La Trascendencia Como Intrínsecamente Constitutivcade Ética y Política

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No solamente la ética, sino la política –en cuanto orientada al bien común– implican como constitutivo a la trascendencia metafísica, y aún religiosa. El artículo lo muestraanalizando la “irrupción de los pobres” en la conciencia y la sociedad latinoamericanas como fenómeno saturado, en el sentido de Marion

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    lA trAsCendenCiA Como intrnseCAmente ConstitutivA de tiCA y poltiCA1

    Juan Carlos Scannone S.I.

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    Resumen

    No solamente la tica, sino la poltica en cuanto orien-tada al bien comn implican como constitutivo a la tras-cendencia metafsica, y an religiosa. El artculo lo muestra analizando la irrupcin de los pobres en la conciencia y la sociedad latinoamericanas como fenmeno saturado, en el sentido de Marion. Luego estudia aquella interrelacin en la filosofa contempornea, especialmente en Lvinas y en la filosofa de la liberacin, que relee a ste en clave social. Por ltimo, extiende lo dicho a toda situacin con vctimas histricas, pues la autntica trascendencia se juega en las re-laciones ticas entre los hombres, el respeto de sus derechos y la transformacin de la sociedad en ms justa.

    Palabras claveUSBTDFOEFODJBUJDBQPMUJDBJSSVQDJOEFMPTQPCSFTGFONFOPTBUVSBEP

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    trAsCendenCe As intrinsiCAlly Constitutive of ethiCs And politiCs

    Abstract

    Not only ethics, but also politics as oriented to the common good imply as a constitutive element metaphysical (and re-ligious) transcendence. The article explains it through the analysis of the irruption of the poor in the Latin-American consciousness and society as a saturated phaenomenon in Marions sense. Afterwards, it studies the mentioned interre-lation in contemporary philosophy, first of all in Lvinas and in the philosophy or liberation, which interprets him from a social perspective. Finally, it extends the matter to all histori-cal situation that generates victims. Then, real transcendence is given in ethic relationships, in the respect of human rights and in the transformation of society in a better one.

    Keywords5SBOTDFOEFODF&UIJDT1PMJUJDT*SSVQUJPOPGUIFQPPSSaturated phenomenon

    La trascendencia como intrnsecamente constitutiva de tica y poltica por Juan Carlos Scannone S.I.

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    Es obvio que la trascendencia tiene que ver con las religiones y con la filosofa: con las religiones, en cuanto trascienden hacia el Misterio Santo, ms all de lo profano; y con el filosofar, porque le es propia la funcin met (cfr. Ricoeur, 1995: pp.88ss.), como lo evidencia la palabra metafsica.

    Pero no aparece a primera vista que la tica de suyo autnoma (Kant) y, sobre todo, la poltica, han de estar permeadas de trascen-dencia, an ms, que sta sea un constitutivo intrnseco de ambas. Pues bien, ahora intentar mostrarlo, as como tambin lo correla-tivo, a saber, que una autntica trascendencia se encarna en tica y poltica, transformndolas.

    En este trabajo entiendo poltica no slo como la lucha por el poder, sino ante todo en su sentido tradicional amplio de accin (del Estado, pero tambin de la sociedad civil o de los ciudadanos) por el bien comn de la polis o comunidad poltica.

    Pues bien, si con Jrgen Habermas reconocemos el inago-table potencial semntico de las religiones (cfr. Mardones, 1998; Mate, 2010), no nos extraar que este trabajo parta de eventos religiosos con implicaciones ticas y polticas, como se estn dando hoy en Amrica Latina (AL). Me refiero sobre todo al hecho de la irrupcin de los pobres como nueva experiencia de trascendencia (Gutirrez, 1981: p.22; cfr. Scannone, 1993a y 1993b).

