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La poesía de la desnudez de Eugéne Guillevie LOURDES CARRIEDO LÓPEZ. U.C.M. La poesía de Eugéne Guillevie podría representarse, en un esfuerzo de simplificación paralelo a su quehacer poético, en ¡a imagen significativa del menhir neolítico, de ese gran monolito vertical que tanto abunda en las costas bretonas, precisamente lugar de origen del poeta. La elección de dicha imagen se fundamenta en varios motivos. En primer lugar, por la propia materia del monumento, la piedra, la roca -noche absoluta de la materia- eje de la arquitectura material del poema guilleviciano. Piedra difícilmente penetrable por la conciencia, que reenvía a un universo cerrado y opaco poseedor de esa hermética “clausura del objeto” que tan dolorosa resulta a tos poetas contemporáneos. Piedra, además, enclavada en la tierra, prolongación pues de ésta, como solidifi- cación y erupción vertical. En segundo lugar, por esa precisamente su verticalidad, eje imaginario dominante en la poesía de Guillevic, en su doble tendencia tanto hacia lo alto como hacia lo bajo y profundo. Verticalidad a la que tan sólo se opone la extensión horizontal de la ciudad (tema monográfico de 1/lite), y del mr, (tema dominante en Carnac), generando ambos en última instancia una ambivalencia simbólica. En tercer lugar, por su simbolismo de culto ancestral, bien como culto al sol y a la luz, bien como intento de dar cobijo a las almas errantes que pueblan el espacio estelar, tema frecuentemente recreado en la poesía guilleviciana. Revista de Fitología Francesa, 2. EditoriaL Complutense, Madrid, 1992.

La poesía de la desnudez de Eugene Guillevic

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La poesíade la desnudezde EugéneGuillevie

LOURDES CARRIEDO LÓPEZ. U.C.M.

La poesíade EugéneGuillevie podría representarse,en un esfuerzodesimplificaciónparaleloa su quehacerpoético, en ¡a imagensignificativadelmenhir neolítico, de ese gran monolito vertical que tanto abundaen lascostasbretonas,precisamentelugarde origendel poeta.

La eleccióndedicha imagensefundamentaen varios motivos.En primer lugar, por la propia materia del monumento,la piedra, la

roca -noche absolutade la materia- eje de la arquitecturamaterial delpoemaguilleviciano. Piedradifícilmente penetrablepor la conciencia,quereenvíaa un universocerradoy opacoposeedorde esahermética“clausuradel objeto” que tan dolorosaresultaa tos poetascontemporáneos.Piedra,además,enclavadaen la tierra, prolongaciónpuesde ésta, como solidifi-cación y erupciónvertical.

En segundolugar, por esaprecisamentesu verticalidad,eje imaginariodominanteen la poesíade Guillevic, en su dobletendenciatanto hacia loalto comohacia lo bajo y profundo. Verticalidad a la que tan sólo seoponela extensiónhorizontal de la ciudad (tema monográfico de 1/lite), y delmr, (tema dominanteen Carnac), generandoambos en última instanciaunaambivalenciasimbólica.

En tercer lugar,por su simbolismodeculto ancestral,bien comoculto alsol y a la luz, bien como intento de dar cobijo a las almas errantesquepueblan el espacio estelar, tema frecuentementerecreado en la poesíaguilleviciana.

Revista de Fitología Francesa, 2. EditoriaL Complutense, Madrid, 1992.

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En cuarto lugar, y en relación con lo anterior, por ser piedra quecontiene en sí el misterio de civilizaciones remotas, comprimiendo eltiempoen una inmutabilidadcasiperfectay exasperante,“pierre qui dure”,a la que la concienciaseencargaráde conferirunavida interior imaginaria.

