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LAS HEEOIDAS.

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  • LAS HEEOIDAS.

  • IMPRENTA CENTRAL Y ESTEREOTIPIA A CARGO DE V. SAI2

    Colegiata, 8, Madrid.

  • NDICE. Pgs.

    Advertencia del Traductor vn Vida de Ovidio . . . . . . xvn Epstola primera.Penlope Ulises i Epstola segunda.Filis Demofonte . r3 Epstola tercera.Hippodamia Aquies 27 Epstola cuarta.Fedra Hiplito 43 Epstola quinta.Enone Paris. . 5q Epstola sexta.sipile Jasn j5 Epstola sptima.Dido Eneas qy Epstola octava.Ermione Orestes nj Epstola nona.Deyanira Hrcules r3i Epstola dcima.Ariadna Te seo I 5 Epstola undcima.Canace Macareo 167 Epstola duodcima.Medea Jasn 1S1 Epstola dcimatercia.Laodamia Protesilao 2o3 Epstola dcimacuarta.Hipermnestra Linceo. . . . 221 Epstola dcimaquinta.Paris Elena 287 Epstola dcimasexta.Elena Paris 26'i Epstola dcimasptima.Leandro Ero 289 Epstola dcimaoctava.Ero Leandro. 309 Epstola dcimanona.Aconcio Cidipe 329 Epstola vigsima.Cidipe Aconcio 355 Epstola ltima.Safo Jasn 359

  • ADVERTENCIA DEL TRADUCTOR.

    Navegando el ao pasado de noventa y seis desde las riqusimas provincias del Per los reinos de la Nueva Espaa (ms por curiosidad de verlos que por el inters que por mis empleos pretenda), mi navio padeci tan grave tormenta en el golfo lla-mado comnmente del Papagayo, que m y mis compaeros nos fu representada la verdadera hora de la muerte; pues dems de se nos rendir todos los rboles (vspera del gran Patrn de las Espaas . las doce horas de la noche) con espantoso ruido r sin que vela ni astilla de rbol quedase en el navio, con muerte arrebatada de un hombre, el comba-tido bajel daba tan temerarios balances, con ms de dos mil quintales de azogue que (por carga in-fernal) llevaba, y sin mucho vino y plata, y otras, mercaderas de que estaba suficientemente car-gado, que cada momento nos hallbamos hundidos en las soberbias ondas. Pero Dios (que es piadosa

  • VIII

    padre), milagrosamente y fuera de toda esperanza humana (habindonos desahuciado el piloto), con las bombas en las manos y dos bandolas, nos arro-j, da de la Transfiguracin, en Acaj, puerto de Sonsonate. Aqu desembarqu la persona y plata; y no queriendo tentar Dios en desaparejado na-vio, determin ir por tierra la gran ciudad de Mjico, cabeza (y con razn) de la Nueva Espaa. Fume dificultossimo el camino, por ser de tres-cientas leguas: las aguas eran grandes por ser tiempo de invierno; el camino spero, los lodos y pantanos muchos; los ros peligrosos, y ios pueblos mal provedos por el cocoliste y pestilencia gene-ral que en los Indios haba. Dems de esto y del fastidio y molimiento que el prolijo caminar trae consigo, me martiriz una continua melancola por la infelicsima nueva de Cdiz y quema de la flota mejicana, de que fui sabedor en el principio de este mi largo viaje. Estas razones y caminar paso'fastidioso de recua (que no es la menor en .semejantes calamidades), me obligaron (por enga-ar mis propios trabajos) leer algunos ratos en un libro de las Epstolas del verdaderamente poeta Ovidio Nasn, el cual para matalotaje de espritu (por no hallar otro libro) compr un estudiante en Sonsonate. De leerlo vino el aficionarme l; la aficin me oblig repasarlo, y lo uno y lo otro, y la ociosidad, me dieron nimo traducir con mi tosco y totalmente rstico estilo y lengua-je algunas epstolas de las que ms me deleitaron. Tan to "dur el camino, y tanta fu mi constancia, que cuando llegu la gran ciudad de Mjico T e -

  • IX

    nustlitlan hall traducidas, en tres meses, de venti-una epstolas las catorce. Y aunque entiendo muy bien que se me podr responder aqu lo que el ex-celente Apeles al otro pintor, que en este espacio de tiempo se podran traducir (segn estn de mal Traducidas y peor entendidas) otras tres tantas epstolas que estas; como yo no pretendo la fama (no digo de poeta, que este es nombre clebre y grandioso, sino de metrificador) que el otro pre-tenda de pintor, no reparo en ello, ni entonces re-par. Antes considerando que mi estada en la Nueva Espaa (respecto de la grande falta efe ropa y mercaderas que en ella haba) se dilataba por un ao, me pareci que no era justo desistir de sta empresa, y ms animado de los pareceres de algunos hombres doctos: y as mediante la perse-verancia, le di el fin que pretenda. Quise tradu-cirlas en tercetos, por parecerme que correspon-den estas rimas con el verso elegiaco latino: lim-las lo mejor que mi pobre talento fu concedido, adornndolas con argumentos en prosa, y morali-dades que para inteligencia y utilidad del lector me parecieron convenir: pues es cierto que la poesa que deleita sin aprovechar con su doctrina,

    ^ no consigue su fin, como lo afirma Horacio en su Arte, y mejor que l Aristteles en su Potica. Se-gu en la explicacin de los conceptos ms dificul-tosos sus comentadores Hubertino y Asensio, y Juan Baptista Egnacio, Veneciano; y en algunas cosas imit Remigio Florentino, que en verso suelto las tradujo en su lengua toscana con la ele-gancia y estudio que todos los milagrosos ingenios

  • X de Italia han siempre escrito. Dems de lo buena que en estos autores he hallado, aad conceptos y sentencias mas (si tai nombre merecen), as para, ms declaracin de las de Ovidio, como para re -matar con dulzura algunos tercetos. Finalmente, he puesto la diligencia posible porque esta admi-rable obra saliese con el mejor atavo y ornato que mi entendimiento fuese posible. Y aunque he usurpado algunas licencias, de suerte que puedo ser mejor llamado imitador que traductor, siempre he procurado arrimarme la frasis latina en cuan-to en la nuestra es permitido. Tambin he visto despus ac en otras impresiones unos dsticos antepuestos y pospuestos aquella por quien yo hice esta traduccin, y algunos menos y algunos ms: y as el curioso que quisiere conferir los ter-cetos por ios dsticos, si hallare alguna variacin, entienda que en los diferentes ejemplares est la falta, fuera de que cada vez que las repaso hallo ms que enmendar; lo cual si hiciese sera proce-der en infinito: porque, como afirma el filsofo, lo hecho es fcil de aadir; y el mismo Ovidio en, el primer libro de Poni, dice de s mismo estos-versos:

    Cum relego scripsisse piidei, quia plurima cerno Me auoaue: qui feci iudice digna lini

    Nec tamen emendo, labor kic quam scribere rnaioi Mensque pati durum sustinent cegra nihiL

    Despus de haber puesto fin esta traduccin, no falt quien dijo que no haba traducido la i n -

  • XI

    vectiva intitulada In Ibin, que del mismo Ovidio-anda impresa con estas sus Heroidas Heroicas Epstolas, por la gran dificultad que tena; y as por los desengaar como para servir los curiosos, la traduc con la curiosidad y mayor inteligencia que me fu concedida, ponindole al margen las historias, sin las cuales tuviera alguna dificultad,, por ser muchas y algunas muy peregrinas.

    He querido con alguna prolijidad escribir la oca-sin que tuve en estas mis traducciones, porque se entienda que fu ms entretenimiento de tiempo y recreacin de espritu que presuncin de ingenio, pues slo s que s que no tengo por qu tenerla. El ingenio y talento que Dios fu servido de darme (si es alguno) es bien poco, y ese, ocupado y dis-trado en negocios de familia y en buscar los ali-mentos necesarios la vida; la inquietud del esp-ritu es tan grande como la del cuerpo, pues ha veinte aos que navego mares y camino tierras por diferentes climas, alturas y temperamentos, barba-rizando entre brbaros, de suerte que me admiro cmo la lengua materna no se me ha olvidado, pues muchas veces me acontece lo que Ovidio estando desterrado entre los rsticos del Ponto, lo cual significa l en el quinto libro de Triste, en la dcima sptima, cuando dice que queriendo hablar romano habla sarmtico, cuyos versos son estos:

    Ipse ego Romanus vates, ignoscite Musa? Sarmtico cogor plurima more toqui

    Et pudet, et fateor: iam desuetudine tonga Vix subennt ipsi verba latina mihi.

  • C i

    XII

    La comunicacin con hombres doctos (aunque n estas partes hay muchos) es tan poca, cuan poco

    es el tiempo que donde ellos estn habito; dems que en estas partes se platica poco de esta materia, digo de la verdadera poesa y artificioso metrificar, que de hacer coplas bulto, antes no hay quien no lo profese, porque los sabios que de esto podran tratar slo tratan de inters y ganancia, que es lo que ac los trajo su voluntad; y es de tai modo, que el que ms docto viene se vuelve ms perulero, como Ovidio este propsito lo afirma de los que iban los Getas en el cuarto de Ponto, escribiendo Severo.

    Si QUS in hac ipsum trra posuisset Homerum Esset crede mihi. factus et Ule Getes.

    Pues para leer y meditar, cmo habr tiempo si cara descansar no se alcanza? :Oh, dichosos (v otra vez dichosos) los que gozan de la quietud en Es-Daa, pues con tanta facilidad v con tantas avudas de costa pueden ocuparse en ejercicios virtuosos y darse ios estudios de las letras! y oh mil YQCQS dignos de ser alabados los que cualquier gnero de virtud se aplican en las Indias, pues dems de no haber premio para ella, rompen por tantos montes de dificultad para conseguirla! Y as, los que leveren estas epstolas invectiva no se admi-ren de sus imperfecciones y faltas, sino de que no lleven muchas ms, si ya no es que todos mis ver-sos son un continuado defecto; y si se hallare al-guna cosa acertadamente dicha, agradzcase la

  • XIII

    fuente de donde todo lo bueno procede, que es Dios, y su parte Ovidio, el cual se esmer en estas sus epstolas tanto, que en ellas se excedi s. Y todo el resto que no fuere tan puro, tan medido y con tanto espritu (como ellos quisieran), asin" tenlo mi cuenta perdnenmelo, pues no me queda caudal para enmendarlo ni pagarlo. Y si las publico slo es para animar los buenos ingenios, de que tanto florece nuestro siglo, que dolindose de ver al excelente poeta Ovidio en tan humilde engaste, lo guarnezcan y pongan en el oro acriso-lado de sus entendimientos, traducindolo con la perfeccin que le es debida.

    Y porque sera temeridad querer yo con mi rus-tiquez celebrar al prncipe de la poesa, Ovidio, siendo l por s tan celebrado y admirado de todos los que han sabido despus de l en el mundo, slo dir que, aunque Virgilio se le concede en la ma-jestad el lauro, nuestro poeta, en imitacin, in-vencin, copia, facilidad y conceptos, con muchas ventajas la hace todos los poetas latinos. Y pues hemos propuesto al lector el sumo deleite que esta obra en s contiene, ser bien que descubramos el fruto y doctrina que con ella se puede granjear. Quiso, pues, dibujar (y artificiosamente dibuj) Ovidio en estas sus Epstolas la fuerza del amor casto v el desenfrenamiento del deshonesto, in-digno de nombre de amor, sino de apetito furioso; en unas pinta con soberano pincel la fuerza y fir-meza del amor matrimonial, como en Penlope y Laodamia; en otras manifiesta los ardentsimos m-petus de la deshonestidad, como en Fedra y en.

