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Incompatibilidad territorial entre las dinámicas rurales y el desarrollo del
turismo metropolitano Caso: Girardot - Cundinamarca
Alejandro Delgado Ballesteros
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Arquitectura
Escuela de Planeación Urbano-Regional
Medellín, Colombia
2020
Incompatibilidad territorial entre las dinámicas rurales y el desarrollo del
turismo metropolitano Caso: Girardot - Cundinamarca
Alejandro Delgado Ballesteros
Tesis presentada como requisito parcial para optar al título de:
Magíster en Estudios Urbano-Regionales
Director (a):
Ph.D. Luis Aníbal Vélez Restrepo
Línea de Investigación:
Paisaje, medio ambiente y territorio
Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Arquitectura
Medellín, Colombia
2020
Agradecimientos
Quiero agradecer a la Universidad Nacional de Colombia por todos los aprendizajes que
me ha brindado tanto en el pregrado como en la maestría. También agradezco a los
profesores de la Escuela de Planeación Urbano-Regional por brindarme sus
conocimientos; y especialmente a mi director de tesis, Luis Aníbal Vélez, por ser receptivo
con mi idea de investigación y guiarla en su elaboración.
Agradezco a mi familia por todo el apoyo que me dio para continuar en la maestría,
especialmente a mi mamá por inculcarme el interés de conocer más acerca de mi lugar de
origen.
También quiero agradecer a todos los funcionarios de las administraciones municipales de
Girardot, Ricaurte y Flandes que me ayudaron con la adquisición de datos y las visitas a
campo.
Igualmente, le agradezco a Sergio por su acompañamiento en los recorridos en campo, y
en general por estar presente animándome para desarrollar mi investigación.
Por último, le doy las gracias a todos mis amigos y colegas de Medellín y Bogotá que
estuvieron presentes durante este proceso, y que con sus comentarios o palabras me
animaron para culminar esta investigación.
7
Resumen
La incompatibilidad territorial se refiere a un conflicto por ocupación del suelo entre
actividades económicas o usos del suelo en un territorio específico. Dentro de esta
investigación se analizan los niveles de incompatibilidad existentes entre el turismo
metropolitano y las dinámicas rurales asociadas a actividades agropecuarias en Girardot,
Cundinamarca, y sus municipios aledaños. Se revisan estas categorías debido a que se
presentan procesos de suburbanización a partir de instalaciones turísticas compuestas por
segundas viviendas y comercios que modifican los espacios rurales, promoviendo
procesos de desagrarización.
Para este estudio, se revisaron los cambios en las coberturas de la tierra y en la producción
agropecuaria del área de estudio para identificar los cambios en las dinámicas agrarias y
el incremento de las áreas urbanas o turísticas. Igualmente, se realizaron dos evaluaciones
multicriterio para evaluar la capacidad de acogida de las actividades agropecuaria y la
aptitud turística de la región, tomando diferentes criterios físico-bióticos y
socioeconómicos. También se elaboró una evaluación multiobjetivo que reconociera los
niveles de incompatibilidad territorial existentes entre las dos actividades anteriormente
mencionadas. Finalmente, se proponen algunos lineamientos con los resultados obtenidos
para el mantenimiento de las actividades rurales y su articulación con el turismo.
Palabras clave: Incompatibilidad territorial, turismo metropolitano, ruralidad metropolitana,
evaluación multicriterio, evaluación multiobjetivo.
8
Abstract
Territorial incompatibility between rural dynamics and
the development of metropolitan tourism
Case: Girardot - Cundinamarca
Territorial incompatibility refers to a conflict over land occupation between economic
activities or land uses in a specific territory. Within this investigation, the levels of
incompatibility between metropolitan tourism and the rural dynamics associated with
agricultural activities in Girardot, Cundinamarca, and its neighboring municipalities are
analyzed. These categories are reviewed because suburbanization processes are
presented based on tourist facilities composed of secondary residence and malls that
modify rural spaces, promoting processes of de-agrarianization.
For this study, changes in land cover and agricultural production of the study area were
reviewed to identify changes in agricultural dynamics and the increase in urban or tourist
areas. Likewise, two multicriteria evaluations were carried out to assess the carrying
capacity of agricultural activities and the tourist aptitude of the region, taking different
physical-biotic and socioeconomic criteria. A multi-objective evaluation was also
developed, that recognized the levels of territorial incompatibility between the two activities
mentioned above. Finally, some guidelines are proposed with the results obtained for the
maintenance of rural activities and their articulation with tourism.
Keywords: Territorial incompatibility, metropolitan tourism, metropolitan rurality,
multicriteria evaluation, multi-objective evaluation.
9
Contenido
Pág.
Introducción .................................................................................................................. 12
1. Marco teórico-conceptual ...................................................................................... 17 1.1 El turismo metropolitano en el marco de los procesos de suburbanización ...... 17
1.1.1 Procesos de suburbanización ........................................................................ 17 1.1.2 Turismo metropolitano en áreas suburbanas ................................................. 21
1.2 La ruralidad metropolitana y las actividades turísticas ...................................... 27 1.2.1 Nueva ruralidad y ruralidad metropolitana...................................................... 27 1.2.2 Transformación de lo rural por el turismo metropolitano ................................ 32
1.3 Incompatibilidad territorial entre actividades rurales y turísticas ....................... 36 1.3.1 La incompatibilidad territorial ......................................................................... 36 1.3.2 Potencial del territorio para el uso del suelo ................................................... 41
2. Metodología ............................................................................................................ 45 2.1 Descripción del área de estudio ....................................................................... 45 2.2 Identificación de cambios en las actividades agropecuarias ............................. 46 2.3 Evaluación multicriterio y evaluación multiobjetivo ........................................... 48
3. Resultados .............................................................................................................. 62 3.1 Cambios de las actividades agropecuarias y turísticas en la región de Girardot, Cundinamarca ............................................................................................................ 62
3.1.1 Condiciones físico-bióticas del área de estudio.............................................. 62 3.1.2 Cambios en las coberturas terrestres ............................................................ 66 3.1.3 Cambios en la producción agropecuaria ........................................................ 70
3.2 Identificación de la incompatibilidad territorial entre actividades agropecuarias y la aptitud turística ........................................................................................................ 75
3.2.1 Evaluación multicriterio de la capacidad de acogida para la actividad agropecuaria ............................................................................................................ 75 3.2.2 Evaluación multicriterio de la amenaza a las actividades agropecuarias por aptitud turística ......................................................................................................... 85 3.2.3 Evaluación multiobjetivo para la identificación de incompatibilidad territorial en la región de Girardot ................................................................................................. 98
4. Discusión .............................................................................................................. 103
5. Conclusiones y recomendaciones ...................................................................... 110
Bibliografía .................................................................................................................. 113
10
Lista de figuras
Pág.
Figura 1: Municipios y veredas que conforman el área de estudio de la investigación. .. 45
Figura 2. Mapa de clasificación del suelo por capacidad de uso en el área de estudio. . 64
Figura 3. Mapa de usos del suelo en el área de estudio para el año 1991. .................... 67
Figura 4. Mapa de usos del suelo en el área de estudio para el año 2002. .................... 68
Figura 5. Mapa de usos del suelo en el área de estudio para el año 2018. .................... 68
Figura 6. Cultivos de algodón en zona rural del municipio de Flandes. .......................... 71
Figura 7. Mapa del criterio clasificación del suelo por capacidad agrológica. ................. 76
Figura 8. Mapa de clasificación del criterio distancia a cuerpos de agua. ....................... 79
Figura 9. Mapa de clasificación del criterio tamaño de los predios rurales. .................... 81
Figura 10. Mapa de clasificación del criterio distancia a vías para la actividad
agropecuaria. .................................................................................................................. 83
Figura 11. Mapa de la EMC de la capacidad de acogida para la actividad agropecuaria.
....................................................................................................................................... 85
Figura 12. Zona de pastos aledaña a nuevos tejidos urbanos en el municipio de Ricaurte.
....................................................................................................................................... 87
Figura 13. Mapa de clasificación del criterio coberturas de la tierra para el año 2018. ... 88
Figura 14. Mapa de clasificación del criterio precio del suelo por metro cuadrado. ........ 91
Figura 15. Mapa de clasificación del criterio distancia a vías para la aptitud turística. .... 93
Figura 16. Mapa de clasificación del criterio pendiente en grados. ................................. 95
Figura 17. Mapa de la EMC amenaza a actividades agropecuarias por aptitud turística. 97
Figura 18. Mapa de la EMO de la incompatibilidad territorial dentro del área de estudio.
..................................................................................................................................... 101
11
Lista de tablas
Pág.
Tabla 1. Veredas seleccionadas dentro del área de estudio para levantamiento de usos
del suelo. ........................................................................................................................ 46
Tabla 2. Reclasificación de coberturas de la tierra identificadas por CORINE Land Cover
a usos del suelo. ............................................................................................................ 48
Tabla 3. Criterios para la evaluación multicriterio de la capacidad de acogida para
actividades agropecuarias. ............................................................................................. 54
Tabla 4. Clasificación de criterios para la evaluación multicriterio de amenaza a
actividades agropecuarias por aptitud turística. .............................................................. 58
Tabla 5. Matriz de comparación de pares para evaluaciones multicriterio. ..................... 59
Tabla 6. Matriz de niveles de incompatibilidad territorial para la evaluación multiobjetivo.
....................................................................................................................................... 61
Tabla 7. Extensión por hectáreas de la clasificación del suelo por capacidad agrológica
en el área de estudio. ..................................................................................................... 65
Tabla 8. Área en hectáreas y porcentaje de participación de los usos del suelo en el área
de estudio, años 1991, 2002 y 2018. .............................................................................. 69
Tabla 9. Producción agrícola en el municipio de Flandes entre 1992 y 2013. ................ 72
Tabla 10. Producción agrícola en los municipios de Girardot y Ricaurte entre 1991 y
2016. .............................................................................................................................. 74
Tabla 11. Producción pecuaria en Girardot y Ricaurte entre 1990 y 2015. ..................... 73
Tabla 12. Extensión por hectáreas del criterio clasificación del suelo por capacidad
agrológica. ...................................................................................................................... 77
Tabla 13. Extensión por hectáreas del criterio distancia a fuentes de agua. .................. 78
Tabla 14. Número de predios y su extensión por hectáreas dentro del área de estudio. 80
Tabla 15. Clasificación por distancia a vías dentro del área de estudio para la actividad
agropecuaria. ................................................................................................................. 82
Tabla 16. Resultados de la EMC de la capacidad de acogida para la actividad
agropecuaria, en extensión por hectáreas ...................................................................... 84
Tabla 17. Extensión por hectáreas del criterio coberturas de la tierra. ........................... 87
Tabla 18. Extensión por hectáreas del criterio precio del suelo por metro cuadrado. ..... 90
Tabla 19. Clasificación por distancia a vías dentro del área de estudio para la actividad
agropecuaria. ................................................................................................................. 92
Tabla 20. Extensión en hectáreas del criterio pendiente en grados. ............................... 94
Tabla 21. Resultados de la EMC amenaza a actividades agropecuarias por aptitud
turística........................................................................................................................... 96
Tabla 22. Resultados de la EMO de la incompatibilidad territorial dentro de la región de
Girardot. ........................................................................................................................100
12
Introducción
El turismo metropolitano se presenta como un fenómeno reciente relacionado con
los procesos de suburbanización, en el cual las zonas urbanas se van expandiendo
espacialmente hacia sus periferias por medio de desarrollos inmobiliarios
destinados para actividades de recreación vacacional; estas pueden asociarse a
hoteles, segundas residencias u otras infraestructuras relacionadas con
actividades de ocio. Este tipo de turismo se incentiva a través de la adquisición de
segundas residencias por parte de turistas, los cuales habitan en estas viviendas
solamente por algunas temporadas del año, pero promueven la construcción de
proyectos inmobiliarios que van extendiendo las urbes por medio de esta
adquisición.
Al tiempo que se expanden las zonas urbanas, se transforman los espacios rurales
contiguos a las periferias urbanas. Por un lado, se modifican los usos del suelo,
debido a que los nuevos desarrollos inmobiliarios se van emplazando en zonas que
anteriormente se dedicaban a actividades agropecuarias, las cuales se van
reduciendo o deben ser localizadas en nuevos lugares. Asimismo, se modifican las
dinámicas rurales de la población local que deja de dedicarse a actividades
primarias para depender de otras actividades económicas, incluyendo trabajos en
los sectores turísticos. Se conforma una nueva ruralidad, denominada ruralidad
metropolitana, caracterizada por la pluriactividad de los habitantes rurales.
Sin embargo, no solo se presentan transformaciones dentro de la ruralidad;
también se producen pérdidas de dinámicas rurales más tradicionales, debido a la
baja rentabilidad de las economías agropecuarias con respecto a las dinámicas
inmobiliarias ligadas a las actividades turísticas. Esto se debe a que el turismo se
convierte en una actividad generadora de empleo, facilitando a muchos habitantes
rurales obtener una nueva fuente de ingresos más estable que las actividades
agrarias. También, la construcción de inmuebles para el turismo promueve la
especulación del precio del suelo, de manera que los predios se vuelven
demasiado caros para que la población local los conserve o pueda mantenerlos.
13
Se produce un cambio en la forma de valorar el suelo, el cual pasa de verse por su
valor de uso, relacionado con su producción agropecuaria, a verse por su valor de
cambio, expresado en el incremento del precio por especulación inmobiliaria.
Con la transformación de las actividades económicas mencionadas anteriormente
no solo se pierden producciones agrarias, también se producen desplazamientos
de la población rural. Ellos pueden ser desplazados de sus lugares de origen,
debido a que los procesos inmobiliarios comienzan a demandar más tierras rurales
para expandir sus construcciones; así que estos habitantes optan por vender sus
tierras a los promotores inmobiliarios y mudarse a territorios rurales más aislados
o a zonas urbanas ya consolidadas.
Igualmente, la administración pública tiene implicaciones en la relación entre el
turismo y la ruralidad metropolitana, porque interviene en la incentivación o
deterioro de las actividades económicas. En muchos casos, las políticas públicas
han sido insuficientes para incentivar el desarrollo de actividades agropecuarias y
mantener a la población campesina en las zonas rurales en condiciones de vida
adecuadas. Al tiempo, han propiciado la expansión urbana por medio de
instrumentos de planificación que promueven la construcción de segundas
residencias o de infraestructuras de ocio y de comercio para promover el turismo;
o no han desarrollado instrumentos suficientes que permitan un mayor control de
un crecimiento urbano desorganizado, a partir de dichas construcciones.
Aun así, las mismas entidades estatales pueden promover políticas públicas e
instrumentos de planificación que permitan una mayor articulación entre dos
actividades que presentan incompatibilidades entre sí. Las transformaciones e
incompatibilidades producidas por la expansión del turismo sobre las dinámicas
rurales puedan ser mitigadas; se puedan identificar estrategias que permitan
articular ambas actividades en un mismo territorio. De manera más práctica, la
administración pública puede desarrollar políticas públicas que promuevan el
desarrollo de actividades agropecuarias, y permitan una mayor pluriactividad en la
ruralidad metropolitana, en donde actividades económicas de diferente índole
14
permitan la permanencia de la población rural en su territorio con condiciones
óptimas de vida e ingresos económicos suficientes.
Al mismo tiempo, pueden promover instrumentos de planificación que identifiquen
sectores con un mayor potencial territorial para el desarrollo de actividades
agrarias, incluyendo una vocación del territorio que tome en cuenta las condiciones
físico-bióticas y socioeconómicas que faciliten el desarrollo de dichas actividades.
Además, dichos instrumentos deben propiciar un crecimiento más controlado de
las zonas urbanas, especialmente las relacionadas con la actividad turística; a la
vez que restrinja la construcción de desarrollos inmobiliarios en zonas con un alto
potencial agropecuario, o que al menos proponga espacios en donde el turismo y
la ruralidad puedan desarrollarse de manera conjunta, reduciendo impactos
negativos sobre la población local.
Esta problemática se presenta en diferentes regiones, tanto de Colombia como de
otros países. Sin embargo, en esta investigación se tomará como referente
empírico el municipio de Girardot, Cundinamarca, y su aglomeración urbana,
conformada por su conurbación con los municipios de Ricaurte, Cundinamarca, y
Flandes, Tolima. Se toma este estudio de caso por ser una zona con una fuerte
influencia de turismo de aguas interiores y de balnearios, con turistas provenientes
principalmente de la capital colombiana, Bogotá, los cuales visitan esta zona
especialmente los fines de semana y las temporadas de vacaciones. Este turismo
estacional ha promovido una mayor construcción de equipamientos turísticos en la
zona, como también ha incentivado la conformación de conjuntos residenciales
para segundas viviendas en áreas que originalmente tenían un uso agrario,
transformando el medio rural en las periferias de los cascos urbanos y en las
veredas más próximas a las cabeceras municipales.
Por ende, el objetivo general de este trabajo es analizar las condiciones
determinantes de los niveles de incompatibilidad territorial entre las dinámicas
rurales y los procesos asociados al turismo metropolitano en Girardot,
Cundinamarca. Para lograr ello, se reconocerán las características y problemáticas
de la interacción entre la ruralidad existente y la actividad turística dentro del
15
territorio, tomando en cuenta sus condiciones físico-bióticas y socioeconómicas.
Después se identificarán las transformaciones generadas por las interacciones
entre ambas actividades, y con ello los niveles de incompatibilidad existente entre
ambas; y con esta información, proponer algunos lineamientos desde el
ordenamiento territorial para reducir la incompatibilidad entre las dos actividades.
El contenido de este trabajo se presentará de la siguiente manera. El primer
capítulo discute el concepto de turismo metropolitano como forma de
suburbanización influenciada por actividades turísticas y segunda vivienda, y la
ruralidad metropolitana como forma de nueva ruralidad con una mayor influencia
de lo urbano, pero en la que se presentan procesos de descampesinización y
desagrarización. Después la discusión se centra en el concepto de incompatibilidad
territorial, entendida como un conflicto por la ocupación del suelo de un territorio,
en el que la actividad más rentable tiene un mayor fomento. También se presentan
algunas alternativas con respecto a una posible articulación que reduzca la
incompatibilidad entre lo turístico y lo rural.
El segundo capítulo describe la metodología utilizada. La primera parte presenta
las veredas seleccionadas como área de estudio. Después muestra las fuentes que
permitieron reconocer cambios en la cobertura del suelo y de la producción
agropecuaria, identificando transformaciones en las economías agrarias y en la
extensión de coberturas turísticas. Luego se expone la elaboración de dos
evaluaciones multicriterio, una para evaluar la capacidad de acogida de la actividad
agropecuaria y otra para identificar las áreas de amenaza hacia estas economías
por aptitud turística; se describirán los criterios utilizados, el método de ponderación
de las evaluaciones y las calificaciones otorgadas a cada criterio. Finalmente, se
explica la realización de una evaluación multiobjetivo en la cual se identifica la
incompatibilidad territorial entre las actividades agropecuarias y el turismo
metropolitano.
Dentro del tercer capítulo se muestran los resultados obtenidos. Primero se
muestra una descripción de las características físico-bióticas del área de estudio,
seguido de los cambios en las coberturas terrestres y la producción agropecuaria
16
entre los años 1991 y 2018. Posteriormente, se detallan los datos obtenidos a partir
de las evaluaciones multicriterio y multiobjetivo, mostrando en un primer momento
la expresión espacial de cada uno de los criterios evaluados; luego se presentan
los diferentes niveles de aptitud tanto para la actividad agropecuaria como turística,
y finalmente los resultados obtenidos para conocer los niveles de incompatibilidad
existentes entre las dos actividades dentro del área de estudio.
En el cuarto capítulo se realiza la discusión, que en su primera parte busca conectar
los resultados obtenidos de las tres evaluaciones realizadas con los cambios
identificados en coberturas y producción agropecuaria, reconociendo las
incompatibilidades presentes entre lo rural y lo turístico dentro del área de estudio.
También se sugieren algunos lineamientos desde el ordenamiento para el
mantenimiento de las actividades agropecuarias. En la segunda parte, se discute
cómo el uso de las evaluaciones anteriormente mencionadas son técnicas
adecuadas para identificar el potencial del territorio y la incompatibilidad territorial,
pero también se presentan las limitaciones encontradas durante la elaboración de
la investigación. Finalmente, se discute la forma en que los resultados obtenidos
evidencian el problema de la incompatibilidad territorial existente entre el turismo
metropolitano con respecto a las dinámicas rurales.
Por último, el quinto capítulo presenta las conclusiones, dando respuesta a los
objetivos de investigación propuestos, comentando la forma en que los resultados
obtenidos permiten evidenciar la incompatibilidad territorial entre los dos ámbitos
objeto de estudio y presentando algunas recomendaciones para futuras
investigaciones.
17
1. Marco teórico-conceptual
1.1 El turismo metropolitano en el marco de los procesos de suburbanización
El turismo metropolitano se puede considerar parte de los procesos de expansión
urbana actual, debido a que las actividades turísticas se están asociando al
crecimiento de las ciudades, dada su promoción de servicios y usos similares a los
ofrecidos dentro de las aglomeraciones urbanas (Agudelo Patiño, 2012). Por ende,
es necesario discutir cómo se definen esos procesos de expansión a través del
concepto de suburbanización, con el fin de reconocer los rasgos que caracterizan
al turismo metropolitano y que permitirían clasificarlo dentro de dicho concepto.
1.1.1 Procesos de suburbanización
Durante las últimas décadas del siglo XX, la mayoría de las ciudades en el mundo
han tenido un aumento significativo de su tamaño, dificultando establecer sus
límites físicos o los de sus áreas de influencia. Ahora son más difusas las
diferencias entre lo urbano y lo rural, y se constituyen nuevos procesos espaciales
resultantes de la interacción entre estos dos ámbitos que ya no pueden verse como
elementos separados; lo rural y lo no urbano también es transformado por los
procesos de urbanización (Brenner, 2013; Nel-Lo, 1998). Se crean nuevas formas
urbanas, resultantes de los cambios producidos por otras actividades económicas
sobre el espacio. Han emergido nuevas aglomeraciones urbanas en forma de
anillos suburbanos que fragmentan las áreas urbanas, tornándolas policéntricas y
discontinuas. Las áreas suburbanas periféricas empiezan a diversificar las
actividades; ya no solo incluyen espacios residenciales, sino también usos
industriales, comerciales, de servicios, incluyendo al turismo. Con el tiempo esa
diversificación permite la conformación de nuevas centralidades en dichas
periferias (Soja, 2008).
18
El concepto de suburbanización se refiere a los procesos que permiten la
expansión de los espacios urbanos hacia las zonas rurales localizadas en sectores
periféricos de las urbes. Ese proceso resulta de los desplazamientos de
poblaciones que vivían en sectores centrales de las ciudades hacia nuevas áreas,
en busca de lugares nuevos asociados tanto a ventajas objetivas, como el amplio
tamaño de predios para la construcción de viviendas de mayor área, como a
aspectos subjetivos relativos al ideario de los paisajes bucólicos campestres
(Bernal Villegas, 2013; Hidalgo, Arenas, & Santana, 2016), que se hacen atractivos
para las personas citadinas. Lo anterior puede conllevar a una reducción de la
población dentro de algunos centros urbanos, al tiempo que genera un crecimiento
demográfico en las periferias. Las ciudades se van expandiendo de dos formas: a
través de las ramificaciones radiales de un polo urbano que incentivan algún
servicio particular -reduciendo las posibilidades de acceder a otros servicios o
actividades productivas-1, o por difusión reticular, que desarrolla un tejido con
mayor mixtura entre usos residenciales y productivos, incluyendo las actividades
agro-industriales y turísticas (Dematteis, 1998).
Los procesos de suburbanización, al estar localizados en zonas de frontera entre
lo urbano y lo rural, presentan diferentes formas de expansión de las urbes.
