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    INTRODUCCIN A ERNST BLOCH(A 125 AOS DE SU NACIMIENTO)1

    ESTEBANKROTZ*

    El hombre es aquello que tiene todava mucho ante s.

    En su trabajo, y por l, el hombre es constantementetransformado. Se halla siempre adelante ante lmites

    que no lo son porque los percibe, los traspone.Loverdaderamente propio no se ha realizado an ni en el

    hombre ni en el mundo, se halla en espera, en el temora perderse, en la esperanza de lograrse. Porque lo que

    es posible puede igualmente convertirse en la nadaque en el ser, lo posible es, como lo no completamente

    condicionado, lo no cierto. [] La valenta en este sen-tido es la accin adversa contra la posibilidad negativadel despearse en la nada. [] Slo esta praxis puedehacer pasar de la posibilidad real a la realidad el puntopendiente en el proceso histrico: la naturalizacin del

    hombre, la humanizacin de la naturaleza.

    Ernst Bloch

    1Dedico este estudio a la memoria de Luis Ramrez Sevilla, optimista militante [ver su sem-blanza hecha por Miguel Hernndez Madrid, In memoriam, Luis Ramrez Sevilla, 1962-2007, enRelaciones, nm. 111, 2007, pp. 21-28].

    * Profesor de la Universidad Autnoma de Yucatn y de la UAM, Mxico, [email protected]

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    Resumen

    E l cumpleaos 125 de Ernst Bloch y la reciente puesta en circulacin de unanueva traduccin de su obra principal, El principio esperanza, son motivossucientes para ofrecer una sucinta introduccin a la obra de este importante

    lsofo del siglo pasado. El artculo ubica primero sus principales ideas en el

    contexto biogrco, intelectual y sociohistrico correspondiente para presentar

    luego el tema de la conciencia anticipadora como eje central de la teora de

    Bloch. La parte nal aborda la inuencia y la vigencia de este imprescindiblelsofo de la utopa.

    Palabras clave: Bloch, esperanza, conciencia anticipadora, utopa.

    Abstract

    Ernst Blochs 125th birthday and a recent re-edition of his main work Principleof Hope are both good reasons to offer a brief introduction to this last centuryimportant philosophers work. This article will rst present his main ideas in his

    biographic, intellectual and socio historical context to later introduce the conceptof anticipatory consciousness as Blochs theory central guideline. The nal part of

    this essay is dedicated to this philosopher of utopia inuence and continuity.

    Key words: Bloch, hope, anticipatory consciousness, utopia.

    El nombre del lsofo alemn Ernst Bloch (1885-1977) est asociado para

    siempre con la palabra que constituye el centro de su pensamiento y que seencuentra ya en el ttulo de su primera gran obra, Espritu de utopa[Geist derUtopie].2Pero el signicado de utopa dista del contenido que el sentido comnle suele dar a esa palabra, a saber: algo quimrico, arbitrario, inalcanzable, irreal.

    El ttulo de su ltima obra, Experimentum mundi, permite reconocer de qu setrata: una visin del mundo en proceso que sigue una tendencia de humanizacinposible pero no garantizada y por principio necesitada de la accin humana,ms en particular, de lo que Bloch llama optimismo militante. Su ms famosa y

    2La traduccin de los ttulos y de los fragmentos textuales citados de obras no publicadasen castellano y de los nombres de obras de las cuales no se indica una edicin en castellano, esma.

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    ms extensa obra, El principio esperanzaconstituye la fundamentacin emp-ricamente documentada de esta concepcin losca, que tambin pretendeser una especie de refundacin del marxismo frente a sus versiones mutiladasen boga; en sus tres volmenes se demuestra la existencia de la concienciaanticipadora que escapa de y es capaz de escudriar la realidad con respectoa la pre-apariencia de su objetivo nal, el cual es, al mismo tiempo, el objetivo

    nal del cosmos y del ser humano, ambos inconclusos en el presente, pero en

    trance de llegar a ser ellos mismos.

    En lo que sigue, se esboza primero la biografa de este pensador alemn, queproporciona elementos del contexto sociopoltico, cultural y losco relevan-tes para la comprensin de su obra (de la que Bloch mismo prepar cuidado-samente una extensa seleccin como edicin completa),3que est escrita enun lenguaje inconfundible y voluntarioso, lleno de expresiones novedosas, deconnotaciones y matices cuidadosamente elaboradas y de mltiples evocacionesde la historia y la cultura centroeuropeas. El segundo apartado ampla y explicalos elementos medulares de su sistema losco, concentrndose en el conte-nido de las tres obras que se han nombrado en el prrafo anterior. El apartadonal de esta presentacin sinttica versa sobre la inuencia y actualidad de la -losofa utpica de Ernst Bloch: materialismo especulativo y, simultneamente,llamado permanente a caminar erguido.

    Esperanza militante, desilusiones y re-inicios

    Ernst Bloch nace el 8 de julio de 1885 en Ludwigshafen, ciudad industrial alemanaubicada a las orillas del ro Rin, como hijo nico de una familia de clase media;sus padres, que tienen pocos intereses intelectuales, son de origen judo, perono practican su religin (mientras l mismo se dene tempranamente como

    ateo). Poco dedicado a la escuela que aprueba con dicultades, queda fasci-nado con la biblioteca del castillo de Mannheim, ciudad situada justamente enla ribera opuesta del ro, donde como estudiante de secundaria y preparatoria

    se introduce por cuenta propia intensa y profundamente a la literatura europea

    3La as llamada Gesamtausgabefue publicada de 1959 a 1978 por la editorial Suhrkamp deFrncfort y consta, al igual que la llamada Werkausgabeiniciada en 1978, de 16 volmenes, msun volumen complementario (ver para esto y otros ttulos del lsofo, el portal de su editorial prefe-rida: http://www.suhrkamp.de/autoren/autor.cfm?id=426). Acerca de obras de y sobre Ernst Bloch

    en castellano informa la pequea introduccin, que contiene tambin fragmentos de sus textos, deVicente Ramos Centeno, Bloch (1885-1997). Madrid, El Otro, 1999, pp. 90-94.

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    y alemana y a la losofa antigua y moderna. Dotado de una extraordinariamemoria, pudo todava dcadas despus citar largos pasajes tanto del enton-ces muy popular polgrafo de viajes imaginarios Karl May, como de Hegel y demuchas otras obras de la tradicin losca europea clsica y de su tiempo.

