Kelltom McIntire-Punto Rojo 97-El Monstruo de Los Sueños ()

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    EL MONSTRUO DE LOS SUEOSKELLTOM MCINTIRECAPTULO PRIMEROLa seora Doyle se contempl fijamente en el gran espejo de su dormitorio.Tranquila, Eve pronunci. Y sonri levemente a su propia imagen. Tranquila. Ya han tinado las pesadillas.Y el terror.Porque no poda engaarse a s misma: los ltimos meses haban sido terribles.Se alis los rubios cabellos teidos.An estoy de buen ver pens. A pesar de mis cuarenta y seis aos.Sin embargo, decidi que sus cabellos castaos necesitaban un nuevo tinte: las canascomenzaban a proliferar abundantemente.Pens con amargura en los largos meses de internamiento en la Clnica Psiquitrica Hatford.Seis meses de horribles sufrimientos, a lo largo de los cuales lleg a temer que jams volvera a recuperar su equilibrio mental.Ciento ochenta das de tratamiento, de miserable encierro, sin otra compensacin quelas visitas de Percy, su esposo. Por desgracia, el reglamento interno de la clnica era demasiado severo y las visitas de Percy slo duraban media hora. Y despus...Vamos, vamos, olvdalo se recomend a s misma.Era como un mal sueo, una experiencia tan terrible que lo mejor era relegarla alrincn ms remoto de su memoria.Cerr el armario-ropero, cruz la habitacin y penetr en el cuarto de aseo. Sentada fr

    nte al espejo ovalado, comenz a desmaquillarse sabiamente. Luego se aplic rpidamente un "lait de nuit" y sus facciones quedaron frescas y relajadas.Era muy tarde, casi las cuatro de la madrugada. Eve Doyle debera reintegrarse a su trabajo de profesora de danza a las ocho de la maana siguiente, lo que supona dormir apenas cuatro horas, en el caso de que lograra conciliar rpidamente el sueo.Pero haba valido la pena permanecer despierta hasta las tres. Justamente a esa hora recibi el aviso de conferencia intercontinental que Percy le haba anunciado conanterioridad. (Percy Doyle, su esposo, haba sido nombrado agente de ventas paraEuropa de la McDougall Electronics, lo que le obligaba ltimamente a hacer frecuentes viajes a Pars, Londres, Lisboa o Madrid).Hablaron largamente, aunque la conferencia desde Madrid resultara carsima. Pero elmotivo vala la pena.Eve le haba dado la noticia:

    Percy, la doctora Waldman piensa que estoy curada. Ha suspendido todo tratamientoy me ha dicho que puedo volver al trabajo. Imagnate mi alegra... al cabo de tantos trastornos, sufrimientos y disgustos. Puedo volver al trabajo, Percy! Me parecementira: he vuelto a ser una persona normal.Su esposo recibi la noticia con emocionada satisfaccin. Apenas poda crerselo.Es verdad, es verdad, Eve? la haba interrumpido a menudo durante la larga conferenca de treinta minutos de duracin.Y ella haba respondido, tranquilizadora:Es una hermosa verdad, amado mo. A partir de ahora, nada de disgustos, de nervios,de discusiones, de celos. S que eres un hombre admirable, mi querido Percy. En realidad, eran mis nervios los que propiciaban nuestras terribles escenas. Pero todo eso acab. He adquirido una gran experiencia durante estos meses de internamiento. Creo que he aprendido a controlar mis emociones, a ser ms comprensiva y ento

    nada. S, s, desde luego tienes razn: tus prolongadas ausencias, el ritmo de nuestras activas tareas, todo este mundo de vrtigo que nos rodea... fueron la verdaderacausa de mi desequilibrio psquico. Pero no pensemos en eso ahora. Demos gracias aDios porque yo vuelva a ser una persona normal y podamos continuar la vida feliz que emprendimos hace ya tantos aos. An no somos viejos ni mucho menos, amor mo. Tenemos muchos aos de felicidad por delante.Percy se mostr tan ansioso e impaciente que decidi interrumpir su complicado viajede negocios.Es un motivo trascendente, querida. Telefonear a Hugh Hoxley y le explicar la situacin. Tomar el avin en cuanto me sea posible. Quiero reunirme contigo. Por nada del

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    mundo permitir que ests sola en estos momentos de reencuentro con la vida normal.Eve trat de disuadirle. Aludi a la importancia del trabajo de Percy, a la posibilidad de que su regreso molestase al director de ventas, Hoxley, pero Percy insisti y dio tantas seguridades, que finalmente Eve accedi gustosa y emocionada.Te espero, amor mo fueron las ltimas palabras que dirigi a su esposo, que se enconba entonces a varios miles de kilmetros de distancia.Recordando todo esto, Eve sonri a su imagen del espejo. Luego se libr de sus ropasde calle an tena buena figura con el pantaln, se qued desnuda, se contempl fugapens en Percy, se puso una fina neglige de gasa y sali del bao.En cuanto estuvo entre las sbanas, sus manos volaron instintivamente hacia la mesilla de noche, donde guardaba las pldoras para dormir y toda aquella farmacopea que formaban los distintos especficos que constituan su recin terminado tratamiento.Fuera pldoras exclam alegremente. Y se dispuso a dormir.En cuanto apag la luz, imgenes confusas de sus sueos de terror aparecieron en el techo, en las paredes, sobre las finas cortinas del ventanal.Se irgui, rabiosa.No! pronunci con energa. Y encendi la luz.Los espectros de la locura huyeron inmediatamente.Tom una de las revistas de actualidad que haba comprado aquella misma tarde y se esforz en hojear sus pginas.Jomeini enloqueca a las muchedumbres iranes, Carter se dispona a presentarse a lasprimarias, la URSS acababa de invadir Afganistn, el Sha corra de un extremo a otrodel mundo en un esfuerzo intil por encontrar la paz y la seguridad...

    Sus prpados caan, el sueo acuda a ella. Necesitaba dormir, descansar, aunque slo fan unas horas si a la maana siguiente quera dar su clase de danza.Apretando la revista tan real y tan prosaicaentre sus manos, intent dormir sin apagar la pantalla de la mesilla de noche.Era igual. En cuanto cerraba los ojos, sombras tenebrosas comenzaban a concretarse ante ella, danzaban, se movan a su alrededor, amenazadoras.No es posible se impacient. Todo eso qued atrs.Abri los ojos. Las sombras odiosas se batieron en retirada.Tal vez un whisky con hielo me ayudar a dormir pens, esperanzada.Pero no. Nada de alcohol. La doctora Waldman haba sido categrica en este aspecto.Nada de alcohol, Eve. Recurdelo: usted beba con exceso antes de venir aqu. El alcohl pudo influir tambin en la neuropata que estuvo a punto de trastornar definitivamente su mente. Huya del alcohol. No pruebe una sola gota.

    Pues bien, no tomara alcohol, no tomara pldoras, no tomara nada. Luchara como fuerontra los rescoldos de la locura.Se esforz en recordar pasajes alegres de su vida. La infancia en Wallace Court, sus bondadosos padres, el taller de ebanistera, sus hermanos, Edgar y Ellis, ya casados, sus sobrinos...Percy y ella no haban tenido hijos, por desgracia, aunque era posible que Eve lograse convencer a Percy para que adoptasen uno, chiquito.Por eso adoraba a sus sobrinos. Naturalmente, Eve era una mujer muy sensible, tmida y temerosa hasta la exageracin. Cuando naci Ben, su ltimo sobrino, y Eve lo tom n brazos tan chiquito y delicado!sinti el temor de que la criatura se le fuera de as manos, cayera y...Siempre haba sido as: un poco insegura, tan tmida, pero tambin tan sensitiva y afecuosa. De jovencita sola soar a menudo... Por entonces tema mucho a los hombres, aun

    que no en general, sino a los desconocidos de expresin sombra, barbudos, malcarados.Haba un sueo que se repeta con angustiosa frecuencia: era aquel en que vea entrar aun hombretn en su propia alcoba.El intruso era un hombre alto y fornido, de cabellos rojos, ojos brillantes; expresin demencial, febril, que vesta una arrugada gabardina. Su barba, rojiza, crecida y dura, raspaba su fino rostro y su aliento maloliente la asfixiaba. Lo peorera que aquel hombre apretaba su cuello con unas manazas enormes. Apretaba y apretaba sin permitirle gritar, pedir auxilio, expresar el inmenso horror de la agona! Y no slo esto, el hombre palpaba lujuriosamente su cuerpo, rasgaba furiosamente

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    sus ropas, la tocaba, buscaba entre sus piernas y...El sueo se repeta miles, millones de veces. Matemticamente exacto, aquel sueo de murte y violacin, haba atormentado a Eve Doyle durante muchos aos. La doctora Waldmanhaba tratado de borrar de su mente tales pesadillas y era cierto que haca mucho tiempo que Eve no haba vuelto a sufrir la puesta en escena del terrible sueo.Pero, por qu lo recodaba ahora? No dorma, no soaba, pero el efecto era el mismo: terorfico.Llena de impaciencia, salt de la cama. Ira a la cocina a por un vaso de leche. Siera inevitable tragara un Valium, aunque odiaba tener que recurrir a los tranquilizantes.Cruzaba el saln, cuando se detuvo, rgida.La puerta del vestbulo estaba abierta!Dios todopoderoso murmur. Puedo ser tan estpida como para olvidarme de cerrar la a?Corri hacia el vestbulo tan excitada como si en el descansillo aguardara una cuadrilla de ladrones dispuesta a aprovechar su descuido. Cerr de golpe, corri los doscerrojos y... se apoy sobre la puerta del despacho de Percy y dej escapar un suspiro de alivio.Se recrimin por su descuido, por su dejadez.Cmo pude olvidarme? se pregunt. Cmo estn los tiempos!Era verdad. La Televisin estaba dando en cada boletn informativo noticias inquietantes: asesinatos, atracos, asaltos, violaciones, violencias de todo tipo. Decididamente, no estaban los tiempos para permitirse olvidar cerrar la puerta.Entr en la cocina, se sirvi un gran vaso de leche y volvi al dormitorio. Dej el vas

    en la mesilla, cerr la puerta de comunicacin entre la alcoba y el saln con el pequeo cerrojito cromado, tom al lecho, sac el tubo de Valium, trag dos comprimidos yebi el vaso de leche.Volvi a leer una noticia escandalosa sobre Margarita de Inglaterra. Esperara a sentir los efectos del Valium en su organismo y se dejara dormir. Posiblemente, despertara muy tarde a la maana siguiente, a pesar de lo cual no puso en hora el despertador. El posponer un da o dos su vuelta al trabajo careca de importancia, al fin yal cabo. Ante todo deba considerar su salud y su... tranquilidad.Pens en Percy. Haba tenido suerte con l: su esposo no slo era un hombre apuesto, edcado y elegante, era mucho ms que eso, era comprensivo, amoroso y entregado.Durante los dos ltimos aos haba tenido que trabajar duramente para hacerse con el prestigio que ahora disfrutaba en el escalafn de la McDougall Electronics. Haba idoascendiendo desde simple botones hasta encargado de ventas para Europa. Ahora l

    os Doyle podan sentirse orgullosos de su status social: posean el apartamento del cntro de la ciudad, pero tambin una casa de campo de Edmonton Creek, dos automviles, una preciosa y valiosa coleccin de porcelanas antiguas, una gran canoa para pasear o pescar en el lago Deepson y una considerable cantidad de dinero en el banco.Pero Percy siempre tena nuevos proyectos. Por ejemplo, como haba hecho el serviciomilitar en las Fuerzas Areas USA, le haba quedado como recuerdo una decidida vocacin por los aviones y toda clase de artilugios areos. Incluso haba llegado a arriesgarse a volar en deslizadores de seda y participado en varios vuelos sin motor.En los ltimos tiempos haca continuas alusiones a las posibilidades de comprarse unavin.Una Piper Cub o una Cessna sera suficiente. Esto nos permitira visitar todos loss de nuestro pas que nunca pudimos conocer dijo, muy ilusionado.

