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1 LAS GUERRAS PÚNICAS Hasta antes del primer enfrentamiento, Roma y Cartago habían sido ciudades que fueron expandiéndose y convirtiéndose en potencias de diferente tipo: Roma era una potencia militar y terrestre, mientras que Cartago lo era desde el punto de vista comercial y naval, con numerosas colonias. Ambas potencias habían firmado pactos de no agresión pero la expansión iba a hacer inevitable, tarde o temprano, el choque. El nombre de Guerras Púnicas se debe a que los romanos llamaban a los cartagineses “púnicos” (del latín punici). PRIMERA GUERRA PÚNICA (264 -241 A. C.) Orígenes

LAS GUERRAS PÚNICAS

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LAS GUERRAS PÚNICAS

Hasta antes del primer enfrentamiento, Roma y Cartago habían sido ciudades que fueron expandiéndose y convirtiéndose en potencias de diferente tipo: Roma era una potencia militar y terrestre, mientras que Cartago lo era desde el punto de vista comercial y naval, con numerosas colonias. Ambas potencias habían firmado pactos de no agresión pero la expansión iba a hacer inevitable, tarde o temprano, el choque.

El nombre de Guerras Púnicas se debe a que los romanos llamaban a los cartagineses “púnicos” (del latín punici).

PRIMERA GUERRA PÚNICA (264 -241 A. C.)

Orígenes

Sicilia se encontraba dividida en dos zonas, una, de dominio griego, con Siracusa como principal ciudad, y otra, la mayor parte de la isla, de dominio cartaginés. Entre ambas zonas existían tensiones desde hacía mucho tiempo. La Primera Guerra

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entre Roma y Cartago empezó como un conflicto local en Sicilia entre Siracusa, liderada por Hierón II, y Mesina (antigua Messana), controlada por los mamertinos1.

Durante dos décadas y media los mamertinos, dedicados a la piratería tanto por tierra como por mar, dominaron Mesina y la convirtieron en base permanente para sus continuas expediciones de saqueo por Sicilia y sus costas. A partir del 270 a. C. Hierón II les plantó cara, y para el 265 a. C. el ejército de Siracusa había logrado asediar Mesina tras vencer a los mamertinos en repetidas ocasiones. Ante esta situación, los mamertinos pidieron ayuda a una flota cartaginesa cercana que ocupó la bahía de la ciudad, pudiendo así los cartagineses, por otra parte, controlar el tráfico del estrecho de Mesina. Al ver esto, el ejército de Hierón se retiró. Entonces, los mamertinos traicionaron a los cartagineses y solicitaron la ayuda romana para librarles de la armada cartaginesa. El Senado romano, viendo que los cartagineses se iban acercando mucho a la península italiana, les concedería la ayuda a los mamertinos y así tendría un pretexto para la invasión de la rica isla siciliana y seguir su expansión. Así se originó el enfrentamiento entre las dos potencias.

Desarrollo

1 Los mamertinos eran un grupo de mercenarios oscos de la Campania italiana que en el año 289 a. C., al quedarse sin trabajo tras la muerte de su último patrón, Agatocles de Siracusa, habían tomado a traición el pueblo griego de Mesina, convirtiéndose en sus dirigentes tras masacrar a la mayoría de la población, adueñarse de todas las propiedades, y expulsar a los supervivientes varones, quedándose con las mujeres a la fuerza. Su nombre proviene de la autodenominación de hijos de Mamers, el dios osco de la guerra.

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Toma de Mesina (264 a. C.). Los romanos desembarcan cerca de Messana (actual Mesina) y libran a los mamertinos del asedio cartaginés-siracusano. Tras esto, emprenden la conquista sistemática de Sicilia y para ello emprenden la conquista de Siracusa. En el camino toman Adrano, Centuripe y Catania. Siracusa es asediada y termina rindiéndose y sellando un acuerdo de paz y alianza con los romanos, abandonando la alianza con los cartagineses2. Siracusa es constituida como un reino independiente aliado de Roma.

