse poco apoco.Noleimportaba,noleimportabanada.Quémásdaba.

LacarasonrientedeSerpine.Susojos,susonrisallenadedientes.Supielsurcadapor arrugas de salvaje placer. Pero ahora esa piel estaba cambiando, se secaba, seagrietaba,ylasonrisasedesvanecía,ylosojosdecolorverdeesmeraldaperdíansubrilloysenublaban,yentoncesSerpineseconvirtióenunanubedepolvoquecayólentamentealsuelo.

EnlosoídosdeStephaniesonóunzumbido.Notóuncosquilleoenlaspuntasdelosdedosyunaoleadadecalorleinundóelcorazónhaciendoquevolvieraalatir,yentoncessuspulmonessellenarondeaireyStephanieresolló.

Skulduggerycorrióhaciaellaysearrodillóasulado.—¿Estásbien?—preguntó.Stephanienopudocontestar,porque temblaba incontrolablemente.Semovióun

poco, retorciendo la pierna rota sin querer, y soltó un gemidode dolor. Pero no leimportó:aqueleraundolorsoportable,undolornatural.

—Vamos—susurróSkulduggery,agarrándoladelicadamentedelbrazo—.Tienesquesalirdeaquí.

StephanieseincorporóapoyándoseenSkulduggeryyéllasacócasienvolandasdelasala.Avanzaronporelcorredor,yalpasar juntoa lasmazmorras lapuertaseabrió y Tanith cayó hacia delante con un gemido. Stephanie observó a su amiga,impresionadaporelmardesangrequeanegabasusropas.

—Tanith…Ellalevantólacabeza.—Menosmalqueestáisvivos—murmuró.Skulduggeryseagachóparaagarrarlaconelbrazolibre,laayudóaponerseenpie

y acarreó a las dos hasta el vestíbulo. Subieron las escaleras como pudieron yrecorrieron lososcurospasillosdelMuseodeCera; cuando llegarona lapuerta, lalluviahabíacesadoylaluzdelasfarolassereflejabaenelsuelohúmedo.

ChinaSorrowsestabafrentealapuerta,apoyadaensucoche.Lostresavanzaronpenosamentehaciaella,ycuandoyaestabantancercaqueStephaniepodíadistinguirsusdelicadospendientes,Chinaempezóahablar.

—Metemoquenoestáisenvuestromejormomento.—No nos hubiera venido mal que nos echaras una mano—dijo Skulduggery

deteniéndose.Ellaseencogiódelicadamentedehombros.

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—Sabíaquepodíaisarreglároslassinmí.Teníafeenvosotros.¿YSerpine?—Hecho polvo —respondió Skulduggery—. Tenía demasiados planes; era

inevitablequeacabaranporanularseentresí.Siemprefuesupuntodébil.—¿Cómolohabéisconseguido?—Queríaserinmortal,asíqueescogióunamuerteasumedida:seconvirtióenun

muertoviviente.Chinasonrió.—Claro.Y como elCetro solo puede ser usado por otra persona si su anterior

dueñoestámuerto,o,enestecaso,siesunmuertoviviente…—…louséparamatarlodeltodo—completóSkulduggery,levantandoelCetro

paraqueChinaloviera—.Perolehapasadoalgoraro:yanofunciona.Chinalotomóentresusmanosyloexaminócuidadosamente.—Obtenía su poder del odio de Serpine—dijo al cabo de unmomento—. Al

usarlo contra él mismo, has producido una especie de cortocircuito. Felicidades,Skulduggery, has conseguido neutralizar el arma más poderosa del mundo. Ahorasoloesunadorno.

—Un adorno que me gustaría recuperar, si no te importa —respondióSkulduggeryextendiendolamano.

