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  Revista Canadiense de Estudios Hispánicos is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Revista Canadiense de Estudios Hispánicos. http://www.jstor.org Revista anadiense de Estudios Hispánicos La focalización como espejo de contradicciones en El reino de este mundo Author(s): AMARYLL CHANADY Source: Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, Vol. 12, No. 3 (Primavera 1988), pp. 446-458 Published by: Revista Canadiense de Estudios Hispánicos Stable URL: http://www.jstor.org/stable/27762593 Accessed: 29-05-2015 02:03 UTC Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/  info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. This content downloaded from 200.52.254.249 on Fri, 29 May 2015 02:03:29 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions

La Focalización Como Espejo de Contradicciones en El Reino de Este Mundo

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La Focalización Como Espejo de Contradicciones en El Reino de Este Mundo

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    Revista Canadiense de Estudios Hispnicos

    La focalizacin como espejo de contradicciones en El reino de este mundo Author(s): AMARYLL CHANADY Source: Revista Canadiense de Estudios Hispnicos, Vol. 12, No. 3 (Primavera 1988), pp. 446-458Published by: Revista Canadiense de Estudios HispnicosStable URL: http://www.jstor.org/stable/27762593Accessed: 29-05-2015 02:03 UTC

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  • NOTAS

    La focalizaci?n como espejo de contradi cciones en El reino de este mundo

    AMARYLL CHANADY

    Alejo Carpentier fue uno de los contribuidores m?s significativos en la creaci?n de nuevos modos de expresi?n estil?stica en la narrativa hispa noamericana de la d?cada de los cuarenta. Junto con Borges, Asturias, Y??ez y Mar?chal, particip?, seg?n Luis Sainz de Medrano, en la "con solidaci?n de unos lenguajes puestos al d?a para acometer ese gran com

    promiso de contar a Am?rica, a esa Am?rica que estaba exigiendo una nueva verbalizaci?n."1 Pero contar a Am?rica nunca ha sido tarea f?cil, como lo admiti? ya Hern?n Cort?s cuando no pudo expresar el nuevo

    mundo por la gran variedad de cosas no conocidas, y "aun por no saber poner los nombres."2 Ese problema no se limita s?lo a la tentativa de nombrar y describir seres y objetos que se diferencian por su especie de los que se conocen en Europa, sino que se extiende a la de evocar fen?menos que difieren por su tama?o. Como lo se?al? Garc?a M?rquez, la palabra "tempestad" no puede nunca significar lo mismo para un lec tor acostumbrado a tormentas europeas que para un latinoamericano

    conocedor de lluvias tropicales.3 Carpentier, que preconiz? la busca de un vocabulario "metaf?rico, rico en imagen y color, barroco ... para

    expresar el mundo maravilloso de Am?rica,"4 logr? magistralmente este

    prop?sito en su creaci?n novelesca. Pero su originalidad en El reino de este mundo abarca no s?lo la renovaci?n estil?stica, sino tambi?n sus

    experimentos con la focalizaci?n. Este concepto, proveniente de la narratolog?a moderna representada

    por G?rard Genette, es un instrumento te?rico sumamente ?til para com

    prender una de las facetas m?s interesantes de la novela carpenteriana. Fue Genette el primero en formular la distinci?n entre voz narrativa y la instancia que ve y piensa en el relato, o sea lo que se llama corriente

    mente punto de vista.5 Aunque muchos cr?ticos lamenten la proliferaci?n a veces exagerada y aparentemente in?til de la terminolog?a empleada en la teor?a literaria contempor?nea, el t?rmino focalizaci?n y sus derivados -

    focalizador, focalizado, focalizar - sirven indudablemente para aclarar

    unos problemas fundamentales en el an?lisis de textos literarios moder nos. Preferimos la terminolog?a genettiana por tres razones principales, a saber, la precisa formulaci?n te?rica hecha por Genette y desarrollada

    REVISTA CANADIENSE DE ESTUDIOS HISP?NICOS Vol. XII, No. 3 Primavera 1988

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    por Mieke Bal,6 la posibilidad que nos da esa terminolog?a de diferen ciar de una manera no ambigua entre el sujeto (focalizador) y el objeto (focalizado) de la focalizaci?n, y la distinci?n que se deber?a hacer en tre una instancia particular del discurso (asumido, por ejemplo, por un

    "reflector," en t?rminos jamesianos, o sea un observador de una escena

    dentro de la ficci?n), y la visi?n general del mundo que rige el texto, visi?n que no excluye el mensaje ideol?gico, como lo se?al? Susan Sni ader Lanser en su estudio sobre el punto de vista en el contexto del acto narrativo.7 La distinci?n, pues, entre punto de vista y focalizaci?n de un lado, y entre narraci?n y focalizaci?n de otro, tiene validez te?rica evidente. Adem?s, nos permite estudiar con mayor precisi?n la corriente

    literaria, llamada a menudo m?gicorrealista, donde un narrador manifi estamente erudito adopta la perspectiva de un mundo ind?gena en que se

