2
Inconfundible con su enorme tamaño, su majestuoso navegar y sus cuatro chimeneas, era rápido, lujoso, confortable y orgulloso, y se lo consideraba invulnerable; pero se hundió en solo 18 minutos. La historia del transatlántico británico de 44.000 toneladas Lusitania guarda enormes parecidos con la del Titanic (incluido el compartir historias semejantes de valor y cobardía, y hasta algunos pasajeros). Los dos eran tenidos por insumergibles —desafiando arrogante e imprudentemente al destino— y ambos acabaron en el fondo del mar, arrastrando con ellos a buena parte de su tripulación y pasaje. El Titanic se fue a pique de noche en abril de 1912, causando 1.514 muertos, al chocar con un iceberg en un desafortunado accidente que ha hecho correr ríos de tinta (y celuloide). El Lusitania, tres años después, el 7 de mayo de 1915, hace ya casi un siglo, de día, provocando la muerte de 1.195 personas, incluyendo 123 pasajeros estadounidenses, 94 niños (viajaban 95) y 27 de los 39 bebés a bordo. Se hundió cerca de la costa sur de Irlanda tras encajar un único torpedo del submarino alemán U-20 en un episodio en el que, según algunas evidencias, cabría ver la mano negra del Almirantazgo británico, deseoso de implicar de una vez por todas a los reticentes EE UU en la I Guerra Mundial. Uno de los que sospechan la existencia de ese complot es el escritor Erik Larson, el autor de En el jardín de las bestias, del que acaba de aparecer en castellano Lusitania (Ariel), una extraordinaria y apasionante reconstrucción histórica de la última singladura del transatlántico de la compañía de vapores Cunard de Liverpool y su hundimiento que se lee, y valga el tópico, como una novela, y con mucho suspense. Larson, que pone rostro humano a la tragedia familiarizando al lector a lo largo de las páginas con los personajes de la misma, desde los pasajeros del Lusitania y su capitán, William Thomas Turner, al comandante del submarino que fue su némesis, el Kapitänleutnant Walther Schwieger, sostiene que las autoridades británicas no protegieron al barco, pese a ser evidente el peligro que corría, en la consideración de que su hundimiento provocaría la indignación mundial y conduciría a la entrada de EE UU en la guerra en el bando de los Aliados. En todo caso, si hubo tal estrategia, no funcionó. El autor sospecha que se dejó hundir el buque para que EE UU abandonara su neutralidad en la I Guerra Mundial “Efectivamente”, explica Larson, “los EE UU no entraron en guerra hasta dos años después del hundimiento, y fue a causa del telegrama Zimmermann (en el que el imprudente secretario de Exteriores alemán instruía a su embajador en México para que propusiera una alianza contra EE UU), y de hecho cuando el presidente Wilson dio su famoso discurso al Congreso pidiendo la declaración de guerra ni siquiera mencionó al Lusitania”. Fue en todo caso la del Almirantazgo británico con el barco una actuación negligente y desaprensiva, que bordeó lo criminal. Churchill, entonces Primer Lord del Almirantazgo, ¿es el villano oculto de la historia del Lusitania? “Es difícil de decir. No hay documentos que hagan recaer directamente la culpabilidad en Churchill o el Almirantazgo. Sin embargo, permanece el misterio de porqué se permitió al Lusitania, al que los alemanes habían amenazado, entrar en aguas en las que se sabía que un submarino estaba cazando, y sin ofrecer escolta o sin tratar de desviar el transatlántico a otra ruta disponible mucho más segura. La evidencia es abrumadora, pero eso no constituye una prueba absoluta de conspiración”. El Lusitania era un barco bellísimo y magnífico, capaz de navegar a 25 nudos (50 kilómetros por hora) y dejar atrás, en principio, a cualquier submarino que lo

Inconfundible Con Su Enorme Tamaño

Embed Size (px)

DESCRIPTION

inc

Citation preview

  • Inconfundible con su enorme tamao, su majestuoso navegar y sus cuatro chimeneas, era rpido, lujoso, confortable y orgulloso, y se lo consideraba invulnerable; pero se hundi en solo 18 minutos. La historia del transatlntico britnico de 44.000 toneladas Lusitania guarda enormes parecidos con la del Titanic (incluido el compartir historias semejantes de valor y cobarda, y hasta algunos pasajeros). Los dos eran tenidos por insumergibles desafiando arrogante e imprudentemente al destino y ambos acabaron en el fondo del mar, arrastrando con ellos a buena parte de su tripulacin y pasaje. El Titanic se fue a pique de noche en abril de 1912, causando 1.514 muertos, al chocar con un iceberg en un desafortunado accidente que ha hecho correr ros de tinta (y celuloide). El Lusitania, tres aos despus, el 7 de mayo de 1915, hace ya casi un siglo, de da, provocando la muerte de 1.195 personas, incluyendo 123 pasajeros estadounidenses, 94 nios (viajaban 95) y 27 de los 39 bebs a bordo. Se hundi cerca de la costa sur de Irlanda tras encajar un nico torpedo del submarino alemn U-20 en un episodio en el que, segn algunas evidencias, cabra ver la mano negra del Almirantazgo britnico, deseoso de implicar de una vez por todas a los reticentes EE UU en la I Guerra Mundial.