    Sus pequeos tratados sobre fsica y otros temas escritos durante esos aosno llegan a publicarse y sus repetidos intentos de entrar en contacto epistolarcon cientcos importantes quedan infructuosos.

    Sus estudios universitarios los realiza a partir de 1905, primero en Mnich

    y luego en Wurzburgo, asistiendo a clases de losofa y, segn la usanzauniversitaria alemana de la poca, tambin de las reas complementarias defsica y msica (conviene sealar que Bloch tocaba hasta muy avanzada edad

    notablemente bien el piano), y posteriormente, adems, de literatura alemana

    y de psicologa, pero dedicndose ante todo a la investigacin independientede los temas de su inters. En 1908 se doctora con una tesis sobre la teora delconocimiento del neokantismo, en la que critica la divisin tajante entre cienciasde la naturaleza y del espritu o de la cultura, establecida por la corriente citada,entonces en boga, y postula la necesidad de una nueva metafsica que permi-tiera entender a la persona humana como pregunta, que se aclara a s mismadicultosamente y con respecto a la cual el mundo, que est en transformacin

    continua, constituye la respuesta. Esboza ya aqu una teora del no-consciente,pero a diferencia de su contemporneo Freud, quien lo abarca como lo ya-no-consciente (que tiene que ser recuperado mediante la tcnica psicoanaltica), lo

    entiende como lo todava-no-consciente,mediante el cual el ser humano capta

    a tientas y de modo fragmentario el proceso de la materia en el cual se entre-lazan de manera dialctica tendencias objetivas mutuamente contrapuestas,por lo que dicho proceso es an confuso y necesitado de la aclaracin tericay prctica por parte de los seres humanos.

    Los aos siguientes vive en diferentes partes de Alemania y viaja por variospases europeos; durante una larga estancia en Berln participa en el famososeminario dirigido por Georg Simmel y en Heidelberg est en contacto con elcrculo de Max Weber; muy importante resulta para l su estrecha amistad

    luego eclipsada durante largos aos a causa de diferencias loscas ypolticas con Georg Lukcs, a la postre ministro del corto gobierno comu-nista reformista hngaro. Publica numerosos ensayos en peridicos y revistassobre literatura, losofa y sobre sus viajes y trabaja en un gigantesco proyectolosco al estilo de Hegel y santo Toms, cuyo nico texto mayor avanzado,

    un tratado sobre lgica, se pierde posteriormente.En 1913 se casa con la escultora Else von Stritzky y reside nuevamente en

    Mnich, donde durante los aos siguientes elabora su primera gran obra que

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    lo har famoso en seguida: Espritu de utopa[Geist der Utopie].4

    Declarado noapto para el servicio militar a causa de su fuerte miopa (que en los ltimos aosde vida lo dejar ciego), opta por exiliarse en Suiza, donde se dedica a criticar

    en numerosos escritos la guerra y las actividades militares del Imperio alemn;al mismo tiempo realiza investigaciones sobre el movimiento del predicadorrebelde Toms Mnzer, personaje utpico clave del levantamiento campesinoalemn de principios del siglo XVI. La terminacin de la obra correspondiente,concebida como complemento la nombra con el trmino musical de coda

    de Espritu de utopa,coincide con la muy sentida muerte de su primera esposa(en 1921), con quien haba regresado despus del n de la Primera Guerra

    Mundial y del Imperio alemn a Berln, esperanzado por los fugaces perointensos movimientos polticos de corte socialista y comunista. Despus deotro matrimonio pronto disuelto y varias relaciones sentimentales pasajeras, seencuentra a principios de los treintas con la arquitecta Karola Piotrkowska, conquien se casa posteriormente en Viena y quien se convirtiera en madre de suhijo Jan Robert5y su compaera inseparable hasta el n de su vida.6

    Durante los veintes y el inicio de los treintas sigue escribiendo para diversasrevistas y peridicos; pasa dos aos en Pars (donde entabla una estrecha

    amistad con Walter Benjamin) y se establece despus nuevamente en Berln,

    donde tiene trato, entre otros, con el lsofo Theodor W. Adorno, el msico OttoKlemperer y el poeta y dramaturgo Bertold Brecht. Parte de sus trabajos de esosaos la recoge en 1930 el volumen Huellas[Spuren],7cuyos textos una mezclade cuentos inventados y parafraseados, relatos de experiencias cotidianas y

    breves reexiones, varias de carcter autobiogrco giran en torno al temadel signicado de ser humano, para cuya aclaracin se propone desenvolvery descifrar situaciones ordinarias poco espectaculares. Tambin sigue publican-do textos polticos, en los que saluda el esperanzador desarrollo de la Rusiaposrevolucionaria, deplora que la patria de Marx y Engels no haya acogido elcomunismo y advierte sobre el peligro del fascismo emergente.

    Cuando en 1933 llega Hitler al poder, los Bloch deciden exiliarse y pasan lasiguiente dcada y media en Suiza primero, luego en Italia, Austria, Yugosla-

    4Ernst Bloch, Geist der Utopie. Frncfort, Suhrkamp, 1973. La obra se termina en 1917 y sepublica al ao siguiente; en 1923 aparece una versin revisada que es integrada a la Gesamtaus-gabe.

    51937-2010, se dedic primero a las ciencias naturales y luego a la losofa social y poltica, y

    public tambin varios trabajos sobre la obra de su padre.6Karola Bloch (1905-1994), activista de izquierda durante toda su vida, public tambin varios

    libros relacionados con la vida y la obra de Ernst Bloch.7E. Bloch, Spuren. Frncfort, Suhrkamp, 1979.

