Jitrik Noe - Muerte Y Resurreccion de Facundo

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  • Noe Jtrik

    A

    capituloLas nuevas propuestas

    Muerte y resurreccin del Facundo -

    CENTRO EDITOR DE AMERICA LATINA

    Q g g Q Q B G

  • Direccin: Susana Zanetti Secretara de redaccin; Graciela Beatriz CabalAsistencia tcnica: Jorge Alberto Warley Asesoramiento artstico: Oscar Daz Diagramacin: Gustavo Valds, Alberto Oneto, Diego Oviedo Coordinacin y produccin: atalio Lukawecki, Juan Carlos Giraudo

    1983 Centro Editor de Amrica Latina S. A- - Jun/n 981, Buenos Aires.Hecho , el depsito de ley. Libro de edicin argentina. Impreso en mayo de 1983. Tapa: Talleres Grficos FA.VA.RO. SAIC y F. Independencia 3277/79, Buenos Ares. Pliegos interiores: Compafla Genera! Fabril Financiera S.A., triarte 2035, Buenos Ares. Distribuidores en la Repblica Argentina Capital:. Mateo Canceltaro e Hijo, Echeverra 2489, 5to. C, Buenos Aires. Interior: Ryela SACIF y A. Belgrano 624, 6to. piso,.Buenos Aires..

    IS8N 950 25 0664 2

  • """""""""""Mucho de la versatilidad de su espritu y de esa indiscb. plina de carcter y de raciocinio que h apartaban con disgusto d toda labor o meditacin sostenida, como de permanecer en el mismo lugar y estarse quieto, provienen de su formacin incompleta por lecturas casuales. "

    Ezequie! MARTINEZ ESTRADA

    , . vacas, vacas, vacas.

    Domingo Faustino SARMIENTO

    Decimos de una lectura que nos toma; la frmula responde a esta transformacin: el lector est en efecto

    ; tornado por las cosas de la ficcin que capta por medio de las palabras, como sus propiedades mismas; adhiere a ellas

    - con. el sentimiento de estar encerrado, cautivo, afiebra- damente retirado del mundo, hasta el punto de sentir la palabra como la llave de un universo de embrfmiento y fascinacin donde nada de lo que vive se reencuentra. "

    Maurice BLANCHOT

    En verdad, el espritu no est nunca en reposo sino que est siempre arrastrado por un movimiento indefinidamente progresivo; solo que en esta situacin ocurre lo mismo que en el caso del nio; despus de una larga y silenciosa nutricin, la primera respiracin, en un salto cualitativo, interrumpe de pronto la continuidad del crecimiento solamente cuantitativo, y es entonces que el nio nace; del mismo modo, el espritu que se forma madura, lenta y silenciosamente hasta su nueva figura, desintegra fragmento por .fragmento el edificio de su mundo precedente; la cada de ese mundo est indicada slo por sntomas espordicos; la frivolidad y el tedio que invaden lo que

  • todava subsiste, el vago presentimiento de algo desconocido, son los signos anunciadores Jde lo nuevo que est en marcha .

    G. W. F. HEGEL

    INTRODUCCION

    El Facundo, de Sarmiento, ha llamado siempre la atencin por las-dificultades qu presenta desde el punto de vista de una clasificacin literaria. Se ha dicho que, por ms . ntimamente .unitario que el libro sea considerado

    estilsticamente,' concurren por igual en sus pginas la historia, la sociologa, la novela, el ensayo, el tratado de moral1. Inclusive, tal vez su rasgo de originalidad formal preponderante resida justamente en esa indeterminacin en la medida en que, al romper esquemas preceptivos rgidos, intenta y consigue infundir un tono y un sentido nicos a tan diversos cauces intelectuales, a tan peculiares formas del pensamiento y de la expresin.

    1 Alberto Palcos, El Facundo, Buenos Aires, Elevacin, 1946, p. 67: Facundo, tal lo cierto, rompe con los moldes tradicional de los gneros literarios. Clasificarlo, conforme se ha propuesto, entre las novelan, equivale a caer en error Un grave como incluirlo entre los libros de historia. Facundo es de todo un poco: biografa, novelesca por su inters, de Quiroga, y, en menor giado, de Rosas; magnfico poema descriptivo, hasta ahora no superado, de nuestra Repblica y de Jos tipos peculiares que engendra; movida, dramtica historia de la Revolucin y de los sucesos posteriores; fascinante ensayo sociolgico cuando el gnero est en paales en Europa; y, en todo momento, formidable alegato contra el sistema reinante en el pas y programa de nuestro porvenir y de Amrica."

  • Es desde luego lcito preguntarse por el recurso empleado para que el libro no resultara, como no resulta, un mosaico de especies literarias, una suerte de hbil catlogo. A modo de inicial respuesta, se puede sealar, en primer lugar, que no ha habido reemplazo o sucesin mecnica de una especie por otra de acuerdo con un orden de importancia de los objetos o temas tratados; en segundo trmino, no ha habido mezclas a las que pudiera atriburseles un sentido perfeccionista estilsticamente hablando, es decir desde la perspectiva del efecto buscado. Una respuesta tal vez excesivamente naturalista pero coherente, aunque precaria, podra.reclamar que la sntesis de especies literarias se ha dado en el autor antes de ponerse a la tarea' de la redaccin, y cuando el discernimiento de conveniencias o necesidades no tena todava por qu hacerse. Sarmiento, respondiendo por cierto a la presin de las circunstancias, iba entregando pginas con sus ingredientes totalmente combinados, sin sentirse impelido a clasificar lo que haca, movido por la urgencia, pero impulsado a obtener resultados unitarios por una intencin que, ella s, no fue improvisada y que no se

    .vinculaba al oidon formal2.De tal modo, Facundo es sociologa, historia, novela,

    biografa, pero ninguna de estas cosas con exclusividad.Y no es, por cierto, un hbrido. Hasta tal punto es original en sus resultados que "podra fcilmente explicarse lo que hay en la obra de cada una de estas especies sin que eso. permita indicar una sola pgina redactada, segn las exigencias de una sola especie. Sin embargo, hay una limitacin: no es tan frecuente que se responda por.lo que hay

    Ral A. Orgaz, Sociologa Argentina, Cordoba, Assandri, 1950, t n , p. 280: MUn inters del momento, premioso y urgente, a mi juicio escriba Sarmiento al editor de *E1 Progreso*, al pedirle las columnas del peridico para publicar su manuscrito me hace trazar rpidamente un'cuadro que haba credo poder presentar algn da tan acabado como me fuera posible . Y' p. 282: Aun ms: probablemente Sarmiento pensaba en su propia experiencia ai poner, en una carta a Juan Thompson,, en 1847,

    , este significativo prrafo: Mas inteligencias muy ejercitadas, cuando una idea fundamenta] las ha-absorbido largo tiempo, derraman sobre el papel y sin esfuerzo alguno, un libro entero, de una pieza, como la hebra dorada que hila el gusano de seda

    de literario en el Facundo3 ; cmo, es que siendo historia y/o sociologa puede tambin ser literatura, no habiendo, por otra parte, ningn sector del libr especfica y preceptivamente dedicado autorizar sa posibilidad. .

    Puesto que el Facundo ha "sido tomado en un bloque y no se ha discernido la naturaleza o el alcance de lo que tiene de literario, nqe se tuvo claridad, por el contrario, en lo que respecta a sus otros perfiles, parecera propio intentar ahora una pirecisin, aceptadas las limita dones que tal propsito encierra. Una respuesta a la pregunta ( por qu el Facundo pertenece a la literatura?) adems de aclarar una forma relativamente permanente y conflictiva de la literatura argentina, permitira observar'con ojos diferentes el texto y xtraef de l informaciones que, proporcionadas con indudable claridad de espritu por lo que hay de eminentemente literario en Sarmiento, se ven a yecs contradichas, o.bien confirmadas, por otro tipo de expresin, ms fcilmente ubicable, por ejemplo la historia. _

    Vearhos, . en consecuencia, como se explica y articula lo que es literario en este texto fundamental

    Espritu fundamentalmente acumulativo y efectista, Snnieii trata menos de demostrar que de convencer.- Es fcil determinar este objetivo: es como una.suerte de presin que se ejerce sobre el lector, cubrindolo de datos como para qu se enter de algo cuya enormidad o monstruosidad tiene fatalmente que condenar4. Si el lector intua por su propia cuenta que. Facundo o Rosas eran brbaros,. Sarmiento refuerza la intuicin mediante explicaciones encadenadas.que presenta como corroboraciones robustecidas por valores verbales de emocin y lirismo, pero cuya exactitud histrica es no solo variable sino que

    . 3 Alberto Palcos,, op., c i t , p , 6 2 y sig.- consagra algunas pginas a este tema dando como un hecho el carcter literario d la obra. : ; : -- '

    4 En cambio, cuando se dirige a lectores a" quines se les.debe proponer alguna demostracin,. puesto que estn. en . el bando contrario y podran rio compartir.ciertos supuestos, suprime partes polmicas en la edicin; cf.Pacos, ed. crtica del Facundo, U.N. L.P., 1938, p. XV: Suministrar a los emigrados na doctrina que

    * tes sirviese de interpretacin y de incentivo en la lucha"..

  • a vcccs est totalmente adulterada por el tono empleado en el relato, tono reconociblemente coercitivo. Lo histrico o lo sociolgico es instrumentado por Sarmiento en funcin del convencimiento que aspira a lograr en su pblico5. En este sentido, convencimiento parece opuesto a conocimiento, por menos rigurosamente que se empleen tales conceptos. A la luz de esta oposicin puede sealarse acaso que Sarmiento no explana su informacin confiando en la capacidad y el inters del aprendizaje del lector, sino que la utiliza con la finalidad de seducir o de encantar, fases, en suma, de un deseo profundo de convencer. De ah que podamos afirmar que la exposicin es regulada y tamizada en su espritu en busca de una expresin suficiente, necesaria para hacer vibrar ms cuerdas que la simple demostracin histrica o racional, aunque se puede decir que tambin intenta esto ltimo o cree hacerlo; bsicamente, fundamentalmente, se trata de conmover, de comprometer, de denunciar, de arrastrar, al mismo tiempo que se persigue el develamicnto de ciertas incgnitas o la correccin de errores de comprensin6.

    5 Valentn Alsina, Notas a] Facundo, Nota 2a, en Facundo, ed de Alberto Palcos, Universidad NacionaJ ds La Plata, 1938. En su libro, que tantas y tan admirables cosas tiene,: me parece entrever un defecto general el de la exageracin: creo que tiene mucha poesa, si no en las ideas, al menos en los modos de locucin-. Usted no sepropone escribir un romance ni una epopeya, sino una verdadera historia social, poltica y hasta militar a veces, de un periodo interesantsimo de la poca contempornea.

