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La cultura Tiahuanaco vista a la luz de la arq ueología contemporánea por Federico Kauffmann Doig Este bosquejo está dedicado a mis alumnos uni- versitarios del curso de "Arqueología Peruana". No es otra cosa que un resumen apresurado de mis apuntes de clase, del capítulo correspondiente a la cultura Tiahuanaco. Está escrito sin preten- ciones eruditas, con sólo el objeto de ofrecer al estudiante un derrotero del que carecía, sintético y redactado de modo sencillo. Las referencias bibliográficas le permitirán ahondar en los distin- tos aspectos y problemas que plantea la arqueo- logía Tiahuanaco (Huari) El concepto sobre la antigüedad de la cultura Tiahuanaco que rige hoy, es muy distinto al que imperaba en el siglo XIX, y al sostenido por A. Posnansky, aisladamente, hasta todavía uno o dos decenios. Desde el siglo XVI, en que destaca la descripción de las ruinas de Tiahuanaco hecha por Cieza de León, este centro arqueo- lógico vino a representar la "cultura preincaica" por antonomasia. El gran cultor de su arqueología, Posnansky, llegó a estimar hasta en 14,000 años su antigüedad. Con las investigaciones del sabio Max Uhle, la posición cronológica de Tiahuanaco quedó establecida en la medida que hoy se acepta. Pero más im- portante es que Uhle logró definir la posición que corresponde a Tiahuanaco frente a las demás culturas que tuvieron por escenario el antiguo Perú. Uhle descubrió que la difusión de la cultura Tiahuanacoide se presentaba sólo después de Nasca y de Mochica: Es una cultura que en determinado momento, hacia el siglo IX ó X El personaje central de la "Portada del Sol" de Tiahuanaco.

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La cultura Tiahuanaco vista a la luz de la arq ueología contemporánea

por

Federico Kauffmann Doig

Este bosquejo está dedicado a mis alumnos uni-versitarios del curso de "Arqueología Peruana". No es otra cosa que un resumen apresurado de mis apuntes de clase, del capítulo correspondiente a la cul tura Tiahuanaco. Está escrito sin preten-ciones eruditas, con sólo el objeto de ofrecer al estudiante un derrotero del que carecía, sintético y redactado de modo sencillo. Las referencias bibl iográficas le permi t i rán ahondar en los distin-tos aspectos y problemas que plantea la arqueo-logía Tiahuanaco (Huar i )

El concepto sobre la antigüedad de la cul tura Tiahuanaco que rige hoy, es muy dist into al que imperaba en el siglo X I X , y al sostenido por A. Posnansky, aisladamente, hasta todavía uno o dos decenios. Desde el siglo X V I , en que destaca la descripción de las ruinas de Tiahuanaco hecha por Cieza de León, este centro arqueo-lógico vino a representar la "cu l tu ra preincaica" por antonomasia. El gran cu l tor de su arqueología, Posnansky, llegó a est imar hasta en 14,000 años su antigüedad. Con las investigaciones del sabio Max Uhle, la posición cronológica de Tiahuanaco quedó establecida en la medida que hoy se acepta. Pero más im-portante es que Uhle logró def in i r la posición que corresponde a Tiahuanaco frente a las demás culturas que tuvieron por escenario el ant iguo Perú. Uhle descubrió que la di fusión de la cu l tu ra Tiahuanacoide se presentaba sólo después de Nasca y de Mochica: Es una cu l tura que en determinado momento, hacia el siglo IX ó X

El personaje central de la "Portada del Sol" de Tiahuanaco.

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D.C., aesoorcia por todo el te r r i to r io peruano sobreponiéndose a las uist intas cul turas locales. Es pues importante diferenciar, teórica-mente, una época de gestación y desarrol lo local y otra de expansión. Q u e d a en discusión hasta la fecha ele si las ruinas de Tiahuanaco en el Tit icaca fueron o no ei asiento or ig inar io de ¡a cul tura I iahuanaco, aunque Bennett y ahora Ponce Sangines en sus excavaciones, han conseguido hailar alguna documentación sobre formas pre-Tiahua-naco en ia región que ocupan las ruinas. Lo que ha variado sustan-ciairnente, en los ú l t imos años, es el concepto acerca del punto ae d i fus ión de la cu l tura "T iahuanaco" . Se estima hoy que la influencia Tiahuanaco que recibió la costa y la sierra, de norte a sur, no part ió directamente de las ruinas de Tiahuanaco. Las zonas arqueológicas de Huar i , en Ayacucho,y luego la de Pachacamac, en la Costa Central, habrían sido los importantes centro de dispersión Tiahuanaco. El es-t i lo Tiahuanaco llegado por importac ión a estos dos sitios, acampa y se mezcla con elementos locales antes de irradiar nuevamente, hasta in f lu i r en toda la costa y sierra peruanas, y talvez más allá de las f ronteras actuales de nuestro país. Con todo, queda un hecho hasta hoy incuestionable, y es que en el Tiahuanaco, del Titicaca, se da con profusión clásica el estilo que caracteriza la cul tura que nos ocupa.

Los comienzos de la expansión del estilo Tiahuanaco tienen lugar, según las apreciaciones últ imas, hacia 800 ó 900 D.C. Se da por terminada esta etapa, hacia 1,200 D.C., cuando el estilo Tiahua-naco se s impl i f ica y es desplazado por nuevos estilos locales, que, naturalmente, conservan algunas supervivencias tiahuanacotas, pero con elementos secundarios f rente a los nuevos dominantes, que a su vez se Inspiran en cánones pretiahuanaquenses ele la tradición local o regional, según las diferentes subáreas.

La di fusión amplia del estilo Tiahuanaco, que es pan-peruano como el de los Incas, ha mot ivado que se le considere un horizonte. La escuela de Calf iornia lo nombra Horizonte Medio, porque se en-cuentra en una posición central en el t iempo, con respecto al estilo Ch avín (Hor izonte Temprano) y al Inca (Horizonte Tard ío) . Por o t ra parte, los arqueólogos prefieren l lamar al estilo Tiahuanaco que se da fuera del yacimiento de ese nombre tiahuanacoide, porque este té rmino indica "parecido a". Y en verdad, la difusión ampl ia del esti lo Tiahuanaco, le impregna variedades debidas a la

Tela tiahuanacoide, hallada en la Costa (Museo Etnográfico do Munich).

