Laclau La Deriva Populista y La Centroizquierda a

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  • 8/6/2019 Laclau La Deriva Populista y La Centroizquierda a

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    Ernesto Laclau: profesor de Teora Poltica en la Universidad de Essex, Reino Unido. Autor, entreotros libros, de Hegemona y estrategia socialista, coescrito con Chantal Mouffe (Fondo de CulturaEconmica, 1985) yLa razn populista (Fondo de Cultura Econmica, 2005).Palabras clave: poltica, populismo, centroizquierda, liderazgo, Hugo Chvez, Venezuela.

    La deriva populista y la centroizquierda latinoamericana

    Ernesto Laclau

    La ruptura populista ocurrecuando tiene lugar una

    dicotomizacin del espaciosocial por la cual los actoresse ven a s mismos como partcipes de uno u otro dedos campos enfrentados.Implica la equivalencia entrelas demandas insatisfechas,la cristalizacin de todas

    ellas en torno de ciertossmbolos comunes y laemergencia de un lder. Estono anticipa nada acerca delos contenidos ideolgicosdel viraje populista.En el caso venezolano, latransicin hacia unasociedad ms justa requerael desplazamiento de la elite, para lo cual era necesarioconstruir un nuevo actor colectivo cuyo smboloes el bolivarianismo y cuyoemergente es Hugo Chveza travs de una ruptura populista.

    Cundo se produce una ruptura populista? La condicin ineludible esque haya tenido lugar una dicotomizacin del espacio social, que losactores se vean a s mismos como partcipes de uno u otro de dos campos en-frentados. Construir al pueblo como actor colectivo significa apelar a los de

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    abajo, en una oposicin frontal con el rgimen existente. Esto implica que, deuna forma u otra, los canales institucionales existentes para la vehiculizacin

    de las demandas sociales han perdido su eficacia y legitimidad, y que lanueva configuracin hegemnica el nuevo bloque histrico, para usar laexpresin gramsciana supondr un cambio de rgimen y una reestructura-cin del espacio pblico.

    Esto no anticipa, desde luego, nada acerca de los contenidos ideolgicos delviraje populista. Ideologas de la ms diversa ndole desde el comunismohasta el fascismo pueden adoptar un sesgo populista. En todos los casos es-tar presente, sin embargo, una dimensin de ruptura con el estado de cosasactual que puede ser ms o menos profunda, segn las coyunturas espec-ficas. Dos autores franceses, Yves Meny e Ives Surel1, han sostenido, desdeeste punto de vista, que no hay poltica que no tenga algn matiz populis-ta. El corolario es que, desde mi punto de vista, la categora de populismono implica necesariamente una evaluacin peyorativa, lo que no significa,desde luego, que todo populismo sea, por definicin, bueno. Si los conteni-dos polticos ms diversos son susceptibles de una articulacin populista,nuestro apoyo o no a un movimiento populista concreto depender de

    nuestra evaluacin de esos contenidos y no tan solo de la forma populistade su discurso.

    En mis trabajos sobre el tema he introducido la distincin entre la lgica so-cial de la diferencia y la de la equivalencia. Por la primera entiendo una l-gica eminentemente institucionalista, en la que las demandas sociales sonindividualmente respondidas y absorbidas por el sistema. La prevalenciaexclusiva de esta lgica institucional conducira a la muerte de la poltica y asu reemplazo por la mera administracin. La frmula de Saint-Simon del

    gobierno de los hombres a la administracin de las cosas es la expresin ca- bal de esta utopa de una sociedad reconciliada y sin antagonismos, y no essorprendente que Marx la haya adoptado para describir la sociedad sin clasesque sucedera a la extincin del Estado.

    En el caso de la lgica de la equivalencia las cosas ocurren de modo diferen-te, y la base de su prevalencia debe encontrarse en la presencia de demandasque permanecen insatisfechas y entre las que comienza a establecerse unarelacin de solidaridad. Si grupos de gente cuyas demandas de vivienda,por ejemplo, no son satisfechas advierten que otras demandas de transporte,

    1. Y. Meny e I. Surel:Pour le peuple, par le peuple, Fayard, Pars, 2000.

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    porque, sin dictaduras militares, habran sido imposibles polticas tales comolas reformas de losChicago boysen Chile o la gestin suicida de Jos Alfredo

    Martnez de Hoz en Argentina (el adjetivo suicida ha sido utilizado por unautor ingls, Duncan Green2, para referirse a la eliminacin por parte de ladictadura argentina de las tarifas y los controles de las importaciones, al mis-mo tiempo que se mantena un peso sobrevaluado; el resultado fue que el pasresult inundado por productos importados baratos que condujeron a unacada desastrosa de la produccin industrial local).

