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Universidad de Bologna Maestría en Internacionalización del Desarrollo Local Cohorte 2009 Presentación de Matias E. Centeno Trabajo final del seminario “ Marketing Territoriale in prospettiva internazionale” Prof. Alberto Marcati LA TENSIÓN GLOBAL LOCAL Y EL AUGE DE UNA VISIÓN TERRITORIAL

La tension local global y el auge de una vision territorial

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Globalizacion y desarrollo local

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Page 1: La tension local global y el auge de una vision territorial

Universidad de Bologna Maestría en Internacionalización del Desarrollo Local

Cohorte 2009

Presentación de Matias E. Centeno

Trabajo final del seminario “ Marketing Territoriale in prospettiva internazionale”

Prof. Alberto Marcati

LA TENSIÓN GLOBAL – LOCAL Y EL AUGE DE UNA VISIÓN TERRITORIAL

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2 La tensión global-local y el auge de una visión territorial Matias E. Centeno, UNIBO 2009

La tensión entre lo global y lo local

La crisis de los paradigmas en las ciencias y particularmente en las ciencias sociales ha empujado a los que las practican a indagar otras vías para entender fenómenos que ya no pueden explicarse con los viejos conceptos ni a través de las antiguas teorías. Así, ni el positivismo ni el marxismo, permiten comprender la complejidad de lo que ocurre y aportan muy poco para despejar las incertidumbres del comienzo de siglo (Sonntag y Arenas, 1995). Uno de estos fenómenos es el de la hibridación entre lo global y local.

Relacionado al tema del conocimiento local, surge un cuerpo de estudios, a través del trabajo de Robert Chambers (1983, 1987) que debaten cuestiones relacionadas a la participación de la comunidad dentro de las propuestas de soluciones de «arriba hacia abajo» y la adquisición de poder (empowerment o empoderamiento).

Más adelante, comienzan a aparecer estudios que refuerzan la preocupación del antropólogo Schenider en torno a la participación de las comunidades en el «progreso». David Mosse 1 comenta en este sentido que la noción de participación ha sido vaciada y reformulada: frecuentemente los técnicos del desarrollo promulgan la participación, pero lo hacen sólo como una formalidad teniendo en realidad un cronograma y un proyecto ya establecidos; así la participación queda sólo como formulación discursiva. «Es necesario pensar al desarrollo no como un único bloque de ideas monolíticas que cae sobre la localidad y la aplasta, sino como un ámbito de poder, de negociación y resistencia en el que participan diferentes actores sociales con intereses diversos», agrega Alejandro Isla (2005:31).

La globalización impulsa una redefinición de lo universal y lo particular. La transnacionalización de la economía, de la cultura, de las formas políticas otorga en estos momentos nuevos sentidos a ambas dimensiones. La intensificación de las comunicaciones crea un ritmo más acelerado del flujo de interconecciones entre lo local y lo global. «Lo externo inviste lo interno, lo local vuelve a definir lo global», dice Waterman (1994). 2 De este modo se «piensa globalmente pero se actúa localmente», en una dinámica a la que Nederveen 3 llama «glocalización». Esto hace que se complejicen los modelos identitarios en virtud de que la gente quiere acentuar sus valores locales al mismo tiempo que compartir los estilos y valores globales. De allí que pueda hablarse de una «universalización de los particularismos» o de «la valorización global de las identidades particulares» (Sonntag y Arenas, 1995).

Según Boiser (2001), este énfasis convergente en lo local se manifiesta en cuatro líneas de trabajo principales que se plasman en la literatura contemporánea sobre el tema:

ECONOMÍA NEOCLÁSICA TRADICIONAL: economistas de las áreas de comercio internacional y de la geografía económica, como principalmente Paul Krugman, han reinsertado los rendimientos crecientes externos de escala en la agenda de la teoría económica tradicional;

ECONOMÍA Y GESTIÓN DE EMPRESAS: Michel Porter, su principal exponente, ha enfatizado la importancia de los factores locacionales y de la

1 David Mosse, «People’s knowledge’, participation and patronage: operations and representations in rural development»; en B. Cooke y U. Kothari (eds.), Participation: the new tyranny, Londres, Zed, 2001. En A. Isla y P. Colmegna, 2005:28. 2 Peter Waterman, «Global, Civil, solidario. La complejización del nuevo mundo», Nueva Sociedad Nº 132, 1994. 3 Jan Nederveen, «Globalization as Hybridization», International Sociology, Vol. 9, Nº 2, 1994.

