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59 La autoridad social de la ciencia en la edad postmoderna Steven Yearley (Traducción: Juan M. Iranzo) Introducción P ermítanme comenzar resumiendo la esencia de lo que pretendo decir en este artículo. Quisiera plantear que la legitimidad y la credibilidad de nuestro cono- cimiento más autorizado y especializado, el co- nocimiento científico, se encuentra en una situa- cion apurada. Tanto los científicos como los políticos reconocen que existe un problema. Al- gunos ensayistas culturales se han basado en esta evidencia de confusión para aventurar su opi- nión de que la ciencia —junto con la arquitectu- ra, la literatura y los cánones de belleza— manI- fiesta todos los síntomas del postmodernismo. En otras palabras, consideran que el desbara- juste de la ciencia debe ser comprendido esen- cialmente como parte de una enfermedad más amplia que afecta a todas las empresas de repre- sentación de las sociedades modernas. (Si un montón de ladrillos en una sala de la Tate Ga- llery de Londres puede pasar por una obra de arte, ¿quién sabe qué podría hacerse pasar por cíencía?) Creo que están en un error. Bien al contrario, pienso que el análisis sociológico de la ciencia —junto con algo de historia— puede in- formarnos mejor sobre la situación de la ciencia. En el presente artículo explicaré qué significa para mi esta afirmación y avanzaré brevemente sus implicaciones. Así pues, esta es la oferta. Sin embargo, antes de comenzar ese camino, creo que debo descar- tar una objeción probable: ¿qué hace la sociolo- gía diagnosticando los problemas de la ciencia? Después de todo, la ciencia natural puede mos- trar logros ampliamente reconocidos por la so- ciedad. La ciencia nos proporciona ordenadores y aviones, rayos X y pilas de larga duración. La ciencia está tan estrechamente identificada con los productos innovadores y exitosos que las empresas intentan llevar su agua al molino de sus anuncios, se trate de un refrigerador Zanussi o del detergente Vortex para cuartos de baño. No seria injusto preguntar, ¿cuándo fue la última vez que viste un anuncio basado en la opinión de un experto sociólogo? La sociología, en cuanto disciplina, ha mante- nido siempre una actitud ambivalente hacia la ciencia. Algunos sociólogos, acentuando su iden- tidad con las artes y las humanidades, han exhi- bido cierto desprecio por las preocupaciones Steven Yearly. Universidad del Ulsíer, Jordanstown. Política y Sociedad, 14/l5(1993-1994), Madrid (pp. 59-66).

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La autoridad socialde la ciencia enla edad postmoderna

StevenYearley

(Traducción:JuanM. Iranzo)

Introducción

P ermítanmecomenzarresumiendolaesenciade lo quepretendodecireneste artículo. Quisiera plantear que

la legitimidad y la credibilidaddenuestrocono-cimiento más autorizadoy especializado,el co-nocimientocientífico, seencuentraenuna situa-cion apurada.Tanto los científicos como lospolíticos reconocenqueexiste un problema.Al-gunosensayistasculturalessehanbasadoen estaevidencia de confusión para aventurarsu opi-nión de que la ciencia —junto con la arquitectu-ra, la literaturay los cánonesde belleza—manI-fiesta todos los síntomasdel postmodernismo.En otras palabras,consideranqueel desbara-juste de la ciencia debeser comprendidoesen-cialmentecomo partede una enfermedadmásampliaqueafectaa todaslas empresasde repre-sentaciónde las sociedadesmodernas. (Si unmontónde ladrillos en unasala de la Tate Ga-llery de Londrespuedepasarpor una obra dearte, ¿quiénsabequé podría hacersepasarporcíencía?)Creo que estánen un error. Bien alcontrario,pienso que el análisis sociológico dela ciencia—junto conalgo dehistoria— puedein-formarnosmejor sobrela situaciónde la ciencia.En el presenteartículo explicaré qué significaparami estaafirmación y avanzarébrevementesusimplicaciones.