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    via, Francia y Checoslovaquia y, a partir de 1939, en las cercanas de NuevaYork.Durante los casi once aos en Estados Unidos, la vida de la pequea fami-

    lia se desarrolla en condiciones bastantes precarias, y es principalmente eltrabajo de Karola que asegura su sobrevivencia. Una de las razones por lasque Ernst Bloch no es invitado a integrarse al Instituto para la InvestigacinSocial dirigido por Max Horkheimer en el exilio norteamericano, fue probable-mente su decidida defensa del estalinismo, incluso de los espectaculares pro-

    cesos contra comunistas disidentes de los aos 1936-1937, muchos de ellosacusados de conspiracin trotskista,8versin al parecer compartida por Blochy de la que se distanciar slo mucho despus. El lsofo, quien nunca logra

    dominar el ingls y se interesa poco por la sociedad norteamericana, publicasolamente algunos textos menores en revistas de desterrados y trabaja inten-samente y en harto aislamiento en sus investigaciones, cuyos resultados sepublicarn casi todos bastantes aos despus. Ante todo, termina su importan-te libro sobre Hegel,9avanza signicativamente en sus estudios sobre materia

    y materialismo y prcticamente concluye su obra ms famosa, El principio es-peranza.10

    Su situacin cambia signicativamente despus del nal de la Segunda

    Guerra Mundial a causa de la invitacin a ocupar una ctedra en la Universi-dad de Leipzig, que Bloch acepta pocos meses antes de que se conforma lallamada Repblica Democrtica en la parte oriental de Alemania; as, a los 63aos tiene por primera vez en su vida un trabajo regular e inicia una carrera

    de profesor universitario, la cual entiende como aporte a la construccin delsocialismo. Imparte clases, participa en la fundacin de la Deutsche Zeitschriftfr Philosophiee investiga extensamente sobre historia de la losofa; en 1954aparece, nalmente, el primer volumen de El principio esperanza,al ao si-guiente el segundo.11

    8Len Trotski, uno de los principales protagonistas de la revolucin bolchevique, tuvo que huirde la Unin Sovitica en 1929 a causa de su posicin poltico-ideolgica y fue asesinado en 1940en la Ciudad de Mxico.

    9E. Bloch, Sujeto-Objeto: el pensamiento de Hegel. 2 ed. Mxico, FCE, 1983, La primeraedicin de esta obra fue la traduccin al castellano realizada por Wenceslao Roces, publicada en1949 en Mxico por el FCE.

    10Un captulo de esa obra, titulado Freiheit und Ordnung: Abriss der Sozialutopien [Libertad y

    orden: bosquejo de las utopas sociales], se public en 1946 en Nueva York y en 1947 en Berln.11La publicacin del tercero es retenida con nes de presin poltica y no se realiza sino hasta

    1959; en ese mismo ao se publican en Alemania Occidental El principio esperanzacompletoligeramente modicado y una nueva versin de Huellas.

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    La rebelin de los trabajadores germano-orientales de junio de 1953 y ellevantamiento popular en Hungra tres aos despus, movimientos ambos aplas-tados con ayuda del ejrcito de la Unin Sovitica, son aceptados por Bloch pri-mero como eventos en principio inevitables para la defensa de la nueva forma desociedad iniciada con la Revolucin Rusa, siempre asediada por el capitalismo.Pero dichos sucesos tambin empiezan a minar sus convicciones polticas quese derrumban luego no tanto a partir de las impactantes revelaciones del nue-vo secretario general Krushchev, en el famoso XX Congreso del Partido Comu-

    nista de la Unin Sovitica en 1956 acerca de los crmenes del estalinismo y delcarcter autoritario del sistema sovitico, sino ms bien por la cerrazn de la clasepoltica de Alemania Oriental y de los dems pases comunistas europeos frente

    a este impulso originalmente reformador. Al mismo tiempo, el clima enrarecidoen Alemania Oriental por la bsqueda y persecucin de disidentes fortalece las

    posiciones de aquellos polticos, publicistas y colegas que sospechaban des-de haca tiempo que las ideas de Bloch no seguan la lnea ocial del Partido.

    Especialmente su reivindicacin de Hegel y su atencin al factor subjetivo en

    el proceso del mundo, pero tambin su insistencia en la necesidad del estudiocientco de Marx en vez de la repeticin del marxismo vulgar reinante, su rechazo

    del culto a la personalidad en la vida poltica y su reclamo de que todo rgimencomunista autntico debera cumplir con el principio de la libertad ciudadana yno cercenarlo, se convierten en argumentos para sus adversarios. Se le acusade revisionista amn de mantener posiciones idealistas y hasta cripto-religiosasque contradiran a la versin estatal-ocial del llamado materialismo dialctico,

    recriminacin que despus repite una revista sovitica. En 1957 es separado desu ctedra universitaria y a pesar de que puede seguir viajando por el pas y elextranjero, se le desaparece de la escena acadmica en particular y de la pblicaen general. Su esposa es expulsada del partido ocial, varios de sus estudiantes

    y colaboradores son encarcelados, a otros les es bloqueada su carrera si nosuscriben la condena de su antiguo maestro, otros ms huyen del pas.

    La sorpresiva construccin del muro de Berln en agosto de 1961, con la quese consolida la llamada cortina de hierro en Europa y el aislamiento mutuo

    de las dos Alemanias, acontece cuando los Bloch se encuentran de viaje enBavaria. En cuanto tienen la seguridad de poder sacar de Alemania Oriental

    la mayora de los manuscritos en proceso, aunque todo lo dems se pierda,deciden quedarse en Alemania Occidental lo cual se convierte para al aparato

    poltico de Alemania Oriental en la vericacin denitiva de sus sospechas sobre

    la delidad comunista de Bloch.

    En noviembre de ese ao, a los 76 aos edad, Ernst Bloch inicia la ltimaestacin de su vida al dictar la clase inaugural Puede desilusionarse la es-

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    peranza? en la Universidad de Tubinga, donde impartir clases y donde, des-pus de su cumpleaos 80 y hasta su muerte, dictar todava regularmenteun seminario por semestre, a pesar de su creciente debilidad fsica. Claroque s, seguro, esto sucede con facilidad, responde a la pregunta citada, ysigue: Esto sucede un montn de veces, toda vida est llena de sueos queno se hacen realidad.12Y a continuacin el lsofo, que ya era ampliamenteconocido por El principio esperanzapublicado dos aos antes en Frncfort,vuelve a distinguir con nitidez entre el utopismo plano, el optimismo chato, por

    un lado, y la losofa de la utopa concreta, la esperanza fundamentada, por elotro. Pero tambin sta ltima puede y ser desilusionada, as tiene que ser,por respeto a s misma, porque de lo contrario no sera esperanza. El procesodel mundo mismo corrige mediante desilusiones el intento terico-prctico dela cada vez ms docta spes,la esperanza ilustrada aprende de la historia parapoder mantenerse en direccin hacia aquel humanismo real que haba sidoformulado ms de un siglo antes por Carlos Marx como el imperativo categricode echar por tierra todas las relaciones en que el hombre sea un ser humillado,

    sojuzgado, abandonado y despreciable.13Sin embargo, la recepcin de su losofa en Alemania Occidental y lue-

