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Un día mi madre me sentó en su regazo y me conto una historia… Mucho antes de que el tiempo tuviera significado, él mundo era regido por los espíritus. Algunos de ellos aprendieron a vivir en el mundo de los humanos y, dejando de lado su primera naturaleza abandonaron sus poderes por disfrutar del amor en la tierra. Muna, antiguo espíritu de la luna vio durante siglos a los humanos enamorarse, amarse en el amparo de la luz que ella les daba. Tentada por ese sentimiento tan intenso y con ayuda de su gran amigo Mare, consiguió hacerse de un cuerpo humano. Si al cabo de 10 noches sin luz de luna ella no conseguía ese amor tendría que volver a custodiar los cielos oscuros. Su cuerpo se sentía extraño bajo su mando. Sus manos y pies eran torpes como los de un recién nacido, sus poderes habían cambiado junto con ella. Hermosos diseños estaban tatuados en sus muñecas, un hermoso cinto de enredaderas cubría su cintura y creaba un intrincado diseño sobre su cuello. Su esencia mística perduraba incluso en este cuerpo humano. A solo dos noches de que su luz volviera a los cielos, mientras Muna deambulaba a las orillas, un humano, un cazador que pasaba por la playa atraído por el inusual cabello plateado de la luna la siguió. La luna no había notado que el humano estaba detrás; cuando volteó la sorpresa de verlo detrás la hizo retroceder sin tomar en cuenta el terreno y resbaló. El humano rápidamente logró tomarla de la mano y, jalarla antes de que cayera por el risco, cuando estuvo segura entre sus brazos volteó el rostro de la muchacha, el humano quedo maravillado por su hermosura y no se resistió a pasar su mano por su mejilla. Muna al sentir el cariñoso toque de hombre posó sus pálidos y anhelantes ojos sobre él. Prendado de su belleza sucumbió a los deseos expresados por aquellos ojos tan extraños y puso sus labios sobre los de ella. Le enseñó la intensidad de un instante de amor. No hacía falta palabras para aquello que los dos sintieron, un

La otra cara de la luna, definitivo

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Mucho antes de que el tiempo tuviera significado, él mundo era regido por los espíritus. Algunos de ellos aprendieron a vivir en el mundo de los humanos y, dejando de lado su primera naturaleza abandonaron sus poderes por disfrutar del amor en la tierra. Muna, antiguo espíritu de la luna vio durante siglos a los humanos enamorarse. Tentada por ese sentimiento tan intenso y con ayuda de su gran amigo Mare, consiguió hacerse de un cuerpo humano.

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Un día mi madre me sentó en su regazo y me conto una historia…

Mucho antes de que el tiempo tuviera significado, él mundo era regido por los espíritus. Algunos de ellos aprendieron a vivir en el mundo de los humanos y, dejando de lado su primera naturaleza abandonaron sus poderes por disfrutar del amor en la tierra.

Muna, antiguo espíritu de la luna vio durante siglos a los humanos enamorarse, amarse en el amparo de la luz que ella les daba. Tentada por ese sentimiento tan intenso y con ayuda de su gran amigo Mare, consiguió hacerse de un cuerpo humano. Si al cabo de 10 noches sin luz de luna ella no conseguía ese amor tendría que volver a custodiar los cielos oscuros.

Su cuerpo se sentía extraño bajo su mando. Sus manos y pies eran torpes como los de un recién nacido, sus poderes habían cambiado junto con ella. Hermosos diseños estaban tatuados en sus muñecas, un hermoso cinto de enredaderas cubría su cintura y creaba un intrincado diseño sobre su cuello. Su esencia mística perduraba incluso en este cuerpo humano.

A solo dos noches de que su luz volviera a los cielos, mientras Muna deambulaba a las orillas, un humano, un cazador que pasaba por la playa atraído por el inusual cabello plateado de la luna la siguió. La luna no había notado que el humano estaba detrás; cuando volteó la sorpresa de verlo detrás la hizo retroceder sin tomar en cuenta el terreno y resbaló. El humano rápidamente logró tomarla de la mano y, jalarla antes de que cayera por el risco, cuando estuvo segura entre sus brazos volteó el rostro de la muchacha, el humano quedo maravillado por su hermosura y no se resistió a pasar su mano por su mejilla.

Muna al sentir el cariñoso toque de hombre posó sus pálidos y anhelantes ojos sobre él. Prendado de su belleza sucumbió a los deseos expresados por aquellos ojos tan extraños y puso sus labios sobre los de ella. Le enseñó la intensidad de un instante de amor. No hacía falta palabras para aquello que los dos sintieron, un toque. Fuego corría por sus venas abrazándolos hasta el centro de su ser, bajo el amparo de la noche ambos sintieron con sus miradas, sus besos y, caricias la magia que los cubría.

Con las primeras luces ambos despertaron en los brazos del otro y comenzaron a hablar todo lo que antes no tuvieron tiempo de decir. Denta, entregó en una fracción de tiempo todos sus deseos y pensamientos, su vida entera todo se lo dio a Muna.

Ella, habiendo encontrado el amor pidió más tiempo a su viejo amigo Mare, este se lo concedió.

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Vivieron juntos, hasta que los espíritus comenzaron a guardar rencor hacia Muna por desperdiciar sus poderes en un simple cuerpo humano. Cada noche Mare trataba inútilmente de convencerla de volver a su sitio arriba, junto a él, custodiando la oscuridad con su luz. Pero tras haber conocido el amor con Denta, Muna nunca aceptaría abandonarlo.

Su cuerpo cambiaba con el paso de cada amanecer; Muna lo sabía, en su interior crecía una vida, algo nuevo que sería mitad humano y mitad espíritu.

Aquel fue el último insulto que los demás espíritus permitieron y arrancándola de su cuerpo humano Muna fue sacada de la tierra. Fue confinada al cielo sobre su viejo amigo Mare. Sin saber que fue de aquella vida que junto a Denta había creado, Muna lloró por noches infinitas creando con cada lágrima las estrellas del cielo, Mare afligido por el pesar de su vieja amiga le dio el consuelo de un secreto.

El ser que se gestó en su cuerpo humano había vivido, fue la única concesión que los demás espíritus tuvieron con ella, aunque desterrada de su mundo y confinada a vivir en uno diferente al de los humanos, aquel corazón mestizo aun latía en la tierra.

Un rayo de esperanza creció en Muna.

Cada noche sus eternas confidentes las estrellas susurraban palabras de aliento, animándola a soportar el encierro con la esperanza de reencontrarse con su amado humano Denta y, con aquella pequeña bebe que nació de ambos.

Lo que Muna tardo años en descubrir fue la traición que sus hermanos y hermanas cometieron con su amado. Haciéndose pasar por un humano, Mare convenció al humano que la criatura nacida del cuerpo de Muna era de él. Enfermo de rabia y odio por aquella falta, juro que él y todos los suyos acabarían con la descendencia de Muna.

Destrozada hasta lo más profundo de su ser, Muna contempló cómo su amado era consumido por las artes oscuras, en su sangrienta lucha por acabar con su propia hija. Como única salida Muna imploró el favor de los espíritus y enseñó los secretos de la magia a aquellas hijas de la luna que surgieron a través del tiempo, todas sus hijas se vieron recluidas al igual que ella en otro mundo. Sin poder más con el dolor, Muna cayó en un profundo sueño el cual las estrellas velaban y protegían.

Marcando a cada hija de Muna, a la edad de 18 años el mismo diseño que una vez apareció en el cuerpo humano de la luna, tomaba lugar con tinta de plata en

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el extremo izquierdo de la cadera. Sus poderes cambiaron con el tiempo, y con el tiempo dejaron de oír los sabios consejos de la luna. Las estrellas sumidas en un sueño, como el de su creadora. Solo pudieron pronunciar por una última vez, lo siguiente:

Llegará aquella hija de Muna que domine todos los dones engredados en su cuerpo humano, aquella hija de luna que conocerá la historia y aclarará las noches oscuras con la luz de toda su estirpe.

Llegará aquella cuya piel se marcará antes que la de ninguna otra, esta hija de Luna que luchará hasta el último aliento por eso que le fue arrebatado a la primera de la raza y, esta descendiente directa que dará caza a aquellos que amenacen a las suyas sin importar el precio que haya que pagar, ella nunca caerá en el sueño, en el que la luna está.

Ocultas en el tiempo las hijas de Muna, adiestraron sus poderes en el arte de la magia. Aprendiendo a defender a las suyas antes aquellos que fueron nombrados entre susurros: Cazadores de luna.

Respondemos por el nombre D´lune, aunque muchos aseguran vernos. Son pocos los que caen bajo el hechizo de nuestros ojos llenos de magia y misterio. Esperando en nuestro mundo, aguardando por la legendaria descendiente de la cual las estrellas hablaron.

Hasta el día de hoy, la última reina de la primera familia ha sido asesinada, el consejo de ancianas atacado y, yo la querida princesa Zafiro cuya marca fue notada en el día de mi nacimiento he tomado en mis manos la venganza contra los Cazadores de Luna, dándoles caza como perros.

Conté la verdadera historia de la luna, ahora es tiempo de contar la mía.

Que pasara si cuento todo lo que se, si digo lo que en verdad paso lo que los cazadores de luna conocen se desvanecerá. Absolutamente todo

-Heredera zafiro, interrumpo tu meditación es la última vez que te digo que prestes atención.

Aquí viene de nuevo.

-Zafiro, tienes que prestar atención a las lecciones. Cuantas veces lo hemos repetido necesitas saber todo lo que puedas antes de tomar el trono.

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Me prepare para la iracunda mirada de mi madre ante mi supuesta ruptura del protocolo, pero me daba igual ella sabía lo mucho que me molestaba cuando me llamaba heredera, así que solo rodé los ojos y la deje continuar con su sermón.

Cuando le faltaban dos palabras la interrumpí.

-Mama, o mejor aún, reina Kana. Estoy poniendo atención, pero una solución sería que por ejemplo, no sé, decidas enseñarme algo que no sepa. Tus lecciones están un poquito pasadas de moda y, contestando tu pregunta si ya se canalizar mis poderes, ponme algo con un poco más de dificultad, digo -lance mi mejor sonrisa- si se me permite expresar mi opinión.

Mi madre cerró el pesado volumen de magia sobre su escritorio y me dirigió una mirada insondable mientras meneaba con la cabeza.

-No te hagas la graciosa conmigo, se todos tus trucos, además ¿Cuándo pides permiso para algo? Solo haces tu voluntad.

Al paso que iba, terminaría odiando mi magia. No soporto que me controlen o quieran ponerme límites, es suficiente tener que cuidarme de no perder el control y lastimar a nadie para que sumen todo lo demás.

Es gracioso ahora que lo pienso, preferir el mundo humano en el que tengo una sentencia de muerte segura antes que donde soy adorada y protegida con fervor. Supongo que sin importar en qué mundo estés todo es raro en su propia manera.

