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L A I G L E S I A D E C A R R E A / 413
Localidad y parroquia del concejo de Teverga, Carrea se localiza en la zona centro-oriental del
municipio. La parroquia de Carrea limita con el concejo de Quirós al Este, y con el de Proaza
al Norte, donde la sierra de Sobia actúa de frontera natural; mientras, por el Sur limita con la
parroquia de Alesga y al Oeste con las también teverganas parroquias de La Plaza y Riello.
Distante de Oviedo 43,5 km y apenas 8 km de La Plaza, capital del término municipal, la
iglesia de Carrea, popularmente conocida como Santuario de Nuestra Señora del Cébrano, se
halla situada en una elevación del terreno, dominando la panorámica del valle. La romería de
la Virgen del Cébrano, patrona de Teverga, el 15 de agosto, representa el punto álgido del
ciclo festivo tevergano.
LA IGLESIA DE CARREA
Panorámica del pueblo
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EL ORIGEN DEL TÉRMINO CÉBRANO, que se asocia a este
santuario, es difícil de rastrear. La hipótesis más pro-
bable es que pudiera tratarse de un topónimo deri-
vado de una alteración de la palabra acebo o “acebro”,
arbusto muy abundante en Asturias y que ha dado origen
al nombre de varias localidades.
De la antigua iglesia románica sólo se conservan algu-
nos restos integrados en el templo actual, levantado en
época moderna. Éste es un edificio de proporciones alar-
gadas y nave única, con cabecera cuadrada; la transición
entre ambos espacios viene marcada por un arco triunfal
de medio punto sobre capiteles moldurados. Destaca la
fachada, construida al modo de fachada-telón, con sillares
de piedra caliza gris y rematada, tal como muestra una ins-
cripción, a finales del siglo XVII:
ESTA OBRA / ... A AÑO DE / 1694
Es una fachada decorada de forma sobria, utilizando
elementos ornamentales renacentistas, someramente
adaptados a la moda barroca. El tipo de decoración la
pone en relación con la fachada de Santo Tomás de Riello,
de 1696, lo que lleva a pensar en las trazas de un mismo
maestro para ambas iglesias. Distinto es el caso del abiga-
rrado retablo barroco, cuyo policromado y sobredorado se
llevó a cabo en 1766, tal como afirma la leyenda inscrita
en la predela. No todas las tallas que alberga son contem-
poráneas del retablo, siendo especialmente conflictiva la
datación de la imagen de la Piedad. La cubierta de la
sacristía, que se localiza detrás del altar, fue decorada al
temple con la representación de la paloma del Espíritu
Santo como motivo central. En el siglo XIX se construyó un
pórtico protegiendo la fachada principal y parte del late-
ral sur, pórtico suprimido a finales de los años sesenta del
siglo XX.
Recientemente se hicieron unas importantes obras de
restauración, dirigidas sobre todo a subsanar problemas
básicos de mantenimiento, como fue el retejado o la nueva
cimentación de la fachada. Llevadas a cabo entre 1998 y
1999, durante estas obras también se procedió a la restaura-
ción del retablo, se colocaron nuevas vidrieras y se efectua-
ron algunas reformas en el acceso al coro y en la sacristía.
El santuario de Santa María de Cébrano fue un tem-
plo que despertó el interés de algunos de los viajeros que
recorrieron Asturias a lo largo del siglo XIX y principios del
XX. Por ejemplo, Quadrado se refería, en 1855, a esta igle-
sia con el nombre de “ermita del Cebrayo”, y dejaba cons-
tancia de “ciertos albores de gusto bizantino”. Por su parte,
Aurelio del Llano recogía, escéptico, en 1928, la tradición
popular según la cual un “calderín” de cobre que se con-
servaba en un lateral del ábside, y que fue robado en los
años setenta, curaba “las enfermedades de la cabeza”. Tam-
bién deja constancia de cómo “delante del templo hay una
casa llamada de las novenas, en la que se albergaban anta-
ño los peregrinos que venían de lugares lejanos en busca
de alivio para sus dolores”.
