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La cueva de Coimbre, también llamada de las Brujas, está situada en Besnes, concejo de Peñamellera Alta, muy cerca de la localidad de Niserias y aproximadamente a 1 km de su capital, Alles. Sus coordenadas UTM son: HUSO 30 T, X = 303.632, Y = 4.798.735, Z = 135 (Fig.1). Se trata de una cueva con orientación S-SW, situada en la ladera del monte Pendendo (532 m.), a unos 135 metros sobre el nivel del mar y a 33 sobre el río Besnes, que desemboca en el Cares a la altura del pueblo de Niserias. Aunque la cavidad ya era muy conocida en el concejo, como se puede constatar por las labo- res tradicionales de extracción de sus sedimen- tos para uso agrícola, no fue valorada arqueológi- camente hasta un momento relativamente recien- te. En 1971, dos jóvenes del pueblo de Alles visi- tan la cueva y descubren los grabados, hecho que notificaron al médico local, don Gregorio Gil, quien visitó la cueva y denunció el hallazgo a las autoridades en Abril de ese mismo año (Moure y Gil., 1972; 1974). MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) nº 60 139-155 SAN SEBASTIÁN 2009 ISSN 1132-2217 Recibido: 2009-10-05 Aceptado: 2009-10-26 La Cueva de Coimbre (Peñamellera Alta, Asturias, España): su yacimiento arqueológico y su santuario rupestre. Un estado de la cuestión en 2008 Coimbre Cave (Peñamellera Alta, Asturias, Spain): its archaeological Deposit and Rock Art. A state of the Arts in 2008 RESUMEN En este trabajo presentamos una actualización historiográfica de la cueva de Coimbre, conocida hasta el momento por su importante conjunto rupestre, así como un primer avance de las excavaciones realizadas en 2008, que han dado como fruto la documentación de un rico yacimiento magdaleniense, el cual se encuentra en curso de excavación y cuyos primeros resultados presentamos en este artículo. ABSTRACT This article presents a historiographical update on Coímbre Cave, known up to the present for its important cave art collection, together with the information available to date from the digs conducted in 2008, enabling the documentation of a valuable Magdalenian site, which is currently being excavated and whose early results we present in this article. LABURPENA Lan honetan Coimbreko kobaren eguneraketa historiografikoa aurki dezakezue. Kobazulo hori bertako labar-arteagatik da ezagun. Horrez gain, 2008an egindako indusketen emaitzen lehen aurrerapena ere aurkituko duzue. Indusketa horiei esker, Madeleinealdiko aztarnategi bat aurkitu da bertan. Aztarnategi hori industen ari dira oraindik, eta artikulu honetan lan horien lehen emaitzak aurkeztu ditugu. David ÁLVAREZ-ALONSO (1) , José YRAVEDRA (2) , Álvaro ARRIZABALAGA (3) Jesús F. JORDA PARDO (4) y Nemesio HEREDIA (5) PALABRAS CLAVES: Arte paleolítico, Karst, Magdaleniense, Pleistoceno superior, Picos de Europa, región cantábrica. KEY WORDS: Cantabrian area, Karst, Magdalenian, Palaeolithic art, Picos de Europa, Upper Pleistocene. GAKO-HITZAK: Paleolitoko artea, Madeleinealdia, Goi Pleistozenoa, karsta, Picos de Europa mendiak, kantauriar eskualdea. (1) Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Ciudad Universitaria. Paseo de la Senda del Rey, 7. E-28040 Madrid / Centro Asociado de Asturias· [email protected] (2) Laboratoire Traces CNRS, Université Le Mirail, Toulouse / Laboratorio de Estudios Paleolíticos. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Ciudad Universitaria. Paseo de la Senda del Rey, 7. E-28040 Madrid · [email protected] (3) Área de Prehistoria. Universidad del País Vasco. Tomás y Valiente, s/n. E-01006 Vitoria-Gasteiz · [email protected] (4) Laboratorio de Estudios Paleolíticos. Dpto. de Prehistoria y Arqueología. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Ciudad Universitaria. Paseo de la Senda del Rey, 7. E-28040 Madrid · [email protected] (5) Instituto Geológico y Minero de España. c/ Matemático Pedrayes 25. E-33005 Oviedo · [email protected]

La Cueva de Coimbre (Peñamellera Alta, Asturias, España ...e-spacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:500442/Alvarez...La cueva de Coimbre, también llamada de las Brujas, está situada

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La cueva de Coimbre, también llamada de lasBrujas, está situada en Besnes, concejo dePeñamellera Alta, muy cerca de la localidad deNiserias y aproximadamente a 1 km de su capital,Alles. Sus coordenadas UTM son: HUSO 30 T, X =303.632, Y = 4.798.735, Z = 135 (Fig.1). Se trata deuna cueva con orientación S-SW, situada en laladera del monte Pendendo (532 m.), a unos 135metros sobre el nivel del mar y a 33 sobre el ríoBesnes, que desemboca en el Cares a la altura delpueblo de Niserias.

Aunque la cavidad ya era muy conocida en elconcejo, como se puede constatar por las labo-res tradicionales de extracción de sus sedimen-tos para uso agrícola, no fue valorada arqueológi-camente hasta un momento relativamente recien-te. En 1971, dos jóvenes del pueblo de Alles visi-tan la cueva y descubren los grabados, hechoque notificaron al médico local, don Gregorio Gil,quien visitó la cueva y denunció el hallazgo a lasautoridades en Abril de ese mismo año (Moure yGil., 1972; 1974).

MUNIBE (Antropologia-Arkeologia) nº 60 139-155 SAN SEBASTIÁN 2009 ISSN 1132-2217

Recibido: 2009-10-05Aceptado: 2009-10-26

La Cueva de Coimbre (Peñamellera Alta, Asturias,España): su yacimiento arqueológico y su santuario

rupestre. Un estado de la cuestión en 2008

Coimbre Cave (Peñamellera Alta, Asturias, Spain):its archaeological Deposit and Rock Art. A state of the Arts in 2008

RESUMEN

En este trabajo presentamos una actualización historiográfica de la cueva de Coimbre, conocida hasta el momento por su importante conjuntorupestre, así como un primer avance de las excavaciones realizadas en 2008, que han dado como fruto la documentación de un rico yacimientomagdaleniense, el cual se encuentra en curso de excavación y cuyos primeros resultados presentamos en este artículo.

ABSTRACT

This article presents a historiographical update on Coímbre Cave, known up to the present for its important cave art collection, together with theinformation available to date from the digs conducted in 2008, enabling the documentation of a valuable Magdalenian site, which is currently beingexcavated and whose early results we present in this article.

LABURPENA

Lan honetan Coimbreko kobaren eguneraketa historiografikoa aurki dezakezue. Kobazulo hori bertako labar-arteagatik da ezagun. Horrez gain,2008an egindako indusketen emaitzen lehen aurrerapena ere aurkituko duzue. Indusketa horiei esker, Madeleinealdiko aztarnategi bat aurkitu dabertan. Aztarnategi hori industen ari dira oraindik, eta artikulu honetan lan horien lehen emaitzak aurkeztu ditugu.

