La Historiografía de la Marina Española

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    INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

    III JORNADAS DE HISTORIOGRAFA NAVAL

    LA HISTORIOGRAFA

    DE LA

    MARINA ESPAOLA

    CICLO DE CONFERENCIAS OCTUBRE 2008

    CUADERNOS MONOGRFICOS DEL INSTITUTODE HISTORIA Y CULTURA NAVAL, N. 56

    MADRID, 2008

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    INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA NAVAL

    III JORNADAS

    DE

    HISTORIOGRAFA NAVAL

    LA HISTORIOGRAFA

    DE LAMARINA ESPAOLA

    CICLO DE CONFERENCIAS OCTUBRE, 2008

    CUADERNOS MONOGRFICOS DEL INSTITUTODE HISTORIA Y CULTURA NAVAL, N. 56

    MADRID, 2008

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    Cubierta: Sala del Patronato del Museo Naval.Fotografa de Juan Antonio Clemente Izquierdo.

    Instituto de Historia y Cultura Naval, 2008Impreso en Espaa - Printed in SpainDepsito Legal M. 16.854-1983ISSN: 0212-467-XNIPO: 076-08-034-3

    Impreso en: Industrias Grficas Caro S.L.Gamonal, 2 - 28031 Madrid

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    La moderna historiografa cuenta con los mecanismos necesarios parainsuflar nuevos aires a viejos conceptos metodolgicos, poniendo en juego

    una serie de valores que la agilizan y adaptan a las nuevas corrientes de la

    investigacin histrica.

    La Marina espaola mantuvo siempre una preocupacin constreida al

    mayor y mejor conocimiento de sus hechos. De aqu la importancia de los

    trabajos de aquellos admirables recopiladores que se llamaron Vargas Ponce,

    Sanz de Barutell, Fernndez de Navarrete y Fernndez Duro, cuyas coleccio-

    nes mantienen viva la atencin no slo de los eruditos, sino tambin de todos

    aquellos que se interesan por el desarrollo de la institucin.

    El Instituto de Historia y Cultura Naval pretende realizar a travs de

    este ciclo de conferencias, una revisin serena, objetiva y actual de las pro-

    puestas historiogrficas de la Marina, en todo tiempo y lugar, con sus luces

    y sombras. Para ello ha contado con este ilustre plantel de especialistas,

    cuyas ponencias sin duda contribuirn a resaltar las peculiaridades de esta

    disciplina tan sugestiva como sugerente.

    Jos Mara MADUEO GALNCapitn de navo director interino delInstituto de Historia y Cultura Naval

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    INTERVIENEN EN ESTAS JORNADAS

    Jaime Alvar Ezquerra nacido en Granada, es en la actualidad catedrtico de Historia

    Antigua en la Universidad Carlos III de Madrid y Director del Instituto de HistoriografaJulio Caro Baroja de la UCIIIM. Curs estudios en la Universidad Complutense, donde sedoctor en 1980. Ampli posteriormente su formacin en la de Colonia (curso 1980-81). Hasido profesor en la Universidad Complutense y en la de Huelva, donde obtuvo la ctedra en1996. Como profesor invitado ha estado en las Universidades de Tor Vergata (Roma), deTrento, de Besanon y Postdam, adems ha sido Visiting Scholar durante el ao acadmico1999-2000 en Cambridge. Entre sus actividades de difusin cultural destaca su direccin endos diccionarios.

    Mirella Romero Recio es Profesora Titular (interina) de Historia Antigua en la UniversidadCarlos III de Madrid. Licenciada en Geografa e Historia por la Universidad Complutense,

    donde se doctor en 1999, ha ampliado sus estudios en distintos centros de investigacinextranjeros: Universidad de Oxford y Cambridge (Reino Unido), Instituto ArcheologicoGermanico di Roma y Universidad degli Studi di Roma Tor Vergata (Italia), cole NormaleSuperieure de Pars (Francia). Ha sido miembro de varios proyectos de investigacin desde elao 1995. En la actualidad es miembro del proyecto financiado por el MEC n. HUM2005-07357-C03-01, titulado La construccin de la Antigedad: editores, eruditos, idelogos einvestigadora principal del proyecto financiado por la Comunidad de Madrid y la UniversidadCarlos III que lleva por nombre Ecos de un descubrimiento: Pompeya, Herculano y Estabiade 1738 a 1900 (CCG07-UC3M/HUM-3289) desarrollado por el Grupo de investigacin dela UCIIIM Historiografa e Historia de las Religiones.

    Eduardo Aznar Vallejo es Licenciado en Geografa e Historia por la Universidad de LaLaguna y doctor en Historia por la de Sevilla. Ampli estudios como becario del gobiernofrancs en la Universidad de Pars IV (Sorbona) y en el Instituto Datini de Prato (Italia).Ha sido profesor en las universidades de Sevilla y La Laguna (donde ejerce actualmentecomo catedrtico de Historia Medieval) y en los colegios universitarios de Cdiz y LaRbida. Tambin ha impartido docencia como profesor visitante en las universidades deNiza, Pars X, Lyon II y La Rochelle. Dirige el Centro de Estudios Medievales yRenancentistas de la Universidad de La Laguna y su revista (Cuadernos del Cemyr). Esmiembro correspondiente de la Real Academia de la Historia y numerario de diversas ins-tituciones cientficas.

    Magdalena de Pazzis Pi Corrales es Profesora Titular de Historia Moderna de la Facultadde Geografa e Historia de la Universidad Complutense de Madrid. Desde 1997 a 2005Presidenta de la ONG Fundacin Mary Ward. Ayuda al Per desde 1998. Desde 1991 a 1997,vicepresidenta de dicha ONG. Miembro del Consejo de Redaccin de la Revista AIA(Archivo Iberoamericano) desde 1999. Miembro del Consejo de Redaccin de la RevistaCuadernos de Historia Moderna, (Universidad Complutense) desde 1998. Miembro delConsejo de Redaccin de la Revista Madrid, Arte, Geografa e Historia desde 1998.Comisaria de la Exposicin La Casa de Borbn: ciencia y tcnica en la Espaa ilustrada.Enero-marzo de 2006.

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    Jos Cepeda Gmez (Madrid, 1950) es Profesor Titular de Historia Moderna en laUniversidad Completense de Madrid. Su investigacin se ha centrado principalmente en lahistoria del Ejrcito y la Marina espaoles en los siglos XVIII y XIX. De entre sus publica-ciones dedicadas a este tema destacan El Ejrcito en la poltica espaola (1787-1843).

    Conspiraciones y pronunciamientos en los comienzos de la Espaa liberal (1990),El Ejrcitodestinado a Ultramar y la sublevacin de 1820 en Andaluca (1976), Don Manuel deMazarredo y Mazarredo: la sombra de Narvez (1980), El general Espartero durante ladcada ominosa y su colaboracin con la poltica represiva de Fernando VII (1981),ElConde de Aranda y las Milicias provinciales (1986),La crisis del Ejrcito Real y el nacimien-to del Ejrcito Nacional (1995), Servir al Rey y servir a la Nacin. Ilustrados, liberales y eldeber militar (1995), Anlisis comparativo de las Guerras de Independencia de EstadosUnidos y Espaa (1996).El Fuero Militar en el siglo XVIII (1996),La Marina y el equilibriode los ocanos en el siglo XVIII (2005). Es autor del captuloEl acceso de los generales alpoder poltico (1831-1840/1843), en la Historia de Espaa de R. Menndez Pidal-JoverZamora (1981). Asimismo ha colaborado en unaHistoria Universal. Siglo XVIII (1996) y enEspaa y Portugal. Siglos IX-XX. Vivencias histricas (1998). Para losDiccionarios Temticoy Biogrfico de la Enciclopedia de Historia de Espaa dirigida por Miguel Artola (1991)escribi cerca de 200 voces referidas a temas o pesonajes de la vida militar espaola. En 2006ha aparecido el volumen dedicado a la poltica y la sociedad de El Siglo de las Luces de laHistoria de Espaa de la Editorial Sntesis y escrito en colaboracin con la Dra. CapelMartnez.

    Enrique Garca Domingo (1962). Licenciado en Historia, especializado en temas de histo-ria martima. Ha publicado trabajos sobre temas tan diversos como las sociedades de salva-mento de nufragos, la construccin naval, las embarcaciones portuarias. Tambin ha trabaja-do en el diseo y organizacin de diversas exposiciones. Ha publicado diversos libros, comopor ejemploEl hombre y la mar. A travs de los tiempos (2004), Creencias del mar (2003),Espaa neutral? La marina mercante espaola y la Primera Guerra Mundial (2005), 80anys de construcci naval a Tarragona, 1918-1998. Astilleros de Tarragona S. A. (2007), etc.,y tambin artculos y comunicaciones en revistas y encuentros nacionales e internacionales.Desde finales de 2005 es el responsable del Centro de Documentacin Martima del MuseuMartim de Barcelona y tambin es doctorando de la Universidad de Barcelona.

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    SUMARIOPg.

    Apertura, por Jos Mara Madueo Galn ................................................ 9

    Historiografa sobre la Marina en la Antigedad,

    por Jaime Alvar Ezquerra y Mirella Romero Recio ............................ 13

    La guerra naval en Castilla durante la Baja Edad Media,perspectiva historiogrfica e investigadora,por Eduardo Aznar Vallejo .................................................................. 39

    La Marina de los Austria: una aproximacin historiogrfica

    e investigadora, por Magdalena de Pazzis Pi Corrales ....................... 63

    Historiografa sobre la Marina en los siglos XVIII y XIX.

    Corrientes actuales, por Jos Cepeda Gmez ..................................... 123

    Historiografa sobre la Marina en el siglo XX,por Enrique Garca Domingo .............................................................. 147

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    APERTURA

    Jos Mara MADUEO GALNCapitn de navo director interino delInstituto de Historia y Cultura Naval

    Contar lo que se sabe de la Marina en todo tiempo y lugar, en sus hom-bres y sus barcos, sus logros y sus frustraciones no es tarea fcil. Presuponetambin contar cmo se sabe y por qu se sabe, y en todo ello el papel de lahistoriografa es pieza fundamental. Los saberes acumulados, se materializan,se hacen tangibles y se proyectan en lo real, en lo esencial y significativo. La

    historiografa, a travs de las diferentes compilaciones y colecciones docu-mentales, presta pues un inestimable servicio a la Historia, en cuanto compi-la, copia, traduce y absorbe el caudal inagotable de las fuentes primarias.

    El desarrollo de la historiografa ha dependido en cierto modo del con-cepto y fluctuaciones de la historia en cada poca contemplada, pues el tra-bajo del historiador no ha podido desligarse nunca de su propia idea sobre elacontecer histrico. La recreacin del pasado desde el conocimiento delinvestigador permite enfocar el hecho desde la perspectiva que considera ms

    correcta. La historiografa, pues, ser una acumulacin de estos hechos cuan-do se sucedan en un marco de veracidad y certeza sin las intromisiones de unmaniquesmo manipulado.

    Durante las edades Antigua y Media, predomin una concepcin polticade la Historia con un sentido providencialista de relacin entre el pasado y elpresente, pero la idea de la historia objetiva comienza a extenderse en el sigloXVI con los estudios de Luis Vives, Cabrera de Crdoba y Baltasar deCspedes. Segn ellos, la Historia no debera ocuparse solo de las guerras,sino tambin de otras manifestaciones de la vida de los pueblos. Ser sinembargo en el siglo XVIII cuando se alcance un sentido integral de la Historiaal entenderla como depositaria de toda la actividad humana, teora que man-tienen Campomanes, Jovellanos, Forner y otros ilustrados. Y la historiografase enriquece con nuevos conceptos que pretenden explicar o al menos aclararlos procesos histricos. La historiografa ser entonces el desarrollo y evolu-cin de la ciencia histrica a travs del tiempo, ya que el historiador pone enjuego su inters en sucesos con determinacin de los hechos y sus conexiones.