    Tambin Eve se mostr muy animada con aquella idea. Incluso lleg a pronunciar aquellas palabras que tanto emocionaron a su esposo:T lo mereces todo, Percy. Si quieres comprar ese avin, cmpralo. Y si no dispones dedinero suficiente, no me importara desprenderme de la coleccin de porcelanas.Cmo se te ocurre semejante disparate? Las porcelanas! De ninguna manera. Ahorraremo, me esforzar en ganar ms dinero. No te preocupes, esperar el tiempo que sea necesario. Ya no soy un nio caprichoso.Las porcelanas...!Precisamente ahora acababa de escucharse un cristalino estrpito en el saln. El ruido que hubiera producido una de sus caras piezas de porcelana al estrellarse con

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    tra el suelo y convertirse en aicos.Impulsivamente se ech fuera del lecho de un brinco, dispuesta a averiguar lo ocurrido. Pero se detuvo.Primero fue la cautela lo que la fren, pero en pocos segundos se haba desatado elmiedo dentro de ella.Cierto que aquella porcelana poda haberse escurrido accidentalmente de su estantera. Quiz la dej mal colocada al limpiar el polvo y cualquier pequea vibracin de laue se producan a centenares en los edificios modernos haba dado con ella en tierra.Pero... y si no era as, si alguien haba conseguido introducirse en su apartamento durante el largo espacio de tiempo que la puerta permaneci abierta?Eve tembl pensando en esta posibilidad.Un ladrn, un asaltante, tal vez... un asesino, un violador! murmur.Call. De pie sobre la alfombra, ni siquiera se atreva a respirar, atenta a cualquier rumor que procediera del otro lado de la puerta.Transcurrieron, con angustiosa lentitud, algunos minutos.Nada. Silencio absoluto.Ha sido una falsa alarma se dijo Eve. Y volvi a la cama.Cunto necesitaba a Percy! Con l en casa, jams haba experimentado ningn temor. Poresto, Percy era sensato y pacfico, pero meda un metro ochenta y cinco y la prcticaperidica de los deportes le haba dado una musculatura envidiable.Supongo que Percy renunciar al trabajo en Europa en cuanto haya ganado el dinero suficiente para pagar su avioneta. Posiblemente, le promovern a una categora superior y podremos vivir juntos hasta el fin de nuestros das dese fervientemente.

    S, cuan entraable era disponer de la presencia prxima de un hombre tan adorable como Percy Doyle, de un esposo amable, optimista, fuerte y decidido. Haba tenido tanta suerte al encontrar al amado Percy!Entorn los ojos, soadora, y rememor su primer encuentro en el ballet de Sam Perkins. Percy haba cumplido los treinta aos y Eve tena tres menos. Mientras ella interpretaba Lohengrin, capt la mirada llena de admiracin de Percy, que ocupaba una butaca e las primeras filas. Y cada vez que evolucionaba en una de sus casi etreas piruetas, la bailarina tropezaba una y otra vez con los ojos grises y vivos de PercyDoyle, que no la perda de vista un solo momento.No corri a su camerino, como ella haba esperado con cierta ilusin. Pero al da siguinte, el atltico Doyle ocupaba la misma butaca de la misma fila.Luego, una noche l la esper en la salida de artistas. Se present con toda sencillezy la invit a cenar. Y ella, caso extraordinario, acept sin resistirse.

    Se haban enamorado en seguida. Percy se sacrificaba para asistir a todas las obras en las que intervena Eve, pero ella le compensaba con una sonrisa llena de promesas amorosas desde el escenario.Y luego...En la puerta son un roce. Eve interrumpi sus pensamientos y se irgui.Un roce o... un crujido accidental de las maderas?No se trataba de nada accidental, segn pudo comprobar en seguida... el pomo de lapuerta acababa de girar!No es posible murmur.Le pareca que estaba viviendo algo irreal y tan absurdo! Se haba olvidado cerrar lapuerta o no ocurri as?y alguien se haba introducido subrepticiosamente en su caahora... ahora trataba de abrir la puerta de su alcoba.Al principio, todo consisti en eso: el leve roce y el movimiento silencioso del p

    omo.Pero inmediatamente la puerta entera vibr con fuerza, al impulso de un embite bestial.Eve contuvo el alarido de espanto que suba a sus labios. Temblorosa, gir sobre ellecho y descolg el telfono que descansaba sobre la mesilla de Percy.Haba perdido por completo el control de s misma, pues tuvo que marcar varias vecesel nmero de la polica antes de que se produjera la comunicacin correctamente.Polica, dgame.Los golpes asestados contra la puerta eran tan bestiales que las bisagras parecana punto de saltar y todo el tabique se estremeca.

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    A Eve le castaetearon los dientes y los labios se negaron a modular las palabras.Socorro! logr articular. Soy Eve Hasting, es decir, Eve Doyle. Mi... domicilio esPark Lane...Eso fue todo lo que pudo pronunciar, porque de repente la puerta estall y sus maderas reventaron y fueron lanzadas en todas direcciones, de modo que slo qued el marco desencuadernado, movindose cadenciosamente despus de chocar violentamente contra la pared interior.Eve ahog un grito de horror.Dios mo! No... no es posible.All estaba el protagonista de sus pesadillas ms remotas, el monstruo que haba convertido sus sueos juveniles en autnticos tormentos.Estaba en la puerta y jadeaba, mientras contemplaba a Eve con aquellos ojos destellantes, insanos, demenciales.Sus cabellos rojos estaban alborotados y su vieja gabardina arrugada estaba manchada de la sangre de sus nudillos destrozados.Era un individuo alto, corpulento, cargado de espaldas, barbudo y demacrado.Eve se hizo un ovillo en el lecho, mientras el auricular del telfono se balanceaba en el aire pendiente del cable.Una voz insista a travs del hilo telefnico.Seora Doyle o seora Hastings! Hastings era el apellido de soltera de Eve. Quierearse de una vez? Estoy esperando.Pero aquel hombretn de los cabellos rojos camin despacio, rode el lecho, tom el aurcular y lo colg.

    Lentamente se inclin sobre su vctima, la contempl un momento a travs de sus febrilepupilas y luego baj una mano y la deposit sobre los senos femeninos.Eve no se movi.Saba que todo ocurrira como en la pesadilla. l abarcara su dbil cuello con aquellanormes zarpas peludas, ira estrechando el cerco poco a poco, como regodendose al ver retratado el temor en las pupilas de su vctima y dara el apretn final cuando viera que sus ojos se salan de las rbitas y su faz se congestionaba.Despus la violara, era lo que estaba escrito en sus sueos.Eve sinti zumbar sus sienes y comprendi que la muerte estaba cerca.Su ltimo pensamiento fue:No puedo creerlo, es imposible. Una pesadilla no puede convertirse en realidad.CAPTULO IIEl sargento Dickory inclin la cabeza para no golpearse con el marco de la portezu

    ela del automvil, accidente que haba ocurrido anteriormente con harta frecuencia.Se ape, se irgui en toda su estatura, se alis en un gesto maquinal los lisos cabellos negros, cerr el coche con llave, mir a izquierda y derecha, dej pasar a la furgoneta que se acercaba a pequea velocidad y cruz la calle.Desde la acera contempl con un gesto benvolo y no exento de orgullo la hilera de chalets adosados. Luego cruz el andn de hormign, subi los tres peldaos del porche yls el botn del timbre.Tena la llave en la mano, pero no abri porque su madre, la seora Norah Dickory, prefera salir a recibirle y abrirle ella misma la puerta.Syd Dickory escuch el leve arrastrar de sus pies, el rumor apenas audible de la mirilla y luego el descorrer del cerrojo de seguridad. Como siempre, la misma sonrisa dulce y el mismo saludo entraable.Hola, Syd, hijo. Pasa cerraba la puerta con el cerrojo, tapaba la mirilla con su p

    equeo disco metlico, le segua. Por qu no me avisaste que llegaras tan tarde? He preocupada por tu causa desde las nueve, Syd. Las cosas estn tan mal en la calle...Yo soy la polica, mam-respondi l. Y tom el rostro de su madre entre las manos y bfrente con ternura y uncin. La gente exagera. Siempre ha habido ladrones, alborotadores, asesinos, bribones...Crter Anda, anda, no te distraigas. Vendrs derrengado, hijo, despus de casi doce horas de servicio ininterrumpido. Yo te preparar...Pero Syd se haba metido en el cuarto de aseo y se oa el rumor del agua. Estaba duchndose.

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    Su madre estaba en la cocina contemplando con pena el abundante desayuno colocado en una bandeja y que... Syd no iba a tomar ya, con toda seguridad, pues era launa del medioda.Syd lleg resoplando, pero todava con la agradable sensacin del agua fresca cayendosobre su piel sudorosa, pues aquel da haca un calor infernal.Anticipndose a sus deseos, su madre abri el frigorfico y destap una botella grande e cerveza. Tom un vaso y ofreci ambas cosas a su hijo, pero ste, como de costumbre,rehus el vaso y bebi directamente del gollete de la botella.El almuerzo estar en seguida, hijo. Tengo un pollo en el horno.No te des prisa respondi l, distrado. Com un bocado en comisara y no tengo hambo dems, no tengo que volver a comisara hasta las cinco. Incluso podr permitirme ellujo de una siesta.Syd se march a su rincn preferido: el asiento tapizado del saloncito-mirador situado hacia el norte. Hacia la hora del medioda aqulla era la zona ms fresca de la casa. Syd descorri el ventanal para permitir que entrase el aire puro y aspir profundamente el aroma de las acacias tardas que crecan frondosas en el jardn.Norah se reuni con l, minutos despus. Oportuna siempre, traa un paquete de cigarrilos y el mechero, que su hijo haba dejado en cualquier sitio antes de ponerse bajola ducha.Ella se sent frente a l y durante un rato ambos permanecieron en silencio, gozandode la frescura del ambiente, aumentada por la brisa que penetraba a travs del ventanal entreabierto.Disimuladamente, observ a su hijo. Le gustaba su viril gesto cuando frunca los labios para apretar la boquilla del cigarrillo, encenda la llamita azul del mechero,

    chupaba vidamente y entornaba los ojos para evitar que las primeras volutas de humo penetraran en ellos.Syd era una copia, mejorada, de su difunto esposo, Clark Dickory, que tambin habasido polica y, desgraciada suerte!, haba muerto relativamente joven despus de recibr un balazo de un malhechor desesperado. Pero aquello haca ya muchos aos. La herida se haba cerrado y no dola ya.Ahora, Norah Dickory tema por su hijo. Constantemente tema que el da menos pensadoSyd corriera la misma suerte que su esposo. A pesar de las seguridades que l le daba constantemente, a pesar de su aplomo, de su fortaleza. Norah tena que reconocer que aunque Syd slo tena treinta aos, haba dado suficientes pruebas de poseer senatez, cautela, sentido de la justicia y una visin verdaderamente humanstica de suprofesin.Por desgracia, Norah Dickory saba que la muerte no suele distinguir entre los jus

    tos y los depravados. Y de ah sus temores.Syd beba y fumaba pausadamente.Deberas casarte, hijo susurr ella, de repente.No tengo tiempo, mam respondi l, como de costumbre.Era cierto, pues apenas dispona de unas horas libres para dedicarlas al descanso.Desde que Syd fue destinado a Homicidios, dos aos atrs, su tiempo libre se haba ido reduciendo hasta lmites increbles. El servicio era apretado, los delitos se multiplicaban, haba que estar dispuesto durante el da y la noche.Pues deberas sacar tiempo de donde, sea insisti ella. Tienes aspecto cansado, aburo, decepcionado...Syd se volvi a mirar a su madre.Necesito dormir, eso es todo. La noche ha sido ajetreada.Qu sucedi? de repente, Norah acababa de recordar que su hijo haba llegado a casa

    o horas despus de lo normal.Un caso de asesinato y violacin respondi Syd, despus de arrojar una bocanada de hual aire, que la brisa arrastr velozmente hacia el exterior. Una seora de unos cuarenta y cinco aos, una ex bailarina famosa, Eve Doyle.Dios mo pronunci Norah, quedamente.Su asesino la estrangul y la viol. Deba ser un individuo de una fuerza descomunal, ues apret tanto que le rompi la trquea y casi le fractur el cuello, slo con sus maNorah vio que las facciones de su hijo se tensaban.Lo... lo habis detenido?No. La seora Doyle llam a la polica pidiendo socorro, pero la comunicacin se inter