    acepta lo sobrenatural y lo m?tico. La voz narrativa surrealista, expre sionista y l?rica en Hombres de ma?z, por ejemplo, no se transforma en voz menos literaria cuando narra, sin distanciaci?n ir?nica, la metamor fosis de Nicho Aquino en Coyote. Parece una situaci?n contradictoria, esta copresencia de un narrador sumamente culto y un focalizador "pri mitivo" que no interpreta el mundo seg?n nuestras leyes convencionales de causalidad. Pero es precisamente este sincretismo, este juego con las antinomias reconciliadas, lo que contribuye a la gran originalidad de la narrativa iberoamericana moderna.8 En cuanto al punto de vista global del texto, es evidente en el caso de Asturias que no se puede confundir con la focalizaci?n. A diferencia de ?sta, que corresponde a una visi?n

    m?tica, el punto de vista se puede resumir como la actitud de un hom bre que, a pesar de sus conocimientos ling??sticos, literarios y culturales

    adquiridos en gran parte en Europa, quiere demostrar que la Weltan

    schauung ind?gena vale la pena y tiene la misma validez que una visi?n m?s "civilizada."

    La contradicci?n entre voz narrativa y focalizaci?n que hemos se?alado a prop?sito de Hombres de ma?z caracteriza tambi?n El reino de este mundo. Pero en la novela carpenteriana la contradicci?n no existe s?lo entre instancias narrativas, sino igualmente dentro de una instancia

    -

    la de la focalizaci?n. A lo largo de la novela hay muchos ejemplos de focalizaci?n no delegada,9 o focalizaci?n cero en t?rminos genettianos, t?pica de la novela donde un "autor omnisciente" adopta una focalizaci?n exterior al mundo ficticio; as? el focalizador permanece an?nimo, invi sible (o sea no dramatizado) y no determinado expl?citamente. Pero la focalizaci?n es a menudo delegada a personajes dentro del relato, y es aqu? donde surge la contradicci?n ya mencionada. No es s?lo el he cho de que esa delegaci?n no sea fija lo que produce una antinomia. En muchas novelas modernas la yuxtaposici?n de distintos focalizadores

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    problematiza la relaci?n entre la realidad y su interpretaci?n y, de ah?, la relaci?n entre vida y ficci?n, sin que eso invalide la perspectiva de un focalizador en particular. En El reino de este mundo, sin embargo, hay una yuxtaposici?n constante de diferentes visiones del mundo

    - la de los amos blancos y la del esclavo negro Ti Noel

    - visiones que se excluyen mutuamente por ser l?gicamente antin?micas, aunque coexisten al nivel textual por medio de la focalizaci?n m?ltiple. El sincretismo evidente en la relaci?n contradictoria entre narraci?n y focalizaci?n refleja el sin cretismo que caracteriza el mundo ficticio mismo y est? basado en la situaci?n hist?rica, cultural y racial de Hait? tal como la conceb?a Car

    pentier. Pero los focalizadores no tienen siempre la misma validez. En la escena clave muy comentada de la ejecuci?n de Mackandal, la visi?n de un focalizador destruye la de otro. La mayor parte de este episodio es focalizada por los negros, que ven a Mackandal zafarse del poste de torturas donde lo quer?an quemar los blancos, y volar sobre la multi tud para salvarse. Intercaladas en esta presentaci?n, son informaciones

    que pueden provenir s?lo de los blancos o de un focalizador an?nimo. Cuando el narrador relata que el verdugo ha estudiado sus gestos frente al espejo, y que Lenormand de Mezy habla con su esposa despu?s de la ejecuci?n de "la insensibilidad de los negros ante el suplicio de un

    semejante,"10 se trata de un focalizador no dramatizado y externo a la historia que ironiza a los blancos sin identificarse por lo tanto con los

    negros que no tienen acceso a las conversaciones privadas entre blan

    cos. A veces el focalizador corresponde manifiestamente a los blancos y se sit?a a tal distancia, f?sica y sicol?gicamente, de los esclavos, que la

    "negrada aullante" se parece a "ondas negras" cuando trepa a los bal

    cones como tantos insectos. Lo m?s importante en cuanto a la antinomia

    focalizadora, sin embargo, es la noticia de que Mackandal es agarrado finalmente por los soldados y muere en el fuego. Esta informaci?n pri vilegiada de los blancos o de un focalizador no dramatizado destruye la focalizaci?n propia de los negros. Si Mackandal ha sido ejecutado, es evidente que la interpretaci?n de la escena por los esclavos no puede ser

    digna de fe. Aunque las otras presentaciones de lo sobrenatural en la novela no son desmentidas tan rotundamente, pierden credibilidad en el contexto de la focalizaci?n antin?mica de esta escena.