Dematteis (1998) propone dos modelos de suburbanización: uno nombrado Modelo
Anglosajón, en el cual el paisaje rural se sustituye completamente por otro urbano
a través de suburbios caracterizados por la ubicación de varias casas unifamiliares
en hilera, y donde el único elemento rural que se conserva son algunos jardines en
sus inmediaciones; y otro modelo denominado Latino-Mediterráneo, en el cual los
dos ámbitos han tenido una interdependencia más fuerte, de manera que en las
zonas suburbanas se mantienen actividades de índole rural, como la agricultura, y
por ello el asentamiento de habitantes urbanos no ha resultado por procesos de
1 A este proceso, concentrado en un solo polo urbano, Dematteis (1998) lo conceptualiza como un proceso de mera periurbanización. Sin embargo, en otros casos la periurbanización se plantea como un concepto más general, que incluye las diversas formas en las cuales se expande la ciudad y las trasformaciones que estas realizan sobre las zonas rurales aledañas (Bernal Villegas, 2013).
19
expansión sino por la ubicación de segundas viviendas destinadas para atender
asuntos económicos o para aislarse de la ciudad. Tomando en cuenta el último
caso, también se plantea el concepto de rururbanización, referido: “al proceso de
urbanización de lo rural donde hay una difusión de las dinámicas metropolitanas
hasta los antiguos espacios rurales, originando formas híbridas entre lo rural y lo
urbano” (Bernal Villegas, 2013, p. 17), que transforman las actividades tradicionales
de las zonas rurales cercanas a las periferias urbanas, en otras destinadas a
residencia u ocio de población urbana, extendiendo también la influencia de las
áreas metropolitanas.
Las actividades turísticas se están convirtiendo en un factor promotor de los
procesos de suburbanización, debido a que el turismo se interesa en la promoción
de particularidades locales ubicadas en los cinturones rurales de las periferias
metropolitanas, para la atracción de visitantes. Lopes Brenner (2005) revisa este
asunto en el caso de áreas de turismo de balnearios, y evidencia que dicha
actividad económica va promoviendo el crecimiento poblacional en sectores
aledaños al atractivo turístico, los cuales anteriormente tenían una vocación rural;
pero con la llegada de actores externos, como personas jubiladas o interesadas en
trabajar en el sector turístico, van reduciendo los sectores donde habita la población
rural y consigo sus actividades económicas asociadas.
Este crecimiento se refleja en la extensión de las manchas urbanas las cuales se
expanden con mayor facilidad sobre sectores en donde no existen accidentes
geográficos de gran tamaño, como zonas litorales y cadenas montañosas de gran
altura, pero que va produciendo un crecimiento desordenado y discontinuo de las
mismos. Simultáneamente, se presentan otras problemáticas resultantes de dicha
expansión, como el aumento de la contaminación sobre cuerpos de agua y sobre
el ambiente en general, o la desaparición de paisajes rurales y de espacios verdes;
con todo esto se excedería la capacidad de carga que puede soportar el territorio
sobre el cual se emplaza dicha actividad (Dematteis, 1998; Lopes Brenner, 2005).
20
Por otra parte, estas formas de crecimiento diversas y fragmentadas generan
procesos de segregación dentro del territorio. Se aprovecha el crecimiento hacia
las zonas periféricas como un proceso de segregación voluntario de personas con
mayor nivel adquisitivo con respecto a otros grupos sociales de menor capacidad
económica, lo cuales están presentes en otros sectores del área urbana. Para ello,
se crean en las periferias conjuntos residenciales cerrados conformados por
viviendas de alto costo, conectadas con las zonas centrales de las ciudades a
través de autopistas para que dichos habitantes puedan acceder a los servicios
ofrecidos en dichas centralidades. Al tiempo, se conforman espacios
monofuncionales con pocos espacios públicos y un alto nivel de infraestructura
para la seguridad (Nardelli & Szupiany, 2017). Se crean polígonos homogéneos
espacial y socialmente, que solo permiten el acceso de unos grupos sociales
específicos a dichos sectores, y producen límites tantos físicos como
socioeconómicos que los separan de otras comunidades con menores ingresos.
El turismo, al ser una actividad que promueve la suburbanización, también se
convierte en un factor que fomente dicha segregación dentro del crecimiento
urbano. En las ciudades donde se fomenta la vocación turística se realizan
acciones para atraer turistas a través de la explotación de algún atractivo o
característica particular, con el fin de obtener una mayor inversión y beneficios
económicos, los cuales se esperan captar a través de la construcción de hoteles,
zonas de ocio, entre otros servicios de la actividad turística. Sin embargo, Pérez
Campuzano, Tello, & Everitt (2014) analizan que las trasformaciones para la
construcción de dichos servicios se realizan en sectores donde hay pocos
desarrollos urbanos, y con ello no se tiene en cuenta la participación de los
habitantes locales de los territorios transformados, quedando excluidos de dichos
procesos. Un ejemplo es el acceso a servicios públicos, que comienzan a
extenderse hacia las zonas turísticas, mientras los grupos de menores ingresos
presentan mayores dificultades para acceder a ellos, aumentando su segregación
socioespacial. Si bien dichos autores se centran en los habitantes urbanos de
menores ingresos, también suceden fenómenos de segregación similares sobre las
21
poblaciones campesinas con menor poder adquisitivo frente a la población turista,
y que pueden verse segregados por el desarrollo de construcciones para segunda
vivienda (Gascón, 2016).
Por lo tanto, el turismo hace parte de las actividades económicas que promueven
la suburbanización, a través de la expansión de los procesos de urbanización hacia
territorios que originalmente tenían una vocación más rural; y con lo cual va
aumentando tanto la fragmentación espacial como la mixtura de usos del suelo en
los bordes urbano-rurales, generando más interacciones entre los dos ámbitos,
volviendo más difusas sus fronteras y produciendo nuevas formas de segregación
socioespacial (Brenner, 2013; Lopes Brenner, 2005; Soja, 2008). A partir de lo
anterior, se plantea la existencia de un turismo metropolitano, en el cual la actividad
turística se convierte en un proceso promotor de la metropolización de algunos
núcleos urbanos.
1.1.2 Turismo metropolitano en áreas suburbanas
Anteriormente se realizaron comentarios sobre la relación entre actividades
turísticas y procesos de suburbanización; por lo tanto, es necesario tratar más a
fondo el concepto del turismo metropolitano, relacionado con los procesos de
expansión urbana. Sin embargo, primero debe definirse el concepto de turismo. Si
bien existen diferentes concepciones, la mayoría coinciden con la definición de la
Organización Mundial del Turismo (OMT) y las Naciones Unidas, que lo refieren
como “un fenómeno social, cultural y económico relacionado con el movimiento de
las personas a lugares que se encuentran fuera de su lugar de residencia habitual,
normalmente por motivos de ocio” (Naciones Unidas & Organización Mundial del
Turismo, 2010, p. 1). Por lo tanto, el turismo es una actividad realizada en lugares
opuestos a espacios de trabajo o de residencia permanente de la persona, en la
que el turista se desplaza hacia nuevas zonas mínimo durante una noche en la
búsqueda de nuevas experiencias y paisajes; y su finalidad se relaciona con
actividades de ocio, de negocios, de salud u otros motivos que no impliquen ser
empleado por una entidad o empresa localizada en el sitio que se está visitando
22
(Bejarano Martínez, 2009; Naciones Unidas & Organización Mundial del Turismo,
2010; Urry & Larsen, 2011). Es característico que diferentes tipos de turismo se
desarrollen como un fenómeno en masa, donde una gran cantidad de turistas se
trasladan hacia los lugares en los que se promociona dicha actividad.
El turismo fomenta la realización de viajes, implicando un desplazamiento de los
turistas hacia espacios en donde su ubican sitios de interés, al tiempo que se
producen transformaciones dentro de aquellos espacios, modificando procesos
sociales relacionados con actividades económicas y formas de producción, y
alterando prácticas culturales de las poblaciones locales (Hiernaux, 2006). Debido
a este conjunto de transformaciones, deben reconocerse las interacciones entre el
espacio geográfico y la sociedad que son producidas a partir de las actividades de
ocio, y proponer diferentes formas de analizar los fenómenos turísticos, tomando
en cuenta los diferentes elementos existentes dentro de los espacios en donde se
desarrollan aquellas dinámicas.
Por lo anterior, las definiciones anteriormente dadas sobre el turismo necesitan
agregar un componente espacial y territorial a este concepto. De acuerdo con
Bejarano Martínez (2009) hay dos enfoques para abordar el turismo: uno desde el
espacio, en el cual se analizan las características físico-bióticas y paisajísticas en
los sectores donde se desarrollan actividades turísticas; y otro desde el territorio,
entendido como un espacio de poder en el que se sobreponen las territorialidades
tanto de los turistas como las comunidades receptoras, en donde se producen
relaciones de cooperación o conflicto entre dichos actores y se revisan los aspectos
subjetivos resultantes de estos procesos, centrados en las percepciones y las
relaciones de poder producidas entre los actores implicados. Por lo tanto, los
análisis no deben centrarse exclusivamente en la descripción de la actividad
turística, sino en el reconocimiento de las interacciones entre la sociedad y su
medio a través del turismo, identificando las relaciones producidas en el territorio y
las percepciones que genera dicha actividad sobre la población local (Bejarano
Martínez, 2009; Bustos Cara, 2001). Puede revisarse el fenómeno turístico desde
23
ambos enfoques, evidenciando tanto los elementos biofísicos como sociales
asociados, y las interacciones entre los dos ámbitos.
Sin embargo, la clasificación anterior no presenta un enfoque interesado en revisar
los efectos económicos de las actividades turísticas sobre el espacio, a pesar de
sus implicaciones dentro de este ámbito. Es necesario analizar estos impactos,
porque se producen diferentes fenómenos que transforman el territorio para
fomentar en él actividades secundarias y terciarias. En el caso del sector
secundario, el turismo puede promover economías relacionadas con la producción
de alimentos o artesanías, como también fomenta la construcción de viviendas y
de instalaciones hoteleras o de ocio. Sin embargo, es mucho más evidente la
terciarización de la economía por el turismo, en donde se promocionan nuevas
necesidades sobre el turista a través del aumento de servicios para incrementar el
consumo dentro de estos espacios. Las actividades relacionadas con el turismo,
como comercio, hostelería o transporte, se convierten en las de mayor crecimiento
económico (Callizo Soneiro, 1991).
Ahora bien, el turismo no se presenta de la misma manera en todos los espacios,
ni produce las mismas transformaciones sociales y territoriales; por el contrario,
existen diferentes tipos de espacios de turismo, clasificados según sus
características particulares. La OMT establece diferentes tipos de turismo, según
la motivación o atractivo principal que justifica la realización del viaje; existe turismo
cultural, gastronómico, de negocios, de salud, entre otros. Sin embargo, este
trabajo se centrará en dos tipos: turismo de aguas interiores y turismo rural. El
turismo de aguas interiores se refiere a un conjunto de actividades recreativas que
se realizan en áreas localizadas dentro de fronteras terrestres y donde hay
influencia de algún cuerpo de agua como ríos, lagos o pozas; mientras tanto, el
turismo rural se centra en experiencias relacionadas con entornos naturales,
actividades agrícolas y las formas de vida de la población rural (Organización
Mundial del Turismo, 2019). Con el fin de mantener la distribución temática de este
trabajo, la discusión con respecto al turismo rural será abordada en el tercer
apartado del marco teórico.
24
Otros autores plantean la existencia de un turismo costero y un turismo de interior,
los cuales tienen similitudes a pesar de desarrollarse en espacios con
características diferentes. La OMT define el turismo costero como un conjunto de
actividades de ocio que se realizan en zonas de costa o litoral, como la natación,
tomar el sol, la visita de playas o la práctica de deportes (Organización Mundial del
Turismo, 2019). Es importante tener en cuenta esta definición, porque algunas
actividades de ocio asociadas a los espacios costeros también se realizan en zonas
turísticas que no se encuentran en áreas litorales. Por lo tanto, Pillet Capdepón
(2015) plantea la existencia del turismo de interior, que se caracteriza porque los
atractivos turísticos se ubican en regiones no costeras y están asociados a otras
características del medio natural, o a atracciones relacionadas con lo rural o lo
urbano, y en el cual se incluiría el turismo de aguas interiores propuesto por la OMT;
además se caracteriza porque presenta una masificación de las visitas turísticas
hacia regiones no litorales. También presenta rasgos comunes a otros tipos de
turismo, como impactos sobre las condiciones ambientales del lugar de recepción
y la mercantilización de aspectos culturales de las comunidades locales (Pillet
Capdepón, 2015). En este tipo de turismo de interior, centrado en aguas interiores,
se presentan actividades de ocio similares a la búsqueda de sol y playa, aunque
las playas son reemplazadas por otros cuerpos de agua natural, por piscinas o por
balnearios (Lopes Brenner, 2005).
Si bien esta tipología permite una clasificación de acuerdo con los espacios o
actividades de ocio que se realizan, ninguno de estos tipos de turismo menciona
que la masificación de esta actividad ha generado una dualidad entre el
mantenimiento de la oferta hotelera y el aumento de viviendas de alquiler; si bien
este es un fenómeno que originalmente se presentaba dentro del turismo costero,
actualmente se está intensificando en zonas asociadas al turismo de interior. Las
ciudades no litorales con algún sitio turístico están atrayendo más visitantes
interesados en obtener viviendas cercanas a dichos lugares; como consecuencia,
se fomenta la expansión urbana de los centros poblados aledaños, un mayor
crecimiento poblacional urbano y un aumento de los impactos negativos sobre las
condiciones ambientales del territorio (Lopes Brenner, 2005). Por lo cual, se debe
25
identificar otra clasificación del turismo de interior que reconozca cómo los
procesos de expansión urbana se fomentan a través de infraestructuras y proyectos
relacionados con la construcción de hoteles y viviendas de alquiler.
Los tipos de turismo mencionados anteriormente fomentan la promoción de
viviendas para turistas, que se manifiesta tanto en el alquiler temporal de
apartamentos como en la adquisición de una segunda vivienda en lugares
turísticos. Este suceso se denomina turismo residencial y es definido como una
"actividad económica que se dedica a la urbanización, construcción y venta de
viviendas que conforman el sector extrahotelero, cuyos usuarios las utilizan como
alojamiento para veranear o residir, de forma permanente o semipermanente, fuera
de sus lugares de residencia habitual" (Aledo, Mazón, & Mantecón, 2007, p. 191).
Este turismo se caracteriza por la adquisición de lotes individuales o en
parcelaciones para su construcción, o de vivienda ya construida dentro de
urbanizaciones desarrolladas por empresas del sector inmobiliario; se ubican en
sectores aledaños a un atractivo turístico, cercanos a diferentes equipamientos de
transporte o de otros servicios, y con algún atractivo paisajístico asociado a las
condiciones biofísicas de la zona. Otros rasgos son que las urbanizaciones y los
turistas que hacen uso de ellas guardan muy poca relación con las prácticas de la
población local (Gascón, 2016; Madrid Restrepo, Aguilar Castro, Vélez Vargas, &
Muriel Ruíz, 2017).
Otro aspecto que lo distingue es que se compone de propiedades con un uso
destinado principalmente al ocio, ubicadas tanto en zonas urbanas como rurales y
utilizadas por sus propietarios durante los tiempos libres; este último rasgo define
el tipo de vivienda que se adquirirá y el lugar donde estará localizada, de acuerdo
con la distancia, tiempo y el costo que conlleve llegar a ella. En consecuencia, estas
solo pueden ser adquiridas por personas con una cantidad de ingresos económicos
suficientes para realizar tanto la compra del inmueble como su mantenimiento; por
lo cual el perfil de quienes las ocupan suele ser parejas con hijos o personas
jubiladas que cuentan con dichos ingresos, y tengan la posibilidad de visitar
aquellos destinos con cierta regularidad (Justino De Oliveira, 2015).
26
Asimismo, el turismo metropolitano puede contener diferentes modalidades de
turismo, como el turismo residencial o de aguas interiores, y también incluye las
actividades de comercio, las infraestructuras hoteleras y las opciones de segunda
vivienda relacionadas a aquellas dinámicas turísticas. Su principal característica es
la construcción de desarrollos inmobiliarios asociados a aquellas actividades
turísticas, las cuales promueven procesos de suburbanización hacia sectores más
periféricos de las cabeceras urbanas. El turismo se convierte en un nuevo proceso
que fomenta la expansión urbana y se va localizando sobre áreas originalmente
rurales, en donde se va produciendo una fragmentación del territorio y consigo una
mayor mixtura de usos del suelo (Aledo et al., 2007; Gascón, 2016; Lopes Brenner,
2005).
Profundizando lo anterior, las formas de turismo metropolitano transforman el uso
del suelo originalmente agrario hacia actividades económicas relacionadas con lo
turístico, produciendo una mayor especulación dentro del mercado del suelo, y por
ende un incremento en el precio de la tierra (Gascón, 2016). Se modifican
actividades productivas en el territorio, promoviendo las que no produzcan
conflictos con el turismo por la ocupación del suelo; y cambiando las dinámicas
laborales de la población, que comienza a trabajar en ofertas laborales dentro de
estas nuevas actividades, pero que solo son rentables en las épocas de mayor
turismo (Callizo Soneiro, 1991; Vera, López Palomeque, Marchena, & Anton, 1997).
De igual modo, se reduce la ocupación laboral en actividades agropecuarias por su
baja rentabilidad.
Bajo este escenario, las actividades rurales asociadas a lo agropecuario y el
turismo metropolitano no podrían considerarse actividades compatibles, ya que
este tipo de ruralidad tendría conflictos de ocupación del suelo con respecto al
turismo (Vera et al., 1997). La actividad turística o inmobiliaria demanda por un área
disponible exclusivamente para su desarrollo, el cual tiene una relación muy baja o
nula con las actividades agropecuarias; y que no permite la realización de ambas
en un mismo sector. Se van perdiendo las actividades rurales debido a la alta
rentabilidad del turismo, de manera que el turismo metropolitano va reduciendo las
27
áreas disponibles para zonas agrarias y modifica las dinámicas rurales, planteando
la existencia de una ruralidad metropolitana transformada por la influencia de
entornos urbanos aledaños (Agudelo Patiño, 2012; Brenner, 2013).
1.2 La ruralidad metropolitana y las actividades turísticas
Los procesos de suburbanización van transformando zonas rurales colindantes a
las áreas metropolitanas; por ende, deben revisarse las características de dichos
espacios y los cambios producidos en lo rural. Se pondrá en discusión el concepto
de nueva ruralidad y ruralidad metropolitana, identificando cómo se ha modificado
la concepción de los espacios rurales con respecto a sus interacciones con las
áreas urbanas; como también se revisarán los cambios en las características
socioeconómicas de lo rural, originalmente relacionado con actividades agrarias,
pero que actualmente se han transformado por la presión de la expansión urbana.
Además, se realizará un mayor énfasis respecto a la manera en la que el turismo
metropolitano se convierte en un factor que transforma las dinámicas rurales y va
produciendo nuevas ruralidades.
1.2.1 Nueva ruralidad y ruralidad metropolitana
Anteriormente, lo rural se había visto como un opuesto a lo urbano, en donde las
familias campesinas representan la unidad de producción, mantienen elementos
culturales más tradicionales y relaciones sociales más comunitarias. Al tiempo, lo
rural se identificaba como algo atrasado en contraposición a lo urbano, visto como
los espacios relacionados a la modernización y al alcance de un mayor desarrollo
económico (Garcia Bartolomé, 1991). Sin embargo, enfoques más recientes
plantean que lo urbano y lo rural no son dos aspectos divididos de manera absoluta,
sino que existe un cambio gradual entre uno y otro ámbito; si bien se mantienen
características particulares dentro de la ruralidad, como las actividades laborales
ligadas a lo agrario, una baja densidad demográfica o una baja diferenciación
social, también se presentan interacciones entre los dos aspectos, siendo más
interdependientes entre sí e inclusive desarrollándose actividades rurales y
28
urbanas dentro de un mismo espacio. Si se considera que la ruralidad se refiera a
las diferentes formas en que se relaciona las sociedades con entornos rurales, y
con ello el sentido social dado a lo rural a partir de dicha interacción (Mikkelsen,
2013); se puede plantear un cambio en el concepto de ruralidad tradicional, que
observaba los espacios rurales como sectores atrasados y con pocas
oportunidades para la población, por otra concepción en la cual se reconoce las
transformaciones de lo rural producidas desde sus interacciones con lo urbano y
en las que se presentan cambios en las actividades laborales de la población rural,
que ya no dependen exclusivamente de economías agropecuarias (Garcia
Bartolomé, 1991).
Se reconocen cambios en las dinámicas rurales a partir de esta interacción, en
donde se “rompen con los rasgos característicos de las espacialidades y
sociedades rurales tradicionales, identificándose nuevas configuraciones en las
estructuras sociales y territoriales que asignan renovadas lógicas y
representaciones en las funciones de esas estructuras.” (Castaño Cuervo, 2014, p.
49). Estas dinámicas se van modificando en parte por el debilitamiento de las
economías agrícolas en las zonas rurales, conformando nuevos espacios rurales
de multifuncionalidad, en donde se transforman los aspectos económicos y
culturales de la población local, sus formas de organización y su relación con el
territorio. Además, cambia la concepción de las interacciones del campo con la
ciudad, porque los espacios de multifuncionalidad pueden desarrollar actividades
que sirven para sociedades tanto urbanas como rurales (Castaño Cuervo, 2014).
Ambas se vuelven más interdependientes, rompiendo la noción de lo rural y lo
urbano como ámbitos separados.
Al revisarse históricamente las interacciones entre campo y ciudad, las zonas
urbanas se consideraban dependiente de las zonas rurales; inclusive en el siglo
XIX, cuando los procesos de industrialización aceleran el crecimiento de las
ciudades, estas dependían de los insumos producidos en las áreas rurales,
especialmente los productos obtenidos de actividades agrícolas, para satisfacer las
demandas de alimentos de la población urbana y de materias primas para la
29
industria. Es a mediados del siglo XX cuando toman más fuerza las percepciones
de lo rural como un espacio atrasado, mencionada anteriormente, lo cual resulta
de un conjunto de factores que fomentan idearios concibiendo la ciudad como
símbolo de modernidad, al ser las áreas urbanas en donde existía una mayor
preponderancia de las actividades económicas secundarias y terciarias. Estos
imaginarios serían acompañados con el aumento del éxodo rural, resultante tanto
de las condiciones precarias del campo como de dicha imagen de modernidad
promovida sobre las áreas urbanas; y daría paso a una generación urbana reciente
que desconocería los procesos presentes dentro de los espacios rurales (Moltó &
Hernández, 2004).
Como una crítica de estas concepciones, se replantea la existencia de un
continuum rural-urbano, propuesto originalmente como una transición en donde lo
rural se iría transformando hacia lo urbano con el fin de alcanzar los niveles de
progreso y modernidad presentes en las ciudades. Sin embargo, esta noción
recientemente ha cambiado; ya no se considera la existencia de la aniquilación
gradual de lo rural por lo urbano, sino que ambos ámbitos deben permanecer en el
espacio y se vuelven complementarios, en la medida que las particularidades de
cada uno pueden permitir una mayor integración entre sí (Garcia Bartolomé, 1991;
Mikkelsen, 2013). Las funciones socialmente designadas a cada ámbito satisfacen
necesidades para los habitantes de ambos espacios; pero los cambios producidos
en lo rural por dicha interacción también conllevan a analizar estas nuevas formas
de relacionarse con lo urbano, y los efectos producidos sobre las características de
la ruralidad.
