22
119 I. Introducción Siguiendo la indicación del título del presente volumen de Desafío(s), el plural de abolicionismos se presenta en el idea- rio anarquista español de entre siglos como todo lo «anti»: anti- autoritario, anti-estatal, anti-patriótico, anti-bélico y en prin- cipio, anti-castigo. Todas aquellas señas de identidad, contes- tatarias en su medida al orden social y político instituido, quedaban subsumidas en un único y gran abolicionismo: el del Estado y el sistema capitalista. Capital y Estado, Estado y Capital, eran la misma cosa y representaban el origen de los grandes problemas de la sociedad, entre ellos, del crimen. Aunque la relación entre abolicionismos y sistema penal parece clara, esto es, la de la abolición de tal sistema, sea parcial o total, inmediata o progresiva, los anarquistas espa- ñoles no dedicaron demasiado tiempo al estudio de la cues- tión criminal. La idea de abolir el Estado y por tanto, el siste- ma penal, resolvería, por sí misma, la gran mayoría de los problemas entorno a la delincuencia, que se suponían estruc- turales, dependientes de un sistema político y económico determinado. Aquel sistema penal y aquella sociedad jerár- quica y capitalista, eran el germen de la mayoría de los delitos. Por ello, el abolicionismo se propone a gran escala, no se trata de la abolición de una determinada forma de manifes- tación del Estado, como la violencia institucional a través del sistema penal, sino que es la abolición del Estado en sí mis- LA ABOLICIÓN DEL ESTADO COMO SOLUCIÓN AL PROBLEMA DE LA CRIMINALIDAD: LINEAMIENTOS ANARQUISTAS EN LA ESPAÑA DE ENTRE SIGLOS (XIX-XX) Alejandro Forero Cuéllar Universitat de Barcelona

La Abolición Del Estado Como Solución Al Problema de La Criminalidad Lineamientos Anarquistas en La España de Entre Siglos (Xix-xx)

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Texto elaborado en la Universitat de Barcelona

Citation preview

  • 119

    I. Introduccin

    Siguiendo la indicacin del ttulo del presente volumen deDesafo(s), el plural de abolicionismos se presenta en el idea-rio anarquista espaol de entre siglos como todo lo anti: anti-autoritario, anti-estatal, anti-patritico, anti-blico y en prin-cipio, anti-castigo. Todas aquellas seas de identidad, contes-tatarias en su medida al orden social y poltico instituido,quedaban subsumidas en un nico y gran abolicionismo: eldel Estado y el sistema capitalista. Capital y Estado, Estado yCapital, eran la misma cosa y representaban el origen de losgrandes problemas de la sociedad, entre ellos, del crimen.

    Aunque la relacin entre abolicionismos y sistema penalparece clara, esto es, la de la abolicin de tal sistema, seaparcial o total, inmediata o progresiva, los anarquistas espa-oles no dedicaron demasiado tiempo al estudio de la cues-tin criminal. La idea de abolir el Estado y por tanto, el siste-ma penal, resolvera, por s misma, la gran mayora de losproblemas entorno a la delincuencia, que se suponan estruc-turales, dependientes de un sistema poltico y econmicodeterminado. Aquel sistema penal y aquella sociedad jerr-quica y capitalista, eran el germen de la mayora de los delitos.

    Por ello, el abolicionismo se propone a gran escala, no setrata de la abolicin de una determinada forma de manifes-tacin del Estado, como la violencia institucional a travs delsistema penal, sino que es la abolicin del Estado en s mis-

    LA ABOLICIN DEL ESTADO COMO SOLUCINAL PROBLEMA DE LA CRIMINALIDAD:

    LINEAMIENTOS ANARQUISTAS EN LA ESPAADE ENTRE SIGLOS (XIX-XX)

    Alejandro Forero CullarUniversitat de Barcelona

  • 120

    mo. Slo as poda iniciarse el camino a una sociedad verda-deramente nueva.

    Por otro lado, si estudiamos abolicionismos y anarquismo,la relacin que aparece es de doble va. El abolicionismo no esslo una posicin filosfica y prctica del anarquismo frente alEstado, sino que tambin, en contraposicin, el Estado, a tra-vs sobre todo de su sistema penal, ha combatido al anarquis-mo, usndolo como pretexto para combatir y eliminar diver-sos tipos de disidencias. En toda su historia el anarquismo,como movimiento social y poltico, ha sido, o intentado ser,ocultado, perseguido, castigado, estigmatizado, cancelado. Enuna palabra, ha intentado abolirse. En este periodo histrico,fue as como, desde una poltica criminal construida con unapoyo decidido en la criminologa positivista, se estigmatiz ydemoniz a sus seguidores, y se declar la guerra contra elanarquismo y los anarquistas, parsitos y grmenes de una so-ciedad ordenada, segura y legal.

    En este trabajo slo se abordar una de las dos caras delfenmeno criminal, esto es, el delito, y no as el castigo. Aun-que como se dijo, los anarquistas espaoles no dedicaron mu-chas pginas a tratar la cuestin criminal, s es cierto que mu-cho fue escrito en la prensa crata alrededor de temas quevinculan de una u otra manera el debate acerca del crimen.Son constantes los debates alrededor de temas, sobre todo cien-tficos, sobre el libre albedro, la organizacin social, las enfer-medades, la conciencia, la biologa, temas todos ellos que esta-ban en auge, y no casualmente. La bsqueda de la seculariza-cin y la racionalidad haca de stos los temas tratados porsocilogos, criminlogos, juristas, en el debate positivista per-manente que intentaba averiguar qu le suceda a ciertos sereshumanos para que, a diferencia de otros, escogieran o estuvie-ran determinados para una vida criminal.

    De esta manera, es totalmente normal encontrar en la pren-sa cientfica donde escriben los ms ilustres criminlogos,bilogos y dems hombres de ciencias, al mismo tiempoque en la prensa anarquista, artculos dedicados a un sinfn

  • 121

    de temas cientficos, sobre la naturaleza, el hombre, el cuer-po humano, la responsabilidad, y en una y otra prensa, sonconstantes las alusiones a personajes como Darwin o Spen-cer, cada una intentando legitimar la propia visin del mundo.

