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Una original pieza de Stand Up para disfrutar y pensar en la manera en que creemos...
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LAS CRISIS EN MI VIDA DE FE
Por Horacio M. Valera © Agosto 2013
Mi vida de fe ha atravesado numerosos altibajos y realmente hoy me siento
un tanto confundido. Enfrentando terribles decisiones. La angustia me
acorrala.
Siempre fui un poco durazno y algunas cosas no llegan a entrarme
completamente en el coco, pero muy frecuentemente me siento medio
como un perejil que no termina de entender las cosas. La vez pasada me
encontré con un amigo mío que se cree que es un banana: -“Epa ¡qué cara
está la cebolla! ¿Qué acelga?” – me preguntó.
–“Nada, no pasa naranja”-, respondí sintiéndome un verdadero zanahoria.
Siempre fui medio zapallo y la verdad que en estos últimos tiempos mi ánimo
ha decaído.
–“Lo que sucede es que vos arrancás siempre para el lado de los tomates”-,
añadió. –“¿Por qué no probás por el lado de la fe zapallito?”
–“Yo tengo fe”-, repliqué.
–“Sí, manzana!”
–“No lo sé, me han ocurrido tantas cosas. La vez pasada me encontré con mi
ex Carola. La flaca era buena como la lechuga pero se creía la reina batata y
finalmente se enamoró de un galán de telenovela. Todo su corazón es pa´
Rago. ¿Qué me contás? ¡Chupate esa mandarina!”
–“Ah na ná no puede ser…”
Aquella conversación me dejó el melón dando vueltas a mil. Intenté hacer
una peregrinación a Luján junto con Vladislao, mi amigo ruso. Pero en
Ciudadela tenía los pies como dos calabazas. ¡No daba más! Le pregunté:
-“¿Vos ruso, seguís?”. –“¡Si, yo puerro hasta Morrón!” me respondió.
Inclusive probé con un cambio de religión. Me invitaron a una quinta a un
retiro musulmán. Le pregunté a mi contacto Abdul. –“¿Acá qué se hace?” Me
respondió: -“En la guinda cereza por este mundo berro que damasco.” Fui
pero no entendí un pepino.
Tampoco me funcionó mucho lo intelectual, y eso que estudié en la UBA.
Hice un curso de jardinería que tampoco me tranquilizó. Cuidando rosales me
clavé una espina aca.
Intenté también con un instructor espiritual del positivismo. Se la daba de
maestro ciruela, pero en fin… Pensé para mí: -“¡Acá está la papa!”. Él me
aconsejó: -“En la vida hay que saber remar contra la corriente y derribar los
frondosos árboles de los temores.” Así que me fui con el remo, la hacha y
comencé a abrirme camino. Pero me vi desesperado en medio de un
berenjenal. Me sentí un nabo. Probé entonces con los juegos de azar y fui
con mi primo a apostar a unos números. Pensaba no gastar mucho, apenas
chauchas… Yo lo perdí absolutamente todo con el loto. Él acertó todo con
zucchini. Quedé sin un mango.
Tenía una bronca amarga como un pomelo. Salí arándano, a toda velocidad.
Yo jamás achicoria aunque me sienta un verdadero alcaucil. Así tiernito
como un kiwi como me ven soy capaz de hacer estallar una granada.
Qué se va a hacer… La desgracia viene así y nabiza… Hasta me quemé la
lengua con muzarella caliente, ají, ají… Y a nadie le importa un rábano, ¿eh?
Tal cual como diría mi primo: -“¡Agua y ajo!” Pero uno aguarda un verdadero
cambio y es pera, es pera… Más vale tomarte cinco minutos y tomarte un
té… Con limón. La verdad, la gente que tiene fe, me despierta cierta endibia.
Finalmente, luego de tanta búsqueda como si fuera la frutilla del postre un
buen sandía llegué a una reveladora conclusión:
Cuando tu fe está en crisis, te la pasas mandando fruta todo el tiempo y
terminas creyendo cualquier verdura…