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LA CALLE. Acciones Proyectuales Innovativas Basadas en Sus Prácticas Sociales

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Autor: Arq. Guillermo MirDirector: Mgtr. Arq. Omar ParisDetectamos en la actualidad un desfasaje entre los usos y apropiaciones de las calles urbanas y su espacio físico. Estas fueron concebidas con ideales centrados en la circulación como actividad dominante. Por este motivo se asume que las calles están planificadas desde su visión funcional destinada a la movilidad, distribución y circulación. Durante muchos años, la calle como objeto de diseño, fue tratada dentro de la órbita de la planificación del transporte, trayendo como consecuencia la repetición genérica de una serie de secciones de tipos de calles, que no contemplan la apropiación social y las situaciones de uso particulares. El TF tiene como finalidad la construcción de una serie de acciones proyectuales basadas en prácticas sociales, para incorporar a los procesos de ideación de diseño urbano.Este intersticio, aún no abordado en el diseño vial, permitirá a diseñadores urbanos revisar la manera tradicional de distribuir los usos y los espacios en una calle, operando en ellas convariables de proyecto tales como: la conformación espacial, las dimensiones mínimas y máximas, los espacios generados, las escalas, los bordes, los usos del suelo, entre otras.

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Hay grandes aprendizajes y crecimientos detrás de este Trabajo Final y en todo el proceso recorrido en la mdpi. Agradezco y dedico el TF a todos mis soportes externos, que desde el amor, el compañerismo, las enseñanzas y los consejos me acompañaron a transitar este camino.

Espero hacer circular todo lo aprendido en creativas e innovadoras experiencias como arquitecto, docente y estudiante.

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9(calle - prácticas sociales - investigación proyectual – diseño urbano - innovación)

Resumen general

La calle es el espacio abierto público por excelencia. Desde su concepción, fue pen-sada funcionalmente para la circulación. No obstante, los usos que los ciudadanos hacen en ella exceden la mera circulación. Esto demuestra que concebirlas solo como espacios de tras-lado es, desde el punto de vista del diseño urbano, una reducción. Los espacios que ofrecen las calles urbanas son apropiados por prácticas sociales que les otorgan identidad, es decir, las caracterizan, cualifican y diferencian. Por lo general, estos usos no están contemplados en su diseño. Como consecuencia, se plantea el siguiente interrogante: ¿la consideración de estas prácticas sociales posibilitarían la innovación proyectual en el espacio públi-co de la calle?

Para dar respuesta al interrogante planteado, en primera instancia se hace necesario definir, siguiendo a autores como Hillier y Hanson (1984), Borja (2003), Delgado Ruiz (2002), entre otros; qué entendemos por prácticas sociales; en un segundo momento es pertinente identificar cuáles son dichas prácticas y qué rol tienen en la calle; para finalmente analizar las marcas e indicios de esas prácticas, que permitan la construcción de acciones proyectuales para operar en el proceso de ideación de la calle.

La innovación proyectual en el diseño urbano se asume como una incorporación o agregado de variables en el proceso de ideación. El carácter innovativo de la investigación propuesta radica en la creación de una serie de acciones proyectuales basadas en las prácticas sociales; que funcionarían como un complemento de los modos tradicionales de planifica-ción de calles. En la interacción de ambas miradas (la tradicional y la de las prácticas sociales) radica la capacidad de “mudar o alterar” las condiciones espaciales de la calle como objeto de estudio (NASELLI, 2006).

El Trabajo Final (TF) se desarrolla a partir de un marco teórico constituido con la idea de que los espacios urbanos deben ser una consecuencia de las necesidades demandadas por las personas que los utilizan, y los edificios como una consecuencia de la configuración de dichos espacios. De esta manera se colocan como antecedentes las ideas de Jan Ghel (2006) respecto a las actividades sociales en el espacio público, y los textos de Fraçois Ascher (2009) respecto a las amplias posibilidades de la calle como espacio multifuncional.

La estructura metodológica propuesta se expresa en tres momentos de investiga-ción interrelacionados: un primer momento de carácter conceptual que busca conocer y caracterizar ¿qué son las prácticas sociales? y ¿cómo es la calle que las alberga?; para luego abordar un segundo momento exploratorio que indagará sobre el ¿cómo se construyen las acciones proyectuales innovativas? y ¿cómo se busca la innovación en los procesos de idea-ción?; para finalmente, arribar al tercer momento de síntesis que desarrollará las acciones proyectuales encontradas y sus posibilidades de aplicación.

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El tema de investigación

Detectamos en la actualidad un desfasaje entre los usos y apropiaciones de las calles urbanas y su espacio físico. Estas fueron concebidas con ideales centrados en la circulación como actividad dominante. Por este motivo se asume que las calles están planificadas desde su visión funcional destinada a la movilidad, distribución y circulación. Durante muchos años, la calle como objeto de diseño, fue tratada dentro de la órbita de la planificación del transporte, trayendo como consecuencia la repetición genérica de una serie de secciones de tipos de calles, que no contemplan la apropiación social y las situaciones de uso particulares.

El TF tiene como finalidad la construcción de una serie de acciones proyectuales basadas en prácticas sociales, para incorporar a los procesos de ideación de diseño urbano. Este intersticio, aún no abordado en el diseño vial, permitirá a diseñadores urbanos revisar la manera tradicional de distribuir los usos y los espacios en una calle, operando en ellas con variables de proyecto tales como: la conformación espacial, las dimensiones mínimas y máxi-mas, los espacios generados, las escalas, los bordes, los usos del suelo, entre otras.

A partir del tema de investigación surgen los siguientes interrogantes:

¿En qué medida las prácticas sociales modifican la calle?¿Las prácticas sociales posibilitarían la innovación proyectual en el espacio público de la calle?¿De qué manera los usos sociales de la calle se pueden transformar en herramientas para la innovación proyectual? ¿Es posible encontrar alternativas de diseño de la calle? ¿En qué medida se pueden sistema-tizar para transferir a los procesos proyectuales?

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Motivaciones personales

Las motivaciones personales radican en la indagación de los procesos proyectuales del diseño urbano. En particular en la exploración morfológica de la ciudad desde su con-dición pública, abierta y colectiva. Los espacios abiertos públicos urbanos son abordados como tema de estudio por múltiples especificidades, ya que nuclean todo tipo de intereses. La calle es, de todo el espacio público ofrecido por la ciudad, el menos atendido desde el diseño y, según se manifiesta en este trabajo, el más utilizado. Los planteos presentados en el TF permitirían complementar los modos de proyectar el espacio público de la calle.

El desafío es aportar a la monovisión técnica y funcional del urbanismo tradicional, cargando de intenciones e ideas el proceso de diseño urbano, con estímulos que provienen de factores espontáneos, sutiles y frágiles, encontrados en las actividades sociales, las mani-festaciones corporales, los encuentros humanos y las interacciones entre sujeto y entorno. El TF tiene posibilidades de transferencia, verificación y vinculación en las actividades que el maestrando desarrolla como extensionista de la Universidad, docente en asignaturas pro-yectuales de grado (Diseño Urbano, Urbanismo y Arquitectura) y como investigador en temáticas urbanas.

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Fundamentación

El accionar en la ciudad con proyectos endógenos y aislados ha logrado que esta sea cada vez más carente de urbanidad. La participación actual en ella es una sumatoria de intereses particulares, en donde no se tiene en cuenta el bien común sobre el bien individual. Las prácticas sociales cotidianas manifestadas en el espacio público y particularmente en la calle pueden convertirse en una alternativa de innovación en el proceso de ideación del dise-ño urbano. En este sentido, Jan Gehl (2014, p.3) afirma:

“Desde el modernismo la dimensión humana ha sido minimiza-da como una cuestión a atender dentro del planeamiento urbano. Se ha instalado una corriente de pensamiento que le ha otorgado cada vez menor prioridad al espacio público y al rol de la ciudad como lugar de encuentro de sus habitantes. Las fuerzas del mer-cado y ciertas tendencias arquitectónicas han dejado de hacer foco en las interrelaciones y en los espacios comunes de la ciudad para hacer hincapié en los edificios individuales, que en este proceso se

han hecho cada vez más aislados, introvertidos y desdeñosos”

Gehl lidera un equipo de diseñadores que ha trabajado en numerosos proyectos de espacio público y renovaciones urbanas en los cuáles ha puesto en práctica una serie de fundamentos que están publicados en sus libros (2006, 2014), en numerosos artículos y en el sitio web de su estudio (www.gehlarchitects.com). Tanto en la cita como en el gráfico siguien-te, se hace evidente la filosofía y metodología de trabajo de su estudio: para pensar en los espacios públicos de las ciudades es necesario invertir la lógica de proyecto arraigada desde el movimiento moderno. La propuesta es pensar en primer lugar en la vida social, en segun-da instancia en los espacios que esta necesita y que se componen con mobiliario, arbolado, solados, estímulos visuales, actividades atractivas, entre otros, para por último configurar los edificios que contienen dichos espacios.

Consideramos fundamental para el desarrollo del TF el enfoque planteado por Gehl, como diseñadores de la ciudad debemos garantizar espacios urbanos óptimos, con-fortables, ricos en estímulos y flexibles. Esto solo se logrará si se dedica parte del proceso de ideación a conocer, identificar y significar las prácticas sociales propias de la vida urbana. Como consecuencia de dicho reconocimiento social, podremos dar forma y función a los espacios públicos (calles, plazas, parques, ensanches, etc.), utilizando a la arquitectura como el conformador de los límites de dichos espacios. En otras palabras si como diseñadores urba-nos tenemos la premisa de crear edificios como objetos dispuestos en el territorio, sin consi-derar el espacio entre estos; difícilmente las personas y sus actividades colectivas encuentren el espacio necesario para su manifestación, identificación y significación espacial.

GEHL, Jan. Ciudades para la gente. (2014)

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15Imagen extraída de la web: www.gehlarchitects.com (octubre/2014)

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En coincidencia con lo expresado anteriormente, el TF está abordado desde tres conceptos sobre los que se estructura y desarrolla el proceso de investigación y experimen-tación propuesto: las prácticas sociales, la calle y la innovación proyectual. Estos surgen del planteo del problema, los interrogantes iniciales y las motivaciones personales. Las prácticas sociales son entendidas como un componente variable y dinámico que se pretende conocer; la calle, por su parte, como soporte físico y sobre el que se desea introducir novedades a través de búsquedas proyectuales articuladas que apelen a una innovación incremental en el diseño urbano.

Poner la atención en los comportamientos humanos en el espacio público implica considerarlos como los responsables de dotar de calidad y sentido a los espacios, como así también de condenarlos a la desolación. En relación a esto, el fotógrafo y artista plástico español Juan Manuel Ballester hace desaparecer a las personas protagonistas en obras pictó-ricas clásicas. Los cuadros se ven despojados de toda actividad humana, sus personajes y sus tareas desaparecen. En el caso de El jardín deshabitado reinterpretación del clásico El jardín de las delicias de El Bosco, es notable como la escena creada pierde sentido, identidad y ca-rácter, por prescindir de su componente social. Esta práctica realizada por el artista con fines técnicos-pictóricos es adecuada para ilustrar los afirmaciones que aquí se plantean:

. si los protagonistas desaparecen, el paisaje pierde valor en su dimensión social.

. sin actividad humana las escenas se visualizan inconclusas y estáticas.

. la interacción entre personas carga de movimiento y diversidad un espacio.

El jardín de las delicias. El Bosco, 1490

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17El jardín deshabitado, Juan Manuel Ballester, 2007.

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En relación con lo expuesto anteriormente, las calles de nuestra ciudad son identi-ficadas popularmente dado que albergan una cantidad de prácticas sociales: formales/infor-males, individuales/colectivas, espontáneas/planificadas. Dichas prácticas, aportan al espacio físico de la calle una serie de signos, símbolos y valores propios de la actividad humana. Si contrastamos una imagen de la misma calle con actividad humana y sin ella, reconoceríamos en la primera: dinamismo, vibraciones, movimientos, interacciones, cohesión e intercambios propios de la presencia humana que no son posibles de encontrar en la segunda.

Las calles de la ciudad no son solo canalizadores de tránsito y flujos vehiculares y peatonales; son también espacio de encuentro, mezcla social, estadía y deambuleo. En este sentido, la sociedad y la ciudad nos exigen como diseñadores del espacio urbano, una postura diversa y accesible en el modo de concebir los elementos viales estructurantes de la ciudad. En tal sentido expresa François Ascher:

“Crecen las virtudes de las calles multifuncionales, dado que son luga-res de roce, cuando no de confrontación con el otro”(2009, p. 20).

Fotografías propias tomadas en la peatonal San Martín, Córdoba. Septiembre de 2013.

ASCHER, François. ¡Ganar la calle! (2009)

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19Fotografías propias tomadas en la peatonal San Martín, Córdoba. Septiembre de 2013.

En el libro El corazón de la ciudad, Fernán Bravo afirma: “La calle es la generadora y receptora de la vida expresiva de la ciudad” (2009). El sentimiento de ciudadanía, de per-tenencia e identidad urbana se genera en la intersección de las prácticas sociales objetivas y subjetivas que se manifiestan en la calle.

Para operar desde y con la innovación es necesario definirla y delimitar su alcance. ¿Cuándo algo es innovativo? ¿Cuándo deja de serlo? ¿Qué necesita para serlo? Hablar del ca-rácter innovativo en los procesos proyectuales, implica una serie de acciones metodológicas a utilizar para lograr resultados que están fuera de la línea de lo tradicional. El punto de partida es deconstruir la mirada establecida sobre el “debe ser” de nuestro entorno, para dar inicio a un camino de búsqueda desprejuiciada. Si la intención es generar un cambio en los resulta-dos, será fundamental ir en búsqueda de un cambio en los modos de hacer, en los procesos.

Tomar nuevos caminos, puntos de partida alternativos o encontrar intersticios en los procesos proyectuales de la calle, producirá resultados diferentes a los conocidos, que atenderán de manera particular a las necesidades contraponiéndose a las resoluciones gené-ricas conocidas. Desde esta lógica será fundamental operar a partir de la incorporación de la crisis en el proceso proyectual, siendo esta una oportunidad de ruptura y cambio, donde los conceptos más rígidos y estructurales podrían ser flexibles, cuestionables y los temas consi-derados accesorios asumir un rol protagónico.

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20Gráficos de elaboración propia para animación digital realizada en el módulo Comunicación Innovativa (2012)

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Hipótesis

El conocimiento de las prácticas sociales actuales brinda datos, pistas e información traducibles a acciones proyectuales aplicables en el proceso de ideación, como posibilitantes de innovación en el diseño del espacio público (calle).

Objetivo General

Innovar en el proceso de ideación de la calle a partir de incorporar en él, acciones proyectuales basadas en la observación, sistematización y traducción de las prácticas sociales vigentes.

Objetivos Específicos

Reconocer y caracterizar las prácticas sociales actuales que se dan en el espacio público de la calle

Identificar y definir el rol actual de la calle como espacio público y social, reconociendo los desfasajes entre la planificación original y los usos y apropiaciones

Traducir las prácticas sociales observadas en la calle a una serie de herramientas, instrumentos y criterios proyectuales explorando las posibilidades de innovación en el proceso de diseño

El planteo de los objetivos específicos está realizado como una ampliación del objetivo general, poniendo la atención en cada uno de ellos a los conceptos claves del trabajo: las

prácticas sociales, la calle y la innovación proyectual.

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Relación con los procesos innovativos

Se desarrollan en este punto los vínculos directos con los procesos innovativos como campo de conocimiento específico abordado por la maestría en diseño de proce-sos innovativos (mdpi). En primera instancia la relación entre los objetivos del TF y los de la mdpi, encontrando en ellos los puntos de contacto, para luego reconocer cuáles son los aportes directos al diseño urbano desde los procesos innovativos.

Relación con los objetivos de la mdpi

Se destacan a continuación los vínculos más importantes:

. El planteo de una investigación centrada en los procesos de diseño y sus modos de hacer, para incorporar en ellos el caracter innovativo.

. En la intesión de poner al servicio de profesionales de arquitectura y urbanismo, como así también a estudiantes, herramientas e intrumentos que integren nociones de pro-yectyualidad en las calles.

. En la incorporación de factores sociales en los procesos de producción de la ciu-dad, como responsabilidad urbana y búqueda de una mejor calidad de vida.

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Aportes al diseño urbano desde los procesos innovativos

Si bien el estudio del espacio público es un tema sumamente abordado, el recorte que el TF propone es original y de aportes concretos al diseño urbano-arquitectónico en el cruzamiento de variables que provienen de lo físico-funcional con lo subjetivo y social. La transferencia de las experiencias realizadas en el marco del trabajo tienen el potencial de convertirse en herramientas e instrumentos de operación en el ejercicio profesional, en los talleres de las facultades o en futuras investigaciones que aborden las prácticas sociales y su influencia en el espacio público.

Se ponen de manifiesto en el desarrollo del TF los principales conceptos estu-diados a lo largo de los módulos de la maestría aplicados al diseño urbano, tales como: la investigación proyectual, la fenomenología, la mirada cultural e histórica como contribu-ción al proyecto, los procesos y modelos, los caminos proyectuales alternativos, los inters-ticios en dichos caminos, las herramientas metodológicas, los modos de comunicación de las ideas, la síntesis y la crítica en los procesos proyectuales.

La difusión de los resultados parciales y finales del proceso desarrollado en el TF es otro de los aportes disciplinares al diseño urbano desde los procesos innovativos; es por esto que se propone la presentación del trabajo en congresos y reuniones científicas, además de posibles publicaciones, dentro y fuera del ámbito de la mdpi.

Gráfico de elaboración propia: aportes de los módulos mdpi al desarrollo del TF

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Estructura del TF

La estructura del TF está organizada en tres momentos de investigación, cada uno de ellos con metodologías y técnicas particulares para la construcción del conocimiento:

Momento 1: es la instancia de carácter conceptual y expone el ¿qué? y el ¿dónde? del tema de investigación. Pretende explicar y definir, a través de un método de investigación cualitativo, las prácticas sociales y la calle como conceptos claves del trabajo. Se presenta como dos capítulos en donde, con la misma estructura organizativa, se desarrollan y argu-mentan cada uno de los conceptos de manera independiente, ambos cuentan con una serie de antecedentes bibliográficos, desarrollos conceptuales, conclusiones parciales y un glosario de términos específicos.

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Momento 2: tiene carácter exploratorio, recurre a la investigación proyectual como un modo de conocer, estudiar y buscar la innovación. En esta etapa se define el ¿cómo? del TF a partir de recorrer una serie de conceptos derivados de la innovación proyectual y una serie de antecedentes metodológicos, para inferir de ellos cómo generar instrumentos, he-rramientas y estrategias que luego se transformen en las acciones proyectuales innovativas.

Momento 3: es el momento de síntesis, en el cual se recuperan los fragmentos de las etapas anteriores, para la presentación de las acciones proyectuales innovativas desarro-lladas. Las mismas se desarrollaran evidenciando las conexiones con los conceptos estructu-rantes del TF (la calle y las prácticas sociales) y los aprendizajes extraídos de los antecedentes metodológicos de la innovación proyectual y los micros de investigación como modos de construir conocimiento a través del hacer.

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26Fichas de elaboración propia para la sistematización de antecedentes bibliográficos y metodológicos.

Ver anexo 3: Fichas de antecedentes bibliográficos. página 162

Momento 1: conceptual (indagatorio e interpretativo)

. Enfoque y método: optamos por trabajar desde el método cualitativo, dado que la investigación adopta un carácter explicativo y argumentativo a la vez. Este momento se centrará entonces en determinar los orígenes y el estado del arte de los conceptos claves del TF para definir las prácticas sociales (el qué) y la calle (el dónde) (SABINO, 2003).

. Técnicas de construcción y organización de la información: para la concep-tualización de los términos claves se recurrió al rastreo de antecedentes bibliográficos y me-todológicos de referentes locales, nacionales e internacionales. Sus aportes principales se sis-tematizaron en fichas bibliográficas. En ellas además de las ideas del autor, se incorporaron las reflexiones personales que surgieron de la lectura. El compilado de fichas de antecedentes bibliográficos se puede leer en detalle en el anexo 3, cada una de ellas responde al siguiente esquema de organización.

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27Fichas de elaboración propia para la sistematización de relevamiento de datos de campo.

Ver anexo 4: Fichas de registro y observación directa. página 182

Momento 2: exploratorio

. Enfoque y método: el segundo momento está centrado en la exploración proyec-tual y se opera en el desde el método fenomenológico. Utilizamos la investigación proyectual como medio para arribar al conocimiento de manera experimental, dejando manifestadas las intenciones, los objetivos y los resultados esperados, asumiendo en este método uno de los caminos conducentes a la innovación en los procesos proyectuales. Previo a esto recorrimos una serie de antecedentes teóricos y metodológicos con el objetivo de extraer aprendizajes directos para aplicar en los desarrollos personales de investigación proyectual.

. Técnicas de construcción y organización de la información: la información fue construida a través de micros de investigación y de manera colectiva en experiencias grupales. Dichos grupos se conformaron por coinvestigadores seleccionados para tal fin, en su mayoría estudiantes de grado de arquitectura. Los micros de investigación proyectual fueron pequeños ejercicios con pautas de trabajo delimitadas que permitieron explorar desde lo conceptual las nociones claves del TF.

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Momento 3: síntesis

. Enfoque y método: tal como se enunciaba anteriormente el tercer momento es el que realiza la síntesis de los anteriores, extrayendo y recopilando los fragmentos de los antecedentes y exploraciones de anteriores para la presentación de las acciones proyectuales que conforman el resultado del TF.

. Técnicas de construcción y organización de la información: el hecho de plantearlo como síntesis implica de alguna manera una primera aproximación conclusiva, en tanto recopilación, selección y descarte de partes, organización de ellas y construcción de una serie de acciones proyectuales innovativas para la ideación de la calle desde las prácticas sociales. Dichas acciones se presentarán como instrumentos, herramientas y estrategias tanto para los momentos de identificación, diagnóstico e ideación.

Imagen de elaboración propia en base a registros fotográficos de micros de investigación proyectual.

Ver capítulo “la innovación proyectual”: La investigación proyectual para la innovación y Experiencias de investigación proyectual página 080

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29Plano de elaboración propia en base a cartografía de la ciudad de Córdoba.

Ver capítulo “la calle”; caso de estudio: calle Independencia-San Martín, Córdoba página 068

Caso de estudio: calle Independencia-San Martín

El tema de investigación propuesto por el TF plantea como objeto de estudio la calle como espacio público de manera genérica. Para legitimar las indagaciones conceptuales y procesos proyectuales es necesario definir un caso de estudio. De alguna manera, el caso de estudio es un pretexto proyectual que permite verificar hipótesis y objetivos, responder a interrogantes y ensayar las transferencias proyectuales construidas.

Se toma como caso de estudio una calle inscripta dentro del área central de la ciudad de Córdoba, que es estructurante funcional y morfológicamente desde la fundación y que ha sido escenario de hechos de trascendencia. La vía seleccionada es la actual calle Independencia-San Martín, tomando como muestra el tramo comprendido entre las calles Caseros-Entre Ríos y La Rioja-Catamarca, como se puede observar en el gráfico adjunto.

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El desarrollo de este capítulo está organizado en tres partes fundamentales: antece-dentes bibliográficos, observaciones directas y desarrollos conceptuales y por último conclu-siones parciales; con la intensión de dar respuesta a los siguientes interrogantes:

¿qué son las prácticas sociales? ¿cuáles son las prácticas sociales actuales?

¿existen tipos de prácticas sociales?

Partimos del supuesto inicial de que las prácticas sociales inciden en el entorno, pero también están condicionadas por las características de él. Reconocer las prácticas so-ciales de la calle implica definirlas, observarlas, caracterizarlas y categorizarlas para reconocer los valores intangibles que aportan al espacio público. Las consideraciones que se presentan a continuación se centran en el concepto de las prácticas sociales, y aunque en esta instancia se desarrollan de manera desvinculada del espacio público, esto se debe solo a una distinción metodológica, con la finalidad de hacer más clara la exposición. El siguiente apartado hace un recorrido por autores que definen las prácticas sociales como patrones de comportamien-to social que suceden en el espacio urbano público.