  • XIV

    -Safo, para que imitando y amando la castidad y continencia de las unas, huvamos y detestemos la abominacin y liviandad de las otras; por lo cual esta obra muy justamente tiene parte en la moral filosofa que los Griegos llaman tica, pues las vir-tudes y los vicios con tan eficaces ejemplos nos en-sea, Y aunque Ovidio en ninguna de sus obras expres tanto los afectos y ternezas del amor como en estas cartas, ninguna obra amatoria compuso tan honesta y digna de ser leda; y con estar en esto tan moderado, he quitado todo lo que en al-gn modo poda ofender las piadosas y castas orejas, dejando de traducir algunos dsticos no tan honestos como es razn que anden en lengua vul-gar, v as irn en el margen apuntados para que el censor entienda se dejaron de industria: por lo cual no tienen de que escandalizarse los escrupulosos .si vieren aqu una Fedra incestuosa de QSQO, una Ero no muy honesta, una Elena adltera v una Safo en todo extremo liviana, pues en ellas, si con atencin las considera el lector, hallar que por sus mismas razones se condenan y muestran deberse huir su imitacin, y por este fin las compuso Ovi-dio. Y esta es la misma intencin de la Sagrada Escritura cuando nos propone los horrendos y ne-farios pecados de Sodoma, el abominable incesto de Absaln, la desvergenza de Can y otros deli-tos semejantes: esto es para que los huyamos y es-carmentemos en cabeza ajena. Con este santo pro-psito pueden entrar todos coser las flores de este ameno jardn, que dems de las historias y dulzu-ras que tiene, encierra ms de doscientas senten-

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    cias dignas de escribirse en la memoria. Confieso que no habr entendido muchos lugares segn su verdadero sentido, y de los que alcanc no irn algunos significativamente explicados, y en los ex-plicados faltar la elegancia del metro; y as dejo .abierto el campo para que quien ms supiere y ms espacio tuviere tome la pluma y supla con ella mi ignorancia.

  • VIDA DE OVIDIO.

    Publio Ovidio Nasn fu de noble sangre, y ca-ballero romano, natural de la ciudad famosa de Sulmo, y que hoy lo es en Italia. Nasn, su padre, fu muy rico, y l asimismo goz de prspero pa-trimonio, segn l lo afirma en el libro de Poni; tuvo un hermano mayor un ao, y lo que es de notar que nacieron en un da, los 14 de marzo, siendo cnsules en Roma Hircio y Pansa, los cua-les murieron en la guerra Antoniana; y como los dos hermanos estudiasen en Roma, resplandeci Ovidio en retrica y poesa sobre todos los de su edad; pero juzgando el padre ser este estudio de tan poco fruto y utilidad (como lo es en nuestros tiempos), persuadile, y aun le forz que estu-diase leyes: estudilas, y mediante su divino inge-nio alcanz en ellas amplcos honores. Mas como Tuviese por pesadsima carga la toga, y los estra-dos y audiencias lo enfadasen,, dndoles de mano, se volvi ai estudio de las suaves Musas. Reveren-

    b

  • XVIII

    ci los poetas sus antecesores, y trat benvola-mente con sus compaeros. Fu tan suave y apaci-ble en cuanto escribi, aue se^n veremos en su invectiva jams hizo stira, ni ofendi persona con sus versos: virtud tan admirable y tan digna de imitacin de los cristianos poetas, que cuando en este ilustre varn no se hallara otra, mereca ser muy estimado. Fu de virtuosas costumbres, beba poco vino y muy aguado, y con sumo estudio y pureza de nimo huy el pecado abominable, por cuya razn leo sus obras con aficionados oos, uues no entiendo que otro ooeta en aauellos tiempos se pudiese alabar de esta excelente virtud. Tres veces fu casado: repudi las dos mujeres, v con la ter-cera vivi amantsimament por las virtudes que l canta de ella en los libros de su destierro: dems de algunos hijos, tuvo dos hijas, y segn algunos autores una sola, de la cual fu hecho abuelo. Su-cedi, pues, que ofendiendo gravemente al empe-rador Augusto Csar (sin quererlo Ovidio ofender) fu desterrado unas islas del Ponto Euxino, siendo de cincuenta aos: las causas diremos en el argumento del In Ibin. Escribi antes de su destie-rro las epstolas que llam Herodas, que son las traducidas. Deriv la etimologa de este nombre (segn el glorioso San Agustn en el dcimo de la Ciudad de Dios, de un hijo de la diosa Juno, la cual, en lengua griega, es dicha Hera, que es lo mismo que aeria celeste en latn, y de aqu su hijo fu llamado Hero: y como la ciega gentilidad taviese a Juno Hera por suprema diosa del cielo, seguase que estimasen su hijo Hero por el ms

  • XIX

    clebre y famoso de la tierra. De aqu todos los hombres ilustres por sangre por hazaas clebres llamaron heroicos, y los versos con que los cele-braban los poetas dieron el mismo nombre, el cual ha llegado nuestros tiempos; y asimismo las mu-jeres ilustres se intitularon herodas, de donde estas epstolas tienen el ttulo por ser escritas de muje-res principales. Compuso asimismo cinco libros de obras amatorias, que reducindolos tres, los diri-gi su Corina: v dems de ios cinco de Arte amandi y Remedio amoris, escribi los quince de sus Transformaciones; y como antes de los limar fuese desterrado, consagrlos al fuego, siendo dig-nos de eternizarse; pero como hubiese dado en Roma un traslado, no permiti el cielo que qued-semos hurfanos de tan grande tesoro, en el cual resplandecen y hallamos todas las partes que en un excelente y consumado poema pico se desean; porque la imitacin es nica, la disposicin admi-rable, los tropos y figuras muchas y excelentes, los metros puros, el lenguaje casto, artificioso y lleno de majestad; la encadenacin de las cosas la ms rara que hasta hoy se ha visto en poema. Escribi tambin la tragedia de Medea, donde afirman gra-ves autores que mostr el resplandor de su ingenio. Compuso en su destierro los de Tristes; los de Ponto, el In Ibin, el Triunfo del Csar, y otras muchas obras, parte de las cuales gozamos, y parte (y no pequea) ha consumido el avaro tiempo. Vivi en el destierro ocho aos, cantando en ellos como el cisne que su fin barrunta, y muri siendo de poco ms de cincuenta y ocho; pero su nombre

  • XX

    y gloriosa fama vivir en sus escritos en tanto que durare la memoria de los hombres, como l mismo lo predijo de s en el tercero de Tristes, y Proper-cio en el tercero de sus Elegas, cuyos versos (para los curiosos) son estos:

    OVIDIO.

    Singula quid referam? nihil non morale tenemus Pectoris exceptis ingeniique bonis.

    En ego cum patria caream, vobisque demoque Raptaque sint adimi, quce potuere mihi.

    Ingenio tamen ipse meo comiorque, favor que Ccesar in hoc iuris poiuit habere nihil.

    Quilibei hnc saevo vitam mihi finiai ense Me tamen extincto fama superstes erii.

    PROPERCIO.

    At non ingenio quaesitum nomen ab cevo Excidit ingenio, stat sine morte decus.

  • L A S H E R 0 I D A 5 .

    ARGUMENTO

    LA PRIMERA EPSTOLA.

    Dando principio los Griegos su numerable guerra contra la ciudad de Troya para vengar la injuria y afrenta hecha Menelao por Pars, ro -bando Elena su mujer, fu llevado ella Ulises, hijo de Laertes. rey de taca, contra su voluntad, para valerse de su mucha prudencia en aquel pro-lijo cerco: y no fu vana la eleccin de los Griegos, pues se atribuye Ulises la mayor parte de aquella victoria. Conseguida, pues, la venganza, y Troya totalmente destruida, volviendo los Griegos ven-cedores sus patrias, por la indignacin de Mi-nerva muchos de ellos fueron hundidos en la mar, otros muertos con miserables unes, y algunos an-duvieron peregrinando mucho tiempo por diversas

    1

  • 2 OVIDIO.

    regiones< Entre los cuales Ulises, vagando diez aos por el mundo, su mujer Penlope dio oca-sin que le escribiese (entre otras muchas) esta carta. Mustrale por ella su firmeza y casto prop-sito; acsale la tardanza, seal de cierto olvido, y escrbele los muchos trabajos y agravios que con los que la pretendan por mujer (creyendo que Ulises fuese muerto) padeca. Pntase en esta eps-tola muy ai vivo la fortaleza y valor, y lo mucho que merece la mujer que es verdaderamente hon-rada en presencia y en ausencia de su marido.

  • EPSTOLA PRIMERA.

    PENLOPE ULISES.

    Tu desdichada esposa, aunque constante, Penlope, que espera y ha esperado La vuelta de su esposo y dulce amante,

    A t, mi Ulises, lento y descuidado, Esta te enva; no te sea molesta Por ser de quien en Frigia has olvidado.

    Si del antiguo amor algo te resta, No me respondas, ven t mismo luego; A t, mi seor, quiero por respuesta.

    Ya cay Troya, cierto; ya es hoy fuego Quien las damas griegas era odiosa, Porque era impedimento su sosiego.

    Erales tan horrible y espantosa. Que apenas fu su rey Pramo dio De tal rencor, ni de ira tan rabiosa

  • OVIDIO.

    ;Oh! ojal pluguiera algn divino Poder, cuando al Egeo con la armada Yeloz cortaba Paris el malino,

    Guando no tem yo en el tiempo bueno Mayores riesgos de los aue has nasado. Pues siempre est el amor de temor lleno.

    Finga contra t de Trova armado Un escuadrn, y solo en acordarme De Hctor, quedaba en un sudor helado.

    O si alguno vena por contarme Que Antloco por Hctor fu vencido, Antloco era causa de turbarme.

    O viendo que Pairoclo no han valido Las falsas armas para de los daos De la parca cruel ser redimido,

  • LAS HEROIDAS.

    Lloraba (ay triste!), que de los extraos Sucesos infera mi tormento, Y ser en vano todos tus engaos.

    Renov mi dolor ver que el cruento Sarpedn en el fuerte Tlepolemo Ensangrent la lanza hasta el cuento.

    En fin, cualquiera Griego que el extremo Espritu enviaba al siglo escuro Turbaba al fuego en que por t me quemo.

    Mas provev alen Dios mi amor Duro, Pues siendo salvo mi consorte amado, Abras Trova v allan su muro.

    Ya muchos Capitanes han tornado A sus queridas patrias y lugares, Y alivian el cansancio que han pasado.

    Ya humean con incienso los altares, Ya en los templos se cuelgan los famosos Trofeos y despojos militares.

    Las damas, viendo libres sus esposos, Traen dones los Dioses soberanos, Y ellos les cuentan casos espantosos:

    Cuentan cmo vencieron con sus manos A Troya, y cmo Janto y su corriente Ocuparon los cuerpos de Trvanos.

    Enarca el viejo la arrugada frente De espanto, y la doncella sin ruido Se maravilla, v ove atentamente.

  • 6 OVIDIO.

    La muier de la boca azi marido Est colgada atenta, contemplando Los trances y naufragios que ha sufrido.

    Alguno con el dedo sealando En la mesa las guerras demostraba A Troya en breve crculo pintando.

    Por aqu el Simoente caminaba Con curso arrebatado: aqu el Sigeo Monte al supremo cielo amenazaba:

    Aqu el alczar es donde el trofeo De sus pasados Pramo el anciano Guardaba; aqu hera el mar Egeo.

    All tena la derecha mano Su tienda pabelln Aquiles hecho, Y Ulises esta parte en aquel llano.

    Hctor aqu arrastrado su despecho, Espant los caballos desbocados, Y de Hcuba afligi el materno pecho.

    Estos sucesos, y otros olvidados, Los supe de Telmaco mi hijo, Que en parte dan alivio mis cuidados. El sabio Nstor, dice, se los dijo,

    Cuando te fu buscar, m volviendo Sin t, y con nuevas con que ms me aflijo.

    Mas me cont que Reso muerto habiendo-Y Dolone, triunfaste en darles muerte, Por ser aqul con fraude, ste durmiendo..

  • LAS HEROIDAS.

    Y que tu ardid y audacia fu de suerte (Oh padre del descuido y del olvido), Que bien se ech de ver tu pecho fuerte.

    Pues en el Tracio campo entremetido De noche, y con un solo compaero, Lo dejaste (cual rayo) destruido.

    En un tiempo eras cauto, y no ligero En los peligros, y era que me amabas; Mas ya de amante te has mudado en fiero.

