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año 1 SHRCELONS : 1 4 de Mayo de 1 91 8 Núni. 2

lvj L7Ã Kl ¶iSE PUBLICA LOS DÍAS DI C-roI - OFICINAS

14 Y 29 DE CADA MES GUI F AO H O M E D E S NÁPOLES, 288, 1.° : BARCELONA

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LOS Gf^ANDF5 MAESTF'\OS

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BUFÓN Atribuído a Velázquez, que figura en la maravillosa co;lecci in de pinturas clásicas del Dr. Scháfer : Barcelona:

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EL CAPALLERO DEL VERDE GANAN

Cuando don Quijote llegó a casa delcaballero del Verde Gabán, estaba muycontento; acababa' de realizar una delas mayores aventuras de su vida: la delos leones.. En la puerta esperaban a donDiego—tal vez un poco ansiosos por latardanza—D.' Cristina y Lorenzo. DoñaCristina es la esposa de D. Diego; Lo-renzo es su hijo. D.° Cristina se encuen-tra en esa edad en que las mujeres hacensoñar a los muchachos que están en loscolegios; tal vez tiene una barbilla quese repliega suavemente sobre el angostocuello del corpiño; acaso en sus ojos hayesa vaga melancolía, esa dulzura, esaañoranza que tenéis vosotras, buenasamigas, cuando estáis a punto de despe-diros de la edad loca. Lorenzo, su hijo, esun mozuelo absurdo y fantástico; Cer-vantes dice que su padre no ha podidohacer, por nada del mundo, que estudieleyes; esto le Iranjea nuestras más ca-lurosas simpatías. Cervantes añade tam-bién que tampoco su padre ha podidolograr qtie trabaje en la teología; estolleva hacia él con más fervor nuestrosafectos.

D. n Cristina y Lorenzo están en lapuerta de la casa; un criado, hace unmomento, ha avisado que por el cabo dela calleja venia D. Diego acompañado deotro señor extraño; al oir la nueva, doliaCristina y Lorenzo han bajado corrien-do. Y ya está D. Quijote ante ellos; losdos se hallan llenos de una profunda es-tupefacción; acaso una turba de mucha-chos, que les ha ido siguiendo por lascalles del pueblo, rodea el grupo; es po-sible que estas buenas viejas, que nohacen jamás nada, se hayan asomado alas pequeñas ventanas que para este efec-to hay debajo de los anchos aleros, y quealgunos señores vecinos hayan apareci-do en los umbrales de sus casas con susredondos sombreros y la mano siniestracolocada en los pomos de las espadas.«¿Quién es—pensarán ellos—este hom

-bre extraño que trae D. Diego y que llevauna media armadura, una rodela y unlanzón largo?» Entre tanto, D. Diego seapea, sonriendo, de su caballo, y dice,dirigiéndose a doña Cristina y señalan-do a D. Alonso:

—¡Recibid, señora, con vuestro sólitoagrado, al señor don Quijote de la Man-cha,que es el que tenéis delante, andantecaballero y el más valiente y el más dis-creto que tiene el mundo!

D. Alonso, al acabar de pronunciarestas palabras D. Diego, se inclina conuna profunda cortesía; D. Cristina do-bla la cabeza y sonríe con una de esasligeras sonrisas que vosotras, buenasamigas, tenéis y que nos confunden unpoco, puesto que no sabemos si son deingenuidad o de ironía. Y sea, en fin decuenta, lo que fuere, ello es que, despuésde hecha también la presentación a Lo-renzo, todos penetran en la casa. Cer-vantes ha tenido buen cuidado de decir-nos que esta casa es anchurosa, cómoda;hay en ella un desahogado patio, unabodega, con su jaraíz, y una cueva; arri

-madas a las paredes, en bella y simé-trica ordenanza, aparecen unas rotun-das tinajas, producto de los famososalfares del Toboso. D Quijóte, durante

un momento, ante estas vasijas, por na-tural asociación de ideas, recuerda aDulcinea; Sancho, más práctico, menosidealista—no le tengáis rencor por es-to—, es posible que sólo piense en elgrato licor manchego. Luego todos fran-quean la puerta de la sala; la sala es lapieza principal de la casa. Se ven en ellaun armario con libros amenos e instruc-tivos, unos cuadros—en que los vivoscolores aun no han sido velados por lapátina que hoy los obscurece—, unas cor

-nucopias, un contador de ébano o de cao-ba, unos anchos sillones con asiento yrespaldar entapizados. D. Quijote hapuesto sobre uno de estos sillones su ce-lada, con majestuosa prosopopeya. Todosle miraban en silencio, atónitos, estu-pefactos; en la puerta, una de estas cria-das que Cervantes conocía tan bien(como la Argüello o la Gallega de LaIlustre Fregona) abre los ojos asombra-da; Lorenzo y D. Diego hablan con vozquedita en un rincón, en tanto que obser-van, de rato en rato, a hurtadillas, aD. Quijote.

—Pero ¿quién es este hombre tan ex-traño? - pregunta Lorenzo a su padre.

—No sé—contesta D. Diego.—No sé;a veces parece un loco y otras creo quees la persona más inteligente y discretaque he tratado jamás. En definitiva: nopuedo decir si es un loco o un sabio.

Y aquí, en esta perplejidad de D. Die-go, está todo el encanto, toda la atrac-ción, todo el profundo misterio de estamaravillosa aventura. D. Diego es unhombre sencillo, honesto, discreto; en lacasa se respira un ambiente de sosiego,de paz; los muebles están colocados si-métricamente; todas las cosas diarias sehacen a las mismas horas; las comidasestán siempre a punto cuando llega elmediodía y cuando llega la noche; aidénticos instantes se abren por la ma-ñana las puertas y ventanas y se toca aretirada por la noche; se guardan y con-memoran todas las fiestas y sucesos dela familia; los manteles no están nuncamanchados ni se verá jamás un desga-rrón en los atavíos de las camas; la ro-pa blanca está, guardada toda con cui-dado en unos grandes arcaces de pinoen que se ponen unos membrillos y unasolorosas raíces de enebro; en la alacenase apilan mantenencias y gollerías detoda especie; las zafras están llenas deaceite; la vidriada tinaja del pan apa

-rece atiborrada de redondas y doradashogazas. Y un silencio profundo, un si-lencio ideal, un silenciò que os sosiegalos nervios y os invita al trabajo, un si-lencio que Cervantes califica de «mara-villoso» y que dice que es lo que más hasorprendido a D. Quijote, reina en todala casa. Y éste es un contraste que pres

-ta el hondo, el transcendental interés aesta página. En esta casa, este mismoespíritu de orden, este mismo apego almétodo en todas las cosas diarias, estemismo bienestar sólido, silenciosamentegustado, hacen nacer en sus moradoresun íntimo, un suave egoísmo. No quieroque interpretéis malamente ahora estapalabra. D. Cristina, D. Diego, Loren-zo son excelentes ciudadanos; cumplenbien sus deberes; se portan lealmente

con los amigos; son afables, son discre-tos. Pero tal vez algo que salga del am-biente pacífico y cordial de esta casa lessorprende; acaso ellos no puedan toleraruna audacia, un contrasentido, una im-petuosidad, una acción loca y generosa,que de pronto eche abajo todo nuestrométodo cuotidiano, todas - nuestras pe-queñas voluptuosidades, todas nuestrasprevisiones, toda nuestra lógica prosai-ca. Y bien: ¿comprendéis cómo en esta,casa del caballero del Verde Gabán hade causar una emoción tremenda la lle-gada de este extraño personaje de laTriste Figura? D. Quijote no tiene planni método; es un paradojista; no le im-portan nada las conveniencias sociales;no teme el ridículo`. no tiene lógica ensus ideas ni en sus obras; camina alazar; desprecia el dinero; no es previ

-sor; no para mientes en las cosas insig-nificantes del mundo. ¿Qué hombre es-tupendo es éste? ¿Qué concepto es el su-yo de la vida y qué es lo que se proponeandando en esta forma por los caminos?

