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La mentira en el ejercicio del liderazgo Germán Gómez Veas Consultor e Investigador en Educación L a historia moderna es profu- sa en proporcionar visibles ejemplos de connotados dirigen- tes que para acceder o mantener- se en su posición de influencia recurrieron a ardides de mani- pulación. Sobre todo la actividad política sigue siendo abundante en proporcionar casos muy signi- ficativos, aunque de igual forma, es posible encontrar ejemplos en campos tan diversos como en el de las ciencias o del mundo de los negocios. Hasta cierto punto, el ejercicio del liderazgo no escapa a manio- bras de deshonestidad ni al ámbito de la mentira. Pero en este aspec- to es necesario recordar (porque ya lo hemos precisado antes), que ello no es propio del liderazgo, sino que es distintivo de acciones que simulan serlo: caudillismo, despotismo y todo tipo de poderío que prescinde del componente ético. En otras palabras, para no con- fundir el liderazgo con otras for- mas de conducción, basta con advertir si está presente, sin excu- sas, una de las notas esenciales del liderazgo: la integridad moral. La credibilidad, confianza, fuerza de inspiración y la propia autoridad de un líder penden de ella. Al res- pecto un par de comentarios. En primer lugar, un indicador básico para reconocer esta pro- piedad ética a la vez que ejecuti- va, es fijarse si quien lidera dice la verdad en las cosas pequeñas, en los aspectos de detalle, en las dimensiones propias de la cotidia- nidad, cuando no se encuentran en riesgo realidades cruciales. ¿Por qué? Muy simple. Aristóteles ya lo señaló en su texto más funda- mental acerca de la ética, la Ética a Nicómaco. En efecto, la razón que esgri- me el filósofo es de un profundo sentido común: “Pues el que ama la verdad y la dice cuando da lo mismo decirla o no, la dirá aún más cuando no da lo mismo: entonces se guardará de mentir considerán- dolo vergonzoso”. Éste es en mi opinión, un criterio básico para reconocer y distinguir el ejercicio de todo liderazgo. En segundo término, es preciso subrayar que a algunas personas el hábito de mentir les puede abrir puertas para avanzar en el mun- do del trabajo, de los negocios o en la esfera social. Pero al mismo tiempo es necesario hacer notar que una vez que se decide avanzar por el desfiladero descendente de la mentira, es ilusorio pretender volver inmaculado a la ruta casi siempre sacrificada, pero siempre segura de la integridad moral. Por lo pronto, cuando una autoridad de cualquier nivel toma la decisión de traicionar la verdad, comienza a descender el valor de su poder y con ello, su propia capacidad de liderar. Es cierto que quienes se dan cuenta de este equivocado itine- rario y procuran volver a su estado inicial de confianza y credibilidad, bajo algunas circunstancias logran retornar a su posición de influen- cia, pero ahora a una posición de autocracia o despotismo. Vale la pena en este aspec- to, recordar una reflexión del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha: “la senda de la virtud es muy estrecha, y el camino del vicio, ancho y espacioso; y sé que sus fines y paraderos son diferen- tes, porque el del vicio, dilatado y espacioso, acaba en muerte, y el de la virtud, angosto y trabajoso, aca- ba en vida, y no en vida que se aca- ba, sino en la que no tendrá fin”.

La Mentira en el ejercicio del Liderazgo

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Quien ejerce liderazgo debe tener presente que la senda de la virtud es muy estrecha, y el camino del vicio, ancho y espacioso.

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  • www.ladiscusion.cl EDITORIAL3LA DISCUSIN Jueves 23 de julio de 2015

    LA DISCUSINDirector: Francisco Martinic Figueroa Representante legal: Daniel Seplveda H. Domicilio: 18 de septiembre 721 Fono: 422201 200 Propietario: Empresa Periodstica La Discusion S.A.