    Mientras yo oa tus empresas bravas, Los miembros un temor me iba ocupando, Temiendo el grande riesgo con que andabas.

    Hasta que en torno del amigo bando Entend que triunfaste de la guerra. Los caballos Ismarios conquistando.

    Pero qu me aprovecha que por tierra Hayan echado al Ilion vuestros brazos, Donde el valor de Marte est y se encierra?

    Qu me aprovecha ver los embarazos De Troya concluidos, y su gente Muerta, y sus muros hechos ya pedazos,

    Si quedo yo tan sola, tan ausente, Como durando Troya, y sin marido Viuda he de vivir eternamente?

    Para las otras ella ha perecido, Mas vive para mi, pues no he gozado El parabin de mi recin venido.

  • OVIDIO.

    Ya donde Troya fu se ve el sembrado. Y la tierra de sangre frigia llena Produce tiempo el fruto deseado.

    El medio sepultado hueso suena Guando el arado con su diente fiero Lo hiere v desmenuza como arena.

    Y all donde el alczar fu primero, Y el templo de magnfica opulencia, Se ve de espesa yerba un bosque entero.

    T, vencedor, ests en triste ausencia, Y saber m sola se me niega La provincia que goza tu presencia.

    Si acaso nave peregrina llega A este mi puerto, luego sus patrones Por t pregunto, y djanme ms ciega.

    Agora escribo en breve estos renglones, Con nuestro amado Meso, el cual se apar De m por te buscar en mil naciones.

    Otras veces ha ido Pilo, Esparta En busca tuya, y no ha sabido cosa Por relacin, por nuevas por carta.

    Mejor me fuera que la licenciosa Llama no hubiera en humo convertido De Febo la muralla milagrosa.

    Y psame de cuanto he prometido A los eternos Dioses, porque oyera Ser el Dardano pueblo destruido.

  • LAS HEROIDAS. 9 Porque Troya viviendo, yo tuviera

    Nuevas de t, y aun cartas cada da, Y solo el riesgo de tu osar temiera*

    La pena, el sobresalto, la agona, Igual nos fuera todos de este modo; Que es dulce, en bien en mal, la compaa.

    Qu tema no lo s, y lo temo todo; Porque un temor all en el alma crece, Con que temer mi dao me acomodo.

    Lo que en s tiene el mar, lo que se ofrece De peligro en la tierra, todo junto, Ser causa de tu ausencia me parece,

    Con este pensamiento, luego al punto {Segn los hombres sois libidinosos) Que preso ests de nuevo amor, barrunto.

    Y pienso que en los trances amorosos Dirs tu querida (que de gana Escuchar tus dichos engaosos):

    Yo tengo en Grecia mi mujer, que lana Y lino, como rstica, adereza: Rstica s ser, mas no liviana.

    Al sumo Jove v su eterna alteza Ruego sea falso lo que yo imagino, Porque iguale tu fe con mi firmeza.

    Que estando libre del adulterino Amor, yo espero que estos mis tormentos Abrirn tu vuelta algn camino.

  • 10 OVIDIO.

    Mi viejo padre rie por momentos, Y manda desampare el viudo lecho, Tu tardanza increpando y mis lamentos.

    Rame, mande, increpe, su despecho-He de ser tuya, y tuya he de nombrarme; De solo Ulises ha de ser mi pecho.

    El, viendo es imposible desviarme De t, se rinde mi valor constante, Y templa su importuno aconsejarme.

    Gran copia de mancebos desde el Zante r Desde Samo y Dulcigno aqu han venido Con aparato y trmino arrogante.

    Pretende cada cual ser mi marido, Y todos, sin que nadie lo defienda, Tienen por casa tu paterno nido.

    Disipan y destruyen tu hacienda Y tu riqueza, que es nuestras entraas,. Y nadie de ellos hay que no te ofenda.

    Qu te podr contar de las extraas Maldades de Pisandro y de Polibo, Y de Medonte las infames maas?

    Qu del soberbio Antino, y del altivo Erimaco, de mal seguras manos? Qu de otra mucha gente que no escribo?

    A los cuales, y muchos ms tiranos Que stos, mantienes por estar ausente, Sufriendo yo sus trminos villanos.

  • LAS HEROIDAS.

    Iro el mendigo, pobre y maldiciente, "Y Melanto el glotn son los autores De nuestro dao y libertad presente.

    Tres somos de tu parte defensores, Y todos tres sin fuerza y sin potencia, Contra tantos y tales amadores:

    Tu padre el uno, ya sin suficiencia, El otro yo, que siento nuestros daos, Y Telmaco falto de experiencia.

    Laertes viejo, flaco, lleno de aos, Yo mujer, y Telmaco pequeo, A quien tengo perdido por engaos.

    Perdlo agora, que en un barco isleo (A pesar de stos) ir tuvo ordenado A Pilo, por buscar al que es su dueo.

    Ruego los Dioses que permita el hado Que nos alcance en das, y el te vea Antes del fin todos sealado.

    Esto el boyero pide, esto desea El porquerizo, y esto al cielo santo Demanda el alma que en te amar se emplea.

    Mas ni Laertes puede valer tanto (Los justos Dioses de esto son testigos), Segn su edad lo aflige, y ms mi llanto,

    Que en medio de tan fuertes enemigos, El pueda solo defender, viviendo, Tu reino, sin tener fuerza ni amigos.

  • 12 OVIDIO.

    Pero crece Telmaco, y creciendo Su vigor y sus fuerzas con los das, Para este hecho irn convaleciendo.

    Agora est en la edad, cuando podas Con tu favor y ciencias ampararlo, Si no eres otro ya del que solas.

    Ni yo tan grave mal puedo estorbarlo, Que echar de casa tantos amadores, Siendo mujer no puedo efectuarlo.

    Ven t presto, y castiga estos traidores, T que eres puerto y viento deseado De quien gozar espera tus favores.

    Un hijo tienes, justo es que industriado Quede en la juventud tierna y florida En las artes que al mundo has enseado.

    Tu padre est en lo extremo de su vida, Y quiere que en su hora postrimera Sus ojos cierres por la despedida.

    Yo, que gozaba fresca primavera Guando partiste, y la madeja de oro En mis cabellos se mostraba entera,

    Perdido hallars aquel decoro De mi belleza antigua, y vuelto en plata, Que ya acab tu ausencia este tesoro, Y el veloz tiempo todo lo maltrata.

  • ARGUMENTO

    DE LA EPSTOLA SEGUNDA.

    Demofonte, hijo de Teseo y de Fedra, volviendo de la guerra memorable de Troya su patria, en-soberbecindose el mar, fu arrojado de la tor-menta en Tracia, donde reinaba Filis, hija de Li-curgo y Grustumena; la cual, recibiendo benigna-mente Demofonte, agradada de su presencia y satisfecha de su valor, se le dio por esposa, para que con su prudencia y nimo el reino Tracio go-bernado y defendido fuese. Siendo, pues, Demo-fonte sabedor de la muerte de Menesteo, que su padre Teseo tena tiranizado el Imperio de Atenas, incitado con el amor del reino, pidi licencia Filis para ir tomar en l la posesin, prometindola de volver dentro de un mes. Fule concedida, y as con aparato de gente y nota, poseyendo Atenas, por no poder componer sus negocios con breve-dad, no gustando de volver Tracia, olvidado del juramento su Filis hecho, se detuvo mucho ms tiempo del que fu para su vuelta constituido.

  • 14 OVIDIO.

    Filis, viendo pasar cuatro meses, creyendo ser en-ganada, escribi Demofonte esta carta, propo-nindole los muchos beneficios que de ella ha re -cibido: ncele cargo de la fe del matrimonio y ju-ramento hecho en su partida, y afirmando que se dar violenta muerte si se ve de l menospreciada. Tanto ofende la ausencia los que de veras aman.

  • E P S T O L A SEGUNDA.

    FILIS DEMOFONTE.

    Aquella, oh Demofonte, tu querida Filis, aquella que en su reino y casa T e dio hospedaje un tiempo y acogida:

    Al cielo, t y al viento, doy sin tasa Mis quejas, porque el plazo sealado De tu venida vuela, y huye y pasa.

    T me juraste que en habiendo dado El triforme planeta un giro entero Por el superno curso acostumbrado,

    La ancla vera con su diente fiero De tu nave fijarse en el arena De este mi Tracio puerto, do te espero.

    Cuatro veces la he visto entera y llena, Y cuatro sin su lumbre; mas no veo Que tu tornada Rdope se ordena.

  • 16 OVIDIO.

    Si el tiempo cuentas como yo deseo (Cuyos relojes somos los amantes), No dirs que sin tiempo devaneo.

    Ha sido mi esperanza, como de antes. Tibia y dudosa: mas cre (qu tarde!) Lo que daa creyendo semejantes.

    Creo lo que me daa, porque guarde Las leves de amadora, y la rabiosa Llama se muestre que en mis venas arde.

    He sido muchas veces mentirosa Contra m mesma, en vano imaginando Que te es contrario el viento y mar furiosa.

    Tambin estov la muerte deseando A tu padre, en pensar que te detiene, Y aunque esto es falso, voyme as engaando.

    Otro temor con esto al alma viene: Que cuando das la vela al Hebro ondoso, Que al mar Egeo feudo le mantiene,

    Recelo el viento airado y riguroso En la agua cana no haya trastornado La nave tu designio y mi reposo.

    Y muchas veces, porque t (oh malvado; Salud tuvieras, holocausto he hecho A los Dioses del reino consagrado.

    Muchas veces mirando en mi provecho Favorables los vientos, y en bonanza El mar inmenso, se alent mi pecho.

  • LAS HEROIDAS.

    Y m me dije: si salud alcanza Demofonte, vern; si vive, espero Que en su palabra y fe no habr mudanza.

    En fin mi amor constante y verdadero Excusas finge, y yo, por haber sido Ingeniosa en excusarte, muero.

    Ausente ests despacio, y no han querido Las deidades volverte quien juraste, Ni vuelves t de nuestro amor movido.

    Ay Demofonte! cuando te ausentaste, Las velas y palabras diste al viento, Y en ambas dos cosas me engaaste.

    Las velas no dan vuelta; el juramento Y fe salieron falsos, porque hubiese Causa de me quejar al firmamento.

    Dme: qu hice en que pesar te diese (Sino es como imprudente y necia amarte), Por cuya causa yo desmereciese?

    Maldad hice, y muy grande, en hospedarte; Mas esta mi maldad para las gentes De mrito y virtud alcanza parte.

    Adonde estn agora las urgentes Promesas, juramentos, lealtades, Y otras mil ceremonias con que mientes?

    Dnde el darme tu diestra, y las deidades Infinitas de Dioses que Traas Para dar apariencia tus maldades?

    2

  • 18 OVIDIO.

    Adonde el Himeneo que decas Que haba de gozar por tiempo largo? Por firme esposo quin me prometas?

    T lo juraste por el mar amargo, De tu partida y vuelta fiel testigo; Mas en la vuelta entiendo que me alargo.

    Juraste por tu abuelo (aunque yo digo Que debe ser fingido, imaginado Por te mostrar en todo mi enemigo);

    El cual dices que estando el Ponto airado Por la fuerza del viento, lo sujeta Con sumo imperio, y vuelve sosegado:

    Por Venus, por el arco y la saeta De Amor, y por la llama rigurosa Que me consume con virtud secreta:

    Por la alma Juno, Jpiter celosa, Que justos desposorios, y propicios A los Dioses preside como Diosa:

    Por los santos y ocultos sacrificios A Geres dedicados, y ofrecidos Con alta pompa y msticos oficios.

    Si estos Dioses quisiesen ofendidos Tomar venganza en t, no eres bastante A pagar tantos yerros cometidos.

    jAy qu furiosa, y en tu amor constante, Las naves rotas renov en que fueses, Y burlases de m, cual de ignorante!

  • LAS HEROIDAS.

    Dite los remos con que ms huyeses; Mas ay! que las heridas siento dadas Con las armas que di con que las dieses.

    Cre tus dulces, blandas regaladas Palabras, que en tu falsa lengua tienes, Y las deidades nclitas juradas.