    Considero ese acontecimiento como un verdadero fenmeno saturado, segn la terminologa de Jean-Luc Marion, es decir, un fenmeno en el cual la sobreabundancia de donacin y, por tanto, de intuicin, desborda todas las significaciones conceptuales, y aun los horizontes previos de comprensin (cfr. Marion, 1997: prrafos 21-24; Marion, 2001 y Scannone, 2005c). Pero agrego yo dicha saturacin vivida como donacin no slo da lugar a una inagotable hermenutica terica, sino que se interpreta tambin en reno-vadas acciones tico-sociales y en exigencias de praxis histrica y poltica de liberacin humana integral.

    En una primera parte describir el hecho de la irrupcin de los pobres en AL como fenmeno saturado de irrupcin de trascen-dencia que, por serlo, pro-voca y con-voca con nfasis a la praxis (accin-pasin) de liberacin tica y poltica (1). En un segundo paso

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    lo relacionar con momentos decisivos de la historia de la filosofa moderna y actual, inclusive latinoamericana (2). Finalmente volver al punto de partida para repensar filosficamente la interrelacin entre trascendencia, tica y poltica (3).

    1. La irrupcin de los pobres (excluidos, aborgenes, afroamericanos...) en AL como fenmeno saturado

    1.1. Qu es un fenmeno saturado?

    Segn el experto argentino en fenomenologa Roberto Walton,2 lo nue-vo del concepto de fenmeno saturado es haber recogido en una no-cin distintos fenmenos de excedencia ya estudiados en la fenome-nologa, sobre todo post-heideggeriana: el acontecimiento en Ricoeur y Claude Romano, la carne (y la vida), primero en el mismo Husserl y, luego, en Michel Henry, la obra de arte (en cuyo contexto se pue-den citar a Jacques Derrida y a Maurice Merleau-Ponty), el rostro del otro (no en ltimo lugar, del pobre) en Emmanuel Lvinas, etc., sin olvidar la saturacin de la saturacin en el fenmeno de la revelacin (segn creo, como lectura filosfica de la esttica teolgica de Hans Urs von Balthasar, 1985). Es de notar que el mismo Walton relaciona la ex-cedencia de donacin con la trascendencia religiosa (cfr. Walton, 2008 y 2010), y que Dominique Janicaud reprochaba a la fenomenologa francesa haber realizado un giro teolgico (cfr. Janicaud 1990 y 1998).

    En este trabajo usar las categoras fenomenolgicas menciona-das, sobre todo la del rostro, de reminiscencias bblicas, pero fe-nomenolgicamente elaborada por Lvinas (cfr. 1968), y asumida y releda desde la propia situacin por importantes textos religiosos y filosficos latinoamericanos.3

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    La trascendencia como intrnsecamente constitutiva de tica y poltica por Juan Carlos Scannone S.I.

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    Pero antes har una observacin: en el contexto presente, en-tiendo por intuicin un conocimiento inmediato y humano inte-gral, en el cual se dan en uno sin divisin ni confusin momen-tos distintos (v.g. sensible, inteligible, afectivo, sapiencial, tico, etc.) que, luego, la reflexin puede explcitamente distinguir sin separar.

    1.2. La irrupcin de los pobres en AL y la Trascendencia

    La grfica expresin irrupcin del pobre fue usada por Gustavo Gutirrez (cfr.1981: p.22), considerado el padre de la teologa de la liberacin. Irrupcin porque estara aconteciendo un breakthrough en la historia, segn la terminologa de Eric Weil (cfr.Weil, 1975 y Perine,1993: pp.96s.) Se trata de un acontecimiento nuevo, sor-prendente y no deducible, a pesar de que la realidad de los pobres estuvo desde siempre presente en AL. Pues ella in-rumpit, entra rompiendo con actitudes, costumbres, presupuestos socioculturales y estructuras anteriores, introducindose as en la conciencia per-sonal y colectiva, en la sociedad, las instituciones, las ciencias, el arte, la vida y misin de las Iglesias y comunidades religiosas la-tinoamericanas. Como es obvio, estoy interpretando fenomenolgi-camente un hecho no planteado por Gutirrez como fenmeno satu-rado, pero ambos nos estamos refiriendo al mismo acontecimiento histrico, aunque usando mtodos diferentes.