Así pues,estaes la oferta.Sin embargo,antesde comenzaresecamino,creoquedebodescar-tar unaobjeción probable:¿quéhacela sociolo-gía diagnosticandolos problemasde la ciencia?Despuésdetodo, la ciencia naturalpuedemos-trar logros ampliamentereconocidospor la so-ciedad.La ciencianosproporcionaordenadoresy aviones,rayosX y pilas de larga duración.Laciencia está tan estrechamenteidentificada conlos productos innovadoresy exitosos que lasempresasintentan llevar su aguaal molino desusanuncios,se tratedeun refrigeradorZanussio del detergenteVortex para cuartosde baño.No seriainjusto preguntar,¿cuándofue la últimavez que viste un anunciobasadoen la opinióndeun expertosociólogo?

La sociología,en cuantodisciplina,ha mante-nido siempreuna actitud ambivalentehacia laciencia.Algunossociólogos,acentuandosu iden-tidad con las artesy las humanidades,han exhi-bido cierto despreciopor las preocupaciones

Steven Yearly. Universidad del Ulsíer, Jordanstown.Políticay Sociedad,14/l5(1993-1994),Madrid(pp. 59-66).

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poco humanistasde las ciencias.Otros —creoque la mayoría—han padecido«envidia de físi-ca»y ambicionadola precisión, la eleganciay lainfluencia de las cienciasfísicas. Confío en quemi argumentaciónno me alinee con ningunadeestasinsalubresposiciones.No pretendosuperarni contradecirla experienciade los científicosaldecirquela cienciatieneproblemas.Piensoquelos científicosestaránde acuerdo.Mi propósitoesserobjetivoen la descripcióny la explicaciónde estosproblemas.Los sociólogossehaninte-resadodesdehacetiempopor la naturalezade laautoridadsocial; es con esteespíritu como hoyme interesopor los cambiosen la autoridadqueseconcedealoscientíficos.

Problemasde la credibilidadde losexpertoscientíficos

A horabien, ¿enqué consistela con-fusión?Esta surgedelos problemasrelativosa la credibilidadde las re-

presentacionescientíficas, dificultadesque nose resuelven apelando al método científico.Veamostresbrevesejemplosque lo ilustran. Elprimeroprovienedeunahistoria ocurridajustoantesde la SemanaSantade 1993. Una infor-maciónaparecidaen Lancet,la más importanterevistamédicabritánica,parecíaindicar que lospacientestratadoscon el fármaco anti-SJDAAZT «no mostraronningunamejoría respectoala progresiónde la enfermedado al tiempodesupervivenciapesea medicarseconAZT desdeuna fase inicial de la infección con HIV» (TheGuardian, 8.4.93, pg. 8). Los científicos de laempresaqueproduceel AZT respondieronquelas condicionesde la prueba no reproducíanadecuadamentelas circunstanciasbajo las cua-lesel medicamentoes más eficaz;esdecir, argu-mentaron que el experimento fue organizadocontrael medicamento.Porcontra, los críticosde Wellcomereplicaronquela empresasepreo-cupabamáspor salvaguardarel preciode susac-cíonesquepor lograrunaestimacióncorrectadela eficacia del medicamento.Aquí los puntosclavesson, primero, que ambaspartesrecono-cen la validezde «el» métodocientífico, pero nologranponersede acuerdosobrelos detallesdel

método adecuadoal caso.Y, segundo,su disen-so estáteñido por consideracionessobreganan-ciascomercialesu otrasde carácterextra-cientí-fico; los desacuerdossobreel método devienende inmediatopolíticoscon «p»minúscula.

Mi segundoejemploprocededel campodelapreocupaciónecológica. Los Estados Unidosfueron considerablementepor delantede la ma-yoría de los paíseseuropeos,y ciertamentedeGranBretañae Irlanda,en el establecimientodeuna oficina independienteencargadade la pro-tecciónambiental.Fundadaen 1970,la EPAga-nó pronto unareputaciónpor serla pioneraenla regulaciónde áreastalescomo el controlde lapolución atmostéricay los niveles de toleranciaparasustanciastóxicas.Sin embargo,estasactivi-dades reguladoraslevantaronla oposición denumerosossectoresde la industria que afirma-ron que estabareduciendolas ventajascompeti-tivasde las empresasamericanasacostade me-jorasambientalesinsignificantes.