David ÁLVAREZ-ALONSO(1), José YRAVEDRA(2), Álvaro ARRIZABALAGA(3)

Jesús F. JORDA PARDO(4) y Nemesio HEREDIA(5)

PALABRAS CLAVES: Arte paleolítico, Karst, Magdaleniense, Pleistoceno superior, Picos de Europa, región cantábrica.KEY WORDS: Cantabrian area, Karst, Magdalenian, Palaeolithic art, Picos de Europa, Upper Pleistocene.GAKO-HITZAK: Paleolitoko artea, Madeleinealdia, Goi Pleistozenoa, karsta, Picos de Europa mendiak, kantauriar eskualdea.

(1) Departamento de Prehistoria y Arqueología. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Ciudad Universitaria. Paseo de la Senda del Rey, 7.E-28040 Madrid / Centro Asociado de Asturias· [email protected](2) Laboratoire Traces CNRS, Université Le Mirail, Toulouse / Laboratorio de Estudios Paleolíticos. Universidad Nacional de Educación a Distancia.Ciudad Universitaria. Paseo de la Senda del Rey, 7. E-28040 Madrid · [email protected](3) Área de Prehistoria. Universidad del País Vasco. Tomás y Valiente, s/n. E-01006 Vitoria-Gasteiz · [email protected](4) Laboratorio de Estudios Paleolíticos. Dpto. de Prehistoria y Arqueología. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Ciudad Universitaria.Paseo de la Senda del Rey, 7. E-28040 Madrid · [email protected](5) Instituto Geológico y Minero de España. c/ Matemático Pedrayes 25. E-33005 Oviedo · [email protected]

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También en 1971, y acompañados por G. Gil,se producen las primeras exploraciones espeleo-lógicas en Coimbre, realizadas por la LancasterUniversity Speleological Society (Coghlan, A. J.,1973). Durante este año, el citado grupo realizóuna exploración de la cavidad, elaborando la pri-mera topografía de la misma. En este momento seprocedió al cierre de la cueva.

1- HISTORIA DE LAS INVESTIGACIONES EN LA CUEVA

Las primeras investigaciones arqueológicasen el lugar fueron llevadas a cabo por A. Moure,quien simultaneaba las visitas a Coimbre con lasexcavaciones en Tito Bustillo, y G. Gil. Estos últi-mos investigadores se centraron únicamente enla exploración, documentación y estudio del arterupestre de Coimbre, labor que queda inconclu-sa (Moure y Gil, 1972; 1974). P. Utrilla es la pri-

mera, tras las publicaciones de A. Moure y G. Gil,que recopilará la contada información existentehasta el momento y realizará una primera aproxi-mación a la atribución cronocultural del yacimien-to, a partir de algunos materiales recogidos ensuperficie (Utrilla, 1981). Contamos así con unaprimera atribución cronológica a una secuenciaque iría desde el Aziliense al Magdaleniensemedio e inferior, sin más especificaciones.

A partir de ese momento, la cueva deCoimbre pareció caer en el olvido y son escasaslas referencias al yacimiento arqueológico, siem-pre a partir de las publicaciones anteriormentemencionadas, y casi siempre haciendo referenciaa sus manifestaciones artísticas. Cabe mencionarel trabajo de G. Adán, en el que también se refie-re la industria ósea recogida en superficie (porotra parte muy escasa) procedente de Coimbre(Adán, 1997). Entre todos los materiales proce-

Fig. 1. Situación de la cueva de Coimbre en la ladera del monte Pendendo, alfondo se observa la sierra del Cuera (izquierda); situación de la cueva en laregión de los Picos de Europa (derecha).

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dentes del yacimiento recogidos en las primerasvisitas, destacan una varilla y una azagaya condecoración (Fig. 2) depositados en el MuseoArqueológico de Asturias.

Desde el mismo momento del descubrimientode la cueva, se hizo mención a la importancia desu yacimiento, aunque nunca se efectuó estudioalguno sobre el depósito arqueológico. Debido aello, entre los años 1971 y 2008, el yacimiento dela cueva de Coimbre ha sido prácticamente des-conocido, haciéndose referencia a esta cueva úni-camente por sus manifestaciones artísticas, másen concreto por el espectacular grabado delbisonte de la sala principal.

En el año 2008, varios de los firmantes de estanota informativa (Álvarez-Alonso, Yravedra,Arrizabalaga y Jordá Pardo) planteamos un pro-yecto de investigación en la cueva de Coimbre,centrado en la excavación del yacimiento y en ladocumentación del conjunto artístico de la cavi-

dad1. Este proyecto fue aprobado por la Direcciónde Patrimonio Cultural de la Consejería de Culturadel Principado de Asturias, y como consecuenciade ello, se afrontó una primera campaña de exca-vación en la cueva de Coimbre.

Antes de iniciar los trabajos y partiendo de losestudios previos del club de espeleologíaL’Esperteyu Cavernícola Espeleo Club, así comocon la colaboración de sus miembros, se procedióa efectuar una topografía de detalle de la red kárs-tica. En el curso de la misma, procedimos a plan-tear una cuadrícula general en la gran sala supe-rior, partiendo de un punto y plano O generales,quedando así dividida la cueva en 4 cuadrantesdenominados A, B, C y D.

El depósito arqueológico de la zona A sufrióun importante deterioro aproximadamente hacia elaño 1940, cuando, según la información de losvecinos, se produjo una extracción de sedimento,por su alto contenido orgánico, para abonar unafinca en la cercana localidad de Alles. Esta inter-vención realizada, obviamente, sin ningún controlarqueológico, supuso una merma grave delpotencial arqueológico de una de las zonas de lacueva de mayor riqueza patrimonial.Afortunadamente, no sucedió lo mismo con elárea del fondo de la cueva (zona B), situada alfinal de la sala y en una posición más elevadasobre el resto de la misma, donde el yacimiento seencuentra prácticamente intacto.

Los trabajos arqueológicos de la intervenciónde 2008 se centran en las zonas A y B (Fig. 3), encada una de las cuales ha sido trazada una cua-drícula independiente que parte del número lsobre el eje de ordenadas (la Y en nuestro sistemade coordenadas), y de la letra A en el eje de abs-cisas (la X, para nosotros). De este modo se pro-cedió a abrir dos sondeos de 2x1 m, uno de ellosen la zona A (cuadros L9 y L10) y otro en la zonaB (cuadros J26 y J27).

La zona A de la cueva es la que a priori pre-sentaba un mayor grado de alteración, por habersido el lugar del cual se extrajeron sedimentospara su utilización como abono agrícola. Debido aello, en la superficie de todo el sector puede recu-perarse un gran número de restos líticos y óseos.El sondeo se efectuó en el lugar más elevado de

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Fig. 2. Azagaya con "inicio de dientes invertidos" hallada en superficie.(González Sainz, et al., 2003).

1 Además de los citados codirectores del proyecto, forman parte del equipo de investigación los Sres./Sras. Mª José Iriarte, Iván Manzano, GonzaloTrancho, Carmen Sesé, Marcos García, Francisco B. Sanchiz y Lydia Zapata.

