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Actas XIV Congreso AIH (Vol. IV). Beatriz CURIA. Italia en los «Apuntes de viaje» de Migue... - Italia en los Apuntes de viaje de Miguel Cané (P.) Beatriz Curia UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - CONICET LA OBRA DE MIGUEL Cané (P.), uno de los más destacados integrantes de la generación argentina de 1837, permanece hoy casi desconocida. Su labor periodística intensa determina que sea en los periódicos donde debe rastrearse su nada exigua producción literaria-novelas, narraciones, artículos de costumbres, ensayos-dispersa y en gran medida nunca reeditada. Cané es tal vez entre los hombres del 37 quien más atracción experimentó por Italia y su cultura. «En el espíritu de mi padre-puntualiza su hijo Miguel, el autor de Juvenilia-, aun antes de viajar y desenvolver su inteligencia en la atmósfera europea, la nueva literatura francesa compartía su cariño y su entusiasmo con la italiana de todos los tiempos. Amaba la Italia como un proscripto» 1 . Particular interés reviste en este sentido una libreta de apuntes de viaje, manuscrita, conservada en el Archivo General de la Nación (Buenos Aires), en cuyo análisis se centra esta ponencia2. Aunque no puede ignorarse el peso de Mazzini 3 y la Joven Italia en la configuración del Credo de la Joven Argentina y en el pensamiento de sus integrantes, es ya moneda corriente en los estudios sobre nuestro siglo XIX resolver en la fácil fórmula de jóvenes afrancesados la compleja relación que tuvieron con los diversos países europeos los miembros de la generación de 183 7. Verdad es, por un lado, que admiraron a buena parte de los románticos franceses y adhirieron fervorosamente al socialismo utópico. Por otro, no es menos cierto que la pasión por Italia y su cultura palpitante en la obra de Cané es única en el contexto de su generación 4 . No obstante, pueden descubrirse sin demasiado Cané [hijo], «Mi padre», La Nación, Buenos Aires, 6 de setiembre de 1930. AGN, Sala VII-Col. Cané, 2209. NB.: En las citas de todos los textos del siglo XIX respeto y puntuación de los originales. «Nos es grato presentar, los primeros, en el mundo americano, un nombre joven, brillante ya de gloria:-MASSINI: coloso de 30 años, jefe de la Joven Europa[ ... ].» («Novedad inteligente», La M¡¡da, núm. 2, Buenos Aires, noviembre 25 de 1837, pp. 3-4). «[E]l co-fundador [de El Iniciador], Cané, se inspiraba preferentemente en los italianos, particularmente Alejandro Manzoni» (Pena de Matsushita, Marta E., Romanticismo y política, Buenos Aires: CINAE / Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, Centro de Estudios Filosóficos, 1985, p. 323). La proximidad de la lengua favorecía en América el conocimiento de la literatura italiana, pero faltaron otros elementos esenciales que otorgar fuerza a su expansión (Emilio Carilla, El romanticismo en la América Hispánica, 2.e. revisada y ampliada, Madrid: 131 -1 .. Centro Virtual Cervantes

Italia en los «Apuntes de viaje» de Miguel Cané (P.) · 2015. 2. 17. · Actas XIV Congreso AIH (Vol. IV). Beatriz CURIA. Italia en los «Apuntes de viaje» de Migue...-132 BEATRIZ

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    Italia en los Apuntes de viaje de Miguel Cané (P.)

    Beatriz Curia UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES - CONICET

    LA OBRA DE MIGUEL Cané (P.), uno de los más destacados integrantes de la generación argentina de 1837, permanece hoy casi desconocida. Su labor periodística intensa determina que sea en los periódicos donde debe rastrearse su nada exigua producción literaria-novelas, narraciones, artículos de costumbres, ensayos-dispersa y en gran medida nunca reeditada.

