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Ledesma, Joaquín Apuntes sobre el presente y el futuro del trabajo Boletín de lecturas sociales y económicas. Año 6. Nº 27, 1999 Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina, repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es difundir y preservar la producción intelectual de la institución. La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea. Cómo citar el documento: Ledesma, Joaquín. (1999). Apuntes sobre el presente y el futuro del trabajo [Versión electrónica], Boletín de lecturas sociales y económicas, 6 (27). Recuperado el …................, de http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/apuntes-presente-futuro-trabajo.pdf (Se recomienda ingresar la fecha de consulta. Ej: Recuperado el 13 de octubre de 2009, )

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Ledesma, Joaquín

Apuntes sobre el presente y el futuro del trabajo

Boletín de lecturas sociales y económicas. Año 6. Nº 27, 1999

Este documento está disponible en la Biblioteca Digital de la Universidad Católica Argentina,

repositorio institucional desarrollado por la Biblioteca Central “San Benito Abad”. Su objetivo es

difundir y preservar la producción intelectual de la institución.

La Biblioteca posee la autorización del autor para su divulgación en línea.

Cómo citar el documento:

Ledesma, Joaquín. (1999). Apuntes sobre el presente y el futuro del trabajo [Versión electrónica], Boletín de lecturas sociales y económicas, 6 (27). Recuperado el …................,de http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/revistas/apuntes-presente-futuro-trabajo.pdf

(Se recomienda ingresar la fecha de consulta. Ej: Recuperado el 13 de octubre de 2009, )

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Boletín de Lecturas Sociales y Económicas . UCA . FCSE . Año 6 . N° 27

APUNTES SOBREEL PRESENTE Y EL

FUTURO DEL INTRODUCCIÓNEl desarrollo de nuestras actividades profesionales, en es-

TRABAJO te caso el trabajo de un economista organizado como em-presa, a la luz de nuestra cosniovisión cristiana, exige unconstante esfuerzo en el campo especulativo y prácticopara disipar las dudas que nos atacan. La vivencia real dehacer lo que decimos y enseñamos es lo que otorga auto-ridad moral. Atributo humano que perseguimos, pero queson pocos y "elegidos" los que lo consiguen.En mi caso particular, son muchos los temas, los concep-tos, las ideas, que debo "conciliar" desde esta perspecti-va bífida e intrincada para superar las dudas y los conti-nuos interrogantes. Intentar "conciliar" un aspecto ins-trumental del hombre con la "pedagogía divina", o evan-gelio, es un desafío difícil pero debemos hacerlo. El tra-bajo es uno de estos conceptos y uno tan crítico comobásico. Sobre todo en cuanto a dos enfoques.El primero, vinculado a la remuneración, y a los crucesentre moral y técnica que aquella implica, se puedeenunciar de la siguiente forma: si sostengo como cristia-no el salario justo, ¿cómo es posible que ala vez enseñecomo economista el salario de equilibrio y pague como

POR empresario el salario de mercado? Y más aún sabiendo

JOAQUÍN R. LEDESMA que estos salarios no son necesariamente iguales y que síson generalmente distintos. Este problema no es de mi

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exclusivo interés, por supuesto. La observación simpledemuestra — y lo digo sin temor a generalizar — que, enalguna medida, casi todos participamos de él desde elmomento en que priman y se imponen los comporta-mientos que respaldan la asignación de recursos en elmercado. No obstante, no creo que nadie se atreva a ad-mitir que el economista ignora que el hombre no es unamercancía. Un claro ejemplo es el que nos propone elProfesor José M. Cravero.' "Solemos oír a los médicosdecir que en la medicina no existen enfermedades sinoenfermos. Claramente los médicos no quieren decir quelas enfermedades no existen de manera, alguna, sino só-lo que no existen en su pura forma pensada, teórica, mo-délica. Y quieren decir que las enfermedades descriptasen los manuales sólo existen realmente con característi-cas propias de clases de enfermos e incluso de enfermosindividuales. Quieren decir que las generalidades des-criptas en los enfoques teóricos sólo existen en la reali-dad individualizada y, por tanto, con variaciones propiasde cada individuo respecto de los caracteres comunes.Pero. resulta fácil advertir que esto dista de ser propio dela medicina y de las enfermedades."La respuesta que ensayo aquí parte de tramar — o volvera tramar una relación entre la técnica económica y losprincipios de la Doctrina Social de la Iglesia. Si esta ta-rea no sc encara ni se consuma, nuestra pretendida ho-nestidad intelectual, esa que es la única que autorizanuestras voces, estará tan lejos de ser honesta como deser intelectual.El segundo aspecto del trabajo que está comprometidoen estas líneas, se vincula a las consecuencias del cam-bio tecnológico y tiene un matiz particularmente profé-tico. Se puede enunciar así: ¿cuál es el futuro del traba-jo y cuál, el trabajo del futuro? El resultado no es indis-tinto. Unos observan el fin del trabajo', otros la degrada-ción del trabajo hasta el punto de volverse desagrada-ble' o entidad desprovista de contenido'. Ante este pano-rama de apocalipsis laboral, es por lo menos saludable po-ner a prueba tales hipótesis o ensayar otras alternativas.Creo que se adecua a este artículo alguna cita de R.Crespo.' Ni los economistas saben filosofía ni los filóso-fos saben economía. James Tobin dijo: "no hay nadamás peligroso que un filósofo que aprendió un poco deeconomía". Pero también es cierto lo que dijo RobertNozick: "no es menos peligroso un economista que nohaya aprendido filosofía". Asimismo la recomendaciónde que los economistas no debieran encogerse de hom-bros frente a las dificultades del entramado del compor-tamiento moral v la racionalidad económica, conviene

tener presente en este trabajo.Según expresara Juan Pablo IP, "El hombre real, concre-to e histórico es a quién la Doctrina Social de la Iglesia(DSI) se propone ayudar en el camino de la salvación. Pa-ra lograr esta ayuda la DS entra en diálogo con las diver-sas disciplinas que se ocupan del hombre en una actitudinterdisciplinaria y de colaboración". "Existe constante-mente una propuesta de diálogo en la consideración de lascosas nuevas que afectan al hombre, en una clara actitudinterdisciplinaria y necesidad de integración del saber".Con este marco incial de referencia, el propósito de esteartículo es presentar en forma ordenada "apuntes sobreel trabajo", de forma tal que permitan abordar la temá-tica en su complejidad, e inducir a aquellos que dispo-nen por su especialidad de mayores conocimientos a quecolaboren en superar las dudas y los equívocos de nues-tro planteo.

1.¿ SALARIO DE EQUILIBRIO?¿SALARIO JUSTO?La alternativa que utilizaremos para presentar este temaes enunciar diferentes perfiles que los contempla: laDoctrina Social de la Iglesia, el contexto Político-Jurídicoy el contexto Económico.

1.1. La Doctrina Social de la Iglesia' enseña que el tra-bajador es esencialmente una persona y que es ésta lacausa eficiente de todo trabajo. El hombre es agente ysujeto del trabajo, y de allí, la dignidad del trabajador.Desvincular al hombre del trabajo es desvincularlo dela posibilidad de la conservación de su vida, ya que eltrabajo es la actividad y el esfuerzo que el hombre im-prime al mundo para satisfacer las necesidades de suexistencia. El hombre se realiza en su acción; se expre-sa y se realiza mediante el trabajo. El trabajo no pue-de, desde la perspectiva doctrinal eclesiástica, equipa-rarse a una simple mercancía.Se debe recordar que "el valor del trabajo humano noes en primer lugar el tipo de trabajo que se realiza, sinoel hecho de que quien lo ejecuta es una persona". La do-ble índole del trabajo es, según esto, personal y social:es personal, en cuanto que es necesario para conservar lavida: es un trabajo para sí; y es social porque se relacio-na con los otros hombres y con las instituciones socia-les: es un trabajo con otros y para otros. Sin duda, ganarel pan con el sudor de la frente es obligación de la per-sona. Pero a ésta le corresponde el derecho de tener laoportunidad de producir un sudor útil, justo y digno.Que esto sea así, entraña una responsabilidad que excede

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el campo de la persona. Si la sociedad no logra brindaroportunidad de trabajo será inútil que ella aspire, pre-tenda o reclame legitimación ética o paz social.