    Su novedad como acontecimiento consiste: 1) en primer lugar, en una aguda toma de conciencia tica (de pobres y no pobres) antes no existente del hecho masivo (doloroso y amenazante) de la pobreza, inequidad y exclusin injustas, y, sobre todo, de sus causas no naturales sino histricas y estructurales; 2) y en se-gundo lugar, en el novedoso protagonismo social de los pobres y excluidos (en algunos pases, no en ltimo lugar, los aborgenes y/o afroamericanos) en la sociedad civil y poltica, y en la vida de las confesiones religiosas, sobre todo, de la mayoritaria Iglesia catlica.

    No niego la ambigedad de ese hecho, como la de todo fen-meno histrico, que pide interpretacin y, sobre todo discernimien-to (cfr.Scannone, 2009a: cap. 6). Pero sealo que para muchos de los

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    mismos pobres y de los no pobres de buena voluntad, se trata de una nueva experiencia de trascendencia tanto tica pues interpela a la responsabilidad y la solidaridad como poltica, en cuanto el compromiso tico impulsa a luchar por el bien comn y la liberacin de estructuras injustas, preferencialmente, de las vctimas histri-cas (cfr.Dussel, 1998; Scannone, 2005a: cap. 4 y 2007). No pocas veces se la vive desde la dimensin religiosa.

    As es como, por un lado, se fueron revalorizando en amplios medios intelectuales la cultura, el pensamiento, la sabidura y la re-ligiosidad populares; por otro lado, las ciencias sociales, la teologa, la filosofa, la pedagoga latinoamericanas (como Pablo Freire) des-cubrieron a los pobres y excluidos no slo como tema actualmente insoslayable, sino tambin como lugar hermenutico y epistemolgi-co; la nueva novela latinoamericana expres literariamente la misma toma de conciencia ver, entre otras, las obras de Augusto Roa Bastos y Jos Mara Arguedas (pienso en sus novelas: Hijo de hombre y, respec-tivamente, Todas las sangres y El zorro de arriba y el zorro de abajo); an ms, en las Iglesias cristianas se inaugur entonces la hermenutica bblica popular (entre otros: Carlos Mesters en Brasil), y se proclama oficialmente y pone en prctica la opcin preferencial por los pobres.

    Pues bien, a la luz de su fe, su religiosidad y su cultura, los pue-blos latinoamericanos y las comunidades cristianas del Subcontinen-te viven y expresan dicha irrupcin como una manifestacin actual-mente encarnada de la Trascendencia divina, segn lo testimonia la frase innumerables veces repetida, de contemplar en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos (Celam, 2007: 393),4 de modo que dichos rostros cuestionan e interpelan tanto tica como religiosamente a quienes responden responsablemente a su llamado. As se da una indita ex-periencia religiosa y tico-poltica de trascendencia de los otros hombres y de Dios nueva por su contexto social y su interpre-tacin mediada por las ciencias humanas, que le toca a la filosofa llevar a concepto, aunque sin agotar su potencial hermenutico.

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    La trascendencia como intrnsecamente constitutiva de tica y poltica por Juan Carlos Scannone S.I.

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    En muchos casos se trata del influjo, a veces directo y, sobre todo, indirecto de Lvinas, reledo desde la situacin religiosa, so-cial, estructural y conflictiva latinoamericana. Pues para aqul, Dios pas (cfr.1974) y dej su huella en los rostros de los otros, sobre todo, del pobre, el extranjero, el hurfano, la viuda (cfr.1968).

    Ahora bien, tanto la teologa y la filosofa de la liberacin, como corrientes importantes de las ciencias sociales, la literatura, la edu-cacin y la pastoral, y distintos movimientos sociales y polticos la-tinoamericanos, al plantearse la cuestin de las causas histricas y estructurales de la pobreza y la exclusin, encontraron las implica-ciones polticas del mandato tico tan bien descrito por Lvinas, vivido e interpretado no pocas veces tambin como religioso. La trascendencia religiosa se encarn, entonces, no slo en responsa-bilidad tica, aunque desbordndola, sino tambin en desafos po-lticos, como son la praxis de liberacin humana integral, la bs-queda de consensos para el bien comn, la lucha por la justicia y la equidad, y contra la discriminacin (de los desocupados y excluidos, los sin tierra, las etnias indgenas, los pobres estructura-les, los nuevos pobres es decir, la clase media empobrecida, las mujeres, etc.).

