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La recepción de la «italianidad»: problemas historio gráficos Aurora CONDE MUÑOZ Universidad Complutense de Madrid Uno de los principales problemas a la hora de encajar el estudio de la His- toda de Italia en el ámbito filológico es el de conseguir un enfoque de la mate- da que resulte coherente y funcional. La Historia, en general, entendida desde la perspectiva filológica debe adquirir un valor específico para el estudio de los aspectos extratextuales que sea coherente y verificable en las amplias pro- ducciones de textos culturales, especialmente lingúistico-literarios. Usando los términos de Angelo Marchese (1979), el estudio histórico sirve a la filología para determinar la serie storica, es decir el mundo externo que caracteriza los materiales de un texto y los modos en los que, dialécticamente, texto y emisor se han relacionado con la realidad asumiendo, directa o indirectamente, los elementos objetivos de ésta, así como sus símbolos y mitos. La serie histórica es la más externa al núcleo del texto pero debería mantener un coherente grado de co-ocurrencia con éste. Es sólo por su interacción y relación con el texto por lo que se justifica la inclusión de la Historia en la especificidad filológica, y su eficacia está en gran medida relacionada con su capacidad para desvelar y aclarar secuencias de coherencia textual extranucleares; es precisamente esa función teórica- mente reveladora lo que constituye el problema, aún hoy abierto, de la histo- riografía. Quien escribe es consciente de los límites del valor «esclarecedor» de la Historia y de su validez científica en la reconstrucción de fragmentos tempora- les extensos que el método historiográfico tiende a simplificar en bloques mas o menos unitarios. La voluntad de recomponer un mapa orgánico del pasado, propia de Ja historiografía, crea un tejido de dependencias cronológicas y de Cuadernos de Filología Italiana, 5,81-98. Servicio de Publicaciones UCM. Madrid, 1998

La recepción de la «italianidad»: problemas historiográficos · propia de Ja historiografía, crea un tejido de dependencias ... aísla como nudos desencadenan-tes de un ... del

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La recepciónde la «italianidad»:problemashistoriográficos

Aurora CONDE MUÑOZ

UniversidadComplutensedeMadrid

Uno de los principalesproblemasa la horadeencajarel estudiode la His-todade Italia en el ámbitofilológico es el deconseguirun enfoquede la mate-da queresultecoherentey funcional.La Historia,en general,entendidadesdela perspectivafilológica debeadquirir un valor específicopara el estudiodelos aspectosextratextualesque seacoherentey verificable en las ampliaspro-duccionesde textosculturales,especialmentelingúistico-literarios.Usandolostérminos de Angelo Marchese(1979), el estudiohistórico sirve a la filologíaparadeterminarla serie storica, esdecirel mundoexternoquecaracterizalosmaterialesde un textoy los modosen losque,dialécticamente,texto y emisorse han relacionadocon la realidadasumiendo,directa o indirectamente,los

elementosobjetivosde ésta,asícomo sussímbolosy mitos.La seriehistórica

es la más externaal núcleodel texto perodeberíamantenerun coherentegradode co-ocurrenciaconéste.

Es sólo por su interaccióny relacióncon el textopor lo quesejustifica lainclusión de la Historia en la especificidadfilológica, y su eficaciaestá engran medidarelacionadacon su capacidadpara desvelary aclararsecuenciasde coherenciatextual extranucleares;es precisamenteesafunción teórica-mentereveladoralo queconstituyeel problema,aúnhoy abierto,de la histo-riografía.

Quien escribees conscientede los límites del valor «esclarecedor»de laHistoria y de suvalidezcientíficaen la reconstruccióndefragmentostempora-les extensosqueel métodohistoriográficotiendea simplificar en bloquesmaso menosunitarios.La voluntadde recomponerun mapaorgánicodel pasado,propia de Ja historiografía,creaun tejido de dependenciascronológicasy de

Cuadernosde Filología Italiana, 5,81-98.ServiciodePublicacionesUCM. Madrid, 1998

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relacionescausa-efectoque,en general,se suponenpertenecientesa un «todo»histórico circunseribibley valorable.

Sedatema paraalgo más que un artículo plantearsehastaqué punto losrasgosantropológico-culturalesde Occidenteno jueganun papeldecisivoen laconcepciónmisma de la Historia y en los consecuentesanálisis historiográfi-cos.El Occidentecristianodepositaen lo másprofundodel imaginariocolecti-yo la ideade «fin del mundo»,y de mejoríay superaciónprogresivadel Serdesdela perspectivaético-moral;estasmarcas,identificadascomo partesesen-cialesde la Verdadsagrada,constituyenla basede unapreconcepciónculturaldel mundoy de la existenciaqueinfluye directamentesobrela valoraciónhis-tórica queobservael devenircomoalgo temporalmentemedible, finito y ten-dientea unasuperacióncualitativa, esdecira un «progreso»en sentidoilumi-nísta.Nosreferimosa la presenciaintrínsecaen toda la historiografíade visio-nesprimariasno irracionales,cercanasal conceptode représenzationscollecil-

ves de las que hablaLévy-Bruhl, a fórmulas doctrinalesprimitivas transmiti-das de modo conscientey que afectana los resultadosde una investigaciónquequiereserobjetiva.

ClaudeLévy-Strauss,así como la más recientehistoriografíade corteantropológico,hanreplanteadoel métodoy la esenciahistoriográficos,ponien-

do en duda el principio de objetividad y rescatandoel valor sustancialde lasincronía.La recientediferenciaciónentrelos planos~<fuertes»y «débiles»dela reconstrucciónhistórica(Lévy-Strauss:1963) sin embargo,no ha aportadounasoluciónque,de hecho, otorgueunamayorvalideza los análisis historio-gráficos,salvosi seaceptarala conocidapropuestade hacerdela Historiaalgono necesariamenteexplicativo, ni esclarecedora fines de comprensióndeldevenirhumano: «Lo historia no está ligada al hombre,ni a ningún objetoparticular Consistepor enteroensu método»(Lévy-Strauss;1973. 105).