D. Diego no lo sabe; él no acierta adecidir lo que es a punto fijo este caba-llero que ha traído consigo. ¿Es un loco?¿Es un sabio? El conflicto acaba de plan-tearse en esta casa; ya las dos modali-dades del espíritu—la que representaD. Quijote y la que simboliza D. Diego—se hallan en . pugna. ¿Cuáles serán lasconsecuencias? La batalla va a decidir-se en el alma del mozo Lorenzo. Loren-zo está indeciso: ama la poesía, elideal, los lejanías vagas y románticas,lo desconocido, lo quimérico; D. Diego,su padre, no ha podido hacer que seaplique a más provechosas y sólidas es-peculaciones; pero hasta ahora sus ím-petus, sus gustos, sus tendencias, se ha-llaban reprimidas, retenidas por el am-biente sosegado y regular de esta vivien-da; acaso con el tiempo, desengañadode sus quimeras y sus ensueños, hubierallegado a ser un excelente agricultor oun laborioso mercader. Y de pronto apa

-rece en la casa este absurdo D. AlonsoQuijano. Lorenzo y D. Quijote tienenuna animada charla; Lorenzo lee suspoesías al caballero errante:

—Viven los cielos!—grita entusias-mado Don Quijote—, ¡viven los cielos,mancebo generoso, que sois el mejor poe-ta del orbe!

Ya la batalla está perdida, o, si osplace, ganada. Lorenzo no será ni agrí

-cultor ni comerciante. Y yo os pregun-to, amigas mías, buenos amigos: ¿quécreéis que importa más para el aumentoy grandeza de las naciones: estos espí-ritus solitarios, errabundos,-fantásticosy perseguidores del ideal, o, estos otrosprosaicos, metódicos, respetuosos con lastradiciones, amantes de las leyes, acti-vos, laboriosos y honrados, mercaderes,industriales, artesanos y labradores?

Sintamos una cordial simpatía por losprimeros; pero, al mismo tiempo—y estaes la humana y perdurable antinomiaque ha pintado Cervantes—, deseemostener una pequeña renta, una tiendecillao unos majuelos.

AZORÍN

18 VIDA ARTÍSTICA

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CARTA DE MADRIDExposición Muñoz Murató

r acontecimiento artístico de esta últimaquincena, ha sido la exposición de joyasartísticas organizada por el artista ca-

talán Enrique Muñoz Murató, joven briosoy culto, en los salones de la Librería Matheuque abriendo sus puertas lo mismo a los es-critores que a los cultivadores de las artesplásticas, da tina prueba de su exquisito buengusto y de su amplitud de criterio.

COFRECILLO.—Joya artística de la Exposición Murató.

Los amateurs del arte del camafeo y delesmalte, de las joyas pulidas en que se ejerci-tara el supremo genio artístico de BenvenutoCellini, han tenido ocasión de congratularsecon esta presentación del artista catalán, des-conocido hasta hoy de nuestro público.

El tallado de la piedra y del bronce tieneen este artista un `cultivador experto, que do-mina su arte. De los primores ejecutados da-rán idea a los lectores de VIDA ARTÍSTICA lasfotografías que acompañan a esta crónica.

Un novelista joven

José Más, es uno de los más intensos y la-boriosos cultivadores de la literatura, que des-puntan en la generación joven. Casi adoles-cente se dió a conocer por su novela Soledad,que yo prologué, y que encerraba los gérme-nes de un futuro novelista, hoy ya cuajado.Había allí descripciones hechas con maestríainsuperable y si todavía no estaba lograda lapersonalidad, se acusaba ya un costumbristaandaluz de la cepa de los Estévanez, Calde-rón y los Fernán Caballero, pero más ade-cuado al espíritu de los tiempos. «De casta leviene al galgo... » y José Más descendía deprogenie de artistas, pues su padre fué aquelolvidado y gloriado don Benito Más y Prat,costumbrista magistral que se mostró como ungran espíritu en La tierra de María Sant!

-sima y autor de algunas poesías, sobre todo,en los Nocturnos que revelaban una almagemela de la de Gustavo A. Becquer con sumisma genialidad elegíaca.

D. JOSÉ MÁS.—Notable literato, autor de las novelas"La Estrella de la Olralda" y "Sacrificios"

recién publicadas.

Hizo luego José Más una incursión al terre-no de la novela del misterio, cultivada en In-glaterra por Hugo Conway, y en Norte Amé-rica por Edgar Poe, y publicó El baile delos espectros, que tiene atisbos de maestro yescenas interesantísimas que sobrecogen ycautivan al lector.

Y luego de esta incursión, se adentró fran-camente en el terreno de la novela sevillana,queriendo revivir las costumbres, los ca-racteres, las escenas de su tierra natal ypintando, no una Andalucía banal y frívola depandereta, sino una Andalucía trágica y ado-lorida, cantando y bailando en sus zambras yjuergas, pero con toda la espantosa tragediaclavada dentro del corazón, como un puñal...

A esta serie de novelas pertenece La Bru-ja, publicada el año pasado, donde hay esce-nas andaluzas tan pintorescas como la de lasazoteas, en el capítulo primero. Reciénte-mente acaba de publicar La Estrella de laGiralda, donde ya la pluma tiene relievesmagistrales y se muestran en todo su esplen-dor las facultades de novelista que le asisten.La descripción de los personajes, la visiónartística de la Catedral «por dentro», la pro-cesión del Corpus, son páginas memorablesque no olvidan los que lean esta novela. Eltipo de la muchacha mística tiene tina fuerzay tina plasticidad inconfundibles y el canónigotiene la sensación de realidad de los clérigos,pintados de mano maestra por Eça de Queirozen O crime do Padre Ganaro y los abatesfijados para siempre en la novela porFerdinandFaores en L`Abbè Frigane. Es esta última

PALMATORIA.—Joya artística de la Exposición Murató.

novela la más cuajada y madura de las quehasta ahora ha publicado José Más.

Ultimamente ha publicado también en laBiblioteca Patria, meritísima para los amantesde las letras, tina novelita, con escenas muyfuertes y vigorosas de pueblo castellano, titu-lada Sacrificio, que añade una cuerda más ala lira ya policorde de este novelista, cultiva-dor del más puro realismo español, sin mesco-lanzas de naturalismo de escuela.

Mary Luziny, genialartista de varietés

Acabo de presenciar dentro del género devarietés, un espectáculo nuevo, el más artís-tico y refinado que he visto hace años en estegénero. Se trata de la gran artista y bellísimamujer que ha actuado en estos últimos días enel teatro Lara, constituyendo su número elfin de la fiesta. Una fusión harmónica de tresartes coordinadas:—la música, el baile, y lapintura. Como en la estrofa célebre de Ban

-delaire:

les parfums, les coleurs et les sous se repordent...

La artista, esta gentil y original artista quese llama Mary Luziny, ha combinado estos treselementos y realizando plásticamente con sucuerpo escultural las figuras inmortalizadas encuadros famosos, nos da la sensación de loviviente y nos hace pensar cómo las adora-ríamos, si reviviesen, de rodillas... Y así es su-cesivamente María de Magdala, del cuadro de

Angélica Kaufmann, pecadora arrepentida,sugestiva en sus líneas estatuarias, de hebrea;o ya es la reina María Antonieta, del cuadrode Mme. Vigee Lebrun, que desfila por el es-cenario al son de un minueto de Haydn; obien es la misma Angélica Kaufmann, segúnel antoretrato de la Galería degli Uffizi de

MARY LUZINY.—Bella y notable danzarina que ha ac-tuado recientemente en Madrid con éxito lisonjero.

Florencia, y muestra su elegante perfil mien-tras la orquesta ataca la vibrante marchaCasse Noisette de Asehai Rowsky; o ya esla castiza y bien española actriz Consuelo delMadro, de nuestro formidable Zuloaga—ahoraaquí, entre nosotros, para embeberse más de laesencia española que tiene su pintura— y en-tonces suenan los acordes jacarandosos de LaCalesera, del maestro Barbieri; o ya se nosmuestra en una maravillosa reencarnación dela reina María Luisa, apud Goya, y entonceslos redobles alegres y valerosos de Pan yToros, llenan de españolismo el escenario; esla Naranjera andaluza de Cardona y siguenentonces las notas dulces y nostálgica de laDanza española, de Granados, el no bienllorado...

Y esta mujer fina, esbelta, espiritual y so-bre todo, artista, restaura y vivifica el decaídogénero de varietés y lo hace amable aún a losque lo execramos con esa maravillosa visiónpolícroma de arte...

