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intelegencia emocional y lenguaje

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Revista internacional de audición y lenguaje, logopedia y apoyo a la integración (International Journal of hearing and speech, speech therapy and support for integration)

Volumen 1, Número 4, Septiembre 2010, ISSN 1989-970X

Implicaciones de la inteligencia emocional en contextos rehabilitadores del lenguaje.(Implications of emotional intelligence in rehabilitation contexts of language)

Laura Elena De Luna Velasco

Centro Universitario del Sur, Univ.de Guadalajara, México

Páginas 74-77

Fecha recepción: junio 2010 (aceptación agosto 2010) Resumen

El concepto de Inteligencia Emocional no sólo se centra en el contexto educativo sino que puede emplearse en cualquiera de los contextos por los que se mueve el ser humano, ya que forma parte de él. Se puede decir que las emociones son la capacidad humana de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás. Es conseguir dirigirlas y equilibrarlas para que no nos afecten de forma negativa sino aprovecharnos de ellas para lograr en determinadas situaciones un estado de ánimo saludable. Palabras clave: inteligencia, emociones, inteligencia emocional, logopedia.  

Abstract The concept of emotional intelligence not only focuses on the educational context it can be used in any of the contexts for which man moves, as part of it. You could say that emotions are human capacity to feel, understand, control and modify emotional states in oneself and others. Is to address them and balance them so they do not negatively affect us but to take advantage of them in certain situations to achieve a healthy mood. Keywords: intelligence, emotions, emotional intelligence, speech. 

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La inteligencia emocional y el logopeda. El psicólogo Edward Thorndike (1920) habla de Inteligencia Social que está muy vinculada a la Inteligencia Emocional y la definió como "la habilidad para comprender y dirigir a los hombres y mujeres, muchachos y muchachas, y actuar sabiamente en las relaciones humanas". Para Thorndike, además de la inteligencia social, existen también otros dos tipos de inteligencias:

- la abstracta: habilidad para

manejar ideas. - la mecánica: habilidad para

entender y manejar objetos.

El ilustre Dr. Howard Gardner, de la Universidad de Harvard, planteó ("Frames of Mind", 1983) que las personas tenemos siete tipos de inteligencia que nos relacionan con el mundo, las inteligencias múltiples, pero él no incluyó la Inteligencia Emocional. Aunque con la inteligencia interpersonal y la intrapersonal la puso en antecedente. De forma general, estas inteligencias son:

Inteligencia Lingüística: Es la

inteligencia relacionada con nuestra capacidad verbal, con el lenguaje y con las palabras.

Inteligencia Lógica: Tiene que ver con

el desarrollo de pensamiento abstracto, con la precisión y la organización a través de pautas o secuencias.

Inteligencia Musical: Se relaciona

directamente con las habilidades musicales y ritmos.

Inteligencia Visual - Espacial: La

capacidad para integrar elementos, percibirlos y ordenarlos en el espacio, y poder establecer relaciones de tipo metafórico entre ellos.

Inteligencia Kinestésica: Abarca todo lo relacionado con el movimiento tanto corporal como el de los objetos, y los reflejos.

Inteligencia Interpersonal: Implica la

capacidad de establecer relaciones con otras personas.

Inteligencia Intrapersonal: Se refiere al conocimiento de uno mismo y todos los procesos relacionados, como autoconfianza y automotivación.

En 1990, dos psicólogos norteamericanos, el Dr. Peter Salovey y el Dr. John Mayer, acuñaron un término cuya fama futura era difícil de imaginar. Ese término es inteligencia emocional.

Por otra parte, el investigador y periodista del New York Times, Daniel Goleman (1995), escribió la obra titulada “La Inteligencia emocional” y gracias a esto, este término se expandió. Cabe destacar, que en este caso la Inteligencia Emocional está más relacionada al contexto empresarial.

A partir de aquí es fácil llevar la Inteligencia Emocional al campo de la Educación donde también se establecen relaciones de forma vertiginosa entre los miembros de la comunidad educativa.

En las interrelaciones entre pares de iguales o niños/as con adultos y viceversa es necesario en muchas ocasiones ponerse en el lugar de la otra persona para comprender sus sentimientos, y ¿cómo lograr este objetivo? Pues el capítulo que nos ocupa responderá a esta cuestión.