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Antecedentes

El vínculo entre las prácticas sociales y el espacio público ha sido abordado desde diferentes disciplinas entre las que se destacan la geografía, la antropología, el urbanismo y la arquitectura. De acuerdo con los aportes de los geógrafos ingleses Bill Hillier y Julienne Han-son en su publicación The social logic of space (1984), planteamos en primera instancia, un reconocimiento de la ciudad desde dos capas superpuestas: una física y una social. Los autores presentan un enfoque al que denominan “la sintaxis del espacio” que busca predecir el compor-tamiento espacial humano en entornos urbanos y su definición morfológica. El componente concreto de la ciudad es su estructura física, apropiada por todo tipo de actividad social en for-ma de patrones recursivos. En este sentido, los geógrafos se preguntan: ¿cómo se pueden rela-cionar las actividades sociales actuales con un contexto físico-espacial que fue fundado mucho tiempo atrás, bajo la influencia de circunstancias sociales muy diferentes? (1984). Dicho de otro modo, el diseño de los espacios públicos podría iniciarse con la intensión de predecir y contener las actividades de las personas. Si dichas actividades son observadas, regis-tradas y analizadas, sería posible acercarse a un diseño que se adecue a las necesidades reales. Desde esta perspectiva, la ciudad social moldearía la ciudad física.

Por su parte, el geógrafo español Jordi Borja, plantea una serie de ecuaciones para definir la ciudad: comercio + cultura; intercambios de bienes e información (2003). Considera a la conversación, los encuentros, la interacción como la mercancía más importante que se intercambia en la ciudad; por lo tanto el diseño urbano debe garantizar espacios para dichos encuentros, plantas bajas que propicien la interacción social, que den lugar a las prácticas sociales (2000). Los intercambios hacen posible la diversidad y la convivencia en un mínimo de pautas comunes de civismo, de cohesión, de cultura y comunidad. Si las relaciones en la ciudad se manifiestan en el espacio público y se caracterizan por la sumatoria de comunica-ción, cultura e intercambio, podríamos afirmar que las prácticas sociales son los vínculos e intercambios entre las personas, caracterizadas por comunicaciones y pautas de convivencia a través de valores y signos compartidos.

En coincidencia con lo anterior y desde la antropología de los espacios urbanos, Manuel Delgado Ruiz expone la espacialización de la cultura de las prácticas sociales, cuyas características son los vínculos protagonizados por individuos que mantienen entre sí una red de relaciones precarias, una trama de enlaces sociales esporádicos y un conglomerado de componentes grupales e individuales. Reconoce a los protagonistas del espacio urbano como:

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…paseantes a la deriva, merodeadores, extranjeros, viandan-tes, trabajadores y vividores de la vía pública, disimuladores natos, peregrinos eventuales, viajeros de autobús, individuos

a la intemperie, pero también como grupos compactos que deambulan, nubes de curiosos, masas efervescentes, coágulos de gente, muchedumbres ordenadas o delirantes..., múltiples for-

mas de sociedad apenas institucionalizada conformada por un multiplicidad de consensos que se producen espontáneamente.

(DELGADO RUIZ, 2002)

Tal como está enunciado anteriormente, las prácticas sociales están caracterizadas por las relaciones entre las personas, ya sea de manera individual o grupal en contactos recí-procos que pueden ser más o menos extensos e intensos, en los que siempre el saldo es algún grado de interacción. Según la postura de Delgado Ruiz, toda práctica social experimenta el espacio, lo formaliza, lo produce, lo organiza y lo realiza desde el cuerpo, como batería de símbolos que permite la comunicación (2002).

En este sentido podría plantearse el diseño urbano como la disciplina que da forma y organización a las prácticas sociales, garantizando el encuentro casual, la interacción, la convivencia, la accesibilidad, la seguridad y la mixtura con sede fundamental en el espacio abierto público. La arquitectura y el urbanismo realizan aportes que hacen más evidente las relaciones entre el diseño urbano y las prácticas sociales, dicho de otro modo, establecen los vínculos concretos entre la ciudad física y la social definida por Billier y Hanson.

Los encuentros entre las personas son responsables de la imagen urbana, expresa la arquitecta Paula Peyloubet en el artículo La ciudad es el hombre que la habita. En él toma como referente al sociólogo alemán Niklas Luhamann; quien afirma que los sistemas socia-les no están compuestos solo por las personas sino también por las comunicaciones gene-radas a partir de las relaciones entre estas. Las personas también realizan comunicaciones con el soporte físico, dando como resultado un hecho social con forma espacial. Las trans-formaciones que estos le realizan generan la idea de lugar como unidades de experiencia, donde las acciones y las formas se complementan unas a otras (PEYLOUBET, 2002). Esto es, las prácticas sociales son las comunicaciones que se dan entre las personas entre sí y entre las personas y su soporte físico. Si nos remitimos al concepto de comunica-ción, es un proceso de transmisión recíproco de señales y códigos, en el que es fundamental la existencia de un emisor y un receptor. Aparece en esta posición un rol protagónico del soporte físico, no como un componente estático sino como otra de las variables para con-tener e incluir las prácticas sociales.

En el artículo El derecho a la ciudad, el arquitecto Enrique Larrañaga manifiesta que el encuentro humano en la ciudad es la experiencia de la convivencia y que este se da en el espacio público (2010). Afirmando que la urbanidad tendrá desarrollo siempre que se dé lugar a la construcción de espacio público en donde la ciudadanía pueda manifestarse.

DELGADO RUIZ, Manuel. Disloluciones urbanas (2002).

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De esta manera la ciudad es el escenario al que cada ciudadano concurre con sus herencias, deseos, sorpresas y en el que se encuentra con los de otros. En todos los sectores urbanos los ciudadanos tienen derecho a la identidad con el espacio público, a exaltar lo cualitativo, lo particular, lo anecdótico de la relación entre el lugar y sus habitantes, vinculando la ciudad física y social, concebida una como consecuencia de la otra, por esta razón, para defender las prácticas sociales es necesario “cualificar el espacio público con amor a la diferencia como valor y al intercambio como cultura” (LARRAÑAGA, 2010, p. 10)

En los espacios urbanos abiertos se desarrollan actividades sociales variadas, carac-terizadas por encuentros y desencuentros entre las personas. Un diseño que contemple estas interacciones entre personas será el apropiado para favorecerlas, propiciarlas en el tiempo e integrarlas entre sí, haciendo más estrecho el vínculo entre las componentes física y social de la ciudad. Para reconocer los tipos de actividades que se dan en el espacio abierto público y su dependencia con el entorno, Jan Gehl reconoce, a grandes rasgos, tres tipos de actividades: necesarias, opcionales y sociales. (2006)

Las actividades necesarias son las que se originan en la obligatoriedad del accionar de los ciudadanos: ir a trabajar, esperar el transporte público, etcétera. En estas los parti-cipantes no tienen poder de elección. En estas el entorno físico tiene solo una influencia relativa por su carácter de obligatoriedad, generalmente están asociadas a una condición de traslado y movimiento para lograr el objetivo necesario. Tienen, además, incorporada una velocidad rápida de circulación y tiempos cortos de duración. Las actividades opcionales, por su parte, son aquellas en las que el nivel de deseo crece: salir de paseo, de compras, tomar sol, entre otras. Se concretan por una decisión propia y por las condiciones favorables del lu-gar. La mayoría de las actividades recreativas agradables realizadas en el espacio exterior son actividades opcionales. Por último, las actividades sociales son todas las que dependen de la

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presencia de otras personas en los espacios públicos, desde contactos fuertes como juegos, saludos y conversaciones hasta las actividades más pasivas como ver y oír a otras personas.

El autor define las actividades sociales como resultantes, ya que derivan de activida-des ligadas a las otras dos categorías: cuando las personas se encuentran, se cruzan o simple-mente están a la vista (GEHL, 2006). En esta categoría tiene un rol fundamental el entorno físico, ya que su buena calidad y diseño las favorecerá, las hará más extensas en el tiempo y las multiplicará en tipos.

Las actividades sociales implican una comunicación multidireccional que se mani-fiesta entre personas que comparten una instancia temporal en el espacio público. El nivel desarrollado en dichas comunicaciones puede ser de mayor o menor profundidad, esto de-pende del tipo de contacto que se manifieste entre los actuantes: pasivos o activos. Las prác-ticas sociales también pueden tener su origen en actividades sociales especiales o eventuales, que son aquellas que se repiten con cierta periodicidad, que son planificadas y reconocidas de manera colectiva. Ellas convocan a una gran cantidad de personas, ya sea a una fiesta popular, un mercado, una procesión, una marcha o una feria semanal.

Las actividades sociales o resultantes son las de mayor interés a los fines del desarrollo del TF, en sus condiciones presentan una dependencia directa del sopor-te físico y esto aportaría información de relevancia para posibles operaciones en el diseño del espacio público. El intercambio, la interacción social, la comunicación, los encuentros, los lazos y los patrones sociales son fenómenos determinantes de las prácticas sociales. Todas ellos participan en el reconocimiento y aceptación colectivo de las prácticas sociales como un patrimonio de la cultura urbana, que merece ser conservado y propiciado en el espacio abierto de uso público.

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Fenómenos identificactorios de las prácticas sociales

Las prácticas sociales, como ya se ha dicho anteriormente, se reconocen como las actividades sociales urbanas manifestadas en el espacio abierto público con considerables beneficios colectivos a la sociedad: como rasgos de identidad, símbolos culturales, recono-cimiento grupal, capital urbano, etc. Estas se manifiestan a través de: encuentros e inter-cambios, interacción social y comunicaciones; ellos son los fenómenos componentes de las prácticas sociales, están relacionados entre sí y tienen mayor o menor influencia según las cualidades del entorno y la naturaleza de las prácticas sociales.

Encuentros e intercambios

Los encuentros son una situación comunicativa previa a la interacción. Un encuentro se convierte en interacción cuando los participantes se convierten en comunicantes. La dura-ción, la intensidad, la cantidad de personas participantes en la interacción social dependerá en-tonces del origen de los encuentros o del motivo que lo provocó (DELGADO RUIZ, 2002). El inicio de este fenómeno puede estar marcado por movimientos corporales mínimos, gesti-culaciones, miradas y obviamente palabras. En este sentido la distancia entre los participantes, de dicho encuentro, tiene un rol definitorio, no percibimos de igual manera a un metro de distancia que a diez metros. El cuerpo actúa en estos casos como el medio para el intercambio de todos los símbolos necesarios para el encuentro experimentado. El intercambio es conse-cuencia de los encuentros con cierto grado de intensidad. Es, en otras palabras, la aceptación y apertura de los sujetos intervinientes a estar con otros, a compartir, a aceptar reglas de convi-vencia comunes. El intercambio como fenómeno implica compartir en encuentros, de variada duración, una vivencia, una comunicación cuyo saldo es algún grado de interacción social.

Interacción social

Por su parte, la interacción significa, según el diccionario de la RAE: acción que se ejerce recíprocamente entre dos o más objetos, agentes, fuerzas, funciones (2013), dentro de esta definición interesa destacar la condición de reciprocidad que plantea una ida y vuelta, un dar y recibir, un intercambio. La reciprocidad específicamente se refiere a la coparticipa-ción mínima entre los actores de un encuentro social. Entonces, podríamos afirmar que la interacción social es el intercambio reciproco que se da en un encuentro entre personas en ámbitos de uso público y colectivo. Manuel Delgado Ruiz, en su libro Disoluciones urbanas, afirma que lo que distingue la interacción de la copresencia física es que en la primera hay intercambio, hay generación de vínculos y organización de núcleo social mínimo (2002). En dicho libro, refiriendo a lo publicado por el sociólogo Erving Goffman (1987), plantea la si-guiente definición: la interacción es la influencia recíproca de un individuo sobre las acciones del otro cuando se encuentran ambos en presencia física inmediata. Adhiriendo a esta, que las unidades de análisis de las interacciones son las ocasiones, situaciones y encuentros, en las cuales se establece el umbral mínimo de un núcleo social, una mínima organización social.

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Comunicaciones

La comunicación es un proceso en el cual se pone en común un tema, un tópico, una situación haciendo participar de manera recíproca al emisor y receptor, en dicho proceso se transmiten señales mediante códigos comunes. Anteriormente, citamos el texto de Paula Peyloubet, quien afirma que un sistema social y sus actividades características, se definen a partir de las comunicaciones que se dan entre las personas entre sí y entre las personas con el soporte físico. Esto afirma el supuesto planteado al inicio del TF, en las prácticas sociales urbanas el entorno tiene un rol fundamental y condicionante, incidiendo de manera directa en los procesos de intercambio, interacción y comunicación entre los participantes.

Para comunicarse con otros es posible prescindir de la oralidad. Todos reconoce-mos en las imágenes, los colores, los gestos y las posturas corporales ciertos códigos comuni-cacionales implícitos, que culturalmente interpretamos, ya sea como cordialidad o amenaza. Una sonrisa ofrecida en la cola de espera del transporte público puede ser el inicio de una conversación, por ejemplo. Dentro del campo de la comunicación no oral, está la gráfica o escrita como un nivel de comunicación indirecta.

Los tipos de comunicación se clasifican en pasiva o activa según sea el grado de participación de los actores: mientras la comunicación pasiva crea lazos débiles, la activa tiene mayor posibilidad de crear lazos fuertes. Tomando como base los desarrollados del sociólo-go Mark Granovetter, se clasifican los tipos de comunicación para explicar la fuerza de los vínculos interpersonales (1973):

. La comunicación de tipo pasiva o generadora de lazos débiles es la sucede a partir de encuentros casuales, contactos sin intercambio de palabras o gestos, con escasa duración de tiempos. Generalmente se asocia al ver y oír la presencia de otros con cierta proximidad a nosotros y en su mayoría se da en una calle o en un espacio de paso.

. La comunicación activa o creadora de lazos fuertes se manifiesta cuando el víncu-lo y el intercambio entre las personas presenta un mayor grado de reciprocidad, intensidad emocional, intimidad y confianza mutua. Los lazos están dados por ideologías, intereses co-munes, actividades compartidas o sentimientos; y generalmente están asociados a encuentros de grupos conformados con anterioridad.

Como reflexión desprendida de lo anterior el autor considera en el desarrollo de su investigación que los vínculos débiles son indispensables para las oportunidades individuales y su integración en las comunidades; mientras que en muchos casos los vínculos fuertes (gru-pos pre-establecidos), reproducen la unión local, definida en otros ámbitos, pero llevan a una fragmentación total. Granovetter ha puesto el énfasis más en los vínculos débiles que en los fuertes. Los primeros son preferibles para unir a miembros de diferentes grupos pequeños, frente a los fuertes que tienden a estar concentrados en grupos particulares. Si analizamos el espacio público en general: calles, plazas, parques; es factible que la mayoría de los lazos fuertes se den en plazas y parques en donde los grupos sociales concurren en masa, mientras que en la calles los contactos casuales, las actividades no programadas y las cortas estancias temporales son el escenario de los vínculos débiles, que necesitan ser intensificados como posibilidad de interacción social.

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Una posible clasificación de las prácticas sociales

En el intento de identificar las prácticas sociales en el espacio de la calle se hace necesario encontrar una serie de tipos o grupos de estas. Se propone, a modo inicial, una clasificación según características o variables compartidas que permitan agudizar su caracteri-zación. La clasificación se define según rasgos comunes o cualidades específicas; pero que no son condicionantes unas sobre otras. De alguna manera esta primera clasificación, se plantea a modo de una aproximación a un conocimiento más exhaustivo de las prácticas, para luego aplicarlas en relevamientos, reconocimientos o como una de las acciones proyectuales a in-corporar al proceso de ideación. La clasificación que a continuación se propone surge como una consecuencia de los antecedentes bibliográficos recorridos y las lecciones aprendidas de ellos, sumando a esto los criterios personales como resultado de la observación directa.

Según el tipo de actividad (origen y esencia de la misma) las prácticas sociales se clasificarían en: producción de una cosa o fenómeno (arte, manufactura, comunicación); cir-culación están asociadas a la movilidad, traslados a distintas velocidades; consumo se refiere a las compras, ya sea comercio formal o informal, bares, servicios, etc.; permanencia en estancias prolongadas de conversación, recreación, contemplación, descanso.

De acuerdo al tiempo de duración las prácticas sociales podrían ser: inmediatas (5/10 minutos); media duración (20/30 minutos); prolongadas (entre 1 y 2 horas); extensas (más de 2 horas).

Gráficos de elaboración propia en base a relevamientos de campo, registros fotográficos y clasificación de las prácticas sociales.

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Tomando como variable la cantidad de personas participantes, las prácticas so-ciales se clasificarían en: individuales: 1 persona; grupales: entre 3 y 15 personas; colectivas: entre 15 y 80 personas; masivas: + de 80 personas.

De acuerdo a lo expresado por Jan Gehl (2006), las actividades o las prácticas so-ciales podrían clasificarse según la decisión de realizarlas, de esta manera se definen las prácticas sociales: obligatorias son aquellas es la que no hay posibilidad de evitar su realiza-ción: esperar transporte público, trámites, etc. Opcionales son las de creciente nivel de deseo como: salir de compras, caminar por determinados lugares, etc. Placenteras son aquellas que se realizan por motivación personal o realización, como encontrarse con amigos, asistir a una manifestación, practicar juegos o deportes

También sería posible, clasificar a las prácticas sociales según el carácter o “for-malidad” en la realización, siendo actividades que pueden o no estar contempladas por las normas de convivencia en el espacio público o el soporte físico. De esta manera encontra-mos las prácticas sociales formales o contempladas aquellas que no agreden, no violan, no se desarrollan en contra de lo previsto por el soporte o las norma; o las informales o no contempladas son las que, por el contrario a las anteriores, no están contempladas por las normas de convivencia y por el soporte físico, pudiendo ser o no agresivas hacia otras per-sonas y el entorno inmediato.

Si tomamos como variable la distancia o la proximidad de los contactos, se ha definido el concepto de proxemia (que luego se desarrollará en el siguiente capítulo: “Miradas a la calle”), en manos de Edward Hall en el libro “The Hidden Dimension” (1966). De la misma manera Marina de la Torre define las distancias sociales de la siguiente manera: íntima: de 0 a 0.45 m en donde se expresan sentimientos intensos; personal: de 0.45 a 1.30 metros

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es la de conversaciones entre amigos o familia; social: de 1.30 a 3.75 metros se da en conver-saciones normales entre conocidos, vecinos, amigos; pública: a más de 3.75 metros se da en actividades como grandes eventos, en grande espacios públicos, en casos de comunicación en un solo sentido. (2010, p. 56)

Por otra parte, también podríamos clasificar a las prácticas sociales según el tipo urbano-arquitectónico que las alberga, soporta o contiene, encontrando así las que se realizan en veredas; peatonales; calles; plazas o parques.

En reiteradas ocasiones las prácticas sociales no se desarrollan de manera inde-pendiente, y son necesarios otros factores para la óptima realización, estos podrían ser: mobiliario urbano o disposición especial de este: bancos, bebederos, luminarias, etc.; soporte especial: postas de actividades deportivas, cartelería, puestos de venta o escenarios móviles, etc.; infraestructura: agua, electricidad, luminarias especiales, sonido; otras personas: para fortalecer el encuentro y la actividad en sí misma.

El hecho de plantear esta posible clasificación de las prácticas sociales nos acerca a una acción preproyectual para considerar las prácticas sociales en el proceso de ideación de la calle. Las

mismas se pondrán en práctica en unas guías de observación directa y registro que se desarrollaran en el momento síntesis del TF, dentro del apartado de las acciones proyectuales innovativas; con el propósito de someter a una situación de uso y experimentación dicha clasificación, para decidir la

pertinencia y utilidad de las mismas.

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Gráficos de elaboración propia en base a relevamientos de campo, registros fotográficos y clasificación de las prácticas sociales.

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45Gráficos de elaboración propia en base a relevamientos de campo, registros fotográficos y clasificación de las prácticas sociales.

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Conclusiones parciales

A manera de conclusión y como cierre de este capítulo buscaremos dar respuesta a los interrogantes planteados como disparadores y que de alguna manera sintetizan los apren-dizajes de los antecedentes recorridos y las construcciones conceptuales realizadas. Del mis-mo modo se reconocen en ellas las posibles transferencias a la etapa proyectual y exploratoria planteada en el momento 2 del TF.

¿Qué son las prácticas sociales? Las prácticas sociales son los vínculos e intercambios entre las personas, caracteri-

zadas por comunicaciones y pautas de convivencia a través de valores y signos compartidos. Las mismas están dadas por las relaciones entre las personas, ya sea de manera individual o grupal en contactos recíprocos que pueden ser más o menos intensos. Referirnos a la inte-racción implica reconocer las comunicaciones que se dan entre las personas entre sí y entre las personas y su soporte físico, siendo esta un proceso recíproco de transmisión de señales y códigos, en el que es fundamental la existencia de un emisor y un receptor.

A continuación se listan los tér-minos claves que conforman el glosario del TF, pertenecientes al presente capí-tulo. El mismo no está en orden alfabé-tico dado la correspondencia entre unos y otros. De esta manera las definiciones de los conceptos claves vinculados a las prácticas sociales forman parte de los aprendizajes de este capítulo, traducidos aquí como conclusiones parciales:

Intercambio: implica una situa-ción compartida de duración variable, que genera como saldo algún grado de interac-ción social. El intercambio puede ser de vi-vencias, de palabras, de gestos, de expresio-nes culturales o con fines comerciales.

Interacción social: acción recí-proca de dar y recibir entre dos o más perso-nas. Este intercambio puede ser de caracter pasivo o activo, dependiendo de qué tipo de información sea la que está en situación de comunicación. La interacción social puede ser indirecta cuando se trata de miradas, ges-tos o simplemento conciencia de compartir con otros; mientras que será del tipo directa cuando los vínculos son más esrtrechos con contactos físicos, conversaciones, etc.

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¿Cuáles son las prácticas sociales actuales? Las prácticas sociales en la actualidad son diversas y eso hace díficil listarlas, pero

si es posible reconocerlas a partir del intercambio, la interacción social, la comunicación y los encuentros, como sus fenómemos determinantes. Todos ellos son fundamentales en el reconocimiento y aceptación colectivo de las prácticas sociales como patrimonio de la cultu-ra urbana, que necesita ser conservado y propiciado en el diseño del espacio abierto de uso público.

¿Existen tipos de prácticas sociales? Es posible encontrar una clasificación de las prácticas sociales, siendo una clasi-

ficación abierta y factible de modificaciones, dependiendo del lugar, el momento histórico y el objeto de la misma. A los fines del TF, la clasificación planteada está abordada desde una serie de variables derivadas de los fenómenos característicos de las prácticas sociales, relacionados estos al intercambio, la interacción y la comunicación, dicha clasificación funda-mentalmente está dada por: la actividad desarrollada, la cantidad de personas participantes, el tipo urbano-arquitectónico que las alberga, la distancia personal entre los participantes, entre ptras. De la misma manera, la clasificación se convierte en una guía que puede ser de utilidad para relevar, reconocer y diagnosticar el campo social y sus actividades. Sistematizadas ellas en unas fichas de registro, pueden convertirse en un instrumento que permita conocer el componente social de las calles y esto traducirlo a futuras acciones de proyecto.

Comunicación: es una demonica-ción a un proceso de intercambio, referida a las comunicaciones en el espacio público asumimos que puede manifestarse entre las personas o entre personas y el soporte físico. Para las comunicaciones del espacio público las personas contamos con un conjunto de símbolos y gestos corporales, que interpeta-mos por códigos culturales.

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La estructura urbana de nuestras ciudades queda definida por una serie de elemen-tos funcionales y morfológicos: la calle es uno de los principales, determina el sistema de conexiones y articula llenos y vacíos en la red que conforman. De dicho sistema, depende la conformación de trazado urbano y los valores perceptuales de las sendas que habitualmente recorremos peatonal o vehicularmente. Es factible analizar la calle desde múltiples enfoques: físico-funcionales, morfológicos, perceptuales y simbólicos, dado que es: vertebradora, es-tructurante, canalizadora de flujos, recolectora de masas y vacíos.

El espacio abierto público urbano, se asocia inmediatamente a plazas, parques y calles. La calle por compartir funciones como accesibilidad y circulación de peatones y trans-porte se presenta en la actualidad como el espacio de dominio público por excelencia. Y es por este motivo que necesita una revisión en sus modos de concepción, diseño y abordaje. Conocer las calles como componente esencial del espacio público urbano implica definirlas, relevarlas y caracterizarlas para dar respuestas a los siguientes interrogantes:

¿qué es la calle?¿cómo son sus límites?

¿con qué conceptos se la planifica?¿qué rol tiene en la ciudad?

El inicio del capítulo se desarrolla en el recorrido de antecedentes bibliográficos que ponen en discusión el significado actual de la calle y su rol en la conformación de ciudad; para luego manifestar cuatros puntos de vista en el abordaje de la calle: lo funcional, lo percep-tual, lo social y lo utópico, buscando sus puntos de contacto y desfasajes. Para, por último, reconocer el caso de estudio y su rol actual en la ciudad; a partir de recurrir al discurso de los medios de comunicación locales como actores que pueden incidir en el reconocimiento de la calle como un espacio de uso social y a la valoración del proceso de transformación de la calle de estudio en la profundidad del tiempo.

