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LA FILOSOFÍA POLÍTICA EN LA EDAD MEDIA San Agustín La historia sólo se hace inteligible cuando se distinguen en ella dos ciudades . Toda ciudad tiene como principio de unión un amor común a los hombres que la componen. Partiendo de ello podemos designar dos ciudades, opuestas por sus respectivos fines: "Dos amores han constituido dos ciudades: el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios". Sus fundadores son Caín y Abel. No es que sean en su origen dos sociedades visiblemente separadas, pues se trata en realidad de ciudades "místicas", definidas por la predestinación de sus miembros: o a la salvación, o a la condenación. De ahí provienen sus nombres de "Ciudad de Dios" y "Ciudad del diablo". También se las puede distinguir de acuerdo con el siguiente principio: los ciudadanos de la primera utilizan a Dios, o a sus dioses, para gozar del mundo. La Iglesia tiene como meta constituir la primera; y la corrompida Roma pertenece a la segunda. Pero no se puede decir qué hombres pertenecen a una y cuáles pertenecen a la otra; aunque irreductibles la una y la otra, están entreveradas. La Iglesia, como antes el pueblo de Israel, tiene como misión reafirmar y mantener la unidad de doctrina, la verdad de la fe, principio de un amor ordenado, mientras que las sociedades paganas se desinteresan de la verdad y toleran las sectas que se contradicen. La teoría agustiniana de las dos ciudades será el pretexto de las teorías políticas que afirmarán la preeminencia del poder espiritual sobre el temporal, o tenderán a identificar Iglesia y Ciudad de Dios, por una parte, y Estado y Ciudad del diablo, por otra. SAN AGUSTIN Capítulo VI En esta parte se toca el tema del juez, el cual tiene el deber de juzgar lo bueno de lo malo entre los hombres, un personaje impuesto por la política humana, un hombre generalmente sabio y docto en cuestiones filosóficas y jurídicas. Este hombre, dice Agustín, no puede ser juzgado como cruel al impartir justicia, ya sea certeramente o erradamente, porque desconoce la verdadera verdad de lo hechos, sólo posee los elementos para tener una aproximación a lo sucesos que acontecieron en determinado momento. Otro punto muy importante es que juez por más que dicte mal la sentencia, no peca, siempre y cuando en él no esté la voluntad de hacer daño, sino la de poner orden, mas aún debe de dictar una sentencia ya que es un requisito que le exige la "humana política", como la llama el mismo Agustín. Capítulo VII El autor señala que en el ámbito familiar existe un orden político, en el ámbito civil también, pero en el ámbito del mundo este orden político es aún más complicado que los otros dos debido a los problemas de comunicación entre las diferentes ciudades a causa del lenguaje. Los diferentes idiomas hacen que los hombres no se

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LA FILOSOFÍA POLÍTICA EN LA EDAD MEDIA

San Agustín

La historia sólo se hace inteligible cuando se distinguen en ella dos ciudades . Toda ciudad tiene como principio de unión un amor común a los hombres que la componen. Partiendo de ello podemos designar dos ciudades, opuestas por sus respectivos fines: "Dos amores han constituido dos ciudades: el amor de Dios hasta el desprecio de sí mismo, el amor de sí mismo hasta el desprecio de Dios".

Sus fundadores son Caín y Abel. No es que sean en su origen dos sociedades visiblemente separadas, pues se trata en realidad de ciudades "místicas", definidas por la predestinación de sus miembros: o a la salvación, o a la condenación. De ahí provienen sus nombres de "Ciudad de Dios" y "Ciudad del diablo". También se las puede distinguir de acuerdo con el siguiente principio: los ciudadanos de la primera utilizan a Dios, o a sus dioses, para gozar del mundo. La Iglesia tiene como meta constituir la primera; y la corrompida Roma pertenece a la segunda. Pero no se puede decir qué hombres pertenecen a una y cuáles pertenecen a la otra; aunque irreductibles la una y la otra, están entreveradas. La Iglesia, como antes el pueblo de Israel, tiene como misión reafirmar y mantener la unidad de doctrina, la verdad de la fe, principio de un amor ordenado, mientras que las sociedades paganas se desinteresan de la verdad y toleran las sectas que se contradicen.

La teoría agustiniana de las dos ciudades será el pretexto de las teorías políticas que afirmarán la preeminencia del poder espiritual sobre el temporal, o tenderán a identificar Iglesia y Ciudad de Dios, por una parte, y Estado y Ciudad del diablo, por otra.

SAN AGUSTINCapítulo VI

En esta parte se toca el tema del juez, el cual tiene el deber de juzgar lo bueno de lo malo entre los hombres, un personaje impuesto por la política humana, un hombre generalmente sabio y docto en cuestiones filosóficas y jurídicas. Este hombre, dice Agustín, no puede ser juzgado como cruel al impartir justicia, ya sea certeramente o erradamente, porque desconoce la verdadera verdad de lo hechos, sólo posee los elementos para tener una aproximación a lo sucesos que acontecieron en determinado momento. Otro punto muy importante es que juez por más que dicte mal la sentencia, no peca, siempre y cuando en él no esté la voluntad de hacer daño, sino la de poner orden, mas aún debe de dictar una sentencia ya que es un requisito que le exige la "humana política", como la llama el mismo Agustín.

Capítulo VII

El autor señala que en el ámbito familiar existe un orden político, en el ámbito civil también, pero en el ámbito del mundo este orden político es aún más complicado que los otros dos debido a los problemas de comunicación entre las diferentes ciudades a causa del lenguaje. Los diferentes idiomas hacen que los hombres no se puedan comunicar bien entre sí y entenderse en todo sentido, y ello dificulta a la posibilidad de que entre las diferentes ciudades o, talvez, imperios halla confianza. Por este precedente se podría decir que Agustín estaría a favor de la imposición del idioma latín a todas las ciudades subyugadas por los romanos, esto posibilitaría según su razonamiento, a una mayor comunicación y a la posibilidad de que haya confianza, lo que evitaría la guerra, que la considera perversa y mala. Para Agustín lo hombres no necesitan hacer la guerra ya que en sus corazones habita la compasión y la sociabilidad.

Capítulo VIII

Con respecto a la amistad, lo que la hace tan fuerte es la fe y el amor verdadero, ese amor que hace preocuparse de los amigos cuando están lejos y no se los puede ayudar, y sobretodo cuando el mundo en el siglo IV estaba tan lleno de hambre, guerras e injurias. Apresar de ello, Agustín nos dice que es mejor que un amigo muera en cuerpo y no en alma, si bien es doloroso oír la noticia de la muerte de un amigo, y más si este se ocupaba del oficio de la política, que oír la noticia del alejamiento de la fe de ese amigo, ya que morirá eternamente cuando sea el momento de rendirle cuentas al señor.

Capítulo IX

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Continuando con el capítulo VIII, sobre la amistad, aquí se exhibe al ángel, un ser amigo del hombre y una figura totalmente confiable, buena y constituida de amor. También, se realza otra critica al mundo antiguo, más precisamente a los dioses del mundo antiguo, a quienes no se tiene que confundir con amigos de los hombres, sino como sus enemigos embaucadores, "demonios", dice Agustín, y lo lleva a esta lógica los sacrificios que hacían los griegos para venerar a sus "dioses", los cuales para los católicos son totalmente sanguinarios y llenos de lujuria y sedición.

Capítulo X

Aquí se ve que los hombres por más que sigan a Dios, siempre se encontrarán con tentaciones a la cuales deberán de pasar, y si lo logran, estarán a un paso más de la bienaventuranza final. La forma con la cual deben los hombres luchar contra las tentaciones y los vicios es mediante la virtud. Los hombres dejarán de luchar contra las tentaciones y los vicios una vez que se hallen en la ciudad de Dios.

Agustín, vuelve a tratar en este capítulo la cuestión de los bienes, y dice que son bienes sólo aquellos que se utilicen para el bien, no se deben de llamar bienes a los que se utilizan mal o para mal, mal entendido obviamente desde el razonamiento agustiniano, que sería falta o escasez de bien.