    Se puede poner la objeci?n de que las interpretaciones contradictorias de la ejecuci?n no se invalidan mutuamente, y que el acierto de Car

    pentier fue de demostrar la validez de dos racionalidades distintas, la

    emp?rica y la m?gica. Pero aunque el autor de la novela pueda haber tenido la intenci?n de presentar el mundo de esta manera imparcial, no debemos cometer la "falacia intencional" de basar nuestra interpretaci?n de El reino de este mundo en esa proposici?n sin analizar el resultado

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    logrado. Para este fin es indispensable considerar la situaci?n del lector

    impl?cito. Este concepto, esbozado ya por Wayne Booth en 1961 y de sarrollado por Wolfgang Iser in 1972,11 se inserta en la tentativa de la cr?tica literaria moderna por recuperar la importancia de las instancias del discurso pasadas por alto por el New Criticism y el estructuralismo que se limitaban al an?lisis del texto, separado del proceso de producci?n y recepci?n. En el caso de El reino de este mundo, se ve por el lenguaje que el lector impl?cito es culto y tiene pocas afinidades con el esclavo Ti Noel. El papel del lector real, pues, consiste en aproximarse lo m?s

    posible al lector postulado por la narraci?n, en apreciar el lenguaje culto

    y sumamente literario y, al mismo tiempo, en aceptar la focalizaci?n

    propia de Ti Noel, una focalizaci?n absolutamente distinta de su visi?n

    personal del mundo.

    Pero la contradicci?n que hemos se?alado entre voz narrativa y fo

    calizaci?n, y entre los focalizadores mismos, es una situaci?n inestable en el contexto del proceso de lectura. El lector interpreta siempre el texto en su intento de concretizarlo, y no s?lo cuando se trata de lo que Roland Barthes llama un c?digo hermen?utico, aunque aqu? el caso es m?s evidente.12 El misterio que queda sin soluci?n al final del relato no satisface al lector. En un cuento fant?stico, por ejemplo, el lector opta generalmente por una explicaci?n o bien realista de lo que parece sobrenatural, o bien maravillosa. Como lo demuestran los pocos ejem plos de literatura fant?stica seg?n la definici?n demasiado restrictiva de Tzvetan Todorov, es raro el relato donde el lector no puede decidir entre lo maravilloso y lo extra?o, y por eso la hesitaci?n no puede ser considerada como el criterio m?s importante de lo fant?stico.13 Aunque El reino de este mundo tiene poco que ver con la literatura fant?stica

    can?nica, porque mantiene la copresencia de dos visiones contradictorias del mundo que tienen aparentemente una validez igual, no se pueden desechar totalmente las convenciones y c?digos de lectura existentes. Si la yuxtaposici?n antin?mica se mantiene en equilibrio y no es problema tizada, el lector puede asumir el papel de identificarse con una Weltan

    schauung radicalmente diferente de la suya. Eso ocurre no s?lo con las novelas m?gicorrealistas de Asturias y Garc?a M?rquez, sino tambi?n con relatos de horror sobrenatural donde el lector entra en el juego del miedo a fantasmas y vampiros, aunque hay muchas diferencias, estil?sticas como

    ideol?gicas, entre esas dos corrientes literarias. Es posible aceptar la co

    presencia de lo natural y de lo sobrenatural mientras que un elemento de esa contradicci?n (que puede no ser contradicci?n para Ti Noel, mas lo es para el lector impl?cito) no desmienta expl?citamente el otro. En Cien a?os de soledad, por ejemplo, sucesos "realistas" como huelgas y gue rras civiles coexisten con hechos sobrenaturales, tal la ascensi?n al cielo

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    de Remedios la Bella, sin que ?stos sean invalidados. Pero la veracidad del vuelo y de la transformaci?n de Mackandal es problematizada por el texto que da al mismo tiempo una explicaci?n racional del suceso, y no puede por lo tanto ser aceptada por un lector culto (como postulado por la narraci?n). La aparente identificaci?n con Ti Noel y los negros se revela como juego, y la m?scara se rompe con la intrusi?n de la realidad

    emp?rica que distancia al lector del mundo ajeno. Este episodio ilustra el problema fundamental de la teor?a carpen

    teriana de lo real maravilloso, elaborada en el pr?logo de El reino de este mundo. Aunque pretende ah? que "la sensaci?n de lo maravilloso

    presupone una fe,"14 podemos afirmar lo contrario -

    que un autor para

    quien el mundo es maravilloso se distancia de ello y lo "desfamiliari

    za," actividad que destruye la fe. Como lo se?al? Roberto Gonz?lez

    Echevarr?a,

    Toda magia, toda maravilla, supone una alteraci?n del orden, una alteridad -

    supone al otro, al mundo que nos mira desde la orilla opuesta ... lo mismo visto

    desde dentro es homog?neo, liso, sin aristas, sin diferencias. Toda maravilla es

    una distanciaci?n, una separaci?n.15

    Gonz?lez Echevarr?a considera Los pasos perdidos como la "novela del

    desenga?o, en que se ponen de manifiesto las falacias de lo 'real maravi lloso americano/" falacias que surgen de la imposibilidad para el escritor de convertirse en "aut?ctono y salvaje," y del hecho de que "la reflexivi dad y el desdoblamiento agrietan la fe y muestran a trav?s de las fisuras el vac?o."16 Pero ya en El reino de este mundo existe impl?citamente lo

    que se explicita en la novela posterior - la imposibilidad de mantener

    su m?scara. Y son precisamente estas contradicciones las que, aunque

    "desmoronan el centro te?rico del ensayo-pr?logo,"17 hacen posible el

    juego que se entabla entre las instancias del discurso. Para comprender mejor la significaci?n de las relaciones reflexivas entre sistemas contra

    dictorios, no se puede situar El reino de este mundo dentro de la co rriente "moderna" de la literatura autoreflexiva, donde los componentes del texto se reflejan entre s? para poner de manifiesto la falta de un refe rente extraliterario y significar de esta manera s?lo la literaridad.18 Por lo tanto, este approche, aunque explique una parte del inter?s que evoca la novela carpenteriana por su perfecci?n estil?stica y estructural, es m?s

    apropiado para analizar el nouveau roman franc?s que El reino de este

    mundo, y aun as? se puede contestar la validez de las teor?as de Ricar dou sobre la especularidad que niega todo referente fuera del texto.19

