JOSÉ MARÍA AGUILAR COLLADOS

  • Upload
    m-doble

  • View
    73

  • Download
    0

Embed Size (px)

Citation preview

La imagen del Crucificado en la obra del escultor y religioso Jos Mara Aguilar Collados (1909-1992)Juan Manuel MARTN ROBLES Universidad de Jan Grupo de Investigacin Andrs Vandelvira (HUM573)

I.

Introduccin.

II. El artista y su obra. III. Jos Mara Aguilar y la figura del Crucificado. Etapa Preconciliar. IV. La imagen del Crucificado tras el Concilio Vaticano II. La ruptura definitiva con modelos de ascendencia naturalista.

I. INTRODUCCIN Escultor formado en la Escuela Superior de Bellas Artes de san Fernando (Madrid), donde recibira el magisterio de Miguel Blay y Jos Capuz1; y religioso jernimo, Orden en la que ingresaba, el 21 de enero de 1942, siguiendo los consejos espirituales del padre Escriv de Balaguer2, Jos Mara Aguilar Collados3, fray Jos Mara de Madrid (Madrid, 1909 Palma de Mallorca, 1992), fue uno de aquellos artistas e intelectuales que, desde dentro de la propia Iglesia, y a travs de su plstica, promovera la reforma contempornea del Arte Sacro en Espaa. Desde una labor voluntariamente silenciada4, lo que en parte justificar el actual desconocimiento de su figura y obra, la suya fue una renovacin esttica, inspirada tanto en el anlisis de los textos promulgados desde Roma, como en su atencin constante a los cambios que se producan en la prctica escultrica contempornea, que se har especialmente patente en las piezas realizadas tras su llegada a Sevilla5, en 1956, y en las imgenes del Crucificado que, inspiradas en la lectura de los textos postconciliares, realizase a partir de 1964.LLABRES MARTORELL, P., Imgenes para orar, en ARA, Arte Religioso Actual, 55 (1978) 21. 2 VARIOS AUTORES, Josmara Escriv de Balaguer: un hombre de Dios. Testimonios sobre el Fundador del Opus Dei, Madrid 2002, pp. 12-13. 3 Para la aproximacin biogrfica al escultor Aguilar Collados vid, ALCINA, L., Falleci el P. Jos Mara Aguilar, monje jernimo y capelln de las jernimas de Inca, en In Unitate Spiritus In Vinculis Caritatis, 93 (1992); DAZ VAQUERO, M. D., Esculturas de la iglesia de la Sagrada Familia de Rotinto, en Laboratorio de Arte, 5 (1992); GONZLEZ VICARIO, M. T., Aproximacin a la escultura religiosa contempornea en Madrid, Madrid, 1987; MARTN ROBLES, J. M., Arte religioso contemporneo, recuperacin patrimonial y fervor popular en Berja. La Virgen de la Soledad, obra de Jos Mara Aguilar Collados (1909-1992), en Farua. Revista del Centro Virgitano de Estudios Histricos, 12 (2009); LLABRES MARTORELL, P., Imgenes para, o.c.; y LLABRES MARTORELL, P.-J., La muerte de un monje artista. El P. Jos Mara Aguilar Collados, en In Unitate Spiritus In Vinculis Caritatis, 93 (1992). 4 Aguilar resuma su aislamiento y alejamiento del protagonismo que otros escultores sacros contemporneos si tuvieron en su discurso de ingreso a la Academia de Bellas Artes de Sevilla: pretend pasar mi vida en secreto, dentro de las paredes de esta sagrada Religin de San Jernimo, ayudando, en la medida de mis pobres fuerzas, a la ingente y quijotesca tarea de su restauracin. Intentaba que los de fuera no me conocieran o recordasen y que, a ser posible, ni an mis propios hermanos supieran mi nombre. 5 MARTN ROBLES, J. M., Renovacin esttica y planteamientos litrgicos en la plstica andaluza contempornea. La etapa sevillana del escultor religioso Jos Mara Aguilar Collados (1956-1965), en Archivo Hispalense, 276-278 (2008) 357-373.1