ANDRÉS GONZÁLEZ BLANCO

LEONTINAS.—Joyas artísticas de la Exposición Murató.

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Dor)LE HIiMILLACION

PARA

María Luisa, la luna no fué de mielsino de acibar. Con aquel domingo hacíatres semanas justas que era casada. Y a

pesar de lo reciente de sil boda, se pasaba lashoras en una constante meditación. A flor depiel llevaba el desasosiego que había prendidoen su alma.

¡Prematuramente se había puesto a meditarsobre su voluntaria abdicación de soltera! Y afe que no era de ella la culpa. Hubiese obser-vado Fernando otra conducta y María Luisano atravesaría por aquel endemoniado estado,que principiaba por tinos temblores convulsi-vos y terminaba por dejarla abatidísima. Fer-nando parecía alejarse de ella. La trataba conmás respeto que cariño. Una interrogación gi-gantesca, deforme, como una giba de pesadi-lla, bailaba ante los ojos de María Luisa; unazarabanda monstruosa. Después, rendida, sedejaba caer sobre el pecho de María Luisa yse lo oprimía.

¿Fernando me es infiel?Unas pisaditas leves, casi imperceptibles,

—Pites tina cosa bastante graciosa. PepeLuis le ha resultado tina alhaja ¿Te acuer-das de aquella (leyenda de millonario quese forjó alrededor de Pepe Luis? Pues, chica,tina bluf niás grande que la Puerta deToledo. En Filipinas no se sabe que tengaotra cosa que un enjambre de ingleses. ¡Yaves, dicen que a estas fechas le ha empeñadolas alhajas a Gloria!

— Eso no tiene importancia comparado conlo que está haciendo conmigo Fernando. ¡Mimarido me engaña, Elena!

—¿Con quién?María Luisa, al oir las últimas palabras de

Elena, se puso lívida. Cambió el abatimientopor un ramalazo de ira. Sus ojos, sus labios,sus pómulos, adquirieron modalidades de fiere-cilla en acecho. En aquella contracción física,había algo de la leona cuando presiente quetratan de arrebatarle sus cachoros, del lobocarnicero cuando se le hostiga, de la panteracuando tiene hambre.....

criados; sin embargo, sobre la humanidad de laguardesa del hotel ¡to, cayó tina granizada deinsultos.

—Sí, señorita; el señorito Fernando vienetodas las tardes aquí; pero le juro por la saludde mis hijos, que nunca ha venido acompañan-do a tina mujer,—gimoteó la guardesa.

—Eso ya lo veremos después. ¿A qué horasviene?

—A las seis y se marcha tina vez anoche-cido.

—Dame la llave del cuarto de baño y cu¡-dadito con decirle que estoy en la casa.

Sonaron las cinco y media. María Luisa pasórevista a todas las habitaciones del hotel. Aspirófuertemente, escrutó todos los rincones. ¡Nada!En esto oyó pasos. Le dió el corazón que eraFernando y aceleradamente, pero sin hacerruido, se encerró en el cuarto de baño. Pegóel ojo a la cerradura y le vió pasar. Era él.

Transcurrieron diez minutos, quince, vein-te. María Luisa no pudo resistir más y saliódel cuarto de baño. Se deslizó por el pasillo y

como si un pa jarillo hubiese entrado en la casay picotease sobre la alfombra del pasillo, bus-cando migajas de pan, distrajeron a MaríaLuisa. Sus ojos carbtinclados buscaron la entra-da del pasillo e instintivamente se puso en pie.Era Elena, que como casi todos los días veníaa verla. Elena no era de esas amigas que vie-nen a fisgonear, para luego tener tema de quéhablar en un sentido perverso y completamen-te mundano. Elena y María Luisa, aunque sen-tían satisfacción en contarse las cosas de lasdemás, respetaban el secreto de las suyas. Enun grupo donde se encontrase Elena, era im-posible gozar con las cosas de María Luisa. Ylo mismo ocurría en un grupo donde estuvieseMaría Luisa.

Se besaron, después enlazadas se dejaroncaer en un diván, brocado de terciopelo, queocupaba media tribuna,

—¿Cómo se porta Fernando?—¡Muy mal. Elena!—Como todos, pero éste, por lo visto, gas-

ta de adelantar los acontecimientos. Ve unacada cosa en esto del matrimonio, que, la ver-dad, cada día tengo menos ganas de ponermeel traje de novia. ¿No sabes lo que le ha ocu-rrido a Gloria?

—No.

Elena sintió miedo de María Luisa. Nuncale había visto así. El mismo miedo la hizo ex-clamar: Lo averiguaremos, María Luisa, loaveriguaremos. Y dentro de muy pocos días.En el Salón del Prado, existe una agencia depolicía particular. Con que nos digan los sitiosque frecuenta Fernando, lo demás es cuentanuestra.

El tranvía de los Carabancheles iba atesta-do de gente y a María Luisa se le antojabaque nada más iba ella sola. Preocupada, nisiquiera reparó en que el eléctrico había llega-do frente a la placita de toros. El conductorhubo de advertírselo.

—¡Ah, gracias!Y como un muñeco, a quien hubiesen dado

cuerda, abandonó el asiento, andando tinosminutos hasta llegar frente a la verja de unode esos hotelitos cercanos a las grandes urbesy que se parecen unos a otros por su construc-ción. Tiró del cordón de la campanilla y acu-dió a abrir tina mujer gorda y baja, • que hacíael efecto de un flan andando. María Luisa nisabía, ni estaba acostumbrada a reñir a sus

temerosa alzó el cortinón que pendía de lo altode la entrada de la habitación-despacho de sumarido.

Fernando estaba tendido sobre el diván,cómo muerto; gemía con la voz desarticulada,rota, nerviosa, espasmódica. María Luisa es-taba como alelada. Se acercó más a Fernando.Este empezó a retorcerse como si el divanfuese un potro, donde estuviesen atormentán-dole. De pronto levantó hacia el techo los bra-zos, rígidos. María Luisa transida de con -goja, se desplomó sobre una silla al lado deFernando. Miró angustiosa en todas direcciones. Encima de un sillón cercano al divan,había destapada una cajita verde, llena de tinospolvos blancuzcos. Le dió diez veces lavuelta a la tapadera y al fin pudo leer:Cocaína.

Rompió a llorar. S-- sintió más humilladaque nunca. Hubiese preferido que su maridola hubiese engañado con diez mujeres, antesque con aquel embrujado alcaloide. Con aque-lla infidelidad, se sentía doblemente humillada:como mujer y cono esposa.

JUAN CARRANZA

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Modas y elegaociasHABLANDO DE CARRERAS

CON las carreras, los vestidos de veranohan hecho su aparición. Finos, ligerosconco el aire mismo, tornan, según la

hora, reflejos de cielo, de flores, de mar, yson tan esquisitamente vaporosos que las nu-bes mismas parecen ser más pesadas que lasdivinas gasas y seda que ayer ondeaban, so-bre las praderas del campo de carreras.

Rivalizaban de elegancias con los antiguosGran Prix de Longchamps y es cosa deliciosapensar que la belleza y la elegancia no mor¡-rán nunca.

A pesar de la terrible guerra, y aunque éstadestrozara el mundo, siempre habrá en algúnpunto del planeta una divina mujer que seenvolverá con gracia en un lindo tejido. Ale-gra el alma después de los terribles relatos deataques, después de tantos cuentos de muerte,ver la gracia frívola de la mujer.

Ayer y el domingo olvidamos que no nosencontrábamos en Longchamps o en Anteiiil.

Entre tantos y tantos modelos notamos queel fular ha reaparecido de nuevo. Es porsupuesto tan práctico y tan fresco!

Túnicas, muchas túnicas, abiertas, cortadas,bordadas, lisas, fruncidas o plegadas; todasdejan ver un poco de falda, muy poco, unafalda muy estrecha, muy corta.

La silueta recta, con talle bajo, algo de muymoderno, de muy discreto, tal es nuestra ele-gancia actual.

