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Influencia de la Iglesia de Cartago en las Iglesias Hispanas (A propósito de un artículo de J M” Blázquez) MANUEL SOTOMAYOR RESUMEN.—Como continuación de la controversia sobre el supuesto «origen africano del cristianismo hispano’>, se insiste aquí de nuevo en la imposibilidad de atribuir un origen único a las diferentes Iglesias que fueron fundándose en las provin- cias romanas de la Península Ibérica. Se vuelve a insistir igualmente en que los argu- mentos en favor de que tal tesis se proponen, sólo probarían en todo caso influencias, pero no necesariamente origen. Por último y principalmente, se analiza el nuevo argu- mento propuesto recientemente por J. M. 0 Blázquez, según el cual, la disciplina practi- cada por las Iglesias de Mérida y de León-Astorga. en el caso de los obispos apóstatas Basílídes y Marcial, era una disciplina propia de Cartago y contraria a la practicada en Roma. Pero la carta 55 de Cipriano contradice expresamente esta opinión, porque en ella —como también en un párrafo de la carta 67— explica expresamente que esa práctica era común a las Iglesias de Roma y de Cartago ya «todos los obispos del mundo’>. El tema de estas consideraciones es otra vez el de los supuestos oríge- nes africanos del cristianismo hispano. El titulo puede ser que no lo refle- je con claridad, al menos a primera vista, precisamente porque cada una de las palabras han sido elegidas casi como resumen de todo el contenido. En efecto, creo que, por una parte, ya va siendo hora de evitar el concepto de «orígenes» y limitarnos al mas modesto y único probado de «influen- cia»; por otra parte, me parece que «cristianismo africano» es un concep- to demasiado amplio e indefinido, que se presta a resolver y confundir re- giones y circunstancias tan diferentes entre como el Africa proconsular y la Mauritania tingitana. Lo mismo se ha de decir del «cristianismo his- pano». No creo que en nuestros días exista ningún historiador que conci- ba Hispania. ni mucho menos el cristianismo, como un bloque unitario. No se puede comprender, por consiguiente, qué significado pueda darse a ese «cristianismo hispano» al que. sin ser unitario ni como cristianismo como hispano, se le quiere buscar un origen único. Las comunidades cristianas que iban surgiendo en diferentes ciudades de nuestra Península eran otras tantas Iglesias hispanas que, por mucha conciencia que poseye- sen de comunión entre y con las demás Iglesias del Imperio, vivían cada una su propia vida y procedían cada una de los primeros transmisores del Gerión, 7. 1989 - 277/287 - Editorial de la Universidad Complutense de Madrid.

Influencia de la Iglesia de Cartago en las Iglesias Hispanas (A … · 2017. 4. 30. · Influencia de la Iglesia de Cartago en las Iglesias Hispanas (A propósito de un artículo

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  • Influenciade la Iglesia de Cartago enlas IglesiasHispanas(A propósitode un artículo de

    J M” Blázquez)

    MANUEL SOTOMAYOR

    RESUMEN.—Como continuación de la controversiasobre el supuesto«origenafricano del cristianismohispano’>, se insiste aquí de nuevoen la imposibilidad deatribuir un origenúnicoa lasdiferentesIglesiasquefueron fundándoseen lasprovin-ciasromanasde la PenínsulaIbérica. Se vuelvea insistir igualmenteen que los argu-mentosen favor de quetal tesis se proponen,sólo probaríanentodo casoinfluencias,perono necesariamenteorigen. Por último y principalmente,seanalizael nuevoargu-mentopropuestorecientementeporJ.M.0 Blázquez,segúnel cual, la disciplina practi-cadapor las Iglesiasde Mérida y de León-Astorga.en el casode los obisposapóstatasBasílídesy Marcial, era una disciplinapropia de Cartagoy contrariaa la practicadaen Roma. Pero la carta55 de Cipriano contradiceexpresamenteestaopinión, porqueen ella —comotambiénen un párrafo de la carta 67— explica expresamentequeesaprácticaera común a las Iglesiasde Romay de Cartagoy a «todos los obispos delmundo’>.