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adaptación en zonas apartadas, y a las naturales transformaciones que sufre un esti lo en el t iempo. También esta etapa ha recibido el nombre ele per íodo de Fusión, pero hay que advert i r que éste se pres-ta ? inexactas interpretaciones, pues no se da exactamente con Tiahua-naco un crisol donde se funden todos los estilos anteriores. Tiahua-naco actúa en fo rma de superposición, recibiendo en algunos casos mezclas regionales, que a su vez suele t ransmi t i r a otras zonas, pero no funde, o fusiona, los estilos locales entre si. En este comen-tar io mantendremos el término tradicional, con las aclaraciones an-ter iormente expuestas, y tomando en consideración que el sit io clásico sigue estimándose ser el sitio Tiahuanaco, en el Lago Ti-ticaca. Y es en efecto aquí donde se encuentran raíces del esti-lo que más tarde sufre cambios ambientales y de propia evolu-c ión; de ahí que demos por entendido que Tiahuanaco en su ex-pansión sea naturalmente " t iahuanacoide". Pero, antes de revisar el proceso de la di fusión de los elementos tiahuanaquenses veamos, brevemente, el esti lo Tiahuanaco a través de los exponentes que aún quedan de esta cul tura a oril las del lago Titicaca.

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TIAHUANACO DEL TITICACA

1 . — L a s ruinas del Tiahuanaco.

La pr imera referencia a los monumentos pétreos ele Tiahuanaco es la de Pedro Cieza de León, quien visitó el lugar entre 1540 y 1550. Cieza encontró Tiahuanaco ya en ruinas y fue informado por los naturales de su antigüedad anterior a los Incas ( 1 ) . El p r imoroso t rabajo de las piedras de aparejo y su tamaño descomu-nal; los ídolos monolí t icos de cabezas cuadradas v mirada inexpre-siva; la vasta extensión de las construcciones; la puerta gigantesca de una sóla piedra ornamentada magistralmente con frisos de mis-teriosas figuras y, el hecho de hallarse estas ruinas en un paraje desolado a unos 3,625 m. de altura, impresionó profundamente a todos los que visi taron y visitan la zona arqueológica de Tiahuanaco. Son numerosas las descripciones y especulaciones que se han hecho sobre estos misteriosos monumentos. A. Posnansky, dedicó toda una vida a su estudio ( 2 ) . Desgraciadamente no actuó siempre con cri-terios rigurosos; con todo, sus obras se convert irán en clásicas con el t iempo, debido a la valiosa documentación gráfica recogida cuando Tiahuanaco estaba menos destruido, y a las descripciones de detalle, indudablemente valiosas en muchos casos. Posnansky derivó sus secuencias del análisis arquitectónico y del estilo de los monol i tos, acotando tres períodos para Tiahuanaco ( 3 ) . Sus expo-siciones están inundadas de deducciones interesantes, pero construi-das sobre bases imaginarias o deleznables, que lo llevaron a afir-maciones que lo desprestigiaron. Tal el caso de la antigüedad exagera-da que estima para Tiahuanaco, y su carácter de "cuna de hombre"

( 1 ) CIEZA DE LEON, 1553, cap. CIV. ( 2 ) Véanse sus principales obras en la lista bibliográfica que ofrecemos. ( 3 ) POSNANSKY, 1945-57, t. I, pp. 63-64, y sigts.

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no sólo boliviano, sino de América toda. A fines del siglo pasado, Alphons Stübel, conjuntamente con Max Uhle, realizaron exploracio-nes en Tiahuanaco ( 4 ) . Pero en Uhle, lo valioso no está precisa-mente en su estudio sobre los monumentos de Tiahuanaco, en el Tit icaca, sino en la identificación que realizó del estilo Tiahuanaco en la Costa, durante sus exploraciones en Pachacamac y, en el hecho de haber colocado a la cultura Tiahuanaco en el sitial, hoy aceptado y corroborado, que le toca dentro de las secuencias generales de las culturas precolombinas ( 5 ) . Por otra parte, Uhle asignó a Tiahua-naco la antigüedad que se aproxima a los criterios de hoy, que di f iere en millares contados con todos los dedos de la mano con las cifras de su contemporáneo A. Posnansky. También a Kroeber, se le debe importantes investigaciones y ordenación de gabinete ( 6 ) .

En la década del 30, el arqueólogo norteamericano W. C. Bennett hizo exploraciones y excavaciones metódicas en la región boliviana, y especialmente en el yacimiento de Tiahuanaco ( 7 ) . Es-tos trabajos pusieron a descubierto varios monolitos desconocidos hasta entonces, entre los que el llamado Monoli to Bennett, hoy en La Paz, f igura entre los más preciados en su género (8 ) . Con los es-tudios de Bennett, se aclararon algunos conceptos sobre las se-cuencias locales de la arqueología de Tiahuanaco y, en lo ge-neral, quedaron corroboradas a grandes rasgos las enseñanzas de Uhle acerca de la posición cronológica de Tiahuanaco y de su fase de expansión. Otros estudios meritorios, que sería impropio enumerar aquí por razones de espacio, no han conmovido las sólidas bases levantadas por Uhle y por Bennett ( 9 ) .

( 4 ) STUBEL UHLE, 1892. ( 5 ) UHLE, 1903, cap. X. ( ó ) KROEBER, 1925. ( ~ ) BENNETT, 1934; 1936. ( 8 ) BENNETT, 1946, pp. 109-112. (Las referencias descriptivas a las

ruinas de Tiahuanaco aquí insertas, se toman especialmente de Ben-nett, 1946).

( 9 ) Actualmente Ponce Sanginés realiza trabajos intensivos en Tiahuanaco, y sus primeras publicaciones ofrecen datos novedosos. Por otra parte, D. Menzel ha editado un estudio de primer orden sobre el Horizonte Medio en la Costa Sur. No comentamos estos trabajos, porque sólo han sido editados recientemente, cuando la presente manografía estaba ya e-i prensa. (Véase Bibliografía).