Batalla de Agrigento (262 a. C.). Los romanos toman este puerto cartaginés al sur de la isla, mostrando su superioridad terrestre. Los cartagineses deciden que deben plantear la guerra por mar, donde son mejores que los romanos. Los romanos toman posteriormente Enna y Halesa.

Batalla de la isla de Lípari (260 a. C.). Roma armaba una flota por primera vez en su historia3 y planta cara a la cartaginesa en esta isla, en el archipiélago de las Islas Eolias. Los romanos sufren una humillante derrota. En tierra, sin embargo, toman Segesta y Makela y avanzan hacia Termae (Hímera).

Contraataque cartaginés (259 a. C.). Los cartagineses vuelven a tomar Enna y Camarina.

Batalla de Milas (258 a. C.). Los romanos remodelan la flota4 y consiguen una grandiosa primera victoria ese mismo año frente a las costas de Milas, al mando del cónsul Cayo Duilio5. Tras la victoria, Duilio toma la ciudad de Segesta. Reconquistan Enna y Camarina y toman Mitístrato. A continuación, intentan tomar Panormo, pero sin éxito.

Batalla de Sulci (258 a. C.). Fue otra pequeña victoria naval romana frente a la ciudad de Sulci (sur de Cerdeña), aunque tal victoria no tuvo importancia.

Batalla de Tyndaris (257 a. C.). Los romanos cogen por sorpresa a una flota cartaginesa y vencen frente a las cotas de esta ciudad, en el noreste siciliano.

2 Esta alianza se mantuvo hasta que en el 215 a. C., un año después de la muerte de Hierón II, una facción pro cartaginesa decidiera rebelarse contra los romanos y apoyar a éstos, por lo cual los romanos tomaron la ciudad, toma en la que moriría Arquímedes.3 Según cuentan los historiadores, los romanos, que eran totalmente ignorantes de la construcción naval, construyeron sus barcos a imagen de un barco cartaginés capturado en Mesina.4 La remodelación consistió en equipar los barcos con el corvus, un puente móvil con garfio al final y situado en la proa del barco, que dejaban caer sobre la cubierta del otro barco y por la cual los soldados abordaban el barco enemigo, pudiendo aprovechar así la superioridad romana en el combate cuerpo a cuerpo.5 Además de ser la primera batalla naval ganada en la historia de Roma, para conmemorarla Duilio decoró la plataforma del orador del Foro con los rostra o espolones de los barcos cartagineses, de ahí que en ocasiones se le denomine a esta plataforma por rostrum.

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Batalla del cabo Ecnomo (256 a. C.). Los romanos se creyeron ya preparados para una invasión del territorio enemigo y decidieron atacar a los cartagineses en territorio africano, para lo cual construyeron una gran flota de transporte y de ataque. Fueron asaltados en el cabo Ecnomo, donde derrotaron a los cartagineses y prosiguieron hasta su objetivo.

Batalla de Aspis (Clupea) (256 a. C.). Tras Ecnomo, desembarcaron en territorio africano y tomaron fácilmente Aspis, Clupea para los latinos. Tras estos, el cónsul Vulso fue ordenado volver con la flota y quedar sólo el otro cónsul, Régulo.

Batalla de Adís (255 a. C.). Tras desembarcar y tomar Clupea (Aspis), Régulo marchó hacia Cartago y se enfrenta a los cartagineses en Adís, venciendo e intentando poner fin a la guerra con unas condiciones humillantes para los cartagineses, que no aceptaron. Los romanos continuaron avanzando entonces hacia Cartago.

Batalla del Bagradas (255 a. C.). También es conocida como Batalla de Túnez. Tras Adís, el cónsul Marco Atilio Régulo se enfrentó con el general mercenario espartano Jantipo en las llanuras junto al río Bagradas. Jantipo destrozó al ejército romano que solo pudo evacuar a sus supervivientes, con tal infortunio que en el camino de vuelta, frente a las costas de la ciudad de Camarina, en el sureste siciliano, una tempestad acabó con buena parte de estos. La moral romana se vio mermada y los cartagineses volvieron a invadir Sicilia.