LA IMAGEN DEL CRUCIFICADO EN LA OBRA DEL ESCULTOR Y RELIGIOSO

947

II. EL ARTISTA Y SU OBRA La evolucin plstica de Aguilar Collados, escultor de imgenes que le salan de su espiritualidad, condimentada de Biblia y ansiosa del infinito, profundamente cristiana y ecumnicamente enlazada con el deleite universal de la bsqueda de Dios6, quedar caracterizada por su aceptacin, sin ambages, de la progresiva importancia que la Iglesia contempornea conceder al Arte Contemporneo como expresin propicia para reflejar los dogmas y misterios cristianos. Aceptacin de los distintos escritos pontificios que le hara derivar, respecto a la figura del Crucificado, hacia una concepcin simblica de la imagen. Consciente de los nuevos valores expresivos de la plstica de su tiempo, y conocedor de la importancia que haba de concederse al Arte como complemento para una correcta interpretacin litrgica del espacio, Aguilar siempre tuvo presente las normas que desde Roma se daban al respecto. As, ser su interpretacin de la Alocucin a los artistas en la IX Semana Internacional de Arte Sacro y los postulados emanados del Concilio Vaticano II, con atencin perentoria al captulo VII de la Constitucin Sacrosanctum Concilium, lo que marcar el verdadero punto de inflexin en su pensamiento esttico. Ser entonces cuando se haga patente, en su concepcin plstica, un proceso de abstraccin simblico progresivo que le llevar, desde la figuracin de corte barroquista desarrollada anteriormente -en una primera fase, coincidente con su estancia en el monasterio de santa Mara del Parral, en la que primar tanto la bsqueda de ideales estticos inmanentes, como cierto ensimismamiento decorativista, notablemente influido por el ambiente y el momento histrico-, hasta unas imgenes cercanas a la produccin escultrica contempornea en conexin con la vanguardia nacional. Unas tallas en las que renunciar, conscientemente, a la definicin de lo accesorio, concentrndose en la creacin de imgenes icnicas. En base a esta evolucin, gradualmente se va patentizando en el artista un alejamiento de las preocupaciones formales, que lo llevar, acercndolo a la vanguardia, a conceder protagonismo absoluto a los materiales respecto a los tratamientos o las tcnicas utilizadas. Su afn por concentrar todo el inters de la pieza en el smbolo representado, incluso, quedar reflejado en el uso de la policroma. S en sus primeras producciones el material, en ocasiones de escasa calidad, quedar dignificado bajo una cuidada policroma, en la que har gala de un gran virtuosismo, tras6

LLABRES MARTORELL, P. J., La muerte, o.c., p. 12.

948

JUAN MANUEL MARTN ROBLES

la lectura de los textos conciliares, tanto material, como tcnica quedan casi al descubierto, utilizndose tan slo el color con fines iconogrficos. La materia, transformada por la gubia, se convierte a partir de este momento en reflejo del mundo interior del artista. mbito donde, dadas sus especiales circunstancias, la oracin se convierte en ideal ltimo: Jos Mara afirma que l pretende imprimir en lo esttico de la escultura un dinamismo que invite a orar. En la figuracin huye de los extremismos, tanto del desgarramiento nihilista como del cromismo esteticista. Procura ofrecer al orante, al creyente que acude a realizar su plegaria ante la imagen, una escultura devota7. Esta evolucin, tcnica y esttica, le llevar a oscilar entre la bsqueda de valores artsticos y la plasmacin de significaciones litrgicas a lo largo de tres momentos consecutivos. El primer periodo, caracterizado por su apego al estilo neobarroco imperante, ser superado en el Calvario que realizase para la parroquial de Carabanchel. Esta ser la obra que marcar su primera quiebra, atemperada an, con la tradicin. Ser un momento, claramente influenciado por las nuevas propuestas que parte de la jerarqua eclesistica aceptaba tras las manifestaciones de Juan XXIII, en el que la fractura respecto a modelos anteriores, ms patente a nivel terico-esttico que plstico, no ser tan arriesgada en el caso de Aguilar como en otros escultores contemporneos no vinculados a la vida religiosa. Durante este primer punto de ruptura, coincidente con su traslado a Sevilla, se inicia una progresin hacia modelos en los que las formas contemporneas se adaptan, que no someten, a la transmisin del nuevo mensaje evanglico, lo que impulsa decididamente al artista madrileo a alejarse de las posibles influencias plsticas neobarrocas andaluzas. Al margen de la ingente labor de los imagineros sevillanos que propiciaron la recuperacin del Patrimonio de Hermandades y Cofradas, Aguilar dirige su atencin a las creaciones religiosas que se llevaban a cabo en la zona centro y norte de la Pennsula Ibrica. reas ms cercanas, geogrfica e ideolgicamente, a las propuestas internacionales coetneas, y en las que el peso de la tradicin imaginera y la recuperacin de tradiciones pietistas, como los desfiles procesionales de Semana Santa, ser menor. Su madurez artstica y la ruptura definitiva con la tradicin de corte barroquista y academicista, que no con la figurativa, llegando al mximo grado7