    El temade estasconsideracioneses otra vez el de los supuestosoríge-nesafricanosdel cristianismohispano.El titulo puedeserqueno lo refle-je con claridad,al menosa primeravista,precisamenteporquecadaunade las palabrashansido elegidascasicomoresumende todoel contenido.En efecto,creoque,por unaparte,ya va siendohoradeevitar elconceptode «orígenes»y limitarnos al masmodestoy único probadode «influen-cia»;porotra parte,me pareceque«cristianismoafricano»es un concep-to demasiadoamplio e indefinido,quese prestaa resolvery confundirre-gionesy circunstanciastan diferentesentresícomo el Africa proconsulary la Mauritaniatingitana.Lo mismo se ha de decirdel «cristianismohis-pano».No creoqueen nuestrosdíasexista ningúnhistoriadorqueconci-ba Hispania.ni mucho menosel cristianismo,como un bloqueunitario.No se puedecomprender,por consiguiente,quésignificadopuedadarseaese«cristianismohispano»al que. sin serunitario ni comocristianismoní como hispano,se le quierebuscarun origen único. Las comunidadescristianasqueibansurgiendoen diferentesciudadesde nuestraPenínsulaeranotrastantasIglesiashispanasque, pormuchaconcienciaqueposeye-sende comuniónentresí y conlas demásIglesiasdel Imperio,vivían cadaunasupropiavida y procedíancadaunadelos primerostransmisoresdel

    Gerión, 7. 1989 - 277/287 - Editorial de la UniversidadComplutensede Madrid.

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    evangeliollegadosa cadaciudady no de ningunamisiónvenidade Africao de Romaconel encargoen exclusivade fundarla Iglesiaen lo quemu-chos siglos despuésse llamaráEspaña.

    Creoquehayunarazónhistóricaqueexplica,aunqueno justifica. esteextrañohechodel ínantenimientotodavíadel equívocoanacroíiismodelorigenúnico de nuestrocristianismo.M. C. Díazy Diaz.en su ímportantetrabajo«En torno a los origenesdel cristianismohispánico»,recuerdaoportunamenteal principio. refiriéndosesobre todo al pasado.que«enbuenaparte,la exarcerbacióndela discusiónen torno a las primerasacti-vidadesdel cristianismoen la Penínsulaprovienedel deseohondoy acu-cíante.de presentarunaIglesiacuyos remotosorígenesempalmaninme-diatamentecon los apóstoles»2.Ahí estala clave.Una nación quese pre-ciaseno podía permitir quesu cristianismono procediesede algúnApós-tol. A este prurito infantil de ascendenciaapostólicaservía de baseysustentola idea simplistade una Iglesiaperfectamenteestructuradadesdesus mismoscomienzos,capazde sertransplantadade una nación a otrapor obra y graciade algunode los discípulosde Cristoo de susinmedia-tos enviados.

    El deseode apostolicidaddirectaencontróenSantiagosuprimeraconfi-guraciónen forma deleyenda,aceptadageneralmentedurantesigloscomorealidadhistórica.Paralelamente‘a la tradición nórdicasantiaguistasurgelaleyendadel sur; la de los sietevaronesordenadosen Romapor los Apósto-les paraqueimplantasenel cristianismoen Hispania;leyenda,estaúltima.queen tiemposposterioresse trató de armonizarconla de Santiago.

    Cuandoel progresoen los métodosde investigaciónhistóricadebilitanla credibilidadde ambasexplicaciones.la atenciónse concentraen el ma-nifestadQdeseode SanPablode venir a Hispania.Por fin, unavez elimi-nadala necesidadde acudir a la figura única de un supuestoApóstolevengelizadorde España.Díazy Díaz.en ¡967. apoyasusinvestigacionesen documentoshistóricossólidos,conla intenciónde «estudiarel cristia-nismo en la Península,en los primerostiempos>’3. Sin extendersus con-clusionesmásallá de lo permitidopor los argumentos.Díazy Díaz hablaprudentementede «uncontactoprofundoy redical entrela iglesiaespaño-la y la africana»

  • Influencia de la IglesiadeC’anago en... 279

    A partir de estedocumentadotrabajo,otros historiadoreshanvueltosobrelos mismosargumentosy hanaportadootros nuevosque parecenconfirmarel influjo africanoen Hispania.Pero,en vez deganarseen pre-cisión. desarrollandolas matizacionesde Díaz y Díaz y distinguiendocadavez másentreinflujos yorigen,se ha dadoun pasoatrás,segúncreo,conafirmacionesrotundasquea vecesestánen abiertacontradicciónconunaideacadavez másclaray a vecesexagerada.de la autonomíade cadaIglesia local y de la variedade independenciade los diversosinflujos quepuedenadvertirsetanto en los textoscomo en los restosarqueológicosenquese basanuestroconocimientodel cristianismoen Hispania.