De esos vestigios románicos que hablaba Quadrado
se conservan hoy día algunas piezas pertenecientes a una
línea de imposta, actualmente englobadas en los muros
norte y sur, flanqueando el arco triunfal, así como sendos
arcos, de dimensiones más reducidas pero también de
medio punto, que, adosados a la pared en el centro de la
nave, sirven de hornacina para las imágenes de San José
con el Niño y San Antonio.
También enmarcada en otra hornacina, en este caso
de fábrica, sin despiece de sillares, se halla una talla góti-
ca de Cristo crucificado, cuya cruz tiene unas dimensiones
de 150 cm de alto y 100 de ancho; a ambos lados de esta
talla, y sobre unas columnas de apenas 1 m de altura, se
disponen sendos capiteles troncocónicos, únicos conser-
vados de la primitiva construcción románica, decorados a
base de temática vegetal, de grandes y carnosas hojas lan-
ceoladas en el centro, a cuyos lados se disponen otras for-
mas vegetales que asemejan espigas, y una banda de zig-
zag en altorrelieve coronando el cuerpo del capitel.
Según testimonios orales que han llegado hasta la
actualidad, la cabecera de la antigua iglesia estaba rodea-
da de “demonios y bichos extraños” labrados en piedra, y
que se identificarían, sin duda, con los canecillos, rica-
mente tallados, que sostenían la cornisa románica.
También románica era la talla de la Virgen con Niño
que se venera, aunque está bastante alterada, en primer
lugar porque el cuerpo fue destruido durante la guerra
civil, sustituyéndose luego por una copia; en segundo
lugar, porque se trata de una imagen de vestir, ataviada
con una compleja y rica indumentaria que se completa,
desde 1949, con una gran corona. El rostro, la única
parte que ha llegado a nuestros días del original medie-
val, también ha sido alterado con la policromía actual.
Aunque de factura reciente, el cuerpo actual de la talla,
que en conjunto mide 1 m de altura, seguía la composi-
ción original, tratándose de una Virgen tallada según el
modelo de la Thetocos, es decir, María como trono o
sedes sapientae.
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Iglesia de Santa María del Cébrano
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Esta iconografía muestra a ambas figuras con un
carácter mayestático y solemne; la identificación de María
con el trono, su rígida frontalidad y hieratismo y su inex-
presividad contribuyen a reforzar el mensaje de distancia-
miento entre lo humano y lo divino, de ahí que durante el
periodo románico se renuncie por completo a insinuar
sentimientos materno-filiales o incluso a establecer algún
tipo de comunicación entre la Virgen y el Niño, aunque en
el caso de la Virgen de Cébrano, el Niño ya aparece sen-
tado sobre una de las piernas de su madre, quien le sos-
tendría mínimamente con una mano, lo que ya supone un
cierto avance con respecto a la rígida simetría compositi-
va de las imágenes del románico pleno. Atributos propios
y recurrentes son las coronas que ceñirían ambos persona-
jes, o el Libro que portaría el Niño, en alusión a su papel
de Pantocrátor. Estos atributos se perdieron durante el
periodo barroco cuando, siguiendo la costumbre de vestir
las diferentes imágenes sagradas, especialmente las tallas
de la Virgen, en busca de una falsa sensación de realidad,
se llevó a cabo una sustancial alteración de la talla romá-
nica, en la que, además, se sustituyó la cabeza del Niño
por otra más cercana a la nueva sensibilidad barroca, que
muestra una imagen sonriente y de cabellos rizados.
Textos y fotos: ACG
Bibliografía
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p. 310; FERNÁNDEZ, Á., 1978, pp. 89-99; FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, F., 1982,
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PEYROUX, C., 1988, pp. 69-71; GARCÍA DÍAZ-PEYROUX, C., 2000, pp.
16-31; GARCÍA DÍAZ-PEYROUX, C., 2004, pp. 56-60; LLANO ROZA DE
AMPUDIA, A. de, 1928, pp. 435-439, n. XLIX; QUADRADO, J. M., 1855
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1996, pp. 42-43.
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Capitel románico
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