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    Al ilustrado del siglo XVIII no le preocupa el sentido de la Historia y susfines, tan slo la valoracin del documento que maneja, pero los historiadorese investigadores del siglo XIX y XX ya se han interesado por una problem-

    tica general con explcita identificacin de sus fuentes, si bien la historiogra-fa cientfica del siglo XX es en gran parte filosfica, y se explica que as sea,por la influencia de los filsofos de la Historia, con nombres tan preclaroscomo Ortega y Gasset, Gregorio Maran o Jos Lus Abelln. La historio-grafa ensaya nuevas frmulas, bucea nuevos repertorios y se adecua a lasmodernas tcnicas de investigacin.

    La preocupacin de la Marina por conocer su historia a travs de fuen-tes originales y de primera mano, se hizo presente a comienzos del siglo XIX.La historia de la Marina, -se deca-, no puede ser escrita sino por un marino,

    y a hacer buena la propuesta se afanaba don Jos de Vargas Ponce y sus ayu-dantes don Juan Saenz Barrutell y don Martn Fernndez de Navarrete en labsqueda de manuscritos, memoriales y toda clase de fuentes testimonialesen archivos pblicos y privados para redactar la trayectoria histrica de laMarina. Desgraciadamente los malos tiempos que se sucedieron no permitie-ron dar cima a la obra, y la muerte de Vargas Ponce abri un parntesis deolvido a la empresa. Sera la inquietud del brigadier Lasso de la Vega quinmoviera otra vez las aguas de la indiferencia en una exposicin dirigida al

    ministro sobre el nmero, valor y calidad de los materiales que tiene a su dis-posicin el Gobierno para escribir la Historia de la Marina espaola y modode utilizarlos en provecho y honor de la misma. Don Jorge Lasso de la Vegatrabaj mucho y bien y hasta lleg a esbozar un ambicioso guin del proyec-to, pero la tara habra de resultar a la postre superior a sus fuerzas. Otro ilus-tre historigrafo, don Cesreo Fernndez Duro, acometi por su cuenta laempresa, manejando todo el riqusimo caudal concentrado y archivado en elDepsito Hidrogrfico, y aunque redujo el campo de accin partiendo de lafusin de las Marinas de Castilla y Aragn al lograrse la unidad de Espaa,

    logr el objetivo propuesto, dejando a las generaciones posteriores y an a lasuya propia, el legado de una obra bsica y trascendente, imprescindible einsustituible, an en la mesa del estudioso.

    En otra faceta historiogrfica, la aparicin en 1831 del DiccionarioMartimo Espaol, obra bastante completa y exacta en su primera edicin,vena a llenar un vaco en la exigua terminologa doctrinal de la Armada, yaque ofreca un amplio repertorio de voces tcnicas, martimas, astronmicas,de arquitectura naval y de usos de comercio aplicados a la navegacin.

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    Tambin otro Diccionario durante mucho tiempo indito, de Vzquez deFigueroa, vendra a completar un panorama esperanzador, porque agotada en1851 la nica edicin del primero, se llam la atencin del Gobierno sobre la

    necesidad de una pronta reimpresin, corrigindole de algunas faltas e inevi-tables omisiones y aumentndole con nuevas voces, frutos del progreso de lasciencias nuticas y, sobre todo, de la aplicacin del vapor como medio denavegacin. Tales atenciones mantenan de alguna forma el fuego vivo, laperspectiva cientfica y cultural de la Marina, en el contexto de su funcin his-trica.

    Nombres como los de Vargas Ponce, Fernndez de Navarrete, CesreoFernndez Duro, Lasso de la Vega, Javier de Salas, Miguel Lobo, Novo yColson, as como los de Saralegui, Pava Concas, Aun etc., son los firmes

    pilares en los que se asienta la historiografa naval, continuados con los con-temporneos de los siglos XX y actual. No pretendo invadir el terreno de losdestacados ponentes que van a intervenir en estas jornadas, en las que a buenseguro dejarn muy claras las credenciales de su saber. Solo he querido dejarconstancia de que la historiografa martima o naval en cualquier poca y cir-cunstancia cuenta con un notable y profundo atractivo. Y a las pruebas meremito. El ltimo libro de nuestro asesor en el Instituto de Historia y CulturaNaval, general auditor Cervera Pery, la historiografa de la guerra espaola

    en el mar en el que ha compilado y analizado ms de 130 ttulos, supone unestimable esfuerzo de seleccin, clasificacin y ajuste de textos, as comoorientaciones sobre fuentes bibliogrficas y documentales. Todo un exponen-te de que la historiografa, y vamos a entrar directamente en ella desde la pri-mera conferencia, se halla en plena vigencia y plenitud.

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    NOTA PARA NUESTROS SUSCRIPTORES

    La REVISTA DE HISTORIA NAVAL realiza peridicamente la actualizacin de lalista de suscriptores que comprende, entre otras cosas, la comprobacin y depura-

    cin de datos de nuestro archivo. Con este motivo solicitamos de la amabilidad denuestros sucriptores que nos comuniquen cualquier anomala que hayan observa-do en su recepcin, ya porque estn en cursos de larga duracin, ya porque hayancambiado de situacin o porque tengan un nuevo domicilio. Hacemos notar quecuando la direccin sea de un organismo o dependencia oficial de gran tamao,conviene precisar no slo la Subdireccin, sino la misma Seccin, piso o plantapara evitar prdidas por interpretacin errnea de su destino final.

    Por otro lado recordamos que tanto la REVISTA como los CuadernosMonogrficos del Instituto de Historia y Cultura Naval estn a la venta en el Museo

    Naval y en el Servicio de Publicaciones de la Armada, c/. Montalbn, 2.28071Madrid, al mismo precio ambas de 4,00 euros el nmero.

    La direccin postal de la REVISTA DE HISTORIA NAVAL es:

    Instituto de Historia y Cultura Naval.C/. Juan de Mena, 1, 1.28071 MadridTelfono: (91) 379 50 50. Fax: (91) 379 59 45.C/e: [email protected]

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    HISTORIOGRAFA SOBRELA MARINA EN LA ANTIGEDAD*

    Jaime ALVAR EZQUERRA yMirella ROMERO RECIO (UC3M)

    El estudio de la Marina en la Antigedad ha suscitado un gran inters alo largo de la Historia. Los periplos como guas de viaje ofrecieron buena partede la informacin que los interesados en la materia necesitaban para conocerlas rutas, los puertos, las tcnicas nuticas o las condiciones de navegabilidad

    del Mediterrneo, entre otras muchas cuestiones, en las que las interpretacio-nes derivadas del determinismo geogrfico causaron furor (1). Historiadorescomo Herdoto o Tucdides abundaron en sus obras en la importancia de laarmada en los conflictos blicos que analizaron y las consecuencias derivadasde los mismos, como el fenmeno de la democracia en Atenas. Son muchoslos autores que abordaron cuestiones relacionadas tanto con la flota de guerra,como con la flota comercial, desde Hesodo y Estrabn, hasta Plinio o FlavioJosefo. La aficin por la literatura de viajes, ya en la Antigedad, vino a subra-yar an ms el reconocimiento hacia la navegacin como medio imprescindi-

    ble para el establecimiento de las comunicaciones a larga distancia (2). Con el

    (*) Este trabajo es producto de las tareas realizadas por el Grupo de Investigacin Historiografae Historia de las Religiones de la UC3M, reconocido y financiado por la Comunidad de Madrid.Asimismo forma parte de los estudios emanados del Proyecto de Investigacin financiado por el MEC:HUM 2005/07357-C03-01.

    (1) Aunque la bibliografa es abundante, merece la pena mencionar: J.M. Andr, M.F. Baslez,Voyager dans lAntiquit, Pars, 1993; L.A. Garca Moreno, F.J. Gmez Espelosn (eds.),Relatos de via-

    jes en la literatura griega antigua, Madrid, 1996; F.J. Gmez Espelosn, El descubrimiento del mundo.Geografa y viajeros en la antigua Grecia, Madrid, 2000.

    (2) En este sentido es destacable el inters suscitado por la propiedad de los medios de navegacin

    y el comercio en la Antigedad que ha generado una bibliografa amplsima. A ttulo de ejemplo mencio-naremos nicamente un clsico, la obra de J. Roug,Recherches sur lorganisation du commerce mariti-me dans lEmpire romaine, Pars, 1966, una monografa reciente, Trade in Classical Antiquity de N.Morley (Cambridge, 2007), as como algunas publicaciones de J. Alvar: Los medios de navegacin delos colonizadores griegos,AEspA, 52, 1979, 67-86; El comercio del estao atlntico durante el perodoorientalizante,MHA, 4, 1980, 43-49; La navegacin en el desarrollo de las relaciones de dependencia,en J.L. Lpez Castro ed., Colonos y comerciantes en el Occidente mediterrneo, Universidad de Almera,Servicio de Publicaciones, 2001, 71-85; Comercio e intercambio en el contexto precolonial,I Coloquiodel CEFYP. Intercambio y comercio preclsico en el Mediterrneo, Madrid 1998, Centro de EstudiosFenicios y Pnicos, Madrid, 2000 (2001), 27-34.

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    paso de los siglos las tcnicas de navegacin mejoraron considerablemente,pero el inters por conocer las condiciones en las que se desarrollaron los via-jes martimos en la Antigedad y las servidumbres nuticas sigui suscitando

    el inters de los historiadores.Dicho inters contina hasta nuestros das gracias a la dedicacin de espe-cialistas en la materia como L. Casson, P. Pomey, P.A. Gianfrotta, L. Basch,J.S. Morrison, J.E. Coates o J. Roug, entre otros. Obviamente, uno de losaspectos que ms inters ha suscitado a lo largo del tiempo es el de las tcni-cas de construccin naval, al que se han dedicado abundantes pginas, como eltema estrella de la trirreme que ha estudiado con detenimiento Morrison,Coates y Rankov (3). Al margen de publicaciones sobre temas puntuales, en lasque intentaremos no detenernos demasiado, las cuestiones tcnicas tambin

    han sido abordadas en estudios de conjunto que tratan de mostrar la evolucinde la ingeniera nutica en la Antigedad. Un ejemplo reseable es la obra diri-gida por P. Pomey,La navigation dans lAntiquit (4), en la que especialistasde renombre, como P.A. Giafrotta, X. Nieto y A. Tchernia, abordan cuestionesde gran importancia como la construccin naval, los intercambios comerciales,los pecios, etc. Tampoco debemos olvidar La marine dans lantiquit de J.Roug (5), superada por los muchos hallazgos arqueolgicos que ha habidodesde el momento de su publicacin pero todava til, y las monografas de L.

    Casson, Ships and Seamanship in the Ancient World o The ancient mariners(6). La primera de ellas, especialmente, contina siendo imprescindible a lahora de realizar un acercamiento pormenorizado a cuestiones relacionadas conla construccin naval, las rutas, la tipologa nutica o los puertos delMediterrneo antiguo. Este tipo de estudios combinan a la perfeccin con otrosproyectos que tratan de ofrecer un repertorio iconogrfico de los barcos de laAntigedad, como la magna obra de L. Basch,Le muse imaginaire de la mari-ne Antique, precioso libro en el que se catalogan las representaciones de bar-cos aparecidas en todo tipo de soportes hasta 1987, ao de su publicacin (7).

    14

    (3) J.S. Morrison, J.E. Coates, N.E. Rankov, The Athenian trireme. The History and reconstruc-tion of an ancient Greek Warship, Cambridge, 2000, 2 ed., y tambin J.S. Morrison (con contribucionesde J.F. Coates), Greek and Roman Oared Warships, 399-30 bc., Oxford, 1996.