    go tambin en otras partes de Europa Occidental y Amrica, donde muchas

    de sus obras son traducidas y analizadas es ambigua y las opiniones de losmedios, de los polticos y de los colegas seguirn sindolo tambin. Por unaparte hay resistencia contra el marxista y comunista que apoy tan larga eincondicionalmente al estalinismo, por otra no faltan los intentos de desactivar

    su radicalidad mediante interpretaciones idealistas, apolticas y hasta antico-munistas. Bloch mismo se coloca en diversos frentes de accin: participa enmanifestaciones contra la aprobacin de leyes que restringen las libertadesciudadanas con motivo del terrorismo, al cual rechaza decididamente, apoyaal movimiento estudiantil del 68 y se solidariza por igual con los disidentesperseguidos en los pases del llamado socialismo real que con las vctimasde las dictaduras latinoamericanas. Su identicacin marxista es inequvoca,

    pero los marxismos ociales y los sectarios as como la izquierda polticamente

    organizada tienen problemas con su losofa utpica heterodoxa. Recibe altoshonores acadmicos en varios lugares, pero tambin es visto con recelo y

    12ApudPeter Zudeick, Der Hintern des Teufels. Ernst Bloch: Leben und Werk. Baden-Baden,Elster, 1998, p. 253.

    13Carlos Marx, Introduccin a la crtica de la losofa del derecho de Hegel, en C. Marx y

    Federico Engels, La sagrada familia y otros escritos de la primera poca. 2 ed. Mxico, Grijalbo,1967, p. 10.

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    desconanza por su estrecha familiaridad con movimientos izquierdistas y supersistente crtica del capitalismo.Con respecto a sus investigaciones, sigue terminando y publicando textos

    iniciados dcadas atrs (entre ellos, Derecho natural y dignidad humana14y Elproblema del materialismo: su historia y sustancia)15y tambin textos nuevos(como los dos volmenes de su llamada Introduccin de Tubinga a la losofa).16Un lugar especial entre stos ltimos ocupa su losofa de la religin,Ateismo enel cristianismo: la religin del xodo y del reino,17que provoca intensos debates

    entre los telogos europeos y otros estudiosos de la religin, y Experimentummundi,18obra tarda que sintetiza su teora de las categoras de la losofa de loutpico. Adems, inicia pronto la preparacin de la arriba mencionada edicincompleta, en la cual trata de corregir puntos de vista reconocidas ahora comoerrneos (lo que provoca reproches de manipulacin, por lo cual de algunas

    obras se decide publicar tanto la versin original como la corregida).

    Consciente desde haca tiempo de la cercana de la muerte, identicada

    ya en Espritu de utopacomo la anti-utopa ms fuerte,19Ernst Bloch falle-

    ce repentinamente en su casa en la maana del 4 de agosto de 1977. La nocheanterior haba escuchado todava, como lo haca a menudo, msica aquellaltima vez, una versin de la obertura de la nica pera de Beethoven, cuya se-al de la trompeta, que anuncia la llegada de quien liberar al injustamenteencarcelado personaje central de la obra, aparece mencionada varias veces alo largo de su obra.

    El todava-no-llegado-a-ser y la conciencia anticipadora

    Un buen punto de partida para comprender las ideas centrales de la metafsicadel todava-no-ser de Bloch es partir de lo que el lsofo a menudo llama la

    experiencia de la oscuridad del momento vivido.20Con ello se reere, a pesarde la semejanza en un primer momento, no al ser-ah arrojado heideggeriano ysu angustia, ni a la tensin desgarradora sartreana entre esencia y existencia,

    14E. Bloch, Naturrecht und menschliche Wrde. Frncfort, Suhrkamp, 1975.15E. Bloch, Das Materialismusproblem, seine Geschichte und Substanz. Frncfort, Suhrkamp,

    1972.16E. Bloch, Tbinger Einleitung in die Philosophie. Frncfort, Suhrkamp, 1979.17E. Bloch,Atheismus im Christentum. Frncfort, Suhrkamp, 1973.18E. Bloch, Experimentum mundi. Frncfort, Suhrkamp, 1975.19Ibid., p. 237.20Por ejemplo, en E. Bloch, Geist der Utopie. Frncfort, Suhrkamp, 1975, p.255.

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    aunque estos enfoques tambin tratan de responder las preguntas eternas:Quines somos? De dnde venimos? Adnde vamos? Qu esperamos?Qu nos espera? con que inicia El principio esperanza.21La forma en queexpresa Bloch este punto de partida incluye la clave de su abordaje que desa-rrolla a lo largo de su obra entera: Soy. Pero no me tengo. Por eso ante tododevenimos.22

    En el proceso de entenderse, de aclararse a s mismo, el ser humano sedescubre no simplemente como ser-en-camino, sino como ser inacabado,

    quiere decir: abierto hacia el futuro, el cual empieza en el presente vivido. Elhambre, el asombro, la esperanza son impulsos que si el cansancio o elofuscamiento producidos por las opresivas circunstancias reinantes no losapagan antes de tiempo lo llevan a reconocerse como momento de un pro-ceso csmico, que si bien tiene una tendencia clara hacia una meta nal, sta

    no es predeterminada y ja, sino algo que como tal an tiene que llegar a ser,

    al igual que su propio ser; adems, dicha meta nal no est garantizada, y la

    tendencia, el elemento invariante en el proceso del tiempo, es a menudo difcil

    de precisar.En la vida cotidiana son los sueos diurnos a diferencia de los nocturnos,

    que contienen en forma cifrada nicamente restos del pasado lugares privile-giados donde se avizoran los entornos del futuro anhelado. Son imaginaciones,pero, como recuerda el lsofo, sin haberse construido una y otra vez castillos

    en el aire, jams se habran edicado castillos reales. Es ms, el anlisis de

    tales sueos diurnos muestra que contienen elementos que estn presentes

    tambin, aunque de otro modo, en la cotidianidad, aunque no pocas veces tieneque escarbarse su ncleo utpico debajo de la cscara ideolgica: la alegrausualmente poco duradera causada por una experiencia de belleza o de amor, elcallado escabullirse en respuesta a la orden denigrante, la resistencia silenciosafrente al engranaje de las necesidades impuestas, el gurarse detalladamente

    alternativas placenteras al agobio permanente, el construir en medio de lofatdico de todos los das smbolos de vida feliz, a veces el protestar abierto,aunque por lo general con poco xito, ante el sinsentido del estado actual de

    tantas cosasLlama la atencin cmo en todos estos momentos que no dejan de serambiguos el yo aparece siempre y necesariamente y en la reexin se

    revela con mayor contundencia como parte de un nosotros planetario, don-

    21E. Bloch, El principio esperanza. vol. 1. Madrid, Trotta, 2004, p. 25.22En esta forma, el texto es el epgrafe de Huellas,pero se encuentran diversas variantes en

    diferentes lugares de su obra.

