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La paz de una mujer en los días de abril

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Poemas y relatos. Octubre 2012.- Alejandro Bisignano Burgos

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La Paz De Una Mujer En Los Días De Abril

Alejandro Bisignano Burgos

Page 3: La paz de una mujer en los días de abril

PRÓLOGO

Indeterminable es el detalle del creador de la Regla de Tres.

Hay quienes indican que su inventor fue el griego Euclides, transgresor por su

publicación "Elementos", donde determinó reglas matemáticas, que hasta el

día de hoy se siguen usando. Hay otros quienes aseguran que años atrás, allá,

por el 1030, Al Biruni, científico de la India, fue el primero en llevar a cabo

dicha ecuación, además de realizar el sistema inverso y compuesto.

Hoy, muchísimos años después, y sin tener la obligación de determinar quién

fue en realidad el autor, estoy en condiciones de ejercitarla a mi modo.

De más está decir, quizás, que la regla simple se aplica cuando contamos

con 3 datos certeros y una incógnita.

Ergo, los datos serían sencillos:

El fin del invento fue, es y será, encontrar al cuarto dato denominado "X".

Teniendo el conocimiento, puedo asegurar que:

"Quien le escribe", multiplicado por "Él", dividido "Vos", nos daría “X”.

Siendo "X", la nombrada "incógnita" o dato a encontrar.

Si todo esto lo ubicamos en cierto espacio y cierto tiempo,

la ecuación se resuelve muy velozmente.

"Quien le escribe" x "Él"

__________________________ = X

"Vos"

X = La Paz De Una Mujer En Los Días De Abril

a) Vos

b) Él

c) Quien le escribe

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La sonrisa es política.

Es de carácter democrática.

Va en contra de las leyes que prohíben dignificar a la tristeza.

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MUJER DE ABRIL

Si soñas con un castillo, un diploma o un anillo,

que te juzgue de princesa sobre el suelo que pisas.

Si buscas la maravilla, la cordura o la templanza,

la esperanza que te guie en el camino en el que vas.

Si soñas con un futuro, diagramado, tan seguro,

que te incite a despertarte conociendo tu pensar.

Si buscas un crucifijo, o un gran santo de bolsillo,

que te salve de la peste del invierno y del penar.

No confundas tu camino, y no te cruces con el mío,

tengo solo una sonrisa y no la pienso regalar.

Si soñas con una vida acostumbrada a la rutina,

que no corra riesgo alguno el barco en que navegas.

Si buscas puerto seguro donde proteger tu calma,

donde el rio no te avance obligándote a zarpar.

Si soñas con un retiro espiritual de tus delirios,

en caminos que conozcas, donde vienen, donde van.

Si buscas, a lo mejor, no ser vos por un instante,

no te acerques porque puedo acompañar tu soledad.

No confundas tu camino, y no te cruces con el mío,

tengo solo una sonrisa y no la pienso tropezar.

Mujer de Abril, de ayer, cobarde,

¿jugas tus cartas o tiro yo?

Mujer de hoy, de antes de anoche,

colgas reproches en la menor.

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7 DIFERENCIAS

Aprendí a escribir a mano alzada,

con los dientes, la mirada y la voz.

Nunca supe, a su vez, corregirme,

mil palabras, mil tatuajes para vos.

Le escape al pasatiempo de tu risa,

y clave en el cielo razo tu mirar.

Desperte, al mediodia, sin frazadas,

cien ovejas complicaron mi soñar.

Intente encontrar las 7 diferencias

y entendí que los pecados capitales fueron diez:

El silencio,

la avaricia,

la intuición,

la ternura,

la simpleza,

tu perfume,

el olvido,

tu pareja,

tu cintura,

mi canción.

Y no supe naufragar en tu pecera,

y tampoco tomar clases para aprender a nadar.

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DESEO BOX

Lo que frente a otros ojos puede resultar insensato, innecesario e irrelevante,

suele producirme una incuestionable y ferozmente sensación

que desafía a mis instintos de ser humano.

No creo en el destino prefijado, no rezo, no exijo,

no deposito mi esperanza en las maniobras de la suerte.

Aunque reconozco que suelo invertir el primer cigarrillo del atado

en el mismo instante en el que libero un sueño

y lo convierto en un motivo de sonrisa.

Mis sueños me hacen ser yo mismo.

Ser una sola fragancia, un solo disfraz natural.

Mi risa me hace bien, tan bien.

Tu risa me hace bien, también.

ELECCIÓN

La mejor y más sencilla forma de autoproclamarse

dueño de nuestra sonrisa, es reír, soñar, llorar y morir.

Y así renacer, inmersos en nuestra propia integridad.

Sumergidos en las olas de los ríos de las venas.

Y entendamos que no existe excusa de arrepentimiento.

Conocer a los caminos sin temor a los barrancos, es vivir.

Por lo cual, hoy elijo tropezar, levantarme y continuar.

Desnudar a las capas de mi piel y desintegrarme cerca de tu cuello.

Sin ningún lugar a dudas, sin certezas ni promesas.

Elijo caminar y caminarte.

Recorrer tu cintura y bailar en tus parpados.

Descifrar al pentagrama de tu historia y escribirte amaneceres.

Afinados en la clave de tu espalda, entonados con la fuerza de mi ser.

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THE BEATLES – DISCO “1967-1970” – N° 10

Tan allá se fue mi vista,

que entre tantas arboledas y cemento,

confundí a los despegues de palomas

con estrellas que fugaces,

se lanzaban contra el sol.

Perplejo, inmóvil,

rozando la ceguera momentánea,

aproveché la quebradez de mis pestañas

para darle rumbo incierto a las lágrimas provocadas,

casi instantáneamente, por el décimo tema de un disco regalado.

De igual manera, me sentí hábil y capaz de socorrerme y avisarme,

justo a tiempo, sin perderme pisada, y al oído:

"Sí, la extrañas"

CONVIVIENDO CON VIVENCIAS

Te propongo disparates, sexo tántrico y mate amargo.

2 ½ kg de sonrisas y dulce de Mora.

Pétalos de flores de un jardín asaltado en las calles de mi barrio

y dos canciones que hablen de tus lunares y de mis dientes.

Algo más de sexo, masajes, almohadas,

bailes sin ritmo al despertarnos y un disco de música Cubana.

El resto se dibuja con rouge, o con crema,

en tu espalda, o en tu vientre.

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BAHÍA

Tu calzado miniatura es el reflejo de la ausencia

de tus pies sobre la arena del Brasil.

Tenues huellas que caminan el sendero del verano

y el deseo del envejecer allí.

Los caprichos del destino te giraron en el mapa

y ubicaron tu cintura más al sur.

Pero ayer el tan consciente inconsciente desvarío

te llevó hacia la otra orilla con tu caballero azul.

Meridiano 37 cruza bajo tus talones

y limita con fronteras que se prestan a escuchar.

Disparates de este loco que te escribe en el camino

en el tren que me desvía hacia otra realidad.

Es que siempre me contaron: "las sirenas son mentiras",

y hoy desmiento a ése demente que no sabe comprender.

Que anteayer fueron testigo, mis pestañas de tu ombligo,

y soñe con navegarte en mis barquitos de papel.

Espejismo de un oasis,

que soñas allá en Bahia,

traspasando los oleajes,

y gaviotas de éste mar.

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EL SONIDO DE TU SONRISA

Puedo ser consciente,

tenaz,

coherente.

Puedo preferir la historia más compleja y el diván.

Puedo ser veráz,

mortal,

demente.

Puedo presenciar delirios, masoquismo de mi andar.

Pero puedo,

a la par y desde lejos,

ser doctor que automedique

mi sincera destrucción.

Ser el juez que me condene,

y la libreta de un altar,

que de blanco, esperanzado, te prometa regalarte,

desde el sueño al pentagrama,

la sonrisa y el deseo,

la pasión y el desenfreno,

la costumbre sin rutina para desacostumbrar.

Y puedo ahogarme bajo tres gotas de lluvia

y subsistir a 120 noches del invierno,

tan desnudo, tan seguro, convencido,

que en el naufragio soy quien dicta mi forma de nadar,

y quien, si asi me surge,

se amarra al sonido hermoso de tu sonrisa,

o incendia al salvavidas, gritando:

"soy quien dicta, nuevamente, mi sentencia,

soy quien quiere, y quien prefiere, tu Malbec..."

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SE TRATA DE SABER

Si supiera, usted, Viviana,

lo que esconde su otro ser,

que se encuentra sorprendida como Luna en su guarida,

cuando el Sol se desvanece cual eclipse en altamar.

Si supiera, usted, señora,

lo que guarda en la memoria,

lo que admite de su historia cuando aprende a sonreir,

por creerse del país de las 7 maravillas.

Si supieras, vos, princesa,

lo que veo al pestañar,

lo que escucho cuando hablas por detras de tu mirada,

que despoja de su alba hasta el mínimo disfraz.

Si supiera, yo, callar,

cuando uno a mis palabras,

cuando brota en mis entrañas estas ganas de afirmar,

que de amor me he enamorado como niño en carnaval.

Si supieramos, nosotros,

ser ajenos al desastre,

extranjeros al deseo de los poros de la piel,

que se esconden con el tiempo, en lo que es y en lo que fue.

Si supieran, los terceros,

entender esta postura,

que no talla por cordura nuestros nombres en el roble,

y que es noble aterrizarte mi dormir en tu cintura.

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RANURAS

Disfrazame de recuerdo, de mentira, de silencio,

ubicame a la derecha del cajón que nunca abrís.

Apagame las canciones, destapame las palabras,

secuestrame las mañanas cuando no pueda dormir.

Corregime los acentos, estropeame poesías,

tropezame con las piedras y dejame en altamar.

No me escuches al cantarte y no respondas mis preguntas,

seducime a la distancia y no te pruebes mi lugar.

Y cerrame las persianas cuando el sol ya esté saliendo,

puede ser que entre ranuras se me escape una ilusión.

Contagiame tus temores, arrancame los misterios,

convenceme a ser soldado en la guerra de tu paz.

Desmentime las historias, archivame los recuerdos,

desconfiame cuando afirme que te espero un poco más.

Acercate cuando quieras y extraviate en la mañana,

pero nunca me dibujes una espina en la dorsal.

Susurrame tu secreto impacientando mi paciencia,

pero nunca te lo olvides: recordame al olvidar.

Y cerrame la mirada cuando el sol ya esté saliendo,

puede ser que entre pestañas se me piante una ilusión.

Siempre corriendo,

siempre llegando,

aunque no sea la hora,

sin saber a donde ir.

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EXILIO

Seré el cuentista en tus historias, el lector de tus demencias.

Seré la estrofa que en mis sueños desafine al consonante principal.

Serás la rima predilecta, el motor de mis renglones.