    Cané es tal vez entre los hombres del 37 quien más atracción experimentó por Italia y su cultura. «En el espíritu de mi padre-puntualiza su hijo Miguel, el autor de Juvenilia-, aun antes de viajar y desenvolver su inteligencia en la atmósfera europea, la nueva literatura francesa compartía su cariño y su entusiasmo con la italiana de todos los tiempos. Amaba la Italia como un proscripto» 1. Particular interés reviste en este sentido una libreta de apuntes de viaje, manuscrita, conservada en el Archivo General de la Nación (Buenos Aires), en cuyo análisis se centra esta ponencia2.

    Aunque no puede ignorarse el peso de Mazzini3 y la Joven Italia en la configuración del Credo de la Joven Argentina y en el pensamiento de sus integrantes, es ya moneda corriente en los estudios sobre nuestro siglo XIX resolver en la fácil fórmula de jóvenes afrancesados la compleja relación que tuvieron con los diversos países europeos los miembros de la generación de 183 7. Verdad es, por un lado, que admiraron a buena parte de los románticos franceses y adhirieron fervorosamente al socialismo utópico. Por otro, no es menos cierto que la pasión por Italia y su cultura palpitante en la obra de Cané es única en el contexto de su generación4. No obstante, pueden descubrirse sin demasiado

    ~Miguel Cané [hijo], «Mi padre», La Nación, Buenos Aires, 6 de setiembre de 1930. AGN, Sala VII-Col. Cané, 2209. NB.: En las citas de todos los textos del siglo XIX respeto

    grafi~ y puntuación de los originales. «Nos es grato presentar, los primeros, en el mundo americano, un nombre joven, brillante

    ya de gloria:-MASSINI: coloso de 30 años, jefe de la Joven Europa[ ... ].» («Novedad inteligente», La M¡¡da, núm. 2, Buenos Aires, noviembre 25 de 1837, pp. 3-4).

    «[E]l co-fundador [de El Iniciador], Cané, se inspiraba preferentemente en los italianos, particularmente Alejandro Manzoni» (Pena de Matsushita, Marta E., Romanticismo y política, Buenos Aires: CINAE / Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, Centro de Estudios Filosóficos, 1985, p. 323). La proximidad de la lengua favorecía en América el conocimiento de la literatura italiana, pero faltaron otros elementos esenciales que otorgar fuerza a su expansión (Emilio Carilla, El romanticismo en la América Hispánica, 2.e. revisada y ampliada, Madrid:

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    esfuerzo múltiples lazos con Italia en los escritos de otros integrantes del grupo generacional5 y Cané agrega matices nada desdeñables a la fórmula consabida.

    El viaje a Europa Desde fines del XVIII el viaje a Europa tuvo una trascendencia decisiva en la

    formación intelectual de los argentinos6. Echeverría, Balcarce, V arela, Gutiérrez, Sarmiento, Alberdi, Cané, entre otros, realizaron con diverso fruto su peregrinatio a las que consideraban fuentes de la civilización y el progreso7. Afirma Alejandro Magariños Cervantes que su primer viaje al Viejo Continente, iniciado en agosto de 1847, «fue para Cané la realización de sus intuiciones de civilización, y le sirvió para educar sus sentidos en el arte estéticamente y para ensanchar su inteligencia» 8. Los viajes de Cané generaron una serie de escritos narrativos. Algunos asumen definidamente el género de apuntes de viaje. Otros, bajo ropaje novelesco, ofrecen su visión del arte y la sociedad italianos, de la sociedad francesa y algunas pinceladas de la sociedad europea en general9. Cuando la cultura italiana es el tema, toda la pasión y entusiasmo del autor desbordan. Por el contrario, cuando efectúa un diagnóstico político-social surgen la reticencia, el fastidio y hasta la execración.

