Kaverna - Fanzine - Andrés Urrutia

7/23/2019 Kaverna - Fanzine - Andrés Urrutia

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Caín

Los niños rodeaban a la anciana que los cuidaba durante la jornada de trabajo.

Eran los hijos de los peones y trabajadores de la Hacienda. Mocosos y mugrientos,

de ropas muchas veces remendadas y pelos tiesos. Algunos eran más blancos que

otros. La mujer los quería igual. Eran pequeños trozos de su alma. Un alma que

se avejentaba muy rápido, aunque aún se sentía joven y fuerte. Estaban todos

sentados en círculo sobre el pasto a la orilla del tranque. Ella había recogido su

largo faldón floreado, y los niños se habían tirado en el suelo de cualquier forma,

en una hermosa y caótica comunión.

— “Abel era un muchacho muy respetuoso de Dios. En el momento de las

ofrendas, Caín llevó una pequeña porción de sus cosechas para el altar, peroAbel llevó a los primogénitos de entre sus ovejas. Caín, su hermano, estaba

celoso, pues no entendía por qué tenía que ofrecerle a Dios el fruto de su

trabajo en la tierra. Su codicia y egoísmo eran tan grandes como la envidia

que le tenía a su hermano. Y por eso cuando llegaron hasta los sembradíos,

Caín mató a su hermano…”

— Mamá Ofa, Mamá Ofa, ¿por qué le tiene que dar a Dios sus cosechas?

Ese era Pedro Maldonado. Un chico que se había quedado sin familia hace

poco tiempo, luego de que su madre desapareciera en extrañas circunstancias, que

involucraban a un bandolero de la zona. El niño se había quedado huacho, pero

el patrón le había buscado un lugar en la hacienda. El caballero se había mostrado



muy amable con el mozuelo, sin embargo este todavía osaba portarse atrevido con

él.

— Pedro, tienes que entender que todo trabajo de uno es al final para alabar al

Señor, no para uno mismo.— Pero, pero… y si uno trabajó toda la tierra, uno hizo todo el trabajo duro.

¿Por qué hay que darle cosas a Dios? ¿En qué nos ayudó?

— Él creó el mundo, hizo que las plantas florecieran, y que los animales

vivieran. Él te dio la vida, tú se la debes.

—

¿Le debo que mis papás se hayan ido también?

El niño se paró y se fue, dejando al resto impresionados por su reacción. Ibapateando piedras, con las manos embutidas en los bolsillos, lloriqueando. Caín

había matado a su hermano, pero él nunca había tenido uno. A los demás huachos

que revoloteaban por ahí no los consideraba como hermanos. Eran molestos,

moscas, imbéciles, cobardes. Unos arrastrados, que siempre les hacían el amén a

todos los adultos. “Anda a buscar la tinaja”, “no puedes tomar esto”, “¡sale cabro

‘e mierda!”, “no seai maricón, cabro culiao”, “muévete, huacho de mierda, ándale

a llorar a tu mamá puta”. Y la hija del patrón, Aurora, “esa cabra chica caprichosa,

a cada rato anda a la siga de los demás. Como si fueran muy divertidos”.

Abusadores, frescos, aprovechados. Mal nacidos.

Siguió el canal hasta la casucha donde dormía. La pequeña casa de madera

tenía varias rendijas por donde pasaba el viento, el techo estaba algo caído, y el

suelo era de tierra. Había sobrevivido a algunos terremotos, y sus abuelos la habían

habitado desde que llegaron a la hacienda. Ahora sólo él vivía en aquel lugar, sucolcha, una mesa y otros utensilios, y los recuerdos que sus padres dejaron atrás.

La casa del huacho era su único hogar, en medio del campo rudo e inclemente.

Antes de atravesar la puerta, de la copa de un árbol a otra pasó velozmente un ave.



Su silueta fue un borrón negro en el cielo de la tarde. Pedro recordó lo que solía

decir su madre cuando sucedían eventos similares.

— ¡Tue-tue! ¡Tue-tue! ¡Ven a tomar té! Hay vino en la mesa, mate también.

El ave le respondió con un graznido lejano. Se quedó esperando algo más, una

señal. Pronto se sintió estúpido y decidió entrar a su casa.