Este cambio de concepción se presenta desde las últimas décadas del siglo XX,
en donde los habitantes urbanos comienzan a tener un mayor conocimiento sobre
las características presentes en entornos rurales, volviéndose un atractivo
paisajístico para ellos debido a la existencia de paisajes más naturales y con mayor
vegetación, áreas menos contaminadas y con una mayor percepción de
tranquilidad; en contraposición con las características negativas de las áreas
urbanas, representadas como la contraparte de dichos rasgos (Moltó & Hernández,
30
2004). Existe un mayor interés de los habitantes urbanos por ubicar su vivienda en
sectores rurales cercanos a las ciudades, promoviendo una mayor diversidad en
los usos y funciones de los territorios rurales.
Sin embargo, se han generado nuevas problemáticas por la llegada de estos
nuevos habitantes urbanos, debido a que sus idearios con respecto a la
organización de los espacios rurales no son necesariamente concordantes con los
de la población rural original; y tampoco son compatibles con los procesos rurales
existentes en dichos sectores. En consecuencia, se desarrollan diferentes prácticas
que transforman los usos del suelo de tipo rural hacia otros usos más urbanos. Se
conforma un ámbito de ruralidad metropolitana producido por paisajes presentes
en las zonas de frontera urbano-rural; caracterizado por la convivencia entre
habitante rurales y urbanos, que genera un espacio híbrido el cual mantiene
elementos característicos de espacios agrarios o de ruralidad tradicional, pero con
una fuerte influencia de los sectores urbanos, especialmente con la llegada de
equipamientos y servicios de la ciudad implantados en las áreas rurales. Se
transforman las prácticas en el espacio y se modifica la forma de transar el suelo;
este deja de verse por su valor de uso, ligado a su capacidad de producción, y se
valoriza a partir de su valor de cambio, asociado más a procesos de especulación
que aumentan el precio del suelo (Agudelo Patiño, 2012; Gascón, 2016).
Agudelo Patiño (2012) propone dos principios para identificar la influencia de los
espacios urbanos sobre los rurales: el principio de gradiente, donde la influencia de
una ciudad sobre un sector rural se reduce a medida que la zona urbana sea de
menor tamaño y haya una mayor distancia entre ambas, dependiendo de la
conectividad vial y de transporte existente; y el principio de diferenciación en donde,
a menor tamaño de la ciudad o a mayor distancia de la misma, se reduce la
diferenciación espacial y especialización de actividades dentro de los espacios
rurales. Estos gradientes reconocen las transformaciones producidas por estos
procesos en la evolución del paisaje, especialmente por actividades agrícolas o de
urbanización que modifican la composición de paisajes y ecosistemas; en donde
las transformaciones de los bordes entre usos agropecuarios, urbanos e inclusive
31
las coberturas naturales, vienen acompañados de impactos tanto el entorno físico-
biótico como en las actividades económicas (Vizzari, Hilal, Sigura, Antognelli, &
Joly, 2018). Ejemplos de estos impactos medioambientales son el aumento en la
erosión del suelo, la pérdida de tierras aptas para la producción agrícola, el
reemplazo de coberturas agrícolas por coberturas urbanas, y la reducción de las
coberturas boscosas o de origen natural debido a la expansión de la frontera
agrícola (García Martín, 2014).
De esta manera, en la nueva ruralidad se presenta una reducción, e inclusive una
pérdida, de las economías agrarias (Castaño Cuervo, 2014) por la extensión de las
periferias de espacios urbanos. Se evidencia un fenómeno de desagrarización,
proceso característico de espacios rurales de pluriactividad en donde se reduce la
participación de las actividades agrícolas dentro de los ingresos totales de los
hogares rurales; y se obtienen nuevos ingresos a partir de otras actividades
económicas. Por un lado, se reduce el desarrollo de actividades agrarias dentro de
la ruralidad metropolitana; por el otro, se fomenta el surgimiento de una población
rural no campesina, personas que viven en áreas rurales pero con ingresos
económicos procedentes de actividades no agropecuarias, que pueden ser
realizadas tanto en su hogar como en espacios urbanos aledaños o zonas rurales
externas a donde habitan. Se opta por realizar dichas labores porque son una
mayor fuente de ingresos y generan una mayor rentabilidad económica. Esto
desincentiva la actividad agropecuaria, que deja de practicarse o pasa a ser una
actividad secundaria, porque los precios de productos agrícolas se reducen o
quedan estancados mientras aumentan los costos de producción (Carton De
Grammont, 2009). De ahí que los habitantes rurales terminan optando por otras
fuentes de ingresos económicos más rentables.
La ruralidad metropolitana es una forma reciente de la nueva ruralidad,
caracterizada por espacios en donde los procesos de urbanización se van
extendiendo hacia las zonas rurales y se produce una mayor influencia urbana
sobre estos; al tiempo que se presentan procesos de persistencia y resistencia
dentro de dichos territorios para mantener una ruralidad más tradicional (Agudelo
32
Patiño, 2012; Castaño Cuervo, 2014). Dentro de estos procesos, el turismo es uno
de los fenómenos que transforma las dinámicas de la nueva ruralidad con una
fuerte influencia metropolitana. Si bien existen diferentes tipos de turismo que se
van articulando con dinámicas rurales más tradicionales (Leonardi Bricalli, 2005;
Vera et al., 1997), el turismo metropolitano vendría a desincentivar aún más las
economías basadas en la agricultura y la ganadería, siendo un factor causante de
desagrarización en dichos territorios. Por lo cual, debe identificarse los cambios
producidos por el turismo metropolitano sobre lo rural.
1.2.2 Transformación de lo rural por el turismo metropolitano
Anteriormente se comentaron los efectos generados por la transformación de las
áreas rurales a causa de procesos de suburbanización; sin embargo, deben
revisarse específicamente los efectos del turismo metropolitano en las dinámicas
rurales. Además de los cambios en el uso del suelo, las formas de producción
agrícola se modifican dentro de los espacios de borde urbano-rural, con el fin de
abastecer de alimentos a la nueva población que está en incremento. Se presenta
una especialización hacia una producción más intensiva y en productos con una
mayor posibilidad de exportación, en declive de cultivos menos atractivos para
exportar y que suelen ser recolectados por familias campesinas tradicionales. Con
ello, se conforman agroindustrias que explotan los cultivos de exportación,
presionando a los antiguos campesinos para vender sus tierras a empresarios
agroindustriales; al tiempo, ellos dejan de ser propietarios y se convierten en
asalariados de la agroindustria, o deben desplazarse a zonas rurales más aisladas
donde puedan mantener sus dinámicas tradicionales. Esto aumenta el crecimiento
poblacional sobre los bordes urbano-rurales, especialmente en ciudades
intermedias o centros poblados menores, que comienzan a tener características de
un proceso de periurbanización (Armijo, 2000; Zuluaga Sánchez, 2008).
Un ejemplo son los diferentes desarrollos inmobiliarios construidos en décadas
recientes y que se han destinado para realizar actividades turísticas, principalmente
asociada a la adquisición de segunda vivienda por parte de turistas. Su
33
construcción se ha destinado para una población creciente con características
socio-culturales urbanas que va ocupando zonas con una vocación
tradicionalmente rural, especialmente agrícola (Gómez Moreno, 1983).
Considerando la poca relación existente entre este turismo metropolitano y las
actividades de la población local, se generan dos problemáticas: primero, las
transformaciones del uso del suelo producidas por estos desarrollos reducen los
espacios disponibles para actividades rurales; y segundo, esta transformación trae
procesos de desplazamiento de la población local y de descampesinización.
El turismo metropolitano no solo transforma el uso del suelo; también puede influir
en modificaciones futuras de la clasificación normativa del suelo que establecen las
administraciones locales, los cuales terminarían adecuando su clasificación a los
crecimientos suburbanos que se hayan construido (Bernal Villegas, 2013). De igual
modo, las transformaciones generadas incrementan el precio de los suelos en
donde se implanta la actividad turística, como también extienden el aumento de
dicho valor hacia los predios aledaños a los nuevos inmuebles, afectando inclusive
a parcelas de poca extensión que no son de interés para promotores turísticos. Con
este proceso se promueve la especulación de tierras, en donde la cercanía a este
tipo de actividades económicas incrementa el valor del suelo, independientemente
del uso real que se esté dando, presentando un aumento de capital para los
propietarios de los predios a partir de los procesos especulativos (Gascón, 2016).
En estos lugares se producen procesos de acumulación de capital, promoviendo
espacios de consumo; se transforman características sociodemográficas,
socioambientales y culturales del territorio; y se obtiene el control sobre el espacio
y los recursos presentes en el mismo a través del desarrollo de la actividad turística
(Cruz-Coria, Zizumbo-Villarreal, Cruz-Jiménez, & Quintanilla-Montoya, 2012). De
manera que priman los intereses de agentes inmobiliarios y turísticos en la
promoción de actividades económicas en la ruralidad metropolitana y en el
ordenamiento territorial y se producen impactos negativos en las comunidades
rurales asociados a la desagrarización, el éxodo rural, la segregación y la pérdida
de prácticas comunitarias.
34
Uno de los impactos negativos está asociado a los procesos de especulación, que
han aumentado el precio del suelo a un valor mayor con respecto a la capacidad
adquisitiva de los campesinos, reduciendo sus posibilidades de adquirir nuevas
tierras o inclusive mantener sus terrenos actuales. Esto disminuye la posibilidad de
mantener su reproducción social, al haber menos tierras disponibles para heredar
a las nuevas generaciones de familias campesinas, aspecto cultural característico
dentro de este tipo de comunidades, y aumenta la emigración rural. De igual modo,
se pierden prácticas culturales y usos comunitarios locales por otros de índole más
privada, individual y mercantil (Cruz-Coria et al., 2012; Gascón, 2016), más
característicos de las comunidades urbanas que se van asentando por medio del
turismo metropolitano.
A su vez, diferentes actividades rurales dejan de realizarse dentro de los territorios
por problemáticas de índole económico o social que no son producto de la
expansión urbana o a la proliferación del turismo, y desincentiva su desarrollo en
favor a la realización de otras actividades económicas más rentables. Por ejemplo,
se presenta una baja tecnificación de las actividades agropecuarios y poca
capacitación de la población local, reflejada en una baja productividad de dichas
economías; grandes extensiones de tierra en reposo o subutilizadas; técnicas con
un alto impacto ambiental sobre las condiciones del suelo, las especies vegetales
y las fuentes de agua; y poco acceso de pequeños productores a espacios para la
comercialización de productos (Chong Chong, 2012). Esto resulta de la falta de
políticas públicas o programas que promuevan mejoras tanto en la producción
agropecuaria como en las condiciones sociales de las áreas rurales, reduciendo el
bienestar social de la población rural, y facilitando la llegada de nuevas actividades
económicas de mayor rentabilidad como el turismo (Echeverri Perico, 1998).
Por lo tanto, se producen dos procesos de emigración rural ya mencionados: el
primero es el desplazamiento de la vida rural, en donde las comunidades
campesinas pierden el acceso a sectores más centrales del territorio y con mayor
cantidad de recursos, debido a la transformación de los usos agropecuarios a
zonas turísticas. Esto resulta por la presión sobre la población local para vender
35
sus tierras a agentes inmobiliarios relacionados con el turismo; al vender sus
propiedades, deben buscar nuevos asentamientos en sectores periféricos de las
zonas rurales, con menor accesibilidad a equipamientos, recursos y otros
elementos presentes en las centralidades que anteriormente habitaban (Díaz-
López, Restrepo-Uribe, & Castañeda-Gómez, 2017).
El segundo proceso es la descampesinización, en el cual no solo se trasladan los
campesinos a zonas periféricas, sino que son completamente expulsados del
territorio, debido a la misma presión ejercida por agentes foráneos a través de la
actividad turística, que buscan conservar un paisaje natural prístino en donde no
se desarrollen actividades agrarias. Estas últimas dejan de realizarse en favor a
otros usos que tengan una menor transformación de la base natural y demanden
por una menor cantidad de mano de obra, reduciendo la cantidad de población
dedicada a actividades rurales (Gascón, 2016). En ambos procesos se evidencia
la pérdida de las dinámicas rurales, debido a la expulsión de la población local en
la búsqueda del cambio en la vocación de suelos hacia la promoción del turismo, y
sin realizarse una integración significativa de los campesinos hacia las nuevas
actividades.
Por lo tanto, se produce una ruralidad metropolitana en la que las dinámicas rurales
se han transformado debido a la baja rentabilidad de actividades agropecuarias,
ligadas a una ruralidad tradicional, y se producen diferentes procesos promovidos
por el turismo metropolitano, como la desagrarización o el éxodo rural, en donde la
población rural tradicional es expulsada o debe adaptarse a la llegada de nuevas
actividades económicas, volviendo sus actividades laborales más dependientes al
turismo metropolitano (Carton De Grammont, 2009; Gascón, 2016; Gómez Moreno,
1983). Se promueve una incompatibilidad territorial, la cual evidencia conflictos
entre actividades por la ocupación del suelo, y en donde la desventaja que presenta
lo agrario con respecto a lo turístico termina promoviendo espacios de ruralidad
metropolitana donde no pueden coexistir ambas actividades, y solamente se
promueve una mayor dependencia de la población rural a los desarrollos turísticos
y sus servicios asociados.
36
1.3 Incompatibilidad territorial entre actividades rurales y turísticas
Debido a las distintas dinámicas presentes entre las actividades rurales con el
turismo y su incompatibilidad en el territorio, se presentan problemáticas dentro de
los espacios de la ruralidad metropolitana. Es necesario profundizar en las causas
que producen la incompatibilidad territorial existente entre ambas partes, en donde
se promueve las actividades asociadas al turismo metropolitano con el fin de
obtener una mayor rentabilidad. De la misma manera, deben revisarse prácticas o
modalidades de turismo más compatibles con las actividades rurales, o formas de
regulación que mantengan a la población local en su territorio y protejan las
actividades rurales tradicionales. Además, es necesario reconocer métodos que
permitan identificar la incompatibilidad territorial entre las dos actividades y
propongan bases para promover una articulación entre ambas.
1.3.1 La incompatibilidad territorial
Existen problemáticas propias de las zonas rurales que no permiten el
mantenimiento de las actividades agropecuarias, y, por el contrario, facilitan la
inserción de actividades más rentables, como el turismo. Esto produce
incompatibilidad territorial entre actividades, entendida como la existencia de un
conflicto por ocupación del suelo entre dos o más actividades económicas las
cuales no se pueden desarrollar dentro de un mismo territorio, al no tener
condiciones aptas para desarrollarse o complementarse entre sí sin que se afecte
la realización de una sobre la otra (Vera et al., 1997). Por ende, termina primando
una de las dos actividades, generalmente la que tiene una mayor rentabilidad sobre
el valor del suelo.
Desde esta perspectiva, se propicia una lógica empresarial dentro de las
economías asociadas al turismo metropolitano, caracterizado por empresas
inmobiliarias que buscan obtener beneficios económicos inmediatos a través de la
construcción y el desarrollo de actividades de ocio, dejando las externalidades
negativas a la población local cuando dichos agentes se retiran del territorio, como
37
impactos ambientales asociados a contaminación, aumento de los gastos en
servicios públicos por parte de las administraciones locales e inclusive crisis
económica cuando la dinámica inmobiliaria se desacelera. Y por el contrario, se
desincentiva una lógica de naturaleza local que busca conformar modelos de
producción más comunitarios y viables a largo plazo, en donde los beneficios e
impactos se repartan de manera equitativa entre los diferentes actores (Aledo et al.,
2007). La primacía de esta lógica empresarial promueve la incompatibilidad
territorial, en la cual se incentiva un conflicto de usos entre lo agrario y lo turístico.
Debido al aumento de áreas con usos destinados al turismo o a sus servicios
complementarios y a la baja rentabilidad de las actividades agropecuarias
tradicionales en diferentes partes del mundo, se produce una mayor pluriactividad
dentro de las áreas rurales. Las familias campesinas ya no se dedican
exclusivamente a actividades agrícolas en los ámbitos de ruralidad metropolitana,
sino que desarrollan otras actividades diferentes, tanto dentro como fuera de sus
propiedades, con el fin de incorporarse al mercado laboral y aumentar sus ingresos
económicos. Varios integrantes de las comunidades rurales solo dedican medio
tiempo a las actividades que tradicionalmente realizaban y el resto lo emplean
trabajando externamente o prestando servicios dentro de sus propias parcelas,
distintos a la actividad rural tradicional (Martínez, 2010), fomentando la
terciarización de sus economías.
Sin embargo, no es solamente la llegada de nuevas actividades económicamente
más rentables al territorio la que produce dicha incompatibilidad. Otras
problemáticas, como la reducción de los ingresos de la población rural campesina
y la fragmentación predial, desincentivan el desarrollo de actividades agrarias y
facilitan la llegada de nuevas economías con mayor rentabilidad. En el caso de la
fragmentación, se reduce el área disponible para producciones agropecuarias,
fomenta la especulación sobre el precio del suelo y presiona a los habitantes
rurales para que vendan sus parcelas a foráneos, quienes cambian su uso hacia
fincas de recreo o vivienda campestre (Castaño Cuervo, 2014). Además, el
desarrollo de dichas actividades no se ve asociado a las condiciones físico-bióticas
38
del territorio, presentando discrepancias entre los usos actuales del suelo y el uso
potencial o la vocación más adecuada a la que podrían destinarse dichos suelos
(Echeverri Perico, 1998). Todas estas problemáticas exacerban la incompatibilidad
territorial entre las actividades agropecuarias y el turismo metropolitano, en donde
este último solo desplaza las actividades rurales del territorio con el fin de obtener
una mayor acumulación de capital.
Esto plantea la promoción de expansión territorial del capital sobre lo rural, en la
búsqueda de obtener suelos para desarrollar usos más productivos y rentables. Sin
embargo, dicha expansión también promueve el desarrollo de formas de resistencia
creadas desde las mismas comunidades para no ser expulsados de sus territorios
y para conservar prácticas de producción tradicional campesina que se ven
amenazadas por la expansión de estas nuevas economías (Madrid Restrepo et al.,
2017). Esta divergencia en la percepción sobre el uso del suelo entre actores
fomenta la incompatibilidad entre los usos, la cual se exacerba si hay falta de
cohesión o de organización de las organizaciones sociales y del Estado en dichos
territorios; se destruyen las formas sociales que promueven dicha cohesión y se
promueven procesos de desagrarización y descampesinización (Bendini &
Steimbreger, 2011).
Todo lo anterior reduce la permanencia de las actividades agropecuarias dentro de
territorios históricamente agrarios, a pesar de que cuenten con condiciones físico-
bióticas aptas para su realización, y fomenta la realización de otras actividades con
más posibilidades de incrementar los ingresos de las familias campesinas, como
las actividades turísticas. Sin embargo, las poblaciones rurales pueden ingeniar
estrategias de asociatividad rural y conformación de redes comerciales que
permitan su persistencia en los territorios que han habitado, desplegando espacios
organizativos para la mejora de sus condiciones socioeconómicas y desarrollar una
identidad relacionada con su territorio (Bendini & Steimbreger, 2011). Estas son
formas de reaccionar por parte de las comunidades locales en contra de
actividades económicas que van transformando las prácticas tradicionales y
comienzan a expulsar a la población original; y por el contrario, se vuelve una forma
39
de resistencia de los campesinos para permanecer en sus territorios y adaptarse a
nuevas formas de producción o de empleo que les permita mantener sus prácticas
económicas y culturales.
De igual manera, el turismo no puede verse exclusivamente como una actividad
con impactos negativos en los territorios rurales. Callizo Soneiro (1991) enumera
algunos impactos positivos del turismo sobre las zonas rurales como la
recuperación de territorios degradados a través de acciones relacionadas a la
restauración de ecosistemas, la generación de nuevos empleos directos e
indirectos en donde las actividades agrarias están en declive, la atracción de
población al territorio con el fin de reducir la emigración rural, un mayor equilibrio
poblacional y de distribución espacial de rentas en el territorio, e inclusive la
posibilidad de proponer formas de compatibilizar ambas actividades en un mismo
territorio.
Dentro de los espacios de ruralidad metropolitana se pueden presentar relaciones
más articuladas entre las diferentes actividades económicas. La articulación
territorial identifica las diferentes formas en que interactúan las actividades
económicas dentro de un mismo territorio, revisando la manera en que el turismo
se relaciona con otras economías en un mismo espacio, y proponiendo métodos
de implementación que se articulen a las condiciones territoriales preexistentes
(Vera et al., 1997). Para que esto se presente, no solo deben identificarse las
interacciones; también se deben conectar las diferentes políticas públicas
asociadas con estos sectores, con el fin de regular las actividades en el territorio y
dar lineamientos que permitan conectar el turismo con otras formas de producción;
al tiempo que permita tomar decisiones desde consensos entre diferentes actores,
y los beneficios se repartan de manera más equilibrada a escala local (Betancourt
García, Viamontes Cardoso, & Torrens Amador, 2015).
La pluriactividad puede promover un turismo que se articule con actividades
rurales, y reduzca la incompatibilidad territorial. Existe el turismo rural en el que la
actividad turística se adapta a las actividades agropecuarias, manteniendo las
economías agrarias en el territorio; al tiempo que se desarrollan otros
40
equipamientos ligados al turismo. Esto permite que los habitantes urbanos realicen
actividades de ocio en zonas lejanas de su residencia habitual, especialmente con
la creciente motivación de buscar lugares descanso en áreas rurales (De Souza,
2012), al tiempo que se mantienen actividades agrarias en el territorio. En algunos
casos, se presenta como una modalidad denominada agroturismo, donde los
visitantes interactúan tanto con la comunidad local como con las prácticas
productivas desarrolladas volviéndose este atractivo el principal interés turístico.
Pero también existe un turismo en espacio rural, en donde se ofrecen diferentes
servicios para el turista en las parcelas rurales, centrados especialmente en el
hospedaje y en visitas de atractivos naturales; pero las poblaciones campesinas
realizan sus actividades agropecuarias de manera separada al turismo, sin que los
visitantes participen en dichas prácticas durante su estancia (Leonardi Bricalli,
2005).
Estas formas de turismo rural también se clasifican de acuerdo con los actores que
gestionan dichas actividades. De un lado, hay una gestión familiar donde las
familias campesinas se encargan directamente de desarrollar la actividad turística;
es el mismo núcleo familiar el encargado de la presentación de los atractivos
naturales y culturales, el mantenimiento de las instalaciones, y de desarrollar las
actividades agropecuarias existentes. En el otro extremo, existe una gestión
empresarial en la cual los propietarios de los establecimientos turísticos no viven
dentro de ellos, y tiene contratada a toda la mano de obra, que reside normalmente
en sectores rurales aledaños al establecimiento. Esto ha permitido la creación de
nuevos empleos por dicha actividad, pero suelen ser emplazamientos de poca
interacción con las dinámicas rurales del territorio, centrándose meramente en el
turismo de recreación asociado a balnearios (Leonardi Bricalli, 2005). También se
pueden presentar casos mixtos, en donde instalaciones de turismo rural presentan
características de modelo de gestión tanto familiar como empresarial. Debe tenerse
en cuenta si cada tipo de gestión permite articular lo rural con lo turístico dentro del
territorio; o por el contrario, termina generando nuevas formas de incompatibilidad
por su poca relación con las dinámicas rurales.
41
Identificar las formas de articulación territorial podría reducir la incompatibilidad
territorial entre el turismo metropolitano y las actividades agrarias en la ruralidad
metropolitana, buscando alternativas en las que ambas actividades puedan
relacionarse entre sí, y se mitiguen los impactos negativos producidos por dicha
interacción (Vera et al., 1997). Además, la promoción de procesos de asociatividad
rural mejoraría las condiciones productivas de las economías agropecuarias y las
condiciones sociales de los habitantes rurales, para la permanencia de estas
sociedades en sus territorios (Basanta Fernández, 2012; Bendini & Steimbreger,
2011), aprovechando los beneficios que se puedan producir por la influencia
metropolitana. Para lograr ello, se deben identificar las potencialidades de los
territorios con respecto a sus condiciones socioeconómicas y físico-bióticas, con el
fin de analizar las discrepancias entre el uso real del suelo y las actividades que
potencialmente se desarrollarían en un territorio; de esta manera, se pueden
reconocer las incompatibilidades territoriales existentes.