    Adem?s, los sistemas contradictorios reflexivos en esta novela no deben ser considerados ?nicamente como espejos que reflejan una imagen simi

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    lar, sino tambi?n como unidades significantes y, m?s precisamente, como iconos. En t?rminos de la semi?tica de Peirce, los iconos son signos que denotan su referente por la semejanza.20 Si transferimos este concepto a la teor?a literaria, podemos definir el icono como una unidad de sentido del texto que evoca otra unidad por una relaci?n de semejanza figurativa (la p?gina blanca que significa la p?rdida de la memoria de un perso naje, por ejemplo), diagram?tica (donde la relaci?n entre los elementos del signo se parece a la relaci?n entre los elementos del referente), o metaf?rica.21 El icono, al igual que el referente, puede situarse al nivel

    narrativo-enunciativo, estil?stico, y dieg?tico, a lo que vamos a a?adir el nivel focalizativo, que no ha sido mencionado en el contexto de la iconicidad por los cr?ticos que trataron este aspecto de la teor?a litera ria. Respecto a El reino de este mundo, lo que nos interesa sobre todo es la iconicidad diagram?tica entre las instancias del discurso, as? como entre distintos elementos de la misma instancia. La focalizaci?n contra

    dictoria, pues, funciona como un icono diagram?tico del relato (y, por supuesto, de su contexto hist?rico seg?n Carpentier). As?, la antinomia entre focalizadores significa la antinomia entre perspectivas culturales e

    ideol?gicas al nivel dieg?tico, y explica la antinomia entre la erudici?n y la m?scara "primitiva" del narrador.

    Vamos a analizar con m?s detalle el nivel de la focalizaci?n. El focali zador principal, que hemos mencionado antes, corresponde al narrador

    culto, europeizado e invisible, o sea no dramatizado (heterodieg?tico en t?rminos genettianos). A veces el narrador delega la focalizaci?n a un focalizador visible (homodieg?tico) que corresponde a personajes o categor?as de personajes en la novela. As? los amos blancos de Hait?, por ejemplo, pueden focalizar a los negros, a quienes desprecian, temen y

    comprenden mal. Pero el focalizador visible m?s importante es el esclavo

    Ti Noel, protagonista de la novela. No es siempre posible distinguir claramente entre estos tres focalizadores - el testigo invisible, los blancos

    y Ti Noel - a causa de la complejidad del "encuadramiento narrativo."22

    El narrador asume con frecuencia la focalizaci?n del testigo invisible

    para presentar a Ti Noel por medio de la focalizaci?n interna, la cual

    tiene siempre por objeto un focalizado no perceptible del exterior, como

    los sentimientos y las ideas. Este tipo de focalizaci?n funciona aqu?

    generalmente como transici?n entre la visi?n del focalizador invisible

    (que es primario en el sentido de que mediatiza los otros focalizadores en una jerarqu?a narrativa) y la del focalizador visible Ti Noel. De

    esta manera la focalizaci?n secundaria es encuadrada por la focalizaci?n

    primaria. Este encuadramiento puede ser se?alado por la presencia del

    discurso indirecto libre, en el cual el narrador usa palabras caracter?sticas del habla de Ti Noel sin ceder la voz narrativa. De todos modos, la foca

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    lizaci?n propia de Ti Noel, que ser? siempre externa respecto al objeto de la localizaci?n, a menos que el objeto sea el localizador mismo,23 es a

    menudo mediatizada por el focalizador invisible que puede as? comprobar o invalidar la focalizaci?n secundaria.

    En la escena inicial de la novela el focalizador primario invisible pre senta al protagonista del exterior y del interior. Describe la acci?n de

    comprar un caballo (focalizaci?n externa) y las sensaciones del negro

    (focalizaci?n interna). En el segundo p?rrafo de la novela la focalizaci?n interna de Ti Noel por el focalizador primario cede a la focalizaci?n por

    Ti Noel de las cabezas de cera en la entrada de la peluquer?a. La tran sici?n es manifiesta, puesto que las palabras "Ti Noel pudo contemplar"