Los interesescorporativosorganizaroncabil-deospolíticos, que alcanzaroncierto éxito bajolas presidenciasde Reagany Bush, y los suple-mentaron con iniciativas judiciales. Gracias alsistema norteamericanode controles y equili-brios entrepoderespúblicosfue posiblecuestio-nar todas las decisionesde la EPA a travésdelos tribunales.Esta táctica se adoptócon ciertoexito, especialmente—como ha mostradoJasa-noff (1990)— enrelacióncon la evaluaciónde latoxicidad de productos químicos. Por razonesobvias, conviene hacer evaluacionesde toxici-dadantesde comercializarlos compuestosy co-múnmentese llevan a cabo medianteejerciciosde simulacióncon animalesde laboratorio.Noobstante,se sabeque las respuestaspuedenva-ríar impredeciblementeentre animales y entreéstosy los humanos.Consecuentemente,sus re-sultadoseranormalmentecuestionablessobrelabasede que las pruebasno representabancom-pletamente las condiciones«reales»; y, desdeluego, de queno erandefinitivasrespectoa la fi-jación de niveles precisos.Las derrotasy humi-Ilacionessufridasantelos tribunalescoartaronala EPAy dañaronsucredibilidad.Su ciencia noresistió una oposición legal decidida, normal-mentedebidoa queaspectosclave de la cienciapuestaal servicio de la reglamentaciónestabaníntimamenteligadosa decisionespolíticas—porejemplo,sobreel empleode pruebascon anima-les o el modo en que se establecíanlos nivelesde exposición—.Estasdecisioneseran indefen-

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diNessobrela basede«primerosprincipios»cien-tíficos y, por tanto,podíanserpresentadasanteuntribunalcomoarbitrariaso comomalaciencia.

En Gran Bretañano hemos presenciadounafloramiento expresosemejante,pues las deci-sionescomparablessobrereglamentaciónde ta-les asuntossuelentomarseen secreto,si bien lasdiscusionessobreel gradode riesgodel BSEo laenfermedadde las vacaslocas si se han divulga-do. Para muchosde nosotros,la comparaciónmaspróxima esposiblementela que atañea lasobjecionesque enfrentala cienciaen las investi-gacionespúblicasy el cuestionamientode la cre-dibilidad de los expertosforensesen los juicioscriminales(Yearley, 1989).

Mi tercerejemplo llega del campode la bio-tecnología. Algunos biotecnólogospunteros sehan turbado al observar que ciertos gruposlocalesy los mediosde comunicaciónconcedena losasertosde Greenpeacesobrelos riesgosdela biotecnologíael mismocrédito que a las opi-nionesde los principalescientíficos «desintere-sados’>.El estadodeestacuestiónse recogeeneltrabajode Martin y Tait sobreactitudespúblicashacia las opiniones«expertas>’en biotecnología(1992). Sus datosprocedende una muestrare-presentativade variosgruposcon conocimientode causa,incluyendomiembrosdel público queviven cercadelugaresdondese hanliberadoex-perimentalmenteorganismosgenéticamentemo-dificados,empleadossin cualificacióntécnicadeunaempresamultinacionalconinteresesen bio-tecnología,miembrosde la FederaciónEscocesade Amigos de la Tierra y científicosuniversita-nosqueinvestiganen biotecnología.

En general,losmiembrosdeestosgrupospre-ferian buscarinformaciónsobrelosriesgosdelabiotecnología en fuentes relacionadascon suspropias opinionesgeneralessobre riesgos y re-glamentación.Unosrespondentesconfiabanmu-cho enfuentesde informaciónqueotros descar-taban radicalmente. La gran mayoría de losmiembros de ciertas muestras confiaban enGreenpeace,que carecía de credibilidad paragran númerode los miembrosde otras.Las em-presasy el Departamentode Comercioe Indus-tria generabantambiénampliadesconfianza.