1.3.2 Potencial del territorio para el uso del suelo
Existen diferentes características particulares que facilitan el desarrollo de ciertas
actividades económicas dentro de un territorio en particular, y la identificación de
estas permite reconocer actividades económicas que tendrían un mayor potencial
de ser realizadas según las características socioeconómicas y biofísicas del
territorio, y establecer una vocación territorial; además de promover una mayor
articulación de actividades acorde con estas condiciones. Mikery Gutiérrez &
Pérez-Vazquez (2014) presentan diferentes términos para representar esta
caracterización, como la aptitud del territorio, la cual identifica las vocaciones
existentes dentro de un área de interés, resultado de las interacciones existentes
entre factores socioeconómicos y biofísicos, a través de los cuales se proponen
posibles usos adecuados para realizar dentro de un espacio específico. También
se puede establecer un potencial del territorio, referido a “la capacidad o aptitud de
éste para desarrollar actividades dada las cualidades que se posee en sus
diferentes dimensiones” (Mikery Gutiérrez & Pérez-Vazquez, 2014, p. 1733), de
modo que permita establecer usos prioritarios a desarrollar en el territorio.
42
El término potencial no se refiere solamente al territorio de manera global, sino que
permite el análisis de una sola dimensión o un grupo específico de dimensiones
biofísicas o socioeconómicas. Por ejemplo, existe un potencial natural el cual revisa
las aptitudes naturales presentes en una zona, a través de la definición de unidades
de paisaje basadas en los elementos físico-bióticos existentes. También se puede
analizar el potencial turístico a partir de las características naturales y sociales
existentes en una porción del espacio; la suma de ellas establecerá unas
condiciones tanto objetivas como subjetivas para el desarrollo de actividades
turísticas, tomando en cuenta los aspectos existentes y las posibilidades a futuro
de este desarrollo, de acuerdo con la capacidad para su realización (Iatu & Bulai,
2011; Mikery Gutiérrez & Pérez-Vazquez, 2014).
La identificación de estos tipos de potenciales ayuda a reconocer condiciones de
incompatibilidad entre actividades rurales y del turismo metropolitano, si se retoma
que dentro del territorio se presentan divergencias entre las diferentes vocaciones
o usos potenciales a los cuales se puede destinar un territorio con respecto al uso
actual del suelo, que no necesariamente coincide con el potencial del territorio
(Echeverri Perico, 1998). Un ejemplo de este problema sería precisamente los
desarrollos inmobiliarios asociados al turismo que se van construyendo sobre áreas
con condiciones agrológicas adecuadas para economías agrarias, y en las que
históricamente las comunidades rurales se dedicaban a actividades de este tipo;
por lo cual no se aprovecha el potencial del territorio en una actividad económica
ligada a su vocación.
Por otro lado, debido a que se puede identificar el potencial del territorio para
actividades económicas específicas, como la agricultura o el turismo (Mikery
Gutiérrez & Pérez-Vazquez, 2014), la identificación de diferentes potenciales
dentro de un mismo territorio puede producir conflictos en la definición del uso más
adecuado para desarrollar y convertirse en un factor de incompatibilidad, debido a
que las condiciones de un espacio pueden ser adecuadas para el desarrollo de
más de una actividad económica, especialmente si las vocaciones para dos o más
actividades están presentes dentro de un mismo sitio (Vera et al., 1997). Esto
43
complejiza definir cuál sería el tipo de actividades que se permitiría desarrollar
dentro del territorio, dependiendo de otros factores asociados a la rentabilidad
económica o aspectos establecidos por la administración pública de los municipios.
Aun así, se pueden desarrollar mediciones de potencial del territorio que
identifiquen el desarrollo de actividades económicas en conjunto.
Por lo tanto, este potencial se aplica a diferentes aspectos específicos, incluyendo
a los ámbitos presentes en el territorio más relacionados con las dinámicas rurales.
De hecho, Mikery Gutiérrez, Pérez-Vázquez, Piñar Álvarez, García Albarado, &
Asiain Hoyos (2014) proponen la existencia de un potencial agroturístico, en el cual
ambas actividades se realizan de manera conjunta en un mismo territorio;
considerando que el agroturismo permite desarrollar actividades primarias ligadas
a la agricultura junto con actividades terciarias relacionadas con el turismo en un
mismo espacio (Leonardi Bricalli, 2005). Para su elaboración, se debe conocer los
recursos disponibles en el territorio, como los elementos físico-bióticos, los cuales
condicionan el tipo de actividades agrícolas que pueden realizarse en la zona de
interés al tiempo que permite identificar posibles atractivos turísticos naturales.
También deben considerarse las prácticas productivas y culturales de los
campesinos, las cuales condicionan este potencial ya sea por su posibilidad de ser
un nuevo atractivo para el turista, como por la disponibilidad de otros servicios
asociados al alojamiento, la alimentación u otras actividades recreativas. Esto se
establece teniendo en cuenta las preferencias de los turistas, pero también debe
darse especial relevancia a las perspectivas de los habitantes locales sobre dicha
actividad.
Por lo tanto, se contempla la existencia de una capacidad de acogida del territorio,
entendida como un indicador para reconocer la aptitud del territorio con respecto a
cuál es el mejor uso que podría realizarse dentro de un territorio, o inclusive
considerando albergar diferentes tipos de uso de diversa índole, de acuerdo a las
condiciones de la zona que satisfacen los requerimientos de localización de alguna
actividad, y los impactos generados por la misma (Henríquez Ruiz & Qüense
Abarzúa, 2010; Ríos Gallego, 2014). Se espera encontrar una mayor
44
compatibilidad entre los usos considerados aptos para realizar en el territorio con
una mayor conservación de las condiciones del medio; de modo que las actividades
económicas de una zona permitan producir beneficios para el humano sin que se
produzcan altos impactos sobre lo ya existente, o al menos se propongan
estrategias de mitigación.
Con respecto a la integración entre actividades turísticas y dinámicas rurales, se
deben identificar las condiciones naturales y socioeconómicas que permiten el
desarrollo de las actividades agropecuarias (Henríquez Ruiz & Qüense Abarzúa,
2010), para proteger los sectores donde existen actividades agrarias o cuentan con
el potencial de territorio para su realización. Se comienzan a identificar tipologías
de turismo que coexistan de manera más armónica con dichas actividades, o se
ubiquen en áreas de mayor potencial para el turismo; y en donde los conflictos por
ocupación del suelo con otras actividades rurales sean más mitigables (Vera et al.,
1997), para no desaprovechar suelos con alto potencial para la producción
alimentaria. Igualmente, la identificación de diferentes alternativas económicas a
partir de la identificación del potencial del territorio, por medio del reconocimiento
de la capacidad de acogida, permitiría reducir la incompatibilidad territorial entre las
dinámicas rurales más tradicionales y el turismo metropolitano.
45
2. Metodología
2.1 Descripción del área de estudio
Para el desarrollo de la investigación se recolectó información relacionada con
características físico-bióticas y socioeconómicas del área de estudio, compuesta
por la región de Girardot, Cundinamarca, para reconocer transformaciones en sus
actividades agropecuarias y turísticas. Esta área está propuesta como una
aglomeración urbana dentro del documento CONPES 3819, que presenta el
sistema de ciudades para Colombia (Departamento Nacional de Planeación, 2014).
Se eligieron los municipios que conforman dicha aglomeración, Girardot, Ricaurte
y Flandes, como referente empírico para esta investigación. Los dos primeros se
localizan en el suroccidente del departamento de Cundinamarca, y el tercero en el
oriente del departamento de Tolima (Figura 1).
Figura 1: Municipios y veredas que conforman el área de estudio de la investigación. Fuente: Elaboración propia a partir de bases de datos geográficas del DANE (2005).
46
Se escogieron estos municipios debido a su cercanía entre sí, a que mantienen
condiciones bio-físicas y socioeconómicas similares, y porque en los tres se
presenta un aumento de áreas de vivienda y ocio asociado al turismo de balnearios,
influenciado por la llegada de turistas provenientes de Bogotá en fines de semana
o época de vacaciones. La mayoría de las variables se revisaron en las veredas
más cercanas a las cabeceras municipales, que son más propensas a verse
afectadas por la transformación del suelo rural a urbano (Tabla 1). Como
excepción, los datos de producción agropecuaria se presentan solo a nivel
municipal, debido a que no cuentan con un nivel de desagregación a nivel veredal.
Tabla 1. Veredas seleccionadas dentro del área de estudio para levantamiento de
usos del suelo.
Fuente: elaboración propia a partir de bases de datos de DANE (2005).
2.2 Identificación de cambios en las actividades agropecuarias
Definida el área de estudio, se revisaron sus características físico-bióticas y
dinámicas de cambio en los usos del suelo durante las últimas décadas,
identificando zonas que presentaban actividades rurales, zonas urbanas o áreas
turísticas. Esto define un primer nivel de revisión de las transformaciones
territoriales resultantes por los cambios de la actividad rural a la turística (Gómez
Moreno, 1983). Para su desarrollo, se revisaron fuentes secundarias para
Municipio Vereda Área ha.
Girardot
Zona urbana 2.104
Guabinal Plan 1.410
Aguablanca 917
Santa Helena 1.092
Potrerillo 1.202
Ricaurte
Zona urbana 1.306
El Paso 178
La Virginia 461
Limoncitos 568
Tetilla 1.656
Manuel del Sur 1.320
Flandes
Zona urbana 616
El Topacio 608
Paradero 1 3.008
47
caracterizar las condiciones físico-bióticas del área de estudio, como también
anuarios estadísticos que detallaran las actividades rurales realizadas en diferentes
años, comparando los cambios en la producción agropecuaria en los años 1991,
1998, 2009 y 2016 tanto en extensión por hectáreas como en producción en
toneladas de productos agropecuarios.
Para revisar los cambios en el uso del suelo, se utilizaron imágenes satelitales
obtenidas por el sensor Landsat para los años 1991 y 2002; y del sensor Sentinel
2 para el año 2018. Se seleccionaron estos tres años tomando en cuenta la
disponibilidad de imágenes y la existencia de poca nubosidad sobre el área de
estudio, con el fin de tener un mayor detalle en el levantamiento de coberturas del
suelo. Asimismo, se eligieron estos años con el fin de obtener un mayor rango
temporal que permitiera reconocer si se produjeron cambios en las coberturas de
interés dentro del estudio.
En el levantamiento de coberturas se utilizó la metodología CORINE Land cover.
En esta se propone la clasificación “de la cubierta biofísica [o cobertura] de la
superficie de la tierra a partir de la interpretación visual de imágenes de satélite
asistida por computador y la generación de una base de datos geográfica” (IDEAM,
2010, p. 9), adaptada a las condiciones del territorio colombiano. Dado que esta
propuesta basa su interpretación tanto en las características de la cobertura
biofísica como en el uso del suelo, se reclasificaron las coberturas obtenidas al
tercer nivel propuesto en esta metodología, en siete usos del suelo y dos
coberturas, con el fin de simplificar los datos obtenidos y facilitar la comparación
entre variables (Tabla 2). Como resultado, se obtuvo la zonificación por usos del
suelo de los años 1991, 2002 y 2018 desde las coberturas de la tierra identificadas.
Estos cambios se complementan con un análisis de los cambios en la producción
agropecuaria enlistadas dentro de los anuarios, comparando si se existen
tendencias similares entre ambas variables.
48
Tabla 2. Reclasificación de coberturas de la tierra identificadas por CORINE Land
Cover a usos del suelo.
Uso del suelo Descripción Códigos
reclasificados
Zonas urbanas Tejidos urbanos continuos o discontinuos y zonas verdes urbanas.
111, 112, 141
Industria, comercio e infraestructura
Instalaciones destinadas a industria, comercio o servicios sociales de gran extensión o no incluidas en tejidos urbanos. Incluye autopistas y aeropuertos.
121, 122, 124
Minería Zonas de extracción minera 131
Turismo Instalaciones recreativas y zonas destinadas a actividades de ocio o segunda vivienda.
142
Agrícola Coberturas asociadas a actividades agrícolas, incluyendo cultivos transitorios o permanentes.
211, 212, 222, 223, 241, 245
Pecuario Coberturas asociadas a actividades pecuarias, principalmente coberturas de pastos.
231, 232, 233, 244
Áreas agropecuarias heterogéneas
Coberturas de mosaicos en donde existen al tiempo usos agrícolas (cultivos) y usos pecuarios (pastos).
242, 243
Cobertura Descripción Códigos
reclasificados
Bosques y áreas naturales
Coberturas asociadas a zonas de origen natural, incluyendo bosques, herbazales o tierras desnudas.
313, 314, 321, 322, 323, 332, 333
Cuerpos de agua Cauces de ríos u otros cuerpos de agua. 413, 511
Sin información Zonas cubiertas por nubes, sin posibilidad de identificar la cobertura existente.
99
Fuente: Elaboración propia a partir de IDEAM, 2010.
2.3 Evaluación multicriterio y evaluación multiobjetivo
Con la información anterior, se reconocieron los cambios en las condiciones
agropecuarias de la región, los cuales sirvieron de base para identificar las
incompatibilidades existentes entre las actividades rurales y los usos turísticos,
junto con las afectaciones generadas sobre las dinámicas rurales en el territorio
(Gascón, 2016; Gómez Moreno, 1983). Para ello, se propuso la elaboración de dos
evaluaciones multicriterio y una evaluación multiobjetivo que permitieron identificar
las áreas con aptitud territorial adecuada para realizar actividades agropecuarias y
turísticas; así como identificar el conflicto por usos del suelo existente entre ambas,
a partir de algunas condiciones biofísicas y socioeconómicas existentes. Los
resultados de estas evaluaciones señalan los sectores con mayor potencial del
49
territorio para desarrollar las dos actividades e identificar los diferentes niveles de
incompatibilidad existentes. Estos resultados sirvieron de base para proponer
actividades económicas más adecuadas a realizar en el territorio estudiado (Mikery
Gutiérrez & Pérez-Vazquez, 2014; Sanabria Artunduaga, 2010; Vera et al., 1997).
La evaluación multicriterio (EMC) se refiere a un conjunto de técnicas y
herramientas utilizadas dentro de la toma de decisiones con el fin de encontrar
alternativas a problemáticas presentes dentro de un espacio, a través de la
comparación de diferentes variables o criterios que permitan identificar áreas más
adecuadas para el desarrollo de una actividad o la resolución de un problema, que
es identificado dentro de un objetivo. Se apoya en el uso de Sistemas de
Información Geográfica (SIG) para el manejo de información espacial (Ceballos-
Silva & López-Blanco, 2003; Malczewski & Rinner, 2015). Una de las aplicaciones
de estas técnicas es identificar las actividades económicas más adecuadas que
deberían realizarse dentro de un territorio específico, analizando las condiciones
existentes en el territorio y los usos que podrían desarrollarse de acuerdo con estas
características. Esta evaluación puede aplicarse para identificar la localización de
varios usos, interesándose por la resolución de varios objetivos o para un solo uso
(Sanabria Artunduaga, 2010). Para esta etapa de la investigación se utilizaron
ambos enfoques, aspecto que será detallado más adelante.
Si bien existen diferentes métodos para desarrollar una EMC, una de las técnicas
más utilizadas es la Suma Lineal Ponderada, clasificada como un método
compensatorio aditivo porque debe establecer un peso de ponderación a cada
criterio valorado de manera numérica; el mayor valor obtenido indique la alternativa
y el lugar más adecuado para el objetivo de estudio (Ríos Gallego, 2014). Este
método consiste en multiplicar el valor obtenido en cada criterio con un peso de
ponderación asignado, y luego sumar los productos obtenidos de todos los criterios
elegidos. En el SIG, se produce una capa ráster en donde cada celda contiene el
valor de la suma obtenida por este método, de manera que los valores más altos
localizan las áreas más aptas para el objetivo (Henríquez Ruiz & Qüense Abarzúa,
2010; Santé-Riveira, Crecente-Maseda, & Miranda-Barrós, 2008).
50
Para la definición de ponderaciones se elabora una matriz de comparación que
contrasta entre sí los criterios seleccionados, la cantidad de filas y columnas será
igual a la cantidad de criterios a revisar, comparando la importancia de cada uno
de los factores con respecto a los demás. La matriz se califica con valores entre 1
a 9 y entre 1/2 a 1/9, siendo 9 cuando el criterio de una fila es de mayor importancia
respecto al de la columna, y 1/9 cuando el criterio de la fila es de menor importancia;
si ambos criterios se consideran igual de importantes, se les asigna el valor 1
(Ceballos-Silva & López-Blanco, 2003; Henríquez Ruiz & Qüense Abarzúa, 2010).
Los resultados de esta matriz deben ser normalizados para poder definir los valores
de ponderación, por lo cual se deben dividir los valores de la matriz por la suma de
la columna en la que el valor se encuentre; después, se deberá sacar el promedio
de los valores obtenidos en el paso anterior para cada una de las filas de la matriz.
El resultado de este promedio por fila será el valor de ponderación de cada criterio,
y la suma de todos los valores de ponderación deberá ser igual a 1 o 100%
(Malczewski & Rinner, 2015).
Para definir la escala de medición de la evaluación, se tomaron ochos variables
que permitieron identificar las áreas con mayor potencial para el desarrollo de
actividades agrarias en el área de Girardot. Todas las variables se estandarizaron
con una clasificación de 1 a 5, siendo 5 las características de cada variable que
son más adecuadas para el desarrollo de lo agropecuario y 1 las que menos
satisfacen esta aptitud. Todos los archivos utilizados dentro de estos criterios
debían ser representados en formato ráster; debido a que varios se presentaban
como archivo vector, fue necesario convertirlos a ráster para procesar la suma
lineal ponderada dentro del SIG. Dado que la información de uso del suelo se
levantó a escala 1:50.000, el tamaño de pixel adecuado para el trabajo se calcula
multiplicando el número de escala por el factor de Precisión de Localización
Máxima, o Maximum Location Accuracy en inglés, el cual equivale a un valor de
0,00024 dentro de la fórmula (Hengl, 2006). De acuerdo con esto, el tamaño de
pixel utilizados en todos los archivos fue de 12x12.
51
Para la revisión de los criterios utilizados se elaboraron dos evaluaciones
multicriterio. La primera permitió identificar la capacidad de acogida para
actividades agropecuarias dentro del área de estudio, identificando las áreas más
idóneas para el desarrollo de actividades agrícolas y pecuarias en las veredas
seleccionadas (Sanabria Artunduaga, 2010). Los criterios utilizados para esta
medición fueron la clasificación del suelo por capacidad agrológica, la distancia a
fuentes hídricas como indicador de disponibilidad de agua, la distancia a vías como
medida de accesibilidad y el tamaño de los predios en el área rural2. La segunda
evaluación se centró en identificar áreas con mayor amenaza para las actividades
agropecuaria por aptitud turística, que tuvo por objetivo identificar las zonas con
condiciones más aptas para el desarrollo de turismo metropolitano y que pueden
amenazar o desplazar a futuro las actividades agropecuarias existentes (Madrid
Restrepo et al., 2017). Como criterios de evaluación se utilizaron las coberturas
terrestres para el año 2018, el precio del suelo por metro cuadrado, la distancia a
las vías también como factor de accesibilidad y la pendiente del terreno en grados
de inclinación.
Con los resultados obtenidos de ambas evaluaciones, se elaboró una Evaluación
multiobjetivo (EMO) que permitiera comparar ambos escenarios y localizar las
áreas con incompatibilidad territorial entre la actividad agropecuaria y el turismo
metropolitano. Esta evaluación es una técnica que permite “la consideración de
múltiples objetivos para soportar adecuadamente cualquier proceso de toma de
decisiones” (Ríos Gallego, 2014, p. 34); de manera que compara los valores de
aptitud de los diferentes objetivos revisados por medios de EMC, y desde estas
combinaciones propone alternativas para la toma de decisiones, en este caso
relacionadas con la localización de actividades económicas en el territorio
(Henríquez Ruiz & Qüense Abarzúa, 2010). Para este trabajo, el desarrollo de una
EMO permitió conocer las áreas en las cuales se presentan conflictos entre las
2 Para esta evaluación no se tomó como criterio la pendiente del terreno, considerando que la clasificación del suelo por capacidad agrológica ya tiene implícito este atributo dentro de su evaluación (Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 2004).
52
actividades agropecuarios y el turismo metropolitano dentro del área de estudio,
clasificándolos en diferentes niveles de conflicto sobre los cuales se proponen
lineamientos con respecto a los usos del suelo más adecuados a implementar.
En cuanto a los criterios utilizados, primero se explicarán los que componen la
evaluación de capacidad de acogida para actividades agropecuarias. El primero
fue la clasificación del suelo por capacidad agrológica, obtenido del estudio de
suelo realizados por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi para los
departamentos de Cundinamarca y Tolima a escala 1:100.000 (Instituto Geográfico
Agustín Codazzi, 2000, 2004); dado que este criterio no se pudo obtener a una
escala más detallada, se ajustó el tamaño de pixel en la transformación a archivo
ráster de acuerdo con la escala propuesta para el estudio. Esta variable clasifica
los suelos de acuerdo con sus condiciones físico-bióticas para identificar cuáles
son más aptos para desarrollar actividades agrícolas, pecuarias o de conservación.
Se divide en ocho clases de suelo enumeradas en número romanos, siendo la clase
I el suelo con mayor soporte para actividades agrícolas y la clase VIII los no aptos
para este tipo de usos, por lo que deberían destinarse para conservación forestal y
ambiental (Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 2004). Debido a que la cartografía
se encontró separada por departamento, se extrajo la información del área de
estudio por departamento y después se unió para generar una sola capa de
capacidad agrológica; posteriormente, se transformó el archivo a formato ráster. En
cuanto a los criterios, los suelos de clase II y III se calificaron con un puntaje de 5
al ser los más aptos de la zona para realizar actividades agropecuarias; y los de
clase VIII o cubiertos con zonas urbanas se puntuaron con 1 (Tabla 3).
El segundo criterio fue la distancia en metros a fuentes de agua, utilizado como
característica para identificar la disponibilidad del recurso hídrico para el desarrollo
de actividades agropecuarias. De acuerdo con Akpoti, Kabo-bah, & Zwart (2019),
se considera necesario conocer la disponibilidad de agua para la agricultura y otras
economías agrarias, con el fin de evaluar el desarrollo de sistemas de irrigación, el
mantenimiento de las actividades pecuarias y el manejo de cuencas afectadas por
este tipo de economías agrarias. Es necesaria la cercanía a fuentes hídricas que
53
estén presentes como cuerpos de agua superficial, de manera que los productores
rurales puedan obtener el agua necesaria tanto para la irrigación de cultivos como
para el mantenimiento de especies animales. Si bien el acceso al recurso hídrico
también se ve afectado por la pendiente sobre la cual se ubica el predio respecto
al cuerpo de agua, esta variable de inclinación está incluida dentro de las
características de la capacidad agrológica, mencionada anteriormente; por ende,
la pendiente quedaría evaluada bajo este criterio.
Para la clasificación de este criterio, la aptitud se va reduciendo conforme sea
mayor la distancia a algún río, quebrada u otro drenaje permanente. Si bien las
áreas menores a 30 metros de distancia a cuerpos de agua deben ser delimitadas
como rondas de protección ambiental, de acuerdo con el Decreto Ley 2811 de 1974
(Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, 2014), por generalización
cartográfica se incluirán todas las áreas a más de 200 metros de distancia a una
fuente hídrica dentro de la calificación de mayor valor. Para la revisión de este
criterio, se obtuvieron los drenajes sencillos permanentes de bases cartográficas
del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019a) a escala 1:25000. Se calculó la
distancia euclidiana desde dichos cuerpos de agua, generando un archivo ráster
que representaba la distancia de cada píxel con respecto a los cauces
permanentes; el tamaño del píxel se ajustó acorde con la escala propuesta para el
trabajo. La calificación del criterio se realizó de manera que la valoración fuera
menor conforme el píxel estuviera más alejado de los drenajes (Tabla 3).