    Movidos por los importantesargumentosde Diaz y tJíaz y de J. M.~Blázquezprincipalmente7,no pocoshan llegadoa considerarcasicomoverdadadquirida«el origen africano»de «nuestrocristianismo»Me in-cluyo en estegrupo, por lo queal pasadose refiere,ya que,algunosañosdespués,cambiéde opinión. Lo queme hizo caeren la cuentade la nece-sídaddeunamayorprecisiónenlos términosmismosen quese planteabael problema,y de mayorprudenciaen las conclusionesquese sacabandelos argumentosaducidos,fue precisamentela especialatenciónquehubedeprestara los citadostrabajoscuandomedisponíaa exponery defendersus tesisen el trabajode síntesisque preparabaparaunahistoria de laIglesiaen la Españaromana.Pido excusaspor introduciraquíestaanéc-dotameramentepersonal,perocreoútil hacerbrevemenciónde ella,paraquese comprendaquelas matizacionesquehe publicado,tantoen dichahistoria comoen la ponencialeída en la «11 Reuniód’arqueologíapaleo-cristianahispánica»8, no provienende ningúndeseodeinciar unacontro-versia,sino quesonlas reflexionesquehubede hacermea mí mismocan-do me convencíde que los conceptosy los argumentosquepretendíare-sumir y defenderme planteabanunaseriede dificultadesque me obliga-banal menosa ponerlosen cuarentena.

    A distanciaya de varios años,deseariaresumiraquíbrevementeenquéestadocreoque se encuentraahora la investigaciónsobre la proce-denciade nuestrasprimitivas Iglesiasy como hemosde juzgarla impor-tanciadela influenciade las Iglesiasnorteafricanasen nuestraPenínsula.

    Por lo que se refiere al modo de plantearel problema,desdequemepronunciésobreello en las citadaspublicacionesno sé quehayahabidoní unasola respuestanegativaami planteamiento.aunquela fuerzade lainercia se deje sentirtodavíano pocasvecesen la repeticiónmáso menosrefleja de los mismostérminos impropiosde «origen»,«Iglesiahispana».«Iglesiaafricana».No insisto másen esteparticular,porque?a me he re-ferido aél al principio de estetrabajoy mi posturaquedareflejadahasta

    7. 1. MA Blazquez,Posibleorigenafricano delcristianismoespañol:ArchEspArq.40(1967)30-50.ID.. Orígenesafricanosdel cris¡ianistno españoL en: Imageny Mito (Madrid 1977)467-494.

    8. Barcelona1982. pp. 11-29.

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    en su título. Por otraparte.hahabidoya quien,comoSayasAbengochea.ha escrito: «Pero~de lo que fueron, por un lado,relacionesinnegablesen-tre las comunídadescristianashispanasy africanasy, por otro, influen-ciasafricanasampliasy.diversas.se ha pasado,quizácon excesivaauda-cía,~antela falta de evidenciadecisiva,a la firmeconsideraciónde la pro-cedenciaafricanadel cristianismoprimitivo hispano»9.

    La atenciónhacia el Africa cristiana,con respectoa su influenciaenlas Jglesiasde nuestraPenínsula,comenzópor la arqueologíay el arte.cuandoR. Lantier publicó en ¡935 su artículo «Lesarteschrétiensde laPéninsuleibérique et de l’Afrique du Nord» t«.

    En mis rublicacionesantescitadassubrayérepetidasvecesla eviden-cia del influjo africano en nuestraarqueologíapaleocristiana.Sobre elparticularhaninsistidotambiénotros muchosautores;en España,princi-palmente.Palol.Schlunk,Balil y Blázquez.No creoquehayamuchonue-vo queañadiren esalínea a lo ya dicho. H. Schlunkha demostradosinlugar a dudasla influenciade Cartagoen el taller de sarcófagosde Tarra-gona ‘. P. SanmartínMoro y P. de Palol han ilustradoel influjo africanoen el usode las célebresmensasen sigma parael culto de los difuntos,talcomose hanhalladoen Cartagena12 P.de Palol ha estudiadolos ladrillosestampadosde la Bética: el mimo Palol. Balil y otros hantratadode losmosaicossepulcrales,etc. Enlo que yo quisieraseguirllamandola aten-ción es en que todoesteinflujo se manifiestalo máspronto a partirde losúltimos añosdel siglo IV, nadatienequever conlos orígenes,ni siquierade esasIglesiasen las queaparecemanifiesto,porqueun influjo a finalesdel siglo IV o ya en el siglo y es demasiadotardío pararelacionarloconlosorigenes:y porque,domoya he señaladoen mis trabajoscitados,preci-samentetodocuantode restoarqueológicopaleocristianose conoceen laPenínsulacon fechaanterior,es decir,a lo largo de todoel siglo IV. es deinfluenciaromana,constantinopolitanau oriental,peronuncadel Africa,si no es, y sólo parcialmente,en el pequeño,aisladoy peculiargrupo delos sarcófagode la Bureba.

