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La libertad y la ineficacia de la coerción y la razón. Primero, es un absurdo filosófico hablar de la libertad como un estado en donde cualquiera pueda hacer lo que le venga en gana, ya que la existencia de un orden es el principio para que haya una efectiva libertad como lo argumenta Darío Botero Uribe, pues el caos se perfila a volverse un orden como lo precisa Illia Prigogine, es decir, que el principio no es orden sino el caos. Por otra parte la libertad bajo ciertos casos de aparente caos constituye una de las consecuencias catastróficas de la aplicación en la práctica del spencerismo social, el cual en variadas ocasiones es mal llamado “darwinismo social”. Lo anterior condiciona y sustenta una confusión de las elaboraciones epistemológicas de las ciencias naturales y las ciencias sociales, ya que el avance real de Charles Darwin no consiste en la aplicación de su teoría en las relaciones sociales, sino en materia de la investigación de la biología. Por el contrario el fin de Spencer fue involucrar la selección natural con la teoría social de la evolución y el desarrollo, lo cual dio paso a sustentar (en gran medida) los postulados del nazismo, fascismo y neoliberalismo. En cuanto a lo último cabe destacar la influencia de la consolidada escuela de Chicago. La libertad basada en la economía y la política liberal es el sustento de apoyo de las democracias liberales actuales, las cuales no toman en cuenta la liberación del individuo en sí mismo, sino desde la esfera de la coerción, lo cual garantiza la existencia de unos límites establecidos y reconocidos obligadamente por las personas frente al miedo de perder sus propias vidas, por ende se puede decir que la libertad del Estado liberal restringe el derecho que pienso junto con otros, a “la realización humana”, lo cual lo esboza Kant cuando se refiere a la iluminación del individuo en donde se destacan tres cualidades a desarrollar:

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La libertad y la ineficacia de la coerción y la razón.

Primero, es un absurdo filosófico hablar de la libertad como un estado en donde cualquiera pueda hacer lo que le venga en gana, ya que la existencia de un orden es el principio para que haya una efectiva libertad como lo argumenta Darío Botero Uribe, pues el caos se perfila a volverse un orden como lo precisa Illia Prigogine, es decir, que el principio no es orden sino el caos.

Por otra parte la libertad bajo ciertos casos de aparente caos constituye una de las consecuencias catastróficas de la aplicación en la práctica del spencerismo social, el cual en variadas ocasiones es mal llamado “darwinismo social”. Lo anterior condiciona y sustenta una confusión de las elaboraciones epistemológicas de las ciencias naturales y las ciencias sociales, ya que el avance real de Charles Darwin no consiste en la aplicación de su teoría en las relaciones sociales, sino en materia de la investigación de la biología. Por el contrario el fin de Spencer fue involucrar la selección natural con la teoría social de la evolución y el desarrollo, lo cual dio paso a sustentar (en gran medida) los postulados del nazismo, fascismo y neoliberalismo. En cuanto a lo último cabe destacar la influencia de la consolidada escuela de Chicago.

La libertad basada en la economía y la política liberal es el sustento de apoyo de las democracias liberales actuales, las cuales no toman en cuenta la liberación del individuo en sí mismo, sino desde la esfera de la coerción, lo cual garantiza la existencia de unos límites establecidos y reconocidos obligadamente por las personas frente al miedo de perder sus propias vidas, por ende se puede decir que la libertad del Estado liberal restringe el derecho que pienso junto con otros, a “la realización humana”, lo cual lo esboza Kant cuando se refiere a la iluminación del individuo en donde se destacan tres cualidades a desarrollar:

1) Pensar por si mismo2) Pensar en el lugar de otros3) Llevar la verdad hasta sus últimas consecuencias.

El anarquismo plantea la necesidad de abolir al Estado, sin embargo esa idea no ha sido sustentada de una manera sistemática y con objetivos claros, simplemente piensa en la aniquilación de toda forma de autoridad, ya que el individuo puede llegar a ser capaz de actuar de una manera “racional”. No obstante es apremiante referirse a la complejidad que cierne el estudio del individuo, pues la simple razón busca explicar la exterioridad de los fenómenos, más no se refiere al intento de conocer al individuo mismo, es decir, a conocerse en su interioridad.

En consecuencia preliminar, la libertad debe estar entendida bajo un orden y bajo la necesidad de reflexionar desde la interioridad del individuo que engloba complejidades que la razón en ciertos casos no puede llegar a comprender.

Bogotá 23 de noviembre