    Cre la clara estirpe de do vienes, Y el fingido llorar con que se ofende Mi firmeza, y la fe que no mantienes.

    Este llorar fingido do se aprende? Ensase esta ciencia, va por arte Llorar cuando uno defraudar pretender

    De qu sirvi en mil trazas desvelarte Para engaarme? que muy bien podas Yerme engaada sin afn costarte.

    No me fuerza mostrar las quejas mas En esta caria, ver que te di puerto, Reparando las naves que traas:

    No el hospedarte con el pecho abierto De caridad, pues mi valor en esto Al mundo todo ha sido descubierto.

    Lo que lastima al alma es, que supuesto El matrimonio, que conmigo uniste T como torpe, bruto y deshonesto:

    El amor en deleite convertiste, Y dndome tu fe por verdadera, De mi pureza el fruto v flor cogiste.

  • 20 OVIDIO.

    La noche antes de aquella yo quisiera Que ruese el fin dichoso de mi vida, Porque Filis honesta as muriera.

    Yo esper lo mejor mal advertida, Porque entend que por mi dulce hospicio-Te mereciese, y fuera agradecida.

    Pero toda merced y beneficio Del mrito procede, y procediendo Justa paga me das, pues purgo el vicio.

    No es gloria, no es hazaa irte.riendo De una doncella que olvid su dao, Tus palabras y trmino creyendo.

    Porque de esta creencia el modo extraa (Por mi simplicidad) ms era dio De favor y de premio, que de engao.

    Engao fu de quien te amaba ;indino! Y si de tus palabras fui engaada, Gomo nia y amante el mal me vino.

    Los Dioses hagan esta empresa honrada,. El remate, la suma, el sello, el resto De cuanta gloria tienes alcanzada.

    Y como victorioso en medio puesto De tu ciudad, te halles ilustrado, Siendo este caso todos manifiesto.

    Permita el santo cielo, y quiera el hado.. Que entre los altos ttulos y honrosos De tu padre, este hecho est fijado.

  • LAS HEROIBAS,

    Porque cuando se miren sus famosos Hechos, cmo dio muerte al cruel Procusto, A Sino y Scirn facinerosos;

    Y al toro concebido en acto injusto, Y el vencer los Tebanos, y las fieras De formas dos y de valor robusto;

    Y cmo entr por fuerza en las severas Moradas de Plutn, y amedrentadas Dej las tres disformes compaeras;

    Despus de estas hazaas celebradas. T u estatua est de bronce mrmol puro, Y al pie de ella estas letras esmaltadas:

    Este es aquel traidor, este el perjuro, Que enga Filis, porque advenedizo i>Le dio hospedaje amplifico y seguro.

    De todos cuantos hechos obr hizo T u padre, solamente el del engao De Ariadna tu ingenio satisfizo.

    Lo que solo te excusa es, que en el dao Imitas tu padre y en traiciones; Siendo su hijo al mal y al bien extrao.

    Ella (mas no la envidio) en las regiones Celestes goza de mejor marido, Sentada sobre tigres leones.

    A m los Tracios han aborrecido, Y mi consorcio huyen, alegando Que ellos un extrao he preferido.

  • 22 OVIDIO.

    Otros dicen, que Atenas navegando, Dej mis reinos en dominio ajeno. Mis hechos por el hn abominando.

    Mas de suceso prspero y ameno Al gusto, aquel carezca que juzgare Las obras por el n malo bueno.

    Guando este mar de espuma se poblare De tus remos herido, y mi baha Tus naves y galeras sustentare;

    Entonces se dir que la fe ma Mir por s, por m, y aun por los mos,. Haciendo en me casar lo que deba.

    Pero ni yo advert mis desvarios, Ni ms vern mis reinos tu tornada, Ni recrears tus miembros en mis ros.

    Ante los ojos traigo retratada La bella vista de aquel punto, cuando De este puerto salir quiso tu armada:

    Y acuerdme que entonces apretando-Mi cuello en torno, diste mil abrazos A la que (oh falso) estabas engaando.

    Y por prenderme en ms sutiles lazos,. Suave y dulcemente me besabas, Tenindome ceida con tus brazos.

    Las lgrimas fingidas que llorabas Al caer se mezclaban con las mas, Mientras al viento prspero increpabas..

  • LAS HERQIDAS.

    Tambin dijiste, ya que te partas: Espera, espera (oh Filis) tu esposo. Pues no ha de tardar ms de treinta das.

    Esperar, cuitada, al que gozoso Para no verme ms de aqu partiste? Esperar un ingrato, un alevoso?

    Esperar las naves en que fuiste? Digo las naves, quien es negado Sulcar este mi mar, por do huiste.

    Mas aunque tardes ms de lo tardado. Al fin espero, porque tu fe ha sido Violada slo por el viento airado.

    Pero qu digo? ;ay triste! detenido Con otra esposa ests, ya la engaaste Con amor que tan mal me ha socorrido.

    Despus que no te miro y te ausentaste. Otra Filis bien s que no has hallado, Ni por Filis ni 7 racia preguntaste.

    Pues Filis soy que Demofonte he dado Puerto, hospedaje y bienes con largueza, Viniendo por el mar desbaratado.

    Prosper con tesoros tu pobreza, Y viniendo mendigo, te di dones Con pecho generoso y con franqueza.

    Soy quien del gran Licurgo las regiones Te di, que por ser sola y mujer, temo No poder gobernar tantos varones.

  • 24 OVIDIO.

    Corren mis reinos hasta do lo extremo Del empinado Rdope pluvioso Se descubre, y demuestra al frtil Kmo.

    Y adonde el Hebro sacro presuroso Se arroja al mar con curso tan ligero, Que con l es el Breas perezoso.

    Aquella soy de quien quit primero La cinta virginal tu falaz mano Con infelice y desastroso agero.

    Al derredor del tlamo inhumano Aull la Tisifone, miserable Presagio al mal que estaba ya cercano.

    Y la ave errante con su vuelo instable, Enemiga de luz, en mi morada Turb el aire con canto detestable,

    Aleto estuvo all la mal peinada, De vvoras poblada y de fiereza, Con lumbre de sepulcros usurpada.

    Yo agora algunas veces la maleza De mi ribera herbosa huello, y piso Tambin los riscos de mayor alteza.

    Y cuando por las ondas hace viso El sol, y se levantan los vapores Que convierten la tierra en paraso;

    cuando son las sombras ya mayores, Y las estrellas y astros resplandecen, Miro cul viento mueva el mar, las flores.

  • LAS HEROIDAS.

    Y viendo que de lejos aparecen Velas, que son las tuyas imagino, Que al cielo y mis ruegos obedecen.

    Con esto al mar estrecho me avecino, Que apena aquellas aguas me detienen Que arroja la resaca en el camino.

    Y cuanto ms en breve al puerto vienen Las naves, mas en breve desfallezco, Viendo que t en sus tablas no sostienen.

    Hav un seno de mar en arco hecho, Y en sus extremos dos peascos altos, Altos para mi dao y tu provecho.

    De aqu mis miembros de paciencia faltos Han propuesto mil veces libertarse Con un salto de tantos sobresaltos.

    Han querido en el mar precipitarse, Y segn mi esperanza desespera, Al fin han de venir despearse.

    Las ondas me echarn tu ribera, Desnuda me vers y no enterrada, Y muerta como amante verdadera.

    Y si es tu alma ms que nieve helada, Y aunque en tu obstinacin ests ms rme Que bronce, que diamante, fiera airada.

    Dirs al tiempo y punto de cubrirme Con tierra en el sepulcro:Oh Filis ma, No estabas obligada as seguirme.

  • 26 OTIDIO.

    Muchas veces apruebo que sera Justo librar al alma de embarazos Con veneno, con hierro y osada.

    Otras propongo de apretar los lazos A mi infelice y temeroso cuello, Que t ceiste con aleves brazos.

    En fin, ya estoy determinada en ello, Y porque te conozcan por aleve, Esto se escriba en mi sepulcro bello:

    El husped Demofonte, amante leve A Filis, que lo am siendo l tirano, Di con larga esperanza muerte breve: E1 dio la causa, y ella dio la mano.

  • ARGUMENTO

    DE LA EPSTOLA TERCERA.

    Viniendo los Griegos la destruccin de Frigia, luego que llegaron ella (segn costumbre de guerra) comenzaron destruir las ciudades que Troya eran ms cercanas, principalmente aquellas que correspondan y estaban enfrente de la isla de Lesbos. De los que en esta jornada ms se seala-ron y se hicieron famosos, uno fu Aquilas, hijo de Peleo y de la diosa Tetis, el cual la una y otra Ciiiciaj Tebas y Lirneso con su valeroso es-fuerzo dej totalmente destruidas. Y entre los ricos despojos que gan, fueron los de ms precio dos hermossimas doncellas: la una Astinoma, hija de Griso, sacerdote de Apolo, que habitaba en Tebas; y la otra Hippodamia, hija de Brisa (de donde se llam Briseida), natural de Lirneso. Al dividir los despojos, cupo Agamenn Astinoma, y la bella Hippodamia al valeroso Aquiles. Suce-di que sobreviniendo en el ejrcito y real de los Griegos una grandsima pestilencia, su emperador

  • 28 OVIDIO.

    Agamenn supo de Calcante su agorero que no cesara el mal si no restitua Astinoma su pa-dre, porque Apolo estaba muy enojado con los Griegos por el agravio de su sacerdote. Restituy Agamenn luego su dama, en cuyo cambio le quit Aquiles su Hippodamia, porque siendo el despojo indivisible, era del Emperador. Enojado de esto Aquiles, se la envi, ultrajando al Rey de palabras, y jurando de le quitar la vida, no quiso dar ms su favor los Griegos, lo cual era la total ruina de los ejrcitos. Visto de Agamenn el dao, se de-termin devolverle Hippodamia, y con ella mu-chos dones y riqueza. Mas Aquiles, con la clera y enojo que tena, no la queriendo recibir por en-tender la haba gozado el Rey, dio ocasin que ella le escribiese esta carta aplacndole ia ira, y mostrando no haber sido violada; porque enterne-cido Aquiles con sus ruegos la recibiese por suya.

  • EPSTOLA TERCERA,

    HIPPODAMIA AQUILES.

    Esta carta que lees va de aquella Hippodamia la sierva desdichada, Que enva t, oh Aquiles, su querella.

    Va ruda, indocta, tosca y mal limada, Que corno es mano brbara la ma, No es bien en griega letra ejercitada.

    Si vieres manchas mientras te escriba, Mis lgrimas hicieron los borrones, Despus de haber borrado mi alegra.

    Y estas lgrimas que orlan mis renglones, Como se engendran en amor sincero, Hablan, y explican ms que mil razones.

    Si de t, mi seor y esposo fiero, Me es lcito quejar con voz turbada, De mi esposo y seor quejarme quiero.

  • O OVIDIO.

    El ser al Rey que me pidi entregada. No es culpa tuya, Dioses lo ordenaron: Mas ser tuya, si no soy tornada.

    Euribate v Taltibio me llamaron, Y los dos en custodia el primer da El Rey y mis desdichas me entregaron.

    Y el uno al otro quedo se deca, Viendo tu remisin y mi esperanza: Do est el amor que en estos dos ardar

    Pude ser detenida, y la tardanza Fuera la pena dulce y deleitosa; Pero siendo en mi bien, nada se alcanza,

    Ay de m triste y poco venturosa, Que al partirme perd tanto los bros, Que un beso no te di de vergonzosa!

    Pero vert de lgrimas dos ros. Arranqu los cabellos, que ya fueron Red tus brazos, lazos los mos.

    Cuando al Rey de tu casa me trajeron, Me pareci de nuevo ser robada Y que nueva prisin me redujeron.

    Muchas veces estoy determinada De, engaando mi guarda, t volverme, Mas temo el enemigo est en celada.

    Temo, si salgo, que podr cogerme Algn Troyano, y como prisionera Querr ofenderte t con ofenderme.

  • LAS HSROIDAS.