-Aprenderemos algo más o puedo retirarme- sentía su mirada taladrando la base de mi cabeza, mientras me retiraba hacia la puerta como si así pudiera obligarme a quedarme- tengo clase en media hora y necesito cambiarme.

-Anne, toma asiento por favor.

Si la mención de mi nombre humano, no era suficiente para que alarmas sonaran en mi cabeza lo que mi madre puso sobre la mesa fue lo que cerro el trato.

-No puedes seguir en el mundo humano, piensa en todas nosotras hija, ayer no regresaron 2 rastreadoras. Quieres que sea tu nombre el próximo que vea en la lista de ausencias o, decirles a todas las D´lune que su heredera a muerto.

-No mama, lo que quiero es que por una vez preguntes como fue mi día en la escuela o simplemente como estoy. Crees que no sé cómo son las cosas conozco mejor que nadie lo que pasa yo soy la causa de ello- estaba más que alterada a este punto con esa bendita caja entre nosotras.

Mi madre lanzo un último suspiro, que demonios desde cuando suspiraba.

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-No hay modo simple de decir esto- sus manos no de apartaron de la caja mientras hablaba- ¿sabes lo que está aquí verdad?

Mi gruñido fue la única respuesta.

-Bien, el consejo de ancianas ha decidido, que si para el final del año no tomas tu lugar en el trono, se te colocara el collar.

Una ola de poder salió de una sola vez y volcó mi silla.

-Dime que es una maldita broma mama, de ninguna manera-empecé a caminar en círculos mientras maldecía en todos los idiomas que conocía para sacar todo mi enojo.

Entregaría mis poderes sin dudarlo si con eso lograba que esta maldita guerra terminara, estaba harta de acudir a tumbas nuevas cada día. Las D´lune estábamos al borde de la extinción aun después de miles de años se nos castigaba por un crimen que no cometimos, odiaba a los cazadores de luna me habían arrebatado todo, una vida normal, mi familia incluso mi propia madre se mantenía alejada de mí, pero ni con todo eso permitiría que me pusieran ese maldito collar otra vez. Estaba tan enojada que no sentí como mi marca comenzaba a arder en mi cadera hasta que estuve de rodillas sin aliento.

-Zafiro relájate- mi madre me sostuvo y comenzó a recitar un hechizo- déjalo salir zafiro, respira poco a poco.

Y fue cuando vi la verdad en los ojos de mi madre, aunque nunca lo dijera en voz alta, muy en su interior ella estaba de acuerdo con las ancianas, y que ella lo admitiera aun en silencio me molestaba más aún.

Cada vez pasaba más a menudo, mis poderes se volvían más inestables con cada luna llena. Algo se acercaba algo muy malo. Pero maldita sea me molestaba mostrarme tan débil y desamparada no poder manejarme me enloquecía.

-Cálmate antes de hagas algo de lo que te arrepientas.

Herida hasta el centro de mí ser, escupí entre dientes.

-Esas viejas arpías no se acercaran ni a un kilómetro de mí, no pueden hacerlo- grite- ¿Cómo puedes dejarlas mama? ¿Cómo?

-Y me lo preguntas, ¡mírate! Así es como esperas demostrar lo contrario, no puedes controlar tus poderes, pero eres tan obstinada y orgullosa que no lo admites.

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Me zafe de las manos de mi madre y como pude me levante, pero aun con un poco de distancia estaba lejos de estar en control de la situación.

-No lo permitiré, me escuchas mama, ¡nunca volverán a ponerme ese maldito collar! No me importara atacarlas y lo saben

-Justo por eso admito que tal vez, tengan razón- me grito mi madre- contrólate en este instante Zafiro ¡ahora!

Solo ese tono logro entrar en mi cabeza, seguí dando vueltas como animal enjaulado mientras despotricaba en silencio.

-Crees que no sé cuáles son mis limites, por todo lo bueno porque no me dan una oportunidad estoy harta mama, me escuchas harta incluso tu mi madre, la reina de las D`lune, no puedes evitar mirarme con miedo- sabía que estaba yendo muy lejos pero solamente no podía callarme- en vez de mandarme el trono y el maldito collar ¿Por qué no las arpías me mandan a cazar? Digo, si recuerdas a los cazadores de luna o es que estar sentada en ese trono ha hecho que se te olvide.

Mi madre se encogió ante mis palabras y la sangre desapareció de su rostro, sus ojos se desenfocaron y se alejó tambaleante hacia el escrito.

Mierda ahora si la he cagado lindo y bonito, no quería decir eso pero, diablos no sé porque dije eso.

En el segundo que las palabras abandonaron mis labios ya quería retirarlas, pero no podía.

Me aleje para abrir el portal que me llevaría de vuelta al mundo humano.

-Zafiro, quédate. Necesitas estar con las tuyas tus poderes no son seguros y lastimaras a alguien eso te lo aseguro.

400 años de ser reina de las D´lune no le habían dado suavidad a mi madre, todos los años de lucha contra los cazadores le habían arrebatado el amor y ternura que una vez conocí, demasiado tiempo había sido ella, la que contaba a las víctimas de esos demonios.

Di una última mirada sobre mi hombro, mi madre había hablado con la cabeza gacha y los ojos cerrados, posturas que remarcaban lo cansada y herida que estaba.

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-Lo siento mama, nunca debí decir eso, odio admitirlo pero tienes razón así que creo es mejor lastimar a cualquiera excepto una D´lune, hasta pronto madre.

-Anne, adiós.

Anne, mi madre nunca utilizaba ese nombre. Solo una vez lo uso y fue cuando él había m...

Estando en el portal pensé que a lo largo de los años me habían llamado insensible, pero solo hoy comencé a creer que lo era, mi madre primero se arranca el corazón ella misma que olvidar todo lo que los cazadores nos habían hecho.

La guerra clandestina entre D`lune y Cazadores de luna, estaba en un punto crítico demasiadas vidas habían sido sacrificadas en ambos bandos y nosotros estábamos al borde de la extinción, cuando aparecí de la nada en un callejón deambule sin rumbo, posando de vez en cuando la mano sobre la marca de mi cadera, cada D`lune nacía con una media luna en la cadera derecha y al cumplir 18 años esta se terminaba formando un intrincado y único diseño, en ese momento se toma control total de los poderes, pero yo como heredera al momento de mi nacimiento mi marca estaba completa, con más poder de lo que alguien pudiera esperar pero la advertencia del cuento, yo tenía ahora 21 y no estaba ni cerca de controlar mis poderes.

No advertí a los hombres que me seguían hasta que estuve pensando en los cazadores de luna, disimulada mente baje un poco mis defensas para identificar si eran cazadores, una corriente parecía a electricidad corrió mis brazos hacia mi columna, mis músculos se tensaron, si definitivamente eran dos cazadores.

Metí la mano en mi bolso para comprobar si llevaba mis armas, dos afiladas y mortíferas dagas, comprobé a las personas que nos rodeaban faltaban apenas unos minutos para que oscureciera pero aun así, llamaría hasta el infierno la atención si comienzo una lucha en plena calle,

Acelere el paso buscando alguna calle solitaria o callejón para el caso, al mismo tiempo las pisadas detrás de mí se pegaron más a mis talones. Calculando a la perfección el tiempo corrí y entre en una callejón sin salida alejado de la avenida principal, me deshice de la chaqueta para dejar mis brazos libres, saque las dagas y tire a un lado el bolso, me pegue a la parte más oscura de la pared y con mis poderes me camuflaje para evitar ser descubierta.

Un minuto después dos cazadores entraban al callejón, me dieron la espalda, discutiendo sobre a dónde diablos había ido, no lo pensé más.

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Me lance sobre la espalda del primero, enterrando hasta la empuñadura la daga en su espalda y solo para estar segura lace la otra mano hacia su pecho, el pobre no tuvo tiempo ni de gritar pero baña que hizo ruido al desplomarse en el suelo.

No perdí tiempo salte del cuerpo cuando este toco el suelo, lanzándome de frente sobre el ultimo, pero para esto él ya había leído mi movimiento hizo un barrido en círculo y caí bastante lejos de él.

-¿Vas a algún lado cielo?

Su voz lanzo un escalofrió sobre todo mi cuerpo, nunca había escuchado una voz tan mortífera y seductora al mismo tiempo, deseche el pensamiento haciendo tronar mi cuello.

-Solo a tu funeral, algún problema- creí ver un inicio de sonrisa, en su rostro- verdad que no.

Arremetí nuevamente contra el asentando un codazo en su abdomen, mientras gruñía contesto

-Ya lo veremos niña.

Baña que este tipo sabia tocar sus botones, tontamente cargue de frente nuevamente logrando un puño en la mandíbula que me hizo ver estrellas.

Pero como la tonta que soy, volví a la pelea.

Esto se alargaba demasiado por cada golpe que yo lograba el me daba 3, me estaba agotando y lo sabía cuándo me aventó contra la pared alarmas sonaron en mi cabeza, mi marca ardía por mis poderes contenidos, pero me negué a utilizarlos tenía un punto que probar.

Me dio un solo respiro para inspeccionarlo, de casi la misma estatura que yo, pero me sacaba mínimo 10 kilos de puro musculo, también respiraba con dificultad pero no veía una victoria en mi futuro inmediato.

El tipo saco de igual manera una daga de su bota, diablos, bien a por todas, zafiro.

Lance todo lo que tenía para mi alegría logre que retrocediera, cuando iba a lanzar mi golpe de gracia él lo anticipo, capturo mi muñeca, torciéndola hasta que sentí como si la hubiera desprendido del hueso, me giro y termina con mi espalda en su pecho y su daga en mi cuello.

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Mi marca ardió hasta un punto de insensibilidad del dolor, solo un jadeo dejo mis labios.

Su boca se pegó a mi oído.

-Últimas palabras dulzura, esto no puede acabar sin una épica despedida de tu parte.

Junte lo último de oxigeno que me quedaba.

-Claro, odiaría ser tú en unos segundos, dulzura.

Y mis defensas cayeron, poder explotando nos lanzó en direcciones contrarias, pero durante esos primeros segundos lance mi mano hacia atrás esperando perforarle el corazón.

Termine tirada sobre la pared al final del callejón, el ultimo estaba tirado boca arriba a la entrada, como pude me levante tome mis cosas y me arrastre para revisar al primero que había matado, tome su billetera corte con mi palma con mi daga y la conduje de nuevo hacia su corazón, mire mientras se desintegraba. Camine hacia el otro, revise su herida no logre atravesar el corazón pero si hice un feo corte con forma de media luna, sonreí por la ironía.

Estaba demasiado agotada corte mi palma nuevamente para terminar con esto cuando de repente abrió los ojos y tomo mi pie.

-¡MIERDA! Grite con el pie libre lance una patada a su rostro, corrí hacia el final del callejón y abrí un portal apenas salgo viva de la primera pelea, pero en este estado seguro me mata.

