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La labor del pedagogo reeducador

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RELIGIOSOS TERCIARIOS CAPUCHINOS – PROVINCIA SAN JOSÉ Fecha: 14-09- 2010Versión: 01

MIS.A.P PROVINCIAL Paginas: 1 de 19Nombre: DE LA PEDAGOGÍA AMIGONIANA “CARISMA Y SABER” A LA PEDAGOGÍA

REEDUCATIVAAutor: JUAN JOSÉ CALDERÓN GUTIÉRREZ

El Quehacer del Pedagogo Reeducador

Es necesario pensar de forma contextualizada y globalizada; es decir reformulando el pensamiento siempre con relación a las exigencias, aprendiendo a considerar la relación parte-todo, la multidimensionalidad y complejidad de los hechos para que podamos tener un pensamiento sobre la formación y educación del futuro.

Edgar Morín nos habla de la racionalidad como la mejor protección contra el error y la ilusión, y afirma así mismo que “la verdadera racionalidad conoce los límites de la lógica, del determinismo y del mecanicismo; sabe que la mente humana no podría ser omnisciente, que la realidad comporta misterio. Negocia con la irracionalidad, lo obscuro y lo irracional. Y no es sólo crítica sino también autocrítica. Se reconoce la verdadera racionalidad por la capacidad de identificar sus insuficiencias”.

Es necesario afirmar la legitimidad de la acción social de la Pedagogía Reeducativa, la cual desde una lectura de los signos de los tiempos, desde las necesidades más sentidas y más agudas de las poblaciones vulnerables de niños, niñas y adolescentes, procedentes de familias y comunidades depauperadas, reclaman la existencia y presencia de un profesional que sea capaz de entender sus procesos de socialización y con ellos logre alternativas para tramitar como tiene que ser sus conflictos, angustias y requerimientos.

Las problemáticas en los procesos de socialización vienen multiplicándose de manera contundente y significativa en nuestra sociedad, siendo estos el objeto de estudio de la Pedagogía Reeducativa, por eso quienes la hemos desarrollado inicialmente como un saber de orden carismático, luego como acciones puramente empíricas y más recientemente como una verdadera praxis de la pedagogía social, no podemos menos que incrementar con mayor dedicación la reflexión y teorización sobre la misma.

En el escenario de la educación formal por ejemplo la realidad es sombría, así se infiere de los altos índices de evasión escolar, de expulsión con debido proceso, de la precaria calidad en la formación y en el proceso de enseñanza-aprendizaje, de los eventos cada día más recurrentes de riñas y conflictos entre estudiantes, de conflictos entre profesores y estudiantes, de las influencias que el micro tráfico de sustancias psicoactivas, armas y otros elementos que entorpecen la formación de niños y adolescentes ejercen en las comunidades escolares, de los embarazos precoces, del relativismo y la indiferencia de muchos padres de familia y otros adultos, de la pérdida de la identidad nacional y cultural, de la arremetida sin control de los medios masivos de comunicación sin ética y carentes de responsabilidad social (internet, televisión y otros).

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Este por tanto es un campo específico para la acción y la reflexión del Pedagogo Reeducador, que entiende, porque lo reflexiona y lo confronta permanentemente, que el modelo de educación actual no debe continuar siendo el mismo del período anterior a la era de la informática, que las políticas públicas del sector educativo no pueden seguir respondiendo a un único modelo o esquema y mucho menos aún pueden seguir siendo formuladas atendiendo improvisadamente los síntomas de fallas y problemáticas estructurales que tienen su origen en el pasado que nunca se atendió integralmente.

Mucho tiene que decir y hacer un Pedagogo Reeducador como profesional formado para enfrentar en este y otros escenarios la producción subjetiva que deviene de una dramática ruptura del tejido social. En todos los ámbitos de la vida social es necesario que la premisa de “aprender a aprender” sea más que una frase de venta y oferta, es fundamental que en este momento pongamos mucho más énfasis en repensar las estrategias utilizadas para mejorar la calidad de la enseñanza y de la formación para la vida, mucho más allá de los esfuerzos que ya se han hecho, porque la evidencia nos está mostrando que en su gran mayoría han sido infructuosos.

El surgimiento y la creación de un espacio de actuación para esta profesión en nuestro país tuvo su origen prácticamente hace ocho décadas, cuando en 1.928 los Religiosos Terciarios Capuchinos – Amigonianos viajando desde su España natal, arribaron a la capital colombiana para hacerse cargo justamente de una de las instituciones más grandes e importantes en el medio, que atendía a los más vulnerables de la sociedad de su tiempo y con gran propiedad esos primeros religiosos implementaron sus conocimientos, sus técnicas, pero sobre todo su carisma, su espíritu, su filosofía y su identidad, en la formación de los niños y adolescentes en condiciones de exclusión y marginación.

Esta Pedagogía Amigoniana, practicada y reflexionada durante estos ochenta años, que ha sentado las bases para pensar en un estatuto epistemológico propio, que desprendiéndose prudentemente de las prácticas puramente carismáticas sin perder la esencia y el sentido de las mismas, ha generado todo un programa de formación profesional y académica, con elementos de investigación y reflexión teórica, garantiza la vigencia y pertinencia de sí misma a través de la Pedagogía Reeducativa, dado que desde sus inicios evidenció en el sistema educativo formal, la falta de sustratos en el proceso de enseñanza-aprendizaje para responder adecuadamente a los llamados niños y adolescentes disociales, díscolos e incorregibles o como en su tiempo se les llamó inadaptados sociales, además por entender que aspectos de orden objetivo y subjetivo han interferido siempre en ese proceso. En efecto la Pedagogía Amigoniana ha concientizado a muchos buenos profesionales de diferentes disciplinas, que no solo las buenas técnicas son suficientes para hacer efectiva la comprensión y atención adecuadas

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de las contingencias y problemas presentes en la compleja relación existente entre los sujetos infractores de la ley, los que están en alto riesgo de vulneración de sus derechos fundamentales, los que sufren la estigmatización y marginación social y las exigencias que el encargo social impone para la adaptación a lo socialmente legitimado, además de la compleja relación que hay entre enseñar y aprender.

Es evidente que la Pedagogía Reeducativa ha logrado ocupar el vacío que se creó a raíz del paralelismo entre la Psicología y la Educación, seguramente porque los profesionales de estas dos disciplinas no han logrado una práctica interdisciplinaria que responda al entramado problemático de las necesidades de los sujetos en formación y por ello en muchos aspectos no alcanzan a atender los avatares de la cotidianidad en la institución reeducativa-terapéutica y en la institución escolar, y mucho menos la sustentación de las necesidades que impone la clínica psicológica para los que hemos dado en llamar objetores sociales y/o objetores juveniles de la ley.