    Pero,ademásde esto,hay queinsistir en la prudenciacon queconvie-neenfrentarseconel problemade unasinfluenciasqueno siemprepode-mos conocercon tanta‘claridad comoen el casodel taller de sarcófagosde Tarragona.De todoses conocidoquelos mosaicossepulcralesde laPe-nínsulaplanteandiversasincógnitascon respectoa sus modelosafrica-

    9. 1. J.SayasAbengochea,Algunasconsideracionessobrela cristianizaciónde los rascanes: Princ-Viana45(1985>37-38.

    lO. AnCuerpFacArchBiblArq.(Homenajea Mélida> 3 (1935) 237-272.II. II. Schlunk.Sarkophageauscl,risilichen Nekropolenin Kanhagound Tarragona.MadrMitt.8

    (1967) 230-258.ID., Los

  • Influenciade la Iglesiade Canagoen... 281

    nos> Y el casomásllamativo es el de las célebresbasílicascon ábsidescontrapuestos.Si nos atenemosmeramentea sus plantas,sobre todocuandoerantodavíamal conocidas,su filiación africanaparecíay se te-nía hastaahorapor evidente.Perounavez realizadostrabajosdeexcava-ción y limpieza,y conocidasmejor susplantasy fasesde construcción,elpanoramaha cambiado.T. Ulbert ha llegadoa las conclusionessiguien-tes: 1) quelas basílicasde CasaHerrera.Torre de Palmay el Germoconseguridad,y la de SanPedroAlcántaracon probabilidad,se construyerondesdeel principio conábsidescontrapuestos,mientrasqueen Africa, conexcepciónde la de Uppena.quepresentaproblemasespeciales,no existeningunaque tuviesecon seguridadlos dos ábsidesdesdeel principio; 2)que¡a técnicade construcción,el tratamientodel pavimento,la situacióndel altar, la ausenciade synthronoi.los accesosy otros pormenoressupo-nen notablesdiferenciascon las construccionessimilaresdel norte deAfrica: 3) quelas basílicasde CasaHerrera,Torre de Palmay SanPedrodeAlcántara lueronconstruidasa fines del siglo V o principios del VI, al-rededordel año500 y sin ningunaposibleinfluenciabizantina.Con laúnicaexcepcióndel ábsidecontrapuestode Orleansville(475), pareceserque los ábsidescontrapuestosafricanosno se añadenantesde finales delsiglo V.

    Por otra parte,de las cuatrorazonesde serdel segundoábsidequeN.Duval proponeparalas iglesiasnorteafricanas(inversión,sepultura,cultomartirial, razoneslitúrgicas), pareceserque la única aplicablea las denuestraPenínsulaseríala litúrgicamartirial.la cual, porotra parte,no pa-recepuedadarseen el nortede Africa antesdel 500. De todo lo cualT. UI-bert deducequedebieronde serpresupuestossemejantesen ambasregio-nes los que condujeroncontemporáneamentea solucionesarquitectóni-cassemejantes,aunquesolamenteen el surde Españafue dondese cons-tituyó un tipo arquitectónicopropio 4

    Los argumentosde T. Ulbert no excluyendel todola posibilidadde lahipótesisafricanista,pero no cabedudaquehacenaumentarlas cautelasaun en este capítuloque parecíaya un hechoevidentey comúnmenteaceptado.Por otra parte, al mismo tiempo que la influenciaafricana enEspañase va reduciendoa susjustostérminos,los másrecientesestudiosvanextendiendoesainfluenciaa otros lugaresno hispánicos.comoel surde Franciay las riberasdel Adriático, lo queconfirma denuevola inevita-ble distinción entreinfluenciasy orígenes‘~.

    13. N. Duval,La ,nosaíquefunérairedanslan paléochrétien(Ravena1976).14. T. Ulbert. FrñlichrÑliche Basiliken mit Doppelapsidenaul der iberischcn llalbinsel (Berlin

    1978).15. Véasela recensióndeN. Duval a la obradeT. Ulbenen: JahrbAntChristr,24(1981)164-

    179.y anteriormente,del mismoautorLEspagne,la Gauleet lAdriatique.Rapponséren,uelsdonsledomainede larchéologiechétienne:II Reunió(Barcelona 1982) 3 ¡-54.