De estosestudiosparecedesprendersequeelpúblico intenta ser unaaudienciaselectivaconrespectoa la ciencia,al menos cuandoel tematécnico relevantele afectade maneraprácticaydirecta. Pareceque la información se evalúa demanera«ponderada»,y que la «ponderación»de-

pendedela estimaciónde hastaquépuntosejuz-ga informada y digna de crédito la fuente.Esteenfoque resulta muy revindicado cuando loscientíficosoficiales acabanpor reconsiderarsuopinión en el sentidoque sosteníany en el quepresionabanlos gruposvecinales,como ha ocu-rrido con las estimacionesde mortalidaddebidaa un incendioenla plantade Sellaficíd (entoncesllamadaWindscale)haceun cuartode siglo. Enestecaso, las cifras oficialesde muertespor can-cer ascendieronde cero en 1960, pasandopor20 en 1982,y 35 un año después,hastalas últi-masestimaciones,que ofrecenun intervalocuyolímite superiores 100 (Arnold, 1992:187).

Suponemosquela cienciaes un conocimientoejemplar,el modomásdesinteresadoy digno deconfianzade que disponemospara representarel mundonatural.Sin embargo,cuandoseaplicaa importantestareasprácticas—en relaciónconnuestrasalud,la proteccióndenuestroentornoyla evaluaciónde nuevastecnologías—pareceen-contrarseen dificultades; dificultades que nosólo emanan de una oposición ignorante —degentequedesconocela ciencia— sino de las po-lémicasentrelosproductoresdeciencia,a travésdel vehículo legítimo de la acción legal y porcausade la preocupaciónde un público infor-madoy delosprincipalesgruposdeopinión.

Para concluir esta sección y confirmar queestasobservacionesno sonajenasal modocomolos mismoscientíficos contemplanel problema,quisiera aportardos evidencias.La primera esun informe que emitió la Asociación de la In-dustria FarmacéuticaBritánica a finales de1992.En él seseñaladel mismomodoqueel go-bierno y los ciudadanosparecenprestar pocoapoyoa la ciencia;apuntala ambivalencia,cuan-do no la animadversión,del público y citacomocausalas ansiedadesrelacionadascon el am-bientey la energíanuclear.Sólo sediferenciademí análisis en queatribuyeel problemadecredi-bilidad a la insuficienteinformacióndel públicoenlugar de a unacaracterísticade la propiaco-munídadcientífica o del conocimientocientífi-co. Unainquietudsimilar subyacea las inciativasque la RoyalSocietytomó a finales de los añosochentaorientadasa aumentarel aprecio de laciencia entreel público. Preocupadaasimismoporla indiferenciay la desconfianzade éste,atri-buyó igualmenteel problemaa la falta de «com-prensión»pública.Su respuestafue apoyarunaseriede actividadesdedicadasa promoverel in-terésdel público por la cienciay suaprendizaje.

PqLyTRCs,fr

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62 Steven Yearly

La interpretacióndela enfermedad

Las generacionesseprecipitanunastrasotrasconasombrosaaceleración.(1984:79)

C ómo debemos entender¿ estaenfermedad?Una res-puesta que se escuchaamenudoy queparecebastantegenerales que elbreteen que se halla la ciencia espartede unacrisis cultural másamplia, habitualmentedescri-ta bajo el término de postmodernidad.Las ideasde un estilo claramentesuperior, de avanceyprogreso,han sido cuestionadasaparentementeen todas las esferasculturales—en el arte,en laliteratura,enel diseño,etc—. Hoy endía sepre-fiere la pluralidady la multiplicidad a la adhe-sión a una técnica privilegiada de representa-ción. ¿Estal vez esto lo que le estáocurriendotambiéna la ciencia?

A riesgodeincurrir en argumentossocorridos,permítasemedelinearbrevementelo que consi-deroson los aspectosmás relevantesde la posi-ción postmoderna.Los postmodernosarguyenque las empresasartísticase intelectualessemo-vían hastano hacemucho impulsadaspor unacreenciamoderna(o quizá habríaquedecir«<mo-dernista»)en el progreso.La representación—yafuera la recreaciónartística o la produccióndemodeloscientíficos— era la mctay los debatessecentrabanen los medios mejorespara alcanzaresarepresentación.En eseproceso,sucesivasin-novacionesen el campode la representaciónar-tística cuestionaronel supuestode que el estiloprevio fuera «realmente»realista.Los impresio-nístas impugnaronla pretensiónde representa-ción realista de sus predecesoresargumentan-do que sus propias representacioneseran másfieles a la realidadinstantáneade la percepción.Los expresionistasintentaronrepresentarun ni-vel derealidaddistinto,el nivel dela experiencia.