Capítulo XI

El autor llama a los que se consideran bienaventurados o a los que se les llama bienaventurados, miserables, ya que en realidad esa "felicidad terrenal" no se compara ni un poco a la felicidad final de la ciudad de Dios. El fin de la ciudad de Dios es la paz y la vida eterna, en cambio en la ciudad terrena no hay vida eterna, sino mortal, y con respecto a al paz, a ésta la tergiversamos a nuestro antojo adhiriéndola a vicios y otras acciones que consideramos de muy buen gusto y placenteras pero que en realidad nada tienen que ver con la verdadera paz final de la ciudad de Dios.

Capítulo XII

Para resaltar más el pensamiento agustiniano de que el hombre es bueno, vi interesante remarcar el objetivo que persiguen los hombres y que está muy ligado a una característica de la ciudad de Dios: la paz. La paz es lo que anhela todo hombre, inclusive los que hacen la guerra quieren la paz, pero para los suyos, hasta los que pretenden generar una revolución desean la paz, pero simplemente la que su albedrío le indica como la correcta. Eso demuestra que de la paz no sale la guerra, en cambio por la paz se dan las guerras y conflictos ideológicos.

Aún el más despiadado hombre tiene una sombra de paz, y ello se puede ver, por ejemplo, en su casa con su esposa e hijos. Éste quiere que su familia lo obedezca para que él así pueda mantener la paz y la tranquilidad dentro de su propio hogar, independientemente de que quizás afuera sólo quiera la discordia para todos provocando diversos embustes.

Agustín, lo que hace es otorgarle un objeto a la guerra pero no justificarla como lo hará más tarde Santo Tomás diciendo de que es posible una "guerra justa". El objeto que intenta alcanzar la guerra es la paz, pero las disputas simplemente surgen por establecer como se tiene que dar esa paz y por ende surge la discordia transformada algunas veces en guerra.Análisis sobre los puntos esenciales de la filosofía agustiniana

Biografía

Agustín, nació el 13 de noviembre del 354 d.C. en Tagaste, Numidia (actual Souk-Ahras, Argelia). Su padre, Patricio, era pagano (más tarde convertido al cristianismo) y su madre, Mónica, era una devota cristiana que dedicó toda su vida a la conversión de su hijo, siendo posteriormente canonizada por la Iglesia católica. Agustín se educó en las ciudades norteafricanas de Tagaste, Madaura y Cartago, que en la época en la que él vivía pertenecían al dominio romano. Entre sus 15 y 30 años de edad vivió con una mujer cartaginesa cuyo nombre se desconoce, con la que en el año 372 tuvo un hijo llamado Adeodatus, que en latín quiere decir "regalo de Dios". Ya a su edad adulta, Agustín leería "Hortensius", de Cicerón, y se convertiría en un ardiente buscador de la verdad, estudiando varias corrientes filosóficas antes de ingresar a la Iglesia. Durante nueve años de su vida, se adhirió al maniqueísmo (una filosofía dualista de Persia que pensaba la realidad bajo un conflicto entre el bien y el mal), pero el maniqueísmo lo decepcionó y se lanzó al escepticismo.

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En el 383 fue enviado a Milán como maestro de Retórica y conocería el neoplatonismo y al obispo de la ciudad, San Ambrosio. En Milán asistió a varios de los sermones del obispo Ambrosio, hasta que se sintió lo bastante atraído por el cristianismo como para en Pascua del año 387 bautizarse junto con su hijo Adeodatus por el mismo Ambrosio. Su madre que se reunió con él en Italia, había encontrado respuestas a todas sus plegarias.

Agustín regresó al África y, tras ser ordenado sacerdote en el 391, fue consagrado obispo de Hipona (en la actual Annaba, Argelia) en el 395, dignidad que desempeñaría hasta su muerte a los 76 años de edad el 28 de agosto del 430 en la misma ciudad africana.

Contexto en el cual Agustín escribe

Los 25 tomos de su obra, "La Ciudad de Dios", Agustín los escribe durante la invasión de los godos al imperio romano, a éstos se los puede considerar como una forma de defenderse ante las acusaciones de los mismos romanos que culpaban al cristianismo de haber afeminado a las ciudades imperiales hasta hacerlas totalmente débiles. Los primeros 10 libros cuentan los procesos que vivía el imperio tras la invasión de los bárbaros, de los libros 11 al 22 muestran las ideas de Agustín y en los últimos libros sus conclusiones finales.

El origen del mal en el mundo (el pecado original)

Agustín, basado en la Biblia, expone su concepción creacionista señalando que Dios creó al mundo de la nada en tan sólo siete días, por lo tanto antes de la creación del todo, no había nada; no había ni tiempo ni historia. Así como Dios creó lo animales, las plantas y todo lo que nos rodea, también hizo al hombre y a la mujer, creada del mismo hombre. Los primeros en el paraíso fueron Adán y Eva, quienes llevados a pecar por el diablo (disfrazado de serpiente), son desterrados del paraíso y enviados al "valle de las lágrimas" en donde "las mujeres parirían con dolor y los hombres tendrían que trabajar con el sudor de su frente para conseguir el pan". Adán y Eva pecan por comer de la fruta del árbol de la sabiduría, árbol del que Dios les había prohibido comer desde un principio, y son éstos los responsables del destierro del paraíso.

Adán y Eva al querer igualarse a Dios, pecan, y el pecado de todos los hombres, desde entonces, es heredado de ellos, apareciendo desde la caída al mundo terrenal, la historia y el tiempo.

Una de las principales preguntas que le hacen los paganos a Agustín de Hipona es ¿Por qué si Dios es bueno hizo malo al hombre? Si bien en un principio pueda parecer que Dios no hizo bueno al hombre porque éste pecó, Agustín responde que Dios es bueno y perfecto, y de lo bueno y perfecto no puede salir nada que sea su contrario, pero Dios le dio al hombre libertad, libre albedrío , para optar entre el buen camino (de amor a Dios) y el mal camino (de soberbia y el amor a sí mismo).

El mal como privación de ser

Con respecto al mal, que se menciona al final del punto anterior, éste no existe como tal, sino más bien como ausencia del bien. El mal, para Agustín, es visto como una ausencia de ser pero que recibe un nombre para poder identificarlo mejor. Los griegos postulaban que el mal era culpa de la ignorancia, el que hacia mal no lo hacía por quererlo en sí, sino porque no sabia lo que hacia. Esto ya no es relevante para Agustín, en donde la ignorancia no aparece como la "madre del mal". Un hombre puede ser totalmente ignorante, pero si sigue la palabra de Dios y las ordenes que le puedan dar los líderes políticos de su ciudad para encaminarlo hacia el camino de Dios, no haría ningún mal. Entonces, lo que para el griego era una cierta forma de ser y existente por culpa de la ignorancia, para Agustín y los cristianos será una privación de ser, pero conceptualizada para llevar la idea de manera más có moda al contexto.

En la manera de pensar de Agustín, el mal está presente en el mundo por dos razones:El pecado original del principio de la humanidad.La "ausencia de bien" que está prevista en el plan divino que Dios tiene para los hombres, obviamente un plan que no puede ser cognoscible para el hombre pero independientemente de ello no hay que dejarlo de obedecer.

Libre Albedrío

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San Agustín reconoce, aún en la situación de caídos, el libre albedrío. El libre albedrío es la indeterminación de la voluntad, como la capacidad de elegir. Todo el mundo, aunque ayudado por la gracia divina para alcanzar la salvación, tiene libertad completa en su voluntad para elegir o rechazar el camino hacia Dios. Aunque hay que reconocer que el Albedrío realmente libre, sólo es obtenido por aquél que esté libre de pecados.

La Ciudad Terrena

Una vez que Adán y Eva son desterrados, tienen dos hijos, Caín y Abel. Caín era un agricultor y Abel un pastor, ambos amaban a Dios pero de diferente manera. Cuenta Agustín que Abel le presentó una ofrenda al Señor de los mejores de su rebaño, en cambio Caín frutas de su huerta, pero reservándose las mejores para él. Dios estuvo complacido con el regalo de Abel pero no tanto con el de Caín, y Caín lleno de envidia mataría a su hermano cometiendo el primer fratricidio de la humanidad y llevando consigo la culpa moral de haber matado a su propio hermano. Por ello Dios condena a andar a Caín errante por el mundo y recibe en su seno a Abel.