Inteligencia emocional. Las habilidades personales de cada niño influyen de forma decisiva en la adaptación psicológica del alumno en la clase, en su bienestar emocional, e incluso en sus logros académicos y en su futuro laboral. Las capacidades de percepción, comprensión y regulación emocional son de vital importancia para la adaptación al entorno como afirman Salovey y Mayer en 1990. Para ellos la inteligencia emocional es:

“La habilidad para percibir, valorar y expresar emociones con exactitud, la habilidad para acceder y/o generar sentimientos que facilitan el pensamiento; la habilidad para comprender emociones y el conocimiento emocional y la habilidad para regular emociones promoviendo en el sujeto un crecimiento emocional e intelectual” Mayer y Salovey, 1997.

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Lo que actualmente conocemos por Inteligencia Emocional, a priori se designaba con el término de madurez. Esta calificación de Inteligencia Emocional se puede valorar a través la existencia de pruebas que miden el coeficiente emocional (EQ). Desde las primeras etapas de desarrollo evolutivo, el niño empieza a imitar determinados patrones-modelo de adultos, normalmente sus padres, por lo tanto, la Inteligencia Emocional se convierte en una conducta transmitida de padres a hijos. De esta forma, los padres tendrán la posibilidad de proporcionar una educación emocionalmente inteligente a sus hijos. Es la familia el primer agente de educación emocional. Una serie de estudios e investigaciones reflejan resultados empíricos acerca de la capacidad de los niños para captar estados de ánimo de los adultos. En uno de estos se descubrió que los bebés son capaces de experimentar una clase de angustia empática, incluso antes de ser totalmente conscientes de su existencia (Goleman, 1996). La familia ocupa el primer escalón como agente activo de socialización que contribuye en los procesos de formación y educación del niño en su aprendizaje emocional. Este aprendizaje se refleja en sus conductas afectivas y sociales. Dicho de esta forma, el desarrollo afectivo-emocional del niño está ligado a aspectos de madurez, autonomía y competencia social. Por otro lado, en el ámbito social, el niño desarrolla y asimila actitudes, valores y costumbres de la sociedad que formarán parte de su personalidad. En esta interacción con el entorno el lenguaje juega un papel fundamental y esencial para la participación con las demás personas. El lenguaje constituye la herramienta básica para el acceso a la vida social y, en gran medida, es la herramienta básica de acceso a los aprendizajes escolares.

Con el proceso de desarrollo del lenguaje, incluido en el proceso madurativo general del niño, él llega a expresar estados internos compartiendo su pensamiento interior con sus interlocutores más cercanos. Transforma inquietudes internas en hechos sociales, connotación señalada por Piaget, y de forma diferente defendida por Vygotsky, cuando hablan de lenguaje egocéntrico y social.

Se podría decir que "si uno no deja que los niños hablen, no sabemos qué es lo que están pensando”. Por lo tanto, “Trate a sus hijos como le gustaría que les tratasen los demás” (M. J. Elías, S. B. Tobías y B. S. Fruedlander, 2000) Si analizamos esta regla podemos obtener cinco principios:

- Ser consciente de sus propios sentimientos y de los de los demás.

- Mostrar empatía y comprender los puntos de vista de los demás.

- Hacer frente de forma positiva a los impulsos emocionales y de conducta y regularlos.

- Plantearse objetivos positivos y trazar planes para alcanzarlos. Utilizar las dotes sociales positivas a la hora de manejar sus relaciones.

Además de esta base social, el ser humano tiene una estructura anatómica y funcional que posibilita y contribuye a la formación de esta inteligencia emocional. En el ser humano los centros de la afectividad donde se procesan las distintas emociones y donde experimenta penas, angustias y alegrías intensas se sitúan principalmente en el sistema límbico, también llamado cerebro medio. Es la porción del cerebro situada inmediatamente debajo de la corteza cerebral, y que comprende centros importantes como el tálamo, hipotálamo, el hipocampo, la amígdala cerebral.

La amígdala cerebral tiene un incuestionable papel como centro de procesamiento de las emociones, pues se ha demostrado con pacientes con esta estructura lesionada, hecho que provocaba que no reconocieran la expresión de un rostro o la acara concreta de una persona triste o contenta. Otros experimentos con animales mostraron la afectación del comportamiento social y la afectividad maternal cuando se les extirpo la amígdala. El sistema límbico está en constante interacción con la corteza cerebral permitiendo que el sistema límbico y el neocórtex trabajen juntos, posibilitando a su vez el control de las emociones.