Con el fular, vemos muchas etaminas ysedas ligeras, sedas sin brillo ni apresto: mara-villosos tejidos jersey, de malla gruesa, unpoco caros, es verdad, pero incomparables.Este tejido puede ser empleado como cuello ychaleco. A un vestido de lana un traje sastre,le dará inmediatamente un aire más refinado,más elegante.

Ahora diremos que el gran furor es el tul,el divino tul ilusión. Los sombreros quedantodos adornados cubiertos de sus ligeros capri-chos.

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El tul y el azabache ¡Qué más bonitopara la cara! Con un vestido de chantilly, nohay cosa más vaporosa, más favorable para lamujer. Añada usted un gran collar de perlaso el más moderno collar de concha rubia, ytendrá usted una visión linda de nuestrosiglo.

Bordados, muchos bordados, gruesos, sobretejidos finos, o bien, tejidos de oro y plata.

Los números 1 y 2 nos dan una idea de esosbordados nuevos. El número 1, todo de sedaazul «porcelana» tiene el cuerpo enteramentebordado de azul, negro y oro. Muy abierto ysin cuello, ese cuerpo se abre sobre dos pa-ñuelos de tul de oro que al cruzarse se cierransobre los brazos. Idea nueva y original.

La falda de raso negro, como el sombreropequeño y todo, envuelto de tul negro.

El número 2 de glace blanco, es todo bor-dado de plata. Su originalidad consiste en un

cuello, cuales puntas muy largas vienen a abro-charse bajo los brazos. Con un sombrero azulmarino y aigrette, ese traje resultará preciosopara un garden party, tina fiesta de caridad opara el casino.

Mientras que el número 3, más sencillo,aunque de jersey «beige» será más prácticopara la calle. Adornado de cintas y bordadode blanco, ese vestido es precioso para unamujer niuy joven.

El número 4, más extravagante, producirámejor efecto en un cicatean. Es de etaminasufre, bordada de rosas blancas y azul pasado.Una túnica drapeada, deja ver el forro quees de terciopelo azul como la cintura y elsombrero.

Y para terminar, aquí tenéis (números 5 y 6)dos vestidos de fular, dos combinaciones sen-cillas pero muy originales, tina con sus man-gas recortadas que dejan ver el brazo, la otracon su pañuelo que se anuda muy sencillamen-te alrededor del cuello.

Como lo veis, con el verano, el vestido espreferido al traje sastre siempre más caluroso.Sin embargo, éste se llevará siempre para lamañana, el sport,. la ciudad y el viaje. Escómodo y práctico pero nunca será tan delicio-samente femenino como los vestidos de loscuales os acabo de hablar.

YANKA DE ORBÓK.

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La Inmaculada Concepciónde JUAN DE JOANES

CL fundador de la escuela de Valencia, Vi- nen historia, historia más interesante que la

cente Macip, — conocido por Juan de de sus autores.

Juanes, — créese nació en el año 1523, en

Fuente de Higuera y perfeccionó sus estu-

dios en Roma, guiado por Julio Romano (Julio

Pippi) y Perin del Vega, que a la vez fueron

discípulos del gran creador de la belleza rústi-

ca, llamado Rafael Sanzio.

Los numerosos pintores que admiraron la

potencialidad del arte del famoso Urbino, en-

tre los cuales débese incluir a Juan de Juanes,

tomaron el color aproximado del maestro, si

bien aplicaron tonos más obscuros y en tocante

a la composición se nota la influencia de aquel

hombre singular que hizo tremar el mundo del

arte: Miguel Angel.

De Roma, Juan de Juanes, volvió a Valen-

cia, donde abrió unas clases de pintura y por

mediación de este pintor, contó España con

producciones tratadas con dulzura, gráciles, a

la manera rafaelesca, tecnicismo, que influen-

ció en la rival escuela de Sevilla.

A la sazón, el culto a la Inmaculada encon-

tró doctos apologistas cuya labor más tarde

dió su fruto, siendo declarado dogma nacional

en el siglo xviii, lo que viene a comprobar

que nuestra teología ha sido concepcionista.

En la historia de las artes, creencia tan arrai-

gada, misterio de idealidad cristiana y anti-

quísimo culto hispano-latino, encontró forma

que fundióse con la expresión de nuestro es-

píritu, aportando tel consorció, el tipo casi ri-

tual en la representación estética de la Inma-

culada.

Naturalmente, las germinaciones, en terreno

propicio, si llevan semilla de calidad, resul-

tan armoniosas y aun gloriosas de forma y

florecimiento.

Acaso, el pintor más aproximado a la mane-

ra de Rafael, sea Juan de Juanes, contempo-

ráneo de santa Teresa de Jesús, pero al inver-

sa de esta mística doctora, el artista estuvo

dotado de singulares dones de asimilación men-

tal, más claro; creó en virtud de fulgurantes

reflejos que a él fueron, provinentes de espejo

ajeno.....

Nos cabe la certidumbre de que los lienzos

guardados en los museos, su mayor parte tie-

La expresión religiosa la exteriorizó Juanes

con ténues tonalidades; sus figuras tienen co-

rrecto dibujo, todo dentro un estilo, que pro-

viene de la escuela romana. La composición

aludida permite admirar la cabeza de María

con un nimbo en torno, destacándose los tres

personajes de la Santísima Trinidad, resultan-

do un total esplendoroso.

Muchas fueron las copias que hizo el propio

Juan de Juanes de la Purísima, cuyo original

perteneció al Colegio de la Compañía de

Jesús.

Difícil resulta comprobar con exactitud la

fecha en que el cuadro fué pintado, pero no

es aventurado suponerla entre 1562, año en el

que se señala la revelación y 1579 en que dejó

de existir el místico artista, de quien se dice

que jamás empuñó los pinceles sin previo acto

de devoción.

Tratando de la Concepción, pictóricamente,

no podemos dejar de aprovechar la ocasión

propicia para mentar a otros pintores de mies

-tro tema.

Pintaron también Concepciones, nuestros

Rivera, Murillo, Antolinez y Valdés Leal. Las

más numerosas, las más populares, han sido las

de Murillo, de mayor espiritualidad que las de

Juan de Juanes . ya que las del pintor sevillano

vienen a simbolizar una especial evolución en

el género de la pintura religiosa, puesto que

la simplificó, llegando a desprenderse de la in-

fluencia de las coronaciones.

No en vano media un siglo entre las Con-

cepciones de Juanes y las de Murillo y aunque

prevalezca lo dicho respecto a éste, sin embar-

go, débese considerar educadora para dilatar

la capacidad estética, el estudio de la pintura

del repetido pintor valenciano que en el si-

glo xvi hizo provechosa y noble labor.

Para descansar la vista fatigada cuando se

contemplan obras de tal linaje, conveniente es

recordar la glosa del poeta:

De una Concepción había,

Primorosa imagen una,

A quien calzaba la luna,

Y a quien coronaba el sol».

JOAQUÍN CIERVO

La obra objeto de este escrito, custodiada en

la pinacoteca pròvincial de Valencia, no puede

darnos a conocer vicisitudes remarcables, ni

recordarnos sucesos extraordinarios; pero lo

que sí puede, es transportarnos a época de

fervorismo religioso, cuándo la Iglesia tuvo

grande influencia en todos los órdenes de la

vida española.

Cuando Juanes con sus producciones logra-

ba verse estimulado, cuando florecía su arte,

sostenía frecuentes pláticas con el jesuita pa.

dre Martín Alberro y éste, un día, con unción,

con arrobamiento y gesto extático casi, así

habló a su hijo de confesión.

«La divina Reina de los cielos estando yo,

mísero pecador. orando en mi aposento se me

apareció. La Virgen de la Asunción díjome

era de su gusto y servicio le hiciese pintar

una imagen de su Purísima Concepción».

Volviendo los ojos a la terrena mansión, el

religioso revelador hizo que el absorto pintor

tomara asiento a su vera. Detalló la visión.

Entre el Eterno y el Hijo, vió a la Señora

hollando con sus divinos pies la luna; tocada

con un mongil blanco y manto azul, el cabello

tendido, con las manos juntas sobre el pecho.

Una corona que se la asentaban el Padre y el

Hijo sobre la cabeza y en lo alto, en el centro,

una Paloma.