Caín aparecería como el primer jefe político y el fundador de la Ciudad Terrena, una ciudad fundada con la envidia, bajo el fratricidio y con un amor distorsionado (envés de a Dios, al hombre mismo). Aquí Agustín hace un alto y establece una analogía entre Caín y Abel con Rómulo y Remo para explicar la fundación de Roma. Cuenta la leyenda de que Rómulo y Remo habían sido alimentados por una loba y cuando se hicieron más grandes disputaron la tenencia de Roma, llegando Rómulo a matar a Remo. Para Agustín, Roma, por entonces, también sería fundada bajo las mismas condiciones de sangre que la Ciudad Terrena, pero habría una diferencia entre la situación de los hermanos Caín y Abel con la de Rómulo y Remo. Caín había matado a su hermano por envidia, la envidia diabólica que apasiona a los malos contra los buenos, en cambio Rómulo había matado a Remo en una disputa por señoríos y gloria, lo que demuestra que ninguno buscaba la gloria de Dios, sino la de cada uno, siendo una disputa entre malos contra malos y lo que indica que Roma, como todo Estado de la tierra, por su misma naturaleza estaría destinada a perecer.

Pero ¿por qué Agustín hace esta analogía entre Caín y Abel y Rómulo y Remo? Por el motivo de defenderse ante las acusaciones de que eran los valores morales cristianos los que habían llevado a Roma a su perdición, siendo que desde su fundación Roma estaba corrompida y lo que querían hacer los cristianos era cambiar esa naturaleza por verdaderos valores morales. Eso por un lado, y por el otro, para hacer notar la diferencia clara de que el que es bueno no compite ni pelea con el otro que es bueno, pero sí en cambio el malo contra el bueno y el mismo malo contra el malo. Por ello la Ciudad Terrena se muestra como un caos de disputas y desorden, ya que hasta entre los mismos malos se hacen la guerra, no así en la Ciudad de Dios, donde sólo aquí hay personas buenas que no compiten entre sí y que viven en razón de la solidaridad y el amor a Dios.

La Ciudad de Dios

Una vez muerto Abel es recibido en la Ciudad de Dios, pero éste no es el fundador, sino que es el primer habitante de ella. Aquí el amor a Dios es lo que prima, al punto tal de uno no tener valor de sí mismo y estar compenetrado totalmente con Dios. En esta ciudad el hombre va a conocer la felicidad suprema.

Esta ciudad es la que se va a imponer en la guerra contra la Ciudad Terrena. Agustín cree que en el transcurso de la humanidad hay una disputa entre estas dos ciudades, la de Dios (Jerusalén) contra la Terrena (Babilonia), en donde la ciudad celestial se impondrá en el fin de los tiempos cuando el Señor venga a juzgar en el juicio final a los que no han sabido llevar una vida de fe y credo en Él.

Política

San Agustín tiene una visión negativa de la política, él afirma que la política es necesaria porque el hombre es pecador. En el paraíso no existía esa necesidad de dominar al otro, no existía la política, el hombre vivía en paz y era gobernado por Dios.

La política aparece en la vida del hombre, una vez que éste cae al valle de las lágrimas y necesita relacionarse con otros hombres para lograr diferentes objetivos (la paz). El hiponense ve a la política como un medio útil para vivir en paz y virtuosamente. Su fin es hacer más fácil el camino del hombre hacia la bienaventuranza.

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Una vez que la Ciudad de Dios se imponga a la Ciudad Terrena en el fin de los tiempos, la política llegará a su fin, los hombres al hallarse bajo el seno de Dios, no la verán como necesaria debido a que estarán siendo gobernados por el mismo Dios.

Por entonces, la política agustiniana aparece como un medio temporal, sólo funciona para mantener el orden y la paz hasta el momento de la Redención.

En la concepción política de Agustín, la ética está ligada a la política, y por lo tanto todo accionar del soberano tiene que ir guiado por un precepto moral.

Estado y obediencia

San Agustín cree que el origen de todas las calamidades del mundo (hambre, guerras, esclavitud, etc.) se debe a que el hombre pecó y éste fue castigado por Dios. Pero como el hombre no puede sobrevivir en ese Estado de guerra hasta que llegue la redención, necesita crear una institución fuerte y autoritaria para salvaguardar la paz y garantizar el orden hasta el fin de los tiempos. Así para salvaguardar la paz crea al Estado, un mecanismo de coerción que le pondría un límite al pecado.

Por lo tanto, al igual que la política, la visión que tiene Agustín para con el Estado es negativa y, además, la considera un ente temporal.

Con respecto a la obediencia y su relación con el Estado, Agustín entiende que el súbdito debe de obedecer sin cuestionar al soberano, porque "el Estado es el brazo derecho de Dios sobre la tierra" y el soberano sólo le tiene que dar explicaciones a Dios. El derecho a obedecer a cualquier costo es entendido en Agustín porque él parte de que la ley que hace el hombre, la ley humana, está en conexión con la ley eterna, que es el plan divino que Dios tiene para el hombre y no puede ser cognoscible para nosotros, mas aún tenemos que obedecerlo. Pero aquí surge una interrogante ¿Quién es el que le dice al soberano qué es lo que Dios quiere? La Iglesia. Es la representante de Dios en el mundo, y es la institución que interpreta la ley eterna para imponérsela a los hombres, y, como la ley eterna es el deseo de Dios, no puede ser ni repudiada, ni desobedecida por nadie.

El Estado (así como la política está subordinada a la ética, que ésta está subordinada a los mandamientos de Dios), aparece como subordinado a la Iglesia.

Virtud

San Agustín, si bien reconoce las virtudes griegas y sus jerarquías (la prudencia, el valor, la templanza y la justicia) a las cuales llama virtudes cardinales, introduce a Dios en la idea de virtud. Las virtudes las considera dones dados por Dios a los hombres, y destaca entre las virtudes teológicas a:La Humildad (la cual ayuda al hombre a obedecer a Dios).La Paciencia (ayuda al hombre a estar calmo en el mundo terrenal lleno de pecado, hasta la hora de rendirle cuentas al Señor).La Fe (para poder conocer es necesario creer, y con la fe, conozco y veo a Dios).La Esperanza (que lleva a los hombres a orar y a dialogar con Dios).Y, también, la Caridad (que concede justicia y amor entre los hombres).

Ética y política en ‘ El Príncipe’ de Maquiavelo

Nicolás Maquiavelo vivió en la época de una Italia dividida, donde cada ciudad era un "reino", donde permanentemente se invadían unos a otros o países extranjeros ocupaban los territorios de la península itálica, todo en el marco de una Europa que empezaba a escapar del yugo de la apostólica y católica iglesia romana.

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Maquiavelo nació y vivió toda su vida en Florencia, que para esa época era un reino autónomo. Fue aquí, que a partir de los 25 años, empezó a tener contacto con la política interna y externa en misiones diplomáticas en Alemania, Francia, España y otros estados italianos.

La llegada al poder de la familia Médicis en Florencia, truncó su vida política y fue encarcelado acusado de conspiración, y es aquí donde Maquiavelo empieza a redactar su obra El Príncipe, que más que una manifestación del espíritu del renacimiento y una obra maestra de la literatura universal, es un texto fundador de las ciencias políticas modernas, una tratado que sienta las bases para un nuevo sistema político: el Estado moderno encarnado y de poder centralizado en la figura de El Príncipe.

Maquiavelo encontró como fuente de inspiración la unificación de Francia, sus ideales republicanos y la consecución de la añorada libertad de los territorios italianos invadidos, para la unificación de Italia como un Estado.

Desde un principio, este libro como lo dice Maquiavelo mismo, fue dedicado a Lorenzo de Médicis, llamado "El Magnífico", y cada uno de sus capítulos no son mas que consejos dados para que este príncipe lograra la unificación de Italia, lo cual le vale a Maquiavelo conseguir el favor de los Médicis.