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Antecedentes

Hay variedad de posturas asumidas en cuanto a definir la calle. Siendo estas tan di-versas como las disciplinas que se ocupan del tema de la ciudad, la infraestructura, el paisaje y los comportamientos sociales. En primer lugar, interesa poner de manifiesto una definición desde la visión del urbanismo, y entre muchas, se destaca la respuesta planteada por François Ascher al interrogante ¿qué es una calle? Definiéndola de la siguiente manera:

“Una calle es una vía en el interior de una aglomeración que sirve, específica o simultáneamente, para atravesar una zona

de esta aglomeración, para acceder a lugares situados a lo largo o inmediatamente próximos a esta vía, y para producir espacio

colectivo utilizable en diversos tipos de actividad. Una calle asegura, por lo menos, una de las siguientes funciones: tránsito,

acceso (distribución) y recepción” (2009)

En este sentido el autor aclara que ciertas calles son monofuncionales, como los pasajes de un barrio residencial, las calles rápidas urbanas, los pasajes comerciales; otras son multifuncionales, como aquellas de la ciudad premoderna, que recibían toda suerte de actividades; el bulevar urbano, con sus terrazas, sus lugares de recreación y ocio, sus veredas anchas donde se mezclan transeúntes, residentes y comerciantes, o inclusive el espacio desti-nado al estacionamiento. Por lo dicho anteriormente, la coexistencia de dichas funciones ha sido objeto de soluciones técnicas, organizativas y sociales de toda índole. El lugar ocupado por el tránsito ha jugado un rol progresivamente más importante y la función de circulación vehicular primó más sobre las de residencia y el desarrollo de actividades. Las veredas se fue-ron reduciendo poco a poco, y por lo tanto el cruce de las calles se hizo más complicado y peligroso, y a los conflictos, ya mencionados, entre funciones se sumaron los conflictos entre peatones, vehículos y conductores. La concepción de las calles, pero también la concepción de las ciudades (dado que la calle hace a la ciudad) han estado así cada vez más marcadas por las lógicas de organización del transporte. Las ciudades se estructuraron en función de los flujos de circulación y transporte (ASCHER, 2009).

ASCHER, François. La performance urbana de la calle. Ganar la calle!. (2009)

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Posicionado desde la lectura funcional de la calle en la estructura de la ciudad As-cher asume la crisis de la planificación exclusiva del transporte, al mismo tiempo que consi-dera como prioritario atender a las funciones básicas de la calle: la accesibilidad y movilidad. Como consecuencia de ello, surge como inquietud personal, la posibilidad de que convivan dichas funciones con otras que atiendan a las prácticas sociales como usos más espontáneos, aleatorios y frágiles. En otras palabras, ¿sería posible pensar que dentro de las funciones básicas de una calle estén en el mismo nivel de jerarquía la apropiación social y la cualificación perceptual centrada en el usuario?

Coincidiendo con lo expresado anteriormente, el arquitecto Andrés Borthagaray (2010), desarrolla una idea que denomina “La performance urbana de la calle”, haciendo referencia al “rendimiento” de la calle para conciliar las diferentes funciones que puede cubrir (habitar acceder, circular-atravesar, recibir diversas actividades, comunicar) y los diferentes modos de transporte que puede soportar. Siempre partiendo de la base que en el contexto latinoamericano, las calles presentan rasgos de diversidad. Estas son diversas en calidad, en los beneficiarios, en el costo de uso y en las apropiaciones. Dicho de otro modo, el autor expone modelos de perfomance de la calle basados en disociar o aglomerar sus funciones básicas, integrando las resoluciones de calles más próximas desde las nece-sidades funcionales y separando las más distantes. El aporte más concreto de este autor, interpretando su postura y buscando re-alimentaciones al tema del TF, es el reconoc-miento de una posible convivencia de modos diversos de ocupar la calle; entonces frente a una posibilidad de accionar se hace necesario poner en práctica acciones estratégicas integradas.

Tal como mencionábamos anteriormente, la calle no solo es receptora de flujos de circulación sino que las prácticas sociales actuales han superado ampliamente las posibilida-des contempladas. En esta línea de pensamiento el Ministerio de Vivienda y la Universidad Politécnica de Cataluña de Barcelona publican en el año 2010 el libro Re-habitar la calle. Haciendo en el referencia en él, a la cantidad de usos que la calle absorbe y de qué manera esta se habitó en sus orígenes, y como se “re” habita y coloniza en nuestros tiempos. En el desarrollo del libro los diversos autores afirman que la calle es: “…el espacio urbano, el por-tador del carácter del lugar público, en el cual se alientan las relaciones sociales a través de la reflexión sobre las características propias de la calle y sobre los usos que pueden desarrollarse en él” (2010). Los artículos del mencionado libro exponen la idea de domesticar la calle, para re-habitarla. Esto significa alejarla de su configuración de infraestructura y acercarla, median-te mobiliarios y actividades, a su condición de lugar, con la complejidad que ello supone y que no puede reducirse a una simple fórmula de peatonalización.

La calle tiene la capacidad de sustentar un uso más intenso y amplio, devolviendo a las personas la facultad de habitarla. En la actualidad reconocemos y “vivimos” la calle como un espacio resultante de una norma, de una regulación del uso del suelo. Es esencial que la calle pueda incrementar el rozamiento mutuo que ejerce sobre las personas para que estas tengan la posibilidad de arraigarse en ella; y así el espacio urbano se contamine de su presencia y su actividad social. Re-habitar la calle es promover que los usos colectivos (ven-dedores ambulantes, cierres de fin de semanas, fiestas populares, entre otros) encuentren el modo de manifestarse, utilizando para ello los recursos propios de la ciudad.

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53Sección transversal de elaboración propia en base a relevamientos de la calle San Martín, Córdoba.

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A partir del antecedente anterior se desprenden nuevas conceptualizaciones, po-dríamos reconocer a la calle como un elemento dinámico, receptivo e integrador; que puede en su funcionamiento articular roles diferentes, en días y horarios a convenir. Poner en crisis el diseño de la calle desde una normativa o una sección vial, es uno de los puntos de partida para comprender las posibilidades espaciales y urbanas de la calle como espacio abierto público.

Cuando observamos las posibilidades de la calle en relación a sus condiciones de habitar, tal como expresa lo anterior, se ponen de manifiesto concpetos que plantean un vínculo más estrecho entre la calle como soporte y sus usuarios como protagonistas. En uno de los ejemplares de la revista Paisea se define a la calle como: “…la muestra del paisaje más cotidiano, el del día a día, y el que recoge las relaciones sociales. Los ciudadanos viven la calle diariamente y conocen y expresan su opinión con los pies, dibujando sus trayectos co-tidianos. Distintas personas trazarán en su mente una imagen diferente de una misma calle y, reconocerán en ella también diferentes signos de identidad” (VIDAL, 2008). En coincidencia con lo anterior, la diseñadora urbana danesa Camilla Richter pone de manifiesto una serie de ideas sobre ¿cómo hacer una “buena calle”? La solución no está en la calle, sino entre la calle y sus usuarios (2008).

Dicho de otro modo, el desafío está en redireccionar la atención frente a la dinámica de la calle: podríamos afirmar que la posibilidad de transformación e innovación está en la relación que se establece entre la calle y sus usuarios, en las posibilidades de integración y articulación que se entre esta y los usos del suelo de sus bordes. En este sentido, es prioritario incorporar a la lógica del proyecto de la calle, la dimensión espacial y transversal para que no solo sean concebidas desde su longitudinalidad, desde su recorrido. En la sección transversal se pueden encontrar múltiples relaciones entre privado-semipúblico-público y viceversa, que hacen que los bordes de la calle sean articuladores y permitan múltiples interacciones. Es válido entonces preguntarse: ¿si es la forma de la calle la que define los usos y servicios que esta contiene? O ¿si los usos, apropiaciones y servicios son los que definen la morfología y el carácter de la calle?

Consideraremos calle no solo es el eje de circulación, tanto vehicular como peatonal, sino al corredor espacial que queda conformado por la edificación de bor-de de esta. Bajo esta mirada, la calle toma mayores espesores e interacciones con la arquitectura. La edificación de los bordes, los usos del suelo, la composición de las fachadas, las penetraciones transversales, entre otros, son valores cualificadores de la calle como espacio y como paisaje urbano.

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Miradas a la calle

Este apartado se desarrolla con la intensión de definir de manera integrada y di-versa la calle como objeto de diseño urbano, se opta por caracterizarla desde cuatro puntos de vista. De esta manera se definen las miradas a la calle como una posibilidad de profun-dizar en su conceptualización general, cada una de ellas se fundamenta en disciplinas y enfoques diferentes.

Por lo expresado anteriormente, se plantean las siguientes miradas a la calle: . Mirada desde lo funcional: reconocer a la calle como elemento que dota de estructura,

jerarquía y conectividad la ciudad como un sistema en funcionamiento constante. . Mirada desde lo perceptual: valorar la geometría de la calle en dos dimensiones y su co-

rrelato espacial, la percepción de sus límites, bordes, proporciones, entre otros atributos. . Mirada desde lo social: reconocer la calle como un contenedor de antropología urbana. . Mirada desde las utopías: revisitar las ideas que durante el siglo XX imaginaron que otro

tipo de calle era posible.

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Mirada desde lo funcional

Tal como se mencionaba en el apartado anterior la calle debe garantizar dos fun-ciones básicas y diferentes: movilidad y accesibilidad. La movilidad se refiere a la circula-ción, desplazamiento de bienes y personas; y por su parte, la accesibilidad es dar acceso a parcelas y edificaciones, a las actividades que en ellas se practican, a los usos de suelo. Dichas funciones requieren especificidades en el diseño vial: la movilidad por ejemplo exige velocidades diferentes a la accesibilidad. Por lo dicho anteriormente, es necesario diseñar un sistema jerarquizado de calles de manera tal de privilegiar la movilidad en unas y la accesibilidad en otras, y en los casos en que sea necesario plantear ambas funciones se requerirá una separación de tránsitos. Esto supone establecer una clasificación tipoló-gico-funcional de las calles, definiendo categorías según la función que cumplen y el perfil transversal necesario.

Hablar de una red vial jerarquizada implica dar las condiciones y atributos mínimos a cada vía para que esta permita la coexistencia de peatones, ciclistas, automóviles y transpor-te pesado. Las calles pueden dividirse en dos grandes grupos según su función dominante:

. calles de pasar (red principal), caracterizadas por un importante volumen de circulación y garantizar la conectividad entre varias zonas de la ciudad. Según la Ordenanza 8060/85 (Ordenanza de fraccio-namiento de tierras de la Municipalidad de Córdoba. Dirección de planeamiento urba-no) que regula la jerarquía vial de la ciudad de Córdoba5 las calles de pasar coinciden con las denominadas: arteriales principales y secundarias, intersectoriales y colectoras.

. calles de estar (red local o bási-ca), donde debe priorizarse la figura de los peatones y limitar la presencia de vehícu-los. Configuran la red local de una ciudad, tienen una intensidad de tráfico menor y generalmente menos ancho entre fachadas. Dentro de este grupo existen las que per-miten la circulación vehicular total o res-tringida y las peatonales. Las vías locales o barriales, las calles sin salida, las vías de uso vehicular restringido y las peatonales exclu-sivas son las jerarquías viales que coinciden con esta clasificación según define la Orde-nanza Vial de la ciudad de Córdoba.

La calle o el conjunto de estas como red vial poseen una serie de atributos y cuali-dades que garantizan su funcionamiento como pieza clave de la estructura urbana. A conti-nuación se sintetizan dichos atributos de la calle en el siguiente cuadro, elaborado en base al material de estudio de la cátedra de Urbanismo 1B de la FAUD, UNC (SÁNCHEZ, 2013).

Por reconocer a la calle como un espacio libre es necesario identificar sus límites, comúnmente los mismos se materializan en líneas de dominios público/privado como: la línea municipal y la línea de edificación. Esta línea ha tomado diferentes espesores a lo largo del tiempo, pasando de ser un límite abstracto, una mera separación a una posibilidad espacial como lugar de encuentro, como una interfase de transición.

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SÁNCHEZ, Mónica Elisa. Cuaderno de Urbanismo 1B. FAUDI. UNC (2013)

Sección transversal de elaboración propia en base a relevamientos de la calle Rivadavia, Córdoba.

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Martín Gil López en su el artículo La configuración del borde público-privado, afirman que: “el diseño de borde es uno de los factores más importantes a la hora de generar vida en el espacio público. Si el borde no funciona, la calle se convertirá en un ir y venir de personas. Por el contrario, una mayor interacción entre el espacio público y el privado hará de la calle un lugar de permanencia. Este hecho es de suma importancia ya que contribuirá a aumentar el número de actividades desarrolladas por los peatones en el espacio público y la duración de las mismas”. (GIL LÓPEZ, 2007)

En dicho artículo se definen cuatro funciones básicas de los bordes que tienen por objetivo dinamizar el espacio de la calle:

a. Unión/conexión: el espacio de borde se convierte en una zona de conexión y transición entre el espacio construido y el espacio no construido.

b. Intercambio: el borde público - privado es el nexo de interrelación entre las acti-vidades desarrolladas en el interior de los edificios y las que tienen lugar en el espacio público

c. Permanencia: el espacio de borde es de las zonas preferidas por el peatón para descansar, sentarse o, sencillamente, estar de pié.

d. Almacenaje: en torno al borde público–privado es habitual observar una zona utilizada para ubicar mesas de cafeterías, colocar anuncios, exhibir mercaderías y disponer parte del mobiliario urbano.

Las funciones enumeradas anteriormente tienen lugar en las áreas más próximas al borde, y que denomina en su texto banda de servidumbre, colindante a la banda de paso. Definiendo en una vereda (como espacio de uso exclusivo a lo peatonal) el ancho mínimo de permanencia y el de circulación, distinguiéndolo de aquel; que está en contacto directo con la calzada y que aloja infraestructuras, arbolado urbano y cartelería denominada banda de amortiguación (GIL LÓPEZ, 2007).

GIL LÓPEZ, Tomás. Influencia en la configuración del borde público-privado. CIur 52. (2007)

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Mirada desde lo perceptual

La mirada desde lo que percibimos está directamente relacionada a la configuración geométrica del espacio de la calle, en este sentido la arquitecta Marina De La Torre afirma:

“La calle es básicamente una configuración lineal, es un elemen-to de continuidad y articulación entre las piezas urbanas. La

relación de altura de los edificios y ancho de la calle determina la escala de la misma y en tal sentido su jerarquía en el conjunto de

calles de la ciudad” (2010)

En coincidencia con lo expresado anteriormente, César Naselli expresa que la calle es el vacío y el elemento que caracteriza el paisaje urbano. Sus características esenciales son: la configuración geométrica de los planos verticales que definen sus bordes: siendo estos llenos, virtuales, vegetales o inertes, con variedad de tipos y funciones. Estas envolventes verticales están regidas por factores culturales, patrimoniales o normativos. Desde su estructura espa-cial la escala es la resultante del perfil de la calle, de la ubicación coincidente o no de la línea de edificación y línea municipal, y como resultado de estas la aparición en dicho perfil de te-rrazas, recovas, jardines, ensanchamientos, entre otros (De ciudades, formas y paisajes, 1992).

La unión calle/calle y sus variantes: esquina, nudo vial, plaza; los vínculos de la calle con los equipamientos urbanos de gran escala y los elementos singulares de la trama son par-ticularidades perceptuales a considerar. Las sorpresas y absurdos espaciales como resultantes del trazado urbano, las visuales desde y hacia y la superposición de momentos históricos, huellas y archivo de datos de la cultura de la ciudad son las cualidades perceptuales de la calle, que son de influencia directa en el peatón.

Por lo expresado en los párrafos anteriores asumimos que la configuración geométrica de los bordes, su regularidad o discontinuidad, sus acabados y su grado de permeabilidad son factores definitorios en la percepción de la calle y ello tiene in-fluencia en las posibilidades de ocupación y apropiación para prácticas sociales. En otras palabras el grado de irregularidad o instersticialidad de los límites de la calle multiplican las posibilidades de apropiación social.

La calle, sus elementos, sus configuraciones espaciales y sus vínculos se sintetizan en el siguiente cuadro, extraído del libro “De ciudades, formas y paisajes” de César Naselli. En el mismo se sintetizan las variables para analizar la mirada perceptual de la calle:

DE LA TORRE, Marina. Espacio público y capital social (2010).

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60Reelaboración de cuadro explicativo extraído del libro “De ciudades, formas y paisajes”. NASELLI, C.(1992)

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Mirada desde lo social

La espacialidad de la calle es receptora de múltiples apropiaciones sociales, en la mayoría de ellas tiene un rol fundamental los sentidos, los símbolos y las comunicaciones que genera el cuerpo humano: la actitud, la vestimenta, la forma de caminar, etc. Toda práctica social practica el espacio, lo produce, lo organiza y solo puede hacerlo a través de esa herra-mienta con la que sus componentes cuentan: el cuerpo. El espacio existe por una vivencia y una percepción que siempre son corporales y compartidas, de esta manera la percepción individual se integra a otras, dando como resultado un espacio social (DELGADO RUIZ, 2002).

La ocupación del espacio no implica que el espacio sea un contenedor de vacío que espera la irrupción de un cuerpo. Es el cuerpo el que hace el espacio que ocupa, porque cada persona tiene determinado su espacio personal, su territorio propio y sus límites, dicho espacio personal podríamos definirlo como una “burbuja”, que según los postulados de la proxemia se expande y se contrae en función de los encuentros, de los tipos de vínculos y su intensidad. La proxemia concretamente es el empleo y la percepción que los humanos tienen de su espacio físico, de su espacio íntimo, de cómo y con quién lo usan. En el libro “The Hid-den Dimension” el antropólogo y etnólogo Edward T. Hall impuso este término, para descri-bir las distancias medibles entre las personas mientras éstas interactúan entre sí. (HALL, 1966)

El espacio de la “burbuja” es para el cuerpo y su movimiento. Cada persona tiene su espacio propio y el necesario para sus movimientos, este variará en función de los vínculos y las invitaciones a compartir, o no, que produzcan las otras personas en el espacio público. Podemos definir prácticas sociales en ámbitos más íntimos, sociales o públicos.

Gráfico de elaboración propia sobre textos de Edward Hall (1966).

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La calle, considerada como parte de una red de espacios sociales, es algo más que una vía por la que transitan vehículos e individuos. Entonces es posible afirmar que la ca-lle es uno de los espacios que vehiculiza prácticas sociales diversas, es un escenario que pone en situación de encuentro a desconocidos, que se desplazaran o perma-necerán en ella entre el intercambio, la interacción o la comunicación, con mayor o menor duración.

Se destacan también en la calle una serie de lugares tipológicos del espacio social, estos son nodos que se caracterizan por concentraciones de actividades, puntos de referencia o de afluencia de personas. El arquitecto Julio Ladizesky, menciona en su libro El espacio barrial el concepto de puntos sociales, que se destacan en el espacio de la calle por ser sitios reconocidos y referenciales para el encuentro y la interacción; como por ejemplos los ingre-sos a los equipamientos públicos, los accesos a galerías comerciales, las paradas de transporte público, las esquinas, los monumentos o edificios singulares (LADIZESKY, 2011).

Plantear una mirada a la calle desde lo social implica incluir los sentidos, la escala y las distancias a las que percibimos. Con dichas consideraciones podríamos definir una serie de umbrales de percepción social para garantizar la conformación de núcleos sociales, tan-to en horizontal como en vertical. De todos los sentidos la vista y el oído son los que más influyen en los encuentros entre las personas y la interacción social, por eso es fundamental considerar los límites de distancia en los reconocemos personas y detectamos movimientos y sonidos, hasta los de máxima intimidad. De acuerdo a estudios que vinculan las distancias y percepciones del ojo humano en horizontal y vertical y las distancias se ha construido el siguiente esquema síntesis. Para ello se han tomado como referencia los libros: Ciudades para la gente de Jan Gehl y La dimensión oculta de Edward Hall (GEHL, 2014) (HALL, 1966)

Gráfico de elaboración propia sobre textos de Edward Hall (1966)

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63Gráfico de elaboración propia sobre textos y gráficos de Jan Gehl (2014)

La mirada social a la calle implica reconocerla desde las herramientas con las que contamos las personas para habitarla, percibirla e interactuar en ella. A través de los sentidos nos relacionamos entre quienes permanecen en el espacio de la calle y quienes están en el interior de los edificios; definiéndose de esta manera una serie de umbrales de percepción social, que permitan la comunicación en la edificación en altura, el estudio de dichos umbra-les está desarrollado por Jan Gehl en el libro Ciudades para la gente (2014), a partir del estu-dio particularizado de los angules de visión humana y los límites de audición. En el siguiente esquema se sintetizan los umbrales de visión y audición en relación a la edificacción en altura.

Desde el piso hasta los nueve metros de altura se manifiestan comunicaciones di-rectas, emociones percibidas dentro del espacio público y la distancia pública, es el umbral que queda definida por la planta baja de la edificación. A medida que la altura aumenta los umbrales de percepción varían, dado que disminuye nuestro campo visual. Hasta los quin-ce metros hay posibilidades de tener contactos visuales, superados estos se necesita de una distancia mucho mayor en ancho, que la que permite una calle, para poder tener percepción completa, con la lógica disminución del registro de la experiencia.

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Mirada desde las utopías

A lo largo de la historia de la arquitectura y el urbanismo grupos de artistas, cineas-tas y arquitectos han puesto en crisis el modelo conocido de ciudad y conjuntamente, el de la calle. Para el abordaje de esta mirada a la calle, hemos seleccionado una serie de propuestas utópicas que desde el plano de las ideas y desprejuiciados de la realidad, plantean con diver-sos recursos una calle alternativa: en relación a la escala, las proporciones, el posicionamien-to de los vehículos y el rol de las prácticas sociales. Todas ellas sentaron bases que hasta la actualidad son puestas en consideración, proponemos un recorrido por ellas para reconocer su carácter innovativo y provocador , y con qué elementos construyen espacial y socialmen-te la calle.

Los pensamientos utópicos son un recurso para poner en crisis lo conocido, para buscar recursos alejados de las posibilidades, transpolar elementos de otras disciplinas o in-cluso recurrir a la ironía para transmitir un mensaje. Por operar en el plano de las ideas, pocas de ellas lograron concretarse en la realidad, pero sin duda que movilizan la reflexión sobre nuestro deseo de ciudad, y junto a el nuestra representación de espacio público urbano. En palabras de Alberto Sato (1977), “las utopías urbanas reflejan en el espacio una particular visión y proyecto de la sociedad, a la vez que serán expresión de una realidad determinada materialmente”.

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Como recorte temporal se toman las propuestas utópicas del siglo XX, selecciona-do no solo las disciplinares sino también las para-disciplinares del cine y la animación. Las propuestas seleccionadas son las que a continuación se mencionan, y que luego se sintetizan en una línea temporal evidenciando en ella los valores antes mencionados: la Ciudad del Fu-turo de 1913 de H. Corbett, las ideas de Saint’Elia para la Citta Nova en 1941, el Urbanismo Moderno basado en las ideas racionalistas de los CIAM (1920), la Ciudad Vertical ideada por Hilberseimer en el año 1924, el paisaje que describe la película Metrópolis del año 1926 dirigida por Fritz Lang, la propuesta de Frank Lloyd Rigth para la Broadacre City en el año 1935 , las ideas del grupo Archigram y los Metabolistas Japoneses (1960), la mirada irónica y crítica de la serie animada Los Supersónicos” (1970) y la Ciudad Ecológica o Green City del año 2000.

Se buscará, en las propuestas utópicas que a continuación se presentan, ordenarlas según el factor tiempo y clasificarlas según si corresponden o no a pensamientos discipli-nares (arquitectura, urbanismo) o a ideas provenientes de otras áreas (cine, ciencia ficción, series animadas, etc.). Nos interesa especialmente, indagar en ellas y descubrir qué rol tienen las prácticas sociales en los planteamientos utópicos, ya sea por omición o jerarquización. Analizaremos cuáles son los recursos innovadores en sus planteos, en qué elementos han desplazado la línea de lo conocido para incrementar el campo de conocimiento específico del hacer ciudad, dado que la innovación puede ser consecuencia de una actitud provocadora de ruptura de lo conocido.