En quinto lugar, por su ausenciade relaciónfísicadirectacon las demáspiedras,a no ser la de su relaciónvisual y la de su disposicióngeométrica,bien en alineación,bien en círculo (ejes dominantesen la dinámicadelpoemade Guillevic) pero nuncaen contactodirecto entresí como ocurre,por ejemplo, con las piedrasque configuranel dolmen. El menhir es unmonolito, unaúnicapiedra,y la miradaha saltarde uno a otro paraextraerlas posiblesrelacionesexistentesentreellas,del mismomodo que la lecturadel poemaguillevicianonos impone un ritmo discontinuoentre los versos,en el que los espacios en blanco desempeñanun papel capital yestructurante.

El menhir nos sirve, pues,de imagenprimera para adentramosen elestudiode la poesíade Guillevic queen estetrabajo,como el titulo indica,seguiráel hilo conductorde la desnudez,del “despojamiento”,ostensibletanto en lo temáticocomo en lo formal, obedeciendoa unapeculiarvisiónde las posibles-imposiblesrelacionesentre el hombrey el mundo a travésdel prisma mediador del lenguaje, portadora su vez de su propia “al-teridad” (“étrangeté”)al tiempo que de sus propios limites (ses “termes”).La palabraidentifica y define una cosa, pero también la limita y aleja denosotros,cerrándolasobresí misma. De su dificultad ya nosavisael poetaen Terraqué:

Les mots, les motsNc se Iaissent pas falteComme des catafalques

Et touto langsieEst ¿trang?rv.’

Se intuye así, tras estas primeras líneas introductorias, la perfectacoherenciaexistenteentre concienciadel mundo y expresiónpoéticade lamisma, dobleaspectoqueaquífocalizaremos.

‘E. Guillevie, Terraqué, Paris: Gallimard, 1942, p. ¡55.

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Si volvemosentoncesa nuestropuntode arranque,a la imagenmaterialde la piedra, encontramosque, a diferencia de lo que representaparaFrancis Ponge,no suponepara Guillevie interés alguno en cuanto a ladescripciónpuntual y detalladade su superficieo de su exterioridad,nitampoco en cuanto generadora de ensoñacionesde profundidad einterioridad. Perosí interesacomo símbolo de opacidadde la materia,desu irreductibilidad e impenetrabilidad,provocadorade la conciencia através de su “capacidad hipnótica”, dejando intuir otro espacio, otro“domaine’, otro territorio que el poetaintenta explorar a pesar de lasbarrerasqueexistenparaello aún en las cosasmás cotidianas.

Importaentoncesencontrarla llave que abra esapuertaque escondeelmisterio del mundo,eseotro espacio,esaotra vertientede la materiaen laque el poetaindaga en uno de sus libros más bellos, tituladoDu domaine(1977). En él, efectivamente,Guillevic se lanza a ftanquearlos límites nosólo de lo real y de lo imaginario sino tambiénde lo temporal, tendiendono ya sólo a absorberlos orígenesancestrales,sino tambiéna dibujar elfuturo en unaespiralde metamorfosisdela materiay del ser.

Límites meramentematerialesimpuestosen un primer momentopor lapiedra,la rocay el muro, constitutivoesteúltimo de una ensoñaciónnega-tiva paralelaen Guillevic a la de Reverdy: la angustiageneradapor elobstáculoinfranqueablesituadotanto fuera como dentrode nosotros.Asíleemosen Exécutoire:

C’était toujours les inuraQui divisaieat [‘espere et qui neus

séparmentDu chasis de la fleurjaune aussi bien que

des joues.C’était en nous, sasis deute,.. 2

Pero afortunadamentea veces el muro -a diferencia de la piedra-presentaorificios de entradaal “domaine”, territorio inexplorado y virgendonde el yo emprendesu caminarhacíael centro. La puertapresentalaposibilidad de tránsito, de paso,de cambio, erigiéndose,en palabrasde

2E. Guilievic, Exécuw¡re, Paris: Galiimard, 1947, p. 182.