Lyotard resumió (de manera compleja) laesenciadel análisis postmodernodel arte en suensayode 1982«Quéesla postmodernidad»:

La fraseclavede estacita (y, por desgracia,lamásoscura)es la última. El sentidoes que,convelocidadcreciente,los innovadoressesobrepu-jan unosa otrosy, en eseproceso,parecenrom-per las reglas del juego. Duchampintroduceel«listo-para-usar»y exponeun urinario y un ana-quel de cocina No obstante,al menos exponeesosobjetoscomo obrasde arte. Burenlleva laracionalizaciónmáslejos y sitúasuarteen vallaspublicitarias o las hace pasearpor hombres-anuncio.

En cierto modo, lo queparecequererdeciresque los artistassolíanhacerde manerainmedia-ta cualquier cosaque hiciesen. El movimientomodernoacabócon esoinsistiendoen queel ar-tista reflexionasey mejoraseracionalmenteloque hacía.No obstante,eseimpulso modernistaque llevaa serauto-crítico con lo que uno hacese vuelveauto-destructivo.El modernismoentraen unacrisis queél mismoha creadoy la condi-ción postmodernasurgecuandola gentese dacuentade queel juegomodernistaestáacabado.

La cuestiónno es que se rechacenlos objeti-vosmodernistasde lograrunamejor representa-cIón (esdecir, no es quese rechacenesosobjeti-vos como posiblespero indeseables);de hecho,se losentierray transciende.La postmodernidades liberadoraporquerompecon losviejos cons-treñimientos.Los artistas ya no luchan por al-canzarla mejor manerade contar historias,dediseñaredificios o de pintar retratos.La ideamismade unarepresentacióndefinitiva se recha-zay en su lugar se difunde la bienvenidaa unapluralidad de versionesque ofrecenuna expre-sión múltiple de cualquiertema.

Lapostmodernidadenla ciencia

¿QuéespaciocuestionaCézanne?El delosimpresionistas.¿QuéobjetosatacanPicassoyBraque?Los de Cézanne.¿ConquésupuestosrompeDuchampen 1912?Con los que dicenquehayquehacerpintura,aunqueseacubista.Y Buren abjuradel último supuestoque creeha sobrevivido intacto en el trabajo de Du-champ: el lugar de presentaciónde la obra.

L a condiciónpostmodernaen el arteoen la arquitecturaconlíevaunapérdi-da de autoridadde la academia.Sin

consensosobrelos objetivos y los mediosade-cuadospara la representaciónartística resultamucho másdifícil regularquién es y quién no esun artistapunteroo un arquitectodevanguardia.

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La analogíaconla situacióndela cienciaes inme-diata.¿Quiénpuededecir queGreenpeaceno esunaexpertaen biotecnologíao que los remedioshomeopáticosno sonla fuentedela salud?

Profundicemosalgomásenla analogía.Comohe mencionadorepetidasveces,ambasactivida-descoincidenen ocuparsede la representación.Ambas han presenciadocontroversiassobrelanaturalezade la representaciónadecuada(ya hedescritoel casodel arte; el casode la cienciapuedeilustrarsecon las polémicassobrela re-presentaciónapropiadade la realidadsubatómi-ca o sobrela aceptabilidadde representacionesde la realidadbiológica en términos de la teoríadejuegos)y en amboscasosexisteunababeldeasercionesy contra-aserciones.Los síntomaspa-recencoincidir; la cienciaestáen unacoyunturapostmoderna.

Autorescomo el mismoLyotard se hanapresu-rado a proponer estaconclusión basándosenosólo enlas característicassuperficiales,sinoen losrasgospropiosde la ciencia.Afirman haberhalla-do evidenciaen el desarrollode las ideascientífi-cas para su condición postmoderna.En general,los autoresqueescribensobreestetema aportanla mismagaleríade trofeos trassu safari a travésde la ciencia moderna: incertidumbre cuántica,teoríadel caosy teoríadelascatástrofes.