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66Gráfico de elaboración propia en base a siguiente información bibliográfica: . GOYTIA, Noemí. (2003-segunda edición). Cuando la idea se construye. Ed. Color Magenta. Córdoba, Argentina.. BENËVOLO, Leonardo. (1994) (séptima edición). Historia de la arquitectura moderna. Ed. Gustavo Gilli. Barcelona, España.. PONCE HERRERO, Gabino. (2011). Boletín de Asociación de Geográfos Españoles, n55.(págs 127-152). DEL POZO y BARAJAS, Alfonso. (2009). La condición posmoderna. Ideas de ciudad. Col. Textos de Doctorado. Ed. Univ. de Sevilla.

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67. CASTRO, Fabio. (2007) La ciudad vertical o metrólpoli. Master de arquitectura: crítica y proyecto. UPC. España.. FOSSATTI, Ma. Elena . (2002) Wright y la ciudad viviente. Área Digital #2. Revista de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo.UNNE. Resistencia, Chaco.. www.wikipedia.com/thetejtsons www.youtube.com/thetejtsons. http://www.plataformaarquitectura.cl/2010/01/06/cine-y-arquitectura-metropolis/ . Consultado 04/07/2012

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Caso de estudio: calle Independencia-San Martín

Tal como se anticipaba en la introducción del TF, se toma como caso de estudio una calle del área central de la ciudad de Córdoba, con el objetivo de poner en práctica explora-ciones y así verificar los objetivos e hipótesis planteados para la presente investigación. Dichas exploraciones no serán proyectos acabados para la modificación de la calle, dado que recono-cemos en ella altos valores identitarios, patrimoniales y simbólicos. Por lo dicho anteriormente se asume al caso de estudio como un pretexto proyectual, sobre el que se realizaran ensayos e ideaciones, y por este motivo es fundamental reconocerlo en su contexto espacio-temporal.

La calle tomada como caso de estudio es la denominada Independencia-San Martín, específicamente el tramo comprendido entre las calles Caseros-Entre Ríos y La Rioja-Catamar-ca. A lo largo de la historia de la ciudad de Córdoba, dicha calle ha sido escenario de hechos de trascendencia social y cultural, característica que se mantiene en la actualidad. El hecho de que sobre ella se asienten dos de los equipamientos institucionales más importantes de la ciudad (Iglesia Catedral y Cabildo de la ciudad) y la plaza fundacional (plaza San Martín), coloca a la calle de estudio en una vía estructurante para el área central desde lo perceptual y simbólico.

Inserta dentro de la trama de las manzanas fundacionales de la ciudad, la calle Inde-pendencia-San Martín cambió de configuración formal y de usos del suelo de borde, sin perder su intensidad de uso social. Los equipamientos que esta alberga, las intervenciones acumuladas a lo largo del tiempo, su configuración como vía de uso peatonal exclusivo hacen que esta calle

Plano de elaboración propia en base a cartografía de la ciudad de Córdoba y relevamientos propios.

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esté incorporada tanto en el imaginario colectivo del ciudadano cordobés como en el del visi-tante. A la longitudinalidad de la calle se le superpone una trama de penetraciones hacia los inte-riores de las manzanas, haciendo que se multipliquen las esquinas. Dichas tramas superpuestas son las galerías comerciales, que caracterizan y vuelven más interesante el entramado reticular del área central de la ciudad de Córdoba.

En la actualidad, la calle Independencia-San Martín es la receptora de la actividad comercial más intensa, tanto en el comercio formal de locales y galerías, como de venta ambu-lante, puestos espontáneos e informales. De la misma manera recepta pequeños montajes de espectáculos artísticos, teatro callejero o micro espacios para la reunión, la charla y la perma-nencia. El hecho de que sobre esta calle se instalen una serie de equipamientos religiosos, admi-nistrativos, educativos y culturales, la calle se ve cargada con una intensidad de prácticas sociales que el espacio físico no está preparado para soportar. Hacia el final del capítulo se presenta un recorrido peatonal fotográfico que pretende precisar la intensidad de uso social de la calle de estudio descripta anteriormente.

Para comprender el comportamiento de esta calle dentro de la estructura histórica de la ciudad, se la observa y analiza como un producto urbano, como un objeto con su propio pro-ceso de transformación y cambio. Asumiendo que los rasgos que posee hoy, son consecuencias de las acciones que sufrió en el ayer y en sus inicios. Por este motivo se reconocen una serie de etapas en su proceso de transformación, en donde se identifican cambios y permanencias, ac-tores intervinientes, tiempo histórico y resultados obtenidos. El recorrido temporal de estas seis etapas se plantea desde la fundación de la ciudad hasta la actualidad, considerando los hechos de mayor trascendencia y transformación sobre el soporte físico.

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71Imagen extraída de www.wikipedia.org/ Hugo_Taboada (02-2014)

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73Fotografías propias tomadas en la peatonal de Córdoba. (septiembre de 2013)

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74Línea de tiempo de elaboración propia en base a información extraída de la bibliografía citada en cada etapa.

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75Fotografías propias tomadas en la peatonal de Córdoba (septiembre de 2013)

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En el recorrido por las etapas anteriormente mencionadas, se reconoce un denomi-nador común y de relevancia a los fines del presente trabajo. En ninguna de las interven-ciones expuestas, son de relevancia las prácticas sociales, ni estas están consideradas como parte de las premisas de los proyectistas. De alguna manera, la acción más próxima a la inclusión de las prácticas sociales es la peatonalización, pero reducien-do este gesto a la eliminación del vehículo, sin la incorporación del mobiliario apro-piado y los soportes adecuados que la dinámica social necesita. Por lo dicho anterior-mente, se asume que las acciones de diseño urbano en la calle, siguen bajo la supremacía del automóvil, aunque la acción sea la eliminación de este, que es lo mismo que la adecuación de la calle para el dominio público, peatonal o para el escenario de las prácticas sociales urbanas.

Con el propósito de hacer un reconocimiento más amplio del rol de la calle como espacio público proponemos un recorrido sobre el discurso de los medios de comunicación y como estos infieren en la promoción, estímulo o anulación de las prácticas sociales. Por este motivo, se buscan otros puntos de vista en una recopilación de artículos periodísticos de actualidad para abordar la mirada de los medios de comunicación locales. En ellos se pueden encontrar opiniones y relatos que van más allá del contexto disciplinar, vinculados estos a la opinión pública y a los requerimientos o expresiones de los vecinos.

En el capítulo “acciones proyectuales innovativas” se desarrolla una manera de visualizar los mismos, con recursos gráficos que permitirían en una etapa pre-proyectual extraer ideas de diseño, premisas de

intervención o valoraciones respecto de la calle de estudio. página 118

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77Selección de artículos periodísticos locales que mencionan el caso de estudio y el rol de las prácticas sociales en el. Recopilados desde julio de 2012 a diciembre de 2014.

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Conclusiones parciales

A modo de cierre parcial en el presente capítulo es importante destacar los aspectos más significativos de las lecciones de los antecedentes disciplinares y las indagaciones perso-nales, factibles de traducir en las futuras acciones proyectuales (momento 2). Por este motivo se dará respuesta a los interrogantes expuestos al inicio del capítulo.

¿Qué es la calle?La calle es antes que nada espacio público, su uso intensivo actual es la circulación,

tanto peatonal como vehicular. La calle es una senda, un eje y una vía estructurante del paisaje urbano de nuestras ciudades. Varían en anchos y jerarquías, desde variables funcio-nales y tipológicas. Organiza la edificación, configura canales de paso; contiene mobiliario, infraestructura y es soporte de diversas actividades sociales diversas. La calle es escenario de manifestaciones sociales planificadas y espontáneas. Es objeto de diseño e insporación para el montaje de espectáculos artísticos, ferias comerciales efímeras y marchas de festejos o reclamos. Es un canal de movilidad, un espacio de estancia y un vehiculizador de recorridos perceptuales que el peatón incorporas en su dinámicas diarias.

Al plantear la calle como espacio social incluímos como atributos fundamentales: los sentidos, la escala y las distancias de percepción. Con dichas consideraciones, podría-mos definir una serie de umbrales de percepción social para garantizar la conformación de núcleos sociales. De todos los sentidos la vista y el oído son los que más influyen en los en-cuentros y la interacción social, por esto es fundamental considerar los límites de percepción visual -sonora y de movimientos de las personas.

Parte de las conclusiones de este capítulo son los conceptos claves apren-didos en el desarrollo profundo de la calle desde múltiples enfoques. De esta manera se conforma el glosario específi-co relacionado a las nociones de la calle.

Tipología vial: surge de la clsificación de las calles como parte de una red que dotan de estructura funcional y conectividad a la ciudad. Existen diferentes nombres que refieren a la tipología o jerarquía vial, clasificados según el tránsito que soportan, las distancias que reco-rren, entre otras. Por ejemplo: urbana, sectorial, barrial, local. Dicha tipología define entre otras cosas el perfil transversal de la vía.

Perfil transversal: son una serie de seccio-nes, que caracterizan cuantitativamente los com-ponentes y dimensiones de una calle. Son, por lo general, plantillas funcionales de vialidad que se utilizan al momento de caracterizar o intervenir en una calle.glo

sario

espe

cífico

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¿cómo son sus límites? Los límites de la calle son, generalmente los edificios, la arquitectura construida en

su mayoría, pero también puede ser la vegetación, los planos virtuales, los cerramientos par-ciales, entre otros. La configuración geométrica de los bordes, su regularidad o discontinui-dad, sus acabados y su grado de permeabilidad son factores definitorios en la percepción de la calle y ello tiene influencia en las posibilidades de ocupación y apropiación para prácticas sociales. En otras palabras el grado de irregularidad o instersticialidad de los límites de la calle multiplican las posibilidades de apropiación social.

¿con qué conceptos se la planifica?Reconocemos una tradición, en su mayoría desde el enfoque funcional, para la pla-

nificación de la calle como objeto urbano. En simultáneo detectamos un desafío que está en redireccionar la atención frente a la dinámica de la calle: podríamos afirmar que la posibilidad de transformación e innovación está en la relación que se establece entre la calle y sus usua-rios, en las posibilidades de integración y articulación que se da entre esta y los usos del suelo de sus bordes. En este sentido, es prioritario incorporar a la lógica del proyecto de la calle, la dimensión espacial y transversal para que no solo sean concebidas desde su longitudinalidad, desde su recorrido. En la sección transversal se pueden encontrar múltiples relaciones entre privado-semipúblico-público y viceversa, que hacen que los bordes de la calle sean articula-dores y permitan múltiples interacciones.

¿qué rol tiene en la ciudad?El rol de la calle en la ciudad es soportar la convivencia de modos diversos de

ocuparla; entonces, frente a una posibilidad de proponer en ella se hace necesario poner en práctica una serie de acciones estratégicas que integren usos tradicionales, espontáneos y resultantes de las prácticas sociales. En primera instancia, el rol fundamental es soportar los traslados, la movilidad, la accesibilidad; pero de estas funciones derivan otras no previstas que son consecuencia de las actividades humanas, de la interacción social: las prácticas sociales.

Los puntos sociales: son una serie de lu-gares tipológicos del espacio social, se destacan en el espacio de la calle por ser sitios reconocidos y referenciales para el encuentro y la interacción; como por ejemplos los ingresos a los equipamien-tos públicos, los accesos a galerías comerciales, las paradas de transporte público, las esquinas, los monumentos o edificios singulares.

Núcleos sociales: Son instancias de en-cuentro e interacción social que suceden de ma-nera habitual en un sector de la calle, y cuyo saldo en un vínculo construído. Estos ssurgen a partir de encuentros y niveles de interacción, en asocia-ciones reciprocas entre individuos y grupos entre sí; y entre individuos, grupos y el soporte físico.

Burbuja espacial: es el espacio equivalen-te al ocupado por una persona o un grupo de estas. Incluyen el espacio de cada individuo y el necesario para sus movimientos. Es un concepto derivado de la proxemia.

Borde público-privado: es la definición geométrica y espacial de la línea que separa el dominio público del privado, asociada a la Lí-nea Municipal. El borde público-privado define el espacio habitable y colectivo de la calle como objeto de diseño urbano. Desde la mirada social y perceptual de la calle la irregularidad o inster-ticialidad de dicho borde, promueve mayores grados de apropiación, valores perceptuales y significativos.

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La innovación proyectual en los procesos de diseño del espacio urbano es un de-safío actual de nuestro contexto y, una de las motivaciones personales para realizar el TF. Al igual que con los términos anteriores, para abordarla conceptualmente, se hace necesario explicitar vínculos con teorías y posturas que superan los campos disciplinares de la arquitec-tura y el diseño urbano. Es por ello que en primera instancia se recorren una serie de antece-dentes que dan respuesta a los siguientes interrogantes guía:

¿qué es la innovación? ¿en qué forma o con qué categorías

podemos encontrarla? ¿de qué manera la ponemos de manifiesto en

nuestros procesos de diseño?

En la primera parte de este capítulo se presentan una serie de antecedentes para de-finir la innovación y sus categorías. Luego, se caracteriza la investigación proyectual como un abordaje metodológico que busca la innovación, y por último se definen conceptualmente las acciones proyectuales como una operatividad hacia la innovación.

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Antecedentes

Generalmente, se suele establecer un vínculo explícito entre creatividad e innovación, y de acuerdo a esto José Antonio Marina (1994), en el libro Teoría de la inteligencia creadora, afirma que los seres humanos somos los únicos que tenemos la posibilidad, mediante nuestra inteligencia y creatividad, de crear novedades. En dichas novedades radica la innovación y la mirada creadora, que es sintéticamente la mirada humana penetrada por la libertad, el bagaje personal y cultural de cada individuo. El ojo de un creativo no es inocente, sino que está diri-gido en su accionar por sus deseos, intensiones y personalidad.

La realidad adquiere posibilidades nuevas al integrarse a un proyecto, y un proyec-to es, antes que nada, una irrealidad (las personas creativas manejan la realidad mediantes irrealidades, es decir a partir de las irrealidades creadas por los proyectos). Son inventores de realidades. La creatividad es la facultad de hacer que empiece a existir una cosa sin que tenga existencia explícita. Marina cita en su texto una frase de Sherlock Holmes: “… solo se puede ver lo invisible, si se lo está buscando…”, diciendo en otras palabras que la mirada se hace inteligente y creadora cuando se convierte en una búsqueda dirigida por un proyecto o una intensión creadora (MARINA, 1994).

Dicho de otro modo, la innovación aparece cuando interviene en un fenó-meno una intención creadora. Son entonces, bajo este enfoque, la creatividad y la innovación promotores de una manera alternativa en la concepción de proyectos. La mirada creativa es cualidad de diseñadores y proyectistas. Con intenciones, cultura disciplinar, premisas y desafíos de diseño, es factible transitar un camino alternativo que puede conducir a la innovación.

En el marco de la Maestría en Diseño de Procesos Innovativos, específicamente en los módulos de Laboratorios-Taller, hemos explorado el concepto de innovación, tomando como base escritos del arquitecto Cesar Naselli, principalmente el artículo Introducción a los procesos innovativos, en el que se plantean cuestionamientos y categorías sobre el significado de la palabra innovación.

“Innovar es mudar (en acción y efecto) una cosa introduciendo novedades. Hacer que una cosa cambie de estado, de forma, de

lugar introduciendo mutaciones en aquellos elementos que se considerarían fijos” (NASELLI, 2006, párr. 2)

NASELLI, César. Introducción a los procesos innovativos. MDPI (2006)

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La dificultad de definir con exactitud la innovación puede compensarse a partir de una aproximación a su significado recurriendo a la etimología. Naselli precisa el sentido etimológico:

“Innovar proviene del latín ‘in-novare’, donde el prefijo ‘in’ significa ‘en’, ‘en el interior de’, y el sufijo ‘novar’, puede ser

interpretado como: hacer algo absolutamente nuevo, introducir algo nuevo o volver lo obsoleto a nuevo -considerándolo como ver-bo: novar- o sino: diverso de lo existente, diverso en algún grado

con lo existente -considerando sus acepciones como adjetivo-” (NASELLI, 2006, párr. 5)

A partir de la indagación anterior, el autor define dos tipos de innovación:

“Innovación incremental: es alterar, cambiar, mudar, modificar, transformar, transmutar, corregir, rectificar para cambiar en algo

una realidad. Potenciar o mejorar sus prestaciones . Innovación radical: es la acción innovadora no sucede desde una cosa ya creada. Es pura invención, estamos frente a lo inédito”

(NASELLI, 2006, párr. 8-10)

Muchas veces la innovación y la invención se plantean como sinónimos o equiva-lentes, en este sentido la clasificación de César Naselli aclara sus diferencias. La innovación es la posibilidad de incorporar novedades, alteraciones, recreaciones o contextualizaciones en un objeto o en su proceso; a diferencia de la invención que apela a la novedad absoluta.

En el desarrollo del TF la innovación está vinculada al desarrollo de nuevos puntos de origen en el proceso de ideación, siendo estos complementarios a los tradicionales o conocidos. La innovación, además, se presenta como áreas no abordadas y la búsqueda de nuevos estímu-los iniciales, los cuales combinados arrojarán otros resultados. La conciencia del camino re-corrido y la posterior evaluación de los resultados obtenidos, nos dirán si los caminos proyectuales abordados hacen a la innovación en el diseño de la calle, y si realmente incorporan las prácticas sociales como un insumo en el proceso de ideación.

Para operar desde la innovación es fundamental encontrar acciones, abordajes y técnicas que tengan incorporada esa intención, es por ello que en los apartados siguientes se define la investigación proyectual como un camino a la innovación, y las acciones proyectua-les como operativos innovadores.

NASELLI, César. Introducción a los procesos innovativos MDPI (2006).

NASELLI, César. Introducción a los procesos innovativos MDPI (2006).

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La investigación proyectual y la innovación

La innovación debe buscarse indagando en nuevos caminos; para abordar una investigación en proyecto que apela a resultados innovadores se deberán buscar nuevas me-todologías y procesos, una de ellas puede ser la investigación proyectual. Esta se ubica en la periferia de los métodos tradicionales de investigación, como un modo de iniciar ejercicios de diseño desde una lógica propositiva, experimental y fenomenológica.

Como metodología de investigación, es complementaria a procesos tradicionales, no se inhiben y perfectamente pueden coexistir en un proceso personal. La diferencia radical es que sitúa al proyecto como instrumento para explorar el conocimiento, apoyada en mu-chas ocasiones en la intuición o en la teorización mínima para abordar desprejuiciadamente un tema o un problema de diseño.

Inés Moisset en su texto “Investigar y proyectar: fronteras híbridas” hace referencia al estado actual del campo de la investigación en las disciplinas proyectuales:

“El proyecto como instrumento de conocimiento ha generado un campo de debate, renovación e innovación de sus fundamentos,

sus procedimientos y lógicas, sus desarrollos y evaluaciones” (MOISSET, Investigar y proyectar: fronteras híbridas, 2014)

En la misma línea de pensamiento Jorge Sarquis desarrolla un marco teórico y un glosario sobre la aplicación pedagógica e instrumental de la investigación proyectual como una innovación en los modos de enseñar y aprender arquitectura en la actualidad, fundando su postura en un trinomio inseparable entre innovación, creatividad e investigación proyectual:

“Comienzo mi actividad en investigación y proyecto, ligando la creatividad con la investigación proyectual, porque no hay

investigación proyectual sin creatividad, o sea sin innovación” (SARQUIS, #casas- 30-60 Cuaderno Latinoamericano de

Arquitectura, 2012)

MOISSET, Inés. La ciudad en transformación. (2014)

SARQUIS, Jorge. 30-60 cuaderno latinoamericano de arquitectura (2012)

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“La observación es la premisa de toda Investigación Proyectual; es necesario identificar el conflicto o la insatisfacción ante una demanda o necesidad para poder transformarlos en un objeto

de estudio y pensar formas de mejorarlas condiciones de uso de los espacios y sus adecuaciones” (SARQUIS, Experiencias

pedagógicas creativas, 2014).

Es necesario aclarar que la investigación proyectual no busca resolver la comple-jidad de un proyecto completo, su propósito es aislar alguna de las variables de este para ponerlas en situación de exploración y buscar en ellas las posibilidades de cambios, modifica-ción, alteración, etc. En este sentido, es importante destacar que podemos hacer referencia a separación de variables para su exploración; o bien, como plantea Omar Paris: dos estratos metodológicos superpuestos, como una herramienta útil para desarrollar ideas embrionarias de proyecto:

“La investigación proyectual es entendida como una modali-dad que permite la formulación de premisas de diseño, y está estructurada en dos estratos metodológicos: el primer estrato

(cognositivo) está compuesto por ejes temáticos de investigación los cuales se desarrollan paralelamente y se entretejen en un constan-

te proceso de retroalimentación. De cada micro de exploración surgen consecuencias observacionales y posibles líneas a seguir. El segundo estrato de verificación (propositivo), es el resultado

de la interacción entre la excusa proyectual elegida y los ejes temáticos trabajados en el primer estrato con el fin de determi-nar”. (PARIS, Investigación proyectual en la enseñanza de la

arquitectura, 2004)

SARQUIS, Jorge. Experiencias pedagogicas creativas (2014).

PARIS, Omar. Revista MW (2004) .

En otras palabras, los estratos mencionados no se desarrollan de manera cronológi-ca y secuencial, sino superpuestos e interrelacionados. Las consecuencias observacionales del primero pueden ser las premisas iniciales del segundo, como así también los resultados obte-nidos de uno pueden ser futuras indagaciones en nuevos micros de investigación proyectual. Es fundamental, incorporar a las nociones de la investigación proyectual la internalización de el registro sistematizado y la comunicación de los resultados, ya que si estos no se evidencian o se someten a debate colectivo, la experiencia en sí misma pierde trascendencia.

El método fenomenológico se presenta como una posibilidad de abordar la inves-tigación proyectual, y producir conocimiento tanto de manera individual como colectiva. Posicionado desde los enfoques cualitativos de la investigación, la fenomenología persigue el

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objetivo de construir conocimiento a partir de experiencias compartidas. En estas experien-cias se parte de la base del desconocimiento de un concepto, para luego, profundizar en él iniciando una búsqueda experimental, pautada y guiada pero no conducida.

Principalmente las aplicaciones de investigación proyectual se realizan en el campo de la docencia o la investigación. Esto no quiere decir que los micros de investigación pro-yectual no puedan ser utilizados para ejercicios profesionales en equipos de trabajo o para jornadas interdisciplinarias de proyecto de pequeña o gran escala. En cualquiera de las apli-caciones la clave está en identificar sobre cuáles de las variables se desea profundizar, a qué resultados se quiere arribar y de qué manera interesa comunicarlos.

El método se pone en práctica por medio de micros de experimentación o inves-tigación, en donde los actores intervinientes se posicionan como coinvestigadores para dar respuesta colectiva a los objetivos planteados. La clave del éxito de un micro de investigación proyectual está en definir con claridad y precisión las guías de trabajo, los roles que corres-ponden a cada coinvestigador y los protocolos de comunicación y registro de la experiencia para luego extraer consecuencias observacionales comparables entre sí.

Las pautas de trabajo se confeccionan con anterioridad y sobre la base de una serie de objetivos específicos e hipótesis de trabajo. Los objetivos son particularizados hacia las variables que se quieren explorar y dan el marco general del micro de investigación proyec-tual. Mientras que las hipótesis de trabajo se desarrollan en dos niveles de aproximación: el primero de ellos en un momento inicial a manera de supuestos o ideas previas del tema por parte del investigador guía o del grupo de investigadores; y en segunda instancia estas se re-elaboran a partir de las unidades de sentido que surgen de la conceptualización y temati-zación pos-experiencia.

Se deben prever fases en la realización de la experiencia para detenerse a mirar lo que se realiza, a manera de pausas en una cadena de producción. Es necesario tener concien-cia extrema del modo en que se desarrollan las actividades y el cumplimiento o no de las guías de trabajo. En cada una de las fases se extraen consecuencias observacionales, denominadas así porque están fundadas en la observación directa del hecho o acontecimiento realizado. La sumatoria o superposición de estas al finalizar la experiencia puede funcionar como conclu-sión del micro de investigación proyectual. En esta instancia se plantean el cumplimiento o no de los objetivos específicos planteados y se valida o no la hipótesis inicial.

Las consecuencias observacionales y sus posteriores conclusiones generales, podrían estructurarse a través de una serie de interrogantes, a manera de un proceso de autocrítica:

¿En qué se ha avanzado en la conceptualización del tema? ¿Qué nuevos procedi-mientos o variables participaron en la exploración? ¿Cómo se ha arribado a los resultados? ¿Dónde estuvieron las dificultades? ¿Están comunicados de manera clara los resultados? ¿Hay debilidades en la comunicación que perjudican la investigación desarrollada? Las posibles res-puestas de los interrogantes anteriores pueden habilitar un nuevo camino de búsqueda, la clarificación del estado general del tema en cuestión o posibles líneas a seguir para futuros micros de investigación proyectual.