Aparecí en la sala de estar de mi departamento con una sorprendida guardiana llamada Rala mirándome.

-¿Qué demonios?...

Alcance a oír mientras me caí como saco de papas en el suelo.

Las siguientes horas no las recuerdo muy bien, solo muchas preguntas y gritos de Rayla, me llevo al cuarto me curo y me dejo dormir.

Desperté, la luz de la luna me bañaba completamente, quise levantarme pero me dolía hasta el cabello.

-Acuéstate de nuevo, yo que tú no me movería estoy 100% segura que tienes al menos 2 costillas rotas.

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-Tú crees yo decía 3.

-Tienes suerte que no patee el trasero ahora, que empezabas estás loca, casi logras que te maten.

-Rayla eres la reina de lo obvio- termine de sentarme, Si yo tenía razón, Rayla olvido una costilla rota- si quisiera sermones iría con mi madre, donde está mi mochila del gimnasio.

-Y vas a ir al centro, en tu estado, olvida la locura ya perdiste tu cabeza- siguió gritándome mientras cojeaba fuera de mi cuarto- bien tu ganas, sal y consigue que terminen de matarte para lo que me importa.

Sonreí, siempre me decía lo mismo, pero yo sabía que primero daba su vida a que yo, perdiera la mía.

-También te quiero Rayla, vuelvo en un rato.

-Anne, puedo hablar contigo después de la clase.

Creo que volví a quedar enredada en mis pensamientos lucia tenía el aspecto de haber estado tratando de llamar mi atención por un rato.

-Lo siento lucia claro.

Me dio una trémula sonrisa y regreso con el resto de las chicas, mis chicas. Hacía años que ayudaba a mujeres maltratadas a defenderse, pero aun podía sorprenderme las historias detrás de aquellos golpes o moretes en sus caras. Lucia había sido vendida en el mercado de trata de blancas traída desde Nicaragua, soporto mucho hasta que por fin la encontré atrapada en un cajellon con dos hombres sobre ella. Poco me falto para terminar con ellos antes de poder controlarme de nuevo, desde ese día había sido la encargada de sacarla adelante. Me lleno de orgullo saber que había conservado a la hija que tuvo en ese infierno la luz de sus ojos ella le decía.

-Chicas reúnanse por favor-cuando todas estuvieron sentadas y sonrientes- bien creo que para muchas es su última clase, así que imaginan que es lo que quiero decirles,

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Ya les eh enseñado a defenderse, pero lo que ustedes tienes que hacer es conocer los límites. Me refiero a saber qué línea no podrán pasar y cuales simplemente se pueden borrar. Mediten esto—mire hacia cada rostro y con una sonrisa agregue—ah y como siempre digo «Nunca tengan consideración por alguien caído, claro a menos que estén de su lado o sean ustedes mismas».

Anne, odio hacer esto pero no es para mí, por favor ¿Sabes que mi hija está enferma?, necesito dinero para pagar su operación y, no se a quien más recurrir- podía sentir su desesperación gracias al poder que menos me gustaba. Yo tendía a ser demasiado empática con ciertas personas y sus emociones me sobrepasaban la mayoría de las veces- por favor anne ¡Necesito ese dinero!- comenzó a inclinarse hasta terminar de rodillas ante mí- hare lo que quieras.

La expresión de súplica en sus ojos se clavó en mi cabeza.

-Lucia, levántate ahora mismo—la tome no muy gentilmente de los brazos y la pare— ¡Nunca más hagas eso!, Claro que te prestare el dinero. Sabes que puedes pedirme lo que quieras, ¿Recuerdas lo que te dije?, aquel día cuando te encontré en ese callejón.

-Me juraste que siempre estarías para mí o para alguien de mi familia.

-Exacto.

Mantuve un brazo en sus hombros mientras les decía a todas las demás que si necesitaban dinero acudieran a mí.

Yo contaba con todas las facilidades para ayudarlas y, no quería que tuvieran que humillarse para conseguir nada.

Este día había sido agotador, la discusión con mi madre, mi casi muerte a mano de un cazador, mis alumnas, mi irrevocable destino cerniéndose sobre mí, se podría decir que esa era la cereza del pastel.

Nunca lo admitiría, solo bajo tortura pero mi pequeño escape de la realidad consistía en una pacífica noche de lectura en alguna playa sentada a la luz de la luna, solo en esos momentos de tranquilidad, podía imagina que mi vida no era lo que era.

Acelere mi nueva motocicleta Suzuki GSXR 1000, era perfecta para sentir que yo estaba aparte del mundo. Ver todo como un borrón a mí alrededor y, simplemente no puede dejarla en el garaje cuando me dirigía a mis clases. Me tome la molestia de darle acabados de azul metálico y borrarle el nombre de fábrica así lucia mejor.

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Mientras metía la moto al garaje, me estuve preguntando, ¿Por qué mi madre habría usado el nombre de Anne?, ese nombre solo lo usaba en el mundo humano.

-Anne… Anne, ¿Zafiro donde estás?— ¡demonios!, ahora ¿qué quería Rayla?

-Rayla relájate, estoy en el garaje deja los gritos.

Entro como un cometa y me agarro de los hombros con fuerza.

-Maldición Zafiro, ¿Se puede saber dónde diablos, estabas?

-Cálmate…Estaba dando un paseo después de las clases—fueron lagrimas lo que vi, en sus ojos— ¿Rayla?, ¿Dime en este segundo que pasa?

-Zafiro, primero siéntate…y, cálmate—esas, son las dos palabras que logran que explote.

-Demonios nada de cálmate y, siéntate…dime…ahora…que… pasa.

La lentitud de mis palabras contenía una leve pero segura amenaza.

-Tu madre… la reina kana.

-Sí, Rayla ¡mi madre!, la reina kana ¿que con ella?

Pero que le sucedía. La habían maldecido para que no me lo contara o que.

Rayla clavo su mirada en la mía mientras pronuncio, las palabras que me negaba a aceptar. “Tu madre la secuestraron y la asesinaron”

¿Qué?, como puede ser eso, ¿mi madre? La legendaria reina Kana muerta, era una broma de pésimo gusto. De seguro estaba furiosa conmigo por como la trate, pero no ella jamás bromearía o inventaría algo así. A menos que fuera cierto y entonces…

-Rayla, dime que no fueron los cazadores, te lo ruego.

La suplica de mis palabras desgarraba mi garganta.

Silencio lo único que salió de su boca, ¡fueron ellos!, ellos los malditos cazadores de luna, no mi madre es lo último que me han arrebatado.

Mi cuerpo y mi mente se desconectaron del mundo, tu madre fue secuestrada y asesinada es lo único que conocía. Mi cuerpo comenzó a temblar, a causa de la rabia mis manos convertidas en puños se negaban a permanecer quietas y, temblaban incluso con más fuerza, podía sentir mis huesos amenazando con romperse, si no

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disminuida la presión. Mi marca comenzó a quemar, en mi cadera, ¡Mis poderes estaban fuera de control!, Los podía sentir hervir dentro de mi cuerpo.

-¡Anne!, ¡Anne! Escúchame, tienes que calmarte. Debes controlarte.

Que fácil decirlo, ¿pero qué tal hacerlo? Ellos deben ¡pagar!, Venganza era en lo único que creía ahora. Esta noche me convertí en huérfana, ellos habían matado a toda mi familia.

Objetos comenzaron a explotar a mí alrededor, las llantas del jeep de Rayla fueron lo primero, los botes de aceite y agua que tenía en la parte de atrás les siguieron. No tengo idea de que otras cosas más explotaron, pero las ventanas de vidrio hicieron un horrendo sonido al estallar, estaban a mi espalda y, podía sentir como los pequeños fragmentos me cortaban los brazos desnudos y parte de mi espalda. Tal vez Rayla sintió que era el momento de intervenir.

-¡ZAFIRO! CONTROLATE EN ESTE INSTANTE VAS A DERRUMBAR TODA LA CASA SI CONTINUAS ASI!

Rojo, toda mi vista se vio pintada de rojo. Era como si la sangre de toda mi familia comenzaba a nublarme la vista, toda la sangre que había sido derramada por ¡ellos!

-Tú. No me ordenas.

-¡CLARO QUE LO HAGO! TRANQUILIZATE. TOMA EL CONTRON DE TUS PODERES. TOMA EL CONTROL DE TI MISMA.

Su voz sonaba como un eco distante, sabía que debía escucharla pero yo estaba más haya de mi limite, estaba hundida en mis poderes. Poco a poco mis pies se fueron levantando del suelo, impulsados por ondas y, ondas de mi poder liberadas.

Mi cabeza era un caos, solo escuchaba el estruendo de más cosas siendo destrozadas y pequeñas explosiones de objetos al azar. El sonido de la explosión de mi moto me golpeo Rayla estaba al lado, fue aventada contra la pared. Pero con un rápido movimiento de mis manos cree un escudo que me protegiera de la explosión y, también un portal para que Rayla no se convirtiera en mi nuevo papel tapiz.

En cuanto se sostuvo en sus pies comenzó a marcar custodias a mi alrededor para contener mis poderes, se necesitaba agua, mezclada con pétalos de rosas secos y triturados, pero solo tenía a la mano la mezcla de líquidos que había en el piso.

Me tomo todo el autocontrol que tenía para calmarme, no pude evitar hacer explotar también el jeep de Rayla, pero en esta ocasión si pude contener completamente la explosión. Después de alrededor de media hora, un tiempo que me pareció más

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largo que una vida. Había controlado por completo mis poderes mi marca todavía ardía y brillaba tenuemente con una luz blanca, mortecina. Me hallaba en el suelo de rodillas apoyada en mis manos sobre el cemento, cuando Rayla pudo pasar los restos de carro y moto, vidrios y demás que me rodeaba.

-¿Anne?, ¿Dónde estás? ¿Estás bien?

-Aquí Rayla.

De seguro mi cara lucia como una sábana, en cuanto el humo se disipo un poco por la puerta de entrada, Rayla ubico mi posición vino corriendo y me desplome en sus brazos.

Lagrimas frías se escurrían de mis ojos y, por mis mejillas igual que le pasaba a Rayla, no podía decir nada, solo salían jadeos estrangulados ya que no tenía fuerza para siquiera gritar lo que sentía. Ya no podía pensar. Ya no quería pensar mi mente vago y solo daba vueltas tu madre fue secuestrada y asesinada, deje que Rayla me estrechara entre sus brazos y solo pronuncie una y otra vez.

¡Ella no, mi madre no!

-Lo sé Zafiro lo sé, trata de dormir…solo trata de dormir.

Poco a poco mi vista se nublaba más y más, mis piernas y, brazos parecían pesos muertos pegados a mi cuerpo, las cortaduras, golpes dejaron de doler. Un hechizo de desconexión, muy astuto Rala.

