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�La mujer calladita se ve mas bonita�: Ideología y género en los refranes
Por: Manuel Burgos
Este ensayo propone que existe una relación entre los refranes que una comunidad utiliza y la ideología que prevalece en ella. Se centra en aquellos refranes que tiene como campo temático la mujer, para demostrar que ellos re-producen concepciones de género. A partir de una muestra representativa de refranes reconocidos hoy en día se busca determinar concepciones ideológicas que estos demuestran.. Se concluye el análisis proponiendo que pese a los innumerables esfuerzos de las mujeres por una igualdad de género, el grupo dominante (los hombres) sigue enunciado refranes que perpetúan y �naturalizan�su poder.
Introducción
El tema de la mujer dentro de los refranes ha sido un objeto de estudio recurrente dentro
de la paremiología (Martínez, 2001; Macías, 2001; Guzmán Díaz, 2002; Pérez, 2005).
Este interés está motivado por varios factores. Uno de los más sobresalientes es que
dentro de los refraneros del español, usualmente clasificados temáticamente, la mujer
aparece como uno de los motivos más abordados. En oposición a este fenómeno, los
mismo refraneros no tienen dentro de sus temas al hombre, de lo que se puede inferir dos
lecturas no excluyentes: 1. el �mundo se describe en masculino� como propondría Ana
Silvia Mozón (2006), y por lo tanto, los refranes como parte constitutiva del discurso,
tienen está tendencia, y 2. que la mayoría de refraneros han sido elaborados por hombres,
quienes se interesarán más por clasificar los refranes de acuerdo a su perspectiva de
género. Es evidente que los refranes sobre los hombres sí existen, pero por ser los
refraneros un género literario dominado por una mirada masculina, estos no han sido
consignados.
Otro de los motivos por los cuales se han estudiado los refranes que hagan alusión
a la mujer parte del presupuesto de que los refranes reflejan ideologías. Se asume que los
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refranes son una parte visible de la cultura y su estudio nos puede dar luces sobre la
comprensión de la misma (Bizarri, 2004). Teniendo en cuenta el fuerte auge de los
estudios de género de las últimas décadas, es entonces comprensible el interés de los
paremiólogos, lingüistas, filólogos en encontrar, dentro de estas frases formulaícas de uso
común, rasgos característicos de la ideología del grupo que los usa y relacionarlos con los
presupuestos feministas que han puesto sobre la luz la existencia de una �violencia
simbólica� (Fernandez, 2002) contra las mujeres dentro del discurso.
El presente artículo se ubica dentro de la última tendencia mencionada. Tiene el
objetivo de demostrar qué implicaciones ideológicas tiene el uso de ciertos refranes con
respecto a la mujer y, relacionado con lo anterior, determinar cuál es la función
comunicativa de los mismos. Por esta razón, se podría enmarcar esta investigación de
dentro del análisis del discurso en su relación con la ideología (Van Dijk, 2002) y la
pragmática lingüística (Austin, 1961; Searle, 1969, Butler, 1990).
En un nivel más global, el presente estudio se inscribe dentro de la paremiología y
los estudios de género. Ambas corrientes tienen preceptos polémicos que implican
dificultades dentro del análisis de esta área de la lingüística hispánica.
Con respecto a la paremiología, la disciplina tiene una enorme limitación, su
objeto de estudio, el refrán, no ha sido satisfactoriamente definido. Es lugar común en
cualquier estudio sobre los refranes, encontrar reflexiones frente a este hecho, lo que
lleva a los autores a iniciar sus libros o artículos con un amplio recorrido de lo que se ha
propuesto con respecto a su definición, para terminar concluyendo que al igual que dicho,
proverbio, máxima o adagio, se trata de expresiones estables de la lengua muy difíciles de
caracterizar de acuerdo a sus estructura, significado, origen o función. Este artículo no
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será la excepción frente a este caso, por lo que se incluye un breve apartado que busca
definir el refrán, no tanto con la intención de dar un nuevo significado, sino de proponer
un punto de referencia para que el lector o la lectora comprenda de qué se trata cuando se
habla de él.