Los pedagogos reeducadores a instancias de los saberes y prácticas Amigonianas hemos estado estructurando un cuerpo teórico de conocimientos si se quiere psicopedagógicos y sociales consistente, evidenciado en los documentos, investigaciones, estructuración de programas y propuestas institucionales que tienen alcance nacional e internacional, como quiera que son confrontados y debatidos en la instancia académica y divulgados en congresos y foros dedicados a las poblaciones y problemáticas que atendemos.

La Pedagogía Reeducativa es una profesión idónea para analizar y entender la complejidad humana, ella ha logrado su espacio y su campo de acción tal como lo han hecho las demás profesiones, así mismo podemos decir que reflexionarla y pensarla para que sus acciones no se conviertan en un mero activismo sin sentido es prepararla para que en determinados momentos, la interacción con diferentes áreas del conocimiento tenga lugar si en verdad queremos comprender al verdadero ser humano del siglo XXI.

Hemos de comprender que la actuación del Pedagogo Reeducador como profesional de las ciencias sociales, no se ubica como un elemento de interferencia entre las prácticas de los psicólogos y los educadores, puesto que sabemos a partir de nuestras prácticas y de los resultados que con ellas hemos obtenido, que se trata de prácticas bastante distintas en las que cada profesional se desempeña con el sujeto de su intervención de acuerdo a sus saberes y posibilidades.

El argumento que nos permite saber si nuestras experiencias, nuestros saberes, nuestros conocimientos, nuestras propuestas y prácticas son adecuados es que esta pedagogía provoca una acción profesional donde los procesos de socialización se replantean a partir de la revisión y resignificación de las historias de vida de las personas que atendemos y donde los procesos de formación y aprendizaje en y para la vida son la meta que nos

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proponemos. Tenemos claro que esos procesos son bastante complejos y seguramente mucho más complejos que los que pueda abordar cualquier otra profesión, lo cual hace más necesario que como profesionales busquemos, dispongamos y utilicemos todas las referencias y aportes que nos ayuden a interpretar lo que sucede en todos los ámbitos de socialización de los sujetos.

En este sentido es posible encontrar muchos pensadores que argumentan la necesidad de adoptar “instrumentos teóricos que contribuyan a que el análisis de la práctica que se realiza sea realmente reflexivo y que se reconozca la función social de la enseñanza, del conocimiento y de la forma de aprender” (Zabala). En la misma línea también Hernández plantea que “las demandas de los profesores no pueden ser abordadas y resueltas a partir de un curso eventual de formación”.

El profesor, en su formación, aprende a luchar para inventar y trabajar con estrategias para enseñar. Así transfiere teorías científicas para procesos de enseñanza. Su punto de partida es enseñar, y el de llegada es aprender. El Pedagogo Reeducador, en su formación aprende como ocurre el proceso de socialización y de aprendizaje, simultáneamente tiene que ser un profundo conocedor de los procesos y sabe crear las condiciones y situaciones donde lo que no se ha aprendido logre por fin ser aprendido por todos, por consiguiente nuestro convencimiento en este trabajo es que todos podemos aprender; es decir aprender es para todos si se hace con calidad este proceso.

Es evidente que la educación ha sido tema de debates en el mundo entero, en la comunidad internacional se discute continuamente lo que hemos de hacer con la cantidad tan enorme de información que día a día se produce y en consecuencia que recursos se pueden utilizar para transmitirla de la mejor manera posible. Tal como afirma el Dr. Mario Henrique Simonsen, “debemos hoy preocuparnos por proporcionar a los estudiantes los medios para alcanzar el conocimiento y enseñarles a aprender por medio de la reflexión y del arte de relacionar diferentes aspectos, estamos viviendo en todo caso un período de transformación en el área de la educación, de la transformación del concepto de educación, entonces si pretendemos preparar a nuestros niños y jóvenes para el desarrollo y la convivencia social, es necesario prepararlos para aprender”.

Es claro que la propuesta de trabajo hecha por un Pedagogo Reeducador en una comunidad barrial o en una comunidad formativa institucional cualquiera, es ampliar el espectro de posibilidades para los sujetos de su intervención a partir de una apuesta interdisciplinaria que atienda desde todas las áreas que hacen la integralidad de la persona y en este sentido contribuir, de manera adecuada y eficaz, con la optimización de los procesos tanto de enseñanza-aprendizaje como de socialización.

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Sabemos que uno de los objetivos de un buen profesional consiste en ser cada vez más competente en aquello que sabe hacer. Generalmente se logra esa mejoría profesional mediante el conocimiento y la experiencia. El conocimiento proviene de la investigación, de las expectativas de los otros y de los modelos y enfoques, de las propuestas y ejemplos en los que el acceso a las variables que inciden en las prácticas son tenidos en cuenta, el conocimiento en fin se logra a partir de la acción; bien sabemos que la experiencia educativa es singular, aunque no por ello se tenga que decir que es única.

El Pedagogo Reeducador es un profesional que contribuye a la identificación y análisis de los problemas que se presentan en el mundo interno de la persona, así como en el medio familiar, escolar y barrial, está capacitado para enfrentar las dificultades de socialización y por ende los factores que llevan a los sujetos a la evasión escolar, a los conflictos con la ley, a la marginalidad social y a los conflictos interpersonales en los distintos ámbitos de su intervención, por ello tiene que saber desarrollar su trabajo interdisciplinariamente con otros profesionales, es allí en donde se reconoce la falta que hace la interdisciplinariedad que puede desarrollar un equipo integrado. En uno de sus ámbitos el Pedagogo Reeducador trabaja con la estructura escolar en todos sus niveles y con el equipo de docentes y de estudiantes, en este sentido está capacitado para conformar equipos de base, de apoyo a los profesionales que actúan en el medio escolar por ejemplo.

Podría decirse que la Pedagogía Reeducativa fue propiciada a partir de la necesidad de construir un ejercicio de transdisciplinariedad desde el cual debe advertirse la complejidad de los fenómenos que comportan los procesos de socialización, dado que la evidencia es que las diferentes disciplinas por si solas, nunca han ofrecido los suficientes aportes para comprenderlos, así podría decirse que se ha construido una categoría profesional, que está construyendo una nueva praxis, fruto de atender las necesidades impuestas por la realidad; es así como creamos, adaptamos, resignificamos, replanteamos y recreamos herramientas pedagógicas, estrategias y alternativas comunes a muchos otros profesionales sin que por ello se pueda decir que se invaden otros territorios de saberes específicos y por esto es bueno recordar que no son los recursos en si los que determinan la especificidad de algo sino la forma en que son empleados, he aquí además una de las fortalezas con las que somos formados; el dialogo como camino hacia la conformación de comunidades de pensamiento e indagación.

