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[pp 94 - 138 / ISSN en trámite / REVISTAS ESPECIALIZADA 94 La literatura mundial como provocación de los estudios literarios por Marcelo Topuzian (UBA - CONICET) 1 Dos son, principalmente, las vías que hoy se abren para quien se dedique a pensar las condiciones teóricas, metodológicas e incluso epistemológicas de un posible estudio mundial, global, trans- o posnacional de la literatura. En primer lugar, todo parece orientarse a la legitimación teórica de una serie de transformaciones institucionales de hecho –inminentes, si no ya realizadas– de los marcos académicos para el estudio de la literatura, vinculadas con la disminución del número de espacios disciplinares específicos dedicados a ella, y consecuencia de las políticas de racionalización de las humanidades universitarias. La literatura mundial se convierte, por esta vía, en oportuno marco conceptual de una revisión de las segmentaciones institucionales todavía vigentes de los estudios literarios a partir de su ‘desespecificación’, tanto espacial o geográfica como temporal o epocal, pero también teórica y epistemológica. La compartimentación basada en la lengua parece gozar de mejor salud, aunque la reflexión sobre ella como material privilegiado de la literatura, más o menos constitutiva de la tarea de los estudios literarios durante el siglo XX, tienda a ceder hoy su lugar a otras motivaciones de carácter pedagógico, como las ligadas con el desarrollo de competencias verbales y culturales avanzadas en alguna lengua determinada. Pero, por otro lado, también es posible aprovechar la –a veces, es cierto, bastante módica– conmoción que supone esta ‘mundialización’ para un conjunto de prácticas y aparatos conceptuales –como el de los estudios literarios contemporáneos– poco inclinado a correr riesgos en un contexto de crisis generalizada de las humanidades como el aquí presentado, con el objeto de cuestionar algunos lugares comunes en la formación actual de los 1 Doctor en Letras de la Universidad de Buenos Aires. Investigador de CONICET y profesor Asociado de la cátedra de Literatura Española III de la misma Universidad. Allí también enseñó teoría literaria. Recientemente publicó Sujeto, autor y escritor en el eclipse de la teoría, las apostillas a ¿Puede hablar el subalterno? de Gayatri Chakravorty Spivak y un trabajo sobre los best-sellers de Arturo Pérez-Reverte en la publicación colectiva Dialectos de la memoria.

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    La literatura mundial como provocacin de los estudios literarios

    por Marcelo Topuzian (UBA - CONICET)1

    Dos son, principalmente, las vas que hoy se abren para quien se

    dedique a pensar las condiciones tericas, metodolgicas e incluso

    epistemolgicas de un posible estudio mundial, global, trans- o posnacional de

    la literatura. En primer lugar, todo parece orientarse a la legitimacin terica de

    una serie de transformaciones institucionales de hecho inminentes, si no ya

    realizadas de los marcos acadmicos para el estudio de la literatura,

    vinculadas con la disminucin del nmero de espacios disciplinares

    especficos dedicados a ella, y consecuencia de las polticas de

    racionalizacin de las humanidades universitarias. La literatura mundial se

    convierte, por esta va, en oportuno marco conceptual de una revisin de las

    segmentaciones institucionales todava vigentes de los estudios literarios a

    partir de su desespecificacin, tanto espacial o geogrfica como temporal o

    epocal, pero tambin terica y epistemolgica. La compartimentacin basada

    en la lengua parece gozar de mejor salud, aunque la reflexin sobre ella como

    material privilegiado de la literatura, ms o menos constitutiva de la tarea de

    los estudios literarios durante el siglo XX, tienda a ceder hoy su lugar a otras

    motivaciones de carcter pedaggico, como las ligadas con el desarrollo de

    competencias verbales y culturales avanzadas en alguna lengua determinada.

    Pero, por otro lado, tambin es posible aprovechar la a veces, es cierto,

    bastante mdica conmocin que supone esta mundializacin para un

    conjunto de prcticas y aparatos conceptuales como el de los estudios

    literarios contemporneos poco inclinado a correr riesgos en un contexto de

    crisis generalizada de las humanidades como el aqu presentado, con el objeto

    de cuestionar algunos lugares comunes en la formacin actual de los 1 Doctor en Letras de la Universidad de Buenos Aires. Investigador de CONICET y profesor Asociado de la ctedra de Literatura Espaola III de la misma Universidad. All tambin ense teora literaria. Recientemente public Sujeto, autor y escritor en el eclipse de la teora, las apostillas a Puede hablar el subalterno? de Gayatri Chakravorty Spivak y un trabajo sobre los best-sellers de Arturo Prez-Reverte en la publicacin colectiva Dialectos de la memoria.

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    investigadores literarios. Sin embargo, si bien nos encontramos a las puertas

    de cambios disciplinares importantes, su motivacin no parece provenir de un

    despliegue inmanente de las contradicciones internas de los estudios literarios

    tal como hoy se practican digamos, de los impasses en que los dej, a fines

    de la dcada del 80 del siglo pasado, el eclipse de la teora (TOPUZIAN, 2010),

    sino de la lgica de la cada vez ms completa incorporacin de los estudios

    superiores al mercado del trabajo inmaterial (LAZZARATO, 1996; NEGRI Y

    HARDT, 2000: 289-294). Por esto, quizs sea ms saludable no dejarse llevar

    por conclusiones aceleradas sobre la naturaleza por venir de la prctica de la

    investigacin y la docencia en literatura, sino ms bien apuntar, con un nimo

    especulativo ms etreo o ldico, a simplemente habilitar una

    desnaturalizacin, de otro modo cada vez menos habitual, de las

    presuposiciones comunes en el trabajo actual de investigadores y docentes,

    especialmente en relacin con el paradigma de investigacin todava

    dominante, que es el de lo que denominamos historiografa de las literaturas

    nacionales.

    Ms all de la cultura nacional Los historiadores se han encargado de hacer la genealoga de los relatos

    progresivos de las nacionalidades modernas y han explorado la lgica

    econmica, social y cultural de la distribucin a escala internacional de centros

    y periferias territoriales (FERNNDEZ BRAVO, 2000; HOBSBAWM, 1983;

    ANDERSON, 1993; WALLERSTEIN, 1979). Ms recientemente, varios autores,

    desde la antropologa (APPADURAI, 2001; HANNERZ, 1996), la sociologa (HELD,

    2012), la filosofa (Nancy, 2003; APPIAH, 2007) y la teora poltica (HABERMAS,

    2000; BENHABIB, 2006) han puesto fecha de caducidad, ms o menos cercana

    segn los casos, al estado-nacin, para iluminar los aspectos globales,

    mundiales o transnacionales de la cultura contempornea. La teora

    poscolonial cumpli tambin, sin dudas, en los aos 80 y 90, un papel

    importante, ms especfico, en la relativizacin de la exclusividad nacional de

    la enseanza y la investigacin occidentales en literatura (BHABHA, 1994;

    CHAKRAVORTY SPIVAK, 1988, 1999, 2011; SAID, 1979, 1996, 2004). Por esto

    mismo fue objeto de crticas de defensores de la vigencia de los enfoques

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    nacionales (SAN JUAN, 1999), y tambin por lo que se percibi como una

    deficiente atencin a la categora de clase (AHMAD, 1992).

    El desarrollo, en los siglos XIX y XX, de estados nacionales capaces de

    intervenir como tales en la reproduccin social de los individuos (en la familia,

    en la salud pblica, en la educacin y en el orden general de la vida civil) es lo

    que termina de definir a la poblacin como ciudadana de una nacin. Hay un

    aparato, ms o menos estatal o paraestatal, de prcticas cotidianas que se

    orientan a la nacionalizacin de los individuos, ligado fundamentalmente con la

    educacin formal. La nacionalizacin se revel, en el contexto de la

    constitucin de los estados burgueses, como mejor organizadora de los

    procesos primarios en trminos de amor, odio y estructuracin bsica del

    psiquismo, es decir, de las autorrepresentaciones, de las imgenes del yo

    que la idea abstracta de ciudadana. Este verdadero suplemento de la

    formalidad supuesta por la institucin poltica del Estado se termin mostrando

    como constitutivo. Una particular excepcin subyace, as, el sistema simblico

    de la organizacin poltica del Estado liberal moderno de derecho. tienne

    Balibar (1997: 129-130) destaca, en este sentido, la afinidad del sentimiento

    nacional con el religioso, al que en cierta forma sustituye como modo de

    condensacin e identificacin social. Esto hace que, para Benedict Anderson

    (1993: 23) sea ms pertinente estudiar el nacionalismo de manera

    antropolgica que como una ideologa poltica ms. El modo en que la idea de

    nacin nos interpela como individuos es tan crucial que se inmiscuye en la

    constitucin misma de nuestra subjetividad, es decir, en algo que incluso se

    sustrae a la posibilidad de elaboracin simblica ulterior. Es un asunto de goce

    que pretende colmar el vaco y la alienacin que implica todo proceso de

    subjetivacin. El papel que la literatura cumpli en relacin con estos procesos

    histricos, sobre todo la alta literatura europea del siglo XIX, ha sido bien

    estudiado por los tericos de lo poscolonial, y no se deja resumir con facilidad

    en torno de la cuestin de las identidades culturales.

    El concepto que, desde el sentido comn cultural, se presenta hoy como

    salida obligada cuando se cuestiona el enfoque nacional o nacionalista sobre

    determinado fenmeno, sea cual fuere, es el de globalizacin. Es un

    concepto de naturaleza inicialmente econmica y comercial, vinculado con la

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    desterritorializacin generalizada del capital gracias a su completa

    financiarizacin, surgida del quiebre de la distincin tradicional entre pases

    productores de materias primas y pases productores de manufacturas, y la

    dispersin a escala mundial de las etapas de la manufactura misma, que ha

    dado en la autonomizacin, mercados burstiles globales y fondos de

    inversin mediante, de la circulacin del capital respecto de la economa

    productiva, sobre todo de carcter industrial, completamente sometida hoy a

    los vaivenes de las bolsas de las grandes capitales econmicas del mundo.

    Sin embargo, el concepto de globalizacin tiende casi inmediatamente a

    pensarse tambin a partir de las que pasan por ser sus consecuencias

    culturales, aunque, centralmente, y de manera evidentemente reductora, a

    partir del carcter internacionalmente hegemnico de la industria cultural de

    masas anglosajona.