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    pi. El sargento que haba recibido la llamada perdi media hora preciosa antes de decidirse a enviar un coche-patrulla al 74 de Park Lane. Esto es normal: recibimosa diario centenares de llamadas de gamberros que denuncian agresiones y asaltosque... slo existen en su imaginacin. En realidad, tratan de distraer a la polica encomprobaciones de ese estilo, se divierten de esa estpida manera.Pero finalmente acudiste a esa direccin...No fui yo, sino dos agentes de auto-patrulla. Me avisaron despus desde el domicilio de la seora Doyle, cuando la encontraron muerta en su lecho con la ropa de dormir hecha jirones. Naturalmente, estaba ya muerta. Su asesino tuvo tiempo holgadode escapar. As que...Call bruscamente. Luego dio una chupada al cigarrillo y se llev a los labios la botella de cerveza.Estaba pensando que probablemente los agentes patrulleros habran atrapado al estrangulador si el sargento Findley hubiera tomado al pie de la letra la llamada desocorro de la seora Doyle. Pero...Era una casa preciosa, muy bien puesta, a pesar de sus pequeas dimensiones. Un apartamento lujoso del centro de la ciudad relat, mirando a los nios que jugaban en eljardn. Excelentes muebles, decoracin distinguida, ya sabes... Vimos una maravillosa coleccin de porcelanas: dos jarrones Svres, piezas del Renacimiento italiano, algunas figurillas chinas. Todo muy caro, por valor de unos cuantos miles de dlares. Una de las piezas, una tetera, se haba hecho aicos contra el suelo. La puerta noestaba violentada, de modo que, probablemente, nunca sabremos cmo consigui entrarel asesino. Es posible que llamara y ella saliera a abrir. O que utilizara unacopia de la llave autntica. Por cierto, la cerradura era de esas modernas, muy so

    fisticada, con llave de cuatro hileras de guardas, prcticamente imposible de abrir con ganza, de modo que tuvimos que hacer venir a un cerrajero especializado, que nos franque la puerta.Ms pareca hablar para s que para su madre. De alguna manera, ella intua que no era onveniente interrumpirle en estos momentos, pues al mismo tiempo que informaba asu madre, Syd iba recomponiendo su actuacin, de forma que, a veces, consegua reparar en algn detalle que al principio no le haba llamado la atencin y que podra resutar trascendente para la investigacin.De todas formas, ella consigui encerrarse en su alcoba, pues el asesino se vio obligado a destrozar la puerta de esta pieza. Calculo que debe tratarse de un individuo de casi dos metros de estatura y ms de cien kilos de peso, dotado de una fuerza bestial. Recuerdo cul fue mi primer pensamiento al ver aquella puerta destrozada a puetazos. Porque la haba roto a golpes de puo: las maderas estaban machacadas

    de su propia sangre e incluso encontramos un fragmento de piel de sus nudillos.Debi sangrar bastante, porque tambin haba pequeas gotitas de sangre en la moqueta olor tabaco, en el telfono, en las sbanas, en la ropa interior de la seora Doyle eincluso en su cuerpo. Por qu haba destrozado la puerta de la alcoba a puetazos? Lo lgico sera haber utilizado una silla o el contundente candelabro de cobre que ocupaba un rincn., Por eso pens: Parece la obra de un loco. Y sigo pensando lo mismo.Syd call. Sus ojos se perdieron en el firmamento caliginoso. Durante unos minutospermaneci en silencio. En el antepecho de la ventana estaba la botella de cerveza, vaca.Norah se puso en pie y se desliz, silenciosa, hacia la cocina. Ech una ojeada a suasado, cort el fuego y volvi con otra cerveza casi helada.As que tenemos sus huellas dactilares, pero hemos comprobado que ese individuo noest fichado, de modo que... Bueno, tambin sabemos que su grupo sanguneo es el O pos

    itivo. S, tenemos algunos datos sobre l. Por ejemplo, sabemos que era un individuobarbudo. Barba de una semana. Lo sabemos porque el rostro de la seora Doyle ofreca diminutas punzadas, refregones, semejantes a los que podra producir una barba crecida. Y tambin porque hallamos tres pequeas cerdas. Es pelirrojo, porque tambin quedaron cabellos de su cabeza prendidos en las sbanas y entre las uas de la seora Doyle. Pero todo esto de poco nos sirve por el momento.Tom la botella que su madre no se haba atrevido a ofrecerle para no interrumpir suhilo mental y bebi un largo y refrescante trago.He invertido toda la maana en hacer algunas averiguaciones. He interrogado a los vecinos. Al parecer, Eve Doyle haba sido dada de alta recientemente en la Clnica Ps

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    iquitrica Hatford. No s si este dato guardar alguna relacin con el asesinato en s,nque Curly Norah saba que su hijo llamaba as al teniente Bert Solomon, pues ste tcabello muy ensortijadopiensa que nada tiene que ver, pero yo lo tendr en cuenta, por si acaso.Evidentemente, Syd Dickory no dejaba nada al azar. Era tan meticuloso en sus investigaciones que a veces llegaba a ser exasperante. Pero su madre apreciaba en Syd este espritu analtico y paciente, que le permita obtener el xito donde otros habn fracasado.La seora Doyle sufri un desequilibrio mental que hizo imprescindible su internamiento en Hatford, donde fue sometida a tratamiento por la doctora Kate Waldman habl Syd con voz montona. Pero se recuper totalmente, segn he sabido de labios de la propa doctora Waldman a travs del telfono. Iba a reintegrarse a su trabajo, pues era profesora de Ballet en la Academia Stromberg, cuando sbitamente recibe la visita de un perturbado que la estrangula y la viola.Un gesto amargo apareci en su rostro atezado por el sol.No tena ms que a su marido, Percy Doyle, un importante empleado de la empresa McDougall Electronics, que ahora trabajaba como agentes de Ventas en Europa. Consegu de su empresa que me indicaran su direccin en Madrid y he hablado con l. Est destrozado... Se ech a llorar cuando le di la noticia con todo el tacto posible. Un representante de su compaa en Madrid me dijo, cuando se cort la comunicacin, que el seDoyle haba sufrido un sncope y que no poda seguir atendindome al telfono porque teue llamar a un mdico de urgencia. Puse una nueva conferencia a Madrid, dos horasms tarde, y supe que Percy Doyle haba sido ingresado en una clnica... Norah acaricila mano de su hijo. Pero no hizo ningn comentario.

    Syd encendi otro cigarrillo, del que fum con cierta ansiedad.Parece que se recuperar, que se trataba ms bien de una lipotimia que de un verdadero ataque al corazn sigui hablando, con cierta expresin lejana. Por supuesto, vendrcuanto el mdico se lo permita. Y se encontrar con su esposa muerta, estrangulada,cuando ambos se disponan a reiniciar su vida. Ya he pedido al forense que el cadver de la seora Doyle sea adecentado y tratado por un especialista, pues su expresinera horrible y Percy Doyle tendr que reconocer el cadver. Pero an no sabemos cundollegar a esta ciudad y el cuerpo ser depositado en los frigorficos de conservacin dl depsito especial de la Morgue...Qued en silencio, inmvil. La brisa alborotaba de vez en cuando sus cabellos lisosy sueltos.No aadi nada ms. Slo se mova, de cuando en cuando, para tomar un trago de cerveza ar una chupada al cigarrillo.

    Syd fumaba demasiado y Norah estuvo a punto de decrselo. Pero comprendi que no erael momento oportuno y call.Podemos comer cuando quieras, hijo. El asado est a punto. Te preparar una ensaladao una macedonia de frutas, como quieras.No tengo ganas de comer, madre. Slo de descansar respondi l.Ella pareci considerar sus palabras durante unos segundos. Luego se alz de su asiento y dijo:Tienes razn, Syd. Debes estar muy cansado. Ve a la cama. Duerme tranquilo. Cuandodespiertes, yo te tendr dispuesta la comida.El sargento Dickory termin su cerveza y la dej sobre el antepecho del ventanal, junto a la otra. Luego se march, cruzando el saln y siguiendo el pasillo, hacia su dormitorio.No s si cuando despierte habr recuperado el apetito pens.

    Y se dej caer sobre las frescas sbanas. Cerr los ojos, se relaj y se qued profundate dormido.CAPTULO IIIEl asesinato de la seora Eve Doyle tuvo lugar en la madrugada del da 3 de julio. Cuatro das despus, es decir, el 7 de julio, el avin que traa a Percy Doyle tom tieren el aeropuerto, a las tres de la tarde.Syd Dickory, que haba acudido al aeropuerto, le vio descender la escalera.Percy Doyle era un hombre de excelente porte y fsico distinguido. Deba tener unoscuarenta y ocho o cuarenta y nueve aos, pero se conservaba muy bien. A pesar de lo cual, su rostro descolorido y la torpeza de sus movimientos demostraban que an