    II. Toma de posicin abolicionista: contra el Estadoy contra la Ley como creadora y formalizadorade la opresin

    Puede que las propuestas del anarquismo espaol del si-glo XIX no fueran muy originales debido a la enorme deudaterica de los rusos y franceses y de movimientos polticos deFrancia e Italia. Las concepciones anarquistas son ademstan amplias (antiautoritarismo, antipoliticismo, antimilita-rismo) que, de entrada, las propuestas generales sobre cam-bio social sern poco originales. Pero la cada de la Comunade Pars, la derrota de Francia en la guerra con Prusia, y lasdisputas Marx-Bakunin en la Primera Internacional, pondrana los anarquistas espaoles como referencia activa en el mo-vimiento libertario europeo.

    La influencia de Bakunin marcara el desarrollo del anar-quismo espaol. Su influencia estuvo marcada no slo ideo-lgicamente, sino organizativamente, ya que la mayora delmovimiento obrero en Espaa estaba desde un principio or-ganizado en torno al ala antiautoritaria de la Primera Inter-nacional, que en Espaa se organizara bajo la FederacinRegional Espaola.

    Ms all de las coincidencias con el marxismo en algunosasuntos y que tomara prestado de ste gran parte del bagajede crtica sobre la economa poltica, el anarquismo preconi-zaba fines y medios diferentes a ese auto-adjetivado socialis-mo cientfico. Para los anarquistas, Marx representaba auto-ridad, centralismo, el poder en un partido nico, mientrasque para los bakuninistas espaoles, el anarquismo repre-sentaba el federalismo, el antipatriotismo, el antiautoritaris-

  • 122

    mo. La expulsin de los bakuninistas de la Primera Interna-cional en 1872 signific que a diferencia de la prominenciadel marxismo en el movimiento obrero internacional, en Es-paa seguira siendo el bakuninismo el modelo a seguir.1 Lapredominancia en Espaa del ala libertaria del movimientoobrero tiene su relevancia a la hora de entender la ideologaque se procuraba y puede explicar por qu haba una visin yno otra sobre el sistema penal o sobre la cuestin criminal engran parte de este movimiento.

    En este sentido, encontramos uno de los pilares del idea-rio anarquista del que dependern la mayora de las demsideas, sobre todo aqullas respecto de cualquier organizacinjerrquica y, por supuesto, su visin abolicionista acerca delsistema penal: el antiautoritarismo.

    El radical antiautoritarismo anarquista llevar a la nega-cin absoluta del Estado. Si concebimos a Max Stirner comouno de los precursores del anarquismo, ya encontramos en lesta radical oposicin a la ley y al Estado. Para Stirner, debehacerse la guerra contra el poder establecido, esto es, contrael Estado. El Estado debe ser abolido, aniquilado, apartado,no reformado.2

    Los autores espaoles reciben as esta concepcin del po-der poltico. El poder poltico niega la libertad, anula la ini-ciativa individual, aliena la voluntad, la inteligencia, impidela heterodoxia.

    1. La disputa entre ambas visiones era patente en continuas desca-lificaciones y disensiones alrededor de cmo deba entenderse la revo-lucin, los mtodos, los medios, sobre todo en qu papel deba ono jugar el Estado, y cmo deba entenderse la futura organizacinsocial. Vase por ejemplo la terminologa y el estilo que utilizaba En-gels para hablar de los anarquistas espaoles en la revuelta cantonal,relatando las sublevaciones y el papel poltico que jugaron los anar-quistas en ellas (Los bakuninistas en accin. Memoria del levanta-miento en Espaa en el verano de 1873, publicado en su libro Interna-cionales aus dem Volkstaat [1871-1875], Berln, 1894).

    2. Vase Ferrell 1998.

  • 123

    Pero aquello no significaba un simple problema de orga-nizacin, sino que tena un sentido ms profundo, pues erala autoridad quien, contraria a la naturaleza, impeda la co-rrecta evolucin del hombre, su desarrollo segn su bonda-dosa naturaleza: el problema de la Anarqua es el problemadel progreso, de la evolucin humana [...] la autoridad evolu-ciona hacia su negacin (Montseny 1893: 11).

    La conciencia crata en este sentido es clara ante el poder,manifestado en leyes, o en la poltica. No es la forma en la quese pronuncia el poder, sino que el problema es el poder en smismo: no, no est la salud en las leyes equitativas, en losgobernantes justos, en la poltica recta: lo est en la supre-sin de la ley, del gobierno y de la poltica (Martnez Ruiz1899: 176). Asimismo, qu es el Derecho ms que la fuerzaorganizada? (Mella 1975: 37).3

    La idea del poder consagrado en la Ley como una institu-cionalizacin de un poder de clase, era evidente. As, AnselmoLorenzo dir que la autoridad crea una exencin moral paras bajo el nombre de la razn de Estado. Y as, por ltimo, alintroducir el desorden y la maldad en el orden y la bondadnaturales, el principio autoritario se erige en creador de la vio-lencia.4 Asimismo dir Lorenzo que si toda ciencia ha departir de principios ciertos como los de las matemticas, la leyno es de procedencia cientfica; y si el derecho es un conjuntode arbitrariedades, slo se podr imponer por la fuerza.5

    La posicin respecto a las leyes era por tanto la de exigirsu abolicin y no su reforma, Mella era firme al respecto:Quien dice ley, dice limitacin; quien dice limitacin, dicefalta de libertad. Esto es axiomtico. Los que fan a la refor-ma de las leyes el mejoramiento de la vida y pretenden porese medio un aumento de libertad, carecen de lgica o mien-

    3. Mella, el principio de la recompensa y la ley de las necesidades,publicado originalmente en 1895 en Ciencia Social.

    4. Anselmo Lorenzo, en El Pueblo, cit. en lvarez Junco 1976, p. 230.5. Lorenzo, La reforma del Cdigo Penal, en Acracia, II, 1887.

    Recogido en la antologa de F. Madrid 2008, p. 203.