Juan de Juanes, piadosísimo y notable artis-

ta, trazó un boceto. La opinión del padre

Alberro, fué: «no está interpretada la idea del

modo que me ha dicho Nuestra Señora; con-

fesad y comulgad antes de bosquejar la compo-

sición, pidiendo la gracia a Dios y a la Virgen

para hacerla como conviene».

Cumplió el mandato el artista. El misticis-

mo y el genio al unisono, lograron el prodigio

con gran aliento y firmísimo temple espiritual.

En el Colegio de San Pablo, en las postri-

merías de su vida, pintó la producción Juan de

Juanes, de la que mostróse orgullosa Valencia

entera.

La tradición así nos lega el origen de la

Concepción y cómo y por qué se pintó el pri-

mer cuadro representándola.

22 VIDA ARTÍSTICA

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LT\ INM7\CUL1iDR CONCEACIÓN

Obra de JUAN DE JOANES

VIDA ARTÍSTICA ^3

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24 VIDA ARTÍSTICA

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Célebres esculturas que figuranen el Vaticano : ROMA

VIDA ARTÍSTICA 25

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EL ñRTE Eh Lñ MñM510NII

Divagando unos instantes en la mansión de D. MAT[ II^NO de 1=OI[Of1DP

I N la inefable intimidad del artista comienzaa precisarse su obra, va adquiriendo for-ma, y visible ya el momento de idea y de

emoción, llega a influir objetivamente sobre elsujeto, en quien despierta la emotividad yacucia las preferencias o prejuicios que hande servir para relacionar unos valores conotros, originando la crítica.

En la inefable intimidad del artista hay unagestación prodigiosa. El espíritu recoge ávidotodos los modos y tiempos'y con una insacia-ble sed de belleza extrae del inagotable

plasmar y que en las misteriosas relaciones depercepción en el receptor, producen el efectode las ondas concéntricas en virtud de lagradación infinita, de asociación de ideas ysensibilidades.

Objetivamente la belleza es simplista, esen nuestro espíritu que alcanza la inconmesu-rable amplitud de sensaciones que abarcarnos,y de las cuaies algunas veces no tenernos elconcepto exacto más que relacionándolas. Deaquí se desprende que un cuadro pictóricotenga un valor literario sintético por su poder

empequeñecida por una moda, porque el artees una superación del ser humano, en su antor-cha de perfección, no de decadencia. Aunviven las obras de Lísipo y Policleto y Praxi

-teles; y en el afán de originalidad no debenperderse las cualidades esenciales que produ-cen la belleza. De la ingénua expresión de loprimitivo ha llegado el arte a la perfección delmatiz, que aumenta la facilidad de percepción,como con un léxico extenso se perfecciona laobtención del efecto literario.

El valor espiritual de la línea vibrante de

EL PRIMER HIJO. — Obra de Félix Mestre. (Colección FORONDñ)

venero, las piedras preciosas que cristalizaronpor el fuego de la belleza triunfante, y cuyasirisaciones y claras facetas, dicen que solovaría con la ficción humana de los tiempos,el modo, la forma, la expresión; pero que elgran intento, la gran emoción, que infunde, elritmo inquieto que hace caminar en busca demayor perfección en la belleza, siempre hasido presente. Un presente con todos los futu-ros de ayer. Futuros en la acepción de perfec-cionamento.

Ese descontento de sí mismo temiendo nohaber hallado la expresión justa del psiquissensibilizado; ese desasosiego por sentirseaún mejor porque en el momento original laemoción es más intensa que el medio de exte-riorizarla, ese descontento es el camino deperfección. Y se escruta la manera de obteneren el procedimiento un acorde fiel a la emo-ción, una facilidad que simplifique y haga mástransparente el momento espiritual, sometidoa la armonía de las líneas vibrantes de expre-sión artística que la subgetividad ha logrado

inductivo. Síntesis que al buscarla en litera-tura, varaos sin darnos cuenta camino de laverdadera belleza, camino de la sencillez quees su cualidad primordial. Así es necesarioreconocer que basta un símbolo; un algo evo-cativo, que en sí tenga esta fuerza, acordecon nuestra preferencia armónica innata, paraque quede demostrado que sin torturacionesni extravagancias, nuestra sensibilidad quelleva en sí la cuarta dimensión—cuando esbuen su/eto artístico—goza de los momentosinefables que sólo pueden alcanzarse ante lainmutable expresión siempre renovada dematices que se lee en la maravilla armónicade la Naturaleza, divinizada por el sujeto.

Todos cuantos buscan y han buscado laperfección artística, han sido futuristas porquela obra de hoy con la herencia del pasado—puesto que en arte (como en todas las mani-festaciones del saber humano, no hay más queevolución —es el presentimiento de la de ma-ñana, porque de su sustantividad brotará otramás perfecta, pero perfecta, perdurable, no

intención y la tonalidad del ambiente, es lo1,quehabla al sentimiento con esa imprecisión má-gica que produce la verdadera sensación debelleza. Indescriptible e irrepresentable porquees fluído de sentimiento , una complejidadmetafísica. La que encierran las vibracionesmusicales salidas de un conjunto armónico denotas que dicen todas las emociones y noprecisan objetivamente. Sólo por esas afini-dades de momento artístico que establecemos,nos evocan imágenes y figuras o estadospsicológicos existentes pero sin poder descri-bir su esencia.

Todo esto y más sugiere la contemplaciónde una obra bella. Hemos estado unos instantesabsortos ante un cuadro de Rusiñol. Otoñal.Aranjaew. Es que el arte no es más queun medio para un fin metafísico. En el cua-dro hay toda la gradación de sus «jardinesde España» desde el «Caminal de Roses, hastaL'últim jardí ». Y nada mejor que la mismaglosa que Rusifiol hace de ellos, puede expre-sar la honda emoción y la finalidad artística.

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Dice Rusiñol: hablando al poeta, y lo tra-

duzco:«Ve pronto que en parte alguna hallarás

mejor umbría para soñar; vé si quieres con-tagiarte un momento de aque -lla tristeza soñolienta que ador-mece el pensamiento, para po-der soñar más, y más; que teproduce el deseo de hacer ver-sos y borrarlos como se borranlos versos hechos de jardines;que te da deseos de abrazar lasformas que se desvanecen y lasfiguras que caen y la grandezaque muere. Vé poeta, si quie-res en un buen momento de lavida escuchar la poesía.»

Entre las tres obras que re-producimos figura el «Minerode Almaden» del escultor JulioAntonio. Es este artista de unaprodigiosa imaginación, tem

-peramento y facilidad artística,desde su estatua de Lagartijohasta la concepción de el FaroEspiritual de la Raza, hapasado por fases afirmativastodas de su gran temperamentocastizo y su compenetracióncon el arquetipo castellano.

El maestro Valle Inclán, (el

bardo) de las Voces de Gestafué, quien hizo notar el prodi-gioso artista que se revelaba yse iba afianzando a cada nuevae presión de su obra robusta y

EI, con Zuloaga, recoge los momentos másfuertes en que toda el alma de una naciona-lidad se manifiesta, ya en una sonrisa, yaen una rigídez, ya en un misticismo, ya en

una austeridad resignada; ya en tina gua-peza de maja o:de chispero; y con las líneasrobustas de lo característico, camina adelantecon un afan de renovación sana, mostrando

las virtudes innatas, en la raza,y refinando más los rasgos in-confundibles, tiende a dar elFaro espiritual como una crea-ción suprema, como una creen-cia veneranda del pasado y unaesperanza del futuro.

Julio Antonio expondrá pro-ximamente en Barcelona, yesta manifestación de su artepondrá en evidencia lo firmeque es su paso, y la idolatríaque por su patria siente, comorecio artista intérprete de susarquetipos.

Al dejar la mansión suntuosay como una afirmación en ladespedida, me ha dicho elamigo amante del arte. «Sifuese multimillonario tendríauna galería de arte para delei-tarme en él y vivir tinas horascotidianas absorto en la belle-za». Es una invitación a quienpuede convertir en presente,lo que para mi amigo seríauna noble aspiración del futu-ro. Educándose con el artese elevarán los sentimientos ysería más llevadera y útil lavida de muchas existencias quepasan sin dejar rastro.