Al igual que la pedagogía Amigoniana, la pedagogía reeducativa y sus profesionales son una categoría profesional vigente, actuante, pertinente, fuerte y reconocida por entidades públicas y privadas que han requerido de los servicios que prestamos, hoy representamos una alternativa nueva que sustenta argumentos fuertes, lógicos y serios en defensa de esta praxis, en la que en muchas situaciones varios profesionales intervienen

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simultáneamente, por ello trabajamos todos los días por reconocer nuestros límites y nuestras fronteras respetando a los demás profesionales de otras ciencias y disciplinas.

La claridad en nuestro saber pedagógico reeducativo-terapéutico nos permite definir claramente en qué consiste nuestra contribución para la formación y educación de los sujetos de intervención.

Todos sabemos que existe un enorme grupo de niños, niñas y adolescentes olvidados o que se hacen olvidar no solamente en las aulas de clase, sino en el entramado social al que pertenecemos; aquel niño o adolescentes apático, desobediente, rebelde o agresivo que se torna irreverente, que aparentemente no se transforma ni contribuye y/o que muchas veces se hace dependiente de los otros y que por ende se torna en una carga para su propia familia y para el Estado, impone siempre una pregunta que tiene que ser respondida; ¿Qué hacer con ese niño o adolescente que no quiere aprender, o que no quiere asumir la autoridad, que se enmudece frente a las dificultades o pretende enfrentarlas con violencia, que pierde todo interés por el socius?.

El Pedagogo Reeducador es el profesional que se dedica con su reflexión y su práctica a movilizar a ese niño, niña o adolescente de su apatía o inmovilización social y para ese fin busca comprenderlo desde el contexto tan complejo en el que infinidad de variables coexisten y se complementan para encontrar con esa persona las alternativas que le ayuden a levantar esa invisibilidad a la que ha sido confinado.

Si otro profesional de las ciencias humanas incluidos los profesores se siente muchas veces frustrado o confundido e incluso impotente con las situaciones que tiene que abordar en la realidad cotidiana, los Pedagogos Reeducadores estamos llamados a dar nuestra contribución, para orientar y sugerir a quienes trabajan con los excluidos de todo tipo y muy concretamente con las niñas, niños y adolescentes que requieren una atención e intervención específica en la familia, la escuela y el barrio. Es una asesoría que se da para atender específicamente los problemas de socialización de estos sujetos.

El hecho es construir con los sujetos de la intervención y con los otros profesionales las alternativas más creativas y eficaces para minimizar los efectos de la exclusión, la marginación y el estigma que las dinámicas de nuestra sociedad imponen en los sujetos.

Tal como lo argumentan otras disciplinas, los Pedagogos Reeducadores sabemos que nunca es suficiente evaluar o diagnosticar a una persona solamente siguiendo normas y esquemas ya señalados o peor aún con la guía de rotulaciones. Para comprender, intervenir y orientar un trabajo pedagógico reeducativo-terapéutico es necesario siempre comprender la forma cognitiva de la persona, su forma particular de asumir y entender el mundo, observando con toda calma cual es su potencial y cuáles son las condiciones más

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apropiadas para que él logre aprender de forma independiente y creativa, esto es lo que venimos estudiando y desarrollando a lo largo de estos años de reflexión y resignificación de la profesión.

Sabemos que los procesos de socialización son complejos dado que se trata de la vida de seres humanos en su entorno no siempre natural y ello dice todo sobre un ser en la naturaleza, un organismo que es pura complejidad, no hay una sola disciplina que pueda dar cuenta de comprenderlo integralmente, debido a esto es que tenemos todos los profesionales la opción y la obligación de buscar las posibles respuestas junto a otras disciplinas.

Es inadmisible que se siga hablando de inadaptación o de rehabilitación social, como si los niños, niñas y adolescentes no fueran quienes mejor se adaptan a toda circunstancia; inclusive las más abyectas, o como si estos sujetos fueran enfermos sociales porque una categoría académica y social así los nombra, no parece igualmente conveniente seguir hablando de resocialización como si la inminente necesidad con las personas a quienes atendemos e intervenimos fuera readaptarlos convenientemente a los corruptos e inhumanos patrones sociales que se siguen defendiendo aún con la comprobada decadencia irremisible de los mismos.

Es evidente que no existen personas que por naturaleza no sean aptas para aprender algo, porque aprender es para todos, esto nos fortalece en el convencimiento de no conformarnos con diagnósticos que rotulen a las personas; por el contrario creemos firmemente que todo ser humano puede aprender y que si alguien perdió por cualquier circunstancia ese anhelo, la principal meta de esta pedagogía es devolverle a la persona ese gusto por saber, aprender por otra parte es una condición para la humanización, cuando se aprende se puede interpretar y modificar la realidad, por eso al aprender nos tornamos independientes y ejercemos plenamente la ciudadanía.

¿Qué es lo que en la práctica hace hoy un Pedagogo Reeducador? ¿Cómo es que este profesional trabaja? ¿Cuáles son las metas y el trabajo propio de este profesional? ¿Cómo lo hacemos?

Partimos de la observación de las acciones de los sujetos, formulamos hipótesis, ofrecemos oportunidades para que haya alguna condición de formación y aprendizaje durante el proceso de diagnóstico y evaluación, indagamos sobre la forma cognitiva, procuramos devolver el sentimiento de competencias y capacidades durante el proceso de atención e intervención, el objetivo en todo el proceso es levantar el estigma, los rótulos y señalamientos a los niños, niñas y adolescentes, ellos no son bandidos o criminales, no son drogadictos incorregibles o piltrafas de la sociedad. Lo que si entendemos es que tienen como todos nosotros dificultades y que no han sabido

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tramitarlas para armonizarse consigo mismos y con el socius, por ello nuestra lectura de ellas, nuestra interpretación y desciframiento de las conductas no es lineal.

La Pedagogía Amigoniana nos ha ido mostrando que el abordaje de todas estas cuestiones tiene que ser transdisciplinar dado que las relaciones de causa y efecto motivan continuamente al cuestionamiento, la relación del sujeto con su proceso de socialización es comprendida en su complejidad, por lo tanto no existen respuestas prefabricadas. Cada realidad es analizada dentro del sistema que la comporta.