Seremos páginas del cuento que esta pronto a reestrenar.

Y serán eternas las miradas

que supimos descifrarle

al destino y a tu historia.

Condenados al exilio de tu cama universal,

al retorno de la piel que pudimos conseguir.

Sin laureles ni promesas, sin disfraces ni leones.

Somos circo de ciudades que jamás quieren dormir.

HIPÓTESIS DEL PROYECTO

Será que apareciste por capricho en mi camino,

o el destino puso a prueba mi carácter de escritor.

Será que tu cintura se fugó del paraíso,

o tu siesta mal dormida desveló a este cantor.

Será que despilfarro por inercia mi autoestima,

o asimilo a mi deseo como sueño por cumplir.

Será que mi retina quiere ver tus pantorrillas,

deambulando sin vestido en el jardín de mi existir.

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CUESTIÓN DE VELOCIDADES

Te miro, me pierdo, me siento a kilómetros.

En paz, aturdido en el silencio.

Me descubro y me re-invento, entero frente a tus brazos,

complice y culpable del griterio de tu voz.

Existe un cuento que me atrapa. No tiene nombre ni perfume.

No tiene edad ni fantasías.

Me sobra tiempo en el bolsillo de mi saco. Letras en las hojas y risas en el este.

Me falta verte cruzar la calle de mi infancia.

Reírme despacio, y hablar deprisa.

CUESTIÓN DE FANTASÍAS

Desearía distancia que no sea distante, maltrato, locura, suspicacias creíbles, histeria, silencio, recuerdo y olvido.

Desearía escaparme sin saber el camino.

Desearía comillas, abrazar tácitamente, escribir gritos en braille, falsear conjeturas,

tallar mis renglones, sin comas, puntos, ni tildes.

Desearía dormirme, yo en mi cama, vos en Wilde.

Desearía borrar de mi libro tu cuento, corregir los poemas, rematar las vocales,

arrugar, incendiar los sonetos, profanar a tu cuarto.

Desearía tachar de tu mente mi nombre, de tu sueño mi almohada, de mi siesta tu sombra,

de este reino tu silla, princesa.

Desearía no ser tan irónico. Sobre todo cuando escribo, irónicamente hablando.

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DEL VERBO TENER

Reconozco que tuve ganas de esconderte entre renglones,

de encerrarte entre palabras,

de cuidarte desde lejos.

Reconozco, tuve ganas de abrazarte con las rimas,

de besarte a la distancia,

de reír junto a tus dientes.

Reconozco, tuve exceso de ilusiones,

lágrimas desvergonzadas,

cartas desesperadas que nunca te pude dar.

Reconozco,

que tengo una memoria que se acuerda,

de las fechas y las noches,

de cada lunar sobre tu espalda.

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ON - OFF

No existe un compromiso,

un sitio, ni un barranco.

No queda ya en el banco

lugar para los tres.

No cabe suspirar,

tampoco obedecer.

No hay luces de escenario

ni tazas de café.

No sobra té con miel,

no falta paz ni sal.

Si nuestra última cena jamás tuvo postal.

Descuélgate del poste de tu luz,

conecta tu sonrisa a mi canción,

verás que hay más calor,

que no es ciencia ficción,

descuélgate del poste de tu luz.

No alcanza el escapar,

correr hacia otro tren.

No sirve el estancar

tu foto en mi pared.

Ni trepo el pedestal,

ni un podio ni un altar.

No compro ya pasaje

destino antes de ayer.

No entiendo porque soy

lector del diario de hoy.

Permuto mi alquiler si queda piel.

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Siempre fui un pervertido, un colgado, un perdido,

pero tuve la chance de invitarte a dormir, corazón.

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PARTIDA DE POKER

Contradictoria situación de regar los corazones,

de reinar con pensamientos que te roben soledad,

y entender que las metáforas que escribo por la noche

son la fianza de este preso que te da su libertad.

Abrigada tu sonrisa con tapados del pasado

que confunden a la chance de invitarte a dormitar,

en sillones o almohadones, niña de mis diez renglones,

apostando que ni el frio podrá hacerte lagrimear.

Tan hermosa la limosna de esperar que tu futuro

sobreentienda mi postura de ofrecerte un corazón,

en lugar de muñequitos de juguete que combatan

contra todo lo que viento se llevó y no te dejó.

Despeinada mi esperanza que se abraza a tu cintura

y reescribe los poemas que quizás sean canción,

dibujando entre tus dedos los secretos de mi alma

conformándome con verte sonreir en mi pulmón.

Tan ingenua mi columna de esperar que tus pestañas,

reconozcan mi boceto de sincero cantautor,

al mirarte entre el silencio que desprende tu mirada

cuando tu metro sesenta desparrama una ilusión.

Impuntual este destino que atrasó al reloj de arena

y ubicó a mis costillas en la franja de tu piel,

meridianos que dividen la tangente de tu ombligo,

paralelos que seducen a la historia de mi ser.

Contradictoria, abrigada, tan hermosa,

despeinada, tan ingenua e impuntual.

Con o sin cartas, con o sin fichas: All In.

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CANCIÓN FUERA DE TIEMPO

¿Estás ahí? escuchame.

Tan solo quiero hablar de este pasar,

caminar, preguntar quizás que es de tu vida.

Sin estrategias ni armaduras, sin excluir alguna herida.

Quiero estar, respirar,

el aire que desprende tu mirar,

abrazar, la sombra de tu risa en la mañana.

Sin derribar todo el pasado,

quién no comprende, nunca estuvo enamorado.

Hoy te construyo una ilusión,

la he disfrazado de canción,

para que escuches lo que esta pensando mi alma.

Yo sigo aqui, ¿me escucharas?

tal vez te suene extraña esta canción,

corazón, escribo así porque así pienso.

Sin despojarme de ilusiones,

mis tentaciones son canciones de tu piel.

Quiero soñar, sin pensar,

dejar que la corriente indique el sur,

el lugar, el sitio donde hallar tu risa.

Y protegerla de la brisa,

verte dormir será en mi sueño una caricia.

Hoy te regalo una canción,

la he convertido en ilusión,

para que escuches lo que esta cantando mi alma:

"Te pido todo menos distancia, haceme todo menos esclavo,

dame todo menos la chance de ser militante de mi soledad."

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DESDE - HASTA

Si pudiera controlar a mis palabras

callaría mucho más de lo que pienso.

Lo que siento iria en prosa, y lo que sobra en tu faltar.

Aunque hay veces que inconsciente

me declaro como adicto,

a tus pasos y tu nombre,

a tu forma de mirar.

Si pudiera sospechar de tu silencio

hablaria cara a cara con tu piel.

Sentiria el sonido de tus dientes,

miraria la ternura de tu voz.

Aunque hay noches que consciente

me declaro un inconsciente,

por hablar con las estrellas,

de tu voz y tu callar.

Y en el momento en el que entiendo en que no puedo,

puedo asegurar que puedo,

disfrazarme de tu almohada y escucharte respirar.

Desde el primer suspiro hasta tu último sueño.

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DESVARIO

Me bendigo de paciente,

de razón, de coherente.

Me reubico en el mapa,

en la plaza de mi Abril.

Me descubro un impaciente,

un tenaz, un demente.

Me corrijo las canciones

acostándome en tu atril.

Y me robo la limosna del cortado,

y te brindo la sortija de mi torpe caminar.

¿Cuento?

Más que cuento es desvario,

un amor que redescubro en la cornisa de un refrán.

Te dedico mil renglones,

recompleto el crucigrama.

Catalogo a nuestra espera

de minutos sin reloj.

Regocijo a tu sonrisa,

y sonrojo a tu mirada.

Dicto juicio al desencuentro

de tu voz con mi canción.

Y te doy de mi esqueleto mis tobillos,

y te espero en paredones que conjugan abrazar.

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GUARDIAN

Aceptarse y permitirse, valorar el respirar,

te transforma en un ser indescriptible.

Las encías se te secan si escapas del carnaval,

negra, vamos a cantar, hasta que no haya más palabras.

Y pidamos el permiso para salir a volar,

hoy te invito a caminar sobre la lluvia.

Soy un terco que le canta a una princesa con guardián,

pero entiendo que es mejor morir en lucha.

Ya no le rezes a un Dios de cartón,

hoy te regalo mis pecados capitales.

No hagas que crea que sos una del montón,

si en tus ojos yo descubro manantiales.

No te escapes del quilombo de existir en la ciudad,

hay personas que no tienen ni siquiera una sonrisa.

Los problemas se recorren, si abandonas volverán,

a golpear la puerta de tu alcantarilla.

Y saltemos de este mundo,

dibujemos ilusión,

disfracemos al instante

como si fuese algo eterno.

Las mañanas son inmensas

cuando duermo en tu canción,

negra, vamos a encontrarnos,

para que no exista el tiempo.

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BASTARDOS

Cuando creo ser consciente de tu estado,

cuando sumo el porcentaje de mi estar,

me descubro un indefenso en plena guerra,

catalogo a tu trinchera de costumbre al malestar.

Cuando escucho la intención de mis renglones,

cuando pinto en mi repisa tu mirar,

me reflejo en ventanales del pasado,

en retratos de sonrisas que no sé desdibujar.

Cuando aprendo sobre el tiempo y sus permisos,

cuando actúo en esta historia de mi infiel complicidad,

me cobijo en el mural sin terminar de tus lamentos,

en la eterna discrepancia de abrazar lo que no está.

Cuando duermo acurrucado entre almohadones y guitarras,

trasnochado y enviciado por canciones sin final,

me asemejo al comandante que engalana la derrota,

al que sirve en esta mesa dos cubiertos por demás.

Cuando soy un abonado a tus problemas de pareja,

cuando viajo sin retorno al precipicio de mi hablar,

me prohibo censurar a las voces que inconscientes

se despiden de mis labios con destino a tu mirar.

Cuando pido extraditar al demente de mis sueños,

cuando acepto la renuncia del juzgado de mi andar,

me libero por completo de bastardos maquillajes

y recorro el pentagrama escribiendote una más.

Y aprender al tropezar quince veces con tu Marzo,

da la pauta que el estudio es la razón de mi diván.

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INDECLINABLE

Si el deseo fuera fiel a su coraje,

si el coraje fuera hostil al que dirán.

Si el "dirán", dijera menos que el silencio,

si el silencio fuera un poco más vulgar.

Si el lugar no fuera tan inadecuado,

si adecuadamente escoja esperarte un poco más.

Si ese "más", sería un tiempo más exacto,

si lo exacto coincidiera con lo abstracto y lo irreal.

Si en verdad mi acierto es más que una mentira,

si es mentira que no sepa silenciar a mi verdad.

Si es verdad, como te dije, que no explico mis palabras,

si me explayo en los renglones, somatizo realidad.