    O vern ser esclava de hija nuera De Pramo el anciano, que se alaba Que Hctor en Grecia puede alzar bandera

    Mas dirs que fu dada y que me daba A Troya Grecia, pues por su sosiego Al fin he de ser dada por su esclava.

    Salo yo, pues se acab tu fuego, Y estando tu Briseida de t ausente "Tantas noches, no te es desasosiego-

    No te es desasosiego, ni tu frente Airada es parte para ser yo vuelta, Y cesas de feroz vuelto en paciente.

    Tu ira es flaca, en burlas desenvuelta, "Matas los que nunca te agraviaron, Y quien te agravia das perdn y suelta-

    El gran Patroclo cuando me llevaron, Al odo me dijo: Por qu Horas? Poco estars aqu do te encerraron.

    Siento pasar las horas voladoras Sin volver, y esto es poco; que ms siento Dejes pasar sin verme tantas horas.

    T procuras, oh Aquiles, mi tormento; Estorbas no sea vuelta al que es mi esposo; Pues vete agora y busca tu contento.

    Ten el nombre de amante codicioso, El nombre y no los hechos: que decente Ttulo es este un hombre tan famoso.

  • 32 OVIDIO

    A t vinieron Avax el valiente, Y de Amtor el hijo celebrado. Este tu amigo, el otro tu pariente.

    Y Uiises el discreto, procreado Del gran Laertes, y estos tres varones, Volverme t con pompa han procurado,

    Y s que procuraron con razones Moverte, y los ruegos aadieron, Por complacerte ms, preciosos dones.

    Veinte Lebetas ricos te ofrecieron De metal (que son vasos entallados) Y siete escaos trpodas te dieron.

    Escaos de tres pies tambin labrados, Con tanta traza y tan sutil decoro. Que eran en peso y arte nivelados.

    A stos aadi de su tesoro El ms amado Rey de sus vasallos Con larga mano diez talentos de oro.

    Tambin te present doce caballos, Vencedores en valle, en llano, en sierra. Sin serles necesario gobernallos.

    Muchas bellas cautivas de la tierra De Lesbos, don y ddiva hermosa, Aunque excusada en tiempo de la guerra.

    Dems de esta su ofrenda milagrosa El Rey te da, si quieres recibirme, De sus tres hijas, una por esposa.

  • LAS HEROIDAS. 33

    Mas jay, oh crudo amante, poco firme! De t no ha sido aquello recibido Que habas t de dar por redimirme.

    Aquiles, por qu culpa he merecido Serte vil, y por tal menospreciada? Tu antiguo amor adonde se ha huido?

    Por ventura fortuna siempre airada Muestra su frente un pecho miserable? No la he de ver alguna vez mudada?

    No ha de haber algn viento favorable A mis principios tristes y violentos? No ser el mal, como es el bien, instable?

    Los filos de tu espada vi sangrientos, Y Llrneso mi patria, como Marte, Rendrsete y mostrarte los cimientos.

    De su ruina fui la mayor parte, Pues vi mi padre y tres hermanos mos Rendidos la muerte, tu estandarte.

    Vi mi marido que en sangrientos ros (Tal cuai el era) revolcando el pecho, Perdi riqueza, esposa., vida y bros.

    Y aunque me viese en tan horrendo estrecho? Y con golpe tan duro y riguroso Fuese en un punto tanto bien deshecho,

    Con solo Aquiles me era muy copioso Reparo tanto mal, pues te tena Por hermano, seor, padre y esposo.

    3

  • 34 OVIDIO .

    Por Tetis me juraste que me haba Sido muv til ser de ti robada; Dijo Tetis tu madre y suegra ma.

    Muy til me es, pues soy menospreciada, Y la riqueza que te dan conmigo. Por ser conmigo la estimaste en nada.

    Es fama (y siempre fama es buen testigo) Que maana te vas por mar huyendo, Por te alejar de m, cual de enemigo.

    Y mis odos tal maldad viniendo, El flaco pecho de nimo vaco Fu sangre, fuerza y nimo perdiendo.

    Vaste? y quin le das el seoro Sobre esta esclava que en tu amor se tunda? .Quin ser alivio al dao grave mo?

    Antes la tierra en s me sorba v hunda; Antes me abrase y en mi cuerpo empezca Del rayo la violencia furibunda,

    Que el mar sin m con remos se encanezca, Ni que ver pueda aquella nave amarga Que delante de m te desparezca.

    Si la tardanza se te hace larga, Y el volver tu patria te contenta, A tu navio no ser gran carga.

    Llvame, y no me dejes en afrenta, Y seguirte, no como marido,

    .Mas como vencedor de un alma ementa.

  • LAS HESOIDAS

    No ser esclava intil, que ya han sido Buenas mis manos, y sernio agora Para curar las lanas que han tejido.

    Al tlamo tu esposa y mi seora ir, pues vence y sobra en hermosura A las damas de Acaya como Aurora.

    La cual por su beldad tuvo ventura De ser tu amada esposa, y nuera dina De tu padre, varn de edad madura.

    Es nieto del gran Jpiter y Egina, Y Nereo se precia de pariente. Por ser su sanare v calidad divina.

    Nosotras, tus esclavas, pobre gente, Le trairemos el linotodo hilado, "Volvindolo por oeso cabalmente.

    Solo un don me ha de ser por t otorgado, Y es, que me trate bien tu cara esposa, Siquiera por lo mucho que te he amado.

    No consientas se muestre rigurosa Ni me d golpes con sus brazos bellos, Pues fui cual ella tu mujer y hermosa.

    No permitas maltrate mis cabellos; Mas dle con blandura: No la aquejes, Que tambin he gozado de ella y de ellos.y

    Y aunque esta afrenta ruego de m alejes. Yo sufrir esta y otra v otra afrenta Con tal que no te vayas y me dejes.

  • 36 OVIDIO.

    Esto mis huesos quiebra y atormenta, Esto me fuerza ay triste! importunarte, Esto me trae turbada y descontenta.

    Qu esperas, pues? ya al Rey por agradarte Le pesa de tu ira, y toda Grecia Se humilla t y procura de aplacarte.

    Y pues sabes vencer cuanto se precia De suerte, vence t, vence tu ira, Que la victoria propia es la ms recia.

    Mira que Hctor el bravo est la mira? Y sale del Troyano y patrio nido Y con vuestras riquezas se retira.

    Las armas toma, habiendo recibido A m primero; cete tu espada; Quita de Grecia el miedo concebido*

    Por m tu ira ha sido comenzada, Por m tu ira y tu rencor fenezca; Sea tu tristeza en jbilo tornada.

    No te afrentes, ni torpe te parezca Ser por mis ruegos vuelto y humillado, Aunque por mi valor no lo merezca.

    Pues Meleagro, vindose injuriado, A las armas torn, que haba depuesto, Por solo que su esposa lo ha mandado.

    De odas solamente s yo aquesto; Mejor lo sabrs t de tus Grecianos, Si no es que en serte ejemplo te es molesto.

  • LAS HEROIDAS.

    Mat este Meleagro dos hermanos De Altea su madre, y ella lo maldijo: Costumbre mala en padres inhumanos.

    Era feroz y muy valiente el hijo, Y no dio ms madre y patria ayuda; Que el odio estaba all en el alma fijo.

    Sola su esposa lo mitiga y muda (Que ellas lo pueden todo), y del marido La clera aplac soberbia y cruda.

    Fu ella dichosa, lo que yo no he sido, Porque mis ruegos como intil cosa Sin fruto ni provecho se han cado.

    Ni me indigno, pues nunca como esposa Tuya yo me trat, siendo llamada De mi seor, mas como sierva astrosa.

    Llamndome seora una criada, 'Le dije: A mi servicio y mis cuidados Aades carga honrosa, aunque pesada.

    Jurte por los huesos no enterrados De mi marido, quien las bestias pacen, Aunque de m sern reverenciados:

    Por las tres almas de los tres que nacen En fama, gloria y prez, y en tierra fra, Por la patria, en la patria muertos yacen:

    Por tu cabeza juro, y por la ma, Que juntamos en tiempo de bonanza. Guando el cielo y tu amor lo permita:

  • 38 OYIDIO.

    Por tu espada, tus flechas y tu lanza, Que echaron la Estigia y reino escuro Cuanto me dio Fortuna en su pujanza:

    Por esto y ms, si ms me queda, juro Que el grande Atrida ni otro me ha gozado: De esto te certifico y aseguro.

    Por lo cual, si sospechas te han'forzado A quererte partir, no te remuevas: Da crdito lo mucho que he jurado.

    Si agora de tu fe quiero hacer pruebas Y que jures que dama no has tenido, A fe que nunca t jurar te atrevas.

    Los Griegos piensan te has entristecido Porque me trajo el Rey su aposento, \ que mi amor te tiene embravecido:

    Y t te ests alegre y muy contento En el tierno regazo de tu dama, Movido de algn msico instrumento.

    Si alguno preguntare por qu infama Aquiles su opinin y no pelea, Olvidando la guerra por la cama,

    Dirn que la vihuela lo recrea, Y la noche le agrada con su oficio, Y en Venus v en amor v amar se emplea,.

    Ms seguro es dormir y estar en vicio. Mejor tener la moza poco casta, Y el taer y cantar por ejercicio,

  • LAS HEROIDAS.

    Que asir escudo y empaar el asta, Y cubrir con el yelmo ia cabeza, Y el pecho de virtud, que es lo que basta.

    Mas t ya fu un tiempo que una pieza De arns, ilustres hechos te agradaba, Ms que cuanto deleites se endereza.

    La gloria que con armas se alcanzaba Te era dulce; mas presto te cansaste, Que nunca dura el bien, ni el mal se acaba,

    Di, por ventura, oh Aquiles, aprobaste El uso de las armas y la guerra, Slo mientras mi patria conquistaste?

    Y es Drueba cierta y que verdad encierra, Pues tu alabanza v hechos ms aue humanos Estn postrados, cual lo est mi tierra.

    No lo quieran los Dioses soberanos, Antes el lado Hectreo abierto sea Por la lanza arrojada de tus manos.

    Oh Griegos! enviadme do me vea Mi Aquiles, que aunque he sido su enemiga,, Yo acabar que vuelva la pelea.

    Dir lo que quisiredes que diga, Darle besos con que el pecho crudo, Aunque diga que no, se me desdiga.

    Creed que roas podr que Fnix pudo. Ms que Ulses el sabio, y que el hermano-De Teucro, tan famoso por su escudo.

  • 4:0 OVIDIO.

    Que tiene un no s qu tocar la mano, Ceir el cuello y demostrar el pecho, Y ms en t que no eres inhumano,

    Y aunque ms sordo ests mi despecho Que las ondas de Tetis, madre tuya, Y ms airado que Aquiln deshecho.

    Hars que tu crueldad se disminuya, (Dado que calle), y con mi llanto ansioso Que esa tu nertinacia se concluya.

    Agora, as sus aos cumpla honroso Peleo, y libre de traiciones viles Tu Pirro viva en armas victorioso.

    Mira con ojos de piedad, oh Aquiles, A tu Hippodamia, y no cual hierro fuerce Me abrases, me consumas y aniquiles.

    Si ya te enfado y tengo de perderte, Como me obligas que sin t viva, Oblgame gustar por t la muerte.

    Y s me obligaras, que ya se priva El cuerpo y rostro de color y aliento, Aunque mi alma en la esperanza estriba.

    La cual si me faltare, en el momento Seguir mis hermanos y marido, Dndote con mi fin contentamiento.

    Y muerta yo no te ha de ser tenido Por magnfico hecho y soberano Haberlo t ordenado y consentido.

  • LAS HEROIDAS. 41

    Mas para qu lo ordenas? echa mano, Hiere este pecho porque luego muera, Que sangre habr que harte un pecho Hircano.

    Mteme aquella espada que pudiera Matar en mi venganza al grande Atrida, Si Palas por su amor no lo impidiera.

    Mas yo te ruego que me des la vida, Que ya me diste cuando victorioso Fuiste de mi linaje el homicida.

    Que para hartar tu pecho sanguinoso De Neptuno los muros eminentes Te darn pasto e hombres abundoso.