Anexión de Panormo (254 a. C.). Los ciudadanos de Panormo (actual Palermo) expulsan a los cartagineses y solicitan la ayuda de los romanos, que se anexionan la ciudad.

Batalla de Panormo (251 a. C.). Cartago manda un nuevo ejército a Sicilia y ataca a los romanos en Panormo. A pesar de la inicial superioridad táctica y numérica cartaginesa, finalmente son derrotados. La mayor parte de Sicilia es de Roma, salvo Drépano, Lilibeo y el campamento fortificado del monte Eryx, acceso por tierra a Drépano. Los cartagineses enviarán a un nuevo general, Amílcar Barca, que desembarcará en Hericté y tras una lucha, será arrinconado al monte Eryx. Los

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romanos irán atacando y asediando los últimos puertos y posesiones de los cartagineses, Drepanum y Lilibeo, por donde avituallan a Amílcar y los suyos.

Asedio de Lilibeo (250 a. C.). El ejército romano asedia la ciudad de Lilibeo, puerto importante y de los últimos bastiones cartagineses de la isla. Tras la derrota posterior en Drepanum, se retirará el asedio.

1ª Batalla de Drépano (249 a. C.). Derrota de la flota romana por la cartaginesa frente a Drepanum (actual Marsala), en Sicilia. Allí se guarnecía la armada cartaginesa para vigilar a la romana.

2ª Batalla de Drépano (241 a. C.). Los romanos mandan una flota al mando del cónsul Cayo Lutacio Catulo6 para asediar el puerto de Drepanum. El cónsul es herido y se suspenden las operaciones.

Batalla de las Islas Egadas (241 a. C.). La flota romana y la cartaginesa combaten en las Islas Egadas, frente a las costas de Lilibeo. Los romanos vencen, impidiendo al mismo tiempo que le llegaran tropas a Amílcar Barca, general cartaginés del ejército de tierra en Sicilia, que mantenía una guerra guerrillas en el interior de la isla. El desgaste de Cartago era tal que se firma la paz y termina la Primera Guerra Púnica.

Las condiciones de paz eran esencialmente la entrega en un total de 10 años de 3.200 talentos de oro (96 toneladas de oro), respetar el reino de Siracusa, no atacarse el uno al otro y devolver Cartago a Roma los prisioneros.

Las condiciones fueron aceptadas. Las consecuencias de la guerra fueron la anexión de Sicilia por parte de Roma, creándose así la primera provincia. Además, supuso la consolidación de Roma como fuerza terrestre y su nacimiento como fuerza naval.

El período de entreguerras: la Guerra de los mercenarios (239 - 238 a. C.).

Tras firmar el acuerdo de paz, el gobierno cartaginés tenía sus arcas vacías y le era imposible pagar los salarios a los mercenarios que habían luchado en la Primera Guerra Púnica. Eso produjo una sublevación de los mercenarios y una guerra civil de extraordinaria crueldad que asoló las tierras africanas de Cartago durante tres años y cuatro meses. Durante el conflicto, por un lado, muchos mercenarios que se habían quedado como guarnición en Cerdeña se unieron a la rebelión y provocaron conflictos con los oriundos de la isla. Por otro lado, el gobierno cartaginés reorganizó un ejército para luchar contra los rebeldes. Roma aprovechó la situación y ocupó la isla con el fin de pacificarla y además declaró la guerra nuevamente a Cartago arguyendo que ésta

6 Hermano de Quinto Lutacio Cátulo.

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estaba formando un ejército para atacarle nuevamente. Cartago puso al mando de su nuevo ejército a Amílcar Barca, consiguiendo eliminar a los rebeldes, pero perdió la isla de Cerdeña y Córcega, que pasaron a manos de los romanos a quienes también tuvieron que aumentar el tributo para no provocar una nueva guerra.