Estetipo de revisión del métodohistoriográfico,esoriginadapor la limita-ción intrínsecaal propio método,cuyos análisisdurantesiglos,perode forma

especiala partir del Romanticismo,han seleccionadoy ordenadolos materia-les queconstituyenla Historiaconcriteriosmarcadamenteideológicosquehan

consideradolos resultadosde los estudiosun canalobjetivoy privilegiadodetransmisiónde algotan pocoobjetivocomo unaidentidadcultural másamplia.Ello esespecialmenteevidente,y tal vezgrave,en el casode la historiografía

italiana.La realidades que,a pesarde las nuevaspropuestas,aún hoy la historio-

grafía tiendea ordenary justificar unapartede la diacroniahumanaen un sen-tido jerarquizadoy cualitativo,y quemuy a menudolos momentoscronológi-camentedestacados,losquela historiografíaaíslacomo nudosdesencadenan-tes de un supuestoprogreso,coincidencon aquellosen los que predominan

La recepcióndela «italianidad»:problemashistoriográficos 83

narracionesde destruccióny aniquilamiento: «Non vediamoforse come

un‘intera nazionestia rivivendoun simboloarcaico (...) e comequest’emozio-ne di massastia influenziandola vda dell ‘individuo in manieracatastrofica?L’uoino del passatoé vivo oggi itt noi, comesempre,itt misura impensabilegraziealía guerra « (Jung: 1977:77).

Ateniéndonosa consideracionesglobalescomolas anteriores,puededecir-

se queen un sentidoestrictamentehistoriográficola Historia de Italia especu-liarmentesangrientay oscura.Sussincroníasconformanun mapade violen-cias continuasque trazanun estadode «guerra»perpetua,interna, que desdesiempreha antepuestointeresesgeográficos,políticos,socioeconómicospar-cialesy ajenosa los de una poblaciónque parecesufrir másque otras (almenosen Europa)la ausenciade un estadounitario identificador.

Utilizando un criterio estrictamentehistoriográfico, con el recurso a losmaterialespropiosde la Historia(crónicas,tratados,contratos,bulas,encícli-cas, edictos...)estasituacióndeperpetuaviolencia,y suconsecuenteinestabi-lidad social y política, seríael hechomás objetivamentedocumentadocomoelementorepetitivo (y por ello constituyente)del carácteritaliano.Sin embar-go, esteno apareceen la percepciónde la italianidad,ni distingueen la con-ciencia colectivaal pueblo italiano,másbien asociadoen su conjuntocon lainteligenciapragmática,la elegancia,la delicadeza,la sensibilidad,la creati-vidad.

Lo másinteresanteen el contextode estareflexión esque,precisamenteelmomentoqueaúnhoy seasociadeformamásinmediatacon «lo italiano», es

decirel Renacimiento,desdeel puntode vistahistoriográficoes de unaextra-ordinaria violencia, queenfrentasus equilibradosproductosculturales,alhorrorhistórico-políticodelas sangrientasCortesitálicas’.

Estees uno de los motivos (no el único) por el quela «Historiade Italia»planteadesdela másprimariaaproximaciónunadicotomíacompleja.Porunapartelos hechoshistóricos«fuertes»organizanuna diacroniamarcadapor laviolenciainternaquemantienesólo en esteplano un nivel de coherenciaacep-

En unaencuestarealizadadurantelos cursosde 1993 a 1996entrelos estudiantesdela materiaHistoriay Cultura deItalia delprimercursode la especialidaddeFilología Italia-naen la U.C.M. ala pregunta:«señalaun periodohistórico quepuedasasociarconItalia»,el 83% contestóel Renacimiento(y junto a éstela AntiguaRoma); y comocontestacióna«nombraalgún personajehistórico italiano», Miguel Ángel y Leonardoda Vinci ocupan,casiexclusivamente,másdel70% dc las respuestas.Hechomásimportante,unaencuestarealizadapor los estudiantesde la misma materiaen el añoen cursoentreun modelo depoblaciónno especializado,ha arrojadocomodatoesencialquemásdel 90%de los encues-tadosasocia«popularmente»lahistoria deItalia, y lo «italiano»aun Renacimientotópicoyrestnngidoalos florentino.

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tablecon la descripciónde lassincroníaslocalesqueconformanla totalidadde

la misma.Porotra, su«cultura»,loselementosmenosobjetivosy estabilizado-resque sin embargoconstituyenla percepciónde lo «italiano»,no sólo rehu-sanmétodosquelos unifiquen,sino quecontradicenfrontalmenteesasupuestaobjetividadhistórica.

Quisiéramosapuntaraunquemarginalmentea estareflexión que bastaríaelevarla cuestióndela coherenciadeplanosconstitutivosdel texto, paranive-lar la co-ocurrenciade la seriestorica, yaqueen realidadlostextosculturales,especialmentelos literarios, sí señalande maneramás o menosexplícita, laviolenciacomo un elementosobresaliente.Los temasde la guerra,el exilio, lavenganza..,constituyenun posibletrayectotemático,máso menosoculto, para

unir textos«italianos»quetal vezvaldríala penarevisar.Las consideracioneshechashastaahoraquieren evidenciarla dificultad

quela Historiade Italia implica sobretodoa la horade sudocenciaen ámbitofilológico, y la necesidadque impone de intentarun tipo de reconstrucción

antropológicaen la quela elecciónde los materialesde usoes especialmenteimportante.Ello representaun problemano sólo metodológico,sino práctico,

yaquelos instrumentoshistoriográficostradicionales(manuales,monografías,enciclopediasetc.) incluidos los que proponenunaselecciónde textos, tratanen generalde «Italia» o de lo «italiano»considerándoloun bloqueunitario, nosólo respectode la objetividadhistórica,sino tambiénpor lo querespectaa larelaciónque éstaestablececon las produccionesculturales.La realidadesquela Historia de la Iglesia, de Venecia,de Florencia,del Reino Meridional...compartenpocosrasgoscomunes,y debenseratendidasmonográficamente,yque la descripciónde la objetividad «histórica»de sus diacroníasno es pro-puestacomo contribuciónparael esclarecimientode los textosculturalesqueestasáreasgeneran,y dehechono ayudaa hacerlo.

Por otra parte,esosestudiosgeneralesseñalanel periodo comprendidoentrelos siglosXI y XII como el inicio de unaseriede produccionesquedie-ron vida a una«culturaitaliana»,perodesdela perspectivahistóricaposponen

a finalesdel XIV la apariciónde un carácterpeculiarde «italianidad>xLa elec-ción de los siglos XI y XIII como marcoinicial es indiscutible respectodelpatrimoniolingílístico-literario,aunqueno lo es tanto el conceptode ~<italiani-dad» quese aplica a las producciones;precisamentelas escuelasy textosdel

periodosedefinenantetodopor sucarácterlocal (sicilianos.umbros,toscanosetc.),estrechamenterelacionadocon los aspectosestilísticosy formales.Si lahistoriografíarecurrieraal métodofilológico, yendo del textoal contexto,esosmarcadose importanteslocalismosdeberíanser el indicio de una realidadfragmentariay pluricultural,quepodría perfectamentedefinir la «italianidad»

a partirde ambosconceptos.