    (4) Aix-en-Provence, 1997.(5) Pars, 1975.(6) The ancient mariners, Princeton, 1959 (reed. 1991); Ships and Seamanship in the Ancient

    World, Princeton, 1971 (reed. 1995).(7) Atenas, 1987.

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    Los estudios sobre navegacin antigua se han centrado sobre todo en elmundo fenicio, cartagins, griego y romano, aunque ha merecido tambinespecial atencin la nutica egipcia. La tipologa de barcos tomando como

    fuente las representaciones de navos encontradas en diferentes soportes hasido uno de los temas estrella por lo que se refiere al mundo egipcio (8). Encuando al mbito fenicio y cartagins, en el ao 1998 el Museo Arqueolgicode Ibiza public el resultado de unas Jornadas tituladasRutas, navos y puer-tos fenicio-pnicos, con aportaciones que actualizan en buena medida el temaque, por supuesto, contina y continuar- siendo abordado en publicacionescomo La marineria cartaginese. Le navi, gli uomini, la navigazione de S.Medas (9) o La navegacin fenicia. Tecnologa naval y derroteros (10). Lanavegacin de griegos y romanos en la Antigedad ha sido objeto de nume-

    rosos estudios que han abordado el tema desde diferentes perspectivas: inge-niera nutica como ya hemos sealado- y portuaria, tipologa, rutas denavegacin y comerciales, derecho martimo, grupos sociales implicados enla actividad nutica, importancia de la religin en la navegacin, etc. (11). Laprofundidad con la que se han analizado algunas etapas cronolgicas y cier-tos temas nos han permitido trazar con bastante precisin la evolucin delmbito de la navegacin desde la edad del Bronce hasta el Bajo ImperioRomano.

    La dedicacin de historiadores y arquelogos al estudio de la navegacinen la Antigedad ha trado consigo tambin la celebracin de numerosos con-gresos internacionales. ElHellenic Institute for the Preservation of NauticalTradition y elInstitute of Nautical Archaeology, por ejemplo, se encargan derealizar peridicamente elInternational Symposium on Ship Construction in

    15

    (8) Por ejemplo, B. Landstrm, Ships of the Pharaohs: 4000 years of Egyptian shipbuilding,Nueva York, 1970; Ch. A. Ward, Sacred and secular. Ancient Egyptian ships and boats, Dubuque, Iowa,2000.

    (9) Sassari, 2000.(10) V. Pea, C.G. Wagner, A. Mederos (eds.), Madrid, 2004.(11) La bibliografa generada es tan abundante que slo mencionaremos algunos ttulos orienta-

    tivos: R. Laffineur, L. Basch (eds.), Thalassa: Lge prhistorique et la mer. Actes de la troisimeRencontre gene internationale de lUniversit de Lige, Aegaeum, 7, Lieja, 1991; V. Gabrielsen, Thenaval aristocracy of Hellenistic Rhodes, Aarhus, 1997; R. Garland, The Piraeus. From the Fifth to theFirst Century BC, Londres, 1987; R. Meiggs, Roman Ostia, Oxford, 1973 (2 ed.); A. Bernand,

    Alexandrie la grande, Pars, 1996 (2 ed.); M. Redd,Mare Nostrum. Les infraestructures, le dispositifet lhistoire de la marine militaire sous lempire romain, Roma, 1986; M. Romero Recio, Cultos marti-mos y religiosidad de los navegantes en el mundo griego antiguo, BAR, 897, Oxford, 2000.

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    Antiquity (Tropis) que este ao celebra ya su X edicin (12). Este tipo deencuentros actualizan las investigaciones que se estn desarrollando en dife-rentes puntos del planeta y que evolucionan con rapidez gracias al buen esta-

    do de salud de la arqueologa subacutica. Como veremos a lo largo de estaspginas, esta disciplina se ha desarrollado con tal intensidad en los ltimosaos que ha pasado a ser imprescindible para quienes se dedican al estudio dela navegacin en la Antigedad.

    Dada la amplsima produccin historiogrfica que ha generado la nuti-ca de poca antigua especialmente la relacionada con el mundo egipcio, feni-cio, cartagins, griego y romano-, quisiramos en este artculo centrar nuestraatencin en la historiografa espaola sobre la marina antigua, dejando a unlado otros estudios. La investigacin sobre historia naval en la Pennsula

    Ibrica no es demasiado dilatada. En realidad, hay inters por el tema, almenos, desde mediados del siglo XVIII, segn se desprende del importantsimoestudio que sobre el Periplo de Hann realiz el conde de Campomanes, conel que abra un inconcluso proyecto sobre la Historia de la Marina Espaola(13), asunto del que dejan ya constancia los hermanos Mohedano en 1766 allamentar que Campomanes an no ha publicado esa historia (14), que en rea-lidad jams llegara a quedar realizada. Era intencin de Campomanes que la

    16

    (12) Estn disponibles en la web las actas de los congresos I a IV: http://ina.tamu.edu/library/tropis/index.php#volumes.

    (13) As lo expresa el propio Pedro Rodrguez de Campomanes, Antigedad Martima de laRepblica de Cartago. Con el Periplo de su General Hannon, Madrid, Imprenta de Antonio Prez deSoto, 1756, pp. 5-9 (no numeradas de la edicin digitalizada en http://alfama.sim.ucm.es/dioscorides/consulta_libro.asp?ref=B18888999&idioma=0): Y como de aqu tomo principio a la Historia Nuticade Espaa, faltara en no procurar acercarla al Solio, para que con el patrocinio de V.Mag. pueda con-tinuarse una obra cuyo progreso ha de referir el continuado esfuerzo, y pericia de mar de la NacinEspaola sus famosos Almirantes, y Caudillos, y la felicidad de sus Pilotos, y Conquistadores en memo-rables Empresas, y lejanos descubrimientos con aumento del nombre Cristiano, ensalzamiento de la

    Nacin Espaola, e inmortal gloria de sus Augustos Monarcas: de que es un preludio el Tratado que

    tengo la fortuna de poner a los Pies de V.Mag.. Cf. M. Romero Recio, Contactos entre pnicos yromanos segn la obra de un poltico ilustrado. LaAntigedad martima de la Repblica de Cartago deD. Pedro Rodrguez, Conde de Campomanes, XV Convengo Internazionale di Studi su LAfrica

    Romana: Ai confini dellimpero: contatti, scambi, conflitti, Tozeur (Tnez), Diciembre 2002, III,Roma, 2004, 1987.

    (14) P. y R. Rodrguez Mohedano,Historia literaria de Espaa desde su primera poblacin hastanuestros das, Madrid, Antonio Prez de Soto, 1766, I, p. 391. Como veremos a lo largo de estas pgi-nas, el trabajo de Campomanes aparece mencionado en numerosas publicaciones desde que fue publica-do. Por ejemplo, es citado y calificado como excelente en J. Apraiz,Apuntes para una historia de losestudios helnicos en Espaa, Madrid, Imprenta de J. Noguera a cargo de M. Martnez, 1874, 126.

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    introduccin de su Historia Nutica estuviera compuesta por la edicin, tra-duccin y estudio de ese documento extraordinario que conocemos comoPeriplo de Hann y que se conserva en la Biblioteca del Vaticano en el cdice

    de Heidelberg en una sola copia manuscrita del siglo IX (15).El trabajo de Campomanes es mucho ms que una presentacin delfamoso texto griego de la supuesta traduccin de un epgrafe cartagins en elque se relatara la expedicin del almirante pnico por la costa atlntica afri-cana con el objetivo de explorar sus recursos y fundar colonias con los abun-dantes recursos humanos que haba embarcado. No es nuestro propsito aquentrar en el debate de los contenidos del Periplo, sino llamar la atencin sobreel hecho de que un joven licenciado en derecho se interesara por un texto deesta naturaleza.

    Son abundantes los trabajos concernientes a la obra de Campomanes,pues ha sido objeto de distintas aproximaciones historiogrficas en los lti-mos aos. Especial atencin merece el estudio que le ha dedicado L. Gil,desde la perspectiva de la transmisin del conocimiento de los estudios hel-nicos en Espaa (16). Sin embargo, hasta el momento presente, no se haintentado establecer qu motivo podra haber tenido Campomanes para editarste en lugar de cualquier otro texto griego, al margen de su propia rareza. Escierto que, como helenista incipiente, las alternativas para manifestar sus

    capacidades podran haber sido casi infinitas, dado el estado de los estudioshelenistas en la Espaa del momento (17). Tambin es cierto que presumir uninters de Campomanes por establecer los fundamentos de un Estado moder-no en Espaa es anticipar excesivamente la conformacin de su propia ideadel Estado, que ser producto de su propia experiencia poltica cuando se pro-

    17

    (15) Sobre el Periplo de Hann hay una abundante literatura que no ha servido para zanjar laspolmicas, aunque ha permitido ahondar en el conocimiento de la navegacin, de las condiciones de laexpedicin y de la transmisin de los textos. Un interesante estado de la cuestin hasta 1978 en J.Desanges,Recherches sur lactivit des Mditerrenens aux confins de lAfrique, Collection de lcole

    Franaise de Rome 38, Roma, 1978; Vase una puesta al da en F. J. Gmez Espelosn, El descubrimien-to del mundo. Geografa y viajeros en la antigua Grecia, Madrid, 2000, 145-155, que mantiene un puntode vista crtico sobre la historicidad estricta del periplo y sugiere que podra ser producto literario de laBiblioteca de Alejandra. Recientemente se ha postulado la identificacin arqueolgica de Kerne, en uninteresante artculo de un capitn de navo, de dudosa factura acadmica y de contenido difcilmente con-trastable: J. Daz del Ro, El periplo de Hannn, enLa navegacin fenicia. Tecnologa naval y derro-teros, Madrid, 2004, 155-178.

    (16) L. Gil, Campomanes, un helenista en el poder, Madrid 1976.(17) Vase, de modo general, C. Hernando,Helenismo e Ilustracin (El griego en el siglo XVIII

    espaol), Madrid, 1975.

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    duzca el salto desde sus posiciones estrictamente intelectuales, es decir, de unabogado de provincias con nfulas de intelectual moderno. No, an con pocoms de 30 aos, Campomanes no era el poltico reformador que llegara a ser

    en su plena madurez (18). De manera que la publicacin de ese primer volu-men de la Historia Nutica de Espaa no poda corresponder a un deseo deconocimiento y difusin de uno de los fundamentos esenciales del Estadomoderno, para emular la esencia de las talasocracias de la Antigedad.

    No hay en el prlogo de la obra prcticamente indicios de intencionali-dad ajena a la propia construccin de esa obra monumental sobre la MarinaEspaola que concibi en 1752, momento a partir del cual se aplica a su pro-psito. Se puede aventurar, no obstante, que ya en aquel joven estaban pre-sentes las preocupaciones del hombre maduro y que su deseo de componer

    una Historia Nutica de Espaa no poda ser producto fortuito. Sin duda, esahistoria tena un objetivo aleccionador en el propsito de Campomanes, aun-que no est abiertamente declarado, pero no sera de extraar que estuvieratras la actuacin de Carlos III para la recuperacin de la gloria martima deEspaa mediante la recreacin del puerto de Cartagena.