LLABRES MARTORELL, P., Imgenes para, o.c., pp. 22-23.

LA IMAGEN DEL CRUCIFICADO EN LA OBRA DEL ESCULTOR Y RELIGIOSO

949

de libertad creativa, se inician durante los ltimos aos hispalenses y se desarrollan, en plenitud, tras asentarse en Inca. En este segundo instante de quiebra, y aunque algunas oscilaciones hacia remedos naturalistas frenarn su total vinculacin a la escultura religiosa de vanguardia, si se observa en la obra del monje jernimo cmo la plasmacin de valores litrgicos se antepondr a cualquier otra estimacin artstica o esttica. Cmo sus investigaciones plsticas y estticas, apoyadas en el estudio de los mtodos de oracin Zen, le derivan a unas formas de gran simplicidad, casi inacabadas, donde predomina la estilizacin de la lnea. Durante este ltimo periodo de su actividad artstica, caracterizado por su delicado estado de salud, lo que le obligara a declinar y condicionar algunos encargos, se observar en sus obras, en especial en sus representaciones de Cristo Muerto o Resucitado en la Cruz, una clara tendencia hacia la espiritualizacin de las figuras, en las que, por encima de ideales como la belleza o la armona, prevalecer la transmisin de sensaciones religiosas inspiradas en la renovacin litrgica emanada del Concilio Vaticano II.

III. JOS MARA AGUILAR Y LA FIGURA DEL CRUCIFICADO. ETAPA PRECONCILIAR En la figura de Jess en la Cruz ser donde se podr apreciar, con especial nfasis, la evolucin, esttica y artstica, de Aguilar Collados en base a la lectura de los textos pontificios. Una evolucin, marcada en este caso no slo por aquellas directrices que desde Roma se darn respecto a la apuesta por incorporar estticas contemporneas a la escultura sacra, sino tambin por la atencin progresiva que a la figura de Cristo se concedera en los diversos textos y cmo, tras la celebracin del Concilio Vaticano II, la presencia de Jess en la Cruz en el seno de la Comunidad celebrante, como Hombre y Dios, no slo afectar a cuestiones catequticas o teolgicas, sino que tambin influir en la visin que de Cristo habran de ofrecer las imgenes. Cambios que, en la escultura de Aguilar Collados tendrn su ejemplo ms claro en las imgenes que, durante su prolongada estancia en Mallorca, representara a Cristo Resucitado en la Cruz. Una iconografa en la que resumira sus preocupaciones plsticas y teolgicas. Antes de llegar a este momento ltimo de su produccin, Aguilar Collados se enfrentara a la figura del Crucificado en diversas ocasiones, siempre desde una perspectiva contempornea y una apuesta donde el simbolismo ser preeminente.

