1
17 16 VIAJES PASAJEROS En la provincia de Chubut, junto a la Cordillera de Los Andes, a 28 km. de la ciudad de Trevelin y 50 km. de Esquel, una comunidad de cuatrocientas personas construye su historia: la de una pequeña comuna rural apoyada en la fuerza de sus raíces mapuche-tehuelche. E l silencio inunda las verdes loma- das que junto al aroma de hierba agudiza los sentidos, mientras el viento acaricia las pieles oscuras dando lugar al pensamiento y la tranquilidad. Bosques de ñire, maitenes y sagrados cipreses, árboles de la vida que, para la comunidad, unen la tierra y el cielo. El zorzal, el Martín pescador, el guala y el chucao llenan de sonidos el paisaje. Una trutruca, una pifilca, la danza, la voz de los ancestros: naturaleza y cultura que rodean al Lago Rosario y son parte esencial de la cosmovisión de los Hombres de la Tierra que viven en la comuna rural. Desde Trevelin, la Ruta Nacional N° 259 y luego la Ruta Provincial N° 17, marcan el trayecto hacia la Comunidad del Lago Rosario. En el pueblo ubicado a la izquierda el Lago, conviven alrededor de cincuenta familias con descendencia mapuche– tehuelche. Cada parcela es concedida por la Comisión Ancestral, un grupo de vecinos que junto al Lonco (jefe espiritual de la comunidad Mapuche), toman las decisiones espirituales y admi- nistrativas del lugar. Por las calles despobladas, se visuali- zan los terrenos divididos por alambrados con edificaciones variadas en sus estilos y tamaños, algunas casas del Instituto Pro- vincial de Vivienda, la salita del hospital, la subcomisaría y la delegación del Registro Civil de la provincia. Pero lo más llamativo es una esquina donde resalta una cons- trucción color rosada: “Casa de la Arte- sana” anuncia el cartel y otro grabado en madera dice “Rosalía Napaimán”. Creada por la Municipalidad de Trevelin, la Casa de la Artesana fue una iniciativa para que los pobladores del Lago Rosario vendieran sus trabajos en madera, cuero, telar, cerá- mica, y también hierbas y dulces. Abierta todo el año, funciona como único centro comercial y refugio para la gente que llega y se quiere informar, brindando también talleres en Telar Mapuche, enseñado por las mujeres de la comunidad. En 1934, Don Manuel Millaguala, pionero habitacional del Lago, creó la Escuela, centro de interrelaciones de la comunidad que cumple la función de reforzar las relaciones con los habitantes de otros pueblos desde lo educativo y cultural. Allí asisten alrededor de cien alumnos en los tres niveles educativos y la instancia de Educación Intercultural Bilingüe, español-mapuzungdun, premisa indispensable para asegurar la transmisión oral de la lengua ancestral. La lengua ma- puche posee una histórica y significativa carga de sometimiento y discriminación, que se fue transmitiendo de generación en generación. Los abuelos cuentan como Elia Namucurá, una de las últimas kimche (anciana hablante), no le quiso enseñar a sus hijos la lengua mapuzungdun, porque en la escuela le prohibían hablar su idioma imponiéndoles el castellano. Pero a pesar del sometimiento y la discriminación, la comunidad sigue sos- teniendo su cultura a través de tres pilares fundamentales: la enseñanza de la lengua mapuche en la escuela, que implica un proceso de transformación de la identidad logrando que niños y adolescentes pierdan el pudor a la discriminación y lleven con orgullo su sangre mapuche reivindicando a sus padres y abuelos que no pudieron hacerlo por el sometimiento histórico de este pueblo originario; las artesanías, creadas de la misma forma desde el siglo XVI a través del laboreo, arte milenario que se transmite de generación en gene- ración; y por último la cosmovisión del pueblo Mapuche, basado en el respeto a la Madre Tierra y a los ancestros a través de las ceremonias religiosas Camarucos y Rogativas. El Lonco de la comunidad, Horacio Castro, contó de qué se trataba esta ceremonia ancestral: “Sólo los loncos saben hacer Camaruco, porque hablan mapuzundung y de debe realizar en la lengua mapuche. Eso lo tienen que hacer los que saben, es para el bienestar de la tierra en general, se le pide al “Futachao” que es nuestro dios para que fortalezca los campos. Es para pedir todo, tam- bién para agradecer, y pedir lo justo y lo necesario, el fortalecimiento de la tierra, los arboles, la biodiversidad, los pajaritos, todo. Yo veo que por acá se han perdido muchos, la biodiversidad por ejemplo, antes había muchas ranitas, uno se acostaba a la tarde y empezaban a cantar las ranas, cantaban toda la noche, y cuando uno por ahí salía a la noche tenía que tener cuidado para no pisarlas. Eso se ha perdido, entonces me parece que la tierra se está degradando pero por nosotros mismos, no la estamos cuidando, la humanidad en general está destruyendo la tierra, porque yo lo veo, hay pajaritos que ya no se ven, sabemos que pájaros carpintero hay muy pocos, y ya se van a ir, las ranitas ya no existen, y eso son animalitos de la tierra, cuando ellos ya no están es porque algo malo estamos haciendo nosotros”. La pesca deportiva es una de las activi- dades desarrollada por el turismo. Desde noviembre, visitantes acuden al pueblo para adentrarse al Lago con permiso de los habitantes que lo rodean. El verano entonces es la época más rentable para la comunidad, que adecuándose a la necesi- dades turísticas acondicionaron sus casas para hospedar a los turistas. Además en los meses de verano se lleva a cabo la Fiesta de los instrumentos Mapuche, donde artesanos del Lago y al- rededores muestran los trabajos realizados en el año: trutrucas, pifilcas y cultrunes, instrumentos musicales sagrados que se utilizan en las ceremonias de Camarucos y Rogativas. También exponen artesanías y comidas típicas del lugar en la Feria Artesanal Gastronómica donde se realiza la clásica jineteada campera. Conocer este lugar del sur argentino implica no sólo conocer una cultura dife- rente, ancestral, sino también un pedacito de la historia de la tierra que pisamos, aquella que no se escribió ni nos contaron, pero que sigue viva, y la seguiremos man- teniendo viva, como el pueblo Mapuche luchó para que así sea: Soy hombre mapuche de estas tierras Soy el retoño de mis ancestros Pelo negro llevo en mi cabeza, Sangre pura corre por mis venas, Por el bienestar de nuestras tierras, se levantaban en Lago Rosario mapuches haciendo sus promesas (Canción de Horacio Castro, lonco de la comunidad Mapu- che del Lago Rosario) Lago Rosario: Un paraíso cultural EL SUR ANCESTRAL Por Cynthia Barría Periodista [email protected] Horacio Castro, Lonco de la Comunidad Mapuche del Lago Rosario 17