La recepcióndela «italian ¡dad»: problemashistoriográficos 85

En cambioel estudiode la historiade «Italia» pre renancentistase diluyefrentea la complejareconstruccióndel Medievo, épocaaniquiladorade rasgospeculiares,parala quela historiografíatiendea proponermodelostotalitarios,a valorarel «espíritumedieval»como unaindefinida amalgamacultural a la

búsquedade la afirmacióncolectivadel nuevo dogmacristianoy frenteal cuallo sincrónico, lo «local» pierdetodo valor significativo. Sin dudano es del

todo incorrectohacerlo,perola consecuenciaparael casoitaliano es quelosperiodosanterioresal Renacimientonuncason identificados,a ningún nivel,con la «italianidad».ni sebuscaunaimplícita homogeneidadde fines o inten-cionesen las evolucioneshistóricasparalelasde las variasáreasgeopolíticasque conformanla penínsulaitalianaen los siglosanterioresal XIV-XV, comotampocopareceanalizarsela evidentecontradicciónhistórico-culturalque,como veremos,marcaprecisamentedesdela EdadMedia el carácter«italia-no».Los rasgospeculiaresde la península,en general,son analizadoscomouna parteinespecíficade la Historiade Europa;aún así,el enfoquehistóricootorga al posteriorRenacimientoun indudablecarácternacional,eludiendotanto un análisis crítico sobre los gérmenesde italianidad implícitos en lossiglosanteriores,comounareflexión estructuradasobrela génesisy significa-do de eseconcepto.

¿Dequémodopuesesrealmentepercibidaesta«italianidad»histórico-cul-tural?¿Quédefine, si es posiblehacerlo,su rasgoconstitutivoy hastaqué

puntolasvías detransmisiónde ésterespondena la realidad?¿Porquése aso-ciacon el Renacimiento?

En principio servirían como contestacióna estaspreguntasexplicacionesgeneralesy muy obvias,no exentasde razón;respectode la identificaciónconel Renacimientoesevidentequeéstecoincidecon el periodode asentamientodelas nacionalidadeseuropeas,lo quejustificaríala asimilaciónde la «italiani-dad»al momentoen que sedefineny consolidanlos rasgosantropológicosysocio-históricosde todaslas otras unidadeseuropeas.Porotra parte, la caren-cia de una historia unitariapropia, la falta plurisecularde un Estadonacionaloperativoha dificultado la recepciónde un carácteridentificadornítido. Italiano ha tenido ni un Estadoni unapolítica e ideologíadeEstadoqueimprimie-ran un rasgode identidad dominantea su población.Pesea su importanciaestoshechoshansido aspectosminimizadosy avecesnegadosensusignifica-do real, inclusopor la historiografíay crítica italianassobretodo a partir del

Romanticismo.Hay que decir al respectoque,salvo importantespero pocas

excepciones,la preocupaciónpolítica por reivindicarunateóricaunidadanhe-lada y latenteen la península,fue una posturaimplícita al Romanticismo,fomentaday utilizada por el pragmatismode Estado piamontésque heredónuestrosiglo. Estoha tenidocomo consecuenciamásde cien añosde promo-

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ción de una idea acientíficade «Italia» concebidapor los propios italianoscomo unalínearectareconstruiblede formaorgánicadesde1200 hastahoy, yestápresentede modomáso menosexplícito en todala historiografíaitaliana.

Así pues,contestara las preguntasplanteadasen torno a la «italianidad»,equivaleantetodoa asumirqueel mayorproblemaimplícito a la historiay cul-tura de «Italia» es, comopasacon muchosotros aspectosde su diacronía,el detenerqueremoverun juicio cultural colectivo, consecuenciade la aplicacióndeunadeterminadaideología,quedesvirtúaunapartede realidad,y quecon todaprobabilidaddeterminala dificultad paraconcebirlo «italiano» depor si como

unavariedad.Sin embargo,el sentidopositivo y dinámicodeestavariedad,dela conjunciónfuncional de sincroníasaisladas,es lo que mejor definida unaHistoria italiana, ya que sólo a travésde una visión discontinuala influencia

quelas produccionesculturalesde la penínsulaitalianaejercieronsobreel con-texto europeo,y los hechosque marcan su Historia, pondríanen evidenciaimportantesaspectosde «italianidad»sin dudapreviosal Renacimiento.

Hayquevolver, en estesentido,al periodo medievaldel primer milenio, a

esaEuropa«enestadolíquido» como la defineIndroMontanelli, de la queiránsurgiendolos elementosantropológicosy culturalesqueasientanla posibilidaddel saltocualitativoquedaránHumanismoy Renacimiento.El milenarioproce-so continentalpara la definición de un nuevo espacioeurocéntrico,se funda-mentó sobrela defensade unacultura no sólo diferenciadasino frontalmenteopuestaa lasanterioreso «externas».El teocentrismomedievalsostienela cris-tianizacióndelos signos,de los mitos,de la referencialidadcolectivaquelleva-ránal cierredel espacioeuropeo,cierrebasadosubstancialmentesobreunareli-giosidaddiferente,y un consecuentecódigo ético-moral (y estético)defendidono sólo como distinto sino como «mejor».El cristianismoquepenetracomo unsistemaparadigmáticode pensamientode esencialsencillez,y como modeloabsolutode conductaético-moral,tiene como característicaen la recepcióncolectivasu identificacióncon la Verdad.pQrlo tantoconlainfalibilidad de susplanteamientos.Estehecho,posteriormenteutilizado por las estructurasdomi-nantesdel Imperio y el Papado,determinaunadiacroníamilenariade autodeter-minacióny defensade lo interno,y derechazoy expulsiónde lo «externo»,es

decirde lo «falso»,lo quealejade la Verdad.La historia europease constituyea travésdeactosde agresiónhacialo distinto (reconquistas,crnzadas,evangeli-zacionesetc.),y la esenciadeéstos,decarácterreligioso-moral,fuerzaunapos-tura colectiva que afectaa las característicasantropológicasdel europeismo:

alejamientodela matriz«orientalizante», incorporaciónde elementosnórdicosa la génesisde la identidadeuropea(Pirenne:1937).