    (10) introducen la percepci?n por el esclavo de la yuxtaposici?n de las cabezas de cera en la peluquer?a (cabezas de "blancos se?ores") con unas cabezas de ternero en la triper?a contigua, y unas estampas del rey de Francia y altos personajes de la Corte en la librer?a de al lado. Esta

    yuxtaposici?n, cuya importancia es subrayada por el t?tulo del primer cap?tulo, "Las cabezas de cera," es un icono diagram?tico evidente de la

    focalizaci?n, porque revela la actitud y esperanza de los negros malcon tentos respecto a los amos blancos, y un icono prospectivo de la di?gesis, ya que anuncia la rebeli?n de los esclavos, la matanza de los colonos y la destrucci?n del poder mon?rquico franc?s en Hait?.24 Puesto que el icono

    refleja un aspecto pertinente y continuo del texto, podemos clasificarlo como una mise en abyme.25 Pero la significaci?n ic?nica de esta escena no se limita a la especularidad de las cabezas. Las estampas que repre sentan la vida frivola de la aristocracia francesa y el grabado en cobre de un rey negro entronizado completan el espejo prospectivo de la tercera

    parte de la novela, donde el reino de Henri Christophe reemplaza el poder de la sociedad decadente simbolizada por la coqueta Paulina Bonaparte. La identidad del focalizador de esta escena es evidente, pero se revela como una m?scara cuando el narrador asume de pronto la focalizaci?n del testigo culto invisible para mediatizar la percepci?n y los sentimien tos de Ti Noel. El focalizador primario no s?lo interrumpe el pasaje con indicios manifiestos de su identidad, como lo indica la informaci?n de que "Ti Noel se divert?a pensando ..." (10), sino que caracteriza al esclavo de una manera despectiva. La opini?n de que "los esclavos no entend?an de letras" (11) es propia de un focalizador condescendiente, y eso crea una distancia entre el lector y el focalizador secundario. La actitud del foca lizador culto se manifiesta de nuevo cuando Ti Noel evoca al mandinga revoltoso Mackandal: "Aunque sus luces fueran pocas, Ti Noel hab?a sido instruido en esas verdades por el profundo saber de Mackandal"

    (13). Aqu? los dos focalizadores entran en conflicto en la misma frase, ya que las observaciones peyorativas sobre la inteligencia del esclavo de

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    notan una actitud diferente de la que implica la comprobaci?n expl?cita de las creencias del negro. Las historias de Mackandal son "verdades"

    para Ti Noel, no para el focalizador culto, que las considerar?a como

    leyendas y supersticiones si se adheriera de una manera consecuente a su propia visi?n del mundo como postulado por la totalidad del texto. Lo que demuestra esta frase, empero, es m?s complicado que una simple contradicci?n entre focalizadores. Implica una discordancia dentro de un focalizador, a saber el focalizador primario que no puede disimular totalmente sus sentimientos de superioridad respecto al esclavo, aunque parezca aceptar su visi?n del mundo

    - porque aqu? se trata en efecto de

    aceptaci?n y comprobaci?n por el focalizador primario de la focalizaci?n

    propia de Ti Noel, y no de focalizaci?n secundaria no mediatizada. Es evidente que la focalizaci?n del esclavo es siempre mediatizada de alguna manera a causa de la presencia de un focalizador primario al principio y a

    lo largo de la novela. Pero esta mediatizaci?n es menos obvia en pasajes de discurso indirecto libre como el siguiente, en el mismo p?rrafo, donde Ti Noel piensa en los reyes negros: "Reyes eran, reyes de verdad, y no esos soberanos cubiertos de pelos ajenos ..." (12). Hay que se?alar, sin

    embargo, que aunque sea dif?cil distinguir entre los indicios del narrador

    y los del focalizador culto, las intromisiones del focalizador primario no deben confundirse con las marcas del narrador culto, porque la voz na rrativa es invariable, incluso cuando Ti Noel focaliza un acontecimiento

    cuya existencia el lector impl?cito rechazar?a por ser sobrenatural y por eso imaginario. En este p?rrafo hay no s?lo una discrepancia entre el

    lenguaje culto de la enunciaci?n y los pensamientos del protagonista, sino tambi?n una focalizaci?n discordante que implica a veces un solo, a veces dos, focalizador.

    La distanciaci?n producida por los indicios del focalizador culto invisi ble aumenta cuando ?stos se pueden atribuir igualmente a un focalizador dramatizado. El narrador asume a menudo la focalizaci?n de los colonos

    blancos, lo que crea una identificaci?n entre el lector y ciertos persona jes que tienen una visi?n del mundo muy distinta a la de Ti Noel. Es evidente que son los blancos los que focalizan el pasaje que menciona la batida organizada "para mera edificaci?n de las negradas" (21). El foca lizador despectivo se identifica despu?s expl?citamente con el amo blanco Lenormand de Mezy, quien opina que "todo mandinga

    - era cosa sabida - ocultaba un cimarr?n en potencia. Decir mandinga, era decir d?scolo, revoltoso, demonio" (22). Adem?s de ser una indicaci?n de la opini?n del amo, la expresi?n "era sabida" es una apelaci?n directa al lector para que acepte esta focalizaci?n. La sublevaci?n de los negros es focalizada casi integralmente por de Mezy, despu?s de que ?ste expresa su indig naci?n (en discurso indirecto e indirecto libre) respecto a las "molestas