Al entrar, se percató que alguien le había dejado unos panes duros y charqui

sobre la mesa. Agarró uno de cada cosa y se los comió. Al sol le quedaba poco para

seguir arriba. Sabía que pronto los caballerizos vendrían a buscarlo para que los

asistiera en el arreo de bestias, a pesar de haber estado trabajando toda la mañana

en la labranza. Decidió echarse una siesta para sentirse más descansado. La colcha

no era la gran cosa, pero tenía muchas mantas y se sentía blanda. El sol y sus

párpados cayeron juntos.

Estaba solo, y el mundo no era más que una mota de polvo en algún rincón del

universo. La oscuridad arremetía bajo sus pies como el caótico abrigo de una

multitud de mentes ausentes y perversas, hambrientas de soledad y destrucción.

Las luces de los ojos de los grandes espíritus mantenían temerosas las sombras, yel conflicto encandilaba al niño mientras los colores de la existencia violaban su

retina, se infiltraban en su mente provocando jolgorios y tristezas intensas e

imposibles. No había ningún sonido, sentía que sus oídos explotarían para poder

llenar el vacío del cielo negro y confuso. Y las miradas de los creadores le

entumecieron el corazón. Intentó gritar, pero allí nadie lo podía oír. Cuando cayó

hacía la lejana tierra, alcanzó a ver una cuerda rota que bajaba sostenida desde la

nada. El zorro lloraba, los pájaros reían.

Despertó agitado luego de la confusa pesadilla. Estaba transpirando, y se tocó

el rostro buscando una respuesta en sus facciones, reconociendo su cara y su

historia. Venía soñando lo mismo desde hace unas semanas, y cada vez el sueño



se hacía más terrible, y cada vez despertaba peor. No se atrevía a contar estas

visiones a nadie. ¿Quién tomaría en serio a este huacho? ¿La Mamá Ofa? ¿Los otros

niños? ¿Los labriegos? ¿El cura o el patrón? Fue a buscar un poco de agua del jarrón

que tenía sobre la mesa. Allí estaba sentada una mujer que no conocía.Llevaba puesto un sombrero de viaje, a pesar de estar dentro de la casa.

También tenía un manto de alguna clase de seda negra, pintarrajeada con paisajes

que había visto en sus sueños. La mujer de cabellos negros tenía servida la mesa

con diversos manjares. Había té, había vino, había mate.

—

Me adelanté a traer comida. Supuse que no tendrías con qué mantener tu

invitación, Pedro Maldonado.— ¿De dónde me conocí? ¿Quién erí tú?

—

Una amiga. ¿Sabes lo que es un kalku ?

Pedro lo sabía. La Mamá Ofa siempre les contaba historias de miedo sobre los

brujos. Que les gustaba comer niños, que podían volar y matar desde largas

distancias. Que podían sacarse la cabeza de sus hombros y ponerse a volar. Que se

transformaban en pájaros o animales. Que podían matarte con horribles venenos.

Y que habían vendido su alma al diablo.

— ¿Y qué vas a hacerme?

— Vengo a llevarte conmigo, Pedro. Sé sobre los sueños que has tenido. Yo

puedo guiarte. Tienes un gran poder oculto, y debes cumplir con tu destino.

No tienes por qué seguir las órdenes de los viejos moralistas, explotadores y

cobardes que trabajan y mandan aquí. Si me acompañas, podrás convertirte

en brujo, como yo.

— ¿Y no tengo que volver a ser un mandado, como mis papás?

— Claro que no.



Pedro miró su casa. Miró su ropa. Miró sus manos sucias y rotas. Tocó su

rostro, palpó las cicatrices y las quemaduras del sol. Tanteó sus labios partidos y

sus ojos tristes. Acarició los rasgos de su madre, y se preguntó qué parte de esta

historia era de su padre. Y recordó finalmente que estaba solo. Pero no tenía porqué ser para siempre.

—

Me voy contigo.

— Entonces ve a buscar tus cosas, nos vamos ahora.

Pedro tomó su poncho, sus botas rasgadas, y una bolsa de cuero para guardar

lo demás. Sus ojos negros zapateaban de inocente alegría cuando atravesaron la

puerta hacia la noche.

— ¿Cuál es tu nombre?

—

Alegría. Pero ese no fue siempre mi verdadero nombre.

— ¿Puedo cambiarme el nombre yo también?

— Claro, niño, ¿cómo quieres llamarte?

— Caín.