Sin embargo, hay otras partes cerebrales implicadas en la inteligencia emocional. Los lóbulos prefrontales y frontales juegan un especial papel en la asimilación

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neocortical de las emociones pues asumen dos importantes tareas:

- Moderan las reacciones

emocionales, frenando las señales del cerebro límbico.

- Desarrollan planes de actuación concretos para situaciones emocionales. Mientras que la amígdala del sistema límbico proporciona los primeros auxilios en situaciones emocionales extremas, el lóbulo prefrontal se ocupa de la delicada coordinación de las emociones.

El sistema límbico, los lóbulos frontales y prefrontalesl, junto al neocórtex controlan y están implicados en el control emocional.

Si atendemos a la especialización cerebral, cada hemisferio asume unas tareas de forma dominante por lo que cada parte del cerebro está a cargo de diferentes procesos mentales:

Hemisferio izquierdo Hemisferio derecho

Lógica Razonamiento Lenguaje Números Análisis Linealidad Abstracciones

Emociones Música Imaginación Imágenes Color Reconocimiento de formas Creatividad general

Se puede afirmar que las principales estructuras y zonas cerebrales implicadas en la inteligencia emocional se encuentran en el hemisferio cerebral derecho. Una vez, expuestos los fundamentos sociales y anatómico-funcionales de la inteligencia emocional es necesario señalar sus componentes. Según Daniel Goleman los principales componentes de la inteligencia emocional son:

- Autoconocimiento emocional (o conciencia de uno mismo): Hace referencia al conocimiento de nuestras propias emociones y cómo nos afectan. Es importante conocer cómo influye nuestro estado de ánimo en nuestro comportamiento, y darnos cuenta de nuestras virtudes y nuestros puntos débiles.

- Autocontrol emocional (o autorregulación): El autocontrol evita dejarnos llevar por los sentimientos del momento, y así, reconocemos un enfado pasajero de algo más duradero.

- Automotivación: Para llevar a cabo esta condición debemos ser optimistas y positivos en nuestras decisiones, ser seguros y mostrar tranquilidad ante los contratiempos.

- Reconocimiento de emociones ajenas (o empatía): Se considera empática aquella persona capaz de interpretar expresiones, de forma inconsciente, y eso hace que ambas personas establezcan lazos de unión y comprensión. Se trata de reconocer emociones ajenas, entenderlas e identificarte con ellas.

- Relaciones interpersonales (o habilidades sociales): Debemos mantener intercambios comunicativos interpersonales con personas que conozcamos o no, personas afines o diferentes a nuestro modo de pensar. El objetivo es establecer relaciones sociales con los de tu entorno para hacer que tu vida sea más favorable

La inteligencia emocional en el contexto escolar: inteligencia emocional y logopedia.

El sistema educativo es una institución que debe adaptarse a los vertiginosos cambios que se producen en la sociedad a la que pertenece. Actualmente se encuentra inmerso en una época de cambios hacia una sociedad de conocimiento centrada en el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC). Estos cambios implican una formación docente y cambios en los modelos educativos y en los escenarios de aprendizaje.

Estos cambios están siendo el foco de atención de la realidad educativa. Sin embargo, paralelamente están apareciendo otras necesidades, quizás consecuencia en parte de esta innovación que afectan a las emociones y sentimientos de las personas. Así pues, se manifiesta la necesidad de

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desarrollar la inteligencia intelectual y, a la vez, la inteligencia emocional que participa y facilita la consecución de triunfos sociales y laborales o académicos.

Las emociones producen un efecto positivo a nivel de rendimiento académico, por lo tanto, se deduce que en la educación no se debe descuidar los sentimientos considerándolos un aspecto educativo implícito, parte del currículo oculto o latente del docente. Su implicación es positiva en aspectos como el recuerdo y la memoria. Una persona puede recordar mejor un hecho con un alto contenido emocional y, además, tiene más facilidad para memorizarlo.

La Inteligencia Emocional posibilita el desarrollo de la sensibilidad y el carácter de los/las alumnos/as, involucrando el ser físico y el mental; el afectivo y el social; en un todo, condicionando su personalidad.