  • 124

    ten lo que no creen; igualmente: Son malos los hombres?S? Entonces no pueden hacer las leyes. Son buenos? En-tonces ninguna necesidad tienen de ellas.6

    Tambin en Llunas encontramos esta crtica a las leyes yla propuesta de su supresin: Las leyes de la Naturaleza seimponen por s solas, sin necesidad de autoridades que lashagan cumplir. Toda ley que pretenda ordenar o regular aqu-llas, ha de ser estpida y tirnica, y no har otra cosa quecorromperlas y violentarlas; o Todas las leyes son coaccio-nes a la libertad humana (Llunas 1882: 107).

    La Ley, como una de las manifestaciones ms importan-tes del Estado moderno, deba, por tanto, desaparecer.

    Estas ideas acerca de las consecuencias antisociales de lasleyes, que por imperfectas se oponan a la costumbre y alDerecho natural, haciendo las relaciones rgidas y formalis-tas, son ideas que tambin se encuentran en aquella poca enotro tipo de autores espaoles, regeneracionistas como Joa-qun Costa, penalistas como Dorado Montero, o pedagogoscomo Giner de los Ros.7

    Pero todas estas ideas no eran nicamente una declaracinde principios abstractos, sino que la propia historia habramostrado estos atributos de la ley y el poder gubernamental.La ineficacia de la revolucin liberal en este sentido, con losprincipios que haba proclamado, dejaban an ms en eviden-cia esta idea. El parlamentarismo no habra podido acabarcon las guerras, con la centralizacin del poder, ni realizar laigualdad; los poderosos seguan sometiendo a la mayora de lasociedad, todo ello a pesar de haberse promulgado miles deleyes, reglamentos y constituciones, de haberse alternado lospartidos polticos. Aquellos principios liberales haban mani-festado su ineficacia bajo la organizacin legal burguesa.

    6. Accin Libertaria, n. 5, 1910, y n. 11, 1913.7. Vase lvarez Junco 1976, pp. 225 y 242-243, donde se cita biblio-

    grafa de estos autores en revistas anarquistas como por ejemplo Cos-ta, La funcin de la ley, o Dorado Montero, Valor social de leyes yautoridades, en La Revista Blanca n. 130 y ss.; y Giner de los Ros,Para una historia de las teoras libertarias, en Boletn de la ILE 1899.

  • 125

    La obviedad por medio de la cual se dice que un podercrea unas normas y reprime al que las desobedezca tomabaverdadera fuerza desde el punto de vista de demostrar aque-lla ficcin de orden y de auto-conservacin del sistema. Secrea un orden por un poder violento, se generan unas nor-mas que slo son democrticas formalmente, que son anti-naturales, y se castiga a quienes las ultrajan. La educacin enmanos de la aristocracia y la Iglesia se proyectaba en la medi-da de reforzar esas normas.

    La crtica de Montseny a esta formalidad de los derechosy a la ineficacia (si acaso querida) del Estado de derecho, quesigue supeditado al poder del Capital, es bsica:

    No ya las leyes de Grecia y Roma se dirigan contra la plebe,contra ella se dirigen tambin las leyes actuales. Es verdadque ahora existe una ley que tiene la pretensin de ser nicapara todos los ciudadanos, pero esta igualdad es ilusoria. Laigualdad ante la ley es una quimera relativamente sublime. Ladesigualdad econmica hace que esa pretendida equidad enla prctica se convirtiera en una monstruosa injusticia [...]

    Actualmente una misma ley te sirve de una manera o deotra segn sean tus caudales y as como antes la desigualdadde derechos estaba en las leyes mismas, ahora est en el bol-sillo de cada uno. [...]

    Total: desde que hay leyes hay clases y mientras hayaleyes habr derechos diferentes.

    Estos razonamientos oponemos nosotros a los argumen-tos que exponen los defensores de la autoridad cuando dicenque sin leyes no hay justicia ni orden posible [1895: 14].

    Esta naturaleza de la Ley, el inters que cristaliza en smisma o en su aplicacin, demostraba que la Ley era un ins-trumento desigual de organizacin social. Los delitos, comoinvencin legal, desapareceran por tanto en una sociedadsin leyes. El castigo institucional, como clara respuesta a lano observancia de ese orden ficticio, clasista y violento, debapor tanto abolirse.

    El discurso abolicionista penal tiene en este sentido, per-sistente vigencia crata.

  • 126

    III. Ideario y fenmeno criminal en el pensamientoanarquista espaol: el abolicionismo del sistema penalcomo nico camino

    1. El sistema penal como perpetrador de desigualdades

    Como se ha dicho, de los textos anarquistas se despren-den pocos anlisis detallados sobre esta temtica, ya que enla mayora de las ocasiones la explicacin del delito es unafrrea crtica a la organizacin social tradicional o burguesa.Sus propuestas o alternativas al castigo tampoco son muydetalladas ya que parten de la abolicin del Estado y con lde la prerrogativa para castigar. El sistema penal sera unaparte de este Estado violento, una de sus partes ms represi-vas junto con el ejrcito. Estado capitalista y sistema penalson orgnicamente (y polticamente) inseparables. La aboli-cin de uno no puede concebirse sin la del otro. Las propues-tas a posibles actividades delictivas dentro de la sociedad li-bertaria sern resueltas de otra manera, pero nunca habrun sistema penal dentro de la sociedad anarquista, pues alser todos iguales y libres, al emanciparse los hombres de lanecesidad de comportamientos lesivos hacia los dems frutodel egosmo que demanda dicha organizacin social, no se-ra ms necesaria la violencia ni el castigo.

    Por todo ello, el cambio que se propone no es una regene-racin o reforma, ni siquiera radical, sino que se proponeuna abolicin total del sistema penal. Los anarquistas veanque el problema del sistema penitenciario y del penal en ge-neral no era un problema coyuntural que se pudiera mejorarcon reformas ms o menos radicales, sino que era estructu-ral, su propia esencia haca imposibles las finalidades que sepropona.

    En todo caso, al abolirse el Estado y el sistema capitalista,desapareceran la mayora de los delitos, por dos motivosfundamentales: no solamente porque se elimina su regula-cin, su invencin, sino porque ya no existiran las condicio-

  • 127

    nes sociales que provoquen las situaciones de conflicto queen aquel rgimen del Estado liberal se llamaban delitos.