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    se hallaba bajo el influjo de la tragedia que le haba tocado vivir.Syd no se acerc a l: tal misin no era de su incumbencia. Sin embargo senta un interms personal que profesional por conocer a aquel hombre, motivo que le haba impulsado a trasladarse al aeropuerto justo a tiempo para ver a Percy Doyle.Consideremos que un polica se encuentra muy a menudo ante un verdadero jeroglficoa la hora de resolver un hecho delictivo misterioso. Por tanto, debe valerse detodas las hiptesis posibles y no desechar de antemano ninguna posibilidad. Y entre estas posibilidades aunque de forma confusa y remotacontaba la de que Percy Doyle hubiera hecho asesinar a su esposa.A primera vista, esto puede parecer una monstruosidad, pero si nos ceimos a la experiencia es preciso admitir que no es la primera vez que un marido ha encargadoel asesinato de su esposa y al revs, por diversos motivos.Syd Dickory poda recordar el caso Rewood, por ejemplo.Horace Redwood, un importante hombre de negocios que viva en Chicago, se march a Londres por motivos profesionales. Dos das despus, el cadver de su esposa, Dorothy,apareci en un vertedero de basuras. Las torturas y parciales mutilaciones a que haba sido sometido el cuerpo de la seora Redwood, junto con las palabras obscenas que haban escrito con rotulador sobre su piel, todo esto dio pie a la polica para imaginar que se trataba de un asesinato ritual. Nada ms lejos de la verdad, sin embargo. La idea de enmascarar el horrendo asesinato con un toque ritual parti del propio Horace Redwood, quien imagin despistar, as, a los investigadores. Y cierto que lo consigui... aunque no tanto. Con todo, el desconsolado esposo cometi el error errible: exigi a sus asesinos a sueldo que filmaran la escena del asesinato, puesodiaba a su esposa hasta lmites de aberracin. Los sicarios cumplieron y Redwood r

    ecibi una pelcula en Super-8 despus de entregar el resto de la cantidad acordada como pago del crimen.Cuando fue detenido, Redwood confes que haba proyectado aquel filme docenas y docenas de veces, en una sala de su lujoso apartamento de Rodgrove, de modo que finalmente la pelcula result rayada y un tanto estropeada la banda estereofnica impresionada con los gritos agnicos de su propia esposa.No fue el azar quien hizo posible la detencin y la confesin de Horace Redwood, sino la paciente vigilancia policial. Cuando Redwood se dispona a emprender un viajede asueto a Miami Beach, dej un momento en su coche descapotable un maletn, dondehaba guardado el clebre filme con la escena del asesinato. Un joven polica que sehaba convertido en su sombra, aprovech que Redwood haba olvidado unos contratos ensu residencia para abrir el maletn, encontrar la pelcula, echarle una rpida miradaal trasluz y comprender que tena ante los ojos la prueba concluyente de un crimen

    horrendo.Pero Syd Dickory no haba acudido al aeropuerto slo por esta razn, aunque la tena encuenta. Le interesaba comprobar si alguien observaba a Doyle, si alguna personademostraba inters por l.Pero no ocurri as. En la aduana, Doyle se reuni con Ellis Hastings su cuadoy pocpus abandonaban el aeropuerto. Nadie ms se interes, de cerca o lejos, por el infeliz seor Doyle.Esa misma tarde, Percy Doyle acudi al funeral por el alma de su esposa, cuyos restos fueron quemados en un horno dependiente de la misma capilla presbiteriana.La polica concedi treinta y seis horas a Doyle para que se recuperase de las emociones de aquella tarde. Y luego fue convocado, en la maana del 9 de julio a la Seccin de Homicidios.Curly Solomon haba pedido a Syd que estuviera presente en el interrogatorio, que hu

    bo de interrumpirse poco despus cuando el seor Doyle sufri un doloroso ataque de nervios.Djame sacarle de aqu, Bert pidi el sargento Dickory al teniente Solomon. Tratar iguar lo que nos interesa.Pareca mentira que aquel hombretn, macizo y atltico, fuera tan sensible. Pero nuncaacabamos de conocer a las personas.Vamos a dar una vuelta por ah propuso Syd. Aqu dentro hace demasiado calor.Y Doyle le agradeci aquella proposicin con una dbil sonrisa. Subieron al coche delsargento, que condujo hacia las afueras, hasta las colinas de Kriboken, al bordede un pinar, donde exista una cervecera al aire libre y los excursionistas se emp

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    eaban en afinar sus siluetas a base de carreras pedestres, ciclismo, montaismo, etctera.Bajaron del coche y echaron a andar. Indudablemente, Doyle pareca un nombre destrozado. Se esforzaba en demostrar entereza, pero no lo consegua del todo, pues decuando en cuando sus ojos se tornaban brillantes y surgan las lgrimas.Usted y la seora Doyle deban quererse mucho coment Syd, cuando despus de escalar uave pendiente, se detuvieron para fumar un cigarrillo.Eve era lo ms importante para m. Era... admirable. Jams se quej cuando abandon suera por mi causa. Yo no quera que siguiera bailando, aunque ahora comprendo que era una postura absurda. Lo cierto es que la necesitaba para m. Por ella trabaj sindescanso, por ella hubiera hecho cualquier cosa. Eve... posea una humanidad fuera de lo comn. Era... bondadosa, abnegada, sensible, un poco asustadiza, muy imaginativa. De todas formas, posea una fuerza de voluntad superior a la ma. Incluso cuando sufri aquel... desequilibrio nervioso, se someti al internamiento de buen grado, pues comprenda que era la nica solucin para devolverla a la normalidad. Las causas... fueron diversas. Esta loca vida, que nos empuja a andar corriendo sin parar en pos de algo que... despus se evapora en nuestras manos sin dejar rastros. Yo me vea obligado a viajar constantemente, no tuvimos hijos, ella se volc demasiado en su trabajo de la Academia de Ballet Stromberg... Tenamos el tiempo tan ajustado, que necesariamente tenan que dislocarse los nervios de una mujer tan sensitiva y exquisita habl fluidamente, sin permitirse la menor pausa.Pareca fuera de duda que Percy Doyle haba amado apasionadamente a su esposa. Y todava la amaba.Cuando ella fue a la clnica, yo me esforc en ganar ms y ms dinero... incluso a cos

    de mi salud aadi. Para los dos fueron muy amargos aquellos seis meses. Yo acuda cavez que poda a verla, pero slo eran unos minutos y comenc a desfallecer. Sin embargo, la seguridad de que necesitaba dinero para ella, me empujaba a soportar tantas amarguras. Y de pronto, cuando Eve acababa de darme la noticia de su alta, desu completa rehabilitacin mental, cuando bamos a vivir juntos y a ver transcurrirfelizmente los aos de nuestra madurez...No pudo seguir hablando. Un gemido hondo, viril, le conmovi de pies a cabeza. Suespalda se arque, agitada por los sollozos. Se haba vuelto de espaldas, para que Syd no fuera testigo de su debilidad, pero el sargento apoy una mano en su hombroy otra en su brazo y dijo con voz suave:Clmese, Percy. Comprendo su dolor. Estoy aqu, como testigo de su desesperacin y debcreerme si le digo que comparto su afliccin. Ha sufrido un duro golpe, un terrible golpe. Para usted lo fcil, ahora, sera abandonarlo todo: sus proyectos, sus ilu

    siones, incluso su trabajo. Pero no caiga en la tentacin. Resista y siga esforzndose. Le ayudar.Doyle se recuper un tanto. Acept el cigarrillo que Dickory le pona entre los dedosy fum con gran ansiedad. Luego, los dos hombres dieron la vuelta y descendieron alo largo de la vereda.Vamos a tomar tina cerveza decidi Syd. Y se aproximaron a la barra, bajo las copasde los pinos y paladearon lentamente l fro lquido refrescante.Doyle se haba serenado. Pero su rostro estaba plido y sus ojos reflejaban un vaco sin lmites.No puedo comprenderlo dijosupongo que me ha tocado a m, como poda tocarle a cualqr otro ser humano... La persona que mat a Eve deba ser un desequilibrado.Esa es su opinin? indag Syd.Naturalmente! se excit Doyle. Llevo muchas horas pensando en todo esto, sobre todo

    spus de conocer el informe de la polica... Tenamos en la casa cosas de mucho valor.Una coleccin de porcelana, valorada en ochenta mil dlares. Eve me lo advirti muchas veces: Debemos asegurar nuestra coleccin, aunque tengamos que pagar una cantidadconsiderable de dinero. Pero yo no le hice caso Doyle se enjug el sudor de la frente con un pauelo. Maldito bochorno! exclam, resignado. Adems, haba dos cubertera maciza, y algn dinero... Unos cuatro mil dlares. Por qu el asesino de Eve no tomdo eso y se march? Estaba al alcance de su mano, poda llevrselo. Ella, segn tengo etendido, estaba en su alcoba y se encerr con cerrojo. Mi mujer no supona ningn peligro. Pero no...Se volvi para ocultar las lgrimas.

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    Evidentemente, un hombre dedicado a los negocios como Doyle, no poda comprender que, a veces, los asesinos sienten impulsos ajenos al robo, al lucro en s.Permanecieron an un rato bajo la fresca sombra de los pinos. Discretamente, Syd intent sonsacar a Percy Doyle acerca de sus familiares, de sus amigos, de su entorno social. No le result difcil: Percy era un hombre desconsolado, elemental y afectuoso que necesitaba desahogarse con alguien. Si ese alguien era un interlocutoramable y silencioso como el sargento Dickory, tanto mejor.Doyle hizo una exhaustiva relacin de su vida profesional, de sus relaciones sociales y familiares. Despus Syd le pregunt sobre Eve y Percy fue igualmente meticuloso y abundante en la narracin de ancdotas y descripcin de los familiares y amigos desu esposa.Dickory no pudo extraer un solo dato interesante de todo ello. Interesante parasu investigacin, se entiende, pues como persona Percy Doyle era para Syd tan importante como cualquiera de los personajes a los que haba tenido que tratar y ayudar.Habl tambin de la Clnica Psiquitrica Hatford. Percy slo tena una queja al respectcorto espacio de tiempo que concedan a las visitas. En cuanto a esto, eran demasiado rgidos, en su opinin. Pero se senta satisfecho de la terapia aplicada a Eve por la doctora Waldman y, en general, de los resultados obtenidos con su esposa.Hacia el medioda haca tanto calor que incluso bajo las ramas de los pinos se haca insoportable aguantar.Syd se llev en su coche a Percy Doyle y le dej en el hotel Lexington, donde residadesde que volviera de Madrid.Desde all, volvi a la comisara y grab un informe condensado para el teniente Bert C

    rly Solomon. Termin la grabacin con estas palabras: Pienso dormir la siesta hasta las seis. Que nadie me moleste hasta esa hora.Abandon la comisara, camino de su casa.Esa misma noche...* * *Ed Brooks se incorpor un momento al escuchar el penetrante zumbido de su despertador-radio-reloj japons. Seguidamente abri un ojo, vio la hora nueve treinta de la nochey... volvi a quedarse dormido.Dolly Alvarde, la guapa chicana con la que viva desde unos aos a esta parte, penetr en el dormitorio cinco minutos ms tarde. Se inclin sobre el hombre que jams se acstaba con ella de noche, y le zarande:Ed! Despierta!Brooks despert por segunda vez en el espacio de cinco minutos. Estaba baado en sud

    or lo cual le ocurra a casi todo el mundo a aquella horay tena una expresin de inso terror. Tan intenso que su guapa compaera retrocedi de un brinco.Ed! Qu diablos te pasa! chill, asustada.He vuelto a soar con Maddie Ohara resopl, desmayado. So que Maddie haca lo que unciado tantas veces: pasarme por encima con una apisonadora.Dolly se enfureci.Y por eso me has dado un susto de muerte, condenado borrachn? La botella entera devino que te bebiste esta tarde, eso es lo que te ha hecho soar rugi la mujer. Y tirde las sbanas, empuj el colchn e hizo rodar a Ed Brooks sobre el fresco piso de piezas de terrazo. Aprate, haragn! Faltan apenas veinte minutos para que comience tu trno.A Ed le hubiera gustado dormir toda la noche sobre el fresco pavimento, pero Dolly le incordiaba sin cesar, tirndole de los pelos, hacindole cosquillas en las axi

    las y la espalda, en las plantas de los pies...Finalmente se incorpor de mala gana, enganch un pie en las sbanas, estuvo a punto de caer cuan largo era..., pero Dolly estaba all, vigilante, y le enderez y le lleva trompicones hasta el cuarto de bao, le dej sobre la placa y abri el grifo de la ducha, con lo que Brooks se duch aquella noche con los calzoncillos puestos.El agua le despej un tanto, aunque an senta los vapores del vino en su cerebro y elsutil sedimento de la horrible pesadilla.Dolly le ayud a vestirse antes le bes la ancha espalda en un arrebato de ternura, lpein, le acompa hasta la puerta y le puso en la mano las llaves del coche y la bolsa de curpiel con el termo del caf y el desayuno para la maana siguiente.