1.2 Desde un perfil jurídico10, el trabajo es prestado enforma dependiente. Una persona física pone su fuerza adisposición de otra, física o jurídica, que define cómo sedebe trabajar y qué se debe pagar por ello. No obstante,cl Derecho del Trabajo" establece pautas que mitiganesta idea contractual y que separan al trabajo de una pe-ligrosa identificación con la mera mercancía. En estesentido. Vivino coloca el acento en que, jurídicamente,la relación de trabajo se basa en la dependencia. "Elloocasiona que el hombre no se sienta plenamente hacedorde su labor ya que es el otro el que define para qué se ha-ce y cómo se hace".'' Pero con estas palabras el autor ge-neraliza algo que se puede verificar sólo en situacionesdeterminadas, aunque éstas sean mayoría. En primer tér-mino, quizás sea inútil recordar que la dependencia(adecuada desde el análisis jurídico) no es la esencia deltrabajo.De la población activa ocupada en la argentina," 35% seregistra como trabajador por cuenta propia o — según elnombre tradicionalmente asignado —patrón. En segundoI ugar. se puede decir que cuanto más calificado es el tra-bajador en relación de dependencia, menor es el senti-miento de no ser hacedor de su trabajo. El nivel de edu-cación de los que participan en el mercado de trabajoes. en gran medida, el de personas que no han recibidoninguna educación formal o que sólo poseen un prima-rio incompleto. Esto nos conduce a una hipótesis distin-ta: en una nueva y emergente cultura del trabajo y laproducción en la que se impone el conocimiento, el sen-timiento de ser o no hacedor pasa más por el acceso queel trabajador tiene a los activos educativos y de apren-dizaje. que por su clásica situación jurídica.Como sea, en el ámbito jurídico, la defensa de la remu-neración del trabajo tiene un fuerte soporte en la figurasdel salario mínimo vital. 14 La fijación de éste por partedel Estado consiste, desde una perspectiva internacional,en la menor remuneración que tiene derecho a percibiren efectivo un trabajador subordinado. Este procedi-miento obedece a documentos internacionales como elConvenio 26 y la Recomendación 30 de la OrganizaciónInternacional del Trabajo, y se consagra, a su vez, en elartículo 14 bis de la Constitución Nacional. Por su par-te, el artículo 116 de la Ley de Contratos de Trabajo(LCT) señala que el salario mínimo vital es la menor re-muneración que debe percibir en efectivo el trabajador

sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, demodo que le asegure alimentación adecuada, viviendadigna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, trans-porte y esparcimiento, vacaciones y previsión. El sala-rio mínimo, vital y móvil 15 se debe fijar teniendo encuenta los datos de la situación socioeconómica, los ob-jetivos del instituto y la razonabilidad de la adecuaciónentre ambos. Cuando el monto propuesto pudiere afec-tar significativamente la economía general del país, o dedeterminados sectores de la actividad, o de los consumi-dores o el índice de ocupación, el Presidente podrá pedirsu reconsideración, expresando los motivos".En estas normas se busca reconocer el carácter subjetivodel trabajo (que reivindica la Doctrina Social) sin des-conocer, a un mismo tiempo, las limitaciones objetivas(que revela el análisis económico). Sin embargo, ante unSMVM de $200 por mes (ésta es la cifra en nuestropaís), cualquiera que afirme que se cubren o garantizanlas necesidades básicas, es sin duda alguien que no co-bra ese mínimo salario. Y Argentina está en condicionesprivilegiadas (en relación a los países latinoamericanos)si consideramos que en junio de 1998 el salario prome-dio era $850 por mes". Según la Organización Interna-cional del Trabajo, en 1995 el salario mínimo mensualpromedio de América Latina alcanzaba sólo para que subeneficiario pudiera comprar tres kilos de pan por día.

1.3. La economía — declarémoslo ahora — es sólo un pla-no de la compleja actividad humana. En cierta medida,esta actividad es, en la práctica, indisoluble, pero, en elintelecto, divisible, analizable, no por la naturaleza delhombre sino por la del discurso intelectual, contingentey fragmentario, si quiere ser analítico. Así, al hablar deeconomía y afirmar que ésta sólo es un plano de la acti-vidad del hombre, operamos intelectualmente, por me-dio del artificio, en un intento de pensar la actividad eco-nómica. Conviene recordar a Juan Pablo II,' "Y en estecontexto contemporáneo ratifica la autonomía de la acti-vidad económica: no niega al productor, al consumidorni al mercado ni a la sistematización científica del tipopositivos de uniformidades del comprotamiento humanode los bienes escasos ni la libertad económica. Rechazatodo aquello que pretende absolutizar el agente econó-mico, todo intento de querer comprender al hombre con-siderándolo unilateralmente a partir de su actividad eco-nómica, transformar la actividad económica como elúnico o primario valor, su análisis como determinante,idolatrar el mercado y en suma la libertad económica co-mo agotadora de la libertad humana".

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Es riesgoso perder de vista esta huella de fabricación ynaturalizar las categorías del pensamiento. Quienes seentreguen a ese riesgo, no deberían rechazar otros ries-gos análogos, corno el de identificar a un amigo con laropa que lleva puesta o el de decir que la esencia de unauto es su batería o su volante.Por su parte, la economía trata al trabajo como la con-tribución voluntaria física y mental de los individuos (elesfuerzo) a la producción de bienes y servicios, y comofactor básico de la producción, empleado en combina-ción con el capital (el trabajo ahorrado) y la tierra. Pa-ra ella el trabajo obedece a una demanda derivada. Lasunidades de producción demandan trabajo porque pue-de producir bienes que la gente desea comprar. Pero es-ta dependencia del trabajo está entrelazada con otrasque lo definen y distinguen.Las condiciones de 'a oferta de trabajo dependen asi-mismo de ciertos atrib.rtos circunstanciales que son in-trínsicamente distintos del de una mercancía, en particu-lar en el corto plazo: depende de la población, de la tasade actividad, de su movilidad. Por otra parte, la produc-tividad del trabajo depende del nivel de habilidad, de laeducación. de los equipos de capital.El precio del trabajo (salario, sueldo, etc.), según estalógica, al igual que los otros precios a largo plazo, estádeterminado por la oferta y la demanda que conformansu mercado. Así, el salario de equilibrio, para un tipodeterminado de trabajo, será aquel que iguale la deman-da con la oferta. No existirían problemas de empleo si elsalario coincidiera con la productividad marginal. Peroel mercado de trabajo es, por definición, imperfecto. Sepuede observar mayor concurrencia por el lado de losoferentes (trabajadores) que por el lado de la demanda(empresas).La estructura de salarios es, por su parte, extremadamen-te compleja y son varios los factores que la sostienen y,a la vez. la modifican. La desigualdad en el mercado detrabajo se traduce en desigualdad salarial, segmenta-ción c incremento de un desempleo duradero y persis-tente. El mercado de trabajo sufre una mutación cons-tante, real y formal. Entre los causantes de la brecha quese abre entre los salarios debemos incluir los niveles (odesniveles) de capacitación, la competencia de las im-portaciones. el aumento de las inmigraciones (y princi-palmente de trabajadores de sueldos bajos y de baja ca-lificación). y la modificación del rol tradicional de lossindicatos.La demanda de los diferentes factores, y no sólo del fac-tor trabajo. según la teoría de la producción, se deriva de

los ingresos que cada factor genera a través de su pro-ducto marginal. Este es el producto adicional producidopor una unidad más de ese factor el referente básico dela contraprestación. Prima, a todas luces, un punto devista que se pretende objetivo'. Este precio de equilibrioo, en nuestro caso, salario de equilibrio, que es la contra-prestación por el trabajo que se realiza, nada tiene quever con el salario justo.La teoría económica, entiende que la asignación de re-cursos realizada por el mercado es la mas eficiente, esdecir la que genera mayores bienes para la comunidad enun sistema económico determinado. Y un teorema básicode eficiencia afirma que, en condiciones de competenciaperfecta en los mercados, el funcionamiento del mecanis-mo de precios conduce a un resultado eficiente desde elpunto de vista económico. Entendiendo por tal a una situa-ción en que no sólo se satisfacen las condiciones de pro-ducción máxima, sino también las relaciones óptimas deintercambio de la producción. Esta premisa también es vá-lida para el mercado laboral, según la teoría económica.