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Bachelard,en “síntesisde llegadasy de partidas”, ademásde posibilitarelaccesoal mundo a travésdel lenguaje:

¡1 y en a qn1 doivent

Longer ce inur, le méme,Et tácher de l’ouvrirAyee des mots, des noms qu’il s’agit de trouver

Pour tout ce qui si’, pñs de fc’nne et pas de non,>~

Por lo tanto, paranombrarlo aún innombrado,paradarforma y consis-tenciaal universoexteriorhabráqueencaminarsehacia el centro,al núcleode las cosas, que es tambiéngeneradorde la palabra.Este es el puntointensamentebuscadopor el poeta,ubicadoen una esferacuyoslimites sepierden en el infinito sintetizandola totalidad espacio-temporal.Estabúsquedageneraun recorrido,un “cheminement”, hilo conductorde supoesía, desde lo más absolutamenteexterior basta lo más profundo einterior del propio yo que es, en definitiva, donde se halla la clave deluniverso.De ahíel cambiodireccionalque se produceen esecaminar,quepuede seguir diferentes itinerarios en función de las diferentes figurasgeométricastrazadas:línea recta, curva, elíptica, o espiral que conducensiempre-con o sin trampa espacial-al centro, existentee inexistentea lavez:

Jo finiral par étreCe poiní auquel jo tendsVrm rnoi-m&ne, le centit,

Et qn1 n’est pasA

A lo largo de eserecorridosurgeespontáneamentela duda acercade laexistenciareal de las cosas,e incluso de la del objeto mismo de la bús-queda. Se pone así de manifiesto la distancia existenteentreel yo y lascosasreales,entreel yo y el paisajeque le rodea, del que tan sólo sepercibenrecurrentementelos mismos y escasosaccidentes,figuras- clave

ibid., íd., p. 143.

E. Guillevie, Euchd¡ennes, Pans Gallhrnard, l%7, p. 185.

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de la poesíaguilleviciana,quehuyesiempredela descripciónfigurativa, yque aparecende manera obsesiva:murs - arbres - nuages - branches-

feujíles y, sobretodo, el estanque,líquido matricial, subterráneoy prof-undo cuyo accesosólo sepermiteal iniciado: “Ne réussitpas qui veut/Atrouverl’étang”, senos diceenDii domarne.

La huidade la descripciónde un paisajereal, figurativo &resentadoennegativoa travésde la litote), y La duda misma acercade su existencia,establecenuna dialéctica, un vaivén de movimientoscontradictoriosquemarcanel ritmo del poemay quehacende la antítesisuna de sus figurasesenciales.El mundo existe y no existe a la vez, en la simultáneapresencia-ausenciade sus elemento~ñ

Le feu,Pas le feu.L’espaee,Pas I’espatt.Les jeux,Pús les jeux.Los reves,

Fas les reves.Les homines,Fas les hommes.

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El poemaavanza,pues,en un estricto paralelismode impulsos antité-ticos, que a vecesdesembocanen la única solución posible: el silencio.Silencio “en continuabúsquedade si mismo” que contribuyea configurarese paisajede la desnudezen exactaconsonanciacon el espacio interior.Carnede silencio a la que habráque cincelarleel canto, cual minucioso“escultordel silencio”, segúnla propiaautodenominacióndel poeta.

Estesilenciocobracuernoen el poemapor dosvías esenciales:a travésde las interrupcionesde la sintaxis, en la que domina, como veremos,ladiscontinuidad;y a travésde las interrupcionesdela prosodia,causantesdeun avanceentrecortadoy fragmentado,muy distantedel procedimientoen-volvente de otros poetas contemporáneoscomo, por ejemplo, St. JohnPerse.

‘E. Guilevio, Sph?re,op. oit, PP. 119-120.

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En estesentido,Guillevic tiende a la escriturapoéticaen versoslibres,siempremuy breves,entre los cualesse procurala máyor desvinculaciónposible.Raro es el poemaen el que encontramosestrofasde más de tresversos, siempreseparadasde la siguientepor puntos suspensivosu otrossignostipográficos.Encontramosasíconjuntosmínimosde versossemánti-camenteautónomosseparadospor espaciosen blancoque al sucederseenintervalos regularesprocuran, sin embargo, una cierta sensacióndecontinuidad.

