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JoeAbercrombie
Lamejorvenganza
LAMEJORVENGANZALaguerrapuedeserun infierno,peropara
Monza Murcatto, la Serpiente de Talins, a sueldo del duque Orso,también es una forma excelente de hacer dinero. Sus victorias la hanhechomuypopular,quizádemasiadoparaelgustodeOrso.Traicionadaydadapormuerta,larecompensadeMurcattoesuncuerpodesfiguradoyunaseddevenganzaquenosedetendráantenada.Susaliadossonelborracho menos fiable de Styria, el envenenador más traicionero deStyria,unasesinoenserieobsesionadocon losnúmerosyunbárbaroque quiere enderezar su vida. Entre sus enemigos están los máspoderosos del país, y eso antes de que elOrso envíe al hombremáspeligroso para acabar con ella. La mejor venganza es una novelaindependiente que tiene todas las características quehicieron un éxitode la trilogía La primera Ley. «Entre sus personajes hay tiranos ytorturadores,unpardeenvenenadores,unasesinoenserie,unborrachotraidor,unoscurobárbaroyunsangrientomercenario.Yéstosson losbuenos.Lasbatallas sonvívidasy viscerales, laacciónbrutal, el ritmoimparableyAbercrombieamontonalastraicionesylosgirosdelatramadeformaquenodejamosdepreguntarnoscómoacabarátodo.Ésteessumejorlibrohastaelmomento.»GeorgeRRMartin.Elegidoentrelosdiezmejoreslibrosde2009porloslectoresdeSFSite.SeleccionadoporAmazon como una de las mejores publicaciones del género en2009.Libro favorito de SFFWorld en 2009.Finalista del British FantasyAward2010.FinalistadelDavidGemmelLegendAward2010.
ParaGrace.Undíaleerásesto
ytesentirásalgoinquieta
BennaMurcattosalvaunavida
Elamanecerteníaelcolordelasangreenferma.Huíadelesteymanchabaderojo el cielo oscuro, dando a los jirones de nubes un color dorado que no lespertenecía.Bajoél,lacarreteraseretorcíamontañaarriba,hacialafortalezadeFontezarmo,uncúmulodetorresbajasdecolorcenizaoscuroqueserecortabaanteloscielosheridos.Elamanecererarojo,negroyoro.
Loscoloresdesuprofesión.—Monza,estamañanaestásespecialmentehermosa.Ella suspiró como si aquella circunstancia fuese accidental. Como si no
hubierapasadounahoraacicalándoseanteelespejo.—Lascosassonloqueson.Yelhechodedecircómosonnotienemérito.
Acabas de demostrar que no estás ciego, sólo eso —dijo, mientras sedesperezabaenlasillademontaryhacíaunalargapausa,paraluegoañadir—:Perosiguediciéndomecosas.
Élseaclarósonoramente lagargantayalargóunamanocomoelmalactorquesedisponeasoltarsuparlamento.
—Tucabelloescomo…¡unvelodearenaquerielase!—Eresungallitopresumido.¿Ayerquéera?¿Unacortinademedianoche?
Esomegustómás,teníaciertapoesía.Aunquemala,perosigue.—Mierda—miró hacia las nubes y bizqueó—.Entonces diré que tus ojos
relucencomozafirospenetrantesysinprecio.—¿Acasotengoahorapiedrasenlacara?—Tuslabiossoncomopétalosderosa.Ellaleescupió,peroélanduvolistoyseapartó,desuertequeelescupitajo
pasócercadesucaballoycayóenlaspiedrasresecasqueseencontrabanjuntoalsendero.
—Eso es para que tus rosas crezcan más rápido, capullo. Puedes hacerlomejor.
—Cadadíaesmásdifícil—murmuróél—.La joyaque te regalé tequedamuybonita.
Ella alzó la mano derecha para admirarla, un rubí tan grande como unaalmendra,queatrapaba losprimerosdestellosde la luzdel soly relucíacomounaheridaabierta.
—Mehanhechoregalospeores—dijo.—Lepegaatutemperamentotanfogoso.Ellalanzóunarisotadamientrasdecía:—Yamireputaciónsangrienta.—¡Alamierdatureputación!¡Sólosirveparaquecotilleenlosidiotas!Eres
unsueño.Unavisión.Erescomo…—chasqueólosdedos—¡lamismísimadiosadelaguerra!
—Unadiosa,¿eh?—Delaguerra.¿Tegusta?—Noestámal.SipuedesbesarleelculoalduqueOrsolamitaddebienque
piropeas,quizánosdéunpremio.—Sólo hay una cosa queme gustemás que el amanecer:mirar las nalgas
llenas y redondas deSuExcelencia.Es como contemplar…el poder—Bennafruncíaloslabiosenunamueca.
Loscascosdeloscaballosgolpeabanelarenososendero,lassillascrujíanylosarnesestintineaban.Elcaminoibasinparardeunladoparaotro.Elrestodelmundosedesplazababajoellos.Elcielodelestesedesangró,pasandodelrojoaunrosadematadero.Elríosurgiólentamenteantesuvista,serpenteandoentrelosbosquesotoñalesquecircundabanlabasedelempapadovalle.Centelleante,comounejércitoenmarcha,corriendorápidoeimplacablehaciaelmar.HaciaTalins.
—Estoyesperando—dijoél.—¿Elqué?—Loscumplidosqueahoratetocadecirati,porsupuesto.—Sinosetequitanesoshumosdelacabeza,tevaaestallardemalamanera
—retorciólospuñosdesedadesucamisa—.Ynoquierotussesosencimademicamisanueva.
—¡Me has matado! —Benna se llevó una mano al pecho—. Zorradesalmada, ¿así es comome pagas la devoción que hemostrado por ti todosestosaños?
—Campesino, ¿cómo te atreves a presumir de la devoción que sientes pormí?¡Escomosiunagarrapatasintieradevociónporuntigre!
—¿Un tigre? ¡Vaya! Cuando te comparan con un animal, siempre sale arelucirunaserpiente.
—Mejoresoqueungusano.—Furcia.—Cobarde.—Asesina.Apenas podía negar aquel último apelativo. El silencio cayó nuevamente
sobreellos.Unpájarogorjeódesdeelárbolsedientoqueseencontrabajuntoalcamino.Bennaacercópocoapocosucaballoalsuyoymurmurócortésmente:
—Monza,estamañanaestásespecialmentehermosa.Unasonrisaasomóporunadelascomisurasdesuboca.Porelladoqueélno
podíaver.—Bueno,lascosassonloqueson.Ellaespoleósucaballo,ylamurallaexteriordelaciudadeladeFontezarmo
salió a su encuentro.El estrechopuente que cruzabaunvertiginosoprecipicioterminabaantelabarbacana,cubiertotodoélporlaschispeantesgotasdeaguaquecaían.Ensuextremoseabría,bostezante,unapuertaqueparecíaconduciralatumba.
—Han reforzado lasmurallas en el último año—musitóBenna—.Nomegustaríatenerqueatacarestesitio.
—¿Noirásapretenderahoraquetieneslosredañossuficientesparasubirporunaescala?
—Nomegustaríatenerqueordenaraalguienqueatacaseestesitio.—¿No irás a pretender ahora que tienes los redaños suficientes para dar
órdenes?—Puesno.Ella se inclinó con cuidado en la silla demontar ymiró la pendientemuy
empinada que quedaba a su izquierda. Luego echó un vistazo a la escarpadamuralladesuderecha,cuyasalmenasformabanunanegralíneamelladaqueserecortabacontraelbrillantecielo,ycomentó:
—Escomositemieraquealguienpudiesematarle.—¿Entonces…tienemuchosenemigos?—preguntóBennaconunsusurro,
abriendounosojostangrandescomoplatosyesbozandounamuecadesorpresa.—SólomediaStyria.—Yyo,quemehabíaempeñadotantoenserpopular…—Pasabanal trote
entredossoldadosderostrosevero,conlanzasybonetesdehierrotanrelimpiosque tenían un resplandor asesino. Los cascos de los caballos resonaban en laoscuridad del largo túnel, que comenzaba a hacerse más empinado—. Ahoratieneseseaspecto…
—¿Quéaspecto?—Yabastadebromasporhoy.—Uh—ellasintióqueunamuecaarchiconocidaaflorabaensurostro—.Tú
puedespermitirteunasonrisa.Ereselbueno.Alotroladodelaspuertaselmundoeradiferente,elaireestabacargadocon
olor a lavanda y, después de recorrer la gris ladera de la montaña, parecíallenarse con un color verde brillante. Unmundo de césped cortado al ras, desetos torturados para que adquiriesen formas irreales, de fuentes que lanzabanhacialoaltosurelucientelluvia.Unosguardiassiniestros,conlacruznegradeTalins sobre sus blancas sobrevestes, aguaban delante de todas las puertas tanbonitoespectáculo.
—Monza…—¿Sí?—Quesea laúltimacampañaquehacemos—Benna intentabaconvencerla
—.Elúltimoveranoquenosarrastramosporelpolvo.Busquemosunaactividadmásplacentera.Ahora,queaúnsomosjóvenes.
—¿Y qué hacemos con lasMil Espadas, ahora ya casi diez mil, que nosbuscanalaesperadeórdenes?
—Que nos sigan buscando. Se unieron a nosotros para saquear y nosotroshemoscumplido.Sulealtadnuncavamásalládesupropiobeneficio.
Ella tuvo que admitir que las Mil Espadas nunca habían representado lomejordelahumanidad,nisiquieralomejordelosmercenarios.Lamayoríade
susmiembrossóloseencontrabanunpeldañoporencimadeloscriminales.Losdemásestabanunpeldañopordebajo.Peroésanoeralacuestión.Poresodijoconungruñido:
—Enestavidahayquetenerapegoporalgo.—Noséporqué.—Comosiempre.UnacampañamásyVisserinecaerá,Rogontserendiráy
laLigadelosOchosóloseráunmalrecuerdo.OrsopodrácoronarseasímismoreydeStyria,yentoncesnosotrosnosesfumaremosynadienosrecordará.
—Merecemosquenosrecuerden.Podríamostenernuestrapropiaciudad.TúpodríasserlanobleduquesaMonzcarrode…dondesea…
—¿YtúelimpávidoduqueBenna?—riómientraslodecía—.Erestontodelculo.Apenaspodríasgobernartuspropiastripassinmiayuda.Laguerraesunnegocio bastante turbio, y yo no domino la política. Si Orso acaba siendocoronado,nosretiramos.
Bennasuspiróydijo:—Suponía que éramos mercenarios. A Cosca jamás le gustaron los tipos
comoél.—PeroyonosoyCosca.Decualquiermodo,noesprudentenegarlenadaal
señordeTalins.—Perositegustaluchar…—No. Me gusta ganar. Sólo una campaña más y luego veremos mundo.
Visitaremos elViejo Imperio. Recorreremos lasMil Islas.Navegaremos hastaAduaynoshospedaremosenlaCasadelHacedor.Viajaremosportodaspartes—Benna pusomala cara, como siempre que algo no le gustaba. Pero, aunquepusieramalacara,no le llevó lacontraria.Enocasioneseraconscientedequeelladebíatomarlainiciativa—.Puestoquesólonosdiferenciamosenunpardepelotas,¿nuncahassentidolanecesidaddehacerteconunas?
—Atitesientanmejor.Además,tambiéntetocóelcerebro.Mejorseráquesigamosjuntos.
—¿Ytúquésacarásdetodoesto?—Lasonrisadelavictoria—Bennahizounamueca.—Pues,entonces,sonríe.Sólounacampañamás.—Bajóconunsaltodela
silla,enderezóeltahalídesuespada,lanzólasriendashaciaelmozodecuadrayseencaminóagrandespasoshacia lapuerta interiorde laentrada.Benna tuvo
que seguirla a la carrera, porque, al echar a andar, se había enredado con supropia espada.Para serunapersonaquevivíade laguerra, eraundesastre entodoloquetuviesequeverconlasarmas.
El patio interior, que al llegar a la cumbre de la montaña se dividía enterrazas bastante extensas en las que habían plantado unas exóticas palmeras,estabaaúnmásprotegidoqueelexterior.UnaantiguayaltacolumnaprocedentedelpalaciodeScarpiusseerguíaensucentro,lanzandounintensoreflejohaciaelestanquecircularenelquepululabanmuchospecesplateados.Lainmensidaddevidrio,bronceymármolqueeraelpalaciodelduqueOrsodominabalastresfachadasdelpatiocomoungatomonstruosoqueatrapaseentresusgarrasaunratón.Desdelaprimaverahabíanconstruidounanuevaala,bastantegrande,alolargo de la muralla norte, con adornos de piedra medio cubiertos por elandamiaje.
—Hanestadoedificando—dijoella.—Claro. ¿Cómo podría arreglárselas el príncipe Ario sólo con las diez
habitacionesquetieneparameterenellasloszapatos?—Enestostiempos,elhombrequesólotengadiezhabitacionesparaguardar
elcalzadonuncapodráiralamoda.—Yosólotengotreintapares.Creoquemisreservasdisminuyenconrapidez
—Bennafruncíaelceñomientrasmirabasusbotasconhebillasdeoro.—Como nos pasa a todos —musitó ella. Un grupo de esculturas medio
terminadassealineabaalolargodeltejado.ElduqueOrsodandolimosnaalospobres. El duque Orso enseñando al ignorante. El duque Orso protegiendo aldébildecualquierdaño.