Por otra parte, los estudios de género nacen de una reacción justificada por parte
de las mujeres frente al sometimiento de los hombres. Este origen hace que muchos de
los estudios se tengan un aire combativo. Esta actitud repercute que en el análisis de
cualquier manifestación de género, especialmente dentro del discurso, se parta de un
�libreto cultural� que nos indica que la mujer es víctima y el hombre victimario. Aunque
ha habido enorme evidencia empírica frente a este hecho en varios niveles, no deja de ser
cierto que muchas de las conclusiones a las que llegan varios estudios de género pasan
por encima la rigurosidad científica a cambio de mantener dentro de ellas los
presupuestos ideológicos desde los que partieron (Cameron, 1997).
El caso del estudio de los refranes sobre la mujer no ha sido ajeno a este
fenómeno, y se combina con otro de los problemas generales de los estudios
paremiológicos: la existencia real de los refranes. La mayoría de obras sobre los refranes
toman sus datos de los refraneros, y muchos de estos a su vez, son compilaciones de
refraneros anteriores. Por lo que al momento de analizar un refrán se cae en el error de
asociar frases del pasado con ideología actuales.
Este problema de la paremiología no ha sido superado. Al momento de estudiar
un refranero, más que encontrarnos con frases familiares, parecemos más bien dándonos
una vuelta por un cementerio de refranes, donde cada anotación podría asociarse con una
lápida, que nos indica que esa persona (refrán) tuvo alguna vez vida, pero que hoy solo es
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un recuerdo. Y al igual que las lápidas, la información sobre la persona (refrán) es
mínima (quizás su tiempo y lugar de origen) pero muy poco, o nula mención acerca de
sus acciones en vida. De la misma manera, en los refraneros no aparece quienes usaban el
refrán, en qué contexto conversacional y con qué intención lo usaban.
Es sumamente llamativo que la mayoría de estudios sobre los refranes no den
cuenta de este problema. Muchos parecen ignorar el hecho de que el que un refrán
aparezca consignado en un refranero no es prueba de su existencia actual. Por lo tanto, al
obviar este problema, no encuentran contradicción entre asociar lo mencionado en él con
contextos actuales. Para superar esta limitación, me he propuesto una estrategia
metodológica que explicaré más adelante, y al momento de presentar los refranes que uso
como datos, los he contextualizado dentro de la situación conversacional en la que fue
usado.
Como mencioné, muchos refraneros se basan en compilaciones anteriores, y estos
a su vez hacen lo mismo, por lo que muchas veces nos encontramos refraneros que se
hacen llamar �actuales� y simplemente son recolecciones de refranes pasados donde no
hay ninguna prueba de su uso hoy en día. De esta manera, cuando se propone el estudio
de la ideología de género a través de los refranes, los autores se basan en dichos que
pueden provenir de la edad media, para demostrar características ideológicas actuales, y
convenientemente eligen aquellos que se adecuan a la propuesta de dominación
masculina, para sustentar tesis feministas preestablecidas.
Es por esta razón que lo escrito acerca de los refranes frente a la mujer presente
una doble problemática: el comprobar el uso actual de los refranes dentro de nuestro
contexto, y el salirse de libretos feministas que buscan elegir aquellos que se adecuen a la
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tesis de �violencia simbólica�masculina contra la mujer. Frente a estas limitaciones, la
presente investigación se basa en una estrategia metodológica que recurre a la
comprobación de los datos, como se explicará en el siguiente apartado, y por otra parte,
una definición de los conceptos: refrán e ideología, para crear un marco conceptual que
permita relacionarlos. A partir de la explicación metodológica y teórica, se presentarán
los datos recogidos y se procederá a su análisis para proponer las conclusiones.
Metodología
Para contrarrestar la problemática mencionada, he optado por usar un método inductivo.
Esto significa el pasar por el registro de refranes actuales y conocidos, y a partir de ellos,
relacionarlos con fenómenos ideológicos que tengan consecuencias en prácticas sociales.
De acuerdo a esto, podría asumirse entonces que sólo me basaré en refranes escuchados,
dejando de lado los refraneros, que he calificado como cementerios de los refranes.
Sin embargo, este no es el caso, por razones metodológicas y teóricas. En relación
con lo metodológico, supondría que los datos planteados parten de mi propia experiencia,
lo que evidentemente limita mis datos al contexto en el que me muevo. Y en cuanto al
aspecto teórico, supondría desconocer que los refraneros pueden registrar refranes
pasados de uso actual.