    Sin embargo, ya en 1996 Ulf Hannerz planteaba el problema de si se

    poda hablar de un espacio antropolgico de formacin de los individuos, de

    subjetivacin, como el que, como vimos, monopolizan an los estados

    nacionales, que pudiera considerarse efectivamente transnacional; de si los

    modos de vida cada vez un poco ms generalizadamente transnacionales que

    (sobre)lleva una parte creciente de la poblacin mundial alcanzan ya a

    constituir un sistema de construccin transnacional de la subjetividad. Cules

    seran las instituciones, las formas simblicas, las prcticas materiales, las

    configuraciones histricas, en general, de esa educacin transnacional que

    debera estar funcionando ya tambin, digamos, a nivel pulsional? Hannerz,

    como Arjun Appadurai (2001), se remite, para empezar a responder esta

    pregunta, fundamentalmente a las migraciones, a los medios de transporte, a

    los de comunicacin, es decir, a la multiplicacin de las interacciones

    culturales (no necesariamente a escala global, pero s seguro, ms

    modestamente, transnacional): las distinciones espaciales y experienciales de

    lo distante y lo prximo, o de lo global y lo local como categoras, han sido

    puestas en crisis. Cada vez puede pensarse menos la cultura como en la

    antropologa clsica a partir de las conformaciones materiales de vnculos

    directos en el marco de comunidades ms o menos limitadas en sus alcances

    espaciales y vivenciales. Aunque, en realidad, habra que decir que ese tipo de

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    vnculos materiales directos, comunitarios, que siempre fueron el objeto ms

    claro de la antropologa, ahora pueden tener igualmente lugar aun mediando

    enormes distancias geogrficas. Sin embargo, estas modificaciones tienen

    importantes consecuencias tericas, relativas a la creciente inviabilidad en la

    investigacin de las operaciones categoriales homogeneizantes para el

    anlisis de los fenmenos culturales, sobre todo de la idea de la

    inconmensurabilidad cultural, presupuesto relativista muy ligado al cortocircuito

    de lo universal y lo particular que siempre supone la idea de nacin (BALIBAR Y

    WALLERSTEIN, 1997: 12-18). Y esto implica cuestionar tambin los modos

    dominantes de entender la diferencia cultural, como competencia en pie de

    igualdad por la legitimacin: hay un modo homogeneizante (identitario,

    multiculturalista) de pensar la diferencia, que la asimila o neutraliza. El

    paradigma de la historiografa de las literaturas nacionales es completamente

    solidario con estos modos identitarios de concebir la cultura.

    Hay que tener especialmente en cuenta que el punto de partida mismo

    de las argumentaciones de Hannerz, Appadurai y tambin de Kwame Anthony

    Appiah (2007) es el cuestionamiento de la ecuacin que hace de la actual

    relativizacin del papel de las culturas nacionales o locales en la constitucin

    de las identidades un equivalente de la tendencia a la completa

    homogeneizacin cultural del planeta. Su interrogacin de las nociones

    dominantes de cultura apunta a visibilizar formas de mestizaje generadas por

    las inserciones locales, sobre todo perifricas, de los productos del mercado

    comunicacional global. El objetivo es destacar las formas en que la

    generalizacin impuesta por la difusin de la modernidad y el capitalismo se

    asienta siempre en apropiaciones locales hbridas, sobre todo en el nivel de

    las formas de vida ms inmediatas y concretas. La modernidad transnacional

    no se reducira entonces a un mero barniz artificial y forzado que solo se

    sobreimprimira violentamente sobre las culturas locales, aunque sea

    necesario tener tambin en cuenta los conflictos implicados por una mezcla

    que tampoco puede ser pensada como natural o espontnea.

    Appiah, Hannerz y Appadurai disienten en un punto importante: los

    primeros dos son escpticos a propsito de que desde el medio incipiente de

    las formas de vida transnacionales puedan surgir en breve sustitutos con la

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    fuerza y el predicamento de la idea de nacin para constituir agrupaciones o

    estructuras organizacionales y comunitarias realmente alternativas. La nacin

    se vuelve ms y ms cuestionable, pero no parece haber ningn modo de

    organizacin inter- o transnacional que la sustituya en todas, o al menos

    algunas, de sus funciones. Appadurai, por su parte, sostiene que los medios

    electrnicos de comunicacin, particularmente los que funcionan en red, son

    ya capaces de crear toda una nueva cultura a escala global, pero ya no segn

    la versin apocalptica de la dominacin, si se enfatiza todo lo que hay de

    reapropiacin a nivel local de los materiales mediticos globales. La idea

    fundante de Appadurai, luego muchas veces retomada y aplicada por otros

    autores, es que los medios producen nuevas formas de subjetividad colectiva

    que ya no son ni pueden ser simplemente las de las identidades nacionales, y

    que esa formacin de subjetividad cumple una funcin modernizadora, en el

    sentido de que constituye esferas pblicas, entendidas en el sentido

    habermasiano, pero en dispora, o sea, intercambios comunicativos globales

    que van ms all de los lmites del estado nacional. La imaginacin diasprica

    ofrecida por los medios es capaz de introducirse en los proyectos de vida de

    toda una humanidad migrante, y a la vez de potenciar intervenciones

    renovadas en las esferas pblicas a escala global.

    La categora mediadora fundamental es, segn Appadurai, la de la

    imaginacin como prctica social. Sostiene que la imaginacin ya no puede

    considerarse fantasa engaosa que oculta una operatoria real, o escapismo

    ideolgico, o producto del ocio de elite, sino que es un conjunto de prcticas

    efectivas, organizadas y transformadoras, que sientan los criterios que

    matrizan los movimientos y recorridos colectivos. La imaginacin es un hecho

    social en s mismo, no solo una representacin (2001: 23-27).

    Poder pensar, como hacen estos autores, lo transnacional a partir de

    formas de vida, y no solamente de la globalizacin comercial y financiera, del

    funcionamiento de organismos internacionales cada vez ms amenazados en

    su legitimidad y credibilidad, como las Naciones Unidas, la Corte Penal o el

    Fondo Monetario Internacionales, o del cine de Hollywood con su poder de

    penetracin cultural, es ya sin dudas un avance importante. De todos modos,

    habra que evitar conferirles a estas formas de vida un carcter autnomo,

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    primigenio o identitario: todas ellas estn cruzadas por diversos factores

    polticos, econmicos, sociales, institucionales, etc. Son aqu pertinentes en

    tanto disparan la necesidad de interrogar las herramientas tericas con las que

    seguimos interpretando la cultura. La literatura, precisamente, sobre todo la

    novela, est hecha ms a menudo de la imaginacin de formas de vida

    alternativas precisamente en este nivel antropolgico, que de la simple

    confirmacin identitaria nacional, de la incorporacin de los elementos

    homogeneizadores de la cultura de masas o de la encarnacin de los valores

    que forman el cuerpo de principios fundantes de los organismos

    internacionales mencionados. Por lo tanto, una nocin como la de imaginacin

    social de Appadurai puede habilitar a los crticos e investigadores a reconocer,

    en este sentido, sitios alternativos, respecto de los que ya conocemos, de

    intervencin global de lo literario. La literatura imagina formas de vida como

    relaciones entre elementos de otro modo considerados distantes, y de este

    modo elabora las fracturas de las configuraciones identitarias. Cun sensible

    es el instrumental actual del investigador y del crtico a este carcter

    constitutivamente relacional de lo literario?

    Fenmenos literarios transnacionales Qu implicaciones reales han tenido todas estas reflexiones sobre la

    investigacin en literatura? La postulacin de una literatura post- o

    transnacional supone ya, como punto de partida, un cuestionamiento del

    modelo mismo de la historiografa de las literaturas nacionales. Este

    paradigma supuso el trazado de criterios y lmites precisos y determinados, de

    carcter geogrfico, lingstico e histrico, para el estudio de la literatura.

    Consisti en la agrupacin de las literaturas por su lengua, su origen territorial

    y su ubicacin en una periodizacin basada en las diversas etapas de la

    conformacin, desigual, pero tambin modular (ANDERSON, 1993: 21), de los

    estados-nacin modernos. Esta agrupacin sent incluso las bases de

    cualquier intento de elaborar conexiones alternativas, como es evidente en la

    historia de las literaturas comparadas.

    Este verdadero modelo epistemolgico ha recibido fuertes crticas

    durante los ltimos aos. Se ha cuestionado la carencia de profundidad

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    histrica, ms all de doscientos o trescientos aos, de las fronteras

    nacionales de las que depende la compartimentacin disciplinar que supone;

    su exclusin de fenmenos literarios reacios a ser circunscriptos a una

    nacionalidad, particularmente a una lengua nacional nica y homognea

    (APPEL Y MUYSKEN, 1996; MEDINA LPEZ, 1997; SIGUN, 2001); la centralidad,

    en consecuencia, del lenguaje como medio por excelencia en su concepcin

    de la literatura, excluyente respecto de otros de sus aspectos y de sus

    relaciones con otros lenguajes y medios (CARTMELL Y WHELEHAN, 1999, 2007);

    lo limitado, lineal y uniformizante de sus periodizaciones, cronologas y

    clasificaciones; y, concretamente, su desvalorizacin programtica de todo lo

    fronterizo, lo hbrido y lo desplazado en literatura (en trminos geogrficos,

    tnicos, sociales, pero tambin genricos e intermediales) (BHABHA, 1994;

    GARCA CANCLINI, 2001).

    A partir de estas crticas, se empieza a plantear preguntas como las

    siguientes: qu aspecto, alcances y formas tendran unos estudios literarios

    capaces de desarrollarse en espacios plurilinges y plurinacionales (CABO

    ASEGUINOLAZA, 2010); de hacer justicia a los usos no metropolitanos de una

    lengua dominante (DE SWAAN, 2001; DEL VALLE Y GABRIEL-STHEEMAN, 2004); de

    repensar la especificidad de lo literario ya no como un uso, ms o menos

    intensivo, atpico o anmalo, pero siempre de una lengua nacionalmente

    definida, sino como un modo singular de imaginar (LINK, 2009)? Qu

    conceptos y categoras deberan ser capaces de inventar investigadores

    literarios interesados en, por ejemplo, comparar histricamente

    acontecimientos literarios pertenecientes a pocas distintas por fuera de los

    modelos evolucionistas del desarrollo de las culturas nacionales?