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Las ru inas del T iahuanaco se yerguen a 21 Kms. del Lago Tit i-caca ( 3 ) , cerca del pob lado actual de ese nombre , sobre una altura cercana a los 4,000 m. sobre el nivel del mar . Los monumentos se encuent ran sobre una planic ie desolada y de suaves pendientes, donde la vegetación es escasa, p rop ia de las regiones de la puna, ocupando un área de aprox imadamente 450 m., medidos ele Norte a Sur , por 1,000 m., medidos de Este a Oeste. Entre las caracte-r ís t icas arqu i tec tón icas de Tiahuanaco ( 1 0 ) , se cuenta el uso de pie-dras areniscas y de basal to pa»-a f o r m a r p la ta formas, como se ob-serva en la p i rám ide revestida de piedra de Acapana, el terraplén de Calasasaya, o la p la ta fo rma abier ta de Puma Punco., monumentos que descr ib i remos más adelante. Las construcciones dan efecto mo-numenta l ; la técnica observada en los aparejos consiste en la coloca-c ión de grandes mono l i tos o huancas, p lantados ver t ica lmente en in-tervalos, espacios que fueron rel lenados con piedras de menor tama-ño; la mamposte r ía es toda una obra de arte, hecha con bloques y lajas bien labrados y cor tados con s imet r ía , llegándose a usar gram-pas de cobre — b r o n c e , según o t ros a u t o r e s — en las uniones; gradas l í t icas son comunes; se usaron en f o r m a de complemento arquitec-tón ico piedras esculpidas en f o r m a de cabezas-clavas o de piedras de fachada. Bennett supone que también los monol i tos , hayan estado subordinados a la a rqu i tec tu ra . Se usa de canales superf iciales como subterráneos; aunque se dan var ios pequeños cuartos subterráneos hechos de piedra labrada, las construcciones subterráneas no son caracter íst icas de la a rqu i tec tu ra de Tiahuanaco.

Las ruinas de Tiahuanaco, se considera, no representan una c iudad o poblac ión ant igua, sino un cent ro rel igioso, como lo fue Pach acamac a la llegada de los españoles, o como se suoone lo fueron también las ruinas de Chavín. As imismo, se tiene por senuro que su const rucc ión obedeció a un plan qenera!, aunque probablemente no se l levó a cabo sino a través de varias generaciones, quedando al-gunos edi f ic ios sin te rm ina r . Se est ima que los peregrinos llegaban cacla c ier to t i empo de! año a Tiahuanaco para colaborar en su crea-c ión. Las canteras se encuentran a distancia. Las más próx imas, de p iedra arenisca, están a 5 k m . de Tiahuanaco, y los bloques util iza-dos pesan hasta 100 toneladas; el lo supone t raba jo corporat ivo en masa. Por o t ra par te, el labrado de las piedras y su colocación

( 1 0 ) BENNETT, 1946, pp. 110-111.

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Una vista en re. construcción de la "Portada del Sol", tal como se la ima-

ginó E. Kiss.

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impl ica conocimiento de ingeniería y jerarquía para controlar la obra ( 1 1 ) . Hay quienes atr ibuyen a gente de habla aymara la crea-ción de Tiahuanaco. Pasemos revista a los principales grupos arqui-tectónicos de Tiahuanaco.

Acapana. La estructura pr incipal es la que se conoce con el hombre de Acapana; se asienta sobre un mont ículo natural ( 1 2 ) , y const i tu ía ant iguamente una p i rámide escalonada hecha con bloques de piedra pr imorosamente tallados y ajustados en aparejo. Sus dimensiones son de 210 x 210 m. y tiene una altura de 15 m. Se ha sugerido que Acapana se levantó con la intención de que sirviera de fortaleza o de lugar de refugio, pues en la parte superior se observa una depresión que se considera reservorio de agua con ves-t igios de un canal de mamposter ía, que Posnansky bautizó en 1904 con el nombre de "cloaca máx ima" ( 1 3 ) ; hay, otras señas, que se consideran restos de viviendas y depósitos.

Cálasasaya. En driección NE. de Acapana se encuentra ot ro grupo arqui tectónico, l lamado Calasasaya, que ocupa una superfi-cie de 135 x 130 metros ( 1 4 ) , marcada por monol i tos labrados, plantados vert icalmente en el terreno, de modo que algunos autores superf icialmente creyeron ver aquí una sucesión de "menh i res" . Se estima que estos monol i tos debieron en su origen fo rmar un muro rectangular, con pequeñas piedras labradas interpuestas, que en-cerraba una plaza. A ellos alude el vocablo kalasasaya, que es ayma-ra, signif icando "p iedra parada", o "huanca" , en lengua quechua. El área comprendida por los monol i tos de Calasasaya se encuentra a cierta elevación, y en ella hay una depresión que se considera un "pa t io hund ido" , de aprx. 60 x 61 m. Hay acceso a esta plaza por una monumental gradería, de seis escalones, de lajas bien labradas, que se conservan en buen estado; queda ubicada en la sección media de la pared occidental. La f inal idad de Kalasasaya es hasta ahora nebulosa. Se sospecha que no llegó a ser terminada esta construcción,

( I T ) BENNETT, 1946, pp. 112. ( 1 2 ) El nombre Acapana significa "cerro ar t i f i c ia l " , según Ponsansky (1945-

57, t. I, p. 6 9 ) . ( 1 3 ) POSNANSKY, 1945-57, t. I, p. 74-76. ( 1 4 ) Las medidas dadas por Ponsnansky son las siguientes: 128.74 m. x

118.26 m., pero no incluyen " la pared halconera", que sitúa en su III Período. ( O b . cit., t. I, p.84).

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como indudablemente no lo fueron los frisos de la "Puerta del Sol" , que se halla en sus perímetros. Hay convencidos, especial-mente Posnansky, que consideran esta estructura un observatorio solar, para determinar las estaciones del año ( 1 5 ) . En una de las esquinas de Kalasasaya se encuentra la llamada Portada del Sol, a la que nos habremos de referir más adelante, y otros monol i tos grabados.