    6 Se ha dicho y es casi un lugar comn que Facundo es unpanfleto. En efecto, los rasgos que enconframos en su prosapodran tambin seajar el panfleto y eliminamos el problema pues, en ese caso, Facundo perdera relieve literario y su funciona* dad sera tan grande que hara intil nuestro trabajo. Lo panfie- tario que ha sido y es, sin embargo, secundario cubre uno solo de los aspectos declarados por el autor: no llega a sepultar las res- tan tes connotaciones en ese impulso tan decidido que es el panfleto. Ni siquiera es una finalidad excluyente sino acompaante y puramente exterior, aunque tenga en su ayudz el permanente tono encendido propio de Sarmiento. La diferencia entre una obra literaria que contiene momentos o motivaciones panfletarias y un panfleto consiste, creo, en que este se reduce a su finalidad propia y limitada, y consume en su beneficio toda la posibilidad de

    Es decir que como Sarmiento se mueve simultneamente en diversos planos intencionales, necesita trasmitir nociones complejas para las cuales el lenguaje desnudo del dato o la interpretacin .no bastan7. Y esta formulacin compleja solp puede darse existiendo un espritu literario, es decir un temperamento pan el cual en la expresin se condensa la mayor cantidad pensabie de valores que no pueden, adems, sino presentarse juntos

    * porque el desequilibrio los perjudicara. En esto consiste | lo literario del Facundo, que es adems su verdad mxima,

    aunque pueda discutirse si son adecuados o no los planteos o las soluciones que, considerando el contenido histrico y social, tambin propone8. Y si es literatura lo que hace al tratar de expresar nociones complejas, es sociologa o historia cuando al vertir nociones simples, emplea como vehculo ms adecuado para ser eficazmente docente una palabra expositiva, lisa, completa y encerrada.

    Si en esta caracterizacin queda realmente comprendido el Facundo, la consecuencia que se desprende necesariamente. es que el espritu literario predomina en la

    riqueza, diversificacin, discrepancia y novedad mientras que aquella es abierta y carece, adems de finalidad tan determinada.

    7 Adolfo Prieto. La literatura autobiogrfica argentina, Universidad Nacional del Litoral, Rosario, 1962, p. 67: Y, sobre todo, conspiraba contra esa integracin el sistema racional con el que operaba en el plano lcido de la conciencia. Al patriotismo, instancia propuesta por los hombres de Mayo, Sarmiento agrega la Ilustracin. Pero una Ilustracin que quiere y debe actuar sobre la realidad circundante, sobre los dems. Sarmiento utiliia Ut poltica como medio de obtener el poder, y el poder como medio d i imponer el sistema ideolgico de la Ilustracin. Desarrolla su vida entera en tomo a estos propsitos, movido tanto por conviccin intelectual como por los resortes internos que obligan a su volun* tad a una notable apetencia de accin, a estar en las cosas, a

    | abordarlas, a destacarse sobre ellas.'1 (S.p.n.)

    I 8 Ezequie! Martnez Estrada. Sarmiento, Buenos Aires, Argos, 1946, p. 145: Son los que se benefician con la mentira y con la confabulacin del silencio, quienes entienden que Facundo no es i historia ni sociologa, sino novela de costumbres, ignorando| a derrus que justamente la novela de costumbres es la historia y lal sociologa verdaderas. Identificacin tal vez con Sarmiento?

  • obra y la califica porque, ya se sabe, valoriza la carga que reside en la palabra, el modo especfico de la palabra de significr cuando es tratada con espritu literario9. Es por lo tanto factible realizar sobre esta obra como sobre cualquier otra un anlisis textual con mtodos propios de la investigacin literaria, trabajo que podra, tal vez, facilitar la captacin del pensamiento de Sarmiento, el pensamiento profundamente implicado que a veces corre. por debajo y en un nivel diferente al formulado programticamente10. Desde una perspectiva terica, revisar este texto como se revisa cualquier tro texto literario, atenindose a los matices expresivos, puede mostrarnos^ un Sarmiento tal vez diferente del que surge de sus propias declaraciones o 'de la imagen que los crticos han preparado. Pero los elementos que componen esta imagen subterrnea de lo que Sarmiento quiere decir, no estn necesariamente contrapuestos a aquello que el escritor preconiza en un plano abierto: a veces coinciden los significados de Ia^ expresin con las declaradores sociologa cas, polmicas o histricas- Pero stas, casi siempre, si no son totalmente ambiguas, suigen ya muy condiciona-

    das -pr objetives de poltica inmediata" a la cual* renda tributo menoscabando no pocas veces sectores importan- tes de verdad11. Pero hay en Sarmiento una inflexible

    9 Maurice Blanchot, La Partdufeu , Pars, GaUimard, 1948, p. 84: / Se ver, en consecuencia, que por ms prosaica que sea la prosa y por ms cercana a la vida trivial que sea la historia, su lenguaje sufre una transformacin radical, porque invita al lector a advertir en las mismas palabras la comprensin de lo que ocurre en el mundo que se le propone y'cuya realidad es ser objeto de un relato.

    1 Carlos AJbarracn Sarmiento, Humanidades, t- XXXV11, Vol. 2, Universidad Nacional de La Plata, p. 33: Lo implcito ei. a menudo, ms significativo del pensamiento del autor que lo enunciado explcitamente; las entrelineas, ms expreinis que los enunciados; el intento ms revelador que la intencin. (N. de C.A.S.: sobre intento e intencin vase el cap. 16, The bcok: the romantic*, del libro de Bunkiey.)

    *1 Son sumamente interesantes la* informaciones que proporciona el recientemente publicado Archivo del Brigadier Genera! - Juan Facundo Quiroga, en edicin del Departamento Editorial de

  • fibra de escritor que Jo muestra por entero, ya sea porque en la medida en que escribe no puede ocultar su interioridad, ya porque asume concretamente esa condicin y ' todo lo que no sea expresarse se toma ficticio, lateral y objeto de descarte para nosotros, cuando no modelo para adveTtir los manejos de su mala fe. En la expresin, pues, pueden aparecer elementos, si no totalmente inesperados, por lo menos algo desconcertantes respecto de su idea del pas y de sus problemas principales. Y lo que aparezca puede servir a dos finalidades antagnicas, correlativas de aquella: la primera, reivindicar un nuevo Sarmiento, de regreso del mito liberal; la segunda, condenarlo por la genial duplicidad y sus trascendentes consecuencias.

    Aceptada la existencia de esta riqueza del texto y antes de aplicarle un mtodo organizado para descubrirla, pero con el objeto de ir entrando en Ia'finalidd d est trabajo, conviene hacer un resumen estructural de la obra, cuyo pivote es la contraposicin, modo de pensamiento y mtodo expresivo heredado del romanticismo. Digamos pata empezar que a partir de los notorios conceptos de Civilizacin" y Barbarie intenta penetrar en el fondo] de. o- r.nnfliitcs nacionales1*, -No .solo utilizar esa con- , traposicicm para explicarse, sino que, al ser la ms importante, se; el.vehculo de otras mediante las que sale del

    la Universidad de Buenos Aires, preparada y presentada por Ricardo Caillet Bois. A este depsito se puede recurrir con comodidad para conocer la versin que de numerosos episodios de la vida de Quioga, tomados por Sarmiento, tuvieron los contemporneos del caudillo. La comparacin, si se da fe a los documentos, permite conjeturar que el procer torci acontecimientos, modific sentidos, corrigi tradiciones para lograr el fin perseguido, la ejemplificacin moraJ y poltica.

    13 Para tener una idea de la importancia que Sarmiento atribua a estos conceptos, basta recordar que en su primera edicin, el Jibro .se titulaba: Civilizacin y Barbarie y como subttulo llevaba: Vida de Juan Facundo Quiroga . Conviene recordar, tambin que el punto de partida de esta oposicin-inicia) y tan importante en el desarrollo dialctico de toda la obra, puede hallarse en^ el concepto del papel trascendentaJ de la guerca elaborado por Vctor Cousin quien, a su vez., lo tom de Hegel. (Cf. Orgaz, Sociologa Argentina, t. II, p. 306).

  • II

    terreno conceptual para llegar al de los concretos y construir su sistema. Para entender cmo estn contrapuestas diversas-realidades nacionales y cmo ello es causa y explicacin de la guerra civil, acude a conceptos que encuentran simultneamente mbitos y personajes en quienes encamarse. As, Civilizacin'* es un trmino necesario para saber qu es y significa para el pas la ciudad; barbarie para saber qu es y significa la campaa. Por idntico pasaje, unitarios u hombres formados a la europea se enfrentan a los caudillos. Las encarnaciones se hacen, pues, necesarias e inversas en relacin con el punto de partida: Facundo es el tipo del Caudillo, luego es el representante de la campaa, finalmente la imagen misma de la barbarie; del otro lado, el General Paz es el militar europeo por excelencia13, en consecuencia es el representante cabal de lo que es la ciudad y, por fin, la imagen misma de la civilizacin..

    Este esquema, por sumario que sea, puede haber sido el ncleo esencial de su sistema racional, el caamazo sobre el cual pudieron haberse agregado coraplementacio- nes d e ' Orden histrico qu, a modo de verificaciones, Sarmiento organiz; por cierto que la. estructura.interior, e ntima del' libro v muciio ms jos que el esquema sumario, aunque la mxima complejidad surge de los iniciales conjugantes indicados en el resumen. Veamos cmo se opera la modificacin. Al principio dialctico contenido en la tcnica de las oposiciones, debe atribuirse la complicacin del esquema inicial14, deshecho y en cierto sentido

    Sarmiento, ed. d i. Facundo, p. 171: Paz es militar a la europea, no cree en el valor solo s no se subordina a la tctica, a la estrategia y a la disciplina.. . Es d espritu guerrero de la Europa hasta en el axma en que ha servido: es artillero..

    Origen hegeliano del sistema, pero con diferente culminacin; mientras Hegel persigue una sntesis superior, un grado ms avanzado de realidad (espritu) como resultado del enfrentamiento de los .contrarios, Sarmiento plantea dilemas frente a los cuales se decide optando por uno de los trminos de la oposicin, aunque de pronto parezca sensible a cierto traspaso histrico de roles. Cuando seala que Rosas ha realizado en cierto sentido el programa rivadaviano parece muy dialctico, pero en verdad propone

    i

  • desconcertado en el momento en que Sarmiento necesit empezar a tener en cuenta elemento* y personajes de la realidad que, contra su voluntad de tipificacin no se daban tan dcilmente como en una primera instancia ni como convena a sus fines. De este modo, se vio arrastrado a hacer oposiciones dentro-de las categoras y, lo que es ms importante, a no considerar tan rgidamente los andariveles ideolgicos de los cuales se ayud pira partir.

    . Precisemos ms las cosas: al aparecer en escena Rosas, que tambin es un caudillo y por lo tanto tambin un militante de la barbarie, se ve obligado a ciertas puntualiza- ciones sobre su origen, modo de ser, lnea poltica, talento personal. De ah sale, necesariamente, el enfrentamiento con Facundo de quien, como se recordar de la clebre Introduccin, exiga que le develara el secreto de los males que agobian al pas. Del mismo modo se comporta con otro paradigma, el General La Madrid (o Madrid) y aun, por qu no, con el mismo Rivadavia que recurre a Facundo, rey de la selva, para tratar de imponer la Constitucin de 1826, indiscutible estatuto del progreso, por

    u lo menos para Sarmiento. Vemos, en consecuencia, cmo 1 esquema inicial del Facundo se enrevesa;.$u modificacin o intrincacin proceden ciertamente de los mecanismos propios de a realidad observada cuya presin, no obstante, emana de descripciones que tienen un aire marginal o insignificante si se las examina desde el ngulo de las primeras, primordiales y enfticas oposiciones. Estas instancias son las polticas y econmicas: Sarmiento las considera, es cierto, y a veces desde un sector.de observacin muy concreto, pero no parece vislumbrar el grado real de su incidencia, es decir de la fuerza modificatoria que sobre lo ms ntimo de su expresin han ejercido. Ello por cierto no impide sino que al contrario favorece un desencadenamiento de nuevas figuras que. dejan muy por atrs en riqueza y penetracin al esquema que sirvi de punto de partida.