950

JUAN MANUEL MARTN ROBLES

Desde sus primeros acercamientos a la iconografa cristfera, su posicionamiento se alejar de los modelos neobarrocos. As quedar manifiesto en el Crucificado que realizase, hacia 19548, como centro visual y espiritual del Calvario que, para la parroquia erigida en el barrio madrileo de Carabanchel, le encargaba entonces la comunidad de padres Pales. Por primera vez su obra, tras la ejecucin de piezas neobarrocas de cuidada talla y policroma, como la Virgen de la Soledad realizada para la parroquia de La Anunciacin de Berja (Almera), se desvincula de los modelos historicistas, aventurando ya lo que habr de ser su obra ms personal. Aquella que quedara inicialmente influida por la lectura de la Encclica Mediator Dei, texto en el que si ya se atisban ciertos ecos de modernidad artstica stos quedarn en cierta medida reprimidos por la servidumbre material y la debida reverencia que los artistas deban a la Iglesia9; se apoyara en las llamadas de Juan XXIII al aggiornamento10; y tendr un verdadero punto de inflexin en la lectura de los textos del Concilio Vaticano II. En la expresiva cabeza de este Crucificado, primera representacin de esta iconografa de la que tenemos constancia documental, es donde especialmente podemos observar cmo su plstica comienza a alejarse, en cierta medida, de formas realistas pretritas, para acercarse a la nueva figuracin religiosa que, tras la guerra civil, comenz a desarrollarse en Espaa. Tendencia sta, a medio camino entre lo abstracto y lo figurativo, y en la que el efecto esttico de los materiales junto a su tratamiento tcnico desempean un papel fundamental11. La modernidad de la pieza es patente en la potente cabeza del Crucificado. En su cabellera, de mechones angulosos, y en el rostro abocetado. El predominio de planos limpios y definidos; la total ausencia de referencias a los sufrimientos padecidos; y la carencia de detalles, dan cumplido ejemplo de la ruptura, formal y conceptual puesta en prctica ya por Aguilar. A pesar de que an en esta talla, visualmente cercana a la escultura monumental desarrollada por Juan de valos en el Valle de los Cados, se mantendr Aguilar Collados, a nivel iconogrfico, apegado a la tradicin. Sin apostar por una imagen renovada de Cristo, ya no muerto en la cruz, sino eternamente vivo por sta. Interesante concepto que desarrollar a posteriori, especialmente tras su llegada a Inca, a la luz de los textos conciliares y las nuevas propuestas litrgicas emanadas de los mismos.La iglesia de San Vicente de Pal situada en el barrio de Carabanchel fue erigida por el obispo de Madrid-Alcal, Monseor Leopoldo Eijo Garay, el 10 de marzo de 1954. Esto nos lleva a situar la pieza en cuestin hacia 1954, cuando el padre Jos Mara ejecutara el encargo recibido desde las instancias de Regiones Devastadas, verdaderos impulsores de la obra. 9 PIO XII, Encclica de la Sagrada Liturgia Mediator Dei; Roma 1947, n 239. 10 Actualizacin, modernizacin. 11 GONZLEZ VICARIO, M. T., Aproximacin a, o.c., p. 35.8

LA IMAGEN DEL CRUCIFICADO EN LA OBRA DEL ESCULTOR Y RELIGIOSO

951

Durante su estancia en el sevillano convento de san Isidoro del Campo, influido ya por los aires de renovacin inherentes al pontificado de Juan XXIII, Jos Mara Aguilar habra de realizar dos nuevas imgenes de Cristo muerto en la Cruz para la capital hispalense. La primera para la iglesia de san Vicente de Pal; la otra para la capilla del colegio San Jos Sagrados Corazones, hoy iglesia de los Sagrados Corazones. Para la iglesia inaugurada por los padres Pales en el barrio de Triana, en mayo de 1960, realiz Aguilar Collados, por encargo del padre Vicente Franco, cuatro tallas: San Vicente de Pal y un Crucificado, finalizados ambos en 1959; un Sagrado Corazn de Jess, pieza ejecutada entre 1959 y 1960; y una Virgen Milagrosa, tallada en 1960-1961. Cuatro imgenes relacionadas entre s por la representatividad que stas tendrn para la congregacin vicentiana; la estilizacin de las lneas; la acusada verticalidad de las piezas; y las formas angulosas de los pliegues de las ropas que las cubren. Para presidir el presbiterio, junto a la figura del fundador de la orden, realizara Aguilar un Crucificado de madera sobredorada. Un Cristo representado en el momento de expirar, nuevamente cercano a la tradicin iconogrfica. Clavado a la cruz, por cuatro clavos; cubierto por movido pao de pureza, tratado a golpe de gubia; y carente de todo rastro de patetismo barroco innecesario. Esta imagen, en la que el juego de planos y la estilizacin de la lnea acusan el carcter expresivo del momento evocado, sera recuperada aos despus como modelo para el Crucificado resucitado que realizase, en bronce, para la iglesia del monasterio de san Bartolom, en Inca. Mayor inters, y cercana a los postulados postconciliares, presentar el otro Crucificado realizado durante esta etapa, como parte de la ornamentacin de la capilla del colegio San Jos Sagrados Corazones. Espacio para el que se le encargara al padre Aguilar un Cristo Crucificado, una Virgen Reina de los Mrtires y un San Jos. Tres imgenes, realizadas entre 1961 y 1962, en las que el escultor antepondra ya, dejndose influir por la arquitectura desnuda del espacio para el que creaba su obra, su idea de la imagen meditacional a todo aquello que pudiese parecer accesorio. As, para el presbiterio de la capilla, sobre un muro de hormign totalmente desornamentado, en el que nada distrae al espectador, proyectara la figura de un Cristo Crucificado sobrepuesto, que no clavado, a una esbelta cruz de notable altura que, desde el suelo, se eleva como centro de atencin. Una talla en madera policromada, en la que, por primera vez, se acerca a la representacin de Cristo muerto en la cruz y resucitado. Apuesta iconogrfica, en la que queda simbolizado el misterio pascual ltimo, que aos despus desarrollar ampliamente.