El Palacio. Con este nombre y también Palacio de los Sarcófagos, se conoce otra estructura improtante de Tiahuanaco, aunque menor en proporciones que las dos anteriores. Mide 60 m. por 55 m. y antiguamente estuvo circundada por un muro doble. Se encuentra a pocos metros, y hacia el lado occidental de Calasasaya.

La Estructura Posnansky y el Monol i to Bennett. Demos este nombre, en honor de Ar thur Posnansky, a una estructura doble, aparentemente sin nombre conocido, que se encuentra al este de Calasasaya, es decir al frente de la escalinata monolít ica y a 25 m. de la misma. Mide 21 x 22 m. Esta estructura, es semisubterránea y su fachada alrededor, está constituida por piedras paradas o huan-cas y piedras pequeñas. Algunas clavas o piedras representando cabe-zas estuvieron insertadas en los muros. En la sección sur de la Estruc-tura Posnansky, halló Bennet en 1932, un monoli to de formidables proporciones (7.30 m. de a l tura) , trasladado posteriormente a La Paz, y que hoy lleva el nombre de su descubridor (16) . Se trata de una estatua representando de cuerpo entero a un personaje. La superficie

( 1 5 ) "Estas determinaciones sólo fueron posibles, mediante un edificio orientado con precisión en el meridiano y cuyo largo y ancho se ha-llaban ajustados al ángulo máximo de la declinación del Sol entre los dos solsticios" (Posnansky, Ob. cit., t. I, p. 54 y sigst.) Esta su-posición de Posnansky trajo consigo mediciones astronómicas hechas en algunos casos por verdaderas autordiades, especialmente destina-das a medir variantes astronómicas experimentadas con el transcurso del tiempo, con lo que re llegó a af i rmar, en parte, la antigüedad de 7,000 y hasta 14,000 años de Kalasasaya. Estas opiniones no merecen crédito por hoy, pues están en completo desacuerdo con múltiples pruebas proporcionadas por los métodos arqueológicos.

( 16"* Walter Lehmann fue quien difundió el nombre Bennett, para nominar el monoli to en mención. Posnansky y otros solían referirse a esta piedra como el "Gran Idolo", y el propio Bennett lo nombraba "Gran Monol i to" .

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Los "seres alados" que aparecen a la derecha e izquierda del personaje cen-tral de la "Portada del Sol" (A. Pos-

nansky).

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está grabada con mot ivos, ai esti lo clásico de Tiahuanaco ( 1 7 ) . Posnansky, creyó que la estructura que lleva su nombre, pertenecía a un per íodo p r im i t i vo , y defendió su tesis valientemente hasta su muerte. La op in ión general, que parte de Bennett ( 1 8 ) , es que tiene la apariencia más bien de una construcción tardía, para la cual se reunieron piedras labradas y monol i tos de otras ruinas ubicadas dent ro del per ímet ro de Tiahuanaco. (18a) .

Puma Punco. La estructura de Puma Punco de 45 x 16 m., queda a cierta distancia del núcleo pr incipal de las ruinas de Tiahuanaco. Se le l lama Puma Punco, (por tada del puma, quechua), debido que cerca de su per ímet ro se encuentran diversas portadas monolít icas destrozadas, aunque ninguna en proporciones y t rabajo como la por tada del Sol ( 1 9 ) . Consiste en varias plataformas, formadas por grandes bloques de piedra, dos de los cuales son considerados los de mayor tamaño en todo Tiahuanaco.

2 . — L a "Por tada del Sol" de Kalasasaya y el arte Utico de Tiahuanaco. La l lamada Portada del Sol, es, seguramente, la más célebre en-

tre las piedras esculpidas y grabadas de Tiahuanaco. Consiste en un bloque de andesita pr imorosamente labrado, de aproximadamente 4 m. de ancho por 3 de alto, en cuyo centro se ha abierto un vano o puerta. Pero no sólo concita .interés por la condición monol í t ica que observa esta portada, ni sólo por su tamaño, sino por los frisos que aparecen esculpidos en la parte superior de la misma. En estos se representa un personaje central de talla enana y gran cabeza, de la que i r radian diversos apéndices delgados, algunos de los cua-les, alternadamente, rematan en cabezas estilizadas de cóndor. Este personaje pr inc ipal , mi ra de f rente, y sostiene en cada mano, de cuat ro dedos, una especie de cetros que terminan en cabezas de ave, también estilizadas. No se remarcan los pies del ídolo, pero parece estar parado sobre un pedestal o t rono, que desciende for-mando el l lamado "s igno escalonado" ( f ron t i sp . ) . Después de descen-der, estos trazos, ascienden a ambos lados a modo de apéndices

( 17~) BENNETT, 1934, pp. 429-439. ( 1 8 ) BENNETT, 1946, p. 110. ( 1 8 a ) Ponce Sanginés realiza al presente, excavaciones en este sitio — y res-

taurac iones— que llevan a concepciones novedosas, que no podre-mos comentar en esta oportunidad (véase Bibl iograf ía) .

( 1 9 ) Posnansky (Ob. cit. , t. I, p. 85 ) , aunque sin consistencia, considera a Puma Punco como " temp lo de la Luna". Estima que una de sus secciones fue un "establo de pumas sagrados" (Ob. cit., v. I, p. 138).