Lago rosario en el pasajero

Embed Size (px)

DESCRIPTION

Nota publicada en revista El Pasajero N° 90, en la ciudad de La Plata, Diciembr 2014

Citation preview

Page 1: Lago rosario en el pasajero

17161616

VIAJES PASAJEROS

En la provincia de Chubut, junto a la Cordillera de Los Andes, a 28 km. de la ciudad de Trevelin y 50 km. de Esquel, una comunidad de cuatrocientas personas construye su historia: la de una pequeña comuna rural apoyada en la fuerza de sus raíces mapuche-tehuelche.

El silencio inunda las verdes loma-das que junto al aroma de hierba agudiza los sentidos, mientras el

viento acaricia las pieles oscuras dando lugar al pensamiento y la tranquilidad. Bosques de ñire, maitenes y sagrados cipreses, árboles de la vida que, para la comunidad, unen la tierra y el cielo. El zorzal, el Martín pescador, el guala y el chucao llenan de sonidos el paisaje. Una trutruca, una pifilca, la danza, la voz de los ancestros: naturaleza y cultura que rodean al Lago Rosario y son parte esencial de la cosmovisión de los Hombres de la Tierra que viven en la comuna rural.

Desde Trevelin, la Ruta Nacional N° 259 y luego la Ruta Provincial N° 17, marcan el trayecto hacia la Comunidad del Lago Rosario. En el pueblo ubicado a la izquierda el Lago, conviven alrededor de cincuenta familias con descendencia mapuche– tehuelche. Cada parcela es concedida por la Comisión Ancestral, un grupo de vecinos que junto al Lonco (jefe

espiritual de la comunidad Mapuche), toman las decisiones espirituales y admi-nistrativas del lugar.

Por las calles despobladas, se visuali-zan los terrenos divididos por alambrados con edificaciones variadas en sus estilos y tamaños, algunas casas del Instituto Pro-vincial de Vivienda, la salita del hospital, la subcomisaría y la delegación del Registro

Civil de la provincia. Pero lo más llamativo es una esquina donde resalta una cons-trucción color rosada: “Casa de la Arte-sana” anuncia el cartel y otro grabado en madera dice “Rosalía Napaimán”. Creada por la Municipalidad de Trevelin, la Casa de la Artesana fue una iniciativa para que los pobladores del Lago Rosario vendieran sus trabajos en madera, cuero, telar, cerá-mica, y también hierbas y dulces. Abierta todo el año, funciona como único centro comercial y refugio para la gente que llega y se quiere informar, brindando también talleres en Telar Mapuche, enseñado por las mujeres de la comunidad.