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    Antes de marcharse, Ed se volvi y la mir fijamente.Estoy pensando que esto nuestro est durando demasiado, Dolly...Te quejas? pregunt ella con expresin fiera.Todo lo contrario, mi vida. Creo que... No me hagas mucho caso, pero por qu no pasar por la vicara? Al fin y al cabo, t y yo somos catlicos. Nuestra gente piensa quelo decente es casarse. Yo a Brooks se le vino un color y se le fue otro, yo te quiero, dulzura, Dolly, corazn mo, cordera... Pero no es slo lo que hay entre t y yo. s Billy, nuestro hijo. Tiene ya tres aos. Pronto tendr que ir a la escuela y... Enfin, si ests de acuerdo, ve preparando los papeles.Dolly qued plida primero, luego se le subieron los colores, se le hinch su desarrollado busto latino v..., finalmente, se abalanz sobre el fornido Brooks.Le bes apasionadamente en los labios, le estruj, permiti que l, como quien no quierla cosa, le introdujese la mano libre entre los senos y respondi:De veras, Eduardo mo?Ya sabes que no me gusta que me llames Eduardo. Eso es chicano, no? respondi l un o amoscado.Qu importa! respondi ella, exultante de alegra. Entonces quedamos en que voy preel papeleo...S.Pues no voy a hablar ms, Eddy, mi vida. Vete con Dios. Y ten mucho cuidado al llegar a la carretera. Ya sabes que algunos corren como locos y tu...t te tragaste labotella de vino entera. En serio, Ed, ten cuidado.Lo tendr, Dolly. Dale un beso a Billy antes de acostarse recomend Brooks. Y sali.Frente al bloque de casas baratas estaba el viejo Oldsmobile. Era un automvil ruino

    so: chapas abolladas por doquier, pintura cuarteada, cristales rayados y sucios,la tapa del portaequipajes sujeta con un alambre... Pero era lo nico que Brookstena para trasladarse a las instalaciones de la Bogan Company, compaa que se dedicaba al alquiler y venta de maquinaria de obras pblicas.Por fortuna la temperatura elevada ayud a arrancar al viejo automvil en seguida. De modo que Ed encendi los faros llenos de mosquitos y mariposas nocturnas estampadas sobre los cristales, se arrellan en el desvencijado asiento y arranc.Tena un cigarro puro de medio dlar entre los dientes y se senta medianamente feliz.Su satisfaccin se derivaba de haber tenido la suficiente presencia de nimo y valor reconocido stas hubieran sido sus palabraspara plantear dignamente a Dolly la posibilidad del matrimonio. Al fin y al cabo, llevaban largos aos viviendo juntos,de modo que... Atraves el barrio de casas baratas ocupadas por obreros, alcanz lalarga y casi siempre solitaria Radial Avenue y condujo a pequea velocidad hacia e

    l sur.No conduca moderadamente por que le gustase amaba la velocidad, sino porque el Oldsobile no daba ms de s. Y, adems, a medida que avanzaba hacia el sur, la idea de detnerse unos minutos en Smith Stop, el negocio de un viejo amigo, iba tomando cuerpo en su cerebro.Se detuvo, s, al final de Radial Avenue, donde se alzaban unos cuantos sauces llorones agitados por la brisa y un cuarteado anuncio luminoso avisaba a los conductores de Desayunos y Ccteles, es decir, lo que se tomaba al principio y al final decada jornada.Haba dos grandes trailers en el camino de los sauces y media docena de automviles.A cien metros de all, los obreros de obras pblicas estaban reponiendo el firme dela avenida. La mitad de la derecha tena un color oscuro intenso, negro, y aparecalisa como la palma de la mano. En la izquierda, se haba levantado el viejo pavim

    ento con mquinas pesadas de roturacin. Se vean algunos compresores, unos camiones y... una apisonadora!Ed qued all plantado, rgido. Not que el calor hua de su cuerpo y su sudor se tornahielo.La apisonadora.Algn da te har pasar por encima una apisonadora, hasta reventarte. Estallar tu viee y regar de tripas el patio. Las nias se reirn cuando vean desparramados los menudillos de un tipo llamado Edward Brooks, le haba repetido centenares de veces la severa Maddie Ohara.Maddie Ohara era una de las brutales vigilantes del reformatorio infantil de Cop

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    per Fields, una institucin del Estado, en la que Ed haba pasado tres largos aos desu vida. A los nueve aos, Ed Brooks era un nio delgado, anmico, asustadizo, apocado, incapaz de relacionarse con los dems. Este entre otrosera el motivo que le haba levado al reformatorio. Y all haba ido a tropezar con Maddie Ohara, aquella brujade cuarenta aos, alta y huesuda, que le haca la vida prcticamente imposible.La animosidad de la cuidadora contra el nio haba surgido de algo tan nimio como lamana de Ed por dormirse con un juguete que le haba trado una hermana de su madre (los padres de Ed haban muerto cuando l era poco ms que un beb). Era una apisonadorauna preciosa apisonadora de hojalata, con su cuerda, sus rulos inofensivos y unmecanismo que imitaba el ruido de la mquina original. Ed le tom tanto afecto a aquel juguete que jams se desprendi de l hasta que Maddie Ohara lo tir a la basura. Cn l jugaba, con l coma y con l dorma.Maddie tena mal genio, era ruda y severa, propensa a los azotes ante la menor desobediencia, de modo que Ed se gan muchos golpes hasta que, cumplidos los once aos,se hizo cargo de l el bondadoso matrimonio formado por Baine y Elaide Brooks, modestos tenderos del barrio de Low-Holden.El gesto airado de Maddie, sus continuos gritos, maldiciones y castigos, haban marcado indeleblemente a Ed. Nio imaginativo con exceso, haba sufrido durante milesde noches aquella pesadilla atroz en la que l resbalaba sobre el suelo y caa a tierra. Maddie Ohara, encaramada a una enorme apisonadora de obras pblicas, conduca inclemente el pesado armatoste hasta que...Ed expuls con fuerza el aire de sus pulmones, pronunci una maldicin... y camin apria hacia Smith Stop.Por fortuna, all estaban algunos de sus mejores amigos. La animacin que reinaba en

    el negocio de Smith buenas noches, compadre, cmo t por aqu, alej de l los tensamientos y le devolvi al mundo vulgar, animado y ruidoso en el que Brooks sola desenvolverse. All estaban Tom Barin, Burt Noble, John Smith, Atilano Arias..., personas a las que conoca desde haca tantsimos aos.Le invitaron a participar en la partida de dados y l acept de buen humor. Atilanopidi algo de beber para l. Ed no quera tomar vino ahora, de modo que se inclin por n cubalibre bien fresquito..., aunque l nunca lo peda as, sino que exiga al compadmith ron con cola, anticipando la palabra ron que le interesaba ms que la cola y elnico que comprenda su broma era Atilano Arias, que como buen californiano entendael espaol y capt la procaz alusin de Brooks, pues en castellano tambin se llama colal miembro viril.Bebi, jug, gan, brome y perdi y volvi a beber. Eran ms de las once cuando sali io de Smith y subi al coche.

    Maldita mquina gru entre dientes, un poco borracho, al divisar la mole inmvil de isonadora, all en la distancia, bajo los altos puntos fluorescentes de los focos.Era muy tarde, pero no le preocupaba. Su funcin consista en relevar a Buster Alonso, el viejo vigilante diurno de la Bogan Company, que le deba muchos favores, porque Ed haba reemplazado a Buster cuando su mujer fue al hospital con medio cuerpoparalizado y arrojando espuma por la boca. Y esto Brooks lo haba hecho sin darleimportancia, durante cuatro das, sin pasar el informe correspondiente a la oficina, ya que el viejo Buster Alonso tema que le despidiesen de la empresa. As que una hora ms o menos...Sali a la autopista y condujo con prudencia extremada. Era consciente de que no le luca uno de los pilotos traseros y no quera buscarse complicaciones con la policade trfico.

    Un par de kilmetros y ya estaba all. Los altos muros de bloques de hormign, la alambrada, las seales de circulacin torcidas por otros tantos golpetazos de los adormilados trabajadores que llegaban por la maana, los focos de la fachada y... BusterAlonso detrs de la cancela, con los dos perros lobos a su lado, lleno el cuerpode impaciencia, con la frente sudorosa y:Por qu te retrasaste, Ed? Ya sabes que mi vieja se descompone cuando llego tarde. Su corazn...Brooks se derriti en un exceso de explicaciones. Minti, claro est, cuando dijo quesu despertador se haba atorado, y sigui mintiendo cuando invoc un pinchazo en las obras de reparacin de Radial Avenue. Y se qued tan tranquilo.

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    Pero pas tan cerca del viejo que ste oli su aliento y comprendi la verdad. Pero no ijo nada. Se limit a guiarle hasta el cuartito de vigilancia, a hacerle firmar lahoja del relevo, a recoger su pequea bolsa y a golpear la espalda de los perroscon palmadas ruidosas cuando los animales le acompaaron hasta la ancha cancela deacceso.Luego, Ed silb a los perros y stos le siguieron hasta el cuarto de vigilancia. Brooks abri su gran bolsa, sac el termo, verti un poco de caf caliente en la tapa y lobebi a pequeos tragos, soplando y resoplando con placer, mientras sostena su cigarro de medio dlar en la mano izquierda. Los perros movan sus colas, atentos. Brooksabri su fiambrera y arroj un par de salchichas a los canes, que engulleron la pitanza en "un santiamn.Ea, se acab murmur Brooks entre dientes.Tap el termo, guard ambas cosas en su bolsa y tom de un cajn una gran linterna, puese propona hacer la primera ronda. As, con el cigarro entre los dientes, la linterna en una mano y el pesado manojo de llaves en la otra, abandon el cuartito de vigilancia, seguido de los perros.Su trabajo nocturno era descansado, apacible. En las instalaciones de la Bogan Company jams ocurra nada desagradable, al menos por la noche. Cierto que los ladrones merodeaban en las clidas noches de verano por aquella zona fabril, pero en laBogan Company no haban penetrado jams.A fin de cuentas, qu podran robar all, sino maquinaria pesada? Ningn loco se atreva hacerlo.Rode el edificio de administracin, abri para apagar una lmpara que alguien se habajado encendida y volvi a cerrar. Luego recorri las fachadas exteriores de los enor

    mes hangares donde se alojaban las mquinas, contorne la alta alambrada empotrada en un zcalo de hormign y retorn a su cuarto de vigilancia.i Los perros penetraron en la exigua estancia en pos de l, pero al ver que Brooksse repantigaba en el viejo silln, abra un cajn, sacaba un arrugado nmero de Playbse pona a leer, salieron poco despus al exterior.Ed se sirvi un poco ms de caf y hoje la revista, complacido. Al contemplar un rotuno cuerpo de mujer morena, record por reflejo a su Dolly y sonri al imaginar que, ala maana siguiente, ella se mostrara ms cariosa que nunca.Pas el tiempo lentamente. A las dos de la madrugada, Brooks dej la revista, se puso en pie, se desperez como un oso y se dispuso a iniciar la segunda ronda de vigilancia, tal como tena ordenado.Los perros no estaban a la vista. Les silb de la forma convenida, pero los animales no aparecieron.