    Ahora bien, dentro de las correlativas oposiciones, pero esta vez con la carga de modificantes de orden poltico

    un repudio al programa rivadaviano realizado por Rosas, sentimiento que no estara connotado si. estuviera comentando que Rivadavia lo realiz.

  • y de peso econmico anotados, aparece una pareja de opuestos que se va insinuando prcticamente desde el principio del libro y hasta el final, casi siempre en forma indirecta, pero cuya presencia es-incuestionable. La contraposicin es entre Buenos Aires y el interior del pas, sentida ms que definida como el problema por excelencia de la nacionalidad. Dicho juego sale a luz claramente de cuando en cuando, aunque lo ms frecuente es que permanezca soterrado por los restantes, profusos y complicados trminos de contraste, ms manuales tal vez,o, simplemente, ms al alcance del concepto y por ello ms eficaces en relacin con el general objetivo de convencimiento. Lateralmente digamos que esta nueva y resultante oposicin, en la medida en que se muestra, por ms indirecta y tenue que sea su presen tacin^ exhibe .otra faceta de la capacidad de Sarmiento de traducir a trminos" de realidad concreta, conflictos vividos intuitivamente por sus contemporneos15; por otra parte, esto ratifica su ya aceptada profundidad de visin puesto que, de haber realmente expresado un conflicto, habra acertado antes que nadie en una formulacin que solo mucho despue's empezara a ser.ccrr.ene^y que> hasta.H;*p^OcTa-t:r&cer - de consistencia en un plano declarativo, como base de explicaciones o justificaciones histricas, si se descuenta, desde luego, todo el sistema de planteos o posiciones de

    los caudillos, especialmente a partir de Artigas16. Como si

    15 Juan Luis Guerrero, Tres temas de filoso fa argentina encas entraas del Facundo, Buenos Aires, 1945.' En esta conferencia, Guerrero seala que la estructura, triparticin, del Facundo responde, por una paite, a los conceptos manejados por el Du- mmismo y por el Romanticismo acerca del Hombre, Mundo y Nacin; y, por otra, muestra cmo Sarmiento los supera al conferirles a cada uno de ellos un carcter concreto, relativo a la realidad.

    16 "Hl conflicto Buenos Aires * interior es de antigua data; estalla con la cada de Rosas y la configuracin, esta vez clara, del partido porteo. Es decir, sale argumentalmente a la luz entonces aunque reposaba en el fondo de todas las conductas polticas del pas. La Constitucin de 1853 consagra el sentido del levantamiento de Urquiza: capitalizar Buenos Aires. A partir de esa evidencia, aparecen conflictos que se manifiestan en todos los

  • los problemas que conmueven a una colectividad lo. fctico necesitaran de un tiempo para precisarse y pasar ' a] nivel de la conciencia de sus integrantes, las conductas que motivan, confunden a los inmaduros, intrpretes que al tratar de explicaras como pueden, apelan a elementos de juicio que, o son accesorios, o permanecen en el marco de las consecuencias. Es decir que los verdaderos trminos de un problema que se viene gestando no se recortan con toda nitidez desde que empiezan a manifestarse en hechos. Consecuencia de ello es qe las expresiones que de l hayan podido producirse carecen de tono, sirven solo como antecedente, ocultan su riqueza y confunden las interpretaciones. Por eso, que Sarmiento haya llegado a advertir ese bsico conflicto y a expresarlo con certera captacin histrica le confiere un mrito muy grande, al menos en cuanto a que nadie antes que l, en su sector, lo haba visto, acptdo y expresado en todos sus alcances y menos adjudicado, tanta trascendencia. Pero no es solo_ eso; gracias a la formulacin de ste conflicto, Sarmiento s, evidencia como un testigo lcido del presente, pero tambin ve cmo este presente se proyecta en el futuro en un plano de sentidos que a veces aparecen adulterados com'Cdiiscu-enciad sus- tambicn decididos inc camin os - de intencionalidad17; .

    No obstante, quisiera que quede claro, una vez ms, que no hay una exposicin sistemtica del conflicto Buenos Aires - interior. A veces aparece en el texto la punta de una afirmacin de tipo conceptual, pero lo cons-

    rdenes. Habindolos anticipado en su Facundo, Sarmiento vuelve a encontrar una frmula de solucin con su "Provinciano en Buenos Aires, porteo en las provincias, argentino en todas partes. A/gvpos representa una concesin en esa neutralidad, pues trae la propuesta de que la capital est instalada en otra parte, lo cual significa inclinarse en ese momento por e partido porteo, enemigo de ceder Buenos Aires para Capital de la Nacin.

    1T Es casi obvio sealar que al atribuir a Sarmiento un relevante papel en relacin con la expresin del conflicto Buenos Aires interior, nos estamos reduciendo a la problemtica de un sector de la vida poltica argentina, el liberalismo, cuya versin necesitamos examinar para modificar, pero que, justamente por eso, debemos tener en cuenta y, por qu no, tambin asumir.

  • cante se da en el plano puramente literario, en lo que dentro de nuestra terminologa podramos denominarla1 intencionalidad de conjunto. Ahora se explica por qu sentimos la necesidad de precisar en qu sentido era literario el Facundo. Pues bien, de esa expresin tan compleja tratar de sacar elementos de juicio para probar que en el espritu de Sarmiento la oposicin Buenos Aires - interior estaba ya perfectamente formulada, pero no solo eso, que sera un mero captulo de su intuicin sociolgica, sino tambin que frente a ella tomaba claro partido por uno de sus trminos, por el interior. Este anticipo de conclusin puede sorprender; es preciso, en consecuencia, aclarar sus alcances. Por un lado, se justifica la afirmacin porque en la intimidad de su conocimiento y a pesar de su muy cantado universalismo, Sarmiento tena bien en cuenta elementos tal vez ms profundos que los polticos o cultu- ralistas en los que tan cmodamente se emplazaba, y senta, por contraste, dramticamente, el conflicto en todos sus alcances y en toda su verdad. S podemos atribuirle, sin forzarlo, esta lucidez, cabe preguntarse cmo, en definitiva no super la contradiccin. Lo ms probable es que np. lo quiso, .rip^q ue.no pudo; e,s dGj que eligi en-

    ' funcin de' una mala fe intelectual proveniente de un sistema tal vez coherente, pero cerradaiiente condicionado por fines polticos. Persistir en el ocultamiento de un tipo de verdad que proviene de la experiencia y el sentimiento en favor de un aparato ideolgico exterior, no puede sino ser calificado como mala fe, por ms entusiasmo que se ponga en el mantenimiento de la disgregacin, por ms genialidad que intervenga en la configuracin de la dicotoma. Lo que puede discutirse es, acaso, la existencia de fondo, que Sarmiento haya tenido la experiencia y el sentimiento que le atribuimos. Eso vendr a consecuencia del anlisis que hagamos en particular, pero antes sealemos que, dejando de lado lo que puede dar un examen de la expresin, su mtodo histrico tan claramente asumido parece enfrentarse con el cuadro de ideales inmediatos derrocamiento de Rosas en cuya realizacin tanto nfasis pona y a los que quera conectar, en contra acaso de lo exigible por su finalismo historicista, con el objetivo .de la unificacin y equilibrio-de la Argentina, que viene, a modo de sntesis, a coronar su sistema prometeico.

    Una vez establecido esto, corresponde ver cmo se.va configurando en su escritura concreta la expresin de su nimo frente a tan esenciales cuestiones, cmo va tomando partido y cmo esta decisin es bloqueada por lo intelectual. .

    Dijimos ms arriba que las anttesis bsicas daban lugar a contraposiciones derivadas que acomplejaban el cuadro de los contrastes y relativizaban ciertos valores considerados inicialmente como modulares del sistema de Sarmiento. Veremos cmo funcionan estas nuevas parejas de contrarios y qu puede .extraerse de los rasgos expresivos. Las parejas se van organizando con una perspectiva constructivista y cada una de ellas permite a veces que de uno de sus trminos emerjan otras. De tal modo, podra decirse que de la primera y confesada contraposicin, Civilizacin y Barbarie, se desprende, al hacerse la descripcin de cada uno de estos trminos y como resultado de la tendencia a poner sus cuadros en la realidad, la de ciudad contra campaa; pero simultneamente, se recurre en la argumentacin a esta otra oposicin: Europa contra Amrica; aqu interviene el mtodo historicista y lo americano viene, a ser uua-rfiSultart, de donde en realidad c~ contraste es entre Europa (Francia e Inglaterra) y. Espaa; este desvo permite encontrar una primera gran oposicin derivada: Buenos .Aires contra Crdoba, en la medida en que aquella representa lo europeo y sta lo espaol; pero a esto no queda reducido el sistema: Buenos Aires ha permitido que la campaa la invada de modo que los trminos se invierten: Montevideo contra Buenos Aires, es decir los exiliados y los unitarios contra lo que reina en el pas,o sea Rosas. Al introducir factores concretos advierte que Buenos Airis ha cambiado en sus designios cultura- listas, pero no en sus hbitos econmicos y polticos, de modo que debe recurrir a esta otra oposicin: Buenos Aires contra el interior, enfrentamiento que, de acerdo con oposiciones anteriores, engendra a su vez conflictos de elementos internos contenidos en cada trmino: restos hispnicos contra conceptos progresistas y modernos. Pero aqu aparece una especie de sntesis, una formulacin que fija un sentimiento contra la vertiginosidad del mecanismo anterior: el interior es por lo menos desdichado por cuanto la poderosa Buenos Aires le provoca sangras en

    20 21

  • . lugar de acudir en su ayuda y colaborar en su progreso. Volviendo a las antinomias, se observan tambin en el campo poltico en correspondencia con lo cultural y lo social: unitarios contra federales; pero estos ltimos no son todos iguales: hay federales netos y lomos negros y la falta de acuerdo o la poltica disgregatoiia de unos u

    . otros, es tanto causa de la guerra civil como la enemistad con los unitarios que tienen que aceptar la aparicin de una nueva generacin o decidir rechazarla y combatirla; ese factor es causa de las discrepancias que debilitan la coherencia de las campaas militares y provoca gran nmero de desastres. Como culminacin de los encadenamientos se hace notar que el federalismo de Buenos Aires, no es 'orno el federalismo de los pueblos del interior; por otra parte, si bien los unitarios son porteos, hay tambin unitarios en las provincias, lo cual diversifica, aunque ms. no sea, los puntos de vista. Si de aqu pasamos al orden humano veremos que el General La Madrid oscila entre la tctica europea y la criolla, y que muere en esta indecisin; sus mtodos, por otra parte, no parecen demasiado diferentes a los de Facundo; en cuanto a ste, aparece recortado, en contraposicin con el general Paz;,pero no pemuinece sino que, a medida que intervienen otros cbri- cep s, pasa a oponerse a Rosas para llegar, finalmente, a encentarse consigo mismo1, en una dramtica vigencia de 1;. idea del ambiente como productor de tipos esenciales, como gran causa de diferencias .individuales y aun