Si mi actuar ya no respeta al personaje,

si el libreto de la historia no remarca su final.

Si al final, este papel tan secundario,

quiere estar con la princesa del actor ex-principal.

Si tu boca fuera más que simples labios,

si tus labios no supieran conquistar a este cantor.

Si esta voz no se arrepiente, de cantarte mis poemas,

si mis letras regocijan tu sonrisa, corazón.

Si la suerte no dispersa del camino a mi proyecto,

si el proyecto no es promesa de mi fiel sinceridad.

Si dijera que tal vez tengo ganas de abrazarte,

si el abrazo fuera más, que trinchera en tempestad.

Si mis dientes no supieran del sabor de tu saliva,

si la piel contribuyera a superar tu realidad.

Si mi fe, al ser ateo, se acrecienta con tus ojos,

si tus ojos me permiten reflejar mi pestañar.

Es amor. Inevitable amor.

Page 25: La paz de una mujer en los días de abril

ELLA ESBOZÓ UN: ¿POR QUÉ?

Por tu mirada,

tu sombra,

tu sonrisa,

tus palabras, tus silencios.

Por tu rostro en la mañana,

tus enojos,

tus idas y vueltas,

tu calor,

tus sueños,

tu realidad, tu impaciencia.

Por tus virtudes,

tus cuidados,

tus problemas,

tus defectos,

tus lágrimas,

tus verdades,

tu coraje, tu cobardía.

Por lo que esconde tu ropa,

por lo que muestran tus ojos,

tus parpadeos,

tus caricias,

tu mundo,

tu racionalidad, tu inteligencia.

Por tu maldad,

tu frialdad,

tu imprudencia,

tus motivos,

tus huellas,

tus arranques,

tus ausencias, tus caprichos.

Por tus histerias,

tus deseos,

tus uñas,

tus tobillos,

tu espina dorsal,

tu llanto,

desconsolado y febril,

tu risa,

ingenua y adolescente.

Por tu sexo,

tu encanto,

tu oído,

tus bostezos,

tu baile,

tus abrazos,

tus cosquillas,

tu forma de escaparte, tu retorno.

Por tus miedos,

tus proyectos,

tu saliva,

tu estar, estando,

tu luz,

tu buen humor,

tu signo,

tu madurez,

tu inmadurez,

tu ser.

No creo que llegue a preocuparte,

pero de vos me enamora

mucho más que solo vos,

Mujer.

Page 26: La paz de una mujer en los días de abril

CUESTIÓN DE ENCONTRARME

Si me encuentro en una esquina

soy capaz de disculparme,

de abrazarme y soportarme

cuando me nazca gritar.

Soy, quizás, incapaz de arrepentirme,

de culparme por el riesgo

de apostar a mi soñar.

Si me encuentro en otra esquina

soy capaz de tropezarme,

de sacarme la piedrita del talón de mi penar.

Soy, tal vez, incapaz de socorrerme,

de lanzarme a la deriva

para descubrir el mar.

Si me encuentro, es factible,

que me cuide,

o deduzca conveniente

protegerme un poco más.

No brindar un libre deuda,

ni entregar hasta mi sombra.

Si me encuentro,

seguramente,

te escriba.

Page 27: La paz de una mujer en los días de abril

SENTENCIA

Soy consciente de la historia que arremete mis segundos.

De las páginas del libro que me encanta releer.

Soy testigo de la banda que hoy actua en mi escenario,

de la música que suena bien de fondo, y bien acá.

Y coherente a mi locura voy sincero a mi sonrisa,

tropezando con las piedras que me gustan divisar.

Voy guiñandole el derecho al derecho de quererme,

voy pensando en abrazarme y encontrarme frente al mar.

Caprichoso de la suerte,

ya no creo en la resaca,

como vieja curandera del amor de antes de ayer.

Más bien soy los mandamientos de mi nuevo testamento:

Soy quien dicta mi sentencia y quien prefiere tu Malbec.

Soy consciente de la lluvia,

de los versos, de tu vida,

de los gestos que inconscientes alborotan mi reír.

Soy bohemio despeinado que a los tumbos busca sueños:

si los hayo: los protejo.

Si los pierdo, que perderlos sea siempre nunca antes de encontrarlos.

Y soy, entre todos los renglones,

un boceto de una historia que me falta descifrar.

Un payaso sin pintura,

un acorde sostenido.

Un buen cuento en la repisa,

un gran sueño en el placard.

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Los nombres del futuro no deciden tu destino,

no entregues tu apellido por migajas de ilusión.

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9 DE MAYO

Estoy pensando en dinamitar al hemisferio derecho de mi cerebro,

en clausurar la iniciativa de tu obra en construcción.

Estoy creyendo en Dios cuando todo es un Infierno,

en despojar a mi Maria de su santa devoción.

Estoy saldando deudas del veraz de mi memoria,

siendo un prestamista de sonrisas por mayor.

Estoy tirando cheques en blanco sobre tu escote,

dejando la escritura de mi sueño en tu talón.

Estoy llegando tarde al divorcio de tus piernas,

a la luna trasnochada que jamás probó la miel.

Estoy sintetizando 10 renglones de canciones,

en bocetos de sirenas que encontré sobre tu piel.

6 DE FEBRERO

Completarte así, mujer, como tal. Descubrir hasta el aliento de tu voz,

y desbarrancar desde tu frente a tus tobillos.

Valorarte así, mujer, como tal. Hacer pie en profundidades de tu piel,

y conquistar a los lunares que pretenden invadir a tu antebrazo.

Y saltear los precipicios que la suerte y el destino, predisponen a estancar a mi paciencia.

Y morder los maxilares que tu boca rediseña, al notar que mi deseo se apodera de tu flor.

Jardín de invierno, suelta los contratos afirmados con promesas, y poda la tristeza que amanece en tu balcón.

Reina del pecado bonaerense, que asimila a mi pasaje como viaje,

al temor que un despeinado te enamore, y que teja en tu pullover, mi anteúltima canción.

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CONSEJO DE MI PIE IZQUIERDO

Me encontre anoche, entre la multitud, desconcertado, desorientado,

surcando pasos y abriendo los ojos

ante las luces que irritaban mi autoestima.

Y me pedi disculpas, me abracé y me defendí de mi mismo.

Me corrompí, cometí los siete pecados capitales, uno encima del otro,

y los acomode sobre la repisa de tu egocentrismo.

Caí, me esguincé la sonrisa, me contracture las chances de pensar en ser,

al menos por un instante efímero,

el cantautor de tu sobre exponenciada forma de esquivar mis acordes.

Y me seduje, me propuse matrimonio, ignorando que existen momentos en

que mi otro yo piensa por su cuenta, sin razonar,

sin poner en claro los tantos de este juego.

Ergo, fui cagón, me dije que no, me planté en el altar,

rechacé ser mi propio marido, mi compañero, mi otra mitad.

Elegí ser mi amante, mi contrincante en este tablero absurdo

de buscar lo que siempre falta, de esperar lo que nunca sobra;

preferí ser mi número rojo, me quité de la agenda,

me taché del calendario, me dejé estar.

Mientras que ella, mi sombra, no supo con quien quedarse.

Se le traspapelaron los ideales, se le derritieron los estereotipos

del que venía siguiendo, junto a los pies, cerca de mi espina dorsal,

haya luz o sombra, luna o madrugada.

"Fijate por donde caminas", me recomendó mi talón izquierdo

después de enterarse que fue él,

el primero en tocar el suelo luego de bajar de mi guarida.

Semi dormido. Semi desnudo. Semi consciente.

Page 32: La paz de una mujer en los días de abril

SINDROME DE BIPOLARIDAD

A lo que algunos llaman "compromiso", otros prefieren decirle "rutina". A lo que otros llaman "locura", algunos aseguran que se dice "deseo".

A lo que muchos jactan de "promesa", otros tantos escogen decirle "mentira". A lo que pocos llaman "amor", muchos más eligen decir "yo también".

A lo que antes se le decía "verdad", hoy se la conoce como "conveniencia". Donde nunca se dijo "te espero", siempre se escuchó "perdóname”.

A lo que se leía como "casamiento", hoy por hoy se firma en hojas "separadas".

A lo que algunos le dicen "paciencia", otros refutan diciendo que es "seguridad".

A lo que tantos le dicen "sonrisa", muchos menos la llaman "desnudez".

A lo que comúnmente se le dice "coraje", muy de vez en cuando se la entiende como "fantasía".

Y mientras que algunos catalogan ciertos hechos de "cobardía", otra gente piensa que sinceramente, sería mejor no "decir nada".

A lo que algunos le dicen "sueños", otros "sueñan" con otra "realidad".

A lo que la historia llama "conquista", otros le dicen "masacre". A lo reconocido como "abrazo", otros lo entienden como "paz". A lo que unos llaman "desencuentro", varios le dicen "destino".

A la "mala fortuna" le sobra "buena suerte",

y a la "buena fe", le faltan creyentes. A lo que denominan "felicidad",

hay quienes la comprenden como "costumbre". A lo que se le dice "maltrato",

algunos la aceptan pensando "que es lo que hay". Y justo en el instante en el que poca gente disfruta del "silencio",

hay muchos que discuten hasta cuando están en "él".

Me preocupa saber que algunos piensan que "proyecto" es un "desvarío", y que la acumulación de los años alcanza para "proyectar".

También, aunque mucho no se "crea", hay pocos que "creen". Al "griterío", hay quienes le dicen "sinceridad",

mientras que otros de "falsedad", entienden "protección". Hay muchos que "temen" ante la "duda",

y se encuentran pocos que no "dudan" ante las "casualidades". Por cierto, bastante gente se niega a "renunciar",

mientras que son pocos los que "continúan" en sus "augurios", sin contrato.

Y frente a los que desde cerca no saben que “decir”, hay otros, y me incluyo, que se callan y le escriben un libro.

Page 33: La paz de una mujer en los días de abril

YENDO

Si tan solo soy lo que siempre he sido ya no sé si soy lo que quiero ser.

Si tan solo voy sin mirar camino, ya no sé si vuelvo por donde me voy.

Si tan solo encuentro lo que nunca busco

debe ser que pierdo lo que ya olvidé.

Si tan solo escribo sin contar renglones,

puede que me pierda a la hora de volver.

Solo sé que "tanto" cada tanto es poco, que mi alma escribe sin saber tachar.

Si tan cerca estuve de encontrarme lejos,

ya no se "distancia" que querrá decir.

Si tan cierto era eso de "te espero", ya no se que tiempo marca tu reír.

Solo sé que el viento se pasa volando, que la lluvia es santa y tu mirar mi paz.

Somos dos almas yendo, hacia el sur en diapasón.