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la pequeña plataforma existente, al considerarloel lugar con mayor potencia sedimentaria y elmás propicio para recuperar niveles arqueológi-cos no alterados por las labores de extracción desedimentos (como sucedió finalmente). Una vezretirada la primera capa de materiales revueltos,pudimos documentar un nivel arcilloso conindustria lítica y ósea, así como fauna en abun-dancia, no alterado por las labores de extraccióndel nivel superior. Este nivel con industria no hasido excavado aún en detalle, aunque los prime-ros materiales recuperados apuntan a que setrata también de un nivel magdaleniense.

El sondeo planteado en la zona B fue aco-metido desde el primer momento con la metodo-logía habitual en este tipo de depósitos (Laplacey Méroc, 1955), procediendo a dividir cada unode los cuadros en 9 sectores de 33,3 x 33,3 cm,

así como a realizar una excavación por semitallasconvencionales, de entre 3 y 4 cm, trazadas enparalelo con los niveles geológicos. El materialarqueológico fue referenciado tridimensional-mente, y el sedimento obtenido en cada sector,recogido para su posterior lavado y triado enlaboratorio, con el fin de recuperar todos losmicrorrestos líticos y óseos.

Durante esta primera campaña, la excava-ción se centró en el primer nivel identificado, nivel1, de matriz oscura con un elevado número derestos líticos y de fauna. Dentro de esta unidad,todo el material fue recuperado en posición hori-zontal o ligeramente subhorizontal. Ante estaacumulación de materiales y dadas las citadascaracterísticas de depósito, parece claro que setrata de un rico y fértil nivel de ocupación, enposición primaria7.

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Fig. 3. Planta de la gran sala de entrada, en la que se sitúa el yacimiento. Los sondeos se sitúan en los cuadros L9 y L10 de la zona A y J26 y J27 de la zona B(topografía realizada por R. Obeso –L’Esperteyu).

2 Entendiendo como posición primaria que no se ha visto afectado por procesos postsedimentarios que hayan afectado, tanto la integridad del depó-sito, como la disposición y número de los materiales.

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En los sectores 7, 8 y 9 del cuadro J27 procedi-mos a efectuar un pequeño avance estratigráfico,recogiendo todo el sedimento de cada sector porcapas o semitallas. En este sondeo no se ha tocadoen ningún punto roca basal y por el momento hansido identificadas tres unidades estratigráficas dife-rentes, descritas más adelante. Aunque todas ellashan proporcionado algunas evidencias arqueológi-cas, las más abundantes y que nos resultan mejorconocidas son las del nivel 1 de esta zona B.

2- LA CUEVA Y SUS DEPÓSITOS

2.1. Marco geológico y geomorfológico

La cueva de Coimbre se encuentra situadadentro de la región geológica conocida comoZona Cantábrica, la más externa de la CordilleraVarisca del NO peninsular (Fig. 4), cordillera quese levantó y estructuró a finales del Paleozoico(Devónico Superior -Carbonífero). Durante elMesozoico se depositaron materiales de esaedad sobre las rocas paleozoicas y, posterior-mente, durante la Orogenia Alpina (límite entre elCretácico y el Terciario - Mioceno Superior), tuvolugar el levantamiento de la Cordillera Cantábricay la erosión de los depósitos mesozoicos, quepermitió el afloramiento de las rocas paleozoicasde la Zona Cantábrica , configurándose duranteel Cuaternario los relieves actuales. Más concre-tamente, la cueva se enclava en la Región del

Cuera, rama norte de una gran unidad cabalgan-te conocida como Unidad del Ponga, ocupandouna posición en la parte frontal de ésta, muycerca del límite con la Unidad de Picos de Europa(Fig. 4) (Marquínez, 1988).

La cueva se ha desarrollado sobre calizascarboníferas de la Formación Barcaliente. Dichaformación está constituida por calizas oscuras,de grano muy fino, olor fétido y un característicobandeado, en el que alternan calizas más omenos oscuras. Su contenido fosilífero es muyescaso y se restringe a algunos fragmentos deequinodermos (crinoideos) encontrándose algu-nos microfósiles como los conodontos, aunque lamayor parte de la formación es azoica. La edadde esta formación es Carbonífero inferior.

La cavidad objeto de estudio se abre en unazona intensamente fracturada, próxima a unagran falla de desgarre de trazado NO-SE(Martínez-García et al., 1984). Esta falla corta alcabalgamiento frontal de la Unidad del Ponga yllega a poner en contacto, algo más al NE, adichas calizas carboníferas con las areniscascuarcíticas de la Formación Barrios, de edadOrdovícico Inferior. Al otro lado del río Cares, enlas proximidades de la vecina localidad de Mier,esta falla corta sedimentos permotriásicos, lo queindica una edad alpina para esta estructura.

En cuanto a su situación geomorfológica den-tro de las grandes unidades geomorfológicas dela Península Ibérica, la cueva de Coimbre seencuentra en el extremo oriental de la CordilleraCantábrico-Asturiana del Macizo HespéricoSeptentrional (Martín Serrano, 1994). En el con-texto regional se enmarca en el borde S de laSierra del Cuera, al N del macizo central de losPicos de Europa (Martínez-García, 1981). Lacueva se encuentra localizada en una zona derelieve muy agreste, en la ladera O del MontePendendo (532 m) y por debajo de un espolónrocoso llamado Pica de Coimbre, que le da nom-bre. Su actual entrada se abre a la cota aproxi-mada de 135 m sobre el nivel de mar, en la mar-gen E del río de Besnes, afluente por la izquierdadel río Cares. En esta zona el Cares desarrolla uncañón kárstico en las calizas carboníferas, quecon una dirección general OE atraviesa los Picosde Europa hasta confluir con el río Deva. La geo-morfología de la zona es marcadamente kárstica,con desarrollo de cañones, dolinas de pequeño amediano tamaño, lapiaces, cuevas y surgencias.

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Fig. 4. Esquema geológico mostrando la situación de la cueva de Coimbredentro de la Zona Cantábrica del Macizo Varisco del NO de la PenínsulaIbérica (modificado de Julivert, 1971).

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La cueva de Coimbre se formó como sumiderode un primitivo valle ciego que recogía las aguas delo que ahora es el valle de Besnes. Este valle fue cap-turado por un pequeño riachuelo subsidiario deCares, que dio lugar al encajamiento del río deBesnes y al abandono del sumidero de Coimbre,que se encuentra en estos momentos colgado unos40 m por encima del cauce actual del río. Cuando elsumidero de Coimbre era activo, el río de Besnesentraba por la gran sala de acceso a la cueva y sedesplazaba unos 500 m subterráneamente, paraaflorar en una estrecha surgencia, actualmente seca,situada en los alrededores de Niserias y muy próxi-ma al río Cares. El actual cauce activo se encuentra

por debajo de la cota de esta surgencia, por lo quees muy probable que exista en la actualidad unasurgencia que vierta directamente al Cares. La pre-sencia de este cauce subterráneo todavía activoes perfectamente explicable si se tiene en cuentaque éste se encuentra por debajo de la cota del ríode Besnes, que sin duda recarga al sistema sub-terráneo. El desnivel existente entre la boca de lacueva y el Cares es de 85 m, y la distancia en línearecta entre la boca y la surgencia del río subterrá-neo en el Cares es de 800 m; el desarrollo total dela cavidad alcanza los 3.107 m, con un desniveltotal entre la entrada y el punto explorado más bajode 73 m (FIG. 5) (L’Esperteyu Cavernícola, 2007).