El tratadista florentino ilustra en su obra los diversos tipos de príncipes encarnados en muchos personajes de la Europa renacentista como el Papa Alejandro IV (Rodrigo Borgia, papa español que murió envenenado y cuya vida fue muy escandalosa), César Borgia, duque de Valentinois (hijo del anterior y hermano de Lucrecia a quien utilizó para sus fines políticos. Maquiavelo siente especial admiración por él debido a su excelente habilidad política y decisiones acertadas), también a Fernando El Católico (católico rey de España, esposo de la católica Isabel, patrocinadores de la católica y cristiana misión de Colón al nuevo mundo), y otros más.

En El Príncipe, Maquiavelo toca un tema que ha seducido a los hombres desde tiempos inmemoriales: el poder, pero no como un poder proveído por Dios y heredado de un hombre a otro por la consaguinidad y designios divinos, sino como el poder que el hombre se provee a sí mismo para su propio gobierno, mediado por intereses económicos, de clase, ambiciones personales; incluyendo aquí también el poder del papa (príncipe eclesiástico) y su imperio católico y adeptos (estado eclesiástico), lo cual causó enemistad con la Santa Madre Iglesia.Personajes destacadosLucrecia

Por otro lado, Maquiavelo demuestra que los valores y la moral tradicional cimentadas a lo largo de la edad media por la católica y cristiana iglesia ya no se ajustaban a la cambiante e inestable Europa renacentista, se necesitaba reformar las concepciones sobre moral y ética. Además de esto, Maquiavelo deja obsoleto el sistema feudalista como forma de gobierno, implantado por la Iglesia, que lo único que había conseguido, fuera de detener el desarrollo de la ciencia, el arte y reducir a su mínima expresión la individualidad, era mantener al continente europeo fraccionado y disperso.

El nuevo modelo político por el que Maquiavelo aboga está basado en ciudades libres (estados, tal como se anotaba anteriormente, Maquiavelo fue partidario ferviente de la libertad italiana y la unificación de cada uno de los "reinos" en uno solo), gobernadas por un príncipe (no importa como haya llegado el poder, sino la manera de cómo lo conserve), donde el poder esta centralizado en las manos de este príncipe y es él quien toma las decisiones autónomamente.

Además este príncipe debe estar muy bien instruido en las artes de la guerra, debe tener a servicio del principado un ejército propio (los ciudadanos del estado), no mixtos, ni mercenarios ni prestados, ya que así garantiza su lealtad y obediencia. Este príncipe debe ser temido y amado, entre tirano y benevolente con su pueblo y sus súbditos, así logrará que estos no lo traicionen a la primera oportunidad. Igualmente, debe preocuparse por el bienestar y desarrollo del principado (viéndolo como un todo, y no como individuos), sino el mismo pueblo causará su ruina, tal como pasaba con los Luis en Francia. Debe explotar los factores que contribuyan a la creación y afirmación de la identidad del principado (nacionalismo y patriotismo) y sobre todo, ser enemigo y castigar duramente los brotes de corrupción.

Un buen príncipe que desee conservar el poder en su principado por mucho tiempo, debe llevar a cabo una política de maximizar los medios frente a los fines en el ejercicio del poder, dicho en otras palabras, la tan conocida frase "el fin justifica los medios" y la derivación del adjetivo maquiavelismo.

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Es aquí donde surge la critica que se le hace a El Príncipe, pues la primera impresión que causa es que está haciendo un llamado al cinismo, la inmoralidad y la falta de ética, pero esto no es así, Maquiavelo lo que intenta decir es que dependiendo de las circunstancias a las que se enfrenta el Príncipe, él debe juzgar y extraer las premisas necesarias (juicios y acciones) para desenvolverse en un mundo cambiante. "El éxito de un soberano radica en tomarle el pulso a la situaciones, valorarlas y armonizar su conducta con la dinámica inherente a ellas, son las necesidades las que impondrán la respuesta".

Para Maquiavelo, los fines son inseparables del "bien común", la moral radica en los fines y la ley constituye el núcleo organizador de la vida social. Todo lo que atente contra el bien común debe ser rechazado y por ello "la astucia, la hábil ocultación de los designios, el uso de la fuerza, el engaño adquieren categoría de medios lícitos si los fines están guiados por la idea del bien común, noción que encierra la idea de patriotismo, por una parte, pero también, las anticipaciones de la moderna razón de Estado".

"La política es el arte de conquistar el poder" y es por lo tanto el arte de El Príncipe como gobernante, el príncipe como conquistador y dueño del poder, es la encarnación del estado y por lo tanto, por principio está exento de toda norma moral. Lo importante es que tenga las condiciones naturales (que tenga las actitudes y aptitudes para serlo) como para asegurar la conquista y posesión del poder", en otras palabras, El Príncipe encarna la razón del estado, es el fin último de este y por lo tanto es independiente y opuesto al orden dado por la moral y los valores éticos, ya que su figura se sitúa por encima de estos con instancia absoluta.

Como conclusión, un príncipe maquiavélico no es más que aquel que se adapta a las transformaciones de la política con habilidad y destreza, como lo plantea Maquiavelo, cuyo poder es ejercido por él como estado y a servicio del estado, al final, puede ser una opción, un camino para la humanización del poder y la sociedad.

Si de algo se puede acusar a Maquiavelo es de su exagerada sinceridad

En la obra más conocida de Nicolás de Maquiavelo ?El Príncipe? se encuentra el político con una obra de reflexión meta-política, abordada desde la complejidad del ser, desprovista del romanticismo en ocasiones múltiples posición estratégica de los normtativistas (orientación del deber ser). Está meta-reflexión de carácter positivista en el más epistemológico de los sentidos, enmarcado en el abandono a los juicios de valor prescriptivos, para asumir objetivamente un proceso descriptivo del quehacer de la política, como ?arte de conquistar, conservar y acrecentar el poder del Estado?, deja de lado la mirada subjetivista de quienes desde posturas dogmático religiosas o ideológicas pretenden desde la discusión teórica, hacer caso omiso de la realidad política; el análisis de Maquiavelo de la política es un legado de objetividad, fiel a los hechos se limita a pintarlos con palabras tal como se presentan, como son, como se dan en la realidad.

La virtud de Maquiavelo consiste en llevar a la Política al rango de ciencia, susceptible de una análisis empírico, su tratado es ello, una colección de observaciones de hechos políticos, cual científico de ciencia natural, aborda para la ciencia política un método que sólo después habría de desarrollarlo la ciencia, es un positivista antes del surgimiento del positivismo, es un moderno antes del surgimiento del modernismo. Al convertir la Política en ciencia la separa de su manto divino y le entrega a los hombres la responsabilidad a ellos mismos; encontrando que la sociedad política no es una creación divina, a priori y anterior al hombre mismo, sino que por el contrario es una de las creaciones donde el hombre tiene mayor protagonismo, es el hombre el actor y juez de la política.

Maquiavelo por su neutral y nítida descripción de la política ha pasado a la historia, entregando su apellido como término de obligado uso para referirse a lo inmoral, lo indeseable, lo malsano y digno del olvido. Si la obra de Maquiavelo produce tal reacción no es contra él, que debe de orientarse la furia de la moralidad, sino contra el hombre mismo, una vez que en el Príncipe el autor, no desarrolla un catalogo de normas de deber ser ético de la política, sino que se limita a exponer como ha sido la Política, de la cual él ha sido uno de los derrotados y marginados. Si algún desprecio produce la obra de Maquiavelo no puede ser contra él autor, sino contra la condición del hombre, que éste autor expone de manera real, en un realismo desencantado, no adornado por la ilusión de lo que pudo ser, sino expuesto magistralmente como fiel retrato de la realidad, quizá porque compartiera que el mejor deber ser, es el es.

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En Maquiavelo se separa la política de la ética tradicional, permitiendo así el surgimiento en la política de una nueva moral, la del éxito, la de la eficacia en el mantenimiento del poder, desarrollando así todo una racionalidad de carácter estratégico, encaminada al logro de los fines de la conservación del poder del Estado, o como ?arte de conquistar, conservar, acrecentar el poder en el Estado, aparece así (la política) como antítesis de la ética? donde se justifica el dominio y sometimiento del más débil por el más fuerte.