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    Más cercanosa los origenesde nuestrocristianismosonalgunostesti-moniosliterarios.En mistrabajoscitadosme he ocupadode ellosy consi-derotodavíaválidaslas puntualizacionesqueallí hice conla intencióndeque se evitasenalgunasinexactitudesquecreíahabersedeslizadoalgunavez en la interpretaciónde esostextos y en las consecuenciasquede ellosqueríandeducirse.No vale la penarepetirde nuevolo ya dicho. Unica-mentevoy a volvér sobre el caso de los obisposhispanosBasílides yMarcial.

    J. M? Blázquezen un recienteartículo 6 trata nuevamentedel casodelos obisposde Mériday León-Astorgay. másen concreto,de la famosacarta 67 de Cipriano, con la quepiensa poder reforzarsu tesisdel «ori-gen»africanodel «cristianismohispano».con nuevosargumentosno em-pleadoshastael presente.

    La nuevaargumentaciónpuederesumirseasí: en un casomuy concre-to de disciplinaeclesiástica,comoes quéhacercondosobisposapóstatas.la «Iglesiahispana»procedede la siguentemanera:deponea los obisposapóstatas,los reduceal estadolaical y nombrasustitutossuyosen las res-pectivassedes,mediantesínodos.Ahora bien: estaprácticaes típica y ex-clusivade Africa y «contrariaa lo queen estoscasoshacíaRoma».lo queparael citadoautor«esun indicio muyserio de procederla Iglesiahispa-nade la de Cartago.quetienesu misma disciplinaen un casomuydelica-do. Ello implica tambiénunaconcepcióndel episcopadomuy distinta dela de Roma. ParaCartagoy parala Iglesia hispana.una apostasíaen unobispole invalida ipso factoparacontinuaral frente de la comunidad.Noconocemos—continúa—que yo sepa,queestadisciplina se aplicaraenotraspartesde lacristiandad.Romano deponea los obisposapóstatas»7

    DesarrollaBlázquezsu argumentaciónexponiendoprimeramenteladisciplina de la Iglesia de Cartago.citandovanascartasde Ciprianoenlas que tratacon granconvencimientode la necesidadde deponeradife-rentesobisposapóstatas986) 93-102.

    17. Oc.. 93-94.

  • Influencia de la Iglesia deCartago en... 283

    ber comunicadosacrílegamenteconlos obisposquehabíanhechosacrifi-cios»,aunqueañadeBlázqueza continuación:«Cipriano...niegaestaco-municación,peroello no debíaserexacto,puesel propioCiprianocita uncasoen que un obispo apóstatase reconcilió con Cornelio. quees el delmencionadoTrófimo». Y másabajoañade:«Enel casode Trófimo. la re-conciliacióncon Cornelio la defiendeCiprianoporquevolvió con él a laIglesia gran númerode fieles», a lo queapostilla: «argumentoquecree-mos serde pocafuerza»¡“.

    Parajuzgarel valorprobativodel nuevoargumentocreonecesariote-ner en cuentadiversasconsideraciones:

    En primerlugar.en la Iglesiaprimitiva hubodiversastendencias,unasmásrigoristas,otrasmásbenignas,con respectoa los pecadosen generaly a los lapsosen las persecucionesen particular.Y estasdiversasactitudesse dabanen el interior de unamisma iglesialocal y con mayor razónenlas diversasIglesiasaunde una misma región.

    El casode Hipólito y Calixto, ademásde pertenecera unaépocaante-rior al problemade Basílidesy Marcial, no es especialmentesignificativo,tratándoseprecisamentede dostendenciasquese danen la mismaRoma.Tampocopuedentomarsedemasiadoen seriolas acusacionesde HipólitocontraCalixto, conocido el carácterviolento y marcadamentepolémicoque es propiodel autorde los Philosophumena.

    Por lo que se refiere a la épocade Cornelio y Cipriano,el examendelas circunstaciasen quese movieronambosen sus respectivosambientesno permiteuna visión de contrastestan definidos como parecesuponerBlázquez. En efecto,si Cipriano actúa con rigor no es necesariamenteporque la prácticageneralizadade su región sea rigorista, sino precisa-menteporquetienequelucharcontraunafuertetendecialaxista,bastanteextendidaen supropiocleroconrespetoa todala prácticapenitencial,cu-yas cabezasprincipaleseranFelicísimoy Fortunato.En Roma, en cam-bio. Novaciano,elegidoobispode Romaen pugnacon Cornelio.defiendeel más absolutorigorismo, negandola readmisiónde los lapsosa la co-munión eclesiástica.

    Novaciano,con su acciónpropagandística,llegó a hacervacilar a unobispo africano,Antoniano,quien al pedirconsejoe ilustraciónaCipria-no. dio lugar a la carta 55 de esteúltimo, a la queBlázquezcomohemosvísto. hacealusión.