-Gracias.

Fue lo único que pude pronunciar y, lo único que me sentí capaz de decir en estos momentos.

-Cuando quieras Anne, siempre estaré aquí. Para ti Zafiro, siempre.

Unos años después…

Mis recuerdos no eran un lugar feliz, así que preferí poner atención a la muy nerviosa Rayla que estaba frente a mí.

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-Su majestad, quería hablar acerca—si sus manos seguían retorciéndose se rompería un dedo—Bueno creo que no es momento, pero creo.

-Rayla, no divagues tanto, ¿Qué sucede?

-Falta menos de un mes, usted sabe para qué.

Como no saberlo, hacía tres años me hacia la misma pregunta, hacía tres años que me preguntaba si deseaba participar en la ceremonia de mi madre y desde hace tres años que me negaba.

-¿Qué planean este año Rayla?

Su cara no tubo precio.

-Anne, digo Zafiro, perdón Su majestad, ¿Espere, deberás va a participar?

-Bueno si no quieres, creo que puedo esperar un año más—después excluirme de las mías, por tanto tiempo creo que les debía el participar—Por favor Rayla, no puedo contar las veces que me lo suplicaste y, ahora que por fin acepto.

-Perdone majestad, pero imaginaba que me dejaría a cargo de nuevo. Sé que todavía no a, y, bueno usted me entiende.

-Rayla deja el usted para el consejo de ancianas, sabes me aburre en exceso y, tengo 24 años no 240. Y, sé que eh sido inflexible pero creo que ya fue suficiente mi aislamiento, este no me la traerá de vuelta. Solo la venganza y ahora que vino a mi cabeza ¿Qué tal el prisionero?

Hacia unos 3 meses, cruce al mundo humano para evitar aventarle mi comida a una de las ancianas del consejo. Se necesitaban agallas para regañarme enfrente de todas durante un banquete, digamos que fue una mala elección.

De seguro eh hecho algo bueno en estos años al frente de las D´lune, porque justo al bar al que entre un cazador se acercó a invitarme un trago, el muy ebrio no se dio cuenta de quién era, vamos, ni si quiera porque mi tatuaje estaba a la vista lo noto. En fin, Rayla tuvo que llegar por medio del portal antes de que lo terminara con mis propias manos, alego que nuestras rastreadoras podrían sacarle más información que mis puños contra su cara. La segunda opción seguía siendo la mejor para mí.

-No mucho, debo decir que es admirable la lealtad que poseen, siempre aguantan lo peor, pero Su majestad—sin duda hoy era el día, en que Rayla volviera a usar la etiqueta—está bien, Zafiro cualquiera se quiebra con el tiempo. Dianta nuestra recién graduada ha logrado maravillas. Pudo sacarle que planeaban trasladarse a México, mas especifico el D. f.

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Esos bastardos, cada día y, cada pequeño detalle de información, me acercaba un paso más a ellos. Cuando los tuviera enfrente sabrían lo que era la ira de una D´lune.

-Zafiro, contrólate. Siempre que hablas del tema te vuelves muy inestable observa.

Tenía razón el agua hervía en los vasos de la mesa frente a nosotras y la pecera había explotado ya. Simplemente perfecto.

-Rayos y, ¿los peces?

-Aquí su majestad.

Perfecto, Willow los tenía en una burbuja de agua. Al menos no los mate.

-Willow, adelante. ¿Qué te trae por aquí, nuevas noticias?- Willow era la líder de las rastreadoras un grupo elite entre las D´lune, estaba conformado de por alrededor de 15 miembros y, todas tenían un uso extenso de magia en todos los elementos.

Nosotras nacíamos con diferentes poderes, desde congelar el tiempo hasta mover objetos con la mente que era uno de los más divertidos a mi parecer. Pero de vez en cuando teníamos una conexión especial con algún elemento tierra, agua, aire o fuego. La propia Willow, tenía un lazo con el fuego y, sumándole su carácter muy parecido al mío, ella era en verdad mortal.

Las que contaban con esta conexión eran encaminadas a las rastreadoras ya que podían sacar información, cabe mencionar que también los cazadores tienen cierta conexión con los elementos, por la mínima cantidad de magia con la que cuentan, entonces nosotros nos encargamos de averiguar esa conexión y explotarla con los poderes de nuestras rastreadoras y claro el uso de mis manos.

Claro que había otras que no tenían poderes con elementos, pero esas eran las más poderosas, por ejemplo el consejo de ancianas una de las arpías, que es mi nombre para ellas, es capaz de trasladar tu mente o tu cuerpo a otra dimensión.

-Sí, Su majestad, hemos enviado a 3 rastreadoras a México todas ellas son fuego, deberíamos de tener respuestas en menos de una semana. Pero hay una mala noticia.

Se no todo era perfecto, como siempre y, ya me lo imaginaba. Pero Rayla fue más rápida que yo, al descubrir el significado de la frase.

-¿El prisionero ha muerto?

-En efecto Rayla, hace menos de una hora. Quise decírselo personalmente majestad.

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-¿Qué paso?—no era común que las rastreadoras mataran a los prisioneros, claro al menos que yo lo ordenara.

-Bueno digamos que se puso un poco impertinente y, no estábamos en nuestro mejor momento.

Le sostuve la mirada y trate de indagar en su cabeza un poco para ver a qué se refería. Un fuerte jadeo salió de mí, no puede ser. Él había estado cuando, ¡No! por favor eso no. Todo menos eso. Ellos…ellos se atrevieron. Mis manos automáticamente se hicieron puños y aplastaron las hojas que sostenía.

-No otra vez—grito Rayla y trato de acercarse - Willow sal de aquí y, pon custodias alrededor de la habitación—Zafiro, escúchame tienes contrólate, respira—Espera ¿Willow?, Que fue lo que dijo.

No demonios mi marca ya comenzaba a quemar, puse mis manos sobre mi cadera para amortiguar el dolor, para mantenerme consiente hasta que confirmara lo más importante.

Willow me veía directamente a mí.

-Él dijo, que estaba presente cuando borraron su marca.

-¿Era eso cierto? Willow responde—mi voz se quebraba y no aguantaba por más tiempo—Respóndeme, ¿Era cierto?

-Lo era, lo confirmamos. No pudo mentirnos.

- Ahh!!—no otra vez, mi cuerpo ya resentía la cantidad de poder. Pero simplemente no podía controlarme no después de todo esto.

-Sal, Sal Ahora Willow convoca a las ancianas y, que todas pongan custodias. Me escuchas todas.

-Enseguida.

-Zafiro, Anne, recuérdala, recuerda a tu madre. Ella no te querría que te corrompieras con tus poderes.

Con el paso del tiempo, aprender a controlarme era inevitable. Las crisis por mi exceso de poder era parte de mi llamada bendición, pero se sentía más como una maldición.

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-De todo, de todo lo que me eh imaginado con los años nunca pensé que lo harían—mis palabras apenas eran susurros—Rayla pon el collar, necesitamos contenerme. Si pierdo el control, ten por seguro que no lo recuperare.

El dolor de contener mis poderes, ya me había doblado por la mitad y estaba jadeando arrodillada en el suelo al lado del escritorio. Por dios solo quería cerrar los ojos y que todo se borrara, imaginar que no había sucedido.

-Rayla, ve por el collar y, las ancianas rápido.

-Pero zafiro, sabes que si…

-Ahora.

Trataba de mantenerme junta con mis brazos alrededor de mi cuerpo. El peligro que me rodeaba, era exactamente esto, el poder ilimitado que tenía. También era conocida como el espejo de la luna, podía copiar los poderes de cualquiera y absorberlos un poco en el proceso. Nadie sabía si existía un límite para mí. Los únicos dones que desarrolle por mi cuenta fue, leer la mente, telequinesis y, por ultimo uno que no se había visto en muchas generaciones, el poder de invocación. La abuela de mi madre fue la última reconocida con ese poder, básicamente podía llamar a espíritus de D’lune para poder extraer un poco de su poder esa energía residual que era más poderosa que la de cualquier D´lune viva, ya que cuando morimos absorbemos directamente el poder del mundo de los espíritus.

Los minutos parecían horas. Una lenta tortura, asechada por los horrorosos recuerdos que inundaban mi cabeza una y otra vez. Quién lo diría que ahora yo era la que suplicara que pusieran ese collar maldito en mí. Nadie salvo la familia real y el consejo lo conoce, desde el inicio de nuestra historia este fue robado a los cazadores y ocultado por nosotras, dice la leyenda que ese fue el collar que los demás espíritus le colocaron a Mune para poder sellarla en una única forma, como luna en el cielo, después fue entregado por Mare a los cazadores de luna para poner fin a la existencia de la Heredera, por un milagro unas de nuestras primeras rastreadoras logro hacerse con él.

Cuando es colocado a alguna D`lune, la parte que es espíritu en nosotras, la fuente de nuestros poderes es absorbida.

Y nos convertimos básicamente en humanas ordinarias.

-Zafiro, las ancianas ya están aquí.

-No querías tomar el té, también—como pude apoye una mano en la esquina del escritorio pero, estaba tan débil que caí al piso y rodé sobre mi espalda.

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-Su majestad, sabe lo que pasara si ponemos el brazalete.

-Si lo sé, pónganlo ahora. No puedo aguantar más y, si se quedan no sobrevivirán.

-Como lo desee, majestad.

-Ahora.

Las ancianas comenzaron a rodearme y una a una comenzó a recitar un hechizo de sellado, eran los más difíciles y tomaba al menos a 3 de nosotras para realizarlo correctamente. Yo estaba hecha un ovillo en el suelo retorciéndome de dolor, con los años cada crisis se hacía cada vez más intensa.

Ráfagas de poder escapan de mi control.

-Majestad, trate de controlarse no podemos acercarnos.

Yo estaba muda, siempre evitaba a hablar durante estos hechizos. Bloqueaba mi mente y mi cuerpo del mundo para poder contenerme mejor.

-Eliza, ella no puede. No vez llego a su límite ¿No pueden hacer otra cosa?

-Rayla, trata de llegar a ella, no nos permite entrar. Tal vez si ponemos más custodias y las reforzamos podemos mitigar el daño.

-Imposible—respondió rotundamente Rayla—Zafiro hurgo en la mente de Willow y, descubrió que habían borrado la marca de su madre.

Esa línea fue lo único que me insto a abrir mis ojos, y la cara de Eliza lo decía todo. Desde el inicio todas conocían esa información y, no me lo dijeron.

-Saben muy bien que debía mantenerse en secreto.

-¿Cómo? Acaso se atrevieron a ocultar algo así a su reina, a su heredera—Rayla estaba incluso más indignada que yo al decirlo.

-¿Tú lo sabías Eliza?—ella oculto el más grande tormento que había sufrido mi madre—Lo sabías ¿Lo que le paso a kana?