Es por esta razón que sí me valgo del uso de refraneros, pero bajo la siguiente
perspectiva. Primero, sólo asumo como datos a aquellos refranes que tengan por lo
menos tres fuentes y publicados después de 19801. Es decir, si un refrán sólo aparece en
un refranero, y no encuentro mención de él en ningún otro texto, no lo registro. Por el
contrario, si el refrán está consignado en más de tres refraneros distintos, lo asumo como
refrán que tuvo existencia y que fue registrado por autores independientes. 1 Los refraneros incluyen a páginas de internet que se especializan en refranes.
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Una vez seleccionados los refranes citados por distintos autores, busco hablantes
nativos del español y les pregunto si lo reconocen. Cuando más de dos hablantes
confirman que identifican al refrán, paso entonces a asumir que han sido escuchados. El
hecho de que los refranes sean reconocidos no me garantiza que hayan sido usados,
partiendo de principio de condición necesaria, pero no suficiente. Es decir, para que un
refrán sea usado es necesario su conocimiento, pero el hecho de que se conozca no
significa que se use.
Se podría asumir que si un refrán es identificado por parte de un hablante, esto
significa que en algún momento fue escuchado, por lo que otro hablante (al que el
entrevistado escucho) lo uso. Sin embargo, muchos de los refranes no vienen por medio
de una conversación casual, sino que han sido leídos en textos o escuchados, no dentro de
una conversación, sino dentro de una clase. Esto se hace evidente cuando vemos que en
muchos de los programas académicos de primaria en Latinoamérica, donde se hace
énfasis en los dichos tradicionales dentro de las clases de castellano (Sevilla, 2005). Por
esta razón, le he dado relevancia a los refranes donde los hablante mencionen su origen
en una situación conversacional.
Sin embargo, en muchos casos los hablantes no recuerdan el contexto en el que lo
escucharon, por lo no puedo garantizar que todos los refranes que uso como datos para
plantear mis hipótesis sean frases usadas hoy en día. Sin embargo, considero que son más
validos que muchos de los refranes en los que se basan la mayoría de estudios
relacionados con este tema, y que además están complementados con refranes
escuchados. De esta manera el corpus presentado recoge los refranes seleccionados bajo
el método mencionado, más algunos otros de los que he sido testigo, y especialmente uno
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�la mujer calladita se ve más bonita� que escuche en la clase para la cual escribo este
ensayo y que use como título del presente trabajo.
El Refrán
Una de las grandes paradojas de la paremiología es haberse constituido como ciencia sin
haber identificado satisfactoriamente su objeto de estudio. Esta disciplina es atribuida a
Archer Taylor, quien con su obra The Proverb, publicada en 1931, aborda el estudio de
los refranes desde una mirada lingüística y antropológica. Pese a que los refranes hayan
sido objeto de atención desde hace muchos siglos, sólo es hasta este escrito que se intenta
desentrañar lo que subyace a estas frases. El pionero de la disciplina no nos provee con
una definición del refrán, sino al contrario con una frase que marcará el escepticismo
dominate en los estudios posteriores:
The definition of proverb to repay the understanding: and should we
fortunately combine in a single definition all the essential elements and give
each of the propoer emphasis, we should not even then have a touchtone. An
incommunicable quality tell us this sentence is proverbial an that one is not.
(1931).
Por lo tanto, el refrán no podrá ser clasificado de acuerdo a características
inmutables, de tipo semántica o sintáctico, sino simplemente identificable de acuerdo a la
intuición de un hablante. Esta presuposición queda reducida a que habrá tantos refranes
como hablantes sean capaces de identificarlos. Sin embargo, esta imposibilidad no ha
sido asumida por muchos, y uniendo las definiciones de refrán que se han propuesto, no
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sería descabellado pensar en un diccionario de acuerdo a estas definiciones (Bizarri,
2004).
Partiendo de que la definición de refrán no ha sido establecida, y que desde el
siglo XVI se ha propuesto ideas como la de Cervantes en voz del Quijote �los refranes
son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos
sabios" (1971), o la definición de la Real Academia de la lengua: �Dicho agudo y
sentencioso de uso común�, hasta elaboradas definiciones que abarcan varías páginas
(Bizarri, 2004; Colombi: 1989). considero que no es una trasgresión proponer mi propia
definición de refrán, y esta es:
Una frase formulaica convencional que tiene sentido a partir de cogniciones sociales y
que se usa generalmente dentro de una conversación de acuerdo a una intención
comunicativa por parte de un hablante.