El tercer criterio fue la distancia a las vías de la región. El acceso de los predios a
la red vial permite identificar áreas que están mejor conectadas a otros servicios de
la región y de otras ciudades, facilitando la comercialización de productos a través
de las vías para su transporte; se consiguen mayores oportunidades y servicios
para los predios rurales al estar conectados con otros lugares (Ubilla-Bravo, 2017).
Para elaborar este criterio, se obtuvo el trazado vial de la región de las bases de
datos geográficas del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019a), utilizando tanto
vías pavimentadas y sin pavimentar existentes. A partir de este archivo, se calculó
la distancia euclidiana desde las vías, generando un archivo ráster que
54
representaba la distancia de cada píxel con respecto al sistema vial. La calificación
del criterio se realizó de manera que la valoración fuera menor conforme el píxel
tuviera mayor distancia a alguna de las carreteras (Tabla 3).
Por último, se revisó el tamaño de los predios del área rural de los municipios. El
tamaño de los predios permite identificar el espacio disponible de las fincas para
que cada propietario pueda desarrollar actividades agropecuarias. Para establecer
su valoración, se utilizó el concepto de Unidad Agrícola Familiar (UAF), definida
como una empresa básica de producción agropecuaria en la que su extensión
ayuda a las familias campesinas a obtener ingresos remunerados, generando un
excedente que forme un patrimonio a partir de la explotación de su predio por parte
del propietario y su familia (Congreso de Colombia, 1994). Para la calificación de
este criterio se revisó el tamaño de la UAF en los municipios de estudio; sin
embargo los tamaños de estas unidades son distintos por departamento, de
manera que en Ricaurte y Girardot se encuentra entre 20 a 35 hectáreas, mientras
que en Flandes puede ser de 10 a 16 hectáreas si es principalmente agrícola o de
27 a 37 hectáreas si se destina para ganadería (Instituto Colombiano de la Reforma
Agraria, 1996). Por consiguiente, se generalizaron estos datos y se calificaron con
el valor 4 los predios con una extensión entre 10 a 20 hectáreas, y con 5 los que
tuvieran más de 20 hectáreas, al tener un tamaño igual o mayor a la UAF
establecida para los municipios de estudio. Los demás predios se calificaron con
1, debido a que tienen un área menor a la establecida por la UAF (Tabla 3).
En relación con la elaboración de la EMC para la amenaza a las actividades
agropecuarias a causa de la aptitud turística, su elaboración se realizó con los
siguientes criterios. El primero fue la clasificación de coberturas terrestres,
retomando la clasificación de coberturas de la tierra en metodología CORINE Land
Cover elaborada anteriormente con el análisis de imágenes satelitales (Tabla 2).
Esta variable se tomó con el fin de identificar las coberturas con actividades que
presentan actualmente formas de turismo metropolitano o que podrían a futuro
verse afectadas por esta actividad. Las coberturas asociadas a territorios
artificializados se consideran las más adecuadas para el desarrollo del turismo
55
metropolitano, porque actualmente presentan procesos de urbanización y áreas
destinadas a instalaciones turísticas (IDEAM, 2010) y se continuarán realizando
dichas actividades dentro de ellos. También se incluyen las zonas de pastos dentro
de esta calificación, debido a que son coberturas más vulnerables para presentar
procesos de urbanización a futuro.
Tabla 3. Criterios para la evaluación multicriterio de la capacidad de acogida para
actividades agropecuarias.
Calificación Capacidad agrológica del suelo
Distancia a fuentes hídricas
en m.
Distancia a vías en m.
Tamaño del predio en ha.
5 II, III Menos de 200 Menos de
200 Más de 20
4 IV 200 a 500 200 a 500 10 a 20
3 VI 500 a 750 500 a 1.000 -
2 VII 750 a 1.000 1.000 a 2.000
-
1 VIII, ZU Más de 1.000 Más de 2.000
Menos de 10
Fuente: Elaboración propia a partir de (Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 2000, 2004)
Por el contrario, las coberturas asociadas a bosques o áreas naturales se
calificaron con el valor más bajo, al ser poco aptas para la construcción de
edificaciones o grandes instalaciones turísticas, siendo aconsejable su destinación
para protección ambiental o promoción de actividades ecoturísticas (Tabla 4). En
cuanto a los cultivos, estos se calificaron con 3, debido a que no son las coberturas
más adecuadas para continuar el desarrollo de segundas residencias o
parcelaciones, pero son vulnerables a que se realicen desarrollos turísticos sobre
ellos. Sin embargo, si se elaboraran propuestas de agroturismo en los municipios,
este tipo de coberturas también podría ser aprovechado como atractivo turístico
(Leonardi Bricalli, 2005).
Otro criterio utilizado fue el precio del suelo por metro cuadrado. Esta variable
identifica la variación del valor del suelo en diferentes partes del territorio, asociado
a otras características como la cercanía a vías, a centros poblados o
56
equipamientos, que influyen en la valorización de los predios (Kumar & Shaikh,
2013). Esto influye en la localización de futuros desarrollos inmobiliarios en áreas
con una mayor valorización, desplazando a las poblaciones locales preexistentes.
Para identificar este criterio, se revisó el precio del suelo en diferentes puntos de la
región por medio de fuentes secundarias; concretamente, se encontró el precio por
metro cuadrado de 59 puntos entre las áreas urbanas y las veredas de estudio
revisando diferentes buscadores para la venta de inmuebles, incluyendo
apartamentos, casas, lotes o fincas. De cada uno se calculó el precio del metro
cuadrado y se georreferenció su localización.
A partir de los puntos obtenidos, se realizó una interpolación a través de la
herramienta IDW para obtener un valor aproximado de precios que cubriera toda el
área de estudio. Se eligió este método porque permite establecer los valores de
una celda a partir de unos puntos de muestra, representados en este caso por el
precio del suelo, por medio de la combinación lineal ponderada de estos; de
manera que los puntos más lejanos tienen una menor influencia con respecto a los
que estén más cercanos entre sí (Esri, 2016), lo cual permite tener una
aproximación respecto a donde se concentran los puntos con un mayor precio
dentro del área de estudio. Los valores de calificación se clasificaron a partir del
método de cortes naturales aplicado a la capa de interpolación, calificando con un
mayor puntaje a los que presentan un precio del suelo más alto (Tabla 4) y por
ende los que presentan una amenaza alta para las economías agrarias.
El tercer criterio utilizado fue la accesibilidad vial. Esta variable se vuelve a utilizar
dentro de la segunda evaluación multicriterio porque la cercanía a las vías influye
en la localización de actividades turísticas y desarrollos inmobiliarios asociados,
con el fin de facilitar su conexión a otros equipamientos y con los lugares de origen
de los turistas; de manera que existe una aptitud turística alta conforme exista
cercanía a alguna carretera (Kumar & Shaikh, 2013). Para la evaluación de este
criterio se partió de la misma capa de distancia euclidiana a vías elaborada para la
EMC de capacidad de acogida para actividades agropecuarias y el método de
valoración se mantuvo similar, de manera que la calificación para esta aptitud es
57
más alta conforme más cerca se encuentra la carretera. Sin embargo, los rangos
de calificación se modificaron para este objetivo, debido que las actividades
turísticas necesitan una mayor cercanía a las vías con respecto a las agrarias
(Tabla 4); haciendo que la amplitud de los rangos fuera menor. Cabe resaltar que,
si bien pueden presentarse obstáculos que dificultan la accesibilidad entre los
predios y las vías, como parches de bosque o cuerpos de agua, dentro del área de
estudio no se encontraron este tipo de problemáticas; esto es en parte a que no se
presentaban o porque varios cuerpos de agua son angostos, por lo que los predios
suelen estar conectados a las vías por medio de puentes cortos.
Como último criterio, se elaboró una clasificación de pendiente del terreno medida
en grados de inclinación. La inclinación del terreno puede facilitar o dificultar la
construcción de desarrollos inmobiliarios turísticos; una pendiente muy inclinada
reduce las posibilidades de construcción por ser terrenos susceptibles a erosión
durante los procesos de construcción, incrementando los costos para su desarrollo
(Kumar & Shaikh, 2013). Asimismo, los terrenos con una baja pendiente reducen
los costos y, en asuntos técnicos, facilita el emplazamiento de dichas edificaciones.
Por lo tanto, se consideraron los terrenos con menores a 10° y 5° de pendiente
como los más aptos para el turismo metropolitano, siendo calificados con 4 y 5
respectivamente; mientras que los terrenos con más de 30° se valoraron como los
menos aptos para este tipo de actividad (Tabla 4). Este criterio se obtuvo a partir
de un modelo digital de elevación del satélite ALOS – PALSAR; a partir de dicho
modelo, se calculó la pendiente para el área de estudio.
58
Tabla 4. Clasificación de criterios para la evaluación multicriterio de amenaza a actividades agropecuarias por aptitud turística.
Calificación Coberturas de la
tierra (nivel 3) Precio del suelo
por m2. Distancia a vías en m.
Pendiente en grados
5 111, 112, 121, 122,
124, 141, 142 Más de
$2.000.000 Menos de 200 < 5
4 231, 232, 233 $1.200.000 - $2.000.000
200 a 450 5 - 10
3 211, 212, 222, 223,
241, 242, 333 $600.000 - $1.200.000
450 a 700 10 - 15
2 131, 243, 244, 245,
321, 332 $200.000 - $600.000
700 a 900 15 - 30
1 313, 314, 315, 323,
413, 511 Menos de $
200.000 Más de 900 > 30
Fuente: Elaboración propia a partir de IDEAM, 2010 e Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 2000, 2004.
Con la valoración de los criterios definida, se sobrepusieron las capas de las
variables para desarrollar ambas evaluaciones a través de una suma ponderada
realizada en el SIG. En esta herramienta se pusieron los datos de las variables
propuestas con los respectivos valores de calificación, y se agregaron los
porcentajes de ponderación obtenidos a partir de una matriz de comparación entre
los criterios evaluados (Tabla 5). La definición de los valores de ponderación se
realizó tomando como referencia clasificaciones y ponderaciones utilizadas en
otros estudios que aplicaron evaluaciones multicriterio, las cuales tenían como
objetivo identificar áreas aptas en actividades agropecuarias, zonas turísticas o
crecimientos urbano, y que utilizaron criterios de evaluación similares a los
mencionados anteriormente (Henríquez Ruiz & Qüense Abarzúa, 2010; Kumar &
Shaikh, 2013; Ríos Gallego, 2014; Santosh, Krishnaiah, & Deshbhandari, 2018).
El resultado fue una capa ráster del área de estudio para los dos objetivos
propuestos con una puntuación de 1 a 5. Para el ráster de capacidad de acogida
para actividades agropecuarias 5 equivale a las áreas como mayor aptitud para
realizar actividades agropecuarias, y 1 las zonas donde las condiciones no
presentan potencial para su desarrollo. Para el resultado de amenaza por aptitud
turística, 5 representa sectores donde la aptitud es muy alta para el desarrollo del
59
turismo y por ende podría entrar en conflicto con las actividades agrarias, y 1 señala
los sitios donde las condiciones son poco propicias para la extensión del turismo
metropolitano.
Tabla 5. Matriz de comparación entre criterios para evaluaciones multicriterio.
Ponderación capacidad de acogida para actividad agropecuaria
Criterios Capacidad agrológica
Acceso a fuentes hídricas
Distancia a vías
Tamaño predial
Ponderación
Capacidad agrológica
1 1/2 3 3 34%
Acceso a fuentes hídricas
2 1 2 1/3 27%
Distancia a vías 1/3 ½ 1 1/2 10%
Tamaño predial 1/3 3 2 1 29%
Ponderación amenaza por aptitud turística
Criterios Cobertura de la tierra
Precio del suelo
Distancia a vías
Pendiente Ponderación
Coberturas de la tierra
1 3 3 1/3 32%
Precio del suelo 1/3 1 2 2 26%
Distancia a vías 1/3 ½ 1 1/2 11%
Pendiente 3 ½ 2 1 31% Fuente: Elaboración propia con base en Malczewski & Rinner (2015).
Por último, se elaboró la EMO para identificar el conflicto existente entre la
capacidad de acogida para actividades agropecuarias y la amenaza por aptitud
turística. Desde este conflicto, se clasificaron las diferentes zonas del área de
estudio según el nivel de incompatibilidad entre actividades. Para definir estos
niveles, se elaboró una matriz en la cual se compararon las calificaciones de ambas
EMC, estableciendo una categorización en cinco niveles que caracteriza la
interacción entre las calificaciones de las evaluaciones multicriterio y la existencia
de incompatibilidades entre ambas actividades (Tabla 6). Cada combinación se
60
codificó con un número romano para indicar el nivel de conflicto existente (Márquez
Calle, 2000).
La clasificación de los diferentes niveles de incompatibilidad territorial dentro de
esta evaluación se realizó en las siguientes categorías:
• V – Incompatibilidad alta en áreas con aptitud alta para actividades
agropecuarias y turísticas: Identifica zonas con aptitud alta o muy alta para
las actividades turísticas y capacidad de acogida alta o muy alta para las
actividades agropecuarias, siendo las de mayor conflicto por ocupación del
suelo.
• IV – Incompatibilidad media en áreas con aptitud media para actividades
agropecuarias y turísticas: Representa los sectores con aptitud media para
las actividades turísticas y capacidad de acogida media para las actividades
agropecuarias.
• III – Incompatibilidad baja en áreas con aptitud alta solo para actividades
agropecuarias: Caracteriza las zonas con capacidad de acogida alta o muy
alta para actividades agropecuarias, y aptitud media, baja o muy baja para
las actividades turísticas.
• II – Incompatibilidad baja en áreas con aptitud alta solo para actividades
turísticas: Representa los sitios con aptitud alta o muy alta para actividades
turísticas, y capacidad de acogida media, baja o muy baja para actividades
agropecuarias.
• I – Incompatibilidad baja por aptitud baja para actividades agropecuarias y
turísticas: Identifica sectores con aptitud baja o muy baja para las actividades
turísticas y capacidad de acogida baja o muy baja para las actividades
agropecuarias, por lo que representan el menor conflicto por ocupación del
suelo.
61
Tabla 6. Matriz de niveles de incompatibilidad territorial para la evaluación multiobjetivo.
Amenaza por aptitud turística
5 4 3 2 1
Capacidad
de acogida
actividad
agropecuaria
5 V V III III III
4 V V III III III
3 II II IV IV IV
2 II II IV I I
1 II II IV I I
Fuente: Elaboración propia con base en Márquez Calle (2000).
Para identificar estas áreas dentro del SIG, se realizó una sobreposición
cartográfica de las capas resultantes de ambas evaluaciones multicriterio por medio
de la herramienta Combinación, obteniendo una nueva capa con todas las
clasificaciones posibles presentes dentro de la matriz. El resultado de este proceso
se reclasificó, asignando la codificación presentada en la Tabla 6 para clasificar los
diferentes niveles de conflicto existentes entre ambas actividades económicas.
62
3. Resultados
3.1 Cambios de las actividades agropecuarias y turísticas en la región de Girardot, Cundinamarca
Dentro del área de estudio se han identificado cambios con respecto a las
actividades económicas realizadas en diferentes épocas. Estas transformaciones
están asociadas a las características físico-bióticas del territorio que condicionan el
tipo de usos del suelo existentes; e igualmente están influenciadas por las
dinámicas que ha tomado el turismo y las economías agrarias en la zona. Por lo
tanto se presentarán estos aspectos, comenzando con la caracterización de las
condiciones físico-bióticas como base natural de la región de Girardot; y
posteriormente se mostrarán los cambios identificados en las coberturas del suelo
y la producción agropecuaria entre los años 1991 y 2018.
3.1.1 Condiciones físico-bióticas del área de estudio
Para presentar las características físico-bióticas de la región de Girardot, primero
se comenzará con sus principales características geológicas y geomorfológicas.
Dentro de estos municipios se presentan cuchillas con escarpes de inclinación alta
al costado oriental y occidental del área de estudio, resultado de fallas inversas y
de cabalgamiento existentes asociadas a los sistemas de fallas del Valle del Río
Magdalena y de Agua de Dios, que conforman este conjunto de zonas montañosas
paralelas con poca posibilidad para el desarrollo de actividades agrícolas de gran
extensión. En medio de las dos cuchillas se presenta un valle conformado por
terrazas aluviales compuestas de los depósitos aluviales del cuaternario de los ríos
Bogotá y Magdalena; área en la cual se están concentrando las actividades
agropecuarias, urbanas y turísticas de las zonas. En el municipio de Flandes se
presentan un relieve de valle bastante plano, conformado principalmente por el
abanico de Guamo, conformado principalmente de material volcánico; igualmente
se presentan depósitos aluviales del cuaternario en las orillas del río Magdalena.
Las rocas ubicadas hacia el departamento de Cundinamarca, dentro del área de
63
estudio, son principalmente sedimentarias; y están asociadas a las estribaciones
del flanco occidental de la cordillera oriental (INGEOMINAS, 2002; Instituto
Geográfico Agustín Codazzi, 2000).
En cuanto a las condiciones climáticas, toda el área de estudio se encuentra en la
zona de bosque seco tropical, de acuerdo con el sistema de clasificación de zonas
de vida de Holdridge; esta tiene una temperatura promedio mayor a 24 °C, una
precipitación anual promedio entre los 1000 y 2000 mm, y se localiza en altitudes
menores a los 1100 msnm. Comparando con datos climáticos específicos de los
municipios estudiados, toda el área se encuentra por debajo de los 600 msnm,
incluyendo sus áreas montañosas; sus cabeceras municipales tienen una
temperatura promedio de 27°C y una precipitación anual promedio de entre 1026 y
1100 mm, presentando un régimen de lluvias bimodal que se extiende entre los
meses de marzo-mayo y octubre-diciembre. Además, presenta una
evapotranspiración anual de 1600 mm, mayor al promedio de precipitaciones, lo
cual le da su característica de clima cálido y seco (Instituto Geográfico Agustín
Codazzi, 2000). Estas condiciones climáticas se vuelven uno de los principales
factores que genera atractivos para desarrollar un turismo de balnearios en la zona;
sin embargo, también permiten la producción de algunos productos agrícolas,
especialmente si esta condición se asocia con las características edafológicas
presentes.
Para caracterizar los suelos del área de estudio, se toma en cuenta la clasificación
de suelo por su capacidad de uso o capacidad agrológica que clasifica de uno a
ocho cada tipo de suelo, de acuerdo a las actividades agropecuarias más
adecuadas para realizar sobre los mismos; la clase I se refiere a los suelos más
fértiles y con mejores condiciones para la agricultura, y la clase VIII los que cuentan
con pocas condiciones para desarrollar agricultura o ganadería, y por ende deben
ser destinados para actividades protección y conservación (Instituto Geográfico
Agustín Codazzi, 2000). Para el área de estudio, los tipos de suelo de mayor
extensión son la clase II, ubicada sobre las veredas del municipio de Flandes, y la
clase III, localizada en la mayoría de las veredas de Ricaurte y Girardot (Figura 7).
64
Estos tipos de suelo se caracterizan por tener terrenos planos a ligeramente
inclinados, ser moderadamente profundos, bien drenados, y tener una fertilidad
moderada a alta; estas condiciones los vuelven muy aptos para desarrollar
actividades agrícolas intensivas, permitiendo el desarrollo de cultivos transitorios o
anuales, aunque también se pueden presentar ganadería. Están localizados
principalmente en las terrazas y depósitos aluviales asociadas a los valles del río
Bogotá y del río Magdalena; y cabe destacar que el municipio de Flandes se
localiza sobre un abanico conformado por materiales de origen ígneo, lo cual
facilitar que sus tierras sean las más fértiles de la zona, y por ello presenten una
alta aptitud para la agricultura.
Figura 2. Mapa de clasificación del suelo por capacidad de uso en el área de estudio.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2000, 2004).
65
En cuanto a las demás clases agrológicas, estas representan el 39,3% del área de
estudio (Tabla 7). De estas, se presentan algunos sectores de clase IV repartidas
en diferentes sectores de los tres municipios, con pendientes ligeras a fuertemente
inclinadas aledañas a los valles existentes; este tipo de suelo permite el desarrollo
de agricultura con algunas restricciones en las técnicas de cultivo, pero también
son suelos aptos para el desarrollo de ganadería semi-intensiva de manera
controlada. Los suelos de clase VI, VII y VIII se encuentran ubicados sobre
pendientes escarpadas con gradientes de inclinación iguales o mayores al 25%,
por lo cual se ubican en las cuchillas de origen estructural, localizadas a los
costados oriental y occidental del área de estudio. Estos suelos son poco aptos
para la agricultura y solamente la clase VI es apta para desarrollar algunos cultivos
forestales o para el desarrollo rentable de explotaciones ganaderas. Las demás
clases son poco aptas para actividades agropecuarias rentables, por lo que es
aconsejable que su uso se destine a actividades de protección forestal,
reforestación y conservación (Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 2000, 2004).
Tabla 7. Extensión por hectáreas de la clasificación del suelo por capacidad
agrológica en el área de estudio.
Clase agrológica
Extensión hectáreas
Porcentaje
II 3.557 21,8%
III 6.366 38,9%
IV 1.548 9,5%
VI 589 3,6%
VII 1.962 12,0%
VIII 927 5,7%
Zona urbana
1.403 8,6%
Total 16.352 100,0% Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2000, 2004).
66
3.1.2 Cambios en las coberturas terrestres
En la identificación de coberturas y su reclasificación a usos del suelo, se observa
diferentes transformaciones en las áreas destinadas tanto para actividades
agropecuarias como para el turismo, y de las zonas urbanas entre el periodo 1991
a 2018 (Tabla 8). Existe una reducción de las zonas con usos agrícolas y en áreas
heterogéneas con usos agropecuarios, pasando a representar del 26,8% al 9,1% y
del 11,8% al 7,5% respectivamente del área de estudio; se identifica la pérdida de
áreas destinadas a actividades agrícolas hacia otros usos del suelo. Por el
contrario, existe un aumento de las áreas destinadas a actividades pecuarias, del
17,1% al 25,8% del área de estudio, de manera que otras coberturas se han ido
transformando en pastizales utilizados para actividades ganaderas, especialmente
zonas en donde originalmente los usos eran ocupados por cultivos.
Por otra parte, la reducción de áreas agrícolas o agropecuarias heterogéneas no
se dio de la misma manera entre los periodos 1991-2002 y 2002-2018 (Figura 3,
Figura 4, Figura 5). El cambio en este tipo de coberturas fue mucho más
acentuado para el último periodo, por lo que su transformación hacia usos de tipo
pecuario, urbano o turístico se dio de manera más acelerada durante los últimos
años. Esto coincide con los crecimientos urbanos que se han expandido hacia las
zonas de cultivo más cercanas a las cabeceras municipales; y también evidencia
la desincentivación de actividades agrícolas, las cuales son menos rentables frente
a otras actividades y, por ende, la población local está dejando de practicarlas.
67
Figura 3. Mapa de usos del suelo en el área de estudio para el año 1991. Fuente: Elaboración propia a partir de imágenes satelitales Landsat para el año 1991.