El primer pasofue el rechazodel paganismolatino, identificadocon el

áreadel mediterráneo,y vagamenteasimiladoa lo «oriental», quese tradujo

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sobretodo en la búsquedade alternativasreferencialesque conformaránelnuevopatrimoniodel imaginario colectivo ya percibidocomo «propio»,pero

tambiénen la nítidainstitución deunasbarreras«naturales»queidentificaronel espacioeuropeocomo hoy lo concebimos,incorporandounanovedadsus-tancialrespectode la matriz grecolatina:«Loshombresde la Edad Media, quehan recogidola tradiciónde los geógrafosde la AntigUedad,dividen la tierraen tres partes: Europa, Asiay África (...) y Europa, que, a pesar de todo, noreconoceen sutotalidadel nombrede Cristo, debebatirsecon las otrasdos.»

(Le Goff: 1969: 194).Esteprocesode aislamientogeográfico,político y cultural, estelargo tra-

yectohaciael cierrey definición de unanuevafrontera,dejó sushuellasen lostextosconstituyentesde la nuevaidentidadoccidental2,y sobretodopusoenun lugar especialmentecomplicadoa los territoriosdela penínsulaitaliana (ellímite «natural»de Europafrentea Africa y OrienteMedio, frentea la simbó-lica Bizancio); la primera peculiaridadde lo «italiano» es precisamentesusituación geográficaquea eseaislamientogeopolítico,opusounacentralidadinnegable,como severá,desdela perspectivacultural.

Históricamentela marginalizacióndel áreamediterráneatiene unaexpli-cación objetiva ceñiblea la crisis del mundoromanoduranteel siglo III ysobretodoa las invasionesbárbarasdel s. V queinfundiránel giro catastrófi-co a la nuevahistoria,con la consiguientedebilitacióny depauperaciónde la

penínsulaitaliana respectodel continente.No es casualque asentadapor losfrancos la nuevaestructurapolítica marcadamentenórdica, la reconstrucciónde la unidad occidentalenépocacarolingia,a partir del 754. se desarrollaraen direcciónsudestey sudoeste,es decirorientadahaciala penínsulaespañolae italiana,a la reincorporacióndel espaciomatriz del Mediterráneo,aparente-menteperdido.

La fuerzade la épocacarolingia,ocupacentralmentelos análisishistorio-

gráficosrelativosal periodo,queseconcentranen resaltarla importanciade launidad imperial y de la reestructuraciónfeudaldeEuropa.Sin embargo,comohanseñaladoentreotros Riché (1962), o Gilson (1981), la valoracióndel lía-

2 Nota,porejemplo,Le Goff (1969:185)remitiéndoseaunepisodiodelciclo de Tris-tán: «El paísdelrey Marcnoesunatierradeleyenda,productodela imaginacióndeun no-vador.Por el contrarioesla realidadfísicadel Occidentemedieval.Un granmantodebos-ques y de landas,matizadodecalveroscultivados,máso menos,fértiles, tal esel rostrodela Cristiandad,semejanteaun negativodelOrientemusulmán,mundode nasisentredesier-tos (...) Allí los árboles significan la civilización, aquí la barbarie.La religión nacida enOrienteal abrigode las palmeracreceen Occidenteen detrimentode los árboles.Todo elprogresoenel Occidentemedievalsebasaenesalucha(••.) sobrela selva,el bosquevirgen,la ‘gasteforét’ dePerceval,la ‘selvaoscura’deDante».

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mado«renacimientocarolingio»dejaaflorar sus limites, en partecomo proce-

so secundariode lo queRichiédefine «pequeñosrenacimientoslocales»y ais-lados (parael casoitaliano Pavía,Bobbio, Roma...),en parteporquela épocacarolingiano propusoun movimientocreador,y su programa«escolar»reto-

mó en realidadposturasesencialesplanteadasanteriormente.Desdela pers-pectivahistórico-políticael diseñocarolingiose limita a la reunión de un áreaterritorial a la queno dotade unainfraestructuradinámicaquepuedaasimilar-

se al conceptode Estado,hechoquerepresentael problemanucleardel feuda-lismo. Porotra parteel Imperio difundió unaculturade Cortequerespondíaalas necesidadesbastantesuperficialesde un grupo social, volcado hacia unagenencay extensarecuperaciónde lo ornamental.El aspectohedonistadel

renacimientocarolingio, su deseopor «adornar»en un sentido extensosuentorno,beneficióa la función mediadoradel áreamediterránea,sobretododela penínsulaitaliana,transformadaen puenteparala entradade mercancíasdelujo queeransuministradassobretodopor Oriente.La importanciade la tími-

dareactivacióneconómicadel periodocarolingio (Wolff-Mauro: 1960) fue sindudafundamentalparala evolución socioeconómicade la penínsulaitaliana,

pero no supusounasolución frentea los problemasobjetivosqueocho siglosde marginaciónhabíancreado.

La preponderanciadel modelo franco-imperial,pesea reactivarde formainvoluntaria pero decisivael áreamediterránea,ignoró hechossincrónicos

escncialewque-acontecían-en-el Bajo imperio. Por ejemplo que la penínsulaitaliana, ya desmembradapor la extensivaampliaciónen sucentrogeográfico

del Papado,y por unaconcepciónfeudalanarquizantey centrífuga,no asimila-ra suestructuraa la de los feudosfrancogermánicos,y al contrariosumaraalproblemadel territorio eclesiásticouna multiplicación inarticuladade feudoscentrífugosque,de hecho, llegaríaa ser incontrolable. A la caóticay disparaplicación de la estructurafeudo-carolingiaen Italia, se añadirála políticaimperial que a partir de Carlo Magno, cometerauna serie trasotra de círures

de valoración,especialmenteen su relación con los Señoresitálicos. A estos,privadosde buenapartede los privilegiosquepoco a poco habíanconstituidola poderosainfraestructurafeudal en el resto del continente,les fue impuesta

una fidelidad basadaen unaactituddespóticaquenegabala esenciade «con-tratoentreiguales»quefundamentael feudalismomáseficaz.