1.4. Integración de los diferentes perfiles.Es casi burdo confesar que una conciliación entre lostérminos no es simple. Llego a dudar de si es apropiadousar el término conciliación. Con la esperanza de disiparesta duda, conviene despejar la maleza que entorpece yconfunde la apreciación de los conceptos. Que en el aná-lisis económico se trate al trabajo como un factor deproducción, medido y valorado en unidades de trabajo,y se trate al precio de esta unidad de manera similar alde una mercancía, contemplado de acuerdo a las leyesde oferta y demanda, es un problema de la metodologíadel análisis económico, un sello del discurso de la cien-cia. Pero debe advertirse, ante todo, que en el campo es-peculativo y de análisis existe una primera desvincula-ción entre trabajador y trabajo. En base a ello se remu-nera el trabajo, como otro factor de producción, por suproductividad marginal. Pero esto no significa que elanálisis económico desconozca las imperfecciones delmercado ni el valor subjetivo del trabajo. La "falla delmercado" laboral debe subsanarse por otra vía. Porquecuando se habla de trabajador, se habla de una perso-na y como tal tiene una naturaleza distinta a la de cual-quier bien o servicio. No es una diferencia de grado si-no de especie, de naturaleza o de categoría. No se pue-de considerar al ser humano como un mero instrumen-to de la producción, no se le puede asignar un valor a suvida mensurando solamente sus utilidades. Pero enton-ces: ¿Cómo resolvemos el trade-off, el trueque, entre el

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límite más alto de la remuneración (valor objetivo segúnla productividad marginal en el mercado) y el salario mí-nimo. cuya fijación es necesaria para garantizar la vidadigna (valor subjetivo)?Desde mi punto de vista comparto la idea de la econo-mía como ciencia práctica o moral, utilzando el lengua-je aristotélico. Sin duda que sin el hombre no existiría laeconomía. Pero esto, la naturaleza de ciencia práctica omoral. no impide que contemplemos el análisis y méto-do de la teoría económica. Para profundizar el debate esconveniente dialogar con ella.'". Para ello recordemosnuestra introducción cuando hicimos referencia a que"los economistas no debieran encogerse de hombrosfrente a las dificultades del entramado del comporta-niicnto moral y la racionalidad económica". Aquí va-mos a encontrar lo sustantivo de las dudas.Detenerse en el concepto de racionalidad es necesario,con el riesgo que implica de no ser filósofo, si no sequiere evitar uno de los conceptos claves del tema encuestión. Sobre el mismo, se entrecruzan conceptos dis-tintos y de diferentes filiaciones filosóficas''.Desde el punto de vista económico, hablamos de con-ducta racional cuando la acción del sujeto conviene allogro de su propósito. En el plano económico, los pro-ductores y los consumidores, los empleadores y los em-pleados. todos tratan de actuar de esta forma. Si un con-sumidor comprara el mismo producto al precio más al-to. se diría que no actúa respetando el criterio de racio-nalidad; si el productor desarrolla su actividad con cos-tos a largo plazo que superan el precio de venta, se diríalo mismo. Pero por supuesto todo ello en la medida quelo asociemos a propósitos económicos, que por supues-to son sólo una parte de la realidad social. No la agota.Existen consumidores y productores, compradores yvendedores, empleados y empleadores. Al respecto otracita de Cravero" nos ayuda a comprender esta situación:"La vasta controversia que se registra en la literaturaeconómica sobre el "horno oeconomicus" parte de atri-buir este título a los agentes económicos consideradoscomo seres racionales en un sentido instrumental. Esta"hipótesis de la racionalidad" que se acepta comúnmen-te es una racionalidad limitada (bounded rationality) yconsiste en suponer que tanto por el lado del productorcomo por el lado del consumidor se apunta a una maxi-mización del beneficio y de la utilidad. Esto constituiríala médula de la eficiencia económica. Pienso que el "ho-mo oeconomicus" es un concepto abstracto, como lo sonlas nociones de racionalidad, maximización de benefi-cios y eficiencia. Estos y otros conceptos sólo existen en

su pureza inteligible en la mente (humana y divina);mientras que en las cosas individuales y contingentes delmundo material sólo existen realizados de manera siem-pre imperfecta y, sobre todo, sólo existen junto con otrascualidades con las que constituyen la realidad existen-cial de los seres concretos. Con el mismo propósito desubrayar una particularidad habló Bergson del "homofaber". Y con ese alcance se puede hablar del "homo lu-dens", del "homo religiosus" o del "homo oeconomicus"Son abstracciones, válidas y útiles mientras no se lasconvierta en hipóstasis o en negaciones del resto. En de-finitiva "homo oeconomicus" quiere decir que el hom-bre es un ser que tiene una capacidad y una propensiónnatural para maximizar la función de utilidad, y, aunqueesta corriente vulgarmente se entiende en el sentido debeneficio (profit) o lucro, en rigor tiene un alcance mu-cho más amplio, dado que alguien puede preferir y dehecho muchos prefieren otros bienes o valores".No todos los hombres actúan en el sistema económico, yno tienen los hombres sólo propósitos económicos.También fue realidad la Madre Teresa de Calcuta y loson sus imitadores en todo el mundo. El tema es queellos no venden, dan; no compran, piden. Pero dan másque lo que piden. Desde el punto de vista económico, esirracional, "quebrarían". Es cierto. Pero ellos tienen otropropósito que supera el esquema económico.Creo que quien nos da una respuesta "conciliadora" esnuestro Valsecchi". "El Sujeto al realizar una actividadeconómica, efectúa una doble elección simultánea: eligela operación más conveniente (cuyo producto lo dotamejor para los fines de la vida) y la operación más efi-ciente (cuyo costo es el mínimo)", nos dice. Esta elec-ción se da en las acciones libres de los hombres respec-to a las cosas materiales escasas.Ahora bien, el criterio de conveniencia implica que todosujeto desea estar dotado lo mejor posible de medios úti-les y escasos (bienes económicos) para los fines de la vidaque en un determinado momento dominan su conducta.Acá el tema es que este principio tiene aplicaciones di-versas, según los fines que dominan la conducta de cadahombre en un determinado momento.Toda consideración de conveniencia económica es rela-tiva a un fin, que a su vez puede estar subordinado a otrofin. Es claro, dice F.Valsecchi, que una actividad econó-mica conveniente en un sentido, no lo sea en un sentidode orden superior, y así sucesivamentge hasta llegar alfin último al que una persona subordina todas sus accio-nes". Aquí volvemos al tema cosmovisional, a la finali-dad de nuestras acciones. Por ejemplo, ¿damos prioridad