    La libreta de apuntes La libreta de apuntes que aborda este trabajo, completa y en buen estado de

    conservación, consta de setenta y tres folios. Está encabezada por un escrito titulado Roma, que funciona a modo de introducción global, e incluye además los siguientes capítulos: J. De Civitavecchia a Roma. San Pedro a las dos de la mañana, JI. Vista General, [111.}Roma subterránea, IV. La Italia musical-sección sobre música que no se refiere a Roma sino a Génova y Florencia, ciudades visitadas previamente. Al final existe una serie de anotaciones--cuarenta y un ítems-, a modo de ayuda memoria, con mención de lugares, recorridos, personajes, monumentos, obras de arte. La parte general está datada el 7 de mayo de 1851. La fecha final es «Mayo 28 de 1851».

    Entendiendo por imagen «una representación individual o colectiva en la que entran a la vez elementos intelectuales y afectivos, objetivos y subjetivos», en las imágenes que

    Gred~s, 1967, 1, pp. 123-124). 6 Los límites de la ponencia impiden un examen detenido de este aspecto. cf Félix Weinberg, «Sarmiento, Alberdi, ,\'arela: viajeros argentinos por Europa», en

    Domingo Faustino Sarmiento, Viajes por Europa, Africa y América 1845-1847 y Diario de gastos, Edición crítica Javier Fernández ( coord.), Buenos Aires: Colección Archivos, F. C. E./ UNESCO, 19937pp. 1005-1026, p. 1005-1006. Conviene subrayar que el viaje de los argentinos no tenía como meta una realidad exótica, como en el caso de los románticos europeos, sino una realidad cultural: historia, monumentos, tradilifones, instituciones y artes. cf E. Carilla, op. cit., 11, p. 1 OO.

    [Alejandro Magariños Cervantes], Biblioteca Americana, Tomo IV, { . .}, Buenos Aires: Impr~ta de Mayo, 1858, p. 20.

    He mostrado en un trabajo anterior que el viaje a Europa constituye para Miguel Cané una particular experiencia estética, traspuesta en sus escritos con minuciosidad y fruición de conocedor del arte y las letras europeos. Beatriz Curia, «Perspectivas sobre la estética de Miguel Cané (padre)», Revista de Literaturas Modernas, núm. 27, Mendoza: U. N. C., Facultad de Filosofia y Letras, 1994, pp. 163-191.

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    los viajeros se forjan del Otro se proyectan sus propios sueños y deseos, se encarnan mitos 10. Una parte del texto de la libreta, reelaborada, entra a formar parte de la breve narración Fantasía, publicada en 185811 . Cané narra cómo ha soñado con Roma en los días de colegial, la ha imaginado una cima de cultura superior a toda otra, ha creído--y esto es fundamental---que bebiendo en sus fuentes podría transformar su propia patria12. El manuscrito consigna:

    [ ... ]pero los gusanos se introdujeron en su vientre, y sacudida por los vendavales del setentrion, vino á ser como la prostituta a quien toman y desprecian un minuto despues los bestiales q. no aman la criatura sino el deleite camal.-[ ... ] debilitada en sus miembros, le queda la doctrina y de la doctrina, debil por sus nuebos apostoles, nacio la prostitucion de los principios, y de esa prostitucion el estado actual. ¿Que es hoy Roma? -Mirad sus calles, sus plazas, sus monumentos, su vida: todo esta muerto, todo os llena el alma de melancolía y de disgusto. Si, hasta los monumentos han muerto.

    Todo el fragmento queda sustituido en Fantasía por un párrafo que condensa el desencanto y la distancia entre la «fantasía» y la «realidad»:

    Esta ilusion duró veinte años[ ... ]. ¿Quereis que os diga que la fantasia era preferible a la realidad? .... ¿que con ella murieron ilusiones que ya eran parte de la existencia, secretos que se saboreaban en silencio, en la amargura de los desengaños cuotidia-nos? No, porque vosotros sabeis que el deseo satisfecho y la dificultad vencida .... 13

    Desencanto y distancia que presiden el texto conservado en los apuntes. La imagen culturalmente legada de la vieja Roma confluye, a través de la visión del hombre comprometido con las ideas de su generación, con la de Roma a mediados del siglo XIX.