TEMPLANZA DE AJEDREZ

En mi tablero viven peones, caballos rengos, torres desvencijadas,

y reyes que observan como tus movimientos

desmoronan la base de mi imperio.

En tu sector, duerme la reina de este invento,

los presos del camino, el alfil que entorpece a mi jugada.

En mi turno, maduro al deslizamiento de mi última pieza,

convirtiendo a la mesa en un campo virgen de batalla.

Quemando todas las naves, cantando un Jaque Mate

tan deseado como inoportuno.

Muevo y voy. Tan consciente de mi inconsciencia.

Planteando otro escenario.

Cotejando a mis deseos con tus silencios.

Page 34: La paz de una mujer en los días de abril

YING YANG

Al estar dispuesto al vuelo,

se está consciente del posible forzoso aterrizaje.

Al ir contra la tormenta,

se entiende como factible la propia e inapropiada inundación.

Al verse frente al espejo,

corremos el riesgo de aventurarnos en el sendero de la insatisfacción.

Y al ser totalmente sinceros a nuestra esencia,

ponemos en juego a las encías amables que ríen sin temor,

a todo lo anteriormente mencionado.

Por ende, puedo ser feliz en medio de la tormenta,

cantar aunque mi viaje tenga un peligroso aterrizaje,

rogar de que en los espejos encuentre mi rostro,

sin escaparme del paso del tiempo,

y ser sincero, con mi sombra y mis entrañas.

Jamás podría mentirme y ubicarme

en otro estado en el que no me encuentro.

Piense lo que se piense,

crea lo que se crea.

Page 35: La paz de una mujer en los días de abril

LO QUE BRILLA NO SIEMPRE ES ORO, LO QUE DURA NO SIEMPRE ES AMOR

Desmantelar de tu retina la sospecha del fracaso,

del frustrado pensamiento que te niega libertad, invirtiendo tu postura, adaptándote al soñar.

Cristalizar bajo tu Iris al deseo de desear,

que te brota por inercia al sincerar necesidad,

convirtiéndote en espina sin ser rosa, ni dorsal.

Procesar tu calendario y condenarlo en un Juzgado,

donde el Juez sea la risa y el testigo la ilusión, esposando a la razón

de temerle al veredicto.

Desligar las decisiones que te impiden despegar, traspasar los horizontes,

corromper a las fronteras, conquistar a los desiertos

sin orejas por cortar.

Masacrar los ideales junto a cifras del impar,

terminar los crucigramas, componer rompecabezas, solventar sopas de letras con premisas del amar.

Y creerme fiel que espera que una infiel sepa confiar en proyectos de un iluso que remata el corazón

al forjarle un nuevo amor sin lustrar antigüedades.

Page 36: La paz de una mujer en los días de abril

SONETO ATÍPICO DE UN DOMINGO DESAFINADO

Desglosando los códigos de mi caja fuerte,

dibujando en ventanas que transpiran vapor,

contratando a los Martes como psicoanalistas,

derrochando estribillos en tu escala mayor.

Permitiendo la fuga de los presos del tiempo,

deteniendo las horas cuando pienso seguir,

arrastrando los trajes de festejos en vano,

seduciendo los Jueves a mujeres de Abril.

Desmintiendo historietas forjadas por miedos,

abstrayendo cinturas, edades, lunares,

escuchando la risa a través de los ojos,

conociendo el camino a tus debilidades.

Bajo los puentes viven resacas de crecimientos desafortunados,

sobre el asfalto, suelen dormir mascotas de cuatro estaciones,

bajo tu falda: delincuencia y religiones, matrimonios y algo más.

Bajo los mares yacen inmóviles barcos de tiempos añejos,

sobre la arena, miles de agujas se jactan de ser un reloj,

bajo tu frente: la razón de mis palabras.

Page 37: La paz de una mujer en los días de abril

OTOÑO

Recostado en los acordes,

descubriendo amaneceres.

Construyendo en el Olimpo,

paraísos con tu voz.

Desconfiando de la suerte,

apostando con mis cartas.

Deshojando margaritas,

por debajo de tu sol.

Y debiéndote el cortado que invitaste aquella tarde, te aviso:

Podemos ser los arquitectos del deseo,

los caminos de empedrado dentro de la gran ciudad.

O la lluvia que entorpezca tardecitas del Enero,

carnavales de Febrero en tierras del Uruguay.

Destapando a la cobija,

que recubre tu silencio.

Si dormís, yo te acompaño,

caminando en tu soñar.

Acercando mi sonrisa,

a la frontera de tus hombros.

Que limitan con el sueño,

de cambiar tu despertar.

Y esperando a las agujas que me indiquen el momento, te aviso:

Podemos ser los arquitectos del deseo.

Page 38: La paz de una mujer en los días de abril

HABLANDO DEL CLIMA

Pronostica nuestra ingenua

y desenmascarada forma de encontrarnos en el mapa,

torrenciales de emociones parcialmente soñadas.

Las efímeras tormentas tomaran curso al olvido,

y los amaneceres serán réplicas de la primera vez de aquellos históricos

poseedores del suelo del paraíso.

Los sólidos recuerdos volarán con viento

provenientes de tiempos futuros,

mágicas lloviznas sobrepasaran por su cuello al descubierto,

y despojará a la espina dorsal de su innata importancia.

Si no se ofende,

pretendo descubrirme en su tornado,

y encajar en su sonrisa como una exacta pieza que completa su recuadro,

su rompecabezas de la vida misma,

su paso al frente sin la voz en off.

Levemente mejorando hacia otros tiempos,

mientras exista nuestro deseo,

mientras perdure su coraje,

mientras mantenga,

firme y serena frente al abismo,

mi paciente espera.

Page 39: La paz de una mujer en los días de abril

AMÉN

Tal vez te sirva mi explosión,

quizás te hiera, o cicatrice.

Puede que pierda la razón,

y las perdices sin final

se inundarán en altamar

buscando ver el horizonte.

Tal vez requiera exportación,

quizás pasaje hacia otra espalda.

Puede que muerda por temor,

y los actores de ocasión

se fugarán con el guión

creyéndose unos polizontes.

Tal vez implore sin rezar,

quizás comulgue tu estación.

Puede que invente a un nuevo Dios,

y los creyentes de mi voz

reclamarán la bendición

gimiendo Amén.

Tal vez adquiera un souvenir,

quizás no sea una canción.

Puede que deje de escribir

o salga en busca de un atril,

y duerma en paz, o en vos, mujer,

en estos días del Abril.

Tal vez, quizás, yo pueda,

destejer a tu bandera

y abrigarme el corazón.

Page 40: La paz de una mujer en los días de abril

Voy a intentar cantarle a tu adiós,

y darle la bienvenida.

Page 41: La paz de una mujer en los días de abril

A DESTIEMPO

Saltemos, escapemos de este mundo,

huyamos, lloremos a carcajadas,

y sepamos que existe la vida en el mar por la noche,

las tardes de sol en invierno, el coraje, el deseo y el tiempo.

Los segundos serán sonrisas

si asimilamos que nuestra saliva sabe encontrarse cerca,

al saber que estamos lejos.

Saltemos, huyamos,

en este mundo no supimos encontrarnos

a tiempo.

SINCERIDAD DE HORÓSCOPO

Fueron como dos inseparables artistas que cumplieron el sueño

y la travesía de nadar contra la corriente.

Fueron, decididos e irrespetuosos, contra todos los pronósticos

que marcaban un peligroso y equívoco desenlace.

Pero aún así, fueron.

Ellos marcaron la diferencia entre ellos mismos.

Suplicaron por paciencia y por oxigeno.

Temblaron, siempre temblaron, cuando entre las hojas de los diarios,

se anunciaban malos augurios para sus signos astrológicos.

“La Luna descendiente en Marte, indica que Aries, Cáncer, Libra, Acuario o

Tauro, tendrá una semana decididamente complicada con los pensamientos

de Virgo, o de Géminis, o de Leo, o de Sagitario, o de Escorpio, o de

Capricornio, o en su defecto, de mierda”.

El, estropeó al periódico.

Ella, utilizó su capacidad creativa de realizar manualidades,

y remarcó con fibrón celeste al octavo signo mencionado,

retrocediendo a la infancia y asegurando, tan como con las figuritas:

“¡Late!”.

Page 42: La paz de una mujer en los días de abril

A LA SALUD DEL TIEMPO

Lo que falta es porcentaje,

es presencia y convicción.

Es pintura o maquillaje en un cuadro retorcido,

por la astuta humedecida grieta de tu acostumbrar.

Lo que sobra es desconcierto,

flechas que unen a la nada con deriva y altamar.

Mapamundis que no giran, estancando domicilios,

lejos de mi terminal.

Lo que espero es descubrirme, sorprenderme ingenuamente,

conocer lo peligroso y apostar con la verdad.

Lo que espera son candados que me unan a sus piernas,

obligando a un ser honesto ser idiota un poco más.

Lo que guardo no es silencio

ni palabras complicadas que te hagan replantear.

Ni canciones de poemas que asemejen mi postura,

confrontar la tempestad.

Lo que escondes es misterio,

desacierto, escapatoria, un refugio a tu verdad.

Como un sueño mal dormido desvelado a medianoche,

sin pastillas ni Syrah.

Y hacer magia, sacar de la galera una respuesta,

cortar en dos pedazos a una historia y esconder el desangrar.

Y hacer trampa, decir que sos de "lisas" cuando se que sos "rayada".

Hacer la catación de mi veneno,

y rogarle a tu enfermero,

estadía en hospital.

(Y hacer magia. Y hacer trampa)

Page 43: La paz de una mujer en los días de abril

FARSA DE ALTAR

Te afirmo y voy,

consciente a esto que soy.

Sin disfraz ni personaje,

sin la excusa de extraviar,

el boleto de regreso

a mi turno de diván.

Sincero estoy a mi razón,

a este delirio de ocasión.

El fuerte en mi guarida soy,

mi propia medicina,

corriendo en la estampida,

cargando esta canción.

Bendigo sin creer

en Cristos ni historietas,

en farsas marionetas

que juegan con la fe,

del ciego que no ve

por que no quiere ver.

Mi historia es mi salón.

Maltrato al bienestar

de estar por solo estar,

de ser solo el papel

ingenuo del deber,

hacer lo que hay que hacer

por orden del ayer.

Desmiento a la ilusión

de algún ritual eterno,

de pieles que por vida

se juren comunión,

guardando en un cajón

las cartas de un bohemio.

Page 44: La paz de una mujer en los días de abril

QUE PIENSES ESTO, ME DESESPERA

.

Page 45: La paz de una mujer en los días de abril

DESCARGO N° 1

Se te hizo tarde,

invertiste la polaridad de tus sueños y la explosión fue tal,

que destrozó las plegarias de los dioses de tu reino en construcción.