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que rematan en cabezas; la zona in ter ior desmarcada por el pedestal en escalones en fo rma de p i rámide trunca — f i g u r a tan común en la arqu i tecut ra peruana a n t i g u a — esta también esculpida con un trazo rectangular, i n te r rumpido en la parte superior antes de cerrar-se del todo. Da la impresión, el pedestal en conjunto, de corte esti-l izado de una p i rámide truncada de 3 o 4 piaiarormas con una cavidad central o galería subterránea. El personaje central esta acompañado, hacia ambos lados, por 3 hileras horizontales, que solo ascienden hasta la al tura de su nariz, y que representan f iguras de seres ant ropomorfos alados (hi lera central) y cóndores alados también, todos los cuales se dir igen con un bastón o cet io hacia ei personaje central. Cada una de las tres hileras que se presentan hacia ambos lados del personaje central, formando de ecte modo ó grupos, están consti tuidas por 8 figuras independientes, formando, por lo tanto, 48 mot ivos en total. Debajo de la hilera izquierda y derecha in fer ior , hay una más, continuada, pues se extiende por de-bajo de la f igura central y su pedestal. Esta úl t ima hilera, muestra estilizaciones más complicadas, en su centro destaca Ja cabeza del personaje central con sus irradiaciones, en campos delimitados por lí-neas dobles y rectas siguiendo escalones en sus trazos verticales. De estas líneas dobles se desprenden apéndices que rematan en ca-bezas orn i tomor fas, probablemente cóndores hembras ya que no observan signos de cresta. Se nota en conjunto un plan previo en la elaboración del d ibu jo y una marcada orientación por la simetría y la estil ización moderada. Los trazos rectos han hecho pensar en patrones textiles. Sin embargo, no se han encontrado telas en Tiahua-naco (del Ti t icaca), debido a que el cl ima no favorece su conserva-ción. Muchas son las deducciones que se han derivado de la observa-ción del d ibu jo de la Portada del Sol, pero ninguna ha conse-guido lanzar la úl t ima palabra. Se representa un simbolismo in-t r incado, en el que algunos han querido descubrir un calendario. Aunque es imprudente profetizar, la ¡dea en sí — n o las deduccio-nes po rmenor i zadas— no parece tan descabellada, especialmen-te nó, si recordamos cuan ligado estuvo el antiguo peruano a la tie-rra y su explotación y, por consiguiente, a la observación de los cambios de cl ima en las estaciones del año.

Las referencias a los famosos monolitos de Tiahuanaco son múlt iples y tan antiguas que se remiten a la primera mitad del siglo X V I . Los pr imeros dibujos sobre ellos se encuentran en las obras

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Elementos entrelucidos de leí figures visible* en le "Portidi del Sol"

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Un monol i to de piedra, en la Plaza de Taraco, en las inmediaciones del Titicaca. No ha quedado establecido si ¡a lítíca de Taraco tiene, y hasta

que grado, relaciones con los monolitos de Tiahuanaco.

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de d ' O r b i g n y , Rivero-Tschudi, Tschudi, Squier, Middendor f , etc. Stübel y Uhle proporc ionan un inventario gráfico y descript ivo nota-ble, después de sus exploraciones en el yacimiento, el año 1877. De m u c h o valor gráf ico y aún descript ivo, son las minuciosas des-cr ipc iones de Posnansky, ya en nuestro siglo ( 2 0 ) . Markham dedicó un es tud io compara t ivo , sobre el d ibu jo de la Portada de! Sol y el de la Estela Ralmondi ( 2 1 ) . Means, consideró que el de la piedra de Cnav in era un der ivado de Tiahuanaco por ofrecer trazos más elabo-rados y " b a r r o c o s ' ( 2 2 ) . Pero quien presenta un cuadro metódico de los mismos es Bennett ( 2 3 ) , a través de algunos hallazgos pro-p ios, de lo que pudo observar durante sus exploraciones en Bolivia, e.n 1732, y a base de referencias gráficas diversas.

Los mejores exponentes de ¡a i í t ica Tiahuanaco son, sin lugar a duda , la Portada del Sol y el Monol i to Bennett, que se asocian al c lásico est i lo Tiahuanaco. En la obra de Bennett, se proporciona una l ista de 41 piezas l í t icas Tiahuanaco, con referencias a su ubicación o a la obra donde aparecen reproducidas (24 ) . Las agrupa en 8 di-ferentes esti los, pero no todos son asignados a ia fase clásica de T iahuanaco; los hay del Tiahuanaco Temprano, como de tiempos post-t iahuanaquenses de t ipo decadente, que Posnansky consideraba c o m o p r im i t i vos . Los estilos en mención son los siguientes: 1?) Esta-tuas clásicas de monol i tos; especialmente representadas por el Mo-n o l i t o Bennett (véase págs. anter iores), de dimensiones que oscilan en t re 2.05 y 5.50 m. en al tura; 2?) Viracocha Portada del Sol, el t i po que dist ingue especialmente este estilo es la f igura central de la Por tada del Sol. Este mot ivo se graba en relieves, sobre uno de | o s lados de grandes lápidas de andesita (véase la descripción en págs. an te r io res ) ; 39 ) Estatuas cuadradas de tipo pi lar; consideradas c o m o fo rmas decadentes del esti lo T?; 4?) Figuras escultóricas con cabeza de animal . Estas estatuas reposan arrodil ladas o sentadas; 59 ) Figuras escultór icas humanas arrodi l ladas; el arquetipo de las mis-mas s e encuentra en las dos estatuas que se hallan en la entrada a |a Iglesia ele Tiahuanaco; interpretadas de modo más naturalista

^ 0 1 POSNANSKY, 1912; 1914; 1945-57 (especialmente).

( 2 1 ) M A R K H A M , 1910. ( 2 2 1 MEANS, 1931, pp. 138-145. ( 2 3 ) BENNETT, 1934, pp. 428-444; 460-475. ( 2 4 ) BENNETT, 1934, pp. 460-463.

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Plano de las ruinas de Tiahuanaco (De Bennett, basado en el de A. Posnansky).

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que otros monolitos de Tiahuanaco; 6?) Cabezas óticas; hay varios subestilos, hasta seis, de este grupo, con diferencias cronológicas: a) Cabezas (Headband Type), con acabado técnico y esti l ístico, que se relacionan con las formas clásicas del estilo "19" . b ) Piedras lisas con caras; simples, que apenas si deben clasificarse de "estatuas", c) Cabezas redondeadas ( Ronded boulder hads), hechos en piedras, redondeadas, poco modificadas; se parecen al t ipo " b " y no tienen trazas de tener relación con las ruinas y se consideran de una fase post-Tiahuanaco; d ) Cabezas con caras modeladas; realistas pero poco pronunciadas o redondeadas; llamados " re t ra tos" por Posnansky. Tienen su proyección para ser insertadas en los muros; e) Cabezas de esquina; las cuatro conocidas, en alto-relieve y escultura, son idénticas, y fueron halladas por George Courty (25) en la entrada a los "a l tares" en la parte externa de la esquina NE. de Calasasaya. Hay algunas otras piedras clel tipo que Bennett considera proba-blemente asociadas a este sub-estilo; 7?) Lagarto, Salamandra, o Sapo. Semeja un renacuajo y está grabado en alto relieve en pie-dra burda. El trabajo es técnicamente descuidado y si no fuera por el. mot ivo singular, hubiera sido incluido en los sub-eslilos 6b y 6c; S°) Motivos geométricos; su nombre proviene de los grabados geométricos, hechos sobre monolitos llanos.