    El modelo de la historiografa de las literaturas nacionales ha arraigado

    en un conjunto de hbitos y prcticas de lectura que hace que sea difcil

    imaginar y legitimar otros mtodos, criterios y operaciones para encarar las

    tareas de los estudios literarios. Y esos hbitos y prcticas tienen

    consecuencias en aspectos del estudio de la literatura que no solemos

    considerar vinculados especficamente con la historiografa o con lo nacional o

    nacionalista en literatura. La tradicin nacional funciona como un contexto o

    marco primario naturalizado, pero tanto para la literatura nacional o

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    popularmente orientada, como para la de tono ms cosmopolita,

    internacionalista y autonomista, ms all de cualquier reivindicacin identitaria

    puntual. La idea de que una literatura puede sustraerse al provincianismo de

    los marcos nacionales para pasar a jugar en el campo de lo que Pascale

    Casanova (2001) llam la repblica mundial de las letras, a travs de una

    reivindicacin de su autonoma respecto de las circunstancias polticas y

    sociales ms inmediatas (es decir, las nacionales), es absolutamente solidaria

    con el sistema general de la competencia de las literaturas nacionales entre s

    que conforma el modelo de la historiografa de las literaturas nacionales y

    comparadas, que por supuesto no puede reducirse a la representacin de una

    identidad nacional. La idea de una literatura nacional no solo da lugar a una

    literatura encolumnada temtica o programticamente en el proyecto de

    constitucin de una cultura y un estado nacionales, o en el del nacionalismo,

    sino que en tanto sistema tambin propicia lo que podramos llamar su

    excepcin constitutiva, la literatura de la esttica de la autonoma,

    perfectamente coincidente en las periodizaciones de su surgimiento y

    hegemona con las de la constitucin de las diversas literaturas nacionales

    europeas, a partir de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, como resultado

    de las diversas operaciones literarias que tienden a ser agrupadas bajo el

    nombre de romanticismo.

    La lengua fue la candidata principal a ocupar el lugar pretendidamente

    esencial de la identidad nacional en el mbito de la literatura. Probablemente

    sirvi a este propsito que se la concibiera como la simple manifestacin de

    una constante antropolgica, encarnacin y a la vez trascendencia respecto de

    los procesos y circunstancias histricos, sociales y polticos de la constitucin

    de su predicamento. Histricamente conformadas de manera bien

    evidentemente contingente, las lenguas nacionales tienen algo de insalvable:

    no se puede elegir la lengua materna, y por eso est intrnsecamente ligada

    con la constitucin misma de la subjetividad, aunque a la vez su adquisicin

    concreta y efectiva sea completamente contingente. La trama eminentemente

    poltica que ha hecho inevitablemente de la lengua una lengua nacional se ha

    desarrollado tambin, y sobre todo, en lo ms hondo de las

    autorrepresentaciones imaginarias personales (DERRIDA,1997). Se puede

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    trazar un equivalente en su funcionamiento con la idea de nacin en sus

    configuraciones ms evidentemente fetichistas, segn la lgica habitual del lo

    s, pero sin embargo: puedo entender que se trata de una construccin

    histrica, y que solo adquir mi lengua y mi nacionalidad por razones

    completamente contingentes, pero aun as se juega en ellas algo que me

    concierne en mi identidad personal misma, etc.

    Puntualmente, las fantasas de lo nacional incluso de lo imperial, por

    parte de sus autodenominados representantes institucionales y acadmicos

    peninsulares actuales, siguen asociadas con la circulacin y expansin de la

    lengua espaola. Una idea normativa especfica y contingente de la lengua

    (razn de ser misma de la Real Academia Espaola) se sigue concibiendo

    como factor de unidad y homogeneizacin que reduce y reprime toda una

    serie de fenmenos lingsticos transnacionales, tanto los bilingismos

    peninsulares como las variaciones latinoamericanas y el spanglish, bajo la

    pretensin castellana de comandar esa unidad (DEL VALLE Y GABRIEL-

    STHEEMAN, 2004).

    Como sabemos, la idea de que la colonia comparte algo,

    fundamentalmente una lengua, con la metrpoli europea, de que puede

    postularse una simultaneidad de acciones entre ambas en una temporalidad

    unificada propiciada, en su registro subjetivo, por la prensa peridica y por la

    novela, de circulacin ampliada precisamente por el hecho de compartir una

    lengua, tuvo un papel importante en el germen de la constitucin de los

    nacionalismos coloniales e independentistas criollos, que as pudieron

    simplemente trasladar la metrpoli al propio territorio de la unidad

    administrativa colonial. Las condiciones de posibilidad imaginarias, propiciadas

    por la lengua comn, de la formacin de la idea de nacin tuvieron evidentes

    consecuencias polticas (ANDERSON, 1993: 77-101).

    La cada vez ms creciente importancia de los medios de comunicacin

    audiovisual ha atentado en parte contra la dominancia de la lengua en la

    constitucin de las identidades comunitarias imaginadas. En lo audiovisual de

    los medios se juegan otros modos de interconexin que esquivan las

    instancias de la reproduccin tcnica de la escritura y de la puesta en prctica

    de la comprensin lectora, y que relativizan la preponderancia de las

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    comunidades lingsticas nacionales e internacionales. Sin embargo, tambin

    es pertinente prestar atencin a los usos instrumentales globalizados de las

    lenguas nacionales propiciados por los medios electrnicos, como los que

    describen del Valle y Gabriel-Stheeman para el espaol. La unidad lingstica

    pregonada por las instituciones lingsticas internacionales, plenamente

    integradas hoy con el mundo corporativo, como la Real Academia o el Instituto

    Cervantes, puede ser un modo ideolgico de privilegiar las inversiones

    espaolas (sobre todo las de carcter comunicacional: telefona, televisin,

    editorial, prensa) en Latinoamrica. El encuentro comunicativo propiciado por

    la lengua comn se presenta como anlogo a la comunidad de intereses

    econmicos, enmascarando las obvias relaciones internacionales de dominio y

    el neoimperialismo comercial y financiero. Adems, la lengua se comercializa

    efectivamente, se convierte en un activo comercial negociable, sobre todo a

    travs de los diplomas y la enseanza, que aspira a competir con el ingls

    como lengua global de mercado y, por esto, tiende a presentarse como

    intrnsecamente modernizadora. Sin embargo, es necesario interrogarse sobre

    la naturaleza de esta modernizacin y sus consecuencias para la investigacin

    literaria, especialmente en Latinoamrica.

    Pierre Bourdieu (1995) nos acostumbr a pensar la literatura segn la

    lgica del campo y del capital simblico. Segn su discpula Pascale

    Casanova, como veremos ms adelante, no hay verdadero salto terico-

    metodolgico, concretamente a propsito de estas categoras, entre el estudio

    de un campo nacional y el de uno internacional. Sin embargo, consideramos

    lcito preguntarse si la lgica del campo sigue sirviendo para pensar el

    funcionamiento actual de una literatura que se mueve en los lmites o fronteras

    de las literaturas nacionales. Dominique Maingueneau (2006) sostiene que la

    lgica del campo fue sustituida por la del archivo: se pasa de la competencia

    entre posicionamientos en un sistema relativamente cerrado y autoconsistente,

    hecho de tensiones opositivas y negativas, a la acumulacin de materiales

    variados capa sobre capa, sin tensin, como conjunto de referencias

    generalizadas, abiertas y cada vez ms desconocedoras de cualquier

    jerarqua posicional, en una biblioteca virtual. Esta nocin de archivo se

    muestra ms afn al conjunto ampliado de interrelaciones y conexiones de las

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    que parece estar hecha la literatura hoy, mientras que en la de campo literario

    todava se deja percibir, a pesar de la internacionalizacin de su uso y la

    ampliacin de su alcance, la familiaridad del espacio literario nacional, si bien

    abstrada y sublimizada como configuracin estructural.

    Existen ya una literatura y, sobre todo, unos estudios literarios

    posnacionales que alumbren figuras ajenas o resistentes respecto del modelo

    dialctico que opone, caractersticamente, lo nacional y lo cosmopolita? Se

    ha puesto la investigacin literaria a la altura de fenmenos como los recin

    reseados? Es todava muy difcil prescindir completamente de la idea de que

    una determinada produccin literaria juega o bien segn la lgica del campo

    de una literatura nacional, o bien segn la del campo literario internacional. El

    historicismo hoy dominante en los estudios literarios sigue dependiendo de

    presuposiciones como esta. Es un historicismo restringido, dado que

    difcilmente historiza sus propios presupuestos constitutivos. Sin embargo,

    saludables intentos de reforma y reconceptualizacin de los estudios literarios

    en clave transnacional han tenido lugar recientemente, dando lugar a

    interesantes elaboraciones tericas y metodolgicas. Desde los llamados a

    una revitalizacin de la tradicin filolgica del comparatismo (GUILLN, 1995,

    2005; SAUSSY, 2006), o bien a su reinsercin crtica, erudita y especializada en

    el campo ampliado de la investigacin en ciencias sociales (CHAKRAVORTY

    SPIVAK, 2009), la actualizacin posnacional del canon hispnico y la

    postulacin de una renovada temtica transnacional en la literatura (CASTANY

    PRADO, 2007), al anlisis de la internacionalidad de las literaturas nacionales y

    de la comunicacin entre sistemas literarios (DAMROSCH, 2003; SCHNING,

    2006), al ya mencionado estudio sociolgico de las relaciones literarias

    internacionales (CASANOVA, 2001), e incluso a la apelacin a herramientas

    metodolgicas cuantitativas y estadsticas tomadas de las ciencias sociales y

    hasta de la biologa para terminar de desplazar la metafsica esttica de la

    obra aislada y de la lectura intensiva o close reading (MORETTI, 2000, 2003,

    2007), los estudios literarios, en un contexto de crisis creciente de las

    humanidades en las instituciones acadmicas, han intentado sentar bases

    alternativas para una historia literaria menos sujeta a los viejos moldes

    nacionales. Se trata sin duda de innovaciones tentativas, parciales y

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    exploratorias en la mayor parte de los casos, cruzadas a menudo con rmoras

    metodolgicas y conceptuales, como la utilizacin del modelo de autor+obra

    para organizar el corpus (GUILLN, CASTANY PRADO); el uso de esquemas

    comunicacionales limitados para pensar la interculturalidad (SCHNING); la

    centralidad y preferencia concedida, en sentido amplio, al canon modernista

    occidental en la configuracin de un espacio literario internacional, nica

    salvaguarda posible de la lgica especfica del campo en un contexto de

    apropiacin mercadotcnica contempornea de la idea de alta literatura

    (CASANOVA, COLLINS, 2010); o la apelacin, como colaboradores, a

    investigadores especializados en las distintas literaturas nacionales cuyos

    presupuestos difcilmente alcance a interrogar crticamente el estudioso

    generalista y sintetizador (MORETTI, CHAKRAVORTY SPIVAK, 2009). Sin embargo,

    al menos el simple sealamiento por parte de estos autores de la dificultad de

    enmarcar algunos fenmenos actuales cruciales en los enfoques dominantes a

    lo largo del siglo XX de la labor de los estudios literarios alcanza para destacar

    la necesidad de aportes originales al planteamiento de esta problemtica.