    Del enemigo busca convenientes Ocasiones de muerte, que en tu amada Han de ser tus efectos diferentes.

    Y agora quieras irte con la armada, Agora el esperar ms te convenga, Siendo ante t mi carta presentada, Manda como seor que t me venga.

  • ARGUMENTO

    DE LA EPSTOLA CUARTA.

    Es tan notoria y vulgar la historia del Minotauro y su laberinto, y hemos de tratar de ella tantas ve-ces en estas epstolas, que bastar decir agora que, como por las leyes impuestas del rey Minos ios Atenienses, fuesen obligados enviar Greta siete hijos hijas cada un ao para ser pasto del Mino-tauro, cay la suerte en el tercer ao de esta terri-ble imposicin Teseo, hijo de Egeo, rey de los Atenienses; el cual con la industria y favor de Ariadna, hija del rey Minos, librndose del in-trincado laberinto, dio la muerte al espantoso Mi-notauro, Conseguida la victoria, como por este beneficio hubiese prometido Teseo de se casar con Ariadna, parti con ella y con su hermana Fedra de Creta huyendo su floreciente reino de Atenas, Sucedi que en el navio, enamorndose Teseo as su cuada, oropuso dear como en efecto la dej) Ariadna en la isla de Naxos Cho5 casndose con Fedra alevemente. Pasados algunos das, ha-

  • 44 OVIDIO.

    ciendo Teseo ausencia de Atenas, como tuviese por hijo Hiplito de Hiplita noble Amazona, Fedra enamorada de su entenado, y rendida su apetito, como de palabra no se atreviese por la gravedad del pecado descubrirle su pena, le es-cribe esta carta, donde le persuade su bruta y to-talmente ilcita voluntad. Por la cual se ver la libertad y desenvoltura que tiene la mujer que pierde el temor Dios y la vergenza al mundo. Es una de las artificiosas y elegantes epstolas de este libro; porque no ha habido gente tan brbara que aunque apetezca el mal, no lo procure dorar y afeitar por hacerlo menos feo y menos culpable.

  • EPSTOLA CUARTA.

    FEDRA HIPLITO.

    La dama Cresa, t el gallardo fruto De la Amazona Hiplita, te enva Salud (despus del alma) por tributo.

    Y aunque salud te envo, oh gloria ma, Si de tus manos yo no la recibo, Me faltar, pues falta la alegra.

    Lee todo cuanto en esta carta escribo, Que poco dao te vern en leella, Ni en un papel qu puede haber nocivo?

    Nunca la carta ofende; antes en ella Podrs hallar (que en fin eres discreto) Alguna cosa que te agrade el vella.

    En las cartas se escribe lo secreto Del pecho, y por la tierra y mar caminan, Llevando los ausentes su conceto.

  • 46 OVIDIO.

    Los que son enemigos no se indinan De que le escriba cartas su enemigo, Porque ellas siempre alumbran y encaminan.

    Tres veces procur hablar contigo, Y tres veces mi lengua se me anuda, Y asida al paladar calla conmigo.

    Y otras tres mi boca y lengua ruda Los acentos y voces han faltado, Que t me has hecho balbuciente y muda.

    Dems que es bien que amor est mezclado Con la vergenza, freno omnipotente Que enfrena el apetito desbocado.

    Mas lo que la vergenza no consiente Que diga de palabra, el dios Cupido Manda que te lo escriba de presente.

    Y quin ser tan loco y atrevido Que lo que manda amor, con dichos vanos Sustente no ha de ser obedecido?

    Es rey amor no slo en los humanos, Pero su ley tambin fu poderosa Sobre todos los Dioses soberanos.

    l, lo primero, estando yo dudosa De escribirte, me dijo: Acaba, escribe, Que no me sirvo yo de alma medrosa.

    Que aunque de hierro te parece, y vive All en los montes, rendir su frente Al mesmo ardor que tu furor concibe.

  • LAS HER0IDAS. 47

    As suceda: y como el fuego ardiente De amor me abrasa, as el muchacho ciego Rinda mi gusto tu cerviz valiente.

    Yo con maldad ni deshonesto fuego No pretendo romper el nudo honroso De nuestra fe, do estriba mi sosiego.

    Porque mi nombre y esplendor glorioso {Quisiera te informaras de mi fama) Carece de pecado ignominioso.

    Mientras ms tarde amor rinde una dama, Con mucha menos fuerza y resistencia Puede sufrir la exorbitante llama.

    Abrasme ac dentro, y la violencia Del fuego es tal, que el pecho est llagado, Y cancerada el alma por tu ausencia.

    Y como el primer yugo es ms pesado Al novillejo, y causa ms tormento El duro freno al potro no domado,

    As mi pecho, que ha vivido exento De amor, ni se acomoda su esperanza, l*i tiene en m su carga buen asiento.

    Cuando en la juventud y en su terneza Se aprende amar, su carga es menos dura, Que es la costumbre en nos naturaleza.

    Pero la dama que en edad madura Comienza obedecer de amor los fueros, Le es carga el gusto, acbar la dulzura.

  • 48 OVIDIO.

    T cogers primero los primeros Frutos de mi jardn, guardado en vano A fuerza de arrogancias y de eros.

    Y de nosotras cada cual ufano Gozar de los premios amorosos Que otorga amor con dadivosa mano.

    Que es gusto de los ramos fructuosos Coger la dulce fruta sazonada, Sin nota ni calumnia de envidiosos.

    Y es bien particular la aljofarada Rosa, que est entre prpura y roco, Cortar con ua tierna y delicada.

    Y ya que aquel honor primero mo (En el cual me mostr sin mancha y culpa)^ Propuse de perder con desvaro,

    En perderlo contigo no me culpa, O lo menos me excusa; que el que yerra Forzado del amor, tiene disculpa.

    Tngote en tanto, que si ac en la tierra La diosa Juno Jove me entregara Con cuanta alteza y majestad encierra,

    A Hiplito eligiera, y desechara A Jpiter; porque eres mis trofeos, Y no quiero otro cielo que tu cara.

    Y ya (no lo creers) me dan deseos De ser por esos bosques cazadora, Tus pasos imitando y devaneos.

  • LAS HEROIDAS.

    Inctame el amor con voladora Planta seguir la tguere inhumana, Y la veloz corcilla trepadora.

    Ya la Diosa que adoro es tu Diana, Insigne en el aljaba y la saeta, Que en imitarte t me hallo ufana.

    La maleza del bosque ms secreta Gusto correr, y ver los venados En la engaosa red que los sujeta.

    Hulgome por los riscos empinados Animar los perros, que siguiendo Van los fuertes osos fatigados.

    O el femenino brazo sacudiendo, Arrojar el venablo por el cielo, Que va en el aire con furor crujiendo.

    O encima de IR grama y verde suelo, La cabeza arrimada algn guijarro, Poner el cuerpo y recibir consuelo.

    Muchas veces quisiera al leve carro Correr y revolver en el arena, Con gran destreza y con primor bizarro.

    Y al caballo veloz que no se enfrena Holgara reprimir. Aunque sera Ms justo reprimir mi grave pena.

    Agora con la gran melancola Me arebata un furor muy semejante Al que en la turba Eleida Baco enva.

    4

  • 50 OVIDIO.

    O como aquel que en ida el abundante Ocupa las que en honra de sus Diosas Hacen un son confuso y resonante.

    O tal como el que rige las furiosas Mujeres del divino ardor tocadas, De Faunos y de Dradas hermosas.

    Y as cuando en m vuelvo, mis criadas Dicen que digo en este desvaro Que tengo las entraas abrasadas.

    Puede ser que un oculto podero O fuerza de mi hado inevitable Me hace amar al que es pariente mo.

    Y que la Diosa en Chipre venerable Quiera de m el tributo que ha llevado De todo mi linaje miserable.

    Jpiter am Europa en sumo grado (Que l fu el primer origen de mi gente), Siendo en hermoso toro transformado.

    Y mi madre Pasife torpemente, Sujeta un toro en acto bruto y feo, Pari aquel monstruo horrfico, inclemente.

    *

    Despus, siguiendo el prfido Teseo El hilo que le dio mi cara hermana, Huy-del laberinto y su rodeo.

    Y porque nadie con simpleza vana Dudase yo ser hija verdadera De Minos y su sangre soberana,

  • LAS HER0IDAS.

    Vesme agora ser la que postrera Cumpla de mi linaje la sentencia: Quiera el amor que salga verdadera.

    Esto es fatal y vineme de herencia, Pues agrad tu padre y le dio gusto De dos simples hermanas la tenencia.

    Y as es razn que si goz l injusto De mi querida hermana sin contrastes, T e goce yo sin el menor disgusto.

    Y pues los dos la libertad robastes De dos hermanas, publicad victoria, Preciaos de los despojos que ganastes.

    En aquel da. origen de esta historia, Quisiera estar en Creta: digo el da Que fu sagrado Ceres y su gloria.

    Que si en Creta estuviera, el alma ma En el templo de Eleusis no gozara De tu presencia, garbo y gallarda.

    Entonces hinc amor su ardiente jara (Bien que t me agradabas antes desto) En mis mdulas con potencia rara.

    Vite de blanco, y de jazmn compuesto Ese cabello de oro, en cuya alteza Ech natura su potencia y resto.

    Vi el rosicler divino v su fineza En ese rostro honesto cuanto grave, Que encierra en s la suma de belleza.

  • 52 OVIDIO.

    Y el rostro que por fiero y no suave Juzgaron otras, fu de m juzgado Ser de valor y de virtud la llave.

    Huya de m el Adonis enrizado, Vayase el mozo que color se pone Y anda en almizcle y mbar sepultado.

    Que al hombre poco adorno le compone., Y bstale al varn la vestidura Segn su estado y la razn dispone.

    Y no te aumenta poco la hermosura Ese descuido tuyo en el cabello, Y el polvo que te sirve de blancura.

    Si haces mal como jinete bello Ai caballo feroz, y lo revuelves En breve espacio, admirme de vello.

    Y si el valiente brazo desenvuelves, Sacudiendo con fuerza el dardo crudo, Donde vuelves el brazo all me vuelves.

    Y cuando hieres con venablo agudo Al bravo jabal, de enamorada Quisiera all ponerme por tu escudo.

    En fin, cualquiera cosa que es obrada De tu gallardo cuerpo me arrebata La vista, de la tuya aficionada.

    T agora olvida y deja el alma ingrata, Y la escabrosidad del pecho duro All en los montes entre alguna mata.

  • LAS HER0IDAS.

    Que amando Fedra con amor tan puro, TSo merezco morir por tu aspereza, Ni que me arrojes en el reino escuro.

    Qu te incita, me di, con tal rmeza (De Venus evitando la dulzura) Seguir de tu Diana la rudeza?

    Todo lo que carece de holgura. De deleite, y descanso en esta vida, "No es permanente ni de grande dura.

    Este repara y vuelve la perdida Fuerza, y alienta la flaqueza humana, Que si le apuran queda consumida.

    Y ya que imitar quieres Diana, Sus flechas y arco imita; pues la escoges Por ejemplar y muestra soberana.

    Procura que la cuerda al arco aflojes, Que no terna el resor menesteroso (Si no la aflojas) cuando el tiro arrojes.

    Fu Gfalo en las selvas tan famoso, Que siguiendo la fuerza de su estrella, Mataba el jabal, la tigre, el oso.

    Mas no era esquivo, ni la Aurora bella Negaba que le amase tiernamente, Antes gozaba de su amor y de ella.

    Y ya nuncia del Sol, como prudente Del anciano Titn dejaba el techo Para gozar del cazador valiente.

  • 54 OYIDIO.

    Muchas veces sirvi de blando lecho La grama Venus y su Adonis: tanta Es la fuerza de amor si abrasa un pecho.

    Meleagro tambin por Atalanta Se arda, y ella guarda de la fiera La cabeza y la piel por prenda santa.

    Ammonos los dos de esta manera, Seamos de este nmero dichoso, Y habr en el bosque eterna primavera.

    Que si el fruto de Venus amoroso Del bosque quitas, toda su frescura Se ha de volver en pramo enfadoso.