    La ciudad soñada En contraste con Florencia, «la coqueta siempre en traje de boda», o con Liorna

    «belleza bulliciosa y amable», Civitavecchia, la ciudad en la que hace escala, aparece como una ciudad «inmunda, pobre», una tumba, «una mala tumba». El viajero configura un colorido cuadro de costumbres. Plasma el regateo de precios con changadores andrajosos y hambrientos, entre aullidos guturales e incomprensibles, el viaje en coche, que no es mejor, en cuyo transcurso lo aturden los gritos, y debe soportar empujones y olores. Surgen una y otra vez los regateos por dinero--costumbre que pinta también Sarmiento--, y el viajero manifiesta repugnancia por el castigo a los animales de tiro. «Cada posta--exagera--es una estación como las de Cristo». A esto se añade la pobreza:

    !O Claude Pichois, André-M. Rousseau, La literatura comparada, Versión española de GertllfÍD: Colón Doménech, Madrid: Gredos, 1969, pp. 101-102.

    12 En Alejandro Magariños Cervantes, op. cit., pp. 220-229.

    13 Equivale a la Francia que Echeverría concebía como piscina de regeneración. !bid., p. 221.

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    «Luego vienen los pobres. Se diría un enjambre de ormigas esparcido sobretodo el territorio italiano, sigue al viajero».

    La llegada a Roma, a las dos de la mañana del 7 de mayo, lo enfrenta a la imagen de San Pedro:

    Al costear la muralla q. conduce a esa puerta, se descubria a dos millas de distancia, en medio de las sombras de la noche, en el silencio de la inmensa ciudad adormecida, una mole inmensa, parecida a la boveda q. cubre la tierra.[ ... ] silenciosa como debio producirse la creacion del Mundo.

    Desarrolla en las páginas que siguen esa imagen hiperbólica que muestra bien a las claras su carácter mítico, primordial, de perfiles genesíacos. Coincide con el estereotipo y con las expectativas del viajero: «voi pues a encontrarme cara a cara con los maestros en todo». La imagen no tardará en verse mancillada por las miserias humanas. El pueblo es culpable de las cadenas políticas: la mayor parte del territorio italiano «[ ... ]se encuentra en el estado q. todos conocen; mas por la inercia publica, q. por la fuerza y autoridad de sus gobernantes». No menos deletérea es la «atmósfera claustral». La Iglesia, a través de diversas órdenes religiosas, pesa sobre «las fuentes vivificantes de la sociedad»-no creo que sea posible detectar ninguna diatriba anticlerical tan acerba en la producción de los hombres del 37-, y la miseria, «la plaga mortífera de la ciudad santa», lleva a la corrupción y el delito.

    La ciudad rea: A Cané, que ya ha acumulado alguna experiencia, Roma le produce desagrado y

    desilusión en aspectos tan diversos como las mujeres, las obras de arte, las calles, los monumentos, la comida. La vía del Corso, bullente de movimiento, gente y carruajes, le parece una pobre imitación de los bulevares de París, la Strada Nova de Génova o la Vía Calsaiuoli de Florencia. El Palacio de los Césares ha terminado cobijando el pasto para la caballería francesa y junto al templo de Venus «hay unas pulperias inmundas, donde se fríen alcahuciles, pescados, y todas esas indigestiones a que los romanos llaman alimentos». En la imagen de las mujeres romanas plasma una declinación paralela a la de la ciudad y el arte: «desnaturalizan la raza, sin acordarse q. ellas y las ruinas, porq. tambien son ruinas las pinturas de Rafael y Miguel Angel, gracias a la incuria de estas gentes, es lo mejor que tiene Roma». Las trasteverinas, a quienes el estereotipo atribuye la altivez de las antiguas romanas, cubiertas de harapos, en la peor miseria, se venden, pedigüeñas y egoístas. Al final de la libreta14 consigna Cané, probablemente como recuerdo de algún encuentro ocasional de cierto interés: «Magdalena la Trasteverina». Por contraste, la mujer de alta posición social, no contaminada por la miseria, «es bella y elegante», de «palabra melodiosa y tranquila, la mirada insinuante» Al final anota: «El palacio de los Cesares, hoy granero de la caballería francesa. La visite con su propietaria bella y amable Sa romana»15 .

