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Dossier de Prensa

La Primera Guerra Mundial en Alianza Editorial

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Centenario Primera Primera Guerra Mundial

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Ricardo Artola (1962) es editor, divulgador de historia y traduc-tor. En la primera faceta ha trabajado en Alianza Editorial, Editorial Planeta y Ediciones B. En total ha desempeñado la profesión durante un cuarto de siglo. Como divulgador de la historia, además de este libro ha publicado (siempre en Alianza Editorial) La Segunda Guerra Mundial. De Varsovia a Berlín (última edición en 2005) y La Carrera Espacial. Del Sputnik al Apollo 11 (2009). También es autor de Y un día dejé de fumar (La Esfera de los Libros, 2012).

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CENTENARIO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Como si de sonámbulos se tratara, las grandes potencias de principios del siglo xx se embarcaron en una guerra que cambiaría la faz de la tierra, y cuyas consecuencias para la posteridad fueron la instauración de los dos grandes totalitarismos y sus atroces secuelas, y sobre todo, el fin de un mundo optimista, próspero y que creía que el futuro era suyo. La I Guerra Mundial no se limita a describir los aspectos militares de un conflicto que ha proporcionado numerosas lecciones sobre la política internacional y mostrado con toda su crudeza las miserias y grandezas del ser humano, sino que incluye, además de una selección iconográfica y una cuidada cartografía, apartados específicos sobre cronología, armamento, protagonistas y una bibliografía comentada.

Un libro que ofrece nuevas perspectivas al debate, mediante un relato apasionante que aporta una información contrastada y se complementa con una impresionante iconografía.

Ricardo ArtolaLa Primera Guerra MundialDe Lieja a Versalles

LIBROS SINGULARES (LS)

15,50 x 23,00 cm280 páginasRústica

ISBN 978-84-206-8421-5Código 3432704

€ 20,00

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La Primera Guerra Mundial fue una poderosa fuerza de la historia. Derrocó imperios, alumbró revoluciones, sembró Eu-ropa de naciones nuevas, desangró a una generación, dinamitó el concierto de las naciones y dicen que acabó con la inocencia de los pueblos. Es muy difícil encontrar algún acontecimiento histórico más rico, profundo, diverso e influyente.

Pocas veces el mapa de Europa —la pesadilla de los cartógra-fos— cambió tanto y en tan poco tiempo. La vieja Europa, que inexplicablemente fue a la guerra con cierto grado de in-consciencia, arrastró al mundo en sus disputas y se dejó en el camino parte de su poder.

Este libro se basa en fuentes secundarias exprimidas por el autor con la intención de ofrecer al lector lo mejor de cada una de ellas. Es deudor de una visión distinta de la guerra, que no sigue caminos trillados, y huye de la tan presente corrección política.

Quizá el aspecto más novedoso que encontrará aquí el lector sea un tratamiento más equilibrado de los dos principales bloques enfrentados, y muy especialmente del papel de Ale-mania. A mi juicio, la pesada sombra del nazismo, a pesar de ser posterior, ha influido considerablemente en la imagen y el tratamiento que se le ha dado a ese país, incluso por parte de los propios alemanes.

Creo que el hecho de no ser ciudadano de ninguno de los países que combatieron en la guerra me libera de tener que hacer propias visiones impregnadas de espíritu nacional que nada tienen que ver con la historia.

El relato de la guerra sigue parcialmente la cronología de los acontecimientos, pero los agrupa de manera diferente a otras obras.

El capítulo I describe el mundo anterior a 1914, los problemas entre las potencias y las últimas semanas antes de que sonaran los cañones.

En el capítulo II se narran los primeros pasos de la guerra, los choques de los beligerantes entre agosto y diciembre de 1914 en todos los frentes. Dada la posterior evolución, estos mo-vimientos tendrán una profunda influencia en el desarrollo ulterior del conflicto.

El capítulo III abarca toda la actividad bélica en el frente Occidental —el «corazón» de la guerra— desde 1915 hasta 1917. En esos años los beligerantes lucharán sin cuartel y sin beneficio.

Con el capítulo IV nos adentramos en la inmensidad del fren-te del Este hasta finales de 1916, pero también en casi todos los demás teatros de operaciones durante toda la guerra: Ita-lia, África, Oriente Medio, el Cáucaso y Mesopotamia.

Los dos intentos mutuos y simultáneos de agotar económica-mente al bloque enemigo (el bloqueo y la guerra submarina) son tratados en el capítulo V, que además analiza el aspecto económico de la contienda y esboza brevemente la vida civil de los principales combatientes.

La singular forma de combatir en casi todos lo frentes, que dio lugar a un nuevo tipo de vida militar en primera línea —la trinchera—, es el objeto específico del capítulo VI.

El derrumbe de Rusia, la entrada en guerra de Estados Unidos y las últimas ofensivas en Europa se tratan en el capítulo VII.

Finalmente, el capítulo VIII refiere los acuerdos de paz y las múltiples y complejas consecuencias de la Primera Guerra Mundial.