    En la actualidad, algunos autores han criticado el aboli-cionismo criminolgico por la falta de un anlisis externo,quedndose tan slo en la abolicin del sistema penal sinentrar a analizar su dependencia de una determinada estruc-tura econmica y forma de Estado.8 En este sentido, aquellosanarquistas siempre tuvieron presente que sin un cambio devalores, que se producira con un cambio de estructura, abo-licin del capital y del Estado (y por tanto no meramente dela pena), el cambio social y humano no sera posible.

    Por tanto, se encontrar en la literatura anarquista unadefensa de los criminales como producto de una sociedadinjusta. El orden social existente era la causa misma del deli-to: abandona a miles de nios a una educacin viciosa, for-mando as ladrones y asesinos para tener el gusto de ahorcar-los.9 Pero el orden social existente no produca slo delin-cuencia, sino tambin otro tipo de males, y en un momentoms tardo, se entenda que la propia reproduccin de esasociedad reproduca sus males: Proletario [...] No lloremoslas degeneraciones; la prostitucin, el asesinato y el robo; latisis, la neurastenia y la depauperacin son nuestra obra, obraque elaboramos inconscientemente.10

    8. Vase p. ej. Mauricio Martnez (1990), La abolicin del sistemapenal. Inconvenientes en Latinoamrica, p. 69.

    9. La Federacin Igualadina, n. 7, Algo sobre el crimen, cit. lva-rez Junco 1976, p. 268.

    10. Generacin Consciente n. 1, junio de 1923 (de la presentacin delgrupo editor, cit. en Navarro Navarro 1997, p. 16). La relacin del neomal-thusianismo y el pensamiento crata no es un tema para tratar aqusobre todo por su extensin y sus implicaciones complejas, pero bastedecir aqu que, como en otros temas, la sed de ciencia y de herramientascientficas para transformar las estructuras sociales llevaron a muchospensadores anarquistas, entre ellos importantes divulgadores como IsaacPuente, a expresar y difundir ideas de malthusianismo, eugenesia y con-trol de la sexualidad, todo ello, reinterpretado en clave de defensa delideario crata, con vistas a una liberacin de la clase proletaria, de lasmujeres, y de la generacin de una sociedad nueva y mejor.

  • 128

    Al defender a los criminales como vctimas del propio or-den social, se pasa a acusar a los detentadores del poder: lafuerza del Estado se fundamenta en la defensa de la desigual-dad. Cuando la dominacin poltica y econmica falla, cuan-do el monopolio del arte, la ciencia y la escuela no son sufi-cientes para dominar al hombre, surgen as la plvora, lospresidios y para el disidente que quiso salir a la calle a decirsu sueo, el patbulo.11

    Los verdaderos criminales son por tanto aquellos que de-tentan el poder, y el sistema penal sera una manera de prote-ger sus privilegios. Por ello, el delito encuentra una legitimi-dad como ataque ante los opresores del pueblo. El delito esuna reivindicacin, una muestra del descontento, una mues-tra de la desigualdad. Martnez Ruiz (1899) sentencia a la so-ciedad que es a quien debera castigarse: la pena de la socie-dad sern las fechoras mismas de sus ladrones y asesinos enplena libertad. As se ver cmo se aviva el seso de los go-bernantes para que se acabe el dao. Y si la sociedad su-cumbiera ante ello, pues que lo hiciese igual que lo hizo laesclavitud, el feudalismo y la monarqua absoluta!

    La crtica por tanto es al sistema penal en su conjunto, alas leyes, a las crceles y al sistema judicial por su doble esca-la de valores. El sistema funciona de una manera perversa: elasesino ordinario es condenado a presidio o a pena de muer-te, y el jefe de Estado que desencadena una guerra sale impu-ne y es visto hasta como hroe.12

    Las crceles son otra manifestacin de la desigualdad einjusticia sociales: Hay muchos obreros presos solamentepor el hecho de querer mejorar las condiciones del trabajomenguando la ganancia del patrono, y sin embargo no hayningn burgus encarcelado de los muchos que diariamentese enriquecen en perjuicio de la salud y del bienestar del obre-ro (Montseny 1893: 12).

    11. Vase Mella 1978, pp. 111-112.12. Vase Litvak 1989.

  • 129

    2. Posiciones ante el crimen: inversin del punto de mira

    Debido a la crtica frrea que se hace de la sociedad bur-guesa, el significado alrededor de los delitos comunes cam-bia. Pasan a ser una defensa de los ms necesitados, un actode justicia, una accin de reajuste. El robo, para Fermn Sal-vochea, sera la manera como se traslada una cosa de unsitio a otro.13 Esto nos recuerda la posicin moral kropotki-niana acerca de la expropiacin, que entonces (y ahora) sellamara atraco. La expropiacin es la recuperacin del dine-ro tomado, robado por la burguesa a los trabajadores.

    Y es que ya en Kropotkin la propiedad privada aparececomo una de las principales causas de la criminalidad. Aboli-da la propiedad privada, desapareceran todos los delitos derobo y de hurto, y muchos de los asesinatos, homicidios yotro tipo de delitos cuando estn relacionados con el tema dela propiedad.14

    Los anarquistas espaoles tambin tenan claro este ex-tremo: Ya hemos demostrado las consecuencias que surgende la propiedad individual. El vicio, el crimen, la deshonra, elsuicidio, all tienen su origen (Montseny 1896: 121).

    Pero ms all de la crtica a la propiedad privada comocausante de gran parte de la criminalidad, estara la crtica alos ideales burgueses en s mismos, donde muchos delitospasionales estaran causados por el asentamiento en la socie-dad de estos ideales. Abolirlos, por tanto, tambin permitirla desaparicin de este tipo de delitos.15

    13. Fermn Salvochea (dixit), cit. en Fernando de Puelles (1984), Fer-mn Salvochea. Repblica y anarquismo. Sevilla: Imprenta Galn, p. 195.