Las pérdidas humanas y económicas obligaron a Cartago a dirigir sus miras hacia nuevos territorios que colonizar, con lo que dio comienzo la conquista de la Península Ibérica.

SEGUNDA GUERRA PÚNICA (218 – 202 a. C.)

Preámbulo

Comandados por Amílcar, los cartagineses emprendieron la expansión por la Península Ibérica para contrarrestar todas las pérdidas sufridas en la Primera Guerra Púnica. Esta tarea fue comenzada en el 237 a. C. y encomendada a Amílcar Barca, quien sometió a los pueblos meridionales, aunque moriría en el 228 a. C., en una escaramuza de los nativos oretanos, durante el asedio la ciudad de Heliké (La Alcudia, Alicante). Le sucedería en el mando su yerno Asdrúbal, el Bello, que continuaría la

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anexión de territorios del este peninsular aunque abogando especialmente por las vías diplomáticas.

En el 226 a. C., dos ciudades hispanas, Ampurias y Sagunto, piden ayuda a Roma ante la expansión del poder cartaginés. Roma y Cartago firman entonces el Tratado del Ebro, por el cual los cartagineses se quedan como área de influencia con el territorio hispano al sur del río Ebro, salvo las ciudades aliadas de Roma, y se compromete a no ir más allá de éste con sus tropas. Igualmente, Roma reconoce el área de influencia cartaginesa y se compromete a no pasar el Ebro con sus tropas.

Más tarde, en el 225 a. C. Asdrúbal funda Qart Hadasht (Cartago nova para los

romanos), actual Cartagena, ciudad que sería base naval cartaginesa. En el 221 a. C. es asesinado a traición, siendo delegado el poder cartaginés en la Península Ibérica en Aníbal Barca, hijo de Amílcar.

Desarrollo

Aníbal se dispuso a vengar la derrota sufrida en la Primera Guerra Púnica, para lo que tramó llevar la guerra hasta la misma Roma.

El casus belli fue conflicto entre el pueblo hispano de los turboletas, aliados de Cartago, y la ciudad de Sagunto, aliada de Roma. Aníbal ayudó a sus aliados y asedió Sagunto (218 a. C.) hasta que cayó, ante la indiferencia de Roma, que así pudo declarar la guerra la Cartago.

A continuación, Aníbal emprendió la marcha hacia Italia desde Cartago Nova. Envió una parte del ejército a Cartago, como protección si llegara a ser necesario, y en Hispania dejó una guarnición a cargo de su hermano Asdrúbal para prevenir un ataque romano. Tras someter a los pueblos al otro lado del Ebro, cruza los Pirineos.

Por su parte, Roma organizó la lucha en dos flancos: por un lado, pensó en enviar por mar a Hispania a Publio Cornelio Escipión, y por otro, mandó otro grupo a Lilibeo (en Sicilia) a cargo de Tiberio Sempronio Longo, con intención de invadir África y rechazar los posibles intentos cartagineses de retomar la isla. Finalmente, Escipión se quedaría en territorio italiano debido a que parte de su contingente pasó a Lucio Manlio Vulso, que contrarrestaba unos levantamientos galos en el norte de la península, en Mutina.

La primera batalla se produce a las orillas del Ródano, entre volcas, pueblo galo bajo mando romano, y cartagineses, con victoria de éstos. Escipión marchó a Marsella para enfrentarse a ellos, pero llegó tarde y tras saber que Aníbal había cruzado el Ródano, volvió a Italia para organizar la defensa.

El primer enfrentamiento entre ambos se produjo en la batalla del río Tesino (noviembre 218 a. C.), con clara victoria cartaginesa. Esto provocó que el Senado

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ordenara a Tiberio Sempronio mandar su ejército al norte de la península italiana, abandonándose la idea de invadir África. Lo siguiente fue la batalla del río Trebia (18 diciembre 218 a. C.), en la que otra vez Aníbal, con ayuda de su otro hermano, Magón, derrotó al ejército de Sempronio. La nueva victoria produjo que numerosos pueblos galos del norte se aliaran con los cartagineses, de tal modo que el invierno del 218 a. C. Aníbal lo pasó acogido por los nuevos aliados.