No sólo en el Príncipe se desarrolla una tesis positiva de la política, sino que además se formula la relación entre gobernados y gobernantes, ya no está determinada por la autoridad divina, como habrían formulados los teóricos hasta la época, a partir del Príncipe el poder es un problema de astucia y fuerza del hombre (Zorro y León), le compete a él alcanzarlo, conquistarlo y mantenerlo; de está forma borra el carácter pasivo que se había entregado en la relación de gobernantes y gobernados para asumir una relación activa de comunicación constante, ante todo la necesidad de conquistar el poder en cada momento, aun después de haberlo conquistado, para lograr el fin de conservarlo es válido la utilización de cualquier medio, es decir el medio es aceptado si efectivamente permite alcanzar el fin propuesto.

Hay un distanciamiento en la obra de Maquiavelo con respecto a la de Tomas de Aquino y de Aristóteles, para éste (Maquiavelo) la sociedad ya no es natural, es un resultado de la condición dinámica y no predeterminada del hombre que se construye como un resultado cultural. Mientras para Aquino la paz es algo fundamental conservar, para Maquiavelo la guerra constituye una fuente de éxito, de poder, de expansión, hasta convertirse en algo necesario y obligatoria para cualquier gobernante; se desconfía del gobernante que mantiene su Estado en paz, porque es sinónimo de debilidad, de atraso, de estancamiento. Comparten la necesidad de la conservación del poder, aunque de formas diferentes y con propósitos diferentes, para Maquiavelo se debe conservar el poder, por el poder mismo, para Aquino se debe conservar el poder para conservar la paz y evitar los males que pueden surgir de no conservarlo.

La moral, Aristóteles la subordina a la política, que es la ciencia suprema que busca el máximo fin, en Aquino subyace una política conforme a la moral y en Maquiavelo son términos que se excluyen si entendemos como moral únicamente la tradicional, pues él propone otra moral, la del éxito, del triunfo, la conquista y la conservación del poder.

Frente a la preocupación del autor por la unidad de Italia, la grandeza de su país, se puede notar un espíritu de nacionalismo, de unidad nacional, de fuerza que permita conservar el poderío de su Italia amada.

Maquiavelo crea una ética que difiere con la ética tradicional, la suya favorece el Estado, su poderío y la conservación del poder, para lo que se debe garantizar el cumplimiento de las leyes por parte de los súbditos, pero no por parte de los príncipes, que están autorizados para el incumplir los preceptos éticos si es necesario para el cumplimiento del fin máximo, que consiste en alcanzar el poder y conservarlo. La ética del Estado es su conservación como fuerte, para lo cual desarrolla una libre competencia y la guerra si las circunstancias son favorables; posible advertir entonces que ética y política sean opuestas en Maquiavelo, sino que la ética alcanza una nueva dimensión, una nueva mirada desde el positivismo.

Alcanza en la praxis actual la obra del príncipe todo su esplendor, la actual política nacional e internacional se enmarca en una ética del poder por el poder, del éxito, de la justificación de todos las acciones necesarias para el dominio y el coloniaje; pero su real interés sigue siendo oculto, velado, no manifiesto, insincero; en términos Habermasianos se diría que no hay interlocutores válidos, ni comunidad ideal de comunicación, porque los individuos guardan altos niveles de incoherencia, piensan de una forma, hablan de otra y actúan diferente al hablar y el pensar.

El calificativo de luciferino mendaz que ha sido adscrito al nombre de Maquiavelo es la reacción del hombre frente a su revelador, frente al científico que lo describe tal cual es, el hombre así siente herido su narcisismo y reacciona contra el delator de lo ya delatado, pero no públicamente expresado, la importancia del autor del Príncipe es decir lo que todos sabían pero que el orgullo humano no quería escuchar o leer, o lo que los hombres aun sinceramente se negaban a aceptar.

La propuesta de Maquiavelo se levanta como se levantaron años más tarde las ciencias, contra lo establecido, su fuerza no está en la argumentación ilusoria de quien pretende convencer con el discurso; sus proposiciones están presentadas bajo criterios empíricos para ser refutadas o validadas por la realidad y no por el juego arbitrario del romanticismo que pretende ocultar en la ética una realidad que supera cualquier consideración moral para presentarse como marco referencial absoluto del ser.

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La obra de Maquiavelo no es un tratado preso de las redes de conceptos de las teorías establecidas, su obra escapa a ese dogmatismo que puede encerrar las palabras para exponer desde la realidad observable su construcción como llamado a la realidad concreta como último juez, su presentación de la realidad no tiene el decorativo uso de eufemismos que pueden convertir en pieza maestra de la estética la más abominable acción; renunciando a la utopía proyecta el futuro como una secuencia de las costumbres del pasado, es un teórico pero de la realidad no de la ficción y del deber ser, que lo convertimos en derrotero y juez universal, bajo la ya denunciada falacia naturalista.

Para Maquiavelo la política y la sociedad no es una creación natural, sino humana, con ello invita a su cambio y modificación, entrega la condición de vida no a la suerte de la bendición divina, sino a la sagacidad y fuerza del hombre para diseñar su vida, es un llamado a la acción para quien tiene espíritu de libertad o sed de poder; emplazando a los hombres al terreno de la práctica con la tutela de la teoría de la práctica, de lo real, de lo empírico, de lo que es, independiente del deber ser, pues el que se impone es el grito de la realidad sobre la el silencio cósmico del deber.

Sólo será el paso de los años que le dé la altura que merece un pensador como Maquiavelo, que si bien su tiempo no lo condeno por su grandeza como lo hiciera años más tarde con Galileo y Bruno, el tiempo tampoco ha defendido su nombre para ubicarlo en el staff de los grandes y ha permitido que marche en el limbo del purgatorio.

Época Renacentista:

Maquiavelo, Nicolás (Niccolo Machiavelli) (1469-1527) Filósofo, político y dramaturgo italiano. Nació en Florencia. En 1498 accedió al cargo de secretario de la cancillería de la república florentina. Desde este cargo, Maquiavelo emprendió importantes misiones diplomáticas en la corte papal, en la corte de Francia y en la del archiduque austríaco Maximiliano I. Estos viajes le reforzaron la idea de la necesidad de conseguir la unidad italiana en un solo sistema estatal. En 1512, después de la caída de la república, ha de abandonar la vida pública, y se retira al campo, época que aprovechará para redactar su obra principal El Príncipe (dedicada a Lorenzo de Médicis o Lorenzo el Magnífico, escrita en 1513, aunque no fue publicada más que póstumamente en 1532), y muchas de sus obras fundamentales, como Discursos sobre la primera década de Tito Livio, y El arte de la guerra. También por esta época escribió La mandrágora. Se incorporó a la vida política directa a partir de 1520, al servicio de los Médicis. Cuando de nuevo se restauró la república florentina en 1527 tuvo nuevamente que abandonar todo cargo político. Maquiavelo es considerado como el fundador del pensamiento político moderno, ya que fue el primero en dar a conocer la realidad social y política tal como es, y no tal como debería ser en función de previas consideraciones morales. Su obra principal, El Príncipe, de carácter básicamente utilitario, destinada a dar consejos sobre cómo gobernar mejor, es considerada como descripción y expresión de la separación entre sociedad civil y poder político propia del Estado burgués. En esta obra, Maquiavelo parte del estudio de la realidad de su tiempo y da un fiel reflejo de las principales características del moderno Estado burgués, basándose en el estudio de los mecanismos de poder realmente utilizados por los «príncipes» de su época. En este sentido, su obra es fruto de su experiencia política, pero ésta está dirigida por los supuestos propios del naturalismo que impregnaba determinadas corrientes del pensamiento renacentista, así como por la asimilación de algunos aspectos de la Política de Aristóteles (obra que, no obstante, Maquiavelo declaró no haber leído), y de los pensadores latinos. Por otra parte, su intención era fundamentalmente la de conseguir la creación de un Estado fuerte capaz de unificar, bajo el mando de un príncipe, los pequeños estados y ciudades-estado de Italia, lo que sólo se conseguiría, pensaba, bajo el poder y la acción de un personaje excepcional, el príncipe, capaz de imponer una monarquía absoluta amparada por la razón de Estado.