    Pero la carta 55 merecemayor atenciónqueunas brevesreferenciasaísladas,porqueen ella lo quepretendeCipriano es sacarde su perpleji-dada Antoniano,haciéndolever precisamenteque la conductay actua-ción en materiade reconciliación,del legítimoobispode Roma.Cornelio.habíasido y erabuenay de acuerdoconla suyapropia.«Me habéismani-festadoen estacarta—escribeCiprianoaAntoniano—eldeseode queos

    18. Oc.. 99.

  • 284 ManuelSotomayor

    contestaradiciéndoosquéclasede herejíahabíaintroducidoNovacianoopor qué razóntienecomuniónCornelio conTrófimo y los quesacrifica-ron» ‘9. Cipriano quiereevitar queNovicianohagadañocon sus cartasaAntonianoy a otros.Paraeso,dice: «voy a exponeros brevemente,herma-no, la razóndelos hechos,comohabéispedido».Yen primer lugarquiereexplicarsupropiaconducta.«novayaacreeralgunoque me he apartadosiquieraun pocode mi líneadecomportamientoy. habiendodefendidoalprincipio el rigor evangélico,parezcadespuésque mi espíritu ha cedidode la enseñanza.y. severidadprimeras,hastacreerque se ha de concedersin inconvenientesla paz a los quehanmanchadosuconcienciacon loslibelos o hansacrllicadoimpíamente...»

    Cipriano resumeasí su actitud: mientrasdurabala persecución,eranecesarioanimara los lapsos,puestoque todavíateníanocasiónde reite-rar el combate.Pero[ellegaron noticiasde quealgunosde suspresbíterosy diáconosse precipitabandemasiadoen concederla reconciliaciónaloslapsosy entoncesno dejó de ejercerla fuerzade su autoridadepiscopal.a fin de que los tales «fuesencontenidos.por su intervención»,como ex-plica másdetalladamenteal clero romanoen su carta20. «Sin embargo—continúadiciendoa Antoniano—,diferí paramástardelo quedebíare-glamentarsesobrela causade los lapsos,paraquecuandose concediesela pazy tranquilidady la bondaddivina permitiesea los obisposreunírse.entonces,tratado y pesadoen común deliberación.decidiriamoslo quehabríade hacerse;y si algunoantesde nuestroacuerdoy antesde la sen-tencia común pretendieseconcederla comunión temerariamentea loslapsos,seríaexcomulgado».

    Estaactitud fue perfectamentecompartidapor la Iglesiade Roma.en~toncesregidapor prestíberos.por no habersido elegidotodavíaCornelio:«Todoestocomuniquétambiénpor cartaendetalleal clerode Roma,a lasazónsinobispo,y a los confesores,el presbíteroMáximo y los demásqueestabanen la cárcel y recientementeen comunión con la Iglesia y conCornelio; puedesasegurartede estopor las respuestas.En efecto,contesta-.ron así en su carta: ‘Aunqueaprobemosen tan grave negociolo quevoshabéisestablecido,queprimerose ha de guardarla pazde la Iglesia,des-pués se estudiarála causade los lapsos,deliberandoen comúnlos obis-pos, presbíteros,diáconos,confesoresy laicos,que se hanmantenidofir-mes». Y estaprácticacomúnse comunicó«por todoel mundoy fue lleva-da a conocimientode todaslas Iglesiasy de todoslos hermanos».

    «Persecutionesopitato,era ya posiblereunir un sínodo.Y así se hizo.determinándoseque«no se les denegasetotalmentea los lapsosla espe-ranzade la comunión y de la paz»,«ni tampocose aflojasela severidadevangélica»,examinándoselas circunstanciasparticularesde cadauno y

    19. Cito la traducciónde J. CAMPOScl,: Obras de S. Cipriano. BAC 241 (Madrid 1964) 520-544.

  • Influencia de la Iglesiade Canagoen... 285

    alargandoporalgúntiempo la penitencia.«Y porsi no seconsiderabasu-ficienteel númerodeobisposde Africa. escribimostambiéna Romasobreesteasunto,a nuestrocolegaCornelio, queasí mismo,despuésde reunirun concilio de muchoscolegas.conla misma seriedady convenientemo-deración.vinieron a concordarcon nuestra decisión».Cipriano añade:«Yahorano me apartode las solucionestomadasuna vez en nuestroconci-ho de comúnacuerdo,a pesarde los gritos de muchosy de las mentirasque se lanzanpor todaspartescontra los obisposde Dios...».