    Cita Campomanes como antecesores en su tarea a Florin de Ocampo yal Padre Mariana, como referentes especficos en lo concerniente a laAntigedad, pero no merece la pena detenerse ms en esos autores que ni

    siquiera son preludio de los asuntos que aqu nos preocupan. Como ya anti-cipamos, la obra de Campomanes se publica ms de un ao despus de queestuviera concluida pues al parecer no encuentra ni el tiempo necesario paradedicarse a la edicin, ni el mecenazgo requerido para satisfacer los costos.En 1755 haba sido designado asesor del Juzgado de la Renta, primer cargooficial en la carrera de la Administracin Pblica desempeado por quienhabra de llegar a los puestos ms altos del Estado. A partir de entonces hubode restringir los tiempos dedicados a la investigacin, lo que tuvo como con-secuencia el abandono del proyecto de la Historia de la Marina Espaola.

    El asunto qued olvidado en la investigacin nacional que no volver apreocuparse demasiado por la historia nutica de la Antigedad hasta el sigloXX. En realidad, como ya adelantamos, la Historia General de Espaa delPadre Mariana no dedicaba atencin especfica a la navegacin antigua, nitampoco lo harn las historias ms extensas de la segunda mitad del siglo XVIII

    18

    (18) F. lvarez Requejo, El conde de Campomanes. Su obra histrica, Oviedo, 1954.

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    o del XIX (19), como la de Masdeu (20) o la monumental de Modesto Lafuente(21). Sin embargo, existen algunas excepciones que debemos tener en cuenta.La conocida obra de los Mohedano inclua una Disertacin sobre las flotas del

    rey Salomn, y otra Sobre el Comercio, Navegaciones y Marina de los anti-guos Espaoles que trataba de ofrecer una panormica de la situacin desdelas primeras navegaciones a las que se hace referencia en los textos bblicoshasta poca romana (22). Tanto en esta obra como en la de Campomanes seutiliz como referente ineludible el libro del Obispo Pierre Daniel Huet,

    Histoire du commerce et de la navigation des anciens (23), que debieronmanejar en francs, pues no fue traducido al espaol hasta 1793 (24). El temadeba de resultar bastante atractivo pues las revistas espaolas que reseabanlibros recin publicados tambin se hicieron eco de la aparicin de esta mono-

    grafa que abordaba la historia del comercio y la navegacin desde antes delDiluvio hasta poca romana. Dos publicaciones peridicas bien conocidascomo son el Memorial Literario (25) y la Gaceta de Madrid (26) muestra

    19

    (19) Puede consultarse al respecto: M. Fernndez de Navarrete,Biblioteca Maritima Espaola,Madrid, 1841. Hay ed. de 1995 en Barcelona : Palau & Dulcet.

    (20) J. F. de Masdeu,Historia crtica de Espaa y de la cultura espaola, 20 vols., Madrid, 1783-1905.

    (21) Historia General de Espaa desde los tiempos ms remotos hasta nuestros das, 29 vols.,

    Madrid, 18501867. Fue su continuador, pues la obra qued inconclusa, Juan Valera. Gozamos ahora dela reedicin del discurso preliminar con un introduccin importante de Juan-Sisinio Prez Garzn: M.Lafuente,Historia general de Espaa desde los tiempos ms remotos hasta nuestros das: discurso pre-liminar, Pamplona, 2002.

    (22) Historia literaria de Espaa desde su primera poblacin hasta nuestros das, I, 314-401; II,Parte II, Madrid, Imprenta de Francisco Xavier Garca, 1768, pp. 231-290.

    (23) Pars, Franois Fournier, 1716.(24) Historia del comercio y de la navegacin de los antiguos [trad. Fray Plcido Regidor] Madrid,

    Imprenta de Ramn Ruiz. Cf. Romero Recio, Contactos entre pnicos y romanos, 1987-1994;eadem, Historias antiguas. Libros sobre la Antigedad en la Espaa del siglo XVIII, Madrid, 2005, 62.

    (25) Los que han tratado hasta aqu del comercio, ms han procurado ensear el arte y lasreglas con que se practica en el da, que escribir su historia, y an los Autores que han escrito muy por

    encima sobre esta materia, no han salido de la esfera del siglo pasado y del presente; pero esta obra notiene relacin alguna con nuestros tiempos, pues su Autor se ha ceido a los lmites de la antigedad,escogiendo una parte de la historia tan nueva como poco trillada. Continuacin del Memorial

    Literario, febrero 1794, n III, p. 211.(26) Slo un sabio de primer orden como el autor, dedicado desde su juventud al estudio de la anti-

    gedad, instruido en las lenguas muertas y vivas, y en comunicacin con los sabios de su tiempo, pudierahaber allanado un asunto tan escabroso; recogi y present con orden y claridad en corto volumen cuan-to se halla esparcido sobre esta materia en los autores Griegos y Latinos. Sale para utilidad pblica estaapreciable obra traducida, aadida con notas, y un ndice geogrfico para inteligencia de los pueblos,

    puertos, mares islas de que se hace mencin en ella. Gaceta de Madrid, 8 noviembre 1793, p. 1188.

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    admiracin en sus comentarios sobre laHistoria del comercio y de la navega-cin de los antiguos. Algunos aos ms tarde, en 1807, el famoso historiador,economista y poltico cataln, Antonio de Capmany dedicara un captulo a las

    naves de la Antigedad en su obra Cuestiones crticas sobre varios puntos dehistoria econmica, poltica y militar (27). Sus preocupaciones, sin embargo,giran en torno a la ingeniera nutica dejando de lado cualquier tipo de cues-tin relacionada con la navegacin antigua en la pennsula Ibrica.

    En 1800 Martn Fernndez de Navarrete marino e historiador- eligecomo tema de su discurso de ingreso en la Real Academia de la Historia, losprogresos del arte de navegar en Espaa (28). Poco dice sobre la navegacinen la Antigedad en apenas 5 pginas de las 61 que ocupa su discurso. Suscomentarios se centran en sealar las dificultades nuticas de los pueblos

    antiguos que surcaron el Mediterrneo debido a los escasos progresos tcni-cos y al limitado avance de las matemticas y la astronoma. Ahora bien,admira la valenta y la osada de estos audaces navegantes que fueron capa-ces de alcanzar puntos muy alejados con unos medios que considera preca-rios. Son de destacar las citas de los autores clsicos que incluye as como delPeriplo de Hann del conde de Campomanes. Ampla algo el desarrollo deesta etapa de la historia de la marina espaola en su obra pstuma:

    Disertacin sobre la Historia de la Nutica, y de las ciencias matemticas

    que han contribuido a sus progresos entre los espaoles (29). Destacando latarea de los navegantes fenicios, alude a las travesas de griegos, cartaginesesy romanos, detenindose algo ms en los periplos de Hann e Himilcn y,sobre todo, en cuestiones tcnicas de navegabilidad. Otra obra del autor quees necesario destacar, aunque apenas afecta al tema que nos ocupa, es su

    Biblioteca Maritima Espaola citada ms arriba- publicada en 1841.La excepcin ms relevante es el proyecto llevado a cabo por el Intendente

    de Marina y Secretario del Consejo del Rey, don Juan Antonio Enrquez

    20

    (27) Madrid, Imprenta Real, 1807: Cuestin V: De los bastimentos de remos, o galeras de losantiguos, con el nombre de birremes, trirremes, & c., pp. 261-286. El autor ya haba publicado susfamosas Memorias histricas sobre la marina comercio y artes de la antigua ciudad de Barcelona, 4vols. Madrid, Imprenta de D. Antonio de Sancha, 1779-1792 (hay ed. facsmil en Barcelona, 2001 y eninternet en cervantes virtual).

    (28) Discurso histrico sobre los progresos que ha tenido en Espaa el arte de navegar. Ledo enla Real Academia de la Historia en 10 de octubre de 1800, Madrid, Imprenta Real, 1802.

    (29) Publicada por la Real Academia de la Historia, Madrid, Imprenta de la Viuda de Calero,1846, pp. 15-30. Hay edicin facsmil en Valladolid, Maxtor, 2003.

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    Lozano (1733-1809) que public en 1803 la obra Glorias Martimas deEspaa. Su proyecto consista en una recopilacin de los sucesos martimos dela Historia de Espaa organizado en cuatro tomos de los que slo se public el

    primero. Nicols Mara de Cambiaso dice en su obraMemorias para la biogra-fa y para la bibliografa de la isla de Cdiz que el hermano de Juan AntonioEnrquez, Francisco, le haba asegurado que la obra estaba concluida pero queno haba podido publicarse porque el manuscrito se haba perdido durante lostrastornos del ao 1808 (30). Enrquez se sirvi de los manuscritos deCampomanes pues los obtuvo por mediacin de Pedro Cevallos (31), aunqueno lo cita. A pesar de la prometedora presentacin, el libro no alcanza suscitarel inters que podra haber logrado, pues se pierde en banalidades eruditas y rei-teracin de asuntos consabidos en las 48 pginas que dedica a la navegacin

    antigua. En el Discurso preliminar sobre el origen y progresos de la Marina yNavegacin desde los tiempos antiguos no hace ms que sealar los desplaza-mientos mticos, desde Heracles en adelante, y mencionar la llegada de feni-cios, griegos y pnicos, poniendo un gran nfasis como exigan las circunstan-cias polticas - en sealar la presencia de soldados espaoles en el ejrcito conel que Csar conquist Gran Bretaa (32). En ningn momento se atisba unaprofundidad y un conocimiento histrico parangonable a los de Campomanes.Ahora bien, en esta obra podemos destacar una primera alusin a la arqueolo-

    ga subacutica, pues se menciona el hallazgo de un barco antiguo en el puertode Cartagena en el ao 1716: Por este tiempo una de las naves espaolas sefue a pique en el puerto de Cartagena, y se conserv en su fondo al pie de 1500aos hasta el de 1716, que al limpiar dicho puerto se hall la principal partede ella con la quilla, aflasto y acrostolio o popa y proa, y clavos de cobre (comolo eran todos en la antigedad), todo bien conservado, as por no haber bromaen aquel fondo, como por la buena calidad de las maderas y ligazones; y elclebre Den de Alicante D. Manuel Mart hizo sacar un dibujo de ella, queremiti al famoso Anticuario Montfaucon, segn sus cartas 3, 5, 9 y 10 del l. 8,

    habindose comprobado su antigedad por una medalla del emperadorAlejandro Severo que se encontr fijada en dicha nave: que de tanta antige-dad no puede gloriarse otra alguna nacin martima sino la espaola (33).

    21

    (30) Madrid, Imprenta de Len Amarita, 1829, II, p. 27.(31) lvarez Requejo, El Conde de Campomanes, p. 145, nota 175 y pp. 177-180.(32) Pp. 9 y 35.(33) Glorias martimas de Espaa, Madrid, Imprenta Real, 1803, p. 62.

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    La noticia pone de manifiesto el inters, ya a comienzos del XVIII, por abordarel estudio de un hallazgo arqueolgico submarino igual que se hara con unoterrestre, aunque, eso s, por parte de un conocido erudito y helenista como es

    el den Manuel Mart cuya obra tuvo, hay que decirlo, una escasa repercusinen Espaa frente al gran prestigio de que goz en el extranjero (34). De hecho,los hallazgos de Cartagena a los que alude Enrquez fueron destruidos, comohace constar el propio den Mart en una de sus cartas: Te envo unos fragmen-tos arrancados de lo que queda sobreviviente de la vieja nave hallada el ao

    pasado () el afn tan fuerte que los nuestros tienen por deshacer los antiguosmonumentos hizo que, mediante un fuerte golpe, se rompiera totalmente aque-lla trabazn () con la intencin de mandar al Rey Felipe V los clavos de bron-ce () tirando todo lo dems (35).