Si creían que antes había sido difícil, ahora sin duda era imposible acercarse. Había llegado al punto donde mis poderes y mi rencor tomaban control.

-Zafiro, tienes que recordar que tu poder es mayor al de cualquiera, y puedes lastimarlos con mucha facilidad.

-Pero yo no soy mala, mami yo nunca dañaría a nadie.

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-Lo sé Zafiro, pero tienes que tener cuidado siempre, puedo confiar en ti.

-Si mami.

Mi madre me dijo eso, justo después de que me contara la verdad sobre mi marca, y ahora más que nunca, no quebrantaría la promesa que le hice.

No podía fallar ahora. Tenía un deber con las mías y si no lo cumplía, seria aun peor que cualquier cosa que los cazadores le hicieron a mi madre.

-Eliza escúchame bien—sostenía mi peso en mi hombro para levantar la vista del piso y verla—Hare un clon de sombra y encubare un poco del poder ahí. Cuanto te lo diga, mándala a otra dimensión, en ese lapso podrás entrar en la custodia y, ponme el collar. No tendrás más de 30 segundos cuando me desprenda del poder no podré controlarlo.

-Zafiro No. Si lo haces puede explotar en tu cara cuando crees a la clon, tú misma lo dijiste no puedes controlar el poder una vez que este fuera.

-Rayla, confía en tu reina. Puedo con ello—sin mucha convicción, sabía que lo que decía era cierto.

-Rayla únete al círculo y, refuerza la custodia principal.

-Pero Zafiro…

-Rayla quieres continuar con esto en otro momento, porque si no las cosas se pondrán feas aquí.

Era ahora o nunca.

-Eliza, luego arreglare cuentas contigo, para el resto. Las cosas se pondrán serias necesito que cada una refuerce la custodia principal y canalicen atreves de mi las secundarias.

-Majestad está loca, si hacemos eso y, con el hechizo de clon de sombra puedes sufrir una partición—Y Eliza creía que no lo sabía—No por nada, nos llaman Concejo de ancianas tenemos suficiente poder para reforzarlas por nuestra cuenta.

-Me dices majestad pues hagan lo que ordene, si estoy débil será más fácil para todas.

-Además tengo mucho más poder no tienen idea cuanto—dije con los dientes apretados.

-Puedes perder un pedazo de tu alma Anne-casi sollozo Rayla.

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Que sería un pedazo más, si mi corazón ya no era nada.

-Rayla no puedo perder algo que es mío confía en mí y, basta de charla creen que puedo seguir tan controlada, estas palabras me agotan con cada segundo.

-Ten cuidado Anne.

-Siempre Ray, Eliza preparada, las demás cuando grite refuercen y canalicen las custodias.

La adrenalina que sentía al correr en mi motocicleta no se acerca ni de chiste a todo esto. Con un esfuerzo sobrehumano logre ponerme de pie, ¡ahora! Y, después caí, mientras trataba de crear la proyección cada una de los 5 miembros del consejo y, Rayla extraían poco a poco mi poder, pero no el suficiente para calmarme. Puse más empeño en la clon de sombra, la lengua muerta resonaba en la habitación al ser recitada por 7 poderosas miembros D`lune. Mis manos se movían sin control dibujando la figura de la clon, moldeándola.

-Eliza, tienes 30 segundos recuérdalo—solté el poco aire que tenia de golpe.

-Majestad estoy preparada.

-Las demás ¿Ya reforzaron las custodias?

-Sí.

-Bien a la cuenta de 3, Eliza comienza la cuenta, sigue Rayla y yo daré la orden. Suerte.

Quizás si mi voz no sonara tan cortada puede que hasta yo me creería que esto iba a funcionar.

-1

-2

-¡Ahora!

Después todo se volvió negro.

-Zafiro, despierta ya es tiempo.

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Hacia una semana que me entere sobre la marca de mi madre, y que perdí el control por completo.

Nunca había tardado tanto en recuperarme pero simplemente ya no me quedaban ganas de seguir. Después de mi pequeña misión camicace con la clon de sombra, había estado como en el limbo por 3 días hasta que reaccione, pude hablar y, caminar por mí misma, según las arpías había sido una irresponsabilidad de mi parte ya que manipular mi energía proyectada pudo causarme la muerte pero quién era yo, si no hacía todo al límite.

-¿Sabes que usaras para la ceremonia?

-Estaba esperando que mi mano derecha ya lo tuviera arreglado-conteste sin levantar mi cabeza de la almohada

Soltamos una risita, una que muy merecida la teníamos después de todo lo que pasamos.

-Bueno quieres algo formal y recatado o, ser como siempre el centro de atención y admiración.

Sopese mis opciones y, respondí con una sonrisa aunque se sentía raro hacer una.

-Me alegra, porque si no yo me quedo con el vestido.

Nadie imaginaria que Rayla fuera una compra-adicta, ella era ruda pero tenía una debilidad por comprar en exceso.

Abrió el gigante armario y saco un vestido en realidad hermoso, era de un solo hombro azul turquesa hermoso, tenía un corsé adornado de zafiros azules mis favoritos, y la cola era larga y con capas y capas de seda como cascada hacia el piso.

-Agradezco el cumplido en la pedrería.

-Lo siento mi reina, no pude resistirlo.

Cuando termine de arreglarme parecía más bien que iba a una fiesta y no al funeral de mi madre.

-Majestad, debo decirle Eliza estará presente como miembro del consejo.

Y así el lápiz delineador negro que sostenía se rompió en dos en mis manos.

-Zafiro—comenzó en tono conciliador—algún día tendrás que perdonarla.

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Avente los restos a la basura y la ignore olímpicamente.

-Zafiro, no te comportes como una niña orgullosa debo decirte que eres una reina. No puedes permitir que tus sentimientos nublen tu juicio—en verdad dijo eso—debes anteponer al clan antes que a ti y lo sabes.

Y fue cuando lo perdí.

-Debes de estar bromeando cierto, como puedes siquiera decirlo eh puesto las necesidades de cada D´lune excepto las mías primero. Durante tres años Rayla, me oyes 3 años. Como todas ustedes pueden llamarme Reina o Majestad, cuando no tienen el mínimo respeto hacia mí.

Gire bruscamente tratando de respirar y enfocarme en mi reflejo en el espejo.

-Zafiro, sabes muy bien porque no lo dijeron, tus sentimientos son torbellino sinceramente ¿Qué crees que hubieras hecho? Perseguir como el demonio a los cazadores y probablemente matándote en el proceso. Lo sé, por eso el cuerpo de tu madre fue cremado para darte algo de estabilidad, esperar que recuperaras el control.

-Rayla, pero como esperas que me sienta, me dirás que tu estarías tranquila si algo así le hubieran hecho a tu madre. No me contaron lo peor que tubo que sufrir mi madre, no sabes cuantas veces trate de invocarla y fallaba miserablemente cada una de ellas, pensé que solamente ella no quería verme-no tienes ni idea de cómo comió la culpa que llevo- Me exigen muchas cosas, pero de verdad se ha puesto a pensar en mí.

-No es lo mismo, si fuera tú pensaría primero en las D´lune. Tú tienes la responsabilidad como princesa heredera al trono, como el espejo y heredera de la luna.

Como se atrevía a decirme que no importaban.

Había dado mi vida por todas ustedes, maldita sea.

Bien pude haber abdicado al trono al fin y al cabo mis poderes no estaban dominados aun y las ancianas eran perfectamente capaces de hacerlo pero no. Decidí dedicarme a lo que mi madre quiso para mí. Decidí renunciar a mi venganza y pensar en otros antes que en mí.

-Como te atreves Rayla, no eres nadie para decir que no eh atendido mis obligaciones. Eh dado mi vida a este clan, sabes cuántas vidas eh salvado con mis poderes con los que dices que dicen que no son estables, dime ¿Qué quieren

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de mí? Eh dímelo y se los daré. Perdí a todas las personas que significan algo para mí, me obligaron a pensar en otras antes, durante toda mi vida. Ni tú ni nadie—temí ponerme a llorar en cualquier instante, corrí hacia la puerta—Tú no tienes este poder y no sabes lo que es tenerte miedo a ti misma, a no ser capaz de controlarte a ti misma.

Sentía las lágrimas en mis mejillas, eso era lo peor que alguna vez Rayla me había dicho.

-Vamos Zafiro sabes que no píen…

-Ni siquiera lo intentes, se hace tarde para el funeral de mi madre y espero poder decir unas cuantas cosas. Pero Rayla nada, nunca me ha lastimado tanto como lo que acabas de decir. Quédate siéntete en casa.

Gire el pomo de la puerta, camine hacia el laberinto, siempre iba ahí cuando quería estar sola con suerte esta vez nadie me seguiría. Me borre las lágrimas casi arrancándome la piel, odiaba llorar, mostrarme débil, pero lo que me había dicho Rala fue demasiado.

Vague en los laberintos hasta que fue necesario volver.

La música sonaba por todo lo alto, mi cadera ardía un poco, pero lo tome como muestra del incidente anterior y no le preste atención mientras caminaba al frente de la muchedumbre.

La ceremonia era digna de mi madre, cada miembro del consejo de ancianas incluso Eliza, hablo maravillas de mi madre. Plasmaron en sus discursos el respeto y cariño que mi madre expresaba, sentimientos pocas veces percibir de ella. Sé que me amaba pero aun así, un abrazo nunca hubiera estado de más en algunos momentos.

Las tres lunas que adornaban nuestro cielo estaban en lo más alto y la música ceso de repente, era el momento para que la nueva reina hablara.

Nunca antes había sentido mis piernas tan débiles, como cuando subí los escalones para estar en el podio y hablar, mis manos temblaban y no dejaban de sudar por lo que estaba a punto de hacer. Pero era lo correcto no dejaba de repetírmelo. Si quería lo mejor para todas, tenía que eliminar nuestra única amenaza.

Los humanos nos recordaban para ellos solo éramos la inspiración para diversos relatos tales como las amazonas, es bastante cierto que nosotras habíamos vivido en Sudamérica hace siglos y si nosotras entrenábamos hombres en el arte

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de la batalla, incluso algunos tenían el honor de ayudar en la concepción de nuestras hijas y aprender algo de magia.

Pero solo los cazadores nos conocen y saben cómo matarnos.

-Queridas hermanas, no puedo decir que es un placer dirigirme a ustedes en esta noche de luna llena, ya que el acontecimiento que conmemoramos no es para nada digno de celebración. Pero si de respeto de cariño y admiración. Mi madre la reina Kana fue querida y amada por muchas de nosotras, ella fue la que nos ayudó a llegar a donde estamos. A salvo, felices y seguras. Todas me conocen soy la heredera D´lune, el espejo de la luna, Zafiro o Anne para los que conozcan mi nombre en otro mundo. Todas sus esperanzas están puestas en mí y tienen grandes expectativas como yo misma las tengo, pero aun con todo lo que ustedes y yo esperamos no es suficiente. Declino al trono por un tiempo.