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Las acciones proyectuales para la innovación

La innovación proyectual se pone en práctica en el proceso de diseño mediante una serie de acciones que conducen o promueven la innovación. Se habla de acciones proyectuales ya que están directamente asociadas al hacer, a la producción y la exploración. Según la acep-ción del diccionario de la RAE acción es “ejercicio de la posibilidad de hacer”; “resultado de hacer”; “efecto que causa un agente sobre algo” (RAE, 2013). Las acciones proyectuales se conforman en un conjunto combinado de operativos complementarios entre sí, tales como: herramientas, instrumentos, estrategias y tácticas para la observación, caracterización, com-prensión y proyectación de un fenómeno.

Una herramienta es según la definición del diccionario de la RAE (2014), un ele-mento o un conjunto de estos que posibilita realizar una acción. También, en su sentido más literal, está relacionado a un utensilio útil para realizar trabajos que requieren la aplicación de una cierta fuerza física (una pinza, un destornillador, etc.). Si transpolamos esta definición a nuestro campo disciplinar podríamos asumir que las herramientas de proyecto están asociadas a facilitar visualizaciones, deducciones, caminos y agilizar procesos, incorporando una serie de elementos que intermedien (el equivalente a la pinza, el destornillador, etc.) entre el diseñador y el objeto a diseñar.

Instrumento, según la RAE, es un conjunto de diversas piezas combinadas adecua-da-mente para que sirva con determinado objeto en el ejercicio de las artes y oficios. Aquello que sirve de medio para hacer algo o conseguir un fín (2014). Asimismo resulta operativa la definición de instrumento planteada por Andrea de Monte en su TF: instrumentos son aquellos que generan, limitan o conducen a la generación de las formas desde los conceptos, métodos e ideas más allá de lo material (DE MONTE, 2013).

La estrategia es una lógica, la táctica, un criterio. La estrategia se refiere a la lógica global (un sistema abstracto) mientras que la táctica es el sistema de reglas y operaciones (un dispositivo operativo) necesario para su crecimiento y evolución (GAUSA, MÜLLER, SORIANO, GUALLART, PORRAS, & MORALES, 2001). En otras palabras, se necesitan estrategias de acción claras, con tácticas flexibles y adaptables al cumplimiento de los objetivos planteados. Una estrategia es una abstracción, pertenece al mundo de las ideas, de las deci-siones. En ella se traza un camino a recorrer, se diseña un trayecto que permita partir de un problema o cuestionamiento para arribar a una propuesta de diseño. La implementación de dicha estrategia es la táctica. Esta pertenece al mundo material y tangible, y se expresa como un plan de acciones ordenadas y concretas (ROIG, 2011).

Preferimos referirnos a una serie de acciones proyectuales ya que según el momento, el tema o el lugar de trabajo se pueden escoger unas u otras, combinarlas entre sí, o priorizar unas frente a otras. Dichas acciones posibilitarían incorporar no-vedades o nuevas nociones al proceso de ideación. Las mismas se utilizarán de manera consiente, dirigida e intencionada en la resolución de un tema, problema o necesidad.

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89Registro fotográfico del proceso de un micro de investigación proyectual realizado con coinvestigadores estu-diantes de arquitectura. Mayo de 2014.

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Antecedentes metodológicos

El siguiente apartado se conforma a partir de una serie de antecedentes metodoló-gicos con dinámicas y herramientas que de alguna manera proponen la interacción entre in-novación proyectual, la calle y las prácticas sociales, indagando en cierto grado de novedad en los medios de generación, los recursos gráficos y los métodos. Vale descatar que los mismos fueron seleccionados por que en sus búsquedas particulares están los temas centrales del TF: la calle, las prácticas sociales, el espacio público, el diseño urbano. Los casos seleccionados tie-nen orígenes diferentes, como por ejemplo: aplicaciones webs, juegos de estrategia, conceptos transdisciplinares y ejercicios pedagógicos, ordenados de la siguiente forma:

. Mosaico Urbano

. Bloquee

. Streetmix

. Negopolis

. Las escalas de interacción social

Todos ellos se sintetizan en el siguiente cuadro, en el cuál se expresa el contenido del mismo a través de una descripción general, valorando en ellos la relación y aporte a la inno-vación como campo de conocimiento, para por último puntear las posibles transferencias o aprendizajes a las acciones proyectuales innovativas que busca el TF. Fueron analizados en una serie de fichas de antecedentes metodológicos que forman parte del anexo 3 del TF.

Ver anexo3 fichas de antecedentes bibliográficos y metodológicos página 162

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Experiencias de investigación proyectual

Se realizaron dos experiencias de investigación proyectual con el objetivo de buscar las acciones proyectuales innovativas que persigue el TF. Ambos micros se desarrollaron como instancias cortas de reflexión preproyectual, y de manera colectiva junto a un grupo de coinvestigadores estudiantes de arquitectura. El prósito de esta etapa fué poner a las prácticas sociales en el rol de configurador y conformador del espacio calle.

A partir de su realización fue posible extraer una serie de consecuencias observacio-nales, detectando fortalezas y debilidades, para replantear los puntos débiles y fortalecer los posibilitantes para dar estructura al compendio de acciones proyectuales innovativas que se presentarán en el próximo capítulo. El planteo de los objetivos específicos de los micros de investigación proyectual se presentan en dos categorías: conceptuales y metodológicos. Los primeros relacionados al tema del TF; mientras que los segundos sobre aspectos relaciona-dos a la la investigación proyectual como metodología de trabajo, por lo tanto las conclusio-nes también se extraerán bajo las mismas categorías.

Objetivos específicos conceptuales-temáticos: . Abordar el proceso de ideación de la calle a partir de reconocer las posibilidades

combinatorias de las prácticas sociales como constructoras del espacio calle. . Explorar configuraciones morfológicas a partir de la interacción y combinación de

las prácticas sociales entre sí, y con los límites actuales de la calle. Objetivos específicos metodológicos: . Experimentar con los conceptos abordados en el desarrollo del TF, para extraer

consecuencias observacionales contrastables con la hipótesis planteada. . Incorporar la figura de coinvestigadores estudiantes para operar desde desarrollos

grupales para la obtención de resultados diversos y comparables. . Realizar una práctica en investigación proyectual de manera colectiva con estu-

diantes de arquitectura, para transferir experiencias a la docencia e investigación.

Los micros de investigación que a continuación se describirán proponen una diná-mica de trabajo articulada por los siguientes ejes de acción (MDPI, Taller laboratorio, 2013):

. observación/exploración/observación: conocer e involucrarse con el tema y caso de estudio desde una mirada desprejuiciada y espontánea, para construir el conocimien-to y la postura personal desde la propia experiencia (fenomenología). Se debe atravesar varios niveles de reconocimiento del tema en base a la observación inicial y la exploración intuitiva.

. transformación/ innovación : proponer una mirada crítica de una realidad cons-truida en base a un modelo, que es representación de esa realidad. Todas las acciones de transformación sobre ese modelo afectan directamente a la realidad en niveles de innovación incremental.

. comunicación/construcción colectiva del conocimiento: comunicar lo produ-cido para extraer conclusiones personales de lo realizado y habilitar opiniones externas, como una manera de validar la observación-intuición y habilitar nuevos esquemas de relaciones.

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Micro de investigación proyectual #1

La primera experiencia de investigación proyectual, se realizará en el caso de estudio seleccionado para el TF, la calle Independencia-San Martín, la cual se considerará como un soporte factible de modificación, bajo una hipótesis especulativa de modificación, sin consi-derar valores patrimoniales o preexistencias de valor que merecen un estudio particularizado. El micro está organizado en cuatro fases de trabajo, correlativas unas a otras, dado que los resultados o conclusiones obtenidas del primero son el insumo para iniciar el segundo y así sucesivamente. Las fases pautadas son: reconocimiento, exploración manual, exploración digital y verificación espacial.

Para el desarrollo del micro de investigación proyectual se pondrá de manifiesto la distinción metodológica de Mosaico Urbano , definida por Forman (1996) y analizada anteriormente, serán los componentes de las acciones de ideación: la matriz y una serie de bloques constructores:

Matriz: soporte físico del estado actual de la calle de estudio. Se conforma no solo por el plano horizontal de la calle, sino por las veredas, los elementos y horizontales vertica-les que limitan el espacio canal de ella, los usos del suelo de los lotes frentistas, el mobiliario urbano y todo otro elemento que aporte valor para la conformación de puntos sociales.

Bloques constructores: surgen del reconocimiento y clasificación de las prácticas sociales,distinguiéndose dos tipos de bloques constructores sociales:

. corredores (circulación): reconocidos como las prácticas que se desarrollan en torno a un desplazamiento, con velocidades variables y con variaciones de esta en cuanto a si la acti-vidad es obligatoria u opcional.

. parches (permanencia): reconocidos cuando las prácticas sociales se desarrollan en un punto fijo, y no existe velocidad de desplazamiento. Aquí los parches varían de tamaño según la cantidad de personas intervinientes o la distancia entre ellas.

La matriz está representada en una serie de piezas gráficas del estado actual de la calle, que surjen de un relevamiento detallado realizado con anterioridad. Dichas piezas gráfi-cas son: la vista superior de la calle en la que están designados los equipamientos públicos, las galerías comerciales, el mobiliario urbano y otros elementos que sean claves en la conforma-ción de puntos sociales de la calle. Esta se complementará con las secciones transversales del estado actual, las mismas estarán designadas en la vista superior y serán dos por cada cuadra, tomadas en las situaciones espaciales que generan los llamados puntos sociales.

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Gráfico de elaboración propia, como parte del las guías de trabajo para el micro de investigación proyectual.

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97Gráfico de elaboración propia, como parte del las guías de trabajo para el micro de investigación proyectual.

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Fase 1: reconocimiento

Esta primera fase es muy breve y tiene como única finalidad que el grupo de co-in-vestigadores se involucre con el tema de exploración, con la calle de intervención y con las prácticas sociales más comunes de ella. Se puede pautar un recorrido por el lugar, o también ver en pantalla gigante los paisajes sociales realizados, los reconocimientos de las acciones pre-proyectuales antes descriptas.

Grupo de coinvestigadores estudiantes

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Fase 2: exploración manual

Esta fase de la experiencia está centrada en la exploración manual, colectiva e in-tuitiva sobre la matriz con los bloques constructores. Concretamente la exploración manual consiste en la disposición aleatoria, intuitiva o racional de los bloques constructores en la matriz, prestando especial atención a la posición de los bloques en relación a los límites de la calle. Es importante aquí, dejar de lado los bordes rígidos de la calle (veredas, edificaciones, etc.), trabajaremos sobre la hipótesis de trabajo de que los límites son elásticos y pueden “amoldarse” a lo que los bloques constructores demanden.

Fotografías propias tomadas en el desarrollo de la experiencia. Abril de 2014.

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Fase 3: exploración digital

En esta tercera fase el objetivo particular es reconocer las diferencias sustanciales entre la secciones del estado actual y las que surgieron luego de la exploración manual. Por este motivo se realiza una transferencia de lo explorado manualmente a una nueva escala de exploración digital. La técnica empleada para esto es el dibujo en dos dimensiones, sobre las secciones transversales actuales. Es fundamental realizar las nuevas secciones en capas super-puestas o con otros colores para al trazar la nueva línea divisoria entre el espacio público y el privado, se evidencien las áreas ganas por las prácticas sociales.

Registro del trabajo realizado por los coinvestigadores durante el micro de investigación proyectual.

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Fase 4: verificación espacial

Sobre las nuevas secciones transversales, se propone la espacialización completa. Incorporando valores perceptuales y ambientales para visualizar las prácticas sociales como personas en acción y no como bloques rígidos. Para esto se recurre a la técnica de collage, montajes, dibujo sobre fotografías, etc. Siempre evidenciando la sección transversal como punto de partida.

Montages y collages espaciales realizados por los coinvestigadores

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Consecuencias observacionales

El micro de investigación proyectual que puso en práctica la herramienta de idea-ción “Interacción límites y prácticas sociales” fué desarrollado con un grupo de investigado-res estudiantes. Durante el transcurso de la experiencia y posterior a ella, se extrajeron una ser de consecuencias observacionales a manera de síntesis de lo realizado y aclaración de supues-tos iniciales de investigación. Dichas observaciones serán presentadas a continuación en dos nivel conclusivos: por una parte las directamente relacionadas a la calle, las prácticas sociales y la innovación proyectual que ponen de manifiesto la aplicabilidad o no de las herramientas ideadas; y en un segundo nivel las conclusiones vinculadas a los aspectos metodológicos y procedimentales.

Consecuencias observacionales temáticas: . Para habilitar mayor cantidad de practicas sociales los límites horizontales y

verticales tienen que poseer estados de porosidad, receptividad en múltiples niveles para generar interacción social pasiva y activa.

. Los límtes menos rígidos tienen la capacidad de generar niveles de interacción e intercambio que enriquecen el espacio de la calle: usos del suelo activos, planos transparentes, ritmos en las envolventes, estímulos visuales, entre otros.

. Hay que discutir el rol de los límites y del espacio resultante entre las líneas de edi-ficación y municipal. Estos ámbitos pueden albergar prácticas sociales, pueden ser oportuni-dades de enriquecer el espacio social desde el dominio privado: como insterticios o interfases.

Consecuencias observacionales metodológicas: . Cobra valor la metodología y la herramienta planteada en el proceso de ideación. . Los coinvestigadores reconocen fuertes posibilidades de transferencia a los ejerci-

cios de diseño que están desarrollando en el momento. . Se detecta un valor extra en la construcción colectiva, ya que habilita instancias de

discusión y debate. Surgen conceptualizaciones como síntesis del micro de investigación pro-yectual como por ejemplo: el trabajo sobre la porosidad de los límites, los instersticios sociales entre las líneas que definen el dominio público y privado.

. Se descubre un déficit en la etapa exploratoria, dado que los bloques constructo-res no tienen incorporado el espacio necesario para que segeneren las PS. El inciador del proceso no es espacial, la representación con fichas es una reducción del valor que existe en las distancias óptimas para la realización plena de las actividades.

. La extensión de la matriz de trabajo fué excesiva, dado que los coinvestigadores no se pudieron concentrar en la posibilidad compositiva de la herramienta .

Modelo tridimensional de la experiencia proyectual.

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Micro de investigación proyectual #2

La segunda experiencia puesta en práctica tiene, además de los objetivos específi-cos expuestos, un especial énfasis en revertir los aspectos no considerados o las debilidades detectadas en el desarrollo anterior. En este caso la experiencia se desarrolla como un micro de investigación proyectual dentro de un proceso de diseño urbano extenso, en esta oportu-nidad se aísla la variable de las prácticas sociales para reconocer el aporte que estas pueden hacer para transferir a una estrategia urbana en un sector de laciudad de Córdoba.

Tal como se había observado en el primer micro la metodología y la herramienta es factible de transferirse, el caso de estudio es solo una excusa para contextualizar y situar las prácticas sociales en un entorno real. Es importante aclarar en relación a eso que según el caso de estudio las categorías de prácticas sociales pueden variar, algunas pueden desaparecer y otras pueden surgir según la escala del sector y sus características principales.

Este micro de investigación proyectual se plantea también de manera colectiva, como una experiencia concentrada de especialidad en el componente social. El mismo se desarrolla con un grupo de 24 alumnos de la cátedra de Diseño Urbano 2, de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Córdoba. Se trabajará localizado en un sector de barrio Güemes, en la ciudad de Córdoba, con la premisa de generar un tejido urbano eco-ex-perimental. Se incorpora en este caso una nueva variable a considerar, en relación a trabajos previos de los alumnos en el barrio, que tiene incidencia en la escala de estrategia a plantear: el origen de los vínculos que actúa como promotor de las prácticas sociales (prácticas sociales de familia, de vecinos, de la comunidad o inter-comunidad).

Se prestará especial atención, en esta oportunidad a las distancias óptimas para la realización de las prácticas sociales, para que estas no se invadan entre sí, para que no inco-moden los espacios personales y posibiliten variedad de ellas en mismos ámbitos espaciales. Por este motivo se retoma el concepto abordado en la definición de las categorías de prácti-cas sociales, la proxemia.

Concretamente la proxemia es el empleo y la percepción que los humanos tienen de su espacio fí-sico, de su espacio íntimo, de cómo y con quién lo usan. Y esta define cuatro tipos de prácticas so-

ciales en relación a las distancias óptimas entre las personas: íntimas, personales, sociales y públicas. Las distancias definidas por la proxemia, plantean únicamente la radialización óptima para estados de confort personal en cuestiones de proximidad y distancias con otras personas, según niveles de confianza o intimidad, pero no las dimensiones necesarias para albergar las prácticas sociales. Por

ello es necesario tomarlas como referencia e iniciar un camino que defina los boques constructores de prácticas sociales, que contienen la actividad en sí misma y el espacio necesario para que esta se

desarrolle de manera óptima.

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Fase1: relevamiento y debate grupal

En base a relevamientos o conocimientos previos de la calle de intervención se de-berá plantear un listado de las prácticas sociales predominantes. Luego reconocer en ellas la cantidad de personas participantes y el tipo de actividad que se desarrolla, con la intensión de discernir si en la práctica social identificada hay mobiliario, soportes especiales u otros, y sus dimensiones óptimas. Lo conversado se sintetizará en una tabla de doble entrada que permita tener claridad y orden de la producción grupal.

Fase dos: definición de los bloques constructores

Tomando nuevamente como antecedente directo la metodología del Mosaico Urba-no; definiremos la matriz, los parches y los corredores de la experiencia. La matriz queda ma-nifestada como el soporte físico del sector de la ciudad (calle, veredas, ensanches, esquinas, etc.), los bloques constructores serán los ámbitos donde se desarrollan las prácticas sociales: siendo los corredores los destinados a la circulación a diferentes velocidades, y los parches las actividades de permanencia, que implican estancias de mayor o menos duración.

Se toma como insumo para la construcción de las plantillas los estudios del espacio personal y vincular aportados por la proxemia, descriptos en el

capítulo “las prácticas sociales”

Ahora bien, con las prácticas sociales identificadas en la fase anterior se deberán realizar una serie de plantillas geométricas de diversos tamaños y colores, que representen lo detectado. Dichas plantillas contendrán por códigos de colores, texturas y/o tamaño, la información de las dimensiones óptimas y del espacio necesario para su realización. Para esta experiencia es de mayor valor definir plantillas de prácticas sociales de permanencia, es decir parches, que corredores o espacios de circulación.

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105Fotografías propias tomadas en el desarrollo de la experiencia. Junio de 2014.

Fase tres: operaciones con plantillas de prácticas sociales

Para realizar esta fase es necesario contar con una planimetría o vista superior sim-ple de la calle de estudio, la información que esta debe contener es: dimensiones de calles, veredas, trazado de líneas de edificación, retiro, municipal y de cordón vereda, localización de equipamientos significativos y mobiliario urbano. Sobre dicha planimetría en escala 1:200 o 1:100, según la extensión de la misma, se realizará un ensayo colectivo con el objetivo loca-lizar las plantillas en su “lugar ideal”.

Pautas de trabajo: 1. Discutir, consensuar y registrar los criterios de localización de los bloques

constructores (prácticas sociales)2. Reconocer y dimensionar el espacio necesario para cada escala de interac-

ción social y sus prácticas sociales. 3. Trazar la nueva línea de edificación resultante que definiría la volumetría del

espacio público.

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Consecuencias observacionales

Se plantean a conclusiones las observacione sgenerales de la experiencia rea-lizada, a modo de conclusiones o aprendizajes derivados de la totalidad del mico de investigación proyectual. Al igaul que en la herramienta anterior, se plantearan en dos niveles, el primero de ellos en relación al tema del TF (la calle, las prácticas sociales y la innovación proyectual) y el segundo en relación al abordaje metodológico del micro:

Consecuencias observacionales temáticas:. Se pone en discusión el ¿qué son las prácticas sociales y cómo se las define?

Se asocia, a partir de conocimiento previos el vínculo estrecho entre prácticas sociales e interacción social.

. Se llega a definir que existen niveles de interacción social: desde más intensos o activos a pasivos, directos o indirectos, que determinan prácticas so-ciales más o menos reconocidas y valoradas.

En relación a la metodología desarrollada: . El trabajo con la dimensión de los radios y sus actividades posibilitó incorpo-

rar un iniciador espacial, en planta o en 2D. . Los parches en esta oportunidad no están definidos por prácticas sociales simples

o aisladas, sino compuestas por varias que conviven en su espacio óptimo de desarrollo. . El concepto de plantillas de prácticas sociales es superador, en el sen-

tido que pueden estar compuestas por varios tipos de prácticas sociales en con-junto, o superpuestos pueden combinarse en el espacio.

. El hecho de los coinvestigadores conocían el sector de trabajo, lo tengan rele-vado e internalizado desde varias ópticas fue una fortaleza a la hora de la consideración de las prácticas sociales que son características del sector.

. En la experiencia anterior, la fortaleza fué la consideración de la tridimensión, dado que la matriz era una maqueta como un modelo de la realidad; en cambio en este caso el hecho de trabajarlo solamente en planta redujo la posibilidad volumétrica de la calle.

. Los parches podrían ser esferas de diferentes tamaños, que ellos con-tengan una variedad de prácticas sociales que se puedan realizar según las dis-tancias definidas por la proxemia.

Fotografías propias tomadas en el desarrollo de la experiencia. Junio de 2014.

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En el siguiente esquema se sintetizan las principales devoluciones, comentarios y reflexiones de los coinvestigadores estudiantes que realizaron los micros de investigación proyectual. Creemos fundamental que las acciones proyectuales a plantear tengan inicidencia directa en el proceso de ideación de la calle como objeto de diseño urbano. Por tal motivo las experiencias desarrolladas fueron instancias de indagación conceptual, metodológica y protourbana, de ellas se transferirán las fortalezas, atenuarán las debilidades y exacerbarán las potencialidades para conformar un elenco de acciones proyectuales que incoporen las prácticas sociales como parche configurador del espacio calle.

Gráfico de elaboración propia en base a comentarios y conclusiones generales de los coinvestigadores.

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Conclusiones parciales

Para abordar las conclusiones parciales de este capítulo se regresa al momento inicial en el que se manifestaron una serie de interrogantes guía, a los que se intentó dar respuesta a lo largo del recorrido de antecedentes y conceptualizaciones respecto a la innovación proyectual.

¿qué es la innovación? La innovación se manifiesta cuando en un fenómeno interviene una intención o

mirada creadora. La mirada creativa es cualidad de diseñadores y proyectistas; quienes con intenciones, cultura disciplinar, premisas y desafíos de diseño, podrían transitar un camino alternativo conducente a la innovación. En palabras de César Naselli, innovar implica alterar, cambiar, mudar, introducir novedades a una cosa o fenómeno (2006), pero necesariamente la innovación no es equivalente a la inveción a los inventos.

¿con qué categorías podemos encontrarla? A partir de los antecedentes recorridos, la innovación se presenta en dos categorías

principales: innovación incremental e innovación radical. Siendo la primera la incorporación de cambios, novedades o mutaciones a algo ya existente, a diferencia de la segunda que es casi la invención de algo inexistente. También la innovación puede presentarse en los procesos de diseño, en las materializaciones, en los modos de producción, comunicación; y esto inevita-blemente tiene incidencia en los resultados, haciéndolos innovadores.

Al igual que en capítulos ante-riores, otro de los aprendizajes del pre-sente capítulo es una serie de términos claves que serán utilizados y puestos en práctica en etapas experimentales del TF. A continuación se listan los concep-tos que componen el glosario relaciona-do a la innovación proyectual.

Investigación proyectual: es una me-todología de investigación aplicada al diseño apoyada en la fenomenología. Busca indagar en variables a través de experiencias acotadas, pre-definidas con objetivos específicos denominadas micros de investigación proyectual.

Micros de investigación proyectual: son pequeñas experiencias de diseño organiza-das para poner en disución o debate una o varias variables de un tema o problema de diseño. Se organizan en guías de trabajo, con etapas o fases claras, para llevar un registro claro y exhaustivo de las dificultades o descubrimientos realizados que aportan a aclarar el concepto que se debate. Generalmente son experiencias colectivas que apelan al hacer como generador de conocimien-to de manera colectiva.

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¿de qué manera la ponemos de manifiesto en nuestros procesos de diseño?