Porotra parte,unavez másen contradiccióncon esarealidadhistóricadeexclusióny la desafortunadapolítica imperial a las que nos hemosreferido,«Italia» eraenépocapre-carolingiano sólo la sedereconociblede la máspres-tigiosainstitución medieval(la Iglesia), sino el foco de irradiación de la labordoctrinalmás sistemática.En pleno s. V, San Agustín en sus Confesiones,vadejandode ello un privilegiadotestimonioal relatarla intensaactividadquela

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diócesisde Milán ejerció en la difusión y asentamientode los rituales de lacristiandad;desdeallí la retóricade sumaestroy contemporáneoAmbrosio,ysupropiaexégesisde los textosrevelados,iban estructurandoel mundoideoló-gico cristianoy asentandola dogmatizacióncatólicaque se difundía por todael áreacontinental.El mismo Agustín. narrandosusprimeraexperienciasenRomanadamásinstalarseen la penínsulatrassu huida de Cartago,describe

unafrenética actividadintelectual en toda la península,un ambienteculturalmixto, toleranteen muchosaspectos,en el que convivenla poderosaescuelamaniqueay la aúnpersistenteestructurapaganacon el cristianismoactivo,queva definiendosucaráctera travésde la adquisiciónde hábitossocio-culturalesy antropológicosdistintivos, codificadosen ritos y signos(cantoscolectivos,nuevoculto a losmuertos,actospúblicosde confesióndefe...) así como en ladifusión de una simbología.que no sólo «cubre Europa de un manto decruces»como anotaBI¿ch, sino queconstituyeun nuevomodo de pensarloreal. No vamosadetenemosen el esencialproblemade la simbologíamedie-val, sinembargoéstefundamentala identidaddel periodohastatal puntoque

<4...) el simbolismoera universal; pensarconsistíaen un perpetuodescubri-miento de las significacionesocultas, en un constante ‘hierofanía’, pues elmundooculto era un mundosagrado,y el pensamientosimbólicono era sino

laforma elaborada,filtrada, al nivelde losdoctos,delpensamientomágicoenel cual se bañaba la mentalidad común»(Le Goff; 1969:441).Nos pareceinteresanterecordarquea travésde la penínsulaitalianapasany penetranenEuropalos símbolosdel «pensamientomágico» popular del que habla LeGoff, (las reliquias, los objetosde ritual y superstición...)y quejunto a estepensamiento«mágico»es sobretodo en la penínsulaitaliana dondeel otropensamiento,el «docto,»reflexionasobresus modosde transmisión,iniciandola verdaderafracturacon la Antiguedad.Es esencial,de hecho,parala identi-dadeuropeala preocupaciónquelos fundadoresde la teologíamedievalsien-ten por haceraccesiblesu palabra,por encontraruna traduccióninteligible alvalorsimbólicodelas terminologías:«Resultaemocionantever a losmáscul-

tivadosy los máseminentesrepresentantesde la nuevaélite cristiana, cons-cientesde su inferioridad cultural ante losúltimospuristas, renunciara lo queconservantodavía,opodríanadquirir de refinamientointelectual,paraponer-se a la altura de susfieles» (Le Goff; 1969: 165).

Los intelectualespreocupadospor esterebajamientode la estructuraexpre-siva son los que, segúnBolgar (1954), buscanuna enseñanzaque encuentre«una alternativarazonableal sistemade Quintiliano», es decir,querompacon

el mundoconceptuallatino no sólo en suscontenidos,y muchosdeellos vivene irradian su labordesdela penínsulaitaliana.SonlosqueRandhadefinido conuna imagenfeliz «losfundadoresde la EdadMedia»: Agustín, Boecio,Casio-

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doro,cuyo papelhasido «conocerlo esencialde la culturaantigua,para reco-gerlo en una forma quelitera asimilablepor el espíritumedievaly recubrirlo

con la necesariavestiduracristiano «. Su actuacióndesdela penínsulaitalianaquedacircunscrita,desdeel puntode vistahistoriográfico,a unaanotaciónmar-ginal.En ningunode ellos, ni de susorgánicascontribucionesculturales,sepre-tendenrastrearindiciosde «italianidad»,es más:el sustratohistóricoquefunda-mentasus textosnormalmentees minimizado hastadesaparecerQuisiéramosen cambio destacarque la relacióntexto/contexto,normalmenteaplicadaparaotrosperiodos,no sequiebrani se eliminaen la EdadMedia.Factoresde ordenestrictamente«histórico» son rastreablesen los productostextualesa los quehacemosreferencia,son tan «italianos»como los identificablesen otros

momentos,e incidensobrelos significadosde los textosal mismonivel.Sin detenemosen ello, bastepensarpor ejemploal casode San Benito,

personajemarcadopor unascoordenadashistórico-geográficasquedetermina-ron directamente,al menosen parte, su concepciónideológica.El hechoqueBenito nacieraen un áreatodavíabajo la influencia«oriental» sin duda leayudóen la concepciónde una comunidaddemonjesque siguierael modelo

cenobítico,en uso en toda Asia Menor, como alternativaal ejemplo ascéticode San Antonio, difundido como únicopor san Jerónimo.En su idea subyacesu familiaridad conlas dosmanerasdeconcebirla vida reflexiva: la arbitrarie-

dadde la vía penitencialorientaly la libertadde los monasteriosoccidentales.Estoshechosestánligadosal ambientecultural que Benito vive, llegan a suformacióna travésdelas característicashistórico-culturalesdela zonaconcre-ta en la que desarrollay posteriormentefunda su Regla: un áreaosmóticacomo eraNursiaen la quelo orientalactúatodavíacomo factor activo,convi-ve -y no dejaráde hacerlo,conel tejidocristianoa un nivel de inmediatezcoti-

dianaque el norte continentalno sólo ha rechazado,sino del todo olvidado.Los hechosextratextuales,históricos,la importanciade la sincroníalocal que

sustentael pensamientobenedictinono son asociadoscon ninguna«italiani-dad»,aspectoignoradoy diluido por la trascendenciauniversalquese otorgaala difusión de su Regla: «el monaquismobenedictino,que del siglo VI al IXdisfrutaráde un inmensoéxito en Occidente,mástarde coexistiráconlas nue-vas órdenes,la triple vía de la explotacióneconómica,la actividadintelectual,y la ascesisespiritual. Despuésde él losmonasteriosse transformaránen cen-tros deproducción,en lugaresde redaccióny de iluminacióndemanuscritos,y enfocosdeirradiación religiosa»(Le G~f.t;1969;..l.79)

Por otra parte,más allá de aspectosculturalestan amplios, hechosmás

objetivos (la laborordenadorade GregorioMagno, la reformade Bonifacio, latrascendenteconversiónlongobarda,por ponergrandesejemplos)no sonaso-ciadosespecíficamentecon la historia deItalia, ni analizadoscomo partesque