Consternación y murmullos se oyeron alrededor.

Baje de la tarima, mi madre no se merecía menos que esto, con mis manos arranque los zafiros de mi corsé. Me arrodille y con la orilla de uno de ellos corte mi mano comenzó a dibujar el símbolo del pentagrama de la rosa el único que usaba para las invocaciones. No había tenido mucho tiempo para planearlo, pero era ahora o nunca. Este hechizo de protección era sumamente difícil y complicado por lo que requería de la ayuda de más de una. Mi abuela y mi tía serían las elegidas, la rabia me daba ánimos, mi madre hubiera sido la que me ayudara a realizar el hechizo, pero al haber sido su marca borrada ya no tenía conexión con su espíritu.

-Majestad, Zafiro ¿se volvió loca que cree que hace?

-Mi deber, proteger al clan ahora Eliza a menos de que quieras ayudarme apártate que no puede haber nadie cerca del pentagrama para cuando realice mi invocación.

-Invocación Zafiro, te acabas de recuperar y piensas realizar una invocación. Porque no mejor me dejas clavarte una daga y asunto terminado.

-ha ha, todavía conoces el sarcasmo pensé que después de 60 años lo habías perdido.

Era extraño como había 4 miembros más en el consejo, pero Eliza siempre se las arreglaba para tomar el mando, sinceramente no recuerdo los demás nombres pero pase la mirada por las demás ancianas y todas tenían más o menos la misma expresión que el resto de las D`lune. No les tome importancia

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Pero si estaba muy pero muy loca, si planeaba irme lo mínimo que podía hacer era dejarlas protegidas.

-Nada de lo que cualquiera de nosotras haga te convencerá de lo contrario, o me equivoco

-Por fin nos entendemos anciana-lanzo un ruidoso suspiro y meneo la cabeza, pero acepto mi decisión.

-¿Que necesitas?

Después de pedirle que me trajera polvo de un eclipse, rosas blancas y más zafiros estaba lista. Espero que la biblioteca que viene y va no me haya mentido, porque si no estaba pero perfectamente frita.

Busque entre el gentío, el grupo de rastreadoras estaba cerca y no me costó, localizar a la que necesitaba

-Willow, quema las flores mézclalas con el polvo de eclipse. Busca a otra rastreadora de fuego y derritan con magia los zafiros.

El pentagrama estaba listo, tenía mi sangre y poder en él. Gire mi cabeza y con una mirada llame a la arpía.

-Eliza hasta para mi es difícil, denme un poco poder y acerquen lo más que puedan a todas si es en la forma del pentagrama mejor.

No éramos muchas, el tiempo de la caza había menguado en mucho nuestro número, quedábamos alrededor de unas 800 D’lune vivas. Pocas pero aun así demasiadas para lo que buscaba lograr.

-Todo listo mi reina.

-Bien que no entre pánico llamare a mi abuela y a mi tía con esta invocación. Absténganse de tratar de hablar con ellas, necesito su máxima concentración

-Los zafiros están listos majestad.

-Viértanlos sobre el pentagrama. Y guarden silencio.

Me permití ver la cara de cada mujer, todas nosotras hijas de la luna. Obtendría mi venganza y protegería al clan.

Si puedo terminar este hechizo mi libertad es una realidad, no te atrevas a arruinarlo zafiro no te atrevas.

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-Majestad- su tono no era exactamente de respeto, tal vez exasperación- dime de una buena vez que planeas hacer muchacha.

-No me hables en ese tono Eliza, lanzare un hechizo de protección sobre todo el clan. Utilizare mi poder y el de mi familia más el de los zafiros para agregar un pentagrama de rosa a todas las marcas. Planeo irme, pero nunca las dejaría sin la debida protección.

Los ojos de Eliza de Rayla, Willow, del resto del consejo y del clan. Me dieron la misma mirada que le daban a mi madre. ¿Porque? que acaso no estaban cometiendo una locura con eso de renunciar al trono y todo lo demás.

-Por fin comienzas a actuar como la reina que tu madre y todas esperamos que seas.

Sus palabras se gravaron en mi mente, había orgullo y en la forma en que las pronuncio.

-Todas muestren respeto a su reina.

Rayla grito a todo pulmón esas palabras con lágrimas en los ojos, la segunda vez que la veía derramar lágrimas. Las mías no se contuvieron, era la última vez que me permitía llorar después de esto solo tendría un objetivo, acabar con los cazadores de luna. Con aquellos que se atrevieron a tocar a mi madre. Mis manos se verían por fin manchadas con la sangre de ellos y no con la derramada por mi familia.

-No hace falta decirlo Eliza- pero se sentiría muy bien si lo hacía- no tienes idea de cómo fantaseo con tu tortura por ocultarme lo de mi madre, pero no puedo pensar en otra mejor para dejar el mando. Rayla te quedaras aquí y no intentes discutir porque lo harás. Para el resto, no viajen al mundo humano no va a ser seguro- ni siquiera para mí, si vamos al caso- solo cuando haya acabo con cada uno de los cazadores de luna, podrán viajar. Tienen lo necesario aquí.

-A sí que planeas ser un ejército en una mujer, porque no me sorprende Anne.

-No podía hacer algo menos dramático, conoces mi estilo.

-Majestad mis disculpas, cuando regrese puede hacer con mi vida lo que le plazca hasta entonces mantendré el trono limpio para usted.

-Más te vale Eliza, porque si algo pasa créelo, rogaras por haber sido un cazador de luna después de que acabe contigo.

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Eliza no puedo evitar tragar con nerviosismo. Mejor ser temida que ignorada o, dejada a menos.

-No tengo nada más que decir, más que fue un honor ser su reina y fue un honor pertenecer a este clan. Les juro por la luna que nos dio la vida que ya no habrá ni una gota de sangre derramada por nuestra parte. Viertan los zafiros ahora.

Cuando por fin el pentagrama fue cubierto completamente con los zafiros derretidos tuve que hacer uso de mi poder de fuego para evitar que se solidificaran tuve que tomar un poco del poder de Willow. Frote mis manos y realice una plegaria.

Por favor, te lo suplico. Por favor que esto funcione.

El aire comenzó a hacerse denso y neblina comenzó a salir de los bordes del pentagrama. Visualice las caras de mi abuela y mi tía. Llamándolas en la lengua muerta, pidiéndoles su ayuda y su poder. Las orillas comenzaron a brillar y un olor parecido al incienso provino del polvo de eclipse, acompañado del aroma de las rosas formando una mezcla empalagosa. Mi marca que ya había comenzado a arder desde tome la decisión pero ahora parecía estar hundiéndose contra mí y quemando todo a su paso.

Las formas comenzaron a aparecer. Mi poder seguía creciendo pero por una vez no tuve miedo, era yo quien tomaba las riendas y no al revés. Algo en mí se encendió.

-Anne tus ojos

-No te preocupes Rayla, sus poderes han sido dominados.

Así que mis ojos de color gris verdoso, por fin tenían ese brillo azul y plata en ellos. Ya era hora. Mis poderes ya no conocían el límite de mi cuerpo ahora mi cuerpo tendría que aprender los límites de mis poderes ahora ya era la Heredera de la Luna.

Así que más me valía no joder esto.

Por fin las siluetas de mi abuela y mi tía estuvieron completas. Hora de la acción. Ellas ya conocían mi pedido así que solamente extendieron sus manos hacia mí con la intención de tocarme, en el momento que sentí su poder caí sobre mis rodillas, una consecuencia de la invocación era el traspaso de emociones, el dolor y la rabia que por generaciones había acarreado mi familia hicieron un nuevo hueco en mí.

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-Zafiro, estas bien-Rayla hizo ademan de acercarse pero la frene con un movimiento de mi mano- Zafiro contesta, ¿estás bien?

-Sí, las emociones me sobrepasaron por un minuto.

Solo la determinación me permitió ponerme de pie, el dolor era insoportable como cuando me habían informado de mi madre. Respira Zafiro, solo resiste unos segundos más, solo eso.

Los próximos segundos fueron agonizantes, pero por fin pude ver como del pentagrama comenzaban a salir tentáculos que se dirigían a cada anciana, mujer y niña presentes. Estaba funcionando ahora tenía que avisarles.

-No quiero que nadie se alarme, es solo la tinta para crear el pentagrama en sus marcas quemara un poco. Pero no les hará daño.

Vi como cada tentáculo se hundía en la piel de la cadera de cada una de ellas, sigue así Zafiro casi termina, solo aguanta un poco más.

-Majestad.

Quien podría querer hablarme en este instante, por supuesto tenía que ser Eliza

-Si Eliza- deje que toda mi rabia impregnara mis palabras- seguramente estoy haciendo algo mal, pero podrías abstenerte de distraerme. Estoy un poco ocupada aquí.

-Majestad está sangrando

Que con un movimiento de la muñeca quite la sangre de mi nariz, demonios tengo que terminar rápido con esto, si sigo así estoy muerta.

Di más énfasis a mis palabras, esperando que se apresuraran. Solo faltaban unas pocas más cuando mis piernas ya no pudieron sostenerme más. Rayla había avanzado unos pasos hacia mí.

-Si vuelvo a decirte que te detengas, vas a lamentarlo Rayla!

Se frenó en seco y me miro con una expresión torturada, pero retrocedió. Solo unas pocas más, mi marca había dolido tanto que perdí la sensibilidad de notarlo. Pero algo cambio pude sentir como las formas de mi abuela y mi tía comenzaban a borrarse, eso significaba que estaba por terminar, cuando por fin llegue a la última fue una niña. Se encontraba al fondo cerca de su madre, Eliza grito que la acercaran para no hacer más esfuerzo y la mujer cargo a la pequeña y a paso

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presuroso avanzo hacia el centro. Coloco a la niña cerca de mí y pude ver la inocencia de su mirada, la que antes había sido como la mía.

-Grandes cosas te depara el futuro- le dije esa frase como una promesa que personalmente me ocuparía de cumplir.

El pentagrama estaba terminado en la cadera de la pequeña, había logrado. Poco a poco los tentáculos comenzaron a retraerse hasta perderse en el contorno del pentagrama. Mi marca dejo de tratar de incinerarme viva y las abrumadoras emociones comenzaron a desaparecer poco a poco, dejando una sensación muy rara en mi corazón. Los zafiros comenzaron a solidificarse en el suelo y dejaron de brillar, todas comenzaron a disiparse dándome espacio para respirar. Cuando ya todo había acabo me incline hacia adelante y valiéndome de mis brazos pude recostarme en el centro del pentagrama.

-Zafiro Majestad Anne! Despierta Majestad

Todas me llamaban creando un gran estruendo, ahora solo quería silencio.

-Pueden cerrar la boca por un momento- grite exasperada, que desconsiderado de su parte hacer tanto escándalo después de lo que acabo de pasar.