Por su parte, Cneo Cornelio Escipión, hermano de Publio, había invadido Hispania y reconquistado las zonas superiores al Ebro a partir de la batalla de Cissa, cerca de Tarraco.

En el 217 a. C. fueron elegidos cónsules Cayo Flaminio y Servilio Gémino. Ambos se enfrentaron a Aníbal con sus respectivos ejércitos consulares en junio, los únicos que quedaban en Roma. La batalla junto al lago Trasimeno supuso otra derrota y que Roma se quedara desguarnecida, de modo que Aníbal tenía vía libra hacia Roma. El Senado aprobó nombrar a Quinto Fabio Máximo como dictador. Éste abogó por no enfrentarse directamente al enemigo y así, mediante la dilación y las pequeñas escaramuzas, hacer que Roma se fuera recuperando. Por esta táctica fue apodado cunctator, “el que retrasa”. A pesar de los beneficios que esto supuso para la ciudad, hubo muchísimos detractores que incluso lo acusaron de traidor y cobarde.

Por otro lado, en Hispania, Cneo Cornelio Escipión derrotó a una flota cartaginesa en la desembocadura del Ebro. Esto provocó que algunos pueblos bajo el mando cartaginés se pasaran al bando romano y que Asdrúbal decidiera volver hacia Cartagena para evitar una posible invasión. Publio, el hermano de Cneo, desembarcaría ese mismo año con 8.000 hombres en Hispania, y entre ambos conquistaría a la larga el territorio hispano.

Tras la dictadura de Quinto Fabio Máximo, en el 216 a. C. son nombrados cónsules Lucio Emilio Paulo y Cayo Terencio Varrón. Aníbal, por su parte, desistió de la idea de entrar en Roma y bajó hacia el sur. El asedio de la ciudad probablemente hubiera sido demasiado costoso y largo, optando por la idea de provocar la rebelión de los aliados a la fuerza de Roma. Los nuevos cónsules, con el mayor ejército romano hasta entonces visto, se enfrentaron al cartaginés en Cannas (2 de agosto). Se produjo una masacre de romanos. En total, 50.000 soldados murieron y 10.000 fueron hechos prisioneros7. El pánico cundió en Roma. Con todo, se rechazó la propuesta de paz por rendición propuesta por Aníbal.

Esta batalla le valió a Aníbal algo del apoyo que necesitaba. Los tres años siguientes se unieron a su causa importantes ciudades como Capua (216 a. C.), Siracusa (214 a. C.) y Tarento (213 a. C). También le valió la alianza del rey Filipo V de Macedonia el 215 a. C., lo que dio comienzo a la Primera Guerra Macedónica. La flota 7 Los romanos adoptaron la forma de la letal espada que llevaban los soldados hispanos, incorporándola al equipamiento del legionario romano para las siguientes batallas, el famoso gladius hispaniensis.

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macedónica era, sin embargo, demasiado débil para oponerse a la romana, por lo que no pudo facilitarle apoyo directo en Italia.

En Roma, después de tantos desastres, cundió el pánico. Se pensó que Aníbal atacaría inmediatamente la ciudad, por lo que se tomaron severas medidas para la defensa, entre ellas el reclutamiento general de todos los hombres de más de 17 años de edad aptos para las armas, así como la compra de 8.000 esclavos jóvenes por parte del estado, con el fin de formar 2 legiones, y el uso de las armas custodiadas como trofeos de guerra. Para evitar que Aníbal se enterara de estas disposiciones, se prohibió la salida de la ciudad a los civiles. Gracias a estas medidas, la moral del pueblo fue sensiblemente elevada. Se cambió la formación táctica del ejército para dotarlo de mayor movilidad y la unificación del mando, lo cual iba en contra de la ley. Esto provocará a la larga el fortalecimiento en el poder de los generales.