    14. Las dos terceras partes de los hombres hoy condenados comocriminales cometieron atentados contra la propiedad. stos desapare-cern con la propiedad individual. En cuanto a los actos de violenciacontra las personas, ya van disminuyendo conforme aumenta la socia-bilidad, y desaparecern cuando nos las hayamos con las causas en vezde habrnoslas con los efectos (Kropotkin 1977, p. 52).

    15. Vase Cappelletti 1985, pp. 54-55.

  • 130

    Como se adelant anteriormente, la verdadera criminali-dad, por tanto, no corresponda a individuos criminales, sinoa quienes detentaban el poder; corresponde a la actividad delEstado, de sus instituciones y de sus representantes. Si habaque hablar de criminales sos seran personas como Cnovasdel Castillo. Los actos como su asesinato seran actos de jus-ticia universal. De la misma manera, el ejrcito, representan-te de valores totalmente opuestos al anarquismo (verticali-dad, poder, jerarqua, falta de libertad, opresin, violencia),sera una institucin criminal. Los militares seran vistos comoviles asesinos (Blzquez de Pedro), sujetos que han dejadode ser racionales para pasar a ser mquinas al servicio delpoder. El ejrcito no slo fabrica asesinos sino enfermosmentales (Octave Mirbeau).16 Por tanto, los militares seranlos verdaderos criminales. Ese sentimiento antibelicista seextenda por todos aquellos partidos de oposicin al conser-vadurismo gobernante, sobre todo entre socialistas, republi-canos y anarquistas. As podemos encontrar tambin opinio-nes contrarias en Pi i Margall o en Pablo Iglesias.17

    Anti-belicismo que, unido lgicamente a otras circunstan-cias, tras la imposicin de un canon imposible de pagar paralos obreros para evitar ir a la guerra en Marruecos, desembo-caron en la huelga general y Semana trgica de 1909.

    Aunque, como se ha dicho, aparte de estas crticas gene-rales al Estado, al sistema penal y al ejrcito, los autores anar-quistas no se dedicaron a elaborar una teora del delito. Y

    16. Vase estas y otras citas en la parte que lvarez Junco dedica alejrcito como rgano social en que encarna la idea de patria (1976,pp. 255-260), vase tambin Hamon y su Psicologa del militar profesio-nal donde desarrollara una fuerte crtica antimilitarista, destacandola idea de que la criminologa se centra en la delincuencia comn mien-tas se ignoran las atrocidades cometidas por los ejrcitos.

    17. La guerra es un crimen: P. Iglesias (1870), La guerra, en LaSolidaridad n. 35; asimismo: Espaa no est en condiciones de civili-zar a nadie [...] Debera civilizarse primero a s misma (Los civiliza-dores, en El Nuevo Mundo, y reproducido en El Productor de 1896)(vase lvarez Junco 1976, p. 258).

  • 131

    aunque no se suelen encontrar en sus escritos referencias a ladefinicin propiamente dicha de delito, s que desde los lti-mos aos del siglo XIX aparecen numerosos artculos en lasrevistas anarquistas acerca del crimen. Revistas como El Por-venir del Obrero, Dinamita Cerebral, La Anarqua, Accin Li-bertaria o La Revista Blanca relataban cuentos, historias, so-bre pequeos robos de pobres a ricos, sobre ataques a lospatronos, clrigos y polticos, o contra instituciones del siste-ma burgus como el matrimonio o la propiedad privada, de-nunciando sus injusticias. En los relatos aparecen personajescomo trabajadores, obreros, prostitutas o ladrones. Alejan-dro Hepp relata en su cuento Caso de conciencia que es-tando en un barrio obrero donde haba mucho nimo de re-vuelta, vio cmo un hombre hua de la polica y todo el mun-do gritaba que lo detuvieran. Pas a su lado y l no lo detuvopara no aumentar el sufrimiento del dbil que adems estsufriendo por culpa del fuerte. Ante esta actitud, le gritaronanarquista.18

    Muchos de los cuentos y artculos sobre robos de pobres aricos, etc., hablan de la injusticia de las instituciones penales,de su hipocresa y doble criterio: el que roba mucho sale im-pune, el que roba poco va a prisin: hoy condenar la Au-diencia a un ladrn principalmente por no robar lo suficien-te para probar su inocencia (Dilogo entre granujas [unnio de 14 y un polica]).19

    18. En Revista Natura, 1 de abril de 1904, pp. 206-208, cit. en Litvak1989 quien observa que en el relato de Hepp, ste no exculpa al crimi-nal y adems lo describe en trminos lombrosianos [dice es joven ytiene tipo repulsivo], pero piensa en salvarle del castigo.

    19. En Rebelin, Sevilla 1910, cit. Litvak, 1989, p. 57. Asimismoencontramos una sntesis de algunas de estas posturas en un cuentode Pi i Margall denominado El hurto publicado en Dinamita Cere-bral (s.d.).

  • 132

    3. Causas del crimen. La actividad delictiva: determinismosocial versus libre albedro. Abolicin del sistema estataly capitalista como el camino al desarrollo de la bondaddel ser humano

    Si el crimen es un resultado de una organizacin socialinjusta, y el criminal por ello est determinado al crimen,no es un sujeto responsable. Pero, junto con ello, muchosdelitos son, y principalmente el delito poltico, una formade lucha, de reivindicacin, hay una actitud poltica, unaconciencia de actuacin, una libertad de denunciar o no elsistema existente, y por tanto, el delincuente sera un sujetoresponsable. Este dilema no era ms que una de las mani-festaciones de la disputa entre determinismo y libre albe-dro que estaba tan viva con el trasfondo cientfico del posi-tivismo. Anarquismo y criminologa positivista compartenen este sentido las mismas inquietudes, provenientes de unmomento histrico donde la crisis en la racionalidad liberaldemandaba nuevas formas de pensar las relaciones socia-les. Ferri y Hamon haban establecido la determinacin ha-cia el crimen.