Cuando un niño, niña o adolescente en su nivel de inteligencia se niega a interesarse por su propia vida, por descubrir y reconocer otras posibilidades, por resignificar su propia existencia y por valorar sus propias potencialidades la cuestión es grave, pues esta posición lo coloca como diferente a los demás niños y adolescentes y él mismo se percibe y los demás lo ven como un incompetente y como un perezoso. Entonces ¿Qué hacer? ¿Cómo ayudarle a transformar esa posición? No es sencillo ayudarle a alguien a cambiar de posición frente a la vida, es una tarea ardua, difícil, compleja y de constancia.

El Pedagogo Reeducador es el profesional que tiene las habilidades y el conocimiento para lograr a partir de una actividad aparentemente sencilla, hacer una lectura que abarque lo más ampliamente posible todos y cada uno de los pormenores del proceso de socialización de la persona, así como de su relación con el saber y con los procesos de aprendizaje social, cada acción del sujeto por simple que parezca es una manifestación de su capacidad y de su deseo por descubrir nuevas cosas y por aprender otras formas de relación; es decir es un movimiento de cambio, de alguna forma es querer salir de la invisibilidad y tornarse público, con lo cual puede estar requiriendo la orientación necesaria para entender la ley y la norma, a partir de aquí el Pedagogo puede sacar todo el provecho que le otorga esa disposición tal vez muy simple, en este sentido es necesario que el profesional lea el contexto en el que se están moviendo en esta relación pedagógico-terapéutica y tenga en cuenta todos y cada uno de los mínimos indicios de cambio a partir del reconocimiento del otro, de tal manera que el sujeto comience también a reconocerse en la intervención para que se dé la oportunidad de reconstruir su propia autoimagen, lo que hará a partir de las experiencias vividas y del interés en auto producirse (en una función autopoiética) cambiando para poder integrarse a los otros.

La práctica cotidiana a través de la interacción y acompañamiento continuo de las personas en los grupos (Pedagogía Amigoniana, Pedagogía del Acompañamiento, Pedagogía del Amor y en otros entornos llamada Pedagogía de la Presencia) nos permite comprender mejor las cuestiones relacionadas con los procesos de enseñanza-aprendizaje no solo en la escuela formal sino y fundamentalmente en los procesos de interacción social entre los iguales y con las figuras adultas que validan un ejercicio de la autoridad auténtico y verás, que autoriza a cada quien a ser lo que desea y sabe en el

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mismo acto pedagogizar cada actitud al entender que se aprende mucho con el testimonio y la conversa con los niños, niñas y adolescentes infractores de la ley o que están en un alto riesgo de perder su lugar como niños.

Toda educación varía siempre en función de una concepción de la vida, reflexionando en cada época la filosofía predominante, que es determinada por la estructura de la sociedad, es evidente que los pedagogos tienen opiniones diferentes sobre la concepción del mundo que es más conveniente adoptar, para orientar al niño respecto a lo que es necesario tener en cuenta como cualidad socialmente útil.

En este sentido los Pedagogos Reeducadores tenemos que estar en la capacidad; entre otras de planear y coordinar la implementación y funcionamiento de la orientación educativa a nivel de la escuela y de la comunidad, planear la implementación y el funcionamiento del servicio de orientación vocacional del estudiante, contribuir al diseño e implementación de políticas públicas del orden internacional, nacional, departamental y municipal, asesorar, orientar y activar las iniciativas de apoyo a los niños, niñas y adolescentes por parte de las entidades públicas y privadas, empresas y organizaciones que requieren diagnósticos, informes e interpretación de los contextos, los intereses, las habilidades y las aptitudes de estas poblaciones, sistematizar el proceso de acompañamiento de los que son remitidos a otros profesionales cuando exigen por sus condiciones atención especial, administrar la disciplina y organización institucional, además de todas las funciones específicas del trabajo reeducativo y terapéutico.

Los Pedagogos, tenemos definiciones precisas sobre nuestra actividad y nuestro papel en la sociedad. Por educación entendemos, antes que nada la influencia intencional y sistemática sobre el ser infantil, adolescente y juvenil, con el propósito de formarlo y ayudar en su desarrollo, pero significa también la acción general y amplia de una sociedad sobre las generaciones jóvenes con el fin de conservar y transmitir la existencia colectiva. Es así como la educación se convierte en parte integral y especial de la vida del hombre y de la sociedad porque existe desde cuando viven los seres humanos sobre la tierra.

Los Pedagogos llamamos a la pedagogía; la reflexión sistemática sobre la educación, la pedagogía es la ciencia de la educación, es por ella que la acción educativa adquiere unidad y altura. La educación sin pedagogía, sin reflexión metódica se convierte en pura actividad mecánica, en mera rutina. La pedagogía es entonces una de las ciencias del espíritu y está así íntimamente relacionada con la filosofía, la psicología, la sociología, la antropología y otras disciplinas, y puesto que no depende de ellas es que es una ciencia autónoma. La educación y la pedagogía son como la práctica para la teoría, la realidad para el ideal, la experiencia para el pensamiento, no como actividades independientes, pero si fundidas en una unidad indivisible, como la cara y cruz de la moneda.

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La pedagogía tuvo su origen en Grecia, en donde primero se comenzó a meditar sobre la educación, el propio término surgió en Grecia y lo mismo ocurrió con las ideas pedagógicas. Sus principales representantes, los sofistas fueron los primeros profesores, los primeros educadores profesionales conscientes de la historia, entre ellos sabemos de Protágoras, Trasímaco, Górgias e Hípias. Después vinieron los filósofos Sócrates, Platón, Isócrates y Aristóteles.

A partir de aquí la historia de la pedagogía avanza en el tiempo hasta nuestros días, pasando por figuras exponenciales y por las más expresivas poblaciones y civilizaciones, desde los pueblos primitivos a los chinos, los hindúes, egipcios, hebreos, espartanos, atenienses, helénicos, llegando hasta la era cristiana primitiva, la era medieval, y luego la época de la educación humanística religiosa católica y la reforma protestante. Con los aportes de Comenio y Fenelón en el siglo XVI, y con Condilat, Diderot, Helvetius, Rousseau, en el siglo XVII, hasta arribar a una pedagogía idealista en el siglo XIX con Hegel, Schleimacher, Goethe, Froebel, Herbart.