Ingenuamente,

quisiste reconstruir, ladrillo tras ladrillo,

el acampamiento de las sonrisas que acumuladas en tus encías,

rogaban por un sorbo del sodio de mi saliva.

Quisiste arrinconar a mi memoria,

desprestigiar a mi cordura,

y hacer catarsis con mi risa.

Quisiste,

pudiste,

perdiste.

(Se te fue la magia corazón)

Ahora caes en la mediocre contradicción,

en lo absurdo, lo barato,

intentando coadyuvar lo infactible,

cuestionando mis respuestas a tus dudas,

queriendo, sin más que cargando esperanzas vagas,

una reencarnación de tu autoestima.

Quisiste corromper a mi locura,

remontar tu inapropiado somier,

y hacerle juicio a mi cintura.

Quisiste,

pudiste,

perdiste.

Te enteraste que en tu séptimo día, no habrá Cristo que valga.

(Se te fue la magia, corazón)

Page 46: La paz de una mujer en los días de abril

REVANCHISTA

Asomá de tu escondite y enfrentate a este cobarde

que se calla cuando arde y arremete su intuición,

de mirar sin la razón,

de escuchar a un tonto Dios,

que asegura que "a los buenos siempre les irá mejor".

Atrevete a disparar cuando yo te dé la espalda,

cuando sin prisa y confianza me descuelgue de tu ser,

salpicando, sin deber, sin buscarte y sin perder,

la sonrisa trasnochada que guardas bajo tu falda.

Y no exijas compasión, ni reencuentro ni perdón,

hoy mi honor no somatiza detrás de tu paredón.

Más bien cava su guarida y diagrama su batalla,

hoy seré aquel que te explica, que te grita y no se calla.

Mal jugados tus alfiles en tableros sin sortija,

donde la Reina es plebeya y el peón un simple Rey.

Que no muere por poder extraviarte alguna pieza,

los Asaltos se terminan cuando arranca tu Kermesse.

PÁNICO ESCÉNICO

Nada fue más tentador que tus labios aquella tarde en la que te dije que no.

Ahí supe valorar a mi saliva sin necesidad de cotizarla en minutos.

Después actuamos, desnudos, toda la tarde.

Hasta que te brotó el temor al estreno.

Page 47: La paz de una mujer en los días de abril

UN DESACIERTO BASTANTE ACERTADO

Quizás,

cronológicamente,

el viaje se detuvo en el tiempo equivocado.

Mi sitio y mi postura,

hipotéticamente,

fueron restos de la falta que tu estado merecía.

Las sonrisas se acumularon y descansaron sobre tu vientre,

mientras que los silencios y los temores,

se desvanecieron frente al espejo de tus incertidumbres.

¿Mi suerte? Prefiero catalogarla como acierto inconcluso.

Un dardo que al ser lanzado se clavó en el extremo

del porta retrato de tu entorno mal retratado.

Puntualmente,

remarco como absurda a tu hipótesis de actuar,

de buscar el salvataje,

de un Domingo malgastado,

de plasmar un reloj de arena sobre mis acantilados.

Por cierto,

asimilo a la derrota con la frente bien al frente,

con la sangre que recorre mi antebrazo,

con la espada que al ser vista bien de cerca a tu pared,

fue oxidada por el miedo al desconcierto,

al riesgo de que la rutina se transforme en un papel,

tan símil en lo imperfecto,

tan convexa en el extremo de tu infiel fidelidad.

Por ende, me aíslo del conocimiento de la limosna de tu coraje.

Y me acerco nuevamente,

y casi sin buscarlo,

a mi.

Page 48: La paz de una mujer en los días de abril

RETRATOS

No creo en la conciliación,

de mis Demonios con tu Dios,

en la simple alucinación del olvidar.

Entrego el alma si hay amor,

si en el silencio oigo tu voz,

si al alejarme no te pierdo.

Esta comedia sin final,

presenta actores de verdad,

y libretistas que entorpecen más el cuento.

Jamás podrás acurrucar,

nuestro retrato en el diván,

la marquesina de tu risa es mi soneto.

Un espíritu me habló,

y me aclaro la situación,

que los momentos seguirán siendo momentos.

Que el duelo a un viejo desamor,

no es masoquismo ni rencor,

solo se trata de ir creciendo junto al tiempo.

No pido fuerza al más allá,

confío siempre en la verdad,

aunque un acierto se perfume con mentiras.

Exijo estrofas,

libertad,

deseos,

vicios,

dignidad,

y coordenadas que me lleven a tu encía.

.

Page 49: La paz de una mujer en los días de abril

SI, NUNCA, NO

Si nunca asimilaste una fractura en la sonrisa,

si nunca te acoplaste al desastre de otro ser,

si al ver crecer el pasto te echas bien a la sombra,

si no hay enfermedades que te hagan padecer.

Si nunca le imploraste a un dios por tus costillas,

si siempre que jugaste abandonaste en la mitad,

si al ir contra corriente te amarras a cualquier barco,

si no existen mentiras que desnuden tu verdad.

Si tu pared no alcanza a estar contra mi espada,

si tu metro 60 ya no canta 33,

si cuando ves tus ojos no encontras ningún espejo,

si al ver el calendario te olvidaste de tu piel.

Si matas por matar sin contar los perdigones,

si curas las heridas con gemidos y placer,

si tapas la coraza que asoma de tu vientre,

si al caminar la frente se cohíbe sin querer.

Si nunca descubriste lo sincero del despojo,

si crees que al escaparte encuentras libertad,

si tu ex aniversario recubre un escondite,

si tu razón/rutina es temor a soledad.

Si nunca te aplaudiste al conocer el tercer puesto,

si piensas que admirando conservas expectativas,

si con este cantante sedujiste a tus oídos,

si tu mejor artista jacta que "esta boca es mía".

Si sobre los escombros construís al paraíso,

si nunca visitaste los caprichos de mi ser,

si al ir contra las cuerdas no pedís más que la hora,

si nuestra religión es mucho cuerpo y poca fe.

Si nunca derribaste los complejos del pasado,

si nunca destruiste de tu historia mi papel,

no pienses que este circo se alimenta de cosquillas,

soy domador de sueños bajo el fuerte de tu piel.

Puede ser postura o puede ser de ingenua, pero así yo te extrañé.

Puede ser escape o puede ser delirio. Puede lo que sea, pero así me enamoré.

Page 50: La paz de una mujer en los días de abril

FUIMOS

Ella propuso un viaje corto al paraíso

y yo entendí que me ofrecía hasta la Luna.

Yo le cante mi repertorio de ilusiones

ella pensó que era una más de mis locuras.

Ella exigió que no comparta mi sonrisa

y yo soñé con regalarle carcajadas.

Yo le pedí que me acompañe al fin del mundo,

ella me dijo: "mas allá no queda nada”.

Yo le entregué con mis defectos, mis virtudes,

ella no supo separar al bien del mal.

Ella me dijo que jamás había cambiado,

yo le aclaré: "sos Dr. Jeckyll, Mr. Hyde".

Yo me canse de enamorarla hasta en los sueños,

y ella que nunca recordaba su soñar.

Y fuimos dos,

simples lunáticos enfermos,

tan solo dos.

Y fuimos dos,

tan solo dos,

simples.

Page 51: La paz de una mujer en los días de abril

MEMORIAS DE MADRUGADA

(Desde Montevideo, Uruguay. Febrero 2011)

Sorprendido, desvelado, complaciente, perturbado.

Servicial, ambivalente, contra frente y paredón.

Fronterizo de mi sombra, acantilado de mi nombre.

El placard de los misterios, el cajón que nunca abrís.

La penumbra en la mañana, el silencio del culpable.

La voz ronca de la bronca, la partida por venir.

El horario de tu suerte, la llovizna de Febrero.

La sortija en calesita a la que no pienso subir.

Titular, siempre suplente, el disfraz, el antifaz.

El desnudo, el pelotudo, el rey del nunca jamás.

Simulacro, accidente, el tercero de tu fila.

El derecho de la vida y la sonrisa al lagrimear.

Afuera corre un viento espantoso y yo sentando, 6:23 am,

escribiendo como si el mundo anunciara su propia despedida.

A la par, me encuentro firme, pisoteando mi baldosa,

descubriendo, 6:28 am, que yo soy mi propio Dios.

Yo dirijo mi juego, y re mezclo mi mazo.

Yo vacío mi vaso y decido dormir.

(6:32 am)

Page 52: La paz de una mujer en los días de abril

NADAS Y COSAS

Era uno de esos días cálidos y húmedos que caracterizan el clima del

sur Argentino.

Una mujer menuda, de larga cabellera castaña, ataviada con

bermudas de jean cortadas y musculosa blanca, llegó temprano, tanto

como en los primeros días de estudio primario.

Su mano izquierda, la misma que llevaba la cicatriz de la infancia, tejía

medias de lana gruesa para un Invierno que prometía para aquel

entonces, cenizas y tormentas. Acto que solo interrumpía cuando

recibía un impulso incontrolable de extender su cara hacia el sol.

La mirada de la muchacha, cansada y gastada por el viento del viaje,

se trepaba a las arboledas y dibujaba entre las hojas, instrumentos

musicales y bailarines clásicos, largos y constantes minutos se

detenían diariamente en su cuello para buscarle la forma a lo que ella,

y sólo ella, podía encontrar en las alturas.

El sitio se adornaba con esas callecitas de empedrado que cargaban

con los feriantes que de sol a sol, desembolsaban desde artesanías a

frutas, pasando por ropa de los abuelos de quién sabe quién, hasta

maderitas de colores que los niños usaban para jugar a los arquitectos

y de los que se lograba escuchar, tal como un reproche: "El techo

siempre se cae. Los chalets son realmente imposibles".

Todo ese lugar olía a tilos y eucaliptus, al barniz que los artesanos

utilizaban para dar terminación a sus trabajos y también el de las

plantas aromáticas que vendían como el romero, el tomillo y la menta.

Un viajante, perdido y desorientado, se atrevió a frenar su recorrido al

verla sólo para consultar el nombre de la mujer. Recorrido que no

tenía señales, pasajes de trenes ni luces que iluminen el sendero.

- Me llamo Joaquina, le confesó con una mueca que imitaba a

una sonrisa.

Page 53: La paz de una mujer en los días de abril

A ella le fascinaba ponerse a conversar con extraños, desarrollaba con

frecuencia esta habilidad, pero esa mañana solo se limitó a indicarle al

viajante donde se encontraba la oficina de turismo. Sin más, el

agradeció y se alejó, como intuyendo su necesidad de estar sola y en

silencio.

El hombre encontró un hotel pequeño, ubicado en el centro, donde se

dispondría a descansar. El cuarto era algo rústico pero confortable y

luminoso, con una gran ventana que daba a la plaza principal.