    En 1863 Jos Oliver y Hurtado, obispo de Pamplona, dedicar su discur-so de ingreso en la Real Academia de la Historia a la navegacin. Diversos

    periplos ibricos que ofrecen las obras de la antigedad ser el tema del dis-curso realizado por el ganador junto con su hermano Manuel- del premio dela Academia en el ao 1860 (36). Comienza su andadura sobre la navegacinantigua en la Pennsula desterrando antiguos mitos sobre remotas expedicio-nes de personajes bblicos como Tbal hijo de Jafet y nieto de No-, Tarsishijo de Javam, nieto de Jafet y bisnieto de No-, Nabucodonosor y las flotas

    del rey Salomn. La comunicacin directa entre los dos extremos delMediterrneo tendra lugar, segn dice textualmente Oliver y Hurtado, en lostiempos a que se remontan las antiguas tradiciones sobre la venida de

    Hrcules, dios protector de la metrpoli y de sus colonias, y smbolo por con-secuencia de la raza fenicia; y la historia de las expediciones de aquel hroe

    por las costas de nuestro mar no es otra cosa que una narracin pica y ale-grica de la propagacin del pueblo fenicio por medio del comercio y la nave-gacin, y con la civilizacin que les era consiguiente (37). Despus de unrepaso a las fuentes griegas, que conoce muy bien, concluye que los cronistas

    de los siglos XV y XVI fantasearon acerca de la llegada de distintos personajesa nuestras costas tomando como histricos los mitos griegos que haban sido

    22

    (34) Hernando,Helenismo e Ilustracin, 164 ss.; A. Mestre,Manuel Mart, el den de Alicante,Alicante 2003.

    (35) Ecclesiae Alonensis Decani, Epistolarum libri duodecim, Madrid, 1735.(36) Munda pompeiana, Madrid, Manuel Galiano, 1861.(37) Pp. 7-8.

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    transmitidos por los poetas. El autor repasa las navegaciones fenicias a las quealuden Herdoto y otros autores, resaltando sus cualidades nuticas y sus via-jes por todo el Mediterrneo gracias a los progresos que llevaron a cabo en el

    mbito de la navegacin. Como no poda ser de otro modo, se detiene amplia-mente en el relato de los periplos de Hann citando sin demasiado entusias-mo a Campomanes y con mayor admiracin a Heeren o Movers- e Himilcn,as como Esclax, Piteas o el viaje de Artemidoro a la Pennsula recogido enEstrabn-. La conclusin de Oliver y Hurtado es que se han de tener en consi-deracin las navegaciones de fenicios, cartagineses y griegos hasta laPennsula Ibrica en la Antigedad porque no hay ningn otro estado moder-no que pueda rivalizar con Espaa en este mbito, porque es necesario valoraradecuadamente el riesgo que afrontaron los navegantes de la antigedad y,

    sobre todo, porque supone el punto de partida de nuestra historia patria (38).En las 55 pginas que ocupa el discurso de Oliver y Hurtado se pone demanifiesto un excepcional conocimiento de las fuentes que afectan al mbitode la navegacin en la Pennsula durante la Antigedad. Es posible que el autorhubiese pensado realizar un libro sobre la materia porque en la contestacinque a su discurso da el acadmico Carlos Ramn Fort, seala: ha trazado unexcelente programa; pero en su mente queda un libro: que a esto equivale con-cebir el plan, coordinar los materiales, elegir escritores y textos, calificar los

    aciertos y errores que ofrecen, mediante una crtica sagaz, a cuyo favor nues-tro docto compaero marcha con paso firme por el peligroso campo en queparten lmites la Historia y la fbula (39). Tal vez Fort nicamente le estanimando a realizarlo y sin duda es una pena que no consiguiera convencerlepues habra supuesto un paso importante en la historia nutica de nuestro pas.

    D. Antonio Blzquez y Delgado-Aguilera retomar los estudios sobrenavegacin y comercio en la antigedad peninsular partiendo tambin delanlisis de las fuentes clsicas. Nacido en 1859, se mostr pronto como unestudioso infatigable y un erudito de hondo cuo al que preocup intensa-

    mente la Geografa, disciplina que imparti en la Escuela Superior de Guerra.Motivado por esas inclinaciones dedic numerosos estudios a la geografaantigua y medieval. Indag sobre vas romanas, pero para nuestro actual inte-rs, destac por sus estudios acerca de Estrabn (40) y Avieno. En relacin

    23

    (38) Pp. 40-41.(39) P. 71.(40) A. Blzquez,Descripcin de Iberia de Estrabn, Madrid, 1900.

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    con ambos autores public un trabajo sobre el comercio del estao (41). Elabundamiento en el poema de Avieno le permiti redactar un estudio espec-fico sobre el periplo del cartagins Himilcn (42) y ello le permiti realizar

    la edicin de ese poema, Ora Maritima (43), a partir del cual escribi pgi-nas muy sensatas sobre la localizacin de Tarteso, asunto en el que fue segui-do sin el debido reconocimiento por A. Schulten (44).

    No es exagerado afirmar que la navegacin est muy presente en lasobras mencionadas de Blzquez; sin embargo, no se propone en ningn ins-tante realizar una Historia de la Navegacin Antigua, de modo que sus estu-dios hacen avanzar mucho el conocimiento, pero no de una manera sistem-tica. Ms sistemtica es la siguiente aportacin importante, llevada a cabo porCasariego (45) cuyo objetivo era reunir la documentacin disponible en los

    textos clsicos sobre rutas y viajes martimos. Autor de otras obras relaciona-das con el mar y la navegacin (46) -incluso de un poema titulado El marfabuloso de la Antigedad y el Medievo (47) - anuncia enLos grandes peri-

    plos de la Antigedad la prxima publicacin de una Historia universal delmar cuyo primer volumen estara dedicado a la Antigedad. No sabemos siesta obra lleg a publicarse, creemos que no, porque nos ha sido del todoimposible localizarla.

    En Los grandes periplos de la Antigedad Casariego analiza los peri-

    plos recogidos en las fuentes en relacin con la circunnavegacin de frica(48) -, la navegacin hacia las islas atlnticas, los viajes en busca de meta-les, las navegaciones hacia la Pennsula Ibrica y la India y los periplos lite-rarios, entre los que menciona la Ora martima de Avieno o el periplo deDioniso Perigeta. Naturalmente, Casariego hace amplio uso del estudio de

    24

    (41) A. Blzquez,Las Casitrides y el comercio del estao en la Antigedad, Madrid, Patronatode Hurfanos, 1915.

    (42) A. Blzquez, El Periplo de Himilcn, Madrid, 1909.

    (43) Avieno, Ora maritima. Edicin crtica y estudio geogrfico por A. Blzquez, Madrid, 1923.(44) J. Alvar, Adolf Schulten,Madrider Mitteilungen, en prensa.(45) J. E. Casariego,Los grandes periplos de la Antigedad. Breve historia de las navegaciones

    clsicas, Madrid, 1949 (reed. 1969).(46) Entre otras: Historia del Derecho y de las Instituciones martimas del mundo hispnico,

    Madrid 1947.(47) Mares y veleros de Espaa, Madrid, 1953, pp. 14-19.(48) Tema objeto tambin de una conferencia pronunciada en 1949:Las grandes exploraciones

    martimas del frica en la Antigedad. Conferencia pronunciada en el Instituto de Estudios Africanos el14 de diciembre de 1949, Madrid 1950.

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    Campomanes, al que discute y reconoce sus aciertos en el apartado dedica-do al Periplo de Hann (49). Ha de tenerse en cuenta que el tema ya habasido ampliamente trabajado por el autor en la edicin crtica bilinge del

    Periplo que haba publicado en 1947 (50). Aqu Casariego calificaba la tra-duccin de Campomanes de librrima pues considera que adolece de algu-nos fallos en la interpretacin filolgica, si bien puede reputarse como lamejor o una de las mejores de su tiempo (51). Incluye tambin la reconstruc-cin del puerto de Cartago de la obra de Campomanes a ttulo de curiosidad

    y recuerdo de la primera edicin espaola del periplo, subrayando su nulovalor cientfico.

    Pero merece la pena volver sobre la obra de Casariego que estbamoscomentando para destacar un captulo final dedicado a la construccin naval,

    la navegacin y la vida martima en la Antigedad donde el autor hace unabreve pero precisa panormica de estos temas (52). Casariego aprovecha losavances de la bibliografa internacional y ofrece a los lectores espaoles unbreve texto, no llega a 200 pginas, de cuidada actualidad y con un rigor quele procur un reconocido prestigio entre los especialistas forneos.

    Una somera alusin a la navegacin en la Antigedad encontramos tam-bin en la monografa escrita por el almirante Carrero Blanco titulada Espaa

    y el mar (53). La obra, publicada en 1941 y revisada ms adelante, no tena

    como objetivo realizar un recorrido histrico exhaustivo, por lo que las men-ciones a la nutica antigua tratan nicamente de mostrar la presencia de laPennsula en las rutas de los primeros navegantes hacia el OccidenteMediterrneo y, sobre todo, sealar las caractersticas tcnicas de los barcosms antiguos comenzando por los egipcios y continuando por los fenicios,griegos y romanos. Esta serie de consideraciones permitan a su autor intro-ducir al lector en una historia de la marina que centraba su inters en pocacontempornea.

    All por 1980, uno de los firmantes defendi su tesis doctoral dedicada

    al estudio de la navegacin peninsular en poca prerromana. se s podrahaber sido el captulo inicial de una Historia Nutica de la Pennsula Ibrica;

    25

    (49) Pp. 40-58.(50) El periplo de Hannon de Cartago, Madrid, 1947.(51) P. 22.(52) Pp. 140-165.(53) Espaa y el mar, I, El mar en la guerra y en la paz hasta la II Guerra Mundial, Madrid, 1941.

    (3 ed. revisada 1962), 12, 83 ss.

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    sin embargo, slo conoci una edicin facsmil del texto mecanografiado rea-lizada por el Servicio de Reprografa de la Universidad Complutense deMadrid (54). Circunstancias de distinta naturaleza impidieron una publica-

    cin ms formalizada y el propio autor reorient sus campos de inters enotras direcciones a partir de entonces, de modo que nunca dedic el tiempoque hubiera requerido la preparacin del texto para enviarlo a imprenta. Noobstante, sus aportaciones son bien conocidas y se citan con frecuencia, noslo las de publicaciones posteriores, sino tambin los contenidos de la tesisa pesar de la aparente dificultad de consulta debido a la escasa difusin de laedicin (55). Un ejemplo elocuente en tal sentido es el trabajo de M. Almagrosobre representaciones de barcos de poca prerromana, en el que discute lacronologa del por entonces famoso conjunto de embarcaciones de Laja Alta

    (Jimena de la Frontera, Cdiz) (56). Asimismo es de destacar, del propioautor, su estudio sobre navegacin atlntica en la Prehistoria, en el que se vin-culan movimientos demogrficos, testimonios arqueolgicos y referenciasliterarias con los desplazamientos por mar, aunque no hace alusin a laarqueologa subacutica (57).

    Un estudio que merece especial atencin por el inters en establecer lasconexiones necesarias entre poblamiento, movimientos demogrficos,medios de transporte y produccin cultural es el libro de Vctor Guerrero

    (58). All se establece una secuencia histrico cultural de las islas Baleares

    26

    (54) J. Alvar, La navegacin prerromana en la Pennsula Ibrica: colonizadores e indgenas,Madrid, 1981.