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3 La tensión global-local y el auge de una visión territorial Matias E. Centeno, UNIBO 2009

proximidad en los procesos de clustering 4 de proveedores, clientes y empresas rivales, que posibilitan las ventajas competitivas en la economía global;

ECONOMÍA POLÍTICA REGIONAL: la literatura reciente de geografía económica y economía política regional (como Pyke, Becatini y Sengenberger, o como Markusen) han contribuido con un nuevo énfasis en la región como un nexo de interdependencias no transables;

ECONOMÍA NEO-SHUMPETERIANA: 5 la preocupación de economistas vinculados a esta corriente de pensamiento y con el desarrollo tecnológico ha conducido a un énfasis significativo en el carácter localizado del proceso innovativo asociado a asuntos específicos de aprendizaje colectivo y la importancia del conocimiento tácito. El concepto de sistemas (nacionales) de innovación y sus dimensiones locales sintetiza la importancia de las instituciones y de sus políticas, así como el ambiente socio-cultural de sus agentes, eminentemente locales.

Por su lado, Giovanni Bressi (2003) afirma que el diálogo entre localidades se ha intensificado, contribuyendo a la creación de redes y al establecimiento de alianzas «horizontales», como una reacción básica a los problemas que supone la globalización. Para el autor, la relación interactiva entre los flujos globales y las localidades ha adoptado en las últimas décadas tres formas fundamentales:

Una forma caracterizada por el predominio exclusivo de unos flujos globales en unas localidades que a menudo ven socavadas estructuras, adaptándolas a sus intereses y estrategias. En este sentido, muchos actores locales presienten una reaparición de la dominación colonial: es el caso, por ejemplo, de aquellas áreas en desarrollo donde se asentaron las multinacionales.

Una forma de localismo defensivo y egocéntrico. Es el caso de los países y regiones que intentaron escapar a los flujos globales y se hallan confinados dentro sus propias fronteras. Acabaron por diluirse, presionados por las protestas e instigados por el miedo. Creyeron que podrían salir adelante solos, mientras el proceso de globalización seguía afectando y transformando al resto del mundo.

Por último, el enfoque glocal, caracterizado por la celebración de encuentros, la negociación y el diálogo entre actores globales y locales. También supone el inicio del diálogo entre los propios actores locales para aumentar su capacidad de negociación conjunta. La búsqueda de ventajas recíprocas y de intereses comunes entre localidades y flujos globales ha sido uno de los temas predominantes en la concertación de proyectos conjuntos.

4 En el mundo de la producción, un clúster es una concentración de empresas, instituciones y demás agentes, relacionados entre sí por un mercado o producto, en una zona geográfica relativamente definida, de modo de conformar en sí misma un polo de conocimiento especializado con ventajas competitivas. 5 Joseph A. Schumpeter (1883-1950) se destacó por sus investigaciones sobre el ciclo económico y por sus teorías sobre la importancia vital del empresario en los negocios, subrayando su papel para estimular la inversión y la innovación. Popularizó el concepto de «destrucción creativa» como forma de describir el proceso de transformación que acompaña a las innovaciones. Uno de sus principales aportes fue la concepción cíclica e irregular del crecimiento económico.

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4 La tensión global-local y el auge de una visión territorial Matias E. Centeno, UNIBO 2009 «Desde una perspectiva global, el desarrollo del ciudadano latinoamericano común, aparece como algo lejano, difícil de alcanzar; es el privilegio de unos cuantos, de aquellos que tienen los medios necesarios para acceder a las comodidades de un mundo sofisticado. Desde una perspectiva local, el ciudadano relaciona el desarrollo con la infraestructura material inmediata, con el equipamiento físico con que cuenta su hábitat social. Y es aquí precisamente donde el sueño de la globalidad se desvanece instantáneamente cuando el ciudadano percibe que pocos han sido los beneficios y las bondades que la economía global ha dejado en su paso por las regiones pobres en el mundo», enfatiza Ricardo García Jiménez (2002).

La tensión entre lo global y lo local, sumada a todas las transformaciones que afectan hoy a las sociedades contemporáneas implica una serie de consecuencias que afectan el concepto de territorio, al mismo tiempo que permiten nuevas manifestaciones de los procesos de desarrollo, en donde, más allá de los duros logros macroeconómicos, interesa también el capital invisible, los intangibles ligados a la cultura y a la identidad de los pueblos.