    Por un lado, la irrupcin del pobre movi a la crtica de una sociedad que estructuralmente genera injusticia e inequidad: ten-gamos en cuenta que AL, aunque no es el continente ms pobre, es con mucho el ms inequitativo. Por otro lado, es motivo de asom-bro radical que, como tal, mueve a filosofar el hecho de que, en circunstancias de exclusin, marginacin y muerte, se den emer-gencia de vida nueva, de lucha obsesiva por la vida digna (cfr.Trigo, 2004), de un plus de creatividad, solidaridad y libertad, de toques de fiesta y de belleza, y de auto-organizacin de insti-tuciones libres del pueblo, como son, por ejemplo, las del neoco-munitarismo de base, no slo en el orden religioso (comunidades eclesiales de base, grupos carismticos de oracin, crculos bblicos, etc.), sino tambin social (sociedades barriales de fomento, come-dores escolares, asociaciones cooperadoras), cultural (peas folkl-ricas, radios FM barriales), econmico (la economa popular de so-lidaridad) y aun poltico (quizs el neozapatismo en Mxico). Pues

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    ellas frecuentemente intentan aunar gratuidad y eficacia histrica, testimonian un imaginario colectivo nuevo y un segundo mestizaje cultural, ya no entre las culturas ibricas y las indgenas, sino entre las culturas tradicionales latinoamericanas y las aportaciones de la modernidad y la postmodernidad (cfr.Seibold, 1999; Trigo, 2004; Ivern, 2007; Nuin, 2008 y Scannone, 2009a: cap. 8).

    Un caso paradigmtico es la religin del pueblo (cfr.Seibold, 1996 y Scannone ,2010: pp.39ss.), transformada no pocas veces en espiritualidad y mstica populares (cfr.Gutirrez ,1983; Seibold, 2006; Celam, 2007: 258-265). Pues no slo ha ido resistiendo al secularismo y atesmo, sino que est aprendiendo a unir sus tradicio-nes orales y rituales con caracteres modernos y aun postmodernos, como son la lectura popular crtica de la Escritura, el protagonis-mo laical y femenino en las comunidades, la organizacin flexible en forma de redes solidarias, el compromiso social radical, etc. ste lleg hasta la pasin y el martirio, tanto de muchos humildes agentes annimos, como tambin de filsofos y telogos que optaron por los pobres, como Ignacio Ellacura y sus compaeros mrtires de la Universidad Centroamericana en El Salvador.

    Por ende, la categora rostro del pobre ayuda a comprender su irrupcin en AL como fenmeno saturado de trascendencia reli-giosa, tica y aun poltica, sobre todo porque es usada por aquellos mismos que la viven. Pero de la misma manera se puede mostrar la pertinencia de otras nociones fenomenolgicas, como son: lla-mado, respuesta, donacin, acontecimiento, carne, vida, afeccin, revelacin, etc. (cfr.Lpez, 2008). As se muestra filo-sficamente una figura histrica real y actual en la que la trascen-dencia aparece como constitutivo intrnseco de opciones ticas y tico-polticas, como la opcin preferencial por los pobres llevada hasta sus consecuencias histricas ms radicales.

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    2.1. En la filosofa occidental

    El acceso filosfico a la trascendencia (del Bien, del ser, de Dios) fue, hasta Kant, ante todo metafsico (terico), de modo que la filosofa prctica (tica y poltica) ya daba por supuesta dicha trascendencia y su sentido, y slo sacaba luego sus consecuencias para la accin y la convivencia humanas, pero no constitua una va propia para com-prender filosficamente la misma trascendencia del Trascendente, como se plante despus de Kant.