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al rol familiar, a la maternidad y/o paternidad, a la pro-creación, sobre objetivos económicos?. ¿Somos más so-lidarios y fraternos que competitivos y posesivos?. ¿Eslo económico sólo un aspecto instrumental de nuestra vi-da o lo convertimos en un fin?. Durante nuestra vida de-sarrollamos diferentes roles: esposo/a, padres, hijos-.....también somos trabajadores, jefes, empleados, pro-pietarios, empresarios, compradores, vendedores. ¿Aqué rol le otorgamos prioridad?Creo que acá podemos aproximarnos a la respuesta.Cuando se busca qué es más importante que todo lo de-más. en un determinado momento para cada persona, seencontrarán respuestas muy disitintas. La Madre de Te-resa de Calcula respondió de una forma..., pero esto noniega que otros cristianos actuemos de otra forma enbusca de la finalidad que se intenta lograr.Si se mira del lado del consumidor, por ser una de lasconductas mas generalizadas, puede resultar ilustrativo.Cada vez que vamos a comprar, ejercemos el criterio deconveniencia que implica una operación económica deconsumo. ¿Soy capitalista salvaje por disponer de un ac-tivo dinerario? ¿Qué significa esto? Supongamos que unsujeto quiere comprar vasos de vidrio y en la góndolahay dos marcas de vasos de vidrio. Los dos productosson iguales, no hay diferencias de calidad, pero resultaque el vaso A vale $1 y el vaso B vale $0,50. La diferen-cia radica en que los vasos A se fabrican de manera ar-tesanal (personas), mientras que los vasos B se fabricande manera mecánica (alguna persona con una máquina).¿Cuál elije? Corno se trata de una operación económica,el sujeto efectúa la doble elección señalada y elije el va-so B. con lo cual puede comprar el doble de vasos o, porel contrario, gastar la mitad que adquiriendo vasos A. Nole pregunta al encargado de reposición de mercaderíahajo que modalidad se produjeron los vasos ni tampocodeja de ser cristiano por la elección racional (convenien-cia) que efectuó.Es decir. la realidad de las cosas materiales (la escasez)i mpone un modo determinado de actuar. Ahora esto noi mplica que el/los hombre/s deban transformar esta ac-ción económica como prioritaria en los fines de la vida.Esta es la elección esencial.Otra respuesta, en un plano diferente pero complemen-tario lo expresa Raul Cuello: "La política económica tie-ne un nivel de compromiso con la realidad que no tienela economía como ciencia. La ciencia económica carecede juicios de valor, mientras que la política económicalos tiene en abundancia, porque precisamente se nutre deellos"." Para los economistas, esta diferencia es la que

se hace tradicionalmente entre juicios técnicos y juiciosde valor o, en términos más amplios, entre economía po-sitiva y economía normativa. Si bien en otra ocasión sepodría poner a prueba la ausencia de "juicios de valor"en el seno de la ciencia económica (podría pensarse queasumir una perspectiva científica a veces equivale a te-ner una visión científica del mundo, incompatible conconsideraciones morales, como en el caso de cierto po-sitivismo radical), esto no invalida la verdad del planteoen sus más grandes rasgos. Cabe decir que en el caso delos términos "economía" y "política", el orden de los tér-minos altera el producto. Porque la distinción de Cuelloes la que existe entre la Economía Política y la PolíticaEconómica. Si ésta es la definición concreta de un pro-grama, un conjunto de decisiones que, luego de asumi-das, se manifestarán prácticamente en la sociedad que to-mó por objeto, aquella otra es la que desde sus primerasformalizaciones europeas quiere constituirse en una dis-ciplina autónoma con un discurso propio y específico.Arrancando del punto de partida de Cuello y las salve-dades a las que hemos aludido, podemos hacer una afir-mación algo más rotunda: la falta de equidad o la injus-ticia distributiva es la consecuencia de la falta de plan-teos éticos en todos los niveles sociales. Una falta pro-ducida por el desdén de reglas morales — cualesquieraque sean — en un contexto ideológico que subestima lai mportancia del Estado como agente compensador delos disímiles poderes de negociación existentes en la so-ciedad. Esta inobservancia sólo puede traducirse en frus-tración colectiva25 .En pocas palabras: falta un Estado con poder compensa-dor que sea gerente y garante del Bien Común, que uti-lice instrumentos de política económica como la políticafiscal, a través de los cuales se puedan ejecutar accionesconcretas para disminuir la brecha entre el salario deequilibrio de las doctrinas económicas y el salario justode la doctrina social. La sociedad, por su parte — y estohay que recordarlo — tiene responsabilidades directas:los altos niveles de elusión, evasión y corrupción sonapoyo, aliento y lisonja para la inequidad descripta =.Ahora bien, no lograremos ese Estado si no existe unaSociedad que lo sustente y le transfiera sus valores.Es responsabilidad de los que gobiernan, democrática-mente elegidos, hacer cumplir la observancia de las nor-mas morales, cuando se fijan reglas o políticas para losfines que fueron adoptados''. Ahora bien, estas respon-sabilidades deben ser ancladas en un determinado Esta-do y en un tiempo concreto, porque el nivel de evasióny elusión de un país determina las posibilidades corn-

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pensatorias de la política fiscal. Cuando este nivel es al-to – y el nuestro lo es –, el contrato social se debilita ose fractura. Volcando el planteo ético sobre mi propia si-tuación, me digo: si corno cristiano defiendo el salariojusto, como economista enseño el de equilibrio, comoempresario pago el de mercado y, además, como ciuda-dano no cumplo con todas las obligaciones fiscales, nome queda otra salida que asumir una responsabilidad di-recta en la ruptura del contrato social.Un grado de cumplimiento mayor, permitiría que ungasto púhlico también más vasto, sea asignado, con unasensatez más próxima a la justicia, para compensar porlo menos algunas de las fallas o imperfecciones del sis-tema económico, que no son otra cosa que las necesida-des fundamentales de los individuos.

CONCLUSIÓNComo menciona Cravero, en esta perspectiva el tema del"homo oeconomicus" (economic man) puede plantearsesin cl elevado grado de conflictividad con que se lo hahecho frecuentemente. En el campo especulativo y deanálisis existe una primera desvinculación entre traba-

jador y trabajo. ¿Cómo resolvemos el trade-off entre ellímite más alto de la remuneración (valor objetivo segúnla productividad marginal en el mercado) y el salario mí-nimo. cuya fijación es necesaria para garantizar la vidadigna (valor subjetivo)?Un Estado con poder compensador que sea gerente y ga-rante del Bien Común, que utilice instrumentos de polí-tica económica como la política fiscal, a través de loscuales se puedan ejecutar acciones concretas para dismi-nuir la hrecha entre el salario de equilibrio de las doctri-nas económicas y salario justo de la doctrina social. Lasociedad, por su parte, tiene responsabilidades directas:los altos niveles de elusión, evasión y corrupción son apo-yo. aliento y lisonja para la inequidad descripta 2H . Ahorahien, no lograremos ese Estado si no existe una Sociedadque la sustente y le transfiera sus valores. La Sociedad yel Estado dehen completar las funciones que el mercadono resuelve ni está diseñado para que lo haga.Desde el punto de vista individual, cada uno de nosotrosdehemos optar. Es decir, la realidad de las cosas materia-les (la escasez) impone un modo determinado de actuar.Ahora esto no implica que el/los hombre/s debe/n trans-formar esta acción económica como prioritaria en los fi-nes de la vida. Esta es la elección esencial.

2. ¿EL FIN DEL TRABAJO?It was the best of times, it was the worst of times, it wasthe age of wisdom, it was the age of foolishness, it wasthe epoch of belief it was the epoch of incredulity, it wasthe season of Light, it was the season of Darkness, it wasthe spring of hope, it was the winter of dispair, we hadeverything before us, we had nothing before us, we wereall going direct to Heaven, we were all going direct theother way-in short, the period was so far like the presentperiod, that some of its noisest authorities insisted on itsbeing received, for good or for evil, in the superlativedegree of comparison only29 .Charles Dickens, A Tale of Two Cities.