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    HUMOR

    Otra mirada

    Efemrides

    La mentira en el ejercicio del liderazgoGermn Gmez VeasConsultor e Investigador en Educacin

    En el ms reciente catastro realizado por la Municipalidad de Chilln fueron identificadas 92 antenas de telefona en el territorio comunal. Del total de torres contabilizadas, la Direccin de Obras, que se encarg del inventario, advirti que 29 de ellas se encontraban en situacin de conflicto con dispo-siciones de la Ley de Antenas que fuera promulgada en 2012 y que regula el tamao de las estructuras de acuerdo a su ubicacin.La cifra es alta, corresponde a un 30% y para dirigen-tes vecinales y residentes en general de los sectores afectados constituye una decepcin respecto a las expectativas creadas hace 3 aos cuando se promul-g la normativa. De hecho, califican de burla y traje a la medida de las empresas la participacin ciuda-dana que ofrece la ley vigente desde el 11 de junio de 2012. Al analizar el tema -e independientemente de que la crtica proviene de las personas que deben convivir con estas estructuras y su apreciacin tiene esa car-ga negativa de la experiencia frustrada- lo cierto es que como ocurre con muchas polticas pblicas que declaran promover la participacin ciudadana, exis-te aqu una expectativa que no se cumple, no obstan-te, y la documentacin de prensa as lo revela, fue alentada latamente por parlamentarios de todas las corrientes y personeros de gobierno de esa poca, instalando en la opinin pblica la idea de que por fin tenamos un marco regulatorio para la instalacin de antenas celulares que contemplaba la consulta de la opinin de los vecinos. Es efectivo entonces que los propietarios de vivien-das cercanas a estas instalaciones tienen un rol clave a la hora de definir su ubicacin?

    En rigor no, pues la participacin ciudadana est ms asociada a medidas de mitigacin o compensacin que al emplazamiento de las torres. La norma expre-samente seala que los propietarios notificados en la zona involucrada pueden, con el acuerdo del 50% o ms de sus miembros, elegir entre obras de mejo-ramiento del espacio pblico del barrio a costo de la empresa, como compensacin por la instalacin de la torre o exigir que la antena se mimetice con su entor-no urbano, mediante un diseo que sea armnico con el paisaje urbano y la arquitectura del lugar que la rodea. Incluso existe un catlogo de modelos de torres mimetizadas, preparado del Ministerio de Vivienda y Urbanismo. En definitiva, no hay ninguna posibilidad que los vecinos por si solos se opongan a la instalacin de una antena de telefona celular. Esto, sin embargo, no necesariamente es negativo, siempre y cuando la opi-nin ciudadana est combinada con criterios tcnicos que garanticen el bien de una comunidad en particu-lar, pero a la vez incorporen y calibren la trascenden-cia de una actividad imprescindible para la sociedad, como es la telefona mvil. Y ah est el problema, porque los municipios, que son los llamados a jugar ese rol, carecen de suficientes facultades estratgicas para el ordenamiento del terri-torio y la evaluacin de impacto sanitario y ambiental. En consecuencia, a tres aos de su vigencia, se puede concluir que los avances en materia de escucha y par-ticipacin de las comunidades no son satisfactorios. Resulta entonces indispensable revisar el cuerpo nor-mativo, de modo que se garantice que todas las voces sean no solo escuchadas, sino tambin graviten en la toma de decisiones.

    Que el 30% de las antenas de telefona instaladas en Chilln est en conflicto con la normativa vigente hace 3 aos, revela una debilidad de ese cuerpo legislativo que es necesario revisar y ciertamente, mejorar.

    Ley de Antenas

    Los rasgos fsicos, la posicin econmica y la edad fueron, en ese orden, las causas principa-les de discriminacin identificadas en un estudio conocido ayer y que fue realizado por de la Facultad de Psicologa de la Universidad de Chile, en cinco regiones, incluida la del Bo Bo. La violencia, tanto fsica como verbal, fue identificada como la situacin ms importante despus de la discriminacin. En cuanto a los problemas relaciona-dos con la salud, preocupan a los jvenes los embarazos no deseados y enfermedades de transmisin sexual, las adicciones y los trastor-nos alimentarios.

    Despus del hogar, el colegio debera ser en la vida de un joven, por lo menos hasta los 18 aos, un lugar seguro, donde desarro-llar una intensa vida social y de aprendizaje en todo sentido. Sin embargo, los resultados de este estudio demuestran que el colegio para los adolescentes puede ser un lugar a la vez de pertenencia y de conflicto, hasta el punto de reco-nocer que es all donde viven ms experiencias de discriminacin y violencia.