—MesorprendequenotengaatodaStyrialamiéndoleelculo—lesusurróBennaaloído.
—Ésadebedeserlasiguiente—señalabaconeldedounbloquedemármolquehabíancomenzadoatallar.
—¡Benna!El conde Foscar, que era el hijo pequeño deOrso, rodeó el estanque a la
carrera como si fuera un perrito impaciente, haciendo mucho ruido con loszapatos al pisar la gravilla recién rastrillada, encendido el pecoso rostro.Acusabaeldesafortunado intentodedejarsebarba (yahacíaunañodesdequeMonzalehubieravistoporúltimavez),conelresultadodequeloscuatropelos
sueltos de color arena que cubrían su rostro le hacían más aniñado. Aunquehubierapodidoheredar toda lavirilidaddesupadre,daba la impresióndequeunapartesehabíaquedadoporelcamino.Bennasonrióburlonamente, lepasóunbrazoporloshombrosylerascólacabellera.Esohabríasupuestouninsultoencasodehacérselootro,pero,haciéndoseloBenna,leparecíaalgomaravilloso.Él tenía cierta habilidad para hacer feliz a la gente, que a Monza le parecíamágica.Lasuyalallevaba,justamente,hacialadirecciónopuesta.
—¿Aúnestáaquítupadre?—preguntóMonza.—Sí,ytambiénmihermano.Losacompañasubanquero.—¿Ycómoandadehumor?—Creoquebien,oesoparece,peroyaconocesamipadre.Además,nunca
se enfada convosotros, porque siempre le traéis buenasnoticias.Al igual quehoy,¿ono?
—Yoselodiré,Monza,o…—Borlettahacaído.Cantainhamuerto.—Cantaineraunbuenhombre—Foscarnosealegró,porquenocompartía
consupadreelapetitoporloscadáveres.—Eraelenemigodetupadre—paraMonzalascosasnoerantansencillas.—Eraunhombrealquesepodíarespetar.Apenasquedagentecomoélen
Styria.¿Deverasquemurió?Bennahinchólasmejillasydejóescaparelaireantesdedecir:—Bueno, le cortaron la cabeza y la clavaron en una pica encima de las
puertas;amenosqueconozcasaalgúnmédicofantástico…Pasaronbajounaarcadabastantealtayaccedieronaunasalaenpenumbra
queresonabaigualquelatumbadeunemperador,sóloiluminadaporlaluzque,al filtrarse desde unos altos ventanales, creaba columnas llenas de polvo ensuspensiónquellegabanhastaelsuelodemármol.Unasarmadurasantiguas,querelucíanensilenciosorecogimiento,sujetabanensuspuñosdehierrounasarmasigualdevetustas.Elnítidosonidodeunasbotasretumbóenlasparedescuandounhombredeuniformeoscurollegóasulado.
—Mierda—BennadecíaaMonza,habiéndolealoído—.AhíestáesereptildeGanmark.
—Notemetasconél.—Esquenomecreoqueesebastardode sangre fría sea tanbuenocon la
espadacomodicen…—Loes.—Siyosólofueramediohombre…—Noloeres.Asíquenotemetasconél.ElrostrodelgeneralGanmarkerasingularmentesuave,ysusbigoteslacios
y suspálidosojosgrises, siemprehúmedos, le conferían cierto airede tristezaperpetua. Se rumoreaba que lo habían expulsado del ejército de laUnión porcierta indiscreciónde carácter sexualque teníaquever conotrooficial, yquehabía cruzado el mar en busca de un amo con más amplitud de miras. LatoleranciadelduqueOrsoerainfinitaenloconcernienteasusmilitares,siemprequehiciesenbiensutrabajo.EllayBennaeranlapruebavivientedeello.
GanmarksaludóaMonzaconunainclinacióndecabezallenadeafectación.—GeneralMurcatto—luegorepitió,mirandoaBenna—:GeneralMurcatto.
CondeFoscar,¿puedopresumirquehahechosusejercicios?—Meentrenodurantetodoeldía.—Entoncesaúnpodremoshacerdeustedunespadachín.—Esoountipoaburrido—comentóBennaconunbufido.—Cualquiera de las dos cosas ya sería algo—dijoGanmark con su típico
acento gutural de la Unión—. Un hombre sin disciplina no es mejor que unperro.Unsoldadosindisciplinanoesmejorqueuncadáver.Dehecho,espeor,porqueuncadávernosuponeningunaamenazaparasuspropioscamaradas.
Bennaabriólaboca,peroMonzaseleadelantó.Yatendríatiempodespuésparahacerelidiota,siquería.
—¿Cómolefueenlacampaña?—preguntóella.—Cumplíconmipapel,manteniendolosflancosdeustedlibresdeRogonty
desussoldadosdeOspria.—¿ConteniendoalDuquedelaDilación?—Bennasonreíaconafectación—.
Menudodesafío.—Sóloactuédesecundario.Ungirocómicoenunagrantragedia,que,asílo
espero,debiódeserdebidamenteapreciadoporlaaudiencia.Losecosdesuspisadasseincrementaroncuandopasaronbajootraarcaday
entraron en la impresionante rotonda situada en el corazón del palacio. Suscurvas paredes eran vastos paneles esculpidos con escenas de la Antigüedad.Guerrasentredemoniosymagos,yotrastonteríasparecidas.Arriba,enlomás
alto, lagrancúpulamostrabaun frescoenelquehabíanpintadosietemujeresconalasqueserecortabananteuncielotormentoso;teníanarmas,armadurasylamiradaairada.LosHados,quellevanlosdestinosalaTierra.LamejorobradeAropella.Alparecer,habíatardadosieteañosenterminarla.Monzadecidiónoolvidarlomenuda,débilycompletamenteinsignificantequesesentíaenaquelsitio.Eramuyimportanteparaella.
Los cuatro subieron por una escalera lo suficientemente ancha para que eldobledelnúmerodepersonassubieradefrenteporella.
—Y,¿adóndelellevóesetalentosuyoparalacomedia?—MonzapreguntóaGanmark.
—Juntoconelfuegoyelasesinato,hastalaspuertasdePuranti,yluegodevuelta.
—¿Algúncombateimportante?—Bennafruncíaloslabios.—¿Por qué hubiera debido implicarme en un combate? ¿No ha leído a su
Stolicus?Unanimalluchaparaconseguirlavictoria…—Un general avanza—Monza terminó la cita por él—. ¿Suscitómuchas
risas?—Supongo que nomuchas en el enemigo. Sólo unas pocas, preciosas, en
algunos,peroasíeslaguerra.—Siempretengotiempoparareírmeentredientes—dijoBenna.—Algunas personas tienen la risa fácil. Eso las convierte en compañeros
encantadores a la hora de cenar—los ojos tiernos de Ganmark fueron hastaMonza—.Veoquenoseríe.
—Yaloharé.EncuantolaLigadelosOchohayadesaparecidoyOrsoseareydeStyria.Entoncestodospodremoscolgarnuestrasespadas.
—Por experiencia propia, puedo asegurarle que las espadas no se quedancolgadasmucho tiempodeningún sitio.Tienen la costumbredevolverpor sucuentaalasmanosdequieneslasempuñaron.
—MeatreveríaadecirqueOrsoseguiráconusted—dijoBenna—.Aunquesóloseaparasacarbrilloalasbaldosasdelsuelo.
—Entonces puedo asegurarle que Su Excelencia tendrá los suelos máslimpiosdetodaStyria—Ganmarkapenasdiounrespingo.
Laescalerafinalizabadelantedeunpardepuertasaltas,muybrillantesporlamaderapulimentadaconquehabíansidoconstruidas, lascualespresentaban
unos rostros de leones. Un hombre grueso subía y bajaba por los escalonessituados delante de ellas, a la manera del viejo perro guardián que vigila eldormitoriodesuamo.EraFielCarpi,elcapitánmásantiguodelasMilEspadas,cuyo rostro viril, ancho y curtido se hallaba surcado por las cicatrices demilcombates.
—¡Fiel!—Benna agarró al viejomercenario por la gruesa tajada de carnequeeraunadesusmanos—.Miraquesubirporunamontañaa tusaños.¿Nodeberíasestarahoraenalgúnburdel?
—Estaba en uno de ellos —Carpi se encogió de hombros—. Pero SuExcelenciamemandóllamar.
—Ycomoeresunbuenchico…obedeciste.—PoralgomellamanFiel.—¿CómoandabanlascosasenBorletta?—preguntóMonza.—Tranquilas.Lamayoríadeloshombresquedaronacuarteladosfueradela
ciudad,conAndicheyVictus.Penséqueasínopodríanincendiarla.DejéenelpalaciodeCantainaalgunosdelosdemásconfianzaconSesaria,paraquelosvigilase. Perros viejos como yo, de los tiempos de Cosca. Hombresmaduros,pocoinclinadosaobrardemaneraimpulsiva.
—Querrásdecirunpocolentos—dijoBenna,cloqueando.—Lentosenelpensar,aunqueestables.Yahemosllegado.—¿Quétalsientramos?—Foscarapoyóunhombroenunadelaspuertasy
la abrió. Ganmark y Fiel le siguieron. Monza se detuvo un momento en elumbral,intentandoponerunacaramásseria.LevantólamiradayvioqueBennasonreía.Ledevolviólasonrisademanerainstintiva.Seinclinóyledijoaloído:
—Tequiero.—Porsupuestoquemequieres—diounpasoenelumbralyellalesiguió.ElestudioprivadodelduqueOrsoeraunasalademármoltangrandecomo
laplazadeunmercado.Unosventanalesaltosocupabanensolemneprocesiónunadesusparedes,dejandopasarunabrisapenetrantequehacíaestremeceryretorcerselasvividascolgadurasdelestudio.Másallá,unalargaterrazaparecíacolgarenmediodelaire,dominandolacuestamásempinadaquellevabahastalacumbredelamontaña.
Lapareddeenfrenteestabacubiertaconunospanelesquellegabanhastaeltecho,pintadosporlosartistasmásnotablesdeStyriaconobjetodemostrarlas
mayoresbatallasdesuhistoria.LasvictoriasdeStolicus,deHarodelGrande,deFaransydeVerturio,todasellasconservadasenóleosmajestuosos.ElmensajedequeOrsoeraelúltimodeunlinajederegiosconquistadoresresultabadifícilde obviar, aunque su bisabuelo no sólo hubiera sido un usurpador sino uncriminalconvicto.
Lapinturamayorde todasseencontrabafrentea lapuerta,aunaaltura,almenos, de diez largos pasos. Como no podía sermenos, representaba al granduque Orso. Aparecía montado encima de un destrero rampante, alta larefulgenteespada, lospenetrantesojos fijosenel lejanohorizonte, incitandoasushombresalavictoriaenlabatalladeEtrea.ElpintorparecíadesconocerqueOrsohabíaestadoamásdeochentakilómetrosdeella.
Pero las mentiras bonitas siempre vencen a las verdades aburridas, comofrecuentementeélmismohabíadichoaMonza.
ElmismísimoduquedeTalins,conaireavinagrado,empuñandounaplumaynounaespada,sesentabaanteunescritorio.Unhombrealto,macilento,denarizganchuda se encontraba de pie a su lado, mirando hacia abajo con la mismaperspicaciaqueelbuitrequeaguardaaquelosviajerosperdidosmuerandesed.Entrelassombrasdelapared,unasiluetadebuentamañoseagazapabacercadeambos.Gobba,elguardaespaldasdeOrso,cuyocuelloeratangordocomoeldeuncerdoenorme.ElpríncipeArio,hijoprimogénitodelduqueysuheredero,serepantigaba en una silla dorada, cerca de ellos.Había cruzado una pierna porencimadelaotraymovíacondescuidounacopadevino,mientrasunasonrisablandasedibujabaensurostrobelloeinexpresivo.
—¡Me encontré a estos mendigos vagando por el campo y penséencomendarlosatucaridad,padre!—exclamóFoscar.
—¿Caridad?—LaagudavozdeOrsoreverberóenlacavernosaestancia—.Sabesquenomegustan las tonterías.Póngansecómodos,amigosmíos;enunmomentoestaréconustedes.
—Vaya,perosisonlaCarniceradeCaprileysupequeñoBenna—comentóArioenvozbaja.
—VuestraAltezaestátanbiencomosiempre—aunqueaMonzaleparecieraestarviendoaungallitoindolente,seguardódedecirlo.