En el desarrollo del TF la innovación está vinculada al desarrollo de nuevos puntos de origen en el proceso de diseño, siendo estos complementarios a los tradicionales o cono-cidos. También podrían definirse como campos no experimentados, o nuevos estímulos que inevitablemente arrojarán otros resultados. La conciencia y posterior evaluación del camino recorrido y los resultados obtenidos, nos dirán si los caminos proyectuales abordados hacen a la innovación en el diseño de la calle, y si realmente incorporan las prácticas sociales como un insumo en dicho proceso.

Para operar desde la innovación es fundamental encontrar acciones, abor-dajes y técnicas que tengan incorporada esa intención, es por ello que en los apar-tados siguientes se define la investigación proyectual como un camino a la innova-ción, y las acciones proyectuales como operativos innovadores. Por este motivo se plantean como metodologías conducentes e la innovación la investigación proyec-tual y la fenomenología, utilizando a través de ellas herramientas, instrumentos, estrategias que aborden de manera alternativa el reconocimiento de un problema y las posibilidades de responder a el .

Coinvestigadores: son los integrantes de una experiencia de investigación proyectual. Los roles están asignados generalmente con un in-vestigador guía, quien lleva adelante y propone el micro, y un grupo de coinvestigadores. Deno-minar coinvestigadores a todos los integrantes, implica eliminar jerarquías previas, asumiendo la posibilidad y responsabilidad compartida de generar conocimiento y aprendizajes en la expe-riencia.

Protocolos de registro: se definen en las guías de trabajo de los micros de investigación proyectual. Consisten en dejar definido con an-terioridad el modo en que se desea registrar los resultados y las observaciones, para que luego puedan ser comparados entre sí.

Herramientas proyectuales: son técni-cas, recursos gráficos o materiales que se ponen en uso para facilitar visualizaciones, deducciones, caminos y agilizar procesos, incorporando una serie de elementos que intermedien entre el dise-ñador y el objeto a diseñar.

Instrumentos proyectuales: a diferencia de la herramienta, indaga desde lo conceptual desde el plano de las ideas. Si bien son utiliza-dos con fines similares: para activar procesos de aprendizaje o de ideación, los instrumentos están asociados a lógicas más abstractas.

Estrategias proyectuales: son un con-junto de abstracciones, pertenecen al mundo de las ideas, de las decisiones. En ellas se traza un camino a recorrer, se diseña un trayecto que per-mita partir de un cuestionamiento para arribar a una propuesta de diseño.

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Acciones proyectuales innovativas

Durante el desarrollo del TF se practicaron una serie de experiencias proyectuales con el objetivo de verificar los conceptos estudiados de las prácticas sociales, la calle y la in-novación proyectual. El desarrollo de este capítulo, perteneciente al momento síntesis del TF, está conformado por el despliegue de las acciones proyectuales desarrolladas. En la descripción de ellas pondremos en evidencia las relaciones con los conceptos desprendidos del estudio de antecedentes bibliográficos y construcciones argumentales desarrolladas en los capítulos anteriores. Se describirán las experiencias realizadas, considerándolas a ellas como parte de las conclusiones generales, el propósito continúa siendo incorporar las prácticas sociales al proceso de ideación de la calle como espacio público a partir de la puesta en práctica de una serie de acciones proyectuales innovativas (herramientas, instrumentos, estrategias y tácticas).

Al momento de realizar una experiencia de proyecto completa en una calle y con la intensión de incluir las prácticas sociales, consideramos fundamental instancias de conoci-miento o relevamiento previo del fenómeno. Para conocer, describir, analizar y diagnosticar la calle y su componente social se deberán articular nociones de relevamiento físicos, percep-tuales de la calle y sus límites; como así también relevamientos del orden de lo subjetivo para el conocimiento integral de las prácticas sociales. Por estos motivos, las acciones proyectuales a describir se clasificarán en dos grandes grupos: las acciones de reconocimiento e identifica-ción y las acciones preproyectuales o de ideación.

Acciones de reconocimiento e identificación: se des-pliegan en este grupo estrategias o instrumentos metodológicos mixtos con el propósito de conocer, analizar y diagnosticar inten-sionadamente la calle de estudio y sus componentes dinámicos. El resultado esperado de ellas es que los proyectistas se encuentren con un conocimiento amplio e interdisciplinar de la calle y sus prác-ticas sociales. Las acciones son utilizadas en este grupo son:

1. Identificación de puntos sociales2. Pared de visualización de información periodística3. Registro y observación directa

Acciones preproyectuales o de ideación: son aquellas herramientas que habilitan ideas o premisas de intervención en los componentes físicos, a partir de moldearlos con componentes sociales o subjetivos. Estas acciones arrojan como saldo premisas de intervención, ideas de proyecto y las primeras construcciones espaciales de la calle que deseamos. Sus resultados esperados son objetos protourbanos, con cierto grado de inacabado o incomple-to, pero con alta carga conceptual y potencia proyectual. La acción de este grupo es combinada y se denomina:

4. Interacción límites y plantillas de prácticas sociales

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Las posibilidades de incorporar las prácticas sociales al proceso de ideación, tradu-cidas a acciones proyectuales son múltiples y diversas y dependen de la situación. Si tomamos en consideración el esquema de proceso de diseño de César Naselli, estás acciones podrían ser caracterizadas como vectores transversales o disparadores, tienen fundamental incidencia en el proceso de ideación y en el área de formulación de las ideas (NASELLI, 2013).

Las herramientas proyectuales innovativas se convierten en una serie de acciones de reflexión-diagnóstico-ideación, un “kit” de recursos para poner en evidencia y explicitar el componente social. En su mayoría consisten en creaciones gráficas, soportes visuales, mode-lizaciones mixturadas con dinámicas lúdicas (ARES & RISLER, 2013).

En las práginas siguientes se presentan las acciones proyectuales innovativas, como uno de los resultados obtenidos del TF. Cada una de ellas organizada con la siguiente estruc-tura: descripción general, objetivos específicos, fases de exploración y consecuencias obser-vacionales. Para reconocerlas y caracterizarlas se grafican acompañadas de una pequeña ficha síntesis, que pretenden dar la información más concreta y significativa de cada una de ellas. La información que contienen las fichas está sintetizada en el siguiente esquema explicativo:

Gráfico de elaboración propia

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Se propone la construcción de cartografías para la representación y reconocimiento de la calle, para esto es fundamental contar con un relevamiento de la misma en diferentes días de la semana y horarios. De utilidad en momentos iniciales del proceso de ideación esta herramienta permitirá realizar un reconocimiento intencionado de la calle de estudio, para luego diagnosticar su estado actual. En ella se toma como fundamento teórico lo desarrollado en el capítulo “la calle”, específicamente a partir del concepto de “puntos sociales”. Retoman-do dicho concepto, Ladizeski los describe como “una serie de lugares tipológicos del espacio social, nodos que se caracterizan por concentraciones de actividades, puntos de referencia o de afluencia de personas. Dichos lugares se denominan puntos sociales y son sitios o áreas reconocidas y referenciales para el encuentro y la interacción social”(LADIZESKY, 2011).

Ver “mirada social a la calle”, descripción del valor de los puntos sociales en el reconocimiento de una calle como espacio público.

Objetivos específicos

Identificar los lugares tipológicos del espacio social denominados puntos sociales. Reconocer los valores y elementos físicos de la calle.

Fase 1: planimetría del estado actual

Se deberá construir una planimetría en donde a través de colores sea posible identi-ficar: usos del suelo (comercial, residencial, laboral, industrial), presencia de equipamientos e instituciones, espacios verdes, paradas de transporte público, nodos especiales, hitos de valor simbólico o patrimonial, presencia espacios que albergan eventos culturales o populares, entro otros que puedan surgir del recorrido. Esta planimetría puede armarse por capas su-perpuestas, perforaciones, colores y/o texturas. El objetivo es tener una radiografía actual de los componentes físicos que podrían tener incidencia en las prácticas sociales. En la base de la misma es fundamental deslindar el espacio público del privado, trazando la línea municipal y otras líneas que caracterizan la calle: línea de cordón vereda, línea de edificación, etc.; como así también los nombres de las calles transversales a la propia y las anchos de calzada y acera.

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Graficos de elaboración propia en base a registros y relevamientos en la calle de estudio.

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Fase 3: secciones transversales sociales

Por cada uno de los puntos sociales identificados se deberá construir una sección transversal que contenga toda la información física: edificación, veredas, arbolado, mobilia-rio, señalética, etc., como así también los primeros volúmenes resultantes de las prácticas sociales que puede trazarse en capas superpuestas transparentes, en diferentes horarios o días de la semana. De esta manera tendremos una construcción de secciones transversales con el componente social como pulsante de los límites definidos de la calle.

Consecuencias observacionales

Para iniciar un proceso de reconocimiento es una herramienta de utilidad, ya que puede integrar variables combinadas desde miradas funcionales, perceptuales, sociales, entre otras particulares del lugar. De esta manera la lectura de capas no es independiente una de otras, arribando a un resultado en la combinatoria: la identificación de los puntos sociales. Según particularidades del lugar se podrían incorporar nuevas lecturas, esto es abierto y está en manos del criterio del grupo de proyetistas. Plantear secciones transversales en el eje de los puntos sociales, permite contar con una descripción geométrica y dimensional del espacio de la calle, para luego, operar en el, en sus límites, en su conformación general.

Fase 2: identificación de puntos sociales

La meta de esta fase es identificar los puntos sociales, caracterizarlos y establecer categorías en ellos. En la secuencia de recorrido de la calle de estudio, es posible que encon-tremos más de un punto social, es por esto que combinando la construcción planimétrica y las secciones transversales estaremos frente a un estado actual de la calle, detallado desde lo cuanti y cualitativo, con los valores propios de la transformación que las prácticas sociales hacen sobre los elementos físicos.

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sección transversal social 01

sección transversal social 03

sección transversal social 11 sección transversal social 12

sección transversal social 02

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Graficos de elaboración propia en base a registros y relevamientos en la calle de estudio.

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La pared de visualización es un recurso gráfico utilizado como soporte comunica-tivo de técnicas cualitativas de investigación. La misma posibilita exhibir y clasificar infor-mación, establecer vínculos entre ella; para luego analizar, evaluar y extraer consecuencias observacionales que permitan describir un fenómeno. A los fines de convertirla en una ac-ción proyectual, se optó por utilizar la pared de visualización vinculada a la información periodística de actualidad de la calle y las prácticas sociales. De esta manera el equipo de coin-vestigadores tendrá que recopilar artículos periodísticos en donde se mencionen, estimulen, protejan o critiquen las prácticas sociales en la calle de estudio; para luego montarlos sobre la pared y visualizarlos en conjunto.

La clave de esta herramienta es encontrar vínculos entre las noticias, titulares o fo-tografías periodísticas. Si dichos vínculos son explícitos entre los participantes de la acción proyectual, de manera aleatoria se pueden extraer consecuencias observacionales, diagnós-ticos de situación, opiniones públicas, ideas embrionarias de diseño, entre otros. Se podría integrar dentro del proceso de ideación como un factor externo.

En el capítulo “la calle”, se hace referencia a que parte del reconocimiento de la calle como objeto urbano-social se podría realizar a través de artículos periodísticos

o discursos masivos, y para su transferencia a acciones proyectuales la pared de visualización se convierte en un recurso dinámico, colectivo, abierto y entretenido.

Objetivos específicos

Conocer el rol de los medios de comunicación en la valoración de las prácticas sociales del espacio de la calle, y su aporte a la cultura urbana.

Incorporar factores externos paradisciplinares como estímulos en el proceso de ideaciónAbordar modos de visualización, debate y construcción de información abiertos,

colectivos e intuitivos.

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Fase 1: búsqueda de información en los medios de comunicación

El investigador o el grupo de coinvestigadores realizaran un rastreo de artículos periodísticos actuales relacionados a la calle, las prácticas sociales, el sector de estudio, entre otros. Lo importante en este caso es tener una variedad de artículos que superen la mirada disciplinar, y en los que podamos identificar como los medios de comunicación interceden en los comportamientos de aceptación, fomento o anulación colectivos.

Graficos de elaboración propia en base artículos periodísticos locales (ciudad de Córdoba) que referencien la calle de estudio. Recopilados entre los años 2011 y 2014.

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Fase 2: armado de la pared de visualización

Definir un soporte para la el armado de la pared de visualización, puede ser una hoja de gran formato, un panel u otros. En él se irán colocando las noticias o artículos perio-dísticos de manera intuitiva y aleatoria. También se pueden incluir fotografías o ilustraciones. Cuando toda la información esté montada en el panel se procederá a definir criterios de vín-culos, derroteros de conexión, extracción de conclusiones parciales, estado del tema o pro-blema del diseño. Es fundamental que se registre el proceso de montaje, los temas repetidos, los recursos empleados, los tiempos de duración, etc.

Fotografías propias de una experiencia colectiva de “pared de visualización”realizada con coinvestigadores estudiantes. FAUD. UNC. 2015.

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Fase 3: vínculos y conexiones

Para la extracción de ideas concretas se podrían utilizar hilos de colores, stikers u otros. En este momento es posible concretar dos subacciones: la primera de ellas a partir de la observación extraer las palabras claves o más repetidas, destacadas de la pared y que estas se transformen en los nodos de la red de vínculos; o bien, iniciar un camino de vínculos aleatorios, un derrotero de manera intuititva. En ambos casos la fase 3 finaliza, a partir de la reconstrucción de esos vínculos trazados, tomando registro de los fragmentos que luego fun-cionaran como: diagnósticos de situación, premias de diseño en relación a las necesidades de los usuarios, registro de los reclamos más habituales, los programas insatisfechos, entre otros.

Consecuencias observacionales

La pared de visualización resulta una manera de explicitar una variedad de infor-mación de actualidad recopilada. En la diversidad de los vínculos, posibles de establecer, se encuentra el desafío de utilizarala como una herramienta preproyectual o habilitadora de instancias de ideación. Es fundamental para que las instancias más intuitivas o aleatorias no pierdan sentido, tomar registro detallado de lo realizado, los emergentes, los temas ocultos, las nociones más repetidas, etc.

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Para la puesta en práctica de esta acción, es fundamental confeccionar de manera previa una guía o ficha de observación directa. El objetivo está en recorrer la calle de estudio, deteniéndose a observar cuáles son las prácticas más comunes en el sector y en donde se lo-calizan. Si bien el registro principal se realiza a través de la vista, se podrían involucrar el resto de los sentidos para hacerlo más completo. Esta herramienta permitirá tener un conocimien-to particularizado del componente social, de sus prácticas más habituales; siendo compatible a la identificación de los puntos sociales, antes mencionados que operaba principalmente sobre el soporte físico.

El llenado de las fichas de observación directa debe realizarse en el momento, y puede combinarse con fotografías, pequeños croquis o ideogramas de lo observado. En este punto no debemos confundir el registro y la observación con una encuesta o consulta masiva, el objetivo es interceptar la realidad social desde el ojo del proyectista o investigador.

Este instrumento de observación directa está confeccionado a partir de una ficha de registro estructurada a apartir de la clasificación de las prácticas sociales definidas en

el capítulo “las prácticas sociales”. Es de utilidad para someter dicha clasficación a un proceso de evaluación, y así verificar si todas las categorías definidas son de igual

jerarquía, valor, pertinencia, etc.

Objetivos específicos

Recopilar datos cuali-cuantitativos respecto de la diversidad de prácticas sociales en la calle y clasificarlas según tipos.

Ejercitar la observación con detenimiento de las prácticas sociales para reconocer-las en su origen, desarrollo, duración, soportes, entre otras variables definitorias.

Conocer e identificar los tipos y cantidad de prácticas sociales en la calle de estudio

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Fase 1: recorrido y registro

El grupo de coinvestigadores contará con una ficha de observación y registro. En ella se dejará asentada la clasificación de las prácticas sociales previendo un espacio para ob-servaciones particulares, fotografías y datos extras. Es fundamental que esta acción se realice de manera colectiva, en grupos de observación de no menos de 20 coinvestigadores., para que los resutados sean diversos y factibles de comparar.

Fase 2: puesta en común

La segunda fase de esta acción es la puesta en común de lo observado por el grupo de coinvestigadores, aquí interesan los puntos de encuentro y desfasaje de las observaciones de cada uno. En esta fase pueden surgir las primeras ideas sobre: ¿cuáles son las prácticas sociales dentro del contexto de la calle de intervención?¿qué prácticas se deben favorecer, potenciar, estimular en el momento de la intervención? El hecho poner en práctica está ac-ción de observación directa con un grupo de coinvestigadores permitió identificar que de la primera clasificación de las prácticas sociales realizada en el capítulo “las prácticas sociales”, hay algunas de las categorías que tienen mayor incidencia.

La totalidad de las fichas de observación directa se pueden observar en el anexo: “fichas de registro y observación directa” página 182

Fichas de observación directa utilizadas en un recorrido de relevamiento en la calle de estudio. Experiencia realizada con coinvestigadores estudiantes.

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Consecuencias observacionales

La clasificación de las prácticas sociales definidas en el momento inicial fueron de utilidad, en primera instancia, como una guía para la observación directa y reconocmiento conciente del estado actual de la calle de estudio. Luego de la puesta en práctica de esta ex-periencia se observó que solo algunas de los grupos de prácticas tienen mayor incidencia en el soporte físico, y como consecuencia son insumos para la extracción de ideas proyectuales:

De la clasificación planteada se seleccionan las siguientes como las primordiales:

. prácticas sociales según el tipo de actividad: clasificadas en dos sub-categorías según intervengan o no los desplazamientos, es decir permanencia o circulación: desplaza-miento: circulación; permanencia: producción, consumo, espera.

. prácticas sociales según la cantidad de personas que participan: indivuales, grupales, colectivas y masivas.

. prácticas sociales según la distancia entre las personas participantes, es-tablecidas de acuerdo a las nociones de la proxemia: íntimas, personales, sociales, públicas.

. prácticas sociales según el espacio urbano-arquitectónico que las alberga: calles, veredas, esquinas, retiros o jardines, que están dentro de la línea municipal.

Como consecuencia del procesamiento de las observaciones, se extrajeron las si-guientes observaciones:

. Predominan las prácticas sociales de consumo, asociadas estas al comercio, siendo de carácter formal o informal. En menos proporción pero también con fuerte incidencia en se da como actividad importante la circulación y la espera.

. Predominan las prácticas sociales grupales, es decir actividades que se desarrollan entre 3 y 15 personas. Dentro de esta categoría se incluyen las individuales, dado que las prác-ticas masivas y colectivas se desarrollan en eventos puntuales y programados.

. Predominan las actividades realizadas de manera obligatoria. De esto se deduce que las personas asisten a este sector de la ciudad solo si un compromiso los obliga a ello, pocos son quienes asisten por placer o por opción, y esto puede tener que ver con las bajas condiciones del espacio físico.

. Según el tiempo de duración predominan las actividades que duran entre 20 y 30 minutos, definidas como de media duración. Esto asociado a la observación anterior, tiene coherencia ya que las personas asisten por obligación e intentan permanecer la menor canti-dad de tiempo posible.

. Según la proximidad entre las personas predomina la distancia social, es decir entre 1.20 y 3.75 metros entrre los contactos de las personas.

. Las prácticas sociales se manfiestan predominantemente en la vereda (o en calles peatonales), dado que en la calle la circulación vehicular inhibe o interrumpe las actividades de carácter peatonal. Al mismo tiempo para que estás se desarrollen optimamente es necesa-rio el complemento de mobiliario e infraestructura.

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125Ficha de elaboración propia en base a clasificación de prácticas sociales

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Es la herramienta que posibilita la formulación de ideas de diseño en una calle a partir de la puesta en situación de las prácticas sociales como parches de actividades. Su operatoria combina los resultados y diagnósticos obtenidos de las acciones de identificación y reconocimiento y las intenciones propias del diseñador. Como acción preproyectual pone de manifiesto el propósito del TF, en el que manifestábamos que las prácticas sociales pulsan los límites de la calle o la reconfiguran espacialmente.

Tiene su inicio en la construcción de una matriz del estado actual de la calle, ya ela-borada en “la identificación de los puntos sociales” y somete a operatorias híbridas, (entre el pensamiento lógico, de diagnóstico e intuitivo) las prácticas sociales relevadas y valoradas en “las fichas de registro y observación directa”. La búsqueda particular de esta acción proyectual es reconfigurar el borde público-privado, el límite entre la arquitectura frentista y el espacio urbano de la calle, para encontrar en el posibles espacios apropiables por las prácticas sociales.

La matriz será una modelo de realidad a escala, que contendrá la información fun-cional, perceptual y social de la calle de estudio. Los bloques constructores serán las prácticas sociales identificadas, representadas como plantillas que contienen la dimensión que ocupa la persona, sumado a dimensión óptima para la realización del tipo de actividad. Los límites de la calle se presentarán como flexibles y modificables a partir de la necesidad espacial que demanden los parches de prácticas sociales. De esta manera como resultado de la exploración protourbana, se podrá replantear el nuevo borde público-privado, tanto en secciones verti-cales como horizontales.

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Objetivos específicos

Hibridar las etapas de reconocimiento e identificación con las de la formulación de las ideas.

Relacionar la mirada espacial, funcional y social a la calle en una operación morfo-lógica en el borde público-privado del espacio urbano.

Configurar una nueva espacialidad de la calle a partir de la interacción de los parches de prácticas sociales con los límites de la calle.

Componentes

. Matriz: es la calle como espacio social según lo elaborado en relevamiento previos. Se representa con una base rígida que contiene la planimetría resultante de la acción de re-conocimiento “identificación de puntos sociales”; sobre esta se superpone una grilla de ori-ficios equidistantes que permitirán el levantamiento de las aristas del borde público-privado. Dicho borde se materializa por tres planos elásticos sucesivos, equivalentes a los pisos de una edificación (considerados de 3.00 metros de altura cada uno), lo que permitirá su modifica-ción independiente uno del otro.

Graficos de elaboración propia en base a fotografías de la maqueta realizada.

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. Bloques constructores: son las prácticas sociales entendidas como parches según su origen, cantidad de personas, etc. Se representan con una circunferencia de base traslúci-da cuyo diámetro es resultado de la sumatoria del espacio ocupado por la persona, por su actividad y las distancias óptimas de relación social definidas por el estudio de la proxemia. A los fines de la exploración presentada se definen como parches de prácticas sociales los siguientes, pero los mismos pueden ser redefinidos según el lugar de intervención, las prác-ticas predominantes, incluso pueden ser construídos de manera colectiva por el grupo de coinvestigadores:

Individuales: prácticas de circulación y/o permanencia, se considera como radio de acción un espacio promedio entre 1.00 y 1.50 metros.

Grupales: son las prácticas de permanencia, consumo, manifestaciones artísticas. En ellas participan entre dos y cuatro personas, generalmemte con algún tipo de mobiliario o soportes especiales, se considera como espacio óptimo para la realización de las actividades un diámetro de 3.00 metros.

Colectivas: son las prácticas sociales en las que participan entre seis y ocho perso-nas, el espacio que ocupan es de 5.00 metros aproximadamente. Su destino puede ser perma-nencia, consumo, producción, entre otras.

Masivas: generalmente son prácticas ocasionales, de aparición eventual (organizada o espontánea) están asociadas a espectáculos callejeros, festejos, manifestaciones. Participan de ellas más de diez personas, puediendo llegar a integrar hasta cincuenta participantes.

Fase 1: ubicación de los parches sociales

Sobre la matriz se ubicaran los diferentes parches sociales (los colores simbolizan actividades y cantidad de personas participantes). La ubicación de cada parche se regirá por criterios que surgen de relevamientos previos, resultados de acciones de identificación, etc. Los parches sociales pueden superponerse y yuxtaponerse, buscando representar los más aproximado a la realidad las prácticas sociales detectadas.

Grafico de elaboración propia en base a fotografías

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129Fotografías propias tomadas en la exploración con la matriz de la acción de ideación: interacción límites y plantillas de prácticas sociales.

Fase 2: pulsión de los límites

El borde público-privado tiene la posibilidad de ser modificado en su trazado ho-rizontal y vertical, apelando a contener los parches sociales localizados y generar el espacio óptimo para la realización de la práctica social. Dichas modificaciones deberá realizarse ope-rando en la condición elástica del material que representa los límites verticales. Generando situaciones singulares que podrían contener o albergar las prácticas sociales.

Fase 3: registro

Registrar con fotografías la nueva configuración del borde público-privado a nivel de zócalo, reconociendo en ellas los espacios ganados por las prácticas sociales. Identificar los nuevos estados que el borde público-privado adquiere como una posibilidad de contener y propiciar las prácticas sociales y ensayar posibles configuraciones espaciales sobre ellas.