El estado del trabajo actual no deja de tener tintes críti-cos, alarmantes, catastróficos. "El trabajo hoy es unaentidad desprovista de contenido" 30 . "El trabajo huma-no se ha ido degradando hasta convertirse en desagrada-ble, no querido o, cuanto menos, monótono, lo que le hahecho perder su verdadero sentido y, sobre todo, ha ale-jado al hombre del interés por alcanzar a través de éstesu dimensión de co-modificador positivo de la naturale-za"", dice Vivino. En la primera economía del mundo,los trabajadores temporales y la subcontratación cons-tituyen el núcleo de la presente masa de trabajo even-tual. Constituyen, como dice J. Rifkin, los "[...] millonesde americanos cuyo trabajo se puede usar y tirar al ins-tante por un precio mucho más bajo que la fuerza labo-ral permanente".La Organización Internacional del Trabajo informa quede una fuerza mundial de trabajo de 3.000 millones depersonas, entre 25% y 30% está en una situación de su-bempleo. Otros 1 40 millones de la población del mundoestán desempleados. En números redondos, alrededor demil millones de personas tienen problemas de empleo. Asu vez, unos 60 millones de adolescentes y jóvenes en-tre 15 y 24 años buscan trabajo, pero no lo consiguen.En los 24 países más ricos del mundo se calcula que hayentre 34 y 35 millones de desocupados, es decir, alrede-dor de 9% de la población activa. Esta situación tiene ca-racterísticas diferentes a las del desempleo que afectó alproletariado industrial o núcleo duro de los productoresdel sistema tecnológico anterior. La desocupación, eneste caso, afecta principalmente a las categorías débilesy a las áreas marginales.Una gran parte de la juventud está vinculada a una cul-tura del no trabajo y/o del trabajo inestable. ¿Cuál serásu comportamiento futuro? Además, los trabajadores

adultos deben encarar dificultades crecientes para rein-

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sertarse en el mercado y carecen de las condiciones ade-cuadas para su reentrenamiento. ¿Es el fin del trabajo?No. No es el fin del trabajo. El trabajo, por definición,muta, registra cambios cualitativos permanentes. Noporque lo impulse una fuerza ciega, como alguien podríacreer, sino por las mismas transformaciones que afectana toda la sociedad y que no son sino el diverso resultadode los conflictos políticos, de los juegos de intereses, delas lógicas que se imponen y se acatan, de las mutacio-nes mismas de la naturaleza, de la escasez de los medios,de las ideas con respecto al hombre , la familia , el esta-do y lo transcendente. El trabajo y el trabajador estánsujetos a los cambios, queridos o temidos, del hombreorganizado en sociedad..Cada actividad desarrollada por el hombre constó siem-pre de dos fracciones, proporcionadas o no, del esfuerzohumano: una fracción de esfuerzo o trabajo manual yotra, de esfuerzo o trabajo intelectual. El trabajo dehoy, más dinámico, tiene un componente creciente de in-telecto y un componente decreciente de esfuerzo físico.Pienso que ésta es una situación mejor que la anterior.¿Por qué? Porque contiene más de persona (inteligencia)y menos de animal (fuerza). Se alteró la relación entre lacontribución física y la contribución mental de los traba-jadores a la producción de bienes y servicios. Estas afir-maciones, se realizan con el mismo criterio que asumi-mos en el primer punto, es decir que el trabajo en larealidad es inseperable del trabajador (hombre). Enconsecuencia, cuanto más contenga de su naturaleza hu-mana es un buen signo. El problema es la resultante delcambio en la relación de esfuerzos, porque esta nuevacombinación genera una nueva disputa de propiedad: laadquisición de bienes del conocimiento. En mis clasesde economía doy un ejemplo que creo que es oportunoal tema. Uno de las elecciones que debíamos tomar ennuestra adolescencia era la de estudiar o trabajar. Inclu-so, una de las causas de deserción escolar era y es la ne-cesidad de trabajar de un componente más de la familia.Esto hoy está en mutución. A los adolescentes, debemosdecirles: "estudiar para poder tener la posibilidad detrabajar". En consecuencia, los que demandan trabajorequieren aptitudes laborales adquiridas y actualizadasconstantemente.Las empresas, dominantes en el juego del mercado, de-mandan – y por eso se impone – ese trabajo más diná-mico, de atributos diferentes a los que definen la funcióntecnológica sustituída. Y la sustitución de unidades de-sempleadas por ocupadas es, desde la perspectiva econó-mica, poco posible. Esto da a luz una nueva situación,

cuyo diagnóstico, para Argentina `99, cabe enunciar así:junto al desempleo y el subempleo, existe una parte sig-nificativa de ocupados "sobreocupados" (42% en nues-tro país). Y no es la causa de esta sobreocupación el quela mayoría esté por debajo de la línea de indigencia ytenga, por eso, que trabajar más. La razón es que han ad-quirido la nueva cualidad del trabajo, donde prima elconocimiento y el aprendizaje, según lo demandan lasempresas. Para decirlo en forma dramática: el trabajoque se funda en una proporción mayor de esfuerzo físi-co, el trabajo menos dinámico, seguirá existiendo resi-dualmente, en tareas repetitivas de productividad baja yde bajos niveles de ingreso. Los que integren este sectorde la oferta de trabajo serán los nuevos "incapacitados","marginados" y "excluidos" del sistema. Según V. Fo-rrester son víctimas de una lógica planetaria que suponela supresión de lo que se llama trabajo, es decir, de lospuestos de trabajo". Para coincidir con esta afirmación sedebería terminar la frase con "trabajo no calificado".Antes, la insuficiencia física impedía el acceso al merca-do.Luego fue el analfabetismo. Ahora, la exclusión llevaotro signo, más sútil, pero no menos brutal: la insufi-ciencia en la capacitación. Muchos siguen buscando tra-bajos "fantasmas" de baja calificación, que son los me-nos dinámicos. Pero, el cambio del sistema tecnoeconó-mico lleva consigo un cambio sustantivo en la demandade trabajo. El verdadero problema consiste, de este mo-do, en cómo distribuir equitativamente los activos edu-cativos y de capacitación para responder a la nueva de-manda en un mercado laboral donde muchos están "su-bocupados y desocupados" y otros tantos "sobreocupa-dos". Este es el nuevo problema. Por eso se habla tantode educación permanente y capacitación de por vida.Es verdad que esta situación tiene un sabor añejo. Por-que es el planteo que surge toda vez que cambia el siste-ma tecno-económico. Desde las primeras repercusionesde la Revolución Industrial en Inglaterra y en Europa, seviene repitiendo este dilema. Una larga lista de inven-ciones señalan los reposicionamientos en el mercado la-boral: la aparición de la máquina a vapor, la electricidad,el teléfono, el telégrafo sin hilos, el automóvil, elavión... Todos estos frutos inestimables del progresoprodujeron sucesivamente nuevos "incapacitados","víctimas" para el mercado laboral.Lo que resulta dramático es que todos los que trabaja-mos y vivimos esta problemática del trabajo, en nuestrorol de consumidores y poniendo en vigencia el criteriode conveniencia profundizamos, indirecta pero volunta-riamente, esta nueva situación. Un ejemplo: el cambio

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organizacional en la cadena de distribución comercial afavor de los grandes almacenes, supermercados y shop-ping adversos a la cadena de minoristas, si bien lo per-mite el esquema económico, lo ejecuta cada uno de no-sotros "eligiendo" el menor precio, desligándonos de lasconnotaciones de esta decisión.Históricamente la relación vinculada al trabajo ha atra-vesado múltiples etapas. Un crudo contraste se produceal evocar el trabajo como esclavitud (subpersona) o eltrabajo por adherencia a la tierra (servidumbre)', con-tra la legitimación del ciudadano (citoyen) en la Revolu-ción Francesa o en la historia de la progresiva conquistade los derechos sociales en Inglaterra. La historia de losmovimientos obreros, de los sindicatos y los gremios,incluso la historia de las rebeliones contra las nuevasmáquinas. o la de los desmedidos crecimientos urbanos,delincan un vasto panorama de los problemas que sur-gen con las transformaciones del sistema tecnoeconómi-co. Ante cada nueva articulación vuelven a la memorialas palabras con las que Dickens inicia su versión de loshechos revolucionarios de 1789. "Era el mejor de lostiempos. era el peor de los tiempos...".Hoy asistimos a una nueva reforma estructural que afec-ta a todos los factores de la producción y, en particular, altrabajo. El trabajo y las relaciones con el trabajadorhan sido alteradas radicalmente. Ahora vemos desplegar-se a lo largo de la estructura productiva el nuevo sistematecnoeconómico que destruye industrias, empresas ypuestos de trabajo del antiguo paradigma y crea indus-trias. empresas y puestos de trabajo nuevos, diferentes.El cambio tecnológico, medido por su impacto en losmodelos de organización y de gestión productiva, re-quiere. asimismo, cambios en la formación del trabajo.Sin alejarnos mucho, en las últimas dos décadas la orga-nización denominada "taylorismo-fordismo" fue susti-tuida por una organización más flexible, que respondióa un mercado con alta variación de productos, intensivosen tecnología; se utilizó para ello mano de obra capaci-tada y se recurrió a esquemas de tercerización en tareassimples y repetitivas. El aprendizaje permanente setransformó en una necesidad derivada del cambiante ycada vez más corto ciclo tecnológico. Así, el actual sis-tema tecnoeconómico, denominado, por algunos, capita-lismo informacional y global, establece una nueva divi-sión del trabajo: productores de alto valor agregado,productores de gran volumen, productores de materiasprimas y productores redundantes."Los trabajadores viven y sufren los efectos de estasreestructuraciones: la experiencia es amenazada por la