    (55) Deseamos citar, a modo de ejemplo sobre la produccin de Alvar sobre navegacin, lossiguientes trabajos: Aportaciones al estudio del Tarshish bblico,Rivista di Studi Fenici, 10,2, 1982,211-230; La precolonizacin y el trfico martimo fenicio por el Estrecho, Congreso Int. El Estrechode Gibraltar. Ceuta, nov. 1987. Madrid, 1988, 429-443; El trfico comercial etrusco hacia el ExtremoOccidente, Flotte e commercio greco, cartaginese ed etrusco nel mar Tirreno. Ravello, 19-25 gennaio1987, T. Hackens ed. (Pact 20), Estrasburgo-Ravello, 1988, 373-391; Avieno, los fenicios y elAtlntico,Homenaje F. Gasc. Kolaios, 4.1, Sevilla, 1995 (1997), 21-37; Avieno, los fenicios y el

    Atlntico,Homenaje F. Gasc. Kolaios, 4.1, Sevilla, 1995 (1997), 21-37; Poliorctica y guerra navalen el mundo fenicio, en Guerra y Ejrcito en el mundo fenicio-pnico. XIX Jornadas de Arqueologa

    fenicio-pnica, Eivissa 2004, Ibiza, 2005, 7-29.(56) M. Almagro-Gorbea, Representaciones de barcos en el arte rupestre de la pennsula Ibrica.

    Aportacin a la navegacin precolonial desde el Mediterrneo oriental, Congreso Int. El Estrecho deGibraltar. Ceuta, nov. 1987. Madrid, 1988, 389-398, donde se cita la mencionada tesis en la nota 10.

    (57) M. Almagro-Gorbea, La navegacin prehistrica y el mundo atlntico, en V. Alonso (ed.),Guerra, exploraciones y navegacin del mundo antiguo a la Edad Moderna, La Corua, 1995, 13-35.

    (58) V. M. Guerrero Ayuso,Navos y navegantes en las rutas de Baleares durante la Prehistoria,Palma de Mallorca, 1994.

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    hasta el final de la poca pnica que le permite, por lo particular del caso estu-diado, establecer la importancia de la nutica como elemento esencial para laarribada de gentes y para el transporte de mercancas dentro de un contexto

    general mediterrneo en la direccin que estableci Alvar. La formacinarqueolgica de Guerrero se aprecia en la inclusin de la informacin propor-cionada por los hallazgos subacuticos, especialmente importantes para elestablecimiento de las rutas comerciales y los modelos de embarcacin (59).

    Fernando Alonso Romero (60) y Jaime Alvar (61) ya haban determina-do los modelos de embarcacin, los distintos tipos de construccin y sus posi-bilidades nuticas. Uno de los tipos conocido por las fuentes literarias, lapiragua monxila, qued arqueolgicamente documentada en un hallazgopublicado en 1986 (62). Primero fueron halladas dos y luego una tercera; se

    les supuso una datacin orientalizante, pero en realidad se trata de tres embar-caciones medievales segn las dataciones radiocarbnicas; posteriormente,en el propio ro Lima se encontraron otras dos piraguas talladas en el troncode un rbol que se datan por radiocarbono entre los siglos III y II a.C. (63), loque pone de manifiesto la pervivencia de este tipo de embarcacin a lo largodel tiempo, como eficaz medio de transporte y comunicacin en la costaatlntica.

    Por desgracia, la arqueologa subacutica no ha podido documentar en

    el litoral portugus otras estructuras de embarcacin prerromana, aunque sde poca romana. En el excelente estado de la cuestin, que se puede consul-tar en internet en la direccin mencionada en la nota precedente, se concluyeque hay doce naufragios documentados que correspondan a la Edad Antigua;slo dos se califican de prerromanos, las dos monxilas del Lima. Quedan,

    27

    (59) Guerrero, ibidem, 153-189.(60) Relaciones atlnticas prehistricas entre Galicia y las Islas Britnicas y medios de navega-

    cin, Castrelos, Vigo, 1976.

    (61) Op. cit., nota 17.(62) F. J. S. Alves, A piroga monoxila de Geraz do Lima, O Arquelogo Portugus, serie IV, 4,

    1986, 209-234; idem, The dugout of Geraz do Lima, en Local Boats (4th International Symposium onBoat and Ship Archaeology - Porto, 1985). BAR International Series 438, Oxford, 1988, 287-292; F.J.S.Alves, Larcheologia subacquea in Portogallo tra gli anni ottanta e i novanta, en Atti della VII

    Rassegna di Archeologia Subacquea, Giardini Naxos, 1993.(63) F. J. S. Alves, M.L.P. Blot, P. J. Rodrigues, R. Henriques, J. G. Alves, A. M. Dias Diogo y J. P.

    Cardoso,Vestgios de naufrgios da antiguidade e da poca medieval em guas portuguesas, Comunicaoao Congresso do Mar (Nazar, 1 e 2 de Abril de 2005), publicado en PDF en: http://www.ipa.min-cultura.pt/cnans/Publicacoes/Bibliografia/Francisco%20Alves.

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    por tanto, definitivamente descartadas las noticias sobre hallazgos de embar-caciones fenicias en Portugal.

    El silencio arqueolgico en tal sentido no desacredita la idea ya bien fun-

    dada de la presencia de navegantes fenicios en el litoral atlntico desdemediados del siglo VII a.C. La tesis ya haba sido establecida por la lectura deltexto de Avieno (64), al que algunos autores no le otorgan valor documentalpara poca prerromana. El posterior hallazgo de enclaves fenicios en la costaportuguesa ratifica la correcta interpretacin de los textos tal y como vena-mos haciendo (65).

    No se puede afirmar que con estas controversias se haya extrado cuan-to las fuentes literarias puedan informar, de hecho, las conclusiones de ellasobtenidas se ven alteradas y modificadas como consecuencia de los avances

    del conocimiento procurados desde la Arqueologa, tanto en tierra como sub-acutica. Pero, en este ltimo sentido, an hay progresos esperables en la con-frontacin de las distintas series informativas.

    En el ao 1945, don Antonio Garca y Bellido public un artculo pio-nero sobre la navegabilidad de los ros peninsulares, en el que a partir delas informaciones proporcionadas por los textos literarios de la Antigedad,estimaba el alcance de las rutas de transporte por agua dulce (66). Apenashubo continuidad en esta lnea de investigacin, hasta que treinta aos ms

    tarde se hizo pblico el estudio sobre el Guadalquivir de Lorenzo Abad(67). Tampoco entonces cundi el ejemplo, los estudios sobre vas fluvia-les quedaron aparcados (68), aunque el Guadalquivir habra de ser parcial-mente revisitado en 1990 (69). No ha sido ocasin aprovechada, el espaciodedicado a la arqueologa en ros y lagos en el II Curso de Arqueologa

    28

    (64) Alvar, op.cit., nota 17; idem, El comercio del estao atlntico, MHA, 4, 1980, 43-49;idem, Avieno, los fenicios y el Atlntico,Homenaje F. Gasc. Kolaios, 4.1, Sevilla, 1995 (1997), 21-37.

    (65) Vase, por ejemplo, J. Alvar, Las fuentes literarias sobre Tartessos del Catlogo de laExposicinArgantonio, Rey de Tartessos, Sevilla, 2000, 37-67 y, del mismo autor, El problema de la

    precolonizacin, en prensa.(66) A. Garca y Bellido, La navegabilidad de los ros de la Pennsula Ibrica en la Antigedad,

    Investigacin y Progreso, 16, 1945, 115-122.(67) L. Abad, El Guadalquivir, va fluvial romana, Sevilla, 1975.(68) Entre las escasas excepciones estn las 15 pginas del captulo IX de la tesis de Alvar, cita-

    da en nota 17, aunque no se detiene en los posibles restos arqueolgicos.(69) G. Chic,La Navegacin por el Guadalquivir entre Crdoba y Sevilla en poca romana.

    cija, 1990; idem, Navegacin fluvial por el Guadalquivir, en El Baetis-Guadalquivir, puerta deHispania. Actas del I Ciclo de Estudios sobre Sanlcar, Sanlcar de Barrameda, 2003, 39-88, un textode 16 pginas con escasas novedades y una introduccin de cinco pginas de contenido desconcertante.

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    Subacutica de la Universidad Autnoma de Madrid, donde no se hace msque un planteamiento generalista y descriptivo de casos extrapeninsulares,sin que se recurra a ningn ejemplo hispano (70). Debemos albergar la

    esperanza de que se suscite el inters de los expertos por este mbito tanimportante de la economa de la Antigedad y que se preste atencin a losposibles hallazgos, fortuitos o no, de restos de embarcacin, tal y como seha puesto de manifiesto en la desembocadura del ro Arade, al sur dePortugal, con interesantes testimonios procedentes de diversas pocas,hasta la Edad Moderna (71).

    Lo mismo cabra decir a propsito de los puertos (72). En el ao 1981Sherill Lynn Spaar realiz una tesis doctoral titulada The ports of Roman

    Baetica. A study of provincial harbors and their functions from an historical

    and archaeological perspective, que frecuentemente es pasada por alto (73).Casi excepcin constituye la publicacin de lasIII Jornadas de arqueologasubacutica: puertos antiguos y comercio martimo celebradas en Valenciaen 1997 (74), el estudio del puerto de Sagunto, realizado por CarmenAranegui (75), as como el de Gijn del que se ha publicado una monogra-fa editada por Carmen Fernndez Ochoa con motivo de la celebracin de unaExposicin (76). Y por lo que respecta a los puertos situados en las desembo-caduras de los ros no es mucha la atencin que se les ha prestado. Constituye,

    sin embargo, una excepcin la celebracin de lasIV Jornadas de ArqueologaSubacutica, en Valencia entre el 28 y el 30 de marzo de 2001, precisamente

    29

    (70) I. Rubio, La Arqueologa Subacutica en ros y lagos, en S. Martnez Lillo y J. Blnquez(eds.),II Curso de Arqueologa Subacutica, Madrid, 1993, 307-323.

    (71) F. J. S. Alves, El ro Arade (Algarve, Portugal): un archivo del patrimonio arqueolgico nu-tico, en G. Pascual Berlanga y J. Prez Ballester (eds.), Puertos Fluviales Antiguos: Ciudad, Desarrolloe Infraestructuras, Valencia, 2003, 31-33; V. Loureiro y J. G. Alves, The Arade 1 Shipwreck: PreliminaryResults of the 2004 and 2005 Field Seasons, International Journal of Nautical Archaeology, 37. 2,2006, 273-282 (publicado Online: 27 May 2008).

    (72) Un estudio pionero, fuera del mbito peninsular, es el de M. Romero, Los puertos fenicios

    y pnicos, en Rutas, navos y puertos fenicio-pnicos. XI Jornadas de arqueologa fenicio-pnica(Eivissa 1996), Ibiza, 1998, 105-135.

    (73) Ann Arbor, 1981.(74) Valencia, 1998.(75) C. Aranegui, Puerto de Arse-Saguntum, en C. Aranegui (coord.), Saguntum y el mar,

    Valencia, 1991, 57-60; eadem, El puerto prerromano y romano de la ciudad. Gua de los monumentosromanos y del Castillo de Sagunto, Valencia, s/f; eadem, El Grau Vell, puerto de Arse-Saguntum,Opulentissima Saguntum, Sagunto, 2004, 83-97.

    (76) C. Fernndez Ochoa (ed.), Gijn, puerto romano. Navegacin y comercio en el cantbricodurante la Antigedad, Barcelona-Madrid, 2003.

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    bajo ese lema (77). Siguiendo la estela de las III Jornadas dedicadas, comohemos indicado, a los puertos antiguos y el comercio martimo, las IV

    Jornadas abordaron el estudio de los puertos fluviales de la fachada atlntica

    y mediterrnea de la Pennsula Ibrica, para a continuacin abrirse a las lti-mas investigaciones sobre este tipo de infraestructuras en regiones de otrospases: Golfo de Len, costa tirrnica y adritica y Mediterrneo oriental.