    1 8 ' *Este encuentro de Facundo consigo mismo es una imagenmuy socorrida en los comentaristas. Algunos la atribuyen a la admiracin que senta Sarmiento gaucho intelectual por su personaje. Yo creo que la imagen surge de la situacin concreta: Facundo en Los Llanos es una cosa y otra muy diferente en Buenos Aires; son Los Llanos o Buenos Ares quienes imprimen rasgos diferenciales u opuestos. He anotado esta explicacin para quitar hermetismo al texto, aunque ms adelante analizo las formas empleadas por Sarmiento para marcar estos contrastes y sus referencias. Por otra parte, ese nuevo Facundo se insina tambin antes de llegar a Buenos Aires. De encontrar esta figura trata parte de este ensayo. De todos modos, esa presunta admiracin puede tener dos fuentes: la gideana del personaje que se apodera del autor o el tributo retrico a una idea preliminar, del grande hombre, grande en el mal

  • de cambios en un mismo sujeto19. Esta oposicin, en cierto sentido culminante de todo el sistema, es la que nos servir de base para demostrar la idea principal, a saber que el conflicto raigal del Facundo es la lucha entre Buenos Aires y el interior, por el cual Sarmiento toma ntimamente partido aunque politicamente rechaza tal posibilidad. Para determinar'cm o puede Facundo oponerse a s mismo es preciso trazar su imagen interior, tal como viene configurada en el texto20. Pata ello conviene dividir dicha imagen en dos, que resultan enfrentadas. Empecemos por la primera de ellas.

    19 Estas oposiciones no se dan ordenadas; se pueden obtener del libro en su conjunto y armonizando expresiones que a veces aparecen distanciadas; a veces, tambin, ciertas expresiones apa* recen enfrentadas a conceptos cuyos verdaderos oponentes se encuentran en otras partes.

    20 . El mtodo que se aplicar en.los captulos que siguen, se apoya en la estructura del texto (su organizacin y sus materiales). Una vez presentados o indicados se trata de verificar cules son sus significaciones. Los materiales se analizan teniendo en cuenta los conjuntos y los contextos considerando, desde luego, las referencias conceptuales, polticas, histricas e intencionales que arrastran. En alguna medida ya se ver este mtodo, que no es estadstico, podra asemejarse a alguna aplicacin de la estilstica, siempre que se excluya de esta designacin la pretcnsin de hallar valores absolutos indicados por las palabras. Prefiero, en todo caso, llamar al mtodo expresivo o anasis de la expresin, es decir de la totalidad.:

  • I i

    UHV^i

  • I. IMAGEN PRIMERA DE FACUNDO

    Empezamos con la famosa invocacin inicial:

    Sombra.terrible de Facundo voy a evocarte, para que sacudiendo el ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida secreta y las. convulsiones internas que desgarran las entraas de un nble pueblo!21

    El primer acercamiento a esta frase se realiza por medio de una exclamacin que introduce un tono determinado. Si la exclamacin careciera de sostn significativo, podra ser entendida como un mero gesto; aun as, reducida a eso, muestra una voluntad exaltatoria que se trasciende y se precipita sobre las significaciones, obliga a tenerlas en cuenta y evita que se la considere un mero efectismo22. El sostn significativo, por su parte, se da en los dos campos ms inmediatos, el de la sintaxis y el vocabulario

    21 Las citas del Facundo corresponden a la edicin preparada por Alberto Palcos, publicada en 1938 por la Universidad de La Plata.

    22 Recordar la tradicin literaria occidental de la invocacin a los muertos. A Sarmiento le llega por va de la lectura de los clsicos. Se encuentran invocaciones en Homero y en Virgilio; se llama a los muertos para que expliquen ej sentido de nuestro azaroso presente o nuestro turbio futuro.

  • del resto del trozo. Puede observarse una quiebra en la sintaxis desde el gerundio en adelante; hay una especie de cesura que aisla un primer sector compuesto de una mencin y un correlativo que justifican, entre ambos, la invocacin; y en ese orden, el tono y el sentido de este ordenamiento adquiere relieve sobre todo si se piensa en un ordenamiento diferente; la variante que propongo cae sin remedio en una conceptualizacin, lo cual quita fuerza emocional y por lo tanto carcter a la invocacin (voi a evocar la sombra terrible de Facundo, etctera); sin contar con que de este modo es inevitable una suerte de logicidad, de razonabilidad programtica incoativa. Y no es eso lo que trata de despertar Sarmiento.

    El segundo sector se compone de una gran frase final interferida por clusulas incidentales, que detienen el ritmo de la frase y lo entrecortan hacindola palpitante a pesar del elevado carcter explicativo que tienen tanto una como las otras; precisamente, es paradjico.y estilsticamente notable que haya conseguido desvirtuar el esperado pulso racional introducido por el para qu1 mediante frases que, gracias a su direccin explicativa, son de contenido igualmente racional: la racionalidad .de la

    . : .v./ final-sola'habra'podido tfianifestarse en i ritm*sostenido; con el aditamento de ms racionalidad se obtiene una palpitacin, un tono de urgencia, de necesidad, de seguimiento. Este carcter que es tambin un objetivo de la prosa del Facundo ser constante y solo cambiar cuando las imgenes ltimas que tinda a configurar sean tambin otras.

    . Veamos ahora si el vocabulario empleado refuerza los resultados del anlisis sintctico. Lo que ante todo llama la atencin son los adjetivos: terrible, ensangrentado , secretas, internas ; pero si resaltan es porque tienen apoyaturas que implican la existencia de un sistema completo, y no de estallidos aislados, que persiguen ante todo la provocacin. Vanse los sustantivos: sombra,polvo, cenizas, vida, convulsiones, entraas, pueblo ; y los verbos: sacudiendo , explicamos , desgarran. Los nexos que vinculan todas estas palabras

    . pierden importancia porque estn seleccionadas en relacin con un efecto. Prescindamos de la clasificacin preliminar y consideremos lo que tienen de comn; en primer

  • lugar, sugieren vivacidad en el movimiento (sacudiendo', levantes , convulsiones , vida, pueblo); luego, ciertas correlaciones (sombra , "secreto, interno , entraas, explicamos por un lado; terrible, ensangrentado ; desgarran por otro; polvo , cenizas, por otro); entre ambos rdenes, apoyados por cierto en el ritmo galopante del conjunto, se establece la intencin expresiva. Cul es esta intencin? Pues trazar con este conjunto de factores un primer retrato del biografiado, cuyos rasgos deben tener una orientacin bien determinada, de una gran homogeneidad, en la medida en que la presentacin de este carcter deber obrar positivamente sobre el lector. Y el retrato resulta formado por los rasgos que salen de nuestras conclusiones: el ritmo galopante de toda la frase nos lleva a una idea de vivacidad que, segn hemos visto, tiene su confirmacin en algunos trminos precisos, pero sta no es una vivacidad genrica, sino muy peculiar,- algo as como una pulsacin que, naturalmente, se manifiesta rtmicamente, algo que nos propone la idea de la sangre; esta pre-imagen, tambin apoyada por palabras concretas, es fcilmente desglosable: si bien la sangre es expresin o forma de la vida es igualmente -la' prueba de 1'muerte. Entre no Y otro estadio, ea el pasaje, se da. una lucha cuyo carcter-convulsivo escapa, igual que la marcha de la sangre, a lo que se puede entender como lo ordenado, es decir como lo racional, como lo que puede ser resultado de la voluntad con* ciente del hombre. Es decir que. Facundo implica de entrada el irracionalismo, lo instintivo, y la vida que de estos rasgos puede desprenderse ser sangrienta y mortfera, primitiva y misteriosa. Por lo tanto, si el personaje es eso, es lcito suponer que el escenario en que acta debe corresponder a sa dimensin. Sarmiento mismo establece sistemticamente esta relacin en el primer captulo, en virtud de sus presupuestos deterministas que en algn pasaje del libro trata de respaldar mediante una adhesin a la actitud cientfica13.

    23 Sarmiento, Facundo, p. 11: A la Amrica del Sur en general, y a la Repblica Argentina sobre todo, le ha hecho falta un Tocqueville, que premunido del conocimiento de las teoras sociales/ como el viajero cientfico de barmetros, octantes y bn-

  • Pero falta sealar otra conclusin: esa realidad instintiva, examina'da a la luz de La perspectiva determinista, encierra al personaje en los lmites de su condicin, dentro de la que debena proceder sin contradicciones; pero su condicin, como Jo hemos dicho, procede d una relacin necesaria de trminos: instinto en unNme dio es lo que la describe, o sea, dicho en otros trminos, que Facundo es un salvaje dentro de la selva o ms bien; y esta es otra conjetura, porque existe la selva. Veremos luego si estacausalidad tiene asidero e el texto. .......... Antes, se puede adelantar otra conclusin: instinto se

    opone a razn y ambos, esquemticamente, se combateno por lo menos se tironean; pero en la medida en que razn puede describir a instinto, lo abarca y, por lo tanto, lo reconoce como formando parte de lo que es real.

    Como se ve, las conclusiones que pueden extraerse del fragmento se organizan en diferentes hiveles, a medida que se asme la mayor complejidad de cada una. Las ltimas obtenidas son las que ahora interesa retener aunque acaso no sobrepasen el estadio caracterogico. Sea como fuere, podemos concluir que la personalidad de

    ,, Facun.dp, jegn nos !o expresa Sarmiento,^se desenvuelve, v entr stas resultantes: existencia de la selva, razn enemiga del instinto, instinto producto y expresin de la realidad. Estos andariveles hacen suponer que entr ellos se establecen relaciones cuyas Variantes pueden permitirnos ampliar las perspectivas idolgicas.-As, por ejemplo, no es abusivo atribuir, al cruce de estos conceptos que si por un lado no se puede negar el instinto, por otro se lo debe encauzar; que no se puede negar la realidad, pero que bien se la puede transformar . '

    Pero con estos rasgos no termina el retrato de Facundo; veamos cmo se completa. Pasemos por alto corroboraciones demasiado expresas (p. 10: . .provinciano, brbaro,

    julas, viniera a penetrar en el interior de nuestra vida poltica, como en un campo vastsimo y aun no explorado ni descripto por la ciencia.- I4. Cf. Guerrero y Preto^op. ciL, en cunto aliluminismo quemodifica, por residuo filosfico, el bsico esquema romntico. Hay algo de fisiocrtieo en esa urgencia de accin: modelar con ayuda de la razn esa masa amorfa que es la naturaleza o la realidad.