En ausencia de Dios

Érase una vez un niño que atravesó una puerta que jamás debió cruzar. Así llegó

detrás de bastidores, donde los ángeles se estaban disfrazando. Se disfrazaban de

todos los dioses: los griegos, los nórdicos, los élficos, los americanos y los hindúes.

El Único. Todos. Incluso La Muerte actuaba como Dios.

Los ángeles, avergonzados, hicieron un gran alboroto cuando se vieron

descubiertos, y obligaron al niño a jamás revelar el secreto a los mortales que

esperaban en la tribuna. El niño pidió como condición unirse a la representación.

Los ángeles, felices, lo dejaron entrar, pues siempre eran necesarias nuevas

historias. Entonces él se puso unos cuernos, una cola, se pintó el rostro del color

de la sangre, y rugió como el enemigo. Ellos disfrutaron mucho su interpretación.

En el escenario el niño se dedicó a destruir las obras de los dioses, develando la

mentira, gritando a los hombres que eran libres. Ellos aplaudían.



las Negras

Había cientos de alas negras, pájaros que colgaban de la punta de altos pinos,

bajo el cielo gris de un verano helado. El pájaro tenía mirada de hombre, largas

ojeras y le faltaba un brazo. Llevaba un par de días buscando, volando de norte a

sur, de este a oestes, y de vuelta, pero no aparecía eso que quería hallar. No tenía

sentido, coherencia. El insomnio y el tedio le hacían perder el sentido del tiempo,

¿cuánto había pasado? ¿qué era lo que había perdido?

Despertó en una cueva, había una cama dura, un baúl, y un balde. Sentía un

dolor agudo en la frente, y la boca pastosa, parecía que fermentaba alcohol.

Recordó que estaba en la cueva donde vivía Alegría, su nueva maestra, y susnuevos compañeros de la Mayoría. Se levantó, quiso lavarse la cara, pero dentro

del balde sólo encontró su vómito. Lo tomó, y salió de la habitación. Sólo allí se

percató que las paredes eran de piedra, y que la luz brotaba de fuegos que surgían

de la roca. Caminó por el pasillo, inseguro de su rumbo, aun así logró llegar hasta

el salón común. Dentro Alegría estaba tendida sobre varios almohadones, usando

un traje largo, oscuro pero con incrustaciones de todos los colores. A su alrededor

los otros brujos comían o bebían, se echaban sobre el suelo, retozaban, hacían la

vidas a sus anchas. El joven se acercó aún con el balde en mano.

— ¿Qué buscas, Caín? —le preguntó Alegría.

— El baño. Agua. Eso.



— ¿Tengo que decirte todo? Ve y búscalo sólo —Caín se dio vuelta y caminó—

. Cuanto estés listo vuelve. Aún tenemos cosas que hablar —el joven no se

dio por aludido—. No todo es fiesta, cabro chico.

Estuvo vagando un rato por pasillos de piedra desconocidos. Abrió puertas ybajó escaleras, a veces encontrando brujos en rituales prohibidos, algunos

privados, otros eróticos. Finalmente encontró una pieza pequeña con un pozo

negro y una fuente de agua subterránea. Hizo sus necesidades, se lavó, y deshizo

su camino para encontrar nuevamente a su maestra. Pero en ese momento ya no

había nadie. Sólo quedaba ella, Alegría, esperándolo de pie en medio del salón.

—

¿Estás listo, por fin? —preguntó seriamente, Caín asintió— Muy bien.Anoche la pasamos muy bien, todos nosotros, ¿lo pasaste bien? —Caín

volvió a asentir— Eso es bueno. Es bueno liberarse de las cadenas que nos

atan a esta tierra… Todas las prohibiciones, tristezas, sufrimientos… Es

bueno hacer lo que uno quiera, cuando quiera, como quiera. Pero todo lo

bueno termina en algún momento.

— ¿A qué te refieres?

—

Bueno, a que ya celebramos juntos, es hora de que vuelvas a tu hogar.

— ¡¿Qué?! ¡Tú me dijiste que me sacarías de allí!

— ¿Quieres hacer eso realmente?

— ¡Por supuesto!

— Pero lamentablemente sólo puedo ayudarte si eres parte de la Mayoría.

— Pero… ¡pero creí que ya lo era!

— No, no lo eres. ¿Quieres ser un brujo?

— ¡Sí lo quiero! ¡En serio!