    Las diferentes Jornadas de Arqueologa Subacutica de las que habla-remos un poco ms adelante- son un ejemplo sintomtico del desarrollo deesta disciplina naciente que en Espaa se ha desarrollado con un cierto retra-so en relacin con otros pases. Ya en los aos 50 se desarrollaron algunas ini-ciativas en Italia y en Francia gracias al empeo de N. Lamboglia, que traba-j en el pecio de Albenga, y a F. Benoit, en Grand-Conglou. Sin embargo, la

    primera excavacin arqueolgica a gran escala sera la dirigida en 1960 porL. Bass en cabo Gelidonia (Turqua) donde colabor todo un equipo dearquelogos (78). Desde entonces las excavaciones subacuticas no han deja-do de sucederse, y no slo eso, han llegado incluso a convertirse en un pro-ducto meditico gracias a la proyeccin internacional que algunos arquelo-gos, como Franck Goddio, han conseguido. Las excavaciones que ste, apo-yado cientficamente por el Oxford Centre of Maritime Archaeology y finan-ciado por la Fundacin Hilti, ha realizado en Alejandra y la regin canpica

    han superado la barrera de la especializacin llegando al gran pblico que hapodido conocer los resultados de este tipo de trabajos mediante una exposi-cin Tesoros sumergidos de Egipto- que ha viajado ya por varias ciudades,incluida Madrid (79).

    Pero volviendo al caso espaol, los primeros hallazgos submarinos seprodujeron casi de manera casual y fueron aprovechados con avidez por loscoleccionistas. A comienzos del siglo XX instituciones como la RealAcademia de la Historia se interesan por hallazgos fortuitos de objetos en elmar, si bien, los descubrimientos casuales de pecios ya haban suscitado el

    inters de algunos eruditos espaoles como mencionbamos ms arriba a pro-psito del barco al que alude el den Manuel Mart. El caso ms conocido esel del hallazgo en aguas del cabo de Palos (Murcia) por parte de una no iden-

    30

    (77) Pascual Berlanga y Prez Ballester (eds.), Puertos Fluviales Antiguos.(78) Un acercamiento a estos y otros yacimientos puede hacerse a travs de J. Delgado (ed.),

    Encyclopaedia of Underwater and Maritime Archaeology,Londres, 2001 (1 ed. 1997).(79) F. Goddio (ed.), Tesoros sumergidos de Egipto, Madrid, 2008.

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    tificada Sociedad Esponjera del Sur de Espaa- de una treintena de anclas,lingotes de plomo y una nfora de barro en 1905 (80). Ramn Laymond yDiego Jimnez de Cisneros y Hervs realizaron un informe del hallazgo que

    remitieron a la Real Academia de la Historia que lo public en su Boletn(81). Esta primera aproximacin resultaba bastante confusa, en primer lugar,porque se desconoce el lugar exacto en el que haban aparecido estos mate-riales y en segundo lugar por la dispersin de los mismos. Parece ser quehaban localizado otras anclas y se comentaba que podan existir ms sinrecoger en la misma zona, pero una completa falta de coordinacin provocque tanto las anclas como las barras se dispersaran vendindose a diferentespersonas. Algunos cepos y lingotes de plomo se fundieron y el rastro de unasanclas con inscripciones se perdi para siempre.

    Ya en los aos 60 y 70 los Patronatos de Excavaciones ArqueolgicasSubmarinas y algunos clubes de inmersin y submarinistas deportivos des-arrollan algunas tareas que no alcanzan ni mucho menos el nivel desarrolla-do en otros pases (82). En la dcada de los 80 comienzan a surgir en Espaainstituciones oficiales dedicadas a la arqueologa subacutica y en 1982 naceel Centro y Museo Nacional de Investigaciones Arqueolgicas Submarinasdependiente del Ministerio de Cultura (83) que se presenta en el VI Congreso

    Internacional de Arqueologa Submarina celebrado en Cartagena (ya se haba

    celebrado el III en Barcelona) (84). La publicacin de las Actas de esteCongreso en 1985 por parte del Ministerio de Educacin Cultura y Deportessupondr tambin un reconocimiento a una disciplina que estaba ganando

    31

    (80) Todas las cuestiones relativas al hallazgo pueden verse en M. Romero Recio, Inscripcin aZeus Casio y Afrodita sobre ancla de plomo hallada en 1905, Ostraka, Rivista di Antichit, 8.2, 1999,541-543.

    (81) R. Laymond y D. Jimnez de Cisneros y Hervs, Anclas de plomo halladas en aguas delcabo de Palos,BRAH, 48, 1906, 153-155.

    (82) J. Blnquez y J. Martnez Maganto, Historia de la arqueologa subacutica en Espaa, en

    S. Martnez Lillo y J. Blnquez (eds.),II Curso de Arqueologa Subacutica, Madrid, 1993, 26 ss.(83) V. Antona del Val, El Centro Nacional de Investigaciones Arqueolgicas Submarinas,

    Boletn de la Asociacin Espaola de Amigos de la Arqueologa, 25, 1988, 17-23; I. Negueruela,Algunas reflexiones parciales sobre el Museo Nacional de Arqueologa Martima y M. Gmez Bravo,El Centro Nacional de Investigaciones Arqueolgicas submarinas: resumen de sus principales actuacio-nes subacuticas, en Ramallo Asensio (coord..), Aulas del Mar. Aula de Arqueologa Subacutica,Murcia, 1994, 73-82 y 83-93; I. Negueruela, Notas sobre el pasado y presente del Museo Nacional deArqueologa Martima y Centro Nacional de Investigaciones Arqueolgicas Submarinas de Cartagena,

    Revista de Museologa, 33-34, 2005, 79-94.(84) III Congreso Internacional de Arqueologa submarina. Barcelona 1961, Bordighera, 1971.

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    terreno poco a poco en el mbito acadmico y cientfico (85). En casi 500pginas investigadores espaoles y extranjeros abordaban cuestiones relacio-nadas con la metodologa, prospecciones y cartas arqueolgicas, excavacio-

    nes submarinas, arquitectura e historia naval, estudio de materiales, relacio-nes comerciales en el mundo antiguo, as como conservacin y restauracinde los hallazgos. Entre 1985 y 1987 tambin se celebr anualmente el Aulade Arqueologa Subacutica dirigida por el profesor M. Martn Bueno quedesarroll una importante tarea de formacin de arquelogos submarinistas.El Aula retom su actividad en los aos 90 dirigida por el profesor S. RamalloAsensio que coordin algunas publicaciones en la Universidad de Murcia quetrataban de poner al da aspectos metodolgicos, as como actuaciones con-cretas en diferentes zonas de la Pennsula (86).

    Pero el cambio sustancial en el mbito de la arqueologa subacutica enEspaa se producir a partir del reconocimiento de un mismo tratamientolegal a los yacimientos arqueolgicos terrestres y submarinos en la ley16/1985 de 25 de junio del Patrimonio Histrico Espaol (87) y, sobre todo,a partir de la creacin en los aos 90 de distintos centros oficiales -enCatalua (1992), Valencia (1996) y Andaluca (1998)- encargados del estudioespecializado en el Patrimonio Arqueolgico Sumergido.

    El Centro Nacional de Investigaciones Arqueolgicas submarinas

    (CNIAS) de Cartagena ha desarrollado una importante labor de formacin dearquelogos-submarinistas, pero tambin de divulgacin. Adems de celebrarvarios Seminarios de Arqueologa subacutica (88) sac a la luz la primerarevista de la especialidad, Cuadernos de Arqueologa Martima. Tratando deadecuarse a las nuevas tendencias, el Museo de Cartagena ha cambiadorecientemente su denominacin, pasando a llamarse Museo Nacional de

    Arqueologa Subacutica (ARQUA) con una nueva sede y una nueva funcin:

    32

    (85) VI Congreso internacional de Arqueologa submarina, Cartagena, 1982, Madrid, 1985.

    (86) Ramallo Asensio (coord..),Aulas del Mar. Aula de Arqueologa Subacutic; idem, Aula dearqueologa subacutica II: comercio y trfico martimo en la antigedad, Murcia, 1996.

    (87) Para las cuestiones legislativas vase: B. Martnez Daz, Legislacin en torno a la protec-cin del Patrimonio Arqueolgico Subacutico en Espaa, en B. Martnez Daz (coord.),I Seminariode Arqueologa Subacutica, San Pedro del Pinatar (Murcia) 1987, Madrid, 1992, 13-26; eadem, Laproteccin del Patrimonio Arqueolgico subacutico, en S. Martnez Lillo y J. Blnquez (eds.),II Cursode Arqueologa Subacutica, Madrid, 1993, 121-143.

    (88) B. Martnez Daz (coord.),I Seminario de Arqueologa Subacutica, San Pedro del Pinatar(Murcia) 1987, Cartagena, 1992; eadem (coord.),II Seminario de arqueologa subacutica, Cartagena1988. Navegacin, comercio e industria en la antigedad balear, Eivissa 1989, Cartagena, 1993.

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    la de convertirse en observatorio permanente del Plan Nacional de Proteccindel Patrimonio Cultural Subacutico (89). Por otra parte, es necesario tam-bin poner de relieve el papel que ha tenido el Museo Naval, pues con su

    coleccin de antiguas cartas nuticas, derroteros, portulanos, mapas, y suArchivo Histrico ha sido un apoyo documental importantsimo a la hora deabordar numerosas actividades arqueolgicas submarinas.

    Son muchas, afortunadamente, las iniciativas que se han tomado en losltimos aos para dar a conocer los avances en arqueologa subacutica quese estn desarrollando en nuestro pas y que han cambiado la manera de abor-dar la historia de la navegacin en la Antigedad. La historiografa de la mari-na antigua depende ya, como no poda ser de otro modo, de los resultadosproporcionados por la arqueologa subacutica.

    A partir de los aos 80 comienzan a salir a la luz obras de divulgacinsobre el tema, como Introduccin a la Arqueologa subacutica de XavierNieto (90) o Arqueologia Subaqutica. Un nou camp profesional de J.Santolaria et alii (91). Dentro de esta poltica de divulgacin, en 1988 el MuseoNacional de Arqueologa Martima de Cartagena organiz una Exposicinsobre la Arqueologa Subacutica en Espaa, cuyo catlogo public laDireccin General de Bellas Artes y Archivos (92).

    Asimismo, ha existido una preocupacin creciente por precisar y dar a

    conocer entre la comunidad cientfica las labores que desarrolla la arqueologasubacutica dentro y fuera de nuestras fronteras. Algunas Jornadas han tratadode ofrecer una panormica de la situacin abordando cuestiones diversas comola legislacin que afecta a esta actividad, los avances tcnicos, la metodologaempleada o los trabajos realizados en distintas zonas de la Pennsula. Tal es elcaso del Ciclo de conferencias de Arqueoloxa subacutica organizadas enVigo en el ao 1991 (93), lasJornadas de Arqueologa subacutica en Asturias(94), lasJornadas de Arqueologa Subacutica organizadas por la Universidad

    33

    (89) R. Azuar et alii, El Plan Museolgico del Museo Nacional de Arqueologa Subacutica(Cartagena, Murcia),Museos.es: Revista de la Subdireccin General de Museos Estatales, 3, 2007, 48-63(puede verse en p. 63 la bibliografa que el Museo y la reforma del mismo ha generado).

    (90) Barcelona, 1984.(91) Barcelona, 1992.(92) La arqueologa subacutica en Espaa, Madrid, 1988.(93) Santiago de Compostela, 1992.(94) J.A. Rodrguez Asensio (coord..),Jornadas de Arqueologa subacutica en Asturias (Gijn

    1990), Oviedo, 1991; idem, II Jornadas de Arqueologa subacutica en Asturias (Gijn 1991), Oviedo,1992; idem, III y IV Jornadas de Arqueologa subacutica en Asturias (Gijn 1992-1993), Oviedo 1996.