No podemos olvidarnos de esos instantes de la pedagogía, que sirvieron de parámetros para la educación en el siglo XIX y de la pedagogía contemporánea, que nunca ha dejado de ser pedagogía, todas las transformaciones, todos los cambios han servido para aumentar la capacidad pedagógica de la educación.

Una ciencia no se forma sin métodos y sin un carácter cultural propio, sin una estructura social independiente y una orientación política autónoma, tiene que tener un rostro, una fisonomía, un perfil propio.

La pedagogía psicológica es producto de nuestro tiempo, antes se realizaban importantes observaciones psicológicas sobre el desarrollo del niño, basta recordar por ejemplo a Vives y a Rousseau, sin embargo el estudio sistemático de la infancia y la aplicación de esos estudios a la educación sólo iniciaron al final del último siglo y al comienzo de este. Al analizar las incursiones de la psicología infantil pura, esto es sin la relación de esta con la educación y limitándonos a la pedagogía psicológica, podemos distinguir varias direcciones; como por ejemplo la psicología experimental.

Edouard Claparede, representa como pocos la tendencia psicológica en la pedagogía, fue él quien creó el instituto Jean Jacques Rousseau, hoy convertido en la Universidad de Ginebra. Y el también es el creador de la pedagogía funcional y del libro “Psicología del niño y pedagogía experimental”. Jean Piaget, fue su alumno, así como Alfred Adler, que representa la psicología individual. La pedagogía de Adler es especialmente interesante para la educación de los niños y adolescentes difíciles y con problemas. Su obra pedagógica más importante es “La psicología individual y la escuela”.

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Podríamos citar numerosos psicólogos que desarrollaron trabajos en beneficio de la pedagogía, como Ernert Meumann, que ocupa un lugar aparte como el más destacado representante de la Pedagogía Experimental; Robert R. Rusk, profesor de la Universidad de Glasgow; Th Simos, colaborador de A. Binet en la creación de la escala métrica de la inteligencia, y F. N Freeman, profesor norteamericano.

Pedagógicamente un profesional de la educación, sea del área que sea, tiene que establecer continuamente la relación entre teoría y práctica; estudiar la sociedad sobre el ángulo de sus procesos educativos. Todos tenemos claro que desde los primeros momentos de su vida, el hombre está sometido al aprendizaje de comportamientos, hábitos y valores que un grupo social o la sociedad como un todo, define como correctos, buenos, deseables y viables, esto es la socialización que el educador no puede desconocer.

Es necesario que el educador conozca también las contribuciones cognitivas de la psicología institucional, las teorías del desarrollo cognitivo, la fase sensorio-motora, preoperacional, operacional concreta, formal, la estructura de la materia, el currículo, la retención y la transferencia y los aspectos afectivos, teniendo en consideración que el aprendizaje y la motivación son factores inseparables. Para cada clase de comportamiento existe un tipo de aprendizaje o condicionamiento, y nosotros los pedagogos y los psicólogos tenemos la obligación de formarnos permanentemente en las técnicas, teorías y conceptos que nos permitan dar cuenta de ello.

Algunos niños, niñas, adolescentes y jóvenes, que estudian, que están vinculados a la educación formal presentan dificultades en su proceso de socialización, estas dificultades son llamadas muchas veces inadaptación social, nosotros preferimos llamarlas objeciones sociales o incluso objeciones a la ley. Esas situaciones evidencian muchas veces dificultades cognitivas y también dificultades psíquicas, emocionales y afectivas. Por ejemplo muchos niños o adolescentes presentan dificultades cognitivas en alguna área específica del conocimiento y al mismo tiempo sienten miedo de enfrentar el espacio social organizado para su desempeño o por lo menos miedo de arriesgar sus saberes, sus conocimientos.

Trabajar con este tipo de sujetos implica investigar y reflexionar sobre como las dificultades han sido producidas y además sobre las estrategias que fueron utilizadas para tratar con esos niños, niñas y adolescentes, antes de llegar a nuestras manos, sobre las hipótesis que en torno a esos sujetos se tejen, que hizo que ellos actuaran de una u otra forma. Por tanto, es necesario saber cuál es la forma de vivir, de pensar, como es su funcionamiento psíquico. Existen sufrimientos psíquicos que interfieren en todos los procesos de socialización y en los procesos de enseñanza-aprendizaje, así como hay procesos de enseñanza-aprendizaje que inciden en el funcionamiento psíquico, pero esa

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incidencia no es directa. Muchas personas viven problemas emocionales muy serios y no por eso sus actitudes sociales o sus producciones escolares y profesionales son peores, por el contrario, en muchos casos, la capacidad para aprender y producir fortalece su yo y el sujeto sale avante en las cosas de la vida, estudiar estos encuentros entre el proceso de enseñanza-aprendizaje y el funcionamiento psíquico en los cuales algo hace paralizar la producción de conocimiento de esos niños y adolescentes ha sido la actividad de los educadores y los psicólogos.

Cuando los niños, niñas y adolescentes con problemas de conducta son enviados a los profesionales especializados, para que estos realicen una evaluación sobre lo que ha pasado, cabe al menos indagar como esas quejas que han producido la remisión han sido generadas al interior del proceso de socialización. Muchos educadores, conscientes de los factores emocionales y afectivos que acompañan a estos niños y adolescentes, crean actividades para fortalecerles. Muchos psicólogos, conscientes de que las quejas fueron producidas al interior de los procesos de socialización, buscan características de estos procesos que pudieron haber interferido en la producción del síntoma, esto es consideran el día a día para indagar como las dificultades fueron producidas, trabajando en compañía con los educadores.

Las realidades sociales y escolares a las que nos enfrentamos se componen de niñas, niños y adolescentes con serios problemas de socialización y de aprendizaje, son sujetos muy pobres, marginados, excluidos y estigmatizados, cuyos padres y profesores no tienen tiempo para reflexionar sobre las situaciones dramáticas que viven, no tienen la preparación suficiente y adecuada para orientar y viven precarias condiciones de trabajo, por lo tanto no alcanzan a reflexionar, programar y estudiar sus actividades cotidianas colectivamente, por ello un profesional especializado como el pedagogo Reeducador necesita ver y conocer al niño, niña y adolescente en esta realidad para saber qué es lo que ha producido la queja.