Chinasonrió,volviendounpocolacabezaparamirarlodereojo.—Telocompro.—¿Paraquéloquieres?Yanofunciona.—Razonessentimentales—contestóChina—.Además,yameconoces:soyuna

coleccionistanata.Skulduggerysuspiró.—Bueno,quédateconél—dijo.LaexquisitasonrisadeChinaaparecióensurostrounavezmás.—Gracias,Skulduggery.Porcierto,¿quéhapasadoconelLibro?—Tambiénestáhechopolvo.—Asíquehaslogradodestruiralgoindestructible,¿noeseso?Eresincorregible,

Skulduggery.Nohacesmásquedestrozarcosas.—China,estoycansadoymeduelenloshuesos…—Vale,tedejaréenpaz.—Bliss aún está en el Santuario—dijo Stephanie—. Creo que estuvo todo el

tiempotratandodedeteneraSerpineasumanera.Nosésiestarávivoomuerto…Chinaseencogiódehombrosyentróensucoche.—Mihermanotieneunagrancapacidaddeaguante.Yoheintentadomatarlotres

veces,peroesimposibleacabarconél—dijoasomándosealaventanilla—.Ah,porcierto,osfelicitoalostres:acabáisdesalvarelmundo.

Ofreciéndoles su deliciosa sonrisa una vez más, China arrancó. Los tresobservaroncómosealejabasucoche,yluegosequedaronunratomirandocómoelcielocomenzabaailuminarseylosprimerosrayosdesolsefiltrabanenlaoscuridad.

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—Noespornada—dijoTanithconunhilodevoz—,peroyosigoteniendounagujerotremebundoenlaespalda.

—¡Huy,losiento!—exclamóSkulduggery,ylasacarreóhastaelBentley.

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UNFINALYUNPRINCIPIO

NalgúnlugardeHaggardladrabaunperro.Enotrohabíaunconductortocandolabocina,yenotrodiferenteungrupodegente reía.Eraviernespor lanoche,ypor laventanadeStephaniesecolaban retazosdecancionesquesalíande losbares de la calle Mayor y volaban a lomos de la brisanocturna.

Stephanieestabasentadaenunasillagiratoria,conelpieapoyado en la cama.Tras los acontecimientos del Santuario, Skulduggery la habíallevadoacasadeunamigosuyo,unviejocascarrabiasquelehabíarecompuestoelhuesorotoenmenosdeunahora.Lapiernaaúnledolíaynopodíaapoyarla,perolahinchazóncasihabíadesaparecido,yenunosdíaslatendríacomonueva.

No le importaba guardar el reposo que el amigo de Skulduggery le habíaprescrito.Despuésdelasemanaqueacababadepasar,aquellasemanaenlaquehabíavistoprodigios,magia,muerteydestrucción,lehacíafaltaundescanso.

SkulduggeryPleasantestabasentadoenelalféizar,poniéndolaalcorrientedelosúltimosacontecimientos.ElHendedorBlancohabíadesaparecido,ynadiesabíaporquéhabíadesobedecidolaúltimaordendesuseñor.SkulduggerysospechabaqueelHendedorobedecíaórdenesdeotrapersona,peronoteníaniideadequiénpodíaser.LosaliadosdeSerpinehabíanpresentadobatalla,peroalenterarsedequesuseñorhabíamuertosehabíandispersadoyahoraestabanocultos.ElgranplandeSerpinehabíafracasado;peroaunasíhabíalogradoeliminaramuchosHendedores,ylosquequedabanaduraspenaslograbancubrirtodaslasnecesidades.

—¿QuétalestáTanith?—preguntóStephanie—.¿Sepondrábien?—Tiene suerte de estar viva. La herida era grave, pero Tanith es fuerte y se

sobrepondrá.Cuandotesientasmejortellevaréaverla.—¿YAbominable?¿Hahabidoalgúncambio?—Me temo que no. Lo vigilan constantemente, pero nadie sabe cuánto tiempo

pasaráconvertidoenpiedra.Afortunadamenteparaél,el tiempose lepasaráenunsuspiro.Losdemástendremosquearmarnosdepaciencia.Aunquesiemprepodemosmirarloporel ladobueno: lasaladeesculturasdelSantuariocuentaconunanuevaobra.

—Ah,nosabíaqueelSantuariotuvieraunasaladeesculturas.—Bueno,esquenuncalahatenido.Peroahoraquehanconseguidounaestatua,

talvezsedecidanacrearla.—¿YquévaapasarconelConsejodelosMayores?—Meritorius era un buen hombre, y el Gran Mago más poderoso que hemos

tenido en mucho tiempo. Los Consejos de los demás países europeos estánpreocupados,porquenosabenquiénpodrállenarelvacíoquehadejado.Losmagosde Estados Unidos nos han ofrecido apoyo, y los japoneses han mandado una

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delegaciónparaquenosayudearestablecerelorden,pero…—Suenacomosiestuvieracundiendoelpánico.—Bueno,noesextraño.Nuestrossistemasdepoder,nuestrasformasdegobierno,

sondelicadas. Si cae unpaís es fácil que arrastre a otros consigo.Necesitamos unlíderfuerte.