Maquiavelo concibe El ser humano es siempre el mismo –como es siempre idéntica la naturaleza en general- y en consecuencia también lo son la historia y la política.Desde la afirmación de Maquiavelo sobre el hombre como un ser dotado profundamente de naturaleza y de razón para desarrollar la política, y a través de ella, se consigue la ética.

La visión de ética en Maquiavelo, no es otra cosa que la renovación del estado en las sociedades, porque el estado es el encargado de ordenar la convivencia de los hombres. Además Maquiavelo no quita en el hombre las pasiones, sino que les da más relevancia, sobretodo a la pasión de la ambición, desde la cual explica como es que los hombre van construyendo sus ideologías, pero cuando se van realizando tales metas, los hombres entran en conflicto, porque solamente ven los intereses propios, entonces la solución ética de Maquiavelo para la ante la demanda de ideales, es reorganizar el estado, por que éste es quien regula y hace un equilibrio para que los hombres puedan convivir y siempre que los hombres se ven impedidos de combatir por necesidad lo hacen por ambición, la cual es tan poderosa en los pechos humanos que jamás los abandona por muy altos que puedan haber subido. La causa es que la naturaleza ha creado a los hombres de tal manera

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que pueden desearlo todo, pero no conseguirlo. Así que, siempre siendo mayor el deseo que la capacidad de adquirir, resulta de ello el descontento con lo que se posee y la poca satisfacción. De ahí viene la mutación de su fortuna, porque deseando unos hombres tener más y temiendo los otros perder lo conseguido surgen las enemistades y las guerras y de éstas la ruina de aquel país y el encumbramiento de éste. (Discorsi, I, 37)

La justificación que elabora Maquiavelo acerca de las guerras y las insatisfacciones del hombre, a causa de su propia naturaleza, es para demostrar que el hombre no es ni malo, ni bueno, sólo que no tiene un buen medio en donde mantenga sus propias convicciones, por eso las virtudes son móviles y sólo se determinan dependiendo de las situación que viva el hombre. Por consiguiente, Maquiavelo quiere proponer que para evitar las guerras, y las diferencias sociales, hay que iniciar por una renovación de los gobiernos actuales para que de ellos surja el beneficio de un país, pero al reformar el estado, hay que elegir a un Príncipe, tal Príncipe debe tener las siguientes características:Que no sea rapaz, por que si lo es, el pueblo lo odiará.Debe ser prudente con la fortuna que tiene el país, para prever miseria o cualquier contratiempo que perjudique la estabilidad del país.Debe mejorar al país en lo referente a los obras, y ellas deben provenir del estado.Debe conseguir que lo respeten desde la firmeza que tenga, pero no debe lograr que lo odien, solamente debe preocuparse porque le teman y lo admiren.

En conclusión la vida del hombre consiste en dejarse llevar por sus pasiones, porque éstas son naturales en él, pero, para evitar que éstas sean perjudiciales, hay que implantar unas normas de convivencia desde un estado dirigido por un Príncipe que haga respetar al país y que le de convicciones a sus habitantes Maquiavelo ha llegado al convencimiento de que la base para la conservación de todo Estado, con independencia de su forma, es la combinación de prudencia y armas. Decir Estado es lo mismo que decir seguridad y autonomía, es decir, dependencia exclusiva de sí mismo, y ello comporta necesariamente la posesión d la fuerza o armas capaces de disuadir a otros estados y de asegurar la confianza de los súbditos.En pocas palabras para que un país este bien, hay que buscar cualquier cosa para conseguirlo, de ahí la frase de Maquiavelo ‘‘El fin justifica los medios’’.

Época Contemporánea:

Marx, Karl (1818-1883) Revolucionario, filósofo, economista, historiador y periodista alemán. Nació en Tréveris, en el seno de una familia judía conversa de tradición liberal y de posición económica desahogada. Estudió derecho e historia en las universidades de Bonn y Berlín. Pero, bajo la influencia del pensamiento de Hegel se dedicó de lleno al estudio de la filosofía. Se relacionó con el círculo de los filósofos pertenecientes a la llamada izquierda hegeliana, manteniendo especialmente contacto con Bruno Bauer y con Moses Hess. En 1841 se doctoró en Jena, con una tesis sobre Las diferencias en la filosofía de la naturaleza de Demócrito y Epicuro, obra en la que ya se manifiesta su orientación materialista. Durante esta época Marx y, en general, todo el círculo de los hegelianos de izquierda, estuvieron muy influenciados por Feuerbach, aunque posteriormente Marx, que apreciaba la crítica feuerbachiana de Hegel, criticó lo que él consideró las insuficiencias de este autor. Las dificultades que las autoridades políticas pusieron al desarrollo de la actividad docente de los hegelianos de izquierda, provocaron el abandono de la enseñanza universitaria de varios de ellos, lo que hizo desistir a Marx de dedicarse a la carrera académica, y empezó a dedicarse al periodismo. Formó parte como redactor, y más tarde (1842-1843) como director, de la «Gaceta Renana», periódico radical de Colonia, en el que publicó numerosos artículos defendiendo el sufragio universal, la libertad de expresión frente al Estado, e interesándose por los conflictos sociales. Este periódico fue clausurado en marzo de 1843. Su labor periodística, según él mismo confiesa, le condujo a una comprensión concreta de la realidad social, y preparó el camino hacia la radicalización de sus posiciones políticas.

Marx ve la teoría ética propuesta por Kant, y con ello ve que hay un error, porque la propuesta subjetiva moralista del deber, desecha la practica y se basa solamente en la teoría, pues la ética no se da en lo abstracto sino en lo practico, la idea de partir de lo abstracto a la praxis es una metodología de supuestos, porque al hacer una reflexión de lo universal hacia lo particular, no se tiene certeza, pues la vida de los hombres es diferente en cada uno y por lo tanto no puede existir un universal que condense toda la humanidad en las ideas morales universales subjetivas, sino que para tener un beneficio social, hay que analizar en qué parámetros y en qué condiciones viven los hombres, por lo tanto no hay que plantear ideales, sino que hay que buscar la forma de satisfacer a todos los hombres por igual desde la practica y su condición de

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vida. A partir de la búsqueda de la felicidad no universal, sino más individual y practica, Marx propone que la felicidad se halla en la igualdad de clases, la valoración del proletariado y la abolición de la propiedad privada, porque lo que hace esto es suprimir al hombre y marginarlo en una vida de maquinación y productividad en donde el hombre no puede ser feliz, nosotros partimos de un hecho económico, actual. El obrero es más pobre cuanta más riqueza produce, cuanto más crece su producción en potencia y en volumen. El trabajador se convierte en una mercancía tanto más barata cuantas más mercancías produce. El trabajo no sólo produce mercancías; se produce también a sí mismo y al obrero como mercancía, y justamente en la proporción en que produce mercancías en general. Este hecho, por lo demás, no expresa sino esto: el objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a él como un ser extraño, como un poder independiente del productor. El producto del trabajo es el trabajo que se ha fijado en un objeto, que se ha hecho cosa; el producto es la objetivación del trabajo. La realización del trabajo es su objetivación. Esta realización del trabajo aparece en el estadio de la Economía Política como desrealización del trabajador, la objetivación como pérdida del objeto y servidumbre a él, la apropiación como extrañamiento, como enajenación.