    Las consecuencias de esta doble crisis son claras: una crisis de las institucio-nes como canales de vehiculizacin de las demandas sociales, y una prolife-racin de estas ltimas en movimientos horizontales de protesta que no seintegraban verticalmente al sistema poltico. El movimiento piquetero en Ar-gentina, el movimiento de los Sin Tierra en Brasil, el zapatismo en Mxico (almenos en sus fases iniciales) son expresiones claras de esta tendencia, pero fe-nmenos comparables pueden encontrarse en prcticamente todos los paseslatinoamericanos. Vemos aqu la plena operacin de la distincin entre equi-valencia y diferencia a la que antes me he referido. La canalizacin pura-mente individual de las demandas sociales por parte de las instituciones estsiendo reemplazada por un proceso de movilizacin y politizacin crecientede la sociedad civil. ste es el real desafo en lo que concierne al futuro demo-crtico de las sociedades latinoamericanas: crear Estados viables, que solopueden serlo si el momento vertical y el momento horizontal de la poltica lo-gran un cierto punto de integracin y de equilibrio.

    Es conocido el proceso a travs del cual, durante la dcada del 90, la represinsocial y la desinstitucionalizacin fueron condiciones de la implementacinde las polticas de ajuste. Pinsese en el abuso de los decretos de necesidad

    y urgencia por parte de Carlos Menem; en el estado de sitio seguido por unaviolenta represin sindical en Bolivia en 1985; en el uso de la legislacin anti-terrorista para los mismos fines en Colombia; en la disolucin del Congresoperuano por Alberto Fujimori; o en la violenta represin por parte de CarlosAndrs Prez de las movilizaciones populares subsiguientes a la suba astro-nmica del precio de la gasolina en 1989. El fracaso del proyecto neoliberal afines de los 90 y la necesidad de elaborar polticas ms pragmticas, que com- binaran los mecanismos de mercado con grados mayores de regulacin esta-tal y de participacin social, condujeron a regmenes ms representativos y a

    2. D. Green: Silent Revolution. The Rise and Crisis of Market Economics in Latin America en Monthly Review Press, Nueva York, 2003.

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    bronce que determine que sucumbir a l es el destino manifiesto del populis-mo. En frica, por ejemplo, despus de la descolonizacin, hemos asistido a

    la degeneracin burocrtica del populismo en el caso de Mugabe, pero tam- bin hemos visto un populismo democrtico y altamente participativo en elgobierno de Nyerere. Ahora bien, en la experiencia venezolana no hay indi-cios que nos permitan sospechar que una tendencia a la burocratizacin ha- br de prevalecer. Por el contrario, a lo que asistimos es a una movilizacin yautoorganizacin de sectores previamente excluidos, que ha ampliado consi-derablemente las dimensiones de la esfera pblica. Si hay un peligro para lademocracia latinoamericana, viene del neoliberalismo y no del populismo.

    Es por eso que es tan importante la consolidacin del Mercosur y el rechazodefinitivo al proyecto del ALCA, que habra significado la subordinacin denuestros pases a los dictados de la poltica econmica estadounidense (queno hesita en practicar, contra todas las recetas neoliberales, un proteccionismoabierto cuando se trata de defender sus intereses). Las perspectivas poltico-econmicas de Amrica Latina son hoy ms promisorias que en mucho tiem-po, y Venezuela est jugando en relacin con ellas junto con otros regmenesprogresistas del continente un papel fundamental.

    Agosto de 2006 Santiago de Chile N o 89

    OscarAltimir , 30 aos. Andras Uthoff , Brechas del Estado de bienestar y reformas a los sistemasde pensiones en Amrica Latina. Ignacio Apella , Demanda heterognea y segmentacin de mer-cado: el sistema argentino de fondos de pensiones. Jorge Katz , Cambio estructural y capacidadtecnolgica local. Wilson Suzigan y Joo Furtado , Poltica industrial y desarrollo. JohnWilliamson , Un impuesto sobre las transacciones cambiarias como instrumento de lucha contrala pobreza. Pedro Sinz y Sandra Manuelito , Precios relativos en Amrica Latina en perodosde baja inflacin y cambios estructurales. Luis Beccaria y Fernando Groisman , Inestabilidad,movilidad y distribucin del ingreso en Argentina. Victoria Castillo, Marta Novick, SofaRojo y Gabriel Yoguel , La movilidad laboral en Argentina desde mediados del decenio de 1990:el difcil camino de regreso al empleo formal. Pablo Slon y Edwin Ziga , Dinmica de la po-breza en Costa Rica: datos de panel a partir de cortes transversales. Renato Baumann y AnaMaria de Paiva Franco , La sustitucin de importaciones en Brasil entre 1995 y 2000.

    Revista de la Cepal es una publicacin cuatrimestral, en espaol e ingls. Pedidos: Unidad de Dis-tribucin de la Cepal, Casilla 179-D, Santiago de Chile. Correo electrnico: .