Acomodó el improvisado equipaje y también su inseparable guitarra.

Decidió tomar un baño y luego una siesta que terminó siendo en vano,

debido a que a pesar del cansancio acumulado, no pudo, en ningún

instante, conciliar el sueño.

Algunos días después, el suelo volvió a unirlos como dos extraños en

una heladería donde ambos tomaron el típico helado regional de

gustos exóticos y raros colores. Cuestiones de la vida o caprichos de

los deseos de cada uno, se sentaron a una mínima distancia como

permitiéndose mutuamente un roce entre sus rodillas.

Ella se mantuvo callada, con la mirada hacia el este, como si intentara

descubrir el peso del aire o sentir el olor al hogar, ver la llama

encendida a la distancia de la hornalla que en su cocina de la infancia

por Parque Lezama, le ofrecía el té siempre al mismo horario, antes de

llorar rogando atravesar metros en bicicleta entre árboles, adoquines

y escalones.

-¿En qué pensas?, arremetió, al tocarle el hombro derecho tres o

cuatro veces con el índice izquierdo, el mismo hombre que días atrás

le había desvelado el nombre.

-En, pienso en...nada, cosas; ¿Su nombre?

-Lázaro, dijo él, mientras le volvía a preguntar:

- ¿Seguís pensando en "nadas" o en "cosas"?

Page 54: La paz de una mujer en los días de abril

Aun sumergida en el mágico mundo de sus desvaríos, intentó con gran

esfuerzo concentrarse en aquel hombre sentado junto a ella. Al

mirarlo detenidamente, pudo percibir un espíritu impaciente pero

cómodo con el entorno. Algo en sus ojos logró capturar su atención,

una mirada profunda y sincera enmarcada por largas y perfectas

pestañas hacían que fuese casi imposible desviar la vista.

En ese momento, se dio cuenta que lo que ahora notaba en este

curioso personaje, no coincidía con la impresión del anterior

encuentro.

Su estado de hipnosis fue interrumpido cuando el hablo nuevamente

esbozando una inmensa sonrisa.

- Aun seguís sin responderme. Si preferís no contarme, quizás quieras

caminar en silencio.

Aceptando la invitación con apenas un gesto, acompaño sus pasos

por la angosta vereda y se mostro divertida cuando él le pidió que

caminara del lado de la pared, contando una breve historia que

justificaba el por qué de aquel loco capricho:

-"Pasa que en las Invasiones Inglesas el aceite hirviendo que tiraban

desde los balcones, caía siempre en este sector de la senda, por lo que

el recinto más cercano a la pared, servía de protección para las

criaturas y las mujeres. Por eso mismo, los hombres ubicaban a las

damas del lado opuesto a la calle protegiéndolas de cualquier

aventurado que los confunda con Ingleses. Ellas, paseaban; Ellos,

temían por sus buenas intenciones.”

Lo explicaba, una y otra vez, siempre con el mismo sentido de

sorpresa, como si nunca lo hubiera aclarado, como si no supiera que

las invasiones concluyeron, al menos de este lado del río, hace

bastante más que sus 25 años de vida.

Page 55: La paz de una mujer en los días de abril

Casi como un hechizo o un extraño encantamiento encajaron

inmediatamente a la perfección sus carcajadas, pensamientos y hasta

el ritmo de su andar.

Hablaron durante horas disfrutando de la mutua compañía, hasta que

notaron que el tiempo había pasado sin que se dieran cuenta y que

una tenue llovizna comenzaba a caer. No hubo necesidad de apurar la

marcha ya que ambos parecían adorar la sensación de la lluvia

tocando sus rostros.

El, por su parte, siempre con la vista hacia el sol, la superficie de las

construcciones, las terrazas, los balcones que esconden máscaras

entre sus barandas, Lázaro no podía desprenderse de ese capricho de

mirar hacia arriba. Y esta elección, quizás, provocaba el constante

tropezar y la poca memoria fotográfica de las veredas.

Y no es mentira, en ciertos puntos el destino no siempre juega a favor

del viento que uno espera, más por el contrario, la suerte arremete

contra lo prefabricado en nuestras instancias de soñadores, al ir

despiertos, atentos a las sonrisas, y ajenos al despreocupamiento de

efímeras circunstancias como por ejemplo: el calentamiento global, la

cotización de la bolsa, los horarios de los trenes de carga o el aumento

de los cigarrillos que ambos consumían.

Más a su parecer, desde la distancia, uno se asemejaba a los artistas

que luchan contra las grandes corporaciones, a los pensadores que

imploran por atención a sus líneas, o a los simples caminantes que no

se preocupan por el estado del camino, si no por el lugar al que

desean llegar. Mientras que la otra parte, pendiente de la plenitud y la

conformidad hacia el exterior de su cuerpo, no luchaba, no insistía, no

caminaba: subsistía, brutalmente, entre las oportunidades que se

ahogaban al borde de los libros, o por encima de los pañuelos.

Page 56: La paz de una mujer en los días de abril

Ni él era el luchador, ni ella la que subsistía. Sus papeles se

intercambian según el clima, o según lo ocurrido entre el Viernes por

la noche hasta el Lunes por la mañana.

Muchas veces, Lázaro, subsistía en la lucha.

Mientras que tantas otras, Joaquina, luchaba por subsistir.

-¿Nunca te sentiste así, como desencajado?, consulto ella, como

admitiendo su estado personal y preguntándole a un Lázaro que no

supo que responder, más que comenzar con su típica forma de formar

cuentos en el aire en búsqueda de alguna palabra oportuna para

aclarar su pensamiento.

- En realidad, no, va, no se. Supongo que en algún momento me habré

sentido así, pero todo pasa viste… comentó el, antes que ella, curiosa,

repreguntó: -¿Y cómo saliste?

Silencio, y más silencio.

El se rascó la nuca, se acomodo las medias, giró su tobillo para el lado

donde siempre le hace un sonido extraño, y dijo, como sabiendo que

no sabía que iba a decir:

- Uno no termina de salir nunca, solo se acomoda en el espacio y de

ahí vuelve a mirar al exterior. El hecho no es cambiar de zapatillas,

sino aprender a caminar, en el barro, o en la alfombra, solo o

acompañado.

Los ojos de Joaquina comenzaron a esconderse detrás de las lágrimas

al momento que él le seguía diciendo: - Llorar hace bien mujer, no hay

que prohibirse de sentirse mal, ni confundida, ni desorientada. Pero es

en vano llorar sin saber el porqué, ni sin buscar las soluciones.

Page 57: La paz de una mujer en los días de abril

Ella, transportaba bajo sus hombros historias de amor y de tiempo.

Lealtades hacia la vida y confusas maneras de intentar ser feliz, a tal

punto que nunca lograba responder con claridad a los

cuestionamientos similares a: “¿Qué sentís que te da felicidad?”.

A la par, Joaquina contaba con una familia que tenía el poder de

inundarle los lagrimales cada vez que se le ocurría nombrarla.

Orgullo y emociones convertidas en piedritas brillantes y humedecidas

sobre sus párpados que recorrían su rostro hasta llegar a la mariposa

que descansaba sobre su cuello.

El, pisoteaba a las nubes. Creía en la risa como arma curativa y

seductora. Vivía más allá, como un terrícola medio lunático.

Convencido de apostar en los tableros que se le presentaran, sin

guardarse nada, ni creyendo en ningún credo. Saboreaba el gusto del

placer de sentirse vivo al aplaudir la actitud de la hermana mayor de

su padre, una señora a la que nunca vio caminar, pero si sonreír.

Lo que los asemejaba eran las virtudes y los defectos. Las

idealizaciones sobre el envejecer y lo que cada uno prefería imaginar

después de las preguntas tales como "¿Qué harías si te quedaran diez

horas de vida?".

Aún así, eran dos seres simples, acomplejados por la inexactitud de sus horarios.

No se protegían ni se descuidaban. O al menos eso aparentaba desde atrás del espejo donde ella, cada mañana y casi al mismo cruce de las agujas, observaba realidades superpuestas a causa de la lucha entre la costumbre, la sorpresa y la rutina.

Costumbre que siempre fue así, aceptada, permitida, llevadera. Como hojas en blanco donde era pre sabido que iban a llevar escrito al otro día, a partir del momento en el que él, dijera "presente".

Page 58: La paz de una mujer en los días de abril

Aún así, y claro está, los renglones soportarían en reiteradas anotaciones marginales, todos los sinónimos que diagnosticaran el carácter de la "duda".

Él era más directo, o menos precavido. O muchísimo más ingenuo/soñador, o inferiormente dichoso de soportar tal o cual circunstancia que le trajera, justamente, una duda a su tablero.

Él, no era el mejor y más fiel amigo de Jesús por el simple hecho de llevar el mismo nombre que la Biblia catalogó entre sus líneas a un tal Lázaro. En realidad, este ser humano, podía encajar más con los personajes fílmicos donde por ejemplo, un simple bohemio corrompe fronteras y dolores por tratar de conquistar a la estrella de la obra, ubicada entre algodones dentro de su historia pintarrajeada por promesas y compromisos.

Igual así, lejos de ser cineasta, Lázaro lloró. Y ella, Joaquina, se acercó a preguntarle:

- ¿Sabes qué?

- ¿Si se de qué?, respondió, cautelosamente y casi a las apuradas,

como deseando la dicha de la mujer a la que él sabía muy bien, tenía

el don de trasladarse de una conversación a otra en cuestión de

segundos según marcara su interés de seguir en el tema.

- Si sabes de la tardanza del tiempo, de las demoras, las

impuntualidades, los desencuentros.

Lázaro quedó perplejo, inmóvil, en silencio. No supo que responder ni

en el momento en el que ella volvió a consultarle: - ¿Podes contestar?

- Como poder, puedo, dijo él, tratando de encontrar alguna respuesta

dentro de los segundos en blanco que deambulaban por su mente.

Page 59: La paz de una mujer en los días de abril

- Creo que no existe el desencuentro, ni la impuntualidad del destino,

ni la tardanza; más bien pienso que todo es resultado de los hechos

que buscan distraerse y alejarse de precisamente eso: los hechos.

A partir de ese momento, fueron seres enmudecidos.

Joaquina y Lázaro entendieron que no tendrían que haberse cruzado,

que él no debía haberle consultado el nombre ni robarle una sonrisa,

que ella no tendría que haberle hecho caso a su histeria de ir bajo los

techos de las veredas, y que no tendrían que haber sentido, ninguno

de los dos, la paz sobre el hombro del otro.

Comprendieron que la sensación de tranquilidad, varía entre el

capricho y el deseo de encontrarla, confundiendo así, a la complejidad

y eternidad de sus miradas.