Tomadasuna por una, y ofreciendosólo unarápidavisión generaldeestaspotentesideas,po-demosderivarde la física cuánticala noción deque el estadodel mundo físico se ve afectadopor las accionesdel observador.La antiguaideasobre observación y representaciónobjetivasquedaasí sutilmenteminada.En estalínea,Lyo-tard argumentaque en microfísica y en físicacuántica«la búsquedade la precisiónestálimita-da... por la misma naturalezade la materia»(1984:56).Del mismo modo, Rednerinvoca elprincipio de indeterminaciónde Heisembergpara ilustrar la «interacciónentre observadoryobjeto»(1987:68).

El siguientecandidato,la teoríadel caos,hasido presentadocomo un modode abordarsis-temasqueson demasiadocomplejosparasome-terse a los modeloscientíficos habituales.Lasprediccionesmeteorológicasaúnse resistena lacienciacorrientey se afirma demaneragenerali-zadaque ello sedebea quelosmodelosexisten-tes no pueden representaradecuadamentelaforma en que los factoresse influyen y retro-in-fluyen entresíy porquecualquiermínimo errorresultade inmediato multiplicado —el ejemplo

queseda siemprees la batidade unaala de ma-riposa,digamosen Acapulco,quecausaunator-mentaen Tokio—. ParaRedner, el caos es im-portantecomo un reto a los supuestosde lacienciaclásica.TambiénLyotard emplealos tra-bajos sobreel caosparamostrarqueexiste «unacorrienteen la matemáticacontemporáneaquecuestionala mismaposibilidadde unamediciónprecisay, por tanto,la predicciónde la conductadeobjetos,inclusoaescalahumana»(1984:58).

Porúltimo, la teoría de las catátrofesofreceun enfoque matemáticopara entenderpor quéhay sistemasestablesque se derrumbansúbita-mente,por quése caen los puenteso, usandoelejemplode Lyotard, porquéhay perrosmansosque de repentemuerden(1984:59).Rednerladescribecomo «una teoríade los movimientosrepentinoso discontinuos,en la que pequeñoscambios puedengenerargrandes efectos —lasllamadascatástrofes—»(1987:276).

Así pues,pareceque el juego acabótambiénpara la actividad modernapor antonomasia,laciencia.Como dice Lyotard, hay una«crisis deldeterminismo”(1984:53).En el nivel más pro-fundo —microfísico—,el mundonaturalseresistea unarepresentacióncientífica unívoca.E inclu-so al nivel de los fenómenosplanetarios—talescomo los sistemasdel tiempo y, por supuesto,elmodeladodel calentamientoglobal (que no esmás que la predicción del tiempo con treintaañosde antelación)—no hay esperanzade alcan-zar unarepresentacióndefinitiva. Y sedaporse-guro queesasdeficiencias—en suma,la ausenciade iína representaciónincuestionable—constitu-yen el corazón de los problemasprácticos yamencionadosdela utilidad terapéuticadel AZT,la credibilidadde las pruebasde toxicidad y laaceptabilidadde las biotecnologías.Los postmo-demoshandadoel tiro degracia.¿Ono?

Valoracióndel diagnósticopostmoderno

L a sociologíaha sido siempreun cam-po propensoa las modas y el entu-siasmocon la postmodernidadha al-

canzadodimensionesepidémicas.Sin embargo,mi intención es ir contra la opinión popular ydefenderque el diagnósticopostmodernode la

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enfermedadque padecela autoridadcientíficaeserróneopor dosrazones.

En primer lugar, las áreasen las quela credi-bilidad de la ciencia está sujeta a discusióndemaneramás notoria no son, por lo general,lasqueaparecencomoproblemáticasen laspáginaspostmodernas.Los camposcientíficosamenaza-dosno sonhabitualmenteaquelloscuyosproble-masencajancon la presunta«crisis del determi-nismo».La credibilidadde la cienciaexpertahasido cuestionadaen lo queatañea sucapacidadpara evaluar el riesgo de las instalacionesnu-cleareso bioteenológicas,al crédito que mere-cenlas pruebasquímicassobrecompuestosquelos abogadosdefensoressuelenmostraren susmanosy sobrela aperturadel aparatomédicoatratamientosnuevoso alternativos.