El papel que debe cumplir la escuela es el de enseñar a los/las alumnos/as a ser emocionalmente más inteligentes, dotándoles de estrategias y habilidades emocionales básicas que les ayuden a desenvolverse con éxito en su vida diaria. Igualmente, debe dotar al alumnado de estrategias y mecanismos para enfrentarse a los retos y fracasos que pueden tener en su proceso vital.

Goleman, 1995, ha llamado a esta educación de las emociones alfabetización emocional (también, escolarización emocional), y según él, lo que pretende es enseñar a los alumnos a modular su emocionalidad desarrollando su Inteligencia Emocional.

Los objetivos que se persiguen con la implantación de la Inteligencia Emocional en la escuela, serían los siguientes:

- Detectar casos de pobre

desempeño en el área emocional.

- Conocer cuáles son las emociones y reconocerlas en los demás

- Clasificarlas: sentimientos, estados de ánimo...

- Modular y gestionar la emocionalidad.

- Desarrollar la tolerancia a las frustraciones diarias.

- Prevenir el consumo de drogas y otras conductas de riesgo.

- Desarrollar la resiliencia - Adoptar una actitud positiva ante

la vida. - Prevenir conflictos

interpersonales - Mejorar la calidad de vida

escolar.

Para cubrir todas estos objetivos se hace necesaria la figura del tutor. Un tutor que sea capaz de transmitir los conocimientos con empatía; carácter activo, reflexivo, sereno y justo, de forma que no se planteen conflictos en clase que supongan desequilibrios emocionales de los/las alumnos/as. Debe ser una persona competente que no cree malestar social en el aula o fuera de ella, y que desarrolle los siguientes aspectos:

- Percepción de necesidades,

motivaciones, intereses y objetivos de los alumnos.

- La ayuda a los alumnos a establecerse objetivos personales.

- La facilitación de los procesos de toma de decisiones y responsabilidad personal.

- La orientación personal al alumno.

- El establecimiento de un clima emocional positivo, ofreciendo apoyo personal y social para aumentar la autoconfianza de los alumnos.

Además de estos factores extrínsecos que influyen en la alfabetización emocional, existen factores intrínsecos del propio alumno o alumna que intervendrán en este proceso:

- Confianza en sí mismo y en sus

capacidades. - Curiosidad por descubrir. - Intencionalidad, ligado a la

sensación de sentirse capaz y eficaz.

- Autocontrol. - Relación con el grupo de iguales. - Capacidad de comunicar. - Cooperar con los demás

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El logopeda y la inteligencia emocional. Una de las actividades básicas del ser humano consiste en interactuar con su entorno más próximo. Estas interacciones se llevan a cabo fundamentalmente a través del proceso comunicativo, mayoritariamente oral. Así, el lenguaje constituye una herramienta básica para la socialización y la vida diaria de la persona, como se ha señalado anteriormente. Durante la comunicación se atiende a varios elementos esenciales: emisor, receptor, canal, código, el mensaje y el contexto donde se produzca la comunicación. Es decir, la comunicación dependerá de la situación en que se encuentre una persona, su papel en esa situación y lo que está intentando lograr. El mensaje que se emite puede variar en gran medida según tratemos temas de índole íntima o impersonal, sencilla o abstracta, informal o técnica. Hay numerosos estudios que tratan de reflejar y destacar cuáles son las características más importantes para ser un orador o comunicador ideal, entre ellas, las expresiones de atención personal, los comentarios positivos, el hacer preguntas, los refuerzos verbales, el empleo del humor, la variedad de los temas, las expresiones en primera persona, etc.

La competencia comunicativa se

pone en marcha cuando un hablante, al intentar establecer un diálogo con un oyente, pone en funcionamiento todos o algunos de los distintos componentes de la comunicación (Berrito, 1974); como serían los siguientes:

a. La competencia lingüística es

la producción e interpretación de signos verbales y requiere a su vez el hablante de capacidad fonológica, sintáctica, semántica y textual.

b. La competencia paralingüística es la capacidad de modular algunas cualidades del significante. El componente paralingüístico por excelencia es el canal que interviene directamente en la manifestación de las

emociones y los sentimientos.

c. La competencia kinésica es la capacidad de efectuar comunicación mediante modales y gestos corporales.

d. La competencia proxémica es la capacidad de manejar y controlar las actitudes espaciales y las distancias personales durante el acto del habla.

e. La competencia ejecutiva es la capacidad de actuar y usar los actos, ya sean lingüísticos o no lingüísticos para lograr la intención de la comunicación.

f. La competencia pragmática se refiere al uso de los signos verbales y no verbales según las circunstancias y las intenciones de los hablantes.

g. La competencia sociocultural permite reconocer tanto las situaciones como las relaciones sociales que aparecen durante el acto comunicativo; así mismo, facilita el atribuir significados y elementos distintivos de determinadas formas culturales, presentes durante la comunicación.