Quizá lo propuesto oscurezca más el panorama en vez de aclararlo, por lo que
explico de qué manera entiendo cada uno de los conceptos utilizados para darle unas
características a los que llamamos refrán:
1.Frase: conjunto de palabras
2.Formulaica: basada en un modelo (formula preestablecida)
3.Convencional: Conocida y usada por varios miembros de una comunidad
4. Sentido: Interpretación connotativa (muchas veces metáfora), de acuerdo a un contexto
cultural e histórico determinado.
5. Cogniciones sociales: representaciones colectivas de la realidad (proceso semiótico
social que determina una ideología)
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6. Uso: puesta en práctica de la lengua (habla)
7. Conversación: Interacción entre individuos por medio del lenguaje oral.
8. Intención comunicativa: El motivo por el cual una hablante hace uso de la lengua (acto
ilocutivo)
9. Hablante: sujeto que re-produce la lengua y la ejecuta en forma de discurso
Por otra parte, habría que agregar que el refrán es anónimo, no tiene derechos de
autor y que funciona como moneda conversacional. Por otra parte, posee unas
características de ritmo y gracia que favorecen la memorización del mismo. Su ambiente
natural es la oralidad, pero es posible encontrar refranes en medios escritos como los
foros de internet.
Ideología:
Una vez definido lo que se entiende en este artículo por refrán, paso a definir el concepto
con el que lo asoció: ideología. Si hubiera una lista de los términos más controversiales
dentro de las ciencias humanas, el concepto de ideología tendría un lugar privilegiado.
Hay muy poco consenso entre los diferentes autores que se refieren al concepto, y quizás
nunca lo habrá. Sin embargo, las diferentes definiciones no son excluyentes, y estas
pueden ser agrupadas y complementadas de acuerdo a distintas perspectivas (e
ideologías). Por lo tanto, mi interés en esta breve sección no es definirlo, sino establecer
grupos de significado que puedan ser usados de acuerdo al objetivo de este ensayo.
Una noción básica de ideología es aquella que la define como una representación
mental. De acuerdo con la primera mención del término hecha por Desctutt de Tracy
durante la ilustración francesa, la ideología es entendida como la manera en que los
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individuos conceptualizan el mundo y al mismo tiempo el nombre de la ciencia que
estudia estas conceptualizaciones (Wolf, 1999; Woolard, 1998).
A partir de la influencia marxista (ver más adelante), esta concepción de ideología
fue abandonada, pero ha aparecido recientemente en los trabajos de autores importantes
como Thompson, quien define ideología como �aquella parte de la consciencia que puede
ser expresada� (1984:85), y Van Dijk quien se centra en su nivel mental, en sus palabras
�Although ideologies obviously are social and political and related with groups and social
structures, they have also a crucial cognitive dimension�(1995: 244).
La noción idealista de una representación de la conciencia mental es rechazada
dentro de la tradición marxista. Para Marx y Engels, la ideología es una distorsión,
producto de condiciones materiales, y proponen: �The production of ideas, of
conceptions, of consciousness, is at first directly interwoven with the material activity
and the material intercourse of men� (Marx and Engels, 2000:180), o en términos de
Althusser "Ideology represents the imaginary relationship of individuals to their real
conditions of existence� (2001). El énfasis materialista en la concepción de ideología
será crucial para el posterior desarrollo del término.
Uno de los más importantes resultados de esta formulación es su relación con el
poder. La ideología será entendida como un mecanismo de opresión por parte de la clase
dominante sobre los dominados. En el análisis estrictamente marxista, esta opresión se
refiere a la dominación de una clase social sobre otra, pero es posible asumir esta
reflexión, y aplicarla a las relaciones de genero asumiendo a los hombres como el grupo
dominante. Por lo tanto, la ideología en términos de género, estará creada y reproducida
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desde lo masculino para sustentar y legitimar su domino sobre las mujeres, y de esta
manera �las ideologías naturalizan las diferencias de poder� (Donhan, 1999:3). Esta
perspectiva marxista incorpora una de las características principales en la definición de
ideología, para serlo, estas representaciones mentales de los individuos tienen que tener
consecuencias prácticas a nivel social.