Muchas veces nos encontramos con profesores muy preocupados e inquietos con el hecho de que los chicos rechazan la realización de las actividades y tareas que se les proponen y además se tornan agresivos con sus compañeros y las figuras de autoridad en la institución, acercándonos en la práctica y la charla con esos profesores se descubre que muchos de ellos no se sienten libres para generar prácticas innovadoras en los salones de clase o en general en los espacios institucionales, dado que existe un ambiente de recelo y competencia entre el grupo de adultos. Los que tienen que hacerse cargo de los grupos más difíciles casi nunca escogen eso, por lo general ninguno quiere semejante trabajo porque estos son conformados con los chicos más difíciles, con los que más problemas de comportamiento y rendimiento presentan; es decir que se trata de un lugar y un ambiente verdaderamente poco confortable. Es claro entonces que existen

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muchas cuestiones institucionales que tienen que ser trabajadas, puesto que los niños y muchachos asignados a estos grupos, se convierten además en el resultado de un funcionamiento en el cual el hecho de participar de un grupo diferente para muchachos con problemas produce en ellos mismos incapacidad para la socialización, en definitiva a estos se les refuerza el estigma y la inclusión que en sus entornos sociales han sufrido.

El hecho de no existir espacios para la reflexión de los casos en el grupo de los profesores, refuerza la discriminación. Nuestra intervención entonces se orienta a atender esos procedimientos que se vuelven cotidianos y que son la queja constante, el objetivo es indagar siempre y trabajar con las causas de las problemáticas presentes, en otras situaciones existe la necesidad de trabajar con los niños, niñas y adolescentes que han incorporado a su forma de ser las identidades que se les han impuesto y que por lo tanto se sienten incapaces o se tornan incapaces de restituir su propia identidad, su forma primigenia de ser, resulta interesante constatar que la gran mayoría de los muchachos que son sujetos de estos señalamientos, no revelan las actitudes y dificultades contenidas en las quejas que los adultos colocan de ellos, son personas que tienen una gran cantidad de potencialidades que ellos mismos ignoran o han aprendido a ignorar, por eso centramos la mirada en esos sujetos y evidenciamos que se les adjudica una culpa, cuando la verdad es que son víctimas de un sistema social, familiar y escolar que acostumbra a “patologizar” y categorizar las diferencias.

La historia familiar, social y escolar de estos sujetos está atravesada muy comúnmente por los fracasos, por ello se tornan incapaces de asumir lo que los adultos esperan de ellos y es muy difícil pasar impunemente por una historia en la cual un adolescente de quince años, ha experimentado un sinnúmero de instituciones de disciplinamiento, a ellos se les piensa como personas con problemas de entendimiento y de ineptitud social, sufren más de lo que en apariencia se ve y necesitan participar de un trabajo en el que se orienten a intensificar relaciones significativas con adultos válidos, que se preocupen con ellos en indagar como es que esa falta en lo social fue producida, como se produjo ese “no saber”, vivir en comunidad.

Pero también existen los niños, niñas y adolescentes que viven en condiciones muy buenas, en terrenos muy aptos para una buena socialización, bien atendidos y bien queridos; pero en los que algo está paralizando su proceso de socialización, entonces es necesario realizar un trabajo con esos muchachos, con sus padres y profesores, en el sentido de producir ideas para romper la producción de la queja.

Como puede evidenciarse, existe una especialidad en el trabajo interdisciplinario agenciado a través de la propuesta de la pedagogía reeducativa, que consiste en preguntarnos entre las cuestiones cognitivas y los fenómenos psíquicos que hacen parte de la producción de la queja y es importante resaltar que tanto las cuestiones cognitivas

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como los fenómenos psíquicos son producidos en la historia social. Por eso, la capacidad cognitiva de un niño siempre tendrá relación con el sistema educativo y de enseñanza. Los fenómenos psicológicos siempre serán producidos y engendrados en una historia social. Son constituidos en las relaciones. Por ejemplo, existen profesores que consideran ciertas actitudes como rebeldía. Otros profesores consideran las mismas actitudes como curiosidad. En cierto territorio, ciertas actitudes son transformadas en rebeldía; en otros en curiosidad.

No es nada fácil nuestro objeto de estudio y de trabajo y este tipo de objeto, que es una producción de un cierto fenómeno engendrado en un funcionamiento social, también se da a conocer en otros encuentros de la psicología con otras áreas. Los síntomas psicosomáticos han sido fenómenos que atraviesan la psicología y la medicina. Las patologías en el proceso de socialización, así como en los de enseñanza-aprendizaje cruzan tanto a la pedagogía como a la psicología, tal vez como la locura atraviesa las artes, la psicología, la medicina, la sociología y a otras ciencias.

Los síntomas con los que nos encontramos en nuestra sociedad han merecido acciones y actitudes específicas, esos síntomas varían de época a época, con lo cual se necesita que otros estudios de nuestras ciencias se vuelquen hacia los mismos a fin de indagar la mejor forma de atenderlos.

Considerando que los problemas en el proceso de enseñanza-aprendizaje se refieren a cuestiones educativas y psicológicas, le corresponde a los educadores y a los psicólogos que trabajamos con esos problemas, especializarnos en las áreas de estudio de la psicología y de la educación con el fin de desarrollar formas de intervención a partir de la demanda de las quejas escolares.

Cuando pensamos en los productos reflexivos, si así se le puede llamar a un constructo teórico de alguna ciencia o disciplina; pensamos inmediatamente en el conocimiento que aportan quienes piensan sus prácticas, las reflexionan y las someten constantemente al escrutinio de sus interlocutores de las demás disciplinas e incluso de su mismo dominio epistemológico. Michel Serrer señalo que las ciencias exactas traen cultura, las ciencias humanas, sabiduría. Acentúa este mismo autor que no hay progreso sin utopías y que el progreso viene siempre del sueño de alguien. Este sueño o interés que consiste en que en algún momento dado se pueda reconocer suficientemente el trabajo del Pedagogo Reeducador implica un movimiento de dialogo con la pedagogía, con la psicología, con la antropología, con la sociología, con la política, con la sociedad y nos posibilita la manera de construir un pensamiento activo a través de las preguntas constantes que diariamente nos hacemos, por ejemplo: ¿Qué es la pedagogía reeducativa? ¿Qué son los Pedagogos Reeducadores?

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Para construir una ciencia, esta necesita desarrollar investigaciones sobre lo impensable, sobre lo impensado y lo pensable. Necesitamos muchos momentos y espacios para deconstruir representaciones sociales, mitos y mandatos que ocupan el lugar de lo no pensado. Sabemos que esta pedagogía reeducativa todavía no se ha construido ni siquiera como una disciplina, sin embargo esta área del conocimiento se da a conocer pensando y siendo pensada.