    I valiente, audaz p. 95: . .i no.hai duda que con elI temple de alma de que estaba dotado, con sus instintosI de destruccin i carnicera. . . ) y vayamos en cambio,I directamente, a la descripcin fsica del caudillo tal como

    nos la proporciona Sarmiento en p. 91:

    Facundo, pues, era de estatura baja y fornida; sus anchas espaldas sostenan sobre su cuello corto una cabeza bien formada, cubierta de pelo espesisimo,negro i ensortijado.Su cara un poco ovalada estaba hundida en medio de un bosque de pelo, a que corresponda una barba igualmente espesa, igualmente crespa i negra, que suba hasta los juanetes, .bastante pronunciados para descubrir una voluntad firme i tenaz. Sus ojos negros, llenos de fuego i sombreados por pobladas cejas, causaban una sensacin involuntaria de terror en aquellos en quienes alguna vez

    j llegaban a fijarse; porque Facundo no miraba nunca de frente, i por hbito, por arte, por deseo de hacerse siempre

    temible, tena de ordinario la cabeza inclinada, i miraba ; por entre las cejas, como el Al - Baj de Monvoisin.

    ' ' ~ Este l>asaje,"dejando de lado la iciplente prctic tde la .fisiognoma (los juanetes, bastante pronunciados para descubrir una voluntad firme i tenaz, . . ) tiene na entonacin menos ardiente, menos sobrecogedora que la frase anterior seguramente por su intencin descriptiva. El pues inicial detiene el ritmo y lo suaviza como preparando al lector para recibir detalles precisos y no vagas impresiones. Esos detalles tratan de mostrar toda la persona fsica de Facundo, pero en realidad solo giran en tomo a su cabeza sin poderla abandonar. La cabeza de Facundo lo atrae poderosamente y para describirla la somete a una slida y pesada elocuencia que resulta de la profusin de frases cortas, apenas alargadas por incidentales, salvo tal vez la ltima (.. .porque Facundo- no miraba.. que se precipita en una especie de necesidad de llegar a una comparacin que siente como terminante.

    El orden de presentacin es riguroso, pero tambin obsesivo: quiere progresar en el retrato, pero vuelve constantemente a un tema en el cual reside toda la riqueza expresiva del fragmento: los pelos. Veamos: cabeza bien formada, cubierta de pelo espessimo, negro i ensortijado.

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  • Su cara un poco ovalada, estaba hundida en medio de un bosque de pelo, a que corresponda una barba igualmente espesa, igualmente crespa i negra.. . sus ojos negros, llenos de fuego i sombreados por pobladas cejas.. . tena de ordinario la cabeza siempre inclinada i miraba por entre las cejas.. . Observemos que ia adjetivacin de cada sector de la cara es ms bien modesta y genrica, acaso despreocupada, no en cuanto a la precisin sino a la agudeza descriptiva, a la riqueza expresiva: "cabeza bien formada , cara un poco ovalada, ojos llenos de fuego, "cabeza, siempre inclinada, mientras qu lo relativo al pelo est cargado de energa: "pelo espessimo, negro y ensortijado, barba igualmente espesa, igualmente crespa i negra, sombreados por pobladas cejas", miraba por entre las cejas. En pginas posteriores vueWe sobre el asunto con la misma fuerza: La melena de sus renegridos y ensortijados cabellos caa sobre su frente i sus ojos, en guedejas como las serpientes de la cabeza de Medusa* (p. 100). Qu puede significar esta insistencia y la acentuacin de lo capilar? Desde luego que en el valor que-se le acuerda hay una certidumbre frenolgica confesada por

    ' l prdp Sarmiento, pero la reiteracin indica algo mucho menos cientfico ; hay en ella.una carga expresiva que llama la atencin y que voy & tratar de cercar.

    El pelo, .casi innecesario parece decirlo, es una de nuestras manifestaciones biolgicas ms irreductibles y de las que se suponen ms ligadas a nuestro ser animal. Los hombres civilizados, cualquiera sea la cultura que hayan elaborado, tienen algo definido que hacer con el pelo ya sea porque tratan de disminuirlo, ya porque tratan de adornarlo y, en uno u otro caso, porque tratan de con-' vertirlo en un. elemento ornamental, secundario, no permitindole por lo general que invada zonas del fsico en las que se quiere que resplandezca ms la humanidad. Si, por el contrario, culturas desarrolladas en ciertas pocas le permiten no desaparecer es con idntico objetivo: el pelo es organizado y se rinde en su excelencia, abundancia y cuidado, a un fin concebido como elevado desde un ngulo humano y espirituaL Cabra hacer el psicoanlisis del pelo para determinar los contenidos del tratamiento que nuestros patrones culturales exigen que le aplique-

  • mos . Bstenos sealar que el exceso de pelo, o su descuido, o ambas cosas en su conjunto, implica en primer lugar por lo general una agresin que encierra un rechazo a los lincamientos de la sociedad contra la que se dirige; para ello, no es preciso que tal sociedad tenga determinados fundamentos26: el pelo suele manifestar al rebelde y al desordenado de donde emana de inmediato la idea de anarqua. Pero, ya se ha dicho, no todo desborde capilar implica necesariamente la anarqua, como por otra parte, ciertos excesos aspiran a una negatividad tan total que se confunden con la animalidad.

    Ahora bien, en Facundo el pelo cubre toda la cabeza, tapa lo racional, exalta lo natural. Lo anrquico deviene, en consecuencia, animal, la agresividad tiene un resorte de bestialidad. Pero recordemos el nfasis acerca del pelo y su ubicacin contrastante: al presionar o enmarcar rganos inteligentes con su exceso crea una sensacin secundario, de involuntario terror. La mencin de la Medusa del segundo trozo aclara la intencin inicial y la completa: el terror, la petrificacin del contrario por la negativa a la razn. Resumiendo: a instinto, segn lo establecido en el primer trozo analizado, se agregan animales y terror, todo l cual compone la imagen de un* ente ctiya existencia constituye un peligro para el claro ordenamiento de la sociedad y de la vida desde el punto de vista de quien escribe.

    25 En un retrato hecho por Benjamn FrankHn Rawson en 1845, Sarmiento aparece como todo lo contraro de lo que caracterizara, segn l, a Facundo, capitalmente hablando: la cara bien rasurada, las cejas casi finas y una cabellera abundante, pero cuidada, pues descubre las orejas, y una frente amplia y limpia, centrndose la expresividad del retrato n los ojos y en la frente. Esta comparacin ratifica las ideas que se desprenden del anlisis expresivo: Sarmiento, en busca de un orden, o ratificando el ya hallado; trata de traducir su adhesin o su proyecto en su aspecto personal Cmo en consecuencia, poda no haber sido sensible a un proyecto opuesto, enemigo?

    26 El ms reciente y notorio caso de agresin por el pelo es el de la Revolucin cubana; no pbstante es concebible, si se piensa en los fundamentos ideolgicos del rgimen poltico, que los dirigentes soviticos sean rapados y bit n afeitados. No importa el tipo de orden que reine; el pelo desmei trado, evidente, va contra l.

  • Si las determinaciones a que he llegado en la anterior etapa configuran realmente valores que emanan de los | resortes de la prosa de Sarmiento, en un prrafo algo pos- \ terior hay una confirmacin que va de lo. claramente expreso a lo que es, otra vez, estilsticamente expresivo. f El pnafp est en la p. 112: )

    Facundo, jenio brbaro, se apodera de su pas; las tradi- f ciones de gobierno desaparecen, las formas se degradan, las leyes son un juguete en manos torpes; i en medio de esta destruccin efectuada por las pisadas de los caballos, nada se sostituye, nada se establece. . ;

    El aspecto directo es llevado a, cabo en dos rdenes; ; por un lado, el carcter casi silogstico, encadenante, de las frases (el punto de partida es un hecho, una afirma- cin: Facundo se apodera de su pas, luego viene una serie de desprendimientos que si bien son consecuencias de aquel hecho, tambin son algo as como premisas menores: las tradiciones de gobierno desaparecen, las formas se degradan, las leyes son un juguete en manos torpes i--hasta llegar a Una vefddera .corfclusin: ,:nad , se sostituye, nada se establece); por el otro, la presencia de un vocabulario conceptual: pas, .tradiciones, gobierno, formas, leyes ; este conjunto de palabras determina claramente un orden, fya un sentido bien determinado a la ; comunidad. Est bien claro, fija un sentido bien determ inado a la comunidad. Est bien claro, pues, que Sarmien- .tp, en un nivel de alta racionalidad,- que incluye sintaxis y vocabulario, maneja conceptos acerca de cuyos lmites \no cabe duda: Facundo es enemigo de un orden, que es el [republicano, y del ,ciial Sarmiento es ntido partidario.

    Hasta aqu en lo que concierne'. a lo expresamente dicho. Veamos el otro aspecto de l frase, desde el punto de vista expresivo. No todo el prrafo es igualmente rico: |el vocabulario y la decidida intencin conceptual pro- Evocan apreciables desniveles.

    De todo el trozo vamos a extraer para el anlisis el siguiente sector: y en medio de esta destruccin efectuada por las pisadas de los caballos, nada se sostituye, nada se establece. Volvemos a encontrar el ritmo precipitante de la invocacin, pero, adems, la creacin o por lo

    menos la sugerencia- de un mbito-fsica- to'r jftrt encamar la imagen: las pisadas de los cabaildsfnecesitan;: exigen, un campo adecuada para producirse, y rqe sol - puede ser la pampa o, lo que es lo mismo, los-Llanos de La Rioja.. En este mbito, el ruido que provoca esa cabalgata ejerce un efecto muy conocido; decir destruccin efectuada por las pisadas de los caballos implica la visin del tropel atronador: son caballos al galope, que uno supone desatados y terribles, y cuya falta de control es comparable al instinto. Pero verlos en s carrera es todava ms sobrecogedor que imaginarlos: es el tenor mismo que se mete bestialmente en el espritu de quienes pueden ser pisoteados. Y quines son stos? Pues el pas, las formas, las leyes, el gobierno con todo lo que estas palabras connotan de racionalidad. Pero, al llegar al remate del prrafo, emerge un verdadero caudal de ideas contradictorias y de imprevistos: Y en medio de esta destruccin, nada se sostituye, nada se establece. Esta reiteracin negativa est, creo, llena de sentido. Podra ser tal vez retrica, pero seguramente contiene algo ms. Nada se sostituye, nada se establece. Dos conceptos tan substantivos para oponer a la destruccin, implica por de pronto una' relacin: la destruccin a causa de las pisadas de los caballos- es una situacin tremenda, terrorfica, pero lo es al parecer en la medida en que es obstculo para que algo cambie (la sustitucin) o ara que aparezcan cosas nuevas (el establecimiento) y si se recuerda que la destruccin era de las tradiciones de gobierno, de las formas y de las leyes, concluiremos que dicha destruccin es terrible fundamentalmente porque no permite los cambios, porque es estril. He aqu por lo tanto un matiz importante: el tono casi silogstico y altamente constitucional que se registraba en la primera consideracin permita entender que la realidad comprendida en gobierno, formas y leyes era imponente exclusivamente porque su destruccin era terrible; pero ahora vemos que no lo es tanto, y un que tal destruccin bien podra no tomarse en cuenta siempre que hubiera un reemplazo cuyos requisitos no podan, evidentemente, ser satisfechos por Facundo. La reiteracin es un com- pletamento, una bsqueda de apoyo, no porque haya una expresin imperfecta, sino porque la idea se ha presentado'

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  • como una salida imprevista, cmo un elemento nuevo que ha sorprendido al escritor y le ha exigido un refuerzo. Que esto pueda ser verosmil lo demuestra el carcter muy generalmente asertivo de la prosa que Sarmiento y, acaso, poco matizado. De modo, pues, que hay aqu una confirmacin del retrato de Facundo pero, en su segundo aspecto, aparece una variante considerable como es la de la esterilidad de sus rasgos aunque, tambin, parecen tomarse en cuenta ciertas perspectivas que habran podido darse en el caudillo a pesar de su carcter instintivo, animal y terrorfico.