952

JUAN MANUEL MARTN ROBLES

Inspirado en la lectura del evangelio de san Juan, cuando tom Jess el vinagre, dijo: Todo est cumplido. E inclinando la cabeza entreg el espritu (Jn. 19, 30), nos presenta aqu Aguilar Collados un Crucificado alejado de la visin humana y sufriente transmitida por la imaginera barroca. Cristo, coronado de espinas; con su rostro suavemente inclinado hacia la derecha; y cubierto por largo pao de pureza, de acusados pliegues, anudado a su cintura, tras aceptar su destino, muere plcidamente y, tras la entrega voluntaria de su alma, se eleva sobre la cruz. No hay seales de dolor, ni en su rostro, ni en su cuerpo; no hay regueros de sangre, ni tensin muscular que redunden en el recuerdo de los sufrimientos padecidos; no hay nada en esta imagen que, acercndonos a la visin histrica, distraiga la atencin sobre la idea teolgica representada: Cristo ha muerto en la cruz por la Humanidad, y por sta vive eternamente tras su resurreccin.

IV. LA IMAGEN DEL CRUCIFICADO TRAS EL CONCILIO VATICANO II. LA RUPTURA DEFINITIVA CON MODELOS DE ASCENDENCIA NATURALISTA Ya afincado en Inca (Mallorca), y asimilados con naturalidad, como una evolucin lgica de su obra, el espritu artstico y religioso emanado de los textos conciliares, la obra de Jos Mara Aguilar, y con especial incidencia sus figuras del Crucificado, comenzar a alejarse, an ms, de los convencionalismos formales y ascendentes naturalistas, para presentarse cercana a un destino cultual ltimo. Las tallas y bronces que durante esta ltima etapa, vital y artstica, llevase a cabo sern los mejores exponentes de su apuesta esttica y sus intenciones artsticas. El culmen de la propuesta meditacionales12 que inaugurase, a nivel formal, con la talla del Crucificado conservado en Carabanchel y se continuase, en un paso adelante en la apuesta iconogrfica y litrgica, en el Cristo realizado para la capilla del colegio sevillano San Jos Sagrados Corazones.Sobre la imagen meditacional y su apuesta decidida por sta como medio de expresin afn a la imagen sacra se ocupara el propio Aguilar en su Discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes de Sevilla, ledo en sesin pblica el 19 de noviembre de 1959. En aquel texto, expondra el padre Aguilar, entre otros pareceres que, la imagen apta para simbolizar tiene que estimular la interpretacin. Toda imagen debe tomar la forma actual, pero trascendindola siempre; la imagen meditacional es una representacin apta para recordarnos verdades, que ahondemos en su sentido, gustemos de ellas, las asimilemos y nos decidamos a obrar; una propuesta cuyo fin ltimo ser, frente a la vacuidad de los conceptos abstractos, excitar la imaginacin para que la razn se aproveche.12