En la historia de la construcción del conocimiento, el pensamiento cartesiano se presentó en un lugar netamente positivista, en el cual el objetivo marca a la sociedad, inscribiendo registros cuantificados en nuestras mentes y en nuestros cuerpos. Y el tiempo de la existencia, de la linealidad y de la división. En ese contexto, la pedagogía se apropio del recorte de un molde objetivo para transmitir contenidos, valorizando la acumulación de conocimientos mediante la memorización de los hechos informados. La psicología por otra parte, indicó los lugares; por un lado del mundo interno, de lo psíquico, en el cual su esencia es el nivel de lo simbólico o afectivo, y por el otro, el de la tabula rasa, en el que el sujeto es moldeado por el medio ambiente.

Fernando Pessoa, en sus versos, sintetiza el proceso de cambio que ocurre en esa visión de pensar, integrando el poema a la fuerza de lo social, de lo político, de lo ideológico, de lo económico, cuando dice: “Me siento viviendo vidas, alojadas en mi incompletamente. Como si mi ser participara de todos los hombres”. Estamos hoy en un período en que prevalece la visión global de la realidad, contemplando la integración metafórica del mosaico, parte, todo, todo, parte. Participamos de un movimiento por la calidad, buscando el mejoramiento de los sujetos y de la sociedad y con ello el mejoramiento de la educación transversalizando la misma por diversos medios.

La pedagogía reeducativa trabaja en un espacio que propicia la intersección, encontrando las articulaciones necesarias entre inteligencia y deseo, relacionando estos con el organismo y el cuerpo. Trabajamos pues las relaciones entre sujeto pensante y sujeto deseante, que se incorporan en una persona, y está en una relación con otro. Así la educación y la formación emergen del pedagogo que se sitúa en el quicio de la institución reeducativa y terapéutica, abriéndose a lo nuevo y recibiendo la contribución de lo subjetivo. No para hacer por decir algo solamente psicoanálisis en la institución reeducativa, ni tampoco solamente psicología. Entender esa diferencia no significa colocarse en la posición de mejor o peor, pues se reconoce el valor de esos saberes para el sujeto y para la sociedad.

La pedagogía reeducativa enseña que el encuentro con las diferencias y el preguntar continuamente sobre ellas y sorprenderse con lo que se descubre, conmocionarse con la vida y el mundo, las vivencia del otro nos lleva a percibir que, para aprender es necesario discutir lo diferente en lo igual, y lo no conocido en lo conocido, requerimos abrir espacios

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para la duda, para la pregunta, permitiendo y aceptando la diferencia, que no significa lo contrario o la deficiencia, pero si la posibilidad de construirse como un ser pensante y pensador. Entendemos que querer ser igual a otro anula el deseo de aprender a vivir, de la misma manera que el buscar recetas ya viene acompañado de una orden dada al otro sobre lo que tiene que hacer, constituyéndose en un modelo listo y acabado. Para que exista aprendizaje es necesario que se dé una transformación en el pensamiento del otro, que se dé un proceso interno, inteligente de asimilación y acomodación. En ese movimiento, usamos hasta la agresividad para construir nuestro conocimiento, para hacer parte de nuestro cuerpo, de cada una de nuestras células. Del mismo modo, para pensar nuevas ideas o decir cosas nuevas tenemos que desarmar nuestras ideas hechas y combinar las piezas. Vemos entonces que al aprender se estructura al ámbito de lo cognitivo con la fuerza que viene de lo afectivo. Por lo tanto, la inteligencia es sometida al deseo, y la construcción se realiza en el inconsciente.

El Pedagogo Reeducador tiene que saber la diferencia que existe entre el psicólogo y el pedagogo, para recorrer ese camino, valorando su propia historia de formación inicial, evitando tomarla como una armadura rígida. Aprendemos cuando integramos espontáneamente de manera creativa y autónoma, mostrándonos autores de nuestros textos y contextos. ¿Sería ingenuo, romántico, infantil, utópico? Al principio, podríamos imaginar una solución fantasiosa. Sin embargo avanzamos con confianza, posibilitando y resignificando nuestras marcas, intentando construir un mañana deseado.

Trabajamos con el cuerpo, pues es ahí donde los conceptos se sitúan, en ese lugar del organismo atado, violentado y jugado. El ingeniero y el arquitecto construyen casas y edificios entre los límites de los muros. Entre los muros, en ese lugar vacio, y que habitamos las personas. Los Pedagogos Reeducadores trabajamos en ese “entre”, de las grietas, de los espacios, del sujeto con el fin de habitarlos con imágenes, palabras, recursos, llenándoles de sentido y con sentido. Surgen aquí necesidades de trabajo que comprometen a las personas, a lo social, a la cultura, a lo político, en lo que hemos de llamar una singularidad plural.

Alicia Fernández nos alerta que “la principal transmisión de la enseñanza se da a través de lo no dicho, de aquello que no está nombrado, que no está dicho. Los contenidos de la enseñanza están vinculados, atravesados, transversalizados por una serie de factores económicos, sociales, políticos, ideológicos; los cuales tienen un aspecto consciente y otro inconsciente”. El análisis de tales factores inconscientes nos abre un espacio de libertad humana, y en el espacio de la libertad humana, las posibilidades de la pedagogía reeducativa para el estudio y la intervención sobre esas determinaciones inconscientes que atraviesan los procesos de socialización, pueden abrir el inmenso espacio de la libertad y la creatividad.

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Estamos viviendo en una sociedad aquejada y confundida por el fracaso en la restauración y el mantenimiento sano y armónico del tejido social, los movimientos e iniciativas que se han propuesto para sanar esa herida social han tenido en general poco éxito. Es necesario entonces apropiarnos como Pedagogos Reeducadores, de un cuerpo teórico en que al pensar en nuevas alternativas, se puedan transformar las quejas en acciones que interactúen con lo cotidiano. Comprendemos que al pensar y pronunciar un discurso coherente con la realidad, reflexivo, doloroso, hecho con humildad y rigor, significa poder elaborar nuestra propia arrogancia y la de la sociedad, así como la prepotencia y la mentira; significa al fin de cuentas armonizar de forma integrada la teoría con la práctica, significa aplicar el discernimiento; hago lo que se, se lo que hago. O sea, hago como lo cuento y lo cuento como lo hago. Ese decir-hacer indica aprendizaje y osadía, de poder mostrar y guardar, de ejercer la privacidad y la intimidad, sin necesitar, de la forma enferma y patológica que implica esconder y/o exhibir.