    Luego Heidegger super no slo el paradigma de la sustancia, sino tambin el del sujeto, lo que tiene relevancia para nuestro tema. Pues, en forma muy resumida se puede aseverar que, as como con Kant se dio la des-sustanciacin y des-objetivacin de la tras-cendencia de un dios objeto absoluto, fue gracias a Heidegger que aconteci en el pensamiento occidental la des-sujetivacin de ste y la consiguiente desabsolutizacin de la subjetividad trascendental moderna.

    El primer evento se puede comparar con la noche del senti-do y la inteligencia segn san Juan de la Cruz, porque se trata de la muerte a la representacin idoltrica (sensible o intelectual) de Dios como objeto absoluto (cfr.Ricoeur, 1969: pp.405ss.) En cam-bio, el segundo suceso puede relacionarse con la noche de la volun-tad sanjuanista, ya que implica la muerte a la voluntad de poder y de querer (Heidegger), propias del sujeto moderno autoabsolutiza-do (cfr.Scannone, 1976: caps.7-8 y 2010: pp.42s.). ste es destro-nado de su trascendentalidad constituyente, a fin de acoger el don y el llamado gratuitos de la trascendencia (del ser, del otro, annimo, y en ltimo trmino- de Dios).5

    Pero, mientras que en Heidegger todava se trata de un neutro: lo Ser, lo Ereignis, Lvinas da un paso ms hacia la Trascendencia personal, siguiendo el camino de la tica, como Kant. La trascen-dencia es as recomprendida ticamente, tanto en su dimensin

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    horizontal: la del otro hombre, preferentemente el pobre, el ex-tranjero, el hurfano, la viuda; como tambin en la vertical, a sa-ber, la trascendencia del l (Ille, Il) con mayscula, quien al pasar dej su huella en los rostros de los otros con minscula. Pues es Aqul que produce la curvatura del espacio tico (Lvinas, 1968: p.267) interhumano, con su presencia infinita y ticamente trascen-dente. Y el que desde un pasado inmemorial nos ha asignado al otro hasta la sustitucin por ste (cfr.Lvinas, 1974: cap. 4).

    An ms, Lvinas lleva a replantear la filosofa poltica en relacin con la trascendencia tica de los otros y de Dios; pues, el tercero me mira en el rostro del otro La presencia del rostro el infinito del Otro es presencia del tercero (es decir, de toda la humanidad que nos mira) (1968: p.188). As reintroduce con un enfoque nuevo la temtica de las instituciones, el Estado, el derecho, la justicia y la poltica, ya no de guerra sino de paz.

    2.2. Replanteo desde Amrica Latina

    La recepcin inculturada y socialmente contextuada de Lvinas en AL, ante todo por la filosofa de la liberacin (Dussel, Cullen, Scannone) dio un nuevo paso, reinterpretando la interrelacin entre la trascendencia religiosa y metafsica, por un lado, y, por otro, la tica y la poltica.

    La visagra de esa articulacin la ofreci el hecho mencionado, a saber, la irrupcin del pobre en la conciencia y la sociedad lati-noamericanas. En un fecundo crculo hermenutico se reley a L-vinas desde esa situacin histrica, y a sta se la interpret a la luz de la categora rostro del otro (no en ltimo lugar: del pobre) que interpela y cuestiona ticamente, y en quien se epifaniza la Trascendencia. Y, desde ah se replante toda la filosofa incluida la filosofa poltica reenfocada desde ese nuevo comienzo.

    Pero, como en AL se trata no slo de relaciones intersubje-tivas, sino sociales, estructurales, conflictivas, la filosofa reen-contr en el acontecimiento de la irrupcin de los pobres la Trascendencia de Dios tambin en la praxis (accin y pasin)

    La trascendencia como intrnsecamente constitutiva de tica y poltica por Juan Carlos Scannone S.I.

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    poltica(s),6 uniendo as accin tico-social y contemplacin reli-giosa, sin dejar de tener en cuenta las contribuciones de las ciencias humanas y sociales que interpretan la realidad histrica y median su transformacin en ms humana.