—Ustedtambién.Sitodoslossoldadostuvieransuapariencia,creoquemegustaría apuntarme a la campaña. ¿Una nueva baratija? —Ario movió con
languidezsumanoenjoyadaparaseñalarelrubíqueMonzallevabaeneldedo.—Esloqueteníaamanomientrasmevestía.—Mehabríagustadoestarpresente.¿Vino?—¿Tanpronto?Siapenashaamanecido.Élechóunamiradadeojosabotagadosalasventanasydijo,comosiestar
levantadohastamuytardefueraunaproeza:—Enloqueamíconcierne,lanocheyaestálejos.—Tomaréunpoco.Benna había comenzado a servirse una copa de vino por su cuenta:mejor
aprovecharlafanfarronadaantesdequedecayera.Eracasiseguroqueantesdeunahoraestaríaborrachoyqueluegosesentiríaavergonzado,porqueMonzayaestaba cansada de hacer siempre de madre. Se paseó por delante de lamonumentalchimenea,sujetaporlasfigurastalladasdeJuvensyKanedias,ysedirigióalescritoriodeOrso.
—Firmadaquí,aquíyaquí—decíaelhombremacilentomientrasesgrimíaundedohuesudoporencimadelosdocumentos.
—¿Está seguro,Mauthis?—Orso lemirócomosi se sintiese incómodo—,miarrendatario.
—Sólo vuestro humilde servidor, Excelencia. La Banca de Valint y Balkaccedeaprorrogarestecréditoporunaño,despuésdelcual,aunlamentándolomucho,tendráquecobraroslosintereses.
—Sí, seguroque lo lamenta tantocomo lapestepor losmuertosquedeja.Estarécomprometidoconustedes—dijoOrsoconunbufido—.Todosacabamospor arrodillarnos ante alguien, ¿no es así? Asegúrese de comunicar a sussuperioresmiinfinitagratitudporsuindulgencia.
—Así loharé—Mauthis recogió losdocumentos—.Estoconcluyenuestroasunto,Excelencia.Deboirmeahoramismo,siquieroaprovecharlamareadelatardeparallegaraWestport…
—Aúnno.Quédeseunpocomás.Debemostratarotroasunto.—Como desee Vuestra Excelencia —los inexpresivos ojos de Mauthis
fueronhaciaMonzayluegohaciaOrso.Elduqueselevantóparsimoniosamentedesuescritorioydijo:—Entonces,tratemoscuestionesmásplacenteras.Metraenbuenasnoticias,
¿noesasí,Monzcarro?
—Asíes,Excelencia.—Ah,¿quéharíayosinusted?SuscabellosnegrosteníanunavetadecolorgrisaceroqueMonzanohabía
vistoenlaúltimaentrevistamantenidaconély,quizá,unaslíneasmásprofundasen los rabillos de los ojos, aunque su forma de mandar en todo fuera tanimpresionante como siempre. Se inclinó hacia delante y la besó en ambasmejillas,paraluegosusurrarlealoído:
—AunqueGanmarkpuedadirigiraloshombresconciertafacilidad,notieneelmenorsentidodelhumor,yesoqueesunchupapollas.Vamos,cuéntemesusvictoriasenelcampodebatalla—pusounbrazoencimade loshombrosde lajoveny,dejandoatrásalpríncipeArio,quesehabíaechadoaroncar,pasóconellaporunodelosabiertosventanales,llegandoalaaltaterraza.
Elsolcomenzabaaescalarelcieloyelbrillanteorbesellenabadecolorido.Elcielohabíaperdidosucolordesangre,adquiriendootroazulintensomientrasunasnubesblancassearrastrabanenloalto.Abajo,enelmismísimofondodelvertiginosoprecipicio,elríoserpenteabaporlasboscosasestribacionesdelvalle,cubiertas con otoñales hojas de verde pálido, de naranja tostado, de amarillodesvaído, de rojo intenso, y la luz relucía plateada en las apresuradas aguas.Hacia el este, el bosque daba paso a un parcheado de campos de labranza,cuadrados de tierras verdes de barbecho, de rica tierra negra, de rastrojosdorados.Unpocomáslejos,elríoseencontrabaconelmargrisparaformarunamplio delta plagado de islas. Con la fuerza de la imaginación, Monzavislumbraba en ellas torres, edificios, puentes, murallas. La Gran Talins, nomuchomayorantesuvistaquelauñadesupulgarEntornólosojosantelafuertebrisaqueapartabadesurostroalgunosdesuscabellos.
—Jamásmecansodeestavista.—Nomeextraña.Por eso edifiqué estemaldito lugar.Desde aquí siempre
puedo vigilar a mis súbditos como un padre a sus pequeños. Pero sólo paraasegurarmedequenosehacendañomientrasjuegan,yamecomprende.
—Vuestra gente tiene suerte de tener en vos a un padre tan justo ypreocupado—respondióellaconunamentirapiadosa.
—Justoypreocupado—Orsofrunciólafrente,pensativo,mientrasmirabaeldistantemar—.¿Creeustedquelahistoriamerecordará?
—¿QuédijoBialoveld?Lahistorialaescribenlosvencedores—peroesole
parecíahartoimprobable.—Muy bien, veo que además es usted muy leída —el duque le apretó
nuevamenteenelhombro—.Arioposee lanecesariaambición,perocarecedeperspicacia.Me sorprendería que fuese capaz de leer de corrido una señal decarretera.Sólosepreocupapor lasputas.Ypor loszapatos.Porotraparte,mihijaTereznohacemásquellorardesconsoladamenteporquelacaséconunrey.PuedoasegurarlequesilehubieradadocomomaridoalgranEuz,habríaestadogimoteandopor no tener unmarido que se amoldasemejor a su condición—lanzó un profundo suspiro—. Ninguno de mis hijos me comprende. Ya sabeusted que mi bisabuelo fue un mercenario. Es una circunstancia que no meagradarevelar—peroquecontabaaMonzacadavezqueseveían—.Unhombreque jamás derramó una lágrima en toda su vida y que pisoteó lo que tenía alalcancedelamano.UnluchadordebajacunaqueseapoderódeTalinsconlaagudezadesumenteydesuespada—laversiónquehabíaoídoMonzahablabadeunarudezadesmesuradayunagranbrutalidad—.Ustedyyoestamoshechosdelamismapasta.Noshemoshechoanosotrosmismosapartirdecero.
—Me honráis sobremanera, Excelencia —Monza se mordía la lengua,porqueOrso,quehabíanacidoenelducadomáspoderosodeStyria,nosabíaloqueeratrabajarduro.
—Semereceaúnmás.YahoraháblemedeBorletta.—¿QueréisqueoshabledelabatalladelaMargenAlta?—¡MehandichoqueusteddesbaratóelejércitodelaLigadelosOchocomo
antesenDulcesPinos!GanmarkdicequelasfuerzasdelduqueSaliertriplicabanennúmeroalassuyas.
—El número de las fuerzas no favorece cuando son flojas, están malpreparadas y mandadas por idiotas. Un ejército de granjeros de Borletta, dezapateros remendones de Affoia, de sopladores de cristal de Visserine.Aficionados.Acamparonjuntoalrío,suponiendoqueestábamoslejos,yapenaspusieroncentinelas.Atravesamoslosbosquesamedianocheycaímossobreellosalamanecer,porquenisiquierasehabíanpuestolasarmaduras.
—¡MeimaginoaesecerdosebosodeSaliersaltandodelacamaparaecharacorrer!
—Fiel dirigió la carga. Los derrotamos enseguida y nos hicimos con sussuministros.
—Me han dicho que los campos, de dorados que eran, se volvieroncarmesíes.
—Lucharonmal.Losque se ahogaron al intentar cruzar el río fuerondiezveces más que los que murieron luchando. Hicimos más de cuatro milprisioneros. Unos quedaron en libertad tras pagar el rescate, otros no, y losdemásfueronahorcados.
—Nadiederramómuchaslágrimas,¿verdad,Monza?—Yono.Sitantoqueríanvivir,¡quesehubiesenrendido!—Como hicieron en Caprile —Monza miró fijamente los negros ojos de
Orso—.Entonces,¿Borlettasiguebajoasedio?—Yahacaído.—¿Ha caído? ¿Se ha rendido Cantain?—el rostro del duque se encendió
comoeldeunchicoensufiestadecumpleaños.—Cuando los suyos se enteraron de la derrota de Salier, perdieron la
esperanza.—Y lagente sin esperanza esunamuchedumbrepeligrosa, incluso enuna
república.—Especialmenteenunarepública.ElpopulachosacóaCantaindelpalacioy
locolgóenlatorremásalta;luegoabrieronlaspuertasysepusieronamerceddelasMilEspadas.
—¡Ja!Asesinadoporelmismísimopuebloalquequisodar la libertad.Heahí la gratitud de los plebeyos, ¿eh,Monza? Cantain debió aceptarmi dinerocuandoseloofrecí.Alosdosnoshabríasalidomásbarato.
—Todosseatropellanunosaotrosparaconvertirseenvuestrossúbditos.Heordenadoquenoleshagandaño,siemprequeseaposible.
—¿Piedad?—Lapiedadylacobardíasonlomismo—dijoella,cortante—.Vosqueréis
sustierras,nosusvidas.Losmuertosnoobedecen.—¿Porquéseráquemishijosnosesabenlaleccióntanbiencomousted?—
Orso sonreía—. Estoy completamente de acuerdo. Que ahorquen sólo a loslíderes.YquelacabezadeCantainsigaencimadelaspuertas.Nadaanimamásalaobedienciaqueunbuenejemplo.
—Yaestáapuntodepudrirsejuntoconlasdesushijos.—¡Excelente trabajo!—el señor de Talins aplaudió, como si la noticia de
aquellas cabezas pudriéndose fuese una música agradabilísima que jamáshubieseescuchado—.¿Quéhaydelosingresos?
ComoelasuntodelosingresosincumbíaaBenna,éstediounpasoalfrentemientras sacaba un papel doblado del bolsillo que tenía en la pechera de sucasaca.
—Laciudadfueregistrada,Excelencia.Todoslosedificiosquedaronvacíos,se miró debajo de todas las alfombras, se cacheó a todo el mundo. Hemosseguido las reglas acostumbradas, según los términos del contrato.Una cuartaparteparaelhombrequeencuentraloqueseadevalor,otraparasucapitán,otraparalosgenerales—entonceshizounareverencia,alisóelpapelyseloentregó—ylaúltimaparanuestronoblepatrón.
LasonrisadeOrsocrecióamedidaqueobservabalascuentas.—¡Mis bendiciones para la regla de las cuartas partes! He conseguido lo
suficienteparaqueustedesdossiganunpoquitomásamiservicio—seacercóaMonzayBenna,pusounamanoamableencimade sus respectivoshombrosyatravesóconelloslosabiertosventanales,conduciéndoloshacialamesacirculardeblancomármolque sehallabaenel centrode lahabitaciónyelgranmapadesplegado encima. Ganmark, Ario y Fiel estaban alrededor de ella. Gobbaseguíaagazapadoentre las sombras, susgruesosbrazos sobreelpecho—.¿Y?quéha sidodenuestros antaño amigosy ahorapeores enemigos, los traidoresciudadanosdeVisserine?
—Los campos que rodean la ciudad quedaron arrasados —Monza habíahecho una carnicería por la región con sólo mover un dedo—, los granjerosfueronexpulsadosyelganadoaniquilado.SeráunmagroinviernoparaelduqueSalier,ylaprimaveraaúnloserámás.
—TendráquecontarconelnobleduqueRogontysussoldadosdeOspria—dijoGanmarkconlamássutildelassonrisas.
—Ospriasiemprehablamucho,peronuncahacenada—eraelpríncipeArio.—Visserinecaeráenvuestroregazoelpróximoaño,Excelencia.—YentonceslehabremosarrancadoelcorazónalaLigadelosOcho.—LacoronadeStyriaserávuestra.—Yselotendremosqueagradecerausted,Monzcarro.Noloolvidaré—la
sonrisadeOrsosehizoaúnmásmarcadaaloírhablardecoronas.—Nosóloamí.
—Alinfiernosumodestia.PuesclaroqueBennahatenidoparteenello,lomismoquenuestrobuenamigoelgeneralGanmarkytambiénLeal;peronadiepuede negar que el trabajo ha sido suyo. ¡Su compromiso, su disposición depensamiento,surapidezalactuar!TendráungrantriunfocomoloshéroesdelaantiguaAulcus. Cabalgará por las calles de Talins ymi gente le arrojará unalluvia de pétalos de flores para honrar sus muchas victorias—aunque Bennasonriese, enseñando los dientes,Monza no le secundó, porque nunca se habíacomplacidoenaqueltipodecelebraciones—.Creoquelavitorearánmuchomásde lo que jamás harán conmis hijos. La vitorearánmuchomás que amí, sulegítimoseñor,aquientantodeben.—CuandoOrsodejódesonreírfuecomosisurostromostrasecansancio,tristezaylaedaddelosmuchosañosquetenía—.A decir verdad, creo que la vitorearán un poquito más fuerte de lo que megustaría.
Monzapercibióun súbitodestello con el rabillodel ojo, lo suficienteparalevantarunamanoinstintivamente.
El alambre suscitó un siseo a su alrededor, alcanzándola en la barbilla yhundiéndoseprofundamenteensugarganta,tantoquecasilaahogó.
Bennaseabalanzóhaciadelante.—Ben…HubounbrillometálicocuandoelpríncipeArioleapuñalóenelcuello.El
puñalnofueapararasugarganta,sinodebajodeunaoreja.Orsoretrocedióprecavidamentecuandolasangresalpicóderojolaslosetas
delsuelo.Foscarsequedóboquiabiertomientraslacopadevinoselecaíadelasmanosysehacíaañicosenelsuelo.