Por otro lado, las zonas urbanas y de turismo han aumentado entre los tres años
revisados. Ha habido procesos de expansión urbana relacionados con actividades
turísticas, como hoteles, condominios o conjuntos residenciales para segunda
vivienda; pero también se puede estar presentándose expansión de estas zonas
debido a otros procesos urbanos. En los usos clasificados como zonas urbanas, se
puede dificultar la diferenciación en zonas destinadas a usos turísticos de zonas
residenciales para la población local; de modo que las áreas de expansión de esta
coberturas pueden estar asociadas a instalaciones meramente turísticas, a
proyectos inmobiliarios que cumplen una doble función de segunda vivienda o de
residencia permanente para personas oriundas de Girardot, o inclusive son
resultado de crecimientos urbanos asociados a nuevos asentamientos formales o
informales destinados exclusivamente a la población local. El tercer caso no será
revisado, por no ser objeto central del estudio.
68
Figura 4. Mapa de usos del suelo en el área de estudio para el año 2002. Fuente: Elaboración propia a partir de imágenes satelitales Landsat para el año 2002.
Figura 5. Mapa de usos del suelo en el área de estudio para el año 2018. Fuente: Elaboración propia a partir de imágenes satelitales Sentinel 2 para el año 2018.
Tabla 8. Área en hectáreas y porcentaje de participación de los usos del suelo en el área de estudio, años 1991, 2002 y 2018.
Fuente: Elaboración propia a partir de imágenes satelitales Landsat para los años 1991 y 2002, y Sentinel 2 para el año 2018.
Uso/Cobertura 1991 2002 2018
Cambio área entre 1991 y 2002
Cambio área entre 2002 y 2018
Área Porcentaje Área Porcentaje Área Porcentaje Área Porcentaje Área Porcentaje
Agrícola 5.232 31,8% 4.531 27,6% 2.286 13,9% - 701 - 13,4% - 2.245 - 49,5%
Áreas agropecuarias heterogéneas
2.084 12,7% 2.043 12,4% 1.340 8,1% - 41 - 2% - 703 - 34,4%
Bosques y áreas naturales
4.014 24,4% 4.135 25,1% 5.005 30,4% + 121 + 3% +870 + 21%
Cuerpos de agua 392 2,4% 384 2,3% 352 2,1% - 8 - 2% - 32 - 8,3%
Industria, comercio e infraestructura
74 0,4% 92 0,6% 168 1,0% + 18 + 24,3% + 76 + 82,6%
Minería 11 0,1% 8 0,0% 38 0,2% - 3 - 27,3% + 30 + 375%
Pecuario 2.630 16,0% 3.204 19,5% 4.255 25,9% + 574 + 21,8% + 1051 + 32,8%
Turismo 568 3,5% 928 5,6% 1.371 8,3% + 360 + 63,4% +443 + 47,7%
Zonas urbanas 874 5,3% 1.120 6,8% 1.631 9,9% + 246 + 28,1 % +511 + 45,6%
Sin información 567 3,4% 0 0% 0 0% -- -- -- --
Área total 16.446 100% 16.446 100% 16.446 100% -- -- -- --
70
Al comparar las áreas en donde se localiza la expansión de los usos urbanos o
turísticos (Figura 3, Figura 4, Figura 5), dichos crecimientos se presentan sobre
algunos ejes asociados a vías principales de la zona. El principal aumento de
instalaciones turísticas se encuentra sobre la vía que conecta los cascos urbanos
de Girardot y Ricaurte, vía principal de salida para la ciudad de Bogotá de donde
proviene gran parte de los visitantes de dichos municipios. Igualmente, el casco
urbano del municipio de Girardot se está extendiendo hacia el norte sobre el eje
que conecta con el municipio de Tocaima, y que también funciona como vía alterna
a Bogotá. Al tiempo, se presenta un aumento del área urbana del municipio de
Flandes hacia el sur, sobre la vía que conecta con los municipios de Espinal o
Ibagué. De manera que los crecimientos urbanos, incluyendo las áreas asociadas
con usos turísticos, se extienden a través de los ejes principales que atraviesan
esta área metropolitana y conectan con las ciudades de mayor tamaño de la región,
especialmente de Bogotá de donde proviene gran parte de los turistas que poseen
segundas viviendas en la zona, o hacen uso de las instalaciones recreativas
existentes; transformando los diferentes usos que anteriormente eran rurales y que
estaban localizados sobre dichos ejes.
3.1.3 Cambios en la producción agropecuaria
También es necesario identificar la manera en que se ha transformado la
producción agropecuaria durante los últimos años, al ser la actividad económica
principal que tradicionalmente se ha desarrollado en los espacios rurales y en las
que históricamente se han empleado sus pobladores (Garcia Bartolomé, 1991).
Estas transformaciones muestran cambios en las prácticas desarrolladas por la
población rural, incluyendo su pérdida. También permite reconocer la manera en
que lo rural se transforma a partir de otras prácticas que históricamente no eran
consideradas rurales, pero que actualmente se implementan en estos espacios y
modifican los mismos procesos asociados a la dicotomía rural-urbano.
71
Al revisar los datos de producción agrícola a nivel municipal, se observa una
reducción en la mayoría de los cultivos para los municipios de Girardot y Ricaurte
entre los años 1991 y 2016, tanto en las áreas cosechadas como en la producción
por toneladas, disminuyendo la producción agrícola dentro del área de estudio
(Tabla 11). Por ejemplo, la producción de algodón perdió el 88,9% de su área
cosechada en Girardot y el 95% en Ricaurte entre 1991 y 2009. Por otra parte,
algunos productos aumentaron su producción entre 1991 y 2005, como el sorgo o
el arroz de riego, pero para el año 2016 vuelven a reducirse significativamente.
Figura 6. Cultivos de algodón en zona rural del municipio de Flandes. Fuente: fotografía del autor tomada en visitas a campo.
En cuanto a los datos de producción de cultivos para el municipio de Flandes entre
1992 y 2013, se redujeron en un 51,2% de la extensión total de áreas cosechadas
sin embargo, la producción total en toneladas se incrementó en un 192,9% (Tabla
9). Este cambio sugiere que, si bien se han reducido las áreas de cultivo, la
producción en las mismas se ha intensificado para volverlas más productivas en un
área mucho menor, aumentando la rentabilidad (Figura 6). Sin embargo, debido a
las diferencias en la forma de presentar los datos de producción agrícola en las
fuentes consultadas (Alcaldía de Flandes, 2016; Gobernación del Tolima, 1993) y
por la falta de datos en otros años intermedios al periodo estudiado, no se puede
revisar en detalle los cambios producidos en cada cultivo, siendo insuficiente para
identificar en detalle los cambios de rendimiento en cada producto.
72
Tabla 9. Producción agrícola en el municipio de Flandes entre 1992 y 20133.
Cultivos
1992
Tipo de cultivo
2013
Área cosechada
(ha.)
Producción (Ton.)
Área cosechada
(ha.)
Producción (Ton.)
Arroz 647 4.205 Semestrales 2.456 15.792
Sorgo 1.814 5.805 Anuales 260 5.200
Yuca 17 136 Semi-
permanentes 0 0
Maní 858 1.551 Permanentes 665 13.480
Ajonjolí 15 9 Total 3.381 34.472
Algodón 3.246 6.167
Total 6.597 17.873
Fuente: Elaboración propia a partir de Alcaldía de Flandes, 2016 y Gobernación del Tolima, 1993.
De este modo, se ha reducido la producción de la mayoría de los productos
agrícolas en los municipios del departamento de Cundinamarca para el 2016,
presentando una pérdida de las prácticas de estas actividades dentro del área de
estudio. Sin embargo, el municipio de Flandes presenta un comportamiento distinto
al aumentar su producción, pero al reducirse las áreas cultivadas también se
evidencia la disminución de la vocación agrícola del municipio, de manera que hay
menos productores y menos áreas agrícolas, en donde la producción se ha vuelto
más intensiva. Además, la dinámica de este cambio no ha sido igual entre
productos durante la época de estudio; algunos han tenido una reducción
progresiva tanto en su producción como en el área cosechada, mientras que otros
han tenido momentos de aumento seguidos de una reducción reciente. Como
excepciones, aparecen los cultivos de mango y sábila, los cuales aparecen como
nuevos productos cultivados o que han tenido un leve aumento en su producción
durante los últimos años. Sin embargo, son incipientes si se comparan con los
niveles de producción alcanzados por algunos cultivos en periodos anteriores.
3 Los datos de cultivos de algodón presentados en la tabla 9 corresponden al año 1991, debido a que es la información disponible más cercana a la fecha presentada; no se pudieron obtener datos para el año 1992.
73
En cuanto a la producción pecuaria, solo se tomaron los datos obtenidos para los
municipios de Girardot y Ricaurte en los anuarios estadísticos (Gobernación de
Cundinamarca, 1991, 2002, 2010, 2016), debido a que no se encontró información
suficiente para la producción ganadera en Flandes para realizar una comparación
rigurosa. Dentro de los municipios mencionados, el cambio de la producción
pecuaria no presenta una tendencia clara como en las actividades agrícolas (Tabla
10). Algunos productos, como el ganado porcino y bovino ha tenido momentos de
mayor y menor producción en diferentes años, de modo que no se establece si la
tendencia es decreciente o en aumento. Inclusive, entre los mismos municipios los
cambios en la producción presentan comportamientos diferentes. Por ejemplo,
mientras las áreas de pastos para ganadería en Girardot tuvieron una reducción
hacia 1998, a partir de este año se incrementó la extensión de dicha cobertura,
quedando para el año 2015 con un área mucho mayor que en 1990. Por el
contrario, en Ricaurte se ve una reducción de estas áreas durante todo el periodo
de estudio, siendo mayor su disminución entre 1990-1998 y 2009-2015.
Tabla 10. Producción pecuaria en Girardot y Ricaurte entre 1990 y 2015.
Municipio Producción 1990 1998 2009 2015
Girardot
Bovinos (cabezas)
7.983 5.317 7.312 5.388
Leche (Lt. /día)
- 3.000 13.868 3.804
Pastos (Ha.) 13.300 5.212 6.223 17.060
Porcinos (cabezas)
2.450 462 648 6.980
Avícola (individuos)
100.000 55.500 37.000 -
Ricaurte
Bovinos (cabezas)
5.267 6.550 7.838 7.820
Leche (Lt. /día)
- 6.000 3.299 6.194
Pastos (Ha.) 12.500 8.310 7.814 2.278
Porcinos (cabezas)
940 2.750 13.940 3.270
Avícola (individuos)
- 5.300 15.800 -
Fuente: Elaboración propia a partir de anuarios estadísticos (Gobernación de Cundinamarca, 1991, 2002,
2010, 2016).
74
Tabla 11. Producción agrícola en los municipios de Girardot y Ricaurte entre 1991 y 2016.
Municipio Tipo Cultivos
1991 1998 2009 2016
Área cosechada
(ha.)
Producción (Ton.)
Área cosechada
(ha.)
Producción (Ton.)
Área cosechada
(ha.)
Producción (Ton.)
Área cosechada
(ha.)
Producción (Ton.)
Girardot
Transitorios
Algodón 750 1500 200 360 83,2 208 - -
Maíz 200 360 190 315 150 217 8 7
Sorgo 150 375 1100 2850 570 2148 66 165
Permanentes
Mango - - - - - - 41 123
Plátano - - 43 301 40 200 26 312
Sábila - - - - - - 6 120
Anual Yuca 20 80 5 25 - -
Ricaurte
Transitorios
Algodón 3200 6400 250 375 160 320 - -
Maíz - - 250 355 312 722,5 - -
Sorgo 240 600 2200 3640 2650 6085 50 125
Arroz riego
230 1380 300 2100 300 2130 40 200
Permanentes
Cítricos - - 15 30 25 275 30 120
Mango - - 20 80 21 210 58 290
Plátano - - 150 450 30 300 50 200
Sábila - - - - - - 70 840
Fuente: Elaboración propia a partir de anuarios estadísticos (Gobernación de Cundinamarca, 1991, 2002, 2010, 2016).
75
3.2 Identificación de la incompatibilidad territorial entre actividades agropecuarias y la aptitud turística
Se han observado cambios en las dinámicas de las actividades turísticas y
agropecuarias dentro del área de estudio, demostrando que esta región cuenta con
un alto potencial para la realización de ambas. Sin embargo, es evidente la pérdida
de algunos usos relacionados con una ruralidad tradicional, al tiempo que las
economías relacionadas con el turismo metropolitano van en aumento. Se presenta
la existencia de incompatibilidades entre ambos tipos de uso dentro de los
municipios, por lo que la medición de la capacidad de acogida para la actividad
agropecuaria y la aptitud para el turismo permitirá identificar los sectores más
adecuados para el desarrollo de ambas, y asimismo reconocer las áreas en donde
este potencial genera conflictos para acceder a los suelos con mejor aptitud. Por lo
tanto, en este apartado se presentarán los resultados obtenidos de las
evaluaciones multicriterio (EMC) y la evaluación multiobjetivo (EMO) que
permitieron identificar la incompatibilidad entre estos dos ámbitos.
3.2.1 Evaluación multicriterio de la capacidad de acogida para la actividad agropecuaria
En la elaboración de la evaluación multicriterio de la capacidad de acogida para la
actividad agropecuaria se utilizaron cuatro variables que identifican las áreas con
un potencial del territorio apto para realizar actividades agropecuarias dentro de la
región de Girardot. Resulta adecuado presentar las particularidades de cada una
de estas variables para presentar su comportamiento y contextualizar las
características que conllevaron a la identificación de las áreas más adecuadas para
desarrollar economías agrarias.
La primera variable, la clasificación de suelo por su capacidad de uso o capacidad
agrológica, se caracteriza porque clasifica de uno a ocho cada tipo de suelo de
acuerdo a las actividades agropecuarias más convenientes a realizar, siendo la
clase I los suelos con mejores condiciones para la agricultura, y la clase VIII los
que cuentan con pocas condiciones para desarrollar agricultura o ganadería
76
(Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 2000). Para el área de estudio, los tipos de
suelo de mayor extensión son la clase II, ubicada sobre los veredas del municipio
de Flandes, y la clase III, localizada en la mayoría de veredas de Ricaurte y Girardot
(Figura 7); estos suelos se caracterizan por tener terrenos planos a ligeramente
inclinados, ser moderadamente profundos, bien drenados, y tener una fertilidad
moderada a alta. Estos rasgos los vuelven suelos muy aptos para actividades
agrícolas intensivas en cultivos transitorios o anuales; aunque también pueden
presentar ganadería. Estos suelos se localizan principalmente en las terrazas y
depósitos aluviales de los valles del río Bogotá y del río Magdalena. Debido a estas
condiciones, la valoración de ambos suelos en la evaluación fue de 5, debido a sus
condiciones adecuadas para el desarrollo de actividades agrarias y representa el
63,6% de toda el área de estudio.
Figura 7. Mapa del criterio clasificación del suelo por capacidad agrológica. Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2000, 2004).
77
En cuanto a las demás clases agrológicas, representan el 36,4% del área de
estudio (Tabla 12). De estas, existe zonas de clase IV repartidas en diferentes
sectores de los tres municipios, en zonas de pendientes ligeras a fuertemente
inclinadas aledañas a los valles existentes; este tipo de suelo permite el desarrollo
de agricultura con algunas restricciones en las técnicas de cultivo, pero también
son suelos aptos para el desarrollo de ganadería semi-intensiva de manera
controlada; por lo cual fueron calificados con el valor de 4. Los suelos de clase VI,
VII y VIII se encuentran ubicados en las cuchillas de origen estructural a los
costados oriental y occidental del área de estudio; son poco aptos para la
agricultura y solamente la clase VI es apta para desarrollar algunos cultivos
forestales, siendo calificado con el valor 3. Para las demás clases se aconseja que
su uso se destine a actividades de protección forestal, reforestación y conservación
(Instituto Geográfico Agustín Codazzi, 2000, 2004) debido a su baja adecuación de
desarrollar actividades agropecuarias. Por ende, las clases VII y VIII se calificaron
con 2 y 1 respectivamente.
Tabla 12. Extensión por hectáreas del criterio clasificación del suelo por capacidad agrológica.
Calificación Clases
agrológicas Extensión
ha. Porcentaje
5 II/III 7.875 63,6%
4 IV 1.026 8,3%
3 VI 589 4,8%
2 VI 1.905 15,4%
1 VII/ZU 983 7,9%
Total 12.378 100,0% Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2000, 2004).
El segundo criterio se refiere a la distancia a las fuentes de agua, representados
en escorrentía superficial permanente y canales artificiales para irrigar cultivos. En
general, las calificaciones que tienen una mayor extensión en el área de estudio
son 5 y 4, que corresponden a una distancia menor a 200 m. y entre 200 a 500 m.
a fuentes de agua, respectivamente; en conjunto, ambas representan el 78,5% de
la zona de estudio (Tabla 13). Esta región cuenta con diferentes cauces
permanentes que permiten el acceso al recurso hídrico en la mayor parte del
78
territorio, la cual puede ser aprovechada para actividades agro-productivas. Son
menos significativas las áreas que se encuentran a más de 500 m. de algún cuerpo
de agua, equivaliendo al 21,5% del área de las veredas analizadas.
Tabla 13. Extensión por hectáreas del criterio distancia a fuentes de agua.
Calificación Distancia a
fuentes de agua Extensión
ha. Porcentaje
5 Menos de 200 m. 5.345 43,0%
4 200 a 500 m. 4.409 35,5%
3 500 a 750 m. 1.699 13,7%
2 750 a 1000 m. 690 5,6%
1 Más de 1000 m. 276 2,2%
Total 12.418 100,0% Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019a).
En cuanto a su distribución geográfica, la mayoría de las veredas presentan una
calificación de 4 y 5 dentro de sus territorios porque son atravesadas por varias
quebradas, ríos o canales, facilitando el acceso al agua para los productores
agropecuarios. Sin embargo, algunas veredas concentran las áreas con las
menores calificaciones de este criterio, en este caso 1 y 2, encontrándose más
retiradas de dichos cuerpos de agua, dificultando el acceso a este recurso y
restringiendo el desarrollo de estas economías rurales. Los casos más
representativos son la vereda El Topacio, y sectores de Potrerillo y Manuel del Sur
en donde no transcurren cuerpos de agua permanente (Figura 8).
El tercer criterio, el tamaño de los predios de las zonas rurales, presenta diferentes
características. La mayoría de predios presentan un tamaño menor a 10 hectáreas,
representando el 95,4% del total de predios existentes dentro de las veredas
estudiadas, demostrando una alta fragmentación predial en el área de estudio
fomentada para la construcción de segundas viviendas o condominios que se están
emplazando sobre los suelos rurales de los municipios cerca a la cabeceras
urbanas Debido al poco tamaño de estos predios, en extensión representan el
24,1% del área de estudio, y se valoraron con la calificación 1 debido a que su
tamaño es inferior al área mínima definida para la UAF de los municipios, por lo
que es poco apta para el desarrollo de actividades agrarias (Tabla 14).
79
Figura 8. Mapa de clasificación del criterio distancia a cuerpos de agua. Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019a).
Por lo tanto, solo el 4,6% de los predios existentes tienen un tamaño igual o superior
al definido por la UAF para los municipios de estudio, calificados con los valores 4
y 5. Es baja la cantidad de predios disponibles dentro de estas veredas para el
desarrollo de actividades agropecuarias, especialmente que solo hay 147 predios
valorados con la calificación 5, los cuales tienen la valoración más alta de aptitud
agropecuaria al contar con una extensión mayor a 20 hectáreas; facilitando el
desarrollo de actividades agrarias de gran extensión o de otras explotaciones
dentro de un mismo terreno. Aun así, estos predios representan la mayor extensión
dentro del área de estudio debido a su gran tamaño, equivaliendo al 75,9% de la
extensión total de predios rurales identificados (Tabla 14). Por lo mismo, existe un
área de gran tamaño dentro del área de estudio que podría ser utilizada para
80
desarrollar actividades agropecuarias a partir de su tamaño predial, que sin
embargo se encuentran concentrados en unos pocos propietarios.
Tabla 14. Número de predios y su extensión por hectáreas dentro del área de estudio.
Calificación Tamaño del
predio No.
Predios Porcentaje
Extensión ha.
Porcentaje
5 Más de 20 ha. 147 2,5% 7.736 64,2%
4 De 10 a 20 ha. 121 2,1% 1.405 11,7%
1 Menos de 10 ha. 5.585 95,4% 2.904 24,1%
Total 5.853 100,0% 12.045 100,0% Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019b).
En cuanto a su localización, no se encuentra una tendencia espacial
completamente definida. Los predios calificados con 1 suelen ubicarse cerca a
otros con este mismo valor porque se encuentran dentro de condominios o
parcelaciones, ya construidas o proyectadas, producto de la fragmentación predial
producida por el fenómeno de segundas viviendas; esto explica la razón de que
sea tan alta la proporción de predios menores a dos hectáreas en el área de
estudio. Sin embargo, no se sitúan en un solo punto del suelo rural, sino que están
presentes de manera dispersa dentro de las veredas. Suelen concentrarse cerca
de las vías principales por accesibilidad, pero pueden estar en las periferias de los
suelos urbanos, en suelos suburbanos, o incluso en áreas propiamente de suelo
rural. Igualmente, los predios de mayor extensión se localizan de manera dispersa
dentro del área: si bien algunos se encuentran retirados de los suelos urbanos,
sobres las zonas montañosas o en los límites con veredas fuera del área de
estudio, otros están contiguos al suelo urbano, existiendo predios mayores a 20
hectáreas aledaños a los límites de las cabeceras municipales (Figura 9).
81
Figura 9. Mapa de clasificación del criterio tamaño de los predios rurales. Fuente: Elaboración propia a partir de datos del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019b).
Con respecto al último criterio, la distancia a las vías, la región se encuentra
conectada con diferentes carreteras tanto pavimentadas como sin pavimentar,
porque esta zona se localiza en medio de diferentes carreteras principales que
conectan con otras ciudades de mayor tamaño e importancia como Bogotá, Ibagué
y Neiva. También hay una red de carreteras secundarias y terciarias distribuidas
entre las diferentes veredas, facilitando su acceso a la red vial primaria y haciendo
que la región sea considerada con una amplia accesibilidad. El 31,9% del área de
estudio se ubica a menos de 200 metros de distancia a alguna de las vías, al tiempo
que el 29,7% se ubica a entre 200 y 500 metros, por lo que el 61,6% del área de
estudio está a menos de 500 metros de distancia de alguna vía pavimentada o sin
pavimentar (Tabla 15). Con este acceso se facilita el transporte de los productos
agropecuarios para su comercialización, por lo que estos rangos fueron calificados
en la evaluación con valor 5 y 4.
82
Tabla 15. Clasificación por distancia a vías dentro del área de estudio para la actividad agropecuaria.
Calificación Distancia a vías Extensión ha. Porcentaje
5 Menos de 200 m. 3.959 31,9%
4 De 200 a 500 m. 3.688 29,7%
3 De 500 a 1.000 m. 2.997 24,1%
2 De 1.000 a 2.000 m. 1.607 12,9%
1 Más de 2.000 m. 168 1,4%
Total 12.419 100,0% Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019a).
En cuanto a las zonas de menor accesibilidad, los sectores ubicados a más de
1.000 metros de distancia representan el 14,3% del área de estudio, e inclusive las
áreas a más de 1.500 metros solo equivalen al 1,4% (Tabla 15), por lo que la región
presenta pocas zonas con una baja accesibilidad vial. Estas se ubican hacia el
costado occidental del área de estudio (Figura 10), caracterizada por tener un
relieve montañoso y con suelos de baja fertilidad, clasificados en clase VII y VIII,
factores que justifica la existencia de pocas carreteras dentro de la zona y, por lo
tanto, su alejamiento a la red vial existente. Aun así, debido a que estas distancias
dificultan el acceso a las vías y con ello la comercialización de productos
agropecuarios, se valoraron con las calificaciones 2 y 1 dentro de la evaluación.
La suma ponderada de los cuatro criterios arrojó el resultado de la evaluación
multicriterio para identificar la capacidad de acogida de la actividad agropecuaria.