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integraron el sistemaitaliano, sino como eventosque caracterizanla institu-ción deEuropa.Estavaloración,quees historiográficamentecorrecta,no tieneen cuentalos efectosespecíficosqueesos,y otros,hechoshistóricostuvieronsobrela culturae identidaditalianas,y especialmentesobresustextos. Basta

recurrira materialesiconográficos,y al amplísimopatrimonioplástico(nnnía-turas,grabados,relieves,etc.)parapercibir una sustancialdiferenciaentrelasnarracioneshistórico culturalesde textosproducidosen el áreaitaliana y elrestode las áreascontinentales3.La reconstrucciónde aspectoshistóricospro-piosdel sistemaitaliano deberecumra materialesajenosa la historiografía,yse filtra a travésde un canalcultural que,como veremos,es otra de las cons-tantesde la «italianidad».Tal vez, lo mássorprendentees quesólorecurriendo

a caucesparalelosa los historiográficos,a fuentesde informaciónindirectas,esposible reponeren su valor y función reales a personajesy hechosquedeterminanla evolucióndel sistemaitaliano,hastael puntodeserclavesparaesclareceraspectosfugacesde unapartedela identidadnacionalactual.Bastepensaren el casode FedericoII, el primergranmonarcaeuropeoen un sentidoquetrasciendela concepcióncarolingia,coninnegablesrasgosdeesa«italiani-

dad» tópica (diplomacia,refinamiento,amplitud cultural, utilización censoradel intelectual).Federicofundió unaconcepciónorgánicay funcionaldel esta-do con unagestióntiránicay centralizadora,justificadaatravésdela aparente,y aparentementedinámica,toleranciacultural, y se yerguecomogran modeloembrionaldel Señorrenacentista(comonotaBurckhardt);peropor encimadesufunción como prototipo, su especificidaddesdela perspectivade la sincro-nía del sur de Italia es sustancial,yaquefue la política desu Magna Curia laprimeracausantedel «desfase»del surun sentidomuy amplio y complejo,queoriginarála evolucióndeunahistoria paraleladel surde Italia con consecuen-ciasrastreableshastahoy.

La múltiple contradicciónenla interpretaciónde los hechoshistórico-cul-turalesrelativos a la penínsulaitaliana,estámuy vinculadaa eseenfoqueglo-bal dela historiografíaal quehacíamosreferenciaal inicio de estareflexión, a

la desvirtuaciónhistóricaque Lévy-Strauss(1964) definecomo la «mística»de la Historia. Segúnéstaperspectiva«la dimensióntemporaldisfruta de unprestigio especial, comosi la diacroníafundara un tipo de inteligibilidad nosolamentesuperioral que aporta la sincronía sino, sobre todo, de un ordenmuchomásespec(ficamentehumano»(1964: 359).

Es imposibleejemplificar sintéticamenteestehecho;la observaciónde miniaturasorelievesde periodoscoincidentesrealizadasen zonafranco-gérmánicao itálicaarrojanunaenormecantidaddedatossobrelasdiferenciassubstancialesenrelaciónaaspectoscualeslavida social,la relaciónconOriente, la organizacióndomésticaetc,etc.

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Aplicandoa la diacroníamedievalunavisión historiográfica«mística»,se

suelensefialarlos acontecimientosquepuedenjustificar unarealidadcolectivaunitaria, y queson temporalmenteordenablesen unajerarquizaciónexplicati-va, comosi en efectola Historia fueraindiscutiblementeunadiacroniade pro-gresocuyos estadiosexplican y justifican ordenadamentela Historia misma.En el casode losprimerosmil añosdeHistoria europea,loshechosquesuelenseleccionarse(el edictode Constantino,el cismade las iglesiasde occidentey

oriente, las invasionesbárbaras,la coronaciónde Carlomagno,la OrdinatioImperii, el tratadode Verdum...) tiendena resaltarla prioridaddel eje centro-

septentrionalsobreel restode las áreascontinentales,sobretodo la mediterrá-nea, y a demarcarunafracturainsalvableentrenortey sur, estey oestequedehechono fue tal. Estosaspectoscontinuosque la diacroníaordena,sirvencomo tela de fondo que,como señalabaLévy-Strauss,disfrutadeun prestigioespecialen el análisisde losperiodoshistóricos,pero pierdeel sentidode cau-salidadquesin embargolos sustenta.Porello estosmacrohechosno suelenservistos como efectosde causasmucho más restringidas,menos«fechables»,

peroquelos determinany explican,y no admitenla importanciahistóricade ladiscontinuidadsincrónicay de su parcialidadnecesana.

Es precisamentela dificultad queel métodohistoriográficotieneen captarla sustancialidaddelos aspectosdiscontinuos,la importanciadelas sincronías,lo que determinala percepciónde la «italianidad»sólo a partir del Renaci-miento, aúncuandosu función en la cultura e historiaeuropeasno cesade serpeculiar,y peculiarmenteintensa,en los siglos anteriores.La presenciade lopeculiarmente«italiano»en la construccióndelos mitos,del imaginariocolec-

tivo, delosreferentessignicosy estéticosdelos quesurgela solidificadaEuro-pa del Renacimiento,es previa e intensa,tan esencialcomo lo fueron loshechoshistóricos a los que se ha hechoreferenciay, en nuestraopinión, nocasualmenteconfluye en Dante,el sintetizadordel universo intelectualde la

Edad-Media,y Ci máscompletoy brillante transmisorde susinstitucionessim-bólicas.Danteconservasu rasgossincrónicosy testimoniael valorde lo localenla constitucióndela «italianidad»de modoespecialmenteclaro.

La penínsulaitaliana afronta en épocamedievallas consecuenciasde su

principal característica,es decir no lograr generarun canonhomogéneoquedieraconsistenciamística a su aportaciónen la definición europea;estees uno

de los motivos por los quela importanciade loshechossomeramentereferidossepierdeensu sustancialidad.

Hay dos aspectosmás que nos parecenfundamentalesen estesentido.

Uno, al queindirectamentenoshemosreferidovariasveces,estárepresentadopor la instituciónen el centrogeográficode la penínsuladel Estadode la Igle-sia. Es archisabidoqueen sugénesisy más tardeen el enfrentamientocon el

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Imperio,el Papadojugócon el privilegio deser,o dequererser,el único por-tavozautorizadodel indiscutiblepoderdivino, lo quehizo de su Estadoy desu estructuratemporalun tejido difícil de definir, con unoscaracteresespecí-ficos muy complejos.Su poderde excomunión,por ejemplo, representabaparael Medievo la másaterradoradelas armas,yaquenegabala posibilidaddealcanzarel fin último del individuo medieval,es decirla vida eterna: apli-cadaa los hombresde Estadoo públicos la excomuniónequivalíaa la inme-diatapérdidade credibilidady prestigiopopulares.El poderdel Estadode laIglesia fue inmenso,moral, afectóprofundamentea la identidadcolectivay ala propiahistoriade Europa,y la penínsulaitalianadesdelos comienzosdela