Monza intentó gritar. Pero como apenas podía farfullar por culpa de sutráquea,queestabamedioobstruida,sóloconsiguióunchillidoporcino.Ycomolamanoqueteníalibrepodíallegarhastalaempuñaduradesupuñal,alguienlaagarróporlamuñeca.FielCarpiseapretabacontrasucostadoizquierdo.
—Losiento—musitóalajoveneneloídomientrassacabasuespadadelavainaylatirabaalsuelo,dondecayóconunestruendodemetal.
Benna tropezó. Era una cosa espantosa manchada de rojo, con una manoagarrada a uno de los lados de su rostro y la negra sangre saliéndole aborbotones por entre los blancos dedos. Su otra mano fue hacia la espadamientrasAriolemirabaalelado.Cuandoapenashabíasacadounpalmodeacero,
yesoconsumadificultad,elgeneralGanmarkse leacercóy leapuñalófríaymetódicamente, una, dos, tres veces. La delgada hoja entró por el cuerpo deBennaysaliódeél,mientrasloúnicoqueseescuchabaeraeltenuehálitoqueabandonaba suboca entreabierta.La sangre cruzó el suelo en largos regatos ycomenzó a formar unos círculos oscuros en su camisa blanca. Titubeó haciadelante, tropezó con sus propios pies y se derrumbó, rascando con su espadamediodesenvainadaelmármolqueseencontrababajoél.
Monzaseenvaróytensionótodoslosmúsculosdesucuerpo,peroestabatanindefensacomounamoscaatrapadaenlamiel.OyóqueGobbaledecíaalgoaloído, resoplando mientras lo hacía, aplastando su rostro porcino contra sumejilla,apoyandosucuerpoenormeysudorosoenelsuyo.Sintióqueelalambrecomenzaba a cortarle lentamente ambos lados del cuello y lamano que habíaquedado aprisionada por debajo de él. Sintió que la sangre le corría por elantebrazoparallegaralcuellodesucamisa.
Benna se apoyó en el suelo con una mano, para impulsarse con ella yacercarse a Monza. Pudo levantarse medio palmo mientras las venas se lemarcaban muchísimo en el cuello. Ganmark se agachó hacia delante y, muydespacio, le atravesó el corazón por detrás. Benna se estremeció durante uninstanteyluegocayóalsuelo,quedándoseinmóvilmientrassuspálidasmejillassemanchabanderojo.Lanegrasangrereptóporelsueloyseabriópasoporlashendidurasdelasbaldosas.
—Bueno—GanmarkseagachóylimpiósuarmaenlaespaldadelacamisadeBenna—.Seacabó.
Mauthisloobservabatodoconelceñofruncido.Entresorprendido,molestoyaburrido.Comosiexaminaraaungrupodepersonasconlasquenoquisierajuntarse.
—Deshaztedeeso,Ario—Orsoseñalabaalcadáver.—¿Yo?—elpríncipehizounamueca.—Sí,tú.YqueFoscarteayude.Losdostenéisqueaprendertodoloquehay
quehacerparaquenuestrafamiliasigaenelpoder.—¡No!—Foscartropezó—.¡Yonotomaréparteenesto!—sevolvióysalió
corriendodelahabitación,pisandoconfuerzaenelsuelodemármol.—Ese chico tiene la inconsistencia del jarabe—murmuróOrso cuando se
huboido—.Ganmark,ayúdaletú.
LosojossalientesdeMonzalossiguieronmientrasarrastrabanelcadáverdeBennaylollevabanalaterraza.ElsiniestroycuidadosoGanmarkloagarrabaporlacabezamientrasqueAriomaldecíaylocogía,melindroso,porunabota,sin importarle que la otra dejase una senda de sangre tras ellos. Subieron aBennaalabalaustradaylodejaroncaer.Yasehabíanlibradodeél.
—¡Ah!—Ariosequejólastimeramente—.¡Maldito!¡Mehecortadoportuculpa!
—Lolamento,Alteza.Elasesinatopuedeserunasuntodoloroso—Ganmarkselehabíaquedadomirandoduranteuninstante.
El príncipe bajó la mirada para encontrar algo donde secarse las manosensangrentadas.Seacercóalasricascolgadurasquehabíajuntoaunventanal.
—¡Ahí no!—exclamóOrso—. ¡Es seda deKanta, a cincuenta escamas lapieza!
—Entonces,¿dóndemeseco?—Encuentra otro sitio, ¡o siguemanchado de rojo! A vecesme pregunto,
chico,situmadremeengañóacercadetupaternidad.—Conairehosco,AriosesecólasmanosenlapecheradelacamisamientrasMonzalemirabafijamente,con la cara roja por la falta de aire. Orso se inclinó sobre ella, cuyos ojoshúmedos,mediocubiertosporsuscabellosenmarañados,apenasloveíancomounbultonegro—.¿Aúnvive?¿Cómovasaarreglarlo,Gobba?
—Metió unamano por debajo delmaldito alambre—dijo con un siseo elguardaespaldas.
—Puesintentaacabarconelladeotramanera,menguado.—Yoloharé—mientrasseguíasujetandoconunamanounadelasmuñecas
deMonza, Fiel sacó el puñal queMonza aún tenía dentro de su vaina—.Deverasquelosiento.
—¡Hazlo!—rezongóGobba.Lahojafuehaciaatrás,unacerotanrelucientecomounrayodeluz.Monza
dio un pisotón aGobba con toda la fuerza que le quedaba.El guardaespaldasgruñó y dejó de hacer fuerza con el alambre, de suerte que Monza pudoquitárselodelcuelloy luegoretorcerseconunrugidomientrasCarpi intentabaapuñalarla.
Lahojaerrósublancopormuchoylaarañóenlaúltimacostilla.Aunqueelmetalestuvierafrío,aellalepareciómuyardiente,comosiunalíneadefuegole
recorrieraelcuerpodesdeelestómagoa laespalda.Luego,supuntaalcanzóaGobbaenlabarriga.
—¡Agg!—cuandosoltóelalambre,Monzacomenzóagritarcomounaloca,alcanzándole con el codoy haciéndole tambalearse.El desprevenidoFiel dejócaerelcuchilloqueacababadesacarleaelladelcuerpo,querodóporelsuelo.Monzalediounapatada,noacertandoenlaingle,perosíenlacadera,desuertequelehizodoblarseendos.LuegoagarróelpuñalqueGobballevabaalcintoylo sacó de su vaina; pero como el corte que tenía en lamano no le permitíamuchosmovimientos, el guardaespaldas la agarró por lamuñeca antes de quepudiera clavárselo. Ambos se pelearon para cogerlo, enseñando los dientes yescupiéndose,yendodeaquíparaallá,manchándoselasmanosconlasangredeMonza.
—¡Mátala!Sintióungolpeylacabezaselellenódeluz.Elsuelochocócontrasucráneo
yunodesushombros.Escupiósangre,ysus locoschillidosseconvirtieronenun quejido sostenidomientras intentaba agarrarse con las uñas al pulimentadosuelo.
—¡Malditazorra!El tacón de la enorme bota de Gobba le pisó la mano derecha, enviando
haciasuantebrazounaoleadadedolortaninsoportablequeleprovocónáuseas.Subotaleaplastólosnudillos,losdedosylamuñeca.Mientrastanto,labotadeFiel le pisoteaba las costillas una y otra vez, haciendo que tosiera y seestremeciese. Su aplastadamano acabó finalmente por caer hacia un lado. EltacóndeGobbasiguiópisándolahastaquelaaplanócontraelfríomármolyleastillóloshuesos.Ellasedejócaerpesadamentealsuelo,incapazderespirar;lahabitación daba vueltas a su alrededor, y los históricos vencedores de laspinturaslamirabanconairetorvo.
—¡Mehasapuñalado,malditoyneciobastardo!¡Mehasapuñalado!—¡No se te puede apuñalar, cabeza de grasa! ¡Deberías haberla agarrado
mejor!—¡Seréyoquienosapuñalealosdos,soinútiles!—dijoOrso,escupiendo
laspalabras—.¡Acabaddeunavez!ElbestialpuñetazodeGobbaqueMonzarecibióenelcuellocasilalevantó
delsuelo.Intentóagarrarleconlamanoizquierda,perotodalafuerzaselehabía
idoporelagujeroqueteníaenelcostadoyloscortesdelcuello.Lasdesmañadasyemasdesusdedossólodejaronunaslíneasrojasensurostroabotagado.Elotrobrazoseloestabanretorciendopordetrásdelaespalda.
—¿Dónde está el oro deHermon?—decía la áspera voz deGobba—.Eh,Murcatto,¿quéhicisteconeloro?
Monzaintentólevantarlacabeza.—Lámemeelculo,chupapollas—aunquenofueraunabuenaidea,aquellas
palabraslesalíandelfondodelcorazón.—¡Jamásexistióeseoro!—exclamóFiel—.¡Telodije,cerdo!—Existe, y es mucha cantidad. —Uno a uno, Gobba fue sacando las
golpeadas sortijas de sus machacados dedos, que ya estaban hinchados ycomenzaban a adquirir un color púrpuramuymarcado, tan deformados comosalchichaspodridas—.Quépiedratanbonita—dijoalverelrubí—.Meparecequeestoesundesperdiciodecarnebuena.¿Porquénomedejáisunmomentoasolasconella?Sólonecesitounmomento.
ElpríncipeArioriócondisimulo.—Nomeparecequelarapidezseaalgodeloquehayaqueufanarse.—¡Porpiedad!—eralavozdeOrso—.Nosomosanimales.Porlaterrazay
acabemosdeunavez.Yallegotardealalmuerzo.Sintióquelalevantaban,porquesucabezafuedeunladoparaotro.Laluz
del sol la apuñaló. Entonces arrastró las botas por el pavimento. El cielo sevolvió azul. La subieron hasta la balaustrada. El aliento rozó su nariz, seestremecióensupecho.Ellaseretorcióypataleó.Sucuerpointentabaenvanoseguirconvida.
—Permitidmequemeasegure—eralavozdeGanmark.—¿Quégradodeseguridadnecesitamos?—ellapodíaverelgastadorostro
deOrsoa travésdelenmarañadopeloqueocultabasusojos—.Esperoquemecomprenda. Mi abuelo fue un mercenario. Un luchador de baja cuna. Unluchadordebajacunaquesehizoconelpodergraciasalaagudezadesumenteydesuespada.NopuedopermitirqueotromercenariosehagaconelpoderenTalins.
Ella intentó escupirle en la cara, pero sólo consiguió un flujo de babasensangrentadasquelecorrieronbarbillaabajo.
—Quetejodan…
Yentoncessalióvolando.Su camisa rasgada se agita, ondeando contra su piel estremecida. Se da la
vueltavariasvecesyelmundogiraasualrededor.Uncieloazulconhilachasdenubes,unastorresnegrasenlacumbredelamontaña,unsueloderocasgrisesque se acerca vertiginosamente, unos árboles verde-amarillentos y un ríochispeante, un cielo azul con hilachas de nubes, etc., etc., todo cada vezmásrápido.
Elfríovientodesgarrasuscabellos,rugeensusoídos,silbaentresusdientesjuntoconsualientodominadoporelterror.Ahorayapuedevercadaárbol,cadarama,cadahoja.Aparecenanteella.Abrelabocaparagritar…
Lasramaslasecuestran,laagarran,lalaceran.Unaramarotalagolpeaylehacedarvueltas.Lostroncosquelarodeancrujenylahieren,mientrasellasiguecayendomásymásy seestrellacontra la faldade lamontaña.Suspiernas seastillanporlavertiginosacaída,sushombrossedislocanalchocarconlatierrafirme.Pero,envezderociarlasrocasconsussesos,sóloserompelamandíbulacontraelpechodesuensangrentadohermano,porquesudesmadejadocuerposehaquedadoacurrucadojuntoaltroncodeunárbol.
AsífuecomoBennaMurcattosalvólavidadesuhermana.Rebotó contra el cadáver, sin sentir las tres cuartas partes de su cuerpo, y
siguióbajandopor la ladera.Másymás, golpeándose comounamuñeca rota.Lasrocas, las raícesy ladura tierra lamachacaron, lagolpearon, laaplastaronconlafuerzadecienmartillos.
Seprecipitócontraunmontóndearbustos,cuyasespinaslaazotaronyseleclavaron.Rodóyrodóporlacurvatierraenunanubedehojasydepolvo.Pasóporencimadeltroncodeunárbolysedesplomóencimadeunarocacubiertademusgo. Poco a poco fue deteniéndose y quedó boca arriba. Todo estaba ensilencio.