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Consecuencias observacionales

Como acción preproyectual o de las instancias de ideación la dinámica que esta he-rramienta propone permite considerar a los límites como un elemento que puede ser modifi-cado y alterado, ya que la condición del material que lo representa en la matriz lo permite: la capacidad flexible y elástica del plano vertical de borde puede adquirir diversos estados según los requerimientos que las prácticas sociales ejercen sobre él.

En este sentido, desde la conceptualización del problema abordado por el TF, las prácticas sociales ejercen una pulsión en los límites de la calle, generando nuevas configu-raciones del borde público-privado. En un recorrido por estas configuraciones observamos que se tratan de condiciones de discontinuidad, porosidad e intersticialidad en la configura-ción formal de dicho borde. Cada una de ellas, de manera individual o combinada, podría manifestarse en tipologías urbano-arquitectónicas como terrazas, zócalos, recovas, galerías, balconeos, entre otras.

Discontinuidad: en la configuración horizontal de la línea de edificación y su coincidencia o no con la línea municipal. Cuando estas líneas se interrumpen, quiebran o retranquean permiten que el espacio de la calle se amplíe posibilitando la contención de mayores y más numerosas prácticas sociales.

Porosidad: cuando los límites verticales pierden rigidez y dureza nos referi-mos a planos verticales porosos o animados. Autores como Jan Ghel (2014) afirman

Fotografías propias tomadas en la exploración con la matriz de la acción de ideación: interacción límites y p;antillas de prácticas sociales.

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que si los bordes son animados los espacios que estos contienen también lo serán. Un borde público-privado poroso es un borde con mayor cantidad de estímulos visuales, motivos más que suficientes para garantizar la interacción social y los encuentros.

Intersticialidad: los intersticios se presentan como una condición espacial superadora a la conocida. Estos espacios hibridan características del espacio público y del privado. Son espacios óptimos para el desarrollo de prácticas sociales, son ricos en oportunidades para el descanso, las conversaciones, la protección, la recreación y el placer.

Si las condiciones de la conformación del borde público-privado descriptas ante-riormente se desarrollan a lo largo de un recorrido por una calle, las prácticas sociales serán integradas y multiplicadas en tipos.

Desde el punto de vista metodológico, como acción de ideación es superadora a las exploraciones presentadas en el capítulo anterior (Experiencias de investigación proyectual), hace síntesis de los aspectos considerados en los momentos conceptuales del TF y recupera las conclusiones parciales y los diagnósticos de las acciones de identificación y reconocimien-to. En etapas futuras se podría verificar en prefiguraciones espaciales, con un ajuste de escala de proyecto de diseño urbano, o bien delineando una norma urbanística que considere la planta baja y los primeros pisos como parte del espacio de la calle.

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Las acciones proyectuales innovativas se proponen como una serie de vec-tores transversales que se insertan en el área de formulación de las ideas dentro el proceso de diseño urbano; con el propósito de complementar y apoyar desde las prácticas sociales las lógicas reproductivas y cuantitativas del diseño de calles. El recorrido por los an-tecedentes metodológicos presentados y las micro-experiencias de investigación proyectual abordadas dejaron como resultado una serie de aprendizajes, que son tomados en cuenta para la definición de herramientas, instrumentos y estrategias proyectuales.

Las acciones proyectuales innovativas son operaciones híbridas que vincu-lan áreas intuitivas y de indagación técnica, realimentándose a partir de las nociones del pensamiento: lógico y analógico e intuitivo. Las mismas surgen de la superposición de las metodologías y las fases de desarrollo de los micros de investigación, vinculando las fortalezas de cada uno, mitigando las debilidades y sumando datos y conceptos no contem-plados hasta el momento. Las mismas conforman un conjunto de componentes híbridos

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utilizables en procesos de reconocimiento-identificación-relevamiento de una calle urbana y también para los procesos de ideación-proyectación de la misma. Como se expresaba en los párrafos anteriores son complementarias y de apoyatura en otras instancias del proce-so de diseño urbano, bajo la convicción de que las prácticas sociales, generan capital en la calle y este es uno de los principios básicos de la interacción, la identidad y la cohesión urbana.

Son un medio, no el fin. Están inmersas en un proceso más amplio, son de utilidad para visibilizar y considerar fenómenos no tenidos en cuenta en los modos de producción de espacio urbano tradicional. En este punto radica la innovación, utilizarlas implica un incre-mento y engrosamiento de las variables que interactúan en el proceso de diseño urbano. Las personas y sus actividades, destinatarios de nuestros diseños, generalmente no son tenidos en cuenta por una imposibilidad o desconocimiento de cómo integrarlos en los momentos de las formulaciones de las ideas de diseño.

Gráfico síntesis de la incorporación de las acciones proyectuales innovativas como parte de un proceso de ideación. Elaboración propia.

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El TF trata un tema de investigación y reflexión en relación a las posibilidades de innovación proyectual en el espacio público específicamente en la calle a partir de la con-sideración de las prácticas sociales. El proceso recorrido y las metodologías seleccionadas para llevarlo a cabo, (investigación bibliográfica, aplicada, proyectual y sus combinaciones), permitieron encontrar elementos y conceptos para la realización de experiencias de investi-gación que sometieron a exploración proyectual la hipótesis planteada. En relación a dichas experiencias se trazó un nuevo mapa de ideas y premisas para la búsqueda de herramientas e instrumentos de ideación para el diseño urbano, directamente relacionadas a las prácticas sociales; dichas búsquedas fueron puestas en práctica en ejercicios pedagógicos con alumnos cuyos resultados o emergentes podrían ser retomados en el futuro.

Detectamos un desfasaje entre el modo en que se piensan y replican las calles de la ciudad y el modo en que se habitan y utilizan de manera colectiva. A lo largo del tiempo una clasificación tipológica y funcional dejó en manos de la planificación del transporte la deci-sión de la configuración espacial de las calles. Creemos que es un tema de diseño urbano, por-que la calle es espacio público por excelencia, es soporte y contenedor de una diversidad de prácticas sociales que lo cualifican e identifican. Este intersticio descubierto entre los modos de producción y los de utilización del espacio público de la calle, marcan una posibilidad de incorporar novedades en el proceso de ideación, como una manera de engrosar y multiplicar las variables de diseño. El TF busca en las prácticas sociales una serie de información que es factible de capitalizar por diseñadores urbanos, a través de acciones proyectuales, en insumos de proyecto. Estas acciones sumadas a los modos tradicionales de planificación y diseño vial permitirían innovar de manera incremental en los procesos y en los resultados, para pensar en la calle como espacio público y social.

Collages realizados por coinvestigadores estudiantes como parte del micro de investigación proyectual.

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La hipótesis planteada al inicio del TF plantea que: “El conocimiento de las prácticas sociales actuales brinda datos, pistas e información traducibles a acciones proyectuales aplicables en el proceso de ideación, como posibilitante de innovación en el diseño del espacio público (calle)” la misma pudo ser puesta de manifiesto dado que se escogió como metodología la investigación proyectual, que en su esencia busca la innovación. Sin la consideración de la investigación proyectual y los micros de exploración, la hipótesis no podría haber sido sometida a verificación. Dicho de otro modo la selección de una metodología adecuada fue un factor clave en la búsqueda de innovaciones en el campo de diseño, siempre considerando otros enfoques epistemológicos complementarios.

En los momentos iniciales del TF planteamos las siguientes preguntas de investi-gación: ¿De qué manera los usos sociales de la calle se pueden transformar en herramientas para la innovación proyectual? ¿Es posible encontrar alternativas de diseño de la calle? ¿En qué medida se pueden sistematizar para transferir a los procesos proyectuales? El hecho de reconocer a las prácticas sociales como componente de valor en la calle posibilitó una nueva mirada para el diseño urbano. Esta posición alternativa es complementaria a los modos tra-dicionales de diseño abordados en la vialidad, dado que incluye al habitante como principal actor del espacio resultante de la calle, pretende identificar las actividades que realiza y los requerimientos espaciales para que pueda desarrollarlas de manera óptima.

Las acciones proyectuales presentadas abordan el tema en dos estratos superpues-tos: acciones de reconocimiento, identificación e interpretación de las prácticas sociales en la calle por un lado, y como consecuencia de ellas acciones para las instancias de ideación con resultados factibles de transformarse en proyectos de espacio urbano. Las acciones pueden aplicarse de manera independiente o combinada, sin recurrir a una secuencia o cronología predefinida, aunque en muchos de los casos los resultados de las primeras (acciones de re-conocimiento) son los datos o insumos para concretar las segundas (acciones de ideación).

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Para operar con un fenómeno cambiante y dinámico, como las prácticas sociales, las acciones proyectuales innovativas no pueden estar apuntadas solamente a la generación del proyecto. Creemos que en intervenciones de escala urbana debe prestarse especial atención a los momentos de reconocimiento, análisis y diagnóstico, y para ello también deben encon-trarse las acciones idóneas, dado que son herramientas híbridas: de análisis intencionado, de diagnóstico y de preproyecto. De esta manera asumimos que los momentos de análisis e identificación de las prácticas sociales tienen igual valor que los de ideación de la calle: se complementan, se realimentan, interactúan entre sí.

La construcción de dichas acciones proyectuales fue posible a partir del recono-cimiento y observación de un fenómeno (las prácticas sociales), que carga de datos espon-táneos y sutiles, como manifestación de los encuentros entre las personas y la interacción social, a un soporte físico (la calle). Las acciones proyectuales pueden ser aplicadas para incrementar las posibilidades de innovación en el diseño urbano, combinando el fenómeno reconocido, el soporte de intervención y la mirada intencionada de un diseñador.

Nos propusimos como objetivos de trabajo reconocer y caracterizar las prácticas sociales actuales que se dan en el espacio público de la calle, al mismo tiempo que identificar y definir el rol actual de esta, reconociendo los desfasajes entre la planificación original y los usos y apropiaciones actuales; para por último, traducir las prácticas sociales observadas en la calle a una serie de acciones proyectuales explorando las posibilidades de innovación en el proceso de ideación. Los mismos fueron verificados a través de observaciones individuales y como consecuencia de los micros de investigación proyectual. Dichas experiencias fueron posibilidades de exploración y ajuste, aunque consideramos fundamental realizar experien-cias concretas para efectivizar en escala real las acciones propuestas. En relación a ello, dado las actividades que el maestrando autor del TF realiza, se buscará dar continuidad y expan-sión a las acciones proyectuales innovativas a través de ejercicios académicos con alumnos, investigaciones aplicadas, proyectos y concursos profesionales.

El momento de cierre puede ser también una oportunidad para un proceso de críti-ca de lo desarrollado; y para ello, es importante definir los puntos de vista para la realización de la misma. Las conclusiones generales del TF se plantearán a partir de una serie de tópicos, que pretenden profundizar en las variables del trabajo, puesto que consideramos que el tema y el proceso de investigación del mismo no están cerrados y puede soportar nuevas indaga-ciones y miradas a futuro. Las conclusiones se organizaran en base a:

. las prácticas sociales de la calle como insumo en el proceso de ideación

. la calle como objeto de diseño urbano

. las acciones proyectuales innovativas aplicadas al diseño urbano de la calle.

. los emergentes y limitaciones del TF

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139Dibujos personales de bitácora.

Las prácticas sociales de la calle como insumo en el proceso de ideación

Las prácticas sociales son las actividades realizadas por las personas de manera in-dividual o grupal con cierto valor reconocido de manera colectiva. Nos referimos a un valor intangible, frágil y sútil que carga de identidad, significados y signos los espacios de la ciu-dad. En este sentido las prácticas sociales son un fenómeno dinámico, factible de considerar como uno de los factores determinantes del momento de ideación en la calle. Específicamen-te nos referimos a las prácticas sociales de la calle, dado que presentan cualidades particulares respecto de las de otro tipo de espacios públicos. En una calle conviven, no siempre armó-nicamente, las actividades de circulación y estancia. La circulación, motorizada y peatonal, es el propósito fundamental y estructurante de una calle en la ciudad; pero en la intensidad de los usos sociales actuales, se detectan otras actividades asociadas a los desplazamientos: comercio formal e informal, manifestaciones artísticas, descansos, recreación, encuentros, puntos de intercambios de transporte público y una variedad casi tan amplia como personas convivan en una calle.

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Como consecuencia de observar y registrar las prácticas sociales surgió una posible clasificación que permitió agruparlas según tipo, duración, cantidad de personas, espacio ocupado, etc. Dicha clasificación, en primera instancia, fue de utilidad para relevar y recono-cer su predominancia en la calle de estudio, para luego seleccionar las categorías con mayor influencia para el momento de ideación. De manera general, la cantidad de personas partici-pantes y el tipo de actividad que realizan son determinantes para la consideración de las prác-ticas sociales en la calle, de ellas dependen otras clasificaciones subordinadas: dependencia de mobiliario o soportes especiales, las distancias entre las personas asociada al concepto de proxemia, el tipo urbano-arquitectónico que las alberga y el carácter, formalidad o nivel de reconocimiento colectivo. Luego de la utilización de la clasificación desarrollada arribamos a la conclusión de que el tiempo de duración y la decisión de realización de las prácticas socia-les, son extremadamente variables, y que en su mayoría dependen de las cualidades físicas del entorno, del tipo de actividad, etc.

El siguiente interrogante estuvo presente en el desarrollo del TF casi como una de las amenazas del tema planteado: ¿contemplar las prácticas sociales que suceden de manera espontánea en el diseño de la calle es una manera de eliminarlas? ¿Es realmente necesario prever las prácticas sociales para diseñar la calle? Encontramos a lo largo del desarrollo del TF respuestas a ellos, reflexionando que las acciones proyectuales basadas en las prácticas sociales no pretenden limitar las prácticas sociales; sino por el contrario considerarlas como factores primordiales al momento de ideación de la calle. En la idea de considerar a las calles como un objeto complejo de diseño urbano, es fundamental prever la totalidad de las activi-dades que ellas soportaran, y que su consideración no puede reducirse a una serie de datos numéricos, anchos mínimos y repetición de perfiles viales. Si es la calle espacio público, las prácticas realizadas por personas son las responsables de las cualidades, vibraciones y signifi-cados del espacio que la calle ofrece.

La calle como objeto de diseño urbano

La calle presenta una serie de información que supera el ancho legal y reglamen-tario establecido por las normas urbanas. Además de conducir circulaciones y velocidades, la calle es portadora de datos físicos, perceptuales y sociales que tienen alta influencia en la cualificación del paisaje urbano. La calle merece ser atendida por diseñadores urbanos como un objeto complejo y atravesado por variables e intereses diversos, en la denominación de la calle como objeto de diseño urbano colocamos como premisa una mirada integrada en-tre variables funcionales, espaciales, perceptuales y simbólicas. Por lo dicho anteriormente, y como consecuencia del desarrollo del TF, definimos a la calle no solo como el espacio de circulación reconocido como aceras simétricas y calzadas; sino como un espacio predo-minantemente lineal (con ensanches o ampliaciones zonificadas), configurado por: carriles de circulación (peatonal y vehicular), alojamiento de infraestructuras, arbolado y mobiliario, áreas de permanencia y descanso, situaciones de intercambio con la edificación de borde y la misma arquitectura frentista.

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141Gráfico de elaboración propia

A lo largo de la historia las calles urbanas han sido motivo de reflexión y propuesta, desde las más utópicas a las más concretas. Siempre por consideración o negación, la inter-vención urbana en las calles tiene incorporada una ideología en relación a la dimensión social. Creemos firmemente que el componente subjetivo y sutil de las prácticas sociales carga de valor e identidad la calle. Dichos valores son un patrimonio intangible de la cultura urbana, conforma la vibración visual del paisaje y por lo tanto debe ser atendido, considerado e in-cluido dentro de los procesos de ideación del diseño urbano.

Las acciones proyectuales propuestas relacionadas al reconocimiento y diagnóstico de la calle proponen considerar a esta como una matriz portadora de datos, de parches socia-les, de canales de circulación. En ella interesan especialmente una serie de lugares tipológicos denominados por Julio Ladizesky como “puntos sociales”, estos permiten operar en los no-dos singulares que cargan socialmente a la calle. Para comprenderlos es clave reconocer todas sus dimensiones: geométricas, funcionales y significativas, haciendo en ellos operaciones de instersticialidad, porosidad, discontinuidad tanto en sus límites verticales como horizontales, tal como observamos en los micros de investigación proyectual y en la acción proyectual denominada interacción entre los límites y las prácticas sociales. Aquí aparece una novedad como espacio de dominio mixto entre lo público y lo privado, dicho espacio está compren-dido entre la línea municipal y la línea de edificación, la variabilidad del mismo permitirán el alojamiento de prácticas sociales diversas. Los límites rígidos y continuos rechazan la interac-ción entre el espacio calle y la arquitectura construida.

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Si imaginamos una lógica invertida en donde las prácticas sociales colonizan el es-pacio antes de la existencia real de los límites de la calle, podríamos intuir que el perfil de esta se adapta a los espacios que las prácticas están ocupando. La secuencia imaginada sería:

1. Prácticas sociales como bloques constructores de espacio público que ocu-pan el vacío de manera libre.

2. La impostación de un perfil transversal según ordenanzas predefinidas por normas o regulaciones viales. Visión de planificación tradicional. Línea divisoria de lo público y lo privado rígida, límites definidos por la reglamentación que deslindan la propiedad pública de la privada.

3. Una fuerza ejercida por las bloques de prácticas sociales pulsa y modifica los límites definidos por el perfil vial que regula la ordenanza.

4. Se definen nuevos espacios insterticiales comprendidos entre la línea del perfil normativo y la línea generada por la fuerza de las prácticas sociales. Los nuevos espacios presentan cualidades de porosidad y receptividad. Los nuevos espacios gene-rados permiten una profunda y eficiente interacción entre la calle y la arquitectura de borde. Se generan espacios que posibilitan prácticas sociales formales e informales.

1- bloques constructores de prácticas sociales

Gráficos de elaboración propia

2- superposición de borde impuesto por los perfiles normativos

3- pulsiones entre los bloques constructores y el perfil vial normativo

4- nuevo borde resultante: la calle como espacio social

Probablemente una de las posibles líneas a seguir de este trabajo sea la de delinear una norma urbanística o código de diseño urbano para las plantas bajas y zócalos (3 primeros niveles), incorporando estos nuevos espacios intermedios fundamentales para la interacción social. Necesariamente, y dada la ajustada dimensión de nuestra ciudad construida y la estre-chez de sus calles, la fuerza de las prácticas sociales deberán pulsar (tanto como acción mor-fológica, normativa y simbólica) sobre los límites verticales y horizontales de la calle, sobre los espacios de transición entre el dominio público y privado y en la configuración formal de las primeras plantas de la arquitectura.

Si bien en la cultura arquitectónica existen ejemplos históricos y contemporáneos de dicha discontinuidad e insterticialidad, es necesario promoverlos y multiplicarlos en tipos. Se manifiestan con recursos arquitectónicos como terrazas, retiros, recovas, galerías, balco-neos, dobles alturas, entre otros. Tienen mayor posibilidad de aporte a la vida social de la calle en los primeros 10 metros en vertical, en donde los sentidos de la vista y el oído tienen sus umbrales de percepción activos (tal como se explica en el apartado “la mirada social”, del capítulo La Calle. Recorremos a continuación en una serie de calles construidas como estos recursos promueven, integran y posibilitan las prácticas sociales.

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Av. Hipólito Yrigoyen al 150, local comercial Il Gatto. La ocupa-ción que el local gastronómico hace del borde público-privado genera situacio-nes de interacción social con el espacio calle. Aunque con cierta interrupción física (desnivel), la interacción social es indirecta, las prácticas sociales de con-sumo y permanencia se manifiestan y el espacio calle toma nuevas dimensiones a partir de la concavidad generada por la planta baja del objeto arquitectónico.

En los gráficos siguientes se ejemplifican una serie de operaciones sobre la arquitec-tura de borde y las líneas definitorias de la calle, detectadas en la ciudad de Córdoba, generan-do nuevas tipologías de conformación del borde público-privado. Es posible que los motivos que las generaron sean diferentes a los que persigue el TF, pero a los fines ilustrativos los ejemplos de la ciudad construída evidencias claros beneficios tanto en el espacio de la calle como en el espacio y función del objeto arquitectónico.

Las consideraciones extraídas del proceso abordado en el TF, permitirían actuar y proponer en dos escenarios posibles:

1. La recuperación o puesta en valor de una calle existente, con edificación de borde consolidada en su totalidad o con fragmentos en procesos de renovación.

2. El trazado de una calle nueva sin preexistencias a conservar.

En cada uno de ellos se buscará proyectar un borde público-privado variable, dis-continuo y desalineado, capaz que promover y contener una serie de prácticas sociales que se manifiestan tanto desde la calle hacia la arquitectura de borde, como desde la arquitectura hacia la calle. Si este nuevo borde es capaz de albergar estados espaciales diversos, es posible que la calle tome nuevas dimensiones, rompa con su condición de canal de circulación para definitivamente hacerse cargo de las actividades sociales que en ella ocurren.

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Av. Vélez Sarsfiel al 100, Facul-tad de Arquitectura, Urbanismo y Dise-ño. La planta baja del edificio presenta un nivel de continuidad tal con el espacio de la vereda, en donde se híbrida claramente el es-pacio público y el privado. De esta manera, el equipamiento de uso masivo, aporta a la calle un borde público-privado que es parte del espacio urbano, exteriorizando prácticas sociales no solo a nivel de planta baja sino también en los pisos superiores, a través de transparencias y balcones.

San Lorenzo al 100, local comer-cial La Panna. El borde público-privado propone un nivel de interacción visual y físi-ca entre el espacio de la calle y el interior del edificio. Las prácticas sociales nuevamente tienen origen en el consumo y permanencia, pero su proximidad a la circulación peatonal y vehicular genera que el intercambio sea in-tenso. Al espacio de la calle se le anexan ám-bitos de uso social, que intensifican el borde con objetivos comerciales en este caso.

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San Lorenzo al 100, cerveceria Antares y calle Belgrano, paseo de las artes. El espacio de la calle presenta dos tipos de aportes por parte de los edificios en ambos ejem-plos: a nivel de planta baja, en donde a través de patios ingleses, galerías y retiros de frente se dilata visualmente, pero con las barreras físicas consecuencia de los desniveles; y por otro lado a nivel de terraza, propiciando una interacción social indirecta a partir del ver y oir a otras personas circulando en la calle. Nuevamente la tipología del edificio presenta niveles de receptividad de espacio urbano, generando mayores articulaciones y continuidades, que propician los encuentros, los intercambios y un mayor número de prácticas sociales.

27 de abril esquina Obispo Trejo. Con la intensión de recrear una tipología histórica destinada al uso comercial, la calle ganó un espacio doble: una vereda exterior de circulación y un corredor cubierto, a manera de recova, que paralelo a la calle promueve otro ritmo de paso, el detenerse frente a vidrieras y la apropiación espacial de los locales. Nueva-mente las prácticas sociales de consumo son quienes apropian estos espacios ganados por la calle y aportados por el objeto arquitectónico.

Fotografías propias. Secciones transversales realizadas en base a relevamientos de campo.

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146Gráficos de elaboración propia.

A partir de todo lo dicho anteriormente, afirmamos cuatro posibilidades espaciales en la conformación del nuevo borde público-privado capaz de provocar situaciones óptimas para la apropiación de las prácticas sociales. Como punto de partida asumimos que la cana-lidad de la calle como mero espacio de circulación no debe ser una constante, sino que debe estar interrumpida o dilatada a partir de nuevos espacios generados. Entonces, de deberá generar movimientos intensionados entre las líneas de edificación, municipal y cordón de vereda, como muestran los siguientes esquemas.

1. La línea municipal y la línea de edificación coin-ciden generando un borde público-privado (bPP) continuo, rígido, homogéneo. El espacio resultante es un canal, que permitirá actividades de circulación y eventuales estancias pero sin posibilidad de interac-ción social.

2. Si la edificación frentista consolida un retiro fron-tal continuo, la condición del bPP se mantiene, pero ofreciendo un ensanche de vereda, perimitiendo a ni-vel de planta baja una serie de prácticas sociales, con mayor cantidad de personas participantes, con acti-vidades más intensas y con mayores posibilidades de encuentros e interacción social.

3. Cuando la línea de edificación, realiza retranqueos a nivel de planta baja y zócalo, el bPP resulta desali-neado, discontinuo y poroso. Los espacios que se generan permitirán nuevas y más intensas prácticas sociales.