— Eso lo veremos. Antes de volverte un brujo, debes pasar por tres pruebas:

debes borrarte el bautismo meditando cuarenta días y cuarenta noches bajo

la cascada, con la frente hacia arriba en el agua. Segundo, desnudo en la



playa debes invocar a Nuestro Amo Satanás, el Diablo, y a cambio de tu

alma, prometerle eterno servicio. Y tercero, con la piel de tu ser más

importante, debes hacer el chaleco makuñ , que te otorgará el poder. Luego

vuelve aquí, con estas tres tareas cumplidas. Entonces serás un brujo. Yahora que lo sabes, si no vuelves con las tres tareas cumplidas, nos veremos

en la obligación de matarte —Caín se quedó mirándola con una expresión

boba—. ¿Qué estas esperando? ¡Vete!

Caín corrió atravesando el salón, pasando por el bar que funciona como entrada

y fachada a la Mayoría. Varios ebrios y drogados lo vieron pasar, pero no le dieron

importancia. Ya afuera, lo pensó mejor, ¿a dónde tenía que ir? La situación le

parecía un poco ridícula, y tampoco estaba seguro de seguir con las pruebas. Pero

tampoco quería volver a la hacienda donde creció. La otra opción era la muerte.

Debía dar un salto de fe, aunque este fuera hacia el abismo.

“¡Craw! ”, un pájaro pequeño y de color negro graznaba desde un árbol,

directamente, incómodamente hacia él.

—

¿Qué tipo de pájaro eres?— ¡Craw! ¡Craw!

— Un mataballos, ¿verdad?

El pájaro salió volando, y Caín corrió siguiéndole. Bajó por el camino que le

indicaba, se adentró en el bosque, descendió por un barranco tomándose de lianas

y raíces, caminó sobre piedras enormes, hasta llegar a una pequeña lagunilla,

alimentada por una humilde cascada. Se desvistió y se lanzó al agua, estaba helada

como el corazón de Alegría, le hizo temblar hasta los huesos. Se zambulló y llegó

hasta una roca dispuesta justo debajo de la caída de agua. Se cruzó de piernas,

levantó su frente hacia la corriente, y se puso a meditar.



Pasaron días y noches de frío, de hambre, de debilidad y dudas. El tiempo se

estiraba y desaparecía, estaba empapado de recuerdos eternos, la memoria lo

atoraba y le hacía toser. Las estrellas eran difusas, sus rayos se desfiguraban con el

agua. Perdía las esperanzas, pero el sol siempre volvía a salir, aun así el agua no sevolvía más cálida, y su piel morena se le pegaba a los huesos, el estómago le crujía,

quejándose de no tener nada que revolver, excepto los recuerdos. Y se reía, porque

lentamente la cascada se lo llevaba todo, a su madre, la hacienda, los hombres, las

bestias, y dejaba sólo la ira incontenible, aislada y peligrosa. Y reía, pero el agua le

entraba a la boca y lo hacía ahogarse. No podía dormir, pero mantenía sus ojos

cerrados. O los tenía siempre abiertos y había perdido la vista. O estaba siempre

durmiendo, y todo fue una ilusión. Soñaba que estaba en el fondo de la laguna,congelado por el invierno, en un ataúd de cristal, luego venían los peces a comerse

su cuerpo, pedazo a pedazo. El frío le reventaba la carne, sentía aguijones por todas

partes, o eran los dientes de las bestias que lo devoraban. Volvió a abrir los ojos, se

sorprendió cuando vio el matacaballos sobre el agua. No volaba, estaba posado

sobre la superficie, como Jesús. Luego la nube, para despertar en la orilla de la

laguna, sobre una roca. Había un plato de carbonada a su lado. Lo devoró ansioso,

suponiendo que había pasado la primera prueba.

Su ropa estaba llena de polvo, la sacudió y se vistió nuevamente. El ave lo

esperaba en el camino de regreso. Lo siguió contento, se sentía renovado, ligero.

El viaje fue largo y placentero, el pájaro le proporcionaba comida que recolectaba

del bosque, y cuando salieron de la cordillera hacia el valle, ambos robaban de los

campesinos que encontraron en el camino. Después de los cerros hallaron la costa,

hacía calor, la arena era gruesa y las olas fuertes. Caín jamás había conocido el mar.