    La tradicin del comparatismo Benedict Anderson describi tempranamente el papel fundamental que la

    literatura en lenguas vernculas, sobre todo la novela, tuvo en la constitucin

    de las culturas nacionales modernas. No solo respecto de las tradiciones

    culturales especficas del nacionalismo, sino sobre todo a travs de la

    postulacin de una comunidad y un espacio compartidos (no solo lingsticos,

    sino tambin experienciales). Correlativamente, este rol de lo literario en la

    constitucin de la nacin implic el diseo de todo un paradigma para la

    investigacin literaria que es el que denominamos historiografa de las

    literaturas nacionales. De qu cuerpos conceptuales y aparatos

    metodolgicos disponemos para pensar alternativas tericas a ese modelo

    mejor pertrechadas para tratar con la configuraciones contemporneas de lo

    literario?

    La tradicin que ms inmediatamente se ofrece a brindar una respuesta a

    esta pregunta es la de las literaturas comparadas, de genealoga paralela a la

    de la filologa de las lenguas nacionales europeas, dado que los principios

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    fundantes de la romanstica se elaboraron en la Alemania de las primeras

    dcadas del siglo XIX. El punto de partida del comparatismo estuvo ligado

    necesariamente a dos dialcticas: una entre la parte y el todo, ya que la

    totalidad de la literatura universal parece como tal, inabarcable y, por lo tanto,

    la investigacin comparatista debe suponer un compromiso entre una

    pretensin totalizante y un conocimiento que, al menos en su punto de partida,

    solo puede ser local; y otra dialctica entre la continuidad y el cambio para

    pensar la historia literaria. Concretamente, en la historia efectiva del

    comparatismo, esta dialctica se manifest en su tendencia a presuponer la

    labor de la historiografa de cada literatura nacional, dotada de su

    periodizacin y su metodologa, incluso aunque luego aspirara a su disolucin

    o, al menos, al reconocimiento de la precariedad de su compartimentacin.

    Queda claro, en una muestra ejemplar del trabajo del comparatismo: el

    anlisis del exilio que lleva a cabo Claudio Guilln en su artculo Lo uno con lo

    diverso. Literatura y complejidad (1995), que aqul no interrumpe o cuestiona

    los distintos cnones nacionales; por el contrario, toma los grandes nombres y

    los clsicos disponibles de cada literatura y solo luego los compara,

    entendiendo por supuesto esta actividad en su acepcin ms abarcadora.

    Cabra esperar, sin embargo, que un comparatismo realmente radical lleve a

    cabo por lo menos algn tipo de reacomodamiento de los diversos cnones

    nacionales, puesto que si realmente supusiera un verdadero cambio de

    enfoque y de campo de investigacin no debera dejar intacto aunque

    tampoco, quizs, es cierto, impugnar de plano lo que se edific desde la

    perspectiva de una historiografa exclusivamente nacional.

    El surgimiento de la romanstica, precursora del comparatismo moderno,

    en el marco histrico ms amplio de la fundacin de las filologas de las

    lenguas romances, se vio posibilitado por la habilitacin ideolgica de la

    reduccin de las lenguas a su estatuto lxico-gramatical. Aun cuando la

    tradicin comparatista haya reducido las distintas culturas nacionales al

    espritu de sus lenguas dominantes, de todos modos resulta claro que no es

    en medida alguna ajena a los procesos histricos de construccin de los

    estados nacionales modernos. De todos modos, tambin es cierto que este

    temprano inters en la conformacin especficamente lingstica de las

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    culturas nacionales europeas permiti tambin comenzar a prestar atencin a

    la cuestin de la traduccin, herramienta conceptual fundamental para mostrar

    lo limitado de cualquier sistema literario que se pretenda exclusivamente

    nacional, dado el modo en que inevitablemente est cruzado por la publicacin

    de textos traducidos y por la circulacin de textos extranjeros en otras lenguas.

    Desde lo disciplinar, Claudio Guilln reivindica lo que hoy, frente a la

    creciente especializacin en el mbito de las Humanidades, y sobre todo en el

    de las Letras, se presenta como el carcter originariamente interdisciplinario

    de la filologa, por el cruce que siempre supuso entre historia, crtica y teora.

    Sin embargo, los lmites de la interdisciplina comparatstica aparecen cuando

    Guilln propone su anlisis ejemplar de la figura del exilio. En primer lugar, se

    reduce al rastreo de continuidades de carcter temtico, muy en la lnea, por

    ejemplo, del anlisis de la cultura medieval a travs de sus topoi que propuso

    Ernst Robert Curtius en Literatura europea y Edad Media latina, de 1948. El

    comparatismo parece as exigir constitutivamente la elaboracin de cadenas

    genealgicas tpicas de figuras que manifiesten algn tipo de continuidad a

    travs del cambio histrico. Este presupuesto terico y metodolgico es

    consecuencia natural del carcter profundamente humanista, en el sentido

    ms clsico del trmino, que la disciplina del comparatismo arrastra desde el

    siglo XIX, dado que lo que busca en la literatura es la condensacin de una

    experiencia humana fundamental, capaz de evidenciarse como resultado,

    precisamente, de la comparacin. O sea que, a pesar de la densidad histrica

    que le proporciona el modus operandi de la filologa, los objetos de la

    comparatstica clsica no son sino los invariantes por debajo o por detrs de

    los cambios y las variaciones histricas y geogrficas, que en ltima instancia

    seran meramente superficiales: la permanencia incluso en el cambio ms

    marcado, lo nico en lo diverso.

    Y, por otra parte, en ningn momento el comparatista clsico, del que

    Guilln es sin dudas un notable exponente, cuestiona los presupuestos de

    lectura de la esttica de la autonoma; por el contrario, pareja con su respeto

    por los cnones nacionales es la utilizacin del modelo tradicional del anlisis

    conjunto del autor y su obra, aun cuando pretenda sustraerse al biografismo.

    Est claro que aparecen relaciones alternativas respecto de las usuales en la

  • [pp 94 - 138 / ISSN en trmite / REVISTAS ESPECIALIZADA 109

    historia y crtica de las literaturas nacionales, pero los trminos entre los que

    se tienden esas relaciones son siempre los mismos, aunque se las entrecruce

    y teja.

    Franco Moretti basar su perspectiva de anlisis de la literatura mundial,

    que analizaremos ms adelante, en una crtica radical y destructiva de la

    tradicin del comparatismo. Segn l, la literatura comparada no va mucho

    ms all, en alcance y campo, de la romanstica alemana, o sea, de los

    estudios sobre, fundamentalmente, la literatura francesa de un conjunto de

    investigadores de ese origen entre los siglos XIX y mediados del XX. Adems

    de esta limitacin geogrfica, la literatura comparada se ve sujeta a crticas

    desplegadas por dos vas centrales: por un lado, Moretti denuncia la

    comprensin meramente sumatoria, y no verdaderamente sinttica, que la

    literatura comparada tiene de las literaturas nacionales; por otro, la acusa de

    ser excesivamente modesta y aislada en sus pretensiones tericas: apenas ha

    alcanzado a constituirse como una disciplina ms a la par de los estudios

    literarios nacionales, y no como la modalidad de investigacin superadora que

    debera ser (2000: 65).

    Enfrentada a estos problemas, Gayatri Chakravorty Spivak esboza en

    sus lecciones de Muerte de una disciplina una respuesta alternativa. A partir

    de su estudio del impacto que el multiculturalismo, los estudios culturales y la

    teora poscolonial (y, conjuntamente, el acceso de los estudios literarios

    estadounidenses, polticas universitarias internacionalmente inclusivas

    mediante, a corpora literarios no occidentales) han tenido sobre las literaturas

    comparadas, Spivak concluye que la herencia principal del comparatismo es

    doble: el impulso generalizador, la voluntad de ir ms all de lo local o lo

    nacional en el estudio de la literatura, unido a la habilidad de leer

    minuciosamente [reading closely] el original (SPIVAK, 2009: 14, 16), es decir,

    el manejo especficamente erudito y atento a los aspectos figurales, retricos,

    de la literatura en lengua extranjera. De otro modo, se denegara la

    literaturidad que Spivak ata, a partir de la leccin de su maestro Paul de Man,

    a la indecidibilidad de la constitucin retrica efectiva de los textos a las

    literaturas perifricas, para propiciar un tipo de lectura aparentemente

    politizada que en realidad es solo una sobreimpresin del imaginario poltico

  • [pp 94 - 138 / ISSN en trmite / REVISTAS ESPECIALIZADA 110

    de campus universitario estadounidense habitualmente alguna variante del

    modelo eurocntrico de la modernizacin como proceso lineal de constitucin

    del estado nacional sobre lo que se tiende a percibir como la materialidad de

    sociedades orgnicas o tradicionales, lectura que adems convierte el texto

    subalterno en mero vehculo de informacin o caracterizacin descriptiva de su

    espacio de origen, para que el intelectual universitario pueda luego arrogarse

    el derecho de tomar posicin sobre lo que all sucede como simple resultado

    de sus operaciones de lectura.

    Edward Said haba basado su propia reivindicacin de la labor filolgica

    del comparatismo en razones similares, aunque con nfasis diferenciales. La

    lectura politizada de las literaturas perifricas se basa en la presuposicin de

    que leerlas bajo los protocolos de autonoma esttica habitualmente exigidos a

    las literaturas europeas centrales es improcedente. Si bien es cierto que Said

    afirma que no se puede dar por sentado el estatuto institucional de lo literario

    en la sociedades perifricas, hacindolo simplemente invisible por

    equivalente al de las distintas instituciones literarias europeas, tambin

    reclama, como Spivak, una ampliacin similar de las competencias lingsticas

    y retricas entre los comparatistas (SAID, 1996: 487).