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Fig. 5. Topografía de Coimbre (realizada por R. Obeso – L’Esperteyu)

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El antiguo curso subterráneo de Coimbre pre-senta un trazado bastante sinuoso, pero tiene agrandes rasgos una dirección NO-SE, aunque lagran sala de entrada o sala principal tiene una dis-posición casi NE-SO. Esta sala parece ser subpa-ralela a la estratificación de la FormaciónBarcaliente, mientras que el trazado general de lacavidad se muestra muy similar al del trazado de lafalla de desgarre alpina, lo que indica que la plan-ta de la cueva debe de estar muy controlado por lafracturación subsidiaria de esta gran falla. Estasfracturas secundarias son visibles en los alrededo-res de la cueva y están acompañadas de grannúmero de diaclasas y otras fracturas menores,con diversas orientaciones, que dan al afloramien-to calcáreo un aspecto muy roto. Este gran núme-ro de fracturas es el responsable del aspecto labe-ríntico de la red de galerías, al existir anisotropíaspenetrables por el agua en diversas posiciones.

Durante el funcionamiento del sumidero deCoimbre un gran derrumbe cortó el acceso delagua a las galerías inferiores del sistema. Estederrumbe, visible todavía en el fondo de la gransala de entrada, provocó la inundación parcial deésta, tal y como lo atestigua la presencia de espe-leotemas epiacuáticos y varias terrazas tarvertíni-cas en algunas paredes de dicha sala que estánsuperpuestos a espeleotemas subaéreos. A partirdel derrumbe, el agua buscó el curso inferior a tra-vés de una complicada red de pequeños conduc-tos, que se fueron agrandando con el paso deltiempo dando lugar a las tortuosas y estrechasgalerías de enlace que comunican en la actualidadla sala de entrada con las galerías inferiores,mucho más amplias.

En la época en que la sala se encontraba inun-dada se produjo una gran terraza travertínica quemarca un largo periodo de tiempo en el que elagua se estabilizó en ese nivel. Posteriormente,sobre esta terraza tuvo lugar la ocupación paleolí-tica. Probablemente el lago que ocupaba la salade entrada se secó como consecuencia de la cap-tura del valle ciego, que interrumpió la actividadhipogea o subterránea del río de Besnes y no por-que se volviera a establecer una comunicaciónefectiva entre la parte inferior de esta sala y lasgalerías inferiores. Esto parece estar corroboradopor la presencia de gran cantidad de sedimentossin consolidar (limos y arcillas) en las galerías deenlace, lo que indicaría que estuvieron activashasta el último momento.

2.2. Contexto geoarqueológico

El acceso a la cueva de Coimbre se realizapor una abertura de 8 m de anchura y entre 6 y 2m de altura, cuya sección tiene una forma próxi-ma a un triángulo rectángulo, con el cateto verti-cal situado en el lado E de la boca marcado porun plano vertical de dirección NE-SO que conti-nua en el interior de la gran sala de entrada o salaprincipal de la cueva. Esta gran sala presenta unadirección NE-SO, que es más o menos perpendi-cular a la dirección general de la cueva, con unasección en alzado próxima a la de un triángulorectángulo, con el lado vertical situado al SE, for-mando una pared de dirección NE-SO. En la basede dicha pared aparece adosada la gran repisatravertínica que se sitúa unos metros por debajode la entrada de la cueva. En el extremo NO de lagran sala aparecen los restos de su sumideromás reciente, situado 20 m por debajo de laentrada. En el interior de la gran sala destacantambién algunas repisas travertínicas más peque-ñas, situadas a diferentes niveles, el característi-co gran derrumbe que cegó el sumidero másantiguo y varios niveles de depósitos fluviokársti-cos, parcialmente desmantelados, algunos de loscuales contienen cantos rodados. En las paredesde esta sala aflora mayoritariamente la roca cali-za de la Formación Barcaliente, mientras que lasformas de reconstrucción litoquímica son esca-sas y se encuentran situadas fundamentalmenteen el extremo SO, representadas por formacionescolumnares y estalagmitas.

De cara a la intervención arqueológica, elinterior de esta gran sala de entrada, como ya seha indicado anteriormente, se ha dividido en doszonas: zona A y zona B. La zona A, próxima a laboca de la cueva, corresponde a un cono dederrubios y escombros removilizados por lossaqueadores de la cueva. La parte más baja deesta zona se encuentra a 12 m por debajo de lacota de la entrada. En el sondeo realizado en laparte basal del cono, tras la retirada de losescombros revueltos se llegó a unas arcillas rojasmuy plásticas, en las que aparecen restos de unaestalagmita caída. Estos depósitos contienen res-tos arqueológicos, tanto líticos, como óseos, des-tacando la presencia de una azagaya, una puntaósea y un hueso trabajado, junto con materialesde sílex. Este depósito corresponde a los sedi-mentos detríticos finos del interior de una antiguacolada, de la cual sólo queda la parte apical del

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espeleotema que la culminaba. En este punto, eltramo basal de este espeleotema corresponde asedimentos brechificados, por debajo de los cua-les aparecen sedimentos arcillosos con materia-les arqueológicos que posiblemente correspon-den a la parte superior de las arcillas rojas exca-vadas en la zona A (cuadro L9 y L10). En su con-junto, este depósito corresponde a una coladatotalmente desmantelada, de la que sólo se con-serva su extremo apical y parte de los sedimen-tos detríticos de su interior.

La zona B corresponde a una pequeña cáma-ra situada en el interior de la gran sala de entra-da, en su extremo SO, formada sobre una repisagenerada por espeleotemas y limitada por forma-ciones y bloques, situada a 3,40 m por debajo dela cota de la entrada de la cueva. En el sondeoabierto en la zona B (cuadro J26 y J27) se obser-van los siguientes niveles de muro a techo:

- Nivel Coimbre B-0: Nivel superficial de 3 a 5cm de sedimentos pisoteados.

- Nivel Coimbre B-1: 20 a 30 cm de cantos(centil 20 cm, media 1 cm) y plaquetas decaliza muy fragmentadas y de tamaño centi-métrico, con matriz limoso-arcillosa de colornegro, rica en materia orgánica y muy plásti-ca. Su geometría es tabular, con una disposi-ción horizontal paralela a la superficie deposi-cional. Yace mediante contacto muy neto, irre-gular, de tipo erosivo, sobre el nivel infraya-cente. En la base de este nivel aparecen can-tos de caliza que deforman la superficiedeposicional. Contiene restos arqueológicoslíticos y óseos y numerosos carbones depequeño tamaño (< 1 cm) correspondientes auna ocupación magdaleniense, en una pri-mera aproximación.

- Nivel Coimbre B-2: 5 a 10 cm de arenas limo-sas de color marrón que presentan geometríatabular y un contacto neto con el nivel sobre elque descansa. Contiene fragmentos óseos yrestos de industria lítica.