—Uuuuuuurrrrrhhh…Laspiedrassiguieroncayendoasualrededor,juntoconpalitosygravilla.El
polvo se asentó poco a poco. Escuchó el viento que chirriaba en las ramas ysusurraba en las hojas. O su propio aliento, que chirriaba y silbaba en sugargantadestrozada.Elsolparpadeabaentrelosnegrosárboles,apuñalándoleenunojo.Elotroselehabíaquedadoaoscuras.Lasmoscaszumbaban,volandoyfluctuandoenelcálidoairedelamañana.Habíaidoapararjuntoalosdesechos
delacocinadeOrso.Desmadejadaeindefensaentrelasverduraspodridas, lasnauseabundasgrasasylosapestososmenudillosquecomponíanlassobrasdelosmagníficosplatosdelúltimomes.Lahabíanarrojadocomounassobrasmás.
—Uuuuuuurrrrrhhh…Un estertor discontinuo e inconsciente. Se sentía molesta, pero no podía
evitarlo.Unterroranimal.Unadesesperaciónciega.Ellamentodelosmuertosenel infierno.Suojosanoescrutóenloquecido losalrededores.Vioeldespojoen el que se había convertido su mano derecha, un guante informe de colorpúrpura con una abertura sangrienta en un lado. Un dedo le temblabaligeramente.Suúltimafalangeseaplastabacontralapiellevantadadesucodo.Elantebrazoestabadobladoendosyunapequeñaastilladehuesogrisasomabaporentrelasedaensangrentada.Noparecíareal.Másbieneracomolavigadeunteatrobarato.
—Uuurrhhh…Elmiedo comenzaba a dominarla, aumentando tras cadavahído.Nopodía
mover lacabeza.Tampoco la lengua.Podíasentiren losconfinesdesumenteque el dolor la roía.Unamasa enorme la apretaba por todas partes, aplastabahastalamenorpartedesucuerpo,cadavezmás,másymás.
—Huurhh…uurh…Benna había muerto. Sintió que una raya húmeda abandonaba su ojo
parpadeanteysedeslizabalentamentemejillaabajo.¿Porquénohabíamuerto?¿Aquésedebíaquenohubiesemuerto?
Queseapronto,por favor.Antesdequeeldolor sehaga insoportable.Porfavor,queseapronto.
—Uurh…uh…uh.Porfavor,lamuerte.
ITALINS«Siquierestenerunbuenenemigo,escogeaunodetusamigos:él
sabrádóndegolpear.»
DIANADEPOITIERS¡JappoMurcattojamásexplicóporquéteníaunaespadatanbuena,perobien
que sabía usarla. Como su hijo, además de ser cinco años más joven que suhermana, no gozaba de buena salud, desde la más tierna edad comenzó aenseñarle a ella sumanejo.Monzcarro era el apellido de soltera de su abuelapaterna,cuyafamiliahabíaaspiradoalanobleza.Ypuestoquesumadreapenasledioimtanciaalapellido,éstequedóolvidadocuandoellamurióaldaraluzaBenna.
ErandíasdepazenStyria,algotanescasocomoeloro.Durantelasiembra,Monza se apresuraba enposde supadreparaver cómohundía el arado en latierra, para apartar las piedras grandes de la tierra recién abierta y tirarlas albosque.Durantelasiegaseapresurabaenseguirasupadremientrasrelucíalahozqueélempuñaba,parahacergavillasconlasmiesescortadas.
—Monza—solíadecirél,siempresonriendo—,¿quéharíayosinti?Ella le ayudaba a trillar y a aventar las mieses, a partir leños y a regar.
Cocinaba, fregaba, llevaba cosas y ordeñaba la cabra. Sus manos siempreestabanencarnevivaportodoloquetrabajaba.Suhermanointentabaimitarla,peroerabajito,enfermizoycasiuninútil.Aquellosaños,aunqueduros,tambiénfueronfelices.
CuandoMonza acababa de cumplir catorce años, su padre cogió la fiebre.
EllayBennavieroncómo tosía, sudabay se apagaba.Unanoche, supadre laagarróporunamuñecayselaquedómirandoconojosbrillantes.
—Mañana, roturael terrenodelcampodearriba,porque,sino lohaces,eltrigonosaldráatiempo.Plantatodoloquepuedas—ytocóunadesusmejillas—.Noesjustoquetodorecaigaenti,perotuhermanoesmuypequeño.Vigílalo—yentoncesmurió.
Bennalloróylloró,perolosojosdeMonzasiguieronsecos.Sólopensabaenlassemillasqueteníaqueplantaryencómoloharía.PuestoqueaquellanocheBenna estaba demasiado asustado para dormir solo, ambos yacieron en laestrechacamadeella,agarradoselunoalotroparadarseánimos.Yanoteníananadiemás.
Alamañanasiguiente,antesdelamanecer,arastras,Monzasacódelacasaelcadáverdesupadrey,luegodeatravesarlosbosquescercanos,loarrojóalrío.Obró de aquella suerte no porque no le quisiera, sino porque no tenía tiempoparaenterrarlo.
Alasalidadelsolyaestabaroturandoelterrenodelcampodearriba.
Tierradeoportunidades
Mientras el barco se dirigía hacia el embarcadero, Escalofríos vio que nohacíanadadelcalorquehabíaestadoesperando.LehabíandichoquesiemprehacíasolenStyria.Nohaynadacomounbuenbañotodoslosdíasdelaño.SiaEscalofríos le hubieran ofrecido un baño como el que se estaba dando, habríaseguido cubierto de mugre y, posiblemente, se habría visto obligado a añadirunas cuantas palabras hirientes. Talins se amontonaba bajo unos cielos grisesmientras las nubes se arracimaban, una brisa cortante salía delmar y una fríalluvia le golpeteaba en lasmejillas de vez en cuando, haciéndole recordar suhogar.Y no de buenamanera.A pesar de todo, seguía intentando ver el ladobueno de las cosas.Quizá sólo fuese unmal día.De vez en cuando nos tocaalguno.
Mientras los marineros se apresuraban a amarrar el barco, le pareció queaquelsitionoofrecíaunavistamuyagradable.Variosedificioscubiertosdetejasse alineaban a lo largo de la bahía, llenos de ventanucos, unos arracimados aotros,conlostejadosmediocaídos,lapinturapelada,lasgrietasmanchadasporlasal,verdesporelmusgo,negrosporelmoho.Cercadelfangosoempedrado,las paredes estaban atestadas de grandes hojas de papel, sujetas en todos losrincones, arrugadas y pegadas unas encima de otras, con los bordes rotos yondeandoalviento.Podíaverenellascarasypalabras impresas.Quizáfueranavisos,peroEscalofríosnoeraungran lector,ymenosenel idiomadeStyria.Hablarenaquelidiomaeracasiundesafío.
El terreno próximo a los muelles estaba lleno de gente que no parecíaprecisamentemuycontenta.Niconbuenasalud,nirica.Yademásestabaelolor.
O,parasermásprecisos,unauténticohedor.Losoloresasalazonespodridas,acadáveresdevariosdías,ahumodecarbónyaletrina(éstepredominabasobrelosdemás)seentremezclaban.Escalofríostuvoqueadmitirque,siaquellaeralapatria del gran hombre que estaba a punto de darle la bienvenida, lacircunstanciaerabastantemásquedesagradable.Duranteunbrevísimoinstantetuvo la ocurrencia de invertir lo poco que le quedaba en un pasaje que,aprovechandolamarea,ledevolvieraasucasaenelNorte.Peroladesechó.Élhabíavividopara laguerra, paraguiar a loshombreshacia sumuerte, para lamatanzaytodoloquellegaconella.Queríasermejorpersona.Queríahacerlascosasbienyestabadispuestoaintentarloquefueraparaconseguirlo.
—Deacuerdo—dijo,mientrasasentíacordialmentealmarineroqueestabamáscerca—.Mevoy.
Aunquesóloobtuvieraungruñidoporrespuesta,recordólaspalabrasquesuhermanosolíadecirle: loqueaunoleconvierteenhombrees loqueda,noloque recibe. Así que enseñó los dientes como si hubiese recibido una alegredespedida, pisó la estremecida pasarela y se dirigió hacia la magnífica vidanuevaqueleaguardabaenStyria.
Cuandoapenashabíadadounadocenadepasosyseparabaparamirar losabultados edificios de un lado de la calle y los ondeantes mástiles del otro,alguienchocóconélyporpoconoletirófueradelaacera.
—Mis excusas —dijo Escalofríos en styrio, intentando comportarsecivilizadamente—.No le había visto, amigo—el hombre siguió andando y nisiquierasevolvió.
AquelloleescocióaEscalofríos,peroensuorgullo.Aúnlequedabamucho,porqueeraloúnicoquelehabíadejadosupadre.Nohabíavividosieteañosdebatallas,deescaramuzas,dedespertarseconnieveencimadelamanta,deingeriralimentos asquerosos, de escuchar canciones aún peores, para quitarse en uninstantetodoesodeencimadeloshombros.
Perosudesgraciadacondiciónnosóloleconferíaelpecado,sinotambiénlapenitencia.Olvídalo,habríadichosuhermano.Escalofríosseguíaintentandoverel lado bueno de las cosas. Por eso dobló una esquina para alejarse de losmuelles,bajóporuncaminoanchoyentróenlaciudad.Dejóatrásungrupodemendigos cubiertos con mantas que enseñaban sus muñones ondeantes y susmiembrosmarchitos.Vioenunaplazaunaestatuabastantegrandedeunhombre
adusto que señalaba con la mano hacia algún sitio. Aunque Escalofríos notuvieraningunapistaacercadesu identidad, legustómucho.Eloloracomidaqueacababadellegarhastaél,hizoquelegruñeranlastripasyquesedirigierahaciauna especiede casetadondeunos espetonesde carne sehacían al fuegoencimadeunaplancha.
—Unodeésos—dijoEscalofríos,señalandoconeldedo.Comonoparecíanecesarioañadirmás,sólohablóloimprescindible.Cuandoelcocineroledijoelimporte, por poco no se traga la lengua. Por aquel dinero, en el Norte podíacomprar una oveja entera, incluso un par de corderitos. La carne era entregrasienta y cartilaginosa. Y aunque no supiese tan bien como olía, no lesorprendió,porqueyacomenzabaadescubrirqueenStyrialascosasnoeranloqueparecían.
Lalluviaarreció,cayendoapresuradapordelantedelosojosdeEscalofríosmientraséstecomía.Aunqueno fueraniparecidaa las tormentasqueélhabíatomadoabromaenelNorte,consiguióaguarleunpocoelcarácter,haciendoquesepreguntaradóndepodríareposarlacabezaporlanoche.Lalluviaseescapabade los aleros enmohecidos y de las cañerías rotas, oscurecía el empedrado yhacíaquelagenteseencogieraymaldijese.Bajabadesdelosedificioscercanosy llegaba hasta una de las riberas del río que estaba encajonada con piedras,comounavalla.Sedetuvoduranteunmomentosinsaberquécaminotomar.
La ciudad se extendía a lo lejos, con puentes por arriba y por abajo, conedificios que eran aúnmás grandes que los que había a aquel lado del río…torres,cúpulas, tejadosqueibanyvenían,medioocultosygrisespor la lluvia.Máspapelesdestrozadosqueondeabanbajolabrisa,másletraspintarrajeadasenellos con colores chillones, como tiras de color que recorrieran la calleempedrada.
Letras que, en algunos sitios, eran tan altas como un hombre. Escalofríosechóunvistazoaalgunasdeellas,intentandodescubriralgúnsignificado.
Otro hombro chocó contra él justo en las costillas, haciéndole gruñir. Enaquellaocasiónsevolvióenredondo,agitandoelpequeñoespetónensumanocomosifueseunaespada.Luegorespiróhondo.Nohabíapasadomuchotiempodesde que Escalofríos dejara libre al Sanguinario. Recordaba aquella mañanacomosifueralavíspera,lanievealotroladodelasventanas,elcuchilloensumano,el ruidoquehabíahechoalcaeral suelo.Habíadejadoviviralhombre
quehabíamatadoasuhermano,sinvengarsedeélparapodersermejorpersona.Aléjate de la sangre. Alejarse de un hombro despistado en medio de lamuchedumbrenotieneméritoalguno.
Seobligóaesbozarunasonrisaysiguióelotrocamino,elqueleconducíahaciaelpuente.Eraunatonteríaqueungolpeconunhombrolehicieramaldecirdurante varios días y envenenara la vida que le aguardaba antes de que éstahubiesecomenzado.Habíaestatuasaambosladosquemirabanporencimadelagua,monstruosdepiedrablanca,manchadoscondeyeccionesdeaves.Lagentecorríadeprisa,unaespeciederíoquefluíaporencimadelotro.Gentede todotipoycolor.Tantaquenolasintióhastaqueestuvoenmediodeella.Dispontepararecibirmuchosgolpesdehombrosycodosenunsitiocomoéste.
Algolegolpeóenelbrazo.Antesdedarsecuenta,agarrabaaalguienporelcuelloy lo subía sobreelparapeto, aveintepasosporencimade las revueltasaguas,sujetandosugargantacomosiestrangulaseaunpollo.
—¿Has tropezado conmigo, bastardo?—exclamó en norteño—. ¡Te voy asacarlosmalditosojos!
Eraunhombrecilloqueestabatremendamenteasustado.CasieraunacabezamásbajoqueEscalofríos,ynisiquierapesabalamitadqueél.Sobreponiéndosealaprimeraoleadaderojarabia,Escalofríosfueconscientedequeaquelpobredesgraciado apenas le había tocado. Había sido sin mala intención. ¿Cómopodríaevitarhacermalasaccionessiperdíaelcontrolpornada?Élmismohabíasidosiempresupeorenemigo.