    El enemigo claro de Spivak parece ser la injerencia cada vez ms

    marcada del mercado en la organizacin disciplinar y departamental de la

    universidad estadounidense. Desde este lugar critica la nocin de literatura

    mundial en su reactualizacin acadmica reciente, por la estandarizacin y el

    recorte de lo literario que supone. Pero tambin rechaza la solo

    aparentemente contraria politizacin etnocntrica de campus caracterstica de

    algunas variantes de los estudios culturales, cuya perspectiva describe como

    narcicisista, monolinge anglfona y exclusivamente centrada en las

    circunstancias del presente. Spivak se suma as a las denuncias de Said

    contra el teoricismo de los intelectuales acadmicos estadounidenses (que

    este cataloga como nuevo avatar de la esttica de la autonoma), sobre todo

    en relacin con el poco apego a la investigacin histrica y social

    interdisciplinaria efectiva que supone, resultado de la inmediata

    departamentalizacin compartimentada del saber en las universidades de

    EEUU, que redunda a menudo en su aceptacin ms o menos incondicional

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    de las versiones sobre la poltica internacional de los medios de comunicacin

    masiva hegemnicos (1996: 493-494).

    La propuesta de Spivak asume desde el principio el sustrato bsico de

    carcter nacional operante entre los presupuestos tericos del comparatismo,

    para cuestionar su labor. Pretender llevar a cabo una investigacin literaria de

    carcter comparatista exclusivamente desde un determinado espacio nacional

    y lingstico no consiste en otra cosa que en dejarse cautivar inadvertidamente

    por la representaciones de lo otro internas a ese campo. Si bien esto

    constituye un riesgo constante para el comparatista, equiparable en sentido

    contrario al de su dependencia de versiones nativas sesgadas de la alteridad

    por ejemplo, las surgidas de las lites burguesas nacionales cosmopolitas, que

    operan como reflejo del deseo del investigador occidental, el acceso lo ms

    erudito posible al campo ajeno, sobre todo a travs del manejo de la lengua,

    especialmente en sus zonas de espesor figural, propicia, segn Spivak, una

    mayor calidad en la intervencin comparatista. A partir de l, el investigador

    debe ser adems capaz de interrogar su propia posicin como tal, en su

    actitud misma respecto de su objeto. Spivak se refiere, concretamente, al

    poder escpico (42) del comparatista, es decir, a la naturalizacin de su

    autoridad que genera la pretensin misma de abarcar todo el mundo con la

    mirada del estudioso: toda una geopoltica de la dominacin aparece

    enmascarada por esta aparente diafanidad metodolgica. Algo parecido

    sucede con el modo en que se entendi tradicionalmente la nocin de frontera

    en el comparatismo, que encuentra un eco actual en lo que se tiende a

    presentar como condicin trascendental de los intercambios financieros, pero

    tambin culturales, globalizados: la fantasa de una permeabilidad o hibridez

    generalizadas sin restricciones, barreras ni impasses. Esta auto-

    representacin imaginaria tambin debera poder ser objeto de la interrogacin

    comparatista.

    Finalmente, como otra operacin de resguardo frente al occidentalismo

    imperialista del comparatismo tradicional, al manejo de las lenguas extranjeras

    docto y sensible a sus cualidades retricas ya mencionado, Spivak agrega una

    consideracin institucional central. La interdisciplinaridad del comparatismo, al

    menos en sus configuraciones clsicas, resulta muy limitada; fueron escasos

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    los contactos que estableci, en sus investigaciones mayores, entre la

    literatura y el cine, la msica y el arte en general, y ms aun con la

    conclusiones y los protocolos de trabajo de otras disciplinas abocadas a

    espacios sociales y culturales de carcter inter- o transnacional. Por esto y

    esta es sin dudas la propuesta ms polmica de sus lecciones, Spivak aboga

    por una integracin directa e inmediata del proyecto general de investigacin

    del viejo comparatismo literario con los estudios que se estn llevando a cabo

    actualmente en el mbito de las ciencias sociales, ms concretamente en el de

    los llamados, en Estados Unidos, Area Studies. De ellos, por supuesto, no le

    interesa reivindicar su genealoga y funciones originales en la posguerra y

    durante la Guerra Fra, sino sobre todo sus requisitos metodolgicos,

    principalmente la obligatoriedad, para los investigadores, de llevar a cabo un

    trabajo de campo efectivo sobre el terreno (16-22). Un comparatismo filolgica

    y retricamente enterado, con densidad histrico-poltico-social provista por un

    aparato conceptual y metodolgico transdisciplinario, y ms atento a las

    circunstancias del presente: este desidertum todava irrealizado y quizs

    mtico podra servir de base contrastiva para la descripcin de algunas

    tentativas recientes en la investigacin literaria transnacional.

    La literatura mundial: corpus posnacional, circulacin internacional, lectura transnacional En el marco de la conceptualidad esttica de la Ilustracin alemana, Goethe

    sugiri ya tempranamente que la idea de lo universal natural, esa belleza

    humana que se expres en el arte de los griegos, se podra aparentemente

    reencontrar en el presente (de 1827) en la obra de las naciones modernas

    entendida en su general diversidad, y sera, por lo tanto, reapropiable como

    modelo ahora histrico, ya no clsico y eterno por parte de cualquiera (o, al

    menos, seguro, por los alemanes) (ECKERMANN, 2000: 185-186). Veinte aos

    ms tarde, Marx vea ya en el desarrollo de la burguesa y del mercado

    internacional la condicin de posibilidad de esta universalidad de lo literario, a

    partir del establecimiento, muy frtil luego, de una analoga de la produccin

    material de las naciones con la espiritual (MARX, 1992: 251). Sorprende

    entonces bastante, alrededor de ciento setenta aos despus de estas

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    declaraciones prospectivas, pero auspiciosas, que la pregunta por la viabilidad

    de un estudio acadmico de la literatura universal est nuevamente en el

    centro de las interrogaciones crticas recientes. Parece que, a pesar de las

    justificadas acusaciones histricas de etnocentrismo y de respaldo ideolgico

    de las empresas colonial e imperialista y de los actuales sealamientos de

    sus compromisos con concepciones tecnocrticas de la enseanza superior,

    habra en la idea de una literatura universal algn elemento perennemente

    utpico, sin dudas su razn de ser, que la seguira haciendo atractiva para los

    investigadores literarios.

    En el marco de este trabajo, solo resultar pertinente referirse a las

    propuestas actuales en este sentido que ofrezcan a los estudios literarios en

    su estado presente alternativas innovadoras de carcter terico, metodolgico

    o incluso epistemolgico. Identificado un criterio central en relacin con esto

    la importancia otorgada a la lectura intensiva de obras individuales

    organizaremos un recorrido que ir de la literatura posnacional de Bernat

    Castany Prado, y su trabajo orientado a la descripcin de similitudes puntuales

    entre obras singulares en un corpus especfico, a la propuesta de anlisis

    literario intercultural de Udo Schning, para luego dar cuenta de la sociologa

    de las relaciones literarias internacionales de Pascale Casanova y, finalmente,

    de la geografa literaria de Franco Moretti. Lo crucial no ser aqu entonces la

    descripcin de un fenmeno o conjunto de fenmenos los ligados con la

    globalizacin literaria, lo cual, en general, es siempre materia de opinin,

    sino la elaboracin efectiva de herramientas conceptuales, tericas y

    metodolgicas alternativas a partir de los diferentes cuestionamientos al

    modelo de la historiografa de las literaturas nacionales.

    Bernat Castany Prado, en su libro Literatura posnacional, constituye un

    corpus de textos literarios contemporneos a los que califica de

    posnacionales. Sobre esa base, lleva a cabo una serie de lecturas concretas

    a partir de las cuales busca iluminar nuevas configuraciones literarias. Sin

    embargo, ya en su anlisis de lo nacional como modalidad previa de lo

    literario, Castany Prado tiende a identificarlo, cuestionablemente, con el

    particularismo identitario, dejando de lado o prestando muy escasa atencin a

    los aspectos universalistas de lo nacional, o a ese verdadero cortocircuito de

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    lo universal y lo particular que lo constituye. De este modo, nacionalismo,

    fundamentalismo y poltica de identidades se unen, de acuerdo con Castany

    Prado, en una ecuacin conocida, que del mismo modo hace equivaler, en

    oposicin, globalizacin, desarraigo y migracin, simplificando un escenario

    bastante ms complejo (desde bastante antes de 2001, el fundamentalismo,

    por ejemplo, que difcilmente podra restringirse solamente al llamado mundo

    rabe, posee, por ejemplo, un componente global constitutivo obviamente

    perceptible).

    Desde la perspectiva de Castany Prado, la idea de la universalidad de lo

    literario es una condicin de posibilidad a la vez atemporal del tipo los

    autores tratan de trascender la particularidad de sus culturas con el objetivo de

    que sus obras sean universales (CASTANY PRADO, 2007: 166) e histrica

    del tipo es consecuencia cultural de las distintas globalizaciones (entendido el

    concepto en sentido muy amplio) que han tenido lugar a lo largo de la historia

    (los imperios antiguos, el imperialismo moderno, el neoimperialismo financiero

    actual) (176-177). Frente a estas condiciones generales, la literatura nacional

    y sobre todo la nacionalista son presentadas por Castany Prado como un

    fenmeno anmalo o inusual. Las lneas bsicas de este esquema

    interpretativo dan lugar a movimientos contradictorios en la argumentacin de

    Literatura posnacional, que por un lado parece aceptar y aprobar la conexin

    que establece Benedict Anderson entre la hegemona de la novela como

    gnero y el desarrollo de las distintas culturas nacionales (170), y por otro

    afirma que, como tal, la novela es incompatible con el nacionalismo, pues,

    frente a los himnos patriticos o el discurso poltico, es el gnero de la

    incertidumbre por excelencia (168). Tambin en su lado novelesco el

    nacionalismo se presenta como una anomala. En ltima instancia, la

    distincin de Castany Prado entre literatura nacional y nacionalista que est

    detrs de esta y otras de sus contraposiciones se basar, como explicaremos

    en detalle, en una concepcin simplificadora de la intencionalidad.