A base de este análisis que hace Bennett de la lítica que pre-senta el yacimiento de Tiahuanaco, agrupa el arte Iítico en 4 cate-gorías (26 ) . Las señaladas con I, II y II I , las considera por su t ipología, tentativamente como sucesivas (Tiahuanaco Temprano, Tiahuanaco Clásico y Tiahuanaco Decadente) en el t iempo; la cate-goría IV, la considera posterior a II, pero duda de si es anterior a .II I , coetánea o .posterior a la misma.

GRUPO I: Lítica realista (Estilos 5, 6b y cabeza de puma de óa). GRUPO I I : Tal les y cabezas clásicas convencionales (Es t i los 1,

2, 4, 6a) .

GRUPO I I I : Estátuas y cabezas de t i po p i la r técn icamente de-

cadentes (Estilos 3, 6b, 6c, 7 ) .

GRUPO I V : De d iseños geomét r i cos (Es t i los óe, 8 ) .

( 2 5 ) CREQUI-MONTFORT, 1906, p. 541. (26 ) BENNETT, 1934, pp. 474- 475; 1946, p. 111.

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Formas y motivos clásicos de cerámica Tiahuanaco hallada en el yacimiento de este nombre, en el Titicaca. Dibujo, según Bennett.

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3 . — L a cerámica "Tiahuanaco Clásico", (Ti t icaca).

Mientras que Posnansky fundaba sus secuencias culturales de Tiahuanaco sobre observaciones arquitectónicas, Bennett, durante sus exploraciones de 1932, pref i r ió realizar excavaciones destina-das a rastrear el desarrol lo cultural estratigráficamente, basándose en la cerámica (27 ) . Y es a Bennett ( 2 8 ) , a quien debemos el aná-lisis más detallado y sistemático de la alfarería Tiahuanaco (29 ) . Este peruanista dió la siguiente secuencia alfarera para el yaci-miento de Tiahuanaco: Tiahuanaco Temprano, Tiahuanaco Clásico, Tiahuanaco Decadente, y Post-Tiahuanaco ( 30 ) . La cerámica califi-cada como Tiahuanaco Clásico, llamada por otros también Tiahua-naco Boliviano, es la que está asociada ínt imamente a las expresio-nes arquitectónicas y líticas de Tiahuanaco e, indirectamente, a las variedades del estilo Tiahuanaco de expansión panperuana. Se con-sidera que el t ipo Tiahuanaco Clásico tiene un área l imitada, cir-cunscri ta muy especialmente al yacimiento epónimo. En cambio, Tiahuanaco Decadente, está diseminado por un área geográfica considerable.

Entre las formas más comunes, ( t i po A,B,C,D y E, de Bennett) , la más t ípica es la que se conoce con el nombre de quero ( 3 1 ) ; un vaso c i l indr ico con boca más ancha que la zona de la base. Esta fo rma se presenta también en la expansión del estilo y adopta a veces variantes notables, como cuando se estrecha en la base. La fo rma B, de Bennett, puede considerarse como una variante de la

( 2 7 ) B E N N E T T , 1 9 3 4 , p p . 3 6 9 - 3 9 1 ; 4 4 5 - 4 5 9 . ( E x c a v ó en t o t a l 10 pozos , c a d a u n o de e l l os n o p o d í a e x c e d e r en su s u p e r f i c i e 10 m 2 . , según !o p e q l a m e n t a d o p o r el G o b i e r n o de B o l i v i a ) .

( 2 8 ) B E N N E T T , 1 9 3 4 , p p . 3 9 2 - 4 2 4 , 4 7 6 y s ig ts . ( 2 9 ^ S ó l o C o u r t y , a p r i n c i p i o s de l s i q l o , hace a l u s i ó n a c e r á m i c a de t i p o

T i a h u a n a c o e n c o n t r a d a e s t r a t i g r á f i c a m e n t e , d e b a j o de t u m b a s a y m a -ras . ( V é a s e : C R E Q U I - M O N T F O R T , 1 9 0 6 , p. 6 6 ) .

( 3 0 ) B E N N E T T , 1 9 3 4 , p p . 4 7 6 - 4 7 8 . ( 3 1 ) C o n la p a l a b r a q u e r o se d e s i g n a en espec ia l el vaso de l i b a c i o n e s de

m a d e r a de la época Inca y p o s t - l n c a i n m e d i a t a , q u e se e n c u e n t r a c o n p r o f u s i ó n en la r e g i ó n de l Cuzco . La f r o m a c a m p a n u l a r de! q u e r o I n c a , ha m o t i v a d o q u e a l g u n o s a u t o r e s l l a m e n de h e c h o q u e r o , p o r la f o r m a y n o p o r el m a t e r i a l , a la c e r á m i c a T i a h u a n a c o q u e o b s e r v a

esta c a r a c t e r í s t i c a , u n i d a s a o t r a s t í p i c a s al q u e r o de m a d e r a .

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Pieza cié c e r á m i c a d e ! t i p o c o n o c i d o c o n el n o m b r e

P A C H E C O . R e p r e s e n t a u n t i p o T i a h u a n a c o p u r o ,

p r e s e n t e e n la C o s t a S u r .

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anter ior , pero tiene su base cóncava, a diferencia de la del t ipo anter ior , por lo que forma en realidad una taza. La fo rma S con asas verticales suele considerarse típica, como también las variantes en que los bordes aparecen recortados u ondulantes mientras que en un extremo remata en una cabeza escultórica, hueca en su inter ior , especialmente de fel ino, en la que aparece traspasado un marco cuadrado a manera de collar. Los pies y la cola del animal desta-can también en relieve. La forma C, corresponde a una taza cam-panular, en algunos casos con prominencia ancha cerca de la base, invariablemente asociada con los diseños típicos del Tiahuanaco clásico ( 3 2 ) . La forma D se refiere a cántaros "g lobulares" altos, de boca expandida. El t ipo E consiste en tazas a manera del t ipo A, pero cortado por la mitad. Esta forma es muy frecuente en la etapa Decadente, pero se considera que el origen de esta fo rma se da en Tiahuanaco clásico.