En estosmicrosegmentosdel poemano resultanecesariala presenciadelverbo, puesbastacon los destellosdel pensamientodel mundo en los queapenasbrota la acción:

Le jeu du soleilSur le trono du eh¿ne

Le temps d’un bonheur.o

Sur ehaque choseEn plebe lumi’ere,

Le goút do secret.6

El poemaavanzaasía basedepequeñosimpulsosde energía,queel propiopoetadenomina “quanta” inspirándoseen la teoría cuánticapor la que,como se sabe, la energía se emite y se absorbede manera discontinua.Dichos impulsosgeneranun ritmo binario o ternario o, incluso,monolí-tico, que respondea un constanteafán de concentraciónformal. Estavoluntad de simplificación se manifiestaincluso a la horade hacerpoemasen forma fija comoel soneto,entendidocomo “solidez métricay sonoradeuna evidenciaquesepresentay se cierra sobresu propiaunidad” en pala-brasde J.Y. Debreuille7.Guillevic cultiva estaforma poéticaen su etapade máximaadhesiónal gruporegido por Louis Aragon,defensora ultranzadel sonetocomo forma poética representativadel espíritu nacional. Es elmomentode ¡a publicaciónde Tremea un sonnets(1954) y de Gagner(1945-48)que coincidecon su compromisopolítico de denunciade la reali-

‘E. Guillevio, O., do.naine op. cit., p. 67.

J. Y. Debreuflle, ¿‘E/re e¡ ¿e para&re. ¿ ‘Episodedessonneis,p. 67.

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dad histórica.Perosalvo en estaetapaen la que Guillevie se enfrentaa laapuestadel versoregular,casimás por motivos ideológicosque pornecesi-dad propiamentepoética, su versorespondegeneralmentea la respiraciónde su propiaconcienciasituadaanteel mundo. Pueslo que interesaes laaprehensiónque el hombretienede éste.Así se explica la redundanciadelos títulos de las seccionesde sus libros; tanto en Terraqué, como enSphére,como en Gagner encontramosuna seccióntitulada “Conscience”quecasualmentesiguea “Choses”,

Frentea la terribleexterioridad(“en dehors”)del mundo,representadometafóricamentepor la piedrao el muro, símbolosde impenetrabilidad,laconcienciaha de buscarindicios de resquebrajaduraso vanospor los queintroducirse.La grieta, no ya tanto física-como el casode la puerta- sinopsicológica,se hallaráentoncesen la personalizacióndel universo,genera-dorade la mayoríade las metáforasverbales.El ejemplo más evidentenoslo proporcionael poema “Carnac” de Terraqué, donde se manifiestalaagresividaddel mundo:

Les snenhirs la nuit vont et viennentEt se grignotent.Les foréts le sois font du bniit en

niangeantA

Proliferanasí los indicios de esavida ocultaposeidapor los objetos,quea vecesse manifiestasubrepticiamentepor medio de un ligerisimo temblorrápidamentecaptadopor la tetinasiemprealertadel poeta.La concienciayel mundo se interpenetran,pudiéndoseestableceruna intercomunicaciónarmoniosavencedorade la escisióny separacióninicial entrehombrey uni-verso,y que seprolonga en otrasmetáforasde la vida: la sonrisa,la san-

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gre, la saviao inclusoel aguaPeroel paisajedesnudode los poemasguillevicianosse halla asimismo

pobladode los vestigiosde lo que fue, tanto orgánicocomoinorgánico,en

‘E. Guillevie, Terraque’. op. dr., p. 57.

‘Ver a este respecto, el estudio de J.P. Richard sobre Guillevic, en Onze ¿tudes sur lapoésiemodeme,Paris: Seuil, ¡964, PP. ¡83-206.