IGNACIO SOCIAS ALDAPE.noble de intento.MINERO DE ALMADÉN.—Escultura del gran Julio Antonio (Colección FORONDñ) -

OTOÑAL. ARANJUEZ.—Cuadro de S. Ruslñol. (Colección FORO^IDR)

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POI^ TILP\í^7A,5 DIII l^Oí^TU,, EI humorista persistente : ' Montenegro en la Asocia-

ción de Artistas Vascos : Un busto de Quintín de Torre

N o estamos en el secreto de por qué el doctor Mardrus suspendió las narracio-

nes traducidas del árabe al llegar a las«Mil y una noches». Parece ser, que traspa-pelados algunos documentos interesantes, ma-nuscritos, posteriormente encontrados en una«vieja maleta de este doctor» abandonó su in-teresante labor.

Lástima grande, porque entre estos manus-critos inéditos, existen documentos importan-tes de episodios singulares, narraciones fan-tásticas, preñadas de donaire y gracia, algunosde ellos incompletos como la narración que

También el interesante Montenegro ha ilus-trado con gran acierto episodios que nos re-fiere el doctor Mardrus. Pero tampoco entreestos dibujos hemos encontrado nada que serefiera a « El Humorista Persistente » o aotros interesantes manuscritos inéditos, encon-trados en la vieja maleta del doctor arabista.

Los dibujos que Montenegro ha colgado enel Salón de la Asociación de Artistas Vascos,tienen gran interés. Montenegro es un artistade gran talento, que posee cultura artística yno poca fantasía.

Generalmente, la obra del dibujante deco-

ca parezcan el producto de un desequilibriomental.

«El adiós a la vida», «La Calobra», «Lagruta» y «Fons Vitae», son los dibujos másinteresantes, aunque entre todos ellos descue-lla la «Excma. Marquesa Luisa Casatti», por-que además de ser un acierto de composicióny de oficio, posee la simpatía del color.

En el mismo Salón de la Asociación de Ar-tistas Vascos, donde expone Montenegro, he-

Schahrazada hace al rey Schabriar, el Emir delos creyentes de «El Humorista Persistente»,que según el poeta árabe tenía la tristeza delciprés y el espíritu como esos perros barbudoscomidos por las pulgas, que hociquean en losmuladares de los arrabales de la ciudad.

Pero «El Humorista Persistente», había na-cido fatalmente para humorista. Empleado enuna Agencia de Pompas Fúnebres, no sabe-mos a ciencia cierta si en «El Buho Alegre»,en sus ratos de ocio componía páginas de hu-mor, con pluma de avestruz empapada en lá-grimas de ganso.

«El Humorista Persistente» sucumbía a sudestino, porque como el poeta árabe decía:«Cada hombre lleva su Destino colgado alcuello», y nuestro humorista, cuya única vir-tud era la testarudez, la persistencia, pasabade luna a luna en las macabras tareas de cosermortajas, hacer humorismo, y comentar algúnsepelio importante de la ciudad oriental.

Lástima que el doctor Mardrus haya dibu-jado incompleta su obra.

rativo, es más ingrata que la del pintor, porla misma frialdad de la materia; en este casola línea, y por las exigencias de la composi-ción. Nos referimos a los trabajos de pluma.Esta clase de dibujos tienen que sacrificarseal detalle, y por lo tanto menos fuerte por ca-recer de sentido de simplificación.

Montenegro expone varios motivos orien-tales muy bien tratados en oficio y en sentidodecorativo, como las ilustraciones de OmarKayam y «La Lámpara de Aladino» algo inspi-radas en el lápiz fantástico de Edmond Dulacy quizás también en los dibujos de AubreyBeardsley, aunque los de este artista inglésson más fuertes, más simplificados.

Los dibujos de Montenegro están poseídosde extraña emoción y en ellos hallamos ciertaanalogía con los del austriaco Gustavo Klimt,por su sentido de la tragedia. Simbolismos delAmor y de la Muerte, perpetrados erótica-mente por la Vida. Enigmas sombríos, pro-ductos de extrañas filosofías, pero tan bellos ybien desarrollados, que en las artes, liberalesen esencia, son admisibles, aunque en la lógi-

mos admirado tina escultura de Quintín deTorre. Es el busto del señor Bandrés, muybien concebido y admirablemente tratado.

De este interesante artista hemos de hablarcon el detenimiento que su obra requiere. Du-rante largo tiempo ha estado exponiendo elproducto de su esfuerzo laborioso, apuntandocon sus esculturas de madera policromada unresurgir de nuestra época de oro de la imagi-nería española.

Además de esta evolución hacia nuestroarte clásico, ha producido gran número deesculturas en madera y mármol. En fin, Quin-tín de Torre, es el artista inquieto hecho enel oficio.

EI busto del señor Bandrés es un granacierto de este artista. Nos reservamos hoyde hacer una labor crítica, hasta que se pre-sente una ocasión propicia donde podamoscontemplar gran parte de la obra de tan esti-mado artista.

J. LUNO

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Viajera, dulce viajera,cuéntame tus aventuras;cualquiera al verte creyeraque has hecho mil travesuras.Lindas como una quimerason tus pupilas obscurasy ellas pregonan, viajera,

tus locuras.Viajera, dulce viajera,cuéntame tus aventuras.

Dime si has sido la amantede un caballero francés,a quien rendido y galanteviste llorar a tus pies.

Dime si cruzó tu portede gentileza goyesca

VIAJERA

los jardines de la Corteversallesca;

y si una noche de lunaadornada de luceros,por tu belleza morunase cruzaron los aceros.

Dime si manos ducalesentrelazaron tus manosal cruzar por los canales

venecianos;o si fuiste la queridade un altivo lord inglés,o has dormido en la guaridade un pirata calabrés;si fuste el amor salvajede un papa, como Lucrecia,o lloraste por un pajede un palacio de Venecia.

Dime si le fuiste fiel,—;oh, divina virgen loca!—al que puso su alma en el

rojo clavel de tu boca;dime el secreto misteriode tus ojos soñadores;préndeme en el cautiveriode tus labios sin amores

x

Viajera, dulce viajera,cuéntame tus aventuras;cualquiera al verte creyeraque has hecho mil travesuras.

Lindas como una quimerason tus pupilas obscuras,y ellas pregonan, viajera,

tus locuras.Viajera, dulce viajera,cuéntame tus aventuras.

JOSÉ ABELARDO

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Stra. Villeqas, y Sres. Morano y Vigo, en "La Casona"

drama del Sr. Muñoz Seca.

Escenas y Figuras de la FaraodulaLa casona, drama en dosactos de Don Pedro Mci-iioz Seca.

C I. avaro es un producto de todos los tiem-pos y civilizaciones, y por constituiruna vergüenza social, ya la encontramos

flagelado en los antologios griegos y latinos.Más tarde, el Dante lo situa en el séptimo cír-culo del infierno. Shakespeare, Moliere. Que-vedo, Dickens, Balzac, Zola, Galdós y mu-chos otros grandes novelistas y dramaturgoshan hecho del avaro potentosas creaciones.Estos precedentes bastarían para asustar ycontener a un escritor que no fuera el padredel astrakán dri1mático, el señor Muñoz Seca,que acariciase el propósito de llevar a la esce-na, una vez más, el tipo del avaro. La aventu-ra es arriesgada. Shakespeare con su Shylocky Moliere con su Harpagón, cerraron de golpelas puertas del teatro para toda tentativa dra-mática, cuyo eje o figura central fuera un ava-riento. Para contender con éxito con aquellosdos genios, se necesita ser genio también.

Sin embargo. el señor Muñoz Seca, que noes genio, aten ;ue tiene muchísimo talento, noretrocedió ante la idea de pintarnos un avaro,«un avaro más». a pesar de Shakespeare y deMoliere. Si creyó que el tema no estaba ago-tado y que podía ofrecernos un avaro desdeun punto de vista que nos fuera desconocido,hizo bien en acometer la empresa. De cobar-des no hay nada escrito.