    Fue entonces cuando le pareci escuchar un rumor distante. Intrigado, ech a andar,atraves el csped, se detuvo y aguz el odo. El ruido, insistente, persista. Parecaenir de la parte ms alejada del recinto.Y los malditos perros? Merodeara alguna perra en celo por los alrededores?Al volver la esquina de uno de los hangares, vislumbr dos bultos al pie del setoque limitaba la calzada. Se acerc, se inclin y... comprob que los dos perros estaban muertos. Sus cuerpos estaban tibios an, pero de sus belfos manaba una espuma blanquecina de mal agero.Se asust. Incluso pens que lo ms prudente era volver al cuarto de vigilancia y coger su carabina.Pero en aquel momento, el rumor que le haba atrado aument de volumen. Brooks se irgui, camin junto al muro del hangar y lleg ante el gran portn abatible. Al otro ladoun potente motor zumbaba con estrpito.

    Haba una gran mancha de grasa sobre el pavimento, precisamente delante de la pequea puerta lateral de acceso para personas. Nervioso, Ed sac el llavero, seleccion una llave a la luz de la linterna y abri.Distingui las moles de las pesadas mquinas en el oscuro recinto del hangar. Inmediatamente encendi la linterna y enfoc hacia adelante.Vio la gran apisonadora y qued inmvil, incapaz de reaccionar. Tambin entrevi una cofusa silueta, un rostro, tras los sucios cristales de la cabina.Maddie Ohara! exclam, aterrado.Y retrocedi, tembloroso.Por desgracia, no record la gran mancha de grasa. En su precipitada y loca fuga,

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    sus pies resbalaron y cay al suelo violentamente y rod sobre el duro pavimento.En aquel momento, el portn basculante cruji horrsonamente y cay con gran estrpito,pocos pasos de l. Simultneamente, en la puerta del hangar apareci la gran apisonadora.Dominado por el pnico, Ed se sinti incapaz de reaccionar. La apisonadora pas por encima del abollado portn y lo dej convertido en una lisa lmina que emita vibracionesmetlicas.Lentamente, el rulo delantero veinte toneladas de pesoavanz hacia l. Fue el instino de conservacin lo que le impuls a saltar hacia delante, a equilibrar su cuerpo apesar de que sus sandalias resbalaban sobre el pavimento. Y corri, corri locamente, ansioso por escapar a aquella pesadilla viviente.S habra alejado unos veinte metros cuando sinti aquel picotazo en l cuello. El dolofue tan agudo, que Ed se llev instintivamente una mano a la zona herida, perdi elequilibrio y cay rudamente a tierra.Quiso moverse y not sus msculos paralizados, incapaces de elevarle del suelo y ponerse a salvo.Apenas pudo girarse para ver la pesada mole metlica que se le vena encima. En su rostro se reflej, el horror al vislumbrar el demacrado rostro de la persona que conduca la apisonadora.Maddie Ohara! jade. Y sesenta toneladas de peso pasaron por encima de l, lentamentCAPTULO IVEl calor iba en aumento. Aquel da se haba llegado en la ciudad a los cuarenta y ungrados: Y esto no era, nada: las previsiones meteorolgicas indicaban que las temperaturas iran en aumento hasta mediados de agosto.

    Syd Dickory hubiera preferido descansar durante todo el da y trabajar por la noche. Pero esto slo era un sueo irrealizable. Por la noche era imposible llevar a cabo una investigacin, visitar a centenares de personas, interrogar a sospechosos otestigos, visitar centros oficiales... Verdaderamente, habra que seguir con la rutina diaria. Es decir, aguantar catorce horas de calor diarias.Cierto que los largusimos das del verano ofrecan muchas posibilidades de diversin pra la gente normal: el verano, la vida al aire libre, las piscinas, los ros y lasplayas, las fiestas de sociedad, los bailes, los conciertos, los clubs nocturnos...Sin embargo, estaba demostrado que en pleno verano se cometan ms delitos que en las dems estaciones del ao. Era el calor, que excitaba los sentidos y ofuscaba la mente, haciendo ms propicio el crimen. Esto, al menos, decan los grandes reportajesde las revistas.

    Syd empezaba a creer que las revistas tenan razn. En el verano se producan diariamente docenas y docenas de delitos. Reyertas, violaciones, asesinatos.:.Llevaba viviendo una semana infernal, no slo por el calor, sino tambin por el trabajo decepcionante que supona la investigacin del asesinato de Eve Doyle. Se senta frustrado hasta las races porque la solucin del caso pareca escurrirse de entre susdedos como un pez resbaladizo recin sacado del agua.Agua! Quin pudiera largarse al lago Deepson, liberarse de la ropa y permanecer el resto del verano en sus frescas orillas...!Pero esto era otro sueo. Haba que estar al pie del can, haciendo indagaciones, consltando ficheros y peridicos atrasados, relacionando hechos, interrogando a sospechosos. Casi un centenar de individuos, cuya descripcin se aproximaba al retrato-robot del asesino de la seora Doyle, haban pasado por comisara en las ltimas fechas.Tipos altos y corpulentos, pelirrojos, desaseados, malencarados... Se les tomaba

    las huellas dactilares y... se les dejaba en libertad. Qu otra cosa poda hacerse?Las huellas de aquellos hombres no coincidan con las registradas en el apartamento de los Doyle.Miles de comprobaciones en hoteles, moteles, pensiones, residencias, estaciones,terminales de autobuses, en el aeropuerto... Todo intil. El monstruo de cabellosrojos que haba llevado la ruina y la desesperacin al hogar de los Doyle se haba evaporado en el aire caliginoso que pesaba como una losa sobre la ciudad.Syd Dickory, siempre tan meticuloso y analtico, haba cometido un fallo destacable.No haba pensado l mismo que el asesinato de Eve Doyle pareca la obra de un loco? Anque hay demasiados locos sueltos que andan por las calles, la mayora estn en los

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    manicomios, en los sanatorios psiquitricos. Pero a Syd no se le ocurri llevar su investigacin hacia estos centros mdicos donde se recluye a los perturbados. Y debi hacerlo, porque la alusin a la locura estaba presente en todas las facetas de aquel caso. Por ejemplo: Eve Doyle haba recibido asistencia psiquitrica en la Clnica Psiquitrica Hatford. Y su asesino pareca un loco.De todas formas, un nuevo crimen horrendo vino a superar con creces el impacto popular producido por el asesinato de la seora Doyle.En la maana del 12 de julio, los obreros que acudan a su trabajo en las instalaciones de la Bogan Company, llamaron urgentemente a la polica desde el cuartito de vigilancia de la propia empresa.Syd haba sido relevado del servicio nocturno a raz del caso Doyle, de modo que lleg a la comisara a las ocho de a maana.Un obrero de la Bogan Company, tan nervioso que apenas poda expresarse, le dio cuenta de que acababa de descubrir algo horrible.Es... irreconocible, aunque suponemos que se trata del vigilante nocturno, Ed Brooks. Son sus... ropas, lo nico identificable. Cerca de... los restos, hemos vistosu linterna y el manojo de llaves. Una apisonadora le pas por encima, es lo nicoque puedo decirle. Ser... ser mejor que vengan cuanto antes. Empieza a calentar elsol y las moscas...No pudo decir nada ms, porque se haba desmayado. Otro de sus compaeros se puso al telfono y pidi:Por lo que ms quieran, vengan en seguida. Esto es... insoportable.Syd baj al stano-garaje con tres agentes y emprendi el viaje hacia el sur de la ciudad.

    Ni siquiera ahora, muchas horas despus de la inspeccin ocular en el recinto de laBogan Company, su estmago estaba dispuesto a admitir alimentos. Haba tomado un parde zumos fros. Incluso as, su estmago marchaba psimamente.En cuanto a lo ocurrido en aquella empresa de alquiler y venta de maquinaria pesada su informe poda resumirse en unas pocas palabras: se trata, al parecer, de Edward Brooks, de cuarenta y tres aos, vigilante nocturno de Bogan Company. Aplastado por una apisonadora "McCormick" de sesenta toneladas de peso. (Describir lo quehaba visto, hubiera resultado superior a su sentido de la esttica.)Ahora s, saban que la vctima era Ed Brooks, que viva en Bockendale, un barrio de oberos situados al nordeste de la ciudad. (Como haba comprobado el forense la identidad de Brooks era algo que Dickory no quera ni siquiera imaginar.)Siguiendo el paso de las actuaciones policiales y judiciales, se poda decir que la apisonadora encontrada a pocos metros de los restos de la vctimase hallaba almac

    enada en uno de los hangares cuando, la tarde anterior, el encargado Manny Lpez,dio por terminada su jornada laboral. La polica aisl la zona con una barrera y unos quince expertos en huellas inspeccionaron meticulosamente la mquina e incluso el pavimento a su alrededor.Encontraron huellas grasientas, pero correspondan a las sandalias de Ed Brooks. En la apisonadora se encontraron gran cantidad de huellas dactilares. Correspondana Bob Robinson, que haba alquilado aquella mquina para apisonar su propia canchade tenis unas tres semanas antes. Desde entonces, la apisonadora no se haba movido del hangar. (Robinson fue descartado como sospechoso pocos das despus, al comprobarse que llevaba varios das hospitalizado, despus de romperse un hombro... precisamente en su recin estrenada cancha de tenis.)No se hallaron huellas dactilares iguales a las del asesino de Eve Doyle, pero esto nada quera decir, puesto que el criminal poda haberse vuelto ms cauteloso y uti

    lizado guantes.En cuanto a la gran mancha de grasa hallada junto al portn arrancado, Manny Lpez,el encargado, declar que la grasa no se encontraba all cuando cerr el hangar la tarde anterior. La haba derramado el asesino para que Brooks untase sus sandalias enella y no pudiese huir? Misterio.Se descubri que la puerta trasera del hangar haba sido violentada. Pero tampoco all se encontraron las huellas que Dickory buscaba.Otro enigma ms.Tras la apretada y angustiosa maana, Syd durmi la siesta, tom un par de duchas, sevisti y abandon su domicilio. Le aguardaba un trago verdaderamente amargo, pues Cur

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    ly le haba encargado interrogar a Dolly Alvarde, la mujer con la que Ed Brooks vivadesde haca tiempo. Ambos tenan un hijo de corta edad, Billy.Haciendo de tripas corazn, el sargento Dickory se meti en su coche y se dirigi al Bockendale, barrio de obreros donde viva Brooks. (Donde haba vivido, sera ms correct, porque ya...)La casa de Brooks estaba llena de vecinos y parientes que se esforzaban en consolar a aquella guapa muchacha llamada Dolly.Curioso: de lo que se haban preocupado sus parientes era de proporcionarle a Dolly ropas negras, de luto. De modo que all estaba la pobre mujer en un saloncito repleto de personas, con un ambiente cargado, hmedo, pesadsimo... a cuarenta gradosde temperatura.Ms que consolarla, la estn atosigando y asfixiando pens Syd. Y elev su enrgica vanunciar que era el sargento Dickory, de Homicidios, y que por favor, djenme un momento a solas con la seora Brooks, pues tengo que hacerle algunas preguntas.Dolly alz la mirada y le agradeci con un gesto aquella expresin de seora Brooks. mbre moreno y barbudo empuj a todos hacia otra habitacin y, por fin, aunque el suelo qued lleno de colillas aplastadas, Syd se encontr a solas con Dolly Alvarde.Sollozaba. Verdaderamente tena los ojos congestionados y lacrimosos y pareca muy afectada.Ahora, precisamente ahora! la oy lamentarse el polica. Cuando mi pobre Ed pensabarse conmigo.Pareca una buena mujer, pero su afliccin no slo se refera al hecho de haber perdidoun amante, sino tambin a la certidumbre de que Ed Brooks no se podra casar ya conella, lo que hubiera servido para acallar las crticas de sus parientes. Y ahora,