    Como es sabido, desde el positivismo criminolgico sehaba ya estipulado un determinismo biolgico y un deter-minismo social. Enrico Ferri haba declarado desde su tesisdoctoral la negacin del libre albedro.20 Desde las corrientesanarquistas tambin se preocuparon por el tema del deter-minismo y el libre albedro. El propio Auguste Hamon, en1898, bajo el ttulo Dterminisme et responsabilit, dedic un

    20. Ferri, en 1877 (Teora de la imputabilidad y negacin del librealbedro, publicada en 1878), present su tesis doctoral, en la cual tratade demostrar que el libre albedro es una ficcin, y que debe sustituirsela responsabilidad moral por una responsabilidad social. Sin embargo,acepta que ms all de la determinacin biolgica existen grados decorreccin para cada categora de delincuente de la que dependernlas medidas a aplicar encontrando el equilibrio entre la defensa socialy los derechos de la personalidad humana del ofensor.

  • 133

    libro a dicha disputa desde diferentes puntos de vista, comoel filosfico, el psicolgico y el jurdico.21

    Los autores anarquistas espaoles recogieron dicha disputaacerca del comportamiento delictivo y, aunque tuvieron puntosde vista diferentes acerca del libre albedro, al final, en general, laresolvieron a favor del determinismo social.22 La negacin dela responsabilidad en los delincuentes estaba polticamente cla-ra: Montseny en su Sociologa anarquista (p. 55) defenda que laactitud de las personas (as tambin del delincuente) puede serbuena o mala sin saber por qu, nada de lo que caracterizanuestra personalidad se debe al propio esfuerzo; de la mismamanera, Martnez Ruiz expresa que la libertad moral no existe:no puede fundarse en ella la responsabilidad (1899: 205); o tam-bin Doctor Boudin en Ciencia y socialismo dir que as comoel pual es el instrumento que para herir emplea el hombre, asel hombre es el instrumento que para herir emplea la sociedad, yambos son igualmente irresponsables.23

    21. Libro que supuso en su traduccin en Inglaterra un juicio porinmoralidad y obscenidad acusado de destruir el libre albedro y con-denado junto con otros libros a ser destruidos por el fuego en 1899, talcomo narra el propio Hamon en A los lectores en su edicin espao-la, Determinismo y responsabilidad, publicado en Madrid en 1904.

    22. Explicar dichos recorridos supondra una extensin inabarca-ble en este escrito. En todo caso, el rechazo casi unnime al determi-nismo biolgico condujo a una defensa del determinismo social, peroen lnea contraria al determinismo spenceriano que explicaba, justifi-cando, la sociedad de clases por ser un orden social natural. Desdeautores como Hamon se estableci la falta de libre albedro para justi-ficar la falta de responsabilidad de los criminales. Para los anarquistas,dicho determinismo explicaba precisamente que la violencia, domina-cin y opresin ejercidas por las clases privilegiadas conducan a lasclases menos favorecidas al crimen. La diferencia radicaba en que mien-tras para quienes defendan aquel sociodarwinismo spenceriano la so-ciedad existente era lo natural, el resultado de la dominacin del msfuerte o capaz, para los anarquistas sera un estado antinatural, que sesuperara con la abolicin del Estado y de la sociedad de clases.

    23. En, La Revista Blanca, 2, 1898, Doctor Boudin es otro de lospseudnimos de J. Montseny, vase Girn 2002, p. 104.

  • 134

    Pero, evidentemente, defender la determinacin del com-portamiento humano acercaba a los anarquistas a las postu-ras de criminlogos positivistas, sobre todo de aquellos quederivaban la determinacin del ambiente social, como lo ha-ra un Ferri o autores de la escuela francesa del ambiente deTarde. Anselmo Lorenzo, por ejemplo, dir que los gobernan-tes promulgan leyes y leyes para proteger su propiedad de losataques de los miserables basados en el libre albedro, y queno saben que esos ataques son las resultantes necesarias,inevitables, de un vasto fenmeno sociolgico que se llamamiseria, alcoholismo, degeneracin, locura....24

    En todo caso, dicha similitud con la sociologa criminal(Ferri) tena consecuencias tericas y polticas diferentes deaquellos cientficos abocados al estudio del delincuente. Lospostulados anarquistas, basados en ese determinismo de ca-rcter social, buscaban una toma de posicin acerca de lacausalidad criminal, haciendo trasladar el punto de mira delcomportamiento delictivo del individuo hacia la estructurasocial. Por ello el mismo Montseny, tras decir que nada sedebe al propio esfuerzo, s resalta que ante la lucha de lasfuerzas de la naturaleza y sociales, si un hombre que pare-ca en sus aos jvenes ntegro se da al vicio y la corrupcin,es que en l la sociedad venci... (1896: 55).

    La visin acerca de la inmovilidad social que produca laley, as como de la interesada visin que del darwinismo te-na la burguesa, tambin estaba clara para ellos:

    Vase cmo ni aun admitiendo como justos y cientficos cier-tos argumentos aducidos por las eminencias imperantes,podran seguir ellos gozando de los privilegios que les pro-

    24. En El Pueblo, pp. 65-67. Vase lvarez Junco, 1976, pp. 266-267,donde aparecen otros autores que estaran de acuerdo con la negacindel libre albedro como Prat, El Productor, 1904, n. 75, Dorado Monte-ro, Es compatible la pena con los hallazgos de la sociologa crimi-nal?, en La Revista Blanca n. 79; Esteve, A los anarquistas; o Mella,De la responsabilidad, en Almanaques de la Revista Blanca 1901.

  • 135

    porciona una ley que les favorece, no al ms bueno y mejorconstituido, sino al ms astuto y egosta, como es la ley delrobo legal, de la reglamentada explotacin del hombre por elhombre [Montseny 1896: 19].