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una esquematizaciónque a vecesdesembocaen lo geométrico.Proliferanentonceslos esqueletos,los caparazones,e incluso el manto vegetal endescomposición.Es precisamenteésteuno de los temasrecurrentesde losseis poemasque componenRequ¡em(1938) donde apareceasimismo otrode los temas preferidos de la poesía contemporáneafrancesa,el de latransformacióno metamorfosis.En estecaso,a diferenciadela transforma-ción súbitay rápidaque dominaen los poemasde Supérvielle-a quienvadedicadoel libro anterior-, en los de Guillevic ésta seoperalentamente,por medio de un largo procesode maduración.Es lo que ocurrecon elmenhir, roca de origen poéticamenteígneo,de un fuego poseedorde unavida anuladapor el tiempo:

Le temps, le tempsA pu falte d’une flamnie

Une pierre qni don debout.10

Perono sólo setrata de remontarel tiempo hasta encontrarsu “noyau debraise”, no se tratasólo de beberen sus fuentes,sino de enraizarseen unpresenteque rezumaya los signosde un tiempo futuro. Nos lo ilustra elpoematitulado “Arriére-plage” en el que se intuye el futuro de la roca enesaarenalamidapor un mar personalizado,verdaderafuerzaactancialen ellibro de poemastitulado Cornac (1961). En él, el mar permite la unión delos contrarios,del mismo modo que la escriturapropicia la uniónde la vozy del silencio, de la palabra y del espacioen blanco; permiteese tiempoantitético’1 “Qui chanteleur silence/Etsetait dansleur chant’.

Y puesto que, como vimos anteriormente,la voz del poetasebusca atravésdel silencio, no sólo de sí sino tambiéndel mundo, cabeplantearsecual es la relaciónque seestableceentrelos tres ángulosdel triángulo de laexpresiónpoética:antropos-cosnios-logos.Si bien la primera relación, an-tropos-cosmos,no dejade ser conflictiva debidoprecisamenteal distancia-miento existente entre los dos polos, parcialmenteneutralizado por elesfuerzode la conciencia,la relaciónentreel hombrey el lenguajeno lo es

‘“E. Guillevic, Terraqué op. oit., ¡t 13.

“E. Guiflevic Sph=re,op. oit. p. >28.

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menos,puessi ésteúltimo le sirve al hombrepararepresentarel mundo, seimponeuna flagranteinadecuaciónentreel deciry la cosa,entrelo dicho ylo sentido y percibido. Reside ahíprecisamenteel dramade la creaciónpoética,desgarraduramás que realización feliz, dado que la palabra, eltérmino (“le terme”) contieneen su senosuspropioslímites.

Por lo tanto, el único armaqueposeeel poetaes en si imperfecta,peroesla únicaexistenteparacomprender,aprehendery poseerel mundo.Puesno puedeconforinarsecon “decirlo” y nombrarlo,sino quepretenderápro-ferir el cantode su adecuacióna la conciencia.Efectivamente,“chant” o“chanson”seconvienenen títulos redundantesde seccionesde muchos desuslibros. No hay más quehojearel indice de Sp/tére,donde“Chansons”siguesignificativamentea “Choses” y “Conscience”,con lo queel trípticocosmos-hombre-lenguajese completabajo el símbolo de la esfera. En suentrevistacon RaymondJean,el propio Guillevic lo confirma: ‘la sph~rec’est A la fois la plan~te terraquée,la spbéredu domaine intérieur et lasphéredu poéme”’2

El problema estribaráen localizar los puntosde tangenciao de inter-secciónentre las diversasesferas,quese encarnanenel poemaen esasfra-sesbreves,en esosbloquesmonliticossin relaciónaparente,tal y como noslo representábamosmetafóricamentea partir del menhir al principio deestaexposición.