- Nivel Coimbre B-3: 15 cm visibles de arenasamarillas, presenta algún resto óseo aislado.

En cuanto a la cronoestratigrafía de los depó-sitos, con los datos que contamos resulta aventu-rado atribuirlos con precisión a un momento delPleistoceno superior final, si bien la ausencia deindicadores claros de climas fríos en la zona A yla presencia de pequeñas plaquetas en la zona B

(Coimbre B-1) podríamos indicarnos de formamuy general que el registro sedimentario deCoimbre comprendería parte del GreenlandStadial 2 (GS 2b y GS 2a) y el GreenlandInterstadial GI 1 o Younger Dryas. La obtención dedataciones radiocarbónicas nos permitirá afinaresta hipótesis con una mayor precisión.

A la vista de los cortes estratigráficos propor-cionados por los sondeos realizados, el potencialgeoarqueológico del registro sedimentario de lagran sala de entrada de la Cueva de Coimbreparece tener cierta importancia. En este sentido,futuras intervenciones en la zona A permitiránconocer con más detalle la estratigrafía y conteni-do arqueológico del potente depósito de la coladaparcialmente desmantelada, mientras que en lazona B, la continuación del sondeo hasta alcanzarel sustrato de la repisa en la que se encuentra pro-porcionará información sobre la existencia o no demás niveles infrayacentes a Coimbre B-3. En estazona, la excavación en extensión de Coimbre B-1permitirá obtener una mayor información sobre lasocupaciones magdalenienses detectadas en ella.

3- INDUSTRIAS LÍTICA Y ÓSEA

Como ha sido detallado hasta este punto eneste avance a la memoria arqueológica deCoimbre, tanto en la zona A, como en la zona Bhan sido recuperados numerosos materialesarqueológicos. Sin embargo, sólo contamos condatos susceptibles de cuantificación por lo que serefiere al nivel 1 de la zona B. En esta unidad de lazona B se han recuperado hasta el momento 2231elementos líticos (que se elevan a más de 7000 desumarles los restos líticos de dimensiones inferio-res a 1 cm), acumulados los coordenados duranteel proceso de excavación y los recogidos con refe-rencia de sector y capa en el proceso de triado delresiduo de la criba con agua. En una primera apro-ximación referida a los citados 2231 restos líticos,comprobamos que la materia prima predominantees la cuarcita (en varias variedades diferentes, queacumulan casi el 67 % del total), siendo el sílex lasegunda materia prima más representada (35’7%). La serie se completa con pequeños porcenta-jes de cuarzo / cristal de roca (3’8 %) y casi inapre-ciables de otras materias alternativas, como la are-nisca o materiales ferruginosos.

Una primera consideración importante es quecuarcita y sílex casi invierten sus porcentajes de

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representación si restringimos nuestro análisis alos soportes que presentan algún tipo de retoque.Entre los 128 útiles inventariados en este nivel (un5’7 % del total de restos líticos prescindiendo dedébris), 87 (un 68 %) han sido confeccionadossobre sílex, por sólo 37 (28’3 %) sobre cuarcita.Esto denota una preferencia clara por el sílex paraelaboración de soportes retocados, frente a lacuarcita, empleada para la obtención de soportesbrutos, susceptibles de ser directamente emplea-dos, sin mediar retoques. Podemos añadir que,entre los diversos tipos primarios descritos, setraslada también esta diferente apreciación de lamateria prima. Si los útiles de sustrato (denticula-dos, lascas retocadas, etc…), son muy pocos por-centualmente y realizados en su totalidad en cuar-cita, otros como raspadores, buriles y elementosde dorso (puntas y laminitas) han sido fabricadosen sílex en su práctica totalidad.

Aunque aún pendiente de una evaluacióntipométrica final, la muestra de materiales líticoscon dimensiones superiores a un centímetro evi-dencia una colección con un grado de leptolitiza-ción muy elevado. La gran mayoría de los sopor-tes retocados o susceptibles de retocarse estáconstituida por laminitas de entre 1’5 y 4 cm delongitud, de muy pequeña envergadura (muyestrechas y generalmente, de espesor pocomenor). Apenas se han recuperado materiales demayor talla, o sobre lasca. Sin embargo, los núcle-os recuperados son mayoritariamente de cuarcita,de morfología informe, están agotados o casi ago-tados y muestran como últimas extraccionespequeñas lascas. Por estos motivos, en el análisisfinal de la industria de este conjunto será necesa-rio discriminar dos cadenas operativas en virtudde la materia prima empleada: cuarcita y sílex. En

un análisis preliminar, se diría que ninguna de lasdos cadenas operativas parece estar completa,ya que están casi ausentes los núcleos emplea-dos para la obtención de las laminitas de sílex, aligual que los soportes de talla media y grande quedebieron obtenerse en las fases iniciales de la tallade los núcleos agotados en cuarcita.

En el rango de estudio del modo de retoquede los 128 útiles, observamos una distribuciónbastante igualada de los modos S (39,6%) y A(36,2%), seguidos a cierta distancia del modo B(23,3%). Como cabía suponer, el peso de los écai-llés es casi inapreciable y los retoques planosestán ausentes del registro. Atendiendo a losGrupos Tipológicos presentes, el dominio de lasLD resulta notable (nada menos que el 28 % deltotal). En este caso, dada la buena conservaciónde estos soportes en Coimbre (aún siendo tanesbeltos), no parece necesario aplicar las preven-ciones habituales (Merino, J.M., 1994) en cuanto ala sobrerrepresentación de los elementos dedorso por efecto de su fragmentación longitudinal.Se diría que la mayor parte de los dorsos no estánfragmentados tras su retoque y empleo. En estepunto, resulta importante hacer una indicación porlo que se refiere a la representatividad del grupode las puntas de dorso (PD, con el 6% del total),puesto que ocho laminitas de dorso (habitualmen-te, con retoque directo) muestran el área retocadadistal reforzada con un retoque bipolar y fracturasen charnela sobre una cara de la laminita o buri-noides, que pueden identificarse como fracturaspor impacto (p.ej., fig. 7.3). Queremos decir que almenos estas ocho laminitas de dorso (quizásalguna más) pueden constituir en realidad puntasde dorso rotas, por impacto en su ápice útil.

También resulta necesaria una matización adi-cional por lo que se refiere a la asociación LD.D(laminita de dorso opuesta a denticulado) o lamini-ta sierra (p. ej., figs. 7.9 y 7.10). Tanto en su vertien-te clásica (dorso retocado), como en la variante dedorso naturalmente constituido por una faceta natu-ral abrupta o el negativo de un paño de golpe deburil, esta asociación representa casi el 7% del totalde tipos de la serie. No es preciso recordar aquí elvalor que se le viene atribuyendo como supuestofósil director del Magdaleniense final.

En términos cuantitativos, resulta relevante laaportación de los útiles con retoque simple a laserie, en particular de los elementos de sustrato(escotaduras, denticulados, alguna raedera).

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Fig. 6. Materias primas del nivel 1.