    Yo te acompaar por la espesura, Sin que recele algn impedimento De blanda arena ni de pea dura.

    Ni me dar pavor el turbulento Y fiero jabal, que si barrunta La muerte, es de temer su movimiento.

    Dos mares con sus ondas una punta De tierra baten, y si aqul resuena, Este rebrama y con aqul se junta.

    Aqu contigo la ciudad Trezena Habitar, la cual por t me ha sido Mas que mi Creta ubrrima y amena.

    Ausente est y ha estado mi marido, Y lo estar entretanto que vivieres, Porque es de su Piritoo detenido.

  • LAS HEROIBAS.

    No estima por Piritoo (si no quieres Negar lo que es tan cierto) al que es su hijo, Ni estima de su esposa los placeres.

    \ no por esto slo yo me aflijo, Que otros muchos agravios nos ha hecho, Cuyo discurso te ser prolijo.

    l con su fuerte clava y eroz pecho, Los huesos esparciendo de mi hermano, Dz] su cuerpo msero deshecho.

    l mi hermana (en fin como tirano) Por pasto y por manjar dej las fieras, Contra las leyes del linaje humano.

    Aquella que en virtud, valor y veras El primero lugar tuvo contino Entre las damas nclitas guerreras,

    Fu madre tuya; y esto as convino, Porque ella sola pudo merecerte, Y t de sus virtudes fuiste dio.

    Si dnde est preguntas, dile muerte Tu padre con espada y brazo airado, Que aun no estuvo segura con tenerte.

    Matla sin haberse desposado Con ella, porque fueses mal nacido Y no heredases todo su reinado.

    De m te ha dado hermanos, v no he sido La causa yo, ni Fedra los criara Si no lo obedeciera por marido.

  • 56 OVIDIO.

    Pluguiera al cielo que antes reventara (Oh ei ms hermoso de lo que es hermoso) Que Juno en dao tuyo me alumbrara.

    Ve agora, y reverencia codicioso La cama de este padre que te daa, La cama de este padre incestuoso.

    Mejor ser la tengas por extraa: Mejor ser que vengas mi ruego, Y no que ests cual bestia en la montaa.

    No mires en escrpulos, ven luego; As tu ingratitud y rebelda Perdone el Dios que es causa de mi fuego.

    Y aunque mi majestad no permita Rogar, sino mandar, ruego y suplico, Que mal puedo mandar si no soy ma.

    Dnde est, ay triste, mi facundia...? Dnde mi gravedad? ya est por tierra, Ya por esclava y presa me publico.

    Cre, si en el amor verdad se encierra, Poderme resistir y no entregarme A la culpa y furor que me da guerra.

    Pero venci el amor hasta humillarme, Y as tus pies me postro, y con abrazos Vencida ruego quieras ampararme.

    Que estando un alma en amorosos lazos, Como ciega no ve lo que es honesto, Y as atropeila estorbos y embarazos.

  • LAS HEROIDAS.

    Venci al amor honesto el deshonesto, La vergenza he perdido y la firmeza; Perdona, pues, mi error tan manifiesto.

    Doma tu corazn y su aspereza, Siquiera porque Minos me ha engendrado, Que muchas islas tiene y gran riqueza,

    Y porque el rayo ardiente y denodado Es de mi omnipotente bisabuelo Al mundo con estrpito enviado,

    Y porque el rubio Dios (que all en su cielo Cie la frente con los rayos de oro, Y fabrica los aos) es mi abuelo.

    La majestad, la sangre y el decoro, La nobleza, la pompa y los honores Yacen ante el amor quien adoro.

    Ten reverencia mis progenitores, Y cuando perdonarme no quisieres, Perdnalos ellos por mayores.

    Darte en dote, si mi gusto hicieres, A Greta, que es de Jpiter querida, Y el alma te dar, si el alma quieres.

    La isla, el alma, el corazn, la vida Sirva mi bello Hiplito, y el mundo La obediencia le d que le es debida.

    Sujeta y vtnct el nimo iracundo. Que pues venci mi madre un toro horrible, Sers t ms que un toro furibundo?

  • 58 OVIDIO.

    Si fuere en- mis demandas insufrible, Perdname por Venus, que en mi pecho Lo que es posible puede y lo imposible.

    As nunca te halles en estrecho Tal, que en la redondez de este horizonte Ames alguna dama, y sin provecho.

    Y as la Diosa que preside al monte Propicia se te muestre en los jarales, Y no te aflija ei padre de Faetonte.

    Y as te d gran copia de animales La selva por sus sendas y caminos, Y sombra el bosque, y fruta sus frutales.

    Y as el dios Pan y Stiros divinos Te ayuden siempre con feliz agero Con los ms semidioses campesinos.

    Y as se rinda el jabal severo (Por ms que muestre sus ebrneos dientes) A la violencia de tu dardo fiero.

    Y as las sacras Ninfas de las fuentes Te den el agua fresca en abundancia, Para templar tu sed con sus corrientes.

    Aunque ya saben en aquella estancia; Que con las damas siempre eres esquivo De amor, de la virtud de arrogaucia.

    En fin, cuantos ruegos aqu escribo. Mil lgrimas aado y mil querellas; Si las querellas vieres, finge al vivo Que ves tambin mis lgrimas en ellas.

  • ARGUMENTO

    DE LA EPSTOLA QUINTA.

    Pars, por otro nombre llamado Alejandro, fu hijo de Pramo y de Hcuba, reyes de Troya; y es-tando su madre preada, so parir una encendida hacha que abrasaba y converta en ceniza toda Frigia. Su padre, lleno de temor (habiendo consul-tado sobre ello Apolo), mand Hcuba que ma-tase la criatura que pariese. Mas pariendo la ma-dre, viendo la hermosura del nio con maternal compasin, mand un criado que le diese criar unos pastores del Rey en el monte Ida. Llegando Pars edad (por las muchas partes de virtud que en l respiadecan), fu amado de muchas pastoras; y la que ms le am fu Enone, ninfa hija del ro Janto? hablando nuestro modo, pastora criada en su ribera, con la cual fu casado. Despus, sien-do el zagal conocido por hijo del rey Pramo, fu enviado Grecia con veinte navios, como por embajador, sobre la libertad de su ta Hesiona; y siendo en Grecia, fu honorficamente recibido y

  • 60 OVIDIO.

    tratado de Menelao; en pago de lo cual, enamorn-dose de su mujer la hermosa Elena, se la rob (consintindolo ella) con todo el tesoro Real. Vol-viendo, pues, Troya Paris con su robo, donde le esperaba su mujer Enone, vindose burlada y que se haba casado Paris con Elena en menosprecio suyo, finge el poeta que le escribe esta carta, donde le representa su mucho amor y fe, y de ella mucha deslealtad: afale mucho Elena, diciendo (y con mucha razn) que la que no tuvo fe con su primer marido, menos la tema con un forastero.

  • EPSTOLA QUINTA.

    ENONE PARS.

    Lees? la esposa nueva lo prohibe? Lee, que no es de Micenas enviada, Ni es carta que enemigo te la escribe.

    Yo Enone, hermosa ninfa celebrada En las selvas de Frigia, me lamento De t, que fuiste mo y soy burlada.

    Qu Dios se opuso nuestro casamiento? Qu culpa hice porque desmerezca De ser tuya y tener tu ayuntamiento?

    Bien es que con paciencia se padezca El mal que por la culpa propia viene, Mas do no hay culpa duele que acaezca.

    El valor no tena que ahora tiene Tu persona, en el tiempo que por mo Te escog; y vales ms porque ms pene.

  • 62 OVIDIO.

    Yo era de Janto, caudaloso ro, Ninfa, y mi rostro con deidad cubierto De grave majestad y seoro.

    Y aunque hayas sido agora descubierto Por hijo del Rey Frigio, entonces eras Siervo y no Infante, y cuando Infante, incierto.

    Y siendo siervo quise tan de veras, Que te hice mi esposo y nos gozamos Como si por tu igual me conocieras.

    Muchas veces los hatos repastamos, Y entre ellos con los rboles hojosos Cubiertos, del cansancio descansamos.

    Y estando all la sombra calurosos, La tierra, grama, flores y mi pecho Te eran cama en tus gustos amorosos.

    Muchas veces durmiendo en nuestro lecho, El heno por colchn, cay la helada Y oprimi de la choza el dbil techo.

    Quin te mostraba el puesto, la parada (Aunque la selva ms espesa fuera) Para esperar la caza deseada?

    Quin te era gua y dulce compaera, Mostrndote las grutas do esconda Sus hijuelos pequeos cualquier fiera?

    Muchas veces, ay msera, tenda Las redes, y los perros con mi grito Incitaba, animaba y persuada.

  • LAS HER01BAS.

    Guardan mi nombre en todo este distrito Las hayas con las letras, que parecen Decir Enone, y lome en tu escrito.

    Y cuanto ms aquellos troncos crecen, Mis nombres tanto ms crecen en ellos, Y siempre en sus cortezas permanecen.

    Creced, hayas; subid, rboles bellos, En honor de mi nombre y de mi estado, Ttulos que me ilustra el poseelios.

    Acuerdme de un lamo plantado En la orilla del Janto caudaloso, Do estn estas memorias de mi bien pasado.

    lamo, vive t que ests frondoso Junto las aguas, t que en tu corteza Contienes este verso mentiroso:

    Cuando olvidada Enone y su belleza, Pars vivir pudiere, aqueste ro Atrs volver el curso con presteza.

    Janto, vulvete atrs; volved con bro Yosotras, aguas, pues que Paris vive, A su Enone olvidando como impo.

    Aquel infausto da, aquel que escribe Mi desventura en m por tiempo eterno, Le trajo al alma el mal que ahora recibe.

    Desde aquel da comenz el invierno De tu mudado amor, y fue perdida Mi dulce gloria, y se orden mi infierno.

  • 64 OVIDIO.

    Digo aquel da, cuando all en el Ida Lleg Venus y Juno tu presencia, Aquella y esta de beldad vestida.

    Tambin Minerva all por ms decencia Con armas vino, aunque desnuda, ay triste! De su beldad pidindote sentencia.

    Cobr miedo (segn que me dijiste) Tu pecho en aquel punto, y un helado Temor dentro en tus huesos concebiste.

    Y yo, que ya un pavor me haba ocupado,, Consult hechiceras y hechiceros, De la sentencia que las tres has dado.

    Salieron tristes todos los ageros; bangre anunciaron, muerte arrebatada, Maldad nefaria, fines lastimeros.

    Cortse la madera, fu la armada En astillero puesta, y sin contraste Fu en el inmenso mar depositada.

    Lloraste Pars (digo que lloraste) Al partirte de m; no niegues esto, 0 lo menos concede que me amaste.

    No te avergences del amor honesto Que me tuviste, que harto ms te afrenta Tu nuevo amor lascivo y deshonesto.

    Lloraste, y viste no quedar exenta Mi vista del aljfar que manaba, Temiendo de tu ausencia la tormenta.

  • LAS HEROIDAS.

    Con la tristeza cada cual mostraba De nosotros sus lgrimas piadosas, Viendo que un cuerpo de otro se apartaba.

    Y no as al olmo se asen las hermosas Vides, como mi cuello as se asieron Tus brazos y tus manos poderosas.

    Ay! cmo y cuntas veces se rieron Los tuyos cuando echabas culpa al viento De la tardanza con que al mar se dieron!

    jCuntas veces, dejndome en tormento, Volviste darme besos reiterados, Segdn que estabas de mi amor sediento!

    Con qu dificultad, con qu turbados Espritus me dio tu lengua el Vale Y el queda con los Dioses consagrados!

    Embarcstete al fin, y luego sale Un viento fresco que en las velas dando Fuerza tu armada por el mar resbale.

    Las claras ondas se encanecen cuando De los remeros la copiosa lista Las iban con los remos azotando.

    Yo, siguiendo, cuitada, con la vista Lo ms que pude el fugitivo pao, Dei la arena con el llanto mixta.

    Por t he rogado, oh padre del engao, A las Ninfas del mar embravecido, Porque vinieses presto, y en mi dao.

    5

  • 66 OVIDIO.