    Uno de los que sospechan la existencia de ese complot es el escritor Erik Larson, el autor de En el jardn de las bestias, del que acaba de aparecer en castellano Lusitania (Ariel), una extraordinaria y apasionante reconstruccin histrica de la ltima singladura del transatlntico de la compaa de vapores Cunard de Liverpool y su hundimiento que se lee, y valga el tpico, como una novela, y con mucho suspense. Larson, que pone rostro humano a la tragedia familiarizando al lector a lo largo de las pginas con los personajes de la misma, desde los pasajeros del Lusitania y su capitn, William Thomas Turner, al comandante del submarino que fue su nmesis, el Kapitnleutnant Walther Schwieger, sostiene que las autoridades britnicas no protegieron al barco, pese a ser evidente el peligro que corra, en la consideracin de que su hundimiento provocara la indignacin mundial y conducira a la entrada de EE UU en la guerra en el bando de los Aliados. En todo caso, si hubo tal estrategia, no funcion.

    El autor sospecha que se dej hundir el buque para que EE UU abandonara su neutralidad en la I Guerra Mundial

    Efectivamente, explica Larson, los EE UU no entraron en guerra hasta dos aos despus del hundimiento, y fue a causa del telegrama Zimmermann (en el que el imprudente secretario de Exteriores alemn instrua a su embajador en Mxico para que propusiera una alianza contra EE UU), y de hecho cuando el presidente Wilson dio su famoso discurso al Congreso pidiendo la declaracin de guerra ni siquiera mencion al Lusitania. Fue en todo caso la del Almirantazgo britnico con el barco una actuacin negligente y desaprensiva, que borde lo criminal. Churchill, entonces Primer Lord del Almirantazgo, es el villano oculto de la historia del Lusitania? Es difcil de decir. No hay documentos que hagan recaer directamente la culpabilidad en Churchill o el Almirantazgo. Sin embargo, permanece el misterio de porqu se permiti al Lusitania, al que los alemanes haban amenazado, entrar en aguas en las que se saba que un submarino estaba cazando, y sin ofrecer escolta o sin tratar de desviar el transatlntico a otra ruta disponible mucho ms segura. La evidencia es abrumadora, pero eso no constituye una prueba absoluta de conspiracin.

    El Lusitania era un barco bellsimo y magnfico, capaz de navegar a 25 nudos (50 kilmetros por hora) y dejar atrs, en principio, a cualquier submarino que lo

  • persiguiera sumergido (su gemelo, el Mauretania, haba sido convertido en transporte de tropas al empezar la guerra). En 1915 haba completado ya 201 travesas del Atlntico. En la ltima viajaba un nico espaol, Vicente Egaa, un joven bilbano que dej alto el pabelln comportndose muy caballerosamente (salv a mujeres y nios y cedi con galantera su sitio en el bote a una de las primeras, lanzndose l al agua con lo puesto) y adems sobrevivi! Tuvo ms suerte que otro ilustre compatriota que un ao despus, en marzo de 1916, se ahogara tratando infructuosamente de salvar a su esposa al torpedear el UB-29 el vapor Sussex en el Canal de la Mancha: el compositor Enrique Granados.

    En la gran catstrofe naval murieron 1.195 personas, incluidos 27 bebs

    Como el Titanic, el Lusitania llevaba tesoros que se fueron al fondo con l. Entre ellos una rara edicin de Cuento de Navidad de Dickens que perteneci al propio escritor y en el que este haba hecho anotaciones, y unos grabados de Thackeray para ilustrar sus propias obras. Eran propiedad del coleccionista Charles Lauriat que los llevaba consigo a Londres. El Lusitania cargaba asimismo en sus bodegas 1.250 cajas de proyectiles de artillera y 4.200 cajas de municin de rifle para el ejrcito britnico.

    El capitn Turner era un profesional avezado que haba naufragado varias veces y ganado una medalla al herosmo por salvar a un grumete lanzndose al mar para rescatarlo. Tras el desastre del Titanic una de cuyas consecuencias fue que el Lusitania llevaba botes salvavidas de sobra , Turner fue uno de los capitanes convocados para testificar como expertos en el caso y declar que viajar tan rpido con icebergs en las inmediaciones haba sido una barbaridad. El Gobierno britnico, probablemente para camuflar su propia responsabilidad, trat de hacer culpable a Turner del hundimiento del Lusitania. Finalmente, tras un tiempo en dique seco, al capitn le asignaron otro buque, de tropas, y lo volvi a hundir un submarino torpedendolo! Murieron 158 soldados y tripulantes y Turner se salv otra vez. Parece un personaje de Joseph Conrad. Bueno, responde Larsen, no es Kurtz, pero resulta un tipo interesante. Un marino de la vieja escuela. Taciturno. Capaz. No le gustaban los compromisos sociales que comportaban ser capitn de un transatlntico y una vez se refiri a los pasajeros como 'malditos macacos'. Creo que su mayor problema era la incapacidad de entender el verdadero peligro que los submarinos significaban para el transporte de pasajeros civiles.