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    divagaciones de los idiotas utopistas" (55), los cuales tienen una visi?n rom?ntica del buen salvaje y quieren conceder derechos pol?ticos a los

    negros. El lector, que ve ya a los esclavos desde una cierta distancia a causa de los comentarios negativos al principio del cap?tulo, se identifica con el focalizador de Mezy cuando ?ste escucha las conchas de los negros revoltosos de "muy lejos" (56), se sorprende ante el coro de respuestas en el monte, y se esconde "alarmado" de los agresores. La irrupci?n de los esclavos en la casa del amo, la cual no puede ser focalizada por de Mezy oculto en el jard?n, es vista por el testigo invisible para quien los negros con sus "largas apetencias" (57) son tantos salvajes que se emborrachan, gritan, se r?en, se pelean entre s? y violan a las mujeres blancas. No son

    presentados como hombres maduros combatiendo por sus derechos, sino como una "turbamulta" sin disciplina y dignidad algunas. Cuando de

    Mezy focaliza de nuevo los sucesos en el cap?tulo siguiente, cuyo t?tulo

    refleja la opini?n negativa que tiene de los negros (adoran a "Dog?n den tro del Arca"), considera el culto del vod? como "pr?cticas salvajes" y justifica de esa manera su falta de previsi?n: "?Pero acaso una persona culta pod?a haberse preocupado por las salvajes creencias de gentes que adoraban una serpiente?" (62).

    El focalizador culto invisible, como hemos se?alado antes, tiene una

    posici?n contradictoria en el texto. Puede desmentir la visi?n de los

    negros, como en la escena de la ejecuci?n; puede considerarlos de modo

    despectivo y distanciador; y finalmente, puede comprobar expl?citamente sus creencias. Esta comprobaci?n funciona a menudo como transici?n entre el focalizador invisible y el focalizador negro. Eso ocurre en la escena donde los negros discuten la desaparici?n de Mackandal despu?s del envenenamiento de los blancos. El focalizador invisible, que se ma nifiesta claramente en el primer p?rrafo del cap?tulo titulado "Las meta

    morfosis," se?ala su presencia tambi?n en el segundo con la informaci?n de que los esclavos "se mostraban de un desafiante buen humor" (32); aqu? los focaliza del exterior, ya que ve s?lo lo perceptible. Pero en este

    mismo p?rrafo el narrador da varias explicaciones de la desaparici?n de Mackandal que no pueden ser aceptadas por el focalizador culto, con una progresi?n evidente en el nivel de la comprobaci?n. Introduce la

    primera explicaci?n con una expresi?n neutra: "Algunos cre?an que;" la

    segunda con "Otros afirmaban que;" la tercera con "los negros se comu

    nicaban;" y la ?ltima, a saber, la explicaci?n de que Mackandal se hab?a transformado en diversos animales, con la comprobaci?n expl?cita "To dos sab?an que" (32-33). Aqu? el narrador asume la focalizacion propia de los negros, antes de dejar hablar a Ti Noel al final del tercer p?rrafo en discurso directo.

    Ti Noel, en efecto, asume frecuentemente una focalizacion que lo iden

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    tifica corno portavoz de la cultura negra. A veces esta focalizaci?n in terrumpe o continua un pasaje focalizado por el testigo invisible, pero en muchos episodios el focalizador culto se eclipsa totalmente, haciendo as? posible la identificaci?n entre el lector y el esclavo, aunque ?sta ser?

    siempre incompleta en el contexto de la novela entera. En la escena ini

    cial, que es mediatizada por el focalizador culto, Ti Noel considera las

    pelucas de los blancos como "pelos ajenos" y los reyes europeos como cobardes que van a confesarse para hacerse "rega?ar por cualquier fraile confesor" (12-13). Una focalizaci?n expl?citamente no-europea carater iza tambi?n su reacci?n frente al canto de c?nones:

    Era realmente imposible comprender por qu? ese maestro de capilla, al que

    todos parec?an respetar, sin embargo, se empe?aba en hacer entrar a sus coris

    tas en el canto general de manera escalonada, cantando los unos lo que otros

    hab?an cantado antes, arm?ndose un guiriguay de voces capaz de indignar a

    cualquiera. (66)

    Las descripciones de lo sobrenatural son raramente mediatizadas por el focalizador europeizado. Maman Loi hunde sus brazos en aciete hirviente sin quemarlos (21); Ti Noel y los dem?s esclavos ven el fantasma de

    Mackandal en la fiesta celebrada por el nacimiento de un var?n blanco

    (36); y los negros revoltosos cierran las bocas de los ca?ones con el

    pecho desnudo (80) - sin que estos sucesos sean desmentidos expl?cita

    o impl?citamente por el testigo culto. Se afirma sin comentarios que Ti Noel se puede metamorfosear en animales: "Ti Noel se sorprendi? de lo f?cil que es transformarse en animal cuando se tienen poderes para ello. Como prueba se trep? a un ?rbol, quiso ser ave, y al punto fue ave"

    (139). Se convierte en caballo, avispa, hormiga, y finalmente en ganso. A medida que progresa la novela, el focalizador primario europeizado desaparece, y los acontecimientos son presentados a trav?s de Ti Noel.