    Aseguradaasí la credebilidadde su propia persona,pasaCipriano aexplicarla actituddel obispoCornelio.Haceun granelogio deél y garan-tiza la legitimidad de su eleccióndiciendoque «ha sido elegido obispopor muchoscolegasnuestrosqueentoncesse encontrabanen Roma.quie-nesnosescribierona propósitode su consagracióncartaslaudatoriasquele hacenhonory notablespor el testimonio elogiosoque dan. Ha sido,pues,elegidoobispoCorneliopor el juicio de Dios y de suCristo.por tes-timonio favorablede casi todoslos clérigos,por el voto delpuebloqueallíestuvopresente,por la comunidadde obisposvenerablesy de varonesbuenos,no habiendosido elegidoninguno antesde él durantela vacantede Fabiano.es decir, del puestode Pedro.de la sedeepiscopal».Una vezelegido lícitamente,en vano Novacianopretenderíaser elegido para lamisma sede.

    Siguenlos elogiosa Cornelio y pasadespuésa explicarel casode Tró-fimo: «En cuantoa Trófimo, de quien habéismanifestadodeseosde queosescriba,no son las cosascomooshanllegadolas noticiasy mentirasdelos malévolos.En efecto,comoya nuestrospredecesoreshicieron frecuen-temente,nuestrocarísimohermano(se estárefiriendo a Cornelio) se haatenidoa la necesidadde las circunstanciasparareunir a los hermanosseparados.Y puestoquela mayorpartedel pueblose habíaido conTrófi-mo, al volver éstea la Iglesia y dar satisfaccióny reconocercon la peniten-cia queexigíael error pasado,trayendolos hermanosquepoco antesha-bíaapartado,con todahuínildady satisfacciónfueronescuchadassussú-plicas y fue admitido en la Iglesia del Señorno sólo Tróftmo, sino grannúmerode hermanosqueestabanconél; todosellosno hubieranvuelto ala Iglesia si no hubieranvenido en compañíade Tróftmo. Depuésde unconsejocelebradoallí con muchoscolegas,fue recibido Trófimo. por elquedabansatisfacciónel retornode los hermanosy la saludrecobradademuchos.Ha sido admitidoa nuestracomuniónen calidaddelaico, no comooshan escrito los malévolos,comosi ocupara la dignidadepiscopal».

    Creo que es sumamenteimportantesubrayaresto: Cornelio en Romareadmitea Trófimo «ut laicuscommunicet».es decir,aplicandoexactamen-te la mismadisciplinaqueaplicabaCiprianoen Africa y los hispanosenelcasode Basílidesy Marcial.Que estaprácticafueseprácticahabitualenCornelio lo vuelvea confirmar el casoqueél mismonarra en sucarta aFlavio, conservadaen Eusebio:«No muchodespués,unode ellosvolvió a

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    la Iglesia,lamentándosey confesandosupecado,y nosotrosle admitimavala comunióncomolaico, puestodoel puebloallí presenteintercedíaporél.En cuandoa los otrosobispos,ordenamossucesoressuyosy losenviamosa los lugaresdondeellos estaban»20.«Respectoa lo que se ha propaladode queCorneliocomunicabaindistintamentecon los quehabíansacrifi-cado, nace también estode los rumoresque arman los apóstatas.puestampocovana alabarnoslos quese separaron.o vamosaesperardargus-to a los que, causándonosdisgustoy rebelándosecontra la Iglesia, se es-fuerzanpor arrancardela Iglesia con violenciaa sus hermanos.En con-secuencia.no déisoido fácilmenteni creáis,hermanocarísimo,lo quesedifundiere sobreCornelioy sobremí».

    Que la prácticaantesdescritafuese comúna Cipriano y Cornelio lorepitede nuevoCipriano.porejemplo,en la famosacarta67 a los obisposhispanossobreel casode flasílidesy Marcial, de los quéafirma que«envano intentanejercerlas funcionesdel episcopado»,«sobretodo,habien-do decretadoyahacetiempo, nosotrosy todoslos obisposdel mundo,tambiénnuestrocolegaCornelio, obispo pacífico y justo y honradocon el martiriopor labondadde Dios, quetaleshombrespuedenseradmitidosa la prácticadela penitencia,pero removidosdel cleroy dela dignidadepiscopal»~I

    Quedapuespatentequeno es verdadqueparala sederomanael epis-copadofueseirremovible.Ademásde los casoscitados,en sucarta52 Ci-priano agredecea Cornelio el rápido envio del acólitoNicéforo comó in-formadory la carta de Cornelio queNicéforo le llevó, por la cual dice:«quedamosinformadose informaremosa los demásde queEvaristo,deobispo (queera) no es hora ni simple fiel: desterradode su sedey de supueblo y echadode la Iglesia de Cristo. andavagandopor otrasprovin-cias lejanas...»2k