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Debemos esperar hasta contar con una serie másrepresentativa en sus números antes de abordarun análisis estadístico de la significación de estascifras, pero como ha sido señalado anteriormente,el nexo entre estos elementos de sustrato y elempleo de cuarcita es muy llamativo, quizás por-que representa una salida adecuada para unamateria prima de menor calidad, pero abundanteen el entorno próximo. En términos similares nospodríamos referir a los raspadores, mayoritaria-mente de pequeña talla y de conformación afíncon lo que ha sido descrito como “raspador ungui-forme”: los limitados fragmentos disponibles deláminas de mayor fuste, avivados aún útiles y las-cas robustas pueden reconvertirse en estos útiles,que no pueden ser de todos modos de grandesdimensiones.

La serie aparece completada por el grupo deburiles, en general de mala factura. Los más fre-cuentes serán los elaborados sobre fractura opaño natural, seguidos de los diedros y algún másraro ejemplar sobre truncadura. La técnica de buril

se imbrica con el resto de la gestión del conjuntode la Cadena Operativa, de modo que los golpesde buril, con su característica sección con torsiónhelicoidal van a emplearse ocasionalmente paraelaborar laminitas de dorso o sierras.

Desde una perspectiva tecnotipológica, lacomposición de la serie lítica apunta hacia unmomento avanzado del Magdaleniense. Las prin-cipales matizaciones a considerar provienen delas pequeñas dimensiones de la serie analizada,de las limitaciones impuestas por la disponibili-dad baja de sílex y la citada escisión de laCadena Operativa entre los restos en cuarcita ylos confeccionados sobre sílex. Sin embargo, elconjunto refleja un estado muy avanzado en lalaminarización y microlitización de la industria líti-ca, pero sin indicio alguno de geometrización (lastruncaduras representan un papel muy limitado).Los elementos de dorso en general, pero las pun-tas de dorso (aún de cierta envergadura) y laslaminitas cresta en especial, apuntan mejor haciauna fase final del Paleolítico superior que hacia un

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Fig. 7. Industria microlaminar del Nivel I (zona B). 1-4 hojitas de dorso; 5 punta de dorso; 6-7 microgravettes; 8 hojita denticulada; 9-10 hojitas de dorso denticuladas.

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momento temprano del Aziliense. Como indiciocomplementario de que los soportes aún guar-dan cierta envergadura destacaremos la prácticade numerosos dorsos bipolares, especialmentecomo técnica de refuerzo de los proyectiles. En lamisma dirección parece orientarse la presencia,en porcentaje más que discretos, de buriles, cuyonivel de representación disminuye rápidamenteen los momentos postglaciares.

Entre la industria ósea, se han recuperadovarios fragmentos de azagaya y varillas, desta-cando una azagaya completa (con sección circu-lar y base en doble bisel). También hemos recu-perado cinco objetos de adorno, concretamente,tres conchas perforadas y dos caninos atróficosde ciervo perforados. También esta serie indus-trial resulta más compatible con una adscripciónMagdaleniense que Aziliense. Cuando este origi-nal estaba siendo corregido para su edición final,en el curso de la segunda campaña de excava-ción de Coimbre, fue localizado un arpón sobreasta de una hilera de dientes, que nos permite

ubicar el nivel I sin ninguna duda en una fase finaldel Magdaleniense.

4- ZOOARQUEOLOGÍA Y TAFONOMÍA DE LACOLECCIÓN

El estudio preliminar de la muestra ósea haproporcionado una importante colección supe-rior a 14000 huesos en posición estratigráfica.Este abundante conjunto no debe sorprendernossi consideramos la gran cantidad de restos zoo-arqueológicos dispersos en el nivel superficialrevuelto de la zona A.

Entre la fauna hemos podido identificar diversasespecies, como el uro, el caballo, el ciervo, la cabra,el rebeco, el corzo, el jabalí y el zorro (Tabla 1). Deellos, el ciervo y la cabra son los animales másimportantes en toda la secuencia, con una repre-sentación muy parecida. Esto no debe extrañarnosdada la ubicación del yacimiento, inserto en las pro-ximidades de los terrenos escarpados del río Caresy también cercano a zonas de valle. Podríamos

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Fig. 8. Buriles. Nivel 1 (zona B).

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definir la región donde se sitúa la cueva de Coimbrecomo un entorno mixto, abierto a variedad denichos ecológicos. Además de los macrovertebra-dos se han identificado restos de micromamíferoscomo lagomorfos, insectívoros y roedores. Junto alos mamíferos, también las aves y peces han pro-porcionado restos, ofreciendo todos ellos unaamplia variabilidad taxonómica.

El estudio tafonómico preliminar revela un con-junto muy bien conservado, con escasa incidenciade procesos físicos. Tan sólo cabe destacar el puli-do de origen hídrico de algunos huesos y la pig-mentación de otros por disolución de manganesoen el medio sedimentario. En cuanto al agente res-ponsable del aporte de los restos animales al yaci-miento, parece que todos los macromamíferos conla excepción del zorro fueron previsiblementeaportados por el ser humano. De modo que es elzorro el único que hasta el momento no ha presen-tado evidencias de procesamiento antrópico. Losdemás animales muestran amplias marcas de cor-tes ligadas a distintos procesos alimenticios. Deeste modo, tenemos huesos como falanges y frag-mentos craneales con marcas de desollado, ele-mentos articulares con evidencias de desarticula-ción, y también de desmembración sobre los hue-sos largos. Las marcas de descarnación tambiénhan sido documentadas, al igual que las marcasde percusión ligadas al aprovechamiento de lamédula. Entre los animales, son el ciervo y la cabralos que presentan un mayor número de evidencias,documentándose en ellos todos los procesos de lacadena operativa alimenticia, desde el desollado,

al consumo de la médula. Hemos de indicar que laalta tasa de fragmentación del conjunto y la fractu-ración de huesos como las falanges dan cuentadel intenso aprovechamiento al que fueron someti-dos todos los animales. En las figuras 9, 10 y 11mostramos algunos ejemplos de huesos de cabracon trazas de actividad antrópica.

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Niveles Sup I II III

Bos *

Equus * *

Grande * *

Cervus * ** *

Mediano * * *

Capra * ** * *

Rupicapra * *

Sus *

Capreolus * * *

Pequeño * *** * *

Vulpes *

Carniv. *

lagomorfo * *

Indet. *** *** * *

Tabla I. La cueva de Coimbre. *: Presencia; **: Presencia con más de 500restos; ***: Presencia con más de 1000 restos.

Fig. 9. Vértebra de Capra pyrenaica con marcas de corte.

Fig. 10. Pelvis de Capra pyrenaica con marcas de corte.

Fig. 11. Epífisis distal de húmero de Capra pyrenaica con marcas de des-articulación.

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Aunque el estudio tafonómico de los microma-míferos, la ictiofauna y la avifauna aún esta pen-diente de estudio, sí podemos destacar que enciertos casos hemos encontrado evidencias deactividad antrópica. Así, entre los lagomorfos sehan documentado huesos con marcas de corte yademás los patrones de fracturación de algunoshuesos largos se ajustan a los modos de actuaciónantrópica, como puede apreciarse en la figura 12.

En cuanto a la actividad de otros animales,hemos identificado algunas marcas de diente,pero su representación es escasa y poco signifi-cativa, y su presencia sobre algunos huesos contrazas antrópicas sugiere actividades secunda-rias, posteriores a la acción humana sobre los res-tos faunísticos.