Hasta este punto de análisis, se ha establecido que la ideología es una fenómeno
cognitivo y al mismo tiempo una práctica social. Estas dos concepciones me permiten
introducir un término fundamental para la comprensión de los refranes con relación a
ella: el discurso.
En primer lugar, la ideología constituye, a nivel individual, un fenómeno
cognitivo (Van Dijk, 1995). Si asumimos que el discurso es la representación de los
proceso mentales, o en la poética definición de Heidegger �el lenguaje es el hogar del
ser�, es posible proponer que a través del estudio de fenómenos lingüísticos es posible
comprender importantes procesos cognitivos y por lo tanto, los mecanismos donde reside
la ideología.
Por otra parte, la ideología constituye un sistema de pensamiento socialmente
compartido. La dimensión social de la ideología es solo posible de concebir a través de
un sistema simbólico que cree los lazos entre los individuos para propagar esta ideología.
Dado que el discurso es el más importante sistema simbólico de cualquier comunidad, es
plausible asumir que a través de la ejecución del discurso es posible comprender cómo la
ideología se desarrolla a nivel social.
Como conclusión a estas dos observaciones, propongo que el estudio de los
refranes, como parte constitutita y convencional del discurso, pueden ser utilizados para
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comprender cómo las ideologías son generadas a nivel individual, y por otro lado, como
estos son generadores y a su vez perpetuadores de creencias a nivel social.
Los refranes y su relación con las ideologías de género
En los dos apartados anteriores, he propuesto dos acercamiento conceptuales a los
términos que este ensayo busca relacionar: refrán e ideología. En este apartado, extraigo
de cada uno de ellos un aspecto particular, para establecer la relación dentro los mismos.
En cuanto a los refranes me centraré en aquellos que hagan referencia a la mujer, y en
cuanto a la ideología, me basaré en las que representan nociones de género. De esta
manera, entro al centro del estudio: cómo los refranes acerca de la mujer representan
ideologías de género.
El género es una construcción socio cultural. Dentro de lo escrito acerca del tema se ha
hecho bastante énfasis en destruir la noción básica e ingenua de que la representación
simbólica a nivel social de género corresponde a la diferenciación biológica de sexo
(Sunderland, 2006). La construcción de género parte de atribuirle al hombre y la mujer un
tipo de comportamientos o representaciones simbólicas, de origen arbitrario, pero
naturalizadas a través del desarrollo histórico de nuestra cultura.
Estas representaciones tienen como consecuencia una actividad en términos
prácticos dentro de la vida social. Teniendo en cuenta que la ideología tiene que tener
manifestaciones concretas para ser tal, es evidente que la noción de género comprende
uno de los aspectos básicos de la ideología de cualquier comunidad, dado que en todas se
presentará está diferenciación, y en la medida en que las creencias sobre tal
diferenciación repercuten en roles específicos de los miembros que las asumen.
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Una de las maneras básicas de mantener la ideología, y por lo tanto reafirmar los
roles de identidad, es la propagación y repetición de un discurso común. Para este efecto,
los refranes son mecanismos ideales. Pues su forma sintética, rítmica, y sobretodo,
legitimada por la tradición, permite que sirvan como depositarios de ese consenso
abstracto y que tengan una fuerza argumentativa legitimada a través de la tradición y la
convencionalidad.
Esta característica, según Guzmán Díaz (2002) es la que le permite al enunciador
desprenderse de la responsabilidad de lo enunciado. De esta manera, cuando alguien
pronuncia un refrán, se está blindando frente a posibles críticas frente a lo que expresa,
dado que se trata de una voz común, y no de su opinión personal. Sin embargo, la misma
autora asume que el enunciarlo, significa de alguna manera estar de acuerdo con los
principios ideológicos que este propone. Considero que frente a este aspecto no se puede
ser determinista. El hecho de que un hablante haga uso de un refrán no significa que
automáticamente, esté sea simpatizante del campo ideológico al que el refrán se refiere.