LA IMAGEN DEL CRUCIFICADO EN LA OBRA DEL ESCULTOR Y RELIGIOSO

953

Ser ahora, recorrido este largo proceso de adaptacin de modelos que tuviese comienzo en la dcada de 1950, cuando su obra, creacin personal donde Arte y Liturgia quedarn armnicamente reunidos, se adecuar perfectamente a las definiciones dogmticas que sobre la imagen cultual o meditacional se defendan contemporneamente. Una propuesta que pretenda devolver la objetividad a la plstica sacra y hacer de sta depositaria de una tradicin en la que la imagen se observase sincera, que no pretende engaar a los sentidos; lacnica, no presentando ms detalles que los indispensables para comunicar la verdad dogmtica que se pretende13; y esttica, pretendiendo trascender el momento para situar al hombre frente a una realidad atemporal. Si durante su etapa andaluza ya se observa un decidido abandono del naturalismo imperante en la imaginera contempornea, tras abogar definitivamente por trasladar a su obra las caractersticas que definirn a la escultura meditacional, su ruptura le lleva a crear imgenes en las que se aleja definitivamente de la bsqueda de la belleza, como concepto universal, y se hace patente un acentuado inters por el smbolo. Todo ello a travs de piezas que parecen representar ideas inmanentes, alejadas de redundantes llamadas a la piedad religiosa. Todos estos posicionamientos, tericos y estticos, confluirn, influyendo en el progresivo afianzamiento de lenguajes contemporneos en la obra de Aguilar, con la importancia que, tras el Concilio Vaticano II, la Iglesia conceder a las manifestaciones plsticas actuales en un intento de acercarse a su tiempo y demostrar, con un sentido de contemporaneidad sin precedentes, tanto por su sentido de renovacin, como por la unin indisoluble que se establece ahora entre Arte y Liturgia14, cmo el arte sacro no permanece arraigado a formas concretas, sino que ha sabido, sabe y sabr adaptarse perfectamente a todos los estilos artsticos de igual manera que el permanente e inalterable magisterio de la Iglesia ofrece siempre una constante y fructfera adecuacin del mensaje evanglico a todos los tiempos y circunstancias de la vida del hombre15. Pero no ser sta, la aceptacin explcita por parte de la Iglesia de los modelos artsticos contemporneos, la nica influencia que en el escultor y religioso jernimo tendra la lectura de la Constitucin sobre la Sagrada Liturgia. Tambin la interpretacin que en el texto se ofreca de la imagen de Cristo, influir decisivamente en su obra.PLAZAOLA ARTOLA, J., El arte sacro actual, Madrid 2006, p. 313. BORRS, A., El Arte Sacro y la Constitucin sobre la Sagrada Liturgia, en Razn y Fe, 798-799 (1964) 49-50. 15 GONZLEZ VICARIO, M. T., Aproximacin a, o.c., p. 10.14 13

954

JUAN MANUEL MARTN ROBLES

Con mayor preeminencia que en tiempos pretritos, Jess muerto en la cruz se convierte ahora en centro espiritual y visual de la Comunidad. Esta concepcin del Crucificado tendr especial influjo, no en aquellos imagineros preocupados por realizar obras cuya finalidad ltima fuese la representacin del Jess histrico, sino en aquellos escultores que, como Aguilar Collados, yendo un paso ms all del concepto devocional y emotivo, realizarn obras ante las que, en la intimidad de la iglesia, se llegue al encuentro con las realidades inmanentes representadas por el escultor. As, los Crucificados que llevase a cabo Aguilar durante sus aos de vida en Inca, imgenes meditacionales en las que Cristo no se nos ofrece como Hombre-Dios muerto en la cruz, sino como Hombre muerto en la cruz y Dios resucitado por ella, sern los mejores exponentes de su apuesta por la escultura cultual; su alejamiento de los modelos naturalistas; y la ruptura con la tradicin escultrica. Representaciones de acentuada frontalidad, en ellas se acusar cada vez ms el sentido ascendente de su obra, llegando, en su afn por realizar una obra atemporal en la que la espiritualidad fuese nota predominante, a trabajarlas como si de iconos se tratase. Buscando en stos trascender las formas hasta convertirlas en arquetipos de mximo poder evocador. En estas imgenes del misterio pascual ltimo encontrar el padre Aguilar el modelo ideal en el que plasmar sus reflexiones religiosas; en el que abundar en sus investigaciones plsticas; y a travs de las cuales transmitir sus sentimientos. Tal como tendra oportunidad de demostrar ya en 1965, tan slo unos meses despus de su llegada a Inca. Entonces reciba el padre Aguilar el encargo de realizar un conjunto de tres piezas, en bronce, para la iglesia de la Sagrada Familia en Rotinto (Huelva)16: un Crucificado; el grupo de la Sagrada Familia, plancha de hierro a la que trasladara la idea de los lazos de unidad familiar establecidos entre Padre, Madre e Hijo; y una Virgen con el Nio, pieza ultimada en 1968. Tendra entonces la oportunidad de llevar a cabo una nueva imagen de Cristo resucitado en la cruz en la que, si bien nos ofrecer una iconografa inusual en su produccin, ya que Cristo, sobrepuesto a la cruz, a la que no est clavado, se halla vestido con ceida tnica, como sacerdote, y coronado de espinas, recuerdo de su sacrificio, continuar propuestas estticas y teolgicas anteriores.16