Perobien esverdadque, si bien cadaversoo parejadeversospresentanunasignificaciónautónoma,unavez engarzadosy, a partir de su redundan-cia temática,pueden generarun poema,muy complejo, quedesbordasuspropios limites formales para abarcar la totalidad del libro. Así, ladiseminaciónconducea una ciertacontinuidad,detal maneraque la arqui-tecturadel libro respondeperfectamentea una estructuraorgánica,enten-dida como totalidad rítmica y semántica,en la que el primer y el últimopoemase corresponden,cerrandoel circulo y marcandoel proceso opera-do entre uno y otro. Lo ilustra a la perfecciónel libro Vi/le, significati-vamentesubtitulado“poéme”, en el quese producepoemaa poemala asi-milación de la ciudad-naturalezapor partedel hombrehastasu más comple-

‘~S. Gaubert Lire Ouillevic, FUL.. ¡983, p. ¡29.

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ta interiorización, generandofinalmente un paisaje interior orgánico yurbanoa la vez’3:”Il avait trop de bruits/Dansles rues de son sang”.

El poemaestableceasí una red de relacionesque lo configurancomo“tejido verbal”. El avancede éstese produceen dialéctica,en una tensiónquesin embargono impide el progreso.

El punto de partidade estetrenzadova a ser por lo general la cosa, elobjeto, siempreconcreto,siemprecentradoen la substancialidadde la ma-tena: por lo tanto, el elementomatricial del poemaserásiempreun sustan-tivo, absolutamentedominanteen la poesíamaterial de Guillevic, quehuyede los contornosimprecisosy diluidos del adjetivo. Predominiopor lo tantode la materialidaddel objeto quea lo largode la producciónpoéticaguille-viciana se va deslizandohacia su núcleo abstracto,de tal maneraque llegaa producirseuna geometrizacióndel espacioy de la materiaen Euclidien-mss parallegar a una esquematizaciónmáximadel lenguajerepresentadaenInclus. Sobran aquí claramentelos nexos sintácticos, y proliferan lasyuxtaposiciones,los asindetony las elipsis, y, consecuentemente,la sinta-xis interrumpidadel anacoluto.

El verbo, cuandoconsta,espor lo generalde orden nominal o respondea la expresiónde un deseo,o de una posibilidad,de unahipótesiso de unconocimiento,pero no proliferan los verbosde acción, en estricta conso-nanciacon la escasanarratividadde la poesíaguilleviciana.

A esta depuraciónen la sintaxisde la frase, a esta condensaciónde-finitiva del lenguaje responde asimismo la estructura de las figurassemánticasdel discurso. Efectivamente,escasasson las muestrasde lafigura analíticapor excelenciacomo es la comparación,pero aún así supresenciaes mayor que la de la metáfora “in praesentia”.Si hay fusiónentre los elementosdel mundo ésta no es visible, al menos en un nivelsintagmático.Y, por otra parte, la percepciónde las relacionesexistentesentrelas cosasdel mundono puedeconducirúnicay exclusivamenteal fun-damentode la analogía,sino, además,al de su diferencia,pues,como dicePonge’4: “Les analogies,c’est intéressant,mais moins que les différences.II faut, á traversles analogies,saisir la qualitédifíbrentielle”.

‘“E. Gui¡levic, Vi/le, Paris: Ga¡limard, ¡969, p. ¡46.

‘4F. Ponge. Méthodes, Paris: Gal¡ia,nrd, ¡961, p. 22.

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Todo es al mismotiempo igual y diferente,próximo y distante,asequi-ble e inaprehensible.El lenguajepoético seráentoncesesecatalizadorquepermita la fusión de fuerzas opuestasa través de un gran esfuerzodesíntesis,y en última instanciade depuración,capaz de transcribirdirecta-mente la instantaneidaddel impacto absolutode lo real en la conc¡enc¡a.Por eso, el secretoy al mismo tiempo la magia del poemaestribaráen subrevedady condensación.El poeta lo señalaen Inclus sin dar opción aréplica alguna:

Peu de paroles,Car trop de paro¡esBouchent ¡e creux

Et la r¿sonance: adieu.15

5E. Guillevic, ¡siclos, Paris: Gallimard, ¡973, p. 191.

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