Existen numerosas razones por las que estos parámetros pueden verse afectados provocando una alteración comunicativa o lingüística que podrá requerir la intervención del maestro especialista en Audición y Lenguaje. Estas alteraciones pueden llevar al fracaso escolar a los alumnos y alumnas que las padecen.

Hay que tener en cuenta que la escuela es el marco en el que tiene lugar el desarrollo del lenguaje para los niños, después de la familia. Así, el contexto escolar contribuye de forma decisiva a la evolución de la comunicación y el lenguaje tanto oral como escrito (Tough, 1981; Rondal, 1980).

El maestro de Audición y Lenguaje es el profesional, en el ámbito escolar, encargado de la prevención, la evaluación, el tratamiento y el estudio científico de los trastornos de la comunicación humana la cual, considerada en este contexto,

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engloba todas las funciones asociadas a la comprensión y a la expresión del lenguaje oral y escrito, así como a cualquier forma de comunicación no verbal”, definición propuesta por el C.E.P.L.O.L.: Comité permanente de Unión de Ortofonistas Logopedas.

Sus competencias se circunscriben a los ámbitos preventivo, de diagnóstico, terapéutico y de investigación, coordinándose adecuadamente con muchos otros profesionales como pediatras, psiquiatras, psicólogos, otorrinolaringólogos, neurólogos, médicos rehabilitadores, fisioterapeutas, maestros, psicopedagogos, terapeutas ocupacionales, psicoterapeutas, etc.

Sus campos de actuación se corresponden con: trastornos del lenguaje oral, trastornos del lenguaje escrito y trastornos del aprendizaje del lenguaje, tanto en su aspecto expresivo como comprensivo. Es importante hacer notar que se refieren a trastornos del lenguaje y no únicamente del habla, por entender que el primero abarca todas las formas de comunicación lingüística: habla, audición, lectura, escritura o lenguaje por signos.

Las funciones del maestro de Audición y Lenguaje son variadas. Por un lado, desempeña su profesión atendiendo directamente a todos los alumnos que presenten dificultades, tanto en el desarrollo del lenguaje y/o la comunicación, como en proporcionar tratamiento o reeducación en los posibles trastornos que aparecen en este área. Por otro lado, su trabajo también estará dirigido a servir de apoyo y orientación al resto de los profesores del centro, a la hora de realizar las adaptaciones curriculares oportunas, para poder ofrecer así una respuesta educativa ajustada a las necesidades educativas especiales de cada uno de los alumnos. Por tanto, tiene una doble función: la intervención directa con el niño dentro o fuera del aula ordinaria y el asesoramiento y apoyo al resto de profesionales y a los padres del niño.

Debemos distinguir la intervención según la etapa educativa a la que va dirigida. En la etapa de Educación Infantil, el desarrollo del lenguaje no se ha finalizado, hay una gran cantidad de aspectos del lenguaje que aún se están adquiriendo, ampliando y

perfeccionando. La función del logopeda en esta etapa es la de ser capaces de ampliar y potenciar gradualmente los aspectos de comprensión y expresión lingüísticos, favoreciendo un mejor dominio de la lengua. Para ello necesitará una planificación y evaluación previa para el posterior desarrollo de programas de prevención y estimulación lingüística recomendados en esta etapa escolar.

En la etapa de Educación Primaria, el niño ya ha adquirido y desarrollado las principales funciones lingüísticas siendo el lenguaje en este momento un elemento mediador en las situaciones de enseñanza-aprendizaje. En esta etapa la labor del logopeda se orientará más a la evaluación, prevención y detección de los posibles trastornos de la comunicación y lenguaje, y en el caso necesario, su tratamiento.

Centrándonos en el tema que nos ocupa, en la actuación directa que lleva a la práctica con los alumnos y alumnas se puede incluir la intervención relacionada con la inteligencia emocional. A continuación se expone cómo el terapeuta del lenguaje puede contribuir al desarrollo del lenguaje partiendo del trabajo de los aspectos paralingüísticos. Este trabajo se orientará a los alumnos de Educación Primaria por su desarrollo madurativo.