4. Si el bPP se mantiene continuo, por algún reque-rimiento formal, normativo o patrimonial, la línea de cordón de vereda (LCV) puede adoptar posicio-nes diversas, generando ensaches secuenciales que pueden ser soporte para prácticas sociales, sobretodo en los puntos sociales generados por equipamientos comunitarios, grandes locales, paradas de transporte público, etc.

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Las acciones proyectuales innovativas aplicadas al diseño ur-bano de la calle.

Las acciones proyectuales conforman un conjunto de componentes utilizables en los procesos de reconocimiento, identificación y relevamiento de la calle, como así también para los procesos de ideación y proyectación de la misma. Al denominarlas como un con-junto de componentes nos referimos a una disponibilidad de herramientas, instrumentos, estrategias y tácticas que combinadas se potencian y que son una manera de generar ideas, premisas y previsualizaciones para cargar de prácticas sociales nuestros proyectos de diseño urbano en la calle. Todas estas acciones son complementarias y de apoyatura a otros enfo-ques o metodologías de diseño urbano.

El resultado del TF es entonces, una serie de acciones proyectuales que pueden ser combinadas entre sí; que el diseñador puede incluir en su proceso de diseño, con el valor agregado de que todas ellas tienen el propósito de incluir las prácticas sociales. Se proponen en este trabajo las siguientes acciones proyectuales innovativas:

. acciones de reconocimiento: . identificación de puntos sociales . pared de visualización de información periodística . registro y observación directa. acciones de ideación: . interacción límites y plantillas de prácticas sociales

Gráfico síntesis de la incorporación de las acciones proyectuales innovativas como parte de un proceso de ideación. Elaboración propia.

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Si incorporamos las prácticas sociales al proceso de ideación, traducidas a acciones proyectuales los resultados a obtener serán múltiples y diversas. Considerando el esquema de proceso de diseño de César Naselli, estás acciones podrían ser caracterizadas como vectores transversales de reflexión, tienen fundamental incidencia en el proceso de ideación, y dentro de el en los factores externos de la personalidad del diseñador (NASELLI, 2013).

Dichas acciones proyectuales, forman parte de un proceso amplio y abierto, son de utilidad para visibilizar y considerar fenómenos no tenidos en cuenta en los modos tradicio-nales de lectura y producción de espacio urbano. Es en este punto en donde radica la in-novación propuesta por el TF: utilizarlas implica un incremento y engrosamiento de las variables que interactúan en el proceso de diseño urbano de la calle. Estaríamos frente a resultados que generan innovación incremental, dado que incorpora aspec-tos no abordados en los modos tradicionales de planeamiento de las calles.

Área de formulación de la idea

Gráfico de Proceso de Diseño. Cesar Naselli. MDPI, 2013.

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149Fotografías propias tomadas en la exploración con la matriz de la acción de ideación: interacción límites y p;antillas de prácticas sociales.

Emergentes y limitaciones del TF

Tal como se mencionaba en el inicio de estas conclusiones, el momento de cierre es una oportunidad para detectar los emergentes y las limitaciones e iniciar un proceso de autocrítica. Si bien los objetivos planteados en el plan de trabajo fueron cubiertos, las moti-vaciones personales del maestrando hicieron emerger planteos y cuestionamientos sobre el tema de investigación. Fundamentalmente la calle se presentó como un escenario potente y complejo, que permitiría abordarla en su proceso de ideación, proyectación, en su funciona-miento y en los valores trasmitidos a quienes la utilizan.

Las principales limitaciones en el desarrollo del TF, se encontraron en los momen-tos de indagar conceptualmente en los fenómenos sociales, dado que son expresiones mó-viles, dinámicas, frágiles y sutiles. Para superar estas limitaciones fue necesario recurrir a dos caminos metodológicos, a manera de dos estratos superpuestos: por un lado la indagación en antecedentes bibliográficos específicos para conformar un marco de referencia general, y por otro la observación directa del fenómeno. Entonces, las prácticas sociales como fenómeno, solo se pueden conocer en el cruzamiento de los saberes de la teoría, pero también de las observaciones de la realidad; a partir de la interacción de ambas se llegó a un conocimiento, posiblemente parcial, de las prácticas sociales que conforman campo social en la calle.

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Sería factible incorporar como posibles líneas a seguir del trabajo planteado algunas instancias de participación colectiva con los usuarios de la calle, con la comunidad urbana del sector de trabajo. Entendidas como instancias de involucramiento para la identificación de las necesidades o problemas en la calle de trabajo, sin aspirar a metodologías de diseño participativo pero con la intensión de poner en un plano de interés la diversidad de opiniones de los transeúntes, comerciantes, turistas o habitantes de la calle. Se podría recurrir a mapeos colectivos in situ, mesas de recolección de datos, cámaras fijas de filmación, etc., pensándolas como acciones de identificación que no aporten una información alternativa a la que puede recolectar el diseñador.

Tal como se expresaba en los apartados anteriores, la calle es el espacio confor-mador por el corredor, que involucra la edificación frentista, los usos del suelo, las plantas bajas, entre otros; es decir podríamos definir el espacio de la calle a partir de la cualificación o intensificación del borde público-privado. Por tal motivo, un emergente de este trabajo sería involucrar las prácticas sociales en el planteo de las normas que regulan los perfiles de la edificación, considerando especialmente el espacio en donde los sentidos se manifiestan con mayor intensidad. Podríamos imaginar las primeras plantas de las calles estructurantes urba-nas como un espacio que contiene, o al menos considera, las prácticas sociales. Asumiendo que a través de la norma urbana, se regula la morfología de la ciudad, modelando en ella los espacios libres y los llenos, los de uso público y los de uso privado, pero que también se po-dría incorporar nociones de incluir, integrar, propiciar la dinámica propia de la urbanidad y la calle como espacio social.

De la misma manera que se ensayó en los micros de investigación proyectual des-criptos, se podrían poner de manifiesto las acciones proyectuales en otros sectores urbanos, con el objetivo de engrosar las variables que intervienen en el proceso de ideación de la calle. De acuerdo a esto, las herramientas e instrumentos propuestos por el TF, se podrían siste-matizar como pautas de trabajo para ejercicios pedagógicos, proyectos o concursos profesio-nales o futuras investigaciones relacionadas a la temática.

El diseño de las calles urbanas está centrado en la planificación vial, en el ordenamiento de las circulaciones; no obstante esto, de manera espontánea las perso-nas hacemos uso intensivo de ellas con actividades que van más allá de los desplaza-mientos. Las prácticas sociales adquieren un valor fundamental porque representan la dinámica de apropiación de las personas en la esfera del espacio público, es impor-tante considerarlas e integrarlas en el diseño urbano porque en sus lógicas de uso y de interacción hay una serie de valores a preservar como parte de la identidad urbana.

De todas maneras no todas las calles de la ciudad tienen la capacidad de soportar las consideraciones espaciales descriptas en los párrafos anteriores. El pro-pósito es superar la condición de canal de las calles para entenderlas como corredores perceptuales, como espacios sociales de movimiento. Dentro de la estructura urbana de la ciudad las calles que por sus condiciones patrimoniales, culturales, paisajísticas y/o comerciales deben ser objeto de un diseño urbano que propicie la interacción so-cial y la multiplicación de los encuentros, la posibilidad de lograrlo radica en integrar las prácticas sociales en las acciones llevadas a cabo por los diseñadores urbanos a través de herramientas de reconocimiento, identificación e ideación.

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151Fotografías propias tomadas en la exploración con la matriz de la acción de ideación: interacción límites y p;antillas de prácticas sociales.

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ANEXO 1: Plan de trabajo

Estructura presentada como plan de trabajo para abordar el Trabajo Final, presentada ante el comité aca-démico de la mdpi en mayo de 2012. La misma surge de las tareas realizadas durante el cursado del módulo

Metodología de la Investigación 1, a cargo de la Dra. Arq. Cecilia Marengo en agosto de 2011.

Pregunta de investigación

Las prácticas sociales que se desarrollan en el espacio público: ¿pueden traducirse a herra-mientas de innovación proyectual en el diseño de la calle, reconfigurándola como espacio de apro-piación social?

El desarrollo del Trabajo Final está orientado a la búsqueda de alternativas de configuración espacial en la calle, considerando a esta como el espacio público por excelencia en la ciudad y cons-tructor del trazado urbano. Detecto día a día un deterioro en los espacios urbanos, principalmente en las áreas centrales de ciudades, responsabilizo gran parte de ese deterioro a los planificadores por diseñar alejado de las necesidades e intereses concretos de la población que utilizará dichos espacios.La búsqueda está claramente centrada en él subsistema social, considerando al componente humano como el “pulsor” principal de la dinámica urbana, como la DEMANDA de espacios claros, eficientes y apropiables. La disciplina del diseño urbano y arquitectónico se desempeña en el subsistema físi-co-espacial, dando la OFERTA de plazas, parques, edificios, monumentos, entre otros equipamien-tos urbanos, que en una segunda instancia serán utilizados por esa población, de acuerdo al ¿qué? y ¿cómo? que el diseñador predefinió.

HipótesisEl conocimiento de las prácticas sociales actuales brinda datos, pistas e información tra-

ducibles a herramientas proyectuales aplicables en el proceso de ideación, como posibilitantes de innovación en el diseño del espacio público (calle).

Objetivo general (OG). Innovar en el proceso de diseño del espacio público (calle) a partir de instrumentos pro-

yectuales basados en la observación de las prácticas sociales vigentes.

Objetivos específicos (OE)OE 1. Reconocer y caracterizar las prácticas sociales actuales que se dan en el espacio pú-

blico de la calle. (Prácticas sociales)OE 2. Identificar y definir el rol actual de la calle como espacio público y social, recono-

ciendo los desfasajes entre la planificación original y los usos y apropiaciones. (La calle como espacio público y social)

OE 3. Traducir las prácticas sociales observadas en la calle a una serie de herramientas, ins-trumentos y criterios proyectuales explorando las posibilidades de innovación en el proceso de diseño (La innovación proyectual)

Actividades, técnicas, etapas y cronogramaLa metodología propuesta para el desarrollo de la investigación se estructura en siete

etapas organizadas según momentos de investigación y construcción del conocimiento: a decir contexto del descubrimiento (introducción), contexto de justificación (desarrollo) y contexto

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de aplicación (conclusión). A partir de lo dicho anteriormente se resumen las etapas enuncia-das. A cada cuál le corresponden actividades, tareas, técnicas y herramientas relacionadas direc-tamente con los objetivos generales y específicos anteriormente planteados.

>Etapa 1: Aproximación conceptual y teórica al problema de investigación. 1- revisión de bibliográfica sobre teorías, textos y documentos referidos al tema del diseño del espacio público-calle, de las prácticas sociales y la innovación en el proceso de diseño.2- posicionamiento teórico y epistemo-lógico del proceso investigativo.3- definición preliminar de variables e indicadores de análisis

>Etapa 2: Cultura arquitectónica: conocer y sistematizar ejemplos paradigmáticos de la cultura arquitectónica del espacio público calle que contemplen las prácticas sociales en su diseño.

1- recopilación y análisis de ejemplos de la cultura arquitectónica del ámbito local, nacional, latinoamericano y del mundo.

2- sistematización de los ejemplos analizado en fichas síntesis organizadas con indicadores y variables comunes para comparar.

>Etapa 3: primera delimitación y selección del caso de estudio: a partir de la formulación de marco teórico y de los datos recopilados en el estudio de antecedentes elección del objeto de estu-dio dónde se desarrollará la experimentación proyectual.

>Etapa 4: desarrollo empírico: en esta etapa se recolectan los datos de campo.1- Reconocimiento las prácticas sociales actuales que se manifiestan en el espacio público

calle.2- Recopilación de información sobre el o los proyectos que están por detrás de la configu-

ración de la calle en su estado actual. Relevamiento físico que integre aspectos funcionales, formales y perceptuales.

3- Identificación de informantes claves: profesionales especializados en diseño urbano, so-ciología urbana y a equipos técnicos del municipio para indagar sobre la idea de espacio público calle que se maneja hoy en la planificación y diseño urbano.

>Etapa 5: cruzamiento de datos: elaboración de consecuencias observaciones1- realización de fichas síntesis para el cruzamiento de datos recopilados en la etapa de

desarrollo empírico.2- extracción de consecuencias observacionales como futuras premisas de exploración pro-

yectual

>Etapa 6: Proyectual1- Momento Exploratorio: elaboración de objetos proto-urbanos utilizando como premi-

sas las consecuencias observacionales extraídas. Manejo de alternativas para comprobar2- Momento Analítico: constatación de los resultados obtenidos y evaluación del nivel de

innovación y respuesta a lo relevado.3- Momento de Desarrollo: verificación espacial>Etapa 7: Elaboración de conclusiones 1- validación de la hipótesis planteada2- conclusiones

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ANEXO 2: SAL15. Bogotá, 2013.

Artículo teórico en las memorias del pre-SAL15 y SAL15

Título del artículo: La calle. Innovación proyectual a partir de sus prácticas socialesSAL15. Arquitectura y espacio urbano. Memorias del futuro. Publicación del Semi-

nario Arquitectura SAL15. Editado por la Fundación Rogelio Salmona. Bogotá, 2013.

Charla-debate en el taller del pre-SAL15

Charla-debate en torno a la presentación del tema de TF en la Escuela del Hábitat de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín; con un grupo de estudiantes de grado y docentes*. Luego de la presentación (etapa de desarrollo del marco teórico y de la recopilación de antecedentes sobre cada uno de los temas claves) surgieron los siguientes intercambios y opiniones en modalidad de debate abierto.

* El equipo de estudiantes y becarios pre-SAL de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín estuvo coordinado por el Dr. Arq. Luis Fernando González Escobar de la Escuela del Hábitat de la Facultad de Ar-quitectura, integrado por los becarios Arq. Emanuel Giannotti (Italia-Chile), Arq. Guillermo Mir (Argentina); estudiantes de grado de Arquitectura: Sandra Ciro, Santiago Arbelaez, Juan camilo Puerta, Mateo Merín Mejía, Luisa Fernanda López, Juan Velásquez, Héctor Ospina; los estudiantes de Artes Plásticas: Carolina Henao, Magreth Batista, Andres Felipe Murillo y la estudiante de la Licenciatura en Historia Catalina Acosta

Afiche de ponencias en el marco del pre-SAL15, Fa-cultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Co-lombia, sede Medellín. 2013.

Portada del libro “Arquitectura y espacio urbano”, que publica las memorias del SAL15. En el mismo está públicado el artículo “innovación proyectual en el dise-ño del espacio público de la calle”

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Imagen extraída del blog SAL15 y la Fundación Rogelio Salmona: www.sal15frs.wordpress.com . Junio de 2014.

Ponencia en la Fac. de Arquitectura. Univ. Nac. de Colombia, sede Medellín. Fotografía de la Arq. Camilo Puerta.

Ponencia en el SAL15. Bogotá. Fotografía de la Arq. Sandra Ciro.

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Luis Fernando González Escobar: Es importante como aporte incorporar como variable al Urbanismo las prácticas sociales, el capital social como elementos determinantes para el que hacer del arquitecto que está comprometido con el hacer ciudad y el hábitat. Podría-mos preguntarnos ¿qué capitales sociales buscamos incorporar en un proyecto? Y ¿cuáles son las herramientas que tenemos para convertir ese capital social?, o ¿o esas prácticas sociales en capital social? Es decir el desafío que se propone es reconocer esos elementos intangibles y vol-verlos tangibles como parte del proyecto, pero sin que pierdan su condición de capital original. Yo encuentro en este punto unas enormes posibilidades de incluir ese valor conceptual como una variable en el hacer y en la proyectación. Si trasladamos eso a casos concretos de nuestra ciudad, en Medellín actualmente la producción de espacio público se hace en base a una ana-lística, que es el Manual del Espacio Público (MEP): que determina pautas tales como: poner bolardos cada tantos metros, árboles de tal especia cada tantos metros, sillas de tal manera, etc., sin contemplar que en algunos espacios públicos de reciente ejecución la disposición de esas sillas quedan mirando un zócalo, un muro. Entonces la disposición de los elementos que hacen al espacio público no mira ninguna práctica social, porque es un instrumento tan generalizado y predeterminado a partir de la cantidad y tipo de mobiliario por ejemplo. Por tanto esta visión manualística pierde la posibilidad de encontrar esos pequeños espacios en donde una calle se ensancha, se conforma un micro-espacio, una rótula de esas actividades de cotidianeidad que generan capital social. Me parece de supremo valor hablar de capital social y prácticas so-ciales como una variable fundamental para incorporar en los procesos de proyectación.

Santiago Arbelaez: luego de escuchar tu presentación y al leer el artículo me surge el siguiente comentario: ¿es necesario prever las prácticas sociales para diseñar la calle? O ¿es que las prácticas sociales surgen como una consecuencia de ese diseño de la calle?

Guillermo Mir: de alguna manera esa reflexión yo también la tengo, y es uno de mis interrogantes para abordar la investigación: ¿contemplar las prácticas sociales que suceden de manera espontánea en el diseño de la calle es una manera de eliminarlas? Yo soy consciente que es la amenaza de esta búsqueda, pero vale la pena en esta intención de buscar herramientas que den la posibilidad de innovar en algún aspecto en el proceso de diseño de la calle.

Magreth Batista Zapata: ¿cómo encuentras esas herramientas? O ¿cuáles son?

Guillermo Mir: en un principio la observación y registro de las prácticas sociales. ¿Cómo son? ¿Cuántas son? ¿Cuántas personas intervienen? ¿Qué hacen? ¿Cuánto tiempo tar-dan en concretarse? ¿Qué necesitan? Hasta el momento es recopilar esta información y tradu-cirlas, o transferirlas a una herramienta que habilite operativas de proyecto.

Magreth Batista Zapata: y si tuvieras la posibilidad de hacer un proyecto desde cero, es decir en un sector de la ciudad en donde no hay pre-existencias, ¿crees que tu proyecto haría innovación radical?

Guillermo Mir: tengo mis dudas si estas categorías que observé y definí para la ciu-dad de Córdoba, son transferibles a cualquier otra ciudad del continente o del mundo, tal vez sí.

Juan Camilo Puerta: es una ciudad de planta nueva, y tú tienes que diseñar las calles ¿cómo sería?

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Guillermo Mir: Si esto fuera así, podría ser un proyecto impuesto. Creo que siempre hay información de contexto para reconocer, para interpretar. O quizás las prácticas se pueden deducir en base a los usos del suelo y la morfología de los edificios de bordes de dichas calles. Si es vivienda sería una cosa, si es comercio otra y si es una institución pública otra.

Catalina Acosta: yo tengo otra pregunta o comentario más enfocado hacia la meto-dología. Planteas como parte de tu investigación el método fenomenológico, como estudiante e investigadora de historia, me interesa utilizarlo parta algún fenómeno del pasado ¿crees que es posible?

Guillermo Mir: Creo que sí, a partir de micros de investigación o de exploración con un objetivo general, en base a eso diseñar una consigna que permita explorar, indagar por ejem-plo el valor de un concepto en la historia. La idea fundante de este método no es deducir, sino es poner en ejercicio ese concepto. El conocimiento se puede generar poniendo en práctica y en ejecución eso que se quiere investigar.

Catalina Acosta: y me dices que ese objetivo tiene que ser acotado, limitado…

Guillermo Mir: Sí, lo que se busca en ese micro de exploración es algo concreto, es-pecífico. El grupo de investigadores y co-investigadores adquiere roles y cada uno realiza una actividad: que puede ser el ejercicio mismo o el registro del modo en que se realizó el ejercicio. Siendo fundamental el cierre a través de extracción de consecuencias observacionales, para de alguna manera reconocer ¿qué aprendimos? Luego de atravesar esa experiencia.

Emanuel Giannotti: mi pregunta, retoma un poco la pregunta inicial de Santiago. Tengo la idea de que cuando un detecta comportamientos, prácticas, modos de hacer espon-táneas o informales, y como arquitecto intenta formalizarlas termina matándolas. A veces en cambio, el éxito de un espacio público puede estar en la no definición de prácticas o actividades como un soporte flexible que no crea ningún usos específico; o también incorporando objetos que permiten la interacción con el usuario, lo lúdico, lo cambiante. Entonces mi pregunta es si ¿pudiste, a lo largo de tu investigación, identificar modos o maneras que son más eficaces o si la manera depende mucho del contexto, del sector?

Guillermo Mir: Creo que depende del contexto, del tejido social con el que se trabaja. Hay ejemplos de la cultura disciplinar, con intervenciones aisladas. La mayoría de estas están apuntadas a darle el lugar en la calle o en el espacio público a la venta ambulante o cualquier actividad comercial; y en otras en producir estos ensanches que tienen que ver con darle los atrios o las plazas a los equipamientos urbanos, para no pedirle a los edificios que se hagan cargo solos de resolver dinámicas urbanas, sino que estas también tengan su lugar en el espacio de la calle o de la ciudad.

Emanuel Gianotti: y el diseño participativo sería una buena metodología a conside-rar, pensando en que los habitantes diseñen o participen en el proyecto de sus propios espacios.

Guillermo Mir: El diseño participativo sería un camino a considerar, que que-da pendiente para otras etapas. El objetivo personal del Trabajo Final de la maestría es operar sobre los modos en los que se produce el diseño del espacio urbano, y buscar

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las posibilidades de innovación que hay en estos. El diseño participativo es algo que ya está desarrollado, comprobado y estudiado; y mi interés o motivación personal está más en la traducción de los comportamientos para generar herramientas de proyecto para diseñadores… es el camino que elegí, aunque sé que no es el único posible.

Santiago Arbelaez: voy a insistir con la pregunta crítica, Oscar Wilde dice que “de-finir es limitar”, y lo interpreto como que ajustar al máximo las posibilidades de un espacio de uso público puede condenarlo al fracaso por su inflexibilidad. Al mismo tiempo, el arquitecto español Iñaki Ávalos en sus textos escribe sobre “el espacio sin nombre”, siendo este el espacio flexible, abierto y plural.

Catalina Acosta: pero creo que no se está hablando de condicionar a la exclusión algunas prácticas sí y otras no, creo que el desafío es que esas herramientas de proyecto que el genere sean lo suficientemente abiertas y versátiles para que integren y no excluyan.

Santiago Arbelaez: aquí en Medellín tenemos un claro ejemplo: el parque de los pies descalzos, en donde para poder utilizarlo y disfrutarlo tienes que estar descalzo, lo que logró es que muchas personas dejen de asistir porque lo que empezó siendo una posibilidad y una atracción, se convirtió en un factor de exclusión.

Luis Fernando González Escobar: Otro tema a destacar es la concepción de la ca-lle. Cuando generalizamos y decimos “calle”, es como que ya está dado, de tal manera lo conce-bimos en nuestro imaginario como el espacio de circulación y velocidad; pero es aquí en donde las prácticas sociales comienzan a darle la variabilidad, la particularidad. Si las prácticas sociales están definiendo permanencia en el espacio, hay una relación de tiempos de uso, tiempos de incorporación, tiempos de apropiación y están variando al mismo tiempo las características del espacio.

Por todo esto, cada caso tiene sus propias particularidades y en consecuencia las in-tervenciones no pueden reducirse a una manualística o a un instrumentalismo de diseño. Yo encuentro muchas veces un inconveniente en la percepción de las personas entre un paseo ur-bano, una alameda, una calle. ¿Qué condiciones tiene el paseo urbano? ¿Sería lo mismo llamarlo pasaje comercial abierto?; creo que una de las diferencias radica en las velocidades de paso, en los puntos de detención.

Por otro lado me interesa que reflexionemos sobre ¿cuáles de las prácticas sociales producen capital social? Hay capitales sociales positivos y capitales sociales negativos, la antropología en determinado momento sobrevaloro a todas las comuni-dades, suponiendo que toda práctica cultural es positiva. Yo no considero que todas las prácticas sociales sean positivas, hay una tensión en el espacio público entre mis derechos particulares y los colectivos que siempre estará presente. Todo no se pue-de convertir en capital social, o deberíamos tener una balanza para determinar ¿qué capitales sociales son positivos y qué capitales sociales son negativos? Hay prácticas sociales que desestiman, estigmatizan, afectan o inhiben un sector de la ciudad, y estas sin duda se configuran como un capital social que no es positivo, que no suma valores a la ciudad.

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ANEXO 3: Fichas de antecedentes bibliográficos y metodológicos

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ANEXO 4: Fichas de registro y observación directa

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De la totalidad de las fichas de observación directa se seleccionan a los fines ilustra-tivos, como parte de este anexo 12 de ellas. Todas realizadas en el caso de estudio del TF y por coinvestigadores estudiantes.

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