    Los trminos arriba empleados: poltica, praxis, contempla-cin de la trascendencia, han de ser concebidos aqu en un sentido amplio, es decir: poltica como lucha por la justicia, el mutuo reconocimiento social y el bien comn; praxis comprendida en todos sus niveles, tanto el estrictamente poltico, como tambin el social, econmico, pedaggico, cultural, terico (inclusivamente filosfico) y religioso. Y contemplacin de la trascendencia, no slo aristotlicamente como terica y metafsica, sino ante todo como prctica, tica y religiosa.

    Con respecto a la filosofa de la liberacin (genitivo obje-tivo y subjetivo!), la irrupcin del pobre y la opcin preferencial le proporcionaron un nuevo punto de partida y un nuevo lugar her-menutico inculturados, sin hacerle perder, con todo, su vigencia universal (cfr.Scannone, 2005b). Se trata de una universalidad si-tuada (Mario Casalla) tanto histrica como culturalmente y, por consiguiente, no unvoca ni dialctica, sino analgica.

    3. La Trascendencia: constitutiva de tica y poltica?

    Puede dicha experiencia latinoamericana aplicarse a otras tradiciones? S, porque en los pobres carentes de los privilegios del poder y del tener aparece ms desnuda y transparente la indeclinable dignidad humana, de todo hombre y mujer, por el mero hecho de serlo. Ya Kant afirmaba su carcter de fin en s, en forma estrictamente filosfica, aunque dentro de la tradicin judeo-cristiana. As estaba dando base al sentir actual universal sobre los inalienables derechos humanos.

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    Por otro lado, la ampliacin universal de dicha experiencia su-pone dos afirmaciones de Bernard Lonergan que comparto, pero que pueden discutirse, a saber: 1) que es propio de la conversin religiosa (en toda religin en cuanto autnticamente tal) el amor de Dios (o, interpreto yo, del Misterio Santo) derramado en nues-tros corazones, comprendiendo el de como genitivo subjetivo y objetivo; y 2) que la conversin tica no es efectiva si no se da tam-bin la conversin afectiva, cuyo ltimo grado (al menos implcito) es la conversin religiosa (cfr.Lonergan, 1985 y Scannone, 2009b).

    De ese modo aparece claro que la trascendencia aun la religio-sa es un constitutivo (al menos implcito) de tica y poltica, es decir, de la relacin con los dems hombres y con la comunidad de la polis, aun llevada sta a niveles internacionales y globales. Y la tica articula trascendencia (religiosa y metafsica) y poltica (tanto en sentido amplio como estricto), pues sta debe estar orientada y es juzgada por la trascendencia tica.

    As, a su vez, la trascendencia si la concebimos cabalmente, tanto en su nivel religioso como metafsico no se reali[za] en la ignorancia de los hombres y las cosas, segn lo asevera Lvinas (1968: p.50).

    La relacin con la Trascendencia se juega entonces en las rela-ciones ticas entre los hombres y en la transformacin poltica de mundo y sociedad en ms justos y ms humanos para todos, en espe-cial, para las vctimas histricas. An ms, de ese modo el hacerse inmanente de la Transcendencia transforma desde dentro a tica y poltica, liberndolas crticamente de cualquier eventual autoabsolu-tizacin (que no ha de confundirse con la autonoma).

    Como en la obra de arte, la sobreabundancia de lo bello no apa-rece visiblemente, sino como lo invisible de lo visible que aparece (apparitio non apparentis: Scotus Erigena), as tambin el exceso de la Trascendencia con respecto a tica y poltica, aparece fenomeno-lgicamente en stas sin agotarse ni terminar de darse. Aparece per-meando a la tica de gratuidad que la libra de todo rigorismo, y a la poltica, de amistad social, ms all de la mera justicia, aunque presuponindola.

    En la sobreabundancia de fenmenos saturados como el acon-tecimiento de la irrupcin del pobre en AL, se muestra ya un

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    anticipo simblico del todava no ms all de la historia, cuya me-tfora latinoamericana es la fiesta popular. Pues en AL los pobres saben celebrar la vida y crear espacios de libertad y solidaridad, an en circunstancias de muerte, opresin y discriminacin, como son las actuales. No en ltimo lugar lo logran, gracias a su sentido sapiencial y religioso de la Trascendencia.

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