    14. 15 ~tem 20. Item 18. En Fantasía no visita con una dama romana el Palacio de los Césares sino el

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    Roma subterránea Cané titula Roma subterránea una sección de sus apuntes que muestra a Roma

    sometida por el papado y por el invasor16. Describe aquí a «la matrona cargada de siglos» convertida en cuartel militar, sojuzgada por extranjeros y sometida al poder papal. Trompetas, cajas de guerra, ruidos de sables, «batallones en uniforme» la cruzan en todas direcciones, incluida la vía del Corso, rendez-vous del lujo y la sociedad selecta de toda Roma. Muchas veces los soldados atacan sin motivo a los paseantes que, rodeados por las tropas de «la Republica francesa», desaparecen sin que se vuelva a saber de ellos.

    V arias páginas están destinadas a detallar la explotación de los paupérrimos habitantes de Roma por parte del clero que, inútil y ocioso, es sostenido por ellos. El comercio y la industria «duermen inactivos como las bellísimas campiñas que rodean a Roma, incultas, desiertas y solitarias solo porque faltan las manos que deben arrojar el trigo y la semilla», porque se ha fomentado la indolencia del pueblo, que no se mueve sino para mendigar o para asaltar al extranjero en las calles menos concurridas. Es interesante confrontar la imagen de Roma y del papado que había ofrecido Sarmiento cuatro años antes17 . Cané y Sarmiento coinciden en percibir la decadencia italiana, pero es muy diferente su imagen del Papa. Tiene enorme peso aquí el cambio de circunstancias históricas. Pío IX, abierto a las perspectivas liberales, fue un ídolo popular hasta que la agitación republicana de 1848 lo sacó de Roma. Desde su regreso en 1850 hasta 1870 se convirtió en el gobernante reaccionario de los territorios amenazados por el movimiento de la unidad italiana y sostenido sólo por las bayonetas francesas 18 .

    A la hora de analizar las perspectivas futuras de la situación política, Cané juzga el poder temporal de los papas como «un negocio concluido». El pueblo soporta la doble tiranía de Francia y el papado, «pero nos parece-consigna---q. pronto abrirá el leon sus fauces y q. nuevas vísperas sicilianas se preparan>>. A esto serán ajenas las doctrinas de su admirado Mazzini, porque nadie se ocupa de ellas, ni las analiza, ni examina la conveniencia de su aplicación.

    Colisf~· «Aunque este titulo sea una profanacion de la bellisima obra de Mr Didier-aclara-, el

    explica perfectamente el contenido de este capitulo». Se refiere a Rome souterraine, novela del escritor francés de origen suizo Charles Didier, publicada en 1827. Se difundió en Italia a través de una versión anónima de 1848, según la cual todo el pasado muestra a Italia escindida, rica en cultura pero sometida a engaños y tormentos. Pronto adquirió fama por sus referencias a conspiraciones y movimientos políticos, particularmente al Risorgimento. Vicente Fidel López, en su Autobiografía, menciona esta obra-«la pléyade de los mártires italianos»-entre las lecturas de lo~~óvenes de su generación.

    Domingo Faustino Sarmiento, Viajes ... , ed. cit. cf «Roma», pp. 203-253. El sanjuanino escribe sobre Roma el 6 de abril de 1847. Aunque también él advierte la «miseria» y el «abandono», sus elogios al cardenal Mastai son reiterados y subraya tanto la diferencia diametral, desde el punto de vista de la amplitud ideas, entre el prelado y la mayoría de sus colegas, como el bene~!fícito con que fue recibido su pontificado por los espíritus libres.