En suma lo que pretende hacer Marx es una solución practica de la ética, derrocando las desigualdades históricas como el trabajo y la religión, porque en estas dos dimensiones culturales, el hombre deja de ser hombre y se convierte en un instrumento del poder para convertirse en objeto dejando su identidad como sujeto, y lo que es peor aún es que el hombre no despierta de esa opresión sino que continua y sigue manteniéndose en la enajenación de la aspiración al bienestar a través del trabajo y la felicidad de una vida eterna en la religión. Por consiguiente, la visión de Marx sobre el hombre es la siguiente: El hombre, sin embargo, no es sólo ser natural, sino ser natural humano, es decir, un ser que es para sí, que por ello es ser genérico, que en cuanto tal tiene que afirmarse y confirmarse tanto en su ser como en su saber. Ni los objetos humanos son, pues, los objetos naturales tal como se ofrecen inmediatamente, ni el sentido humano, tal como inmediatamente es, tal como es objetivamente, es sensibilidad humana, objetividad humana. Ni objetiva ni subjetivamente existe la naturaleza inmediatamente ante el ser humano en forma adecuada; y como todo lo natural tiene que nacer, también el hombre tiene su acto de nacimiento, la historia, que sin embargo, es para él una historia sabida y que, por tanto, como acto de nacimiento con conciencia, es acto de nacimiento que se supera a si mismo. La historia es la verdadera historia natural del hombre (a esto hay que volver).

Locke. El empirismo: conocimiento y ética (II)El conocimiento humano

El conocimiento es la percepción del acuerdo o desacuerdo entre las ideas. El conocimiento es de dos clases: conocimiento intuitivo (inmediato y claro, y por ello no precisa de prueba alguna), y conocimiento demostrativo (obtenido mediante una serie de pasos, cada uno de los cuales, considerado por separado es de carácter intuitivo).

Sin embargo, podemos alcanzar el conocimiento real de la existencia de las cosas de tres modos: intuitivamente (así conocemos nuestra propia existencia); demostrativamente (la existencia de Dios), y por la sensación (la existencia de las cosas fuera de nosotros).

El conocimiento humano no puede ir más allá de las ideas que poseemos, ni puede pretender alcanzar a todo el universo. Pero la razón se extiende mucho más allá, ya que se explica también en los juicios de probabilidades, único medio para orientarse donde falta la certeza de las pruebas. De aquí nace la creencia u opinión (probabilidad), la cual, aunque sea una simple presunción de la verdad, es indispensable para la conducta práctica. Antes, sin embargo, de acordar nuestro asentimiento práctico a las probabilidades, debe anteceder un minucioso análisis para determinar al máximo la verosimilitud de toda opinión.

La fe religiosa debe subordinarse a la fe racional, y esto por dos motivos: primero, porque es la razón quien debe decidir sobre la autenticidad de quien refiere la revelación, y, segundo, porque aquellas proposiciones que se opongan al conocimiento práctico, son inaceptables. Hacer callar la razón en aras de la revelación es como querer arrancarse los ojos para ver mejor, ilusión que da lugar al fanatismo.Ética y política

Locke esboza el proyecto de una ética demostrativa que tenga la misma evidencia y certeza que las matemáticas, en contraste con la variedad de normas seguidas de hecho por los diversos pueblos. En todo caso lo cierto es que el hombre, para vivir, ha de saber a qué atenerse, con el objeto de orientar su vida como individuo y como miembro de la sociedad.

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Entre las ideas adquiridas por la sensación y reflexión se encuentran las de placer y dolor. Este es un primer determinante de la moral. El hombre tiende a la consecución del placer, que identifica con el bien, y al rechazo del dolor, que identifica con el mal. Esto no quiere decir que Locke sea un hedonista. Explica, en efecto, que no todo placer merece bendición, sino sólo aquel que marche de acuerdo con la ley divina, verdadera inspiradora de lo bueno como conveniente.

En lo referente a la política, Locke ha sido considerado como el padre del liberalismo moderno. Si Hobbes veía el absolutismo como un precipitado natural del Estado, Locke arguye que el dirigente está limitado por la "ley de naturaleza". Sus poderes son una representación aglutinante de los miembros de la sociedad.

El monarca puede ser despojado de su dignidad por parte del pueblo, si su autoridad va en contra de la voluntad del pueblo, si no es merecedor de la confianza que el pueblo tiene depositada en él. El monarca debe salvaguardar las libertades de los ciudadanos, principalmente el derecho a la libertad y a la propiedad.

En Locke, pues, se supera el estado natural de Hobbes, gracias al pacto social, por el que el individuo se siente protegido. Esta defensa individual conlleva un bien común: al propiciar la felicidad individual, se está abriendo paso a la prosperidad colectiva. El ensamblaje del Estado queda en Locke definido por la conjugación de tres poderes: el legislativo (en el que los diputados elegidos por el pueblo elaboran las leyes), el ejecutivo y el federativo (alianza para la defensa). Los dos últimos poderes pueden descansar en manos del monarca, no así el primero. Esta concepción del Estado, cambiado el tercer poder por el poder judicial, es la base de las democracias modernas.

Alasdair MacIntyre

Alasdair Chalmers MacIntyre (llevado 12 de enero, 1929 en Glasgow, Escocia) es un filósofo conocido sobre todo para su contribución a moral y filosofía política pero sabido también para su trabajo adentro historia de la filosofía y teología. Él es el profesor mayor de la investigación de O'Brien de la filosofía en Universidad de Notre Dame.Contenido1 Biografía2 Método filosófico3 El ética de la virtud4 Política5 Religión6 Vea también7 Trabajos seleccionados8 Literatura secundaria9 Referencias10 Acoplamientos externos

Biografía

MacIntyre era educado en la institución ahora conocida como Reina Maria, universidad de Londres, y tiene un amo de artes del Universidad de Manchester y la universidad de Oxford. Él comenzó su carrera que daba una conferencia adentro 1951 en la universidad de Manchester. Él enseñó en Universidad de Leeds, Universidad de Essex y Universidad de Oxford en Reino Unido, antes de mover a LOS E.E.U.U. en alrededor 1969. MacIntyre ha sido algo de un nómada intelectual, enseñando en muchas universidades en los E.E.U.U. Él ha llevado a cabo las posiciones siguientes:Profesor de la historia y de las ideas, Universidad de Brandeis (1969 o 1970),Decano de la universidad de artes y del profesor de la filosofía, Universidad de Boston, (1972)Henrio Luce Profesor, Universidad de Wellesley (1980),W. Profesor de Alton Jones, Universidad de Vanderbilt (1982),Profesor de la filosofía, Universidad de Notre Dame (1985),Profesor de la filosofía, Universidad de Vanderbilt (1985),Erudito que visita, centro de la humanidad de Whitney, Universidad de Yale (1988).Profesor de la McMahon-Madeja de la filosofía, Notre Dame (1989), yArtes y profesor de las ciencias de la filosofía, Duke University (1995–1997).

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Él también ha sido profesor que visitaba en Universidad de Princeton, y es un presidente anterior del Asociación filosófica americana.

De 2000 al presente, él ha sido el inversor de corriente. Juan A. Profesor mayor de la investigación de O'Brien en el departamento de la filosofía y del compañero mayor permanente de la investigación en el centro para el ética y la cultura en Universidad de Notre Dame, Indiana los E.E.U.U.. Él es también profesor Emerit y honorario en Duke University. En Abril de 2005 lo eligieron a Sociedad filosófica americana.

Lo han casado 3 veces. De 1953 a 1963 lo casaron con el Peri de Ana, con quien él tenía dos hijas. De 1963 a 1977 lo casaron con Susan Willans, con quien él tenía un hijo y una hija. Desde entonces 1977 lo han casado con la alegría de Lynn del filósofo, en la cual está también en la facultad de la filosofía Notre Dame.

Método filosófico

Mientras que muchos filósofos contemporáneos avanzan posiciones filosóficas centrándose en los underpinnings lógicos, analíticos o científicos, las aplicaciones de MacIntyre dialéctico para presentar una narración histórica del desarrollo del ética para iluminar el problema moderno de inconmensurable nociones morales usadas independientemente de sus armazones conceptuales originales. Él no procura resolver los conflictos conceptuales que resultan. En lugar, él discute para una tradición moral contra sus rivales. Esta tradición, él propone, presenta “la mejor teoría hasta ahora”, ambas de cómo son las cosas y cómo ought actuar. Es la tradición de Thomistic Aristotelianism.