Los Pedagogos Reeducadores contribuimos con la persona, con la sociedad, con la familia, con la educación, hablando del espacio de construcción de las alternativas en forma conjunta, mediante la enseñanza y el aprendizaje para la vida, entendemos que el profesional de esta ocupación es un educador de la palabra, del gesto, del ser y del vivir. Abrir los horizontes en esta dirección significa escucharse a sí mismo y al otro. En razón de estas actitudes el otro puede investigar, tener curiosidad, buscar, pesquisar, para que la verdad se instale. De esta forma hablar de los miedos, de las dudas, del coraje, de las dificultades, facilidades, dramas y alegrías es demostrar salud en el aprendizaje para la vida. Y es también la pedagogía reeducativa la que nos enseña el lugar del buen humor y de la alegría en el proceso de resignificación de la existencia.

En este lugar, muchas veces, somos mal interpretados cuando hablamos del espacio terapéutico, porque no es el lugar lo que valoramos, pero si la mirada, la escucha, el diálogo terapéutico, mediante el ejercicio de la palabra y en general de las prácticas lingüísticas, a través de la palabra del otro, en un intento de que este pueda aprender con la experiencia, su discurso indica su capacidad reflexiva, por medio de un discurso coherente con la realidad que vive, mostrando el vínculo privilegiado de la comprensión, la tolerancia y el respeto.

Nuestra área del conocimiento se complementa perfectamente con otros saberes y es por eso que queremos abrir con esta práctica disciplinaria, profesional otros horizontes, recorrer lugares y espacios no recorridos, sendas no caminadas, marginadas, excluidas y socializar nuestras intervenciones.

La realidad que estamos viviendo en la sociedad, en las familias y en las escuelas y colegios nos muestra la pertinencia de nuestra labor en estos tiempos, vemos que el tiempo es irreversible, el trae la marca de las horas que pasan, y así nos muestra que

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podemos colaborar con nuestro país que pide ayuda, es evidente que el tiempo no para, ya nos lo recuerda también la sabiduría bíblica cuando nos dice que hay tiempo para cada cosa, para todo hay un tiempo, pues entonces consideremos que este es nuestro tiempo.

Alfonso Romano Santana dice: “El que no escribió se silenció; el que no hizo se fue; el que no siente se enferma; el que no vive se muere”. Los promotores de esta pedagogía no queremos ni vamos a permitir que nuestras ideas mueran, porque queremos colaborar en la historia de la construcción de nuestro país y de una mejor sociedad, más digna y justa, conscientes que no vamos a resolver todos los problemas que nos aquejan, hemos de contribuir con lo que podamos, buscando en la cotidianidad, en nuestras vivencias y convivencias, dándole sentido de autoridad ciudadana a nuestros actos, en este sentido es necesario que nuestros conocimientos y nuestros saberes, pero ante todo nuestras vivencias circulen y con ellos la posibilidad de registrarlos para que sean siempre marcados por la coherencia y por la autoridad ciudadana, puesto que creemos con pleno convencimiento que una de las formas de salvarnos y liberarnos de la violencia es por medio de la formación y la educación del ser humano, que filtra los conocimientos y posibilita los saberes.

Este es uno de los siglos del conocimiento, el siglo de la información, por eso no se puede cercenar ni el estudio ni el conocimiento; es preciso preguntarnos ¿Cómo será la formación de los ciudadanos en este siglo? ¿La someteremos a que sea la misma del siglo pasado? ¿Qué apoyos son necesarios para ayudar a que los procesos de socialización de los sujetos sean más armónicos con las necesidades de nuestro tiempo, con los avatares de nuestras sociedades? ¿Será que la pedagogía reeducativa si puede ser un apoyo real?

La pedagogía reeducativa tiene una idea clara de lo que es una formación holística para el sujeto; mejor dicho una formación más integral del hombre, más aún entiende integralmente una preocupación mayor en esta época, en la que se inicia un nuevo siglo, con tantas dificultades de los seres humanos, con el bombardeo de la información y los conocimientos, es necesario cuestionarnos si en este escenario múltiple el sujeto tal vez tenga más facilidades en el aprendizaje o por el contrario todo se le dificulte mucho más.

En este sentido es importante saber el límite entre pedagogía, psicología y sociología; la pedagogía reeducativa es una disciplina que relaciona la enseñanza con el aprendizaje, trabaja principalmente con la capacidad del ser humano de transformarse, por ello es una materia que exige permanentemente del estudio profundo y fundamentalmente de la práctica profesional de muchos años, es improbable que cualquier profesional de las ciencias o disciplinas que se dedican a estudiar e intervenir los comportamientos humanos a nivel individual o colectivo, que recién egresa de los espacios universitarios-

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académicos sea capaz de entender la relación enseñanza-aprendizaje y fundamentalmente de reconocer su propio error para aceptar el del otro.

Normalmente los modelos de educación en prácticamente todos los países del mundo le apuntan a querer hacer del otro un espejo de sí mismo; pues bien justamente la Pedagogía Reeducativa propone respetar la construcción del otro, sin necesidad que el Pedagogo Reeducador ocupe o usurpe el lugar de otro profesional, más bien desarrolla la capacidad de interlocutar en un ejercicio interdisciplinario continuo.

Nuestro quehacer es ante todo una actitud de vida, hace parte de una filosofía de la existencia, que se centra siempre en creer en la posibilidad de recuperación del ser humano, y que constituimos en un compendio de estrategias y actividades desarrolladas a través de técnicas que ante todo buscan la resignificación interna del sujeto; es decir una aventura conjunta por el mundo interno del otro de la intervención, obviamente con su autorización que le permita a él y al adulto en la relación de ayuda buscar y/o generar las alternativas más precisas para lograr una vida digna y buena; es decir procurar una confrontación consigo mismo y en relación con la norma social, a fin de potenciar integralmente su autonomía para optar por lo que desea en el entorno en el que vive, esto porque tenemos consciencia, como un día dijo algún buen maestro que “la verdadera socialización, no es una aceptación dócil, un compromiso sin exigencias o una asimilación sin grandeza. Ella es una posibilidad humana que se desarrolla en la dirección de la persona equilibrada y del ciudadano pleno”.

Para terminar esta reflexión es pertinente citar un pensamiento de ese gran maestro de la pedagogía de la presencia que es Antonio Carlos Gomes da Costa cuando dice: “Solamente una sociedad que aprende a tratar con respeto y dignidad a aquellos a los que considera peores, podrá un día respetar integralmente a todos sus ciudadanos”. Un pensamiento absolutamente esclarecedor en nuestro tiempo para quienes seguimos creyendo en la bondad natural de todas las personas.

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