-Descuida Rayla, está perfectamente.

-Por qué no lo intentas anciana, y veras como nos divertimos.

Eliza se acercó ayudándome a pararme, mis piernas se sentía de gelatina y no era placentera la situación.

-Vamos su majestad, tiene que descansar.

-No me digas y, yo quería ir a bailar- le conteste con ironía.

Rayla no se fue de mi lado durante la semana que fue lo que necesaria para recuperarme, aún estaba más pálida que lo usual y mi cabello usualmente castaño rojizo, se había vuelto de un rubio platinado, las ancianas piensan fue debido a la gran cantidad de poder que utilice. Solo espero que cambie a mi tono otra vez, no me sienta bien el rubio. Estaba haciendo mis maletas mientras Rayla y Eliza deambulaban a mí alrededor como moscas, diciéndome lo peligroso que era, que estaba firmando mi muerte y otras boberías. Había hecho de la habilidad para bloquear sus voces un arte.

-Si no salen de mi alcoba, les juro que hago un hechizo que les amarre la lengua- ambas me miraron indignadas, seguro pensaban que no lo haría- de verdad

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quieren apostar- solamente puse mis manos en mi cadera y espere a que salieran- Por fin ya me estaba cansando.

Termine con mis maletas, al fin no llevaba muchas cosas. La mayoría las compraría por ejemplo armas, algunos cuchillos, cuerdas, hice una nota mental sobre rentar algún almacén alejado de la ciudad para poder llevar a mis rehenes. Guau tenía mucho de que encargarme de seguro Willow me ayudaría en los interrogatorios, pero no puedo llevarme a nadie. Tal vez si le pedía consejos o leía su mente sería suficiente, la mande llamar y le pedí que me explicara a grandes rasgos que hacer.

-Majestad, segura que no quiere que la acompañe, puedo serle de gran ayuda usted lo sabe.

-Willow sabes muy bien que no, no serviría de nada el esfuerzo de hacerles el hechizo de protección. Quédate aquí y ayuda a Eliza y Rayla a mantener el control.

-Está bien su majestad, sobre los informes que los cazadores en México.

-Se me informaron que habían enviado un escuadrón para registrar el área.

-Bueno pues mientras usted se recuperaba de- deambulo unos segundos en encontrar la palabra correcta- su crisis, después de enterarse de su madre el escuadrón regreso y notificaron que lograron capturar a uno pero murió en el interrogatorio pero no sin antes obtener que había habido mucha actividad en Manhattan y Nueva York. Tal vez sea un buen lugar para comenzar.

Tal vez, pero primero iría al bar donde encontré al primero. Tal vez tenga la misma suerte.

-Gracias Willow lo tendré en cuenta.

Se retiró sin una palabra más de reproche, comenzaba a justarme esa chica. Bien ya tenía todo listo, pero anunciar una despedida solo me acarrarían más problemas si me iba si avisar a nadie sería mejor.

Me despedí una última vez de todo lo que me rodeaba y comencé a abrir el portal, ya en la ciudad bloquearía el portal para que no pudieran entrar. Justo iba a caminar hacia él cuando Rayla y Eliza entraron, ahora o nunca. De repente me encontré al lado de una carretera, con el bolso en mano camine hasta encontrar un pueblito a las afueras de Guadalajara o al menos eso me dijeron las personas. Rente un cuarto en un motel de paso y pase mi primer mes viajando de un lado a

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otro investigando la actividad en México, cuando por fin estuve satisfecha con la creciente disminución de cazadores me traslade a Manhattan.

Deambule por unas horas recorriendo calles y tiendas de ropa, me encontré con algunas buenas librerías, cargada de bolsas me encargue de buscar algún departamento.

Atraje más de una mirada de los hombres en la calle, me alagaba en verdad. Conocía muy bien mis ventajas en cuanto a seducir al sexo opuesto, pero no era por mi burbujeante personalidad sino por mi inusual procedencia, las D´lune atraíamos a los hombres. De manera inconsciente ellos sentían una atracción instantánea hacia nosotras. Durante el trayecto gaste mi tiempo en pensar cómo demonios iba a encontrar a los cazadores de luna en esta ciudad. Ellos eran guerreros en toda la extensión de la palabra, educados en diferentes tipos de lucha y con algunas ventajas más.

Por fin di con un departamento libre, era algo más amplio de lo que pensé casi todo el desván de un edificio abandonado mágicamente hice aparecer un par de cosas indispensables como mesas sillas, una cama etc. Deje a mi cuerpo y mente relajarse durante el resto de la tarde. Dormite hasta que por fin fue tiempo de salir de cacería.

Me puse una blusa azul turquesa estilo larga la combine con un cinto y un par de mallas y botas altas, me maquille utilizando mucho delineador y guarde en mis botas un par de cuchillos cortos y oculte una navaja en el cinto. Era aproximadamente la 1 de la madrugada cuando aparecí en el Black Raven Bar, un par de tipos se quedaron viendo con extremo interés como bajaba nueva y mejorada moto por mejorada me refiero a unos cuantos compartimentos agregados que guardaban armas. Rechace por lo menos una docena de tragos e invitaciones. Me dirigía a la salida con un humor de perros ante el inminente desperdicio de la noche cuando un pequeño idiota se cruza en mi camino.

-¿A dónde va una dulzura como tu sola?- dios era patético en demasiados niveles – no prefieres ser mi acompañante por hoy.

Ok estaba enojada, con un calambre en la pantorrilla, decepcionada ah y mencione enojada.

-Cariño, si mi meta fuera terminar acompañando a alguien como tú- era lindo pero olía a patán a kilómetros- creo que debo consultar a un neurocirujano para revisar mi cerebro ah cierto si no sabes lo que, imagínate a un doctor que gana más dinero que tú, adiós.

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Su cara no tubo precio, y con una sonrisa en mi cara me dirigí a mi moto, cuando siento a alguien jalándome del brazo y volteándome con nada de delicadeza.

-Mira niñita estúpida, al menos yo sé que se sentirías agradecida de que siquiera me haya fijado en ti- dijo enfatizando la última palabra con un apretón a mi trasero- así que decides por las buenas o por las malas.

Se no conseguía a un cazador de luna, por lo menos conseguiría una buena liberación de estrés.

Toma la muñeca que aun cometía el error de estar en mi trasero y la voltee en un ángulo no muy natural, un grito salió de los labios de mi muy estúpido mejor amigo.

-Creo “estúpida” que será por las malas, ah y por cierto tu primera línea fue tan de los 80, ¿Quién demonios dice acompañante hoy en día? Le di una patada en la rodilla provocando que callera, y otras más en las costillas, después tome su muy linda cara y la estampe en el piso. Bien ahora veía que no era tan prometedor como parecía. Pero el tipo no estaba solo un par de los que supongo eran sus amigos comenzaron a acercarse.

-Bien chicos espero más de ustedes que de su caído amigo- que empiece la fiesta.

Cuando termine con los amigos las sirenas de la policía comenzaban a oírse, supongo que alguien del club salió, vio nuestra pequeña pelea y los llamo. Monte en mi moto tan rápido como pude y Salí como murciélago fuera del infierno de ahí.

Al llegar al apartamento casi se me escapa gritar por Rayla, para que me ayudara a curar mis golpes pero me di cuenta de que estaba sola. Me cure lo mejor que pude ya que en mi se daba mejor lo de golpear que curar, me metí en la cama y me quede viendo el techo por horas.

No tenía la menor idea de que hacer, antes de que asesinaran a mi madre se podría decir que siempre tuve un calendario que cumplí, al tomar el trono el consejo era quien organizaba y me decía que hacer. Por primera vez en mi vida era yo quien tendría que descubrir mi siguiente paso.

Me sentía tan sola, ábrase mi almohada tratando de obtener algún consuelo, pero sabía que no lo recibiría. Los cazadores se encargaron de todo eso. Después de unas horas me resigne a que no dormiría nada, fui a la sala a revisar la

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información que Willow, la mañana ya estaba avanzada cuando por fin termine los últimos detalles, al salir solo había un pensamiento en mi mente.

Venganza.

Ver a las personas caminar al otro lado del río, sólo era un recordatorio de algo que yo nunca conseguiría, miré hacia mis manos manchadas de la sangre del cazador de luna, no había sacado mucho de él, solamente el nombre de un club que podría checar otro día. No tenía planeado terminar con éste, simplemente golpearlo un poco y soltarlo, pero hoy estaba mucho más alterada que de costumbre.

Hoy se cumplía 3 años desde que había cerrado todos los portales, años de soledad sin ver a ninguna D’lune, lo único que me había hecho seguir era mi rabia y mi sed de venganza. Yo era la única que podía ponerle un punto final a esta guerra.

Sin darme cuenta estaba recorriendo las calles a toda velocidad en mi moto, al llegar a mi apartamento, me dirigí directamente a la ducha, tirando toda mi ropa a mi paso. Colocándome debajo del chorro de agua sentía como ésta lavaba la sangre y suciedad de mí, por esos únicos minutos me permití relajarme. Pero el agua no solo limpiaba la suciedad, también se llevaban las lágrimas.

Al salir me puse cualquier cosa que encontré, encendí el aire acondicionado y me tumbé en el sillón esperando que mi cabello se secara, mientras pasaba mi mano entre los largos mechones di una mirada al espartano piso que había elegido,

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apenas si había muebles solamente lo más indispensable, había mapas y libros por todos lados.

Me había movido de ciudad en ciudad, acabando con todos los cazadores de luna durante tanto tiempo que aprendí a viajar ligero.

Cogí el mapa de la ciudad donde estaba y, mientras buscaba el club que había dicho el ultimo cazador mi mente voló sin control a un tiempo diferente, viendo en mi cabeza a una Zafiro que hace años no era, un tiempo donde la magia y los secretos que guarda la marca de mi cadera aun me eran desconocidos, pero sobre todo a un tiempo donde aún tenía a mi madre conmigo.

-¿Zafiro? dónde está mi Zafiro se cayó de mi joyero y, no lo encuentro.

-Yo soy Zafiro mami, y no quepo en tu joyero.

La reina kanna abrazó a la niña y comenzó a dar vueltas, la risa de ambas llenaba la recamara y con una vuelta final ambas, cayeron en la gruesa alfombra riéndose a carcajadas.

-Claro que si cabes Zafiro, porque el joyero es mi corazón y como no te encontraba mi amor, mi joyero estaba vacío.

-Eres graciosa mami- la pequeña princesita dijo mientras reía- cuéntame una historia mami.

La reina se levantó, tomo a su hija en brazos se acomodó en el mullido sillón frente a la ventana. Sabía que era demasiado pronto.

Contarle a su hija la historia que cambiaría su vida para siempre, pero tarde o temprano lo sabría. Con ocho años ya entendería, era una niña muy inteligente, y su dominio en la magia era increíble. Pero que más se podría esperar de la heredera de las D`lune, nada más que lo mejor.