Nueva geografía: el auge de una mirada territorial

De la globalización emerge una nueva geografía, en donde los actores y las organizaciones económicas, políticas, culturales y sociales tejen el mundo en varios planos, en diferentes diseños, afirmando la coexistencia de muchas lógicas contradictorias en un mundo único. Paralelamente, el dinamismo de la modernidad deriva en la separación del tiempo y del espacio y de su recombinación, de manera tal que permite un «desanclaje» de los sistemas sociales, y el ordenamiento y reordenamiento de las relaciones que configuran dichos sistemas. El territorio queda enmarcado así con exclusividad dentro de los límites y las fronteras nacionales, y se impone una referencia histórica a la noción de territorio como ámbito geográfico del ejercicio del poder de coacción del Estado-Nación (O. Madoery, 2008:55-58).

Para Octavio Ianni (1998), 6 con la disolución del tiempo y del espacio, la globalización fue interpretada como sinónimo de desterritorialización, como un «universo sin territorios», una alteración de la geografía y la historia que promueve la traslación de las cosas, individuos e ideas, el desarraigo de unos y otros. Bajo esta óptica, tal como ya se ha mencionado, el Estado-Nación se desarticula y cede su rol al mercado neoliberal.

Por el contrario, Sergio Boiser (2007) considera que a partir de la globalización se produce una revalorización territorial ya que se incrementa el número de territorios relevantes para la producción industrial. «De aquí que sea propio hablar de un único espacio y múltiples territorios como un resultado geográfico de la globalización», agrega. Alburquerque, Costamagna y Ferraro (2008:33) coinciden al decir que la globalización ha sido la detonante de una redistribución general de la actividad en el territorio y que los diferentes sistemas productivos locales perciben ahora con mayor nitidez su mayor exposición ante un escenario lleno de exigencias en términos de eficiencia productiva y competitividad.

Jordi Borja y Manuel Castells (1997) 7 entran en el debate sosteniendo la importancia estratégica de lo local como centro de gestión de lo global en el nuevo sistema tecno- 6 Octavio Ianni, La sociedad global, Buenos Aires, Siglo XXI, 1998. En O. Madoery, 2008:59. 7 Jordi Borja y Manuel Castells, Local y global, Madrid, Taurus, 1997. En S. Boiser (2007).

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5 La tensión global-local y el auge de una visión territorial Matias E. Centeno, UNIBO 2009 económico y en sus tres ámbitos principales: el de la productividad y la competitividad, el de la integración socio-cultural y el de la representación y gestión políticas. Para los autores, los gobiernos locales adquieren un papel político revitalizado en consonancia con la crisis estructural de competencias y poder con que se encuentran los Estados nacionales en el nuevo sistema global; Estados nacionales, como lo sugiere Samuel Huntington, demasiado pequeños para atender asuntos globales y demasiado grandes para atender asuntos locales. Se abre entonces, un espacio para meso-gobiernos territoriales (S. Boiser, 2007).

A partir del juego global-local, aparecen también nuevas argumentaciones que dejan en duda las clásicas categorías político-espaciales de la globalización. Ulrich Beck (1998) 8 denomina «ruptura del nacionalismo metodológico» al proceso de revisión de la matriz territorial moderna en las ciencias sociales, con la consecuente revalorización de nuevas escalas geográficas, supranacionales y subnacionales, como ámbitos específicos de interacción y relaciones de poder.

De esta manera, los territorios locales adquieren una mayor rol protagónico como ámbitos específicos de desarrollo. «Dado que el Estado se encuentra atravesado por lógicas diversas, emerge una nueva geografía política, caracterizada por la conformación simultánea de un espacio único y múltiples territorios (…) Lo local expresa nuevas dimensiones territoriales ya no sólo nacionales ante lo global, sino fundamentalmente subnacionales, regionales, incluso urbanas. Cada lugar, cada territorio, tiene una combinación de variables únicas, que le otorga singularidad», señala Madoery (2008:63-64).

Así entendido, el territorio reconoce la existencia de fuerzas profundas instaladas hacia su interior. Pensar en espacio implica soslayar el concepto a lo meramente geográfico, unificando a éste con las actividades socioeconómicas que se llevan a cabo. No obstante, en un territorio la diversidad es la regla, en cuanto se trate de cuestiones medio ambientales, actores sociales, estrategias de movilización y acceso a los recursos y proyectos diversos. Por lo tanto al hablar de territorio es pensar también en un «actor y factor de desarrollo».

Francisco Alburquerque Llorens (1999) dice en este sentido que «el concepto de "espacio" como soporte geográfico en el que se desenvuelven las actividades socioeconómicas, suele llevar implícita la idea de homogeneidad y en él preocupan fundamentalmente los temas relacionados con la distancia, los costes de transporte, la aglomeración de actividades, o la polarización del crecimiento. Pero, desde la perspectiva del desarrollo local y regional, nos interesa básicamente otro concepto diferente, como es el "territorio", que incluye la heterogeneidad y complejidad del mundo real».