En el casodel arte,los temasqueprovocanlainquietud del público fueron también los quecaptaron la atenciónde los postmodernos(elarte conceptualy el montón de ladrillos en laTate Gallery).Pero todo estotiene escasarela-ción con la ciencia.Sin duda,los científicoshansido cuestionadosen lo querespectaa la credi-bilidad de sus advertenciassobre el calenta-mientoglobal,peroinclusoen esecasolos pro-blemas son por lo común los propios de laciencia convencional—por ejemplo, los de larecogidade datos— más que los de la cienciapostmoderna.

El segundoproblemaes que la valoracióndelos postmodernossebasaprincipalmenteen de-sarrollos internosde la ciencia. La esenciadelargumentode Lyotard, por ejemplo,pareceserque la crisis de la postmodernidades unaenfer-medad interna—una especiede sobre-madura-ción—. La reflexión de los artistassobre la em-presade la representaciónacabafinalmenteporminar desdedentro la propiaempresa.La crisisde la cienciasepresentadel mismo modo.Debodejara mis colegashistoriadoresdel arte,la lite-ratura y la arquitecturala decisiónde si ellosconsideranque esterelato esbuenahistoria.Enel casode la ciencia,creo que debemosrecha-zarlo.

En los últimos años,los historiadoresy losso-ciólogos de la ciencia han invertido una grancantidaddeesfuerzoacadémicoparafundamen-tar que la cienciano progresasólo a travésdelavancede las ideas. Es posible que las acade-mias artísticas hayan conseguidoaislarse tancompletamentede la sociedadquelas rodeaquehayansido capacesde desarrollarsusideasesté-

ticas de acuerdocon unalógica interna.Sin em-bargo,esono ha ocurrido en el casode la cien-cia: ni con la fundaciónde la RoyalSocietyenlasegundamitad del siglo xvii, ni con las revolu-cionesbiológicasdel sigloxix, ni con el desarro-lío de la «GranCiencia»tras la segundaguerramundial. La independenciade la ciencia siem-pre ha formado parteimportantede la retóricaprofesionalde los científicos, pero los estudioshistóricos indican queésto se ha cumplido másen la oratoriaque enla práctica(véaseYearley,1988:44-66).

Un diagnósticoalternativo

C reo que el diagnósticopostmoder-no fue posiblesólo porquelos en-sayistasse basaronen los filósofos

de la cienciay en los relatos anecdóticosde loscientíficosprofesionalessobresuactividadcien-tífica. Cuandolos sociólogosy los historiadoreshan investigado etnográficamentela actividadcientífica —cuandohanvisitado los laboratoriosigual quelos antropólogosvisitan pueblosextra-ños— hanproducidounaimagendiferentedelaactividadcientífica.Me ceñiréa tresbrevespun-tosfinalesparailustrarlo quequierodecir.

Primero,como ya mencionéen relaciónconlos estudiossobretoxicidad con animales,en lafrontera del conocimientonuncaestáclaro quées conocimientoaceptadoy quéprácticastradi-cionaleshande serrevisadas.Cualquiersupues-to actualmenteaceptado de manera rutinariapuedecaerbajo sospecha.Podríaocurrir queelagenteinfecciosode la RSEno actuaseenabso-luto como otras patologías;de igual modo, laspruebasparadeterminarel modode transmisiónpodríantenerque serdistintas.Puedeque hayaqueinventarnuevosprotocolos.En suma,el mé-todo, en cualquiersentidoprecisode la palabra,no es suficienteen la frontera de la cienciay laciencia más controvertida públicamentelo esporqueseencuentraenla vanguardiade la cien-cia.