    As, la idea de abolir el sistema penal tomaba fuerza: elsistema penal, parte estructural de un determinado ordensocial, econmico y poltico del que derivan ideales, interesesy valores que generan una contradiccin proveniente de ladesigualdad y la opresin que llevaran al comportamientocriminal, quedaba injustificado. No haba lugar para justifi-car un sistema que prevaleca por su injusticia: castigar aque-llos sujetos a los que el propio sistema no dejaba otra opcinde comportamiento. Aboliendo una determinada estructurapoltica, esto es, el Estado capitalista, aboliendo asimismo,por hacer parte de l, el sistema penal, se poda resolver en sugran mayora la cuestin criminal.25

    Esta idea de la estructura social como causante de los de-litos estaba fuertemente asentada en importantes autorescomo Mella. En La espuma26 escribe que ante un brutalcrimen de descuartizamiento en Madrid, dirn algunos quese debe a la regresin a la barbarie, pero que en realidad sedebe a algo muy distinto, es el fruto, es la espuma de la civi-lizacin. Por otra parte, el mismo autor, negando las teorasque ven al delincuente como un ser en estado an prehistri-co, se pregunta, siguiendo un verdadero catlogo de la antro-pologa criminal, cmo es posible an que la multitud ha-lle atenuaciones para la infamia decente [del canibalismodorado y bien vestido] mientras es capaz de ensaarse conun demente, con un fantico o con un pobre enfermo de irre-mediable epilepsis?. Mella rematar dicho escrito con una

    25. Vase L. Vita (2007), El delito y la pena. Un acercamientodesde la teora anarquista, en El anarquismo frente al Derecho...,pp. 147-155.

    26. Originalmente publicado en Accin Libertaria, n. 2, 1913, Ma-drid. Utilizada aqu la versin recogida en Ideario, 1975, pp. 59-61.

  • 136

    sentencia que sintetiza lo que aqu se quiere poner en eviden-cia y que vale la pena reproducir:

    [...] decadencia brutal a la que nos conduce la civilizacincon todas sus aberraciones polticas, sociales y religiosas.Sin duda, por el fruto se conoce al rbol. Y si en el mundotodas las cosas obedecen a un determinismo en que concu-rren herencia del pasado y adquisiciones del presente, dga-senos si la actualidad aterradora de estos das no hace elproceso y dicta la sentencia contra un orden social, en que, apoco que se haga, habr que buscar un hombre honrado conla linterna de Digenes.27

    As pues, la posicin anarquista frente al delito, en cuanto asus causas y en cuanto a su posible solucin, quedaba asenta-da: Merecer castigo el ladrn? A no ser un enfermo nadieroba si nada le falta y nada ha de faltar al hombre cuando detodo sobra. Asimismo, frente al asesinato: Estudiad las cau-sas por que ha matado; si son sociales, que lo son casi siempre,modificad la sociedad y desaparecer el asesino; si son orgni-cas, que no lo son casi nunca, como demostraremos luego,estableced un buen mtodo curativo (Montseny 1893: 10-11).

    Pero para que quedara clara la postura anarquista ante lospostulados positivistas, primero deban desacreditar el con-cepto de delincuente nato. As lo hace Mella, criticando a Lom-broso por derivar de deficiencias fisiolgicas hereditarias el

    27. Otras afirmaciones de este tipo pueden verse, por ejemplo, en Elgarrote en accin, La Anarqua, 1891, n. 67: investigad las causas delcrimen y encontraris que de nadie es responsabilidad, sino de vosotros,puesto que siempre obedece a estas dos plagas que fomentis con empe-o: la ignorancia y la miseria. Montseny, Sociologa anarquista, p. 82:condiciones de vida miserables que crean la degeneracin y el delito(jornada laboral, enfermedades, aire enrarecido, falta de alimento), ci-tas en lvarez Junco 1976, p. 267. O en Mella: El disolvente del autori-tarismo es la rebelda individual. De la rebelda individual surge la sub-versin colectiva. La roca de los siglos lanza al espacio sus incontablesfragmentos (El Libertario, n. 2, 1912, en Ideario, p. 142).

  • 137

    crimen.28 Para Mella, adelantndose a una posible rplica deLombroso, el hecho de que las condiciones sociales sean nece-sarias para que la criminalidad latente (fisiolgica) se exterio-rice, demuestra precisamente que lo importante son las cau-sas sociales, porque incluso, en el hipottico caso del delin-cuente nato, si no existieran las condiciones sociales para quesu impulso criminal se exteriorice, no existira criminalidad.29

    De esta manera se resuma el ideario anarquista respectode la conducta criminal: existe una exculpacin, cientfica,apoyada sobre la negacin del libre albedro. El determinis-mo sera social, y en aquellos casos de claras patologas bio-lgicas, sera tambin la sociedad la responsable de mante-ner esos impulsos violentos en estado de latencia. En todocaso, el delito tena una justificacin moral, como acto dereajuste de una sociedad injusta.

    Pero si nada se deba al propio esfuerzo, qu pasaba conla lucha por una sociedad libre? Y la responsabilidad quenace del compromiso con la rebelin? Estos interrogantesse resolvan diciendo que lo que haba era un determinis-mo intelectual derivado de la organizacin social y delapoderamiento de la educacin por manos religiosas y bur-guesas. Haba, pues, que liberar al hombre de ese determi-nismo, a travs de las ideas revolucionarias de unos pocos,para luego concienciar al pueblo y as hacer la revolucin.Nada de eso contradeca el determinismo social, era sim-

    28. Vase Mella, Lombroso y los anarquistas, Barcelona, 1896. Kro-potkin, en Las prisiones, ya haba hecho una firme crtica de Lombro-so, estableciendo que sus conclusiones slo demostraban hechos queno podan ser interpretados como la Escuela italiana lo haca ni muchomenos derivando de ello medidas de encierro u otros castigos para losenfermos o idiotas. La sociedad estara llena de estos sujetos. Serandeterminadas situaciones sociales las que empujaran a ciertos sujetosa delinquir, pero otros seres idiotas moran en palacios o al cuidado desus familias.

    29. Vase Mella 1978, p. 150, aqu se puede observar cierta simili-tud con algunas de las teoras del ambiente o microbiolgica de auto-res de la Escuela francesa como Tarde, Durkheim, Fr, o Lacassagne.

  • 138

    plemente una forma de impulsar el curso natural del pro-greso humano.

    Exaltaban as, sin cuidarse de posibles contradicciones, elpoder de la accin humana elevndola a veces a motor de lahistoria. Poder de la accin, por tanto, para superar el fatalis-mo materialista del darwinismo social que se preconizabaentonces y cambiar el curso de la historia.