Arocena (1995) 9 advierte, por su lado, que no toda subdivisión de un territorio nacional puede considerarse como sociedad local, sino que un territorio es sociedad local cuando confirma un sistema de relaciones de poder constituido en torno a procesos locales de generación de riqueza, pero, además, cuando es portador de una identidad colectiva expresada en valores y normas interiorizadas por sus miembros.

8 Ulrich Beck, ¿Qué es la globalización?, Buenos Aires, Anagrama, 1998. En O. Madoery, 2008:17. 9 José Arocena, El desarrollo local, un desafío contemporáneo, Caracas, Nueva Sociedad – CLAEH Montevideo, 1995. En O. Madoery, 2008:99.

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6 La tensión global-local y el auge de una visión territorial Matias E. Centeno, UNIBO 2009 Concebir la relación del territorio con el desarrollo implica ajustar criterios que forjan un enfoque del desarrollo territorial. Caracterizado por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) de Argentina, este enfoque concibe al territorio como un espacio distinguido por:

La existencia de una base de recursos naturales especifica; una identidad (entendida como historia y cultura locales) particular; relaciones sociales, institucionales y forma de organización propias,

conformando un tejido o entramado socioinstitucional (resultado de las diversas interacciones entre los actores e instituciones) característico de ese lugar, y

determinadas formas de producción, intercambio y distribución del ingreso.

Estas características otorgan al territorio una identidad que lo distingue como único y diferente a cualquier otro; no solo por sus cualidades geográficas y su dinámica económica, sino también porque se concibe como construcción social de los actores locales en el marco de un proyecto de desarrollo que los contiene y los moviliza. En este marco, el desarrollo territorial es un proceso implementado por los actores del territorio, que procuran fortalecer las capacidades locales y aprovechar los recursos propios y externos para consolidar el entramado socioinstitucional y el sistema económico-productivo local, con el propósito de mejorar la calidad de vida de esa comunidad.

El territorio local – concluye Madoery (2008:67-69) – es un espacio cargado de sentido para quienes lo habitan, lo transforman, lo viven, le incorporan ritos, costumbres, valores, creencias. Es una entidad significativa, con cultura localizada en el tiempo y en el espacio, un espacio de construcción política. No es algo que está por fuera de los sujetos sino que es un sistema de acción social intencional, un espacio de construcción social. Es el resultado de un proceso de construcción, consecuencia de los procesos de acumulación, de dominación material y simbólica, de la calidad institucional, de la organización de los actores locales, de su estrategia para afrontar desafíos y oportunidades y de los fenómenos de aprendizaje colectivo.

Y agrega Boiser (1998:6): «El entorno territorial es factor clave del desarrollo. Bajo diferentes fórmulas administrativas y jurídicas del entorno territorial, la comuna, la provincia, la región el país, el mundo, la calidad del territorio determina el desarrollo de las estructuras sociales pertinentes a cada escala (…) Lo pequeño, hermoso o no, es importante para el desarrollo. En términos territoriales, la comuna es importante para la prestación de servicios y para el fomento económico local, la región (…) es importante para el logro de funciones más complejas, que tienen que ver con el desarrollo contemporáneamente entendido. En verdad, en el marco de una creciente globalización, marco en el cual los Estados nacionales tienden a reconfigurarse con menos autonomía, los territorios organizados, regiones, provincias, comunas y ciudades, aparecen como nuevos actores en la competencia internacional por capital, por tecnología y por nichos de mercado».

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Bibliografía

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Sergio Boiser, «Crónica de una muerte frustrada: el territorio en la globalización», Santiago de Chile, conferencia ofrecida en el Instituto de Postgrado en Estudios Urbanos, Arquitectónicos y de Diseño de la Universidad Católica de Chile, julio de 2001.

Sergio Boiser, «Bioregionalismo: una ventana hacia el desarrollo territorial sustentable», Málaga (España), ponencia para el V Congreso Internacional de Ordenación del Territorio, 2007. Online en Dialnet – Universidad de La Rioja (http://dialnet.unirioja.es/servlet/fichero_articulo?codigo=2930467&orden=0)

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Ricardo García Jiménez, «Choque entre la gobernabilidad global y local: viejos retos, nuevas expectativas», Revista Académica de Economía, 2002 (www.eumed.net/cursecon/ecolat/mx/RGJ022002A.htm)

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