    Castany Prado apela, en su investigacin, a metodologas tradicionales

    en las investigaciones sociolgica, histrica, filosfica y estilstica a propsito

    de la literatura. Esto se hace evidente en su uso bastante acrtico e incluso

    ingenuo de nociones fuertemente cuestionadas o, al menos, complejizadas

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    por la teora literaria del siglo XX, como autor, lector, forma y contenido

    (175). Respecto de las dos ltimas categoras, es notable la diferencia con el

    uso ms tericamente ilustrado, cruzado por la tradicin estructuralista, que

    de ellas hace Udo Schning (2006), al que nos referiremos ms adelante. Este

    eclecticismo metodolgico no debe ser simplemente confundido con una

    apelacin a lo interdisciplinario, ya que no da lugar a una integracin

    metodolgica alternativa respecto de lo que en cada una de esas disciplinas

    es ms o menos usual a la hora de encarar sus objetos. En este sentido, est

    bastante lejos de las aspiraciones de Spivak.

    Castany Prado disea una periodizacin bsica que distingue la literatura

    nacional de la pre- y de la posnacional (176-177). Sostiene que la primera

    parece haber tenido un impacto o alcance mucho mayor en el estado de las

    cosas a travs, concretamente, de su participacin en la formacin de las

    culturas nacionales y del nacionalismo que tanto la prenacional, restringida a

    un reducido pblico lector aristocrtico, en las etapas previas a la

    alfabetizacin masiva, como la posnacional, relevada hoy, en su papel

    comunicacional, por los medios masivos audiovisuales. A esta caracterizacin

    a partir del grado de influencia social de la literatura, Castany Prado opone

    una valoracin de carcter explcitamente esttico que privilegia las

    operaciones de la configuracin posnacional en literatura. Cabe preguntarse si

    con estos criterios no reproduce la contraposicin entre una alta literatura

    cosmopolita y una literatura nacional popular tan caracterstica del paradigma

    de la historiografa de las literaturas nacionales del que pretende tomar

    distancia.

    Ligada con esta contraposicin est la distincin entre, por un lado, lo

    que se presenta como actitudes o bien nacionalistas, o bien cosmopolitas, por

    parte de los escritores, y, por otro, el anlisis de los condicionamientos

    histricos y sociales generales del surgimiento y desarrollo de lo nacional o de

    lo cosmopolita. As, subsidiariamente, Castany Prado diferencia una literatura

    nacional en tanto perteneciente a una cosmovisin, de una nacionalista

    que hace pedagoga consciente de lo nacional. A esta ltima, Castany Prado

    la considera mera propaganda y, por lo tanto, de poco valor literario (169).

    Actitud y cosmovisin se convierten as en categoras rectoras que

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    instrumentan toda su perspectiva valorativa de lo nacional y lo posnacional.

    Toda una metafsica de la intencin muy poco analizada se vislumbra tras esta

    distincin, y Castany Prado se sirve, un poco indiscriminadamente, de actitud y

    cosmovisin, segn los contextos, para pensar lo nacional y lo posnacional en

    literatura.

    La periodizacin basada en la distincin de lo pre-, lo pos- y lo nacional da

    lugar a algunas asociaciones inusuales, de las que Castany Prado, sin

    embargo, no desprende anlisis o conclusiones posteriores; por ejemplo, entre

    el clasicismo grecorromano, el humanismo renacentista, la Repblica de las

    Letras de la Ilustracin, el alto modernismo europeo de principios de siglo y la

    literatura posnacional contempornea, dado que todos se corresponderan con

    perodos de globalizacin conquistadora imperial, descubridora, colonizadora,

    imperialista y neoimperialista, respectivamente. A la vez, la literatura aparece

    directamente asociada con la crtica a la modernidad que por otro lado

    estara intrnsecamente ligada con el modelo del estado-nacin, cosa de por s

    discutible, tanto bajo la forma de los modernismos de entre los siglos XIX y

    XX, como de los posmodernismos de fin de siglo XX, lo cual parece suponer

    una manera unilateral y bastante abstracta de periodizar.

    Mayor inters que sus reflexiones histricas ofrecen sin duda las

    consideraciones estilsticas de Castany Prado, basadas en la idea central de

    que la morfologa misma de la literatura se ve alterada por su condicin

    prenacional, nacional o posnacional. Lamentablemente, constituyen la seccin

    ms breve de su caracterizacin terico-conceptual de la literatura

    posnacional: apenas diez pginas en un captulo de casi setenta. Adems, sus

    intentos por listar recursos que podran considerarse especficamente

    posnacionales no parecen ser del todo exitosos, dado que evitan atender el

    problema crucial de las funciones de cada uno de ellos. As, se hace difcil

    otorgar credenciales estilsticas de posnacionalidad a lo que se presenta

    simplemente como la construccin de personajes complejos y contradictorios,

    la creacin de situaciones ambiguas, el perspectivismo, [] las paradojas o la

    dialogicidad (196). Castany Prado tambin menciona cierto afn totalizador de

    las tramas, el uso de las enumeraciones (sobre todo las caticas), el campo

    lxico estandarizado, al mismo tiempo que el nfasis en la variedad lingstica

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    (y su explicitacin en la narracin y en los dilogos), la simultaneidad temporal,

    la preferencia por ciertos gneros (viajes, picaresca), el uso de expresiones

    dubitativas, la antiloga, la paradoja, el oxmoron, el relato en abismo o

    enmarcado, la deconstruccin de la posicin de enunciacin del narrador y el

    final abierto (229, 235). Todos estos recursos son, por otro lado, fcilmente

    reconocibles en la historia de la novela como gnero anterior a lo que identifica

    como etapa posnacional; as, entonces, habra que caracterizar la novela

    como intrnseca y formalmente nacional y posnacional a la vez, con lo cual la

    distincin misma entre lo nacional y lo posnacional como categoras

    pertinentes para el anlisis formal de la literatura parece poco til.

    Resumiendo, el problema central del planteo de Castany Prado tiene que

    ver con el modo simplista en que conecta los aspectos histrico-polticos de

    sus lecturas con los estticos y con los tico-valorativos, que una

    reivindicacin de la nocin de autonoma (170) no acompaada de anlisis

    alguno de su efectiva constitucin histrica y poltica claramente ligada, por

    otro lado, con el proceso de construccin de las culturas nacionales europeas

    no alcanza, por supuesto, a disipar. Castany Prado parece caer por momentos

    en un esencialismo de lo literario, sobre todo cuando afirma que la literatura,

    por naturaleza, se manifiesta afn a la expresin o construccin de identidades

    problemticas (166), y liga inmediatamente esta operacin a afirmaciones

    valorativas con escaso respaldo emprico que le permiten casi convertir su

    corpus en un verdadero canon. La defensa de una literatura antitotalitaria y

    antinacionalista, sin dudas loable, no tiene por qu coincidir necesariamente

    con una reelaboracin de las estrategias de lectura e historizacin de los

    estudios literarios.

    El trabajo La internacionalidad de las literaturas nacionales.

    Observaciones sobre la problemtica y propuestas para su estudio de Udo

    Schning parte de una base menos opositiva y militante: reconoce desde el

    principio la mutua afinidad de nacionalismo e internacionalismo literarios, a

    partir de la convivencia, desde el principio, de la filologa nacional con la

    comparatstica cuestin bien evidente en la historia de la crtica alemana

    dado que ambas parten de presupuestos tericos similares (SCHNING, 2006:

    305-306). Asimismo, parece estar respondiendo punto por punto a la mezcla

  • [pp 94 - 138 / ISSN en trmite / REVISTAS ESPECIALIZADA 118

    de criterios de anlisis caracterstica del libro de Castany Prado cuando

    subraya la necesidad de distinguir, para pensar la nocin de nacin, sus

    aspectos empricos o descriptivos de los programticos o ideolgicos (306-

    307), enfatizando lo problemtico de la construccin misma del objeto

    literatura nacional.

    El objetivo central es, una vez ms, mostrar los lmites de los marcos de

    investigacin literaria que se restrinjan a cada espacio nacional por separado.

    Pero Schning, ms que trabajar sobre un corpus, prefiere cuestionar ms

    bien los presupuestos generales del paradigma nacional-literario. Una historia

    literaria abierta a sus factores no exclusivamente nacionales no puede basarse

    en la simple incorporacin de ms hechos, es decir, de material emprico (por

    ejemplo, como simples cruce o correlacin de lo ya hallado por cada una de

    las diversas historias nacionales de la literatura); una investigacin emprico-

    acumulativa como la de Castany Prado o la del comparatismo clsico resultan

    as expuestas en su deficiencia fundamental.

    Partir de que la lectura de literatura difcilmente ha sido nunca

    exclusivamente nacional parece un fundamento slido: las literaturas

    extranjeras, fundamentalmente en traduccin, pero no solamente, han

    cumplido un papel importantsimo en toda literatura nacional, si se parte de

    una concepcin de ella ms inclinada a tener en cuenta la instancia de la

    recepcin: no todo lo que se lee en una nacin es, efectivamente, literatura

    nacional. Frente a las versiones estadounidenses de la reader-response

    theory, concebida como teora general de la lectura y centrada en los

    momentos ms subjetivos de la recepcin, Schning reivindica la tradicin

    alemana de la hermenutica y sobre todo la esttica de la recepcin de la

    llamada Escuela de Constanza, en sus alcances ms histricos que tericos,

    siempre y cuando sea capaz de tener en cuenta el traspaso efectivo de las

    fronteras literarias (309n, 312-313).

    El hecho de que el objeto de Schning no sea la descripcin de un

    conjunto efectivo de obras, sino el anlisis de una serie de relaciones,

    concretamente las que constituyen las transferencias literarias, hace que

    necesariamente la discusin comience a plantearse en otros niveles,

    puntualmente el de las relaciones entre teora e historia literarias. De este

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    modo expone su proyecto el mismo Schning: As frente a una teora literaria que explica la obra literaria slo desde sus condiciones de aparicin espaciales, temporales, lingsticas y sociales, debe permitirse la pregunta: por qu una obra literaria tambin ha tenido efecto all donde no ha surgido? Y viceversa, una teora literaria que parte de que esas condiciones de aparicin son irrelevantes para la comprensin y efecto de una obra, debe dar cabida a la pregunta: por qu la obra particular ha surgido en su lugar y en su tiempo as y no de otra manera?, y si realmente siempre es lo mismo lo que parece igual (312).