Las piezas decoradas están hechas de arcil la f ina temperada con arena, y frecuentemente con mica; fueron modeladas y también fabricadas en molde. Las combinaciones en el color ido más usuales son: negro, blanco, amar i l lo , y gris sobre ro jo. Los colores son de gran viveza y su aplicación se hace sobre engobe o sobre fondo rojo-El pu l imento es de bueno a execelente. Los diseños aparecen contor-neados en negro y con tendencia realista, observando variantes li-mitadas a: una f igura completa de un fel ino o un fel ino con cabeza de cóndor, un cóndor, y una f igura humana o cabeza. Los diseños geométricos presentan predominantemente una greca. Cuando el cuerpo aparece de frente, la cabeza y los pies suelen concebirse de costado. El diseño se repite, generalmente, alrededor de la vasija, con cambios de color ( 3 3 ) .

LA EXPANSION TIAHUANACO ( HUARI)

Como queda anotado, hasta hoy, sólo en la región del Titicaca se ha encontrado antecedentes estilísticos del estilo Tiahuanaco del Tit icaca. Estos están representados por Qeya (Tiahuanaco Tem-prano) y Pucara. Estos estilos está emparentados, pero se considera que ninguno de los dos haya or iginado a ot ro. En todo caso, durante

( 3 2 ) B E N N E T T , 1 9 3 4 , p . 4 5 5 . ( 3 3 ) B E N N E T T , 1 9 3 4 , p p . 4 5 3 - 4 5 6 ; 1 9 4 6 , p p . 1 1 4 - 1 1 5 .

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Pieza de c e r á m i c o d e l t i p o P A C H E C O ( V é a s e d i b u j o an-

t e r i o r ) , c o n o r n a m e n t a c i ó n e n las p a r e d e s i n t e r n a s ( D i b u j o

d e P a b l o C a r r e r a ) .

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la madurez del esti lo Tiahuanaco del Titicaca, tiene lugar un fenó-meno especial de trascendencia panperuana: la di fusión de este esti lo por diferentes regiones. No se ha podido precisar la ruta o rutas que siguió la i r radiación inicial de Tiahuanaco, ni los senderos que tomó pr imero, ni siquiera hay constancia absoluta de que part iera del Tiahuanaco del Titicaca. Ese centro arqueológico bien pudo, también ser el resultado de ese movimiento expansionista. De pronto encontramos el esti lo Tiahuanaco en la zona de Ayacucho y, tam-bién, en Pachacamac. Todo hace pensar que la cul tura Tiahuanaco se d i funde a través de un culto determinado, pues los motivos que presentan sus manifestaciones artísticas son profundamente sim-bólicos y rituales. Pero, aunque esto ya entra en el terreno de las suposiciones no es improbable que este culto pudiera propagarse, tan eficazmente, gracias especialmente a acciones bélicas: Un t ipo de Guerra Santa, a la manera como se extendió el Islam. Desde el siglo pasado se ha pensado en un " Imper io Tiahuanaco", y se ha supuesto que éste había sido fo r jado por gente de habla y raza ay-mara. Así se explicaba la presencia por todo el Perú de toponimias con equivalentes en el Aymara. En todo caso, el culto Tiahuanaco se d i fund ió a través de dist intos aspectos culturales. En otros casos actuó como vehículo para t ransportar elementos culturales no ori-ginales de Tiahuanaco en el Titicaca, sino de otras zonas, donde el esti lo Tiahuanaco acampó y tomó en parte tradiciones nuevas que a su vez d i fundió. Tal el caso, que se cita, referente al conocimiento de un t ipo urbano que habría sido llevado por lo Nas-ca a la región de Ayacucho, pasando a la cul tura Tiahuanaco pre-sente luego en la zona de Ayacucho. De all í se habría disper-sado a otras regiones a donde llegó a i r radiar la cul tura Huari-Tiahuanaco. Así, también, se " imp lan tó en la costa centra! la cos-tumbre de enterrar a los muertos sentados y enfardelados". En todo caso, con la expansión Tiahuanaco, y principalmente con el foco que representó Huar i , se di funde una serie de conceptos por todo el área andina, que la impregnan ele denominadores comunes. En algunas zonas se impone el nuevo orden cul tural sin que la tradición local pudiera sobrevivir , especialmente en regiones que hasta ern tonces tenían cul tura incipiente como en el extremo sur de! Perú y Norte de Chile y e! Noroeste Argentino. Aún en el caso de la región del Cuzco, que más tarde será un centro cultural de impor-tancia mayúscula, Rowe, se inclina a creer que hubo un reemplazo

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" T i a h u a n a c o cío la C o s t a " , c o n f i g u r a s t i a h u a n a c o m u y e s t i l i z a d a s

(Según E. Yakov le f f ) .

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de una cu l tura por ot ra, considerando que " l a cu l tura Inca tiene sus raíces más importantes en las tradiciones de Ayacucho, Nasca, y posiblemente en Tiahuanaco (clásico) también, y no en las cul-turas más antiguas clel mismo valle del Cuzco". ( 3 4 ) . El impacto Tiahuanaco o Huar i , fue menos drást ico en la costa norte y Sierra Nor te (Ca jamarca) . Nasca no le ofreció bastante resistencia, a pesar ele su personal idad def inida, porque Tiahuanaco cuando llegó a su zona tradic ional en la costa (región de lea), llevaba ya signos em-parentados a lo Nasca, a través de la mezcla previa experimentada en Ayacucho con la base Tiahuanaco.