    sola y con el pequeo Billy, que acababa de llevarse su hermana, Gardy Alvarde, encuanto supieron que Ed...Result muy difcil hacerla pronunciar una frase coherente. De sus palabras, el sargento Dickory dedujo que Brooks no tena enemigos, sino, que por el contrario, le sobraban amigos de borrachera y tertulia.Es como una maldicin, como una maldicin! hip. l siempre soaba con eso. Y la faCon qu soaba Ed, seora Brooks? pregunt Syd, amablemente.Se lo explic. Era una pesadilla que se repeta insistentemente cuando Ed se senta excitado. Soaba que Maddie Ohara, una de las tutoras del reformatorio de Copper Fields, la persegua en una apisonadora y le aplastaba contra el suelo.Parece mentira! exclam entre hipo e hipo. Precisamente mi pobre Ed vino a morir asl como tantas veces haba soado.Dickory se hizo repetir la historia con detalle. Tom unas notas en su bloc, manif

    est su sentimiento a Dolly Alvarde y abandon la humilde vivienda.Curly Solomon no estaba en su despacho cuando volvi a comisara. Grab su informe e o algunas gestiones, entre ellas una llamada telefnica al reformatorio para jvenesde Copper Fields.Su director, George Hammond, fue muy amable.Maddie Ohara? Djeme consultar el fichero... Aqu est, en efecto. Hace veintids aoej de prestar servicios en este reformatorio. Su conducta... ejem!, dejaba bastante que desear. Era demasiado dura, rgida y violenta para las modernas tcnicas de tratamiento de menores. Se la jubil anticipadamente, con el sueldo ntegro, pues ya tena casi sesenta aos. Alguna pregunta ms, sargento Dickory?S. Qu edad tiene actualmente Maddie Ohara? en el caso de que est viva, naturalmentS, vive an respondi Hammond. Tengo entendido que vive en una residencia para penstas, la Waterford Foundation, en Conny River, una pequea poblacin a veintids kilmet

    os de esta ciudad. En cuanto a su edad... djeme calcular. S, debe tener setenta ynueve aos.Setenta y nueve aos! Podra concebirse que una achacosa anciana de esa edad fuera caaz de introducirse en el recinto de la Bogan Company, romper una puerta de hierro, subirse a una apisonadora, poner el motor en marcha y... aplastar a Ed Brooks?Dickory dio las gracias a George Hammond y tamborile con los dedos de su mano derecha sobre el grueso cristal de la mesa. Durante unos segundos, permaneci indeciso. Finalmente abandon la oficina, dio un encargo al sargento de guardia y abandonla comisara.

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    Veinte minutos despus llegaba a la residencia para pensionistas de la Fundacin Waterford. A l mismo se le antojaba ridcula su actitud, pero no podra quedarse tranquilo si no vea a Maddie Ohara.No fue difcil. Una enfermera escuch sus razones y le permiti la entrada. Caminarona lo largo de los pasillos desiertos y finalmente llegaron a un jardn, donde unoscuarenta ancianos permanecan a la fresca sombra de los sicmoros. Algunos paseabanlentamente, otros ocupaban sillones junto a un muro, otros descansaban sobre sillas de ruedas.Maddie Ohara era una de estas ltimas. Cuando Syd y la enfermera se aproximaron aella, la escucharon murmurar:Mano dura, eso es lo que hay que tener con estos cros descarriados...!El polica la observ disimuladamente. Era un cuerpo pequeito, arrugado, que apenas pesara treinta y cinco kilos. Tena la espalda encorvada y el rostro tan arrugado como una ciruela pasa. Conservaba, s, aquellas facciones estrechas y demacradas, aquella cara de hurn. Pero sus ojillos malignos apenas brillaban ya..:Padece rema, que le impide moverse de esa silla. Y tiene un malhumor incorregible susurr la enfermera al sargento. Pero estamos aqu para ayudarles, no para criticarles. Por otra parte, la seorita Ohara ha perdido la nocin de la realidad. No es queest loca, es que sus facultades mentales se han debilitado hasta el lmite.Dickory abandon la Fundacin Waterford con la seguridad de que aquella mujer jams hubiera podido moverse muchos metros ms all de la residencia.Sin embargo, por qu aquella obsesionante pesadilla de Ed Brooks se haba convertidoen realidad?Condujo despacio a la vuelta, contemplando las anchurosas praderas sembradas de

    alfalfa. La emulsin lquida del riego por aspersin daba una sensacin de frescura, inediata. A Syd le hubiera gustado detener el coche en la cuneta, bajar y ponersebajo los frescos chorros de agua pulverizada, pero se limit a levantar el pie delacelerador para alargar el paseo junto a las praderas.Al fin termin el campo de alfalfa y aparecieron los suburbios. Entonces aceler conun gesto de fastidio y se fundi con la riada de humeantes vehculos que cruzaban la ciudad.Conduca a lo largo de Radial Avenue y hubo de aflojar la marcha al aproximarse aun tramo en obras. Fren hasta detenerse y slo arranc cuando el sealero se lo indica se dispona a aumentar la velocidad cuando vio aquel bar bajo los sauces: SMITH STOP, desayunos y ccteles.Bueno, supongo que tambin tendrn cerveza pens. Y se desvi a la derecha y dej el la sombra de los rumorosos sauces.

    Por fortuna, la escandalosa gramola automtica permaneca en silencio. La clientelaera escasa: unos cuantos obreros que charlaban en voz baja.Syd les prest una mayor atencin cuando uno de ellos se volvi de espaldas. Haba un rlo sobre la tela de dril de su mono de trabajo: BOGAN COMPANY, decan las letras detico cosidas a la tela... creo que Ed estaba loco. Quin hubiera hecho, algo semejante? Podis llevarme la cntraria, pero yo seguir pensando lo mismo: se emborrach como una cuba, fue al hangar, sac la apisonadora, la puso en marcha y se tendi ante los rulos. Eso es lo quepienso. Y si queris saber por qu, os lo dir: Brooks estuvo internado en un manicomio. Lo s. El mismo lo confes una noche", en este, mismo lugar. No es cierto, Smith?CAPTULO VSi, era cierto, segn pudo comprobar media hora despus el sargento Dickory. Bockend

    ale estaba cerca, as que, le fastidiaba interrogar otra vez a la llorosa Dolly Alvarde, se dirigi a la casa del difunto Brooks.Le recibi Gardy Alvarde, la hermana de Dolly.Est durmiendo respondi cundo el sargento explic el motivo de su visita, pero si a de eso, yo misma puedo informarle. S. Ed estuvo internado en un manicomio, haceunos tres aos. Volvi destrozado de Vietnam, e ingres en la Clnica Psiquitrica Hatd, donde permaneci durante un ao. Cuando sali estaba curado.La clnica Hatford, precisamente el centro psiquitrico en donde atendieron a Eve Doyle por espacio de seis meses. Era una coincidencia curiosa.Dickory dio las gracias a la seora Alvarde y volvi al coche.

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    Otra cuestin le preocupaba: pudo Ed Brooks suicidarse con aquella apisonadora? Busc su bloc y consult sus notas. All estaba anotada la direccin de Manny Lpez, el engado de la Bogan Company: Gardens Road, 121, a unas cuantas manzanas de distancias, dentro del mismo barrio. Bockendale.Manny Lpez no estaba en su casa, pero su esposa le indic que no sera difcil encontrr a su marido en Marathon, una cervecera prxima. Y all estaba, en efecto. Al reconr al polica, Lpez se separ del grupo de amigos y vino hacia Dickory.Quisiera hacerle una consulta relacionada con Ed Brooks, Manny. Le apetece una cerveza? pregunt.Les sirvieron en seguida dos grandes jarras rebosantes, con las que fueron a sentarse a una mesa distante.Usted dir, sargento pronunci Manny, despus de haberse enjugado el espeso bigote, mhado de espuma.Ver. He odo decir que Brooks pudo suicidarse, utilizando la apisonadora. Al parecer, Ed pudo arrancar el motor, sacar la mquina del hangar, echarla a rodar calle adelante y despus tenderse ante ella. Cul es su opinin? quiso saber el polica.Manny se ech a rer.Quien dijo tal cosa no conoce las mquinas modernas, sargento expresBrooks jams puicidarse, utilizando la apisonadora al ver la expresin de asombro de Dickory, aadiSe lo explicar. Las apisonadoras son muy lentas y trabajan siempre al aire libre.Con el calor del medioda, algunos conductores se dorman y llegaban a caer de la cabina, con lo que la mquina segua marchando y poda aplastar a alguien o salirse dela obra y despearse. Para evitar esto, se las dot de un mecanismo de presin, situado en el piso de la cabina, de forma que si el conductor cae, la apisonadora se p

    ara automticamente Comprende?Comprendo respondi Syd. Cerr su bloc de notas, se lo guard, bebi la cerveza que qa en su jarra, dio las gracias a Lpez, pag la consumicin y se march.As, pues, no se trataba de un suicidio, eso estaba claro, sino de un asesinato.Volvi a comisara. Curly Solomon estaba en su despacho, con los pies encima de la mea y bebiendo a pequeos sorbos una Coca-Cola casi helada.Ah, por fin aparece el gran inquisidor! brome.Syd le envi una mirada que poda traducirse por cansancio y preocupacin.He odo tu informe-continu el teniente Solomon. Qu hay de nuevo en el caso Brooks?El sargento meti un folio en la mquina de escribir y fue explicndole cuanto haba avriguado a medida que escriba el informe.Otra vez la Clnica Hatford coment Solomon. Empiezo a creer que tenas razn, Syd. duce a pensar que existe alguna relacin entre ese centro psiquitrico y los asesina

    tos de Doyle y Brooks. Tendremos que investigar en esa direccin.Syd dej de teclear. De repente haba surgido el chispazo en su cerebro. Ante la estupefaccin del teniente, Dickory se alz de su mesa y descolg el auricular. Marc el nro del hotel Lexington y pidi a la centralita comunicacin con el seor Percy Doyle,habitacin 234.En seguida escuch la desmayada voz de Doyle.S, sargento Dickory. Qu desea?Cmo va su nimo, Percy? Por qu no sale a tomar el fresco, a dar un paseo? Segn meformado, apenas sale de su habitacin dijo Syd, amable.Qu puedo hacer! No tengo ganas de nada. La empresa me ha concedido un mes de licencia para que me recupere, sin embargo... a usted puedo decrselo, Syd: no hago ms que pensar en la pobre Eve, en esta horrible tragedia, en m mismo... Trato de explicarme cmo pudo suceder... Ya sabe. Pero no logro encontrar ninguna respuesta.