El volumen de la voz: La función básica del volumen consiste en hacer que un mensaje llegue hasta un oyente. El volumen alto de voz puede indicar seguridad y dominio. Sin embargo, hablar demasiado alto puede tener también consecuencias negativas pues sugiere agresividad, ira o tosquedad. Los cambios en el volumen de voz pueden emplearse en una conversación para enfatizar puntos. Una voz que varía poco de volumen no será muy interesante de escuchar.

Dentro del campo de intervención del maestro de audición y lenguaje, este componente paralingüístico se trabajará en el ámbito de las bases anatómico-funcionales en referencia al proceso de fonación (respiración, voz, soplo y articulación).

Por ejemplo, una de las actividades que podríamos utilizar para trabajarlo sería: simular una situación en la que hubiera mucho ruido y distancia entre los

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interlocutores. El objetivo sería que el niño comunicara un mensaje al logopeda en un volumen adecuado. Esto es solo un ejemplo, existen numerosas actividades para trabajar este parámetro e incluso hay en el mercado programas informáticos que los incluyen dentro de sus contenidos (Ej. Speech Viewer III).

La entonación: La entonación sirve para comunicar sentimientos y emociones como esperanza, afecto, sarcasmo, ira, excitación o desinterés, dependiendo de la variación de la entonación del que habla. Dependiendo de dicha entonación podemos diferenciar:

- Una escasa entonación,

con un volumen bajo, indica aburrimiento o tristeza.

- Un tono que no varía puede ser aburrido o monótono.

- Se percibe a las personas como más dinámicas y extrovertidas cuando cambian la entonación de sus voces a menudo durante una conversación.

- Las variaciones en la entonación pueden servir también para ceder la palabra.

- Una entonación que sube es evaluada positivamente (es decir, como alegría); una entonación que decae, negativamente (como tristeza); una nota fija, como neutral.

Muchas veces la entonación que se da a las palabras es más importante que el mensaje verbal que se quiere transmitir. Una sesión de logopedia centrada en la entonación podría incluir una actividad como: Diferenciar entre distintos modos de oración: enunciativa (afirmativa o negativa), interrogativa y exclamativa. Un recurso adecuado sería la 1Prueba de Valoración de la Percepción Auditiva. Explorando los sonidos y el lenguaje. Concretamente, en el Bloque II: El lenguaje, apartado 7: Rasgos

                                                            1 Gotzens Busquets, Antonia Mª y Marro Cosialls, Silvia (1999): Prueba de valoración de la percepción auditiva. Explorando los sonidos y el lenguaje. Masson: Barcelona.

suprasegmentales. Esta actividad se incardinará en las actividades ordinarias del aula requiriendo la colaboración con el tutor.

La fluidez: Las vacilaciones, falsos comienzos, muletillas y repeticiones son bastante normales en las exposiciones y conversaciones diarias. Sin embargo, las alteraciones excesivas del habla pueden causar una impresión de inseguridad, incompetencia, nerviosismo, poco interés o ansiedad. Períodos de silencio prolongados podrían interpretarse negativamente, especialmente como ansiedad, enfado o incluso, una señal de desprecio. Expresiones con un exceso de palabras de relleno o muletillas durante las pausas (por ejemplo, "¿no?", "me entiendes", “pues eso”) o sonidos como "ah" y "eh" provocan percepciones de ansiedad o aburrimiento. Otro tipo de perturbación incluye repeticiones, tartamudeos, pronunciaciones erróneas, omisiones y palabras sin sentido. Los niños/as del tercer ciclo de Educación Primaria comienzan a enfrentarse a situaciones de exposición oral a diálogos con personas adultas. Estas situaciones provocan en los niños/as ansiedad, nerviosismo... Causa la mayoría de las veces de su mala expresión, por tanto será un ámbito de trabajo logopédico. Una actividad que puede ser útil dentro del aula ordinaria será el rincón del experto: Del centro de interés que se esté trabajando en clase cada alumno/a escogerá un tema y se especializará en el mismo, luego tendrá que exponerlo en clase a sus compañeros. Aquí, está la labor del logopeda en rescatar y corregir los errores de expresión del alumno/a.

La claridad: La claridad a la hora de hablar es importante. Si se habla arrastrando las palabras, a borbotones, con un acento o vocalización excesivos, uno se puede resultar más pesado a los demás.