    Conviene volver sobre el inorgnico retrato para recoger ms perfiles. Es fcil reconocer cmo otros rasgos se van aadiendo a la figura: el carcter indomable (p. 93), el odio, la ignorancia (p. 100); la supersticin (p. 101), la avaricia sin medida, sin escrpulos (p. 1 \ 5), el egosmo (p. 115). La resultante def conjunto es, por cierto, siniestra, pero no hay que creer qu la figura es desdeable, pequea o menor. A cada momento, por el contrario, se indica la extraordinaria fuerza con que cada uno de estos rasgos est marcado, todo lo cual'Contribuye a la formacin de un mito, acorde con el tipo de ejenplificaci de'que Sarmiento s' vale para ser ms . demostrativo y.eficaz*7. Y aun para establecer claramente que en el ataque que realiza hay un verdadero encuentro de titanes; idea tal vez megalmana, pero reencontrable en otras facetas del escritor28. Hay expresiones, por otra

    27 Orgaz, op. cit., p. 293: Hemos afirmado que la preferencia de Sarmiento por la biografa, venale de su misma pasin por la praxis, esto es, del-amor a la accin y del afn de adoctrina!; pero que, a la vez, encontr en la biografa de los hombres representativos dc un pas o de una poca, un inters cientfico, nacido de considerar a tales hombres como los puntos de insercin de incontables relaciones, aspiraciones, ideales y prejuicios colectivos. Es la interpretacin sociolgica del caudillo, contenida en germen en la metafsica hegeliana, madurada por el psicologismo de Cousin y recogida por el grupo del Dogma Socialista.

    28 Alberto Palcos, El Facundo, Elevacin, 1945, p. 44: Se dirige a Rosas no cmo el gigante deseoso de aplastar a una vbora bajo sus pies, sino como el titn de la civilizacin que desafa al titn semibrbaro.

  • parte, que muestran un pasaje del vituperio al mito- veamos sta de la p. 93: r.

    cada vez ms sombro, ms imperioso, ms selvtico^ la pasin del juego, la pasin de las almas rudas que necesitan fuertes sacudimientos para salir del sopor que las adormeciera, domnalo irresistiblemente desde la edad de quince aos.

    El tema del juego, que aparece como punto de referencia exterior, se repite en la p. 94:

    porque en Facundo el juego era una pasin feroz, ardiente, que le resecaba las entraas.

    Este tema tiene gran inters. El juego, por su carcter feroz, ardiente, que le reseca las entraas, indica por de pronto una sobresaliente dimensin, poco comn, que se supone adecuada al sujeto; contrario seris, no parece propio de un hombre de la talla de Facundo entregarse con timidez al juego. Para una figura caracterizada por rasgos tales como instinto, animalidad, terror, indomabilidad, odio, ignorancia; supersticin, avaricia y egosmo, el juego, en la medida en que define cierta actitud, cierta disposicin frente a la vida* progresa en su significacin hasta los lnites extremos de sus posibilidades. Puesto que en el juego se puede perder, ese riesgo deviene de muerte, salida que Facundo acepta, casi expresamente, aceptando, por otra parte, la posibilidad de ser devorado totalmente por l29. En la tensin de su personalidad no caben reti-

    29 Desde el punto de vista de la historia de la literatura, el juego aparece como un motivo muy caracterstico de la literatura hispanoamericana; no es el juego de azar (ruleta) de que tantas muestras da;la literatura europea, sino el juego de habilidad o de astucia, el que exige una mano. Segn Noel Salomn es una cons- tan te de la llamada novela de la tierra** del siglo XX y se vincula, como una categora posible, al mundo de irracionalidad emergente de sociedades inestables, donde la relacin con la naturaleza es la fuente del oficio, de la economa y de la idea del mundo, y donde lo cotidiano; est signado por un acechamiento constante, por un nesgo presente y aceptado. Cf. desde Camima de Rmulo Gallegos, hasta Jorge Luis Borges, El truco.

  • cencas ni prevenciones: cada acto de la vida,.cada pasin, es vivida elctricamente con la asuncin de sus consecuencias ltimas, por ms perversas que puedan resultar. Hay que recordar las palabras de Sarmiento: domnalo irresistiblemente. Pero, por otro lado, afirma que el juego es la pasin de las almas rudas que necesitan fuertes sacudimientos para salir del sopor que las adormeciera. Facundo es indudablemente el representante de esas almas rudas, pero no hay que olvidar que es el prototipo engendrado por la pampa. El sopor que las adormeciera proviene, en consecuencia, de la campaa, que est ella misma adormecida y adormece las almas, porque no puede proporcionar estmulos. Para explicar esta situacin de ia campaa, puede sernos til un recuerdo ligero, un

    ' contacto apenas, un argumento histrico: es a causa de la forma espaola de colonizarla que la campaa est

    dormida e impregna de sopor a sus habitantes; pero tam- bien cabe esta pregunta: por qu la campaa contina adormecida? qu o quin la adormece? Es decir, qu

    v o quin le impide llegar al estadio de l vivacidad, de la vigilia, de la humanizacin en el cual el hombre eri general, y las almas rudas en particular, no necesitan del juego, o

    . sea de la . pasin por la muerte, p,ara despertarse?. Queda . . abierto el interrogante. La. respuesta posible, conjetural, no puede ser tan cerrada como el primer dterminismo de Sarmiento. , Trataremos ms adelante de ver cmo la podemos constituir. . ;

    De modo que el mito, al articularse y erigirse, deja ver rasgos ms complejos, que estn en capas de fondo de la personalidad del personaje.

    En el pasaje de la p. 98, el mito surge a partir del terror:

    i ostenta en los Llanos, entre los gauchos, los nuevos ttulos que justifican el terror que ya empieza a inspirar su nombre; porque hai algo de importante, algo que subyuga - i domina en el premiado asesino de catorce hombres a la . vez. i .

    Advirtase la inflexin un poco imprevista que ofrece el porque , que juega como pivote de dos ideas no demasiado encadenadas lgicamente, como si hubiera sentido la necesidad de dar un salto de un plano descriptivo a otro

    que est ms abajo de la pintura, con el objeto de comunicar esa intuicin, un ramalazo de captacin irracional de algo de Facundo. Pero veamos el juego interno de los elementos contenidos en el pasaje: los dems reconocen esa imponencia de Facundo seguramente porque, ganados por la seduccin la consideran legtima, indiscutible, surgida de los mismos elementos que lo hacen a ellos bsicamente iguales, pero individualmente inferiores, obligados a someterse, necesitados de seguir el destino del caudillo sin ninguna rebelda. La interpretacin de ese mecanismo de adhesin a alguien que siendo igual,, es superior y representativo, tiene su fuente en ideas de Cousin adaptadas con mucha originalidad por Sarmiento. Es una aplicacin del problema de la funcin histrica del gran hombre. En otros pasajes esa representatividad es declarada, pero interesa ver cmo ha sido expresada subliminarrnente .

    Ser caudillo pues, implica reunir en una persona un haz de connotaciones complejas, razn por la cual no es de desdear la aparicin de este fenmeno social; al contrario ser caudillo es una condicin exaltada en la que empiezan a pugnar dos fuerzas igualmente poderosas, la relacin representativa con el medio y la posibilidad de la libertad.

    .Este-encuentro es posible en el nivel del grande hombre, aqul que rompe el deermiriism, porque l .hombr co-

    ,mn, segn la teora aplicada por Sarmiento, estiahogado por el medio, est hundido en l, es pura representatividad.

    El conflicto entr representatividad y libertad juega un papel muy grande en el pensamiento de Sarmiento que configura por separado cada .uno de sus trminos. Todo el esfuerzo de construccin del mito gira en torno a la repre- sentatividad, pero hay trozos en los que se insia que existe libertad en Facundo frente al dterminismo en el que el propio Sarmiento lo instal: esta libertad, por otra

    30 Cf. Oigaz, op., c it, p. 315: Decamos ahora, prosaicamente, sin sombra de misticismo heroico, que el hombre representativo es, desde el punto de vista biolgico, resultado de una variacin especfica til (faz individual y subjetiva); pero desde el punto de vista sociolgico, se sigue considerando, al hombre representativo, como la condensacin ms alta y perfecta de una atmsfera de creencias, anhelos e impulsiones generales (faz objetiva del grande hombre) .

  • parte, es ejercitada por el personaje en un sentido inesperadamente humano, sorprendentemente poco instintivo. As, por ejemplo, en la p. 94, Sanniento dice:

    Qu causas hacen a este hombre criado en una casa decente, hijo de un hombre acomodado y virtuoso, descender a la condicin del gan, i en ella escojer el trabajo ms estpido, ms brutal, en el que solo entra la fuerza fsica i la tenacidad?

    Esta pregunta se refiere a la poca de pen errante de Quiroga, experiencia de la cual ste, segn Sarmiento, se vanagloriaba despus. De inmediato, Sarmiento da una respuesta que no por irnica deja de ser superficial, en la cual no parece creer excesivamente: Ser que el tapiador gana doble sueldo i que se da prisa para juntar un poco de dinero? Evidentemente, no es esta una informacin d-J masiado precisa ni vale tampoco como conjetura, pero la tomo en consideracin en cuanto indica una voluntad de razonamiento, una sbita preocupacin por proporcionar causas; aqu, el impulso de razonar no es realmente satisfecho y Sarmiento se contenta con apuntar apenas un mo-

    - tiyo, y an-de manera .poco firme,-poco segura. Per debe buscar causas justas son la clave de su sistema, hasta un punto tal que la ausencia de ellas deteriora el planteo determinista, tan perfilado, tan enunciado al principio. Entonces: esta contradiccin de un hijo bruto salido de un hogar decente, demasiado someramente explicada, constituye ya una pauta para comprender que hay un separacin un desprendimiento respecto del determinismo. Y este margen est cubierto por las expresiones figuradas del tipo pero no obstante tena ciertas condiciones que son como grietas estilsticas por las que se filtran afirmaciones, que empiezan a atentar contra la homogeneidad del retrato proporcionado y que pueden llegar, a partir no obstante del mito a trazar una imagen nueva, totalmente diferente de la que se intentaba configurar. Creo que este razonamiento es lcito porque Sarmiento no hace psicologa, zona en la que residiran explicaciones para la excepcin; su teora del medio, si se considera la presencia de lo psicolgico se atena, pero no tanto como para hacer trastabillar la fe en ella.