—Losiento,amigo—dijoenstyrio,sintiéndolodeveras.Soltódespacioalhombreypasóunamanodesmañadapor lapartedelanteradesucasaca—.Losientodeveras.Hasido…loqueusted llamaría…unapequeñaconfusión.Losiento. ¿Quiere…?—Escalofríos se dio cuenta de que le estaba ofreciendo elespetón,enelqueaúnquedabaunpequeño trozodecarne.Elhombre lemirófijamente.Eraevidentequenoloquería.ApenasloqueríaelpropioEscalofríos—.Losiento—elhombresevolvióyechóacorrer,metiéndoseentrelagenteymirando sólo una vez por encima del hombro, asustado, como si acabase desobreviviralataquedeunloco.Yquizátuvierarazón.Escalofríossequedóenelpuente, mirando ceñudo el agua parda que corría tumultuosa. Por cierto, elmismotipodeaguaqueteníanenelNorte.
Lediolaimpresióndequequerersermejorpersonaibaaserunalabormás
arduadeloquehabíapensado.
Elladróndehuesos
Encuantoabriólosojos,viohuesos.Huesoslargosycortos,gruesosymenudos,blancos,amarillos,pardos,que
cubrían ladescascarilladapareddesdeel suelohastael techo.Cientosdeellossujetos conclavospara formarundibujo, elmosaicodeun loco.Losobservócon sus ojos cansados y enfermos. Una lengua de fuego palpitaba en unachimenea llena de hollín. Más arriba, sobre la repisa, unos cráneos hacíanmuecas,bienamontonadosentresfilas.
Eranhuesoshumanos.Monzasintióqueseleponíacarnedegallina.Intentóincorporarse.Lavagasensacióndeentumecimientoqueladominaba
seconvirtió tandeprisaendolorqueestuvoapuntodevomitar.Lahabitaciónoscurasetambaleóysedesdibujó.Lahabíanatadoaconcienciayestabaechadaencimadealgoduro.Sumenteestaballenadelodo,ynopodíarecordarcómohabíallegadohastaallí.
Moviólacabezahaciaunladoyviounamesa.Enlamesahabíaunabandejametálica.Enlabandejaseencontrabanmuybiencolocadosvariosinstrumentos.Pinzas, alicates, agujas y tijeras. Una sierra pequeña, de aspecto muyprofesional. Por lo menos una docena de cuchillos de todos los tamaños yformas.Susojosabiertoscomoplatossefijaronalinstanteensusfilos,curvos,rectos,mellados,quebrillabanávidosycruelesbajolaluzdelachimenea.¿Elinstrumentaldeuncirujano?
¿Oeldeuntorturador?—¿Benna?Suvozeraunquejidofantasmal.Sulengua,susencías,sugarganta,susfosas
nasales estaban tan en carne viva como la carne de un animal despellejado.Intentó moverse de nuevo, pero apenas pudo levantar la cabeza. Todo aquelesfuerzo supuso una cuchillada de dolor que fue desde su cuello hasta suhombro, un latido apagado que le subió por las piernas y terminó en el brazoderecho,despuésdepasarleporlascostillas.Eldolortrajoconsigoelmiedo,yelmiedonuevamentedolor.Surespiraciónseaceleró,convirtiéndoseenunestertorestremecidoquesalíaporsusinflamadasfosasnasales.
Sequedóquietaderepente,aguzandoeloído.Luegollegóunruidodemetalcontrametal,elquehaceunallavedentrodelacerradura.Seretorciófrenética,con todas las articulaciones ardiéndole dedolor, tensionando cadamúsculo, lasangre latiéndole detrás de los ojos, la hinchada lengua apretada contra losdientesparanogritar.Unapuertaseabrióconunchirridoparaluegocerrarsedegolpe. Pisadas en los tablones, que apenas sonaban, pero que, una tras otra,suscitabanpinchazosdemiedoensugarganta.Unasombrarecorrióelsuelo,unasiluetaenorme,retorcida,monstruosa.Hizounesfuerzoparamirarporelrabillodelojoysepreparóparalopeor.
Unafigurapasóporlapuertayseacercóhastaellaparaluegodirigirsehaciaun armario bastante alto. Pero sólo era un hombre de estatura mediana ycabellerarubiaycorta.Ladesafortunadasombrahabíasidocreadaporelsacodearpillera que llevaba al hombro. Farfulló algo para sí mientras lo vaciaba,colocandocuidadosamentecadaunodeaquellosobjetosensucorrespondienteestante.Luegosemoviódeunladoparaotrohastaqueentróenlahabitación.
Si se trataba de un monstruo, no podía ser muy malo, porque parecíademasiadodetallista.
Cerrólaspuertasconsumocuidado,doblóelsacovacíoylodeslizóbajoelarmario.Sequitólacasacamanchadaylacolgódeunapercha,limpiándolaconunamanoenérgica;luegosevolvióysequedóinmóvil.Surostroeradelgadoyestabapálido.Aunqueno fueraeldeunhombremayor, teníamuchasarrugas,con pómulos muy marcados y ojos que miraban con brillo feroz desde unascuencashundidas.
Duranteunmomento,ellayélsemiraronfijamente,dandolaimpresióndeque ambos estuvieran igual de sorprendidos. Entonces sus labios exangües securvaronenunasonrisacansada.
—¡Estádespierta!
—¿Quiénesusted?—sugargantaresecaleraspaba.—Mi nombre no importa—tenía una pizca del acento de laUnión—. Le
bastarásaberquesoyunestudiosodelascienciasfísicas.—¿Uncurandero?—Entreotrascosas.Comoustedyahabrásupuesto,soyunentusiasta,sobre
todo,de loshuesos.Por eso estoymuycontentodequeusted…cayera enmivida—sonrió,perocomohubiesepodidohacerlounacalavera,sinquelasonrisaseinsinuaseensumirada.
—¿Cómo…? —tuvo que pelearse con las palabras, porque tenía lamandíbula igual de seca que una bisagra oxidada—. ¿Cómo he llegado hastaaquí?
—Yo buscaba cadáveres para mi trabajo. En ocasiones suelo encontrarlosdonde la encontré a usted.Peronuncahabía encontrado a nadie convida.Mepareció que usted era una mujer espectacularmente afortunada —durante unmomentolediolaimpresióndequepensabaloqueibaadecir—.Hubierasidomejorquenocayera,pero…comoasífue…
—¿Dóndeestámihermano?¿DóndeestáBenna?—¿Benna?El recuerdo le llegó como un torrente que la cegó durante un instante. La
sangre escapándose a borbotones por entre los engarabitados dedos de suhermano.Lalargahojadeslizándoseporsupechomientrasellamirabasinpoderhacernada.Surostroperezosotiñéndosederojo.
Lanzó un grito estremecedor, se retorció y se tensionó.La agonía recorriótodos sus miembros, haciéndole retorcerse aúnmás, pero la había atadomuyfuerte.Suanfitriónobservósuluchaconunacaradecerataninexpresivacomouna página en blanco. Ella se hundió en el jergón, escupiendo y quejándose,mientraseldolorempeorabay laapretabacomosi fueraunenorme tornilloalquealguienleestuviesedandovueltas.
—Lairanoarreglanada.Sólopodíarezongarmientrassurespiraciónentrecortadasalíaporentresus
dientesapretados.—Supongoquedebedesentirunpocodedolor—abrióuncajóndelarmario
yextrajodeélunapipabastantelargaconcazoletanegra—.Megustaríaversilesirvedealivio—sevolvióy,ayudándoseconunastenazas,extrajountizóndela
chimenea—.Muchometemoqueeldolorserásucompañeroinseparable.Lagastadaboquillaaparecióanteella.Habíavistoamuchosfumadoresde
cáscaras tendidos comocadáveres,marchitoshasta la ineptitudpor laspropiascáscaras,despreocupadosdecualquiercosaquenofueselasiguientepipa.Lascáscaraserancomolapiedad.Algoparalosdébiles.Paraloscobardes.
Élvolvióaesbozarsusonrisademuerto.—Estolaayudará.Demasiadodolorconvierteacualquieraenuncobarde.Elhumolequemólospulmonesehizoestremecersesusdoloridascostillas;
cadagolpede tos enviabanuevas sacudidas a lasyemasde susdedos.Gimió,torciólacarayvolvióaretorcerse,peromenosqueantes.Unnuevoaccesodetosyse relajó.Eldolorestabaembotado.Elmiedoyelpánicoyanoeran tanafilados como antes. Todo se difuminó lentamente. Se sentía tranquila, cálida,confortable.Alguienemitióun largosuspiroapenasaudible.Quizáella.Sintióqueunalágrimalebajabaporunamejilla.
—¿Más?—Enaquellaocasiónretuvoelhumo.Cuandoloexpulsó,elhumoadoptó la forma de un brillante penacho. Y cuando recobró poco a poco elaliento,ellatidodelasangrequeleestallabaenlacabezasehabíaconvertidoenelsuavechocardelasolas.
—¿Más?—La voz bañaba su cuerpo como las olas a la suave playa. Loshuesos titilaban, despidiendo unos halos de cálida luz. Los carbones de lachimeneaeranpiedraspreciosasquechispeabancon todos loscolores.Apenassentíadolorynadaleimportaba.Nohizonada.Susojosseagitaronlentamentey,aúnmásdespacio,comenzaronacerrarse.Unosdibujosenmosaicobailaronyse movieron por dentro de sus párpados. Flotaba en un mar cálido tan dulcecomolamiel…
—¿Ya ha vuelto con nosotros?—su rostro fue haciéndosemás nítido, taninexpresivo y blanco como una bandera de rendición—. Confieso que estabapreocupado,porquenocreíaquesedespertase;peroahoraqueestáaquí, seríaunapenaque…
—¿Benna?—Monzaseguíasintiendoquelacabezaseleiba.Gruñó,intentómoveruntobillo,yeldoloragobianteregresó,haciéndolerecordarlarealidadeimprimiendoensurostrounamuecadedesesperación.
—¿Aúnleduele?Quizáconozcaunamanerademejorarleelánimo—juntó
suslargasmanos—.Yalehequitadolospuntos.—¿Cuántotiempoheestadodurmiendo?—Apenasunashoras.—Merefieroaantesdeahora.—Pues, exactamente, doce semanas—ella le miró fijamente—. Parte del
otoño y del invierno: el año nuevo no tardará en llegar.Es un buenmomentopara cualquier comienzo.Que se hayadespertadono tiene nadademilagroso.Susheridaseran…,bueno,creoqueestarácomplacidaconmitrabajo.Séloquehago.
Sacó un cojín grasiento de debajo del jergón y se lo puso bajo la cabeza,tocándolaconlamismadesconsideraciónconqueelcarniceromanipulalacarney,finalmente,echándolelabarbillahaciadelanteparaqueellapudieraverse.Notuvomásremedioqueseguirsusinstrucciones.Sucuerpoeraunasiluetaborrosabajounabastamantagris,cruzadocomoestabaporlastrestirasdecueroquelosujetabanenpecho,caderasytobillos.
—Lastirassonparasupropiaprotección.Paraevitarquesedélavueltaenel jergón mientras duerme —chasqueó la lengua—. No queríamos que serompiese nada, ¿verdad? ¡Ja… ja! No queríamos que se rompiese nada —terminódeaflojarlaúltimatiraylevantólamanta,cogiéndolaconelíndiceyelpulgarmientrasellamirabahaciaabajo,desesperadapornopoderverlotododegolpe.
Él apartó la manta como quien muestra el premio que está a punto derepartirse.
Ellaapenas reconoció supropiocuerpo.Completamentedesnudo,magroymarchitocomoeldeunmendigo,conlapielpálidaytiranteporculpadeunosfeosbultosóseos,surcadoentodasuextensiónporunasabrasionesenormesdecolor negro, marrón, púrpura y amarillo. Sus ojos recorrieron aquella carneagostada que recobraba la elasticidad después de tocarla. Estaba surcadacompletamenteporestríasrojas.Oscuraeinflamada,bordeadadecarnerosada,marcadapor las señalesde lospuntosque lehabíaquitado.Habíacuatro,unoencimadeotro,queenunodeloscostadosseguíanlacurvaturadesushundidascostillas. Y otros más, situados en las caderas, bajo las piernas, en el brazoderechoyenelpieizquierdo.
Seechóatemblar.Aquellacarcasadecarniceríanopodíasersucuerpo.Su
aliento siseó entre los dientes que castañeteaban,mientras su triste ymarchitacajatorácicaselevantabaalmismotiempo.