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    de la especie humana es vista como sinfona de sociedades y culturas,

    23

    cuyahistoria se maniesta como parte de la evolucin del cosmos.Al lado de estas expresiones ms bien espontneas de bsqueda de lo

    humano del ser humano y de su lugar en la naturaleza, Bloch pasa revista enEl principio esperanzabajo el binomio libertad y orden a la larga tradicin delas llamadas utopas sociales como proyecciones de un mundo mejor.24Enestos textos elaborados antes del surgimiento de las ciencias sociales en elsiglo XIXpoca en la cual adquieren notoriedad en los textos programticos

    y experimentos sociales conocidos como socialismo utpico25

    se nombrana lo largo de los siglos de evolucin de la civilizacin europea de manera preci-sa las causas del desorden existente y se describen con detalle formas de vidaindividual y colectiva correspondientes a los anhelos ms fundamentales del serhumano, los cuales pueden ser realizados mediante la eliminacin de dichascausas sociales que ahora todava vuelven tan poco agradable la existenciahumana.

    Al igual que en el anlisis de la vida cotidiana, tambin aqu el esfuerzolosco tiene que separar la composicin meramente literaria y los reejosdirectos de la sociedad y la poca de su autor, de la tendencia profunda quese percibe en el texto hacia el novumpendiente de un mundo autnticamentehumano aquel mundo, donde la convivencia se encuentre organizada de formatal que sea posible la vida buena para todos que se anuncia a menudo slode modo oscuro y siempre fragmentario.

    As, por cierto, Bloch recupera expresamente la utopa para el pensamientomarxista, pues desde el paneto de Friedrich Engels,

    Del socialismo utpico alsocialismo cientco26y algunas observaciones crticas sobre el voluntarismode los socialistas utpicos por parte de Marx, se haba tabuizado el concep-to. De modo diferente que Karl Mannheim, Max Weber y Antonio Gramsci, peroigual que ellos tratando de corregir la estrechez economicista y mecanicista delmarxismo vulgar, Bloch aclara que Marx ha formulado tambin ideales comocrtica y hoja de ruta, pero no como algo jo y aportado transcendentemente,

    sino como algo que se encuentra en la historia y no est, por eso, concluso:

    ideales de anticipacin concreta.27

    Para Bloch, el famoso autor decimonnicode ninguna manera abandon la utopa, sino, al contrario, la super dialcti-

    23E. Bloch, Geist der Utopie,p. 320.24E. Bloch, El principio esperanza,vol. 2. Madrid, Trotta, 2006, p. 7.25Vase Esteban Krotz, Utopa. Mxico, UAM-Iztapalapa, 1988, caps. 5-6.26Federico Engels, Del socialismo utpico al socialismo cientco. Mosc, Progreso, 1978.27E. Bloch, El principio esperanza, vol. 2, pp. 155.

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    camente, sentando las bases para pasar nalmente de la utopa abstracta a la

    utopa concreta: el mejoramiento del mundo tiene lugar en y con la conexindialctica de las leyes del mundo objetivo, con la dialctica material de una his-toria inteligida y producida conscientemente.28Tambin en este sentido, Blochentiende su propia obra no como parfrasis repetitiva de la obra de Marx, sinocomo desarrollo, evidencindose el marxismo como una crtica de la razn purapara la cual todava no ha sido escrita la crtica de la razn prctica.29

    En la parte segunda de El principio esperanza,Bloch ofrece de modo siste-

    mtico su teora de la conciencia anticipadora.Explica primero la conciencia de lo todava-no-consciente o crepsculo haciaadelante como una nueva clase de conciencia y como clase propia de concien-cia de lo nuevo (cap. 15), y luego el mundo en el que la fantasa utpica tiene

    un correlato (cap. 17). Es clave aqu su anlisis de la categora posibilidadtanpoco tratada en la losofa occidental (cap. 18), ya que el hombre es la posibili-dad que no ha madurado todava la totalidad de sus condiciones y determinan-tes de las condiciones, tanto externas como internas. Y en la totalidad inagotable

    del mundo mismo: la materia es la posibilidad real para todas las formas que sehallan latentes en su seno y se desprenden de ella por medio del proceso.30De este mundo en devenir y su meta, slo puede lograrse una pre-apariencia,precisamente porque no se trata de una conguracin en algn sentido concluida,

    sino de un proceso abierto y siempre en peligro de no lograrse; asimismo, todoavance prctico en la construccin de un mundo humano de y para todos losseres humanos que merezca verdaderamente el calicativo de humano, tiene

    necesariamente carcter de fragmento.En el esfuerzo de aprehender cognitiva y prcticamente la materia en proce-

    so conuyen lo que Bloch llama corriente fra y corriente clida del marxismo,

    pensamiento que celebra como la ciencia concreta de la tendencia.31De laarticulacin inadecuada de estas dos corrientes vienen tantos errores de apre-ciacin de la historia humana y tantos fracasos de la accin poltica revolucio-naria en el pasado. La corriente fra es el anlisis objetivo y preciso de las con-diciones socioculturales realmente existentes y el desenmascaramiento de las

    ideologas justicadoras del desorden actual y que es imprescindible para noperderse en el mbito del utopismo, del wishful thinking, del voluntarismo. Encambio, la corriente clida es constituida por todas las intenciones liberadoras

    28Ibid., p. 156.29E. Bloch, Geist der Utopie, pp. 304-305.30E. Bloch, El principio esperanza, vol. 1, p. 280.31Ibid., p. 349.