Vid. DAZ VAQUERO, M. D., Esculturas de, o.c.

LA IMAGEN DEL CRUCIFICADO EN LA OBRA DEL ESCULTOR Y RELIGIOSO

955

Pieza de pequeo tamao, concebida como cruz parroquial, en sta Cristo, en Majestad, se prefigura con semblante sereno. Sus manos, totalmente separadas de la cruz, y sin signo alguno de la crucifixin, se disponen con las palmas hacia arriba, en seal de ofrenda. Aqu los pliegues angulosos, al igual que cualquier rasgo naturalista, desaparecen; tampoco hay apenas reminiscencias expresionistas en la pieza. Nada distrae la atencin de la idea representada en este Crucificado hoy conservado en la iglesia parroquial de Santa Brbara, en Rotinto (Huelva): Cristo, tras su sacrificio, es sumo sacerdote omnipresente, desde la cruz, en el seno de la Asamblea reunida. Tras ste, para la capilla de las monjas jernimas de san Bartolom de Inca, de las que fuese capelln, realizara el padre Aguilar, en 1969, un Cristo elevado de la tierra, obra para la que, como ya comentsemos con anterioridad, tomara como modelo el Crucificado, tallado en 1959, para la iglesia sevillana de san Vicente de Pal. Realizado en bronce, este Cristo, de extrema delgadez, cubierto por movido pao de pureza y con expresivo rostro barbado de ojos entornados y boca entreabierta, si bien se representa, an vivo, en el momento de su ltimo aliento, al no hallarse clavado a la cruz, inexistente en este caso, parece sobreelevarse sobre todo lo terrenal. Traslado a la materia de las palabras de Jess recogidas en el evangelio de san Juan, cuando yo sea levantado de la tierra, atraer a todos hacia m (Jn. 12, 32). Propuesta iconogrfica en la que se expone el encuentro de dos ideas aparentemente contradictorias, Vida y Muerte, en sta nos ofrece el escultor una nueva visin del misterio pascual. Proponindonos un dilogo, abierto a la interpretacin del fiel, entre el momento ltimo del Jess-Hombre y el primer instante del Cristo-Dios. A partir de 1975 volver el padre Aguilar a trasladar al bronce, en varias ocasiones, esta idea de continuidad entre muerte y vida, de trnsito entre crucifixin y resurreccin, como quedara patente en el Cristo crucificado-resucitado que realizase para presidir la capilla de las hermanas de la Caridad de Establiments. Continuando en sus investigaciones y asimilacin de las propuestas conciliares, en dos de las representaciones llevadas a cabo durante estos aos, conservadas en la coleccin particular del padre Llabrs y en la iglesia de santa Catalina Thomas, dara el escultor un paso adelante en su apuesta esttico-litrgica. No slo la imagen de Cristo adoptar una postura que transmita ideas de trascendencia, sino que la propia imagen de la cruz se transforma en elemento de exaltacin y trasunto de la divinidad. En simblico, y nico, recuerdo de la pasin y muerte desde el cual, Cristo, vivo, se ofrece al fiel.