    Cometeríamosun auténticoanacronismosi quisiéramosaplicara losprimerossiglosunadoctrina dela indebilidaddel caráctersacerdotal,quecomenzóa estaren vigor en la Iglesia latina a partir del siglo XIII. Entodoel Orientesiemprey tambiénen el Occidente,se practicódurantesi-glos la deposiciónde diáconos,presbíteros.y obispos.Y la deposición—distintade la suspensión—significabaentoncesqueel obispoo presbí-tero volvía alsangode los laicosy «los actosrelativosa su orden,queelpresbítero(u obispo)depuestointentaserealizar,son nulosy no existen-tes»23

    Seríaridículo intentarminimizar la importanciadelas muchasdiscre-panciasqueexistieronentreCartagoy Romay quellevaronmástardea la

    20. Eusebio.HE. ¡‘7 43. lO: BAC 350(Madrid 1973)42321, BAC 241, p. 637.22. BAC 241. p. 513.23. C. Vogel, Loica vmmunionecoritentus: Rev5ciencRel.47 (1973) 56-122. i. MR Castillo,La

    secularizúcióndeobisposy sacerdotesen la Iglesia latina antigua: RevCatTeol.8 (1983)81-111.

  • Influencia de la Iglesia deCartago en... 287-

    célebrecontroversiasobreel bautismode los herejesentreCiprianoy Es-teban,sucesorde Cornelioen Roma.Peroestacontroversiafue posteriorala épocaen que las Iglesias de Mérida y León-Asturiasaplicarona susobisposapóstatasunadisciplinaeclesiásticaqueen esemomentose prac-ticaba de común acuerdopor Cartagoy Roma y se considerabacomopráctica universal. Lo que despuésdispusoEstebansobre Basílidesennadaafecta a la actuaciónanterior de las Iglesias hispanas,ademásde-que nadasabemossobrela motivación de tal actuación,si no es lo quenos transmiteel mismo Cipriano: «quepor estartan lejos no está infor-madode la verdadde los hechosy (Basílides)ha obtenidode él serresta-blecidoilegítimamenteen susede,de la quehabíasido depuestocondere-cho.Con esto—añade—no ha hechoBasílidesmásqueacumulardelitosen vez deborrarlos,demodo queha añadidoalos pecadosanterioreselcri-mende la falaciay embuste.Menos,pues,hayqueculparal quese ha deja-do sorprenderpordescuido,quereprobaral quesorprendióporengaño»24

    La importanciaquea vecesquiereconcederseal hechode apelaralaIglesiade Cartago,lo mismoqueel empeñoconque se tratade disminuirel significadode la apelaciónde Basílidesal obispode Roma,danla im-presiónde que se está transfiriendoa los primerossiglosunaconcepciónde la organizacióneclesiásticamáspropia denuestrosdíasquede aquellaépoca.

    En los primerossiglos la basede la organizacióneclesiásticaera sindudala Iglesia local, con su obispo al frente. Las Iglesiaslocaleseranau-tónomas,aunqueno independientes,comose ha afirmado.No eraninde-pendientesporquetodassentíanla ineludible obligaciónde mantenerseen comunióncon las demásIglesiaslocalesrepartidaspor el mundo,es-pecialmentecon aquellasquemásgarantíasofrecían deconservarla fe yla tradición apostólica.Entre estasúltimas descollaronante todo las deAlejandría,Romay Antioquía.a las queel canon6 del concilio de Nicea.en el año 325. reconoce—no concede,como también se ha dicho— la«antiguacostumbre»de ejercerpotestadsobreotrasmuchasIglesiasde suregión.Son estaslas sedesquemásadelanteseránllamadassedespatriar-cales.Al patriarcadoromanoperteneceel Occidenteeuropeo.incluido enbuenaparteal nortede Africa, la partequeahoranos interesa,aunquelaIglesia de Cartagoconstituyósiempreun casoparticular.dentro de dichopatriarcado.La Iglesia de Cartagotuvo especialpersonalidaddentro deeseconjuntoy gran influenciatambiénen todoel Occidente.Ni el recursode Basílidesal obispo de Romatiene nadaquever con el primado,ni elrecursode losotros a Ciprianotienetampocoquever consiempresupues-.tosy nuncaprobadosorígenesafricanosdeesasiglesias.Todosacudenenbuscade unión, en buscade comunióncon las demásIglesias,sin cuyaconfirmaciónno puedennuncabastarsea sí mismos.

    24. BAC. 241 p. 636.