Segundo,sin pretenderen ningún casoquelaciencia no sea un asunto metódico,estos estu-dios han mostradotambiénel pesodel juicio enel trabajocientífico. Y esejuicio no se limita alas cuestionestécnicas,sino que se amplia tam-

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bién a juzgarla reputaciónde las personas.Notodos los «hechos»que accedena la literaturacientífica llegan a seradmitidoscomo hechosylos buenoscientíficos tienen que ejercersu jui-cio para decidir qué hechoshan de tomarseenserío y cuálesno. Este punto fue señaladohacemás de quinceañospor ThomasKuhn cuandoescribióque:

Cuandolos científicosdebenelegirentreteo-rías en competencia>dos hombresfieles a lamisma lista de criterios de selecciónpuedenno obstantealcanzarconclusionesdiferentes...Con respectoa divergenciasde estetipo, nin-gún conjunto de criterios de selecciónpro-puestobastahoy poseela menorutilidad. Po-demos explicar, como suelen hacer loshistoriadores, por qué personasconcretastomaron decisionesconcretasen momentosconcretos;pero paraesepropósitouno debeir másallá de la lista de criterioscompartidoshastalas característicasde los individuos quetomaronla decisión(1977:324).

Porúltimo, paraserestablesy productivas,lasespecialidadescientíficasdependendeacuerdosnegociadosentresusmiembros sobrelos méto-dosaceptados,las revistasprofesionalesmás re-putadasy el marcoteóricoglobal de su trabajo.Y, para funcionar eficazmente,estacomunidaddebeserrelativamentecapazde resistir las críti-casexternas.Por esorechazanlos biólogospro-fesionalesel grannúmerode asercionescontra-dictorias sobre evolución y especiaciónquellenantodaclasederevistas.Los estudiossocio-lógicos indicanque estascomunidadesefectúan«operacionesde demarcación»para resistirsealos legos—cierransusfilas, los discriminan,etc—.Las fronterasqueasítrazantienenla función po-sitiva de protegersu trabajo de objecionesim-pertinentesy posiblementeperniciosasproce-dentesde críticos no cualificados.El trabajo dedemarcaciónes, en consecuencia,un aspectoesencialy perfectamentelegitimo de la prácticacientífica. Sin embargo, los mismos procedi-mientos puedenemplearsepara evitar criticasdesfavorablespero bien fundamentadas(lasa-noff, 1990:14y 234-6). Estees un riesgoinevita-ble enciencia.

Consideroque estosfactoresexplican mejorla situación de la ciencia que las más abstractasafirmacionesde los postmodernos.Irónicamen-te, estos factores surgen hoy como problemas

debidoal éxito social dela ciencia.Es a causadequelos científicosse hanpromovidocomofuen-te de respuestasa los problemasde la sociedad,y de que los políticos han empezadoa delegardecisionesen ellos, que han alcanzadorelievepúblico los rasgosde negociación,juicio y man-tenimientode fronterasque han permitido a lacienciallegara serunaactividadcon éxito. Y asíhanabiertola cienciaa la deconstruccióny al es-cepticismo.

Dije antesque mencionaríaalgunasimplica-cionesde estaposición.Sólo me quedaespacioparacitar dos. La primerase refiere a la educa-ción en ciencias.En proporción,cadavezmenosestudiantesbritánicos estudianhoy ciencias enel bachilleratoy en la universidadal tiempo quecadavez más ciudadanosnecesitantener unabuenacomprensiónde los temas científicos ytécnicosparaejercersu ciudadanía.Estosciuda-danos no sólo precisanun conocimientofrag-mentariosobrela ciencia(porejemplo,sobrelasrazonesdel calentamientoglobal) sinounacom-prensiónde la naturalezade la autoridadcientí-fica derivada del estudiohistórico y sociológicodela profesióncientífica.

La segundaimplicaciónse refierea la compren-sión públicadela ciencia.De acuerdocon la pers-pectiva que he ofrecido, ha de vérselacomo unprocesoactivo de interpretación,no simplementecomo la recepciónpasivade informaciónacredita-da como experta.Dado queel conocimientocien-tífico estábasadoen el juicio, el público puedecuestionarlegítimamenteesejuicio. No pretendoafirmar que el público es libre de creercualquiercosa,sino que,en principio, existe la posibilidadde quepuedaconformarel procesodejuicio. Tan-tolos científicossocialescomolos científicosnatu-ralespuedenbeneficiarsede trabajarunidosparapromover una comprensiónactiva de nuestrosproblemasurgentes.

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