  • Este es l sentido que tiene la expresin de la p. 100: en todos sus actos mostrbase el hombre bestia an, sin ser por eso estpido , en la cual no hay simplemente una concesin y mucho menos una humorada, sino quiz el comienzo de la consideracin del enemigo, el principio de un reconocimiento que puede llevar a admisiones totalmente imprevistas. Las mismas conclusiones pueden extraerse de esta frase de la p. 101:

    ignorante, rodabase de misterios i hacindose impenetrable, valindose de una sagacidad natural, una capacidad de observacin no comn, i de la credulidad del vulgo, fin- ja una presciencia de los acontecimientos, que le daba prestigio i reputacin entre las jentes vulgares.

    Obsrvese lo sostenido que est el ncleo central de la frase (finja una presciencia de los acontecimientos): son seis expresiones que, puestas en un orden gradual, van sealando un pasaje de lo negativo con aumento en la fuerza expresiva a medida que se llega al centro. Un primer concepto se presenta desnudo (ignorante), luego comienza una transicin referida a los procedimientos, mtodos o

    -recursos empleados a designio-por-Facundo/para dar ms relieve a su personalidad silvestre (rodebase de misterios hacindose; impenetrable); a continuacin cambia el terreno pues trata de destacar condiciones, calidades, o mritos; la adjetivacin empieza a apretarse cubriendo con gran puntualidad los rasgos destacables (sagacidad natural, capacidad de observacin no comn). De esta objetividad, no tergiversada por ninguna discordancia resulta una concentracin mayor de intencionalidad, una sobrecarga de significacin que puede indicar una verdadera estima, no quizs un mrito pero si un conjunto de facultades apreciabes b, por lo menos, sorpresivas. Esta impresin se corrobora mediante la presencia de la expresin i de la credulidad del vulgo, en la medida en que sta es como la base de realidad sobre la cual operan aquellas condiciones, una suerte de ajuste entre la actividad subjetiva y su objetividad ms propia. A posteriori, la positividad se deteriora; la expresin prestigio y reputacin entre las jentes vulgares es como un tope de ndole cientfica o de sentido comn- frente al exceso en los conceptos o los

  • reconocimientos; es una relativizacin de ndole intelec-.j tual respecto de afirmaciones que; por demasiado rotun- das, pueden desequilibrar en contra los elementos inte- grantes de la pintura. i

    La prosecucin del anlisis en el sentido en que lo he hecho hasta aqu permitira hallar a lo largo de todo el libro numerosos refuerzos de la idea que estoy tratando ; de precisar. No creo pertinente insistir o abundar sobre es-; te aspecto. Baste sealar, solamente, a modo de sntesis, lo que hemos encontrado hasta aqu trabajando con estos ' prrafos aislados31. En primer lugar, un retrato de Facundo compuesto de un conjunto de rasgos que derivan de su /

    31 El anlisis hecho aqu se centra ciertamente, en prrafos . aislados y aspira no obstante a conclusiones de orden general. Es ; evidente que esta forma de encarar el trabajo es peligrosa y limitada pero, si se trata de no perder de vista el texto, no se puede hacer otra cosa. Esta forma es peligrosa porque los trozos aqu considerados que pueden guardar una relacin de aceptable coherencia, han podido ser elegidos dejando de lado tal vez otros, igualmente caractersticos, pero de sentido contrario; es limitada tambin, porque el texto es-una unidad desde el principio al fin y,: cada prrafo, con tiene significados en relacin, con- eJ resto.. Pero, .i insisto, no se puede proceder sino as, corriendo los riesgos de interpretaciones condicionadas. No obstante los recortes mtodo- > lgicos anteriores y dicho sea en mi descargo, es un hecho que as como el pensamiento est dibujado en el todo, debe tambin aparecer en sus partes. Un escritor se desarrolla a medida que escribe un libro y lo que gravita en su nimo se traduce en cada momento. Teniendo en cuenta estos, reparos tericos y los argumentos que los satisfacen, me atrevo a afirmar que los trozos elegidos para el anlisis son pertinentes y que las conclusiones de ellos extradas se dirigen a una generalidad respetable. Por otra parte, aislada y espordicamente, otros crticos aplican un parecido mtodo a Sarmiento. Por ejemplo, Carlos AJbanacn Sarmiento, que, en su artculo titulado Doble destino de Recuerdos de Provincia, Humanidades, tomo XXXVII, voL II, 1961, La Plata, Facultad de Filosofa y Letras, dice: Si en Recuerdos alardea de que Aquellas antiguas castas privilegiadas que atravesaban siglos contando el nmero de sus antepasados, aquel hombre inmortal que se llamaba Osuna, Joinville u Orlans, ha desaparecido por fortuna, ocurre que el hallazgo literario de aquel hombre inmortal* asume una resonancia tan estticamente placentera que anula la efectividad del aserto final"

    carcter eminentemente natural e instintivo, irracional; correlativamente, el medio que presta marco a esa figura es misterioso y primitivo; Facundo representa cabalmente su medio, pero ste es transformable, redimible si se quiere. De la idea de lo instintivo brota, derivadamente, la de anarqua y terror que se encama en. la figura de Facundo y que se traduce en una sed de destruccin de las formas creadas por la inteligencia. Pero esta destruccin es estril porque no trae nada nuevo, y no porque proceda de un caudillo (esta conclusin es el primer beneficio que obtenemos del anlisis en favor de la idea que perseguimos). Y el caudillo tiene una dimensin, sus rasgos se organizan en la formacin de un mito, uno de cuyos elementos principales es la disposicin y dedicacin a la muerte, como resultado del sopor en que yace el medio representado por l. Aqu tropezamos con una pregunta inquietante que implica otro paso en favor de nuestra idea: qu o quin adormece'a la campaa? qu quin le impide humanizarse en un sentido racional? El mito se apoya en mecanismos de relacin con la naturaleza, muy fuertes en el personaje; por lo tanto, hay cierto fatalismo frente al cual, no obstante, empieza a insinuarse una idea de libertad. El encuentro entre fatalismo y libertad engendra una contradiccin de la que nos aprovecharemos para ir robusteciendo nuestra idea. Esta contradiccin crea un plano inclinado hacia el reconocimiento de mritos o capacidades del caudillo, en la primera parte tan ferozmente vilipendiado. Estas son las conclusiones hasta aqu obtenidas. Continuar por esta pendiente nos llevara a la imagen segunda de Facundo, la cual merece un captulo por separado por razones de claridad, de modo que se vea ms ntida y recortadamente la oposicin culminante del sistema, esto es Facundo contra s mismo. Pero todava no es el momento de trazar esa imagen segunda; previamente conviene discernir la de Rosas para que la posterior del riojano tenga un sentido ms pleno y para que, en fin, disponga de la mayor cantidad posible de sugerencia.

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  • II. IMAGEN DE ROSAS

    Ya desde las primeras pginas del libro se siente la oposicin frontal, geomtrica, con Facundo. Oposicin, por cierto, pero matizada,^derivada, como si Rosas, siendo bsicamente lo mismo, fuera tambin lo contrario de su antecesor riojano. Veamos este prrafo de la Introduccin, p. 10:

    Facundo no ha muerto; est vivo en las tradiciones populares,, en la poltica i revoluciones aijentinas; en Rosas,, su Heredero, su complement: s alma ha pasado a este otro molde, ms acabado, ms perfecto; i lo que en l era solo instinto, iniciacin, tendencia, convirtise en Rosas en sistema* efecto i fin.

    A la luz del tipo de anlisis ya practicado podemos advertir de entrada que la frase tiene una estructura algo inorgnica. En primer lugar hay una afirmacin; luego sigue una suerte de prueba, de apoyo a lo afirmado, compuesta de un concepto central (est vivo) que requiere especificaciones (en las tradiciones populares, en la poltica , *4en las revoluciones aijentinas , en Rosas). Obsrvese que el verbo regente (est) sirve a los cuatro complementos pero el ltimo de ellos (en Rosas) est separado de los otros tres por un punto y coma que cumple funciones de aislante concentrando sobre Ja expresin aislada un plus de significacin y de intencin: en efecto, la expresin en Rosas" que en realidad ilustraba la idea anterior, desencadena especificaciones propias (su heredero, su

  • complemento) que tienden a guardar distancia respectc e da Inicial ("Facundo no ha muerto) inclinando haca este aspecto todo el peso expresivo. En consecuencia, Rosas aparece destacado, pero estas especificaciones, a causa del posesivo, implican todava ligamen, el establecimiento de una relacin que quiere volver atrs del signo de puntuacin. Es como si Sarmiento dijera: hablo de Rosas, convengo, pero todava no he dejado de hablar de Facundo! Esta situacin indecisa, que abarca a dos personajes en una especie d vaivn, podra haber subsistido sin variantes si no sobreviniera una frase de tipo explicativo en la cual los adjetivos, dos cmo n las anteriores especificaciones (acabado, perfecto) tienden a perfilar bien ntidamente a Rosas y no ya a Facundo. No obstante haber ganado autonoma en el curso de la frase, Rosas aparece aqu como continuidad de Facundo, ms completo, evidentemente, pues ha logrado mejorar el modelo, pero an sigue siendo una variante de aqul. Desde luego que el modelo no poda estar constituido ms que por los vicios del rojano, por sus peores atributos, por los rasgos negativos, porque si fuera lo contrario no cabra establecer la filiacin ni prorrumpir en denuestos. Y cules eran los peores rasgos de Facundo? Pues el irracionalismo, el natu-

    -rliamo, el instinto y todos sus derivados.-As, precsamete te, lo: dice Sarmiento, utilizando una triple expresin: i lo que en l era solo instinto, iniciacin, tendencia. . Pero, y aqu viene lo singular, a esta triple expresin que expone lo peor de Facundo, sobre lo cual se supone que Rosas se ha erigido en heredero, sucede,.con ejemplar paralelismo, esta afirmacin: . . . convirtise en Rosas en sistema, efecto i fin '.'De na manera excitante, el instinto se convierte en sistema, a iniciacin en efecto, la tendencia en fin; es decir que se ha producido un cambio completo de signo, pues sistema, efecto y fin son palabras que indican racionalidad en tanto informan orden, voluntad y clculo puestos al servicio de determinadas consecuencias para obtener las cuales, como es natural, no se cuenta para nada con la espontaneidad. Esto parece, en efecto, contradictorio y lo es en el plano de la expresin, porque de ella surge que Rosas no es el continuador real, umbilical, de Quiroga, sino que desde el exterior, concien- temente, volitivamente, utiliza los mtodos, digmoslo as,

  • los elementos que con fluidez natural puso en funciona- ' miento el selvtico caudillo. .v

    Un poco despus, en la misma p. 10, el concepto es enunciado claramente por Sarmiento:

    Facundo, provinciano, brbaro, audaz, fue reemplazado por Rosas, hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo l; por Rosas, falso, corazn helado, espritu calculador, que hace el mal sin pasin, i organiza lentamente el despotismo con toda la intelijencia de MaquiaveloV

    Como es lgico, no se plantea la oposicin entre Rosas y Facundo; est resuelta por un ntido fue reemplazado . El resto de la frase es muy coherente y confirma la conclusin anterior en cuanto a la presunta racionalidad, inteligencia o clculo del dictador porteo. Pero, incidental- mente; tropezamos con un elemento de gran importancia, deslizado en l texto como una acotacin de ltimo momento, como una mera precaucin metodolgica; es la expresin hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo l. Rosas, pues, segn este aviso no es culto pero sigue siendo hi-. jo de Buenos Aires. Las cosas amenazan complicarse y una falta de salida acecha otra.vez a Sarmiento en. virtud de su

    v deterrinismo en sus dos fuentes, la lgica y la dialctica, congelada esta ltima ms fecunda por su compulsiva necesidad de optar. Porque si Facundo, instintivo y silvestre y natural era un claro producto de su medio, igualmente silvestre y natural e instintivo, cmo la culta Buenos Aires pudo producir un sujeto que personifique la anticultura? Cmo puede darse la aberracin? Sarmiento no laexplica: se limita a soslayar el riesgo de asumir una contradiccin por medio de ciertos supuestos dentro de los cuales se conjugan trminos contrarios; Rosas no s cultores decir que carece de una idea sobre el mundo y la civilizacin, pero en cambio, es inteligente, calculador, etctera, atributos que, al ser acompaados por el nombre de Ma- quiavelo, parecen indicar algo as como un tipo en el que se han acumulado ciertos subproductos de la cultura, carentes por un lado de su intencionalidad pero propios, no obstante, de la elasticidad espiritual caracterstica de la civilizacin.