El ética de la virtud

MacIntyre es una figura dominante en la oleada reciente del interés adentro el ética de la virtud, de que identifica la cuestión central moralidad pues teniendo que hacer con los hábitos, las virtudes y los knowledges referentes cómo uno debe vivir su vida. Este acercamiento tiene un mayor alcance que otros. MacIntyre y sus partidarios se centran en los problemas morales que tienen que hacer con cómo hacer la mayor parte de la vida humana entera, mientras que la mayoría del otros se centran a menudo en tales discusiones éticos específicos tales como aborto, derechas homosexuales, etc. MacIntyre no es silencioso en tales materias, sino que él les acerca de un contexto más amplio y de un estándar menos basado en las reglas.

Esto es un acercamiento a filosofía moral eso demuestra cómo es bueno juicio de individuos emana del desarrollo del bueno carácter. Los estándares subyacentes se agarran no a través de una qué persona virtuosa “decide” pero algo con las virtudes de la vida que permiten a la acción moral ser ambos dirigidos sus extremos y consonante correctos dentro de su racionalidad moral. Por ejemplo, es impráctico decir que el vino X es el mejor vino en la tierra pero hay sabiduría en decir que la persona W es bien sabido y respetado extensamente por su opiniones sobre el vino y si he/she dice los vinos 1, 2, y 3 son fantásticos, las ocasiones son grandes que son. Esto es un ejemplo simplista a destacar solamente que los juicios de personas virtuosas en la determinación de cuál es buena o malvada, derechos o incorrectos son más importantes que reglas formales. En elaborar este acercamiento, MacIntyre se entiende para volver a trabajar la idea aristotélica de un ético teleology.

MacIntyre acentúa la importancia de las mercancías morales definidas por lo que se refiere a una comunidad de las personas virtuosas contratadas a 'práctica'- que él llama “mercancías internas” o las “mercancías de la excelencia” - más bien que centrándose en fenómenos de la práctica-independiente tales como obligación de un agente de la moraleja (el ética deontological) o en consecuencias de un acto moral particular (utilitarianism). El ética de la virtud en academia europea/americana se asocia a los filósofos pre-modernos (e.g. Platón, Aristotle, Thomas Aquinas), pero también enganchado completamente con otras formas de sistemas éticos modernos (e.g. Deontología de Kantian). MacIntyre ha discutido eso Aquinas'síntesis de Augustinianism con Aristotelianism es más profundas que teorías morales modernas enfocándose sobre los telos (“extremo”, o la terminación) de una práctica social y de una vida humana, dentro del contexto de la cual la moralidad de actos puede ser evaluada.

Después de que todo el esto se haya dicho, debe ser acentuado que MacIntyre piensa la idea de la virtud de suplir más bien que substituye reglas morales. De hecho, él describe ciertas reglas morales como “exceptionless” o incondicionales.

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Política

Político, el ética de MacIntyre informa a una defensa las mercancías de la excelencia internas a las prácticas contra la búsqueda de las “mercancías externas”, por ejemplo el dinero, la energía y el estado, que característico son perseguidas por el estado basado en las reglas y las instituciones corporativas. Lo han descrito como 'revolucionario Aristotélico'. Esto está debido a su tentativa de combinar penetraciones de Marx con los de Aquinas y Aristotle. El marxismo no nos da ninguna teoría moral (históricamente, sin embargo, ha adoptado varias formas de utilitarianism) pero él nos da una teoría económica y política que ha informado siempre a la crítica de MacIntyre liberalismo, que los marxistas miran como ideología del capitalista. MacIntyre substituye la lengua de la ideología por la de la tradición. Como la mayoría de los marxistas occidentales, él mira ideas no como efectos simples de relaciones productivas pero, algo, como afectando cómo actúa la gente. Él discute que el liberalismo, como consumerismo del postmodernist, no sólo justifique capitalismo pero realmente lo sostenga y le informa sobre el largo plazo.

Religión

MacIntyre convertido a Catholicism romano en los años 80 tempranos, y “ahora hace su trabajo contra la perspectiva de lo que él llama Augustinian Thomist acercamiento a la filosofía moral. “ [1]

Rousseau

Rousseau no ve la sociedad como un instrumento necesario para la consecución de los fines personales, sino más bien como el obstáculo para la verdadera felicidad.

Este cambio de perspectiva respecto al racionalismo que representaba Spinoza sirve para acentuar la dicotomía individuo/sociedad. En este binomio, el polo valorado es el individuo en "estado natural".

Sin embargo, el pensamiento de Rousseau es complejo hasta el punto de reivindicar, al final de su argumentación, la sociedad como "segunda naturaleza".

En efecto, el ideal rousseauniano de naturaleza y libertad ha sido definitivamente truncado por la sociedad y las instituciones políticas, de modo que el objetivo que hay que plantear es la regeneración de la sociedad, de modo que pueda albergar una suerte de "nueva naturaleza". Este objetivo puede cumplirse mediante el pacto aceptado unánimemente de someterse a la voluntad general, como si el cuerpo social no fuese la reunión de muchos hombres, sino un sólo organismo.

Rousseau representa un intento de recuperar el sentido de la comunidad clásico. Pero, perdido definitivamente aquel sentido, el único modo de garantizar la coincidencia del interés general y el particular es la negación del individuo y sus fines personales. En Rousseau, la política absorbe a la ética, pero tras un complejo movimiento que ha mostrado que la felicidad está reñida con la sociedad y que no es posible una política inocente.

En El contrato social se parte de que la sociedad de su época se asienta en un sistema de desigualdad ("el hombre ha nacido libre y por todas partes le veo encadenado). Ningún ser humano es lo suficientemente fuerte como para dominar, a no ser que convierta la fuerza en derecho. Si hay esclavos por naturaleza – como decía Aristóteles – es porque antes ha habido esclavos a la fuerza. Por naturaleza, nadie tiene autoridad sobre nadie, la violencia no puede legitimar un derecho, por tanto, el derecho ha de estar fundado en un pacto. Este pacto se basa en que el orden establecido ha sido establecido por todos los individuos, de tal manera que éstos, al unirse a la colectividad, no obedezcan a ningún orden, sino sólo a sí mismos. A través de este pacto se alumbra una comunidad, esta comunidad, él la entiende como un sujeto de derecho político, tiene un yo común, una personalidad corporativa que es capaz de expresarse en la voluntad general.

Cuando Rousseau habla del contrato social se refiere a la unidad, pero cuando describe el origen de la desigualdad de los hombres se refiere al Estado.

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La capacidad de decisión emana del pueblo, el cual es soberano. Esta soberanía es irrenunciable, indivisible e infalible, ya que en esta soberanía se ha objetivado la voluntad general.

La voluntad general es la voluntad que expresa la justicia, ésta puede estar representada por una minoría, no se la puede identificar con la voluntad de todos, de la mayoría, la cual puede estar al servicio de determinados intereses.

Mediante el contrato social, el individuo deja de ser tal y entra en el reino de la moralidad; es entonces cuando la voz del deber sucede a la del apetito; entrega su libertad para recuperarla en un contexto social legal, e incluso mediante este contrato quedan superadas las pequeñas desigualdades que pudieran existir en el estado natural. La sociedad civil es el contexto ideal donde el hombre puede realizarse; sin embargo, antes había dicho que la sociedad corrompe al hombre, lo cual es una contradicción, aunque contradicción más aparente que real, ya que cuando habla del contrato social, piensa en la pequeña comunidad social, en la politie, y no piensa en la sociedad contemporánea organizada en grandes masas sociales representadas por el Estado. Es en estas pequeñas colectividades donde es fácil identificar el interés privado y el interés común; sin embargo, esto, hoy por hoy, – y en el siglo XVIII – es prácticamente imposible; por tanto, tendremos que concluir que la teoría social de Rousseau es pura utopía, utopía que él mismo reconoce.

Frente a la sociedad contemporánea, Rousseau es pesimista, ya que en esta sociedad predomina la voluntad de todos y no la voluntad general. Pero, si la sociedad actual es insalvable, por lo menos salvemos al hombre; esta salvación del hombre Rousseau la encuentra en una vuelta a la naturaleza; el hombre deberá reencontrar su ideal para poder ser él mismo.