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H ace sólo unos días que la Fiscalía de Viena emitió una orden inter- nacional de búsqueda y captura contra Goisargi Estíbaliz Carranza Zabala (nacida en Guadalajara), de 32 años, en el distrito del Eixample, en Barcelona. Su madre, Ángela Zabala, y su padre, Armando Carranza, escritor y psicólogo de ori- gen mexicano, especializado en asun- tos paranormales, ni siquiera se atre- vían a abrir la puerta. Todo comenzó un lunes en las obras de los dueños de la peluquería vienesa Eymen, pues realizaban en el sótano de su negocio un espacio subterráneo compartido con la heladería de Estíba- liz. El barbero turko Köksal entiende ahora por qué Estíbaliz se puso tan nerviosa al ver trabajando en el sóta- no a los albañiles; pues a lo largo del lunes “la Heladera Descuartizadora” o “la Baronesa de Hielo” , como la ha bau- tizado la prensa austriaca sensaciona- lista, bajó varias veces para vigilar qué hacían los trabajadores. El misterio se resolvió a las ocho de la noche, porque los albañiles hallaron primero unos arcones fri- goríficos y varias cubetas de helado llenas de hormigón, en las que había incrustado lo que parecían pedazos de un cadáver descuartizado. Luego dieron con una bolsa de plástico ne- gra, que se atrevieron a abrir a pesar del hedor que desprendía. En ella encontraron una cabeza hu- mana en avanzado estado de descom- posición y con el agujero de una bala en la cabeza. “Enseguida llamamos a la policía” , relató el peluquero Köksal, quien aún no ha salido de su asom- bro. Por su parte, Estíbaliz ya vaciaba sus cuentas y compraba un boleto de avión a Barcelona, donde nunca lle- gó, pues había emprendido rumbo a Italia. Corto fue su periplo en tierras italianas, porque tres días después fue detenida en la estación de trenes de la ciudad de Udine (en el norte de Italia, muy cerca de la frontera austriaca). Cuando los agentes le pusieron las esposas, Estíbaliz Carranza se desmo- ronó y lo confesó todo. Dio las identi- dades de los descuartizados: primero asesinó y descuartizó a su exmarido, un alemán llamado Holger, quien ayu- dó a Estíbaliz a poner la heladería. Su cadáver fue despedazado hasta tal punto que a la policía le costó averi- guar hasta su sexo. Un conocido, amparado en el ano- nimato, contó que el alemán había invertido 10 mil euros en el negocio: “después de divorciarse, le pidió que le devolviera el dinero” . Cuando el ex- marido se esfumó, Estíbaliz le contó que el alemán había tomado los 10 mil euros y se fue de viaje a la India para unirse al Hare Krishna. El segundo cadáver, según la confe- sión de Estíbaliz Carranza y las prue- bas de ADN, pertenece a Manfred Hinterberger, de 48 años, austriaco residente en Maissau y representante de máquinas industriales. La familia de Manfred alertó de su desaparición desde noviembre. Las alarmas salta- ron cuando no llamó por el cumplea- ños de su madre, algo que no había sucedido nunca. Los familiares, según han contado, sospecharon enseguida de Estíbaliz. “Estaba completamente enamorado y le prestó 100 mil euros para la hela- dería” , contó un pariente. Como el ale- mán, Manfred había puesto su cuenta corriente a su disposición. Y como hi- ciera cuando el exmarido desapareció, D ESCUARTIZADORA LA HELADERA Estíbaliz gimoteó ante los allegados del asesinado y lo situó en un destino exótico. “¿Por qué, por qué? No entiendo por qué se ha ido a Tailandia” , repetía entre sollo- zos. El mismo discurso que dio cuando la policía la interrogó sobre Manfred. Esti, como le decían de cariño, también reveló a los agentes que le ajustaron las esposas que estaba embarazada de dos meses, de un ciudadano austriaco llama- do Roland. El pasado 21 de noviembre en Viena la mexicana Estíbaliz Carranza fue conde- nada a cadena perpetua por el asesinato de su exmarido en 2008 y de un novio en 2010. En sus palabras finales antes de que el jurado se retirase a deliberar, Carranza aseguró entre sollozos que lamentaba ha- ber matado a sus víctimas. Estíbaliz Carranza Zabala DISEÑO Escondió los restos de sus victimas descuartizadas en los botes de helado

La Heladera Descuartizadora

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Page 1: La Heladera Descuartizadora

Hace sólo unos días que la Fiscalía de Viena emitió una orden inter-nacional de búsqueda y captura contra Goisargi

Estíbaliz Carranza Zabala (nacida en Guadalajara), de 32 años, en el distrito del Eixample, en Barcelona. Su madre, Ángela Zabala, y su padre, Armando Carranza, escritor y psicólogo de ori-gen mexicano, especializado en asun-tos paranormales, ni siquiera se atre-vían a abrir la puerta.