En Ayacucho se mezcla con la tradición local, que era a su llegada el esti lo Nasca irradiado, sin o con algunos pocos elementos locales p r imi t i vos que se conocen con el nombre de Huarpa. El es-t i lo Tiahuanaco parece hacer una "pascana" o estación, en Ayacu-cho y desde aquí, después de adqui r i r ciertas modalidades propias, por mezcla o adopción de lo Nasca ayacuchano i r radia nuevamente, tornándose el lugar en foco poderoso. Este estilo Tiahuanaco irra-diado pr imi t ivamente a Ayacucho, y amalgamado con la t radic ión local Nasca, se conoce con el nombre de Huar i , o, con uno ajeno a los tradicionales signos de escr i tura: War i . En Huar i se da esta-tuas l ít icas, pero di f ieren de las de Tiahuanaco. Su posición crono-lógica no está bien establecida, pero debe ser considerada como poster ior a las úl t imas fases Nasca. (siglos IX ó DC).

Por o t ro lado, Tiahuanaco parece llegar, no ya por intermedio de Huar i , sino directamente, a Pachacamac, donde también recibe el i n f l u j o regional. En Pahacamac, empero, el esti lo Tiahuanaco logra imponerse con más pureza que en Ayacucho, debido a que los esti-los locales no presentaban una personalidad definida como el Nasca en Ayacucho.

El esti lo Huar i se di funde por la Costa Norte, Central y Sur, donde adquiere nuevas modalidades. En la sierra se le encuentra desde Cajamarca hasta Sicuani, en Puno. El estilo Tiahuanaco de Pachacamac l imi ta su i r radiación a la Costa en Dirección Norte y Sur, alcanzando su inf luencia hasta Supe y por el Sur hasta lea, y probablemente, hasta Nasca.

( 3 4 ) ROWE (J .H . ) : Tiempo, estilo y proceso cultural en la arqueología peruana. Berkeley, 1960, (p. 12) .

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El est i lo Pacheco, en Nasca recibió el esti lo Huari en forma pura , por impor tac ión , pues es asombroso su parecido con la cerá-mica ayacuchana de t ipo Ccnchopata, que se considera una expre-sión Tiahuanaco de ext raord inar ia pureza por su paercido a los grabados de los monol i tos de Tiahuanaco cíe Titicaca.

Por lo expuesto se da, en la Sierra y Costa peruanas, un tipo Tiahuanaco apegado a las formas clásicas, como Conchapata y Pa-checo, y una parte de Pachacamac. Estos serían los primeros sig-nos de la inf luencia de Tiahuanaco en su expansión, hasta hoy re-conocidos. La amalgama con la t radic ión Nasca y otros estilos lo-cales que encuentra el esti lo Tiahuanaco de Tipo Huari , a su paso, representa la fase más característ ica del estilo Tiahuanaco en su expansión. En el área de Arequipa, hasta Atacama en Chile, y en la zona del Noroeste argentino, se presenta el esti lo con pureza, y supervive sin mayores influencias por un t iempo, pues la tradición local en esas era pobre. El esti lo Tiahuanaco peruano con todas sus variantes pierde rápidamente, talvez a través de 2 ó 3 genera-ciones, sus lazos t ípicos. Se desprestigia y a su lado aparecen pu-jantes las tradiciones locales que había in ter rumpido. En esta fase cíe decadencia de Tiahuanaco, que se conoce desde Uhle también con el nombre de Epigonal, hay algunos rasgos part iculares que se pre-sentan en diversas áreas. Tal el caso del uso de tres colores para f o r m a r d ibu jos geométricos. De ahí que al Epigonal esté asociado el l lamado esti lo Tr ico lor (b lanco, ro jo , negro) , o mejor aún Tri-color geométr ico, elocuentemente representado a lo largo de toda la Costa y la Sierra Norte. El Tr ico lor geométrico suele donomi-narse también Tiahuanaco Costeño B y se considera que representa un desarro l lo del l i tora l , ya independiente de influencias serranas. La denominación Tiahuanaco Costeño A, alude a manifestaciones más o menos apegadas al arquet ipo en Tiahuanaco clel Tit icaca (35 ) .

Prácticamente en todo el Perú se da un estrato correspondien-te al hor izonte Tiahuanaco. Sería largo enumerar los sitios hasta hoy reconocidos. En la Sierra Norte Hui lcahuaín, es conocido como un s i t io mercadamente Tiahuanaco. Yacimientos Tiahuanaco tales como Huar i , Pacheco, Pachacamac, etc. han sido ya mencionados.

( 3 5 ) BENNETT, 1946, pp. 125-129.

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O t r a m u e s t r a de v a s i j a s t i a h u a n a c o i d e s p resen tes en la Costa Sur.

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P e r s o n a j e a l a d o d i b u j a d o de u n a p ieza d e c e r á m i c a d e l t i p o C O N C H O P A T A ( A y a c u c h o )

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T r e s v a s i j a s t i a h u a n a c o i d e s ( C o s t a S u r ) . Los d i b u j o s p e r t e n e c e n a E. Yakovleff.

El período Tiahuanaco expansivo es relativamente corto. Des-pués de cien años o menos, se diluye el estilo Tiahuanaco y decae en formas derivadas. Simultáneamente los estilos locales "opr imi -dos" , anteriores a Tiahuanaco, reemergen. Estas dos vetas serán las bases sobre las que se asentarán los principales estilos de la época que sigue a Tiahuanaco, y que perderán, a su vez su color local con la di fusión Inca, ya en el siglo XV.

Lima, 1962.

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BIBLCGRAFIA SOBRE LAS RUINAS DE TIAHUANACO Y "TIAHUANACO EXPANSIVO" ( HUARI; TI AHUANACOIDE) ( * )

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( * ) Con pocas excepciones, sólo la del siglo XX . No mencionamos aquí las muchas obras que contienen referencias a Tiahuanaco, tales como las de Rowe, Strong, etc., para no alargar esta bibl iografía. Reducimos, por lo tanto, esta lista a obras que abordan especificante el tema 'que nos ocupa. No todas las obras mencionadas han sido escritas por especialistas.

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( * ) Obra reciente, ele primera calidad. No ha sido posible comentarla en nuestra manografía, escrita inicialmente en 1962. Sólo podemos ofrecer la ficha bibl iográfica respectiva.

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p r e h i s t ó r i c o s de T i h u a n a c u é i s las d e l So l y la L u n a ( T i t i c a y

K o a t y ) c o n b r e v e s a p u n t e s s o b r e las C h u l l p a s , U r u s y e s c r i t u r a

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( + ) Véase asterisco anter ior.

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