    Tal vez «el sacerdote romántico por excelencia de este siglo fue la figura misma de las tribulaciones, de las desdichas y las glorias, de las fidelidades y las derrotas, de las rigideces y de las grandezas de la Iglesia, esto es, Giovanni Maria Mastai Ferreti, papa Pío IX». Philippe Boutry, «El cura», Versión española de Mauro Armiño, en Frani;ois Furet (ed.), El hombre romántico, Madrid: Alianza Editorial, 1997, pp. 211-238, p. 238; The Encyclopredia Britannica, 11 th edition, Cambridge/ New York, 1911.

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    El Cané apasionado por la ópera italiana suma nuevos desencantos a los ofrecidos por la ciudad, la política, las mujeres. El refrán que encabeza el fragmento La Italia musical es la síntesis de su opinión sobre la música italiana en Italia: «En casa del herrero, cuchillo de palo, dicen los españoles». Subraya el contraste de sus expectativas con la realidad y revela cómo pudieron influir en la configuración de su imagen del Otro las experiencias de los amigos viajeros:

    [A]costumbrado a los que se dan en la grande Opera en París, creía q. en Genova se gustaba comprender el poema q. se ejecutaba, y luego, mi amigo el Dor. Alberdi, en su panfleto 15 días en Genova, me había dado falsas y exajeradas ideas; en fin el baile concluyo cuando mi paciencia estaba ya agotada.

    En cuanto testimonio autobiográfico, no ficcional, el texto incluido en la libreta permite evaluar, por contraste, el peso de la ideología latente o explícita en las novelas. Se comprueba que los apuntes, con escaso o ningún tamiz literario-al menos, con una espontaneidad que se advierte en el ritmo ágil de la escritura-, no son más críticos que algunas páginas de Esther19• También resulta de interés el contraste con otros apuntes de viaje publicados póstumamente, en los cuales se revela un Cané todavía ilusionado con la potencialidad de la juventud italiana para transformar su patria20.

    El relato en primera persona no es una memoración intimista, consuelo solitario de la frustración ante la Italia real. La aparición esporádica de la segunda persona del plural, reiteraciones, interrogaciones con sus respuestas, van configurando la presencia de un narratario tras el cual asoma el lector implícito: el rioplatense culto y liberal con quien Cané comparte valores y creencias. Más precisamente, aquellos que, sin conocer por experiencia propia Italia, sueñan con ella y la aman, movidos por influencias culturales de índole diversa, en especial literarias. Bien advierten Pichois y Rousseau21 que «alrededor de algunas ciudades se han forjado auras, verdaderos mitos: Roma, Florencia, Nápoles, Venecia, Weimar, París». El narrador procura deconstruir un mito.

    En el discurso sobre el Otro, el estereotipo «se sitúa con frecuencia en el campo del epíteto, de la adjetivacióm>22. El campo conceptual que abarcan en el texto de Cané adjetivos, sustantivos (reductibles a adjetivos, como montaña/elevado, corona/majestuoso, etc.) y frases nominales es el de la superlatividad cualitativa y cuantitativa, como: señora, alta, vencedora, dominante, gigante, montaña, grande, vasto, coloso, regeneradora, origen de la ciencia, origen del arte, coloso del mundo inteligente, antiguo, ciudad eterna, mosaico de grandeza, heroísmo patriótico, superioridad en todo, corona, respetable de

    19 Miguel Cané, Esther, en A. Magariños Cervantes, op. cit., pp. 25-105, pp. 47-48. Véanse con r2terencia a la Iglesia y a las religiones las pp. 96 y 97.

    «Apuntes de viaje- Italia/ por/ El doctor D. Miguel Cané./ Extracto de su cartera de viaje, tomado para el .» Correo del Domingo: Buenos Aires, Julio 31 de 1864. p. 490. 21 . . .

    22 C. P1cho1s, A.-M. Rousseau, op. cit., p. 59. Daniel-Henri Pageaux, «De la imaginería cultural al imaginario», en Pierre Brunei, Yves Chevrel, Compendio de literatura comparada, Trad. I. Vericat Núñez, México: Siglo XXI, 1994, pp.101-131,p.108.