Roma había empezado a comprender la sabiduría de las tácticas de Fabio, que fue reelegido cónsul el 215 a. C. y el 214 a. C. Para evitar defecciones, la represión de las poblaciones itálicas revueltas eran terribles.

En el 214 a. C. Cartago envía a Hannón el Viejo a Italia con refuerzos para Aníbal, refuerzos que son derrotados en la batalla de Benevento. En el 212 a. C. el rey númida Sífax promueve una rebelión en Cartago, por lo que Asdrúbal se desplaza a África; Siracusa cae ante el asedio romano8 en el mismo año; los suministros a Aníbal cada vez eran menores y tampoco le llegaban tropas de refuerzo desde Cartago, al igual que tampoco llegaban las ayudas de Macedonia. En el año 211 a. C. Roma empieza a resurgir ligeramente, asediando y tomando Capua, pero perdiendo en batalla en Hispania a sus dos generales Publio y Cneo Cornelio Escipión. Había una situación de equilibrio de fuerzas.

En el 209 a. C. Quinto Fabio Máximo Cunctator, de nuevo dictador, recupera Tarento y Publio Cornelio Escipión, hijo del homónimo general, es encargado de las tropas en Hispania y toma Cartagena, asegurando toda la costa mediterránea de Hispania. En el 208 a. C. se enfrenta con Asdrúbal en Baecula (¿Bailén?), derrotándolo. Asdrúbal huiría de la península ibérica para reunirse con su hermano Aníbal en Italia. En el 207 a. C., este ejército se enfrentaría al comandado por Marco Livio, luego apodado “Salinator”, en la batalla del Metauro, en la que moriría Asdrúbal. Al enterarse de la muerte de su hermano, Aníbal huyó hacia Brucia (actual Calabria).

En el 206 a. C. Publio Cornelio Escipión se enfrenta en Ilipa (¿Alcalá del río, Sevilla?) al contingente restante de tropas cartaginesas en la península ibérica9. La victoria fue para Roma y supuso casi el golpe de gracia para el enemigo. Magón huiría desde Gades y establecería una plaza fuerte en Liguria en el 205 a. C., intentando

8 En este asedio muere Arquímedes, que había desarrollado máquinas para combatir tal asedio.9 Como premio a los veteranos soldados que habían luchado en Hispania, se les concedió tierras tras la batalla de Ilipa, siendo fundada Itálica para ello por Publio Cornelio Escipión.

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sublevar a los galos contra el poder romano. En el mismo año, Escipión es autorizado a acometer su plan de llevar la guerra a África, con el fin de que Cartago retire forzosamente a Aníbal de Italia.

Aníbal estaba arrinconado en Brucia y tras algunas batallas, huyó a África desde Crotona en el 203 a. C. Al mismo tiempo, en el norte Magón es derrotado en la llanura del Po y ya se habían empezado las contiendas en territorio africano. El último combate sería la batalla de Zama, el 19 de octubre de 202 a. C., en la que Publio Cornelio Escipión10, junto con Cayo Lelio, y auxiliado por el rey númida Masinisa, derrotaron finalmente a Aníbal, que salvaría la vida, si bien tras la firma de la paz debió huir para salvar la vida al ir a ser entregado a Roma tras falsas acusaciones de los oligarcas cartagineses.

Las condiciones impuestas por Roma fueron, entre otras, pagar una elevadísima cantidad de oro durante 50 años, el desarme militar forzoso de Cartago, prohibiéndosele además tener una flota de guerra, quedar sus acciones militares condicionadas a la autorización romana, reducir su territorio al que poseía en África y ceder parte de éste al rey Masinisa. Todo esto terminaría desembocando en la Tercera Guerra Púnica, en la que la ciudad de Cartago sería finalmente arrasada.

TERCERA GUERRA PÚNICA (149 – 146 a. C.)