¿Ha triunfado en su empeño el señor MuñozSeca? A medias. Su avaro, el dueño de la «ca-sona», no está mal. No dice grandes cosas,mejor dicho, no dice cosas, ni su psicologia,puede interesarnos; pero es un carácter bienconstruido, macizo y fuerte cono una roca,que no claudica un solo momento, pues cuandoparece claudicar, es con engaño y en defensade su dinero. La novedad que enco .tramos enel avaro del señor Muñoz Seca, es la violen-cia. Violento y agresivo en todos los actos desu vida. Lo fué en Méjico, lo fué siendo pobre,lo es cargado de riquezas, y ante su hermano,el obispo, que le qui. , re hacer ganar el cielopor un acto agradable a Dios. Su tempera-mento cede cuando la aplopegía amenaza suvida y al finalizar la obra; pero aquella ternu-ra bien se ve que es circunstancial y que lafiera despertará a lo mejor. Esta figura, estecarácter, es lo único bueno de La casona. Lodemás no es siquiera recomendable. No des-pierta interés el drama, porque las situacionesse adivinan antes de presentarse, y porquefuera del, protagonista y del tipo del avaro có-mico, por.otra parte manido y manoseado, elresto de los personajes son de cartón.

Salva la obra el arte, el talento macho deMorano. El gran actor, ha hecho tina creacióndel avaro del señor Muñoz Seca.

Los senderos del mal, co-media en tres actos dedon fosé López Pinillos,estrenada en Poliorama.

La última comedia del agudo es-critor castellano, es de amarga iro-nía. Un hombre bueno, trabajador yhonrado, tiene la desgracia de ena

-inorarse de tina mujer casquivana,¡lija de tina familia execrable por suscostumbres y falta de sentido moral.

Este hombre bueno, que al empe-zar la comedia recibe de su madre uncheque de veintisiete mil pesetaspara los gastos de la boda y que sufutura ha distribuido locamente envanidades, está a punto de no poderrealizar su dicha, por robarle el di -nero un carterista, casi en el instan-te que hiciere efectivo el cheque.En la cartera, junto con los billetes, va la car-ta que la madre del robado le escribiera dán-dole cuenta del envío del cheque y de los sa-crificios que lla tenido que hacer para reunirtan importante cantidad.

La lectura de esta carta enternece al ladróny, en un momento de honradez,- acuerda de-volver el dinero a su dueño. Así lo hace, y elhombre bueno puede casarse.

La escena de la devolución de la cartera,está hecha de mano maestra.

Una vez casado el protagonista, empieza eldesencanto. Su matrimonio, tan deseado, ha si-do una equivocación. La familia de su mujer estina cosa indigna. Vive en un ambiente de fic-ciones, vanidades, mentiras y hechos inconfe-sables. Su suegro es un sablista y su mujer letraiciona. Buscaba la felicidad y ha halladola desventura. El sigue siendo bueno y hon-rado y trabajando con fruto en su bufete deabogado; pero ve que su situación es insos-tenible, y que habrá que poner remedio al mal,cortando por lo sano.

En medio de sus tribulaciones, recibe la vi-sita del carterista. El tal, cuenta que se havuelto hombre honrado y que va a casarse.Para hacerlo le falta tina cantidad y la pide alabogado en justa correspondencia. Ya que de-volviéndole el dinero que le hurtara, le hizofeliz, piles le permitió casarse, ahora es elabogado quien ha de procurar la felicidad delcarterista.

Mientras éste habla y hace alusiones a ladicha (sic) del abogado, que en aquellos mo-mentos parecen un sarcasmo, en la mente delmarido infeliz se elabora tina venganza de unaironía aplastante. Puesto que gracias al carte-rista pudo casarse, piensa que no hay vengan-za que equivalga a la de facilitar el matrimo-nio al ex-ladrón. Justamente su novia y la fa-milia de su novio, es un calco de la esposa y

de la familia del abocado. Este da el dinero,pidiendo a Dios que- le perdone.

Este final desconcierta al publico. Lo com-prendemos. Está en contradicción con la bon-dad y el proceder del abogado durante todasu obra. Lo humano y lo lógico hubiera sido locontrario. Pero el señor López Pinillos, quisohacer tina obra irónica y la ha hecho. Hay quepasar por esto. Es cuestión de gustos y depsicología.

Por lo demás, Los senderos del mal, esuna comedia muy bien construida y dialogadamaravillosamente.

La interpretación por la compañía del señorVilches, magnífica. La bellísima y eleganteIrene López de Heredia, salva con discreciónun papel dificilísimo por lo impreciso.

Ernesto Vilches caracteriza y hace primoro-samente el protagonista. Hay bondad, resig-nación, mansedumbre y honradez en todos susgestos; en la mirada, en el movimiento de losmúsculos de su cara, en la emisión de las pa-labras. También en el vestir está acertado. sinexagerar en el tipo.

El señor Calle, a pesar de forzar su papel degolfo madrileño, arranca justos aplausos.

La presentación, rica y cuidada, como escostumbre en la compañía del señor Vilches.

En Romea, se ha estrenado ; Anyorada so-litut.' de Prudencio Bertrana. Por considera-ción al gran estilista, al ilustre literato, nosabstenemos de juzgar su primera obra dramá-tica.

Pasemos la esponja por encima de tan la-mentable equivocación.

ADOLFO MARSILLACH

Sres. Suárez, Calle, Olózaga, Paredano, Vilches, y Sta. Heredia, en "Los Senderos del Mal", de López Pinillos.

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R. SAINZ DE LA MAZA

Eminente concertista (le guitarra, que ha emprendido conéxito brillantísimo, una artística tournée por provincias, des-pués de obtener en Barcelona singulares éxitos.

N nuestro Palacio de la Música se hapresentado de nuevo , tras una largaausencia, durante la cual se ha consa-

grado definitivamente como gran pianista antelos públicos ingleses y norteamericanos, lagentilísima Paquita Madriguera.

Ahora no es ya solamente la niñita intere-sante que toca el piano, sino la artista que sesirve de ese instrumento para expresar laemoción estética que en ella producen lasobras de los grandes autores. Y en su expre-sión es admirable.

Quizás donde no logró aquél supremo gradode emoción que es necesario, fué en sus inter-pretaciones de Beethoven; pero es que sonobras muy fuertes. las del coloso de Bona,para que alcancen a penetrarlas pianistas tanjóvenes, tan delicados... Y el secreto del artede Paquita, que es arte femenino, es suges-tionar, atraer, catiti^ar, no emocionar, con-mover, subyugar. Para obras como las deBeethoven le falta fuerza, madurez: le sobrajuventud. Por más que el de la juventud esdefecto que desaparece con los años...

Lo mismo cabe decir de Paquita como com-positora: no debe apresurarse. Como no debeapresurarse tampoco a ofrecer obras como elConcierto en mi bemol de Liszt, cuya primeraaudición no pudo saborearla el público porfalta de ensayos en la orquesta.

De todas maneras, los dos conciertos queha dado Paquita, han sido para ella un triunfo:como artista y como mujercita adorable.

Rubinstein

Otros dos conciertos ha dado, también en elmismo Palacio, este formidable pianista.

Como obra de fuerza, ofrecía tina audicióníntegra de «Iberia» la célebre suite de Albé-niz que tanto seduce, por sus grandes dificul-tades, a los músicos extranjeros.

Hay que reconocer que esta vez Rubinsteinha estado más afortunado que en las interpre-taciones fragmentarias que había dado en an-teriores conciertos. Débese ello indudable-mente, a una ma yor compenetración con laespecial manera de ser de nuestra música,mejor dicho, de la música de nuestra tierra.Rubinstein, gracias a su ya larga permanenciaen España, ha podido ponerse en contacto connuestro pueblo, y sacar de él esa mayor can-tidad de afine popular que pudo observarse

MARIO MATEO

El eminente violinista, que acaba de realizar unabrillantísima tournée por las poblaciones medite-rráneas.

en sus últimos conciertos. No obs-tante, falta algo todavía, ese algoque difícilmente se asimilarán losmúsicos extranjeros, por eminentesque sean. La obra de Albéniz esmuy española, pero no a la manerade las «españoladas» de París, a tra-vés de las cuales ven las cosas denuestra tierra los extranjeros. El sen-tido de nuestra música, como el detodas las músicas, no está en lasnotas que figuran en el pentágrama,sino en esotro que flota entre ellas yque el corazón del artista debe adivi-nar y debe hacer sentir.

Desgraciadamente, son muchísimoslos músicos que tocan el piano máscon sus dedos ágiles, más con mecá-nica prodigiosa, que con el corazón.