    El planteo radicalmente efectual de Schning lo habilita a cuestionar tanto la

    obsesin del paradigma de la historia de las literaturas nacionales con los

    orgenes (histricos, geogrficos, sociales, biogrficos) como el desprecio

    esteticista respecto de los modos de circulacin efectiva de una obra. Su

    objetivo final es rehabilitar la historia literaria por fuera del paradigma nacional

    de las historias de la literatura, pero tambin de lo que sera en un

    movimiento caracterstico de diversos neohistoricismos contemporneos

    volcarse simplemente a elaborar su historia social general: es de la ms

    absoluta importancia, para la historia literaria, rehabilitar la pregunta misma por

    lo literario, aunque desde sus condiciones histricas, no trascendentales, de

    posibilidad (306, 313).

    A partir de esto, Schning saca conclusiones interesantes a propsito de la

    posibilidad de periodizar no nacionalmente la literatura: los elementos

    periodizadores que escanden las historias de las literaturas nacionales, los

    nombres de escuelas, generaciones, movimientos o pocas literarias, son

    engaosos, porque, en su pretensin de dotar a cada nacin con lo que le

    corresponde en el reparto de la historia literaria, asimilan fenmenos que son

    muy diferentes de una a otra (por ejemplo, los clasicismos y los romanticismos

    europeos y americanos, todos ellos muy distintos entre s). El cruce rgido y

    adialctico de nacionalismo y universalismo, perceptible por ejemplo en la

    tradicin comparatista, se refleja en la debilidad de los marcos conceptuales

    de investigacin, sobre todo en la linealidad evolutiva y modular de las

    periodizaciones.

    La propuesta de Schning, similar a la de David Damrosch en su What is

    World Literature?, consiste en prestar atencin a los aspectos comunicativos

    de la literatura internacional, universal o mundial, o sea, a las conexiones

    interliterarias. Para esto, desarrolla una teora de la comunicacin entre

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    literaturas, que enmarca en lo que entiende como comunicacin general entre

    culturas. Los interlocutores de esta comunicacin interliteraria no son

    necesariamente las diversas literaturas nacionales (esto restringira el alcance

    de la teora de Schning al estudio del siglo XIX), sino las que, como punto de

    partida pragmtico ms o menos ad hoc, denomina literaturas propias (315-

    316). Lo propio de una cultura o de una literatura lo delimitara la no-

    necesidad de traduccin entre sus miembros; se constituira, entonces, como

    un modo especfico de significar, distinguible no solo espacial o

    geogrficamente, sino tambin de manera temporal o epocal. A partir de una

    esquematizacin de esta comunicacin, Schning pretende sentar las bases

    de una tipologa de la transferencia literaria, de clara inspiracin jakobsoniana

    [326-328], y sujeta por tanto a las diversas crticas sufridas por el modelo

    comunicativo del lingista moscovita (cfr. KERBRAT-ORECCHIONI, 1997). De

    hecho, es probablemente su modo algo simplista de entender la comunicacin

    el punto ms dbil de las formulaciones de Schning, pero partir de lo

    comunicacional, de lo relacional, supone ya un gran avance respecto de las

    concepciones identitarias de la cultura y la literatura nacionales. A Schning no

    le interesa la identidad, ni la nacional ni la global, sino las situaciones y la

    lgica de los intercambios, de los contactos, de las transferencias. Y ms all

    de lo simplista de alguna de sus elaboraciones tericas, est claro que la

    posibilidad de sistematizar y modelizar un conjunto de relaciones estructurales

    parece un proyecto mucho ms auspicioso, cientfica o, al menos,

    investigativamente hablando, que el de perderse en las brumas esenciales de

    lo nacional como identidad, o bien en las de su simple deconstruccin.

    Adems, Schning es capaz de reconocer tambin los lmites de su enfoque

    comunicativo, al llamar la atencin sobre redes o centros constitutivamente

    hbridos o multiculturales, para los que la idea de frontera o de transferencia

    no tendra sentido, porque todo se dara mezclado desde el origen (329-330).

    Un buen ejemplo podra ser quizs la cultura de la pennsula ibrica antes de

    la reconquista.

    Pero la conclusin ms importante que se puede obtener del trabajo de

    Schning, absolutamente ejemplar en este sentido, es que una historia de las

    relaciones literarias internacionales no puede prescindir de replantear el

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    problema de qu es la literatura, y ms precisamente el de qu es (o fue) una

    literatura nacional y por lo tanto tambin el de que es (o ser) una literatura

    ms all de la nacin (inter-, trans-, supra-, multi-, pos-?). Schning refina

    enormemente los lineamientos bsicos del asunto al afirmar claramente que

    no se trata de dos corpora o cnones diferentes, sino ms bien de dos

    contextos o enfoques, de ninguno de los cuales habra que prescindir por

    definicin. De este modo, lo nacional y lo transnacional no se excluyen entre

    s, sino que se revelan como las dos caras de un papel: las define el punto de

    vista.

    Solo a partir de aqu podra plantearse nuevamente de manera frtil el

    problema de la interdisciplinaridad en los estudios literarios. Tambin

    jakobsonianamente, Schning afirma que se trata de un problema de

    dominancia: no se debe perder de vista lo central del problema literario como

    tal. En este sentido, denuncia las asimilaciones terminolgicas inmediatas por

    parte de los estudios literarios, por ejemplo, caractersticamente, las

    econmicas o las sociolgicas, en una posible crtica a las operaciones con

    que nos encontraremos cuando revisemos las propuestas de Pascale

    Casanova o de Franco Moretti. Sin embargo, Schning no avanza mucho ms

    en esta lnea de reflexin, y solo sugiere que las diferentes metodologas

    deberan ser complementarias (325), es decir, disuelve todo lo que en la

    interdisciplina hay de conflicto por la hegemona, deformacin y malentendido

    productivos. Incluso, parece limitada la adhesin de Schning a la metodologa

    del anlisis del discurso, que le sirve de mediadora privilegiada entre el

    anlisis histrico-socio-cultural y el lingstico-estilstico-literario. Cabe

    entonces preguntarse qu respuestas puede ofrecer el anlisis del discurso a

    la necesidad de replantear el problema de la especificidad de lo literario: su

    puesta en serie con otros discursos sociales puede ser un paso

    metodolgicamente interesante, pero tambin reductivo. Sin embargo, estas

    inquietudes no encuentran demasiado eco en el en otros muchos sentidos

    estimulante trabajo de Schning2.

    Pero, por qu resulta interesante un llamado a que los estudios literarios 2 Los trabajos recientes de Dominique Maingueneau [2004, 2006, 2010] anuncian respuestas posibles a la pregunta sobre la especificidad literaria desde el anlisis del discurso. Su revisin detallada excede los objetivos de este trabajo.

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    sean capaces de repensar la especificidad de su objeto? Precisamente porque

    esa especificidad estuvo demasiado tiempo asociada, estticamente, a una

    metafsica de la obra aislada y a un modo intensivo de lectura que han recibido

    todo tipo de cuestionamientos. Uno de ellos, popularizado por la sociologa de

    los campos literarios de Pierre Bourdieu, consiste en que se trata de una

    creencia engaosa que, si bien moviliza a los actores del sistema de lo

    literario, no tendra que hacerlo con quienes lo estudian. Pascale Casanova,

    discpula de Bourdieu, sugiere que la teora literaria se ha dejado cautivar por

    estas creencias intrasistema, y as se ha visto impedida, tradicionalmente, de

    dar cuenta de l de manera cientfica. Son, como quedaba claro a partir de las

    ideas de Schning, las relaciones en el marco de un sistema literario lo que

    importa, no los trminos aislados de las mismas. Y si ese sistema es

    concebido desde el principio como un espacio literario internacional

    generalizado, se impone una transformacin tambin general del enfoque de

    lectura.

    Casanova suplementa y ampla las tesis de Bourdieu, resumidas y

    completadas en su Las reglas del arte, a partir de la incorporacin a sus

    presupuestos de una recepcin de la teora del sistema-mundo de Immanuel

    Wallerstein (1979): las relaciones de poder en el campo literario se amplan a

    las de desigualdad y dominacin entre centro y periferia a escala global. La

    disponibilidad de capital literario y lingstico, en la terminologa de Bourdieu,

    funciona ahora como ndice fundamental de la distribucin de la

    preponderancia literaria a nivel mundial. La metafrica econmica explicita el

    privilegio de la circulacin literaria: intelectuales y escritores cosmopolitas

    seran cambistas (CASANOVA, 2001: 37) y gestores de este mercado literario.

    El conflicto y la tensin permean todo el sistema de produccin literaria,

    pero ya no se dan solamente respecto, por ejemplo, de un escritor o poeta-

    padre individual (como en La angustia de las influencias de Harold Bloom), o

    entre grupos o generaciones, o entre vanguardia y tradicin, sino entre

    subsistemas literarios. Las ideas habituales sobre la globalizacin literaria, o la

    de literatura universal, tienden a borrar el conflicto y a presentar la literatura

    como un encuentro armonioso de culturas, en un gesto ideolgico que es

    caracterstico, por ejemplo, del modo en que se siguen planteando las

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    relaciones lingsticas y literarias entre Espaa y Amrica Latina. Por esto,

    metodolgicamente, se tiende a aplicar a las relaciones internacionales el

    mismo modelo esttico que se usa para entender la literatura desde cada

    espacio nacional, invisibilizando completamente las zonas de antagonismo

    entre lenguas y literaturas. La propuesta de Casanova supone, por el

    contrario, entender ya lo nacional en la literatura, desde el principio y en su

    constitucin misma, como una estrategia de competencia y diferenciacin en

    un espacio internacional intrnsecamente conflictivo, y no, por supuesto, como

    algn tipo de emanacin del pueblo o de la cultura nacional imaginada.

    En el proceso de desarrollo dialctico de las literaturas nacionales que

    describe Casanova, se despliega un segundo momento respecto de la

    constitucin de la diferencia nacional, el de la autonomizacin literaria, que

    Casanova entiende no tanto como separacin relativa o independencia

    respecto de las agendas polticas nacionales en cada caso, sino ms bien

    como un intento de apertura a la entrada directa de esa literatura nacional en

    la competencia internacional. Dado que el espacio nacional de origen del

    escritor siempre media, en el marco de las relaciones literarias internacionales,

    su acceso al espacio mundial, fundamentalmente a travs de su lengua, la

    autonoma resume, como concepto, un conjunto de recursos estratgicos para

    expandir su alcance e influencia en una lgica de lo literario que tiene el

    mundo por campo de batalla. Es decir que la nocin de autonoma literaria

    concierne menos a alguna clase de ontologa de la obra de arte o de potica

    de la produccin artstica que a los modos y alcances especficos de su

    circulacin y dominio.