En relación a otros yacimientos del oriente deAsturias, hemos de decir que, aunque hay bas-tantes yacimientos en proceso de excavación, sonpocos los estudios zooarqueológicos publicadoshasta el momento, y por tanto, la contextualizaciónde la fauna de Coimbre respecto a otros lugaresresulta por el momento una tarea pendiente.

De todos modos, podemos destacar que elpredomino de ciervo y cabra resulta algo frecuen-te en la mayor parte de los yacimientos magdale-nienses cantábricos (Yravedra 2002). En cuanto alos yacimientos magdalenienses del oriente deAsturias con estudios de fauna podemos destacarel trabajo de Altuna (1986) realizado sobre lacueva de La Riera dentro del proyecto interdisci-plinar de Straus & Clark (1986). En La Riera, unyacimiento situado cerca de la costa, destaca elciervo y la cabra como los animales principales,siendo el ciervo el animal principal en casi todos

los niveles magdalenienses. Otro yacimientoimportante del oriente de Asturias es la cueva deTito Bustillo, publicada por Altuna (1976) donde elciervo es el animal principal acompañado decabra y algo de caballo y uro. Pero en este últimocaso, el estudio no trata todos los materiales exca-vados en este yacimiento. Más cercanos a lacueva de Coimbre y con materiales en proceso deestudio, son las cuevas de Llonín, la Güelga, ySopeña, pero las referencias sobre la fauna deestos lugares son todavía escasas y preliminares.A pesar de ello, algunas referencias, como las delBuxu (Soto, 1984), muestran en sus niveles solu-trenses una cierta diversificación con predominiode rebeco, ciervo y cabra, resultando un panora-ma parecido al descrito en Coimbre. Estos yaci-mientos situados en el interior de Asturias, enmedios mixtos próximos a zonas de roquedo,valles y ríos, plantean un interesante foco de aten-ción sobre las estrategias de ocupación y gestióndel territorio, ya que se ubican en lugares dondepueden explotar diferentes nichos ecológicos,permitiendo profundizar en el debate de la espe-cialización o diversificación de los cazadoresmagdalenienses.

De este modo es frecuente que los yacimien-tos cantábricos muestren un predominio de ciervoo cabra entre los animales representados en losestudios zooarqueológicos, permitiendo identifi-car estrategias especializadas sobre un animal uotro en función del terreno y la situación del yaci-miento (Straus, 1992; Yravedra 2002). Sin embar-go, a veces la situación del yacimiento se da enmedios abiertos a variedad de nichos, ofreciendodiferentes posibilidades. Coimbre y otros lugaresofrecen este tipo de situación, por lo que es impor-tante profundizar en las estrategias cinegéticas delos cazadores-recolectores magdalenienses queocuparon estos espacios, para comprender mejorqué criterios animaron a seleccionar unos u otrosrecursos. En la cueva de Coimbre, el estudio zoo-arqueológico y atendiendo al NR, indicaría un pre-dominio de ciervo y cabra, siendo por tanto unacaza orientada a estas dos especies. Esto es algosimilar a lo documentado en otros yacimientoscantábricos; sin embargo, hasta que no se con-cluya un análisis sobre los patrones de edad y deestacionalidad no podremos establecer si enCoimbre se practicaron estrategias especializa-das estacionales o diversificadas. Los estudiosfuturos permitirán concluir más sobre esta cues-

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Fig. 12. Mandíbula de Orictolagus cuniculus con marcas de corte

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tión, del mismo modo que cuando concluyan losestudios sobre Sopeña, Llonín, la Güelga o elBuxu, así como otros yacimientos situados enmedios abiertos a variedad de nichos, tambiénpermitirán profundizar en las estrategias cinegéti-cas de los pobladores magdalenienses del nortede la Península Ibérica.

5- MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS EN COIMBRE

Si realmente Coimbre es una cueva conocidahasta el momento, lo es por sus importantes mani-festaciones artísticas. Como ya hemos indicado,estas representaciones fueron descubiertas en1971, momento a partir del cual fue estudiado porJ. A. Moure y G. Gil. Esos primeros trabajos que-daron inconclusos, aunque fruto de los mismos noshan quedado las dos primeras y únicas publica-ciones hasta el momento sobre Coimbre (MoureRomanillo y Gil Álvarez, 1972 y 1974).

Por el momento, en Coimbre únicamente seconocen grabados, fundamentalmente en la salaprincipal, divididos en 5 conjuntos parietales (zonasA-E)3. Entre estas representaciones destaca el granbisonte (Fig. 13) que preside la gran sala principal(zona B de la nomenclatura de Moure y Gil-Álvarez).

El primer conjunto de grabados se encuentra ala entrada de la cueva, en una zona en la que hoy

en día llega la luz solar permanentemente. En ellase localizan incisiones verticales de grabado pro-fundo, signos triangulares interpretados como vul-vas y una cabeza de équido. Más hacia el interior,en una zona en la que se empieza a percibir lapenumbra, pero que dependiendo de la hora deldía recibe algo de luz indirecta, se encuentra elgrabado del bisonte, de trazo profundo realizadosobre un gran bloque desprendido del techo de lacavidad, junto a la parte anterior de un caballo,esta sería la denominada “zona B”.

Al fondo de la cueva, en la sala en la que seestán efectuando las excavaciones y que hemosdenominado Zona B (zona D de Moure y Gil), seencuentra un pequeño divertículo, en una zona depermanente penumbra, en la que se ubican variasrepresentaciones animales. Entre las mismas sedistinguen, grabadas en trazo fino, sendas cabe-zas de bóvido y de caballo con trazo múltipleestriado a modo de sombreado, así como un ani-mal no identificado.

Saliendo de la gran sala se encuentran dosgalerías con grabados. En la primera, más cerca-na a la entrada (zona E), se localiza un conjuntocon dos cabras, dos bóvidos, dos ciervos y otroanimal no identificado, así como algún signo yvarios grabados no determinados. En la otra “gate-ra” (Zona C) se encuentran en el techo variascabezas de cierva y un ciervo.

J. A. Moure y G. Gil-Álvarez consideran quetodos los conjuntos son coetáneos y se decantanpor encuadrarlos en el Magdaleniense inferior,matizando que en su opinión, en el Cantábrico noexiste una clara distinción entre los estilos delMagdaleniense inferior y superior. Si bien todos losgrabados de las galerías responden a un mismoestilo, el bisonte de la gran sala resulta difícil deencuadrar en el mismo grupo, ya que se trata cla-ramente de estilos y técnicas diferentes; a pesarde ello, se considera como perteneciente alMagdaleniense superior, estilo IV, pudiendo sereste el representante de la última fase artística dela cueva (Moure y Gil-Álvarez, 1972).

Por otra parte cabe señalar que en la excavaciónarqueológica, en la zona A, se ha recuperado uncanto grabado con motivos geométricos, siendo laprimera muestra de arte mueble conocida en el yaci-

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Fig. 13. Bisonte de la gran sala de entrada (Foto: J. Santa Eugenia)

3 Estas zonas no se corresponden con la actual nomenclatura de excavación, en la que se ha dividido la sala en cuatro áreas (A-D), sino que perte-necen a los cinco grupos de grabados identificados por Moure y Gil (1972 y 1974) y a los que hay que hacer obligada mención.