creatividad, la permanencia por la volatilidad, la seguri-dad por la inseguridad, el trabajo permanente por el tra-bajo transitorio, el esfuerzo físico por el esfuerzo inte-lectual, la reproducción de tareas por el dominio de lasoperaciones, el aprendizaje transitorio por el aprendiza-je constante, el operario standard por el operario poliva-lente. El giro fundamental se produjo cuando el procesoformativo que se concentraba en el puesto de trabajo,empezó a volcarse sobre el hombre.Tratemos de reflexionar sobre la realidad y perspectivadel trabajo. ¿Quién puede asegurarle a una empresa, enel sistema de mercado, un nivel de producción por lospróximos dos años?. Nadie. En consecuencia, la deman-da de bienes es precaria y la demanda derivada de facto-res también lo es. Se repone una consigna vieja con unainusitada intensidad: cada uno debe buscar su óptimo.Lo mejor dentro de lo posible'. Para poder hacerlo esconveniente revisar el concepto clásico de oferta y cen-trar el esfuerzo en el análisis de la competencia laboral.De los temas relevantes para la actualización del con-cepto de empleo, el más sustancioso es quizás el de unacceso equitativo a las oportunidades de trabajo. Laoferta laboral ha sufrido y sigue sufriendo fuertes cam-bios, además de la ya consolidada inserción de la mujer.Han desaparecido trabajos y han nacido otros trabajos alcompás del cambio de la tecnología. Parece por eso nece-sario adecuar el perfil de calificación de la oferta laborala los requerimientos de la nueva demanda. Lo dramáticoes que la adecuación debe cumplirse en el corto plazo.¿Cuáles son los nuevos atributos del trabajo y la capa-citación? La capacidad efectiva para llevar a cabo exito-samente una actividad laboral plenamente identificada.Es una capacidad real y demostrada, una capacidad pro-ductiva que se define y se mide en términos de desem-peño en un determinado contexto laboral. Es un conjun-to constituido por comportamientos, facultad de análisis,toma de decisiones, transmisión de información, idonei-dad para realizar una tarea, posesión de las calificacio-nes requeridas. Es estar capacitado para funcionar en elentorno profesional. Una capacidad que no se apoyaen diplomas sino sobre capacidades demostradas". Elcambio tecnológico indujo a una nueva división del tra-bajo, con un sesgo en la capacidad creativa del hombre.Hay que intelectualizar la tarea. El universitario que es-tudió pero no "sabe", no consigue trabajo.Las empresas, en esta transformada cultura de la produc-ción, asocian las competencias con la estrategia para ge-nerar ventajas competitivas a la estrategia de productivi-dad y la gestión de recursos humanos. Colocan el acen-

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to en las estrategias de diferenciación donde la nuevamateria prima es la información.En 1947, en Argentina, 56% de los trabajadores produ-cían mercancías. Hoy, en 1999, se calcula que sólo 33%lo hace. En los sectores primarios y secundarios se ex-pulsa mano de obra. La reemplaza la máquina o el robot.Los hombres prestan cada vez más servicios con mayorcalificación. En 1850, en Estados Unidos, 60% de lostrabajadores estaban afectados a la agricultura, mientrasque hoy sólo 2,7%. El sector terciario, con mayor valoragregado, es el mayor demandante de mano de obra. Lamisma tecnología se transformó en el soporte sustantivode la producción de bienes y servicios.Observemos nuestra Universidad. Llega usted a la facul-tad y lo virtual (por opuesto a lo presencial) opera y con-trola Ios movimientos, los pasajes, los accesos. Para in-gresar necesita una tarjeta magnética; para cobrar, otratarjeta magnética; para acceder al estacionamiento, latarjeta magnética; para realizar consultas, el alumno uti-liza el sistema y su tarjeta; para pagar también; el em-pleado se intercomunica por la red informática; algunascátedras utilizan el correo electrónico para transmisiónde apuntes y trabajos; la comunicación telefónica utilizala digitalización del destinatario. Estos son sólo algunosejemplos del nuevo sistema tecno-económico. Sin saber-lo, muchas veces, somos usuarios o protagonistas pasi-vos de lo mismo que decimos criticar. La industria infor-mática es el segundo negocio del planeta. Pronto puedeser el primero.Estamos ante una nueva cultura del trabajo y la produc-ción. La innovación cumplió con su propia lógica: incre-mentó las ganancias de productividad, pero redujo el rit-mo de crecimiento del empleo con la capacitación pre-parada para el sistema anterior. El mercado está logran-do empresas competitivas, pero esto debe ser sólo un ca-mino para que la sociedad llegue a estar constituida porciudadanos competentes. La competencia y la competi-tividad no se dan sólo entre empresas, sino también en-tre sistemas socioeconómicos (la totalidad del país). Poreso deben predominar los derechos civiles y sociales,que distinguen el desarrollo humano sustentable, sólo al-canzable en un "capitalismo solidario". "Al no poder au-mentar el empleo indefinidamente, es importante afron-tar. en virtud de la solidaridad humana, una reorganiza-ción y una mejor repartición del trabajo, sin olvidar, ladistribución necesaria de los recursos entre quienes notienen empleo. La solidaridad efectiva entre todos esmás necesaria que nunca."' Esta tarea es política. No de-bemos tolerar un sistema económico que sea un campo

de lucha donde sobreviva el más apto, donde se desinte-gren las familias y los niños sean bienes de consumo ocentros de costos.No existe remedio único ni solución milagrosa. Los pro-blemas derivados del nuevo paradigma tecnológico re-quieren soluciones primarias de naturaleza política. "Sinun Estado efectivo, el desarrollo sustentable, tanto eco-nómico como social, es imposible" dice un informe delBanco Mundial del corriente año. Esto quiere decir queproveer de servicios sociales básicos, recaudar impues-tos, regular efectiva y honestamente las actividades delsector privado, asegurar que cualquier aumento en el ni-vel de vida se distribuya en forma equitativa, son tareasestatales ineludibles en el difícil mundo contemporáneo.Establecido el consenso en torno a esta cuestión, se de-ben desarrollar nuevas calificaciones para que el traba-jador pueda acceder al mercado laboral por la apropia-ción de su capacitación.En esto el Estado debe promover tres transiciones: laque va desde la escuela al trabajo (primer empleo), deldesempleo al trabajo (capacitación) y de los trabajosentre sí (flexibilización o re-entreniemto). Tres perfiles ysituaciones diferentes que hacen a la vida del trabaja-dor. El Estado debe revisar y ajustar sus políticas activasbuscando una mayor eficiencia en la aplicación de losrecursos para afrontar estas transiciones. De este modogarantizaría la viabilidad social de los ajustes a la nue-va economía del mundo, diseñando políticas que evitenla exclusión social y que favorezcan la reintegracióndentro del mercado laboral de los nuevos trabajadoresincapacitados.El mundo está preocupado por este problema. La estabi-lidad superó a la inflación y el crecimiento se transfor-mó en realidad. Ahora, el desempleo es un problema aresolver, y uno grave. Surge así como una urgida tareapendiente en la agenda de la Tercera Vía. ¿Cómo resol-ver el jaque mate tecnológico, la matamorfosis económi-ca, el incremento de la oferta de trabajo en el sistemacapitalista y los incrementos de productividad con unaexcesiva marginación del trabajo? Con respecto a laoferta, recordemos que" se incorporaron más de 2.000millones de personas a la producción del sistema capita-lista con la adhesión de China, India e Indonesia. En Eu-ropa se propone un pacto de confianza para el empleomediante la promoción de una acción colectiva.Es conveniente observar, a todo esto, que existe menosempleo productivo y más pobreza en los países en desa-rrollo que en los desarrollados. Son los países con ma-yor desarrollo tecnológico los que dinamizan la econo-