—¡Uh…!—gimió—.¡Uh…!—¡Lo sé! Impresionante, ¿verdad?—Él se agachó para quedar encima de
ella y seguir con los precisosmovimientos de sumano la escalera demarcasrojas que tenía en el pecho—. Las costillas de aquí estaban completamenteastilladas, lo mismo que el esternón. Tuve que hacer unas incisiones paraarreglarlotodo,yasabe,yaccederalpulmón.Redujeloscortesalmínimo,pero,comopuedever,eldaño…
—¡Uh…!—Estoyespecialmentecontentoporcómohaquedadolacaderaizquierda—
yseñalóunzigzagcarmesíqueibadesdeelextremodesuestómagovacíohastael interiorde supiernamarchita, la cual estaba rodeada a ambos ladosporunsenderodepuntos rojos—.Desafortunadamente,elhuesodelmuslose rompióen este sitio—chasqueó la lengua ymetió un dedo en el puño quemanteníaapretado—.Hacequelapiernaseaunapizcamáscorta,pero,conlasuertequehatenido,laespinilladelaotraselerompióytuvequequitarunapequeñísimaseccióndehuesoparaequilibrarladiferencia—fruncióelceñomientrasestirabajuntas las dos rodillas, observando luego cómo giraban a cada lado, sus piescaídos sin remedio hacia fuera—.Una rodilla es un poquitomás larga que laotra,yustedyanoparecerátanalta,pero,considerando…
—¡Uh…!—Veamos —hizo una mueca y apretó suavemente sus marchitas piernas
desdelosextremosdesusrodillashastasusnudosostobillos.Ellaobservóquelatocabacomosifuerauncocineroquemanipulaseunpollodesplumado,yapenasle importó—. Todo ha quedado bien después de quitar los tornillos. Unamaravilla,créame.SilosescépticosdelaAcademiapudieranveresto,dejaríandereírse.Simiantiguomaestropudieraveresto,incluso…
—¡Uh…! —ella levantó despacio la mano derecha. O más bien eltemblorosoremedodemanoquecolgabaenelextremodesubrazo.Lapalmaestabadoblada,mermada,conunaenormeyfeacicatrizjustodondeelalambredeGobbalahabíacortado.Losdedosestabanretorcidoscomolasraícesdeunárbol, apelotonados entre sí, el meñique hacia fuera, formando un extrañoángulo.Cuandointentócerrar lamano,elalientoseleescapóentrelosdientes
quemanteníaapretados.Aunquelosdedosapenassemovieran,eldolorlesubióporelbrazo,haciendoquelabilislequemaselaparteposteriordelagarganta.
—Lo he hecho lo mejor que podía. Ya ve que los huesecillos estánmalamente dañados y que los tendones del dedo meñique han quedado casiseparados—su anfitrión parecía sentirse incómodo—. Es una impresión muyfuerte, lo reconozco. Las marcas desaparecerán… en parte. Pero realmente,considerandolacaída…,bueno,aquítiene.
Cuandolaboquilladelapipasedirigióasuencuentro,ellalediounaávidachupadaylaagarróconlosdientescomosifuesesuúnicaesperanza.Yloera.
Partióun trocitodelextremodel filete, justoconelmismo tamañoque losquese lesdana lasavesparaquesealimenten.Monza leobservómientras lohacía, sintiendo que la boca se le llenaba con una saliva amarga. Hambre odebilidad,nohabíamuchadiferencia.Locogiósinentusiasmo, loacercóasuslabios,tandébilquelamanoderechaletemblóporelesfuerzo,loobligóapasarporentresusdientesyloenvióesófagoabajo.
Estremecida,comosiacabaradetragarsecristalmolido.—Despacio —murmuró él—. Muy despacio. Desde que te arrojaron
montañaabajosólohastomadolecheyaguaazucarada.Elpanseagitóensuestómagoyentoncestuvoganasdevomitar,notandoun
calambreenlastripasjustodondeFiellehabíaclavadoelpuñal.—Aquí—pasóunamanoalrededordesucráneoconcuidado,perotambién
confirmeza,lelevantólacabezayacercóunabotelladeaguaasuslabios.Ellabebiódosvecesseguidasysemirólosdedos.Sentíaunosbultosdesconocidosenunasien—.Tuvequequitarteunoscuantostrozosdecráneo.Losreemplacépormonedas.
—¿Monedas?—¿Hubieraspreferidoquetedejaralossesosalaire?Eloronoseoxida.No
enmohece. Por supuesto que fue un tratamiento muy caro, pero permitíarecuperar la inversiónencasodemuerte;comonohasucedido,bueno…,creoque debo darlo por bien empleado. Sentirás el cuero cabelludo algo abultado,peroelcabellovolveráacrecerte.Esecabellotanbonitoquetienes.Negrocomolanoche.
Dejó caer su cabeza con suavidad en la almohada y sus manospermanecieronuninstanteencimadeella.Unrocemuysuave.Casiunacaricia.
—Porlogeneral,sueloserunindividuotaciturno.Quizáhayapasadomuchotiemposolo—unavezmásexhibíasusonrisademuerto—.Perohedescubiertoquetú…sacaslomejorquehayenmí.Lomismoquelamadredemishijos.Enciertamanera,melarecuerdas.
Monza le devolvió una sonrisa que más bien era una mueca, aunque uncalambrede repugnanciahubiesecomenzadoa trabajarle las tripas.Se juntabaconladebilidadquecomenzabaasentirenaquellosmomentos.Lanecesidadleproducíasudoresfríos.
Tragósalivaydijo:—¿Podría…?—Claroquesí—yleacercólapipa.—Máscerca.—¡Noquiero juntarlos!—dijo ella siseando,mientras intentaba juntar tres
dedosdelamano,porqueelmeñiqueseguíatantiesocomoantes,aunquemuchomáscercadelosotrosdeloqueanteshubieseestado.Recordóloágilquesolíasercon losdedos, losegurayrápidaqueera,y la frustracióny lafuriafueronmuchomásfuertesqueeldolor—.¡Noquierenjuntarse!
—Llevasechadaahívariassemanas.Noteheremendadoparaquetepaseseltiempofumandoysinhacernada.Inténtaloconmásganas.
—¿Estásintentandofastidiarme?—Muybien—cerrólamanoalrededordelasuyayforzósusdedosdoblados
paraquesecerraranenunpuño.Losojosestuvieronapuntodesalírseledelasórbitas cuando su respiración fue demasiado agitada para poder gritar—. Noestoy seguro de que comprendas lomucho que te estoy ayudando—apretabacadavezconmásfuerza—.Nosepuedecrecersineldolor.Nosepuedemejorarsineldolor.Elsufrimientonosllevaaterminargrandescosas—losdedosdesumanobuenatirarondeladeél,arañándola,perosinéxito—.Elamorescomouncojínquesólosirveparadescansarenél,perosóloelodiopodráhacerdetiunapersonamejor—la soltó y ella se relajó, lloriqueando, viendo que sus dedostemblorosos se iban apartando poco a poco los unos de los otros y que suscicatricessevolvíandecolorpúrpura.
Quería matarlo. Quería lanzarle todas las invectivas que conocía. Pero lenecesitaba demalamanera. Por eso reprimió su lengua, sollozó, tragó saliva,apretólosdientesyaplastólanucanuevamentecontralaalmohada.
—Y ahora, cierra la mano—ella miró fijamente su cara, tan inexpresivacomounatumbareciénabierta—.Hazlo,oyoloharéporti.
Gritóporelesfuerzo,mientraselbrazoenteroletemblabahastaelhombro.Poco a poco, los dedos se fueron acercando, pero elmeñique siguió tan tiesocomoantes.
—¡Mira,cabrón!—agitó supuño,adormecido,nudosoy retorcido,bajo lanarizdeél—.¡Mira!
—¿Aquenohasidotandifícil?—leacercólapipayellaselaarrancódelosdedos—.Notienesporquédarmelasgracias.
—Yahoraveremossipuedes…Ella chilló y se tropezó con las rodillas; habría caído si él no la hubiese
agarrado.—¿Ya? —frunció el ceño—. Ya deberías caminar. Los huesos se han
soldado.Porsupuestoqueduele,porque…quizáhayaquedadoalgúnfragmentometidoenunaarticulación.¿Dóndeteduele?
—¡Portodaspartes!—exclamóella.—Nocreoquesetratesolamentedetucabezonería.Nomegustaríavolvera
abrir sinnecesidad lasheridasde laspiernas—pasósinesfuerzounbrazoporencimadesus rodillasy la levantóparaquese tumbaseenel jergón—.Ahoravuelvo.
Ellaleagarró.—¿Volverásenseguida?—Enseguida.Suspisadassedesvanecieronenelpasillo.Ellaescuchócómosecerrabala
puertadedelanteyluegoelsonidodelallaveenlacerradura.—Hijodemalamadre—seincorporóybalanceólaspiernasfueradeljergón.
Hizounamuecacuandosuspiestocaronelsuelo,yenseñólosdientesmientrasselevantaba,gruñendoporlobajomientrassalíadeljergónyseponíadepie.
Ledolíadeunamanerainfernal,perosesentíabien.Respiróprofundamente,seaclarólasideasycomenzóaandarcomounpato
mareado por el extremo de la habitación,mientras el dolor subía por tobillos,rodillas, caderas y espalda, y ella alargaba los brazos para equilibrarse. Llegóhasta el armarioy se agarróaunade sus esquinas, abriendoel cajón.Lapipaestaba dentro, junto a un tarro de vidrio verde abullonado en el que aún
quedaban unas cuantas bolas negras de cáscaras. Cuánto la deseaba. Tenía labocasecaylaspalmasdelasmanossudorosasporlaadicción.Cerróelcajóndeungolpeyregresótambaleantealjergón.Sufríaunaspunzadasheladasportodoel cuerpo, pero cada día se iba sintiendomás fuerte. Pronto estaría preparada.Peroaúnno.
ComohabíadichoStolicus,«lapacienciaeslamadredeléxito.»Cruzó la habitación y luego regresó adonde estaba, maldiciendo entre
dientes.Otravez,gimiendo, tambaleándose,bufando.Seapoyóenel jergóneltiemposuficientepararecobrarelaliento.
Yluegovolvióacruzarlahabitación.A ella le habría gustado que el espejo no sólo tuviera la fractura que lo
recorría,sinomuchasmás.¡Tucabelloescomounacortinademedianoche!Los cabellos que le había afeitado en la parte izquierda de la cabeza le
crecían como si fueran una costra asquerosa. Los demás colgaban lacios,enmarañadosygrasientoscomoalgasmarinas.
¡Tusojosrelucencomozafirospenetrantesysinprecio!Amarillos, inyectadosensangre, legañosos, rodeadosdecarneviva,dentro
deunasórbitasquesehabíanvueltodepúrpuraoscuroacausadeldolor.¿Labioscomopétalosderosa?Cuarteados,resecos,grisesporlaspielessueltasylababaamarillentaquese
acumulaba en sus comisuras. En sus chupadas mejillas podía ver tres largascostras,úlcerasmarronessobreunblancodecera.
Monza,estamañanaestásespecialmentehermosa.Aambosladosdesucuello,retorcidascomounrollodepálidascuerdas,veía
lasrojascicatricesquelehabíadejadoelalambredeGobba.Parecíaunamujerqueacabasedemorirporculpadelaplaga.Apenasparecíatenermejorpintaqueloscráneosapiladosenlarepisa.
Enlaimagenquecontemplabaenelespejo,suanfitriónsonreía.—¿Quétedije?Tienesmuybuenaspecto.Lamismísimadiosadelaguerra.—¡Parezco unamaldita curiosidad de feria!—dijo en tono de burla, y la
brujadecrépitaqueseagazapabaenelespejolamiróconaireburlón.—Estásmejorquecuandoteencontré.Deberíasaprenderaverelladobueno
delascosas—tiróelespejoencimadeljergón,selevantóysepusolacasaca—.Ahoradebomarcharme,perovolveré,comosiempre.Sigueejercitandolamanoy conserva las fuerzas. Más adelante te haré un corte en las piernas paradescubrirporquéteresultamolestoestardepie.
—Sí.Comprendo—Monzaintentóesbozarunasonrisacansada.—Bien.Entonces,hastapronto—yseechóalhombroelsacodearpillera.
Sus pisadas hicieron crujir las tablas del pasillo, luego echó la cerradura.Ellacontómuydespaciohastadiez.
Saltó del jergón y cogió de la bandeja un par de agujas y un cuchillo. Seacercóalarmario,abrióelcajónyechólapipa,juntoconeltarro,enunodelosbolsillosdesuspantalonesprestados,quecolgabandeloshuesosdesuscaderas.Avanzóa trompiconespor lahabitaciónconuncrujidode tablasbajo suspiesdesnudos.Fuealdormitorio,hizounamuecamientrassacabasusviejasbotasdedebajodelacamaygruñócuandoselaspuso.
Saliódenuevoalpasillo, jadeandoporelesfuerzo,eldoloryelmiedo.Searrodillóalladodelapuertadelacalle,aunquemejorseríadecirqueseagachógradualmente hasta que sus ardientes rodillas quedaron encima de las tablas.Hacía mucho tiempo que no forzaba una cerradura. Metió y sacó las agujas,ayudándoseconlamanotorcida,yluegohizopalancaconellas.