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miento, y uno de los pocos ejemplos en tal soportede finales del Paleolítico superior cantábrico.

6- CONCLUSIONES

Como ha sido señalado, el tipo de industrialítica presente en el nivel 1 de la zona B deCoimbre coincide con la tendencia a la microliti-zación de finales del Magdaleniense, aparecien-do tipos propios del Magdaleniense superior(aunque no son incompatibles con el posteriorAziliense), por todo ello esta industria pareceencajar en un Magdaleniense superior-final. Lomismo podemos señalar en relación con los efec-tivos de industria ósea recuperados, entre los queel hallazgo de un arpón durante la segunda cam-paña, como ya se ha señalado, sirve para confir-mar esta apreciación.

Por otra parte los restos hallados en el sedi-mento revuelto en la zona A (alto porcentaje deburiles, laminitas de dorso, raspadores unguifor-mes, microgravettes y una punta aziliense) pro-ducto de las labores de extracción de abonos,también resultan muy coherentes con los materia-les del nivel B-1, por lo que todo parece indicarque el nivel alterado en la zona A se corresponde-ría con dicho nivel.

El contexto cantábrico para el nivel B-1 deCoimbre podríamos encontrarlo en una serie deyacimientos datados a finales del Magdalenienseentre el 13.000 y el 12.000 BP, como pueden serLa Paloma 4, Rascaño 2.1 y 2.3, La Garma A nivel

3, Mirón 12 (zona cabaña), Peña del Perro 2c,Ekain VIb o El Horno 1 y 2 (Álvarez-Alonso, 2008),u otros sin dataciones pero con industrias líticasmuy similares en las que nos encontramos unapresencia predominante de los elementos dedorso (laminitas de dorso, laminitas de dorso den-ticuladas, puntas de dorso, microgravettes) asícomo de buriles diedros y de ángulo sobre roturao plano natural, como son los casos de Bolinkoba2, Silibranka 3-4 o Atxeta E (Fernández Eraso,1985), aunque sin duda el paralelo más cercanodebamos buscarlo en el nivel VIII del “cono ante-rior” de la cueva de Llonín (Fortea, et al. 1995) y el3A e incluso 2C de Los Canes (Arias y Pérez,1995). Otros yacimientos datados más reciente-mente ya contienen industrias transicionales entreel Magdaleniense y el Aziliense, en donde porejemplo las puntas azilienses cobran una notableimportancia, así como el mayor desarrollo de loselementos de dorso, como es el caso de LosAzules, Cueva Oscura de Ania, Laminak II, Zatoyao Santa Catalina (Álvarez-Alonso, 2008), este últi-mo ejemplo, a la luz de los primeros resultados, noparece ser el caso de Coimbre B-1.

Otra cuestión de importancia a la hora de valo-rar el depósito magdaleniense en proceso deestudio es su funcionalidad, el carácter de dichaocupación. En una primera valoración y atendien-do a la diversidad de tipos de asentamientos des-critos para el último tramo del Paleolítico superioren la región cantábrica, destacarían los yacimien-tos con representaciones artísticas, entre los cua-

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Fig. 14. Cáprido de la galería E (foto: J. Rojo; imagen tomada de Moure y Gil, 1971).

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les Coimbre es un ejemplo excepcional. Entreestos lugares ha sido reiteradamente citado elcarácter de santuario de la cueva de Llonín, perotambién el de la cercana cueva de Coimbre, espe-cialmente su gran grabado del bisonte, quepodría articular un posible centro de reunión(Utrilla, 1994). Por lo que respecta a la propia ocu-pación paleolítica, la definición de “territorios”durante el Magdaleniense, en los que los grupospaleolíticos vendrían ya desde los albores delPaleolítico superior definiendo sus propios lugaresde ocupación, vertebrados en torno a valles (en elcaso del Cantábrico), y perfeccionando sus capa-cidades técnicas y adaptativas de cara a la explo-tación de los recursos, sería el modelo hoy másaceptado para explicar las distintas ocupacionesde estas épocas. En este supuesto, los distintosgrupos magdalenienses tendrían como referenteno uno, sino varios yacimientos, en los que en fun-ción de la época del año, las características oro-gráficas y sobre todo del factor económico (cazay recolección) realizarían una u otras funciones enlas distintas cuevas, manteniendo generalmenteuna de ellas como lugar permanente de ocupa-ción, y el resto con estancias u ocupaciones mástemporales (Álvarez-Alonso, 2007; González Sainzy González Urquijo, 2004; Menéndez, 2003).

En el caso del nivel 1 de la zona B de Coimbre,aún resulta prematuro evaluar el carácter de dichaocupación, pero podemos confirmar la granimportancia de las actividades cinegéticas des-arrolladas por los grupos humanos que la habita-ron a finales del Magdaleniense, así como tam-bién la presencia de restos que nos indican activi-dades de pesca, seguramente en los cercanosríos Besnes y Cares. La cueva de Coimbre, conuna elevada visibilidad sobre el valle de ambosríos debió cumplir además un carácter simbólicopara estos mismos grupos, a la luz de las impor-tantes y numerosas representaciones parietalesque alberga.

7- AGRADECIMIENTOS

Este trabajo ha sido parcialmente financiadopor el Grupo de Investigación de Alto Rendimientode Prehistoria de la Universidad del País Vasco (IT-288-07) y el proyecto HAR2008-03976/HIST delMinisterio de Educación ("El medio como cataliza-dor de los comportamientos humanos durante elPleistoceno superior y Holoceno en el Pirineo occi-dental y sus proximidades").

También quisiéramos agradecer al grupo deespeleología L'Esperteyu, y muy especialmente aR. Obeso, P. Obeso, J. Santa Eugenia y DavidRueda, su inestimable ayuda y colaboracióndurante todos los trabajos arqueológicos efectua-dos en Coimbre, así como también a J. Rojo y a F.Pérez (La Xana).

Del mismo modo extendemos a J. Gil Vaqueronuestro agradecimiento por todas las facilidadesdadas para nuestra estancia en el Río Aliso.

En el momento de entregar este artículohemos recibido la triste noticia del fallecimiento delprofesor Dr. D. Javier Fortea, catedrático dePrehistoria de la Universidad de Oviedo, el cualfue un verdadero maestro para todos aquellos quetuvimos el privilegio de contar con su magisterioen dicha universidad, del mismo modo que tam-bién ha sido un maestro durante décadas comoreferente para el Paleolítico de la región cantábri-ca en general y de Asturias en particular. Comodirector durante todas las campañas de excava-ción de la cueva de Llonín, a la que dedicó, juntocon otras cuevas del oriente asturiano, gran partede su investigación, no podíamos pasar sin dedi-carle este pequeño homenaje al referirnos alMagdaleniense del oriente asturiano y de la cuen-ca del Cares en particular, de la que sin duda elprofesor Fortea ha sido el mayor conocedor y unareferencia ineludible. El vacío que deja será indu-dablemente imposible de llenar.

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