Este parámetro está íntimamente relacionado con el anterior y puede ser trabajado de forma paralela y conjunta a este.

La velocidad: Hablar lentamente puede hacer que los demás se impacienten o se aburran. Por el contrario, si se hace con demasiada rapidez, uno puede no ser entendido. Uno de los contenidos que trabaja el logopeda es el ritmo y con él, la

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velocidad. Para trabajarlo se pueden utilizar diferentes tipos de texto como por ejemplo un texto poético, donde el niño/a tendrá que adecuar su ritmo de expresión a las características del texto. Con niños/as pequeños podemos utilizar la música como marcador de la velocidad, es decir, podemos poner al niño/a a leer un texto empleando una música de fondo (ritmos lentos o rápidos), guiando esta música la velocidad lectora.

El tiempo de habla: Este elemento se refiere al tiempo que se mantiene hablando el individuo. El tiempo de conversación de una persona puede ser problemático por ambos extremos, es decir, tanto si apenas habla como si habla demasiado. Lo más adecuado es un intercambio recíproco de información.

Este parámetro se incluye dentro de las máximas conversacionales, se refiere al empleo de turnos de palabra. En el aspecto pragmático del lenguaje, es decir, en el uso que hacemos del lenguaje este elemento es muy importante. El logopeda lo podrá trabajar en situaciones naturales de conversación o en simulaciones de diálogos, entrevistas, en juegos de roles, etc. Estos componentes paralingüísticos se trabajan habitualmente en las sesiones de logopedia sin ser conscientes de la importancia y de la implicación que tienen en el desarrollo de la inteligencia emocional. Si el maestro de Audición y Lenguaje conoce este hecho puede aprovechar sus sesiones para conseguir un mayor y mejor número de resultados, pues muy estrechamente relacionada se encuentra la motivación. Si se consigue motivar al alumno y atraerlo haciéndole llamativas las sesiones logopédicas tendremos una parte del camino andado.

El trabajo de la inteligencia emocional se realizará de forma integrada en la sesión logopédica llegando a ser un elemento inherente a ésta. Habrá que incardinar y dar coherencia a nuestro trabajo partiendo siempre de la dimensión pragmática que será el eje central de nuestra intervención y que nos facilitará dirigir los objetivos hacia la funcionalidad máxima de los logros lingüísticos y comunicativos.

Conclusión.

"Si uno no deja que los niños hablen,

no sabemos qué lo que están pensando. No hablarles en tono de sermón, pero sí en un tono de que los adultos podemos ayudarlos a encontrar su propia manera de pensar" (M. J. Elías, S. B. Tobías y B. S. Fruedlander, 2000).

Podríamos concluir con esta cita literal que resume y recoge la esencia que queremos transmitir en este trabajo. El desarrollo del lenguaje y de la comunicación es imprescindible para un desarrollo completo del niño, y dentro de éste, el desarrollo de la inteligencia emocional le aportará grandes beneficios en los ámbitos de su vida diaria y en las situaciones de enseñanza-aprendizaje. El proceso madurativo de estas capacidades hará al niño más hábil socialmente y una persona adulta completa y consciente de sus posibilidades y limitaciones.

En este sentido, el trabajo del maestro de Audición y Lenguaje no sólo se centrará en el ámbito comunicativo-lingüístico sino que su intervención recogerá y asumirá otros aspectos como es la inteligencia emocional, centrándose en el control emocional y regulación conductual, la empatía, el establecimiento adecuado de relaciones interpersonales, la motivación. Sobre todo, se trabajará la inteligencia emocional en conjunto con el lenguaje y la comunicación en los ciclos superiores de la Educación Primaria. Bibliografía. Páginas web consultadas www.inteligencia-emocional.org/aplicaciones_practicas/articulos_educación.htm www.psicología-online.com/monografías/1/index.shtml www.inteligencia-emocional.org/artículos/elprincipiode la neuroasociación.htm www.inteligencia-emocional.org/artículos/lainteligenicaemocional.htm www.inteligenciaemocional.org/ie_en_la_educación/comunicaciónintelectualyemocional.htm

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www.inteligenciaemocional.org/ie_en_la_educación/elorigendelainteligenciaemocional.htm www.inteligencia-emocional.org/habilidades_prácticas/empatía.htm Manuales

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