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mía. El problema estriba esencialmente en que la difu-sión tecnológica es selectiva y no universal.La ocupación y los ingresos han aumentado. En los paí-ses de mayor desarrollo tecnológico nos encontramoscon los mejores índices de desarrollo humano 3". Los paí-ses rezagados tecnológicamente llevan el signo de la po-breza; en ellos, el trabajo productivo es escaso o, dichode otra forma, la ocupación se disfraza de trabajo. Enlos países a donde llega la difusión tecnológica se obser-va un mayor nivel de ocupación e ingresos que en losque no la reciben. La mitad del producto total de los paí-ses avanzados se basa en el conocimiento. Los trabaja-dores del conocimiento ocupan ocho de cada diez nue-vos puestos de trabajo. Pareciera que la nueva funcióntecnológica no destruye empleos sino que los desplaza.Modifica el tipo de trabajo que demanda -mayor califi-cación- y aumenta su volumen. Por ejemplo: la industriadel entretenimiento norteamericano creó más empleosdesde 1990 que la automotriz, la farmacéutica y la hote-lera combinadas. Sin duda, estamos alterando nuestraforma de crear, de comercializar y de distribuir bienes yservicios. En la actualidad el carácter físico de las tran-sacciones, comunicaciones e informaciones, se diluye yse transforma paulatinamente en digital.La creciente desigualdad es producto de la diferencia deoportunidades que existe entre las regiones, los países ylos grupos sociales para acceder a la tecnología. En ge-neral. conviven en el sistema, tal como lo encontramoshoy, el desarrollo y el subdesarrollo económicos, la ex-clusión y la inclusión social. ¿Cómo pasar del creci-miento con menos empleo, diseñado para el sistema an-terior, a una tasa de crecimiento con mayor proporciónde empleo, que se manifieste en trabajos con la califi-cación demandada?.En síntesis, hoy asistimos a una nueva reforma estruc-tural que afecta a todos los factores de la producción y,en particular, al trabajo. El trabajo y las relaciones conel trabajador han sido alterados radicalmente. El tra-bajo de hoy, más dinámico, tiene un componente cre-ciente de intelecto y un componente decreciente de es-fuerzo físico. El trabajo menos dinámico, que se fundaen una mayor proporción de esfuerzo físico seguirá exis-tiendo residualmente, en tareas repetitivas de productivi-dad niveles de ingreso bajos.Esta sustitución entre esfuerzo físico cuasi-natural y elesfuerzo intelectual adquirido produce un quiebre en elmercado laboral y en la estructura social que debemosresolver.

2.1. Conclusiones.En el plano del conocimiento existe también una divi-sión del trabajo, es decir, que cada uno investiga la rea-lidad económica según la particular formalidad que le espropia, pero con miras a integrar su conocimiento espe-cializado en el cuadro general del conocimiento econó-mico. La realidad económica puede ser conocida segúncuatro formalidades o planos distintos 39 que son diferen-tes enfoques complementarios de una misma realidad.Esto da luz al conflicto sobre el "homo economicus", so-bre la hipótesis de racionalidad y otros conceptos quesólo existen en "su pureza inteligible en la mente, mien-tras que en las cosas individuales y contingentes delmundo material sólo existen realizados de manera siem-pre imperfecta y, sobre todo, sólo existen junto con otrascualidades con las que constituyen la realidad existen-cial de los seres concretos''".La Doctrina Social de la Iglesia nos enseña como resol-ver la problemática. ¿Pero lo hacernos? Como bien di-cen los teólogos, una cosa "es creer en Cristo y otracreerle". Conciliar la Palabra con nuestras acciones entodos los ámbitos de nuestra vida es el desafío de loscristianos.Sin embargo, diariamente podemos observar, en nuestromedio, cómo se pide a la Señora Economía o al SeñorMercado temas que no podrán resolver. Pareciera unjuego perverso... Criticamos lo económico, pero luegoqueremos encontrar todo vía lo económico. Queremoscomprar felicidad... no se vende. Queremos comprar pazinterior... no se vende. Personalizamos el mercado,cuando este no existe sin los oferentes y demandantes,que son personas. Somos nosotros. Un Ejemplo de nues-tros días: se habla de la delicuencia juvenil y el fenóme-no de la menoridad. Cuando los especialistas indican lascausas de este mismo problema entre 1919 y 1999 ennuestro país, dicen que la carencia material ha disminui-do relativamente en la actualidad, pero se agravó la ca-rencia afectiva. Si este es el diagnóstico, nos debemosdar cuenta que el afecto no se encuentra en el mercadosino en la familia. Esto para mí no lo puede resolver elmercado, pero seguimos insistiendo.El Equipo de Pastoral Social convocó en el mes de abrildel presente año a las principales entidades empresaria-les y sindicales y al gobierno a una jornada sobre la"Dignidad del Trabajo" y de cuya reunión emergierondeclaraciones donde se destacó "que el trabajo no es unavariable dentro de una ecuación de crecimiento econó-mico, cuantificable como parte del costo final de un pro-ducto, sino una exigencia del desarrollo integral del

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hombre"....; "encontrar consenso, facilitar la recupera-ción del salario y del pleno empleo".Sin duda la temática del trabajo y la dicotomía en su tra-tamiento está hoy en la agenda de discusión de argenti-na y del mundo. Creo que el "diálogo" entre ciencias yla integración del saber, que nos propone la Iglesia, sonlos caminos que debemos transitar para que la discusiónintelectual se transforme en acción.El enfoque económico mediante su principal instrumen-to, el mercado, no logra resolver legítimas aspiracionesde la Doctrina Social de la Iglesia. Pero, la conciliaciónentre ambos enfoques no pasa por la negación del fun-cionamiento de los mercados, sino por la definición ex-plícita de un rol del Estado en cuanto al deber ser, quepermita la definición de una política económica adecua-da (en el plano del hacer) para alcanzar el objetivo. Elderecho a vivir requiere ser sustentado por la oportuni-dad de trabajar y obtener un ingreso mínimo que ga-rantice la vida digna. Este es un reto para toda la socie-dad. En particular, el sistema de impuestos y subsidiosnecesarios para acercar los criterios de equidad y de efi-ciencia sólo será posible si se sustenta en una mayor ba-se i mponible resultante de un nuevo contrato social, y enel desarrollo simultáneo de ima política educativa y decapacitación que permita mejorar el acervo y distribu-ción de estos activos educativos. Mientras tanto en losniveles intermedios tenemos mucho para hacer. Aquívolvemos al tema cosmovisional, a la finalidad de nues-tras acciones. Por ejemplo, ¿damos prioridad al rol fami-liar, a la maternidad y/o paternidad, a la procreación, porsobre los objetivos económicos?. ¿Somos más solidariosy fraternos que competitivos y posesivos?. ¿Es lo eco-nómico sólo un aspecto instrumental de nuestra vida o loconvertimos en un fin?. Cada lector elige de acuerdo asu conveniencia.

NOTAS

1 Doctor en Ciencias Económicas. Profesor titular ordi-nario.Economía Argetnina.2 Agradezco las colaboraciones críticas y oportunas de:Daniel Passanitti. Alfredo Barros, Pablo A. Lara, Facun-do Etchebehere y Gerónimo Ledesma.3 Cravero, José M. J.; "El Tomismo en la Filosofía Con-temporánea de la Economía" ; Educa, 1997; pág. 38.4 Ri lkin. Jer emy; "El Fin del Trabajo"; Ed. Paidós; 1997.5 Vivino, M.; "Trabajo Humano y Retribución Justa";Prudentia Iuris; pág. 65; noviembre 1998; U.C.A.