    S, es un golpe terrible. Pero no debe dejarse abatir. Piense que estamos haciendocuanto est en nuestra mano para encontrar al asesino de su esposa.Y qu puede solucionar eso? Crame, Syd, comprendo su inters porque usted es un polipero yo no siento ningn inters por ese individuo, sea quien fuere. El mal est hechoexpres Doyle, sombro.Entiendo su punto de vista, Percy, pero considere que, si como imaginamos, se trata de un perturbado, puede volver a producir otras vctimas. Ese asesino supone unpeligro potencial para la sociedad y nuestro deber es encontrarlo e impedir quecometa nuevos crmenes... Y a propsito de esto: recuerda si su esposa, cuando estuvo enferma, padeca alguna obsesin particular? Quiero decir: alguna pesadilla o temo

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    r, en especial pregunt el sargento Dickory.Eso es lo ms doloroso respondi el apesadumbrado Doyle. S, precisamente la atormenuna pesadilla, desde la adolescencia. Muchas veces despertaba en la madrugada, gritando aterrada y baada en sudor. Al principio slo me daba explicaciones confusasacerca de aquellos terrores, pero ms adelante, cuando tuvo ms confianza en m, me confes que soaba con un tipo repugnante, alto, corpulento, barbudo, de cabellos rojos, que vesta una arrugada gabardina y posea unas manos enormes. Eve vea en su pesadilla cmo este individuo penetraba en su alcoba destrozando la puerta, saltaba sobre ella y la estrangulaba y... violaba termin Percy con voz ronca.Es decir: justamente lo que ocurri dijo Dickory.Exactamente. Y es esto lo que me mantiene obsesionado. Es posible que una pesadilla, un simple sueo, se convierta en realidad? pregunt Doyle, atormentado.Por supuesto, el sargento Dickory no tena respuesta para aquella pregunta. Despusde recomendar a Percy que no se encerrase en su habitacin, que procurase distraerse y olvidar su obsesin, colg el telfono.Curly, que haba seguido la conversacin con gran atencin, se dej caer sobre el respado de su silln y dijo, asombrado:Inaudito! Dos pesadillas que se convierten en realidad... Podra imaginarse nada mssurdo?Syd le mir en silencio, sin hacer ningn comentario. Pero de pronto reaccion: levantde nuevo el auricular y marc un nmero. El teniente Solomon observ sus manejos sin intervenir.Cuando tuvo comunicacin con la Clnica Psiquitrica Hatford, Syd pregunt a la telefonsta de guardia si se encontraba en el centro la doctora Kate Waldman.

    Lo siento, su jornada termina a las siete, aunque a veces suele retrasar su salida incluso un par de horas. Hace ya tiempo que se march le respondieron.Dickory pidi el nmero de telfono de Kate Waldman. La telefonista se mostr reacia a ar aquella informacin, pero termin cediendo cuando el sargento, sin identificarse,dijo que le sera fcil hallar lo que buscaba en la gua telefnica.Colg en seguida y marc el telfono de la doctora Waldman.Soy el sargento Dickory, de la Brigada de Homicidios, no me recuerda? Habl con usted por telfono, hace varios das, a propsito del asesinato de la seora Eve Doyle...S, recuerdo, sargento. Puedo ayudarle en algo? pregunt la doctora Waldman. (Probabente, aquella mujer tendra no menos de cincuenta aos y su presencia fsica sera la popia de una mujer de tal edad, pero tena una voz preciosa, perfectamente modulada.)Necesito hacerle una consulta, doctora. Pero no me gustara tratar este asunto por

    telfono. Le importara que le hiciera una visita? No la molestar mucho tiempo. Apenaunos minutos. Claro, en el caso de que no tenga otros proyectos concretos inmediatos.Le lleg una jovial risa a travs del hilo telefnico.Mi proyecto ms concreto e inmediato es tenderme en la terraza, fumarme unos cuantos cigarrillos tranquilamente y beberme una cerveza fra. De modo que puede venir,si lo desea. Vivo en la colonia de chalets denominada New Glasgow. Es el nmero 198. Lo encontrar en seguida.Muchas gracias. Voy para all respondi Dickory.Colg el auricular y mir a su jefe inmediato.Si no te importa, Bert, terminar de mecanografiar mi informe ms tarde. Voy a ver sila doctora Waldman puede aclarar algunas de nuestras dudas. Es psiquiatra: ellaestuvo tratando a Eve Doyle.

    Es guapa? pregunt Curly, guindole un ojo.Syd movi la cabeza como diciendo: Pero qu cosas tienes!, pero respondi:Ni siquiera la conozco. Aunque no espero que tenga el tipo y la belleza de una starlette. Ya sabes, esas doctoras suelen ser bastante mayores y un tanto hombrunas.Cogi su chaqueta y sali de la oficina. Antes de cerrar la puerta an pudo escuchar la pulla del teniente.Ten cuidado, Syd! Con las mujeres, nunca se sabe.Anocheca. Haban dejado de sentirse los rayos achicharrantes del terrible sol de julio, pero el bochorno segua flotando en el ambiente.

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    Cuando se introdujo en su recalentado Chevy, Syd pens:El prximo coche que me compre ha de ser convertible. Con este clima es imposible vivir de otra manera.Era ya de noche cuando fren ante el nmero 198 de New Glasgow. Vio Una hilera de chalets adosados semejantes al que serva de vivienda a los Dickory, aunque aqu la construccin era ms depurada y lujosa. Deban haber regado recientemente el csped del jrdn, pues al caminar hacia la casa recibi en el rostro una agradable vaharada de aire fresco y hmedo, con olor a hierbas.Puls el timbre y le abrieron en seguida. Se encontr de pronto ante una guapsima joven de cabellos rubios, ojos celestes, sonrisa agradable, dientes perfectos y uncuerpo maravillosamente proporcionado y embutido en un suter de manga corta y unpantaln vaquero.Estoy citado con la doctora Waldman dijo el polica. Quiere avisarla, por favor? Sol sargento Dickory.La bella joven rubia le contempl de pies a cabeza, asombrada.Yo soy la doctora Waldman respondi, al cabo. Puede pasar, sargento.Le cost recuperarse de la sorpresa, pero al fin traspas la puerta y sigui a la mujer a lo largo del pasillo. La puerta se cerr por s sola.As que aqulla era la doctora Kate Waldman. Y l se haba imaginado a una madura mujearente de atractivos!Ella le gui hasta una bonita terraza, cuajada de magnolias y geranios, donde habavarios muebles de jardn pintados de esmalte blanco.Sintese invit ella. Le traer una cerveza. O prefiere otra cosa?Gracias. Una cerveza est bien. Pero no quisiera molestarla.

    No me molesta, sargento. Puedo decirle una cosa? Me he llevado una sorpresa ms queregular: imaginaba que el sargento Dickory sera un polica maduro, seco y grun. Y reulta que es joven, agradable y prudente.Syd se ech a rer de buena gana.Sabe? explic, haciendo un esfuerzo por contener las carcajadas. Yo pens algo pareacerca de la doctora Waldman.Ella se march, sonriente, y volvi en seguida con dos botellas de cerveza y dos vasos en una bandeja.Syd dud entre utilizar el vaso o no, pero finalmente bebi de la botella. Y ella hizo otro tanto.Traje los vasos por usted explic Kate Waldman. Veo que tenemos los mismos gustos endi un cigarrillo extralargo, se recost en su silln y mir a Dickory. Bien. Cul eonsulta?

    Syd se relaj, resultaba fcil conversar con tan guapa y atenta mujer.Es respecto a la seora Doyle. Su esposo me ha dicho que Eve sufra una pesadilla constante. Y se da la casualidad que su muerte se produjo exactamente como ella so tantas veces. Esta coincidencia me fascina, lo confieso. Tiene usted alguna explicacin para esto, doctora Waldman? pregunt.Llmeme Kate. Lo de doctora Waldman se queda para la clnica. Tiene razn, es algo irensible. Desde luego, he sentido profundamente la desgracia de la pobre Eve. Ella estaba tan entusiasmada con volver a su vida normal! Y de pronto... A Kate se le humedeci la mirada y sus labios se fruncieron en un ramalazo de compasin y dolor.Syd sac su paquete de cigarrillos y encendi uno. Dej que transcurrieran unos minutos, para darle tiempo a Kate a reponerse. Y luego coment:Con todo, no slo se trata de este inslito caso. Acaba de ocurrir otro... le explic

    caso de Brooks sin entrar en detalles y termin: Tambin Ed Brooks haba soado muchaeces que Maddie Ohara lo aplastaba con una apisonadora. Por supuesto, imagino que su pesadilla slo eran reminiscencias de una infancia triste y desolada, pero locierto es que tambin sufri la horrible muerte que siempre haba soado. Y tambin eso internado en la Clnica Psiquitrica Hatford, segn he sabido.Kate se mostr muy impresionada.Es incomprensible, s coment. Pero no recuerdo a Brooks, aunque durante los dos aohe prestado mis servicios en la Hatford, he atendido a centenares de enfermos yes lgico que no recuerde a todos mis pacientes.No es extrao que no conociera a Brooks, si slo lleva dos aos en la Clnica Hatford

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    rvino Dickory. Brooks estuvo internado hace tres aos en la clnica donde usted trabaja. Es un caso para volverse loco. Los dos asesinatos guardan la relacin que se desprende de esas pesadillas. Pero fueron Doyle y Brooks vctimas del mismo asesino?Confieso que me siento desorientado exclam con impaciencia.Kate bebi un poco de cerveza y despus chup de su cigarrillo. Lanz al aire una densabocanada de humo que qued largo rato notando en el aire, entre los dos. Haca calor: no se mova la ms ligera brisa.No s qu decirle respondi ella, observando el lento desplazamiento del humo. La vit llena de misterios insondables, tanto como la mente humana. Una persona excesivamente imaginativa llegara a conclusiones descabelladas...Por ejemplo? salt, rpido, el sargento.Pues... podra pensarse que tanto Eve Doyle como Ed Brooks adivinaron, con enorme anticipacin, su propia muerte, comprende? al advertir que Syd pareca confuso, trat explicarse. Ver: es como cuando uno piensa de repente hoy vendr ta Margaret. Y ento, viene ta Margaret, aunque no haya anunciado su visita ni disponga uno del menor dato para sospecharlo. Son esas premoniciones que no pueden explicarse racionalmente.Syd asinti. Por desgracia, aquel razonamiento no le serva de nada, porque a l lo que le interesaba era llegar hasta el asesino o los asesinos?de Eve Doyle y Ed Brooks.Esto parece un callejn sin salida exclam.Kate se puso en pie de repente.Ahora que recuerdo...!Qu?

    Antes de recurrir a la Psiquiatra, Eve Doyle haba buscado solucin a sus problemas dotra forma. Me confes que durante unos meses haba asistido a varias sesiones de la Cristical Metaphysics.Uno de esos grupos pseudo-religiosos orientales? pregunt Syd vidamente.En efecto. Celebran sesiones de espiritismo, alternadas con extraos ritos de origen oriental explic ella. Sin embargo, Eve lejos de mejorar empeor y tuvo que recurria la verdadera ciencia para curar su mal... Desde luego, ignoro si esto puede ayudarle en sus investigaciones, sargento. Pero me he decidido a hablarle de elloal recordar que hace tiempo se produjo un gran escndalo en relacin con los adeptos de Critical Metaphysicis: una joven mdium muri en mitad de una de las sesiones.CAPTULO VISyd permaneci despierto aquella noche hasta muy cerca de las tres de la maana reflexionando sobre la visita de Kate Waldman. Tena que confesarse que haba quedado en

    cantado de aquella guapa mujer de veintisiete aos, que segua soltera a pesar de suinnegable atractivo fsico y espiritual.Por qu no se haba casado una mujer tan bella? Probablemente, por las mismas razonesque Syd permaneca soltero: no haba tenido tiempo de pensar en ello.Se prometi aprovechar la primera ocasin para volver a visitarla. En realidad, estaba deseando que esta oportunidad se presentara cuanto antes. Aunque desenvueltoen su apariencia exterior, Syd Dickory era un tmido. Por eso se pregunt, dudoso, si habra causado en Kate tan profunda impresin como la que ella le haba suscitado. El hecho de que le hubiera dedicado ms de hora y media as pareca afirmarlo. Adems, cando se despedan. Kate se haba ofrecido a resolver cualquier consulta que le fueseplanteada en relacin con su profesin.Bien...Ahora estaba en el saln, recostado en una hamaca, a cierta distancia de una lmpara

    flexo que slo iluminaba un reducido crculo sobre la mesa.Syd tena un bloc en la mano, donde iba anotando todo lo que se le ocurra en relacincon el problema que le obsesionaba.Crtical Metaphysics. Muerte de una joven mdium en una