Aunque pudiera convidarse vanidoso, planteo esta posición de acuerdo a mi
propia experiencia. Yo soy ateo. Mi ideología con respecto a la creación del universo y
las leyes que lo regulan, niegan la existencia de un ser creador y regulador del mismo. Sin
embargo, en más de una ocasión he utilizado la frase �Si Dios quiere�. Para cualquier
observador casual, esta expresión podría ser asumida como prueba de mi pensamiento
religioso. Dado que él no conoce mi ideología, no podría asumir que se trata de una
ironía, o de una forma de tener éxito conversacional. Cuando he usado esta expresión lo
he hecho con la intención de crear un marco de cooperación conversacional que tiene un
fin pragmático más que un enunciado evaluativo. Teniendo esto en cuenta, se puede
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asumir que muchos refranes no serán expresiones individuales de ideologías, pero que si
pueden ser elementos que demuestren el contexto ideológico en el cual el individuo se
desenvuelve e interactúa.
Otro de los aspectos importantes que se deben tener en cuenta al momento de
intentar relacionar un refrán con aspectos ideológicos, es establecer en qué contexto
conversacional fue usado. No tiene la misma significación el decir el refrán �la suerte de
la fea la bonita la desea� entre un par de amigos tomándose una cerveza, al que lo diga
una madre a su hija cuando esta va para el colegio. Pese a ser la misma frase, el contexto
comunicativo hace que cambie de sentido de acuerdo a la función pragmática que se
quiera expresar con ella. El aspecto del contexto conversacional ha sido ignorado por
muchos de los paremiólogos. En su mayoría, estos abstraen la frase del contexto en el
cual surgió, y buscan darle su significado en el vacío. Teniendo en cuenta que el refrán es
una entidad dependiente de otros elementos del discurso, la definición de los mismos de
forma aislada es una empresa infructifera, pues el sentido del refrán está completamente
ligado a la intención comunicativa del hablante que lo expresa, y esta intención, solo
puede ser entendida de acuerdo al contexto conversacional donde éste fue enunciado.
Como conclusión a este breve apartado, se puede inferir que los refranes sobre la
mujer sólo pueden ser acertadamente interpretados de acuerdo a que estos no reflejan de
manera determinista la ideología del que los usa, y que por otra parte, es indispensable
establecer el contexto comunicativo en el cual fue expresado para poder identificar su
sentido y de esta manera relacionarlos con rasgos ideológicos.
Datos: Refranes
15
Como he expuesto en el apartado de metodología, los refranes de los que me valgo como
ejemplos, han sido extraídos y comprobado a partir de encuestas a hablantes nativos del
español. De esta manera busco asegurar que mis conclusiones no se basen en datos
obsoletos, sino en expresiones usadas hoy en día en conversaciones normales, el
ambiente natural de la lengua, como propondría Du Bois (2003).
En este apartado expongo los refranes sobre los cuales baso mis conclusiones en
relación con ideologías, explicando, si mi información lo permite, dónde fue escuchado y
bajo que contexto conversacional. A partir de esta información determino cual es su
sentido y qué refleja ideológicamente, y qué supone en términos funcionales dentro de la
conversación.
Dentro del análisis de los refranes, he llegado a la conclusión de que éstos, en
términos ideológicos pueden ser agrupados de acuerdo a distintos imaginario sociales,
por esta razón,. Agrupo los mismos de acuerdo al nivel ideológico que represente, y dejo
otros para un análisis individual. Por lo tanto las siguientes secciones se dividen en
premisas ideológicas,
�En la mujer no se debe confiar�:
Estas muestras de refranes relejan una ideología propagada y reproducida entre los
hombres. Pese a que ellas sean motivo de nuestro interés, hay que tenerles miedo y dudar
de sus actos. Pues según el imaginario masculino, ellas mienten y son muy hábiles en
cuanto al engaño..
Refrán 1: �De cojera de perro y del mal de mujer, no hay que creer� Este refrán aparece en varios refraneros actuales (ver los sitios consultados en internet).
Los hablantes hombres a los que se les expuso, coincidieron en no tener claro el lugar
16
donde lo habían escuchado, y a continuación dijeron en su mayoría �pero es verdad�.
Esto me hace suponer que el refrán quizás ha caído en desuso, pero que por otra parte,
hay un consenso frente a lo que expresa.