Con la capa obtenida se observa que el área de estudio cuenta con condiciones
aptas para el desarrollo de actividades agropecuarias. La capacidad de acogida
alta y muy alta para este tipo de economías, calificados con los valores 4 y 5
respectivamente, representan el 70,6% del área de estudio (Tabla 16), siendo
significativa la extensión de zonas veredales en las cuales se pueden preservar las
economías agrarias existentes dentro del territorio y desarrollar nuevos proyectos
asociados a cultivos o actividades pecuarias.
83
Figura 10. Mapa de clasificación del criterio distancia a vías para la actividad agropecuaria.
Por otra parte, las zonas con una capacidad media son iguales al 25,9% del
territorio. Estas presentan restricciones para desarrollar economías agrarias,
debido a que presentan algunas condiciones muy aptas para estas actividades
agropecuarias, como la cercanía a fuentes de agua o predio de gran extensión,
pero con otras características que dificultan su desarrollo, como una clasificación
agrológica de baja fertilidad o una distancia muy extensa a la red vial. Por lo tanto,
estas restricciones dificultan el desarrollo de actividades agropecuarios y por ende
no son las áreas más adecuadas realizar este tipo de usos. En cuanto a los suelos
con capacidad de acogida baja y muy baja, solo representan el 3,5% del área de
estudio (Tabla 16), por lo cual es poco significativa la extensión de las zonas en las
cuales no se puede desarrollar actividades agropecuarias. Se deduce que la
Fuente: Elaboración propia a partir de bases de datos del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019a).
84
mayoría de las veredas estudiadas presentan condiciones aptas para el desarrollo
de las economías anteriormente mencionadas.
Tabla 16. Resultados de la EMC de la capacidad de acogida para la actividad agropecuaria, en extensión por hectáreas
Calificación Capacidad de acogida
Extensión ha.
Porcentaje
5 Muy alta 4.633 38,5%
4 Alta 3.864 32,1%
3 Media 3.120 25,9%
2 Baja 423 3,5%
1 Muy baja 0 0,0%
Total 12.040 100,0% Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2000, 2004, 2019a).
Con respecto a la distribución geográfica de los resultados de esta EMC, todas las
veredas presentan áreas con capacidad de acogida alta o muy alta. Sin embargo,
las veredas con las mejores condiciones en los cuatro criterios evaluados son
Paradero 1, Manuel del Sur, Tetilla y Guabinal Plan. Estas veredas se caracterizan
por tener suelos de clase II o III, tener vías cercanas, estar contiguos a algún
drenaje o canal de irrigación y tener predios de tamaño igual o mayor al definido
por la UAF, lo cual les da una aptitud muy alta para estas actividades. Por el
contrario, las zonas con una capacidad de acogida media o baja se ubican
principalmente en las zonas montañosas del área de estudio con suelos de clase
VII y VIII, alejadas de fuentes de agua o de vías, como en zonas montañosos de
las veredas Potrerillo, Santa Helena, Guabinal Plan o La virginia; o con predios con
extensión menor a la establecida por la UAF, como en sectores de Manuel del Sur,
Limoncitos y El Topacio (Figura 11). Todas estas características dificultan el
85
desarrollo de actividades agropecuarias dentro de estos terrenos, y por ende,
podrían ser más aptos para otros usos del suelo.
Figura 11. Mapa de la EMC de la capacidad de acogida para la actividad
agropecuaria. Fuente: Elaboración propia a partir de bases de datos del Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2000, 2004,
2019a).
3.2.2 Evaluación multicriterio de la amenaza a las actividades agropecuarias por aptitud turística
Para el desarrollo de la evaluación multicriterio de la amenaza a las actividades
agropecuarias por aptitud turística también se evaluaron cuatro variables para
delimitar las zonas que presenten condiciones adecuadas para el desarrollo del
turismo metropolitano y podrían amenazar o restringir el desarrollo de economías
agrarias en Girardot, Ricaurte y Flandes. Al igual que el apartado anterior, primero
se caracterizará los resultados obtenidos para cada variable evaluada en el área
86
de estudio dentro de esta EMC, y posteriormente se presentarán los resultados
finales obtenidos con la evaluación.
La primera variable evaluada fue la cobertura de la tierra para el año 2018, la cual
se clasificó a partir del nivel 3 propuesto en la técnica CORINE Land Cover,
mencionado previamente en la metodología. Las coberturas más aptas para el
desarrollo del turismo metropolitano representan solo el 3,6% del área de estudio,
debido a que la mayoría de los tejidos urbanos o territorios artificializados se
encuentran dentro de los suelos urbanos delimitados por los tres municipios, y solo
algunas parcelaciones, condominios y centros poblados se encuentran en las
veredas. Sin embargo, las coberturas asociadas a pastos representan el 23,1%
(Tabla 17), por lo que se encuentra una extensión más significativa de áreas que
por su cobertura estarían amenazadas para la implementación de desarrollos
inmobiliarios turísticos considerando que estas coberturas tienen mayor
probabilidad de permitir construcciones y transformarse hacia usos urbanos
(Vizzari et al., 2018)
Con respecto a los cultivos, calificados en 3 y representando el 25,4% de las
veredas, siguen representando una extensión significativa y también se pueden ver
amenazados por el aumento del turismo; por lo que es necesario aplicar la
normativa existente para la protección de este tipo de economías e inclusive
desarrollar estrategias para integrar las actividades turísticas con las
agropecuarias. Por último, las coberturas con una menor aptitud para el turismo
metropolitano asociadas a bosques, áreas seminaturales o áreas agrícolas
heterogéneas con presencia de espacios naturales, valoradas con 2 y 1, se
extienden en el 47,8% del área de estudio (Tabla 17), que equivale casi a la mitad
del área analizada. Por ende, se identifica una cantidad significativa de terreno con
coberturas que deben propender por la protección de las coberturas boscosas, y
prevenir la transformación de estas zonas hacia desarrollos turísticos de índole
urbano.
87
Tabla 17. Extensión por hectáreas del criterio coberturas de la tierra.
Calificación Coberturas de la tierra Extensión
ha. Porcentaje
Código Descriptor
5 111, 112, 121, 122,
124, 141, 142 Territorios
artificializados 446 3,6%
4 231, 232, 233 Pastos 2.873 23,1%
3 211, 212, 222, 223,
241, 242, 333 Cultivos 3.158 25,4%
2 131, 243, 244, 245,
321, 332 Zonas mineras y áreas agrícolas heterogéneas
1.299 10,5%
1 313, 314, 315, 323,
413, 511 Bosques y áreas
seminaturales 4.643 37,4%
Total 12.418 100,0% Fuente: Elaboración propia a partir de interpretación de imágenes satelitales Sentinel 2 del año 2018.
En cuanto a la distribución espacial de este criterio, las áreas de mayor amenaza
por aptitud para el turismo se encuentran aledañas a las cabeceras urbanas y a las
vías principales, posición que les facilita la accesibilidad vial y el desarrollo
inmobiliario. Asimismo, durante visitas a campo se identificaron sectores de pastos
cercanos a coberturas de tejidos discontinuos o instalaciones recreativas y a vías
principales (Figura 12); en algunos se encontraban vallas publicitarias de nuevos
proyectos inmobiliarios que serán construidos a futuro o que comenzarán su
construcción. Se corrobora que estas coberturas están asociadas a lotes sin uso o
en espera para desarrollar nuevas actividades turísticas metropolitanas.
Figura 12. Zona de pastos aledaña a nuevos tejidos urbanos en el municipio de Ricaurte. Fuente: Fotografía del autor tomada en visitas a campo.
88
Los cultivos se encuentran dispersos en diferentes sectores de las veredas, aunque
se observan más agrupaciones de estos en las veredas Manuel del Sur, Tetilla,
Paradero 1 y Potrerillo (Figura 13). Esto coincide con la existencia de suelos de
clase II y III que facilitan el desarrollo de estas coberturas; asimismo, siguen
quedando remanentes de la actividad agrícola que históricamente se ha
presentado dentro de los tres municipios, a pesar de la reducción de la producción
agrícola tanto en extensión como en toneladas producidas. Por otra parte, Las
áreas de menor aptitud, asociadas a bosques y espacios seminaturales se sitúan
principalmente en las zonas montañosas, en donde las condiciones topográficas
dificultan el emplazamiento de grandes proyectos inmobiliarios, o en zonas de
cercanas a cuerpos de agua, como bosques de galería o vegetación secundaria,
en los cuales debe haber prelación para la protección de estas coberturas.
Figura 13. Mapa de clasificación del criterio coberturas de la tierra para el año 2018.
Fuente: Elaboración propia a partir de interpretación de imágenes satelitales Sentinel 2 del año 2018.
89
Con respecto al criterio precio del suelo por metro cuadrado, hay amplias
diferencias de valores entre diferentes predios dentro del área de estudio,
encontrando desde fincas o viviendas con un valor del metro cuadrado menor a
$10.000 pesos4, hasta terrenos con precios mayores a los $3’000.000. Por lo
mismo hay una distribución muy desigual de esta variable, en donde algunos
sectores concentran una mayor riqueza a partir de la especulación del suelo,
mientras otros siguen manteniendo un precio del suelo muy bajo, de manera que
la cercanía a algunos proyectos de segundas viviendas encarece el valor del suelo,
y eso amenaza la continuidad de las actividades rurales que se pueden ir
desplazando debido a la presión inmobiliaria.
Sin embargo, al revisar la extensión de esta variable se observa una baja extensión
de las áreas con un precio mayor a $950.000, que serían las zonas donde la
actividad turística ya ha incrementado significativamente los precios y genera más
vulnerabilidad para la perdida de economías agropecuarias; la extensión de estas
zonas se valoró con 4 y 5 y equivale al 15,1% del área de estudio. Por el contrario,
las áreas con un precio del suelo menor a $550.000 por metro cuadrado, calificados
con 1 y 2 en la EMC, representan el 60,4% de toda el área de estudio (Tabla 18);
de manera que más de la mitad de este sector no se ha visto afectado por un
aumento excesivo del valor del suelo asociada a la especulación por construcción
de segunda vivienda destinada para el turismo, y sugiere que las zonas con un alto
precio del suelo se están concentrando solo en sectores específicos de estas
veredas.
Siguiendo la idea anterior, efectivamente las zonas con valor 3, 4 y 5 de la EMC se
concentran alrededor de los suelos urbanos de los municipios, dentro de los cuales
ya se ha construido proyectos de vivienda con precios mayores a $550.000 por
metro cuadrado, y se incrementa el precio del suelo sobre las veredas aledañas,
especialmente en los límites con las áreas urbanas como se observa en Tetilla,
4 Para esta investigación, la moneda usada dentro de esta variable se refiere al peso colombiano.
90
Paradero 1 y Santa Helena (Figura 14). Sin embargo, la mayoría de las zonas
veredales más periféricas presentan una clasificación de 1 y 2, en donde el valor
del suelo sigue presentando un valor significativamente más bajo en comparación
con los sectores urbanos.
Tabla 18. Extensión por hectáreas del criterio precio del suelo por metro cuadrado.
Calificación Precio del suelo en pesos Extensión ha.5 Porcentaje
5 Más de $1.500.000 393 3,3%
4 De $950.000 a $1.500.000 1.426 11,8%
3 De $550.000 a $950.000 2.955 24,5%
2 De $350.000 a $550.000 2.934 24,4%
1 Menos de $ 350.000 4.335 36%
Total 12.043 100,0% Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019a).
Como caso particular, se encuentra que la zona norte de la vereda Manuel del Sur
presenta un sector con zonas calificadas con 3 y 4 dentro de la EMC, influenciadas
por condominios localizados en la zona rural con un precio por metro cuadrado
igual o mayor a $2’700.000, el cual aumenta el valor del suelo en sus áreas
aledañas, a pesar de no estar contigua al suelo urbano. Se demuestra que la
cercanía al suelo urbano no es el único elemento con influencia en el aumento del
precio del suelo sobre las zonas veredales. La construcción de proyectos de
vivienda campestre y parcelaciones alejados del suelo urbano también pueden
incrementar estos precios y amenazar a la actividad rural en zonas que no son
directamente contiguas a las cabeceras municipales.
5 Para calcular la extensión por hectáreas de este criterio se identificó el precio del suelo promedio por predio, a partir de los datos obtenidos por la interpolación; después se clasificaron según los rangos propuestos en la evaluación multicriterio y se realizó la suma respectiva.
91
Figura 14. Mapa de clasificación del criterio precio del suelo por metro cuadrado. Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019a).
El comportamiento del tercer criterio, la distancia a la red vial, es similar a la
accesibilidad a vías evaluada en la capacidad de acogida para las actividades
agropecuarias, donde la aptitud al turismo disminuye conforme la distancia a la
carretera es mayor. Sin embargo, los rangos de cada calificación se modifican
porque los desarrollos y equipamientos turísticos necesitan estar más cerca a
alguna vía para tener una mayor accesibilidad (Kumar & Shaikh, 2013). Las áreas
más aptas para el desarrollo del turismo metropolitano, equivalentes a todas las
que se encuentren a menos de 450 metros de distancia a alguna vía, representan
el 57,5% del área de estudio; por lo que más de la mitad presenta un acceso
cercano a las vías, facilitando la implantación del turismo dentro de la zona. Sin
embargo, el 42,5% restante presenta distancias que no son tan aptas para el
turismo, en inclusive las áreas con una distancia mayor a 900 metros representan
el 17% de las veredas (Tabla 19); de manera que las zonas de mejor aptitud para
92
el turismo por este criterio son mucho menores con respecto a las áreas con
capacidad de acogida para las actividades agropecuarias evaluadas en esta
variable.
Tabla 19. Clasificación por distancia a vías dentro del área de estudio para la actividad agropecuaria.
Calificación Distancia a vías Extensión
ha. Porcentaje
5 Menos de 200 m. 3.959 31,9%
4 De 200 a 450 m. 3.187 25,7%
3 De 450 a 700 m. 2.098 16,9%
2 De 700 a 900 m. 1.046 8,4%
1 Más de 900 m. 2.128 17,1%
Total 12.418 100,0% Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019a).
En cuanto a su localización, todas las veredas revisadas presentan una red vial
extensa que permite una alta accesibilidad dentro de esta región, e inclusive
permite conectarla con otras regiones, principalmente con Bogotá de donde
provienen la principal cantidad de turistas. Esto lleva a que gran parte del área de
estudio cuente con una aptitud alta o muy alta por este criterio, permitiendo la
construcción de diferentes tipologías de segunda vivienda y de infraestructura para
servicios en zonas contiguas a las vías. Sin embargo, las áreas que presentan una
baja aptitud para al turismo se concentran hacia el costado occidental del área de
estudio (Figura 15), en donde se presenta una cadena montañosa que restringe el
desarrollo de vías por sus condiciones topográficas, dificultando el emplazamiento
de instalaciones recreativas sobre ellas.
93
Figura 15. Mapa de clasificación del criterio distancia a vías para la aptitud turística. Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019a).
El último criterio de esta EMC, la pendiente medida en grados, es la que presenta
una mayor favorabilidad para el desarrollo del turismo debido a las llanuras de
inundación que permiten la existencia de un relieve plano con solo algunos sectores
montañosos. El 53,9% del área de estudio tiene una pendiente menor de 5°, y sí
se agregan las pendientes menores a 10°, las áreas con una aptitud alta o muy alta
para el turismo por pendientes suman un 75,4% de todas las veredas revisadas,
facilitado la construcción de segundas viviendas y de otros equipamientos de estos
sectores. Por el contrario, el 24,6% representa a las pendientes con aptitud media
o baja para el desarrollo de actividades turísticas por este criterio; de hecho, solo
hay un 2,2% de la zona de estudio con zonas de pendiente mayor de 30° (Tabla
20). En conclusión, el área cuenta con condiciones de baja pendiente que facilitan
la implantación de desarrollos turísticos metropolitanos dentro de la región.
94
Tabla 20. Extensión en hectáreas del criterio pendiente en grados.
Calificación Pendiente Extensión ha. Porcentaje
5 Menor a 5° 6.697 53,9%
4 Entre 5° y 10° 2.664 21,5%
3 Entre 10° y 15° 1.100 8,9%
2 Entre 15° y 30° 1.685 13,6%
1 Más de 30° 269 2,2%
Total 12.415 100,0% Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019a).
La distribución de este criterio se extiende por casi toda el área de estudio de la
siguiente manera. Las zonas de menores pendientes, calificadas con 4 y 5, se
localizan en las llanuras de inundación de los ríos Bogotá y Magdalena, por lo que
las veredas más cercanas a estas fuentes de agua son las que presentan las
pendientes más bajas y la mayor aptitud para el turismo desde este criterio, como
Manuel del Sur, Tetilla, Guabinal Plan, Paradero 1 y El topacio. Por el contrario, las
zonas de mayor pendiente coinciden con las cadenas montañosas localizadas
hacia el oriente y occidente del área de estudio, en donde se encuentran las zonas
con mayores escarpes y un relieve más abrupto, siendo las veredas más
características La Virginia, Agua Blanca, Santa Helena, y sectores de Potrerillo,
Guabinal Plan y Manuel del Sur (Figura 16). Las veredas del municipio de Flandes
presentan un relieve bastante plano, asociado a la llanura de inundación del río
Magdalena y no presentan áreas significativas con pendientes mayores a 10°.
95
Figura 16. Mapa de clasificación del criterio pendiente en grados. Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2019a).
Finalmente, los resultados de la evaluación multicriterio para la amenaza a
actividades agropecuarias por aptitud turística muestran que si existen áreas con
condiciones muy adecuadas para el desarrollo del turismo metropolitano, el cual
podría entrar en conflicto con las actividades agropecuarias. El 28,5 % del área de
estudio se calificó con valores 4 o 5 (Tabla 21), presentando características muy
aptas para realizar actividades turísticas, y en las que incluso se encuentran
algunos emplazamientos turísticos como condominios o balnearios. Si bien existe
una extensión significativa de estas zonas con alta aptitud, su extensión no es tan
representativa si se compara con la extensión de las zonas de alta capacidad de
acogida para la actividad agropecuaria que duplica en área los resultados obtenido
por la EMC; de manera que el turismo tiene sectores óptimos para su desarrollo
dentro de las veredas analizadas, pero concentrado en sectores más específicos.
96
La calificación 3, que identifica las áreas con una aptitud media para el turismo,
presenta una mayor extensión equivalente al 44,6% del área de estudio. Estos
sectores, si bien presentan algunas condiciones ideales para desarrollar el turismo,
no todos los criterios son satisfechos y tendrían que desarrollar adecuaciones en
el territorio para su implementación; incluso podrían ser territorios en donde las
condiciones pueden ser más aptas para otros usos del suelo. Con respecto a las
zonas una baja o muy baja aptitud, equivalen al 26,9% del área analizada (Tabla
21); hay un área significativa en donde los criterios evaluados no cuentan con
rasgos adecuados para permitir actividades del turismo metropolitano y es
aconsejable proponer otros usos sobre ellos, dependiendo de sus características.
Tabla 21. Resultados de la EMC amenaza a actividades agropecuarias por aptitud turística.
Calificación Aptitud turística
Extensión ha.
Porcentaje
5 Muy alta 92 0,7%
4 Alta 3.442 27,7%
3 Media 5.537 44,6%
2 Baja 3.134 25,2%
1 Muy baja 212 1,7%
Total 12.417 100,0% Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2000, 2004, 2019a).
Las zonas con aptitud alta o muy alta para el turismo estas se encuentran
localizadas en sectores aledaños a los suelos urbanos de los tres municipios, en
donde se ha concentrado el principal desarrollo inmobiliario turístico y su influencia
se extiende hacia sus zonas periféricas; la amenaza de transformación de las
dinámicas rurales por este tipo de economías es mucho mayor en estas áreas. Sin
embargo, la amenaza también se va extendiendo por los principales ejes viales de
la región, en donde las condiciones de accesibilidad son más atractivas para el
emplazamiento de segundas viviendas y de equipamientos o actividades
comerciales que complementan a las actividades turísticas. Considerando esto, las
veredas Paradero 1, El Topacio, Tetilla, Manuel del Sur y Potrerillo son las que
concentran más áreas con mayor aptitud para el turismo (Figura 17).
97
Figura 17. Mapa de la EMC amenaza a actividades agropecuarias por aptitud
turística. Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2000, 2004, 2019a).
Por otra parte, las áreas de menor aptitud, calificadas con 1 y 2 en la EMC, se
localizan en las áreas montañosas, en donde las condiciones de los criterios
resultaron más desfavorables como altas pendientes, una mayor distancia a vías,
coberturas poco asociadas al turismo metropolitano y precios del suelo bajos. Por
todo esto resulta poco atractivo concentrar este tipo de ocio dentro de dichos
sectores, los cuales se ubican en las zonas altas de las veredas La Virginia, El
Paso, Agua Blanca y Potrerillo. Por último, la extensión de las zonas con una aptitud
media está presente dentro de todas las veredas. En algunos casos se sitúa hacia
las áreas más periféricas como en Paradero 1 o Tetilla; mientras que en otros están
aledañas al suelo urbano, como Guabinal Plan, El Paso, El Topacio o Potrerillo
(Figura 17). Esto dificulta establecer un patrón espacial específico para esta
calificación, dado que no depende de la distancia a los cascos urbanos para su
98
ubicación, y está influenciada por la localización de tipos de cobertura con aptitud
media, presencia de pendiente moderadas, zonas alejadas a las vías y precios del
suelo medios o bajos, reduciendo la amenaza para desplazar la actividad
agropecuaria por implantaciones turísticas. Aunque se podría desarrollar formas de
turismo metropolitano dentro de estas, presentarán muchas más restricciones del
mismo territorio para poder tener una realización adecuada.
3.2.3 Evaluación multiobjetivo para la identificación de incompatibilidad territorial en la región de Girardot
Para identificar la incompatibilidad territorial entre el turismo metropolitano y las
actividades agropecuarias se cruzó la información de las dos capas obtenidas por
ambas EMC, identificando las áreas con conflictos entre los sitios más adecuados
para realizar economías agrarias y las zonas con alta aptitud para el turismo. Este
proceso también permitió conocer los diferentes niveles de incompatibilidad
existentes entre ambas actividades, obteniendo una primera aproximación a los
lugares más aptos para una u otra actividad sin presentar conflictos con otro tipo
de economía, e inclusive áreas con una baja aptitud para ambos tipos de uso en
los cuales será aconsejable realizar otro tipo de dinámicas.
Las zonas que presentan una alta incompatibilidad debido a su alta capacidad de
acogida y alta aptitud turística, identificadas con la categoría V, representan el
24,1% del área de estudio. Estos lugares tienen una alta presión por la expansión
de diferentes formas de turismo metropolitano, pero presentan condiciones físico-
bióticas y socioeconómicas adecuadas para el desarrollo de agricultura o
ganadería; por lo que debería promoverse el desarrollo de actividades
agropecuarias en estos sectores y protegerlos para que el turismo no desplace sus
dinámicas rurales. Por otro lado, la categoría III cuenta con la mayor extensión
dentro de la zona estudiada, con una extensión del 46,4% de las veredas
estudiadas (Tabla 22). Esta categoría identifica las zonas de baja incompatibilidad
por su alta capacidad para desarrollar actividades agropecuarias y su bajo conflicto
con la aptitud turística, que cuenta con una aptitud media o baja; estas condiciones
permiten fortalecer el desarrollo de economías agrarias dentro de esta región e
99
inclusive puede volverse la principal vocación económica dentro de las veredas con
estas características. Aun así, cada municipio o comunidad deberá decidir si
desarrollas actividades agrícolas, pecuarias, mixtas o inclusive proyectos
agroturísticos.
Con respecto a las categorías que no presentan una capacidad de acogida alta o
muy alta para la actividad agropecuaria, se presentan los siguientes aspectos. La
categoría II, caracterizada por incompatibilidad baja debido a su alta aptitud
turística y capacidad media o baja para actividades agrarias, representa una
extensión equivalente al 4,3% del área de interés. Estas áreas son las que cuentan
con mejores condiciones para desarrollar el turismo metropolitano sin que presente
una alta incompatibilidad con respecto a las dinámicas agro-productivas. Si bien es
una baja extensión, se podría permitir el desarrollo de los proyectos asociados a
este tipo de turismo dentro de la zonificación de la categoría II o dentro de los suelos
urbanos de los municipios.