956

JUAN MANUEL MARTN ROBLES

Imagen en bronce, encargada por el padre Pere Busquets durante el proceso de reforma que se llevase a cabo en la parroquial para adaptar el presbiterio a la nueva celebracin eucarstica y bautismal, para la realizacin del Cristo crucificado-resucitado de la iglesia de santa Catalina Thomas busc fray Jos Mara el consejo del liturgista, y amigo, Llabrs Martorell. Conscientes ambos de los postulados que, sobre la presencia viva y permanente de Cristo entre la asamblea celebrante, defenda la Iglesia tras la promulgacin del texto de la Sacrosanctum Concilium, coincidieron en que la imagen deba representar al Cristo viviente hoy, al que est presente en la comunidad reunida en su nombre17. Obra caracterizada por la dulzura sin hieratismo, la nobleza y simplicidad de las lneas18, aqu Cristo, joven corpulento de rostro barbado y larga cabellera; con semblante sereno; y cubierto por largo pao de pureza que, en ondulante movimiento, cae a sus pies, concediendo a la imagen notable sentido ascensional, se superpone a una Cruz de hierro bruido. Manifestacin ltima de su victoria sobre la muerte, a travs de la resurreccin. Idea que aqu quedar remarcada por el aro oval de latn dorado que, a modo de halo de divinidad, envolver a la figura, destacando su presencia y separacin de la metlica cruz. Junto a las figuras de Cristo resucitado en la cruz, imgenes de gran profundidad iconogrfica y teolgica, tambin llev a cabo fray Jos Mara, durante sus aos en Inca, algunas representaciones, ms cercanas a la tradicin iconogrfica, de Cristo crucificado. Piezas conservadas en iglesias y casas religiosas de Mallorca, stas enlazarn, conceptualmente, con el Crucificado que en la dcada de 1950 tallase como pieza central del Calvario de la parroquial de Carabanchel. De todas estas representaciones se destacar el Cristo muerto en la cruz realizado, hacia 1970, para la iglesia de san Bartolom de Inca. Un pequeo bronce en el que presenta a Jess muerto plcidamente en la Cruz, a la que queda clavado por tres hierros, sin redundar en detalles, ni innecesarios recuerdos de su pasin. Definitivamente alejado del naturalismo imperante en la imagen religiosa contempornea, e influenciado por sus estudios de la filosofa Zen -propuesta a la que se acercar tras su llegada a Inca y que, por sus planteamientos de mnima intervencin, pureza y simplicidad de lneas, se ajustar perfectamente a su17 18

LLABRES MARTORELL, P., Imgenes para, o.c., p. 23. Ibidem, p. 25.

LA IMAGEN DEL CRUCIFICADO EN LA OBRA DEL ESCULTOR Y RELIGIOSO

957

concepcin de la imagen sin artificios-, la belleza de esta pieza reside tanto en la limpieza de lneas y en el tratamiento dado a los planos, como en su dimensin simblica, quedando manifiesta en esta imagen meditacional la separacin en Cristo de lo terrenal y lo divino; de cuerpo y espritu. Representacin que llevara a la materia, confrontando la rigidez lineal de la cruz, con la relajacin muscular sobrevenida tras la muerte, y destacando la ingravidez del cuerpo respecto al largo, y pesado, pao de pureza que cubre casi por completo sus piernas.

958

JUAN MANUEL MARTN ROBLES

1. J. M. Aguilar Collados: Crucificado (1959, iglesia de San Vicente de Pal (Sevilla)). Fotografa gentileza de D. Alberto Lpez Snchez.

2. J. M. Aguilar Collados: Cristo crucificado (1961-1962, Iglesia de los Sagrados Corazones (Sevilla)). Fotografa gentileza de D. Fernando Cordero, C.SS.CC.

LA IMAGEN DEL CRUCIFICADO EN LA OBRA DEL ESCULTOR Y RELIGIOSO

959

3. J. M. Aguilar Collados: Cristo elevado de la tierra (1969, capilla del monasterio de San Bartolom (Inca)). Fotografa gentileza de D. Carmen Colom.

4. J. M. Aguilar Collados: Crucificado (1965-1975). Fotografa gentileza de fray Ignacio de Madrid, O.S.H.

960

JUAN MANUEL MARTN ROBLES

5. Cristo muerto en la cruz (hacia 1970, iglesia de San Bartolom (Inca)). Fotografa gentileza de D. Carmen Colom.