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    de la historia, toda la tendencia real materialistamente humana y humanamentematerialista, de la que deriva la vehemente apelacin al hombre humillado,esclavizado, abandonado, hecho despreciable.32

    Por eso es que las revoluciones tienen, como enfatiza Bloch, su itinerario yhorario y sus logros son, como lo analiza con respecto al gran grito tricolor de laRevolucin francesa, casi siempre intrnsecamente ambiguos y necesitados dela aclaracin posterior: a cada paso hay que recuperar la sobriedad y recordarque slo cuando lo falso cae, lo genuino puede vivir. Y no muchos estn cons-

    cientes de qu tanta prctica de coercin tenemos que perder todava.33

    Especialmente en la parte nal de Experimentum mundiBloch enfatizanuevamente la importancia del factor subjetivo, ya que los factores objetivospropicios por s solos, por ms necesarios que sean, no garantizan nada. Es elser humano que es capaz de volver real lo que es posible de modo objetivo-reale incluso de generar posibilidades nuevas.34Una y otra vez deja ver el lsofoque no est hablando de modo general, acaso de modo ahistrico, sino quetiene en la mira la situacin la poca evolutiva, el tipo de sociedad en que vi-

    ve: la sociedad de clases.Esto se ve muy bien cuando Bloch analiza el imperativo categrico de Kant,

    segn el cual cada quien debe actuar de modo tal que la mxima seguida pue-da ser establecida como principio de una ley universal. Aqu se trata induda-blemente de un logro de la conciencia anticipadora, como lo fue tambin la ideadel ciudadano de la Revolucin francesa. Pero hay que situarla sin confusio-nes: este imperativo categrico es posible plenamente slo en una sociedadsin clases. En la sociedad de clases actual su observancia signicara para el

    explotado y dominado traicionar sus intereses de clase que son los interesesde toda la sociedad clasista preada con el orden futuro de libertad, igualdady solidaridad, capitulando ante el inters del capital en funcin del cual seencuentra organizada la sociedad vigente.35De modo semejante, el ideal delciudadano debe ser liberado de su falsa identicacin con el burgus, ya que de

    lo contrario devendra en la cimentacin ideolgica del rgimen actual basadoen la apropiacin privada de la riqueza socialmente generada.36

    32Ibid., p. 252.33E. Bloch, Geist der Utopie, p. 297.34E. Bloch, Experimentum mundi, p.255.35Para ilustrar este punto, Bloch cita la crtica de Anatole France de la llamada igualdad ante

    la ley que prohbe igualmente a ricos y a pobres robar lea y dormir bajo los puentes. (E. Bloch,

    Geist der Utopie,p. 297).36E. Bloch, Experimentum mundi,pp. 188 y sigs.

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    Hay que recalcar aqu que la praxis revolucionaria no debe estar limitada aliberar mediante la construccin de una sociedad sin clases, la relacin del serhumano con sus congneres; tambin hay que transformar la relacin del ser hu-mano con la naturaleza, para que el ser humano ya no tenga que estar comoen un campo enemigo y con el accidente tcnico como amenaza permanentey construirse una relacin armnica de alianza.37

    Varias de las cifras reales de la utopa, anticipaciones del momento col-mado del estar nosotros con nosotros mismos, al cual intencionan todos los

    deseos existenciales del ser humano y del ncleo del ser humano que todavaest en el incgnito y que solamente puede ser identicado una vez abolidaslas clases,38son abordadas por Bloch con mayor amplitud y profundidad enotras obras. Para completar la visin de conjunto hasta aqu ofrecida, es perti-nente mencionar tres ms de ellas.

    Como no se podra esperar de otro modo, la historia de la losofaes ras-treada permanentemente por Bloch en busca de las huellas anticipatorias de larazn utpica. Las encuentra ante todo, por un lado, en la obra de Hegel, a quien

    celebra en el prlogo a la segunda edicin por su mtodo el que distancindosede la seduccin de lo acabado, vuelve a romper y con qu inmensidad conlo que falsamente se consideraba perfecto, y lo hace explotar desde dentro.Pues, por mucho que se tape la luz, siempre vuelve a surgir la dialctica inte-rrumpiendo y poniendo al descubierto la contradiccin, que es a la vez aguijn yayuda.39Por otro lado est el derecho natural, cuya herencia es tan importantede recuperar que la de las utopas sociales, porque: La utopa social aspirabala felicidad humana, el derecho natural, la dignidad humana. La utopa socialproyectaba de modo pintoresco condiciones en las que ya no hay fatigados yagobiados, mientras que el derecho natural construa condiciones en las queya no hay rebajados y humillados.40

    Otra lnea de anlisis y reexin nos lleva al llamado excedente utpico41que se halla en fenmenos y dimensiones que el marxismo hegemnico consi-deraba tradicionalmente ms bien el reino de la ideologa y de la enajenacin.Tambin aqu Bloch recupera ideas originales de Marx largamente olvidadas y

    demuestra cmo todo gran arte est lleno de destellos utpicos, revelndoseestrella de la anticipacin y canto de consolacin en el camino a casa a travs

    37Ibid., p. 251.38Ibid., p. 192.39E. Bloch, Sujeto-Objeto: el pensamiento de Hegel,p. 16.40E. Bloch, Naturrecht und menschliche Wrde,p. 13.41E. Bloch, Experimentum mundi,p. 11.

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    de la oscuridad;42de hecho, ya buena parte de Espritu de utopaest dedi-cado a la msica, el arte utpicamente franqueador por excelencia, ya sea quevibre, ya construya.43Algo semejante vale para la religin, especialmente elcristianismo, cuya historia europea Bloch lee a contracorriente, es decir, desdela historia de los herejes y disidentes,44y propone una alianza entre el mar-xismo y el cristianismo.45Porque descubre en este ltimo la persistencia de laesperanza que critica incluso de modo particularmente agudo las condicionesdeshumanizadoras a lo largo de la civilizacin europea y, al mismo tiempo, los in-

    tentos prcticos de modicarlas a modo de preguracin del mundo humanopara todos los humanos.

    Finalmente hay que sealar la fascinacin de Bloch por determinadas reali-zaciones poltico-socialesde tinte utpico, que a pesar de todas sus limitacionese incluso perversiones constituyen para l faros en el proceso histrico. Entreellos ocupan un lugar preeminente las revoluciones francesa y rusa, experi-mentos ambos que anticiparon mucho ms de buena vida para todos de lo quenalmente lograron y que an as dejaron huellas indelebles para marcar la

    direccin del camino pendiente. Antecesor de ellos fue el cmulo de movimien-tos rebeldes, en su mayora de gente pobre e iletrada, en el umbral entre elfeudalismo decadente de la Edad Media y la emergencia del capitalismo de laEdad Moderna, que desemboc en las llamadas guerras campesinas alemanasdel siglo XVI. Su lucha contra los poderes econmicos, polticos y religiososconjuntos, fue impulsada por una combinacin del anhelo de recuperacin desituaciones de libertad y de armona ubicados en un pasado de tintes mticoscon el reclamo de justicia inspirado en las profecas bblicas y un milenarismoapocalptico; no combatan para superar las dicultades terrenas dentro de

    una civilizacin eudemonista, sin integrar an, sino para privar de su realidad aaqullas mediante la irrupcin del Imperio.46Tambin aqu el fracaso histricono elimin la verdad anticipada y anticipadora de los contenidosprofundos de la

    42E. Bloch, Geist der Utopie,p. 151; hay que recordar aqu que en la segunda mitad de los aostreinta, Bloch particip con esta perspectiva en el llamado debate sobre el expresionismo, dondediversos autores marxistas discutan sobre el carcter esencialmente reaccionario o potencialmentesubversivo del arte expresionista de la poca.