En cuanto a las categorías IV y I, que representan respectivamente las áreas donde
la incompatibilidad es media o baja entre ambas actividades, su extensión territorial
equivale al 25,1% del área de estudio (Tabla 22). Esto sucede porque ninguna de
las dos categorías representa las áreas óptimas para realizar actividades
agropecuarias o turísticas, y no se presentaría un conflicto significativo por el
acceso al suelo, siendo aconsejable que ambas se promuevan en otros sectores.
Sin embargo, las zonas de categoría IV podrían soportar alguna de las actividades,
aunque con restricciones y adecuaciones del territorio para su realización. Por lo
tanto, en estas categorías de incompatibilidad se aconseja realizar otro tipo de
usos, como los que están asociados a la conservación ecológica.
100
Tabla 22. Resultados de la EMO de la incompatibilidad territorial dentro de la región de Girardot.
Incompatibilidad Extensión ha.
Porcentaje Código Categoría Descripción
V Incompatibilidad alta en áreas
con aptitud alta para actividades agropecuarias y turísticas
Representa las áreas con aptitud alta o muy alta para las actividades turísticas y capacidad de acogida alta o muy alta para
las actividades agropecuarias. Identifica las áreas con mayor conflicto por ocupación del suelo dentro del área de estudio. 2.907 24,1%
IV
Incompatibilidad media en áreas con aptitud media para
actividades agropecuarias y turísticas
Representa sectores con aptitud media para las actividades turísticas y capacidad de acogida media para las actividades
agropecuarias. 2.708 22,5%
III Incompatibilidad baja en áreas
con aptitud alta solo para actividades agropecuarias
Representa zonas con una capacidad de acogida alta o muy alta para actividades agropecuarias, y una aptitud media, baja o muy
baja para las actividades turísticas. 5.590 46,4%
II Incompatibilidad baja en áreas
con aptitud alta solo para actividades turísticas
Representa sectores con una aptitud alta o muy alta para actividades turísticas, y una capacidad de acogida media, baja o
muy baja para las actividades agropecuarias. 523 4,3%
I Incompatibilidad baja por aptitud
baja para actividades agropecuarias y turísticas
Representa zonas con aptitud baja o muy baja para las actividades turísticas y capacidad de acogida baja o muy baja para las actividades agropecuarias. Identifica las áreas con el menor conflicto por ocupación del suelo en el área de estudio. 310 2,6%
Total 12.039 100,0% Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2000, 2004, 2019a).
101
Figura 18. Mapa de la EMO de la incompatibilidad territorial dentro del área de
estudio. Fuente: Elaboración propia a partir de datos de Instituto Geográfico Agustín Codazzi (2000, 2004, 2019a).
Igualmente, la distribución geográfica de los resultados de la EMO es similar a la
presentada en los mapas las dos EMC elaboradas anteriormente. Las zonas de
categoría V, con alta incompatibilidad entre las dos actividades, se concentran
principalmente en las veredas Paradero 1, Tetilla, Manuel del Sur y Potrerillo;
dentro de estas, se localizan en los sectores contiguos al límite del suelo urbano y
sobre los principales ejes viales de la región (Figura 18). Debido a estas
características de accesibilidad y su cercanía a áreas urbanas, el conflicto por el
uso del suelo es alto, de modo que se deben establecer medidas para definir los
tipos de uso a desarrollar en estos sectores, protegiendo las economías agrarias.
En cuanto a la categoría III, su localización se presenta en diferentes parches del
área de estudio, pero con una mayor extensión en Paradero 1, Limoncitos, Tetillas,
Manuel del Sur, Guabinal Plan, Agua Blanca y Potrerillo (Figura 18). La región
102
cuenta con un área extensa para dinamizar actividades agro-productivas,
considerando que históricamente se han desarrollado dentro de los tres municipios
y que sus condiciones físicas o socioeconómicos facilitan a su fomento.
Las áreas clasificadas con categoría II se ubican de manera más dispersa a causa
de su menor extensión, pero se concentran en algunos núcleos de las veredas El
Topacio, Paradero 1, Manuel del Sur, Limoncitos, Tetilla y Guabinal Plan; cerca de
las cabeceras municipales o sobre las vías principales. Estos factores son
atractivos para la implementación de instalaciones turísticas en la zona, y se
podrían fomentar en estas áreas. Finalmente, las categoría IV y I se sitúan en las
áreas montañosas del área de estudio, en las que también se han presentado las
menores calificaciones dentro de las dos EMC realizadas; por ende presentan una
baja aptitud para el desarrollo tanto del turismo como de las economías agrarias,
ubicándose especialmente en los sectores montañosos de las veredas Santa
Helena, Guabinal Plan, Aguablanca, Potrerillo, La Virginia y El Paso (Figura 18).
A causa de las condiciones de pendiente, su geomorfología asociada a cadenas
montañosas y cimas, y la existencia de una cobertura boscosa frondosa, se
aconsejaría implementar usos asociados a la protección ambiental; o en algunos
sectores de categoría IV, desarrollar de manera restringida alguna de las dos
actividades económicas analizadas.
103
4. Discusión
De acuerdo con los resultados obtenidos dentro del presente estudio, los
municipios analizados presentan características que les permiten desarrollar tanto
actividades agrarias como turísticas en distintas partes de sus zonas rurales. En
efecto, cerca del 70% de la zona presenta una capacidad de acogida alta o muy
alta para las actividades agropecuarias (Tabla 16); al tiempo, aproximadamente el
28% del área tiene una aptitud alta o muy alta para la actividad turística. La relación
entre las dos actividades se convierte problemática en los sectores en donde los
valores altos o muy altos de aptitud para ambas coinciden en los mismos ámbitos
geográficos o veredas, en donde el potencial del territorio es adecuado para las
dos. Esto produce un conflicto socioespacial, que se interpreta en términos de
incompatibilidad territorial de una respecto a la otra.
En efecto, aproximadamente un 24% del área de estudio presenta una alta
incompatibilidad territorial entre las actividades turísticas con respecto a las
dinámicas rurales tradicionales, identificadas con la categoría V en los resultados
de la evaluación multiobjetivo (Tabla 22). Las condiciones que llevan a dicho
conflicto se deben a un conjunto de características que permiten un potencial alto
del territorio para la realización de las dos actividades. En cuanto a los aspectos
físicos, el área de estudio se encuentra en un clima cálido seco y un relieve de
llanuras de inundación con pendientes menores a los 10° de inclinación,
convirtiéndola en un sitio muy atractivo para desarrollar el turismo de balnearios e
incrementar la construcción de segundas viviendas.
Al mismo tiempo, las veredas analizadas cuentan con suelos muy aptos para la
explotación agrícola y ganadera. Los suelos de clase II y III ocupan cerca del 63,6%
de las veredas estudiadas, presentando una alta capacidad para este tipo de
economías. Estos municipios también son irrigados por varias fuentes de agua y
presentan una red vial extensa, características que facilitan la producción
agropecuaria, pero que también son ideales para la implementación del turismo
residencial. Igualmente, las veredas presentan una alta fragmentación espacial,
104
con el 95,4% de los predios existentes con un tamaño menor a 10 hectáreas (Tabla
14); aspecto que reduce el área disponible para la implementación de economías
agrarias, dificulta la permanencia de las familias campesinas en su territorio y
facilita la construcción de condominios o parcelaciones en áreas con un alto
potencial para promover economías rurales más tradicionales.
Por estas condiciones, existe una incompatibilidad alta porque ambas actividades
deben competir dentro del territorio para acceder a sectores con una aptitud
adecuada para su realización, y en donde el turismo tiene un mayor fomento por
su alta rentabilidad. Esto se corrobora con los cambios en los usos del suelo y en
la producción agropecuaria, ya que algunos cultivos han reducido sus áreas
cosechadas hasta en un 90% durante las últimas tres décadas, mientras las zonas
urbanas y turísticas han mantenido un crecimiento constante durante este periodo
de tiempo (Tabla 8, Tabla 11). Se observa una relación entre la reducción de estas
coberturas agrícolas con la expansión de instalaciones turística o de segunda
vivienda sobre coberturas que anteriormente presentaban cultivos o pastos.
Sin embargo, las áreas con alta incompatibilidad deberían destinarse
principalmente para el desarrollo de actividades agro-productivas y restringir sobre
ellos la expansión de procesos de suburbanización. Estos deberían concentrarse
sobre los suelos clasificados con categoría II en la evaluación multiobjetivo, con
una alta aptitud turística que no presenta un conflicto significativo con la producción
agrícola o ganadera. Además, debe aprovecharse el extenso potencial de la
categoría III de dicha clasificación, equivalente al 46% del área de estudio (Tabla
22) en donde la capacidad de acogida es alta para los usos agropecuarios y la
competencia territorial no es tan relevante debido a su media o baja aptitud
turística. Se deduce que el potencial del territorio de las veredas estudiadas en
Girardot, Ricaurte y Flandes está fuertemente ligado a una vocación agraria.
A causa de lo anterior, se reconoce que el desplazamiento de las economías
agrarias a causa del desarrollo de actividades turísticas o urbanas es un problema
presente dentro del caso de estudio, y que también se ha señalado reiterativamente
en diferentes planes de ordenamiento territorial y en la gestión territorial. Aun así,
105
el abordaje de esta problemática no se ha realizado con un análisis técnico
detallado que ayuda a evaluar y espacializar el nivel de presión de las dinámicas
turísticas sobre lo agropecuario en las zonas de frontera urbano-rural, sin darle una
valoración adecuada la incompatibilidad existente.
En este sentido, el método desarrollado en esta investigación es una herramienta
adecuada para identificar la incompatibilidad territorial, a partir del análisis de un
conjunto de atributos físicos y socioeconómicos del territorio que espacializa el
conflicto existente entre las actividades turísticas y las dinámicas rurales
tradicionales, identificando los sectores en los que se localiza cada nivel de
incompatibilidad territorial entre ambas actividades. A pesar del bajo uso que se les
ha dado a las herramientas mencionadas dentro de esta problemática, su
utilización facilita la toma de decisiones porque permite proponer una clasificación
más adecuada de los usos del suelo dentro de los municipios, con base en los
conflictos territoriales identificados entre actividades económicas. Igualmente, la
metodología de la evaluación multicriterio es adecuada para identificar el potencial
del territorio en diferentes sectores económicos, presentando zonificaciones
construidas a partir de la combinación de distintas variables que delimitan los
sectores más aptos para realizar alguna actividad dentro del territorio.
Sin embargo, se encontraron limitantes que dificultaron la revisión de las
actividades económicas estudiadas, y que hubieran permitido la elaboración de una
metodología con más detalle en los resultados. Por ejemplo, no se encontraron
suficientes datos con respecto a la ocupación laboral de los habitantes rurales.
Desde las bases de datos del DANE, la información no estaba disgregada a nivel
veredal; mientras que los datos de la encuesta SISBEN, la cual presenta algunas
características del origen de las fuentes de ingreso de los pobladores encuestados,
solo se obtuvieron por parte de la administración municipal de Ricaurte; de los
demás municipios la información no pudo ser suministrada. Por ende, esta variable
no se pudo integrar como criterio en la evaluación, pero sería adecuado que estos
datos pudieran ser accesibles para próximas investigaciones. También, se
aconseja que en esta encuesta sean incluidas preguntas asociadas a asuntos
106
agrarios, para tener un mayor detalle de la ocupación laboral y las fuentes de
ingreso de los habitantes rurales.
Por otra parte, algunos criterios podrían tener un nivel de detalle más alto y producir
información de mayor precisión. A modo de ejemplo, la escala de la clasificación
de suelos por capacidad de usos es de 1:100.000 cuando para este tipo de estudios
de nivel veredal sería más adecuado que se presentara a 1:25.000 para tener una
delimitación de suelos más detallada. Igualmente, datos como el precio del suelo
por metro cuadrado estarían mejor representados si se encontrara valorado para
cada predio o con una clasificación geoeconómica más precisa. Por lo tanto, todos
estos problemas metodológicos quedan como recomendaciones a futuro para que
las entidades desarrollen estudios más precisos en estas variables y puedan ser
aplicados en nuevas investigaciones.
Se recalca que la metodología para estas investigaciones debe acompañarse de
visitas a campo que corroboren los resultados obtenidos desde las evaluaciones
multicriterio o multiobjetivo. Si bien este instrumento no fue un elemento central
dentro de la investigación, las visitas en campo permitieron reconocer la reducción
en las coberturas asociadas a la agricultura y la expansión de los desarrollos
inmobiliarios turísticos. Además, ayudaron a conocer las percepciones de
diferentes funcionarios públicos y campesinos con respecto a los cambios en las
dinámicas rurales, y corroborar con los habitantes locales la pérdida de las
actividades agrícolas y pecuarias, conforme se ha incrementado la vocación
turística dentro de los municipios estudiados.
Por otra parte, será necesario que la toma de decisiones realizada con base en los
resultados de las técnicas utilizadas esté acompañada de su respectiva
normatividad en el ordenamiento territorial, especialmente la relacionada con los
usos del suelo rural y suburbano de los municipios. El decreto 1077 de 2015
establece que los planes de ordenamiento deberán incorporar las áreas para la
producción agrícola y ganadera dentro de sus categorías de protección del suelo
rural, incluyendo los suelos clasificados con clase I, II y III (Ministerio de Ambiente
Vivienda y Desarrollo Territorial, 2007); por lo cual las áreas que presentan una alta
107
capacidad de acogida en este ámbito deberán ser clasificados como suelos de
protección destinados para actividades agro-productivas. Asimismo, las
administraciones locales deberían identificar las diferentes políticas públicas
rurales existentes, como la Ley 1876 de 2017 y el documento CONPES 3866, en
los cuales se proponen estrategias para la incentivación de las actividades
productivas agrarias a través de programas para la innovación, capacitación y
financiamiento de proyectos agro-productivos.
Al revisar los planes de ordenamiento de los tres municipios, en todos se presentan
diferentes categorías asociadas a la protección y mantenimiento de áreas para
actividades agropecuarias; como también delimitaciones de las áreas para la
vivienda campestre; incluyendo las respectivas normas de densidad de vivienda
rural, índice de ocupación, entre otras reglamentaciones. Sin embargo, se
presentan diferencias en los usos que se permiten entre municipio. Por ejemplo, en
las zonas agropecuarias está prohibida la vivienda campestre dentro del Plan de
ordenamiento de Girardot, mientras que el Esquema de ordenamiento de Flandes
las permite como un uso condicionado. Además, este último es más permisivo y
fomenta áreas donde se permiten actividades turísticas asociadas a segundas
residencias en sectores aledaños al aeropuerto Santiago Vila, en el municipio de
Flandes, y en centros poblados rurales.
El caso más crítico es del Esquema de ordenamiento de Ricaurte, el cual solo
cuenta con su primera formulación y no se ha actualizado desde el año 2000; si
bien presenta normativa para la parcelación y para los usos del suelo relacionados
con actividades agropecuarias, la norma es muy general y no ha incorporado los
lineamientos de ordenamiento rural establecidos en el decreto 3600 de 2007, que
después se incorporaron en el decreto 1077 de 2015, y que si fueron acogidos por
los otros dos municipios. De esta manera, será necesario que los municipios
cumplan con las normativas propuestas dentro de estos planes, protegiendo las
actividades rurales tradicionales, como también deben promover usos del suelo
que articulen las actividades agropecuarias y turísticas en sectores de parcelación
o vivienda campestre. Asimismo, se aconseja que el municipio de Ricaurte realice
108
la revisión y ajuste de su Esquema de ordenamiento territorial, acogiendo la nueva
normativa.
Finalmente, el análisis de los resultados obtenidos permite identificar un fenómeno
de incompatibilidad territorial en sectores de frontera urbano-rural, en donde los
procesos de suburbanización fomentados por el turismo transforman las dinámicas
rurales y conforman una ruralidad metropolitana, en la cual se presentan conflictos
por la ocupación del suelo y se crean una mixtura entre usos rurales y urbanos.
Para los tres municipios analizados, la actividad agrícola se ha reducido en
extensión porque debe competir por el acceso a suelos que también son muy aptos
para el turismo metropolitano, caracterizado por el emplazamiento de condominios,
parcelaciones y zonas de balnearios. En esta competencia, el turismo tiene una
mayor promoción debido a su alta rentabilidad frente a las economías agrarias,
evidenciado en el incremento de la extensión de coberturas urbanas o turísticas.
Esta incompatibilidad produce procesos de desagrarización y descampesinización,
relacionados también con problemáticas estructurales de la misma ruralidad que
dificulta el mantenimiento de la población dentro de los espacios rurales.
Este caso de estudio es ejemplo de una problemática presente en diferentes zonas
del país e inclusive en otros países (Gascón, 2016), en donde la expansión del
turismo residencial ha transformado las dinámicas de la población rural, la cual deja
de practicar las economías agrarias que anteriormente realizaban y ahora se
dedican a actividades turísticas, o que debe ceder sus tierras para que sean
adquiridas por promotores inmobiliarios. Sin embargo, desde el ordenamiento
territorial hacen falta más estudios que revisen este asunto; las investigaciones no
deben centrarse solo en reconocer la existencia de procesos de desagrarización
causados por procesos de turismo metropolitano. También es necesario proponer
métodos para evaluar este fenómeno y, con los resultados obtenidos, presentar
lineamientos que puedan controlar este conflicto por ocupación del suelo y
desincentivar los procesos de descampesinización generados.
Es importante que los resultados obtenidos desde las evaluaciones desarrolladas
en esta investigación promuevan estrategias para la protección de las economías
109
agrarias en los sectores con alta aptitud para su desarrollo. Sin embargo, es
importante proponer formas de articular estas actividades con el turismo en los
sectores que cuentan con suficiente capacidad de acogida para su realización.
Estas zonas podrían destinarse para la implementación de proyectos
agroturísticos, que no se centren solamente en la construcción de segundas
viviendas, y por el contrario reconozca las dinámicas rurales preexistentes.
Al final, esto presenta un conflicto existente en las nuevas ruralidades, donde se
configuran espacios rurales influenciados por lo urbano con una mayor amenaza
causada por la pérdida de dinámicas rurales agrarias. Por tanto, el ordenamiento
territorial deberá proponer medidas para la coexistencia de las formas del turismo
metropolitano con las actividades rurales preexistentes; y permitir la configuración
de espacios de ruralidad metropolitana donde se mitiguen los procesos de
desagrarización y se fomente el mantenimiento de las economías agrarias.
110
5. Conclusiones y recomendaciones
Con los resultados obtenidos de las evaluaciones multicriterio y multiobjetivo se
corrobora la existencia de incompatibilidad territorial entre las formas del turismo
metropolitano con respecto a las dinámicas rurales asociadas a las actividades
agropecuarias en los municipios de Girardot, Ricaurte y Flandes. Esto se debe a
que el territorio analizado cuenta con condiciones físico-bióticas y socioeconómicas
adecuadas para el desarrollo de ambas actividades, como: bajas pendientes, un
clima cálido seco y una red vial densa, entre otros factores. Por ende, se presentan
conflictos causados por la ocupación del suelo entre los dos ámbitos, dado que
compiten por acceder a los suelos más aptos. Además son dinámicas excluyentes
entre sí, al no permitir desarrollar ambas actividades en un mismo terreno; y se
termina promoviendo la de mayor rentabilidad que, por el incremento de los precios
del suelo y la extensión de los territorios artificializados, es el turismo. Esto plantea
un problema socioeconómico, debido a que la baja rentabilidad económica de las
actividades agrarias es la que no permite a la población local mantenerlas dentro
del territorio; convirtiéndola en una de las principales razones por la que se
presenta esta incompatibilidad.
Sin embargo, la evaluación multiobjetivo presenta diferentes niveles de conflicto.
Aunque se reconocen las áreas que presentan una alta incompatibilidad dentro del
caso de estudio, también se encuentran sectores con mayor aptitud para alguna de
las dos actividades estudiadas sin tener un conflicto significativo con la otra; incluso
se presentaron sectores en donde la incompatibilidad es baja a causa de que los
criterios revisados evidencian una aptitud baja o muy baja tanto para la producción
agropecuaria como para el turismo. Estas clasificaciones sirven de base no
solamente para identificar los conflictos existentes entre usos de suelo, sino para
proponer lineamientos a cada categoría de conflicto con respecto al tipo de uso del
suelo que debería promoverse en ellos.
Por lo tanto, se aconseja que la vocación en los suelos con capacidad alta o muy
alta para la realización de actividades agropecuarias se enfoque principalmente a
111
este tipo de economías. En el caso de las áreas con alta incompatibilidad se deberá
dar prelación al fomento de economías agrarias por encima del turismo, o por lo
menos proponer iniciativas de agroturismo o turismo en espacios rurales que
permitan la articulación entre ambas. Asimismo, se propone que los desarrollos
inmobiliarios asociados al turismo metropolitano se localicen en las áreas donde la
aptitud turística es alta y no entra en conflicto con las economías agrarias. Todo
esto se sugiere tomando en cuenta que los lugares destinados a la producción
agrícola y ganadera se definen como suelos de protección dentro del ordenamiento
rural nacional.
Sin embargo, aunque existen normas e instrumentos que protegen los suelos
destinados a la producción agropecuaria, parecieran ser insuficientes para resolver
el problema de la incompatibilidad territorial dentro de los espacios de la ruralidad
metropolitana. Esto genera dos inquietudes que se centran en si estas
problemáticas se mantienen debido a problemas en la aplicación del marco
normativo existente, o debido a un conjunto laxo de normas que necesita ser más
riguroso en las categorías del suelo rural. Igualmente, se debería evaluar qué tanta
articulación existe entre los instrumentos de ordenamiento rural y los programas o
políticas públicas para los incentivos de economías agrarias. Se dejan planteadas
estas problemáticas como posibles asuntos a estudiar en futuras investigaciones,
debido a que exceden los alcances de la investigación actual.
Retomando todo lo anterior, se concluye que la incompatibilidad territorial sirve
como un referente conceptual para identificar conflictos entre actividades
económicas o usos del suelo dentro de un territorio. Para este caso, permitió
identificar las problemáticas existentes entre el turismo metropolitano y las
dinámicas de la ruralidad metropolitana, espacios en los cuales se van extendiendo
las manchas urbanas por procesos de suburbanización turística hacia espacios
rurales, los cuales se ven afectados por fenómenos de desagrarización y
descampesinización. Es necesario, por tanto, proteger las economías agrarias para
que se mantengan en estos lugares y fomentar su desarrollo desde el
ordenamiento territorial; siendo las evaluaciones multicriterio y multiobjetivo
112
metodologías adecuadas para identificar incompatibilidades y potencialidades en
el territorio.
Finalmente, se recomienda realizar nuevos estudios desde el ordenamiento
territorial que identifiquen formas de incompatibilidad territorial relacionadas con las
actividades agrarias, y propongan nuevas estrategias para su preservación. Es
aconsejable que en futuras investigaciones se utilicen variables con un nivel de
escala mucho más detallado para obtener datos más refinados y evaluar cada
variable con más detalle. Igualmente se sugiere tomar en cuenta los datos de
ocupación laboral de la población rural, los cuales darían rasgos más específicos
de las principales formas de trabajo existentes en las veredas, y permitirá identificar
si los habitantes se dedican a actividades agrarias, turísticas o realizan ambas
actividades en diferentes momentos. Por último, se aconseja seguir investigando
teóricamente el concepto de incompatibilidad territorial, debido a que hace falta el
desarrollo de más investigaciones sobre el manejo de conflictos por ocupación del
suelo desde el ordenamiento territorial.
113
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