    De todos modos, es lcito preguntarse si autonomizacin es

    intrnsecamente equivalente a internacionalizacin, como parece suponer

    Casanova, o en todo caso si esta identificacin no oculta matices o tensiones

    diferenciales. La cuestin central es, por supuesto, la bsqueda del

    contraejemplo: si no hay modernidades literarias que no sean a la vez

    internacionalistas. El modernismo hispanoamericano, por citar solo un

    ejemplo, constituye una mezcla flagrante de internacionalismo y

    latinoamericanismo nacionalista en que este ltimo de ninguna manera podra

    considerarse una simple rmora antimoderna. De todos modos, es cierto que,

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    entre las preferencias de las historias literarias del paradigma nacional,

    aparece sin dudas la tendencia a presentar como mutuamente excluyentes

    cosmopolitismo modernizante y nacionalismo, como es el caso de la distincin

    historiogrfica caractersticamente espaola entre modernismo y generacin

    del 98, divisin cuestionada con evidente justicia por parte de la investigacin

    literaria ms reciente del perodo, de Blasco Pascual (1993) a Santiaez

    (2002).

    Una de las consecuencias ms interesantes de la promocin de las

    diferencias entre centro y periferia literarios a un lugar central entre las

    herramientas del investigador literario por parte de Casanova es la postulacin

    de una temporalidad especfica del sistema internacionalizado de las letras,

    que podra ser la de una historia propiamente literaria capaz de no depender

    de cronologas elaboradas con otros propsitos y proyectos. As, la historia de

    los procesos de autonomizacin literaria se presenta tambin, y al mismo

    tiempo, como la de la independencia de su historia respecto de las vicisitudes

    de las historias nacionales sin ms, por ejemplo de los procesos de

    emancipacin. Segn Casanova, la temporalidad internacional de las letras

    supone un presente, que es la temporalidad moderna del centro y que opera

    como un meridiano de Greenwich de las letras, y una periferia temporalmente

    retrasada frente a ese presente moderno, como figuracin cronolgica del

    provincianismo literario. Dado que la posicin central en el sistema

    internacional depende de la posesin de capital literario, su organizacin

    supone tambin constitutivamente que el centro deba estar dotado de un largo

    pasado, ms o menos reconstruido, ms o menos inventado, de literatura. Por

    eso, Casanova afirma que hay que ser antiguo para tener alguna posibilidad

    de ser moderno (125). As, se vislumbra toda una serie de cronologas

    diferenciales que, en sus diferentes especificidades, conformaran la idea de

    un sistema literario diacrnico que no desagradara a Iuri Tinianov. Las

    categoras de Casanova explican tambin con claridad, como las de Schning,

    las razones de las dificultades de las historias de la literatura universal o

    mundial para el establecimiento de periodizaciones efectivamente

    transnacionales: el sistema est basado constitutivamente en la

    desincronizacin temporal, ms que en la simultaneidad de los movimientos

  • [pp 94 - 138 / ISSN en trmite / REVISTAS ESPECIALIZADA 125

    literarios, cuya postulacin no hace otra cosa que velar o transfigurar las

    literaturas de la periferia (efecto secundario perceptible, por ejemplo, en las

    postulaciones de un neoclasicismo o un romanticismo espaoles y

    latinoamericanos a partir de los criterios centrales). El difusionismo que

    supone la idea de una influencia literaria internacional constituida como veloz

    onda expansiva debe ser suplementado y corregido por una atencin

    concentrada en los modos en que el sistema internacional se edifica con el

    objeto de seguir sosteniendo la hegemona del centro a travs de la

    diferenciacin interna constante, y no a partir de una pretensin de

    homogeneizacin generalizada.

    A partir de esto, se explica todo un conjunto metafrico moderno en torno

    de las figuras del avance y del retroceso literarios que justifica y respalda los

    criterios de valoracin internos al sistema, que, insiste Casanova, no deberan

    ser los del estudioso, aunque muchas veces lo sean, como habra sido

    caracterstico de los valores intrnsecamente internacionalistas, moderno- e

    incluso franco-cntricos, de la teora literaria tal como todava la conocemos

    (Casanova incluida, como veremos). Por supuesto, a pesar de estas

    aclaraciones, Casanova no propone ninguna teora general sobre la valoracin

    en la investigacin literaria. Dispone, en efecto, el investigador literario de

    otros paradigmas valorativos que el, en cada caso, dominante en el sistema

    internacional de las letras? Se puede formular criterios de valoracin literaria

    que posean una dimensin y una profundidad histricas reales, es decir, que

    no se puedan reducir ni a los surgidos del contexto histrico de origen ni a los

    del presente del crtico-investigador? En todo caso, qu implicara esta

    investigacin en torno de las cuestiones del valor para las pretensiones de

    cientificidad del trabajo de estudiosos de perfil sociolgico como Casanova o

    Franco Moretti?

    Un punto central en el que ambos se distinguen es que Casanova, a

    diferencia de las propuestas explcitas que, como veremos, sostendr Moretti,

    no considera menor o poco importante la aportacin de su metodologa a la

    interpretacin efectiva de textos puntuales. Para ella, el investigador literario

    no puede descartar el estudio intensivo de las obras, aunque deba renunciar a

    lo que denomina la metafsica de la obra aislada. De cualquier modo, como

  • [pp 94 - 138 / ISSN en trmite / REVISTAS ESPECIALIZADA 126

    sucede en el caso de Bourdieu, las implicaciones tericas de sus propuestas

    en relacin con el cruce de los niveles micro- y macroscpico de anlisis no

    terminan de explicitarse con claridad, al menos en La Repblica mundial de las

    Letras.

    Es fcil reconocer algunos lmites del internacionalismo de Casanova.

    Estn dados, sin dudas, por su francocentrismo, que hace a Pars capital

    mundial indiscutible de las Letras. Esto no tiene que ver solo con poner en

    discusin lo ajustado o no de su caracterizacin histrica de la literatura

    francesa como la nica que no tendra un punto de partida nacional porque, en

    tanto centro tradicional de lo literario tras la cada de la preponderancia clsica

    del latn, no necesitara de ningn tipo de reivindicacin emancipatoria de una

    esencia nacional para definirse como tal, mientras que literaturas

    verdaderamente nacionales solo podran ser las otras, en principio la inglesa y

    la alemana, precisamente por haberse definido de manera opositiva y relativa

    a la francesa lo cual explicara tanto el dbil nacionalismo del clasicismo

    francs, como que el romanticismo se haya desarrollado sobre todo en

    Alemania e Inglaterra. Tambin es necesario preguntarse hasta qu punto la

    distincin misma entre centro y periferia que la teora de Casanova supone no

    es tambin interpretable como un gesto nacionalista reactivo y retroactivo,

    contemporneo de la debacle actual de la literatura y la lengua francesas en la

    escena internacional frente al ingls.

    Igual suerte correra, en un anlisis crtico ms detenido de las tesis de

    Casanova, su tambin evidente modernocentrismo: resulta claro que su

    modelo funciona fundamentalmente en el contexto de la historia de la literatura

    de la modernidad, pero de ningn modo (o, en todo caso, haciendo ajustes

    conceptuales muy importantes) en el de la clsica o la medieval, y

    probablemente tampoco en el de la estrictamente contempornea, para la que

    cabra pensar si sigue funcionando una lgica tan estricta de la distincin entre

    centro y periferia. Casanova, de hecho, se refiere ocasionalmente a la

    aparicin de centros plurales, y a la radical complejizacin del sistema

    internacional, en los ltimos aos (217), pero avanza muy poco con el anlisis

    de las implicaciones que estos cambios tendran en relacin con la

    conceptualidad y la metodologa bsicas de su teora, que difcilmente sera

  • [pp 94 - 138 / ISSN en trmite / REVISTAS ESPECIALIZADA 127

    capaz de registrar otros fenmenos concomitantes con los recin sealados.

    Una vez ms a la manera de Bourdieu, Casanova deplora el modo en que la

    industria editorial est colonizando comercialmente el polo autnomo

    internacional de lo literario, e incluso asimilando para sus productos rasgos

    antes nicamente identificados con la literatura pura (223). El poder de la

    comercializacin da lugar a una pugna por constituirse ella misma como nuevo

    centro legitimador absoluto de la literatura, desarticulando y superando a la

    vez la vieja idea de la autonoma internacionalista. Casanova sostiene que se

    trata simplemente de una revancha del polo nacional (223-224), dado que su

    ya sealado francocentrismo la lleva a ver los best-sellers globales, como, por

    ejemplo, El cdigo Da Vinci, como una promocin internacional de la cultura y

    la literatura nacionales estadounidenses, a partir de la integracin total y

    programtica de su comercializacin con la de los medios masivos de

    comunicacin mundial y la cultura del entretenimiento (224-225). Pero todo

    lleva ms bien a pensar lo contrario: el polo comercializador en su estado

    actual tiene un costado fuertemente internacionalista o al menos regional que

    poco tiene que ver con los derroteros tradicionales de las diversas literaturas

    nacionales, incluso de la estadounidense. Cabe entonces preguntarse acerca

    de la viabilidad de la perspectiva de Casanova en relacin con la literatura ms

    estrictamente contempornea.

    El universo terico de base de Franco Moretti es afn al de Pascale

    Casanova: la sociologa literaria cruzada con la teora del sistema-mundo

    moderno de Wallerstein y, explcitamente, de Fernand Braudel (1984). Moretti

    incorpora el postulado central de Casanova: que, en sus palabras, el estudio

    de la literatura mundial es el estudio de la lucha por la hegemona simblica en

    todo el mundo (2000: 73). Sin embargo, las reflexiones de carcter

    metodolgico de Moretti son bastante ms radicales, e implican un cambio

    total en la perspectiva o el enfoque de los estudios literarios. A diferencia del

    dualismo metodolgico de Casanova (y de Bourdieu), que pretende poder no

    renunciar a la lectura intensiva de obras particulares