Por otra parte, la relación entre el animal y mujer ha sido estudiado en diferentes
textos, como �Palos, animales y mujeres� de Martinez Garrido (2001) o �El caballo y la
mujer en el refranero mexicano� de Herón Pérez Martinez (2005 ). Estos textos apuntan a
demostrar que existe dentro de los refranes una asociación entre mujeres y animales que
podría suponer una noción de propiedad sobre los mismos, y/o una atribución de
características de comportamiento que pueden ser relacionadas.
Varios de los entrevistados coincidían en haberlo escuchado, o conocerlo, pero
ninguno explicó en qué contexto conversacional.
Refrán 2: �La mujer ríe cuando puede y llora cuando quiere�
Este refrán, consignado en refraneros antiguos (Maldonado, 1966), comprobado en
refraneros actuales, y ratificado por los hablantes, hace mención a un tema común de los
refranes sobre la mujer: su llanto. La mayoría de ellos asumen el llanto como un acto
fingido de la mujer que no tiene justificación real, y que es usado como un artificio para
conmover y lograr persuadir al hombre. De nuevo, se propone ideológicamente que la
mujer puede hacer uso de mecanismos de actuación para lograr sus objetivos, y que los
hombres deben estar atentos para poder descifrarlos.
Los refranes fueron escuchados por dos de los entrevistados. Estos fueron dichos
por otro hombre (amigo y padre) cuando les daban consejos sobre que acción tomar
frente a los actos de una mujer en medio de una relación amorosa. Coinciden los dos
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entrevistados en asegurar que este consejo, formado por un refrán, repercutió en las
decisiones que tomaron
�La mujer deber ser bonita�
Dentro de la ideología �naturalizada� dentro del contexto latino e hispánico, los refranes
reflejan que la mujer debe ser atractiva. Estos proponen una idea acerca de que la mujer,
donde ella debe llamar la atención sexualmente por parte del hombre. Este aspecto es
interesante en la medida en que incorpora características de comportamiento, con
características físicas. Por lo tanto, se da una doble presunción: ella debe ser bonita y para
serlo debe seguir determinado comportamiento. De modo inverso pero correspondiente,
la valoración de la mujer está mediada por su apariencia física y en consecuencia, su
apariencia determinará su comportamiento.
Refrán 4. �La mujer calladita se ve más bonita�
Este refrán supone dos concepciones ideológicas interesantes. Por una parte, se asume
que la mujer debe corresponder con el nivel de expectativa estética masculina (debe ser
bonita). Y por otra parte debe permanecer callada, no interrumpir el habla del hombre.
Así que este refrán resulta paradigmático desde el punto de vista ideológico, pues por un
lado supone el aspecto valorativo de la belleza en la mujer como termómetro para
evaluarla, y por otro, la pasividad, demostrada en el silencio, como actuación que
conlleva a su aprobación.
Tuve la oportunidad de escuchar este refrán. Fue dicho por una compañera de
estudio refiriéndose al tema de lenguaje y género. Ella buscaba sustentar su punto acerca
de que los hombres silencian a las mujeres, después de leer un artículo que tocaba este
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tema. Lo introdujo con una estructura muy común, y que reafirma el poder del refrán
como enunciador, dijo �como dice he dicho�.. y a continuación reprodujo el refrán. Con
esta introducción ella no se hacía participe del mismo, sino que indicaba que es una
expresión usada dentro de su contexto, y que implica una concepción machista acerca de
cómo y qué caracteriza a una mujer bonita: su silencio.
Refrán 5: �No hay mujer fea sino sin plata�.
Este refrán parece tener origen en un refrán de la edad media que dice �a la mujer
fea, el oro la hermosea� (Bizarri, 2004). Como se ha demostrado, los refranes tienen una
capacidad de adaptabilidad, que hace que se usen con los significantes y estructura más
común, siguiendo el significado original (Burgos, 2006). Este refrán pareciera aguardar
las mismas características del original, es decir, que más importa la solvencia de una
mujer que su aspecto físico, pero según las encuesta realizada, tiene otro sentido, muy
propio del tiempo en el que vivimos. Según los encuestados el refrán quiere decir que una
mujer puede ser fea por naturaleza, pero que si tiene dinero, podrá hacerse las cirugías
plásticas suficientes para ser atractiva a los ojos del hombre. Por lo tanto, su �fealdad�no
está condicionada por hechos naturales, sino por la incapacidad que ella tiene para
�mejorarse�por medio de una cirugía plástica. Este refrán, desde este sentido, es
repugnante en la medida en que combina une expectativas estéticas frívolas, con un
clasismo que adjudica al dinero con el valor de una persona.