    Ya por mis ruegos, Pars, has venido, No para Enn, veniste para Elena; Para tu dama yo piadosa he sido.

    Hay un monte, una cumbre inmensa, llena De fragosa aspereza, cuya altura Mira al profundo, donde el mar resuena.

    En cuya falda impenetrable y dura Neptuno hierve, y ella resistiendo Convierte en blanda espuma la agua pura.

    Aqu yo, pues, ay msera! subiendo, Fui quien primero descubr tu nave, Sus velas como amante conociendo.

    Dime deseo de volar como ave, mpetus de ir t nadando tuve; Que quien bien ama, cuanto quiere sabe.

    Mientras perpleja en esto me detuve, En la alta prora vi resplandeca Prpura: entonces ms atenta estuve.

    Gran recelo me dio, porque bien va Que no te era decente estar cubierto De lo que solo damas convena.

    Lleg la nave tierra, tom puerto. Vi dentro de mujer la faz hermosa, Qued miedo y dolor mi pecho abierto.

    Y no solo vide esto, mas (furiosa, Por qu me puse verlo?) que abrazada Contigo vi tu amiga ignominiosa.

  • LAS KEROIDAS.

    Aqu llor mi muerte desdichada; Di mil suspiros, aunque en vano, al viento, Y mi madeja de oro fu arrancada.

    Rasgu mi rostro con furor violento, Que las uas abrieron con fiereza Un sulco y otro, y cada cual sangriento.

    Al sacro monte de Ida y su aspereza Hench de aullidos hrridos, feroces, Contando los peascos tu dureza.

    Permita el justo cielo no la goces, Y que ella brame ausente de su esposo, Y cual nie fuerza dar, d al aire voces.

    Agora que ests rico y poderoso, Mil damas tienes, y stas son aquellas Que ti te siguen por el mar ondoso.

    Contigo vienen estas damas bellas, Dejando sus legtimos maridos; Oh aleve amante, y ms aleves ellas!

    Cuando eras pobre y por el verde ejido Pastoreabas con pobreza tanta, Ninguna sino Enn tu esposa ha sido.

    No me admira tu oro, ni levanta Verte en pompa real ni en Monarqua, Ni ser nuera de Pramo me espanta.

    Que muy bien s que no rehusara De ser mi suegro Pramo, ni afrenta De ser su nuera Hcuba verna.

  • 68 OVIDIO.

    Que digna soy, y el mrito me alienta De ser mujer de un prncipe y matrona, Y hasta lo ser no me ver contenta.

    Cabeza y manos tiene mi persona Dignas (pues ser yo Ninfa me bastaba) De empuar cetro y sustentar corona.

    No me desprecies porque me acostaba Contigo en suelo agreste, pues soy dina De regia cama, y no de la que usaba.

    Mi amor seguro en fin no te encamina Guerra, ni trae por mar copiosa armada Para vengar tu fuerza adulterina.

    Aquesa fugitiva es demandada Con armas; y ella ufana y desenvuelta, Con esta dote viene tu morada.

    La cual si gente griega ha de ser vuelta, A Hctor, Deifobo y Polidamas Lo di, y pregunta el fin de esta revuelta.

    Consulta el parecer, pues que los amas, De Antenor y de Pramo tu padre, Que por su larga edad sabrn de tramas.

    Torpeza es grande, indigna que te cuadre, Que una esclava antepongas impaciente Al amor de la patria nuestra madre.

    Tu causa es vergonzosa; y justamente Su agraviado marido, por habella, Te mueve guerra, junta y llama gente.

  • LAS HEtOIDAS.

    No te prometas, no, lealtad de aquella Que en tus brazos se entreg en un hora Y que te fu tan fcil gozar de ella.

    Que si el menor Atrida grita agora Las leyes rotas del violado lecho, Y de amor forastero opreso llora;

    T tambin gritars y sin provecho, Que si una vez se pierde la vergenza, Todo bien, todo honor queda deshecho.

    En tu amor arde, y te amar comienza; Tambin Menelao am esta dama; Mas es frgil su amor ms que una trenza.

    Agora el triste arrepentirse brama, Que Elena dando y su amor creencia, Viudo yace en la desierta cama.

    Oh Andrmaca felice! tu advertencia Alabo, pues te diste por esposa De un constante varn de gran prudencia.

    Ay Paris! que yo fuera venturosa Si casara con otro cual tu hermano; Mas vedlo mi estrella rigurosa.

    Eres ms inconstante, ms liviano Que secas hojas que arrebata el viento Y van volando por el aire vano.

    Hay menos peso en t, menos cimiento Que en leve espiga inslida y vaca, Seca del sol y de su ardor violento.

  • 70 OVIDIO.

    Esto es lo que tu hermana me deca. Digo que dijo (agora se me acuerda), Suelto el cabello, aquesta profeca:

    Di qu haces, Enone? si ests cuerda,, Cmo en la arena siembras? ten mancilla De ti, no siembres donde se te nierda,

    Aras del mar horrfico la orilla Con bueyes sin provecho: no conviene Que pierdas el trabajo y la semilla.

    Hola! una griega ternerilla viene, Destruicin tuya, de tu casa y tierra: Hola! estrbalo t; qu te detiene?

    La griega ternerilla viene: guerra, Guerra agora que hay tiempo, y al navio Hundid, que abominable c arga encierra'

    Frigios, no imaginis viene vaco, De sangre frigia y de minante fuego Viene relleno aquel vajel impo,

    Dijera ms, si sus sirvientas luego No la llevaran por estar furiosa, Dejndome en mortal desasosiego.

    Erizse el cabello oh grave cosa! (Que es en ser largo y rubio incomparable); Qued admirada y aun qued medrosa.

    Ay, Casandra fatdica, admirable! Cmo tu adivinar me satisface! Cuan cierto ha sido esta miserable!

  • LAS HEROIDAS.

    Mira la vaca griega cmo pace Mi dehesa, usurpando mi ventura, Y de mis pastos su gusto hace.

    insigne puede ser su hermosura; Pero adltera es, pues desampara Su esposo y Dioses con desenvoltura.

    Ella robada ha sido, cosa es clara, Otra vez de un Teseo, si en el nombre No me ha engaado la memoria avara.

    No s yo quin l sea, en fin un hombre Dicho Teseo, por su astucia bella Robndola gan fama y renombre.

    Creeremos, pues, agora, oh Pars, de ella, Que de poder de un mozo amante suyo Se qued virgen, y volvi doncella?

    Preguntars que todo cuanto arguyo De quien lo deprend? De amor, que esfuerza Mi lengua ruda con que te concluyo.

    Y aunque su robo se atribuya fuerza Y lo disfraces con tal nombre, es cierto No haber habido quien su gusto tuerza.

    Quien tantas veces tan al descubierto Robar se deja y al ladrn se ofrece, Ella da el orden, ella da el concierto.

    Mas la constante Enone permanece Casta, siendo alevoso su marido, Viviendo ella ms casta que l merece.

  • 72 OVIDIO.

    De Stiros la turba con ruido Y veloz planta en Ida me buscaba; Mas yo me entraba al bosque ms tejido.

    El corngero Fauno me acosaba, De agudo pino ornada su cabeza. Por los altos collados donde andaba.

    Bien que el que Troya puso pieza pieza Su fuerte muro (y siendo ardiente y rojo, Desde el Oriente su camino empieza),

    De mi virginidad llev el despojo; Mas llevlo or fuerza, v mi cabello Y mi rostro rasgu de puro enojo.

    Oro ni joyas no perd por ello, Ni puse en precio aquella afrenta indina, Que el cuerpo es cosa infame el revendeilo.

    Viendo esto Febo, me juzg por dina De grande premio, y dime infusa ciencia Del arte santa de la medicina.

    Dio mis manos su don y suficiencia, Y as cualquier raz, cualquiera planta Conozco, y me es notoria su potencia.

    Mas ay triste de Enone! que con tanta Fuerza y virtud de yerbas, no hay ninguna Que me aproveche, cosa que me espanta.

    Al mal de amor no cura yerba alguna; Mi mesma ciencia, mi arte me ha dejado: La que me sigue siempre es mi fortuna.

  • LAS HBROIDAS. 73

    El mesmo Apolo vacas ha guardado De Admeto, segn fama; dile guerra Amor, y con mi fuego fu abrasado.

    Aquel remedio que la frtil tierra Con sus yerbas, ni Apolo darme puede, T me lo puedes dar y en t se encierra.

    Puedes y lo merezco. No se vede A mi fe lo que pido; ten mancilla De esta que en un punto de tu amor no excede.

    No vengo yo con Griegos en cuadrilla; Con armas de paz vengo mi marido; Tu esposa abraza, pues t se humilla.

    Toda soy tuya, tuya sola he sido Desde mi tierna edad, y en ti se emplea Todo mi amor: y agora tambin pido Que el resto de mi vida tuyo sea.

  • ARGUMENTO

    DE LA E P S T O L A SEXTA.

    Para mejor declaracin as de esta epstola como de la duodcima, me pareci ser necesario poner en este argumento (aunque con alguna curiosa prolijidad) la fbula del Vellocino de oro, como la escribe Ovidio en el IV de sus Fastos. Atamantes, hijo de Eolo, tuvo un hijo y una hija llamados Frixo y Heles en Nefelea su primera mujer, que trasfor-mada en nube fu vuelta en diosa. Cas Ataman-tes segunda vez con Ino, hija de Cadmo, la cual aborreciendo sus entenados (segn costumbre de madrastras), como diese los labradores trigo y otras semillas que sembrasen, sucedi que en aquel ao (por ser estril) no se cogiesen frutos, pade-cindose en aquellas regiones grandsima necesidad y hambre. Fu enviado en razn de esto un Sacer-dote al Orculo para que consultase el remedio de tanta esterilidad, el cual, inducido y sobornado de Ino, dijo al pueblo ser la voluntad de los Dioses que Frixo y Heles fuesen sacrificados, para aplacar la

  • 76 OVIDIO.

    ira soberana; lo cual, aunque su padre Atamantes llevase por pesadumbre, as por el comn consen-timiento del pueblo como por la necesidad que pa-deca, los vino ofrecer al sacrificio. Estando, pues, vendados para la inmolacin, su madre la diosa Nefelea, descendiendo ellos de su nube, los libr y mand que huyesen; y diles un carnero cuyo velln era de oro, el cual los pasase por un estrecho de mar diferente reino. Yendo nave-gando la moza Heles, desfalleciendo, con el fe-menino temor, cay del carnero y ahogse en el mar, dndole su nombre, el cual conserva hasta hoy. Frixo llegando en el Ponto la isla de Coicos, sacrific el carnero en hacimiento de gracias, y su piel de oro colg en el templo de Marte con vo-luntad, segn se escribe, y expreso mandamiento de los Dioses. Reinando despus en el Ponto Eta, tuvo aviso del Orculo que morira cuando vi-niendo un navio de longinquas partes llevase este vellocino: por cuya causa el Rey dio en una ho-rrenda crueldad, que fu sacrificar todos los hus-pedes y forasteros que venan su reino, que era el fruto que el demonio, padre de la maldad, pre-tenda y pretende de los idlatras miserables. La intencin de Eta fu que, divulgndose su crueldad por el mundo, huyese de venir su tierra gente forastera, y as estuviese el vellocino guardado* Y para mayor guarda de l, dice Dionisio en el II de su historia, que rode el templo de inexpugnable fuerza y cerca, y le puso gente de guarda de la provincia Turica, de donde emanaron las fbulas de los Griegos, diciendo que guardaban el templo

  • LAS HEtOIDAS. 77

    toros que respiraban fuego, y que el Vellocino guardaba un vigilante dragn, y otras cosas que en el discurso de la epstola se declaran; todo lo cual tiene alegora que no es de mi intento el tra-talla. Reinaba por este tiempo en Tesalia Pelias, hermano de Esn, padre de Jasn, el cual Pelias no tena hijos varones. Pero su sobrino Jasn, como en valor de nimo y en corporales fuerzas excediese todos los de su tiempo, deseando hacer alguna famosa hazaa imitacin de Perseo y de otros valerosos v