    Pero la contradicci?n que hemos mencionado respecto a la narraci?n, la focalizaci?n m?ltiple, y el focalizador invisible, caracteriza tambi?n al

    protagonista. Ti Noel es un focalizador ambiguo, porque su asociaci?n con el mundo europeizado le impide identificarse completamente con

    los otros negros, cuya cultura ha perdido en gran parte. Mackandal, quien ejerce una "extra?a fascinaci?n" (15) sobre ?l, le descubre un

    universo nuevo cuando le habla de los reyes m?ticos de su pa?s; y cuando

    desaparece, se esfuma tambi?n "todo el mundo evocado por sus relatos"

    (23). El culto del vod? sigue vivo para Ti Noel s?lo cuando el negro est? en contacto con otros esclavos que no han olvidado sus or?genes. Reacciona con asombro frente a lo sobrenatural (como en el episodio de Maman Loi), y frente a la fortaleza prodigiosa de Sans Souci, que

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    considera como una "obra inveros?mil" (95). Hay una iconicidad evidente y l?gica entre la focalizaci?n del prota

    gonista y la situaci?n ambigua del personaje que vive entre dos mundos, una situaci?n que caracteriza no s?lo a Ti Noel, sino tambi?n a otros

    personajes de la novela. Henri Christophe, por ejemplo, cree en dos reli

    giones a la vez. Aunque ha impuesto el catolicismo en su reino, sacrifica toros al dios Og?n y teme que sus subditos lo maten con el vod? por

    medio de una mu?eca pinchada con alfileres. Paulina Bonaparte vacila entre una sensibilidad europea basada en sus lecturas rom?nticas acerca del para?so terrestre y el salvaje noble, y una aceptaci?n creciente del vod? con el cual la familiariza su masajista Solim?n.

    Es precisamente aqu?, en este ?ltimo nivel narrativo que es el universo

    ficticio, donde termina y se justifica el juego de las contradicciones. En vez de condenar la voz narrativa y la focalizaci?n contradictoria por des truir la "fe" preconizada en el pr?logo, hay que admirar la habilidad del autor en su construcci?n de antinomias reflej?ndose y enriqueci?ndose en los diferentes niveles del relato. A la contradicci?n entre el narra dor y el focalizador protagonista corresponde la de los focalizadores, la que caracteriza cada focalizador tomado individualmente, excepto el focalizador blanco dramatizado, y finalmente la que existe en el mundo

    dieg?tico donde la moda de Versailles coexiste con las pr?cticas del vod?, una contradicci?n carater?stica tambi?n del mundo extraliterario seg?n Carpentier y el ideologema del sincretismo latinoamericano.26

    Universit? de Montr?al

    NOTAS

    1 Luis Sainz de Medrano, "El lenguaje como preocupaci?n en la novela hispanoa mericana actual," Anales de literatura hispanoamericana, 8, 9 (1980), 242.

    2 Cartas de relaci?n de Fernando Cort?s, en Historiadores primitivos de Indias, tomo I, "Biblioteca de Autores Espa?oles, 22" (Madrid, 1946), 32.

    3 Gabriel Garc?a M?rquez, "Fantas?a y creaci?n art?stica en Am?rica Latina y el

    Caribe," Texto cr?tico, 14 (1979), 6.

    4 Entrevista a Miguel F. Roa, "Alejo Carpentier tras diez a?os de silencio," ABC (2 feb. de 1975), 30.

    5 G?rard Genette, Figures III (Par?s, 1972), 206-11. 6 Mieke Bal, "Narration et focalisation: Pour une th?orie des instances du r?cit,"

    Po?tique, 8, 1, 29 (1977), 107-27. 7 Susan Sniader Lanser, The Narrative Act: Point of View in Prose Fiction

    (Princeton, N.J., 1981). 8 Para una discusi?n m?s detallada del concepto de antinomia en el realismo

    m?gico v?ase mi libro titulado Magical Realism and the Fantastic: Resolved versus Unresolved Antinomy (New York, 1985).

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    9 Pierre Vitoux da una explicaci?n sucinta de la delegaci?n de la focalizaci?n en

    "Le Jeu de la focalisation," Po?tique, 13, 3, 51 (1982), 359-68.

    10 Alejo Carpentier, El reino de este mundo (Barcelona, 1976), 41. Todas las citas ser?n tomadas de esta edici?n e indicadas entre par?ntesis en el texto.

    11 Wayne Booth, The Rhetoric of Fiction (Chicago, 1961), 138; Wolfgang Iser, Der implizite Leser (M?nchen, 1972).

    12 Seg?n Barthes, el c?digo hermen?utico consiste en un conjunto de indicios tex

    tuales que permite al lector el percibir, reconstituir y a veces solucionar un

    enigma. Los otros c?digos de lectura que menciona el cr?tico franc?s son el

    s?mico, el simb?lico, el proair?tico y el cultural. Roland Barthes, S/Z: essais

    (Paris: 1970), 25-27.

    13 Tzvetan Todorov, Introduction ? la litt?rature fantastique (Paris, 1970). 14 Pr?logo de El reino de este mundo (M?xico, 1967), 11.

    15 Roberto Gonz?lez Echevarr?a, "Isla a su vuelo fugitiva: Carpentier y el rea

    lismo m?gico," Revista iberoamericana, 40, 86 (1974), 38-39.