Todo comenzó un lunes en las obras de los dueños de la peluquería vienesa Eymen, pues realizaban en el sótano de su negocio un espacio subterráneo compartido con la heladería de Estíba-liz. El barbero turko Köksal entiende ahora por qué Estíbaliz se puso tan nerviosa al ver trabajando en el sóta-no a los albañiles; pues a lo largo del lunes “la Heladera Descuartizadora” o “la Baronesa de Hielo”, como la ha bau-tizado la prensa austriaca sensaciona-lista, bajó varias veces para vigilar qué hacían los trabajadores.

El misterio se resolvió a las ocho de la noche, porque los albañiles hallaron primero unos arcones fri-

goríficos y varias cubetas de helado llenas de hormigón, en las que había incrustado lo que parecían pedazos de un cadáver descuartizado. Luego dieron con una bolsa de plástico ne-gra, que se atrevieron a abrir a pesar del hedor que desprendía.

En ella encontraron una cabeza hu-mana en avanzado estado de descom-posición y con el agujero de una bala en la cabeza. “Enseguida llamamos a la policía”, relató el peluquero Köksal, quien aún no ha salido de su asom-bro. Por su parte, Estíbaliz ya vaciaba sus cuentas y compraba un boleto de avión a Barcelona, donde nunca lle-gó, pues había emprendido rumbo a Italia. Corto fue su periplo en tierras italianas, porque tres días después fue detenida en la estación de trenes de la ciudad de Udine (en el norte de Italia, muy cerca de la frontera austriaca).

Cuando los agentes le pusieron las esposas, Estíbaliz Carranza se desmo-ronó y lo confesó todo. Dio las identi-dades de los descuartizados: primero asesinó y descuartizó a su exmarido, un alemán llamado Holger, quien ayu-dó a Estíbaliz a poner la heladería. Su cadáver fue despedazado hasta tal

punto que a la policía le costó averi-guar hasta su sexo.

Un conocido, amparado en el ano-nimato, contó que el alemán había invertido 10 mil euros en el negocio: “después de divorciarse, le pidió que le devolviera el dinero”. Cuando el ex-marido se esfumó, Estíbaliz le contó que el alemán había tomado los 10 mil euros y se fue de viaje a la India para unirse al Hare Krishna.

El segundo cadáver, según la confe-sión de Estíbaliz Carranza y las prue-bas de ADN, pertenece a Manfred Hinterberger, de 48 años, austriaco residente en Maissau y representante de máquinas industriales. La familia de Manfred alertó de su desaparición desde noviembre. Las alarmas salta-ron cuando no llamó por el cumplea-ños de su madre, algo que no había sucedido nunca.

Los familiares, según han contado, sospecharon enseguida de Estíbaliz. “Estaba completamente enamorado y le prestó 100 mil euros para la hela-dería”, contó un pariente. Como el ale-mán, Manfred había puesto su cuenta corriente a su disposición. Y como hi-ciera cuando el exmarido desapareció,

DESCUARTIZADORALA HELADERA

Estíbaliz gimoteó ante los allegados del asesinado y lo situó en un destino exótico. “¿Por qué, por qué? No entiendo por qué se ha ido a Tailandia”, repetía entre sollo-zos. El mismo discurso que dio cuando la policía la interrogó sobre Manfred.

Esti, como le decían de cariño, también reveló a los agentes que le ajustaron las esposas que estaba embarazada de dos meses, de un ciudadano austriaco llama-do Roland.

El pasado 21 de noviembre en Viena la mexicana Estíbaliz Carranza fue conde-nada a cadena perpetua por el asesinato de su exmarido en 2008 y de un novio en 2010. En sus palabras finales antes de que el jurado se retirase a deliberar, Carranza aseguró entre sollozos que lamentaba ha-ber matado a sus víctimas.

Estíbaliz Carranza Zabala

DISEÑO

Escondió los restos de sus victimas descuartizadas en los botes de helado