Refrán 6.:� Una mujer bella siempre tiene la razón�
Este refrán resume una concepción propagada dentro de la ideología masculina
machista. Se trata de reconocer el poder argumentativo de la mujer en relación con su
belleza física. Es decir, ella tendrá capacidad para convencer de acuerdo a qué tan
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�bella�sea, no en cuanto a lo que diga. Esto hace suponer que el hombre determinará el
valor intelectual de la mujer se acuerdo a cuan tan atractiva sea para él, desconociendo su
capacidad intelectual.
El refrán fue confirmado por dos hombres. Uno de ellos me dijo haberlos usado
en el momento en el que elegía una secretaría. Según su opinión, ella era la �imagen
corporativa�de su empresa, puesto que era la recibía a clientes y proveedores. Eso hacía
indispensable que tuviera una imagen que pudiera convencer a los hombres acerca de las
opiniones de la empresa, y por lo tanto se hacía necesario intimidar o desvirtuar las
opiniones de ellos a partir de la belleza de su secretaria.
La mujer es propiedad del hombre
Refrán 7: �la mujer ni el carro se prestan�.
Este refrán tiene una larga historia. De acuerdo a lo planteado en el refranero de la
edad media, el dicho original era: �ni la mujer ni el caballo se prestan� (Bizarri, 2004).
Como es natural, el caballo como medio de transporte es reemplazado por el �carro�. Por
lo tanto, es claro que fue adaptado al contexto actual, pero que sigue teniendo la misma
noción ideológica, y esta es: tanto el caballo, o el carro, hacen parte de nuestra propiedad,
y por lo tanto puede ser prestado o no. De esta manera, la mujer es considerada parte de
los bienes del hombre. Esta noción de posesión es uno de los elementos más discutidos
dentro de los planteamientos feministas (Sunderland, 2006), y es claramente expresada en
este refrán.
Uno de los aspectos curiosos de su enunciación es que la informate que me
comprobó su uso, lo escucho en un ambiente absolutamente femenino. Se trataba de un
bar de lesbianas, donde había música bailable. Una de ellas se acercó a la mesa de una
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pareja, y quizo invitar a una de ella a bailar. Al momento de la invitación, una de ellas
miro a su pareja en busca de aprobación, y esta pronunció el refrán dirigiendose a la que
invitaba. Esto demostraría que la concepción de propiedad frente a la pareja no es
exclusiva de los hombres, sino el producto cultural de la formación que hemos tenido en
cuanto a la forma de sumir a nuestro (a) compañera (o).
Conclusiones:
Espero haber demostrado a partir de esta muestra de refranes que existe una relación
entre lo que ellos expresan y las nociones acerca de la mujer de la comunidad que los
enuncia. Esta conclusión nace a partir de la premisa de que los refranes, como
construcciones verbales compartidas, son reflejo de las ideologías dominantes.
Por otra parte, he expuesto que estos refranes no son solo muestras ideologías,
sino que así mismos, siguiendo el principió de Wolf (2001) y Cameron (1999), los
discursos son a su vez constructores de ideologías, y hacen parte del estímulo que nos
lleva a pensar de determinada forma, Por la tanto confirma la idea de que el discurso no
solo es una espejo, sino un generador de ideologías.
En cuanto a los refranes expuestos, creo haber demostrado que ellos se inscriben
dentro de tres líneas de conceptualización de las mujeres desde el punto de vista
masculino:: 1. en ellas no se debe confiar (son mentirosas), 2. ellas deben ser bonita para
tener validez, y 3. son parte de la propiedad del hombre.
De acuerdo a estos principios, se puede concluir que dentro de la ideología
dominate en nuestra sociedad, todavía se persevera la idea de que la mujer es un objeto
sometido al hombre. Más allá de la luchas feministas por la igualdad de género, aún
tenemos ideas y expresiones que buscan reducirlas a un accesorio de la vida masculina.
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