- Habrá sido un gusto si no vuelvo a encontrarte, dijo Lázaro al

despedirse, mientras que Joaquina, sólo fue un cuerpo inmutado.

Las calles que siguieron cobijando a los feriantes, esta vez los encontró

distantes, con varios pasos entre sí, con misterios y escalones que no

lograron persuadir el rozamiento de sus rodillas. El tilo y el eucaliptus

perfumaron sendas donde no se los volvió a reconocer como tales, y

sólo sirvieron para aromatizar las tardes donde los niños continuaron

quejándose por las construcciones de los chalets de maderitas y sus

imposibilidades de realizarlos.

Lo posible fue a su vez, tan irónico y como sublime.

Entre tanto lío, Lázaro y Joaquina, hallaron paz.

Hasta que la hicieron guerra.-

Page 60: La paz de una mujer en los días de abril

La simpleza puede convertirse en fastidio

con la misma velocidad en la que la complejidad,

se viste de fantasía.

Page 61: La paz de una mujer en los días de abril

DARNOS EL DERECHO

Sería conveniente tener la innata sabiduría de considerarnos mortales,

y hacer valer nuestro derecho de atribuirnos la capacidad de intentar

despojar a los sueños del carácter de distantes.

Abstraer de la necesidad a nuestras mesitas de luz,

donde apoyamos hojas en blanco para que al instante posterior del despertar,

tengamos sitio donde escribir lo que recordamos de lo soñado.

Malcriar a la conformidad de sentirse vivos y a salvo,

y darle reparo y crianza a la vulgar y maravillosa chance de sonreír,

por cuestiones efímeras y de jugar al "ser nosotros por un rato" al soñar,

bien y muy despiertos,

frente a las miradas que acarician nuestro más intenso sentir,

con el simple hecho del pestañar.

Permitirnos la sinceridad,

la desnudez en las retinas,

las sonrisas firmes y seguras,

y las lágrimas que dignifiquen nuestra tristeza.

Nada se aprende y nada se supera al estancarnos,

más a su contrariedad,

nos tendríamos que sentir orgullosos

de tener la posibilidad de equivocarnos.

De esta manera,

se le da valor a los minutos que se extinguen entre

la rutina y el desconcierto.

Soñemos,

que nada está dormido,

en este mundo de despiertos.

Page 62: La paz de una mujer en los días de abril

LÁZARO

Lázaro era lo que la gente denomina "un tipo común".

Soñador, amante del cosquilleo interno que provocan las sonrisas.

Un navegante en el mar profundo de estos tiempos,

y un "loquito de dientes parejos", como lo describía la señora que paraba

siempre en la misma esquina que él en la espera del colectivo.

De más está decir, ni el propio Lázaro sabia que transporte esperaba,

jamás podía contener su desorientación acerca de los recorridos,

de la similitud de los colores que paraban y recolectaban gente.

Claro está, era de esos que "iban", sabiendo que querían "ir",

pero sin saber si podían "llegar".

Joaquina aparentaba tener todo controlado.

Los horarios, las monedas, los sentimientos.

Fe de erratas

Donde dice "aparentaba tener todo controlado.

Los horarios, las monedas, los sentimientos",

leer únicamente "los horarios y las monedas".

Page 63: La paz de una mujer en los días de abril

MARIPOSA

El viento, tenue y efímero del verano,

retrasa el vuelo de su deseo, incalculable,

de planear sobre unos hombros que sepan distinguirse,

claramente, entre la tormenta que obsequia la ciudad.

Sin buscarlo, alzo la mirada entre los escombros que esconden mis renglones

y la encuentro, aterrizando sobre cierto espacio, forjando un asilo de paz.

Ella, la mariposa, encontró su lugar en el mundo: tu cuello.

Mientras que yo, ingenuo, le sigo el vuelo.

Page 64: La paz de una mujer en los días de abril

PARTE MEDICO

Ellos superpusieron sus historias.

Entrelazaron los horarios,

tejieron deseos,

forjaron fantasías,

provocaron palabras.

Coordinaron sus defectos conociendo a sus virtudes.

Hallaron paz,

y firmaron la guerra,

mientras jugaban al amor.

Fueron amantes de la verdad que conlleva la mentira,

unos simples seres que solos, solitos, acomplejaron a sus pasos.

El sentía taquicardia al verla.

Y se mordieron, ferozmente,

como arrancándose uno a otro,

los poros con las muelas.

Y se inundaron.

Ella jugó a ser su pre-infarto,

le propuso sangre y suero.

El se auto medicó con sus palabras,

y sufrió un colapso,

cuando encontró silencios.

Page 65: La paz de una mujer en los días de abril

DISCURSO DE UN VULGAR CAPITAN A LA TRIPULACIÓN DE SUS SUEÑOS

En su último recorrido, la tripulación de sus demencias,

logró escuchar o imaginar las palabras del capitán que,

esforzándose por no escupir sangre, proclamó:

"Me permití tantos conceptos como tiempo, risas,

lágrimas, pestes, irregularidades, desesperanza,

sueños y palabras rifadas, que no cargaré con el título de "abandono"

en el momento en donde escoja saltar del barco.

Más bien, nadaré hacia la orilla con la mente en claro,

inundada pero a salvo. Desbordada e impaciente,

pero seguro de que llegaré con vida".

Nadie aplaudió luego de su descargo,

pues todos los imaginarios navegantes,

esperaban desconsuelo y rabia de su mandamás al que nuevamente,

escucharon asombrados al decir:

"Queridos sueños:

mi castillo podrá ser de cartas,

mi tiempo de arena,

mi ejercito, una simple ilusión dibujada en la tierra.

Hasta mis letras talladas en la historia,

podrán ser transparentes y efímeras.

Pero aún así, son réplicas de mi ser.

Nunca en ningún segundo he defraudado

a mis locos instintos de caminante.

Las tormentas son testigo de mis actos,

y la mirada de esa sirena, cómplice de mis augurios.

Los amaneceres supieron encontrarme

en complejos desvaríos de los que tuve que rescatarme acompañado,

únicamente,

de mis propias entrañas".

Page 66: La paz de una mujer en los días de abril

"¿Y los disparos al aire comandante?" - consultó su memoria

"Los disparos fueron canciones forjadas, en ciertas ocasiones,

del desconcierto y la decepción, mientras que otras,

fueron a causa de la ceguera provocada por el amor a las olas".

El silencio ubicó a la perfección a la nave en la ruta de altamar.

Tantas Lunas como estrellas guiaron en la oscuridad.

El Sol supo marcar y remarcar al peligro.

Y es cierto que a pesar de intentar domarla,

el temor que el Capitán le obsequiaba a la profundidad del agua, convertía a la

travesía en un desafío,

al que siempre le dirigía la palabra,

por más de conocer la poca, poquísima audición del Océano.

"Será retrato con el paso del tiempo

este boceto de fiel explorador.

Este naufragio formará los cimientos de los próximos amantes

de la locura de zarpar sin brújula

ni conocimiento alguno de la existencia de la Cruz del Sur.

Seremos los que incendien la bandera

que prohíbe confiar en la utopía!!!".

Los sueños y el soñador, soñaron.

Y fue allí, una vez más,

sobre el extremo de su barquito de papel,

donde el niño se despertó,

con un mar en cada retina.

Page 67: La paz de una mujer en los días de abril

CONFORT Y DESCONSUELO

Es una lástima que hayamos perdido tanto tiempo,

sabiéndonos "seres mortales",

al intentar conservar la comodidad que nos regala tener al "puf"

frente a la tele, o el cenicero ahí, al borde de la cama.

O el plato de comida siempre preparado,

o la ropa planchada para el otro día laboral,

que seguramente sea igual, igualito al anterior,

salvo que a tu jefa se le ocurra decirte "te llaman de Recursos Humanos",

o "por tu trabajo, decidimos aumentarte el sueldo".

Perdimos tantos minutos en idealizarnos

como pasajeros de un mismo vagón, invariable vagón de tren,

que sabemos dónde para, en que metro del enorme andén,

y en cual casi siempre viene más vacio que el resto,

despojándonos de quizás,

encontrar a sólo tres o cuatro metros a la derecha o izquierda,

a un amigo que no vemos hace años, o a esa chica, esa, la del bar,

que veíamos de lejos y que nunca nos cruzamos como para preguntarle:

"discúlpame, ¿tenes fuego?",

con el simple e idiota pretexto de conocerle la voz.

Perdimos, siempre perdimos y seguiremos perdiendo tiempo,

si no cambiamos esa forma recta, constante,

impermeable de entender al amor.

De persistir, de continuar con lo comenzado

solo por el hecho de que esta "comenzado".

De respetar a la historia,

a la costumbre de esa historia,

a la rutina de la costumbre de esa historia,

y no al deseo, a la fantasía,

al delirio hermoso, humano e innato

de sentir que la mirada se nos escapa de la cara,

y se esconde entre esa remera que se va allá, cruzando la calle,

o subiéndose a cualquier colectivo al que nunca le vemos el destino,

por la ‘hijaputez’ de nuestros ojos que no pueden, y no quieren,

y no intentan, desprenderse de la cara de "esa" persona.

Page 68: La paz de una mujer en los días de abril

Sabemos, somos conscientes que sabemos muy bien,

que no somos eternos.

Que todo esto un día se termina. Y digo "esto" para referirme a "esto".

A "este" instante en el que escribo.

O al tuyo, que ahora estarás tomando mate en el balcón, o vino,

escuchando canciones que saltan como teros de oído a oído,

escapándose de tu cabeza porque hasta las canciones se dan cuenta que ahí

adentro, tenes más temas que cualquier compilado ochentoso

que venden los señores de los andenes, en donde, como dije,

no nos movemos ni dos pasos para que la puerta se abra delante

de nuestros ojos y así viajar al trabajo y bla bla bla.

Muchos bla bla bla, y pocos "basta, hasta acá".

Y no decimos basta porque también sabemos lo dificultoso,

peligroso, mal visto e inmoral que es para esta sociedad

que vive sumergida en una cajita de códigos a la que muchos violamos,

pudorosamente, sin usar forros, ni chats, ni celulares: carne con carne,

que uno persiga sus sueños.

Los agarre del cuello y les grite "¡Acá estoy, vayamos!".

Vivo así, o al menos lo intento, trato de desprenderme cuando puedo de toda

la moral que implica aceptar las reglas del juego.

Y no por revolucionario (lejos, lejísimo estoy de serlo),

ni por bardero (más, muchísimo más lejos),

ni por las ganas de llamar la atención y apretarle la teta izquierda

a la Virgen María, para que hasta Dios se dé cuenta que acá estoy,

intentando llevar a cabo mi deseo, sueño, fantasía,

sin joder a nadie, sin mojarle la oreja a nadie,

y sin pensar en que si Adán mordió la manzana,

se quedó fuera del paraíso.