    1879. Los buques peruanos el Huscar y la Unin capturaron al transporte chileno Rmac, que conduca a un escuadrn de carabineros de Yungay, en la Guerra del Pacfico.

    1881. Argentina y Chile firmaron un tratado para el reparto de Tierra de Fuego.

    1995. Los astrnomos Alan Hale y Thomas Bopp descubrieron el cometa Hale-Bopp.

    Hace 50 aos La persistente e ininterrumpida lluvia que durante toda la noche y el da de ayer se precipit sobre la ciudad, provoc como se tema en horas de la tarde, inundaciones en las diferentes poblaciones del sector sur de Chilln.

    Hace 25 aos En tres sectores se aplicar la vacunacin antirrbica que debe iniciar hoy lunes el Servicio de Salud de uble, para contrarrestar un foco de hidrofobia en la Poblacin Luis Cruz Martnez.

    Precio de la leche

    - Doctor, no me siento valorada!

    Discriminacin juvenil

    L a historia moderna es profu-sa en proporcionar visibles ejemplos de connotados dirigen-tes que para acceder o mantener-se en su posicin de influencia recurrieron a ardides de mani-pulacin. Sobre todo la actividad poltica sigue siendo abundante en proporcionar casos muy signi-ficativos, aunque de igual forma, es posible encontrar ejemplos en campos tan diversos como en el de las ciencias o del mundo de los negocios.

    Hasta cierto punto, el ejercicio del liderazgo no escapa a manio-bras de deshonestidad ni al mbito de la mentira. Pero en este aspec-to es necesario recordar (porque ya lo hemos precisado antes), que ello no es propio del liderazgo, sino que es distintivo de acciones que simulan serlo: caudillismo, despotismo y todo tipo de podero que prescinde del componente tico.

    En otras palabras, para no con-fundir el liderazgo con otras for-mas de conduccin, basta con

    advertir si est presente, sin excu-sas, una de las notas esenciales del liderazgo: la integridad moral. La credibilidad, confianza, fuerza de inspiracin y la propia autoridad de un lder penden de ella. Al res-pecto un par de comentarios.

    En primer lugar, un indicador bsico para reconocer esta pro-piedad tica a la vez que ejecuti-va, es fijarse si quien lidera dice la verdad en las cosas pequeas, en los aspectos de detalle, en las dimensiones propias de la cotidia-nidad, cuando no se encuentran en riesgo realidades cruciales. Por qu? Muy simple. Aristteles ya lo seal en su texto ms funda-mental acerca de la tica, la tica a Nicmaco.

    En efecto, la razn que esgri-me el filsofo es de un profundo sentido comn: Pues el que ama la verdad y la dice cuando da lo mismo decirla o no, la dir an ms cuando no da lo mismo: entonces se guardar de mentir considern-dolo vergonzoso. ste es en mi opinin, un criterio bsico para reconocer y distinguir el ejercicio de todo liderazgo.

    En segundo trmino, es preciso subrayar que a algunas personas el hbito de mentir les puede abrir puertas para avanzar en el mun-

    do del trabajo, de los negocios o en la esfera social. Pero al mismo tiempo es necesario hacer notar que una vez que se decide avanzar por el desfiladero descendente de la mentira, es ilusorio pretender volver inmaculado a la ruta casi siempre sacrificada, pero siempre segura de la integridad moral. Por lo pronto, cuando una autoridad de cualquier nivel toma la decisin de traicionar la verdad, comienza a descender el valor de su poder y con ello, su propia capacidad de liderar.

    Es cierto que quienes se dan cuenta de este equivocado itine-rario y procuran volver a su estado inicial de confianza y credibilidad, bajo algunas circunstancias logran retornar a su posicin de influen-cia, pero ahora a una posicin de autocracia o despotismo.

    Vale la pena en este aspec-to, recordar una reflexin del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha: la senda de la virtud es muy estrecha, y el camino del vicio, ancho y espacioso; y s que sus fines y paraderos son diferen-tes, porque el del vicio, dilatado y espacioso, acaba en muerte, y el de la virtud, angosto y trabajoso, aca-ba en vida, y no en vida que se aca-ba, sino en la que no tendr fin.