    43E. Bloch, El principio esperanza,vol. 3. Madrid, Trotta, 2007, p. 152; vese tambin E. Bloch,Zur Philosophie der Musik. 2 ed. Frncfort, Suhrkamp, 1974.

    44E. Bloch,Atheismus im Christentum,p. 13.45Ibid., p. 299.46E. Bloch, Thomas Mnzer, telogo de la revolucin. Madrid, Ciencia Nueva, 1968, p. 76.

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    historia humana que con tal brillo resplandece aqu y a la visin de duermeveladel antilobo, de un reino al n fraternal.47

    Las famosas palabras nales de El principio esperanzaresumen de maneraestupenda la posicin y la visin blochianas:

    Desde esta perspectiva hay que decir que el ser humano vive todava pordoquier en la prehistoria, que todas y cada una de las cosas se encuentranante la creacin del mundo como un mundo autntico. La verdadera gnesisno se encuentra al principio, sino al nal,y empezar a comenzar slo cuandola sociedad y la existencia se hagan radicales, es decir, cuando aprehendan yse atengan a su raz. La raz de la historia es, sin embargo, el ser humano quetrabaja, que crea, que modica y supera las circunstancias dadas. Si llega a

    captarse a s y si llega a fundamentar lo suyo, sin enajenacin ni alienacin,en una democracia real, surgir en el mundo algo que ha brillado ante los ojosde todos en la infancia, pero donde nadie ha estado todava: patria.48

    El alcance y la actualidad de la losofa blochiana

    El que la obra de Ernst Bloch se encuentre actualmente en un lugar ms bienmarginal del debate losco, puede deberse tambin a que varias de sus ca-ractersticas dicultan el acceso a ella. Entre ellas, su profundo enraizamiento

    en la losofa y la historia cultural de Europa Central, que Bloch manejaba con

    gran maestra, le conere un indudable matiz eurocntrico; empero, ste no

    es inherente a la temtica de su losofa, porque tambin en los dems conti-nentes y culturas puede documentarse la conciencia anticipadora, la tendenciahacia el caminar erguido, los movimientos utpicos. Por su parte, el lenguajeparticular del lsofo, con abundantes vocablos por l creados y construcciones

    verbales poco usuales, se antoja necesario para poder elevar al concepto lapercepcin del movimiento abierto de la materia del mundo y lapre-exin co-rrespondiente de la conciencia humana, pero hay que admitir que tambinconstituye una barrera para la lectura y diculta enormemente la traduccin.49

    47Ibid., p. 67.48E. Bloch, El principio esperanza,vol. 3, p. 510. En el vocablo alemn Heimat conuyen los

    signicados de patria, matria y hogar. En el vocablo alemn Heimat conuyen los signicados de

    patria, matria y hogar.49Por esta razn constituyen una gran ayuda las anotaciones de Francisco Serra a la segunda

    edicin de El principio esperanza,traducida por Felipe Gonzlez Vicn. Introducciones a la obrade Bloch accesibles en castellano son los breves textos de Hans Heinz Holz, La importancia de

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    Para no pocos, la identicacin temporal de Bloch con regmenes autoritarios

    y en el fondo contrarios a su bsqueda utpica amn de las equivocaciones enla valoracin de determinados fenmenos polticos de su tiempo situacinque, dicho sea de paso, comparte con su gran inspiracin Carlos Marx cons-tituye una hipoteca difcilmente salvable de su obra, aunque, como en el casode aqul, no necesariamente invalida su modelo general; por cierto que aqusu observacin de que hay que dejar de lado aquella concepcin que quiereser demasiado prctica, para la que las metas cercanas se han vuelto refor-

    mistamente tan importantes, que declaran las metas lejanas sin importanciay desviantes,50puede leerse como reconocimiento tardo de algunos de suserrores de apreciacin poltica.

    Pero ms all de esto, la obra blochiana ha recibido, como ya se ha men-cionado, crticas severas desde posiciones loscas y polticas muy distintas

    entre s; adems, ha sufrido una y otra vez intentos de domesticacin, o sea, deapropiacin desde formas de pensamiento y corrientes polticas fundamental-mente diferentes y hasta opuestas a la losofa de la utopa. Muchas corrientes

    marxistas, especialmente las de la estril ortodoxia talmdica,51siguen igno-rndola e incluso disputndole su pertenencia a tal tradicin de pensamiento.Las losofas acadmicas dominantes actuales no se interesan mucho por la

    obra de Bloch, a pesar de que todos los aos siguen apareciendo estudios sobrelos ms diferentes aspectos de su obra.

    En Amrica Latina, Ernst Bloch ha estado poco presente en la discusinlosca. Sin embargo, su inuencia puede observarse en diversos aspectos

    de la teologa de la liberacin y de la losofa de la liberacin, donde ha apor-tado elementos para analizar la realidad social y cultural y para mantener laesperanza fundada en la capacidad humana que no puede ni debe tratar de

    la losofa de Ernst Bloch para el marxismo, en Cuadernos Polticos, nm.26, octubre-diciembre1980, pp. 12-18; Esteban Krotz, El pensamiento utpico de Ernst Bloch en Utopa. Mxico,UAM-Iztapalapa, 1988b, 2 ed., corr. y ampl., pp. 123-131, 257-269; y Francisco Serra, Utopa eideologa en el pensamiento de Ernst Bloch, enA Parte Rei: Revista de Filosofa, nm. 2, febrero

    1998, http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/utopia.html, as como el estudio de Jos A. Gimbernat,Ernst Bloch: utopa y esperanza claves para una interpretacin losca . Madrid, Ctedra, 1983;y el volumen de Sergio Prez Corts, Vctor Alarcn Olgun y Csar Cansino Ortz, coords., ErnstBloch: sociedad, poltica y losofa. Mxico, UAMIztapalapa / Centro de Investigacin y DocenciaEconmicas-Departamento de Estudios Polticos, 1988.