6 Forrester, V.; "El Horror Económico"; F.C.E.; 1997.7 Crespo, R.; "La Economía Como Ciencia Moral"; pág.19; Educa; Bs As.; 1997.8 Centésimus Annus; Roma; 14.9.81.9 Juan Pablo II; "Laborem Exercens", "Centesimus An-nus", "Sollicitudo Rei Socialis".10 Ley de Contrato de Trabajo N° 24.013.11 Vivino; op. cit.12 Vivino; op. cit.; pág. 61.13 Censo Nacional de Población y Vivienda; año 1991.14 La polémica sobre este tema está vigente. Del análi-sis económico (ciencia económica) surge que "un au-mento del salario mínimo privará a algunos de trabajo,pues su productividad es demasiado baja como para jus-tificar un mayor costo para el empleador.".15 Ley de Contrato...; art. 135.16 Decreto N° 2.725/91; art. 28.17 Ministerio de Economía, con datos del Sistema Inte-grado de Jubilaciones y Pensiones.18 Centesimus Annus, op.cit.19 Cuando terminé este artículo, se produjo un hechoque no me gustaría dejar de lado. Ricardo LópezMurphy, un economista argentino, reconocido por su sol-vencia profesional y su honestidad intelectual, expresóen un seminario donde se debatía la forma de mejorar lacompetitividad argentina, que "se deberían bajar los sa-larios nominales 10% para compensar la pérdida de com-petitividad verificada". Inmediatamente se alzaron res-puestas en su contra desde el mismo ámbito político alque pertenece. Evaluemos el hecho y sus connotaciones.Primero: La premisa teórica. En este ámbito la reflexiónes un juicio técnico válido que responde a la teoría eco-nómica clásica. Segundo: Escenario 1. En un contextoacadémico y en el análisis específico del funcionamien-to del mercado laboral, esta premisa es una alternativa.Tercero: Escenario 2. En un contexto político pre-elec-toral, el transplante descuidado del análisis económicopeca de inoportuno por parte del economista y de disi-mulo, de doblez, por parte de los políticos.Lo inoportuno de la declaración consistió en despreciarsu propia dimensión política y en no medir los efectosque en nuestro contexto tienen sus juicios, salvo que supropósito fuera colocar el tema en la agenda de discu-sión y afrontar los costos políticos.Si la situación se adecuara a la primera hipótesis, elplanteo habría sido diferente. Lo que se debatía tenía co-mo objetivo principal no generar mayor desempleo y,como hipótesis mínima, retener el empleo existente, porlo que una respuesta á rebours como la de López

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Boletín de Lecturas Sociales y Económicas . UCA . FCSE . Año 6 . N° 27

Murphy transgredía esa limítrofe imposición. Debido aque la demanda de trabajo es derivada, según dijimos,debemos evitar la caída en el nivel de actividad de lasempresas. Si esto no se logra, las empresas expulsarántrabajo. En un contexto de restricción fiscal como el ar-gentino. una alternativa consiste en más trabajo con me-nos salario. Otra alternativa es igual salario con mayoresgastos sociales. Existen, por supuesto, otras medidas.Todas tienen sus costos en función de nivel de empleo,actividad y déficit fiscal.Desde el punto de vista de la dirigencia política, la res-puesta intenta retener votos en lugar de empleo, que eralo que se discutía. Ante el pretexto de la competitividad,responde el texto de la electoralidad. Es decir, en la prác-tica, el que toma las decisiones no es un economista si-no un político, y elije entre recomendaciones políticascontrarias que ofrecen medios alternativos para alcanzarlos objetivos impuestos. Elije en función de las preferen-cias o de la diferente ponderación que se otorga a los ob-jetivos. Lo importante es saber qué medida se toma pa-ra evitar un mayor desempleo y cuáles son los costos desu aplicación. Queremos suponer que nadie, incluso Ló-pez Murphy, quiere que el trabajador perciba menos, co-mo ningún cirujano quiere amputar un órgano para sal-var el organismo, aunque lo haga. Toda alternativa tienesu costo. Cuando alguien ofrece una alternativa sin cos-to, por lo menos se debe desconfiar: muy probablemen-te se trate de un tramposo regalo griego.20 Para los que les interesa el tema, consultar a Di Feni-zio, "El Método de la Economía Política y de la PolíticaEconómica"; Editorial Bosh; Barcelona; España; 1961.Ahí se presenta una clasificación de ciencias, refiriéndo-se a las positivas, normativas, formales y empíricas,donde incluye la economía política. Para el autor, si-guiendo a Morgenstein, una economía teórica a priori noexiste. Otros autores a consultar: Oreste Popescu, Fer-nández Pol. Robbins, Joseph Schumpeter, Marshall, Ba-rre. Distintas posiciones que muestran la permanenciade la búsqueda de convergencia.21 La concepción . realista Aristotélica se diferencia delpositivismo, iluminismo, empirismo y otras líneas. Ade-más, algunos hablan de racionalidad en el sentido en quela razón rige los comportamientos del hombre. Otros ha-blan de la racionalización del mundo, no de su racionali-dad. La razón que subyace a este mundo puramente físico,sistémico. racionalizado, es la razón instrumental, una ra-zón restringida, encorsetada, que se cree alejada del mito yla superstición. cuando lo que hace es mitificar constante-mente y creer en supercherías. Una razón idólatra, pagana.

22 Cravero, J.M.; op.cit.; pág. 39-40.23 Valsecchi F.; "Qué es la Economía?"; E.Columbia;Ed.12; Bs. As.; 1979.24 Cuello, R., "Política Económica y Exclusión social";Ediciones Macchi; Bs.As.; 1998; pág. 11.25 Ibidem.26 El modelo europeo paga salarios relaes más altos yuna protección social más elevada con más desocupa-ción y más gasto público. El americano tiene ocupaciónmás, alta con salarios más bajos y con una contracción dela protección social que grava el nivel de vida de las fa-milias más pobres. Las causas: formidable reestructura-ción del sistema capitalista. Ver Giorgio, R.; "El EmpleoDivide a la Sociedad".27 Cuello, R.; op. cit.; pág. 25.28 El modelo europeo paga salarios relaes más altos yuna protección social más elevada con más desocupa-ción y más gasto público. El americano paga la ocupa-ción más alta con salarios más bajos y con una contrac-ción de la protección social que grava el nivel de vida delas familias más pobres. La causas: la formidable rees-tructuración del sistema capitalista. Ver R. Giorgio, "ElEmpleo divide a la sociedad".29 Traducción: "Era el mejor de los tiempos, era el peor delos tiempos, era la edad de la sabiduría, era la edad de la es-tupidez, era la época de la fe, era la época de la falta de fe,era la estación de la Luz, era la estación de la Sombra, erala primavera de la esperanza, era el invierno de la desepe-ración, teníamos todo por delante, no teníamos nada pordelante, marchábamos todos directo al cielo, marchábamostodos en dirección contraria, en síntesis, el período era tanparecido al nuestro, que algunas de sus más ruidosas auto-ridades insistían en que fuera recibido, para bien o paramal, en el grado superlativo de la comparación solamente".30 Forrester, V.; "El Horror Económico"; F.C.E.; 1997.31 Vivino; op. cit.; pág. 65.32 Vivino; op. cit.33 Castells, M.; "La Era de la Información. Economía,Sociedad y Cultura" Vol. 1: La Sociedad Red.; Ed.Alianza; 1997.34 de Pablo, Juan C.; "La Realidad Económica. Incom-pletísimo Diccionario de Economía"; El Cronista; 1998;Vol. IV, págs. 242-243.35 de Pablo, Juan C.; op.cit.36 SS. Juan Pablo II; "Discurso en Academia Pontificiade Ciencias Sociales"; L'osservatore Romano; Roma;N° 6 (166); 19 de Marzo 1999.37 Sachs, J.; "Consolidating Capitalism"; Foreign Po-licy; N° 98; Spring 1995.

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38 HDR, Human Development Index, 1998.39 Valsecchi, F.; op. cit.; pág 27-28: planos empírico,científico, filosófico y teológico.40 Cravero, J. M.; op. cit.; pág 38.

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