eracnstianafue la sedefísicadeeseEstado,de la proyecciónrealenla tierrade la civitasdei, intocableestructuracuyasfronteraserandefendidaspor algomásque interesespolíticos. La rupturade la unidadgeopolíticaitaliana tieneen el Estado de la Iglesiasu causamás directay grave,y la fuerzade eseEstadono fracturósólo desdeel punto devista físico en dos grandesmitadesa la penínsulaitaliana, sino que sometiótoda el áreaa un modopeculiardeentenderla relación del individuo con el Estado,imponiendounas formasespecialesa los actosdetransmisiónde loshechosqueconformabanla Histo-ria. La dificultad paraidentificar lo «italiano»es en partedebidaa la políticadel Papado;suEstado,apesarde actuarcomo un podertemporalcon rasgosde «nación»,impidió por su propiacaracterísticaunaidentificaciónrecíprocacon la población,evolucionóhastaserla más «extranjera»de las presenciaspeninsulares,forzó el aspectouniversalde su cultura,porqueeseerael fin dela extensiónde supoder. De modoque las actuacionesculturalese históricasde las que fue causadirecta y querepresentanel núcleodela historia italianadel primer milenio, no puedenserpercibidascomo«italianas»porquela Igle-sia defendióante todoy confines no siempreevangélicos,su poderUniver-sal,al contrariodelo quepasóen el restode las áreaseuropeas,cuyosestadosevolucionaronhaciala limitación y concentraciónde suszonasdeinfluencia.A ello hay queañadirel segundopuntoquequedamosdestacar,íntimamenteunido al anterior,al queen partematiza.Parael hombredel Medioevoel sen-

tido de la vida «no se comprendeal margendel destinogeneraldela especiehumana,y ésteno es en definitiva sino la historia de la caída y el esfuerzopor la regeneraciónqueconducea la beatitud».Lo quedomina la mentalidadde la Edad Mediacomo sentimientocolectivo,esel sentimientode inseguri-dad, como lo define Le Goff, «inseguridadmaterial y moral contra la cualno hay otro remedioque el de apoyarseen la solidaridad de grupo, en lacomunidaden quecadaunose integra (...) y causadel hechoquelas autori-dadesgobiernan también la vida moral» (Le Goff, 1960:433). La transmi-sion de la objetividad históricasigue por lo tanto unasvías en las que lo

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colectivotrasciendey anulalo individual, y en las que el miedo y la necesi-dadde hacerseguroel espaciohistórico-culturaldeterminanla manipulaciónde lo real;en estepuntoes dondesearticula la fractura con el Renacimiento,

cuyaantropologíacoincideen el reconocimientode lo individual como valoresencialdel hombre,y articulaun sentimientode satisfaccióny orgullo deri-vadosdeesacondición,con la consecuentepérdidadel miedode un Hombreque se redescubre,de acuerdocon el aforismoclásico, «medidade todas las

cosas».El Humanismono implica ningunadoctrinacomúnfueradel valordelhombrey su individualidad.

En la selecciónde los productosculturalesque sirven paraconstituir elpatrimoniode identidadcolectiva,la diferenciaentrela perspectivamedievalyla humanistadetenninalos mediosde transmisiónde la propia Historia. ELmiedo, lo colectivo, la dependenciamoral de la autoridadllevan a la culturamedievala crearsus referentes«enprimer lugar apoyándosesobreel pasado.De la mismamanera que el Antiguo Testamentoprefigura y funda el Nuevo,

los antiguosjust¿fican a los modernos(.4 ningúnavancees segurosi no está

garantizadopor un precedenteen elpasado(...) y el sabermedievalse trans-forma en un mosaicode citas o flores’, de ‘sentencias’ queasegurenlocorrecto de las conductas»Ello es lo que causauna percepciónnula de laimportanciade la contemporaneidad,y generauna seriede falsedadesdocu-mentalesque siguenhaciendodifícil el análisisde los textosmedievales:«las

invencionesson inmorales. Lo másgrave es que el respetable‘argumentodetradición’, ha sido en muchasocasionesobjeto de una práctica discutible.Lomayorparte delas veceslo quese hacees alegarun autor ~ntextofiera deltiempoy del espacio»(Chenu:1950). A esabúsquedade referentesejemplaresqueavalaranla actualidad,el Humanismoopusounadeclaradahostilidad,tra-tandode proporcionarunaformaciónmoral del individuo a travésdela expe-

nenciadel pasadobasadaen el rigor de la identidadde los textos.Los materia-les de identificación para ambosperiodos,oponenla «falsedad»manipulada

de la EdadMedia, al rigor filológico del Renacimiento,y la historiografíatien-de a confiar másen las reconstruccionespost-humanistas,queen los tortuosostrayectostrazadospor la EdadMedia. La reconstrucciónextensade la «italia-nidad»es máscreíbley verificable,sobretodomáslinearmenteseguibleapar-tir del Renacimiento,yaquela propiaculturadel periodoorganizóunoscaucesmuchomásaccesibledetransmisión.Los studia relegarona un segundoplano

lasabstractascuestionesteológicas-y-filosófiea~-volc~~ose-en unalabor deformación muchomás específicaque en su origen daráprioridad a la educa-ción literaria,y mástardeal conocimientoempírico.

A pesarde todoesto,ningunaobjetividadhistóricajustifica la asunciónde

un criterio de unidad para la cultura italiana sólo a partir del Renacimiento,

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entreotrascosasporqueunanítida división entreEdadMedia y Renacimientoesde por si tambiéndiscutible,y sin llegar a los extremosplanteadospor Kris-

teller, es cierto que: «Todoel queseproponeseriamenteestableceruna claradivisiónentreEdadMedia y Renacimientoadvieneque los límitesse le ensan-chany se le escapan(...) y quien estudiael espíritu del Renacimientosin unesquemapreconcebidoencuentraen él muchascosas‘medievales’,másde lasqueparecenpermitir las teorías»(1-luizinga; 1952: 383).