—Gira,bastarda,gira.Porfortuna,lacerraduranoeracara.Losresortescedieronygiraronconun
sonidodesatisfacción.Ellaagarróelpomoyabriólapuerta.Era de noche, una noche bastante desagradable. La fría lluvia azotaba un
patiocubiertodehierbajoscuyosextremosrelucíantenuementebajolaluzdelaluna,elcualsehallabarodeadoporunasparedesmedioderruidasyempapadasde agua. Al otro lado de una valla desvencijada se erguían varios árboles encuyasramasseagazapabalatiniebla.Unanochemuydesagradableparaqueunainválida lapasaraal raso.Peroelvientoheladoqueazotabasurostroyelairefrescoqueselemetíaporlabocalograronquevolvieraasentirsecomounservivo.Mejor helarse en libertad que pasar un instantemás rodeada de huesos.Entrótitubeanteenlalluvia,cojeandoporeljardín,pinchándoseconlasortigas.Marchóhacialosárboles,entresustroncosrelucientes,yseapartódelsenderosinmiraratrás.
Unalargapendientequerecorrióconloslabiosapretados,dobladaendos,la
mano buena apoyada en el suelo embarrado para impulsarse hacia delante.Rezongaba ante cada traspié, mientras todos sus músculos chasqueaban. Lalluviacaíanegradelasnegrasramas,serpenteabaentrelashojascaídas,reptabaentre sus cabellos y los pegaba a su cara, reptaba entre sus ropas robadas yllegabahastasupielencarneviva.
—Unpasomás.Teníaqueponerdistanciaentreellayeljergón,loscuchillosyaquellacara
floja, blanca e inexpresiva.Entre ellay aquella cara, y también entre ellay lacaraquehabíavistoenelespejo.
—Unpasomás…unpasomás…unpasomás.Elsuelonegrocorríahaciaatrás,sumanosearrastrabaporelbarrohúmedo,
por las raícesde losárboles.Hacíamuchosañosquehabíaseguidoasupadremientras él hundía la reja del arado, arrastrando la mano por la tierra reciénabierta,enbuscadepiedras.
¿Quéharíayosinti?Se había arrodillado en el frío bosque, al lado de Cosca, esperando la
emboscada,suolfatollenodelolorhúmedoytostadodelosárboles,elcorazónapuntodeestallarporelmiedoylaexcitación.
Tieneseldiabloenelcuerpo.Pensóentodoloquenecesitabaparaseguirenpie,ylosrecuerdosavanzaron
pordelantedesuspesadasbotas.Porlaterraza,yacabemosdeunavez.Sedetuvoenseco,aúnagachada,lanzandoelhumeantealientoalahúmeda
noche. No tenía ni idea de lo lejos que había llegado, ni de dónde habíacomenzadoaandarnideadóndeiba.Paraentonces,apenasleimportaba.
Apoyóunavezmáslaespaldacontraeldelgadotroncodeunárbol,agarróelcierredesucinturónconlamanobuenayempujóconeldorsodelaotra.Hastaqueconsiguióabrirelmaldito trasto, tardóunaeternidaddedientesapretados.Almenosno teníaquequitarse lospantalones.Bajó suhuesudo trasero,y suspiernasllenasdecicatricesseflexionaronparaequilibrarsupeso.Sedetuvounmomento,preguntándosecómopodríavolveralevantarlas.
Sólounabatallaalavez,habíadichoStolicus.Se agarró a una rama baja, resbaladiza por la lluvia, se colocó bajo ella y
llevó la mano derecha hasta su camisa mojada, mientras le temblaban las
desnudasrodillas.—Adelante—dijo con un siseo, intentando que se le relajara la encogida
vejiga—.Sihayquehacerlo,hazlo.Hazlo.Sólo…Lanzóungruñidodesatisfaccióncuandosuorinacayóenelbarro,semezcló
conlalluviayavanzócolinaabajoenunreguero.Lapiernaderechalequemabamásquenuncaylosmarchitosmúsculoslehacíanestremecerse.Torcióelgestocuando intentó soltar su mano de la rama y desplazar su peso hacia la otrapierna.Enuninstantefebril,unodesuspieslaabandonóyellacayódeespaldasy sin resuello, abandonada toda razón por el fugaz recuerdo de la caída. Semordiólalenguamientrassucabezasehundíaenelbarro,sedeslizóunoodospasos y pudo detenerse en un charco lleno de hojas podridas. Seguía bajo lainsistentelluviaconlospantalonesalrededordelostobillos,yempapada.
Eraunmomentopenoso,deesonohabíaduda.Seenrabietócomounaniña.Inerme,desatendida,desesperada.Sussollozos
la atormentaron, la ahogaron, hicieron estremecer su cuerpo magullado. Norecordaba cuándo había llorado por última vez. Quizá nunca hubiese llorado.Bennaseencargabadellorarporlosdos.Enaquellosmomentos,todoeldoloryelmiedodedoceañosdenegrospesaresafloraronderepenteensudesgraciadorostro.Sequedóenelbarro,torturándoseportodoloquehabíaperdido.
Bennahabíamuerto,ytodoloquedebuenohabíaenellahabíamuertoconél.Lamaneraenquecadaunodeelloshacíareíralotro.Lacomprensiónquesólodaunavidaencomúnsehabíaido.Élhabíasidocasa,familia,amigoymáscosas, y todo esohabíadesaparecido almismo tiempo.Con lamisma levedadconqueseapagaunavelabarata.Teníadestrozadalamano.Sellevóalpecholaburla de mano que le quedaba. Le dolía. Esa manera suya de esgrimir unaespada, de escribir con una pluma, de estrechar fuertemente unamano, habíaquedadoaplastadaporlabotadeGobba.Esaformasuyadecaminar,decorrer,decabalgar,habíaquedadodestrozadamontañaabajotraslacaídaporelbalcónde Orso. El sitio que le correspondía en el mundo, el trabajo de diez años,construido con sangre y sudor, por el que había luchado, por el que habíasudado, se habían desvanecido como humo. Todo por lo que había trabajado,todoloquehabíaesperado,todoporloquehabíasoñado.
Habíamuerto.Intentóabrocharseelcinturón,perolashojasmuertaslehicieronresbalarpor
elesfuerzo.Unoscuantossorbetonesfinalesyloconsiguió,apartandoconunamanoheladalashojasqueteníadebajodelanariz.Lavidaqueellaconocíasehabía marchado. La mujer que fue, había desaparecido. Lo que habían rotonuncapodríaarreglarlonadie.
Peronoteníasentidolamentarlo.Searrodillóenelbarro,estremeciéndoseenlatiniebla,ensilencio.Todoeso
nosehabíaido,sinoqueselohabíanrobado.Suhermanonohabíamuerto,lohabíanasesinado.Lohabíanmatadocomosifueseunanimal.Seobligóajuntarsusretorcidosdedosparacerrarlosenunpuñotembloroso.
—Losmataré.Una tras otra, pasó revista a sus caras. Gobba, el cerdo grasiento que se
repantigabaentrelassombras.Undesperdiciodecarnebuena.Torcióelrostroalrecordar cómo su bota le aplastaba con fuerza la mano, cómo le rompía loshuesos.Mauthis,elbanquero,cuyosfríosojosmirabanfijamenteelcadáverdesuhermano.Incómodo.FielCarpi.Elhombrequecaminóasulado,quecomióasulado,queluchóasuladounañotrasotro.Deverasquelosiento.Viocómoechabaelbrazohaciaatrásparaapuñalarla,sintióquelaheridaseinsinuabaensucostado,lataladrabaatravésdelacamisaempapada,mientrasellahundíasusdedosdentrohastasentircómolaquemaba.
—Losmataré.Ganmark. Veía su mirada blanda y cansada. Cómo retrocedía cuando su
espadaatravesabaelcuerpodeBenna.Seacabó.ElpríncipeArio, repantigadoensusilla, lacopadevinobailandoensumano.Supuñal leabríaelcuelloaBenna, la sangreborboteabaentre susdedos.Seobligóa rememorar todos losdetalles, a recordar todas las palabras que habían dicho. También Foscar.Notomaréparteenesto.Peroesonocambiabanada.
—Losmataréatodos.Y,finalmente,Orso.Orso,paraquienhabíaluchado,combatidoymatado.El
granduqueOrso,señordeTalins,quesehabíavueltocontraellosacausadeunrumor.Quehabíaasesinadoasuhermanoyqueaellalahabíadescoyuntadopornada.Pormiedodequelequitaranelsitio.Lamandíbulaledolíaporlofuertequeapretabalosdientes.Sintiólamanodesupadreenelhombro,yentoncessele puso carne de gallina. Vio la sonrisa y escuchó la voz que resonaba en suaporreadocráneo.
¿Quéharíayosinti?Sietehombres.Se levantó,mordiéndoseeldolorido labio inferior,y se tambaleóporentre
los árboles que estaban a oscuras, mientras el agua caía en su cabelleraempapadaylebajabaporlacara.Eldolorlemordiólaspiernas,loscostados,lamano, el cráneo… pero ella mordió con más fuerza y se obligó a seguiravanzando.
—Losmataré…losmataré…losmataré…Huelgadecirqueyahabíadejadodellorar.El viejo sendero estaba lleno demalezas que casi lo ocultaban.Las ramas
golpeabaneldoloridocuerpodeMonza.Laszarzasagarrabansusardientespies.Semetióporelhuecoquedejabandossetosmuycrecidosycontemplóellugardonde había nacido, que estaba más abajo. Cuánto le habría gustado que eltestarudosuelolehubiesedadounacosechatanabundantecomoaquellaotra,deespinos en flor y ortigas, que contemplaba en aquel momento. El campo dearribaeraunmosaicodemalezasmuertas.Eldeabajoeraunamasijodezarzas.Las ruinas de la granja principal se asomaban con tristeza por el borde delbosque,conlamismatristezaconqueellalascontemplaba.
Eracomosieltiempoleshubieradadoalasdosunapatada.Se agachó, apretando los dientes cuando sus músculos doloridos hicieron
trabajar sus retorcidos huesos, mientras escuchaba a unos cuantos pájarosgraznarbajoelsolponienteyobservabacómoelvientodoblegabalasmalezasymeneaba las ortigas. Hasta que estuviera segura de que el lugar estaba tanabandonado como parecía. La vida regresó lentamente a sus cansadas piernascuando avanzó cojeando hacia los edificios. La casa donde había muerto supadreeraunacáscaracaídaenlaqueapenasquedabanunaspocasvigas,conunperímetro tan pequeño que le pareció imposible haber vivido en ella. Ella, supadrey,también,Benna.Volviólacabezayescupióenelbarroseco.Nohabíavueltoaaquellugarparatenerrecuerdosagridulces.
Habíavueltoparavengarse.Lapala seguíaenelgranero,donde ladejarahacíados inviernos, suparte
metálicaaún reluciente, aunqueconunpocodeóxido.Treintapasoshacia losárboles.Mientrascaminabacomounpatoporentreloshierbajos,arrastrandolapala tras de sí, le resultó difícil recordar lo fácil que había sido dar aquellos
pasoslargos,elásticosyhomogéneos.Enelsilenciodelbosque,mientrashacíaunamuecaacadapaso,losdiseñosrotoscreadosporlaluzdelsolquesehundíaenelhorizontebailotearonalrededordelashojascaídas.
Treintapasos.Apartólaszarzasconlahojadelapala,lograndofinalmenteempujarhaciaunladoeltroncopodridoparaluegocomenzaracavar.Siaquellolehubieraresultadobastantetrabajosopudiendoservirsedemanosypies,ensusituaciónactualeraunaordalíaquelehacíagemir,sudaryrechinarlosdientes.PeroMonzajamáshabíasidounadeesaspersonasquedejanlascosasamedias,pormuchoquelescueste.Tieneseldiabloenelcuerpo, solíadecirleCosca,yteníarazón.Ellalohabíaaprendidoporlasmalas.
Ya anochecía cuando escuchó el sonido hueco del metal al chocar con lamadera.Apartó lapoca tierraquequedabay atrapó la anilladehierro con lasyemasdesusdedosrotos.Tiródeella, rezongó,y lasropasrobadasgolpearonconsufrialdadsucarnellenadecicatrices.Latrampillaseabrióconunquejidodemetalyunagujeronegroaparecióantesuvista,dejandoadivinarunaescaleramedioocultaenlastinieblas.
Lentaydolorosamente,seabriópasohaciael fondo,porqueno leapetecíarompersemáshuesos.Bajóatientashastadarconelestante,paraactoseguidocomenzarapelearse,conlaayudadesusimulacrodemano,conelpedernalparaencender una antorcha. La luz reverberó débilmente en la cripta abovedada,reluciendo en los cantos metálicos de todo lo que Benna había tenido laprecaucióndeguardar,queseguíatalycomolohabíandejado.
ABennasiemprelehabíagustadoplanificarlascosasconanticipación.Las llavescolgabandeunahileradeganchosoxidados.Llavesdeedificios
desocupados,dispersosportodaStyria.Unaparadorquerecorríalapareddelaizquierdaestabaerizadodeespadas,tantolargascomocortas.Abrióelcofrequeestaba cerca de ella. Ropas cuidadosamente dobladas que jamás se habíanpuesto.Noleparecióquefuerandelamismatallaqueelcuerpotanmenguadoque se le había quedado. Se acercó para tocar una de las camisas de Benna,recordando que la había escogido