Se quedó todo el resto del día contemplándolo, jugando con él, dormitando y

esperando al atardecer. Cuando el sol se despidió, vio un hombre caminar por la

orilla de la playa. Llevaba una chaqueta negra, como la de los oficiales, y unas



botas de montar. La brisa marina agitaba su incipiente melena. Cuando se acercó

más, Caín pudo notar que era un joven pálido, no mucho mayor que él.

— ¿Me estabas buscando? —preguntó la aparición.

—

¿Eres el diablo?

— Así es.

— Deseo entregarte mi alma, prometo mantenerme a tu eterno servicio.

— No lo dices como si lo desearas.

— En realidad, no quiero servir a nadie, quiero ser libre.

— No impongo mi voluntad a nadie, mi régimen exige libertad absoluta. No

te deseo como esclavo, sino como agente del caos.

— Entonces llévate mi alma. No me sirve de nada.

— Para llevarme tu alma, necesito antes tomar tu cuerpo.

— ¿Qué? —un sudor frío le recorrió la espalda—. ¿Pero si eres un hombre…?

— Puedo cambiar de forma, si deseas —ya no estaba el hombre que conoció

recién, sino una hermosa jovencita, de pechos voluptuosos y labios

gruesos— , ¿esta figura es más de tu agrado?

—

Eres hermosa, pero… he estado con mujeres antes, y no me han traídofelicidad.

— Déjame eso a mí —la joven había desaparecido, era el hombre el que

hablaba— , la culpa y el deseo son cosas opuestas, debes elegir, pero sólo una

te dará lo que estás buscando.

Caín se dejó tocar por su nuevo amo, sus manos eran hábiles, y parecían

sedientas. Pronto sus ropas volaron, y mientras más oscuro se volvía el mar, másardían ambos, tocándose, besándose, penetrándose. No sentía miedo, se dejó amar

como nunca antes lo habían hecho, con cariño y con deseo. El diablo posó su

lengua en lugares prohibidos, y luego animó a que él le hiciera lo mismo. El

demonio posó su semilla dentro de él, la que brotó llena de libertad en su interior.



Después él pudo reventar en el cuerpo de su maestro como quisiera, devolviendo

todo al inicio. Cuando terminaron, empezaba a amanecer, permanecieron juntos,

abrazados, hasta que Caín se quedó dormido, y el diablo desapareció. Despertó

solo, con fuerzas renovadas, sabiendo que sólo le quedaba una prueba. Se vistió yse despidió del mar.

Pronto en su camino volvió a encontrar al matacaballos, el cual había

desaparecido durante el día anterior. En ese momento traía un corvo, el cual

depositó en sus pies. Cuando Caín lo tomó, el ave voló hacia el este, mientras el

joven iniciado lo seguía. ¿Hacia dónde lo estaría llevando? La tercera prueba

implicaba matar a su ser más querido, pero él no tenía tal cosa. No había conocido

a su padre, su madre era una puta, no tenía hermanos, o amigos. Luego de un

largo recorrido, de noches sin sueño y comida incipiente, llegaron a un pueblo

pequeño y mediocre, en medio de la nada. Las personas eran principalmente

agricultores, quienes iban a vender sus productos para después embriagarse en el

barucho local. El ave lo llevó hasta una casa a las afueras, hecha de adobe mal

pegado y sucia como la conciencia del diablo. Entró, había algunos hombres

tirados, esperando. Atravesó una puerta, nadie lo detuvo, allí halló a su madredesnuda tendida en la cama, mientras un hombre se vestía.

— Cabro de mierda, ¿qué hací aquí? —le preguntó el hombre— ¡Ándate antes

que…!

El hombre lanzó un alarido. Caín había sacado el corvo, y se lo había enterrado

en la barriga, provocando un tajo largo y repugnante, que dejó vaciar las entrañas

sobre el piso de tierra. Su madre saltó asustada, pero no pudo defenderse de lamasa de ira que se abalanzaba sobre ella, con el corvo directo hacia su pecho. Cinco

puñaladas después, no quedaba vida que rescatar por los hombres que en aquel

momento entraban, y sin embargo se quedaron impactados por la mirada del

joven asesino, con sus ojos trizados, perdidos y amenazadores. Caín aprovechó ese



segundo para lanzarse sobre ellos, tres cortes después tenía cinco cadáveres en sus

manos.

El matacaballos observaba el trabajo del joven, quien cortaba lentamente la

piel de su madre, la desollaba con profunda concentración. Tantos años de

despreocupación, años vacíos en que jamás se conocieron, se tocaron, se amaron.