¡¡¡No seamos idiotas!!!

Page 69: La paz de una mujer en los días de abril

Ellos se fueron, se hartaron del placer dibujado por otro.

Del confort y de la regularidad con la que sus respiraciones

ocurrían a diario, por el hecho de no tener sobresaltos, nerviosismos,

temor de que la estantería se caiga

y haya que armar el porta retrato con la foto de la abuela de nuevo,

como hace años, y acordarse que,

justamente, hace años,

la abuela se fue a vivir al cementerio.

Y no seamos cobardes.

Intentemos ser felices,

de una vez y hasta que dure la sonrisa.

Secuestremos al maldito tiempo

y dejémosle bien en claro que sabemos que existe,

que es letal y furioso, pero que somos nosotros, nosotros mismos,

como personas en libertad y quien dice,

en compañía o en soledad,

los que vamos a elegir qué hacer con el tiempo.

Por mi parte, hace 14 minutos elegí sentarme a escribir.

Hace bastante más,

elegí esperarte.

Page 70: La paz de una mujer en los días de abril

SEA, DEL VERBO “SER”

En los acantilados se acrecientan los músculos del coraje y del deseo.

La chance abstracta,

la efímera ilusión del sentirse inmunes a la caída libre.

Sea sobre escombros,

sea sobre recuerdos.

En las tormentas sobreviven los aullidos

que entre las indecisiones inventan arcas de Noé.

Refugios sustentados por el capricho del permanecer.

Sea por sobresalir,

sea por temor a ver las migajas del naufragio.

En las inundaciones se acoplan las desesperaciones y el conocimiento.

El mapa hacia uno mismo,

el desvío hacia nuestro ser oculto,

admirable y talentoso.

Sea para salir a flote,

sea para gritar,

y rogar,

de una vez,

y para siempre:

auxilio.

Page 71: La paz de una mujer en los días de abril

LEY DE VIDA

Esconderse, corromperse, permitirse el disfraz del ser lo que se aparenta,

significa extranjerizar a la esencia que habita en nuestras venas.

Ahogarse en las palabras que fomentan al intento de derribar lo

indestructible, es no creerse capaz de proteger lo único,

lo innato, lo sublime de cada ser.

Y así elijo caminar: queriendo confiar, escuchar, abrazar a la sombra de las

almas que el tiempo nos permite encontrarnos.

Sostener y acomodar en la repisa, las críticas y los acordes

de las risas que armonizan la canción que le da sentido

a mi propio estribillo que es mi vida.

Seamos como somos,

dejémonos fluir entre los poros de nuestros cuerpos y construyamos imperios

donde la base de la supervivencia sea el movimiento linealmente constante de

las piernas al bailar canciones sin tempo.

La risa cura al alma, usémosla.

MICROFAVOR

- No me tientes, se olvidarte solo.

Page 72: La paz de una mujer en los días de abril

PERDURA EL QUE SOLO RESPIRA

Ciertas creencias son mentiras:

en los frascos de arena no cabe "tiempo",

ni en lámparas descansan genios

tan hábiles de construir un oasis en el desierto,

ni Dioses juegan a los títeres con nuestros destinos,

ni Lucy vive allá, en el cielo, con diamantes,

ni Wally es tan complicado de encontrar.

Pero a la par es cierto, completamente cierto y a la vez intangible,

que ciertas falacias e improbabilidades nos hacen soñar,

por más chiquito o eterno que el sueño sea.

Así se vive, soñando.

De otra manera, se denomina "perdurar".

COSMÉTICAMENTE FELIZ

Las callecitas de empedrado siempre fueron así,

de pocas pulgas, de pocas palabras, de añoranzas y de retratos color sepia.

En ellas, en las de mi barrio, soy de dibujar muñecos y fantasmas.

Caras y caretas de payasos, pero payasos sin lágrimas,

pues para eso siempre fue útil la llovizna y el rocío.

En cambio, no existe decreto meteorológico que pueda

pintar las sonrisas ni las carcajadas.

¿Será que la naturaleza, y no la muerta,

tiene envidia de nuestra chance y estimulo corporal de sonreír?

¿O será que ella, con mucha más experiencia que nosotros en este suelo,

sabe que no existe mejor sonrisa que la natural?

Y no "natural" de "naturaleza", si no de la que no se puede colorear ni con las

mejores y más caras pinturitas de las mujeres que a su vez, insisten y persisten

en delinearse la mirada, los labios y quién sabe cuándo,

el alma con anuncios tales como:

"Maquíllese la felicidad y tendrá una sonrisa de 24 hs".

Page 73: La paz de una mujer en los días de abril

SE TRATA DE QUE SE TRATA

Nunca es fácil escaparse,

ni soñar, ni despertarse.

Los minutos duran horas,

cuando viajo solo al sur.

No es tan cierto lo que gritan,

lo que inventan, lo que dictan.

La verdad está en los ojos,

cuando se trata de amor.

Page 74: La paz de una mujer en los días de abril

EL HECHO DE TOMAR DISTANCIA JACTA QUE:

Entre naufragados no extraviemos salvavidas.

Entre navegantes no giremos el timón.

Entre los fantasmas no pisemos cubrecamas.

Entre resacados no olvidemos el licor.

Entre los amantes no seamos tan sinceros.

Entre mamarrachos no pidamos compasión.

Entre paraísos no exijamos que este Eva.

Entre debutantes no bajemos el telón.

Entre historiadores no miremos al pasado.

Entre soñadores no olvidemos ilusión.

Entre kamikazes no seamos terroristas.

Entre mentirosos no apostemos, corazón.

Entre diferencias no marquemos los errores.

Entre los perdones no olvidemos olvidar.

Entre las canciones no robemos los acordes.

Entre las pestañas no prohibamos lagrimear.

Entre las estrellas no midamos la distancia.

Entre lo que sobra remarquemos el faltar.

Entre madrugadas no archivemos los deseos.

Entre mandamientos propongamos quince más.

Page 75: La paz de una mujer en los días de abril

MOLINETES Y DESEOS

Se conocieron así, viajando:

"Fue en el subte", aclara siempre ella;

mientras que a continuación y con certeza,

el exclama "Línea C, estación Lavalle, a eso de las 18:35".

Ése viaje de invierno fue eterno y efímero para los dos.

Sus latidos, obsoletos.

Él, se bajó en la siguiente. Ella, aún lo sigue buscando.

Ambos, nunca se enteraron de sus alianzas,

compromisos, trabajos ni estudios.

Solo sus miradas formularon la ecuación de los amantes.

El resto, fueron canciones.

Page 76: La paz de una mujer en los días de abril

RESULTADO CÓSMICO

Indescriptible es el carácter del desconcierto.

La amplitud y la velocidad con la que la mente diagrama al laberinto

en donde mi personaje indaga la salida, es feroz.

Brutalmente depredador es el tiempo.

Mastican las agujas al síntoma añejo de extrañarte.

Y no me sienta mal, me adapto a la situación de ubicarte entre líneas

de un sueño cumplido. De cercar con decisiones y coherencias al paraíso

de tu nombre que poco a poco fue mutando en un campo de exterminio

en donde las ilusiones y las esperanzas estaban destinas a esperarte.

Regar con ironías a un ser enamorado atrae sus consecuencias.

Sequía en la retina mirando a un cometa desorbitado que busca otra galaxia.

Page 77: La paz de una mujer en los días de abril

VISIÓN DE UN PACIENTE

Un médico,

un policía,

dos vendedores ambulantes,

cuatro esquinas, tres señoras,

una pareja discutiendo,

un hombre fumando, cien cigarrillos de ayer,

un carrito con hombres del mañana,

bolsas, teléfonos,

autos,

dos motos quietas, tres cascos en el brazo,

bocinas, calor, mucho calor,

cestos de basura, basura en el piso,

sueños, corridas,

gente apurada,

oficinistas y extranjeros,

simulacro de incendio,

postal de la plaza,

demoras, gritos, sonrisas,

un amor en babia, un enamorado en Hawái,

gente que se encuentra, de suerte,

una monja, dos teléfonos públicos,

avisos de sexo en privado,

idiomas, revistas, delirio,

un payaso que roba sonrisas,

un patrullero que previene...un patrullero, ahí,

quita pelusas, tomates locos, muñecos,

mallas de los Power Rangers,

chicos que nunca vieron dibujitos,

padres que siempre los hacen trabajar,

realidad, Microcentro, calvario,

Rivadavia y Florida.

La Biblia,

de gente atea,

y el calefón,

de gente sin gas.

Page 78: La paz de una mujer en los días de abril

A LA DISTANCIA

La señora comenzó a tejer con sus agujas desvencijadas y oxidadas por el frio

y el viento de un invierno ya lejano. Cruzaba sus dedos, cruzaba sus piernas,

sus botas grises, ya sin color, las mismas que adornaban la baldosa de la plaza.

Una imagen perfectamente sepia encontré en sus retinas.

Un cuadro y otro rombo para el derecho; una lanza amarilla y un corazón

desbordante de rojo para el izquierdo.

A la espera, un anciano que denotaba el paso del tiempo, piel curtida, manos

amplias y una zapatilla de cada marca. Ambas extranjeras, como su horizonte,

aquel donde sigue encontrando a la abuela de sus hijos, cruzando la inmensa

lágrima que separa Bernal de Montevideo.

Y yo los vi, y yo la vi, en los ojos del señor,

la sensación de un primer orgasmo adolescente al probarse los guantes

que su razón de vida le tejía hoy, Martes de Invierno, 5 del 7 del 2011,

pasando el mediodía, bien lejos de Bernal,

incalculablemente distantes de Montevideo.

- ¿Por mentirle al estómago?

Me pregunto ella, sonriente y sincera, al ver mi almuerzo laboral.

Si como mucho me duermo señora, le respondí,

casi tan sonriente como el anciano,

que abrió los ojos como estrellas fugaces al ver que yo,

con las manos decididas, corte el almuerzo en tres y repregunte:

- ¿Almorzamos? , no será mucho, pero es rico.

El viejo corto su mitad en dos y le entregó la otra a su mujer, diciéndole:

- Feliz semana de la dulzura, bichito, a lo que ella respondió:

- Te vas a llenar los guantes de migas, sacatelos amor.

Y me fui, les deje la gaseosa y me prendí un cigarrillo.

Al girar, estaban ahí, sentados en ese banco de la Plaza de Mayo,

abrazados, escondiéndose del frio, saludando.

“Gracias hijo”, me dijo ella. “Gracias flaco”, retrucó él.

Yo, sonriente, muy sonriente, ya sin hambre:

Con el estómago repleto de placer.

Page 79: La paz de una mujer en los días de abril

“El mantenimiento de la paz,

comienza con la autosatisfacción de cada individuo”

Dalai Lama