    IV. Y Hulsman?: The abolition within

    La importancia del abolicionismo, sus posibles races anar-quistas, pueden guiarnos hacia un cambio radical, que vayadefinitivamente a las races. Como se vio en este escrito, unade las mayores dificultades a las que deben enfrentarse lasteorizaciones anarquistas, es que el anarquismo, como pen-samiento, tiene tambin sus races en la modernidad y buscsiempre reforzarse por medio de la ciencia. Su apoyo cam-biante y vacilante en distintas teoras lo llev en el siglo XIX aun autntico extravo terico.

    Por ello, es difcil hablar de una criminologa anarquista, sientendemos por ello un acercamiento epistemolgico a la cri-minologa basndonos en tericos anarquistas. Louk Hulsmanno habl ni escribi mucho sobre anarquismo, no se apoy enestos autores para defender sus ideas. El poder revolucionarioque podan tener sus escritos o acciones se deba a un espritucrata, a una teora anrquica ms que anarquista.

    Hulsman fue un ejemplo de vida crata, sobre todo desdealgunas experiencias vitales como fue el sentirse traicionadopor su propio pas al ser detenido por la polica holandesapara ser entregado a los alemanes. Aquella vivencia le de-mostr que no poda confiar ms en la autoridad y que portanto haba que negarla. Aquellas y otras experiencias mar-caran asimismo su posterior resistencia contra el fascismo yuna actitud abolicionista de transformacin social, pero tam-bin humana. La actitud de permanente lucha y transforma-

  • 139

    cin, tambin dentro de nosotros mismos, es el verdaderomodo de cambiar la realidad.

    La abolicin del sistema penal por tanto, no llegar con elderrumbamiento de los muros de las crceles ni con una re-volucin repentina, pues no pervivir. La abolicin del siste-ma penal vendr con un verdadero cambio de actitudes, deperspectivas, de la forma de luchar diariamente. Pensar dife-rente, pensar libremente, cambiar los modos de juzgar en lasociedad.

    El abolicionismo como la acracia nos deben conducir a laenseanza del rechazo a la violencia. Primariamente, de lainstitucional. Pero tambin, de la idea de la abolicin en no-sotros mismos, de aquellas actitudes que soportan, refuerzano excusan pasivamente la violencia institucional. La idea delabolition within, como idea crata, fue para m una ensean-za de Hulsman.

    Bibliografa

    LVAREZ JUNCO, Jos (1976), La ideologa poltica del anarquismoespaol (1868-1910). Madrid: Siglo XXI.

    CAPPELLETTI, A.J. (1985), La ideologa anarquista. Barcelona: Laia.ENGELS, F. (1998 [1894?]), Los bakuninistas en accin. Barcelona:

    DeBarris. (Publicado por Engels en su libro Internacionales ausdem Volkstaat (1871-1875), Berln, 1894.)

    FERRELL, Jeff (1998), Against the Law: Anarchist Criminology,en Social Anarchism n. 25 (puede consultarse su versin digitalen http://library.nothingness.org/articles/SA/en/display/127).

    GIRN, A. (2002), Los anarquistas espaoles y la criminologa deCesare Lombroso (1890-1914), en Frenia, vol. II-2, pp. 81-108.

    GRUPO DE ESTUDIO DEL ANARQUISMO (Anbal dAuria et al.) (2007),El anarquismo frente al derecho. Lecturas sobre Propiedad, Fami-lia, Estado y Justicia. Buenos Aires: Libros de Anarres.

    HAMON, A. (1893), Psicologa del militar profesional, prl. de Mart-nez Ruiz (s.l.).

    (1904? [1897]), Determinismo y responsabilidad. Traduccin deH. Gallach, Valencia: F. Sempere y Compaa.

  • 140

    KROPOTKIN, P. (1977 [1887]), Las prisiones. Presentacin de M. Mo-rey; trad: E. Heras. Barcelona: Jos J. de Olaeta.

    LITVAK, Lily (1989), El delincuente y la justicia en la obra literariadel anarquismo espaol 1880-1913, en Archipilago, Cuadernosde Crtica de la Cultura, n. 3, El peso de la justicia/2, pp. 52-62.

    LLUNAS, J. (1882), Almanaque para 1883. Madrid: Biblioteca del Pro-letariado.

    LOMBROSO, Cesare y MELLA, R. (1978), Los anarquistas. Presenta-cin de C. Daz. Madrid: Jcar (edicin conjunta de C. Lombro-so, Los anarquistas, 1894, y R. Mella, Lombroso y los anarquis-tas, 1896).

    MADRID, Francisco (comp.) (2008), Anselmo Lorenzo: un militanteproletario en el ojo del huracn (antologa). Introd., seleccin ynotas: F. Madrid. Barcelona: Virus.

    MARTNEZ, Mauricio (1990), La abolicin del sistema penal. Incon-venientes en Latinoamrica. Prl.: J. Bustos. Bogot: Temis.

    MARTNEZ RUIZ, J. (1899), La sociologa criminal. Prl.: F. Pi i Mar-gall. Madrid: Librera de Fernando de Fe.

    MELLA, Ricardo (1910 y 1913), Accin Libertaria, n.os 5 y 11. Gijn. (1975 [1925]), Ideario. Introd.: F. Montseny. Prl. (1925): J. Prat,

    Prl. (1953): F. Alaiz. Toulouse: CNT.MONTSENY, J. (1893), Consideraciones sobre el hecho y muerte de

    Palls. La Corua: Tipografa Gutenberg. (1895), El proceso de un gran crimen. La Corua: Tipografa Gu-

    tenberg. (1896), Sociologa anarquista. La Corua: Biblioteca de El Cor-

    sario.NAVARRO NAVARRO, F. Javier (1997), Anarquismo y neomalthusia-

    nismo: la revista Generacin Consciente (1923-1928), en Arbor,n. 615, marzo, s.l., pp. 9-32.

    PUELLES, Fernando de (1984), Fermn Salvochea. Repblica y anar-quismo. Sevilla: Imprenta Galn.

    VITA, L. (2007), El delito y la pena. Un acercamiento desde la teo-ra anarquista, en Anbal dAuria et al., El anarquismo frente alDerecho... Buenos Aires: Libros de Anarres, pp. 147-155.