En los años posteriores a la Segunda Guerra Púnica, Roma se dedicó a conquistar a los estados helenísticos del Mediterráneo oriental: Macedonia, Iliria y Siria cayeron bajo su influencia, además del sometimiento de varios pueblos ibéricos. Cartago por su parte fue despojada de todos sus dominios no africanos y forzada a pagar la suma de 200 talentos de plata anuales por 50 años. Además, Cartago no podía tener una flota armada, tenían prohibido declarar la guerra sin permiso romano y debán reconocer la independencia del reino de Numidia. Como resultado de esto dicho reino expandió su territorio a costa de los cartaginenses, ya que los romanos casi siempre fallaron en favor de sus aliados numidas en toda disputa exterior.

A consecuencia de no poder emplear dinero para la contratación o formación de un ejército, el gobierno cartaginés optó por usarlo en convertir su ciudad en un poderoso y rico núcleo comercial, siendo así que en el 152 a. C. Catón el Viejo consideró esta ciudad renacida y floreciente como una amenaza clara, manifestando abiertamente que debía ser destruida.

Preámbulo

10 A partir de entonces apodado Africano.

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En el año 151 a. C. Numidia atacó el territorio cartaginés, sitiando la ciudad de Horóscopa, a lo que Cartago respondió defendiéndose. Esta acción fue considerada por Roma como incumplimiento del tratado de paz firmado en la Segunda Guerra Púnica y fue la excusa perfecta para satisfacer los deseos de destrucción de esta ciudad.

Cartago sabía que esta acción provocaría la reacción romana lógica, por lo que enviaron dos embajadas para tratar de solucionar la situación, aunque sin éxito. De tal modo, la ciudad decidió rendirse incondicionalmente para así salvarse de la destrucción completa y poder conservar sus territorios intactos. Fueron entregados como rehenes a 300 niños hijos de los principales dirigentes de la ciudad y se prometió el cumplimiento de las decisiones de los cónsules una vez que éstos tocaran suelo cartaginés.

Cuando el ejército romano de más de 80.000 hombres desembarcó en Útica, Cartago se pasó al bando romano. Los cónsules exigieron la entrega de toda la flota y armas de asedio de la ciudad, lo que cumplió inmediatamente. Los púnicos entregaron 200.000 equipos individuales para soldados y 2.000 catapultas y balistas. Pero cuando se dio como nueva exigencia el traslado de la ciudad fenicia a 15,4 km (80 estadios) tierra adentro y la destrucción de su antigua localización los cartagineses se negaron, ya que significaba perder su dominio marítimo y comercial junto con su identidad cultural, lo que dio comienzo al asedio de la ciudad.

Desarrollo

Los primeros dos años de guerra a los romanos les resulto imposible tomar Cartago pues contaba con enormes recursos, sólidas fortificaciones y un gran ejército que impedía su aislamiento total, continuando esta su actividad comercial por vía marítima.

Finalmente entre los dirigentes romanos, molestos por la duración del asedio decidieron nombrar al nieto adoptivo de Escipión el Africano, Publio Cornelio Escipión Emiliano, cónsul y comandante supremo del ejército romano en África, en el año 147 a. C. Su capacidad quedó demostrada cuando resolvió el problema en la sucesión de Masinissa, dividiendo el poder entre sus tres herederos.

Al llegar la primavera del año 146 a. C. la población cartaginesa estaba tan debilitada por el hambre y las enfermedades que los romanos decidieron que era el momento de asaltar la ciudad.

La ciudad fue tomada, saqueada y arrasada hasta sus cimientos y los supervivientes fueron todos reducidos a la esclavitud. Algunas fuentes incluso afirman que los romanos araron la tierra cartaginesa y esparcieron sal en ella para así dejarla estéril.

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Las antiguas posesiones de Cartago constituyeron la nueva provincia romana de África, descontando algunos territorios entregados a los hijos de Masinissa como premio por su ayuda a Roma durante la guerra.