    16 Roberto Gonz?lez Echevarr?a, "Alejo Carpentier," en Narrativa y cr?tica de nuestra Am?rica (Madrid, 1978), 155.

    17 Ibid., 155.

    18 Para una excelente discusi?n del problema de la referencia extraliteraria en

    la literatura autoreferencial, v?ase Catherine Kerbrat-Orecchioni, "Le Texte

    litt?raire: Non-r?f?rence, auto-r?f?rence, ou r?f?rence fictionnelle?" Texte: Re vue de critique et de th?orie litt?raire, 1 (1982), 27-49.

    19 V?ase Jean Ricardou, "L'Escalade de l'autorepr?sentation," Texte, 1 (1982), 15.

    20 Esta teor?a es desarrollada en Charles Sanders Peirce, Collected Papers, eds.

    Charles Hartshorne y Paul Weiss (Cambridge, Mass: 1931), 2, 157.

    21 La definici?n de estos conceptos es desarrollada con m?s detalle en A.J.A. van

    Zoest, "Le Signe iconique dans les textes," Zagadnienia Rodzajow Literackich,

    29, no. 2 (1977), 5-21.

    22 El "encuadramiento narrativo" (narrative embedding) consiste en insertar una

    unidad del texto dentro de otra de la misma clase en el plano de la narraci?n

    o de la focalizaci?n de tal manera que la transici?n entre niveles sea percepti ble y establezca una relaci?n jer?rquica. Un hiporelato o metarelato, por ejem

    plo, es encuadrado por un relato primero. Para una discusi?n mas detallada

    de este concepto, v?ase Mieke Bal, "Notes on Narrative Embedding," Poetics

    Today, 2, 2 (1981), 41-59.

    23 S?lo un focalizador no dramatizado o invisible puede focalizar los pensamientos de personajes (focalizaci?n interna). Los personajes mismos s?lo pueden ver lo

    perceptible (focalizaci?n externa) a menos que focalicen sus propios sentimien

    tos. Una metalepsis es una infracci?n a este principio. 24 Un icono puede ser prospectivo y anunciar de esta manera el desenlace; retros

    pectivo y contribuir a la significaci?n de una unidad textual que lo precede;

    retroprospectivo y tener una posici?n intermediaria entre lo que anuncia y lo que aclara; y finalmente, simult?neo respecto al referente (esto ocurre, por

    ejemplo, en una relaci?n ic?nica entre instancias narrativas). 25 La mise en abyme es una clase de iconos que obedece a dos criterios

    - debe

    ser una unidad aislable del texto y referirse a un aspecto continuo y perti nente del mismo. Esta distinci?n ha sido elaborada por Mieke Bal en "Mise en

    abyme et iconicit?," Litt?rature, 29 (feb. de 1978), 116-28.

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    26 Para un an?lisis de las relaciones entre el "realismo maravilloso," el ideologema del sincretismo latinoamericano y la realidad extraliteraria, v?ase Irlemar Chi

    ampi, O realismo maravilhoso (Sao Paolo, 1980).

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    Article Contentsp. [446]p. 447p. 448p. 449p. 450p. 451p. 452p. 453p. 454p. 455p. 456p. 457p. 458

    Issue Table of ContentsRevista Canadiense de Estudios Hispnicos, Vol. 12, No. 3 (Primavera 1988) pp. 369-542Front MatterGrisel y Mirabella de Juan de Flores: rebelda y violencia como sntomas de crisis [pp. 369-382]"Algebra y fuego" in the Fiction of Borges [pp. 383-395]Myth, Tragedy and the Scapegoat Ritual in Crnica de una muerte anunciada [pp. 397-413]Metaficcin en Don Juan y Fragmentos de apocalipsis de Gonzalo Torrente Ballester [pp. 415-428]Style and Pathos in the Spanish Epic Planctus: an Aesthetic Critique of Roncesvalles [pp. 429-445]NOTASLa focalizacin como espejo de contradicciones en El reino de este mundo [pp. 446-458]Some Examples of the Topos of the World Upside-Down in Modern Hispanic Literature and Art [pp. 459-472]Las lecturas dinmicas poticas de Juan Ferrat [pp. 473-478]Universales dinmicos de la narracin literaria [pp. 479-489]

    RESEASReview: untitled [pp. 490-493]Review: untitled [pp. 494-497]Review: untitled [pp. 497-498]Review: untitled [pp. 498-503]Review: untitled [pp. 503-505]Review: untitled [pp. 505-507]Review: untitled [pp. 507-513]Review: untitled [pp. 513-514]Review: untitled [pp. 514-516]Review: untitled [pp. 516-519]Review: untitled [pp. 519-520]Review: untitled [pp. 520-524]

    RESEAS BREVESReview: untitled [pp. 525-525]Review: untitled [pp. 526-526]Review: untitled [pp. 526-527]Review: untitled [pp. 527-527]Review: untitled [pp. 527-528]Review: untitled [pp. 528-529]Review: untitled [pp. 529-530]Review: untitled [pp. 530-530]Review: untitled [pp. 531-531]Review: untitled [pp. 531-532]

    LIBROS RECIBIDOS [pp. 533-542]Back Matter