  • Pero penetremos ms an en el anlisis; la inteligencia y la capacidad de clculo, pese a la forma en que son presentadas, son condiciones individuales perfectamente natura- les, tanto como lo son el instinto y la ferocidad, y, en s mismas, nada tienen que ver con la cultura, salvo que se pongan a su servicio en virtud de un plan racional claramente asumido. Es evidente que esta conclusin reposa sobre una idea de la cultura como superestructura, idea no tenida en cuenta por Sarmiento para explicar las relaciones entre individuo y medio. Seguramente no pudo hacerlo, pero tampoco intuy concretamente que una formulacin abstracta de la cultura como valor poda ser tramposa porque ocultaba, en vez de descubrir, motivaciones reales profundas. Tambin dej de lado el hecho comprobable prcticamente la expresin analizada hace un momento lo confirma de que la cultura no es el condicionante supremo cuando entran en juego resortes ms fuertemente, propulsores de la compleja realidad* Si la cultura de Buenos Aires, volviendo al anlisis, es una resultante histrica de muchos factores, criterio que'parece guiar aplomadamente el juicio de Sarmiento, cabe preguntarse de qu modo o hasta que punto todos ellos se han prestado o se han integrado en ese proceso; habr que. determinar-en ^qu medida todos esos elementos estn fusionados por una decisin, como la de formar una cultura, que los abarque a todos. La cultura propia de una ciudad es su forma : ms peculiar y significativa de llevar adelante su ms o me- ] nos formulado destino; para constituirlo necesita de una ; decisin que rena a todas sus capas sociales. En lo que' ' concierne a Buenos Aires, alguna de stas puede no ha- berse integrado, puede haber rechazado el plan de las res- tantes, puede haberse equivocado o haber tenido razn ya sea en un.juicio contemporneo a aquella formulacin, ya sea posteriormente, a la luz del veredicto histrico; puede haber acertado o puede haber errado tambin, considerando su . propio punto de vista as como el del destino que los otros sectores reconocieron, fijaron o postularon para la ciudad.

    En cuanto a Buenos Aires como la residencia de la cul- . tura entendida segn los moldes europeos, puede muy bien interpretarse que corresponde al estilo mental y a 1 ' proyecto de un conjunto de sectores con los que se iden-

  • tfica Sarmiento; pero, por otra parte, tal concepcin pudo ser negada por otros, por ejemplo los terratenientes y ganaderos de los cuales proviene Rosas y a los qu encarna o representa, segn veremos ms adelante. Este resquebrajamiento de una ilusoria unidad de destino de Buenos Aires, que se apoya por cierto en el reconocimiento de la existencia de grupos sociales y de las superestructuras que pueden emanar de la natural pugna suscitada entre ellos, inicia un principio de solucin a los contradictorios resultados del mtodo determinista; de su aplicacin mecnica brota el error, que consiste en referirse en abstracto a.la cultura atribuyndole una universalidad en virtud de la'cual los que estn fuera de ella son monstruoso aberraciones inexplicables, sin advertir que tal concepcin no es ms que una ideologa y, como tal, perfectamente originada y condicionada. Si hubiera* hecho por el contrario el anlisis de los elementos de poder, para lo cual no necesitaba instrumentos dialcticos superiores a los que posea, habra resuelto la contradiccin que analizamos entre l cultura de Buenos Aires y la incultura de Rosas; en ese caso habra tenido que llamar a las cosas d^e otro modo, quizs con mayor porvenir histrico: en vez de decir hijo de ]a culta Buenos Aires, sin serlo l , deba haber dicho hijo de !a ganaderil y absorbente Buenos Aires, sindolo tambin l. Pero la apelacin ajos factores reales de clasificacin no da tampoco una respuesta concluyente cuando se trata de la cultura, porque aunque la realidad sustancial de Buenos Aires sea ganadera y territorial, no se puede suponer que sea invariable, as como tampoco su superestructura cultural; la evolucin misma de los factores bsicos engendra necesidades que al organizarse coherentemente . en los . planos expresivos de la comunidad componen una cultura; sta, a su vez, a medida que se consolida en sus formas y trasciende en su autonoma, engendra dos movimientos de presin: el primero es hacia adentr, en cuanto necesita confirmarse y no puede reprimir el desencadenado impulso que la lleva a su condicin de categora; el segundo, hacia afuera, en la medida en que obra sobre aquellos que la engendraron o tuvieron necesidad de ella,"' modificndolos. Esto sucede tambin eri el Buenos Aires ganadero y territorial, lo cual Sarmiento deja ver en contradicciones como las comenta-

  • das, pero, sobre todo, en el hecho de que le atribuye a f Rosas condiciones o simplemente rasgos personales que, | aunque atenan contra una idea absoluta de la cultura, | no pueden sino provenir de un determinado mbito | cultural. ; ,t

    Dos nuevos elementos de juicio para apoyar estas con- t clusiones. El primero se da en el orden de lo natural: tanto \ Facundo (p. 95: . . .con sus instintos de destruccin y J carnicera. . .) como Rosas (p. 77: El ejecutar con el cuchillo degollando i no fusilando, es un instinto de car-. ;1 nicero que Rosas ha sabido aprovechar.. .) son sangui- i i nanos, calidad que en el primero procede directamente i de una condicin bestial mientras que en el segundo es , resultado de una adaptacin (p. 76: . .hacer de los 1instintos brutales de las masas un sistema meditado i coor- ] ; dinado framente.- .) lo cual viene a'ser lo mismo en sus | resultados aunque haya diferencia en, cuanto a las moti- vacionesy a los fines. La inteligencia, la capacidad de clculo de Rosas adquiere la apariencia de lo que es espontneo en Facundo pero es, por cierto, otra,cosa, cuya discriminacin no concierne exclusivamente a diferencias [ de personalidad sirio a la representatividad que encubre o r! soporta.* He indicado ya .la.vinculacin de .P-osas .coa el.,4 Buenos Aires ganadero y territorial; no' queda sino aplicar * a sus exigencias, que son las de la clase a que tambin >pertenece Rosas, el sanguinario aparato montado, tan !.parecido a la conducta seguida sin intelectualizacin por Facundo. En cuanto al segundo elemento corroborativo ? se refiere al determinismo individual-social y se conecta - con la ltima conclusin obtenida. Veamos este prrafo de la p. 1 5: . -i

    Rosas, segn esto, no es un hecho aislado, na aberr- cin, una monstruosidad? Es, por el contrario, una mani- ; festacin social, es na frmula de una manera de ser de un pueblo? Para qu s obstinis en combatirlo pues, si es fatal, forzoso, natural, lgico?

    La tercera pregunta canaliza un fervor combativo querompe los extremos del propio sistema empleado porSarmiento. Pero el entusiasmo no disimula las incongruencias y aun acaso la acente. Las dos primeras e indignadas

    preguntas no hacen ms que reiterar un fatigoso debateo conflicto entre causas y consecuencias, nudo central de la cuestin. Pero si tomamos otro camino y afirmamos que existe, verbigracia, esa manera de ser de un pueblo y Rosas es una de sus manifestaciones, lo que quedar por determinar es justamente esa manera de ser debindose previamente precisar cul es ese pueblo, datos que Sarmiento da como supuestos en un impulso de simplificacin que es necesario conjugar con "rasgos de pensamiento presentes en otros lugares del texto32. Empecemos, pues, por esto: ese pueblo, a causa de todas las precisiones que hemos podido sealar, no puede ser el pueblo que sale del pas en su conjunto. Si lo fuera, se le debera poder aplicar o reconocer las constantes de cual-

    - quiera de sus partes, sin matices; as, por ejemplo, se afirma que el desierto engendra a Facundo, pero se ha visto que no es quien puede explicar a Rosas. Por lo tanto, ese pueblo cuya manifestacin social es Rosas, es solo un sector del pueblo del pas. Aquel que vive en la racionalidad pero que, en virtud de los fines que persigue, la modifica y corrompe hasta parecerse en sus mtodos finalmente a la barbarie hasta el punto de no haber diferencia ms que en Ips mecanismos psicolgicos de los caudillos. Este es el pueblo'de Benos Aires, considerado a la luz de ss peculiaridades, y Rosas es su mejor expresin. Y,pr otra parte, cul es su manera de ser? Si Sarmiento hubiera dado la respuesta habra recurrido a un tipo de anlisis como el que exigamos ms arriba relativo a la cultura portea; por cierto que no lo ha hecho explcitamente pero algo, como siempre, ha dicho, lo suficiente para permitir una reconstruccin de su pensamiento y para advertir hasta qu punto pudo haber tenido la preocupacin por los problemas en el nivel de la estructura. Precisamente esto es lo que trataremos de recuperar cuando intentemos dar una Imagen de Buenos Aires.

    32 Como toda generalizacin omite o desdea componentes concretos, histricos, y permanece en la mstica axiolgica inmutable. Kablar de pueblo" .del modo totalizante en que lo hace es romanticismo, es decir idealismo.

  • Pero volvamos a Rosas, Hasta aqu, en contraste coni Facundo, hemos recortado los elementos de cultura defor-| mada que lo sealan: racionalidad, inteligencia, clculo,! voluntad, salvajismo adaptado; jnfo a estos componentes J; debemos incluir el bien precisado de la representatividad 3! de lo porteo que alude, en el anlisis que hemos cernido; | a los fines a los que tiende Buenos Aires, conectados sin | duda con criterios, prcticos de realizacin; a modo de 5 adelanto digamos que se refieren a la ecuacin con el inte- ! rior, cuyo desequilibrio nos ocupar ms adelante. Entre-1 tanto, tratar de acopiar otros rasgos que puedan concu- }. rrir al retrato interior de Rosas, En la pg. 76 dice: |

    ' /'La montonera, tal como apareci en los primeros das * de la Repblica bajo l