Tal vez el ser más querido no es aquel que amamos, sino la persona que ocupa

nuestra existencia, la cual nos define, nos crea o nos aborta. Cuando terminó, tomó

los cinco cuerpos y los enterró atrás de la casa, y cuando ya era de noche se marchó,

no sin antes quemar esa casa hasta los cimientos. Entre la luz de las llamas, vio al

pájaro de alas negras dirigirse hacia el norte, y lo siguió para terminar su cruzada

hacia la desolación.

Al día siguiente llegaron nuevamente a la cueva donde se ocultaba la Mayoría.

Caín llevaba la piel de su madre envuelta en papel. Adentro, Alegría lo estaba

esperando, y lo recibió muy contenta por su exitoso regreso. Ella misma lo ayudó

a secar el cuero y coserlo. El chaleco hecho de piel humana era grotesco, de un

color entre café y verde claro, cosido con hilos hechos de girones del mismo

material. Luego de que se vistió con él, Alegría lo llevó hasta la entrada de un

agujero en la roca, una cueva dentro de la cueva.

— Esta es tu prueba final. Esta es tu iniciación oscura, tú y sólo tú debes entrar.

Cuando vuelvas, serás uno de nosotros. Suerte.

Bajó por aquella entrada, la que daba a unas escaleras estrechas, estaba bastante

oscuro y le costaba caminar sin ver sus pasos. De pronto, de las paredes

aparecieron fuegos que iluminaron el lugar. Era un pasillo angosto, pavimentado

de rocas viejas y resquebrajadas. A los lados crecían helechos y cardos, entre la

maleza también crecían flores de lys y solemnes lotos. De las paredes colgaban

antorchas portadoras del fuego amarillo. Al fondo, Caín observó un altar, y sobre



él había un canto de oro. Caminó hacia él, y dentro halló un pequeño aguilucho

de color blanco, que lo miró interesado. Se observaron mutuamente un tiempo, y

cuando el joven lo quiso tomar, el ave le arrancó sangre de la mano, bebiendo a

gusto el líquido. Instintivamente Caín presionó su brazo haciendo que brotaramás sangre, para que el aguilucho bebería más. Así empezó a inflarse, a engordar,

creciendo de forma incontrolable, hasta que el canto no pudo contenerlo más y se

volcó, mientras el pájaro regurgitaba entre estertores agónicos una piedra

transparente, un cristal que el joven tomó, y al mirar a través de ella entendió que

era un challanco. Su challanco. Dejó al ave y se volvió para salir.

Afuera los brujos tenían armado una enorme juerga. Cuando salió Caín hubo

un grito de jolgorio, todos sus nuevos hermanos lo recibieron con abrazos, besos,

y agarrones cariñosos. En medio del salón, entre ellos estaba Alegría, sonriente.

Pero la que dirigiría la ceremonia era Soledad.

— Has completado todas las pruebas, has obtenido el poder del chaleco makuñ

y además ahora tienes la joya que te dará el conocimiento, el challanco .

Hermanos brujos, ¿estáis de acuerdo conmigo?

—

¡Estamos de acuerdo, oh Reina Sobre la Tierra! —respondieron a coro.

— ¿Y qué pedís para Caín, el recién iniciado?

—

¡Oscuridad y Juramento!

— ¿Estáis dispuesto a jurar?

—

Lo estoy —respondió Caín—. Juro ante la Lluvia, la Tierra, la Sombra y el

Fuego. Juro sobre la tumba de los dioses y espíritus. Juro por el averno de

Satán y Belcebú, que mi alma quedará permanentemente atada a la Raízde Todo Mal, que mi cuerpo se quemará por siempre en el infierno,

disfrutando cada llama lacerante. Juro que buscaré el conocimiento natural

y lo usaré para mis propios objetivos. Juro que dedico mi vida al Caos, al

Mal y a la Mentira. Juro que cuando deba hacer el mal, no perdonaré ni



edad, sexo o condición, y que yo ahorcaré, quemaré, destruiré, herviré,

despellejaré, estrangularé y enterraré vivos a mis enemigos. Que cuando lo

mismo no pueda ser hecho abiertamente, yo secretamente usaré la copa de

veneno, la cuerda de estrangulación, el acero de la daga, el plomo de la bala,sin importar el honor, rango, dignidad, o autoridad de las personas,

cualquiera que sea su condición en la vida, ya sea pública o privada, puesto

que en cualquier momento yo pueda ser ordenado hacerlo por los agentes

de la Mayoría, o superior de la Sociedad de la Recta Provincia. Pido que

por mis raíces me llaméis Kalku, pido que por mis males me llaméis Brujo.