—¿Yporquénoteproponestúmismo?Skulduggeryseechóareír.—Porquehaymuchagentealaquenolegusto,porquecasinadiesefíademíy

porqueyatengountrabajo.Soydetective,¿noteacuerdas?Stephanieseencogiódehombroscasiimperceptiblemente.—Vagamente…Porlaventanasecolóotracanción.Stephaniepensóenelmundoenelquehabía

vivido hasta entonces, y en lo diferente y parecido que era al mismo tiempo delmundoenelqueacababadeentrar.Enlosdoshabíaalegríayfelicidad,yenlosdoshabíatristezayhorror.Elbienyelmal,ytodalainfinidaddematicesintermedios,sedaban por igual en elmundomágico y en el cotidiano.Y ahora los dos formabanpartedesuvida,yStephaniesabíaquejamáspodríarenunciaraningunodeellos.

—Ytú,¿cómoestás?—preguntóSkulduggeryconvozrepentinamentedulce.—¿Yo?Bien.—¿Deverdad?¿Nohastenidopesadillas?—Bueno,unaodos—admitióStephanie.—Siempreestaránahípara recordarte loquenohicistebien.Losmalos sueños

puedenserdegranayuda,siselesprestaatención.—Intentarérecordarlolapróximavezquemequededormida.—Estupendo—repusoSkulduggery—.Encualquiercaso,hazelfavordecurarte

pronto. Tenemos misterios que resolver y aventuras que emprender, y necesito laayudademisociaydiscípula.

—¿Discípula?Skulduggeryseencogiódehombros.—Deaquí en adelante las cosas se van a poner bastante difíciles, ymevendrá

bien tener a alguien que pueda luchar ami lado. Tú tienes algo, Valquiria. No séexactamenteloquees,perotemiroy…

—¿Yterecuerdoatimismocuandoteníasmiedad?—¿Eh?Ah, no, qué va. Lo que quería decir es que hay algo en ti que resulta

verdaderamentecargante,ynuncahacesloquesetedice,yavecesinclusodudodetu inteligencia.Peroaunasívoyaaceptartecomodiscípula,porquemegusta tenersiempreaalguienquemepiselostalonescomounperrillofaldero.Nosé,hacequemesientasatisfechoconmigomismo.

Stephaniesuspiró.—Eresuntarado,¿sabes?—Loquepasaesquetedaenvidiamitoquegenial.

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—¿Nopuedesdejardepensarentimismonisiquieraporunmomento?—Meencantaría,peronoesposible…—Paraseruntiposinórganosinternos,tienesunegoverdaderamentenotable.—Paraserunachicaquenopuedeestardepienidossegundossincaersedeculo,

tienesunaactitudverdaderamentecrítica.—Lodemipiernatienearreglo.—Sí,yyoconmiegomelasarreglodemaravilla.Somostalparacual.—Anda,márchate—dijoStephanieechándosea reír—.Mimadrevendráaver

quétalestoydeunmomentoaotro.—Sí,peroantesdeirme…—¿Qué?—¿Nome vas a enseñar los progresos que has hecho?Temueres de ganas de

lucirtedesdequeaparecíporlaventana.Stephanie lomiróenarcandounaceja,peroSkulduggery tenía razóny losabía.

La segunda ventaja de tenerse que pasar unos días encerrada en su casa era quetendría tiempo de sobra para desarrollar sus poderes; de hecho, ya había logradograndesavances.

Stephaniechasqueólosdedosehizoaparecerunapequeñallamaenlapalmadela mano. Observó durante un momento cómo oscilaba y titilaba y luego miró aSkulduggery,sonriente.

—Magia—dijoél.

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DEREKLANDY.NacióenLusk,condadodeDublín,en1974.

EsunescritorirlandésdeLiteraturainfantilyunguionistaespecializadoenelcinedeterrorirlandés,quehasaltadoalafamaporsuobraSkulduggeryPleasant.Haescritodosguionesquehansidollevadosalcine.

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