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    todos. Por contraste, el campo conceptual que emerge de la imagen forjada por la experiencia del viajero es el de la decadencia. Incluye adjetivos y sustantivos como prostituta, débil, gusanos, embrollo, mentira, chicana, inmunda, impotente, pobre, andrajosos, hambrientos, inercia, espía, esbirro, miseria, corrupción, delitos, atroces, maldad, incuria, harapo, pedigüeñas, egoístas, tiranía, escandalosos, feos, innobles, ineficacia, inconveniencia, indolencia, injusticia, persecuciones, delación, ruina, explotación, inútil, ocioso. Un subcampo positivo pero aislado corresponde a la valoración de las damas romanas: bella, elegante, melodiosa, tranquila, insinuante, amable.

    Estas dos series permitirían concluir que: 1. La visión de Italia que trae Cané desde el Río de la Plata es una visión eufórica, mítica, ubicada por tanto en un illo tempore despojado de contingencias. 2. La imagen que construye tiene una organización disfórica condicionada por la circunstancia sociohistórica y política. Sin embargo, lo que se contrapone con la imagen que configura el viajero no es stricto sensu la imagen que Cané había forjado en el Río de la Plata. El término de comparación es la imagen culturalmente legada, de raigambre especialmente literaria.

    Algunos testimonios revelan que probablemente el desengaño haya sido más afectivo que intelectual. Hacia 1838, en efecto, Cané se pregunta: «¿Que nos queda [ ... ] del pueblo símbolo, del pueblo que representa la obscura idea del pasado?». A lo que responde: «Tumbas, atrazo, tirania»23 . Italia se ha derrumbado, pero rescata a la Joven Italia del siglo XIX, el «movimiento progresivo de la inteligencia italiana», que, conducida al destierro, será dueña del porvenir 24. En la Joven Italia encontraba Cané una lucha contra la tiranía y la opresión, una empresa cívica sustentada en los mismos ideales que movilizaban a su propia generación.

    Verdad es que «[n]o se ve mejor a un país, donde se encama un mito en el que uno cree, de lo que se ve a una mujer a la que se ama»25 . Cané, el enamorado de Italia, actúa como un amante despechado y reacciona con intolerancia ante todos los contratiempos y fealdades, vitupera con indignación el sometimiento político, enjuicia a la Iglesia, al papado, a los frailes y sacerdotes, a los austríacos, a los franceses, al pueblo todo. Pero también su discurso define, por oposición con el Otro, su propia cultura y, más todavía, el proyecto cultural de la generación de que formaba parte.

    23 [Cané, Miguel]. «Alejandro Manzoni». El Iniciador, núm. 2, Montevideo, mayo l.° de 1838, Tomo 1, pp. 25-27. Me baso en la reproducción facsimilar publicada por la Academia Nacional de la Historia de un ejemplar de El Iniciador que perteneció a Cané, en el que el autor ha in~icado de puño y letra cuáles son las colaboraciones anónimas debidas a su pluma.

    !bid., id. Ciertamente en sus valoraciones tienen que haber influido Garibaldi y otros exiliados italianos, entre los cuales había hombres de letras que se dedicaron a estudiar a los escritores locales y a hacerlos conocer. Giambattista Cuneo, por ejemplo, partícipe del Salón Literario y colaborador de El Iniciador. cf Félix Weinberg, «El Salón Literario de 1837», en Marcos Sastre, Juan Bautista Alberdi, Juan María Gutiérrez, Esteban Echeverría, El Salón Literario, Buenos Aires: Hachette, 1958, pp. 7-101, p. 47. Cuneo publica en el periódico dirigido por Cané, con el alfónimo C.A., el artículo «He leído El Iniciador», donde efectúa un diagnóstico de la realidad europea. [Giambattista Cuneo], «He leído El Iniciador», El Iniciador, núm. 3, Montzsvideo, Mayo 15 de 1838, Tomo 1, pp. 59-63.

    A. Malraux, Les Noyers de l 'Altenburg, apud Pichois y Rousseau, op. cit., p. l 02.

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