Abrí los ojos y sentí una lágrima, la quite con rabia mientras recordaba que mi madre también lloró, cuando terminó de contarme aquella historia. Me levante furiosa del sillón, caminé y me apoyé en la barra de la cocina mientras mi enojo crecía, Aquella historia definió mi destino.

Apreté los bordes de la barra con furia.

-Si solo los espíritus hubieran dejado las cosas como estaban, mi vida sería otra-dije con voz trémula.

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Cansada de gritar sólo repetía en mi cabeza <<No existiría esta guerra, no se hubieran perdido tantas vidas en ambos bandos, pero sobre todo yo tendría una vida en donde no lucharía con uñas y dientes cada día, mi familia me vería crecer>>.

Furiosa fui a mi cuarto tomé unas botas, mi chaqueta y las llaves de mi moto, cerré de un portazo mientras tomaba la escalera al garaje.

No me preocupé por el casco y, en cuanto la puerta estuvo lo suficientemente abierta para pasar arranqué. Sabía muy bien de lo que huía. Atravesé la ciudad en minutos, aceleré hasta el fondo cuando me hallé cerca de la playa, no me di cuenta de la cerca hasta el segundo que choqué contra ella, salí expulsada hacia adelante. <<La caída probablemente me matara, pensé. >> Pero en ese instante mi instinto o mis poderes tomaron el control, cree un campo de energía a mi alrededor y paré en seco mi caída, baje lentamente hasta que sentí la arena bajo mis botas. Dirigí mi mirada hacia el cielo y me maravillé con la vista de la hermosa luna llena; inconscientemente mi mano fue hacia el lado izquierdo de mi cadera, posándose justo sobre mi marca, cerré los ojos, recite una plegaria hacia el espíritu de la luna.

-Muna—rogando para que despertara algún día de su eterno sueño.

Caminé sin rumbo durante unas horas, justo cuando el sol comenzaba a salir lanzando los primeros rayos de luz vi, que la sombra de la luna aún estaba presente en el cielo. Un trance me absorbió, mi cuerpo cayo tal marioneta a la que le cortan los hilos, mi mente ya no era mía, en mi cabeza se arremolinaron recuerdos ajenos, estaba atrapada entre los sentimientos que me inundaron. ¿Dónde estaba? ¿Quién era? ¿Qué pasaba? Mi cuerpo no respondía, mis ojos estaban cerrados pero mi mente estaba sobrepasada de pensamientos.

Pero de la nada todo tuvo sentido, Es Muna, es la luna la que está en mi cabeza, debí de haber caído en un hechizo de posesión. Mi mente no quería ceder, tuve que calmar poco a poco mis poderes, relajándome, permitiendo que el tumulto de recuerdos y sentimientos tomaran sentido; Cuando la conexión por fin termino.

Vi todo lo que la luna, había querido mostrarme.

Vi diferentes escenas en mi mente, Conozco esta historia, era la que mi madre me contó de niña, pero esta vez es la propia Muna quien contaba.

Como se enamoró de un humano. Que provoco la creación de mi mundo y el castigo de la luna.

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Abrí los ojos.

Me levanté de golpe con un sonido ahogado de dolor, respiraba a bocanadas tratando de meter aire en mis pulmones, sentí como si hubiera estado bajo el agua durante horas, mis lágrimas caían sin control.

-Tanto dolor, todo ese dolor.

Abrasé mis piernas y recosté mi cabeza en mis rodillas mientras sentía como los últimos vestigios del hechizo se separaban de mi cuerpo, como todo el dolor parecía desgarrarme de adentro hacia afuera, lloré, lloré por todo lo que había pasado, a mí, a Muna y Denta, a todo mi clan.

Cada sollozo parecía apaciguar un poco el torbellino que había dentro de mí.

Mientras me levanta sentía mis miembros agarrotados por permanecer en una posición durante tanto tiempo. Caminé casi tambaleándome hacia mi moto, al estar montada en ella di una última mirada al cielo, vi como la luna llena continuaba en él. Un destello capto mi atención vi algo caer, extendí mi mano, un pequeño objeto aterrizó en ella, lo examine, observé forma de lágrima que tenía, lo tomé entre mis dedos y lo acerque a mi cara. Entonces lo reconocí.

-Una lágrima cristal de luna.

Eran extremadamente raras. Se consideraban tesoros perdidos entre mi clan, se dice que cada vez que una D’lune encontraba una, significaba una bendición, como un amuleto de buena suerte, como si la misma Luna bajara y las diera, sonreí hacia arriba mientras daba una plegaria en agradecimiento.

Ya en mi apartamento extrañamente me sentía revitalizada, incluso después de todo el drama de lágrimas y sollozos. Mientras me arreglaba pensaba en cómo llevar la lágrima cristal de luna. Tenerla conmigo; Miré mi aspecto en el espejo un colgante Con mis poderes cree una pequeña armadura para el cristal retorciéndolo alrededor de él, como enredaderas guardianas, me lo puse y vi lo bien que se veía, di una última inspección esto atraería mucho a los cazadores Pero no podían verlo, si estuviera a la vista estaba más que muerta. Hice un poco más larga la cadena, para que se ocultara debajo de mi blusa, De esta manera, se sentirían irremediablemente atraídos hacia mí, y no abra ninguna posibilidad de que me atrapen, es la trampa perfecta.

Bajé y monté en la moto dirigiéndome al club, INFERNO.

Mientras serpenteaba por las calles recordé mi primera batalla con los cazadores, había sido una tremenda paliza la que había dado y, la que me había llevado yo.

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Eran dos y por lo que recuerdo no eran novatos, logré terminar con uno pero el otro seguía dándome batalla y golpeaba como una mole, de un modo impulsivo muy propio de mí recuerdo haber lanzado la última daga que tenía y fallar por poco en su corazón, este se arrancó con la misma, la daga, logró apuñalarme en el hombro. Tenía una bonita cicatriz como recordatorio. Algún día lo encontrare al final de mi daga prometí para mis adentros.

Estacioné la moto e inspeccioné la clientela a las afueras del club. Era un gran edificio, el último de la calle, pensé sería difícil atraerlos afuera pero entonces note un pequeño callejón a un lado, perfecto.

Fui directo a la puerta y con una sonrisa al guardia logré que quitara la cinta dejándome entrar, dejando atrás a una multitud abucheando por la injusticia. Hice un hechizo localizador esperando sentir la inusual energía que despedían los cuerpos de los cazadores, pero no tuve mucho resultado. Deambule durante unas horas, resignada a irme. Pero, de repente, de la nada, aparecen dos cazadores muy ebrios, que no se fueron por las ramas en un santiamén estaban jalándome al callejón.

Detrás del club con ellos, trastabillé un par de veces para seguir en mi papel de chica ebria, di una teatral caída, logré sacar mi daga de mi bota izquierda cuando uno de ellos jaló de mi cabello hacia atrás e intentó darme una cachetada. A partir de ahí todo fue muy rápido, un despliegue de puños y patadas, logré acabar con uno rápido pero otro era más resistente, logró derribarme, cuando sentí sus manos apretar mi garganta estaba lista para terminarlo con mis poderes cuando de la nada fue levantado de mí y arrojado al otro lado del callejón por un tercer sujeto, el cazador fue tras él. Mientras peleaban me pareció conocido el misterioso hombre, algo en su manera de pelear me era familiar como si lo hubiera visto antes. Cuando dio un puñetazo en la mandíbula al cazador, casi pude oír el clic en mi cabeza al reconocerlo.

Es él, el cazador que me apuñaló en el hombro. El cazador que había escapado.

Mientras que mi cabeza parecía estar en shock mi cuerpo se movió mecánicamente, me estaba alejando del callejón cuando sentí una mano en el brazo.

-Oye cariño acabo de quitarte de encima a tu amigo, un simple gracias no estaría de más.

Volteé y lo examiné de pies a cabeza, 1.80, musculoso, vestido de negro con cabello oscuro largo y algo rizado, finas facciones y unos ojos cuyo color no pude

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identificar, con una mirada que parecían taladrar dentro de mi cabeza, sin duda fino espécimen del sexo masculino.

-Oye “cariño”-dije sarcásticamente-me las estaba arreglando bastante bien sin tu ayuda, estoy sucia, enojada, y con una rasgadura en mi media, ahora no es un buen momento así que quita tu mano de mi brazo y deja a una chica irse en paz.

-Pero que mier...-logré zafarme de su brazo y dar dos pasos cuando volvió a jalarme de nuevo-No tienes modales niña, como yo la vi estabas a un segundo de ser asfixiada, soy el dueño del bar no me gusta tener que lidiar con mocosas como tú que piensan que pueden con tipos rudos.

Me miró fijamente y yo me perdí en esos ojos, sólo me quedaba una salida, solté un suspiro y puse mi mejor cara de inocencia.

-De acuerdo lo admito, lo siento mi disculpa estaría mejor si supiera el nombre del valiente caballero que me salvo.

Puse en mi cara una sonrisa.

Me dio una mirada llena de ironía ante mi tono.

-Dante, y ¿tú eres?...

Ahora o nunca, no podía arriesgarme otro segundo a que él también me reconociera, aunque hayan pasado años y mi apariencia haya cambiado, si yo pude recordarlo él también podría zafé mi brazo ajusté mi postura y levanté con toda mi fuerza mi rodilla conectando en el punto exacto, mientras un jadeo salió de los labios de Dante y sus manos iban a su entrepierna, logré llegar a mi moto. La encendí y fui hasta donde un muy adolorido Dante había logrado ponerse de rodillas.

-Una mocosa que sabe cuidarse, malditamente bien amigo, si no me crees mírate en un espejo.

Aceleré antes de que mi nuevo amigo lograra levantarse y poner sus manos en mí otra vez, mientras el viento chocaba de lleno en mi cara mi mente se negaba a aclararse. Fue demasiado, la sorpresa de encontrarlo justo a él en ese lugar.

No me pude explicar cómo él no me reconoció. Toque el cristal sobre mi blusa, sin duda fue mi amuleto de la buena suerte. Había tres cazadores en ese club, y algo me dice que no eran los únicos entonces ¿Por qué mi hechizo no los detecto? Y no eran eslabones insignificantes, ellos podían pelear y muy bien. Miles de escenarios diferentes surgieron en mi cabeza, pero el frio viento que azotaba

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contra mi cara por la velocidad, fue la cura perfecta para despejarla; Dirigiendo mi concentración hacia un camino más lúgubre.

Mi vida se convirtió en un verdadero infierno desde esa primera pelea, mis poderes se habían descontrolado, el asesinato de mi madre, cerrar todos los portales con mi mundo, no ver a ninguna D`lune, arriesgar mi vida cada noche y ahora reapareció Dante.

Y tras una mirada suya, estaba completamente segura que me arrastraría una vez más al infierno, pero esta vez el camino seria aún más difícil.