Sin pensar que el corazón es loúnico que les falta a las pianolas.

La Sociedad deMaestros Compositores

Se ha constituíd o en Barcelona unaSociedad de Maestros Compositores.

Su finalidad es laudabilísima.Son muchos los músicos jóvenes,

de talento, de sensibilidad, de culturaartística, cuyos esfuerzos se han es-trellado por falta de ambiente.

Propónese la Sociedad dar a conocer susobras, facilitar su audición al público para queéste se acostumbre a apreciar los valores, aunno consagrados, que encierran las produccio-nes de nuestros jóvenes, y les otorgue o nie-gue, pero ya con conocimiento de causa, elplacet definitivo.

Y ha organizado, con éxito halagüeño, elprimer concierto, en el que sobresalió unasuite para piano y violín, de Zamacois, quelogró ya el aplauso del público en la primeraaudición que de ella se dió en nuestro Palaciode la Música.

Diéronse a conocer otras diversas obras,algunas de las cuales son ensayos meritísimos,pero ensayos al fin. Por lo que bueno seríaque para sucesivos conciertos se depurase unpoco más en la selección de obras, pues nohacerlo equivaldría a llevar a un fracaso aSociedad que nace con tantos bríos.

Y no olviden sus miembros, la mayor parteexcelentes ejecutantes, que la mejor manerade trabajar por la finalidad que se proponen,es que cada cual ponga en sus programasobras de sus compañeros, sin preferencia porlas propias, y que las traten con amor.

El aplauso, por lo menos el mío, no les seráregateado.

Homenaje a Lamothe

Con el concierto del doce de mayo , laAsociación Musical de Barcelona ha dado porterminada la serie de matinales interesantísi-mos dados durante el invierno por la OrquestaSinfónica de Barcelona, que dirige Lamothede Grignon.

El éxito, muy grande y muy merecido, noles ha dejado de la mano. Ha sido un triunfocontinuo. El público ha correspondido a susesfuerzos y ha llenado siempre el teatro.

Fué tina felicísima iniciativa ofrecer ensucesivos conciertos las nueve sinfonías deBeethoven . Faltan palabras para encomiarcomo se merece la labor de cuantos coopera-ron a tan excelentes manifestaciones del artemusical.

Ahora, no es ya hora de discutir ni de ponerreparos, sino la de afirmar rotundamente quela temporada de la Sinfónica en Eldorado hasido lo mejor que ha habido en Barcelona demuchos años a esta parte. Todos los que yorecuerdo.

El homenaje que se organiza en honor de

Lamothe, es merecidísimo. Nunca más justifi-cado. Y a él se asociarán de todo corazóncuantos en las mañanas de Eldorado hanexperimentado las más hondas emocionesestéticas.

Tenga en cuenta el maestro, cualquiera quesea el número de comensales que asistan albanquete con que se proyecta agasajarle, queel mejor homenaje es el que le han tributadoen cada concierto el público y la crítica unáni-mamente.

GABRIEL JAÉN.

En la Sala Aeolian

Un público tan numeroso cono distinguido,viene congregándose frecuentemente en laSala Aeolian de Barcelona, nuevo templo dela buena música con que han obsequiado a losaficionados de Barcelona, los señores de Ta-lavera e Izabal.

Recientemente dió en estos salones una au-dición la muy ilustre señora de Cárdenas, ar-tista de gran temperamento a la que premia-ron sus numerosos oyentes con entusiastasaplausos.

Es digna de atención preferente la labor decultura musical artística que se realiza en laSala Aeolian, pues que, sin esfuerzos econó-micos de ninguna especie, los aficionados aldivino arte de Beethoven pueden recrearsecon notables conciertos y audiciones de músi-ca y canto, ejecutados por eminentes y cono-cidos artistas.

El maestro Pahisa

En breve honraremos las columnas deVIDA ARTÍSTICA, con la colaboración musicaldel ilustre maestro Pahisa, que. accediendo anuestros ruegos ha tenido la bondad de ofre-cernos algunas páginas de música originalinéditas, que nuestros lectores recibirán conentusiasmo.

N. DE LA D.

EL MEJOR "Dossing"ONE-STEP

Marcha del '•Dossing-Club"

EN ALMACENES DE MÚSICA

Conciertos y ConcertistasPaquita Madriguera

VIDA ARTÍSTICA 31

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Página personal de la bireccior)Nuestro retraso

Una serie de circunstancias que seríaprolijo enumerar, nos han obligado aretardar notablemente la salidá de nues-tro segundo número, por lo que, pedimosperdón a nuestros lectores, máximecuando, por efecto de esta tardanza, y apesar de que pondremos de nuestra par-te cuanto podamos para que esto no su-ceda, el tercer número saldrá tambiénfuera de tiempo. Desde el número cuar-to, ofrecemos a nuestros amables lecto-res la seguridad de nuestra apariciónpuntual, y esperamos que el públicoaceptará por el momento nuestras escu-sas y disculpará esta aparente falta deseriedad que hemos sido los primeros enlamentar

Desde la Cátedra

En nuestro próximo número publica-remos el primer artículo de una serieque hemos solicitado a los catedráticosespañoles. Irán desfilando por esta sec-ción aquellos catedráticos que realmentedejan una labor útil en las aulas: GabrielAlomar, Miguel de Unamuno, Jordánde Urries, Martín Navarro, Julián Bes-teiro, Andrés Ovejero, José de Yanguasy tantos otros como ocupan hoy la aten-ción de España entera.

Ellos disertarán en VIDA ARTÍSTICAsobre aquellas cuestiones nacionales queinteresan o deben interesar a nuestrajuventud intelectual, y los escritores,los artistas, los poetas jóvenes de Iberia,

harán bien en escuchar la palabra delos doctos maestros que van a honrarVIDA ARTÍSTICA con su colaboración.

Retratos

Con uno del notable ceramista DanielZuloaga, admirablemente interpretadopor el coloso de la pintura española con-temporánea, Ignacio Zuloaga, dard, co-mienzo la serie de Retratos de persona-lidades españolas que, firmados por losjóvenes maestros de la pintura, se hapropuesto VIDA ARTÍSTICA ofrecer a suslectores

Esperamos que esta Sección será bienrecibida por nuestro público, y nosotros

_celebramos que ella nos dé pretexto paraelogiar a los jóvenes pintores españolesque se han distinguido y distinguen enel difícil arte del retrato.

Nuestra crónica de Portugal

Creímos que la tardanza con que noshemos visto obligados a aparecer; nospermitiría recibir a tiempo la crónicaofrecida por nuestro corresponsal lite-rario en Coimbra (Portugal) don Aaraode Lacerda. No ha sucedido así. El día13 del corriente, recibimos carta delseñor Lacerda fechada en Coimbra el 14del mes pasado; es decir; que la corres-pondencia de Portugal ha llegado anuestro poder con casi un mes de retra-so. En dicha carta nos anunciaban elenvío de la crónica sobre un escultorportugués, cuya, a la hora de cerrar

nuestra edición no ha llegado aún anuestro poder.

Lamentamos profundamente que todasestas causas nos hayan privado de lasatisfacción de publicar las crónica dePortugal.

Redacción

Desde este ní mero, se ha encargadode la jefatura de Redacción de VIDA AR-

TÍSTICA, nuestro fraterno amigo y com

-panero don L Socias Aldape.

Bibliografía

Con el deseo de ilustrar a nuestroslectores sobre la producción intelectualde Espacia, Portugal y América, publi-caremos esta sección y en ella daremoscuenta de aquellas obras que nos remi

-tan, siempre que los autores o editoresnos honren con el envío duplicado delas obras, consignando un ejemplar anombre del critico literario de VIDA AR-TÍSTICA, y otro a nombre de esta Direc-ción.

Suplicamos' a los autores y editoresque se abstengan de remitirnos gaceti-llas ni sueltos de ningún carácter, puesnuestro crítico obrará con absoluta in-dependencia y verterá en estas colum-nas solo aquellos juicios que estime per-tinentes.

G. H.

Imp. de J. Roca y Mendoza, Arco S. Ramon del Call, 4I

"Vida Arfl5-11CC1^(

es la revista artística demás circulación en Lspaña

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32 VIDA ARTÍSTICA

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