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Las sillas del comedor Ejercicio # 1 – Taller literario Informes Bajo Tierra Por Juan Guillermo Jaramillo A la mesa de comedor de la sala de mi casa, acompañan cuatros sillas desiguales entre sí. Solo una de ellas pertenece al juego de comedor original, sobreviviente de la falta de cuidados y la baja calidad con que se produce hoy en día este tipo de enseres. Las otras tres sillas, sustitutas de las originales, tienen en común su bajo precio. Después de un año con este improvisado comedor, me he dado cuenta de algo curioso; por el momento en que se aplastan las posaderas sobre sus asientos, cada una de las sillas transmite su personalidad al ocupante de turno, como si este se convirtiera en una prolongación de su comodidad y carácter. Hecha de triplex, la silla sobreviviente del juego original tiene un espaldar formado por tres peinazos espaciados y paralelos entre sí que, ubicados perpendicularmente entre los dos largueros, dejan como resultado un respaldo rígido e incomodo. El asiento, relleno de esponja y tapizado con azul gamuza, brinda una sensación acolchada y de confort. Quien se sienta en esta silla se debate entre estas dos sensaciones. En un comienzo, la comodidad parece invadir el semblante del ocupante; pero después del primer minuto, empieza a moverse irregularmente tratando de dar con la postura adecuada. Todo esto se traslada en su conversación, que empieza alegre y relajada, y luego desemboca en intermitente y sin fuerza. La segunda silla, estereotipo del rodaje de una película, es una silla de director. Con el espaldar y el asiento de tela, es por lejos la más cómoda de mi sala; la preferida por mis visitantes, que hasta algunas veces se pelean por ocuparla. El bienestar que produce pareciera que fuese para dos cosas:

Las Sillas Del Comedor - Juan Jaramillo

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Las sillas del comedorEjercicio # 1 Taller literario Informes Bajo TierraPor Juan Guillermo Jaramillo

A la mesa de comedor de la sala de mi casa, acompaan cuatros sillas desiguales entre s. Solo una de ellas pertenece al juego de comedor original, sobreviviente de la falta de cuidados y la baja calidad con que se produce hoy en da este tipo de enseres. Las otras tres sillas, sustitutas de las originales, tienen en comn su bajo precio.

Despus de un ao con este improvisado comedor, me he dado cuenta de algo curioso; por el momento en que se aplastan las posaderas sobre sus asientos, cada una de las sillas transmite su personalidad al ocupante de turno, como si este se convirtiera en una prolongacin de su comodidad y carcter.

Hecha de triplex, la silla sobreviviente del juego original tiene un espaldar formado por tres peinazos espaciados y paralelos entre s que, ubicados perpendicularmente entre los dos largueros, dejan como resultado un respaldo rgido e incomodo. El asiento, relleno de esponja y tapizado con azul gamuza, brinda una sensacin acolchada y de confort. Quien se sienta en esta silla se debate entre estas dos sensaciones. En un comienzo, la comodidad parece invadir el semblante del ocupante; pero despus del primer minuto, empieza a moverse irregularmente tratando de dar con la postura adecuada. Todo esto se traslada en su conversacin, que empieza alegre y relajada, y luego desemboca en intermitente y sin fuerza.

La segunda silla, estereotipo del rodaje de una pelcula, es una silla de director. Con el espaldar y el asiento de tela, es por lejos la ms cmoda de mi sala; la preferida por mis visitantes, que hasta algunas veces se pelean por ocuparla. El bienestar que produce pareciera que fuese para dos cosas: analizar y mandar. Sumido en su confort, la persona que se sienta en esta silla participa muy poco de la conversacin, y cuando lo hace es para expresar una aguda reflexin u ordenar que le alcancen el cenicero y los cigarrillos.

La tercera, por su parte, es la ms incomoda de las cuatro. Una silla desplegable de madera, con el asiento inclinado hacia arriba y el respaldo hacia atrs. Esta manera de estar sentado, con las nalgas alzadas y la espalda recostada como en una perezosa, genera la sensacin de una cada inminente a su ocupante. Para mitigar esto, intenta sentarse en el borde de la silla, pero como el asiento est inclinado, puede sufrir una cada hacia delante posicionndose de este modo. Por si fuera poco, del respaldo emerge un clavo que puede estropear el tejido ms caro y elaborado. Quien se sienta padece este tipo de males, ensimismado en no caer sobre el suelo ni en salir con un roto de mi casa.

La cuarta y ultima silla es un humilde banco. Sin espaldar y con el asiento cuadrado, el banco es la silla ms adecuada para charlar y tomar cerveza; por algo es el ms utilizado en cantinas y estaderos. Y as, como si su locuacidad estuviese impulsada por la cerveza, su ocupante se convierte en el alma de la conversacin. No importa que este sea tmido, el estar descubierto y con la espalda recta le proporciona la confianza para hablar como nunca antes e incluso para hacer chistes. Sin embargo, por lo general el ocupante es extrovertido, como si supiera que al elegir el banco se exaltar esta cualidad de su personalidad.