— Brujo, bienvenido a La Mayoría, eres uno con nosotros. Que la noche lo

devore todo.— Que la noche lo devore todo. —respondieron al mismo tiempo.

— Yo también quiero darle la bienvenida al recién llegado, pequeña.

La figura estaba sentada a la cabeza del salón, donde antes hubiese estado

sentada Alegría. Era un hombre, pero lo importante era su cabeza, una cabeza de

cabra con enormes cachos y ojos ardientes; era el macho cabrío, el devorador de

almas, el señor de los demonios. Caín ya lo conocía, había pasado la noche con él.De la misma forma, ningún otro brujo se extrañaba de su presencia: todos lo

conocían, todos lo adoraban.

— Felicidades, hijo, hoy comienzas tu camino de libertad. Disfruta el viaje,

toma, roba, culea, mata, haz lo que quieras, mientras extiendes el caos por

la tierra. Yo te prestaré poder para ello.. Verás, los brujos no son quienes el

común cree que son. No son sólo bestias codiciosas de sangre y dinero.

Tampoco son Señores Oscuros que hacen el mal sólo por hacerlo. No, aquí

los brujos son de otra clase, yo sólo los adopté cuando descubrí tan bellos

artistas…



— Así es, pequeño –agregó Soledad–, nosotros somos guerreros espirituales.

Guerreros que se deben al caos y a la Raíz de Todo Mal. Teníamos un rol

definido en la comunidad, pero el tiempo nos ha ido arrebatando nuestra

misión. Nuestro trabajo, Caín, tiene que ver con la muerte, con laenfermedad; al contrario de la machi , cuyo trabajo es la sanación y la vida.

El brujo, el kalku , es un guerrero que se prepara para dañar al enemigo.

Entiende esto: la maldad no es el fin, la maldad es el medio, es la

herramienta. Lo nuestro es un arte. Nuestro conocimiento es de la tierra,

las plantas alucinógenas, las setas venenosas. El control de las almas, la

torsión de los nervios. Nuestro poder viene del minche mapu , del mundo

subterráneo.— Cuando los peninsulares llegaron –dijo el Diablo–, los hispanos y católicos

no eran nada contra el poder de los kalku. Incluso el más poderoso brujo

europeo, John Dee, sucumbió ante sus artes. No pude resistirme a tenerlos

de aliados. Después de todo, para ambos la maldad es la herramienta. Uds.

buscan el balance, yo busco la libertad. Cuando vino la muerte de Dios,

todos perdimos poder. Aun así, el poder guarda ciertos peligros, cuídate de

tus propias acciones, pero sobre todo cuídate de aquellos que no están vivos,

que de ellos emana un mal mayor…

— ¡Ya! Mucha paja molida —interrumpió Alegría, irrespetuosamente—

¡vamos a hacernos mierda!

Así siguió el tremendo jaleo en la cueva de los brujos. Tuvo vino, drogas, sexo

y sangre, alrededor de Satanás, todos se divirtieron, se perdieron, festejaron la vida

y la muerte. Lejos en el tiempo, el pájaro de alas negras posado sobre el pino seguía

recordando, sumido en su sueño despierto, insomne. Todos aquellos sufrimientos

para obtener el challanco, y perderlo de forma tan imbécil. No podía echarle la

culpa a la niña que se lo robó, él mismo se había construido el camino, él fue el

débil, él lo perdió. Tal vez Soledad tenía razón; si estaba perdido, debía



encontrarse. Extendió sus alas levantando un viento que estremeció al bosque

entero, y salió despedido hacia el cielo, produciendo un grito entre graznido y

desesperación. Giró hacia el sur, a encontrar un nuevo maestro. Aurora y su

pasado podían esperar.



Comentarios, meditaciones, críticas y demases a

[email protected]



KavernaAlgunos dirían que Pedro es un

niño resentido. Caín tendría

algunas cosas que decir sobre

ello. En el Chile fantástico las

cosas se pueden ponerdesagradables.

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