    50E. Bloch, Experimentum mundi,p. 187.51As caracteriz a menudo el antroplogo cataln-mexicano ngel Palerm este tipo de marxis-

    mo bastante extendido tambin en Amrica Latina. vease ngel Palerm,Antropologa y marxismo.Mxico, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologa Social, 1998, p. 72.

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    cambiar la constitucin de los seres humanos como tales, pero que s pue-de y debe tratar de humanizar la organizacin de sus sociedades, partiendopara ello, ante todo, de los sueos estructural y sistemticamente frustradosde los de abajo.52

    Sin embargo, como en los tiempos de vida de Bloch, la recepcin y el desa-rrollo de su obra no solamente han sido bloqueados por la radicalidad de susplanteamientos, por su cuestionamiento consecuente de las interpretacioneshegemnicas de buena parte de la tradicin losca europea, por su inters de

    extraer las cifras del mundo venidero de la cultura cotidiana de la gente comny corriente y de los movimientos rebeldes y revolucionarios, por su re-lecturapolmica de la historia del arte y del cristianismo. Ha sido dicultada tambin

    y sigue sindolo por una situacin en la que utopa no parece un vocablosugerente. Desde hace tiempo, se ha tratado de contrarrestar su capacidaddesestabilizadora del desorden reinante mediante estrategias sistemticas deridiculizacin quien se interesa por la utopa est fuera de lugar, de sus-titucin del sueo utpico potencialmente disruptivo por la utilera meramente

    ilusoria por ejemplo, a travs de la literatura y las pelculas fantasy o debloqueo mediante la difusin de la anti-utopa cuidadosamente elaborada.53Estos mecanismos operan actualmente en el contexto de una coyuntura delarga duracin particularmente adversa para plantearse el advenimiento de al-go verdaderamente nuevo en el orden social en vez de lo cual se ofrece la

    52Telogos importantes, entre ellos, el salvadoreo Ignacio Ellacura, Utopia y profetismo, enMysterium Liberationis: conceptos fundamentales de la teora de la liberacin, eds., Ignacio Ellacuray Jon Sobrino, San Salvador, Universidad Centroamericana, 1993, pp. 323-372 t. I; y el brasileoJoo Batista Libnio, Esperanza, utopa, resureccin, en Mysterium Liberationis: conceptos fun-damentales de la teora de la liberacin, eds., I. Ellacura y J. Sobrino, San Salvador, UniversidadCentroamericana, 1993, pp. 495-510, t. II, han recurrido a ideas de Bloch para, sin coincidir con supropuesta sobre el transcender sin transcendencia, precisar semejanzas y diferencias entre anlisissociopoltico, utopa, profeca y apocalpsis; por su parte, tambin remite el lsofo Enrique Dussel,

    tica de la liberacin. Madrid, Trotta, 1998, a la obra de Bloch.En este contexto tambin hay quemencionar la importancia de las ideas de E. Bloch en la obra del enayista uruguayo Fernando

    Ansa, La funcin utpica en Amrica Latina y el modelo de Ernst Bloch, en Prometeo: revistalatinoamericana de losofa,ao 2, nm. 6, mayo-agosto, 1986, pp. 35-44, y La reconstruccinde la utopa. Buenos Aires, Sol, 1999. Un intento de aprovechar ideas blochianas para reanudarla interaccin desvanecida durante el siglo XIX, el siglo de la emergencia de las ciencias sociales,entre utopa y la antropologa sociocultural, lo constituye E. Krotz, La otredad cultural entre utopay ciencia: un estudio sobre el origen, el desarrollo y la reorientacin de la antropologa. Mxico,FCE/ UAM-Iztapalapa, 2004.

    53Acerca de las anti-utopas puede verse de E. Krotz. Invitacin a la utopa: en torno a utopasy anti-utopas, en Nueva Antropologa,nm. 37. Mxico, abril de 1990, pp. 129-134.

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    novedad de corta duracin en la llamada informacin, pero tambin en las mo-das de vestir, tecnolgicas y acadmicas. El neoliberalismo en cuanto forma devida54en vas de globalizacin, que ha encontrado en el nihilismo posmodernouna dimensin simblica adecuada y que tambin est marcando profunda-mente la creacin del conocimiento cientco55con su secuencia cada vez msvertiginosa de los ciclos de produccin-consumo para benecio de algunos a

    costa de los dems, fuera de los cuales nada parece tener importancia, no esun caldo de cultivo para pensar en un mundo otroen el sentido de unmundo

    humanopara todos.Y sin embargo, el caldo de cultivo para la utopa sigue existiendo, aunque nose le pueda encontrar en las esferas del glamour. Y tambin siguen existiendo losintentos de volverla realidad y, a travs de ello, denir el verdadero rostro de la humanidad.

    Por ello, se lee al inicio deAteismo en el cristianismo:

    Partamos de lo que es nuestro caso. Es para la mayora de cualquier modo

    el de ser solamente utilizado, dependiente, empujado. Mientras que esto sepueda aceitar o nebulizar sucientemente bien, no nicamente los cobardes

    y los dbiles se quedan quietos. Pero lo descontento, lo que quiere caminarerguido, esta parte tan buena de nosotros, se regenera siempre de nuevo,primero en los jvenes. El caminar erguido inicia, busca liberarse de lo ana-crnico que sigue chapuceando de manera poderosa y sin ideas. [] Envez del Arriba, el Adelante atrae para que sea formado. Desde abajo, dispo-niendo de nuestra historia libre, con claridad y en comunidad.56

    Fecha de recepcin: 10/08/2010

    Fecha de aceptacin: 3/11/2010

    54El cientista poltico argentino insiste Atilio Born, Las ciencias sociales en la era neoliberal:entre la academia y el pensamiento crtico en Tareas, nm. 122, enero-marzo 2006, http://bibliote-cavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/panama/cela/tareas/tar122/03boron.pdf, en que esta forma de vidano debe confundirse con el sistema econmico en que se basa.

    55Por ello, el socilogo mexicano Pablo Gonzlez Casanova critica en su ensayo sobre Lanueva universidad Frgoa,http://rgoa.usc.es/drupal/node/10372, el as llamado capitalismoacadmico.

    56E. Bloch,Atheismus im Christentum, p. 7.