El Renacimientoes el periodo de exteriorizaciónde la diferencialidadeuropea,en el queasentadaslas milenariasfórmulasde identificaciónreligiosay cultural, Europadecideabandonarel procesode delimitacióny cierrede susfronterasno sólo geográficas,para lanzarla sombrade su identidadsobrelo

externo,que vuelvea fascinarla.Las unidadesnacionales(políticas,geográfi-cas y lingtiísticas) van desarrollandoevolucionessincrónicasperfectamenteordenablesdentrode unadiacroníamarcadapor la matriz comúnquela EdadMedia hafijado. La necesidaddeordenacióntemporaly jerarquizacióndiacró-nica afectatambiéna la penínsulaitaliana, cuyahistoria es analizadaa través

de susrasgosdiacrónicossobresalientes,y entrelos queseleccionael periodorenacentistaquecompartemuchosaspectoscon la historia europea(apariciónde unidades«nacionales»aunquemiscroscópicas,como fueron las Signorie,presenciade monarcas...)sin olvidar quela importanciaeconómicaquela Ho-renciamedíceatuvo en el contextoeuropeoprobablementetambiéninfluye en

la sobrevaloraciónde su función y la del periodoquerepresenta.Perolas his-torias sincrónicasde Venecia,Milán, losterritoriosBorgia,el estadodela Igle-sia, el sur angevino,por no hablarde las llamadasáreas-límite(Cerdeña,elactualPiamonteetc.)no puedenserencajadasen un molde comúnquela eti-

queta«Renacimiento»resuelvacomo unadiacroníaunitaria.Los elementosde«italianidad»rastreablesen el periodo son los mismosque la EdadMedia haido ofreciendo,y sudenominadorcomúnes unavezmáslaparcialidadnecesa-ria quesólo la sincroníaparececapazde captar:plurilingúismo,variedadcul-

tural, ausenciadeterritorioshomogéneosextensos,presiónterritorial y políticadel Papadocon la consecuente,infranqueable,rupturaentrenortey surpenin-sular,carenciade homogeneidaden los fines políticos,variedadde estructurasestatales,y unaactivay privilegiadaproducciónde textosculturalesquesegui-rán conformando,especialmenteen los referentesestéticos,un patrimonio

común europeo.Si las humanaelitterae parecenrescatarseen Italia antesqueen otros lugares,con todas las consecuenciasqueestehechotuvo, ello no essustancialmentemás importanteque la actividadcultural desempeñadaen elépocamedievalpor los «italianos».Podríaincluso observarseque la funciónmodelizante,paradigmáticaotorgadaa los textos«fundacionales»del Huma-

nismo (De dignitateet ecellentiahominis, de Manetti, el De hominisdignitate

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de Pico, los deFicino, Pomponazzi...)es del todo comparablea la ejercidaporlos de la Edad Media (Agustín, Boecio, Casiodoro,San Francisco,SantoTomás...) y su valor es tan universaly genérico como el de estos últimos.Todos surgendel áreaitaliana,perosólo losprimerossonidentificadosen todosu valorsincrónicoy local.

En nuestraopinión hay pocosfactoresque justifiquen estehechodemaneramáso menosobjetiva. Por unaparte, el enriquecimientoeconómicode las Signorie italianas,dotaráal sistemacultural de esosmicro-estadosde

un prestigio derivadode aspectossocloeconómicos.La transmisiónde lassincroníashistóricasdirigida por el poderde esasCortes,pondráen volunta-ria evidencialos elementospositivos (esdecir, los culturales),usandoa losintelectualesy sus productoscomo la demostraciónmás prestigiosade la

solidez y solvenciaeconómica,y política. La utilización de la vía culturalpara la conformaciónexternade la imagende Estado,seráun recursocons-tante duranteel Renacimientocuya eficacia fue debidaa que la validez de

esosintelectuales,y a la novedadsustancialde su pensamiento,logró casisiempreensombrecerlas dudosasy muy poco «humanistas»intencionesdelpoder. Por otra parte,el Renacimientofue un periodo euforizantedesdelaperspectivaintelectual, y replanteauna Historia queinvierte, como se decía,los términosmedievales,y queconcibe la identidad«colectiva»sobrela basedela capacidadindividual de creary transformarlo real.Los primeroshuma-nistas,yacitados,no eranmás «italianos»queSanFranciscoo SantoTomás,peroel contextosocio-culturalse identificó con ellos, o másexactamenteconla demostracióndela potencialidadindividual, y de la libertadsubjetivacon-

tenida en susobras. La historiografíano puedeavalar estoshechos;recu-rriendoa estudiosde caráctereconómico,demográfico,a los textosno litera-

rios, no sepuedeafirmarque las condicioneshistóricasde la Italia del Rena-cimiento permitieranal individuo concretoningunaforma de identificación,e incluso comprensión,de los hechosquedefinenel- periodo,--ni -históricani

culturalmente.Sin embargola Historia no puedetampoconegarque la difu-sión de una cultura básicamentehomogénea,y el hechoque éstatuvieracomo elementonuclearla defensade la libertadde criterio subjetivo, ha ser-vido para la percepcióncolectiva de unaidentidad nacionalen la que lo his-

tórico se ha subordinadoa lo cultural. La «italianidad» se ha transmitidosobretodo a travésdecanalesculturales,quepor encimade la atomizaciónysegmentaciónhistóricas,más allá de la devastadora«realidadefectiva» nocasualmentecensuradaen Machiavelli, rescataronlos elementosmás positi-vosdela colectividad.

La violencia extremade la historia italiana, la bmtalidad de su anarquíaestructural,el ejerciciode un poderpercibido como ajeno, hechosa los que

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nosreferíamosal comienzode estareflexión, imposibilitan unaidentificación

popular, masiva,con los caucesde la Historia misma. La identidadnacionalbuscasu reflejo en aspectosmáspositivos,en actosqueimpliquen la posibili-dad de una identificaciónmoral realmentecolectiva, y seleccionalos canales

de transmisiónque mejor sintetizanesavoluntad, y los mejoresproductosdela diacroníaitaliana sonsin dudade tipo cultural. Tal vezello estéen su masprofundosentidorelacionadocon la importanciaquelo estéticosigueteniendo

en lo italiano; tal vez la imposibilidadde construirunaidentidadnacionalqueestuvieraguiadapor unaéticade Estado(seadel tipo quefuera), quegaranti-zaraunahistoria «devencedores»,es lo quehadeterminadoel refugiocolecti-vo en la belleza,en la perfecciónformal, enunaasimilación e identificacióncon textosculturalesy no con segmentoso personajeshistóricosdeterminados,comopasacon otrasidentidadesnacionales.

Portodoello, en la transmisiónde la Historiade Italia es esencialla selec-ción de unosmaterialesmixtos, de unos textosculturalesque integrenunainformaciónobjetivacon percepcionesculturalesmásamplias,queden espa-cio a los aspectosextra-históricosqueconfluyen en la identidadnacional.Cualquierintento de descripciónhistoriográfica,desvirtúaunapartede la rea-lidad italiana, para la que es del todo válido el problemaplanteadopor laantropologíacultural cuandosostieneque: «una historia realmentetotal seneutralizaa sí misma,suproducto sería igual a cero; cada aspectode la histo-ria tiene su frecuenciapropia, y la historia está constituida por el conjunto

formado de especiesdWerentes,que es ilegítimo unir entre sípor un postulado

decontinuidad» (Lévy-Strauss:1963:341).

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