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    de Valencia (95) o las Jornadas de Arqueologa Subacutica y PatrimonioSumergido celebradas en la Universidad de Huelva, por citar algunas de lasms relevantes, aunque hay otras promovidas, por ejemplo, en Cantabria.

    Los frutos de estos avances en la arqueologa subacutica no se han hechoesperar. Uno de los frentes en los que ms se ha progresado es en el de la arqueo-loga subacutica colonial. En el ao 1985 se publicaron algunos hallazgosimportantes que revitalizaban el problema del pecio de El Sec (Mallorca), detec-tado en 1968 en la baha de Palma, que fue objeto de permanente saqueo y quepudo ser datado en el siglo IV a.C. (96). Por un lado se dio a conocer un hundi-miento fenicio del siglo V en Tagomago (Ibiza) (97) y, por otro, el cargamentode un barco del siglo VII a.C. en Bajo Campana (Cartagena) (98), hallazgos quea su vez habran de repercutir en el replanteamiento del pecio del Sec (99).

    Ahora bien, el hallazgo que ms relevancia ha tenido en los ltimos aosha sido el descubrimiento consecutivo de los dos barcos fenicios deMazarrn, que ha situado a la investigacin subacutica espaola a la van-guardia de los estudios de arqueologa submarina y de arquitectura naval feni-cia gracias a los trabajos realizados por Ivn Negueruela y su equipo (100).No slo se han resuelto graves problemas de metodologa de la excavacin

    34

    (95) III Jornadas de arqueologa subacutica: puertos antiguos y comercio martimo. Valencia

    1997, Valencia, 1998; Pascual Berlanga y Prez Ballester (eds.), Puertos Fluviales Antiguos; iidem,Comercio, redistribucin y fondeaderos: la navegacin a vela en el Mediterrneo. V Jornadas de

    Arqueologa Subacutica, Ganda 2006, Valencia, 2008.(96) F. Pallars, La primera exploracin sistemtica del pecio del Sec (Palma de Mallorca),

    Rivista di Studi Liguri, 35.3 y 4, 1972, 287-326; idem, El pecio del Sec y su significacin histrica,Symposium Internacional de Colonizaciones (Barcelona, 1971), Barcelona, 1974, 211-215. A. Arribas etalii, El Barco de el Sec (Costa de Calvia: Mallorca). Estudio de los materiales, Mallorca, 1987.

    (97) J. Ramn, Tagomago: un pecio fenicio del siglo V a.C. en aguas de Ibiza, VI CongresoInternacional de Arqueologa Submarina (Cartagena, 1982), Madrid, 1985, 377-391.

    (98) J. Mas, El polgono submarino del Cabo de Palos. Sus aportaciones al estudio del trficomartimo antiguo, VI Congreso Internacional de Arqueologa Submarina (Cartagena 1982), Madrid,1985, 152-171. Vase ms recientemente B. Roldn Bernal, M. A. Prez Bonet, M. Martn Camino, El

    yacimiento Submarino del Bajo de la Campana, Cuadernos de Arqueologa Martima, 3, 1995, 11-62.(99) A, Arribas et alii, El barco del Sec (Costa de Calvi, Mallorca). Estudio de los materiales,

    Mallorca, 1987. Los mismos autores presentaron una sntesis de sus resultados en Lpave del Sec(Mallorca), Table ronde: Grecs et Ibres au IVe sicle avant Jsus-Christ, commerce et iconographie(Bordeaux, 1986),Revue des tudes Anciennes, 89, 1987, 15-130.

    (100) I. Negueruela et alii, Seventh-Century BC Phoenician vessel discovered at Playa de la Isla,Mazarrn, Spain, The International Journal of Nautical Archaeology, 24.3, 1995, 189-197; I.Negueruela et alii, Descubrimiento de dos barcos fenicios en Mazarrn (Murcia), en M.E. Aubet y M.Barthlemy (eds.), IV Congreso Internacional de Estudios Fenicios y Pnicos (Cdiz 1995), vol. IV,Cdiz, 2000, 1671-1680.

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    submarina (101), sino que se han recuperado las dos estructuras de embarca-cin ms completas de poca protohistrica; se ha documentado el ancla demetal y madera ms antiguo de la historia y, lo que resume todo de forma evi-

    dente, se trata de los barcos ms antiguos conservados de los excavadosarqueolgicamente (102). Ambos se fechan en el siglo VII a.C. El primero,Mazarrn-1, se conoca desde tiempo atrs, pero la excavacin sistemticacomenz en 1993. Mazarrn-2 se hall casualmente en 1994, en plena cam-paa de excavacin de Mazarrn-1 (103). El aspecto del casco ms completo,Mazarrn-2, es el de un perfil simtrico. No hay espolones, por tanto, no setrata de naves de guerra. Su cargamento de lingotes y nforas pone claramen-te de manifiesto que se trata de naves mercantes, la ausencia de remates conprtomo de animal no permite identificarlos como el tipo de barco conocido

    como hippos. Por todo ello y dada su cronologa podemos aventurar que setrata de los dos primeros ejemplares documentados del famoso gauls (104).

    La nutica griega tambin ha dejado un importante testimonio en elpecio de la Cala de Sant Vicen (Pollensa, Mallorca), que supera las limita-ciones del estudio de la navegacin con bases estrictamente textuales o ico-nogrficas (105). Se trata de una embarcacin de tamao medio, el deteriorode la estructura impide determinar ms, fechada por su cargamento en losltimos decenios del siglo VI a.C. (106). Su inters viene determinado por

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    (101) C. Gmez-Gil Aizpura, J. L. Sierra Mndez, Extraccin y tratamientos del barco fenicio(Barco I) de la Playa de la Isla (Puerto de Mazarrn, Mazarrn), Cuadernos de Arqueologa Martima, 4,1996, 217-228.

    (102) I. Negueruela, Hacia la comprensin de la construccin naval fenicia segn el barcoMazarrn-2 del siglo VII a.C., en La navegacin fenicia. Tecnologa naval y derroteros, Madrid,2004, 227-278.

    (103) I. Negueruela, Mazarrn-2: el barco fenicio del siglo VII a.C. Campaa de noviembre-1999/marzo 2000, en G. Matilla Siquer, A. Egea Vivancos, A. Gonzlez Blanco (coords.) El mundo

    pnico: religin, antropologa y cultura material. II Congreso Internacional del Mundo Pnico,Cartagena 2000, Murcia, 2004, 53-484.

    (104) Alvar,La navegacin prerromana en la Pennsula Ibrica, hippos, pp. 52-53; gauls, p.

    51. Sobre estos tipos de embarcacin vase V.M. Guerrero, Los mercantes fenicio-pnicos en la docu-mentacin literaria, iconogrfica y arqueolgica, en Rutas, navos y puertos fenicio-pnicos. XI

    Jornadas de arqueologa fenicio-pnica (Eivissa 1996), Ibiza, 1998, 61-104, aunque defiende sin argu-mentarlo que los barcos de Mazarrn son hippoi.

    (105) J. Alvar, Los medios de navegacin de los colonizadores griegos,AEspA, 52, 1979, 67-86.(106) X. Nieto, M. Santos y F. Tarong, Un barco griego del siglo VI a.C. en Cala Sant Vicen

    (Pollena, Mallorca), enLa navegacin fenicia. Tecnologa naval y derroteros, Madrid, 2004, 197-225.El barco ha sido excavado por el CASC, sobre el que puede verse: J. Nieto, El Centro de ArqueologaSubacutica de Catalua, en S. Martnez Lillo Y J. Blnquez (eds.), II Curso de ArqueologaSubacutica, Madrid, 1993, 163-169.

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    mltiples factores. Desde el punto de vista de la arquitectura naval, las con-clusiones derivadas de los trabajos llevados a cabo por el CentredArqueologia Subaqutica de Catalunya permiten afirmar que la nave entra

    en el grupo de embarcaciones masaliotas de poca arcaica, caracterizado porel ensamblaje cosido; no es, por tanto, ni de tradicin fenicia, ni de tradicinbalerica o ibrica. Ahora bien, la unin del entablamento presenta ciertasmodificaciones derivadas del contacto con el tipo de construccin naval feni-cio. En efecto, los barcos masaliotas se caracterizaban por el cosido de lastablas con cuerdas, mientras que los fenicios, como ocurre con el caso de losdos barcos de Mazarrn, se unan mediante espigas o lengetas encastradas.El barco de Sant Vicen emplea incipientemente un sistema mixto de ensam-blaje, que se va a ir abandonando progresivamente en beneficio del ensambla-

    je mediante mortajas y lengetas (a veces de seccin rectangular, a vecesredonda), predominante a partir del siglo IV a. C. independientemente de laubicacin del astillero (107). Este asunto incide en el debate de las tcnicasde construccin naval asociadas o no a distintas tradiciones culturales. Laarquitectura naval estudiada exclusivamente desde las representaciones vas-culares, relieves o grafitos no haba permitido detectar detalles como los queofrece la arqueologa subacutica, de manera que entramos en un nuevodominio, el de los stemmata o rboles genealgicos de los modos de cons-

    truccin naval y la tipologa de las embarcaciones.Adems, el cargamento del barco de Sant Vicen, con materiales de varia-da procedencia, pero sobre todo nforas vinarias de la Magna Grecia y tambincontenedores ibricos, ilustra el modo de intercambio emprico y ampla elpanorama de las relaciones de intercambio en los momentos iniciales de laimplantacin focea en el litoral peninsular. Esta constatacin potencia el impor-tante papel de los puertos ibricos, como el ya mencionado de Sagunto, que,adems, es citado explcitamente en el famoso documento comercial deAmpurias, cuya cronologa es estrictamente contempornea. El remitente de la

    carta, un texto escrito sobre una lmina de plomo, es un comerciante foceo queordena a un empleado que se haga cargo, en el puerto de Sagunto (Saigantha),de una mercanca adquirida por un ibero, Basped, al que se ofrece la posibilidadde participar al cincuenta por ciento en la siguiente operacin de venta (108).

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    (107) F. Fernndez y C. Len, Arquitectura naval y arqueologa subacutica, en S. MartnezLillo Y J. Blnzquez (eds.),II Curso de Arqueologa Subacutica, Madrid, 1993, 79.

    (108) A. Domnguez Monedero,Los griegos en la Pennsula Ibrica, Madrid, 1996, 64.

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    A la vista de todas estas consideraciones -y dejando de lado otros nume-rosos y relevantes hallazgos como el Barco de Binisafuller, Menorca (s. IVa.C.), la nave romano-republicana de la colonia de Sant Jordi, Mallorca (s. II

    a.C.), el pecio de Palams, Girona (s. I a.C.), El Pecio de Cap del Vol, Girona(I a.C.-I d.C.), el barco romano de Grum de Sal, Ibiza (s. II d.C.) o el navoromano de Cabrera III (III d.C.).- se puede afirmar que la historiografa navalen Espaa ha adquirido ya una dependencia innegable de las aportacionesproporcionadas por la Arqueologa Subacutica, aunque quiz est costandoun poco deshacerse de antiguos lastres que impiden una adecuada valoracinde los restos arqueolgicos por parte de los historiadores. La multiplicacinde cursos, jornadas, congresos y reuniones de todo tipo, as como la implan-tacin de unidades especficas o centros de Arqueologa Subacutica en las

    distintas administraciones del Estado, con tareas especficas de recuperacin-estudio-historiacin, pero tambin de elaboracin de cartas arqueolgicassubacuticas, no puede ms que contribuir muy positivamente al avance delconocimiento (109). El grado de maduracin logrado en este sentido permiteque seamos optimistas y que veamos factible ahora la recuperacin del pro-yecto con el que iniciamos esta intervencin, es decir, la elaboracin de unaHistoria Nutica de la Pennsula Ibrica, el Proyecto Campomanes deHistoria Naval.

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    (109) U