En 1934, Don Manuel Millaguala, pionero habitacional del Lago, creó la Escuela, centro de interrelaciones de la comunidad que cumple la función de reforzar las relaciones con los habitantes de otros pueblos desde lo educativo y cultural. Allí asisten alrededor de cien alumnos en los tres niveles educativos y la instancia de Educación Intercultural Bilingüe, español-mapuzungdun, premisa indispensable para asegurar la transmisión oral de la lengua ancestral. La lengua ma-puche posee una histórica y significativa carga de sometimiento y discriminación, que se fue transmitiendo de generación en generación. Los abuelos cuentan como Elia Namucurá, una de las últimas kimche (anciana hablante), no le quiso enseñar a sus hijos la lengua mapuzungdun, porque en la escuela le prohibían hablar su idioma imponiéndoles el castellano.

Pero a pesar del sometimiento y la discriminación, la comunidad sigue sos-teniendo su cultura a través de tres pilares fundamentales: la enseñanza de la lengua mapuche en la escuela, que implica un proceso de transformación de la identidad logrando que niños y adolescentes pierdan el pudor a la discriminación y lleven con orgullo su sangre mapuche reivindicando a sus padres y abuelos que no pudieron hacerlo por el sometimiento histórico

de este pueblo originario; las artesanías, creadas de la misma forma desde el siglo XVI a través del laboreo, arte milenario que se transmite de generación en gene-ración; y por último la cosmovisión del pueblo Mapuche, basado en el respeto a la Madre Tierra y a los ancestros a través de las ceremonias religiosas Camarucos y Rogativas.

El Lonco de la comunidad, Horacio Castro, contó de qué se trataba esta ceremonia ancestral: “sólo los loncos saben hacer Camaruco, porque hablan mapuzundung y de debe realizar en la lengua mapuche. Eso lo tienen que hacer los que saben, es para el bienestar de la tierra en general, se le pide al “Futachao” que es nuestro dios para que fortalezca los campos. Es para pedir todo, tam-bién para agradecer, y pedir lo justo y lo necesario, el fortalecimiento de la tierra, los arboles, la biodiversidad, los pajaritos, todo. Yo veo que por acá se han perdido muchos, la biodiversidad por ejemplo, antes había muchas ranitas, uno se acostaba a la tarde y empezaban a cantar las ranas, cantaban toda la noche, y cuando uno por ahí salía a la noche tenía que tener cuidado para no pisarlas. Eso se ha perdido, entonces me parece que la tierra se está degradando pero por nosotros mismos, no la estamos cuidando, la humanidad en general está destruyendo la tierra, porque yo lo veo, hay pajaritos que ya no se ven, sabemos que pájaros carpintero hay muy pocos, y ya se van a ir, las ranitas ya no existen, y eso son animalitos de la tierra, cuando ellos ya no están es porque algo malo estamos haciendo nosotros”.

La pesca deportiva es una de las activi-dades desarrollada por el turismo. Desde noviembre, visitantes acuden al pueblo para adentrarse al Lago con permiso de los habitantes que lo rodean. El verano entonces es la época más rentable para la comunidad, que adecuándose a la necesi-dades turísticas acondicionaron sus casas para hospedar a los turistas.

Además en los meses de verano se lleva a cabo la Fiesta de los instrumentos Mapuche, donde artesanos del Lago y al-rededores muestran los trabajos realizados en el año: trutrucas, pifilcas y cultrunes, instrumentos musicales sagrados que se utilizan en las ceremonias de Camarucos y Rogativas. También exponen artesanías y comidas típicas del lugar en la Feria Artesanal Gastronómica donde se realiza la clásica jineteada campera.

Conocer este lugar del sur argentino implica no sólo conocer una cultura dife-rente, ancestral, sino también un pedacito de la historia de la tierra que pisamos, aquella que no se escribió ni nos contaron, pero que sigue viva, y la seguiremos man-teniendo viva, como el pueblo Mapuche luchó para que así sea:

Soy hombre mapuche de estas tierrasSoy el retoño de mis ancestrosPelo negro llevo en mi cabeza,

Sangre pura corre por mis venas,Por el bienestar de nuestras tierras,

se levantaban en Lago Rosariomapuches haciendo sus promesas

(Canción de Horacio Castro, lonco de la comunidad Mapu-che del Lago Rosario)

Lago Rosario:Un paraíso cultural

EL sUR ANCEstRAL

Por Cynthia Barrí[email protected]

Horacio Castro, Lonco de la Comunidad Mapuche del Lago Rosario

17