El lector también encontrará una variedad de complementos imprescindibles, útiles y/o cómodos, que suelen estar disper-sos en múltiples obras. Desde los ineludibles mapas para si-tuar la guerra en el espacio hasta una cronología de todos los frentes para descubrir sincronías sugerentes, pasando por un glosario con los principales protagonistas. Pero también un apartado específico con muestras del armamento empleado y una bibliografía comentada para orientar al que esté interesa-do en profundizar en el conocimiento de la guerra.

Mención aparte merecen las abundantes imágenes de la época, comentadas, que nos permiten vislumbrar, casi por primera vez en la historia, cómo es un guerra moderna.

Al tratarse de una obra introductoria y divulgativa, me sien-to obligado a renunciar a las notas y también a citar cons-tantemente la fuente de las ideas que expongo, cuando no son propias. Precisamente por eso la bibliografía es comen-tada y permite identificar a aquellos autores de los que soy más deudor.

Tampoco soy partidario de introducir muchos nombres pro-pios que distraigan al lector no iniciado en el tema. Una vez más, esta carencia se intenta subsanar en los perfiles de los protagonistas incluidos en el glosario.

Siempre procuro narrar los hechos desde la perspectiva de la época, analizar cómo los vivían los contemporáneos que no tenían una visión de conjunto de lo que estaba pasando. Aun-que, por supuesto, doy las claves para entender los distintos procesos.

Los aniversarios deberían servirnos para volver a ver los he-chos históricos con una mirada nueva y desprejuiciada, pro-pia de alguien cuyo padre aún no había nacido cuando termi-nó la guerra, como es mi caso. Espero que este libro sirva para que otros descubran y compartan (o no) esa mirada.

Sobre este libro. Por Ricardo Artola

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¿Por qué otro libro sobre la Primera Guerra Mundial?

En primer lugar tampoco hay tantos, a pesar del inminente centenario del inicio de la guerra y de su secuela de noveda-des. Además, creo que en el mercado español no hay ningu-no como este, de carácter netamente divulgativo pero que no elude los principales debates sobre la guerra.

En ese sentido, ¿a qué lector va dirigido?

Sin duda lo puede leer cualquiera, desde el profano en la materia (incluso el que no está acostumbrado a leer historia) hasta conocedores del conflicto que quieran tener a mano un buen puñado de informaciones adicionales.

¿Y qué va a encontrar en este libro?

Una síntesis del conflicto con un lenguaje claro y pensando en todo momento en el lector menos avezado. Además se incluye numerosa información en forma de cuidados ma-pas, perfiles biográficos de los protagonistas, una cronolo-gía desglosada por los frentes principales, unas impresio-nantes imágenes de la época comentadas por el autor y una bibliografía comentada. A pesar de que estamos en la era de la información, todavía sigue siendo necesario el filtro del autor (y del editor) sobre la avalancha de información. Lo que uno encuentra en internet es información en bruto, a veces buena y otra mala, imprecisa o falsa. La obligación del autor es filtrar esa información y garantizar lo más po-sible su exactitud.

Ahora que vamos a conmemorar el centenario del princi-pio de la guerra ¿se puede decir algo nuevo sobre su origen?

Sin duda. Cada generación necesita repensar los grandes acontecimientos históricos a la luz del presente. En este sen-tido ha llegado la hora de decir que la responsabilidad por el estallido de la guerra estuvo bastante repartida entre las grandes potencias de la época, por tanto cabe hablar de una falta de liderazgo generalizado en Europa. También hay que decir que no había ningún motivo de peso que justificara una guerra (mucho menos una conflagración como la que

Entrevista a Ricardo Artola

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tuvo lugar). Y que no podemos contemplar el papel de Ale-mania en la Primera Guerra Mundial a la luz de lo que vino luego: el nazismo, Hitler y las cámaras de gas: aunque sea obvio, a mi juicio se olvida.

¿A qué se refiere con el concepto de “la frustración” que da título al primer capítulo del libro?

Es el nombre que he querido dar al fenómeno que se produjo en los primeros meses de la guerra (los correspondientes a 1914). Todo el mundo parecía convencido de la rapidez del desenlace y, por supuesto, todos pensaban que iban a vencer. Sin embargo, en todos los frentes las cosas salieron al revés de lo esperado por todos los combatientes, lo cual ya tiene mérito. Esto es lo que dio lugar a la prolongación de la guerra y provocó la mencionada frustración.

¿Qué simbolizan las grandes batallas de la guerra, todas ellas concentradas en 1916: Verdún, el Somme?

Son el primer intento importante por ambos bandos de rom-per el estancamiento del frente occidental que se prolongaba desde el inicio de la guerra. Ambas batallas son un fracaso para el atacante, pero también para el defensor, puesto que las bajas son terriblemente altas. Verdún simboliza el can-to del cisne del poderío militar francés...hasta la fecha. El Somme es un monumento a la incompetencia militar del alto mando británico, al desprecio por los propios hombres y, aún hoy, el 1 de julio de 1916 sigue siendo el día negro del ejército británico en toda su historia. Son las dos grandes batallas de la Primera Guerra Mundial y dos de las mayores de la historia.

¿Cómo se resolvió la anunciada y esperada confrontación naval entre Gran Bretaña y Alemania?

Esos dos países tenían las mayores marinas de guerra -con gran diferencia- de la época. El ascenso de la Armada alema-na en los años previos a la guerra había provocado inquietud en Londres y está entre las causas del inicio del conflicto. Pues bien, una vez más la palabra frustración domina el es-cenario. Después de inversiones multimillonarias para lograr una Armada disuasoria, y de jugar al ratón y al gato durante dos años, al fin se vieron las caras en la batalla de Skagerrak/Jutlandia, un episodio extraño y controvertido que finalizó sin una victoria clara por ningún bando. Es un buen ejemplo de despilfarro del dinero público, especialmente por parte alemana. Aunque no me gustan nada los contrafácticos, aquí casi se puede afirmar que con la cuarta parte de lo in-

La responsabilidad por el estallido de la guerra estuvo bastante repartida

entre las grandes potencias de la época

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vertido por Alemania en acorazados y cruceros de batalla, pero dedicada a construir submarinos, hubiera alcanzado objetivos mucho más ambiciosos en el mar.

¿Qué puede decirnos del fenómeno de las trincheras?

Pues que aunque no es un invento de la Primera Guerra Mundial, es durante esos años cuando adquiere su mayo-ría de edad y cuando se convierte en todo un símbolo de la guerra. La inmensa mayoría de los combatientes del frente occidental (y un porcentaje no desdeñable en otros frentes) se pasó casi toda la guerra casi enterrada en esas zanjas inter-minables. La vida de trinchera fue un fenómeno muy especí-fico de esta guerra y generó hábitos, horarios, ritos e incluso enfermedades específicas. A mí me extrañó que las obras que manejé no le dedicaran más espacio y yo quise consagrar un capítulo (de un total de ocho) a describir el fenómeno.

¿Qué representa la entrada de Estados Unidos en la guerra?

Es uno de los episodios más transcendentales de la misma. En primer lugar supone lo que yo llamo “invitar” a una potencia no europea a intervenir en los asuntos continen-tales por primera vez desde que Europa inició su expansión a finales del siglo xv… no es poco. Además, la moviliza-ción estadounidense representa el factor desequilibrante del frente occidental y del desenlace de la guerra. La imagen de la llegada de cientos de miles de nuevos reclutas, bien ali-mentados y frescos como rosas, desde finales de 1917 fue un mazazo para la moral del ejército alemán. Y es sabido que la moral es uno de los principales factores del éxito en la guerra.

Finalmente la intervención estadounidense marca clara-mente el inicio de su hegemonía como potencia mundial. El mundo que todos hemos conocido arranca en cierto modo de 1917, cuando empiezan a desembarcar en Francia los sol-dados estadounidenses.

Hablemos de las consecuencias de la guerra

Además de la que acabo de mencionar, y de forma com-plementaria, la Primera Guerra Mundial supone al mismo tiempo el cénit y el comienzo del fin de la hegemonía euro-pea en el mundo. Aunque en 1919 los imperios británico y francés alcanzan su punto máximo, en realidad se trata de un espejismo y llevan en su seno el germen de su descompo-sición. Otra consecuencia son los más de diez millones de muertos provocados por los combates, es decir una genera-ción perdida en varios países europeos.

Y, más allá de las consecuencias “materiales”, ¿cuál sería el legado de la guerra?

En primer lugar hay que mencionar que el conflicto se resol-vió con una paz que en realidad fue una imposición humi-llante a los derrotados, especialmente a Alemania. Teniendo

en cuenta que no podemos hablar de una victoria arrolla-dora, sino por agotamiento, se trata de un proceso especial-mente sangrante.

Aunque no es estrictamente parte del legado, cabe decir que el espejo de la guerra nos devuelve un mundo con una in-quietante carencia de liderazgo y eso es algo que debería ser-virnos de advertencia.

¿Cómo podemos rememorar la guerra un siglo después de su inicio?

Mi sensación es que, muchas veces utilizamos los aniver-sarios para convertirlos en simples operaciones comerciales (publicación de libros, estrenos de películas, etc) o en dis-culpas para rememorar los viejos tópicos, en este caso sobre la guerra. Desde mi punto de vista sería una buena opor-tunidad para revisar las ideas recibidas sobre el conflicto y aportar nuevas reflexiones sobre lo ocurrido. Creo que esta es la mejor manera de rememorar la guerra y así he intentado hacerlo con mi libro.

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Esta guerra trajo la semilla del fin de la hegemonía europea en el mundo

La vida en la trinchera fue un fenómeno muy específico de esta guerra y generó hábitos,

horarios, ritos e incluso enfermedades específicas

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